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III.- RESUMEN
La escuela ayllu de Warisata tiene un gran significado de lo que es en la educación
de nuestro país desde el año que se fundó el 2 de agosto de 1931 por el profesor
Elizardo Pérez y el campesino Avelino Siñañi dos personas que si duda lucharon por
solucionar el “problema del indio” a través de la educación pero también
enfocándose en otros aspectos como lo económico, sociales y culturales partiendo
desde la realidad y la experiencia, ya que el El indio era considerado un ser
primitivo, cuyo retraso era un lastre para el país y cuyas frecuentes actitudes
de alzamiento significaban un
peligro para la nacionalidad. La educación debía eliminar esos rasgos de barbarie,
debía "domesticar" al indio, convertirlo en un servidor eficaz pero sumiso. No existía
ningún deseo de sacarlo de su condición de esclavo.
La escuela de Warisata asumió la defensa del indio frente a la explotación,
imponiéndose la tarea de modificar las condiciones de desarrollo del campo,
encontró que esa posición no podía ser sostenida si la Escuela
no se convertía en instrumento de lucha en busca de la liberación, y este propósito
inicial dio lugar a la formulación de elementos teóricos de innegable trascendencia
revolucionaria, poniéndose punto final a los antiguos criterios filantrópicos y
caritativos con que hasta entonces se había considerado el problema, pero ahí fue
donde los feudales y la burguesía no podían comprender la prosperidad de una
escuela la cual ponía en riesgo su clase privilegiada, lo cual se propuso con la tarea
de destruirle pero no fue fácil ya que Warisata ya tenía un prestigio nacional.
“La Escuela de Warisata era la casa de los desheredados, de los pobres, de los
explotados, símbolo vivo de la lucha por la Justicia y la libertad, emblema de todas
las antiguas rebeldías del Indio, jamás extinguidas La Escuela era obra nacida de
las propias manos del indio, era suya por completo, casi ajena a la acción del Estado.
El indio defendía lo suyo, lo hacía invulnerable a la incursión del vicio, de la
molicie o del interés creado. En Warisata el indio era un ser humano, y aunque
no se hubiera eesuelto aún el problema de la servidumbre, ellos, los indios, ya eran
hombres liberados en la más plena acepción de la palabra. La Escuela era una
institución productiva, motor de la comunidad, base del desarrollo; se ocupaba del
niño, del adolescente, del adulto, del anciano, de hombres y mujeres, dotándoles
de crecientes aptitudes de trabajo para que pudieran enfrentar con nuevos criterios el
drama de su sobrevivencia y convertirla en una vida digna y cabal, cimentada en
el mantenimiento y desarrollo de las viejas formas de su cultura. Aquella integración
vertical, en la cual se coordinaban las distintas etapas del desarrollo del niño, se
refería, claro está, al alumnado servido directamente por la Escuela; pero en
un ambiente como el de Warisata, empeñado en una lucha tenaz
por la sobrevivencia, la educación era un derecho de la población en general, pero
no únicamente en su aspecto formal, escolar o alfabetizable, sino en todos los
aspectos de la vida y el desarrollo. Por eso decíamos que el ayllu era el
verdadero claustro de la Escuela; el ayllu, esto es, la campiña, el medio circunde,
el hogar, el huerto familiar, el sembrío colectivo, el mercado, la pequeña
industria, la higiene, la sanidad, la cultura revelada en mil facetas, todo. 13
Era una serie de interacciones entre escuela y comunidad,
Warisata comprendió desde el comienzo que no podía haber escuela rural sin
tierras, criterio que dio lugar a esa forma única que tuvo la Escuela, que a
un nivel más alto que el de la “escuela del trabajo”, creó el concepto De
“escuela productiva”, la escuela que requiere un país pobre y retrasado…
Las ideas de Elizardo Pérez eran muy concretas sobre estos aspectos: “No fue el
pueblo indio un pueblo ignorante. Poseyó todo lo que en su tiempo constituía la
cultura terrígena… No fue el indio un ser inculto… Era un agricultor eficiente y
sabía hacer sus propios tejidos, sus propios calzados, sus propias armas, sus propios
instrumentos de trabajo… Conocía contabilidad y sabía hacer sus cuentas. Estos
﴾conocimientos﴿ no eran privilegio de los nobles de la edad incaica. Más bien, no se
podía ser noble sin ser un buen chacarero.
Esa categoría especial, sin precedentes, que tenía Warisata, y de la que, por su
integración horizontal, participaban todos, obligaba al estudio profundo de lo que
era la sociedad india, para que los sistemas de trabajo, sus finalidades de liberación,
sus
planes pedagógicos, respondieran a las exigencias peculiares de una clase que no
solamente es clase oprimida, sino que tiene una rica tradición cultural. De lo
contrario, se corría el riesgo de aplicar a ese estrato planes y programas creados para
otros niveles sociales, con peligro de alienación y pérdida de sus valores
esenciales.
Por eso Warisata no fue un mero ensayo pedagógico, sino un episodio de las luchas
sociales de nuestro pueblo, y por eso comprendió tempranamente que su caída era
inevitable pero que su emblema de combate jamás seria abatido.
IV .- POSTURA CRÌTICA