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“En efecto, desde los años ’70, la historia social experimentó trascendentales
mutaciones que implicaron el desgaste de la historia estructural, basada en
grandes explicaciones y el uso casi exclusivo de métodos cuantitativos, en
favor de los análisis de detalles y los enfoques microhistóricos, el descrédito
del determinismo materialista y la exploración de nuevas vías para escribir una
historia sensible al protagonismo de los hombres, la incorporación de la
perspectiva de género o la creciente sensibilidad hacia los usos del lenguaje.
La historia social contemporánea ya no ambiciona construir una teoría general
de una ficticia sociedad total, tomando así distancia crítica de las
aproximaciones macro-sociales prevalecientes en los ’50 y ’60; ahora, el
objetivo es desarrollar una exploración de los fenómenos histórico-sociales en
sus dimensiones experienciales y subjetivas. Las tendencias recientes en la
historia social revalorizan la experiencia de los actores sociales - lo ´cotidiano´
de los historiadores alemanes, lo ‘vivido’ de sus colegas italianos - frente al
juego de las estructuras y la eficacia de los procesos sociales masivos,
anónimos, inconscientes, que largo tiempo requirieron la atención de los
investigadores. (...) Este movimiento acarreó, como ha afirmado Roger
Chartier, varios deslizamientos fundamentales: desde las estructuras a las
redes sociales, desde los sistemas de posiciones a las situaciones vividas,
desde las normas colectivas a las estrategias individuales”2.
a. ¿En qué difieren los “viejos” y los nuevos enfoques, y en qué contexto deben
situarse ambas formas de hacer historia social?
1 Mallo, Silvia y Moreyra, Beatriz (Coord.). Miradas sobre la historia social en la Argentina en los
comienzos del siglo XXI. Córdoba: Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S.A. Segreti; La
Plata: Centro de Estudios de Historia Americana Colonial, 2008, pp- 7-14.
2
Mallo y Moreyra, op.cit, p. 8.