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Cuenta una leyenda que un niño estaba por nacer y un día le dijo a Dios:
Dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ¿Cómo viviré tan pequeño e
indefenso como soy yo?
Dios le contestó: entre muchos ángeles escogí a uno para ti que te está
esperando...él te cuidará.
Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser
feliz.
Un ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás mi amor y serás feliz.
Un ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con
mucho cariño y paciencia te enseñará a hablar.
En ese instante una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces
terrestres...y el niño presuroso repetía suavemente: Dios mío, ya me voy, dime su
nombre ¿Cómo se llama mi ángel?
Dios contestó:
Mientras que los niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal,
huevos y pan tostado.
Cuando los demás tomaban refrescos y dulces para el almuerzo, yo tenía que
comer un sándwich y un licuado.
Mi Madre siempre insistía en saber en dónde estábamos, también tenía que saber
quiénes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo.
Insistía en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos
tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de romper las leyes contra
el trabajo de menores. Hizo que laváramos trastos, tendiéramos camas, y
aprendiéramos a cocinar, a planchar y muchas cosas igualmente crueles.
Hasta creo que se quedaba despierta en la noche pensando en las cosas que
podría obligarnos a hacer. Siempre insistía en que dijéramos la verdad.
Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo. Nos avergonzaba
hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a llegar a la puerta para preguntar
por nosotros.
Vean de todo lo que nos hemos perdido. Nunca hemos podido participar en una
manifestación, en actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros
amigos.
Y le doy gracias a Dios por haberme dado a “LA MAMÁ MÁS MALA DEL
MUNDO”.
Antes de ser Mamá
Antes de ser Mamá; yo comía mi comida caliente, mi ropa lucía planchada y limpia
todo el día, podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.
Antes de ser Mamá; me dormía tan tarde como quería y jamás me preocupaban
las desvelas, cepillaba y cuidaba mi pelo; lucía uñas largas y hermosas, mi casa
estaba limpia y en orden, no tenía que brincar juguetes olvidados por todos lados.
Antes de ser Mamá; no tenía que limpiar comida del piso ni lavar huellas de
pequeños deditos marcados en los vidrios; dormía toda la noche y los fines de
semana eran totalmente relajados.
Antes de ser Mamá; no imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor; no
imaginaba lo grande y lo maravilloso que sería, no imaginaba la satisfacción de
ser Mamá, no sabía que yo era capaz de sentir tanto y hoy no imagino mi vida sin
esa pequeña sonrisa pícara y traviesa, sin esa huella de chocolate en la pared, sin
ese olor a pureza, sin escuchar de unos pequeños labios esa palabra breve e
inmensa a la vez: Mamá