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Depender de Dios como niños

La experiencia de cuidar a un bebé, le dio grande lecciones a


una mujer, que aprendió a depender de Dios, como un bebe
puede depender de quien lo cuida.
Ella cuenta, que hace algún tiempo, alguien le pidió que se
hiciera cargo de un bebé por un rato, a lo que aceptó
contenta, pues le encantan los bebés.
Le gustaba mucho llevarlo en brazos o cogido por sus manos,
pese a que él se empeñaba en andar por sí mismo. El bebé
caminaba con soltura con sus graciosas piernecitas; pero al
mínimo desnivel, caía al suelo.
Era un niño bastante independiente. Cuando lo dejaban solo
corría de un lado para otro alejándose de la mujer. Y pese a
que no lo dejaron solo ni un segundo, a él le gustaba sentirse
libre... Pero en el momento en el que él hacía cosas que le
ponían en peligro, la cuidadora lo recogía en sus brazos
cariñosamente.
Cuando paseaba con el niño, lo tomaba en sus brazos o
dándole la mano, le encantaba hablarle. La mujer no sabía si
lo escuchaba, pero a menudo lo miraba con unos ojos muy
abiertos y balbuceaba a modo de respuesta de tanto en
tanto; no obstante, otras veces se distraía con lo que le
rodeaba, ignorándola.
Finalmente el niño fue llevada con su mamá; pues era su
hora de comer!
Cuando entregó aquel bebé a los brazos de su madre, la
mujer entendió, que durante aquel rato había dependido
plenamente de ella; Y entendió que debía ser como aquel
bebé.
Cuando me suelto de la mano de Dios soy capaz de caminar
algunos pasos; pero al mínimo desnivel me caigo al suelo.
Entonces le busco y Él está ahí, tendiéndome su mano.
Cuando a veces intento huir de de los ojos de Dios para hacer
las cosas a mí manera, mas Él siempre está ahí;
observándome con paciencia y a punto para tomarme en
brazos y hacerme entender, una vez más.
Cuando camino con Dios, Él me habla constantemente, pero
si yo estoy pendiente de lo que sucede a mí alrededor me
pierdo lo que Él me dice.
Cuando pedimos las cosas a Dios con corazón sincero y fe,
Dios es bueno y misericordioso y nos concede las peticiones
de nuestro corazón, si son conforme a su voluntad.
Esa es la dependencia que necesitamos. Y es que Dios es
nuestro Padre y nosotros somos sus hijos.
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños
no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 18:3.

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