una abuela Rosa del brazo para cruzar la calle y los charcos. Que con su amor de madre postiza te regale más de una sonrisa. De adentro para afuera dejate llover siempre es mejor que esconderse o correr. Y si los malos recuerdos te abruman las arrugas de sus manos te acunan. Observo las cosas que no cambian nunca y pienso en los principios que regulan movimientos y formas.
Imagino que chocan entre sí
hasta que los principios se convierten en finales.
Busco en esas cosas
que no cambian nunca aquellas que hacen de mis días un fó sforo quemado o pura posibilidad.
De ese orden que desconozco
tierra y semilla por lugares infértiles hay un aguacero que nos excede. Después se me pasa y vuelvo a las cosas que nunca cambian. ---- El paso del tiempo deposita su insistencia sobre los objetos ubicados en la esquina derecha del escritorio deja su rastro alrededor de la vasija diminuta, sobre la tacita de plá stico celeste. Queda petrificado en las cosas que dejé de mirar. Cuando hablamos de las cualidades del viento nunca pienso en la fricció n o la temperatura ambiente sino en agosto en barrer en lo que falta para que termine el añ o. Pero llegado el final no reconozco el ú ltimo encuentro con las personas que me cambian la vida porque sigo preocupada por cambiá rselas a ellas. ---- Cuando escribí “correr mucho” pensé pura y exclusivamente en una pelota de fú tbol pensé en todo el polvo que se levanta cuando dos cuerpos se disputan un gol. Ahora que lo releo pienso en un lunes de atravesar paciencias relojes promesas. Pienso en lo que queda atrá s mientras avanzo sin rumbo pero con paso firme. Quisiera que la angustia se llene de polvo. Quisiera que nos disputemos cosas banales como cuá ntos besos nos daríamos si fuera el fin del mundo y nadie nos persigue. Como lo que no puedo siempre es má s importante que lo que sí desearía poder descansar aquellos días que la cabeza imagina el fin de esos mundos. ---- el domingo tuve miedo de tener una pesadilla el domingo nombré Mercury a mi gato el domingo hablé de mi papá el domingo una amiga me dijo que estaba triste el domingo guardé la ropa de invierno y me sentí bien el domingo lloré porque no entendí lo que pensaba el domingo caminé por la plaza con la chica que me gusta el domingo bailé sola hasta las 3am el domingo miré los fó sforos usados con nostalgia el domingo descubrí que el triá ngulo de luz que da en el patio se amplía lentamente. el domingo me pregunté “¿y si esto es todo?” el domingo filmé un fuego durante veinte minutos el domingo me dije que me tenga paciencia el domingo soñ é con el agua del río Paraná y no lo entendí. hoy corrí (a una/ atrá s de una) una pelota de fú tbol y se parece (pareció ) a la infancia que no tuve. ------ De las rejas para adentro el repiqueteo de la lluvia se expande cálida sobre el techo mis piernas tus muslos las piedras. a veces me pregunto cuá ndo llegará s. Colecciono imá genes de flores marchitas y vaquitas de san Antonio pienso en vos cuando es de día. A veces me pregunto cuá ndo llegará s. Hice una lista de las cosas que se necesitan para sobrevivir a los domingos entre ellas, escribí: mirar el olivo de reojo sobornar con comida al gato contar la distancia que separa el living del río repetir la palabra soledad hasta que desaparezca. ----- Mi planeta es una casa vacía un celular sin internet, es un patio que anuncia tormentas que nunca llegan. Mi planeta es la promesa de trabajos prá cticos por resolver, una jornada extensa de siestas sin dormir. Mi planeta es el itinerario laxo de obligaciones inventadas o la mirada distraída hacía mí. Algunas veces, me pregunto qué puedo descubrir que no haya dolido aú n. -----
El sonido del corta uñ as
le marca un ritmo a la caída del sol cielo rosado y vecino que desconozco les gatis no deberían, pero siempre cuando puerta ventana abierta recorren la baranda hacía el lado prohibido. Pienso que yo también podría ser un gati que juega a no caerse mientras caza un bichito de luz.
El ruido de la cancha marca el ritmo de la caída del sol
como un gato juego a no caerme cazo luces que vienen de la calle se proyectan en el techo vecine sin nombre festeja un cumpleañ os inventado me distraigo con una greita que se dibuja a lo largo del techo y vuelvo a la tensió n muscular: mido las posibilidades de éxito antes de moverme como un gato me distraigo con las hormigas que ingresan por la misma grieta a tientas subo y bajo superficies planas me relamo las pequeñ as victorias y reanudo el juego de distraerme para no caer ----- Ayer parecía un día de agosto: el viento levanta la tierra acumulada alrededor de unas masetas olvidadas, una bolsa de plá stico baila con mi sombra. Eso me hizo recordar a las cosas que intento olvidar y el viento desparrama. Después una caricia me abunda en la cara mientras recorro con palabras desprolijas lo que no quiero olvidar. Ahora pienso que las plantas de mis pies también necesitan tierra y que los olvidos amontonados se parecen a los crisantemos que dejé en el patio. Eso hizo que me pregunte si sobrevivirá n a mi ausencia Eso hace que me diga "vas a sobrevivir a su ausencia". ---- Lo que no se hace cuando empieza el día Nunca pensé que el fin del mundo sería al amanecer sin embargo, ahí está n las cosas pendientes acumulá ndose en un rincó n esperando el fin del fin del mundo, postergadas como si fuera domingo, aunque sea martes. Era por la mañ ana y no de tarde, fue al amanecer y no de noche cuando quise dormir la siesta mientras las vidas cotidianas se desvanecían a mi alrededor. La promesa de un nuevo comienzo saca puntas se despereza y me sirve la cena a cualquier hora a la vez que confirmo que el fin del mundo se hizo al amanecer. Auge y ocaso en plaza Colón Cascara y semilla contraste sutil entre cemento y mandarina siesta de sol charla inventada conmigo lo ú nico que puedo escupir son las pepas, lo demá s todas las palabras todas las personas todos los perros callejeros quedan en segundo plano cuando la acidez de la fruta me embriaga el pensamiento y es parecido a las verdades que no me dijeron en voz alta. ----- Siempre esperando el ruido que delate las intenciones que aú n no tienen forma. La casa habla un idioma que desconozco aunque tengo la sospecha aunque tengo la certidumbre que les niñ es de arriba no lo hacen a propó sito. La sombra só lo da miedo cuando está quieta ahí agazapada señ alando con su dedo alargado el espanto. ¡Ay no pero señ ora sombra! dejeme las noches tranquilas que les gatis duermen y el pasillo es angosto pero la inocencia es grande. ----- Como cuando soñé que hacía bien el golpe de abajo La primera vez que mis viejos se separaron empecé a jugar al vó ley. Casi todo era silencio camino al club, silencio, viaje en moto hacía la escuela, silencio. El campeonato se hizo largo fuimos enmudeciendo de a poco aunque a veces el entretiempo podía extenderse hasta la plaza má s cercana para practicar con poca destreza el saque de abajo y los domingos en familia. Una vez soñ é que hacía bien el golpe de abajo: seguridad en las rodillas y concentració n es todo lo que se necesita para dominar un contraataque inesperado. ----- A veces tengo la costumbre de esperar que las siestas traigan la tranquilidad que no hubo antes. Como ritual se acomoda entre las obligaciones para aliviar el dolor en las plantas de los pies, para aliviar el cansancio de las cuerdas vocales o el desgaste del encuentro con personas a quienes no veo el rostro completo. Cuando estoy despierta una lista se renueva cada vez que tacho lo que ya hice. Deposito en la siesta lo que quiero que se vaya pero lo que siempre está es el calor de sopetó n la olfateadita curiosa de un gato que acompañ a aunque no deja dormir. Suspiro y ronroneo mientras la vecina escucha el cronograma de pagos a los jubilados. ----- Como parte de las actividades diarias siempre hago cuentas: saco un poquito de acá pongo un poquito de allá . A principio de mes me siento cansada un esfuerzo innecesario me lleva a querer manejar mis finanzas, me pido prudencia pero no soy prudente como cuando quiero trabajar menos y no me alcanza como cuando quiero cosas y no me alcanza. No soy prudente eso me tensa la voz, la postura me hace dudar aunque la garganta se aclare y no tenga qué decir porque lo ú nico que deseo es andar en bici sin remera por cualquier calle de cualquier barrio de cualquier provincia de otro mundo -- Alguna vez me dijeron que el enojo tiene una doble cualidad: motoriza las decisiones abruptas pero aferrarse a él te apaga por dentro. A veces no sé có mo hacer para no estar enojada cuando salgo a la calle la mayoría de las cosas que veo me molestan. Entonces hago meditaciones antes de dormir para que esa emoció n no se convierta en bruxismo. Voy a autodefensa para transformar ese enojo en algo que me sirva. No me gusta sentir miedo. Lloro y miro memes Lloro y escucho sonidos de agua corriendo Lloro mientras intento recordar alguna anécdota ridícula. En la madrugada busco otras piernas que también me buscan y mis manos se agrandan para enredarse con otras manos que también me buscan y vuelvo a pensar que “en los puñ os cerrados no entran las caricias” ----- La canchita del costado de casa tenía ese beneficio del barro cuando empezaba a llover. Casi todo parecía la final entre Brasil y Japó n en las siestas de ese barrio del que intento olvidar el nombre. Seguro yo era Oliver si no se hubieran dado cuenta de que tengo tetas y las caderas de un adolescente. Me gustaría decirle a Zai que si ella se animaba podíamos ser los hermanos Korioto y con una simple pirueta escaparnos de los malos recuerdos ---- Ya habían logrado aceptar que a escondidas jugaba a la pelota que nunca el té o la casita. Después de la escuela corría a sacarme el uniforme pollera tableada chomba blanca mi uniforme el otro me gustaba má s: me permitía cosas que todavía no sabía como mirar mirar mucho intentar que me mire mucho quizá s ensayar algú n saludo y esperar como les gatis antes de perseguir un insecto esperar como los pescadores al lapacho en agosto esperar a que piense que yo podía estar con ella aunque no nos hayan enseñ ado eso esperar para contarle que ella me gustaba y de pronto jugar a recitales de Elton John y George Michael en las siestas de casas vacías. Jamá s le dije a Zai que mas allá de nuestros viejos separá ndose lo que mas mas me dolía era saber que esa chabona en la vida me daría bola. -----
Una calle de asfalto
me da la bienvenida, el brazo de padre sosteniendo un ú ltimo cigarrillo mientras el humo desaparece se ha convertido en un ritual que se repite dos veces al añ o. Con el paso del tiempo la terminal se fue vaciando, quedamos los pocos los imprescindibles así lo prefiero la charla profunda se da sin rodeos. Me pierdo y me vuelvo a encontrar en la avenida otrora de tierra, me abruma el verdor del paisaje y el vapor de la siesta. En el entusiasmo de la primera jornada la tonada chaqueñ a mi tonada chaqueñ a me hace saber que un refugio me espera. Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo. ---- Un fuego y una amiga hablando sobre los rituales de la muerte el agua que corre a pesar nuestro una vereda marchita en la planta de los pies. La plaza de la Intendencia un 7 de marzo un gato devorá ndose la noche la vecina charlando con Marta / siempre con Marta. La plaza de la Intendencia un 7 de marzo devorá ndose la noche y un gato la bici en una peatonal desierta un anhelo de huerta creciendo en el rincó n del patio. Bailar en el medio de la rutina, un 7 de marzo en la plaza de la Intendencia y, a veces, poder nombrar las cosas que deseo que existan me salvan de las obligaciones por venir. -------- Almuerzo frutas al sol a mis espaldas niñ es de todos los tamañ os se amontonan en hamacas y toboganes el sonido de un timbal acompañ a el murmullo de la calle, creo que espero algo quizá s sea que el tiempo pase a veces no sé có mo hacer que el tiempo pase. De regreso un gato mira desde el umbral de la habitació n como esperando para entrar pero no entra mira y espera un permiso que no llega. Intento darle forma a un poema que en realidad es una emoció n pero tampoco llega. Las palabras son un caos entonces leo para llenarme de otras palabras que no son las mías. El día se va poniendo gris de repente un fresco que antes no estaba me interrumpe el trabajo y la concentració n mientras un licor dulce suaviza la rutina ¿ya dije que no me gusta el invierno? Las cobijas y un cuerpo tibio me abrazan y tranquilizan ese anhelo por ordenar eso me calma la garganta. - ------
Me hago preguntas que olvido responder
no por descuido o apatía má s bien la distracció n de mirar al sol de frente taparlo con un dedo para descubrir que só lo no alumbra lo que elijo no mirar. Me hago preguntas que olvido responder es que el agua la tengo hasta el cuello es que el agua no me hace flotar tengo los pies resecos de tanto andar con cuidado antes de noche, ahora también de día. No me gusta tener miedo. Me hago preguntas que olvido responder ahora sí, por aburrida y cansada de no volver. Alrededor todo es lo mismo, orillas de cemento balcones sin plantas o ventanas tapiadas. Extrañ é la calidez de algú n viento, el verdor de un abrazo porque en la calle ya es invierno. Esta plaza soy yo y una isla. ----- La copa de un á rbol infinito se desploma ante mis pies sé que cae, pero nunca termina de caer sus hojas secas se desparraman entre los escombros o los días. Un perro que desconozco ladra en alguna parte de la casa. Sigo el ruido y me pierdo. El perro es Zai jugamos al juego de la copa debajo de las sá banas. Ella se ríe. Yo tengo miedo. Después la abuela Rosa está viva tiene un vestido largo con flores un poco gastado por el tiempo. Todo es añ ejo a su alrededor, menos ella que está viva. Le cuento un secreto y se asusta. Le pido un consejo. No recuerdo lo que me dice. Ahora mis manos son de flores marchitas sus espinas ya no pinchan. Soñ é que hacía las cosas que no hice cuando estaba despierta. ------- Estoy acá pero si miro de frente no me reconozco el rostro ni los pensamientos entonces me dejo llevar por la cadencia del aire que entra primero a mis pulmones y luego crece por toda la casa. Vibran puertas, ventanas, paredes se sacuden rodillas, manos, anécdotas. En cuatro tiempos intento controlarlo: inspiro uno dos tres cuatro cinco sostengo uno dos tres cuatro cinco suelto uno dos tres cuatro cinco me quedo sin aire uno dos tres cuatro cinco y vuelvo a empezar. Pronto será la noche má s larga del añ o como una eternidad que todavía no empieza, aunque se anuncia con cada rayo de sol que ya no me toca no sé si estoy preparada para eso hasta que carcajada de vecine repercute en el patio, las plantas y me alivia de lo que aú n no fue.