En los últimos tres siglos ha prevalecido una relación de carácter
utilitario, resultado de un modelo económico basado en la dominación y explotación de la naturaleza, que ha demostrado ser insustentable ecológica y socialmente. De continuar con el mismo modelo “civilizatorio” nos dirigiremos inevitablemente a un suicidio colectivo. Se calcula que para 2050 la población mexicana crecerá 20.6%, esto implicará una mayor presión sobre los recursos naturales y comprometerá drásticamente el bienestar de la población. Actualmente, 72% de la población habita en zonas urbanas, la mayoría mal planeadas, con serios problemas de movilidad, contaminación y calidad de los servicios. Se estima que para 2030 existirán 20 ciudades con más de un millón de habitantes; lograr su sustentabilidad constituirá un verdadero desafío. Gran parte del territorio se encuentra degradado debido principalmente a los cambios en el uso de suelo de ecosistemas naturales a actividades agropecuarias, industriales, turísticas, petroleras, mineras o para la creación de asentamientos humanos. En el siglo XXI, México ha perdido dos millones y medio de hectáreas de bosque, de las cuales sólo ha recuperado una cuarta parte, provocando la pérdida de la biodiversidad y la desertificación que hoy afecta a 51 millones de hectáreas del país. Se suman a la degradación ambiental los crecientes niveles de contaminación y la generación y manejo inadecuado de residuos sólidos urbanos y peligrosos. El 85% de la energía que demanda el país es generada a partir de combustibles fósiles. Esta dependencia energética nos coloca en una situación de riesgo ante el inminente agotamiento de estos recursos. La actual política energética promueve la explotación
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de nuevas fuentes mediante técnicas altamente impactantes, tanto ambiental como socialmente, como el fracking. Esto es, el cambio climático está aumentando la vulnerabilidad de los recursos hídricos. Y, de acuerdo con la Base de Datos Internacional de Desastres, las sequías en México tienen un costo promedio por evento de 230 millones de dólares y afectan a 366 mil personas. Los problemas derivados de la degradación ambiental afectan de forma desigual y diferenciada a los distintos grupos, esferas sociales y regiones del país, obligando a muchas personas a desplazarse a las ciudades o a otras regiones. Hasta la segunda mitad del siglo XX que la crisis socioambiental fue ampliamente reconocida. En un primer momento, el abordaje desde la ciencia y la tecnología era de carácter instrumental, limitado al control de la contaminación. Así se desarrollaron técnicas para el tratamiento de suelos, aguas y gases (Ingeniería Ambiental), un amplio corpus de normas, leyes y reglamentos para el control de emisiones (Derecho Ambiental) y técnicas para el reúso y reciclado de materiales, entre otros. En los últimos años, el enfoque ha ido cambiando hacia la prevención de la contaminación, la modificación de los procesos productivos para reducir la generación de residuos, la minimización de su impacto (Ingeniería Verde y Análisis de Ciclo de Vida de los Productos), la generación de energía a partir de fuentes renovables, el desarrollo de nuevos materiales (Biomimesis) y el mejoramiento de las prácticas de diseño y construcción (Regenesis, Living Future). De esta manera la ciencia y la tecnología han hecho importantes aportaciones para la prevención y solución de los problemas ambientales y el mejoramiento de la calidad de vida de la población. Por otro lado, ha surgido un amplio rango de instituciones y leyes, así como de programas públicos para atender los problemas ambientales más apremiantes. Ejemplos de ello son las áreas naturales protegidas, en las cuales se regula el acceso y la actividad económica en zonas de gran riqueza natural, los
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instrumentos económicos para la conservación y los programas de manejo forestal comunitario. COMO PREVENIR LA CONTAMINACIÓN EN MÉXICO
Entre las acciones implementadas para reducir los niveles de
contaminación destacan: -la mejora del Programa de Verificación Vehicular -el control de vehículos ostensiblemente contaminantes -una industria con bajas emisiones -la reducción de compuestos orgánicos volátiles en productos domésticos, cosméticos y pinturas. Se calcula que con la ejecución del Programa de Verificación Vehicular se contribuye a reducir 20% las emisiones contaminantes de los vehículos motorizados, de ahí que en el primer semestre de 2020 se fortaleció el Programa de Verificación Vehicular Obligatoria, a partir de la actualización del esquema de evaluación que incluye las emisiones de contaminantes criterio y las de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático y vinculadas al rendimiento de combustible. En este sentido, de agosto de 2019 a julio de 2020 se realizaron un millón 946 mil 941 pruebas de verificación, cuyos resultados fueron los siguientes: un millón 221 mil 242 recibieron el certificado de verificación cero, 131 mil 544 el tipo doble cero, 293 mil 871 el tipo uno, 25 mil 217 el tipo dos y se presentaron 275 mil 067 rechazos. Cabe recordar que a partir del 25 de marzo de este año, con motivo de la contingencia sanitaria por COVID-19, se pospusieron las verificaciones programadas para los siguientes meses, por lo que se intensificó la información a la ciudadanía sobre la ampliación de la vigencia y la recalendarización del programa. De acuerdo con estimaciones realizadas, en lo que resta de este 2020, se contempla la realización de 750 mil 831 verificaciones
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más, para alcanzar un total de 2.9 millones en el periodo del 01 de agosto de 2019 al 31 de diciembre de 2020. Otra acción para reducir los niveles contaminantes fue la publicación, en enero de este año, de la norma ambiental NADF- 011-2018 con la que se promueve la instalación de equipos de control de emisiones de compuestos orgánicos volátiles, cambio de materias primas por insumos de menor impacto ambiental, así como mejores prácticas de operación en la industria y los establecimientos comerciales y de servicio como talleres automotrices, tintorerías, tiendas departamentales, hoteles y hospitales. Con la implementación de esta norma se podrá reducir hasta en un 30% las emisiones de comercios, servicios e industria generadora de Compuestos Orgánicos Volátiles (COV). Para reducir los COV en productos domésticos de aseo, cosméticos y pinturas, esta Secretaría participa en la elaboración de las normas oficiales mexicanas que regularán el contenido de COV en dichos productos. A la fecha se tiene un avance superior al 50% por parte del grupo de trabajo, conformado por sectores manufacturero, académico y dependencias ambientales locales y federales. Se prevé que en los próximos meses puedan liberarse para consulta pública. También se impulsan y apoyan proyectos para la creación de nuevas tecnologías dirigidas a reducir las emisiones contaminantes con un laboratorio de innovación en bioenergía en la Central de Abasto, un sistema para hibridar vehículos de combustión interna, así como una planta para el desarrollo de producción de biocombustibles.