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La mala hora (fragmento)

Sentado don Rodrigo (conserje de los viejos)


decía a su sobrina: —conserva mis consejos,
que ya la adolescencia venció a la pubertad.
La joven inaudita miraba tan lozana
la trémula esperanza muy digna y soberana
y dijo mascullando: —lo sé, ya tengo edad.

—Campánula de mi alma, sabor de los sabores,


la gente merodea (pues dicen hay rumores,
que esconde algún secreto la hijita del Sultán).
En eso la muchacha sintió derribar su alma
debido a las falacias. Y sin perder la calma
responde: —El ego mata por necio y balandrán.

—¡Oh linda clavellina confiesa lo que escondes


pues hace mucho tiempo que airosa me respondes,
yo dudo de tus ojos (mirada de temor)!
—¡Ya basta!— le grita ella.  —Ya son dieciocho años
y sigues con refranes tentados por engaños
(excusas y dislates; consigna de terror).

Samuel Dixon

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