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INFORME PROYECTO DE AÑO SABÁTICO

Proyecto: Humanxs Humus


Profesora Zoitsa Carolina Noriega Silva

Según los requerimientos de la Resolución 1509 de 2020 “Por la cual se le otorga el disfrute del
periodo de año sabático de un año a la profesora Zoitsa Carolina Noriega Silva adscrita a la Escuela
de Artes Plásticas y Visuales de la Facultad de Artes”, en este informe se describe el desarrollo de
cada uno de los objetivos descritos en el proyecto (y Resolución), y se adjuntan los productos allí
mismo señalados:

Objetivos
1. Se realizaron indagaciones en la web que permitieron la visualización de datos respecto a
entidades en peligro de extinción, pero también fuentes que permitieron articular las
actuales normativas nacionales e internacionales en relación al cuidado y seguimiento de
dichas especies. Estas son algunas de las páginas consultadas:
https://www.globalforestwatch.org/

https://www.gaiaamazonas.org/,
https://www.gaiaamazonas.org/lamazoniaenmapas/11/mapasInteractivos/

https://www.biodiversidadla.org/

www.fao.org, https://www.fao.org/soils-portal/es/,

www.fao.org/global-soil-partnership/en/

https://ecocidelaw.com/

https://www.minambiente.gov.co/,

https://www.minambiente.gov.co/wp-content/uploads/2021/12/20211130-Abc-Accion-
Climatica.pdf

https://www.ambientebogota.gov.co/es/web/sda/inicio,
https://www.ambientebogota.gov.co/de/ruralidad-sda

https://www.parquesnacionales.gov.co/portal/es/sistema-nacional-de-areas-protegidas-
sinap/

http://reporte.humboldt.org.co/biodiversidad/2018/cap2/207/#seccion7

https://fcds.org.co/
Gracias a estas fuentes, entre otras, se evidenciaron informaciones relativas a la pérdida acelerada
de bosques y el peligro de extinción de especies de flora y fauna en Colombia y a nivel global. Por
ejemplo, al indagar sobre el avance de pérdida de bosques en Colombia, en la página Global forest
watch, la cual permite el monitoreo de bosques y biodiversidad a nivel global, se lee lo siguiente:

“En 2010, Colombia contaba con 81.4Mha de bosque natural, que se extendía sobre el 72% de su
extensión territorial. En 2020, perdió 320kha de bosque natural, lo que equivale a 195Mt de CO2 de
emisiones.

Desde 2001 hasta 2020, Colombia perdió 1.69Mha de bosque primario húmedo, lo que representa
el 36% de su pérdida total de cobertura arbórea en el mismo periodo de tiempo.”

La misma página permite observar dicho avance en los distintos países y continentes, así como
alertas de deforestación e incendios.

Distintos artículos como los que contiene la página de la Fundación para el Desarrollo Sostenible,
permiten deducir las principales razones de la deforestación en Colombia, a saber, y en orden de
impacto, la ganadería, la extracción petrolera y otros recursos minerales, la implantación de
monocultivos, la industria maderera y el narcotráfico (cultivos ilícitos), empresas que a su vez
implican la construcción de áreas de infraestructura, carreteras y desvío de cuerpos de agua, entre
otros. En una ciudad como Bogotá, dicha causa se adjudica a la expansión urbanística del territorio,
primordialmente la construcción de vivienda y sus correspondientes redes de servicios.
La gravedad de la pérdida de bosques en el planeta está directamente relacionada con el fenómeno
del cambio climático y, por ende, con la supervivencia de todos los seres vivos. Su rol en la regulación
de la temperatura de la Tierra, a través de funciones como la absorción de dióxido de carbono y
liberación de oxígeno, el bombeo biótico de humedad atmosférica con la cual atrae vientos y nubes
para producir las lluvias, la evapotranspiración mediante la que libera en el aire la humedad que
absorben sus raíces, la protección de nacimientos de agua, la contención del curso de los ríos y otras
formas geológicas, el almacenamiento de carbono (que liberado en grandes cantidades es lo que
contamina el aire), entre muchas más, permite que dicho equilibrio se mantenga, sin mencionar los
aspectos relativos a la riqueza de microorganismos y nutrientes en el suelo, que conceden la
alimentación de millones de animales entre los que se encuentran lxs humanxs.

En la página de Gaia Amazonas encontramos un artículo sucinto relativo a la conferencia de


Glasgow, la COP26 celebrada en octubre de 2021 en Escocia, sobre el encuentro internacional más
importante para debatir acerca del cambio climático en nuestro planeta. En éste se lee lo siguiente:

“El más reciente informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), asegura que
desde hace 5.000 años no se tenía registro de las temperaturas récord que ahora, el planeta sobre
pasa cada año. El año 2020 fue uno de los tres más calurosos de los que se tiene constancia y julio
de 2021 pasará a la historia como uno de los veranos más calurosos.

Hoy la temperatura del planeta es 1,1°C más alta que antes de la era industrial y está menos de
medio grado por debajo del tope (1,5°C) en el que, según los científicos, debemos mantenernos
para evitar transformaciones climáticas a las cuales no nos podremos adaptar como especie”.

Según el mismo artículo aspectos como la transmisión de enfermedades respiratorias y la


desnutrición humana, son efectos de este desequilibrio en las temperaturas de la Tierra, dada la
contaminación del agua y el aire, la transformación de los ecosistemas que contienen los virus, las
variaciones en las temporadas de lluvia y de sequías y el empobrecimiento del suelo.

En la página del Ministerio de Medio Ambiente se encuentra el documento titulado “ABECÉ,


Proyecto Ley de Acción Climática” (ley 336 de 2021), cuyo estado a la fecha se encuentra en
discusión y votación en plenarias (desde septiembre de 2021). Según este ABECÉ, el proyecto de ley
plantea las medidas a corto, mediano y largo plazo para que el país disminuya sus emisiones de
gases de efecto invernadero (carbono neutralidad) a 2030 y 2050, donde propone:

 Reducir a cero la deforestación.

• Reducir las emisiones de carbono negro en un 40 %.

• Refrendar la meta de disminuir en un 51 % las emisiones de GEI.

• Dictar medidas para lograr la resiliencia climática.

• El proyecto de ley crea herramientas para el seguimiento de las metas y medidas en materia
climática y expone de forma explícita la manera de divulgación de la información a la ciudadanía
sobre los avances, con el fin de ofrecer acceso y transparencia a la información.
Todo esto “de la mano de sectores como el de Transporte, Ambiente y Desarrollo Sostenible, Minas
y Energía, Vivienda, Ciudad y Territorio, Agropecuario, Pesquero y Desarrollo Rural, y Comercio,
Industria y Turismo”, nótese que sectores como el de educación y cultura no se encuentran dentro
de esta lista, a pesar de su pertinencia e en el abordaje de este tema. Sin embargo, más abajo hace
alusión a ello.

Me permito también anotar aquí, algunas de las medidas que el documento señala para cumplir
dichos objetivos:

 Un mínimo del 30% de los mares y áreas continentales bajo categorías de protección o estrategias
complementarias de conservación.

• Lograr la restauración ecológica de al menos 1 millón de hectáreas.

• Lograr que en 135 cuencas hidrográficas se incorpore el cambio climático, como parte de su
ordenación ambiental.

• Implementar el 100% de los planes de ordenación de las áreas costeras y de los planes integrales
de cambio climático territoriales.

• Manejo sostenible de 2,5 millones de hectáreas mediante contratos de conservación para


estabilizar la Frontera Agropecuaria

• Alcanzar 600 mil vehículos eléctricos en circulación.

• Renovación al 2030 de al menos 57 mil vehículos del parque automotor de carga.

• Implementar al 100% nuestro Programa Nacional de Cupos Transables de Emisión. (Un Cupo
Transable de Emisión de GEI es un derecho negociable que autoriza a su titular para emitir una
tonelada de CO2 u otro Gas de Efecto Invernadero (GEI) por una cantidad equivalente a una
tonelada de CO2.)

• Reusar el 10 % de las aguas residuales domésticas.

• Alcanzar un 10% de empresas que implementan acciones de adaptación al cambio climático

• Calcular el potencial de reducción de GEI de los ecosistemas de alta montaña; manglares y pastos
marinos; humedales y arbolado urbano para las ciudades de más de 100.000 habitantes

 Incorporar a 2030 el cambio climático en la educación formal (preescolar, básica primaria y


secundaria, media y superior) y en la educación para el trabajo y el desarrollo humano.

 Todas las entidades de la rama ejecutiva del orden nacional, altas cortes, autoridades ambientales,
entes de control, institutos de investigación ambiental, entre otras al 2030 establecerán sus planes
para alcanzar la carbono-neutralidad en sus sedes.

*El proyecto de ley completo se encuentra en el siguiente link:


https://www.camara.gov.co/sites/default/files/2021-09/P.L.336-
2021C%20%28ACCI%C3%93N%20CLIMATICA%29.pdf

Al respecto de esta enumeración surgen muchas preguntas, la más llamativa para mí, por ejemplo,
sobre los bajos porcentajes para protección de mares y áreas continentales (30%), y de empresas
que implementen acciones de adaptación al cambio climático (10%). De otro lado, el punto dedicado
al alcance de un número determinado de automóviles eléctricos se basa y tiende a incentivar, de
todas formas, el consumo de recursos, si bien no de hidrocarburos, si el de aquellos que son fuente
de energía eléctrica, sin contar los de los propios materiales necesarios para la fabricación de dichos
automóviles y sus estaciones de recarga de energía, como sucede con todos los proyectos y
artefactos de “energía limpia”. Así mismo y de gran importancia, la omisión de uno de los puntos
centrales en Colombia para la protección de sus bosques, parques y reservas naturales, a saber, la
defensa y promoción de líderes ambientales, entre los que se cuentan campesinos e indígenas, a lo
largo y ancho del territorio nacional.

Como es sabido, Colombia fue uno de los pocos países que, en 2021, no ratificó el Acuerdo de
Escazú, el cual garantiza el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia
en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe. El documento fue firmado originalmente en
2018 por varios países de la región y como se ha dicho, debía ser ratificado a mediados de 2021.
Este es el acuerdo que justamente garantiza que las comunidades puedan tener conocimiento y
formar parte de las decisiones sobre los proyectos que afectarán a sus territorios, particularmente
desde una perspectiva ambiental, así como a hacer efectivo su derecho a realizar procesos
judiciales, cuando sea necesario. La falta de ratificación de este acuerdo por parte del Congreso,
entidad encargada de este proceso, apunta groseramente a la vulneración de las comunidades
representadas en sus líderes y lideresas, quienes diariamente, especialmente en el último gobierno,
han venido siendo asesinadas y/o amenazadas.

Son muchas las informaciones que, por mención u omisión, pueden encontrarse en la página web
de este ministerio, algunas otras de interés son la Ley 1931 de 2018 donde se establecen las
directrices para la gestión del cambio climático, y el programa de fortalecimiento de Género y
Cambio Climático, herramienta para la transversalización del enfoque de género en los distintos
niveles de gestión del cambio climático: proyectos, programas y políticas en sectores como el
minero energético, transporte, agropecuario, comercio, industria y turismo, vivienda, ciudad y
territorio, ambiente y desarrollo sostenible, donde se garantice la igualdad de derechos y
oportunidades para mujeres y niñas.

Por último, me referiré a algunos puntos encontrados en la página de la FAO, Food and Agriculture
Organization of the United Nations, por estar relacionada más íntimamente con las prácticas que
desarrollé en mi proyecto. La FAO, creada en 1.945, es la institución internacional que vela por la
seguridad alimentaria de las distintas comunidades humanas en el planeta, lo que implica un
seguimiento a la calidad, cantidad y formas de acceso al alimento de las mismas, articulado a los
contextos sociales, económicos y políticos de sus territorios. Su objetivo principal es la erradicación
del hambre y la malnutrición.
A través de los años y mediante un trabajo mancomunado entre profesionales de distintas
disciplinas y las mismas comunidades, esta institución ha adelantado procesos que incluyen la
compresión de formas tradicionales de agricultura, el desarrollo de lo que se conoce como
agricultura orgánica y, especialmente, la crítica a los sistemas industriales de producción alimentaria
que se caracterizan por métodos de monocultivo, uso de pesticidas y fertilizantes químicos y en los
cultivos, monopolización y manipulación de semillas y en general, sistemas inequitativos de
producción y comercio alimenticio que además del hambre y la malnutrición, generan
enfermedades y empobrecimiento de los suelos.

Soil health has been defined as "the ability of the soil to sustain the productivity, diversity, and
environmental services of terrestrial ecosystems” (ITPS, 2020).

Uno de los instrumentos más significativos de esta institución, en lo que respecta a mi proyecto, es
el “Portal de suelos”, una plataforma digital “diseñada como fuente de información y conocimientos
sobre los distintos componentes de los suelos” uno de los recursos más importantes para nuestra
sobrevivencia y de carácter finito en el planeta. En este portal encontramos datos de carácter
técnico como las relativas a las propiedades físicas del suelo (su estructura, profundidad, textura,
color, consistencia y relación con el agua), así como sus propiedades biológicas (microorganismo y
mesofauna que habita el suelo, sus ciclos y funciones).

Dentro de la descripción del ciclo del carbono, el elemento más abundante en nuestro cuerpo y en
todo el planeta, se lee lo siguiente:

“Los organismos que viven en el suelo son factores determinantes para la circulación de nutrientes
y del carbono en el suelo. Una gran parte de la materia orgánica originada por la descomposición
anual de los residuos vegetales se acumula en la superficie del suelo o en la zona radicular y se
consume casi por completo por los organismos del suelo creando así una reserva de carbono con
una rápida tasa de renovación, en muchos casos, entre 1 a 3 años. Los subproductos de este
consumo microbiano resultan en emisiones de dióxido de carbono, CO2, y agua, H2O, y una variedad
de compuestos orgánicos designados como humus. El humus está compuesto por substancias
difíciles de degradar y por ello resulta lenta su descomposición. Al ser formado en horizontes
superficiales del suelo generalmente una parte se precipita hacia perfiles inferiores como complejos
arcillo-húmicos. En los perfiles más profundos del suelo el tenor de oxígeno suele ser menor por lo
que dificulta la descomposición del humus por los organismos. Pero con el tiempo, debido a varios
procesos naturales que remueven el suelo el humus se vuelve a aportar hacia horizontes superiores
donde se podrá descomponer y liberar más CO2.Es por ello que el humus constituye una reserva
más estable para el carbono del suelo con duración de centenas a miles de años.”

El humus es entonces aquella síntesis de materia orgánica descompuesta, densa en carbono, capaz
de almacenar este y otros nutrientes esenciales para el suelo, y por ende para las plantas, por miles
de años.

Otras descripciones importantes de esta plataforma tienen que ver con la evaluación de los distintos
tipos de suelo, el manejo del mismo para la producción agrícola desde un enfoque de conservación
medioambiental, la conceptualización de términos como “degradación de suelo”, “erosión de la
tierra” y “desertificación”, información respecto a SoiLEX, “una base de datos mundial que tiene por
objeto facilitar el acceso a la información sobre los instrumentos jurídicos existentes en materia de
protección del suelo y prevención de la degradación del suelo”, datos y cifras referentes a su
biodiversidad, y numerosas publicaciones digitales relativas al tema.

En relación a la biodiversidad, la plataforma señala al suelo como la superficie del planeta con mayor
cantidad de biota por metro cuadrado, repartida, además de las raíces, en mega, macro, meso y
microorganismos, donde su estudio por parte de los especialistas solo llega al 1%, es decir, aún
existe un 99% de especies vivientes en el suelo que no reconocemos o conocemos de manera
parcial. Los organismos anteriormente señalados están conformados por nematodos (lombrices y
gusanos), escarabajos, arañuelas, colémbolos, ácaros, bacterias y hongos entre muchos otros; el
porcentaje desconocido se refiere especialmente a estos últimos, los cuales hacen parte de la familia
de los microorganismos, fundamentales en la descomposición de minerales y demás nutrientes que
serán absorbidos por las raíces de las plantas.

Por lo tanto, la salud de un suelo está directamente relacionada con esta diversidad de organismos,
que, a su vez, debe su variedad a factores como la propia diversidad de plantas que habitan un
terreno, cuyos residuos son depositados en la superficie para ser aprovechados (lo que podemos
entender como los procesos de compostaje natural), de allí la imposibilidad de mantener suelos
ricos en áreas de monocultivo. Otros factores como la contaminación del agua y el aire, donde se
incluye el uso de pesticidas químicos, y el cambio de temperaturas en la atmósfera debidas al
cambio climático, producen la erosión del suelo debido a la aniquilación de dicha biota.

Otra de las páginas de la FAO es aquella dedicada Alianza Mundial por el Suelo, originada en
diciembre de 2012, con el objetivo de generar una alianza entre los países interesados. En ésta se
lee lo siguiente:

“A pesar de que la importancia del suelo parece clara, en el pasado no ha recibido la necesaria
atención en lo referente a uso y gestión, ya que se consideraba como un recurso infinito que siempre
brindaría servicios ecosistémicos. Sin embargo, la realidad es distinta y existe una necesidad urgente
por sensibilizar sobre la importancia del suelo y especialmente por protegerlos y usarlos de manera
sostenible.”

Señalando también allí que actualmente 33% de los suelos del planeta se encuentran degradados,
describe los cinco pilares sobre los que sostiene su política, a saber:

1- Promoción del manejo sostenible del recurso suelo para su protección, conservación
y productividad sostenible;

2- Fomento de la inversión, cooperación técnica, políticas, concientización, educación, capacitación


y extensión sobre los suelos;

3- Promoción de la investigación y el desarrollo edafológico (ciencia que estudia el suelo como


hábitat de las plantas) focalizado y centrado en las brechas y prioridades que se hayan identificado
y las sinergias con acciones relacionadas con la producción, desarrollo ambiental y social;
4- Mejora de la cantidad y la calidad de los datos e información edafológica: recolección de datos
(generación), análisis, validación, presentación de informes, monitoreo y su integración con otras
disciplinas;

5- Armonización de los métodos, medidas e indicadores para el manejo sostenible y la protección


del recurso suelo.

Otras informaciones que podemos encontrar en esta página son la forma de gobierno interna y el
reglamento de dicha alianza, así como los tipos de aliados, donde no solo se encuentran
representantes de las naciones participantes sino instituciones no gubernamentales, algunas de
ellas académicas, como universidades y agrupaciones científicas.

Particularmente, dentro de las alianzas regionales, se encuentra la Alianza por el Suelo de América
Latina y el Caribe, establecida en 2019 “para mejorar los vínculos entre los programas y actividades
nacionales y locales de manejo de suelos y tierras en la región”. La ASALC, “tiene como objetivo
facilitar el intercambio de conocimientos y fortalecimiento de capacidades en información,
capacidad, inversión y los desafíos ambientales que enfrentan los países de la región.”

Finalmente, dentro de los documentos de importancia en esta plataforma, desde mi perspectiva, se


encuentra aquel dedicado a las “Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la
tenencia de la tierra, la pesca y los bosques” (2012) en el contexto de la seguridad alimentaria
nacional. Estas directrices, que como su nombre lo indica son propuestas para asumirse de manera
voluntaria, son aquellas que “fomentan el respeto de los derechos de tenencia y un acceso
equitativo a la tierra” sea esta pública, privada, comunitaria o indígena, “como medio para erradicar
el hambre y la pobreza, apoyar el desarrollo sostenible y mejorar el medio ambiente.” Dichas
directrices se encuentran en el siguiente link:

https://www.fao.org/3/i2801s/i2801s.pdf

Aunque no me detenga en ellas, otras plataformas digitales de consulta como la de la Secretaría de


Ambiente de Bogotá, la Alianza Biodiversidad y Ecocide Law son de gran importancia para este
proyecto.

2. Se consultó y profundizó en el estudio y puesta en diálogo de la bibliografía citada en este


proyecto, extraída inicialmente del Seminario Otras formas de Existir, realizado por el MUCA
Roma e impartido por la artista e investigadora Adriana Salazar. Así mismo se incluyó nueva
literatura donde se encuentran, entre otras, variadas fuentes sobre Ecofeminismo y
Feminismos del Sur. A continuación, una lista de autorxs y documentos visitadxs:

I.
Haraway, Donna J. (2019): “Introducción”, “Pensamiento tentacular. Antropoceno, Capitaloceno,
Chthuluceno”, “Simpoiesis. Simbiogénesis y las artes vitales de seguir con el problema”, “Generar
Parentesco. Antropoceno, Capitaloceno, Plantacionoceno, Chthuluceno”, “Sembrar mundos. Una
bolsa de semillas para terraformar con alteridades terráqueas”, en Seguir con el problema. Generar
un parentesco en el Chthuluceno, trad. Helen Torres, Bilbao: Consonni, pp. 59-98
Le Guin, Ursula K. (1989): “The Carrier Bag theory of Fiction”, en Dancing at the Edge of the World:
thoughts on words, women, places, Nueva York: Grove Press.

Swanson, Heather; Tsing, Anna, Bubandt, Nils y Gan, Elaine (2017): “Introduction: Bodies Tumbled
into Bodies”, en Arts of Living on a Damaged Planet: Monsters of the Anthropocene, Minneapolis:
University of Minnesota Press, pp. M1-M12.

Gilbert, Scott F. (2017): “Holobiont by Birth”, en Arts of Living on a Damaged Planet: Monsters of
the Anthropocene, Minneapolis: University of Minnesota Press, pp. M73-M84.

Stengers, Isabel (2019): “Reactivando el animismo”, Desbordes No. 6, Trad. Vargas, Paulina E.,
disponible en: https://des-bor-des.net/2019/12/17/reactivando-el-animismo/

Escobar, Arturo (2014): “Introducción”, “Comunidad, relacionalidad, pluriverso”, en Sentipensar con


la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Medellín: UNAULA, 2014, pp. 13-
24.

II.
Merlinsky, Gabriela y Serafini, Paula (2020): “Introducción”, en Arte y Ecología Política, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino
Germani, pp. 11-26.

Arriagada, Evelyn y Zambra, Antonia (2019): “Apuntes iniciales para la construcción de una Ecología
Política Feminista de y desde Latinoamérica”, disponible en:
https://journals.openedition.org/polis/17785

Svampa, Maristella (2014 ): ”Feminismos del sur y ecofeminismo”, disponible en:


https://nuso.org/articulo/feminismos-del-sur-y-ecofeminismo/

Ulloa, Astrid (2017): “Cuidado y defensa de los territorios-naturalezas: mujeres indígenas y


soberanía alimentaria en Colombia”, disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/316844166_Cuidado_y_defensa_de_los_territorios-
naturalezas_mujeres_indigenas_y_soberania_alimentaria_en_Colombia

Hernández, Aránzazu (2012): “La apuesta política de Vandana Shiva: Los saberes de las mujeres y
la sostenibilidad de la vida”, disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4032216

Herrero, Amaranta (2017): “Conexiones entre la crisis ecológica y la crisis de los cuidados: Entrevista
a Yayo Herrero” en Ecología Política. Cuadernos de debate internacional No.54, Cataluña:
Fundación ENT / Icaria editorial, pp. 111-114, disponible en:
https://www.ecologiapolitica.info/novaweb2/wp-content/uploads/2018/12/54.pdf

Gargallo, Francesca (2012): “Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de
607 pueblos en nuestra América”, Bogotá: Ediciones desde abajo.
Anzoátegui, Micaela y Femenías, María Luisa (2015): “Problemáticas urbano-ambientales: un
análisis desde el ecofeminismo” en Ecología y Género en Diálogo Interdisciplinar, Madrid: Plaza y
Valdés, pp. 205-227, disponible en: https://www.traficantes.net/libros/ecolog%C3%ADa-y-
g%C3%A9nero-en-di%C3%A1logo-interdisciplinar

III.
Schaeffer, Jean Marie (2007): “La Tesis de la excepción humana” y “Más allá del cogito” en El fin
de la Excepción Humana, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Lozano, Ana María (2016): “Introducción”, “Una gran división: humanos y no humanos”, en
Humanos/no humanos. Reflexiones sobre el fin de la excepción humana, Bogotá: Fundación
Gilberto Alzate Avendaño.

Haudricourt, André (1962): “Prefacio a Ensayo sobre las técnicas en las sociedades premaquínicas”
y “Domesticación de animales, cultivo de las plantas y tratamiento del otro” en El cultivo de los
gestos. Entre plantas, animales y humanos, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Cactus.

Bardet, Marie (2019): “Hacer mundos con gestos”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial
Cactus.

***

I.
El tejido entre el pensamiento de lxs autorxs del primer bloque anteriormente citadxs, se encuentra
plasmado en el ensayo “Humanxs humus simbionte”, que se entrega como resultado de este
proyecto.

II.
Respecto al bloque de autoras ecofeministas (II), las cuales a la fecha se siguen estudiando, deben
resaltarse tres aspectos de importancia: (1) El anclaje que este enfoque epistemológico tiene
respecto al (los) territorio(s) de las mujeres, es decir, la incidencia que los propios territorios de
origen y residencia de las autoras posee sobre los pensamientos que proponen, así como el
protagonismo del que goza el mismo concepto de “territorio” dentro del ecofeminismo. (2) La
pertinencia que este mismo enfoque encuentra en relación problemas de orden comunitario, entre
mujeres y/o sujetos feminizados, así como en la articulación de sus organizaciones con comunidades
más amplias, donde existen humanos y más que-humanos. (3) La potencia de dicha perspectiva para
el análisis de problemas medioambientales, relativos a la relación entre humanxs y el resto biótico
y abiótico. (4) La fuerte tensión al interior de los ecofeminismos y el feminismo en general, respecto
a los elementos de orden “esencialista” que le atraviesan y/o que le son adjudicados.

Debido a la importancia y especificidad que tiene la mirada del ecofeminismo para los asuntos que
trata este proyecto, y a la densidad del cuerpo textual propuesto, solo se señalan y se dejan aquí
estos 4 puntos, a la espera de poder desarrollarlos en el futuro mediante una escritura lo
suficientemente rigurosa.
III.
Algunas ideas del último bloque de textos propuestos, se encuentran imbricadas en el aparte
“Gestos de siembra”, que sirve como conclusión a los puntos 3 y 4 a continuación:

3. Mediante asocio con investigadores y laboratorios de geología, conocer la composición y


comportamiento en el tiempo (incluyendo el tiempo pre-humano) de las distintas tierras de
la sabana de Bogotá, junto a sus humedales y sus cerros.
4. Mediante asocio con investigadores ecólogos, conocer la historia y los riesgos que afrontan
algunos de los principales cuerpos vivos de Bogotá: cerros, páramos y humedales.

Dado el viraje que sufrió el proyecto en relación al aprendizaje y el ejercicio de la agricultura


orgánica, y la consecuente construcción de una huerta doméstica donde el compostaje realizado
alimentó la siembra y cultivo de una gran variedad de alimentos, este punto del proyecto fue
reemlplazado por el reconocimiento de las características del suelo de Bogotá y las necesidades para
la siembra en esta ciudad, así como sobre sus riesgos ecológicos dada la falta de tratamiento de sus
residuos orgánicos (Relleno Doña Juana). En sus bases, esto se hizo posible gracias al curso de
siembra agroecológica, dictado por el ingeniero Julián Ramírez, y al curso de compostaje y
lombricultura, dictado por el ingeniero Jorge Armando Carrillo. En ambos casos se trató de Cursos
de Extensión de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia, dictados a través
de plataforma virtual, dos días a la semana, dos horas por clase, con un mes de duración cada curso.

A continuación, se describen varias informaciones en relación a cada uno de estos cursos (I. y II.) y
se señalan ciertas reflexiones respecto a la experiencia (III.)

I.

La metodología del curso de siembra agroecológica consistió en una estrategia compuesta por dos
momentos: (1) presentaciones del ingeniero respecto a los conocimientos necesarios para la
siembra agroecológica y (2) por presentaciones de lxs estudiantes, quienes debíamos ir mostrando
el avance de nuestras huertas y planteando las preguntas pertinentes para cada uno de nuestros
casos. A pesar de ser principiante en esta práctica, gracias al curso la construcción de la huerta y
consecuente producción de alimentos tuvo bastante éxito.

Como regla general, cualquier proyecto de siembra (agroecológica o no) debe tener en cuenta,
principalmente, aquellos elementos asociados a su ubicación, dado que ello afectará el cultivo en
términos de suelo, riego y temperatura atmosférica. Las necesidades de un cultivo ubicado en la
falda de una montaña a 1.200 mts sobre el nivel del mar, en la cara oriental de la cordillera
occidental, cuyas características de suelo tienden a ser sueltas y bastante ácidas, por ejemplo, serán
muy distintas a las necesidades de otro cultivo situado en pleno centro de los llanos orientales,
donde la altitud es de 400 mts sobre el nivel del mar y donde los suelos tienden a ser arcillosos y
menos ácidos. Las características geográficas del terreno, la dirección e inclinación del sol sobre el
mismo, la fuerza y constancia de los vientos y las lluvias, así como la temperatura y la calidad del
suelo, junto a aspectos como la cercanía de cuerpos de agua y la fauna que le circunda, entre otras,
son determinantes en las respuestas que tendrá el cultivo y, por lo tanto, en las decisiones y labores
que tendrá que tomar y ejecutar quien siembra.

Las características climáticas de la ubicación de mi domicilio, el espacio donde fue construida la


huerta que hace parte de este proyecto, y el ejercicio mismo del cultivo, permitieron reconocer los
distintos microclimas que componen la ciudad de Bogotá y las variaciones que sufren los espacios
dentro de la misma según su orientación y altura. Esta ciudad se compone de 22 localidades que
abarcan 33 kilómetros de sur a norte y 16 de oriente a occidente, lo que la hace un territorio basto
comprendido por distintos elementos geográficos, tales como los cerros orientales, la sabana, los
humedales ubicados principalmente al occidente, y las quebradas y ríos, entre ellos los de mayor
envergadura, el río Tunjuelo al sur y el río Bogotá que atraviesa también el occidente. De otro lado,
al encontrarse tan cerca de un gran complejo de páramos ubicados a su oriente, la ciudad es
afectada por vientos, lluvias y nubosidades que descienden o atraviesan la cadena de cerros.

Además de los elementos mencionados, Bogotá no es ajena a la fuerza antropocéntrica que ha


generado su “desarrollo”, la densificación poblacional y la consecuente urbanización, así como la
contaminación generada en el aire y en sus cuerpos de agua, ha incidido e incide crecientemente
en el clima de la ciudad. Al existir menos bosque, dada la expansión de infraestructura vial y
domiciliaria, entre otras, las distintas áreas de Bogotá pierden su capacidad de atraer las
nubosidades que a su vez permiten las lluvias (efecto de bombeo biótico de humedad atmosférica
producido por árboles y arbustos), lo que, junto a la contaminación del aire, debido principalmente
a la emisión de gases automotores, y a la ya histórica contaminación y taponamiento de sus ríos y
humedales que a su vez inhibe el crecimiento de ecosistemas vegetales (y animales), viene
contribuyendo de manera drástica en el aumento de su temperatura.

En el documento “Estudio de la caracterización climática de Bogotá y cuenca alta del río Tunjuelo”
del IDEAM, se lee lo siguiente:

“El clima de acuerdo a la definición de la Organización Meteorológica Mundial “OMM”, es “el


conjunto fluctuante de las condiciones atmosféricas, caracterizado por las evoluciones del estado
del tiempo, durante un período de tiempo y un lugar o región dados, el cual está controlado por los
denominados factores forzantes, factores determinantes y por la interacción entre los diferentes
componentes del denominado sistema climático (atmósfera, hidrosfera, litosfera, criósfera, biosfera
y antropósfera)”.

El aspecto climático permite conocer los estados de tiempo que se presentan sucesivamente a
través de largos períodos, sus influencias físicas, cambios y desarrollo de fenómenos físicos de la
atmósfera y sus efectos sobre la superficie terrestre.

El régimen climático de una región o zona es de gran importancia para establecer la posibilidad de
desarrollar cualquier tipo de actividad, de tal manera que sea la base para realizar cada labor de
forma satisfactoria teniendo en cuenta el efecto que el clima tiene sobre ella.”

Una de estas actividades es la relacionada con el agro en su zona urbana y periurbana, donde el
clima tiene un papel fundamental. Más allá de los imaginarios de Bogotá como centro urbano,
dedicado principalmente a la actividad empresarial, ésta se compone de 122.000 hectáreas rurales
dedicadas, en su mayoría, a la siembra. Además de lo anterior, dentro del casco urbano, el cultivo
de huertas, principalmente comunitarias, viene tomando impulso, de modo que cada vez son más
los metros cuadrados dedicados a ello. Es la razón por la que las variaciones climáticas son aquí de
gran importancia.

Los meses de temperaturas extremas en Bogotá se presentan entre diciembre y marzo, donde las
más altas alcanzan los 25°C y las más bajas 1°C. El resto del año la temperatura máxima media oscila
en los 16°C y la media baja los 7°C, sin embargo, como se ha dicho éstas mismas presentan
variaciones particulares en las diferentes zonas de la ciudad.

Durante febrero de 2021, estuve dedicada a encontrar un domicilio en Bogotá que me permitiera
desarrollar de mejor manera las actividades de compostaje propuestas en este proyecto, pero que,
además, me concediera la oportunidad de sembrar, es decir, que contuviera un espacio abierto. A
finales de ese mismo mes encontré dicho domicilio, se trata de un apartamento ubicado en el
segundo piso de un edificio de los años ochenta, situado en el límite noroccidental de la localidad
de Chapinero, en el barrio Antiguo Country. La huerta fue construida en dos secciones: un balcón y
un espacio interno; ambas zonas están orientadas hacia los cerros orientales de la ciudad, por lo
que reciben el sol de la mañana entre las 7 y las 11:30 a.m., luego permanecen en relativa sombra
hasta las 3 p.m., para recibir nuevamente la luz que se refleja en las fachadas de los edificios
circundantes hasta las 5:45 p.m. Debido a las particularidades de la ubicación de este balcón, su
altura y la distancia que guarda respecto a los cerros, la huerta recibe de manera muy importante,
la fuerza y la velocidad de los vientos que bajan de los mismos. Respecto a las lluvias el impacto de
las mismas es mínimo, apenas por sus bordes laterales, puesto que se trata de un balcón techado.

Las franjas horarias de sol directo y luz indirecta, la fuerza de los vientos y la escasa lluvia que le
moja, son los principales factores atmosféricos que afectaron esta huerta, así como la condición
externa e interna en cada una de sus secciones. A continuación, relataré algunas de las
particularidades de la forma en como estas condiciones, asociadas a su ubicación, comprometieron
las distintas actividades y la vida misma de las entidades habitamos dicha huerta:

A pesar que, como se mencionó antes, Bogotá tiene sus temperaturas extremas entre diciembre y
marzo, la intensidad solar y la temperatura, principalmente de las mañanas, fueron muy altas
durante la mayor parte del año, solo en algunos meses como abril, junio, julio y septiembre, se
alcanzaron a experimentar semanas de menor temperatura y algo de oscuridad. Esto permitió que
a pesar de las condiciones de techado en la sección de la huerta ubicada en el balcón y de
cerramiento de la sección ubicada en el interior del apartamento, el cultivo prosperara al recibir
suficiente luz y calor. Sin embargo, dicha intensidad solar detonó fenómenos importantes de
describir en relación a las actividades de cultivo:

1. Las altas temperaturas sumadas a la falta de impacto de las lluvias sobre ambas secciones
de la huerta (en los días o periodos de lluvia) impusieron una altísima frecuencia en las
labores de riego, la que debió realizarse a diario, en horarios de ausencia de sol directo y
calor, es decir, antes de las 7 a.m. y después de las 4:30 p.m.
2. Dada la cantidad de agua necesaria, así como las características necesarias en la misma para
las labores de riego (agua con ausencia de cloro), se debieron adoptar prácticas de reciclaje
principalmente en duchas y lavado de ropa, lo que a su vez marcó ciertas dinámicas en la
cotidianidad de quienes vivimos en el apartamento.
3. El gasto de energía diaria para poder efectuar dicha labor, es decir, el reciclaje y
embotellamiento de agua, la carga de los baldes y recipientes, y el riego mismo, sumado a
factores de postura corporal, terminaron por afectar negativamente algunas de las
articulaciones de mis brazos.
4. En relación a la sección interior de la huerta, por encontrarse junto a un gran ventanal que
creaba un efecto de refracción y concentración de la luz, en ocasiones la temperatura
llegaba a ser excesiva para el cultivo, ocasionando su frecuente deshidratación.
5. De otro lado, si bien se experimentaron altas temperaturas en las mañanas, es habitual que
la temperatura en Bogotá cambie de manera brusca, de modo que, en muchas ocasiones,
de hecho, la mayor parte del año, el cultivo se vio sometido a variaciones extremas que
contribuyeron a la propagación de plagas como el oídio, un hongo que prospera gracias a
cambios repentinos de temperatura y humedad.

Este último punto se conecta a su vez con las corrientes de viento que llegan a sentirse en el balcón.
El viento es un factor atmosférico importante para un cultivo en muchos aspectos, de un lado
contribuye a generar lluvias, a ventilar y en general a regular la temperatura, y puede llegar a afectar
el enraizamiento de las plantas jóvenes, es decir, a tumbarlas si sus raíces aún no han desarrollado
suficiente profundidad, pero también importa en lo que tiene que ver con la polinización de las
plantas (gracias a su propia fuerza y como vehículo de olor para animales polinizadores), y en el
traslado de partículas como los hongos, en este caso, el oídio, el cual requiere de viento para
propagarse.

En el caso de esta huerta, el oídio se vio beneficiado por la fuerza y constancia de las corrientes de
viento, propagándose con gran velocidad en plantas susceptibles al mismo como el tomate, la
alverja y la hierbabuena. Aunque en estos tres casos se logró una buena cosecha, es posible que sin
la afección del oídio se hubiesen logrado algunas más.

Respecto a factor lluvias, y su poco impacto dentro de la huerta, ya se mencionó lo principal.

Otra característica general de la siembra, en su versión agroecológica, tiene que ver con la
preparación del suelo, especialmente si se trata de cultivos pequeños o huertas. Si bien se hace
necesario el estudio del suelo propio del territorio, al que posiblemente las raíces de las plantas
alcancen a llegar (dependiendo de las plantas que compongan el cultivo), la agroecología
recomienda crear camas de cultivo, es decir, levantamientos de suelo sobre el terreno mismo, con
tierra o suelo preparado, de manera que se aseguren las características del sustrato donde se
realizará la siembra. De otro lado, la elevación del cultivo permite cierta comodidad en las labores
que deben realizar los cultivadores: observación, fumigación y cosecha, entre otras.

En este caso, la huerta utilizó dos camas de cultivo construidas sobre una jardinera que ya tenía el
diseño arquitectónico del balcón del apartamento, y un cajón de madera impermeabilizada para la
sección interior. Así mismo se utilizaron varias macetas de distinto tamaño. En todos los casos se
sembró sobre suelo preparado a través de una mezcla de tierra negra, cascarilla de arroz, piedra
perlita, fibra de coco (estas últimas principalmente para las macetas), un poco de ceniza y polvo de
hueso, y principalmente lombricompost y compost. Esta “receta” para dicha mezcla es una de la
más populares en la agricultura orgánica, pues asegura los nutrientes requeridos para el cultivo, la
cantidad de bacterias benéficas para la mineralización de los nutrientes y por lo tanto para la
asimilación de las plantas, así como las cualidades del suelo en términos de textura (aireación y
retención de la humedad).

El éxito en los distintos cultivos de esta huerta, dan lugar, a su vez, a la buena valoración del
compostaje previamente producido.

La agroecología recomienda además la nutrición periódica de los suelos, a través de su fertilización


con nuevas capas de compost, el riego con humus líquido (lombricompost), el riego con caldos de
calcio y potacio hechos a partir de la cocción de cáscaras de fruta y huevo, y el riego con purín de
ortiga, entre otros, lo que fue aplicado sobre ambas huertas a lo largo del año. Así mismo es
aconsejable cubrir el suelo de cultivo, alrededor de las plantas, con hojas secas o paja, para evitar
que el sol directo y el viento deshidraten y erosionen su superficie, las que a su vez matan la
microbiología que allí reside. En mi caso esta cobertura se realizó con hojas secas recogidas del
parque contiguo a mi domicilio.

Nuevamente como principio de la agroecología, en relación al cuidado del suelo, se hace necesario
respetar los ciclos de su descanso a través de la rotación de cultivos, donde, por ejemplo, tras el
cultivo de una solanácea (tomates, pimentones y berenjenas, entre otras) la cual requiere de
grandes cantidades de nutrientes, debe sembrarse una leguminosa (arvejas, fríjoles y habas, entre
otras) que por el contrario ayudan a devolver y fijar nitrógeno en éste.

Como parte de este mismo cuidado, pero también como parte de las estrategis de aprovechamiento
de los nutrientes del suelo, cabría añadir la técnica de “asociación de cultivos”, mediante la cual
ciertas plantas son sembradas junto a otras específicas, de modo que unas y otras colaboren
mutuamente en su crecimiento, así como en el control de plagas que pueden atacarlas. Para estas
asociaciones se tienen en cuenta las familias a las que pertenecen las distintas plantas, su velocidad
de crecimiento, la altura que alcanzan y el ancho de sus hojas, su floración y fructificación, entre
otras. Un ejemplo clásico de buena asociación entre plantas dentro de un cultivo es la milpa
mexicana, en la cual el maíz, el fríjol y la calabaza se deben sembrar juntas pues, para fructificar, la
calabaza y el maíz requieren de una gran cantidad de nutrientes que, sin embargo, son asegurados
por el fríjol; a su vez, la calabaza por ser rastrera permite conservar la humedad del suelo al que le
hace sombra, mientras el frijol trepa gracias al tallo del maíz; otros beneficios en relación al control
de plagas también se da a través de esta asociación.

Otros ejemplos de buena asociación, que justamente se llevaron a cabo dentro de esta huerta,
tienen que ver con la continuidad entre hortalizas y especias o aromáticas, donde estas últimas,
gracias a su fuerte aroma, atraen y repelen posibles plagas que en un principio hubiesen podido
atacar a las hortalizas, causándoles grave daño. La asociación entre la albahaca y el tomate es un
ejemplo, donde la atracción que sienten plagas como los pulgones y la palomilla blanca por la
albahaca, no afectan mucho a esta última, mientras que así se protege al tomate. Entre las plantas
que repelen se encuentra el romero y el tomillo, por lo que es benéfico tenerlas cerca a los cultivos.
La buena ubicación de un cultivo, respecto a las necesidades de cada tipo de planta, así como la
salud de un suelo, en relación a los nutrientes y cantidad de bacterias que puedan mineralizarlos,
junto a la asociación entre plantas de un cultivo, son la clave para su buen crecimiento, y deberían
ser el principio de la ausencia de plagas o enfermedades que les ataquen. Sin embargo, al tratarse
de un ecosistema construido (se podría decir, de manera artificial) y de un equilibrio tan delicado,
siempre pueden llegar algunas plagas, por lo cual se hace necesario el uso de pesticidas y fungicidas
que no maltraten la planta ni el suelo. En el caso de esta huerta se utilizaron pesticidas orgánicos
tales como el jabón potásico, el aceite de neem, preparados de ajo, ají y cebolla, y trampas de color
con aceite vegetal (superficies color amarillo y naranja con aceite de girasol en la cual quedan
pegados los mosquitos que dan origen a los pulgones). Para las babosas se utilizó trampas de
cerveza. Dentro de los fungicidas orgánicos se utilizó leche con tomillo y agua oxigenada.

Toda la información técnica que ha sido aquí señalada, se debe al curso de agroecología antes
descrito, así como a de la investigación particular realizada a través de diferentes fuentes (textos y
videos) y por supuesto, a gracias a la propia práctica.

A continuación, un listado de las hortalizas, legumbres y frutas que sembraron en cada una de las
secciones de la huerta, y en cada relevo o rotación de cultivo:

Balcón:

- 4 Tomateras variedad Chonto, con una cosecha de 70 tomates de tamaño grande a mediano
y 10 tomates pequeños, en total.
- 4 Remolachas
- 6 Zanahorias pequeñas
- 2 Ajíes
- 12 Rábanos
- 12 Rúgulas
- 14 Lechugas
- 5 Espinacas
- 2 Romeros
- 2 Toronjil (2 especies diferentes)
- 2 Tomillos
- 1 Caléndula
- 2 Manzanillas
- 2 Limonarias
- 1 Salvia
- 1 Lavanda
- 2 Yerbabuena (2 especies diferentes)
- 4 Albahacas
- 4 Cilantros
- 1 Uchuva
- 6 Fresas
- Cebollín
Rotación:
- 6 Arvejas, con una cosecha de 600 gramos.
- 2 Acelgas (roja y amarilla)
- 2 Kales
- 2 Coliflores
- 12 Tatsoy
- 12 Lechugas
- 1 Espinaca
- 10 Cebollas cabezonas
- 2 Oréganos
- 1 Oreganón
- 6 Perejil liso
- 2 Manzanilla
- 1 Mora
- 1 Arándano

Interior:

- 2 Tomates variedad Chonto


- 1 Tomate de árbol
- 3 Tomates variedad Cherry
- 4 Berenjenas
- 6 Zanahorias
- 2 Acelgas (Roja y verde)
- 1 Kale
- 1 Pimentón
- 1 Tatsoy
- 1 Menta
- 6 Albahacas

De esta lista solo dos de las berenjenas y una remolacha no dieron cosecha.

La mayoría de estas plantas fueron adquiridas comercialmente como plántulas, a partir de una
plantuladora ubicada en Cota. La plántula es aquella etapa de maduración en la que cualquier
planta, además de sus dos cotiledones (hojas falsas que se forman tras la germinación de la semilla)
poseen dos hojas verdaderas. Las plantuladoras son, por decirlo así, incubadoras de plantas para la
siembra, que se encargan de germinar las semillas y, después de cuidarlas, vender las plántulas o
distribuirlas cuando alcanzan dicha etapa de maduración. El valor de una plántula varía entre $50
(cincuenta pesos) y $150 (ciento cincuenta pesos) según la especie. Algunas plantas como las
aromáticas o frutales, pueden llegar a tener un precio máximo de $2.000 (dos mil esos).

Otras de las plantas fueron germinadas por mí misma en semilleros y trasplantadas luego a la huerta
en su etapa de plántula. Es el caso de las espinacas y lechugas, las arvejas, los cebollines, los tomates
Chontos que se sembraron en la sección de la huerta interior, y algunas de las plantas aromáticas:
cilantro, tomillo, orégano y manzanillas.

Para las rotaciones de cultivo que se realizaron, se tuvo en cuenta la perennidad de la planta y su
cosecha, es decir, solo se reemplazaron aquellos cultivos en los que la planta murió o estaba a punto
de morir, lo que puede suceder naturalmente tras algunas cosechas y/o el ataque de una plaga. De
otro lado, para su reemplazo se tuvo en cuenta el ciclo de recuperación del suelo; un ejemplo en
este caso fue la rotación entre tomate chonto y arveja, solanácea y leguminosa respectivamente,
según las necesidades de nutrientes ya señaladas.

El cultivo de esta huerta, relativas a la germinación, plantulación, trasplante, cuidado en términos


de observación, estudio técnico, investigación respecto a cada especie, preparación de caldos
nutritivos, fungicidas y pesticidas, preparación e instalación de tutores (soportes para tomates y
arvejas) fumigación y fertilización, así como a la cosecha, fue la actividad que demandó mayor
tiempo y dedicación durante el periodo sabático.

A continuación, algunos registros del desarrollo de las dos secciones de la huerta a través del
tiempo:
II.

Respecto al curso de compostaje y lombricultura, su metodología fue diferente en cuanto la mayor


parte de las sesiones eran dedicadas a la información dada por el ingeniero, y solo hacia el final de
las clases, aunque no en todas, se daba cierto espacio a preguntas de los estudiantes.

Este curso reafirmó algunos de los conocimientos que ya tenía sobre las técnicas de compost y
lombricompost, pero me nutrió ampliamente en relación a ciertos elementos que desconocía sobre
la práctica y, especialmente, me introdujo a los problemas medioambientales que detonan las
basuras orgánicas, y respecto a los sistemas de tratamiento para las mismas que existen tanto en
Colombia como en otros países.

Particularmente en Colombia fueron señaladas las plantas ubicadas en Tocancipá, Sibaté y


Villanueva (Casanare), donde pequeños emprendimientos han alcanzado un gran impacto en la
recolección y tratamiento de residuos orgánicos, que luego son aprovechados en la venta de
compost y en la construcción de huertas agroecológicas. De otro lado, se destacaron situaciones
distintas en otras latitudes del planeta, principalmente en Europa, donde la existencia y grado de
tecnificación de dichas plantas es mucho mayor. En este sentido, el curso insistió en la importancia
de llevar acabo alternativas de pequeña escala dentro del país, a través de iniciativas domésticas y
comunitarias de compostaje, paralelamente a las demandas del conjunto de políticas y estrategias
locales y nacionales necesarias, para el mejor tratamiento y aprovechamiento de los residuos
orgánicos.

Mi aprendizaje en relación al compost y lombricompost inició en 2020 gracias al curso “Crear el


suelo” dirigido por la artista Buenaventura y la señora Elena Villamil, una de las huerteras urbanas
con más experiencia en Bogotá, quienes nos dieron las bases técnicas para dicha práctica a través
de relatos propios y de sus invitadxs. En aquel momento vivía en el primer piso de un edificio situado
en el barrio Quinta Camacho, donde, si bien entraba una buena cantidad de luz, no tenía espacios
abiertos que permitieran las condiciones óptimas de ventilación que requiere el compostaje. Aun
así, ambas prácticas fueron iniciadas, siendo el vermicompostaje el que obtuvo mayor dedicación
en la práctica.

El compostaje y vermicompostaje son dos estrategias para el tratamiento y aprovechamiento de los


residuos orgánicos. Amabas consisten en la degradación de dichos residuos gracias a la acción de
los macro y microorganismos generados en el mismo proceso, o a su inoculación a través de cultivos
(caldos a base de distintos fermentos, excrementos y/o materias igualmente orgánicas), y al oxígeno
(aunque algunos compostajes pueden realizarse en ausencia de oxígeno, anaeróbicamente, éstos
son menos habituales). Los distintos cambios de temperatura que sufren los residuos a través de la
metabolización, colaboran en su degradación a la vez que activan la reproducción de los mismos
microorganismos. Esta metabolización se produce gracias al consumo, producción de enzimas y
excrementos que efectúan tales macro y microorganismos, respecto al materia orgánica.

La materia orgánica aprovechable en este proceso consiste en los deshechos crudos de vegetales y
frutas, los restos verdes de las plantas como hojas, tallos, flores y raíces, desechados por ejemplo
en la poda de un jardín, algunas harinas (también crudas) y semillas; estos materiales deben
mezclarse con materia rica en carbono como aserrín y hojas secas, con suelo o compost que
contengan ya las bacterias y otros microorganismos necesarios para ejecutar el proceso de
degradación, y en lo posible, con algún purín vegetal (como el purín de ortiga), que active la
reproducción de dichas bacterias y microorganismos.

Algunos residuos cocinados también pueden utilizarse siempre y cuando estén exentos de sal y
aceite, los cuales son difíciles de procesar para macroorganismos como las lombrices y para los
propios hongos y bacterias. De otro lado ambos elementos son perjudiciales para el suelo, y en
consecuencia, para el crecimiento de las plantas. En mi caso, preferí siempre cortar los residuos en
pequeños trozos, de modo que los microorganismos pudiesen penetrar más rápida y efectivamente
en los bordes de la materia orgánica, sin embargo, este proceso es opcional.

En el caso Los residuos de origen animal como carne tendones y huesos, requieren de otro tipo de
tratamiento (como el que se desarrolla a través de las pacas digestoras), que no fueron estudiados
ni practicados en este proyecto.

El compostaje sin lombrices, y según las características espaciales que se tengan, consiste en un
proceso que puede realizarse en contenedores plásticos o a campo abierto. Los contenedores
plásticos son recipientes adecuados para el volteo, la principal herramienta para la circulación del
aire, y la captura de lixiviados, los líquidos que van soltando los desechos orgánicos a medida que
se van degradando. Estos contenedores pueden ser elaborados de forma manual a través del
reciclaje de canecas, baldes y barriles, mediante acoplamientos entre varios de ellos, o a través de
la construcción de distintas capas o cámaras en su interior. También pueden adquirirse de manera
comercial, aunque en Colombia no son muy asequibles. A campo abierto, pueden construirse
cajones de madera de alrededor de un metro cuadrado, con pequeñas distancias entre sus listones,
de forma que el aire pueda pasar a través de todas las capas de compost; allí, los lixiviados caen y
son absorbidos por material orgánico más sólido, como también madera y hojas secas, o el propio
suelo donde se ha instalado el cajón. Otra manera si se dispone de una gran extensión, es a través
de montículos de no más de un metro y medio de altura, donde la materia orgánica se va apilando
sin contenedor, de modo que el aire toca los residuos por todos sus lados; dentro de esta última
modalidad, pueden utilizarse dispositivos a modo de tuberías, que se introducen dentro de los
montículos para que el aire circule al interior de los mismos.

En cualquiera de estas tres variaciones, se hace necesario un volteo periódico (cada dos a tres días),
ya sea de forma manual o a través de artefactos mecánicos, que permitan la aireación de la materia
orgánica, evitando que ciertos materiales se pudran o se degraden de formas poco sanas para la
constitución de suelo. Un mal procedimiento en el volteo, es decir, en la oxigenación de la materia
orgánica, puede dar origen a hongos y bacterias patógenas para las plantas dentro del compost.

En mi caso, para este proyecto utilicé dos canecas de 50 cms. de altas, 30 cms. de circunferencia en
la boca y 20 cms. de circunferencia en el fondo, adecuadas para tal fin. Ambas canecas tenían un
doble fondo para la captura de lixiviados y fueron tapadas con una tela porosa para dejar pasar el
aire. El volteo fue realizado periódicamente de forma manual, a través de una pala pequeña.
La maduración del compost a través de esta modalidad puede tardar entre cuatro y ocho semanas,
según la cantidad y cualidad de la materia orgánica, la periodicidad del volteo y también, la
temperatura atmosférica. Una vez maduro, el compost puede utilizarse directamente en la siembra
o almacenarse en costales plásticos, por el tiempo que sea necesario. Así mismo puede cernirse o
no, a preferencia.
El compostaje con lombrices o vermicompostaje consiste en un proceso más cómodo, ya que no
requiere de volteo. En este sistema las lombrices se alimentan de los componentes líquidos de los
residuos y de los lixiviados que estos mismos van soltando a medida que se degradan, digamos que
“chupan” la materia orgánica. Inevitablemente en una vermicompostadora, es decir, en el
habitáculo donde residen las lombrices, se desarrollan otros macroorganismos como colémbolos y
ácaros que también se alimentan de los residuos y colaboran en su metabolización. Igual sucede
con algunos microorganismos. En términos generales, allí se constituye todo un ecosistema que
actúa de manera eficaz en este proceso de transformación.

Para que las lombrices puedan absorber los líquidos señalados, la materia orgánica debe pasar por
dos procesos previos, primero, el corte de toda la materia en trozos de 1 a 2 cms, segundo, un pre-
compostaje, en el que justamente, un primer proceso de degradación, permite que los sólidos
“expelan” sus jugos, a través de la misma acción de algunos microorganismos y el oxígeno. Este pre-
compostaje puede ser de alrededor de una semana (siguiendo los mismos principios de compostaje
señalados anteriormente). Si bien el corte de estos materiales parece demandante en términos de
tiempo, es una labor que puede ser asumida desde una posición ética respecto a la responsabilidad
sobre los propios desechos y en relación con el cuidado del planeta y de la vida. En mi caso, estos
residuos fueron almacenados diariamente en una bolsa y guardados en la nevera, luego, a final de
cada semana, todos los residuos son cortados como se señaló, para ser pre-compostados por una
semana más, antes de ponerlos en la vermicompostera. El proceso de corte puede durar de una a
dos horas, según la cantidad de residuos. Según lo que se ha descrito, mis lombrices han sido
alimentadas cada dos semanas.

La velocidad con que se alimenta un cultivo de lombrices puede variar mucho según la cantidad y el
tipo de alimentación, la cantidad de lombrices que se tengan, pero también la temperatura del lugar
donde habitan; a más temperatura mayor velocidad en su alimentación y en el procesamiento del
lombricompost. Generalmente un cultivo de vermicompost debe ser alimentado alrededor de cada
10 días, sin embargo, por ser Bogotá una ciudad fría, especialmente en las noches y las madrugadas,
y dado que mis lombrices habitan en el balcón de mi domicilio, la duración en el procesamiento del
alimento es mayor.

Otros cuidados en relación al vermicompostaje, tienen que ver con el porcentaje de algunos
alimentos que son difíciles de digerir. El tomate, el limón, la naranja, la cebolla, entre algunos otros,
son restos que deben darse en pocas proporciones por la cantidad de ácido y azufre en cada caso.
Así mismo debe prestarse atención a la humedad de la lombricompostera, la cual debe mantenerse
entre el 70 y el 80%, y el PH, que debe tender a la neutralidad, en todo caso no menor a 6,5 ni mayor
a 7,8.

Los contenedores de vermicompost también suelen ser de plástico dada su durabilidad, en relación
a los procesos que contienen. Su tamaño puede variar según el tamaño del cultivo de lombrices que
se posea, pero hay que tener en cuenta que las lombrices, al menos las que se utilizan en el
vermicompostaje, las lombrices rojas californianas, nunca habitan una profundidad mayor a los 30
cms, y son animales que prefieren vivir juntos, es por ello que no son necesarios habitáculos muy
grandes. En mi caso, el tamaño de la vermicompostera que utilicé para un kilo de lombrices, es de
60 cms de larga por 40 cms de ancha y 40 cms de profundidad.

Como señalé arriba, durante el periodo sabático mi vermicompostera se ubicó en el balcón, en un


extremo de la cama de cultivo. Antes de su emplazamiento y de poner allí las lombrices, hice varios
agujeros de alrededor de 1,5 cms de diámetro, en el fondo y la parte baja de sus paredes laterales,
de modo que, de un lado, el lixiviado pudiese escapar por allí directo al suelo de la huerta, y de otro,
las lombrices también pudiesen salir a “pasear” por la huerta y volver al receptáculo para
alimentarse. La parte baja del contenedor fue enterrada a 20 cms del suelo de la cama de cultivo,
para que dicho escape pueda darse. De este modo la huerta y la vermicompostera están conectadas,
permitiendo que los líquidos y el propio lombricompost nutran desde abajo el suelo de la siembra.

La maduración del vermicompost puede tardar, dentro del vermicompostera, de cuatro a 8 meses.
En realidad, esto depende la misma velocidad con que estas se alimenten, del tamaño de la
vermicompostera y los otros factores señalados. Digamos que el lombricompost debe cosecharse
cuando éste supera los 30 cms de profundidad, que es la profundidad en la que las lombrices
habitan. A diferencia del compostaje sin lombrices, al cosecharse, el lombricompost aun no puede
utilizarse directamente en el cultivo, antes bien debe reposar alrededor de un mes, para perder
cierto porcentaje de humedad. Este proceso debe hacerse a la sombra, pues el sol directo aniquila
la vida microbiana.
La lombriz roja californiana, Elisenia Foetida, como las demás especies de lombrices, es un anélido
hermafrodita, cuya característica principal es su fácil adecuación a entornos limitados, por lo que ha
sido adoptada para el vermicompostaje. Su tamaño en la etapa adulta varía entre los 10 y 15 cms.
Dicha adultez se alcanza a los 3 meses, cuando se desarrolla el clitelo, un anillo grueso que
contribuye a su sistema de reproducción. El apareamiento sucede a través de fecundación cruzada,
donde la carga de esperma de cada una de ellas pasa a la otra, otra forma de decirlo es, donde la
carga de óvulos de cada una, es fertilizada por la otra. Cada lombriz apareada produce un capullo o
cocón, de donde pueden nacer entre 2 y 20 nuevas lombrices. El cocón dura entre 14 y 21 días en
eclosionar.
Al inicio de mi experiencia con las lombrices, durante 2020, tuve varios problemas relativos a la
humedad y el PH en la vermicompostera, lo que hacía que muchas de ellas quisieran escapar.
Gracias a la cualificación técnica a través del curso realizado en 2021, a la investigación propia a
través de distintas fuentes en la web, a la nueva ubicación en el balcón dentro de la huerta, y a la
observación y atención constante sobre ésta, logró crearse un entorno armonioso para su vida y su
desarrollo. Un descubrimiento importante durante este tiempo es el gran aprecio que ellas sienten
por las superficies de plástico:

Cuando vivía en el anterior apartamento, empecé a poner platos plásticos con agua sobre el
alimento de las lombrices, se trataba de trampas que inventé para las mosquitas que se acercaban
a os restos orgánicos; lo que descubrí una y otra vez, es que las lombrices preferían estar debajo de
los platos, generalmente en grupo, incluso para aparearse, como si buscasen el frescor de aquel
lugar. En el nuevo domicilio, he vuelto a poner los platos, ya sin agua pues no necesito las trampas,
y las lombrices lo siguen disfrutando.
III.

Gestos de siembra

Mi inicio en la siembra fue guiado por una intuición, antes de la pandemia el sembrar me parecía
algo muy lejano, extraño y difícil, incluso mientras buscaba el nuevo domicilio no estaba muy segura
de poder hacerlo, mucho menos de tener éxito. Fue solo al momento de poner mi cuerpo en este
balcón, sobre la tierra, y empezar a arar, que sentí que estaba totalmente preparada, como si
cultivar fuese un conocimiento que ya tenía adentro. Entonces tuve la premonición de que todo iba
a salir muy bien.

Con el pasar de los meses me he ido preguntando por nuestra educación, tanto en las instituciones
como en nuestras familias ¿acaso sembrar el propio alimento no debería ser un conocimiento
primario en nuestras vidas? ¿una saber transmitido de generación en generación? ¿especialmente
siendo una práctica relativamente asequible y tan agradecida? ¿a quiénes favorece que haya tanto
desconocimiento sobre algo tan elemental e importante para nuestra sobrevivencia? ¿por qué
tenemos la idea de que en la ciudad no es posible sembrar? ¿acaso estamos todxs tan desfasados
de la realidad? La indignación me sobrepasa. Todo parece indicar que me han educado para otra
cosa, mi cuerpo, nuestros cuerpos le interesan de otra manera al sistema, en un mundo donde no
solo la independencia alimentaria no está contemplada, sino que el nexo con la tierra, esa o eso
bajo nuestros pies, debe ser ignorado, borrado, neutralizado. ¿Qué nos pasó? ¿por qué nos han
arrancado? El dolor y la indignación me ahogan.

El concepto de “excepcionalidad humana” entre otros que estructuran el pensamiento de occidente


en relación a dicho arrancamiento, la separación de lo humano con el resto del mundo de lo vivo,
me fue dado a conocer a través del libro “Humanos / no humanos. Reflexiones sobre el fin de a
excepción humana” (2016), donde Ana María Lozano realiza un breve recorrido a través del
pensamiento de filósofos como Michel Serres, Giorgio Agamben y Jean-Marie Schaeffer, quienes
han aportado elementos respecto a los orígenes y posibles salidas a este problema. Así mismo, el
libro reúne la obra de un grupo de artistas colombianos que conceden imágenes, materialidades y
poéticas, que desafían tal estructura, a partir una mirada y una ética de reciprocidad y cuidado con
lo viviente. Estos artistas hicieron parte de la exposición realizada en la Fundación Gilberto Alzate
Avendaño, que llevó el mismo nombre del libro, y que tuve oportunidad de ver en aquel año.

Respecto al propio texto de Jean-Marie Schaeffer, “El fin de la excepción humana” (2007), el filósofo
nos sumerge por los principios filosóficos que construyeron y han puesto en tensión la idea de lo
humano como separado de lo que llamamos “naturaleza”, para proponer lo que sería su tesis
principal: un cambio ontológico radical, que permita nuevamente sentirnos, pensarnos y vivir como
continuidad de las demás entidades vivas. Dado que mi práctica artística es relativa al cuerpo, es allí
donde quisiera fijar mi atención en lo que respecta a este texto, y a otros que más tarde iré
mencionado, vinculando las prácticas de compostar y sembrar, protagonistas de mi proyecto. Al
respecto Schaeffer nos dice:

““El cuerpo” no es otra cosa que el nombre de esta exterioridad. En efecto, desde el momento en
que la conciencia es definida como puro “negativo” –como lo que se abstrae de toda determinación
“natural”, como aquello que, al instituirse a sí mismo instituye también en segundo momento lo que
vale como determinación “natural”-, todo el resto, y en particular el propio cuerpo, no pueden ser
más que un objeto de esta conciencia, así fuera ese objeto –como ocurre con Husserl o Merleau
Ponty- privilegiado o subjetivado (Husserl habla de Subjekt-Leib, cuerpo-sujeto). Pero una
concepción que no puede pensar la corporeidad sino en forma de una objetividad, no puede ser una
candidata a una buena teoría de la identidad humana”.

La mención de Husserl y Merleau-Ponty son importantes en el desarrollo teórico que hace Schaeffer
pues, dentro de la historiografía de las corrientes filosóficas, en este caso a través de la
fenomenología, son quienes consolidan un pensamiento de ruptura, al menos desde una
perspectiva epistemológica, con el cartesianismo. Mientras que en Descartes la esencia de lo
humano es su reflexividad autofundadora, esto es, el ejercicio de una conciencia inmune a cualquier
exterioridad, incluido el cuerpo, los fenomenólogos proponen una humanidad que solo existe en la
experiencia sensible del mundo y que, por lo tanto, está “atada a su corporeidad” (Schaffer, 2009,
p. 93), en una relación indisociable. Sin embargo, Shaeffer advierte que, si bien hay un desvío
importante en la postura de estos pensadores, el dualismo entre espíritu y cuerpo, interioridad y
exterioridad, permanece; es ese decir que estoy “atada a mi cuerpo” o que “soy indisociable de mi
cuerpo”, lo que subraya una ontología concebida a partir de dos propiedades, que son de distinto
orden: cuerpo-espíritu.

Otro elemento fundamental de la reflexión que Schaeffer realiza a lo largo de su libro, es que ese
dualismo ontológico reverbera o se replica, tanto en Descartes como en la fenomenología, en la
relación que lo humano tiene con el mundo vivo, donde este último, el resto de lo viviente, también
es “lo distinto”, por muy imbricadxs o atadxs que estemos; este problema específico es llamado
ruptura óntica. Refiriéndose a Merleau-Ponty, Scheaffer dice:

“Por cierto, en el hombre, “la animalidad y el hombre no están dados sino juntos, en el interior de un
todo del ser”, pero como el hombre sólo es el sitio de apertura del ser, se disocia de las otras formas
de vida y, por ende, también de la animalidad. Ahora bien, su estatus de apertura del ser es la
traducción directa del hecho de que el cuerpo humano se define ónticamente como cuerpo
percibiente consciente, es decir, como “emergencia” de una corporeidad que ya no está tomada en
su Umwelt, su entorno, sino que se convierte en el medio u ocasión de la proyección de una Welt, de
un mundo. La corporeidad humana, pues, permanece bien atrapada en la perspectiva de su
proyección por un yo, y al mismo tiempo la animalidad del hombre no es la de lo (¿otros?) animales.”

En estos términos, dualismo ontológico y ruptura óntica, son el laberinto infranqueable que nos ha
situado como excepcionalidad de lo vivo, separadxs, distintxs, excepcionales.

Pero las solas prácticas de la siembra y el compostaje, que son las que me animaron de modo intenso
a hacerme estas preguntas, no tendrían por qué resolver el problema; en principio, con lo dicho
hasta ahora, no habría nada que permitiera deducir la continuidad otológica con las plantas, las
lombrices y los microrganismos, o con la atmósfera planetaria. Para ello quisiera ir por partes
hablando de lo que se hace y ocurre en dichas prácticas, es decir, sobre los gestos, como el modo
de relación con y entre las entidades de la huerta, yo misma incluida entre ellas.

El cultivo implica en todo sentido un cuidado y una atención permanente al ecosistema que
conforma la huerta, esto ocurre a través de gestos de percepción que son posibles a través de mis
sentidos y también a gestos del “dar”, sean cosas, sustancias y/o condiciones espacio-temporales,
que a su vez implican gestos motrices de mi parte, para que el suelo, las plantas, las bacterias y los
animales puedan desarrollarse plenamente. Sin embargo, este conjunto de gestos no es realizado a
cambio de nada, por el contrario, esperan una retribución que, en mi caso, además de alimento,
están dados en términos de conocimiento, salud física (en relación a las plantas medicinales), salud
psíquica y emocional (en relación a la recuperación del duelo), y contemplación como valor estético.

Durante casi un año estos gestos modelaron mi cotidianidad de manera muy profunda,
determinaron mi horario de sueño y vigilia, conformaron mi masa muscular en relación a los
distintos pesos que debían moverse y cargarse, coreografiaron mis movimientos con respecto al
tamaño de las secciones externa e interna de la huerta, la posición de las distintas plantas, su altura
o distancia del suelo, la fuerza y suavidad de mi tacto para plantarlas, podarlas y cosecharlas,
instauraron prácticas de reciclaje de agua y recopilación de residuos orgánicos, fijaron disciplinas de
estudio, tanto de consulta como de registro, entre muchos otros. Cada uno de estos gestos obedeció
a una relación íntima, estrecha y comprometida con estos seres, pero también, conmigo misma, con
mi necesidad de alimentarme, sanarme y disfrutar de mi entorno.

Ahora ¿qué diferencia existe entre estos gestos y los de quienes promueven formas de siembra
masivos, monocultivos, en los que la relación no se construye para el consumo propio? ¿Qué gestos
son realizados hacia aquellas plantas y animales que son utilizados como instrumentos, cuya única
importancia radica en la eficiencia de su rendimiento y productividad en el mercado monetario? La
distancia entre estas dos formas de gestualidad es evidente, diría yo, pero esto aún no nos dice
suficiente respecto al problema óntico y ontológico.

La referencia a la gestualidad o al gesto como concepto, proviene del texto “Hacer mundos con
gestos” de la filósofa y bailarina Marie Bardet (2019) quien a su vez lo retoma del agrónomo André
Haudricort (1962). Algunas alusiones que Deleuze realiza sobre los escritos de Haudricort, también
son considerados en este libro. El pensamiento de Bardet, además, está estrechamente enlazado a
la Ecosomática, una forma epistemológica construida colectivamente, entre ella y un grupo de
colegas, que es caracterizada como una “propuesta a contramodelo de cuerpo”.

Respecto a la Ecosomática Bardet nos dice:

“Remite a la necesidad de percibirse en reciprocidad dinámica y continua con el medio, visto a su vez
como ecosistema. Es decir, como un ámbito en el que se comparte un común cotidiano con otros
seres vivientes. No buscamos así construir una nueva doctrina, sino enunciar una situación singular,
desde la cual practicantes, artistas, investigadores, activistas y estudiantes piensan, sienten y
actúan.”

Hay que apuntar que la Somática se refiere a un grupo de técnicas de estudio y práctica del
movimiento, como el Fledenkrais y la técnica Alexander, que promueve una conciencia profunda
sobre la afectación entre los gestos del cuerpo y el medio o entorno en que crecemos y vivimos. Su
estudio suscita hacer evidente un cuerpo que “habla”, que responde y reacciona a las condiciones
dadas para su existir, pero que también tiene poder de agencia frente a ellas. Las artistas
investigadoras de las que proviene la Ecosomática, tienen experiencia en dichas prácticas somáticas,
como muchas de quienes hemos sido formadas en la danza.

De Haudricourt, a Bardet le interesa el protagonismo que le da al gesto como elemento de estudio


antropológico, su inquietud respecto a la manera en que distintas ciencias se han preguntado por
el estudio de lo humano, a través del desarrollo de sus artefactos, sin detenerse nunca en los
cambios que ha comportado la fuerza de quien los manipula. Para Haudricourt, dicha gestualidad
es determinante respecto al tipo de relación que cada cultura crea con su entorno, específicamente,
con plantas y animales en el contexto de la agricultura y la ganadería. Esa gestualidad particular,
afirma él, nos dice mucho más que la herramienta o el objeto en sí.

De otro lado, Haudricourt resalta que “el progreso” no puede evaluarse como una medida absoluta,
sino que por el contrario debe ser analizado bajo la perspectiva de la reciprocidad entre el potencial
de energía generada y “el contexto ecológico que proporciona las “oportunidades” de satisfacer
cierta cantidad de necesidades según las técnicas presentes”. Diríamos que, a través de su escritura,
el autor nos deja ver su conciencia respecto a la importancia de una medida o mesura, en la
correspondencia o retorno entre humanxs y más-que humanos, que depende de las formas
gestuales que con ellos se establece. De allí la importancia que tanto este autor como Bardet le dan
al concepto “reciprocidad”.

Este pensamiento del gesto que junto a la Ecosomática guía a Bardet, a lo largo de su texto, le
permiten proponer una comprensión alternativa del cuerpo, un “no pensar “sobre el cuerpo” sino
entre, con, como gestos”. Ella afirma:

“Una lectura en torno a los gestos nos exige seguir interrogando e inventando hoy la idea de
montaje, que podría ser el nombre aquí de un ensamblaje no sintético, una continuidad heterogénea
que mantiene la diferencia: esto no quiere decir que lo fisiológico, lo psicológico, lo sociológico “son
lo mismo”. Ni tampoco que se combinan en una lógica de causa-efecto lineal. Indican más bien que
no pueden tomarse por separado los rasgos materiales de la fisiología, los trazos de las texturas
psíquicas, y las consistencias del estar social. Esa continuidad es tanto otológica como histórica y por
ende metodológica: ni precedencia de lo individual-psicológico sobre lo colectivo social, ni
precedencia de lo biológico sobre lo cultural, ni separación ontológica entre vida corporal, material,
extensión/vida psíquica, emocional, pensante/vida social, relaciones intersubjetivas.”

Aunque en otros momentos del texto Bardet describe la Ecosomática como la relación entre cuerpo,
mente y medio ambiente, es decir, distinguiéndoles de un modo tradicionalmente cartesiano, es
claro que a través de afirmaciones como las anteriores su intención es desfigurar justamente ese
modo de entendimiento, incitándonos a pensar el cuerpo no como objeto, incluso no como objeto-
subjeitivado, sino como continuidad del entorno y sucesión de gestos.

Vale la pena mencionar aquí la resonancia con el principio que señala Arturo Escobar (2014) en
relación a su propuesta de “ontología política”, donde todo mundo se construye o se enactua en
relación a unas prácticas específicas. A la pregunta que este autor nos lanza sobre “qué tipo de
mundos se enactúan a través de qué conjunto de prácticas, y con qué consecuencias para cuáles
grupos particulares de humanos y no-humanos”, podríamos reaccionar con la siguiente: ¿qué tipos
de relaciones y de mundos se enactúan a través de qué conjunto de gestos, y con qué consecuencias
para cuáles grupos particulares de humanos y no-humanos? Y también ¿qué ontologías emergen o
existen ya en los mundos (1) donde no existe el cuerpo sino la sucesión de gestos?

Podemos ir un paso más adelante cuando, además, nos preguntamos por los gestos de las plantas
y los (otros) animales, o como dice Berdet, por los “gestos como materiales e inmateriales, gestos
como humanos, pero no solamente, de la biosfera toda”. Yo agregaría también los gestos de la
atmósfera, la hidrósfera e incluso la litósfera.

En efecto mis gestos para-con-la huerta son recíprocos en relación a los gestos que interpreto en
sus plantas, animales y hongos, en diálogo con la humedad o sequedad de su suelo donde habitan
sus bacterias, en respuesta a la temperatura de cada día, en interacción con el viento y la lluvia,
consultando las fases de la luna, etcétera. Todo tiene una gestualidad en términos de fuerzas, de
necesidades y afectaciones, de reciprocidades y de continuidad entre heterogeneidades. En ese
plano quizá, con la posibilidad de afirmarlo a través de mi experiencia, es posible una salida al
laberinto del dualismo ontológico y la ruptura óntica.

Schaeffer lo resuelve de un modo distinto, propio a los elementos estructurantes y a la historia de


la filosofía, modo que desde mi percepción apuntan a una radicalidad mayor en términos de la
desaparición de una identidad humana, lo que él llama una “desescalada ontológica”, pero que
también, de alguna manera, se orienta en la misma dirección de Bardet (2), en tanto su tesis se ubica
en el plano de la ejecución-que es un saber (no internalista), un “actuar y padecer” dice él, en
relación a las condiciones del entorno, como sucede para cualquier ser viviente:

“La verdadera salida de la jaula del cogito [(yo) pienso] requiere el rechazo conjunto del privilegio de
la vía internalista y la estrategia de la escalada ontológica. Lo que permite esta salida es la noción
común de “ser viviente”. De hecho, no importa qué seamos además, somos seres vivientes, en el
sentido de que no podemos no concebirnos como tales. En efecto, nuestro actuar y padecer está
orientado por la ejecución de un saber engarzado que resulta estar indexado sobre las condiciones
que se imponen al actuar y padecer de un ser viviente.”

(1) En relación a los mundos que componen el Pluriverso, estrategia o principio de aquella
“ontología política” propuesta por Arturo Escobar, para resistir el Unimundo impuesto por
la globalización y su sistema económico.
(2) Una diferencia de fondo entre Schaeffer y Bardet, a pesar de lo que aquí afirmo, radica en
los trazos materialistas existentes en el pensamiento de esta última, filosofía que el primer
autor también analiza críticamente, en sus elaboraciones sobre el problema del cuerpo.

5. Mediante asocio con cultivadorxs y habitantes de algunas zonas rurales de Bogotá,


establecer relaciones de diálogo que me permitan conocer e iniciar una puesta en práctica,
del manejo y la relación que tienen con la tierra donde habitan y producen sus cultivos. Así
mismo, generar procesos de intercambio para reconocer las formas de afecto y
sentipensamiento que nos conectan a la Tierra, a la tierra y a los territorios, así como las
vulnerabilidades que enfrentamos en conjunto gracias a los actuales sistemas y políticas de
mercado, y al tipo de subjetividades que tales sistemas y políticas crean en nosotrxs.

Conocí a Omayra Cifuentes en el segundo encuentro para la formulación del Programa de


Agricultura Urbana y Periurbana Agroecológica de Bogotá. Este programa distrital,
administrado por el Jardín Botánico de la ciudad, y que cuenta para su formulación con la
participación de las comunidades de huerterxs de las distintas localidades, permitirá
visibilizar las necesidades de la misma y definir los compromisos del distrito para “el avance
y consolidación de Bogotá como referente de la agricultura urbana en el mundo”, objetivo
que hace parte del Plan de Desarrollo 2020-2024 de la capital colombiana en su artículo 34.

Maya vive en el área periurbana de Bogotá, en el Barrio San Luis (UPZ 89) de la localidad de
Chapinero, muy cerca al municipio de la Calera. Sus padres llegaron a este territorio en 1982
desde Otanche, Boyacá, debido a factores relativos a la guerra que, según palabras de
Omayra, estaba siendo principalmente cruda para las mujeres. Se establecieron en este
lugar porque algunos parientes del padre de Omayra ya habitaban la zona, allí compraron
el lote donde actualmente habitan, en los cerros nor-orientales, a 3.050 mts de altura sobre
el nivel del mar.

La historia de este territorio según las palabras de Omayra, datan de los años 20, cuando
era un paso de tránsito comercial de carbón, proveniente del departamento del Meta.
Desde que las comunidades empezaron a establecerse allí, la zona empezó a convertirse en
cantera para la explotación de arena y piedra de peña. La casa de Omayra y su familia está
ubicada justamente sobre una peña explotada, y relata que más abajo pueden encontrarse
los túneles utilizados para dicha práctica. Su huerta, explica, está construida sobre los
escombros de dicha explotación. Fue su madre quien comenzó a mejorar el suelo mediante
la siembra de plantas y flores ornamentales, pensando en la posibilidad de habitar un
entorno más armonioso, pero, además, con el paso de los años, esta práctica comenzó a
cobrar para ella y los demás integrantes de la familia, un sentido de conciencia respecto al
medio ambiente del territorio; los alisos y cerezos que fueron sembrados en su casa durante
aquella época, los cuales ayudan hasta hoy en día a sostener la misma peña, fueron el
primer gesto de dicha conciencia.

Con el paso del tiempo la familia de Omayra empezó a generar su propio a suelo a través de
los residuos orgánicos, además de la tierra que un inicio fue comprada y subida hasta su
lote. Esa tierra inicialmente colocada allí, se ha ido mejorando en las siguientes décadas
gracias al compostaje, y es esto lo que ha permitido poco a poco realizar la siembra no solo
de plantas ornamentales, sino también de alimentos. En su huerta, una lechuga dice
Omayra, tarda de dos a tres meses en crecer, por lo que los árboles y arbustos que ya tienen
entre dos y tres metros de alto, son muestra de la paciencia, cuidado y constancia de este
trabajo de recuperación del suelo.

En realidad, quien se decidió a iniciar el “huerteo” fue la propia Omayra, quien, junto a la
dedicación de su madre en relación a las plantas y flores ornamentales, ha logrado crear un
ecosistema muy valioso en medio de un barrio popular, para atraer insectos esenciales para
la polinización, además de aves como colibríes y algunas ranas. En su huerta se siembra
yacón, arracacha, papa, linaza, habas, arvejas, mora, agraz, remolacha, rábano, caléndula,
romero, menta, yerbabuena, entre otras. Además, la casa tiene su zona de compostaje que
día de por medio se alimenta con nuevos residuos. Este compost, además, en ocasiones, es
compartido con vecinos o vendido a quien lo necesite.

El interés de Omayra por el suelo y la siembra proviene del puro “querer vivir bien”, como
ella lo describe, y del dolor que le da ver los rastros de explotación de la montaña. Luego, a
través de la investigación, se ha ido interesando en temas medioambientales, relativos
especialmente a la huella de carbono. Su inquietud es relativa también, dice, a la falta de
interés de las entidades distritales por lo que sucede en esta zona de la localidad, lo que la
ha llevado a generar soluciones de manera autónoma. El tema alimenticio es otra de sus
preocupaciones, es decir, el poder saber de dónde proviene y cómo ha sido cultivado lo que
se come. Antes de ser huertera Omayra trabajaba en una oficina, pero percibió que estaba
teniendo dificultades de salud, incluida su salud psíquica y emocional, entonces, hace seis
años, renunció para dedicarse completamente al “huerteo”. De un modo similar al mío,
Omayra y la familia entera también superó un duelo a través de la siembra.

En los inicios de la huerta, Omayra trabajaba con una red de huerteros de su barrio y otros
aledaños. Cada quién tenía la huerta en su predio, pero todxs aportaban mano de obra para
lxs otrxs. Cuenta ella que decidieron no tener una huerta comunitaria, porque que ha visto
que se presta para que las “señoras” terminen peleándose por los productos. Sin embargo,
su casa, a raíz del jardín ornamental y la huerta, ha ido convirtiéndose en lugar de encuentro
y “espacio de descanso” para lxs vecinxs, quienes buscan hacer largas visitas con la excusa
de comprarles alguna hortaliza. A veces se quedan allí conversando toda la mañana.

En los últimos años Maya, como se le dice cariñosamente, ha ido construyendo un pequeño
emprendimiento a través de los productos de su huerta, mediante la generación de
productos cosméticos como jabones y crema de caléndula, junto a derivados alimenticios
como harina y guarapo de linaza que vende sobre pedido y en ferias locales. Este
emprendimiento se llama “Maya tejedores de la Tierra”. Su supervivencia también depende
de la asesoría y manutención para otras huertas, venta de plántulas, y talleres en agricultura
orgánica y restauración de ecosistemas. En estas últimas labores ha trabajado con la
Universidad Nacional de Colombia y con Conservación Internacional.
Además de la huerta de su casa, Maya tiene otra huerta en un predio cercano mucho más
grande, que alquiló junto a vecinas de la localidad para realizar otro emprendimiento. Éste
incluye educación en agricultura orgánica a través de voluntariados, así como caminatas
ecológicas en los cerros aledaños, conjuntamente a la venta de hortalizas y demás alimentos
que se producen en este cultivo. Allí se facilita también la “cocción” de los caldos
fertilizantes, dada las grandes cantidades en que suelen prepararse. Por supuesto una gran
compostadora y vermicompostadora también hacen parte del lugar. A esta huerta fui en
varias ocasiones a trabajar y aprender con Maya, son las únicas oportunidades que he
tenido para sembrar y cultivar a cielo abierto, lo que requiere de gestos y atenciones
diferentes, por lo que constituye una experiencia muy valiosa para mí.
La relación que sostiene Maya con huerteros de otras localidades de Bogotá, se da a través
de encuentros como el de la formulación del programa descrito al inicio de este aparte,
donde se discuten temas de orden político que incumben a todxs. A pesar de que en dichas
reuniones no se hacen intercambios de conocimiento, cuando hablamos de este tema ella
insistió en el respeto que les tiene dada su sapiencia y experiencia en esta práctica.

Durante el periodo sabático no se realizaron visitas a otras huertas, sin embargo, el


conectarme con la formulación del Programa de Agricultura Urbana y Periurbana
Agroecológica de Bogotá, me permitió dimensionar la cantidad de personas y colectivos que
siembran en la ciudad, la importancia que esta práctica tiene para dichos grupos, y la
manera en que está siendo considerada en las políticas de desarrollo de la ciudad.

6. A través de los anteriores ítems, realizar una recolección de muestras de las distintas tierras
que componen el territorio de Bogotá.

Solo se recogieron muestras de tierra de Usme, La Calera, del Jardín Botánico de Bogotá y
del Parque El Virrey. Así mismo se recogió suelo del Páramo de Chingaza. No se avanzó con
este ejercicio.

7. A través de los anteriores ítems, realizar registros de audio de las voces de las personas
mencionadas, y de los territorios mismos que visite.

Solo se registró en audio la entrevista realizada Omayra Cifuentes Useche, de donde


surgieron las informaciones relatadas en el ítem número 5.
8. Continuar con el estudio y elaboración de compostaje doméstico que ya se encuentra en
desarrollo en mi domicilio. Realizar sobre éste registros fotográficos que permitan visualizar
y describir el proceso de degradación de los desperdicios vegetales.

Además de las fotografías presentadas en el ítem 3 y 4 de este informe, pueden consultarse los
siguientes links, donde se muestran algunas imágenes del proceso de compostaje en video:

https://www.youtube.com/watch?v=5HBMkVxz4xk

https://www.youtube.com/watch?v=7K2tnx4VIhI

Así mismo, en el siguiente link se pueden observar imágenes de la acción de cernido del compost
frente al fuego, según un sueño relatado en el texto No. 3 de “Apuntes de un campo Doméstico”
que se entrega como parte de los resultados de este proyecto.

https://youtu.be/KvY8QFl2D2M
Junto al propio ejercicio técnico de compostaje, se realizaron experimentos en contenedores mucho
más pequeños, donde coloqué pequeñas cantidades de materia orgánica específica. Se trata de lo
que llamo “recetas de compost”, a través de las cuales pude reconocer diferencias materiales y
temporales en la degradación de distintos desechos. A continuación, un seguimiento fotográfico de
dos de estos experimentos y el video realizado a partir del mismo:

https://youtu.be/teONjEOUrec

Pancito de piña, puerro, rúgula, café y servilleta


Pancito de zanahoria, banano, rúgula y café
Además de la elaboración de estas piezas se realizaron dibujos con el lixiviado resultante de los
procesos de compost. Este líquido se usó puro sobre papel acuarela, y en todos los casos los dibujos
siguieron los principios de esta técnica pictórica. Las distintas tonalidades corresponden a los colores
derivados de cada compostaje, según la materia orgánica utilizada. También se utilizó humus liquido
de lombriz. Otros dibujos se realizaron utilizando ceniza y agua. La ceniza es un desecho utilizado en
muy pocas cantidades dentro del compost para nivelar el contenido de fósforo, sin embargo, en el
nuevo domicilio disponía de grandes cantidades dado que una o dos veces al mes se encendía la
chimenea. El fuego y la ceniza, como materia semántica, adquirieron importancia dentro del
proyecto según se narra en el ensayo titulado “Humanxs humus simbiótico”, que se entrega como
resultado de este proyecto.
9. Continuar con el estudio, cuidado y desarrollo de un lombricultivo doméstico, que ya se
encuentra en desarrollo en mi domicilio. Realizar sobre éste registros fotográficos y de video
que permitan visualizar y describir el proceso de degradación de residuos y de creación de
tierra (humus).

Además de las imágenes en el punto 3 y 4, se presentan las siguientes:


10. Mediante el asocio con otrxs atistas, especializados en el trabajo con materiales orgánicos,
y especializados en sonido (músicos y/o artistas sonoros), desarrollar una instalación con
los documentos, muestras y registros recopilados.

Durante el periodo sabático tuve acercamiento a dos profesionales del campo del arte
determinantes en el país, respecto a dos de los temas que toca este proyecto; de una parte, Ana
María Lozano, investigadora, curadora y docente, quien durante muchos años a través de sus
distintas prácticas ha promovido la conciencia sobre las relaciones entre humanxs y más que
humanxs, como posicionamiento político para el cuidado de la vida, y de otro lado, María
Buenaventura, artista y cocinera cuyo compromiso con la soberanía alimentaria como ejercicio del
derecho al territorio, y allí incluido el vínculo histórico y afectivo con la tierra, le ha permitido
construir en los últimos 20 años un cuerpo de obra asentado en la experiencia del cocinar y el comer.
Como señalé antes, a María Buenaventura la conocí durante 2020 a través del curso virtual “Crear
el Suelo”, pero fue solo hasta inicios de 2021 donde le conocí en persona, a través de la degustación
de su alimento. Actualmente María vive de la investigación culinaria que realiza respecto a
alimentos animales y vegetales, que cuentan historias de los lugares de donde proceden y del tejido
que lxs humanxs han creado con ellos a través del tiempo. Para ello, María viaja a los territorios,
cosecha, pesca, habla con la gente, cocina, convoca a otra gente a comer sus preparaciones y allí,
reparte el alimento que también es la palabra. Al conversar María transmite sus conocimientos para
crear conciencia sobre la rotura que hemos y se nos ha construido con el lugar que habitamos, y con
las entidades que le habitan; también relata sus experiencias, se posiciona para que sepamos quién
habla y desde dónde, nos hace preguntas que ella misma se hace, especialmente sobre la manera
en que hemos sido educados, nuestras herencias coloniales, y sobre los desafíos que tenemos frente
a la violencia de la globalización y el sistema económico que nos impone.

Con María realicé dos pequeñas salidas, la primera a Usme y la segunda a Suesca, para conocer
sobre dos de los proyectos que la han ocupado en los últimos años: La resistencia de las
comunidades rurales de Usme que llevan años luchando contra la expansión urbana de Bogotá, y la
importancia del pez capitán como signo de la desarticulación de esta ciudad con su río más
importante, el río Bogotá. Ambas salidas contaron con la siembra de árboles nativos, la palabra y el
alimento, como actividad articuladora.

En la primera salida, realizada el 25 de julio, conocimos el Parque Arqueológico de Usme, lugar de


investigación, esparcimiento y preservación de la historia y la naturaleza, inaugurado en el área del
reciente hallazgo arqueológico ubicado entre las quebradas La Taza y Aguadulce, y que sirvió para
frenar la construcción de una ciudadela de más de 52.000 viviendas sobre este territorio. La siembra
de árboles se hizo en honor a Jaime Beltrán, líder campesino agroecológico, uno de los
representantes más importantes para la defensa de Usme frente a la expansión urbana, y quien
falleció en abril de ese año. Allí dialogamos con una de las integrantes de la Mesa de Patrimonio de
Usme, sobre los hechos más significativos del hallazgo arqueológico y de las luchas de la comunidad,
escuchamos un grupo local de música carranga y tomamos agua de panela con almojábana y queso.

La segunda salida la realizamos el 30 de octubre y nuestra anfitriona fue la Fundación Al Verde Vivo,
una organización dedicada desde 1994 a la reforestación de la cuenca del río Bogotá, a la educación
ambiental y a la lucha contra el cambio climático. Allí conversamos con su director Fernando
Vásquez sobre las acciones que ha llevado a cabo durante su vida para conocer este río, así como
las razones de la degradación de sus aguas. La actual sede de la fundación se encuentra en la antigua
estación de tren de Suesca, a orillas del río Bogotá, por donde realizamos una caminata junto a
María y el grupo de invitadxs conociendo su bosque ripario. Lego, nuevamente en la sede de la
fundación, María y su colectivo “Todoestamal” (Cristina Consuegra, Laura Escobar, Sabina Gámez)
cocinaron varios alimentos propios de la sabana cundinamarquesa, entre ellos, el pez capitán, un
pez que solo existe en este territorio y que es prácticamente desconocido por sus habitantes
actuales. Las siguientes son algunas de las palabras que contenía su invitación:

“Pez único del altiplano cundiboyacense, alimento base de los bogotanos durante miles de años y
cuya memoria comienza a perderse, apenas, en nuestra generación.
No será por tanto difícil recordar, volver a ser pescadoras y hacer de la sabana nuestro cuerpo.
Es un ritual sencillo: hablar, comer, caminar, escuchar, sembrar en retribución al río [...]”

Este evento ritual al que invitó María, para incorporar al pez capitán con el fin de que su memoria y
existencia no se (nos) pierda, se realizó en el marco de la plataforma y exposición “Mutualismos”,
dedicada al pensamiento sobre la colaboración, la convivencia y el cuidado.

Además de estos dos, otros varios encuentros se han dado para comer y conversar. Uno de ellos en
mi domicilio, en otro pequeño ritual organizado para celebrar la primera cosecha de tomates de mi
huerta. A este evento también asistió Ana María Lozano, junto a otrxs colegas y amigxs, junto a
quienes descolgamos los tomates que luego fueron cocinados e ingeridos. Este evento fue muy
importante, se trató de la primera “gran” cosecha que he realizado, la primera a demás respecto a
pantas que cuidé y amé durante varios meses, por lo que quise compartir el momento con personas
que podían reconocer ese significado. En este ritual se honraron las fuerzas del sol, la luna, el viento,
el agua y por supuesto el suelo, se recordaron lxs ancestrxs campesinxs, se habló sobre misterioso
y seductor aroma de las plantas de tomate, sobre su historia en el continente americano, y de la
desgracia del hongo oídio que finalmente terminó invadiéndolas. Mi esposo Jaime, quien es
cocinero, fue el encargado de transformar la cosecha en una pasta densa de tomate, la más deliciosa
que he comido en la vida.

Al evento que realicé como resultado del proyecto de año sabático también asistió María y, una vez
finalizada la performance, me acompañó toda la noche para, nuevamente, compartir alimento y
palabras.

A Ana María Lozano la conocí primero a través de sus publicaciones y su trabajo de curaduría. Luego,
en 2021, tuvimos oportunidad de intercambiar algunas palabras mediante una evaluación de tesis
de la Pontificia Universidad Javeriana, donde ella labora como docente y donde yo había sido
invitada como jurado. Una vez el trabajo del proyecto de sabático se encontraba algo adelantado, y
dado que sus intereses como curadora coinciden con mis preguntas actuales, le escribí contándole
del mismo, proponiéndole apoyarme como curadora de lo que sería el evento que había proyectado
como resultado. Esta propuesta se debía a la necesidad de una mirada en perspectiva sobre mis
desarrollos, afortunadamente Ana María respondió inmediatamente de manera afirmativa.

Como ya fue narrado, invité a Ana María al ritual de cosecha nocturna de tomates, ocasión que tuve
para conocernos más y exponerle algunas de mis ideas. Unas semanas más tarde recibí una
propuesta de Ana María para participar en el evento académico titulado “Incipit Terra: cuerpos de
agua, cuerpos de tierra”, organizado por la Universidad señalada y coordinado por ella misma. Dicho
evento se llevó a cabo entre el 19 y el 22 de octubre en las instalaciones de dicha institución y a
través de plataforma virtual. El texto de difusión para este evento decía lo siguiente:
“Si con el fin de la Época Clásica las fuerzas de lo humano cesaron de producir la forma-Dios para
enactuar la forma-Hombre, atrevámonos a pensar que con la configuración onto-epistémica no
dualista (relacional) a cuya activación política hoy asistimos, y de la cual el pensamiento nasa y de
los pueblos-territorio son los enunciados más contundentes, empezamos nuestro viaje hacia la era
de la “forma-Tierra”, la forma-Pacha, forma Gaia, la era Ecozoica, o era de la casa de la vida. Ya no
hablaríamos de Incipit Homo (aquí comienza el hombre, Deleuze, 1987: 163), como en la
modernidad, sino Incipit Terra, propio de la formación onto-epistémica Ecozoica: estaría
comenzando, finalmente, la era de la Tierra." Arturo Escobar

Mi intervención en Incipit Terra, fue titulada “Cuerpo Mapas” y tuvo relación con un proyecto
anterior a Humanxs Humus, relativo al ecocidio que sufre un territorio específico de la Amazonía
colombiana (Remota Yee, 2020). El espíritu de este encuentro, a través de la asistencia a toda su
programación, me permitió reconocer algo muy significativo: una comunidad de artistas locales, una
amplitud respecto a las preguntas que nos hacemos y un pensamiento vivo sobre los problemas de
la Tierra y sus Territorios.

Las posteriores conversaciones con Ana María se centraron en el evento que desarrollaría como
resultado de año sabático, diálogos que fueron importantísimos para modelar no solo la
espacialidad que contendría los distintos materiales del proyecto, sino la intensidad, la atmósfera y
el espíritu de la experiencia. Su escucha profunda sobre el trabajo y su guía, hizo posible que este
evento, más allá de la muestra de los elementos y acciones desarrolladas, propusiera una atmósfera
articulada al posicionamiento ecopolítico y ecopoético que los atraviesa, incluyendo la forma de
presencia para lxs asistentes. Gracias a esta forma de presencia, en lxs invitadxs, permitió que lo
que allí se expuso cobrara una nitidez mayor.

Agradezco mucho a estas dos mujeres trabajadoras del arte, su sentir-pensar y su resonancia
respecto a las inquietudes y materiales de mi trabajo, su acompañamiento fue vital en todo el
sentido de la palabra. Para este proyecto no existió acercamiento con artistas sonoros u otros de
los inicialmente propuestos.

11. Construir una performance que dé cuenta del sentido que impulsa este proyecto de
investigación creación.

La performance creada para este trabajo consistió en la permanencia dentro de una gran “cama de
cultivo”, llena de compost y lombricompost, en la cual, durante dos horas, realicé movimientos muy
suaves, a través de los cuales cambiaba de posición y/o me trasladaba, dentro de la misma cama.
Dicha acción se realizó el 4 de diciembre entre las 6 y las 8:30 p.m., en mi propio domicilio, en el
espacio contiguo a la huerta especialmente iluminada para el evento, junto a la chimenea
constantemente encendida, y al lado de una gran pared totalmente cubierta de barro. En ese mismo
espacio se instaló también un video realizado con las lombrices de mi cultivo. El único sonido
presente era el del fuego.

Además de esta performance, en el espacio donde se ubica la huerta interior, también


especialmente iluminada, se instalaron varios materiales producidos durante el periodo sabático así
las herramientas de compostaje y cultivo. Además de ello, sobre el piso, un gran círculo de
lombricompost, el que se invitaba pisar con los pies descalzos.

Dentro de los materiales producidos se encontraban: dos de los dibujos realizados con lixiviado y
agua con ceniza, seis pancitos de las “recetas de compost” y pequeños fragmentos de materia
orgánica degradados, un video con el seguimiento fotográfico realizado a las “recetas de compost”,
compost cernido y sin cernir, una raíz, dos grupos de semillas (unas regaladas, otras obtenidas de
mi propio cultivo de espinaca) y mi cuaderno “Diario de campo doméstico”. Así mismo, dentro de
las herramientas de compost y cultivo se encontraban: un contenedor de barro negro con ceniza,
varias botellas con humus de lombriz, ortiga y agua, frascos con lixiviado, trozos de leña y carbón,
una maceta con suelo preparado.

En relación al vídeo con el seguimiento fotográfico realizado a las “recetas de compost”, éste se
proyectaba en una tableta electrónica alojada en un cajón de cultivo con compost sin cernir, de
modo que las imágenes se veían dentro del mismo compost. Este cajón, a su vez, estaba ubicado
sobre el suelo, lo que obligaba a quienes quisieran ver el video a agacharse, acuclillarse o sentarse
sobre el piso. Junto a este cajón había sobre el piso más de compost, conectado a uno de los dibujos
de agua y ceniza. Los demás objetos señalados se ubicaron sobre un mesón con varios niveles.

El círculo de lombricompost es considerado el elemento integrador de todos los materiales de este


evento, pues permitieron que lxs invitadxs sintieran en su propio cuerpo el contacto con este suelo
fértil, presente en los objetos y demás imágenes del trabajo, así como en la performance. De otra
parte, en relación a este círculo negro, la fecha en que fue realizado este ritual coincidió con luna
nueva, fenómeno que se le dio a conocer a lxs invitadxs en la convocatoria previa. El círculo de
humus era también, de alguna manera, un espejo de la luna, y la presencia de ésta última era
importante por dos razones:
Si los ciclos de la luna no son considerados como principio en la agroecología, si lo son en formas de
relación popular y ancestral con la práctica cultivo: algunxs sembradorxs que provienen de estos
contextos señalan que, dado que la luna tiene una fuerte influencia en el movimiento del agua, los
momentos de sembrar, podar, fumigar y trasplantar y cosechar, también se ven afectados por el
momento del ciclo en que se realicen; durante la luna llena el agua estará más presente en el tallo,
hojas y frutos de la planta, mientras que en luna nueva, cuando el agua desciende, estará más
presente en las raíces. Son muchas los principios que se desprenden de este fenómeno, respecto a
qué sembrar y qué cosechar, por ejemplo, durante cada una de las lunas, dependiendo si el cultivo
es un tubérculo, una fruta o una hortaliza de hoja.

De otro lado, estos mismos saberes populares, aconsejan realizar todo ritual en la fase de luna nueva
dada la calma que suscita la marea baja, es decir, el reposo de las aguas. Así mismo ocurre con la
ausencia de luz, dada la interferencia entre el Sol y Luna, la cual concede las condiciones para una
mayor introspección y concentración de los cuerpos y las energías. Para dichos saberes la luna nueva
es un portal que permite la entrada y salida de aquello a lo que el ritual se dedica, es final y
comienzo, es el momento propicio para soltar, convocar y/o atravesar algo.

En relación al fuego, presente en el espacio de la performance gracias a la chimenea de este


domicilio, su importancia proviene también de dos ámbitos:

El primero es relativo a la fuerza de su signo como elemento transformador, su luz y su calor


permiten la visión en la noche o en la oscuridad, el aumento de temperatura en los espacios fríos y
la cocción de los alimentos; el paso de la materia por el fuego la transmuta produciendo humo o
vapor, y ceniza, formas que además tienen que ver con la purificación. Esta fuerza, dentro de la
performance se conecta con uno de los móviles de todo el ejercicio de compostaje y siembra, a
saber, la transformación de lo que muere y se vivifica, al mismo tiempo. Dentro del ensayo
“Humanxs humus simbionte” y en uno de los fragmentos del “Apuntes de un campo doméstico”,
que se entregan como resultado de este trabajo, se narra con mayor precisión la importancia que
tuvo el duelo por la muerte de mi padre en la realización de este proyecto, y cómo la chimenea y el
fuego aparecen en uno de los sueños que tuve con él, después de su fallecimiento.

Por otra parte, la presencia del fuego en la chimenea es para mí una evocación de la convivencia
con Jaime, mi compañero de vida, quien junto a nuestros tres felinos hacen mi familia. Con Jaime
solemos reunirnos al menos una vez al mes junto a esta fogata para cocinar y conversar, y así
compartir tiempo. Este es el lugar de la meditación conjunta, de la rememoración del pasado y la
proyección de la vida a futuro. En los momentos de duelo, pues fueron varios durante 2020, Jaime
estuvo a mi lado, sostuvo mi confusión y mi tristeza, por lo que su compañía significa para mí,
además del amor, la sobrevivencia. Durante la performance, fue él quien se encargó de mantener
todo el tiempo el fuego. Las llamas fueron, además de la única sonoridad, la única fuente de luz en
el espacio de la performance.

Lxs invitadxs a este evento, dado que el espacio en que se realizó era mi propia casa, fue un grupo
de 32 amigos y colegas, con sus acompañantes, de los cuales asistieron 31 en total. A cada unx se le
envió la siguiente invitación:
Queridx XX, buen día o buena noche, escribo para hacerte una invitación:

En marzo de este año, Jaime y yo arrendamos un apartamento en el barrio Antiguo Country, es un apartamento de los
años 70’s donde ambos nos sumergimos en prácticas relativas a la tierra, el aire, el agua y el fuego, a los ciclos de la luna
y a las variaciones del clima de Bogotá.

La razón que activó este proceso tiene que ver con el proyecto que propuse a la Universidad Nacional para mi año sabático:
“Humanxs Humus”, un trabajo que durante los últimos nueve meses implicó el aprendizaje de la siembra y el cultivo de
alimentos, así como el aprovechamiento de los residuos orgánicos para la producción de compost y lombricompost.

La práctica de producir suelo fértil, tierrita viva, para luego trabajar cotidianamente en ella y que de allí mismo crezca el
alimento, me ha ofrecido la posibilidad de tramitar el duelo de la muerte, indagar asuntos señalados por la pandemia, y
ser testigo del germinar de la vida, comprendiendo que ésta es siempre transformación. Cuando conectas el cuerpo y la
conciencia a ese ciclo y a los elementos, todo parece adquirir sentido y el alma se va sanando…

A través de este proyecto me dejé seducir por los microorganismos y la mesofauna, los bichos más pequeños y los animales
grandes como lombrices y mosquitas que, junto a los hongos, hacen posible la metamorfosis, el suelo del planeta y la
tierra viva en nuestras huertas. Así mismo, me enlacé aún más a las plantas, su sensibilidad y su capacidad de comunicación
respecto a lo que experimentan, me sorprende y a veces me abruma… Y también me enamoré más de Jaime, un
compañero extraordinario, maravilloso, que me ha dado la energía, la luz y el calor necesario para caminar este camino.
Todo este conjunto forma para mí un ecosistema intenso, que además me enreda a hortelanas de la ciudad y sus
perímetros, así como a artistas y autorxs interesdxs en estos temas.

Queridx XX, la invitación es a que nos acompañes en el evento que, junto a Ana María Lozano, curadora e investigadora
artística, hemos pensado como muestra y celebración de este proceso. El evento se realizará en el apartamento arriba
mencionado, el próximo sábado 4 de diciembre de 6 a 8:30 p.m.

Para tener un poco de control respecto al número de invitadxs, 16 personas máximo, tendremos dos horarios: 6 a 7:15
p.m. y 7:15 a 8:30 p.m. Para ello te pido que respondas sobre la posibilidad de tu asistencia al siguiente link, hasta el
martes 30 de noviembre:

https://forms.gle/nLDS92sCqvyDb6dP8

De verdad espero que puedas acompañarnos, aquí te dejo la dirección:

Una vez cada invitadx confirmó su asistencia, y tenido en cuenta el diálogo con Ana María Lozano
en relación a la presencia requerida por parte de llxs, les fue enviado un nuevo correo con la
siguiente información:
Queridx XX, estamos muy felices de contar con tu presencia este sábado, bienvenida.
Con este correo queremos comunicarte algunos puntos que son necesarios para el buen fluir del evento:

1. Llega puntual con tu acompañante, si lo tienes. La señora Dorita estará esperando a esa hora en la puerta del edificio
para permitirle entrar al segundo grupo. El apartamento queda en el segundo piso, inmediatamente después de las
escaleras.
2. La entrada te llevará directamente a la cocina. Este es un espacio de transición, donde encontrarás una bebida hecha
con plantas aromáticas de la huerta y un alimento de la tierra. Te pedimos que huelas y degustes en silencio, como una
forma de desconectar la calle y del resto de los agites del día, y como una manera de conectarte con tu cuerpo y los
elementos presentes en la ingesta.

3. Por favor apaga tu teléfono. La experiencia requiere de una disposición especial, silenciosa, donde puedas atender
solo a lo que ves, hueles, escuchas, percibes.

5. Para ingresar a los siguientes espacios deberás quitarte los zapatos. Puedes llevarlos en la mano en caso que los
requieras para salir al balcón (por si está lloviendo) o puedes dejarlos en el espacio designado para éstos en la cocina.

6. Podrás circular de manera libre por los siguientes tres espacios, en el orden que quieras. La idea es permitir que no se
acumule todo el grupo en el mismo lugar, sin embargo, seguramente querrás quedarte en el espacio donde yo estaré, y
yo también lo querré, así que todo bien, puedes ir y volver, y si sucede, todxs estaremos bien en el mismo espacio.

7. Lleva ropa cómoda, con la que puedas sentarte en el suelo.


8. En archivo adjunto te envío una guía de casi todas las plantas que encontrarás en la huerta del balcón.

9. Cuando sean las 8:30 pm. alguien te hará una señal para que emprendas la salida. Encontrarás tus zapatos cerca a la
puerta en caso que los hayas dejado en la cocina.

Eso es todo XX, nos vemos pronto.

*Aquí la guía de la huerta que les fue enviada:


Estos dos correos, el tono del lenguaje y las indicaciones, permitieron que quienes asistieron,
tuviesen una ubicación más clara en relación al tipo de evento al que asistían, y a la calidad de
presencia requerida para el mismo. En otras palabras, ello concedió la posibilidad de que fueran
consientes que su presencia, hacia parte de y era vital para lo que allí aconteciera. El hecho de
descalzarse, era una de las estrategias más importantes para ello.

En los diálogos con Ana María Lozano, se puso de presente que, en la mayor parte de los casos,
cuando hay un número considerable de público asistente a una exhibición artística, la gente asume
su presencia en términos de evento social, lo que evita una conexión real, intensa, con las materias
que están expuestas; lo anterior ocurre incluso cuando hay una performance aconteciendo, ambas
lo hemos presenciado en el pasado y era un temor compartido.

A pesar de la congruencia entre las solicitudes realizadas en la invitación y la experiencia del evento,
me quedan dudas respecto al condicionamiento que los mensajes epistolares sembraron en ellxs,
es decir, me pregunto si realmente habría sido distinto para ellxs en el caso de no haber recibido
este protocolo… Es una inquietud que posiblemente sea resuelta en la oportunidad, si se presenta,
de realizar el evento en un espacio público…

Para finalizar, la propia experiencia de la performance tuvo importantes desafíos para mí, como
cualquier performance, en relación al desconocimiento del acontecer en la propia acción. Allí me vi
enfrentada a tres elementos significativos: (1) El peso de la materia en la que estaba semi-
sumergida, es decir, de la gran cantidad de compost y lombricompost, los cuales hacían resistencia
tanto a mi movimiento como, especialmente, a la acción de enterramiento de áreas más grandes
de mi cuerpo, que era la ida original; durante ésta solo pude sumergir mis brazos y piernas hasta
cierto punto. (2) El frío que, dada mi desnudez y las fuertes corrientes de viento que llegan al
apartamento, se sintió intensamente en varios momentos. (3) El vértigo, más psíquico que físico,
dada la sensación de hiper-exposición de mi cuerpo y mi casa, al mismo tiempo. Esto último fue algo
que en realidad hice consciente después de la performance.

La casa es, para muchxs el refugio íntimo, es el espacio donde guardamos cosas de nuestra biografía
y nuestra cotidianidad, incluidas las relaciones con la pareja o lxs familiares, así como aristas de
nuestra identidad que no expresamos en otros espacios sociales. De alguno o muchos modos
nuestros domicilios nos revelan. Por su puesto, dentro de lxs asistentes al evento había colegas que
nunca habían ido a mi casa y muchxs desconocidxs que asistían como acompañantes de lxs invitadxs,
lo que, junto a la apertura visual de mi cuerpo, potenció esa sensación de exposición extrema. Esto
no fue necesariamente experimentado como algo negativo, pero sí me colocó en un lugar
desconocido de la performance, que como señalé, me produjo mayor vértigo.

En los siguientes días al evento recibí varios mensajes de quienes asistieron. Me permito compartir
en este informe el que María Buenaventura me envió:

Hola Zoit, buen día. Estoy en la laguna de Fúquene, con sol y madre fango. Y pensando en ti, luego
de soñar contigo. En tu casa asistí a un mito de creación, lo que viví fue muy poderoso, pudimos
entrar a la gruta, donde estaba el cuidador del fuego y la madre lombriz, creando todo. Entre más
lo vuelvo a ver en mi recuerdo, más importante es nuestra presencia, de coro.
Productos a entregar

1. Como producto del periodo sabático se adquirió el compromiso de entregar un documento


digital, en DVD o página web, que contuviera: (1) un artículo o ensayo relativo al proceso y
los resultados arrojados por el proyecto, y (2) registros fotográficos y audiovisuales de la
instalación y performance realizada. Dicho producto se encuentra alojado en el link a
continuación:

https://www.zoitsanoriega.com/humanxs-humus

 El ensayo también se adjunta a la entrega de este informe, como archivo aparte en formato
PDF, con el título “Humanxs humus simbiótico”.
 Fragmentos de este ensayo fueron leídos en el evento público de cierre de la exposición
“Cuerpos por tierra”, curada por Ana María Lozano y realizada en la Cámara de Comercio
sede Chapinero, dentro de la programación de ARTBO, el 28 de enero de 2022.
 Para observar el video de la performance desde la página web (link arriba), es necesario
tener cuenta en youtube.

2. Se adjunta también en documento aparte, en formato pdf, el libro “Orientaciones


Metodológicas para la Creación Artística Colectiva Multi, Inter y Transdisciplinar”, realizado
junto al equipo de Expedición Sensorial del Área de Educación Artística del Ministerio de
Cultura, donde la metáfora del cultivo, atraviesa y estructura toda la metodología propuesta
para estas formas de creación colectiva. En la sección 3 (página 68), titulada “Orientaciones
Metodológicas”, se observa como la preparación de la tierra, la siembra y la cosecha, junto
a las herramientas para preparar, sembrar y cosechar la tierra, le dan cuerpo no solo a los
momentos de la creación, sino que ofrecen un sentido poético a dicha metodología en lo
que respecta a la relación entre el hacer o la práctica artística, el territorio y aquello que se
crea en colectivo.

3. Además, a continuación, con el nombre de “Apuntes de un campo doméstico”, se


entregan algunos textos que se realizaron durante este periodo sabático, en relación al
proyecto. Se trata de la trascripción de varias notas originalmente escritas a mano, sobre
un cuaderno, el cual alojó informaciones pertinentes a la siembra y al compostaje
articulados a otras situaciones de mi cotidianidad.
APUNTES DE UN CAMPO DOMÉSTICO

19/03/2021

Hace tres semanas me mudé a un nuevo apartamento, aunque éste la verdad no es nada nuevo, es
más bien un apartamento como de los años 70, tiene un montón de problemas en sus tuberías, pero
es grande, es enorme y, además, tiene un balcón. Nos mudamos porque necesitaba un espacio
abierto para sembrar y con mejores condiciones para mi lombricompost.

Justo hace un año empecé a tener lombrices para alimentarlas con mis residuos orgánicos. Mucho
tiempo atrás ya había tenido lombrices, pero eran para una acción en la cual me las comía, vivas (1).
Desde esa primera vez las amé, me encantaron por su forma, su color, su movimiento, su
contextura, esa sensación táctil al tenerlas en mis manos… Y las amé sobre todo por ser
hermafroditas. En la acción del pasado, al comerlas, yo adquiría esa fuerza.

Para compostar, especialmente si se trata de alimentar a las lombrices, se debe picar muy bien cada
cosa, cada cáscara, cada resto vegetal. Eso quiere decir que debes coger con tus manos eso que se
considera desperdicio y dedicarle un tiempo, el tiempo necesario para cortarlo en trozos de uno a
tres centímetros. Muy pronto me di cuenta que disfruto mucho esta labor, no sé muy bien por qué,
pero creo que tiene que ver con el placer de transformar la materia, o ser la iniciadora de esa
transformación, y también con el estado de presencia que requiere… Solo estás ahí, cortando uno a
uno cada sobrante, cada parte, cada pedacito.

Mi papá murió el 17 de junio del año pasado, de una forma relativamente repentina. En diciembre
comenzó a sentirse mal, en marzo le detectaron cáncer y a los 3 meses falleció. Para entonces estaba
terriblemente delgado, después de haber sido un hombre robusto la mayor parte de su vida. De él
heredé mi espíritu de artista, admiraba especialmente su destreza en el dibujo y en general su
creatividad.

En ese mismo mes, junio de 2020, otras muertes y procesos de mucho dolor me atravesaron,
entonces la práctica de compostar adquirió otro sentido para mí, uno muy relevante para
sobrellevar lo que estaba sucediendo. Ese encargarme de los restos, trozando cada parte, cada
pedacito, para luego ver, oler, sentir su descomposición y recomposición en otra cosa, se volvió la
manera de comprender y asimilar los procesos de transformación de la vida, de entender que lo que
aparentemente desaparece en realidad permanece, pero distinto.

21/05/2021

Hay mucho qué hacer en una huerta, incluso en una pequeña como la mía. Cada planta es diferente
y necesita de toda mi atención, tengo que observarla y sentirla respecto a sus necesidades
particulares. En el caso de los tomates, por ejemplo, he tenido que mirar hoja por hoja en búsqueda
de posibles bichos que hayan quedado después de la fumigación orgánica. Siempre quedan algunos.

Qué tanta luz les está llegando, qué tanta sombra, con qué fuerza les pega el viento, con qué
frecuencia necesitan riego, cuál requiere antibichos, antihongos, qué nutrientes darles según su
etapa de crecimiento y floración, cómo germinarlas, cómo trasplantarlas, cómo cultivarlas, cómo y
cuándo cosecharlas.

Los tiempos de las huertas son muy extraños. Hay procedimientos que deben ser constantes como
el riego, otros de intervalo concernientes a la nutrición del suelo, por ejemplo, pero están otros
larguísimos, como el de la espera para que ocurra la maduración de la mayoría de los frutos.
También hay tiempos que son repentinos como cuando una planta crece 10 centímetros de un día
para otro y no te explicas cómo, u otros de abrumadora aceleración como cuando aparece una
plaga… En esos momentos hay conmoción, hay angustia, hay que actuar rápido para detenerla, para
evitar que se reproduzca, que se propague, hay que consultar de manera urgente toda la bibliografía
y videografía disponible y, en ese vértigo, hay que tomar las mejores decisiones.

Hace ya más de una semana que detecté la presencia de una oruga en la huerta, lo descubrí gracias
a las mordidas en una de mis lechugas, en la más grande y frondosa, y luego en mi única caléndula.
La mordida de las orugas es inconfundible, se caracteriza por ser pareja, organizada, no como los
huecos desordenados de las babosas. Después de varias noches y madrugadas tratando de cazarla,
al menos con la mirada, hoy apareció. La encontré sobre una de las hojas altas de mis tomates,
supongo que la mezcla de ají, cebolla y pimienta del fungicida la espantó de las lechugas y está
desesperada buscando algo alternativo para comer.
Esta oruga ya es grande, pero me parece que aún no es del todo adulta, todavía tiene ese color
verde fluorescente. Pensé en tirarla al jardín de los vecinos de abajo, como he hecho con otras sin
que me importe mucho su suerte, pero últimamente he estado pensando mucho en eso del poder
para aniquilar, para lastimar y para decidir el futuro de lxs demás.

Hoy se cumplen 23 días del Paro Nacional en Colombia, 23 días de utopía revolucionaria, de euforia
en las calles, de placer casi pleno gracias a la fuerza de la juntanza de miles en muchas ciudades del
país. Ver que no estás sola en el deseo de cambio, sentirte parte de esa multitud tan grande y tan
poderosa, fundirte en el grupo y llorar de alegría, saber que en ese grito estruendoso está tu voz y
que somos más día a día, todo eso no tiene nombre, hay que estar ahí para sentirlo, para encarnarlo
y saber lo que significa.

Y en paralelo, lxs muertxs, nuestrxs muertxs que al día 23 del paro suman 40; y la gente golpeada,
manoseada, violada, mutilada y desaparecida. Los muchachos sin un ojo transmitiendo por
instagram con su ojo aun sangrante, Lucas y lxs otrxs tiradxs en la calle recién acribilladxs, el grito
de una mamá pidiendo que la maten a ella también porque no puede soportar que le hayan
asesinado a su hijo casi adolecente, la gente de bien disparándole a la minga indígena, el ESMAD
disparando cañones de aturdidoras a lxs manifestantes, la policía pateando la olla comunitaria, y
así…

Este dolor y esta rabia tampoco tienen nombre, hay que sentirse parte de llxs para que esto te pegue
tan profundo en el alma, para que también quieras salir a matar a la gente de bien y sobre todo a
los malditos policías, y alzarme en armas y hacer parte de alguna contrainteligencia guerrillera para
degollar al innombrable en su propia finca, y meterme con una bomba en el Palacio de Justicia e
inmolarme con todos esxs malparidxs, o devolver el tiempo para traer al M19 y repetir “la toma”, o
infiltrarme en alguna de sus fiestesillas para envenenarlxs y luego yo misma sacarles los ojos. ¡Que
se mueran! ¡Malditos egoístas ignorantes! Ojalá les crezca un hongo por dentro de la garganta hasta
que ya no puedan respirar y que yo esté ahí, quietesita, grabando y transmitiendo todo con mi
teléfono mientras me ruegan auxilio. Partida de miserables, sí que dan pena todxs ustedes…

Entonces, volviendo a lo de la huerta, decidí que a la oruga la dejo quieta, tengo muchas hojas de
las que ella puede comer hasta que llegue su momento de enrollarse y producir la metamorfosis;
ojalá sea pronto, ojalá que pueda verla desplegar ese par de alas y llegar al maravilloso jardín de lxs
vecinos de abajo, por sus propios medios.

24/08/2021

Hace unas cuatro noches soñé con mi papá: yo estaba en la sala del apartamento nuevo, frente a la
chimenea, observando una de mis canecas verdes de compost. Estaba preocupada porque hacía
mucho tiempo que debía haberlo cernido y estaba dilatando demasiado la tarea, era necesario
hacer esto para poder avanzar con el proyecto. De repente, mi papá aparecía en el recibidor, cerca
de la puerta, desde allí me miraba en silencio. Luego simplemente se dio vuelta para ir hacia mi
habitación donde se acostó y se durmió.

Al día siguiente me desperté sabiendo que era en ese lugar donde tenía que hacer la labor del
cernido, lo que tenía mucho sentido dado que ni en el balcón ni en el taller de siembra tengo
suficiente espacio. Además, justo sobre la chimenea tengo un pequeño altar donde he puesto el
reloj que yo misma me heredé de mi papá cuando murió, un casio quartz water resist, color negro
en la manilla y dorado en el borde de la circunferencia donde están las manecillas. También existe
allí una pequeña fotografía a blanco y negro donde aparece mi abuela, fallecida hace varios años,
muy joven y rodeada de varios familiares que no reconozco, todos de origen campesino.

Por esos mismos días del sueño me sentía muy triste, varias situaciones del trabajo no estaban
resultando bien y el proyecto no avanzaba con la velocidad que necesitaba, la preocupación por el
cernido del compost era real, por ejemplo, por lo que en ese momento todo me parecía oscuro y
sin salida. Entonces, como lo he hecho en ocasiones similares desde hace unos 20 años, me eché
una tirada de monedas para leerme el I Ching, estos fueron los hexagramas resultantes: 9 con
mutación a 36.

El hexagrama 9 es Hsiao Ch’u “La fuerza domesticadora de lo pequeño”. El hexagrama 36 es Ming


“El oscurecimiento de la luz”.

“La fuerza domesticadora de lo pequeño” representa “la fuerza de lo sombrío que retiene, amansa
y refrena” (2). Son las nubes densas sobre el cielo que predicen la lluvia y la humedad necesaria,
que todavía no llega. El hexagrama invita a llevar a cabo trabajos preparatorios, labores suaves en
el interior, hasta que llegue la época de expresarse de manera contundente en el afuera. Por otra
parte “El oscurecimiento de la luz” es la tierra sobre el fuego, donde el sol se hunde, se eclipsa. El
comentario para la decisión en este signo reza así:

“La luz se ha sumergido en la tierra: oscurecimiento de la luz. Por dentro bello y claro, por fuera
blando y abnegado, y así, expuesto a la gran emergencia: tal era el rey Wen. “Es propicio ser
perseverante en la adversidad”. Esto significa que uno vela por su luz. Rodeado de dificultades entre
sus parientes más cercanos y conservando sin embargo su voluntad orientada hacia lo recto: tal era
el príncipe Chi” (3).

Por fin, al día siguiente a la aparición de mi padre me dispuse a hacer el cernido del compost, inicié
alrededor de las 3 de la tarde en el espacio indicado por el sueño. Quizás, por ser mi primera vez
tardé muchísimo más de lo previsto. Al caer la noche encendí la chimenea y estuve allí hasta pasada
la media noche, silenciosamente ocupada en ambas tareas, colando el compost y velando el fuego.

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