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ACERCARSE
A LA CRUZ
Aprende a rezar de la mano de los
personajes del Evangelio
ACERCARSE
A LA CRUZ
AUTOR: DIEGO ZALBIDEA
© Arguments Catequesis
Arguments Catequesis
Monasterio de la Oliva 7, 2º B,
31007, Pamplona, Navarra (España)
www.arguments.es
PRÓLOGO
“Acercarse a la Cruz” es una recopilación de los textos
relacionados con la Pasión y Resurrección del Señor de la
serie de “La Vocación de los personajes del Evangelio” dentro
del proyecto: “Mi vocación es un regalo”, de Arguments. En
esta ocasión el autor imagina cómo fue la vocación de
algunos de los personajes del Evangelio.
NOTA DEL AUTOR
Hace mucho encontré esta historia y me encantó. Cada vez
que la leo, la disfruto más:
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La mejor parte…
Cada uno de los tres era único para él. Es curioso pero no
sentíamos nada de envidia y eso que Jesús trataba a cada uno
con detalles muy exclusivos. Nos alegraba mucho
comprobarlo. Con él es muy fácil rechazar la envidia, la
tristeza, las comparaciones y los celos. Cerca de él te sentías
la única, la mejor, la más amada, la predilecta. Es como si
diera un valor diferente a lo que eres y no sientes que lo
bueno de los demás compita por acaparar su cariño. Al revés,
te alegras al descubrir cómo querer también de forma
irrepetible a tus hermanos, amigos y conocidos.
Le encantaba mi trabajo
“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra” (Juan 8,
1-11).
…poco a poco
CAPÍTULO 9
CAIFÁS: «SIN DARME CUENTA
ANUNCIÉ QUE JESÚS DEBÍA PADECER
POR TODA LA NACIÓN»
“Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis que os
suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?»” (Mt 27:27).
San Pedro
Jesús tuvo que sacarme del agua, pegar una oreja del
bueno de Malco, ponerse serio para lavarme los pies, y
echarme la mejor bronca de la historia (¡Apártate de mí,
Satanás!). Pero lo hacía con tanto cariño que yo, que soy todo
corazón, me derretía: nunca me enfadaba y mira que tenía
experiencia sobre cómo hacerlo. Me quedaba encantado cada
vez que Él intervenía para frenarme.
Puede que algunos piensen que odio los gallos pero nunca
me había gustado tanto su sonido hasta aquel viernes. Lloré
porque vi y sentí claramente que Jesús me perdonaba. Me
había perdonado antes, cuando le prometí que no le dejaría y
por eso el sonido del gallo me recuerda siempre que Dios me
conoce y me quiere como soy. Le hace mucha gracia y le
encanta salvarme.
Mi miseria no es un obstáculo
“No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos pues
si al árbol verde lo tratan de esta forma, en el seco ¿qué se
hará?” (Lc 23, 28-31).
#UnaMiradaGrabada
¿Qué más puede pedir una madre que un final feliz para
sus hijos? ¿Qué más puede pedir una madre que Dios te
confirme que tu hijo está salvado? Me he pasado toda una
vida rezando y en el peor momento, en el más angustioso, en
el momento de mayor desesperación, recibí un consuelo
compensa cualquier pena, cualquier sacrificio, cualquier
renuncia. He alcanzado lo único que me interesaba de
verdad: devolver mi hijo a quien me lo regaló. Y además,
entregar a Dios su don no muy estropeado.
“Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae
tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente»” (Jn 20, 27).
“Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que
yo he de beber?». Contestaron: «Podemos»” (Mt 20, 22).
Mi madre le pidió que nos sentáramos uno a la
derecha y otro su izquierda en el Cielo
¿Podéis?… ¡Podemos!