Está en la página 1de 47

Lluvia de gatos

Ⓒ Guillermo Lamolle, 2022


Ilustración de portada: Jorge Di Pólito
Índice
Pañuelos.........................................................................................................................4
Gatos..............................................................................................................................5
Llueve............................................................................................................................6
Banderas........................................................................................................................7
En la noche....................................................................................................................8
Distracción.....................................................................................................................9
Alubias.........................................................................................................................10
Un dragón....................................................................................................................11
Otra noche....................................................................................................................12
El mar..........................................................................................................................13
Más pañuelos...............................................................................................................14
Tierra seca....................................................................................................................15
El pez...........................................................................................................................17
De ninguna...................................................................................................................18
Cantinero.....................................................................................................................19
La babosa que pisé.......................................................................................................20
Ay.................................................................................................................................21
Mariposa......................................................................................................................22
Vos sabés......................................................................................................................23
Sacalún charsá.............................................................................................................25
La situación..................................................................................................................26
Tiempo.........................................................................................................................27
Tus colores...................................................................................................................28
Rumbarambé................................................................................................................29
Sin................................................................................................................................30
Imposible.....................................................................................................................31
Una milonga................................................................................................................32
Baba del diablo............................................................................................................33
Alas de azúcar..............................................................................................................34
El país de los tristes.....................................................................................................35
Frío...............................................................................................................................36
Plagio...........................................................................................................................38
Podría ser.....................................................................................................................39
Yo sabía.......................................................................................................................40
Remolinos....................................................................................................................41
Un río...........................................................................................................................42
Los viajes que no hicimos...........................................................................................43
Pajarracos.....................................................................................................................45
He pasado....................................................................................................................46
Amor de gatos..............................................................................................................47
Pañuelos

Con pañuelos y agujeros por banderas


con silencios, con bocinas, con espejos,
niños, jóvenes y viejos,
no importa de qué tan lejos
vengan por el tiempo andando.
Los que quieran ya se pueden ir sumando;
no hay ni que pedir permiso
ni llenar un formulario.
La cuestión es la actitud,
y también la exactitud.
Hay que estar en el momento necesario
y ser algo solidario
con los seres solitarios
a quienes enmarañó
la quietud sin esperanza,
el aire con bolsas de nailon flotando en el aire sin voces,
el viento que sale de adentro de un cuento y se roba el olor de la vida.

Pero ¡basta! no nos adelantemos,


que la noche recién llega
y la mesa está servida.
Gatos

Todos los días son cualquier día


en esta larga espera infecciosa;
todas las noches se comunican unas con otras,
pecaminosas en rebeldía.
Todas las tardes son cualquier cosa,
casa nublada,
y en esta fiesta
sin luz ni orquesta
el vino no tiene gusto a nada.
Pero acá arriba,
tras esas chapas,
están los gatos.
Siempre los techos tienen docenas;
fabrican rayos en luna nueva
y arman tormentas si no hay tormenta
y coros de ánimas animadas,
de animales que se animan a animarse a darse ánimo en la noche,
bajo el derroche de truenos de zinc,
relámpagos de ojos
y acordes del coro de gatos menesterosos de La Unión,
con unas notas fantasmagáticas
y otras más bien silenciosas
que no se sabe de dónde,
ni si antes ni si ya,
solamente que sabían
que querían estar acá
y que están donde querían.
Llueve

Llueve bajo las estrellas,


llueve bajo las nubes que son telones de las estrellas,
llueve bajo los techos que esconden nubes,
llueven las gotas de las goteras,
en los cacharros en las baldosas,
sobre las mesas y la heladera,
llueve lluvia donde quieras.

Triste y lejana infancia


que sin embargo está acá,
en mi cercana distancia.
Curiosamente no llueve adentro,
son otros tiempos.
Amo la lluvia
y soy feliz cuando diluvia,
y entonces, para.

Y en el silencio que añoraba


en mi ayer sin azotea,
hoy mi alma triste
se agujerea.
Banderas

Y es entonces cuando llega


el ejército de agujeros y banderas;
te agarra en andas, me agarra,
me saca por la calle y la vereda,
me canta cosas, canciones,
me convida con bebidas orientales,
me dice que no soy tan desagradable, después de todo
(se me puede mirar de frente algunos instantes),
ni tan inexorablemente inepto,
y me permite seguir con ellos
toda la noche,
siempre que no me les pegue demasiado,
porque tienen que conservar no sé qué,
manga de conservas.
No, mentira, eso imagino que va a pasar
—siempre pienso lo peor,
y me resulta, porque luego no es tan malo—,
pero ahora, yo qué sé… no llegan,
¿qué hora es?
no vienen,
tal vez, tal vez,
tal vez no. Son como todo lo bueno,
no existe,
son como todo lo lindo,
es lejano y es ajeno,
son como todo lo que vale la pena:
justo se fue recién.
No, mentira, soy yo otra vez,
y esto ni siquiera es lo que pienso,
pero me pareció que quedaba bien
y me sirve como precalentamiento.
Bueno, los dejo,
tengo que ponerme mi disfraz de agujero
y salir
a perforar tristezas.
Ahora sí.
En la noche

Alta noche,
una niña camina sola por la calle.
Me cruza.
No me mira.
No me habla.
Pero de algún modo
me dice:
dale, seguí,
arrancá,
tomatelás,
no te ocupes de mí,
total,
otros lo harán.
Distracción

Hoy, cuando nos despertamos,


había dos alas de pájaro
al lado de la cama.
¿Cómo puede un pájaro ser tan distraído?
Alubias

Lindo, plantar alubias


bajo la lluvia.
Si se llamara llivio
serían alivios.
Si, en cambio, fuera llupia
sembraría rupias.
Si se dijera llovia
plantaría novias,
todas con velo blanco
sobre altos zancos.
La rima, con su flema,
es quien domina
la claridad cansina
de este poema.
Por eso las tormentas
son turbulentas,
por eso es que las flores
tiemblan de amores,
y que canto y abrazo
como payaso,
y río como un río
y lloro a coro.
La rima mima y lima
la pantomima
que, libre de palabras,
no se descose ni descalabra,
manteniendo el sentido
detrás del ruido.
La rima, por lo tanto,
es esperanto.
La música... no tanto,
pero igual canto
y a veces suelto amarras
bajo la parra
y navego los vinos
de mi destino.
Un dragón

Un dragón feroz y hambriento me persigue


por las noches infinitas, desde siempre.

Es mi castigo saber
que no hay modo de escapar,
y su tormento, entender
que jamás me va a alcanzar.

Un dragón feroz y hambriento, desde siempre,


por las noches infinitas me persigue.
Otra noche

Era una noche repleta de frescores.


No había flores ni árboles afuera.
No andaban perros ni nada en exteriores,
era una noche sin vida callejera.

Era una noche marciana, muy serena,


de aire huidizo y de lánguidas arenas,
de piedras mudas, volátiles, sin huertos,
y de pasados lejanamente muertos.

Noche de días con siete soles tristes,


en un planeta que yo sé bien que existe
en algún sitio de ese universo frío
que no es de nadie o, en todo caso, es mío.

No sé qué más agregar; no hubo un reproche,


solo soñé con la duda de un talvez,
en esa sombra sin tiempo, sin después,
que era una caricatura de la noche.
El mar

Me despierto. Noche plena.


Agua salada en la cara.
Los sueños, sin preguntar,
ya lavaron su aguafuerte.

La noche se vuelve mar:


oscuro como mis penas,
oscuro como mi suerte.
Más pañuelos

Con pañuelos y agujeros por banderas


con silencios, con bocinas, con espejos,
viene gente desde lejos a la guerra
que fundará la nación
más hermosa de la tierra:

Latinoamérica es bella / física y humanamente


y está en manos de ladrones / que hoy están en expansión
con miles de escobillones / épica y éticamente
vamos a barrer la mierda / amigos del corazón
antes de que se nos pierda / irrecuperablemente
la selva con sus canciones / sus ríos y su pasión.
Tierra seca

Vamos, lluvia antigua, a donde quieras,


como ser, por ejemplo,
hasta mi lejana infancia
que, sin embargo, está acá,
siempre acá, que es allá, pero está
donde puedo abrazarla un momento:
cerca en el espacio,
lejos en el tiempo.

Trac, trac, trac, trac.

Un niño agachado en el fondo de la casa


hace un pozo con un martillo.
La tierra reseca, dura,
imposible,
se resiste, pero el niño
poco a poco
va abriendo un agujero.
Día tras día,
a pleno rayo de sol,
trac, trac, trac, trac.
Tal vez un día llueva
y la tierra se ablande.
Su madre, atareada,
lo ve por el vidrio
de la puerta de chapa de la cocina,
y parpadea para espantar
algún oscuro pensamiento
disfrazado de mosca.
Las gallinas en el gallinero
no entienden nada de nada;
el perro duerme.
Tal vez un día llueva
y la tierra se ablande.
Trac, trac, trac.
El sol, allá arriba, contempla la escena
del niño que cava,
y envía calor,
que es lo único que sabe hacer un sol.
La tierra se vuelve más dura.

El niño no está triste; es un anciano


el que llora.
—¿Por qué esas lágrimas, viejo? —pregunto.
El hombre empieza a levantar la vista
pero se detiene.
—Yo qué sé.
Silencio.
Sus lágrimas son lluvia,
la tierra se moja,
ya es tarde.
El pez

El pez en la pecera
me mira, a su manera,
y trato de leerlo
desde afuera.

Nada entiende de lluvias


o caudales sombríos;
nada sabe de lagos
ni de ríos.

Pero hay cosas que sí;


por cómo me miró,
sé que hay algo que él sabe
y yo no.

Nunca lo entenderé
y él tampoco, a su vez;
por algo yo soy gente
y él es pez.
De ninguna

He cometido errores, varios cientos,


y embocadas, alguna.
Pero de pocas cosas me arrepiento;
capaz que de ninguna.
Cantinero

Cantinero,
sírvame hasta desbordar,
porque hoy quiero festejar.

Sí, mi amigo,
eche toda esa bebida bien servida,
total, la noche es más larga
que la vida.

Cobre, hombre,
que después voy a mamarme para siempre
y ya ni voy a acordarme
de mi nombre.

¿En qué piensa?


¡Vamos, mozo!,
que los miedos vaporosos
en sus pozos se condensan.

Y guarde, nomás, el vuelto,


que dicen que hoy los demonios
andan sueltos.
La babosa que pisé

La babosa que pisé


por caminar en lo oscuro
hoy es solo un dato duro
en la más fría estadística
de la historia babosística.
Víctima de mi desvelo,
es un dibujo en el suelo;
jeroglífico aleatorio
que evoca la sencillez
de quien no tuvo velorio
ni conoció la vejez.
Borroneado pictograma
que significa «babosa»,
y también es otras cosas:
una tierna filigrana
que apareció en la mañana
decorando una baldosa,
un garabato negruzco,
una marca de la muerte
de un gris molusco sin suerte,
que ultimó de modo brusco
un distraído que andaba
sin saber muy bien qué hacer,
esa fatal trasnochada
que no llegó a amanecer.
Ay

Mi gata trajo una rata,


la rata se le escapó;
mi gata se fue a pasear
y la rata se quedó.

Ay, ay, ay,


volvé, mi gata,
no nos dejes
con la rata,
gata hereje.

Ay, ay, ay,


volvé, gatita,
no permitas
que la rata
nos maneje.
Mariposa

Mi gata es una fábrica de flores.


Hay en el rosal
una enredadera,
—un mburucuyá—
que más al verano
se llena de flores y frutas doradas.
Todo con la salvedad
de esas mariposas anaranjadas
que ponen sus huevos
y engendran orugas
que se comen todo,
y a otra cosa.
Hoy mi gata
cazó una mariposa.
Vos sabés

Vos sabés bien de quién hablo,


no mires para otro lado.
El tirano, el asesino,
el torturador insano,
el que eterniza dolores,
todos buscan ser amados
no importa que no se entienda
su para qué, su hasta cuándo,
parecería tratarse
de algo básico, pegado
a la esencia más esencia
de la condición de humanos.
Y aunque uno no cree en nada
más que en este mundo amargo,
y no imagina castigos
que devuelvan lo robado,
no ha de negar el consuelo
de saber que aunque has zafado
de juicios y de suplicios,
lo único cosechado
es ese intenso desprecio,
tan duro y encarnizado
que es más que eso, que es algo
que no puede ser nombrado,
porque no cabe en palabras
lo que nace tan de abajo:
del hígado, los riñones,
los huevos y los ovarios;
que no es nada más que bilis
que desde siempre juntamos,
que es mierda sin concesiones,
que es orín, que es sangre, es charco
de vómito incontenido,
que es pus de lo mal curado
derramándose en tu cara
y gozando tu fracaso.
Fracaso eterno y sin peros,
fracaso por lo pensado,
fracaso por lo sentido
y fracaso por lo actuado.
Tenés socios, tristes perros
que van lamiendo tus pasos,
pero no es eso, no,
lo que sé que habrás soñado;
ni eso ni nada más;
no existe, no se ha inventado
ni podrá ser definido
un amor tan desgraciado.
No importa que no me entiendas,
si ya no te estoy hablando;
vos quedaste para siempre
mientras vivas, desterrado
sin el más mínimo alivio
ni descanso ni reparo,
y tu cadáver insulso
no va a ser acompañado
por lágrimas ni por flores;
solo los nobles gusanos
junto a los nobles microbios
harán su noble trabajo,
devolviendo al fin al mundo
tu inexistencia. Tu fiasco.
Sí, no me importan tus falsos
arrestos domiciliarios,
ni tus domingos arena
ni tu perdón legislado;
no me importan tus discursos
ni tus mil comunicados:
yo viví; vos no viviste,
y me doy por bien pagado.
Por eso, los que murieron
y no fueron ni velados,
los que nunca aparecieron,
esos, van a nuestro lado;
y aunque no pueden volver
volarán siempre bien alto,
cometas, que no banderas
sino rostros remontados.
Sacalún charsá

Saitún sacalún charsá,


similiquitín, chutá, churutá.
Che, ¿sabés bien qué es
este pez que pesqué?
Yo no sé. ¿Qué pez es?
Yo qué sé. Para mí no es un pez.
¿Y qué, pues?
Tal vez es un saitún sacalún charsá,
similiquitín, churutá, chutá.
¿Pero vos me decís
que este pez no es un pez?
¡No va a ser! ¿Si no, qué?
No lo sé, ¿qué querés?
Ese pez que no es pez
no es lo que vos creés.
¿Vos sabés?
No, no sé.
¡No podés! Se ve que no leés.
Este pez que aquí ves nadie sabe qué es.
Si querés,
es un pez al revés, un no pez, un tal vez,
un saitún sacalún charsá,
similitín, churutú, churucutá.
La situación

La situación es difícil
por adentro y por afuera;
como quien dice, hace tiempo
parece que pareciera.
La situación está brava
por derecha y por izquierda;
como quien dice, hace tiempo
que se pasó de relajo.
La situación es compleja
por encima y por debajo;
como quien dice, hace tiempo
que ya está espesa de más.
La situación se complica
por delante y por detrás;
como quien dice, hace tiempo
que se fue todo a la mierda.
Por afuera, por adentro,
por detrás, por adelante,
por encima, por debajo,
por derecha y por izquierda.
Tiempo

Me incliné a acomodar una bandeja


de la heladera, que se había salido,
y pasó la vejez, como una ráfaga
y apuñaló mi espalda sin motivo.

Ahora estoy sentado, cual estatua


de Abraham Lincoln sin sus dignidades,
y al no saber muy bien qué hacer, me arriesgo
poniendo a prueba mis movilidades.

Y cada intento me arranca una mueca,


un gesto extraño, nuevo, diferente,
y encima, casi siempre, acompañado
por quejas varias de tenor sufriente.

¡Hay que ligar bien mal, carajo! —pienso—;


¡pero qué vida dura y desgraciada!
Mientras, mi yo futuro me reprende:
¿Por qué llorás, gilún? ¡Eso no es nada!
Tus colores

Hoy lavé tu ropa de colores


y la colgué y se secó y la doblé
y la guardé en el ropero
y me senté en una silla,
jugando a que al llegar la noche
la puerta negra de la calle se abriría
como cualquier día,
y apoyé mi cansada cabeza plateada en la mesa amarilla,
y me quedé dormido
extrañando el sonido
de tus pasos,
para siempre.
Rumbarambé

Todas las flores del campo


vinieron a mi ventana
en el barrio perdido de Rumbarambé,
con su formas sus tamaños sus colores,
con sus sombras sus detalles sus olores,
excepto una
que había perdido la sombra una noche sin luna,
aunque ella igual vino, por cumplir.
Pero resulta que,
debido a una imposible conjunción de circunstancias,
lo que quería ver
—lo que no vi—
no era otra cosa que la sombra que no estaba
y que lloré,
mientras todas las flores danzaban por mí,
el niño más triste de Rumbarambé.
Sin

Me acostaré sin dormir


para soñar sin soñar,
y así, sintiendo llover,
podré llorar sin llorar.
Imposible

Vino un ser brillante, alado,


me mostró el fuego y el sol y el arco iris,
dejó un montón de poemas en la mesa
y se fue con sus fotones a otra parte.

Si una de estas noches vuelve,


trataré de aprovechar
para leer los versos que dejó,
porque así, sin luz, es imposible.
Una milonga

Soy personaje
de días nublados;
cuando ha clareado
me tomo el raje,
porque ya el traje
no se soporta
y no me importa
andar bronceado.

Churún chun chun,


churún.

Mientras la gente
busca un motivo
definitivo
antihumedad,
yo, la verdad,
sé qué baldosas
son resbalosas,
y las esquivo.

Chorón chon chon,


chorón.

Soy la babosa
de la garúa;
no es por dar púa,
pero mañana
va una semana
de gris hermoso,
más pegajoso
que una mamúa.

Cherén chen chen,


cherén.

Y lo repito:
soy un molusco,
la sombra busco
por los rincones,
y en los bajones
de días soleados
ando amargado,
y no me luzco.

Teque téquere quetén,


chim pum.

Baba del diablo

Quisiera dormir, quisiera


dormir como si tuviera
muchas menos primaveras:
dormir una noche entera.

¡Pensar que dormir podía


dormirme, cuando tenía
otra edad, y me dormía
desde la noche hasta el día!

Como una nube en el cielo


pasó flotando, en su vuelo,
baba del diablo, el señuelo
que me dejó este desvelo.

Y mientras iba pasando


una voz oí, cantando:
¡no imaginás desde cuándo
te había estado buscando!
Alas de azúcar

Esta mosca precisa un paraguas;


si le cae una gota, se ensopa.
Esta mosca parada en el cable
donde a veces se cuelga la ropa,
esta mosca, si son tan amables,
mirenlá: no nació para el agua.

Ojos ladrillo,
patas negruzcas,
cuerpo amarillo
alas de azúcar.

Y por eso precisa un piló,


pues sus alas no soportarían
una gota, siquiera una gota
que las dejaría
licuadas y rotas.

No.

Porque así acabaría en el suelo,


y es bicho de vuelo.
El país de los tristes

¿A dónde van los poemas


que se borran?
Van al mundo de los tristes;
lo conozco, estuve ahí.
Es un país
en que las piedras lloran
y los pájaros callan.
Frío

Hace un frío de gatos


en el cuarto con espejo,
con ventana,
con zapatos,
con ventilador
y con gatos.
El brillo de sus ojos amarillos
pregunta cuánto falta.
El gato no es amigo
de la nieve o de la escarcha
(ni del agua en general).
Pero menos amigo es del frío.
Pobre felino,
gato minino que acepta el hielo
de su destino
de gato,
con resignación
de gato,
con insomnio
de gato,
con rayas
de tigre,
con manchas de jaguar,
con la melena del terror de las hienas,
con las manchitas del relámpago Cheetah,
y con los pasos leves
del leopardo de las nieves.
Afuera llueve, que llueve llueva,
alguna helada gota azulada;
pero esta madrugada
los morrongos suaves,
blancos,
esponjosos,
están todos refugiados en sus cuevas.
Hace un frío de gatos
en el cuarto con espejo,
con ventana,
con zapatos,
con ventilador
y conejos.
Plagio

Llovía copiosamente
y, como estaba llorando,
fue y le dijo a la maestra:
¡la lluvia me está copiando!
Podría ser

Podría ser que tu barco


partiera como llegó,
y tanta fragilidad
se disolviera en su estela;

solo sabría desearle


buenos vientos a tu vela
y quedarme en el desierto,
durmiendo mi eternidad.

Y soñar, soñar, soñar


con un paisaje improbable,
ignorando lo esencial:
que en los desiertos no hay barcos.

Y llorar, llorar, llorar,


hasta que el agua y la sal
formaran de nuevo un mar
donde esperar el milagro.
Yo sabía

Yo sé que no es así, pero qué lindo


imaginar la magia de las cosas,
peinar su cabellera de misterio
y saborear sus chispas silenciosas.

Yo sé que no es así, pero qué lindo


creer en serio en tus premoniciones,
tus sueños dulces y antiguos, aquellos
que coloreaban tus cavilaciones.

Yo sé que no es así, pero qué lindo


pensar que todo aquello estaba escrito
en una larga página sin rayas,
en un cuaderno indómito, infinito.

Yo sé que no es así, pero qué lindo


soñar que no hay destinos genuflexos
y que ya viajan, tu barco y mi barco,
con proa hacia destinos inconexos.
Remolinos

Todo es vino y es risas; un cuento


en que al bosque lo cubre un fulgor,
y las hojas brillando se elevan
en un gran remolino de amor.

Y el silencio, después, en la noche,


no es silencio, es el eco mayor
de la vida, que sigue girando
en su gran remolino de amor.
Un río

Hermosa y triste es la vida,


sin importar tus decisiones ni las mías.
Siempre será terriblemente hermosa
y absolutamente simple.
Siempre será lo que es:
un río,
y nosotros peces,
apenas peces
y nada más que peces.
Los viajes que no hicimos

Los viajes que no hicimos


quedaron esperando
tu risa luminosa
y mi alegría simple;
futuros salpicados
de flores incipientes,
lo único seguro
es que todo termina.

Los viajes que nos hicimos


serán, en todo caso,
para llorar la muerte
de una vida perdida.

Y no es que me sorprenda,
¡todo estaba tan claro!
pero clara es la luna,
y también tan cambiante,
y clara es la mañana,
y la luz del relámpago.

Los viajes que no hicimos


me marcaron el mapa
para siempre de penas,
de tus ojos profundos,
de tu silencio amable
y de tu pausa fresca,
y del encantamiento
de tus complejidades.

Los viajes que no hicimos


me anclaron a mi casa
por temor a encontrarnos,
casualmente, en un pueblo,
en algún campo verde
o una selva florida.

Los viajes que no hicimos


me dan miedo de hallarte
y descubrir de pronto
qué fuerte es tu recuerdo.

Y no es que me sorprenda,
¡todo siempre es tan triste!
como es triste la luna
que duerme en tu mirada.
Pajarracos

Siempre conversan
—no muy concretos—
el socotroco,
el armatoste
y el mamotreto.

Ahora bostezan;
durmieron poco,
el armatoste,
el mamotreto
y el socotroco.

Se irán volando
de poste en poste,
el mamotreto,
el socotroco
y el armatoste.
He pasado

He pasado a buscarte y no estabas


y después, cuando estabas, no fui,
y volví y te habías ido de nuevo,
no te vi.

Regresé una vez más, no había nadie


y no creo que un día te encuentre;
estoy solo, sentado en mi silla
la de siempre.

Hasta dudo en volver; me da miedo


qué podría pasar si lo hiciera.
Si no estás, ya lo sé; el problema es
si estuvieras.

Econtrar tu mirada extrañada,


la que mira a los desconocidos.
Aunque duela, prefiero el recuerdo
al olvido.
Amor de gatos

Anda el gato por los techos;


va a visitar a su gata
bajo la luna de oro,
bajo los astros de plata.

Pero la gata no está;


hoy sus dueños se mudaron
y allá marchó en una jaula,
entre una mesa y un banco.

En la caja de un camión,
de tarde, el amor partió
con rumbo desconocido,
y el gato ni se enteró.

Mira la casa vacía,


no comprende el desacuerdo
entre lo que ven los ojos
y lo que ven los recuerdos.

Ay gatita, ¿dónde estás?


Ay, mi gata, yo te lloro
bajo los astros de plata,
bajo la luna de oro.

También podría gustarte