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El esperar con anhelo la segunda venida del Salvador

Cuarenta días después de Su resurrección, Jesús y Sus apóstoles estaban reunidos en el


Monte de los Olivos. Había llegado el momento en que Jesús debía dejar la tierra; ya había
terminado la obra que se le había encomendado y tenía que regresar con nuestro Padre
Celestial hasta el momento de Su segunda venida.

Luego de dar instrucciones a Sus apóstoles, Jesús ascendió al cielo. Mientras los apóstoles
miraban hacia el cielo, dos ángeles se pararon junto a ellos y les dijeron: “…Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre
vosotros arriba al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

Desde ese día hasta el presente, los seguidores de Jesucristo esperan con ansiedad la
Segunda Venida.

MILENIO
Los mil años - (Ap 20:1-6)
Introducción
Seguramente estos versículos son la porción más controvertida del
libro de Apocalipsis. Se trata aquí del "milenio", un término latino que
significa "mil", y que hace referencia al reino de Cristo en esta tierra
durante mil años.

A lo largo de los siglos los comentaristas han interpretado este pasaje


de varias maneras que aquí resumimos.

1. Amilenialistas

Generalmente piensan que el milenio representa de manera simbólica


a nuestra era actual. Creen que se trata de un período de duración
indefinida, no de mil años, y abarcaría, según ellos, desde el momento
de la ascensión de Cristo hasta su segunda venida, lo que dará
comienzo a la eternidad. Rechazan, por lo tanto, que tenga algo que
ver con un reinado literal de Cristo en la tierra, porque creen que ya
ha estado reinando aquí desde su ascensión. El pasaje anterior en el
que se anunciaba la venida de Cristo a este mundo (Ap 19:11-21), es
interpretado como una recapitulación de todo lo acontecido en la era
cristiana, porque según ellos, Cristo no volverá hasta después de este
reino celestial milenial. Piensan que Satanás fue atado en la primera
venida de Cristo, y que sigue así en la actualidad, resultándole
imposible engañar al mundo como lo hacía antes. Interpretan también
que los creyentes ya están reinando con Cristo en los lugares
celestiales, no en este mundo. Consideran que la "primera
resurrección" se refiere al nuevo nacimiento del creyente. Asimismo,
las "naciones" a las que Satanás no ha logrado engañar piensan que
son la Iglesia. También enseñan que todas las promesas hechas a
Israel en el Antiguo Testamento acerca de un reino terrenal, se están
cumpliendo espiritualmente en la Iglesia en el tiempo presente. Creen
también que por un breve tiempo antes de la Segunda Venida de
Cristo, a Satanás se le otorgará más libertad para actuar.

Se considera que fue Agustín de Hipona el primer teólogo de cierta


reputación que adoptó dicha postura. Seguramente fue influido por su
hermenéutica alegórica. Más tarde sus puntos de vista fueron
adoptados por la Iglesia Católica, y después, con algunas variaciones,
por los líderes de la Reforma Protestante.

Es difícil entender cómo el milenio tendrá lugar en el cielo y no en la


tierra. Al fin y al cabo, en el cielo el reino de Cristo será eterno, no
sólo de mil años o de cualquier otro período concreto de tiempo.

2. Postmilenialistas

Sostienen que la instauración del reino milenial en la tierra tendrá


lugar antes de la Segunda Venida de Cristo, y que de hecho será la
Iglesia quien traerá el milenio a este mundo por medio de la
evangelización.

Pero esta idea de que la iglesia producirá un "mundo perfecto" para


que finalmente venga Cristo a establecer en él su reino, es un punto
de vista muy optimista que no se corresponde con la realidad que
vemos a nuestro alrededor. No parece que la población mundial esté
en vías de llegar a convertirse al cristianismo, sino todo lo contrario.

3. Premilenialistas

Sostienen que Cristo volverá antes del milenio, y que será él mismo
con su Segunda Venida quien establecerá su reino en la tierra. Creen,
por lo tanto, que el milenio tiene que ver con el reinado literal de
Cristo sobre esta tierra. En ese momento, habrá creyentes muertos
que serán resucitados para reinar con él. Esta será la primera
resurrección. Así mismo, asumen que las promesas hechas al pueblo
de Israel en el Antiguo Testamento acerca de un reino mesiánico en
esta tierra, tendrán un cumplimiento literal, y que no hay ninguna
razón para espiritualizarlas y creer que ya han sido cumplidas en la
Iglesia en el período actual. Niegan que Satanás esté atado en esta
era presente, como claramente se aprecia en muchos lugares del
Nuevo Testamento (Hch 5:3) (1 Co 7:5) (2 Co 4:3-4) (2 Co 12:7) (Ef
2:2) (1 Ts 2:18) (2 Ti 2:26) (1 P 5:8). Durante el milenio, Cristo va a
reinar en esta tierra, y su pueblo se sentará sobre tronos para reinar
con él. Según ellos, el milenio apunta hacia el futuro y no al presente.

4. Conclusión

Iremos analizando cada una de estas opciones al estudiar el texto,


aunque podemos adelantar que la postura premilenialista es la que
más se ajusta a lo que la Biblia enseña.

Satanás es atado por mil años


(Ap 20:1-3) "Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la
serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y
lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no
engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y
después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo."

En la Segunda Venida de Cristo descrita en el capítulo anterior, la


bestia y el falso profeta "fueron lanzados vivos dentro de un lago de
fuego que arde con azufre" (Ap 19:20). Sin embargo, el dragón que
les había dado autoridad a estos dos, había quedado libre. Pero ahora,
él mismo será apresado.

Es curioso que quien se ocupa de Satanás es un ángel que desciende


del cielo: "Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón". Nos
llama la atención lo fácil que le resulta a este ángel cumplir con la
tarea asignada. Desde la perspectiva celestial, no parece que Satanás
sea un ser tan poderoso.

En este punto es interesante señalar que los amilenialistas dicen que


es la predicación del evangelio la que ata al diablo, pero aquí se nos
explica con claridad que será un ángel que descenderá del cielo.

Aquí aparecen juntos los cuatro títulos con los que se designa al
maligno en este libro: "El dragón, la serpiente antigua, que es el
diablo y Satanás". Con ellos se subraya su naturaleza bestial y
monstruosa, además de su carácter engañador y seductor. Este
malvado ser ha venido ejerciendo su influencia en el mundo desde el
comienzo de la raza humana, por eso se le describe como "la
serpiente antigua" (Gn 3:1).
El primer asunto al que el Rey debe prestar atención para establecer
su reino en este mundo es el confinamiento del cabecilla de los
rebeldes: "Y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y
puso su sello sobre él". A partir de ese momento ya no podrá operar
más en los hijos de desobediencia (Ef 2:2), tal como lo hace en la
actualidad. Además, no debemos olvidar que para este momento, el
Señor habrá destruido a los hombres rebeldes (Ap 19:11-21).

Pero este no será el destino final de Satanás donde será castigado


durante toda la eternidad. Se trata de un encierro temporal con la
finalidad de restringir sus actividades: "Para que no engañase más a
las naciones". Y puesto que en la Segunda Venida de Cristo serán
destruidos todos los rebeldes, quizá lo más razonable sea pensar que
la referencia a "las naciones" que encontramos aquí deba ser
interpretada como "toda la humanidad". Es decir, Satanás no podrá
seguir engañando al mundo con sus mentiras.

Una vez más es imposible creer que en la actualidad Satanás esté


atado, tal como interpretan los amilenialistas, sobre todo cuando
seguimos viendo a nuestro alrededor tantas evidencias de su
engañosa y sanguinaria actividad. No hay duda de que el diablo sigue
engañando al mundo en nuestros días. Le engaña con respecto a
todos los auténticos valores de la vida, de tal manera que sigue siendo
totalmente actual el lamento del profeta Isaías: "¡Ay de los que a lo
malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y
de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por
amargo!" (Is 5:20).

Pero después de que sean "cumplidos mil años", entonces "debe ser
desatado por un poco de tiempo". Pero, ¿por qué es necesario soltar a
Satanás de su prisión? En ocasiones las autoridades hacen eso, y
dejan de nuevo en libertad a los asesinos. Esta semana contaron una
historia terrible en la televisión acerca de un hombre que había
amenazado con matar a su mujer si le dejaban en libertad. Le dejaron
salir de la cárcel, concediéndole un permiso de 8 horas, y la mató
brutalmente. ¿Por qué va a dejar Dios en libertad a Satanás si sabe de
antemano lo que va a hacer nuevamente? La respuesta vendrá más
adelante.

Los santos reinarán con Cristo


(Ap 20:4) "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del
testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían
adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en
sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años."

Una vez que la bestia sea destruida, el reino será entregado al Hijo del
Hombre y a sus santos. Esto es lo que profetizó también Daniel:

(Dn 7:22) "Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los


santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino."

Aunque se dice que se sentaron sobre tronos, la labor que realizarán


tendrá que ver con juzgar: "recibieron facultad de juzgar". Esto no es
nuevo, puesto que a lo largo de todo Apocalipsis hemos ido viendo
una apasionada preocupación por la justicia.

Ahora bien, ¿quiénes serán estos que se sentarán para juzgar? Pueden
ser los mismos que Juan vio a continuación: "Vi las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de
Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no
recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos". Todo parece
indicar que son los mártires de la gran tribulación que habían
permanecido fieles y que fueron martirizados. Por supuesto, esto no
quiere decir que el resto de los creyentes no vayan a reinar con Cristo,
porque eso lo vemos claro en otros pasajes: (Dn 7:27) (Mt 19:28) (1
Co 6:2) (Ap 2:26) (Ap 3:21). Sin embargo, como viene siendo
habitual en el libro de Apocalipsis, los mártires reciben aquí un trato
de preferencia. Seguramente con el fin de animar a los primeros
lectores que estaban atravesando por situaciones muy difíciles de
persecución.

Otra pregunta que debemos hacernos es a qué tipo de juicio se refiere


aquí. Y no parece que se trate de un juicio para determinar el destino
eterno de los hombres, porque eso tendrá lugar después (Ap 20:11-
15). Aquí parece que la idea es que los santos tendrán un papel muy
importante en la organización de los asuntos morales del Reino. Esto
nos obliga a preguntarnos si nos estamos preparando adecuadamente
para esta tarea. ¿Cómo debería ser para nosotros un mundo justo?
¿Qué decisiones deberían ser tomadas para que este mundo
cambiara?

Una vez más, es difícil hacer coincidir la postura amilenialista con todo
esto. Ellos piensan que los que reinarán con Cristo son los que han
muerto al pecado y han nacido de nuevo, pero lo que el texto bíblico
afirma es que serán los mártires por el testimonio de Cristo. Insisten
asimismo en hacer notar que lo que Juan vio eran "las almas", lo que
les lleva a suponer que no tenían cuerpos, y que por lo tanto no
estarían en la tierra sino en el cielo. Pero hablar del alma para
referirse a la persona entera no es algo inusual en la Biblia (Stg 5:20).

Ahora bien, lo que vemos aquí es que los mártires resucitarán


físicamente: "Y vivieron y reinaron con Cristo mil años". Como ya
hemos señalado, lo más coherente resulta pensar que fueron muertos
por causa de su fe y ahora han resucitado para reinar con Cristo aquí
en la tierra, en el mismo escenario donde tanto Cristo como ellos
habían sido rechazados y muertos.

Pero, ¿por qué sólo reinarán mil años con Cristo? Evidentemente no se
trata del establecimiento definitivo del Reino de Dios en esta tierra.
Más bien este período es presentado como una especie de preámbulo
del reino eterno del Mesías (Lc 1:31-33).

"Esta es la primera resurrección"


(Ap 20:5-6) "Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado
y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda
muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de
Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años."

Durante el milenio tendrá lugar la primera resurrección, ahora bien,


¿quiénes serán los que resuciten en este momento y quiénes los
"otros muertos que no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil
años"?

En primer lugar debemos decir algo que resulta obvio: no habrá una
resurrección general de todos los muertos. Es verdad que el Señor
Jesucristo habló de una resurrección para vida y otra para muerte,
pero no especificó que ambas iban a ocurrir en el mismo momento (Jn
5:28-29). Aquí se especifica que habrá una primera y una segunda
resurrección. Ahora bien, en cuanto a esta primera resurrección,
tendrá lugar al comienzo del milenio y parece que afectará a los
creyentes que hayan sido muertos durante la gran tribulación, muy
probablemente de mayoría judía. Por el contrario, la segunda
resurrección no se producirá hasta después del milenio, y tendrá que
ver con los incrédulos, tal como vemos a continuación en (Ap 20:11-
13).

Pero aquí surge otra pregunta: ¿dónde debemos encuadrar la


resurrección que tendrá lugar en el momento del arrebatamiento de la
iglesia (1 Ts 4:16-17)? Es evidente que el arrebatamiento tendrá lugar
antes del milenio, y por lo tanto, también la resurrección de los
creyentes que hayan muerto hasta ese momento. Esto nos lleva a
pensar que cuando en Apocalipsis se habla de la "primera
resurrección", debamos entenderla como la resurrección de los
creyentes, aunque ésta puede ocurrir en diferentes etapas, una en el
arrebatamiento y otra en el milenio. En este caso, los creyentes que
ya hayan resucitado en el momento del arrebatamiento, estarán en el
cielo con el Señor (1 Ts 4:17) y probablemente no participarán del
milenio.

A continuación encontramos la quinta de las siete bienaventuranzas


que hay en Apocalipsis: "Bienaventurado y santo el que tiene parte en
la primera resurrección, la segunda muerte no tiene potestad sobre
éstos". Evidentemente la "segunda muerte" es la muerte eterna o
condenación en el lago de fuego (Ap 20:14). Pero los que participan
en la primera resurrección, la de los creyentes, serán librados de la
condenación eterna.

Los santos que participen en el milenio disfrutarán de pleno acceso y


comunión con el Padre y el Hijo: "Serán sacerdotes de Dios y de
Cristo".

Además se añade: "y reinarán con él mil años". El propósito de Dios


cuando creó al hombre es que fuera su virrey en la tierra. Esto se
frustró cuando entró el pecado en el mundo, pero siguió siendo el
deseo de Dios. Ahora, durante el milenio, Dios gobernará la tierra a
través de hombres redimidos y resucitados.

El propósito del milenio


Aquí llegamos a un punto realmente complejo. Vemos que los santos
que habían permanecido fieles durante la persecución de la bestia,
ahora son resucitados con cuerpos glorificados, pero tienen que reinar
en un mundo que todavía gime bajo la maldición del pecado, y tienen
que reinar sobre personas que todavía son pecadoras y no han sido
transformadas como ellos. De hecho, como veremos más adelante,
muchos de ellos ni siquiera habrán llegado a convertirse.

Sin duda, esto generará cierta tensión en algunos momentos. Ahora


bien, debemos notar que se trata de una situación temporal, por mil
años. El verdadero problema sería si esto estuviera ocurriendo en el
cielo durante la eternidad.

Todo esto nos lleva a preguntarnos cuál será el propósito del milenio.
Hagamos un breve resumen de algunas de ellas:
Cumplir las numerosas profecías del Antiguo Testamento que
anunciaban un reino terrenal del Mesías con su pueblo Israel en
Jerusalén.

Si tal como dicen los amilenialistas, Cristo vendrá para destruir a


Satanás y establecer directamente su reino eterno, entonces la
humanidad no tendrá idea de lo que él es capaz de hacer por este
mundo pecador. Por eso, el milenio, aun con todas sus limitaciones, es
un botón de muestra de lo que Dios podrá hacer por la humanidad
pecadora si le aceptasen como su Rey.

Durante el milenio, la humanidad vivirá bajo unas condiciones ideales.


Como vimos en el capítulo anterior, el Señor Jesucristo habrá venido a
reinar en la tierra (Is 11), los rebeldes habrán sido destruidos,
incluidos la bestia y el falso profeta, y ahora, al comenzar este
capítulo, vemos que el mismo diablo, que engañaba a las naciones, es
atado y se le impide llevar a cabo sus malvadas intenciones. A todo
esto hay que añadir que la tierra será poblada por muchas personas
resucitadas y glorificadas, es decir, que ya serán perfectas. Sin
embargo, todavía quedarán algunas personas que no habrán muerto
en la gran batalla descrita en el capítulo anterior. Estas vivirán en un
entorno ideal. ¿Qué ocurrirá?

Con frecuencia, los seres humanos culpan de su pecaminosidad al


entorno o las circunstancias en las que viven. En otras muchas, se
quejan de sus gobernantes y de las leyes. Pero esto ya no será una
excusa durante el milenio. Dios creará un "Siglo de Oro" en el que
desaparecerá todo tipo de injusticia social y de corrupción política. En
ciertos sentidos, el hombre vivirá en condiciones muy parecidas a
lasque había en el paraíso inicial.

En otras ocasiones, en su afán de eludir cualquier responsabilidad


propia, el hombre culpa de la maldad en el mundo a Satanás. Pero
durante el milenio, él también será atado y no podrá actuar. El
hombre, y sólo el hombre, será responsable de lo que ocurra.

Es triste, pero al acabar el milenio vemos que los hombres se rebelan


nuevamente contra Dios y su gobierno de justicia. De este modo, el
milenio pondrá en evidencia que el problema del ser humano es muy
profundo. El pecado ha causado verdaderos estragos en el hombre, y
aun viviendo en las mejores condiciones imaginables, permanece su
depravación. El mal está dentro del corazón humano y persiste aun sin
la presencia de Satanás. La idea de que la naturaleza humana es
básicamente buena, es una enorme mentira.
Esta es una de las razones por las que este reino tiene una duración
limitada en lugar de ser eterno

Qué es Tribulación:
La tribulación es la aflicción, pena o congoja que padece quien ha pasado o
está pasando por un evento desafortunado.
La tribulación puede hacer referencia a un sufrimiento interior, relacionado
con el dolor producido por una conmoción o por una gran angustia. Por
ejemplo: “Una tribulación nublaba su mente”.

Por su parte, la tribulación también puede asociarse a las adversidades que


padece una persona en la consecución de sus objetivos. Por ejemplo: “Pese
a todas las tribulaciones por las que pasó, José logró montar su empresa con
éxito”.
Sinónimos de tribulación, por su lado, serían: congoja, pena, aflicción,
amargura, sinsabor, así como adversidad, calamidad, desgracia, infortunio.
La palabra, como tal, proviene del latín tribulatĭo, tribulatiōnis.

Tribulación en la Biblia
La tribulación, desde el punto de vista de la doctrina cristiana, es la aflicción,
el dolor o la angustia que se padece a nivel espiritual cuando nos hemos
apartado del camino de Dios. Es un padecimiento que se cierne sobre los
creyentes que han padecido las más diversas calamidades (prisión,
persecución, enfermedad, angustia interior, etc.). Es considerada como una de
las formas en que Dios disciplina a su pueblo infiel: “En los días postreros,
cuando estés atribulado y todas esas cosas te sobrevengan, volverás al Señor
tu Dios y escucharás su voz” (Deuteronomio, IV: 30).
Sin embargo, la tribulación es también considerada una prueba de fe, que
reporta mayor crecimiento y madurez al creyente: “Tened por sumo gozo,
hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba
de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto
resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada”
(Santiago, I: 2-4).
Gran tribulación
Como gran tribulación se designa un concepto de la doctrina cristiana que se
refiere a un periodo de la historia de la humanidad que, según Jesucristo,
tendrá lugar cuando se avecine el Apocalipsis. En este periodo, las personas
que no siguen o han dejado a un lado la fe en Cristo se enfrentarán a grandes
penas y tormentos, no solo internos, sino externos, con plagas, calamidades y
desastres naturales que azotarán a la humanidad. La gran tribulación
anunciará la segunda venida de Jesucristo. Otras interpretaciones, sin
embargo, sugieren que la gran tribulación es aquella que cualquier persona
padece a nivel personal en momentos de grandes dificultades, y que no es
sino un llamado para volver al Padre.

"La Gran Tribulación"

1. ¿Cuándo comienza la Gran Tribulación?

La Gran Tribulación comienza 3 ½ años después del Arrebatamiento de la Iglesia.


(también conocido como

Rapto)

2. ¿Pasará la Iglesia del Señor por parte o por todo el período de La Tribulación?

Hay quienes enseñan que la iglesia de Jesucristo va a pasar por toda o por una
parte de la Gran Tribulación. La

Biblia es bien clara en este particular. Dice Apocalipsis 3:10, 10 Por cuanto has
guardado la palabra de mi

paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el


mundo entero, para probar a

los que moran sobre la tierra.

Por lo tanto concluyo que la iglesia NO va a pasar por la Gran Tribulación. Ni por
toda ni por una parte.

Durante “la tribulación”, la iglesia de Jesucristo estará en las mansiones celestiales


gozando y disfrutando con el

Señor.

Quienes hayan rechazado el Evangelio y no se hayan arrepentido reconociendo a


Jesucristo como Señor y
Salvador recibirán los castigos que más adelante mencionare, pasando por ende la
Gran Tribulación, que NO es

para la Iglesia pero SI para ellos.

3 ¿Que es la GRAN TRIBULACIÓN?

La Tribulación es un futuro período de tiempo, cuando el Señor llevará a cabo al


menos dos aspectos de Su

plan: 1) Él concluirá Su disciplina a la nación de Israel (Daniel 9:24), y 2) Él juzgará


la incredulidad y la

maldad de los habitantes del mundo (Apocalipsis, capítulos 6 – 18). La duración de


la Tribulación es de siete

años. Esto es determinado por una comprensión de las setenta semanas de Daniel
(Daniel 9:24-27). La Gran

Tribulación es la última mitad del período de la Tribulación, con tres y medio años
de duración. Se distingue del

período de la Tribulación, porque la Bestia, o Anticristo, será revelado, y la ira de


Dios se intensificará

grandemente durante este tiempo. Además, en este punto, es importante enfatizar


que la Tribulación y la Gran

Tribulación no son dos términos diferentes. Dentro de la escatología (el estudio de


las cosas futuras), la

Tribulación se refiere a todo el período de los siete años, mientras que la “Gran
Tribulación” se refiere a la

segunda mitad de la Tribulación.

Considerando la información que Cristo nos dio en Mateo 24:15-30, es fácil


concluir que el principio de la Gran

Tribulación tiene mucho que ver con la abominación desoladora, la acción del
Anticristo. En Daniel 9:26-27,
encontramos que este hombre hará un “convenio” (un pacto de paz) con el mundo
por siete años (una “semana”;

de nuevo, ver apartado sobre la Tribulación y las Setentas semanas de Daniel *). A
la mitad del período de los

siete años – “a la mitad de la semana” – se nos dice que este hombre romperá el
pacto que hizo, haciendo cesar

el sacrificio y la ofrenda de granos, lo que se refiere específicamente a sus


acciones en el templo que será

reconstruido en el futuro. Apocalipsis 13:1-10 proporciona aún más detalles en


cuanto a las acciones de la

Bestia, e igualmente importante es que también verifica la duración del tiempo


que estará en el poder.

Apocalipsis 13:5 dice que se le dará el poder por 42 meses, lo que son tres y medio
años, la duración de la Gran

Tribulación.

Apocalipsis nos ofrece la mayor información acerca de la Gran Tribulación. Desde


Apocalipsis 13, cuando la

Bestia es revelada, hasta el regreso de Cristo en Apocalipsis 19, se nos describe el


cuadro de la ira de Dios en la

tierra por la incredulidad y la rebelión (Apocalipsis, capítulos 16 – 18). También es


una imagen de la forma en

que Dios disciplina y al mismo tiempo protege a Su pueblo Israel (Apocalipsis


14:1-5), hasta el cumplimiento

de Su promesa a Israel, al establecer un reino terrenal (Apocalipsis 20:4-6).

4. ¿Cuáles son algunos de los eventos que caracterizan y diferencian La


Tribulación /

Gran Tribulación?
A. primeros 3 ½ años de La Tribulación

Comienza inmediatamente después del Arrebatamiento (Rapto) de la iglesia.

Habrá paz universal.

PREPARACIION

Pablo nos pide como iglesia, en este último tiempo, que vivamos con dignidad para
recibir la corona, el gozo y la gloria. Pero sin Cristo, somos dados a crecer
materialmente, afanándonos por las vanaglorias, ignorando a Dios y el valor de
nuestra alma; máximo hoy, que la ciencia crece como señal del fin. Cuando nuestra
alma no es recta, nuestra vida se llena de orgullo, siendo estimulados por la sociedad
y la familia. Por esto, la juventud se esfuerza en lo material, al desconocer los
argumentos de la falsamente llamada ciencia, que es la que nos extravía de la fe, al
amar las riquezas, menospreciar el amor a Dios y explotar al prójimo.

Pablo escribe: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor
Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hch. 20:24). Y agrega
en otro pasaje: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la
fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor,
juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida” (2 Ti. 4:7-8).

La justicia divina
“Porque si Dios (…) no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero
de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los
impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra
reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir
impíamente…” (2 P. 2:4-6).

Dios hizo juicio sobre Sodoma y  Gomorra, por la maldad de jóvenes y viejos que
buscaban a los ángeles que visitaron a Lot, para conocerlos. Y Jehová hizo llover sobre
estas ciudades, azufre y fuego. Léase Génesis 19:5-24.

En el amor Dios advierte: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor
un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el
día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con
grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos… Puesto que todas
estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios,
en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo
quemados, se fundirán!” (2 P. 3:8-12).
Para escapar de esta generación maligna y perversa, leamos el consejo de la
palabra: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para
con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean
afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro
Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Ts. 3:12-13).

Pablo nos dice, que para esperar a Jesús y ser libres del día de la ira venidera,
debemos dejar   los   ídolos que en el pasado nos engañaron por la astucia del
maligno. Así como Dios nos buscó, ahora como hijos agradecidos busquemos a los
perdidos, para que tengan la paz y la salvación de la ira venidera. Siendo así una
corona para Dios, quien dará a sus seguidores la vida eterna. La palabra nos exhorta
a pelear con fe, para amar al que nos amó, y transferir su amor a los necesitados,
amando y sirviendo aun a nuestros enemigos.

En la nueva vida en Cristo, no se teme a la muerte, porque para nosotros morir es


ganancia y esperamos la resurrección. Pablo dice: “…No todos dormiremos; pero
todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta; porque se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Co. 15:51-52).

Qué es el arrebatamiento o rapto de la Iglesia?

Se conoce como el arrebatamiento o el rapto al momento en el cual Dios levantará a su


Iglesia y la sacará de la tierra. Los que hayan muerto en Cristo resucitarán y los
seguidores de Jesús que aun estén vivos serán quitados de la tierra. Desde ese instante,
la Iglesia estará con Dios por la eternidad.

En el Evangelio de Juan leemos unas palabras que Jesús dijo a sus discípulos. Esto
sucedió justo antes de su muerte y resurrección. Jesús les dijo que no debían estar
tristes porque, aunque él se iba físicamente, volvería. Él iba a preparar un lugar para
ellos, pero regresaría a buscarlos para llevarlos allí donde pasarían la eternidad con él:
No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre
hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a
prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos
conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.
(Juan 14:1-3)

Vemos que Jesús no se refiere a su resurrección sino al momento en que regresaría a


buscarlos, a ellos y a todos los que le hayan recibido como Señor y Salvador hasta
ese día. Por eso habló de muchas viviendas. Les aseguró que volvería a buscar a su
Iglesia, a todos sus hijos. Jesús los animó con esa esperanza y certeza. ¡Él volverá a
buscar a los suyos!

JUICIO

l juicio del gran trono blanco se describe en Apocalipsis 20:11-15 y es el juicio final antes
de que los perdidos sean echados al lago de fuego. Sabemos por Apocalipsis 20:7-15 que
este juicio tendrá lugar después del milenio y después de que Satanás, la bestia, y el falso
profeta sean lanzados al lago de fuego (Apocalipsis 20:7-10). Los libros que son abiertos
(Apocalipsis 20:12) contienen registros de las acciones de todos, tanto si son buenas como
malas, porque Dios conoce cada cosa que se ha dicho, hecho, o aún pensado, y Él
recompensará o castigará a cada uno, de acuerdo a ello (Salmo 28:4; Salmo 62:12;
Romanos 2:6; Apocalipsis 2:23; Apocalipsis 18:6; Apocalipsis 22:12).

Al mismo tiempo también se abrirá otro libro que es el “libro de la vida” (Apocalipsis
20:12). Es este el libro que determina si una persona heredará la vida eterna con Dios, o
recibirá el castigo eterno en el lago de fuego. Aunque los cristianos son tenidos como
responsables de sus actos, ellos son perdonados en Cristo y sus nombres fueron escritos
en el “libro de la vida desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 17:8). También sabemos
por la Escritura que es en este juicio donde Jesús juzgará a “los muertos de acuerdo a sus
obras” (Apocalipsis 20:12) y que todos aquellos “cuyos nombres no se encuentren inscritos
en el libro de la vida” serán echados al lago de fuego (Apocalipsis 20:15).

El hecho de que habrá un juicio final para todos los hombres, tanto creyentes como no
creyentes, es claramente confirmado en muchos pasajes de la Escritura. Cada persona
comparecerá un día ante Cristo para ser juzgada por sus obras. Mientras que está muy
claro que el juicio del gran trono blanco es el juicio final de Cristo, los cristianos no están
de acuerdo en cómo se relaciona a otros juicios mencionados en la Biblia, y en cuanto a
quiénes exactamente serán juzgados en el juicio del gran trono blanco.

Muchos cristianos creen que las Escrituras revelan tres diferentes juicios por venir. El
primero es el juicio de las “ovejas y los cabritos”, o el “juicio de las naciones” como es visto
en Mateo 25:31-36. Ellos creen que tendrá lugar después del período de la Tribulación,
pero antes del Milenio y que éste es para determinar quién entrará en el reino milenial. El
segundo es el juicio de las obras de los creyentes, frecuentemente referido como el
“tribunal (bema) de Cristo” (2 Corintios 5:10), tiempo durante el cual, los cristianos
recibirán grados de recompensa por sus obras o servicio a Dios. El tercero es el juicio del
“gran trono blanco” al final del milenio (Apocalipsis 20:11-15), que es el juicio de los
incrédulos en el cual ellos serán juzgados de acuerdo a sus obras y sentenciados al castigo
eterno en el lago de fuego.

Otros cristianos creen que todos estos tres juicios, como se ve en Mateo 25:31-36; 2
Corintios 5:10 y Apocalipsis 20:11-15, hablan del mismo juicio final, no de tres juicios
separados. En otras palabras, aquellos que sostienen esta opinión, creen que el juicio del
“gran trono blanco” en Apocalipsis 20:11-15 será el tiempo para que los creyentes e
incrédulos sean igualmente juzgados. Aquellos cuyos nombres se encuentren en el “libro
de la vida” serán juzgados por sus obras, para determinar las recompensas o pérdida de
recompensas que ellos obtendrán; y aquellos cuyos nombres no se encuentren en el “libro
de la vida” serán juzgados de acuerdo a sus obras para determinar el grado de castigo que
recibirán en el lago de fuego. Aquellos que sostienen esta opinión, creen que Mateo 25:31-
46 es otra descripción de lo que tendrá lugar en el juicio del “gran trono blanco” en
Apocalipsis 20:11-15. Las “ovejas” (creyentes) entrarán a la vida eterna, mientras que los
“cabritos” (incrédulos) serán lanzados al “castigo eterno” (Mateo 25:46).

Cualquiera que sea la opinión que tenga uno sobre el juicio del “gran trono blanco”, es
importante nunca perder de vista tres hechos importantes concernientes al juicio o juicios
venideros. (1) Que Jesucristo será el Juez. (2) Que los incrédulos serán juzgados por Cristo,
y que ellos serán castigados de acuerdo a sus obras. La Biblia es muy clara en que el
incrédulo está acumulando “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de
Dios” (Romanos 2:5), y que Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:6).
(3) Que los creyentes también serán juzgados por Cristo, pero puesto que la justicia de
Cristo les ha sido imputada, y sus nombres están escritos en el “libro de la vida”, ellos serán
recompensados y no castigados de acuerdo a las obras que hicieron. Romanos 14:10-12 es
muy claro en cuanto a que “todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” y que “cada
uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.

TIERRA NUEVA Y CIELO NUEVA


Mucha gente tiene un concepto erróneo de lo que es realmente el cielo. Apocalipsis
capítulos 21-22 nos dan una detallada descripción de los nuevos cielos y la nueva tierra.
Después del final de los tiempos, los cielos y la tierra actuales, serán deshechos y
reemplazados con nuevos cielos y nueva tierra. La morada eterna de los creyentes será en
la nueva tierra. La nueva tierra es el “cielo” en el cual pasaremos la eternidad. Es en la
nueva tierra donde residirá la Nueva Jerusalén, la ciudad celestial. Es en la nueva tierra
donde estarán las puertas de perla y las calles de oro.

El cielo – la nueva tierra – es un lugar físico en el cual moraremos con cuerpos físicos
glorificados (ver 1 Corintios 15:35-58). El concepto de que el cielo está “en las nubes” es
antibíblico. El concepto de que seremos “espíritus flotando alrededor del cielo” también es
antibíblico. El cielo que experimentarán los creyentes será un nuevo y perfecto planeta en
el cual viviremos. La nueva tierra estará libre de pecado, maldad, enfermedad, sufrimiento
y muerte. Será muy parecida a la tierra actual, o quizá aún una re-creación de nuestro
actual planeta – pero por supuesto sin pecado.

¿Qué hay acerca de los nuevos cielos? Es importante recordar que, en la mente antigua,
“los cielos” se referían al cielo del espacio exterior, así como al lugar donde habita Dios. Así
que, cuando Apocalipsis 21:1 se refiere a los nuevos cielos, está indicando más bien que
todo el universo será creado: una nueva tierra, nuevos cielos, un nuevo espacio exterior.
Parece como si el “cielo” de Dios también será re-creado, para dar a todas las cosas en el
universo un “nuevo comienzo”, ya sea físico o espiritual. ¿Tendremos acceso a los nuevos
cielos en la eternidad? Posiblemente... ¡pero tendremos que esperar para averiguarlo!
¡Dejemos que la Palabra de Dios de forma a nuestra comprensión del cielo!

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