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La Ley de Subvenciones, luego de su modificación por Aula Segura, contiene
plazos, etapas y conceptos específicos en relación a los procedimientos
sancionatorios que los Colegios deben desarrollar previo a la aplicación de una
medida disciplinaria.
Dichos elementos son regulados, tal como se señala, por una ley, por lo que los
colegios deben respetar e incluir en sus reglamentos internos, y, en caso de no
hacerlo, se entienden de todas maneras considerados en virtud del carácter
supletorio de la Ley.
Así, como principales elementos tenemos:
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El uso de medidas cautelares, como la suspensión, sólo podrá darse:
a) En aquellos casos en que exista un procedimiento sancionatorio en curso
b) Que dicho procedimiento sea en virtud de la comisión de una falta que esté
tipificada como grave o gravísima en el reglamento interno del colegio y que
conlleve la sanción de expulsión o cancelación de matrícula, o bien se trate
de algún acto que afecte gravemente a la convivencia escolar, como
explicábamos previamente.
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a) Que sus causales estuvieren claramente descritas en el reglamento interno del
establecimiento o
b) Que afectaren gravemente a la convivencia escolar.
Así, la expulsión o cancelación de matrícula se pueden imponer a un estudiante ya sea
porque las causales de dichas sanciones estén claramente descritas en el
reglamento interno del establecimiento o porque afecten gravemente la
convivencia escolar.
Respecto de aquellos actos que “afecten gravemente la convivencia escolar”, hay que
tener presente que cada establecimiento educacional tiene la facultad de
determinar cuáles hechos van a constituir dicha circunstancia dentro de sus
propios reglamentos internos, sin embargo la Ley de Subvenciones establece dos
situaciones que bajo toda circunstancia van a afectar gravemente la convivencia
escolar: 1. Aquellos actos que “causen daño a la integridad física o síquica de
cualquiera de los miembros de la comunidad educativa o de terceros que se
encuentren en las dependencias de los establecimientos” y 2. “Los actos que atenten
contra la infraestructura esencial para la prestación del servicio educativo por parte
del establecimiento”. Lo relevante en esta materia, es que es la misma la ley la
que da ejemplos de aquellos actos que caben en la primera categoría (causen
daño a la integridad física o síquica), a saber:
a) Las agresiones de carácter sexual.
b) Las agresiones físicas que produzcan lesiones.
c) El uso, porte, posesión y tenencia de armas o artefactos incendiarios.
También respecto del procedimiento sancionatorio a otros miembros de la comunidad
educativa que no sean estudiantes (apoderados o funcionarios), hay que tener
presente que si bien la ley señala como posibles infractores de la convivencia
escolar a cualquier miembro de la comunidad escolar, “el procedimiento
disciplinario planteado en el literal d) del artículo 8 de la Ley de Subvenciones, sólo
procede estrictamente respecto de estudiantes matriculados en el
establecimiento”, tal como se señala en el Dictamen Nº52 de la Superintendencia
de Educación.
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de su pupilo, advirtiendo la posible aplicación de sanciones e implementado a favor de
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él o la estudiante las medidas de apoyo pedagógico o psicosocial que estén
expresamente establecidas en el reglamento interno del establecimiento educacional”.
Sin embargo, el requisito descrito en el punto previo, no procede en aquellos casos en
que según la propia Ley “se trate de una conducta que atente directamente contra
la integridad física o psicológica de alguno de los miembros de la comunidad
escolar, de conformidad al párrafo 3º del Título I del decreto con fuerza de Ley
Nº2, de 2009, del Ministerio de Educación”
Así tenemos que la representación a los padres y apoderados de la conducta del
alumno y las medidas de apoyo psicopedagógico previas a la imposición de la
expulsión o cancelación de matrícula, son indispensables para todos los tipos
infracciónales que se encuentren descritos en los reglamentos internos, salvo que
la acción que constituya la falta sea de aquellas que atentan directamente en
contra de la integridad física o psicológica de alguno de los miembros de la
comunidad educativa.