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PANORAMA DE LA POLÍTICA DEL PATRIMONIO

CULTURAL EN IBEROAMÉRICA
Aspectos legislativos, institucionales, administrativos y financieros
I Congreso Iberoamericano del Patrimonio Cultural
Madrid, España, 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2001
Edwin R. Harvey*
© Edwin R. Harvey 2001
(Versión original de 2001, sin actualizar)
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN
1. Marco geopolítico de la Región
2. Marco conceptual del patrimonio cultural
3. Evolución histórica (Siglo XIX)
4. Evolución histórica (Primera mitad del siglo XX)

II. DERECHO DEL PATRIMONIO CULTURAL


5. Las constituciones políticas y el patrimonio cultural
6. Aspectos legislativos
7. Protección de patrimonios culturales especiales
7.1. Conjuntos urbanos monumentales iberoamericanos
7.1.1. El caso particular de Antigua Guatemala
7.1.2. Las zonas antiguas e históricas de Puerto Rico
7.2. América Latina y el patrimonio cultural subacuático
7.2.1. Generalidades
7.2.2. Normas de Colombia
7.2.3. Normas de la República Dominicana
7.3. Conservación del patrimonio intelectual
7.4. Protección del patrimonio cultural inmaterial

III. ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN DEL PATRIMON IO CULTURAL


8. Aspectos administrativos y de gestión del patrimonio cultural
8.1. Evolución y tendencias
8.2. La modalidad tradicional de gestión administrativa
8.3. Modalidades intermedias de gestión administrativa
8.4. Hacia una mayor autonomía de gestión: Consejos y Comisiones Nacionales
8.5. Institutos autárquicos de gestión del patrimonio cultural

IV. FINANCIAMIENTO Y ASPECTOS ECONOMICO FISCALES DEL


PATRIMONIO CULTURAL
9. Aspectos financieros
9.1. Fondos especiales del patrimonio cultural
9.2. El patrimonio cultural y los Bancos Centrales
9.3. Instrumentos fiscales y económicos de incentivo al patrimonio cultural

V. ASPECTOS INTERNACIONALES DEL PATRIMONIO CULTURAL


10. La protección internacional del patrimonio cultural de la región

VI. C ONCLUSIÓN
I. INTRODUCCIÓN

1. Marco geopolítico de la Región


El mundo iberoamericano, desde el Río Grande hasta el Cabo de Hornos, se
extiende a través de todo un continente: México, centro del universo azteca pero a
la vez del Virreinato de Nueva España, un territorio que entre los siglos XVI y XIX
se extendió hacia el norte con la colonización de California, Texas y Nuevo México
y con la adquisición de la Luisiana, cedida por Francia; los países que en 1823
constituyeron la Federación de las Provincias Unidas de Centroamérica
[Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica] disuelta en 1839;
Panamá, separada de Colombia en 1903; en las Antillas, los actuales territorios de
Cuba, la República Dominicana [uno de los dos países en que se fragmentó la
Española] y el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
Más al sur, cuatro países andinos: Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú [centro del
imperio inca], herederos territoriales de los antiguos virreinatos del Perú y de
Nueva Granada. Y en el Cono Sur de América los 4 países que vieron florecer en
partes de sus territorios a la república jesuítica de los guaraníes, y que constituyeron
a partir de 1776 el Virreinato del Río de la Plata: Argentina, Bolivia, Paraguay y
Uruguay, los que junto con Brasil [heredero del imperio lusitano] y con Chile [sede
de una antigua Capitanía General] integran hoy el Mercado Común del Sur
ampliado.
Caracterizado por una profunda cultura de mestizaje, el mundo iberoamericano,
entre dos océanos, se comunica entre sí por medio de un patrimonio lingüístico
heredado de la península ibérica, conviviendo con una multiplicidad de lenguas
indígenas anteriores a la llegada de Colón a América. Junto a España y Portugal, el
eslabón iberoamericano que la une a Europa, las 20 naciones latinoamericanas [y
los 740 millones de habitantes que hablarán hacia el año 2025, en el mismo
conjunto de naciones, el castellano y el portugués como lengua materna]
constituyen el exponente de una cultura singular enriquecida con el aporte de una
diversidad con raíces en las más variadas regiones de la Tierra.
Al análisis de las políticas públicas de conservación del patrimonio cultural,
histórico, artístico y arqueológico de este complejo mundo
iberoamericano, dedicamos el presente trabajo, centrado en los aspectos político-
administrativos, institucionales, legislativos y financieros más relevantes
observados durante las últimas décadas en buena parte de las 20 naciones citadas.
2. Marco conceptual del patrimonio cultural
El concepto de patrimonio cultural admite infinidad de variantes y de componentes,
conforme a las modalidades con que cada nación valora su propia cultura e
interpreta sus raíces. Ciertamente, existen algunos criterios comunes de valoración.
En general abarca desde la riqueza arquitectónica, histórica y artística, compuesta
de monumentos, edificaciones y conjuntos de ellas, lugares y sitios, hasta la riqueza
mueble compuesta de obras de arte, artesanales y de interés artístico e histórico, el
patrimonio documental y bibliográfico, las expresiones lingüísticas e inmateriales,
el patrimonio etnológico, los yacimientos y sitios u objetos arqueológicos, el
patrimonio subacuático o submarino, el patrimonio no físico integrado por las
tradiciones orales, las lenguas no escritas, etc.
Por otro lado, el estudio del patrimonio cultural desde el punto de vista de las
políticas públicas, torna necesario centrar la atención en los aspectos citados con
anterioridad, enfoque de análisis esencial a partir de la Conferencia
Intergubernamental sobre las Políticas Culturales de Venecia [1970], para una
interpretación de la materia dentro del marco más amplio de las políticas culturales.
De acuerdo con tales enfoques, a nuestro criterio, es conveniente destacar [sin
perjuicio de que la problemática técnica de los diversos componentes del
patrimonio cultural admita múltiples y variables clasificaciones diferentes o
complementarias de los bienes, muebles e inmuebles, materiales e inmateriales, que
lo integran], la amplitud conceptual que ha adquirido el campo de protección del
patrimonio cultural, de lo histórico político militar a lo histórico social, de la
protección puntual del monumento aislado a la preservación de los grandes
conjuntos históricos y al patrimonio ambiental, del patrimonio de los bienes
materiales e inmateriales al patrimonio humano viviente, del patrimonio cultural
nacional al patrimonio cultural de la humanidad.
El patrimonio sacro vinculado a las prácticas y tradiciones religiosas más arraigadas
de los pueblos, junto al patrimonio científico tecnológico e industrial y al
patrimonio de imágenes en movimiento, constituyen además insoslayables campos
de intervención de las políticas públicas de preservación junto a una revalorización
del papel de los archivos, las bibliotecas y los museos, y del depósito legal como
instrumento al servicio de la conservación del patrimonio fruto de la creación
intelectual de todos los tiempos.
A señalar algunas de las expresiones más destacadas que se han intentado aplicar
por las políticas culturales públicas en la región para la protección del patrimonio
cultural en sentido amplio y dentro de una visión histórica de los dos últimos siglos,
dedicaremos el resto de nuestro comentario, a título de breve y apretada síntesis
sobre el tema.
3. Evolución histórica (siglo XIX)

Durante una buena parte del siglo XIX la preocupación pública en la materia en las
nacientes repúblicas americanas, se canalizó hacia la constitución de incipientes
centros de conservación [bibliotecas, museos y archivos nacionales], organizados
por instituciones gubernamentales. Cabe recordar, por ejemplo, la creación de la
Biblioteca Nacional, una de las primeras medidas de gobierno dictadas por el
General San Martín al declarar la independencia del Perú, en plena guerra de
emancipación; y el funcionamiento del Archivo General del gobierno de Guatemala
establecido por acuerdo gubernativo del 22 de octubre de 1846 que pasó, ya en
pleno siglo XX, a denominarse “Archivo General de Centro América” por
considerarse que en él se conservan los documentos históricos que constituyeron el
Archivo de la antigua Capitanía General de Guatemala en la época colonial, centro
de las viejas divisiones provinciales que en el siglo XIX formarían la antes
recordada República de América Central.
En el aspecto legislativo, escasos antecedentes de relevancia se encuentran en las
décadas que siguieron a las luchas de la independencia en materia de protección o
conservación de “antigüedades”, como se denominaba en México a los objetos de
manufactura prehispánica constitutivos del patrimonio arqueológico nacional 1 .
Ello no era de extrañar, puesto que la
1 DANIELF. RUBIN DE LA BORBOLLA, México: Monumentos históricos y arqueológicos, Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, México, D.F., 1953, t. I, p. 7.
2 La legislación europea en materia de protección del patrimonio histórico fue incipiente durante
buena parte del siglo XIX. En el orden comparado son de señalar la ley belga de 1836 y la inglesa de
1883. En el caso de Francia cabe destacar la ley del 30 de marzo de 1887 y su reglamento del 3 de
enero de 1889, que fueron precedidos en el medio siglo anterior por instrucciones y circulares,
embrión de una amplia reglamentación que se afirmaría en las primeras décadas del siglo XX.
ROBERT BRICHET, Le régime des monuments historiques en France, Librairies Techniques, París,
1952, p. 11.
3 Con respecto a la legislación española del patrimonio histórico se ha apuntado que “el sentido de

nuestra legislación se puede decir que empieza a cambiar con la ley Moyano de 1857, que, como ha
dicho García de Enterría, es la única ley hasta entonces que ha pretendido integrar en una visión
unitaria toda la política educativa y de bellas artes. La ley dice en su art. 161: “Se pondrá al cuidado
de la Academia de San Fernando la conservación de los monumentos artísticos del Reino […], para
lo cual estarán bajo su dependencia las comisiones provinciales de monumentos […]. Es desde este
momento cuando empieza a aparecer una legislación específica que tiene un sentido orgánico y
moderno, aunque sea todavía dispersa y poco eficaz”. JOSÉ LUIS ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Estudios
sobre el patrimonio histórico español y la ley de 25 de junio de 1985, Editorial Civitas, Madrid,
1989, págs. 44-45.
4 Con respecto a las normas mexicanas de 1896 y 1897, que rigieron hasta el 30 de enero de 1930,

señala Williams García que “a pesar de su existencia, puede asegurarse que se ignoró durante su
período de vigencia, pues coincidió con los años de revoluciones y asonadas en los que el gobierno
fue inestable. La vigilancia y el control sobre las zonas arqueológicas fue deficiente y aun no se le
daba la debida importancia histórica. Las investigaciones se dejaron en manos de extranjeros que
bajo concesiones del gobierno exploraron y saquearon nuestro patrimonio cultural. La misma
dirección encargada de la aplicación de la ley estaba situada dentro de una secretaría ajena a toda
promoción cultural, como lo era la entonces Secretaría de Agricultura y Fomento”. JORGE
WILLIAMS GARCÍA, Protección jurídica de los bienes arqueológicos e históricos, Cuadernos del
Instituto de Antropología, Universidad Veracruzana, México, D.F., 1967, p. 15.
legislación cultural especializada en el mundo, durante buena parte del siglo XIX se
desarrolló, particularmente en los países europeos atendiendo a problemas
puntuales de protección que iban surgiendo, sin que el interés del legislador se
preocupara por integrar en un cuerpo legal sistemático y orgánico, la normativa de
preservación de todos los componentes del patrimonio histórico de las naciones 2 3.
Sin embargo, ya antes de terminar el siglo XIX es dable encontrar en algunos países
hispanoamericanos, como en las normas de Guatemala de 1893 y 1894 y de México
de 1896 y 1897 durante la presidencia de Porfirio Díaz 4 (4), disposiciones legales
específicas que atendían a la necesidad de una protección más rigurosa del
patrimonio, en particular de los bienes arqueológicos, definidos en buena parte de la
legislación regional como
aquellos cuya antigüedad se remonta a etapas anteriores a la conquista española.
Tales normas incluían prescripciones sobre la aplicación de algunas de las clásicas
técnicas de policía del derecho administrativo: prohibición de excavaciones y
exportaciones arqueológicas sin permiso administrativo previo; prohibición de
exportación sin autorización legal 5 ; permisos previos en materia de edificaciones o
reformas en inmuebles monumentales, etcétera.
5 Por ejemplo, el decreto supremo 89 de 1822, dictado por uno de los primeros gobiernos patrios y a pocos meses de haberse declarado por el general San Martín la independencia
del Perú, en plena guerra de la emancipación, prohibió la exportación de obras antiguas de alfarería, tejidos y demás objetos que se encontraran en las huacas, sin expresa y especial
licencia del gobierno.
6 P.PLINIO PINA, Legislación dominicana sobre museos y protección del patrimonio cultural 1870-
1977, Ediciones Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo, 1978, p.11.
7 MARK HOLSTON, “Santo Domingo revitaliza su acervo histórico” (en: Américas, vol. 42, n° 1,

1990, págs. 26-31).


8 EDWIN ESPINAL HERNÁNDEZ, Patrimonio cultural y legislación, Ediciones Capel Dominicana,

Santo Domingo, p. 54.


Por otra parte, dentro de una incipiente política de los poderes públicos centralizada
en el siglo XIX en medidas de preservación de determinados bienes monumentales,
encontramos, por ejemplo, el decreto 1164 del 3 de febrero de 1870, dictado en la
República Dominicana, por el cual se declaró monumento nacional el Alcázar de
Colón, conocido como la Casa del Almirante, “primer edificio que se erigió en todo
el Nuevo Mundo” 6 , construido en 1509 por Diego Colón y su mujer, la sobrina de
los Reyes Católicos, cuando era el virrey de la colonia 7 . Erigido en la más antigua
ciudad monumental de América, la ciudad de Santo Domingo, sede del primer
virreinato del Nuevo Mundo y puerto de enlace con la metrópoli, el monumento,
dice la norma citada, “no podrá en tiempo alguno ser propiedad de particulares
sino un monumento respetable, perteneciente al dominio público, e inenajenable
por su naturaleza; sin que jamás, ni bajo concepto alguno, pueda destinarse para
fines que repugnen a su histórica dignidad” 8 .
4. Evolución histórica (primera mitad del siglo XX)

Desde los comienzos del siglo XX comienza a advertirse una mayor preocupación
de las políticas públicas por acrecentar la protección del patrimonio histórico, no
solamente arqueológico o colonial sino también de la época republicana. Se
encuentran antecedentes que consagran el principio de que el patrimonio
arqueológico es del dominio de la nación, lo cual se reiterará en buena parte de las
leyes dictadas con posterioridad, en particular en el caso de aquellos países cuya
identidad está más fuertemente vinculada a las grandes civilizaciones que
integraron la América anterior a la llegada de los españoles 9 .
9 Por ejemplo, la ley boliviana de 3 de octubre de 1906 declaró propiedad de la nación las ruinas de
Tiahuanaco, las existentes en las islas del lago Titicaca y todas las de la época incásica o anteriores
que existen o se descubrieren en el territorio de la República. EDWIN R. HARVEY, Legislación
cultural andina, tomo II: Bolivia, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 1981, págs. 147-148.
10 ALEJANDRO GERTZ MANERO, La defensa jurídica y social del patrimonio cultural, Fondo de

Cultura Económica, México, D.F., 1976, págs. 65-72,


11 Cabe recordar en este período, por ejemplo, la ley argentina 9080 de 1913, sobre ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos; la ley 47 de 1920 sobre patrimonio
documental y artístico colombiano; el decreto 791 de 1922 sobre monumentos de Guatemala; el decreto ley chileno 651 de 1925; la ley del Monumento

Fruto de esta preocupación creciente del Estado lo constituye, por ejemplo, la ley
sobre conservación de monumentos históricos y artísticos y bellezas naturales de
México promulgada el 6 de abril de 1914 10 , legislación específica de preservación
de bienes cuya antigüedad se remonta al descubrimiento, la conquista y las épocas
virreinal y republicana, complementando a las leyes de 1896 y 1897 ya citadas, de
resguardo del patrimonio de los bienes arqueológicos del país.
Hacia los años veinte es dable observar, junto con el progreso de la instrucción
pública, el avance de una todavía incipiente organización administrativa de las
bellas artes, que encuentra en la conservación del patrimonio histórico artístico,
documental y bibliográfico, una de sus principales funciones. La sanción de
regímenes especiales de protección del patrimonio y la organización de direcciones,
departamentos y patronatos de gestión y administración en la materia, va
adquiriendo desde entonces singular desarrollo en varios países latinoamericanos
durante las décadas siguientes a la primera guerra mundial 11 , coincidiendo con el
Nacional de Bolivia de 1927; la ley 6634 de 1929 sobre patrimonio histórico y arqueológico del Perú;
la ley 103 de 1931 sobre monumentos arqueológicos de Colombia; las leyes mexicanas de 1914, 1930
y 1933/34; y los decretos de 1923 y 1938 sobre objetos y monumentos arqueológicos de Costa Rica.
desarrollo administrativo y legislativo de la normativa europea, fundado en
particular en las leyes francesas de 1913 y 1930, las españolas de 1926, 1931 y
1933 y las italianas de 1939, dentro de la tradición jurídica de los países latinos.
Otra característica de esta evolución, durante la primera mitad del siglo XX, ha sido
el perfeccionamiento de la gestión administrativa encarada por las políticas públicas
en la materia, advirtiéndose, en los últimos años del período, junto a tradicionales
organismos de preservación ligados a la administración pública centralizada en
algunos países, la creación, en otros, de nuevas entidades autónomas especializadas,
perfil de un futuro servicio público del patrimonio. Ejemplos de este cambio en la
gestión pública específica lo constituyen, por ejemplo, el antiguo Servicio de
Patrimonio Histórico Artístico de Brasil [SPHAN] [1937], los Institutos Nacionales
de Antropología e Historia [1939]) y de Bellas Artes y Literatura [1946] de México
y la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos de
Argentina [1940].
Este proceso de modernización de la gestión del patrimonio cultural se verá
acrecentado en la segunda mitad del siglo, como veremos, hasta darse el caso de
organizaciones gubernamentales especializadas que se han regulado de acuerdo a
regímenes de derecho público y privado, dando lugar a un novedoso servicio
público, en el que también han participado determinados bancos centrales.
El financiamiento público especializado del patrimonio cultural en América, por
otra parte, constituye una actividad que comenzará a traducirse en instituciones y
recursos específicos recién en la segunda mitad del siglo.
II. DERECHO DEL PATRIMONIO CULTURAL

5. Las constituciones políticas y el patrimonio cultural

El análisis comparado de las constituciones políticas adoptadas en distintas regiones


del mundo durante el siglo XX, tanto antes como después de la segunda guerra
mundial 12 13 ha puesto de manifiesto una singular tendencia a incluir en ellas
principios y declaraciones respecto a diversas manifestaciones de la cultura y los
derechos culturales, dando lugar a lo que desde 1975 hemos venido llamando
expresiones de un moderno “constitucionalismo cultural” 14 .
12 Entre las constituciones políticas precursoras en la materia, aprobadas en América Latina durante la primera mitad del siglo XX, cabe recordar los casos de Bolivia (1945), Brasil
(1934, 1937 y 1946), Costa Rica (1949), Ecuador (1945), El Salvador (1939), Honduras (1936), México (1917), Nicaragua (1948), Panamá (1946), Perú (1933), República
Dominicana (1947) y Venezuela (1947).
13 Cabe señalar dentro del contexto europeo dos valiosos antecedentes sobre la materia: a) las
disposiciones de la Constitución de la República de Weimar del 11 de agosto de 1919, en particular
sus artículos 142 y 150; y b) la Constitución española de 1931. EDWIN R. HARVEY, Derechos
culturales en Iberoamérica y el mundo, Tecnos, Madrid, 1990, págs. 152 y 156.
14 EDWIN R. HARVEY, Derechos de autor, de la cultura y de la información (Ordenamiento

normativo), Depalma, Buenos Aires, 1975


Por otra parte, las constituciones políticas más recientes aprobadas en los países
latinoamericanos se han orientado de manera casi unánime dentro de esta tendencia,
en el marco del moderno derecho de la cultura.
El interés por el patrimonio cultural ha pasado a ocupar, así, un lugar relevante en
las cartas fundamentales de los países de la región las que, por ejemplo, contienen
disposiciones relacionadas con:
1) el papel de los poderes públicos respecto de la preservación del patrimonio
cultural;
2) el patrimonio lingüístico;
3) el pluralismo cultural;
4) el patrimonio de los pueblos indígenas;
5) el principio de que los monumentos y objetos arqueológicos son de propiedad del
Estado [Bolivia, 1995)];
6) el amparo del Estado a la riqueza artística, colonial, arqueológica, histórica,
documental así como a la proveniente del culto religioso, en tanto tesoro cultural de
la Nación [Bolivia, 1995];
7) el reconocimiento a favor de cualquier ciudadano de la facultad de actuar como
parte legítima a fin de procurarse acción popular que tienda a anular actos lesivos,
entre otros, del patrimonio histórico y cultural [Brasil, 1988];
8) el reconocimiento de que “constituyen el patrimonio cultural brasileño los
bienes de naturaleza material e inmaterial, tomados individualmente o en conjunto,
portadores de referencias a la identidad, a la acción y a la memoria de los
diferentes grupos formadores de la sociedad brasileña” [Brasil, 1988] 15 ;
9) el carácter inalienable, imprescriptible e inembargable del patrimonio
arqueológico y otros bienes culturales [Colombia, 1991]; y
10) el deber de los habitantes de conservar el patrimonio cultural y natural de la
Nación [Ecuador, codificación 1996].
15 La Constitución brasileña de 1934, en su artículo 10 disponía que la Unión y los Estados del Brasil están simultáneamente encargados de proteger las bellezas naturales y los
monumentos de valor histórico y artístico, así como de impedir la evasión de obras de arte

A ellas agregamos, en apretada síntesis, las siguientes:


11) la protección especial del Estado a aquellos bienes declarados como Patrimonio
Mundial [Guatemala, 1985];
12) el reconocimiento, respeto y promoción de las formas de vida, costumbres,
tradiciones, formas de organización social, el uso del traje indígena en hombres y
mujeres, idiomas y dialectos [Guatemala, 1985];
13) la protección del Estado a los sitios de belleza natural, monumentos y zonas
reservadas [Honduras, 1982];
14) el reconocimiento de la composición pluricultural de la nación mexicana,
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas [México, 1917 y su reforma];
15) la necesidad de conciliar la protección legal del patrimonio “con la factibilidad
de programas de carácter comercial, turístico, industrial y de orden tecnológico”
[Panamá, 1972];
16) el derecho a la defensa de los intereses difusos que tiene toda persona en
defensa del acervo cultural nacional [Paraguay, 1992];
17) el rescate de las expresiones de la cultura oral y de la memoria colectiva de la
Nación, cooperando con los particulares que persigan el mismo objeto [Paraguay,
1992];
18) la participación privada en la conservación, restauración, exhibición y difusión
del patrimonio cultural [Perú, 1993];
19) el respeto a los idiomas indígenas por constituir “patrimonio cultural de la
Nación y de la humanidad” [Venezuela, 1999]; y
20) el reconocimiento de la “autonomía de la administración cultural pública”
[Venezuela, 1999].

6. Aspectos legislativos

La legislación específica vinculada a la protección del patrimonio histórico,


artístico y cultural de los países iberoamericanos es la de mayor raigambre dentro
del contexto del derecho de la cultura en la región, remontándose, aunque de
manera incipiente como hemos visto, a fines del siglo XIX 16 y las primeras décadas
del siglo XX.
16Rubín de la Borbolla considera a los decretos aprobados en México en 1896 y 1897, ya citados,
como un cuerpo legal, al que califica de “excelencia jurídica”, aunque asimismo señala que su
aplicación e interpretación judicial por los tribunales mexicanos no fueron precisamente positivos
(obra citada en nota 1, págs. 7-8).
Un análisis panorámico de la evolución del conjunto de las legislaciones nacionales
nos permite distinguir una primera tendencia en el tratamiento de la preservación
legal del patrimonio cultural, caracterizada por la sanción de normas que a través de
los años amplían sucesivamente el campo de protección en relación con diferentes
categorías de bienes.
Diversos modelos nacionales que se han orientado de acuerdo con esta tendencia, lo
encontramos, por ejemplo, dentro de una enumeración no exhaustiva, en: 1) la ley
argentina 12665 de 1940, sobre museos,
monumentos y lugares históricos; 2) el decreto supremo 5918 de 1961, sobre
patrimonio histórico, artístico y arqueológico de Bolivia; 3) el decreto ley 25 de
1937 y las leyes 3924 de 1961 y 4845 de 1965, sobre patrimonio histórico y
artístico nacional, monumentos arqueológicos y prehistóricos y prohibición de
salida al exterior de determinados bienes culturales de Brasil; 4) la ley 163 de
1959, sobre patrimonio histórico artístico y monumentos nacionales de Colombia;
5) la ley chilena 17288 de 1970 sobre monumentos nacionales; 6) las leyes 6703 de
1981 y 7555 de 1995, sobre patrimonio arqueológico y patrimonio histórico
arquitectónico de Costa Rica; 7) las leyes 1 y 2 de 1977, sobre patrimonio nacional
y monumentos nacionales y locales de Cuba; 8) la ley federal de 1972 sobre
monumentos y zonas arqueológicos, artísticos e históricos de México; 9) el decreto
1142 de 1982, sobre protección del patrimonio cultural de Nicaragua; 10) la ley 14
de 1982, sobre patrimonio histórico de Panamá; 11) el decreto ley 19414 de 1972
sobre patrimonio documental del Perú; 12) la ley 112 de 1988, sobre patrimonio
arqueológico terrestre de Puerto Rico; 13) las leyes 318 de 1968 y 564 de 1973,
sobre patrimonio cultural y bienes arqueológicos de la República Dominicana; y
14) la ley uruguaya 14040 de 1971, sobre patrimonio histórico, artístico y cultural
.
Una segunda tendencia legislativa, más reciente, atiende a la sanción de leyes
generales de protección del patrimonio cultural, comprensivas de todos los
componentes de él. Dentro de esta tendencia, en la que la protección legal a partir
de un texto legal único alcanza a diversas categorías de bienes culturales, incluso de
naturaleza inmaterial o no física, cabe incluir, por ejemplo: a) el decreto 3501 de
1979 sobre patrimonio cultural del Ecuador 17 ; b) la ley paraguaya 946 de 1982
sobre protección de bienes culturales; c) la ley 24047 de 1985 sobre patrimonio
cultural del Perú; d) la ley venezolana de 1993 sobre defensa y protección del
patrimonio cultural; e) la ley especial de protección al patrimonio cultural
17El art. 31 de la ley del patrimonio cultural del Ecuador señala que “en la medida que la permanencia
y continuidad de algunos grupos étnicos de cultura indígena en el Ecuador representen un testimonio
viviente de la pluralidad de las culturas vernáculas, el Instituto del Patrimonio Cultural, por sí mismo
o a través de otros organismos, adoptará las medidas conducentes a la conservación de sus
costumbres, lenguaje, manifestaciones culturales, artesanales, técnicas, artísticas, musicales,
religiosas, rituales o comunitarias que los mismos indígenas hayan reconocido como recurrentes y
válidas para su identificación y expresión cultural”, agregando el art. 33 que “Es responsabilidad del
Instituto el conservar por medio de la fotografía, cinematografía, grabación sonora o por otros
medios estas manifestaciones en toda su pureza”. EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural andina,
tomo V: Ecuador, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 1981, p. 155.
de El Salvador de 1993; f) el decreto 220-97 sobre patrimonio cultural de
Honduras; y g) el decreto 26-97 sobre patrimonio cultural de Guatemala.
Justifican un comentario expreso, en el próximo apartado, ciertas normas
legislativas referidas en particular a la protección de determinadas categorías de
bienes culturales: a) las vinculadas a la preservación de conjuntos urbanos
monumentales, típicos de la región iberoamericana; b) las referidas a la
conservación del patrimonio cultural subacuático o submarino 18 ; c) las
relacionadas con la preservación del patrimonio intelectual por medio de normas
especiales en materia de depósito legal y de obras caídas en dominio público; y d)
las que atienden a la conservación del patrimonio inmaterial.
18 En el momento de elaborar el presente trabajo [octubre de 2001], está reunida en París la 31ª. Conferencia General de la UNESCO, dentro de cuyo temario se encuentra el
tratamiento y aprobación de una nueva convención internacional, relacionada con la protección del patrimonio cultural subacuático
19 A propósito de los bienes culturales de la Iglesia, cabe citar como antecedente la firma del Modus Vivendi suscrito entre la Santa Sede y el Gobierno del Ecuador el 24 de julio de
1937, cuyo artículo octavo, regulatorio de las relaciones recíprocas de ambas partes con referencia a los bienes de patrimonio cultural de propiedad de la Iglesia Católica, Apostólica
y Romana en todo el país, establece un régimen especial de conservación y de restricciones al dominio de las iglesias y locales eclesiásticos que fueren declarados por el Estado
monumentos de arte, así como para el cuidado de las antigüedades, cuadros, documentos y libros de pertenencia de la Iglesia que poseyeren un valor artístico e histórico.
20Con motivo de los Acuerdos de Paz de 1995, que motivaron el cese del conflicto en Guatemala, en
el documento respectivo se reconoció expresamente “el valor histórico y la proyección actual de los
templos y centros ceremoniales como parte de la herencia cultural, histórica y espiritual maya y de
los demás pueblos indígenas” Acuerdo sobre Identidad y derechos de los pueblos indígenas.
Acuerdos de Paz. México, D.F., 31 de marzo de 1995.
Dentro del marco que caracteriza al derecho iberoamericano del patrimonio
cultural, cabe señalar en esta breve reseña que los bienes materiales, muebles e
inmuebles, componentes en términos de protección legal del patrimonio cultural de
los países de la región, pueden ser de titularidad pública [municipios, provincias o
estado nacional], o de propiedad privada [personas físicas o de existencia ideal],
existiendo, además, estatutos jurídicos específicos aplicables a bienes de
determinados titulares, como, por ejemplo, los de la Iglesia Católica, Apostólica
Romana 19 o los de determinados pueblos y comunidades indígenas 20 .
7. Protección de patrimonios culturales especiales

7.1. Conjuntos urbanos monumentales iberoamericanos

La dimensión monumental y urbana adquirida por el patrimonio cultural


iberoamericano constituye uno de los rasgos más característicos y relevantes a
destacar en nuestro estudio. Su preservación y valorización por medio de políticas e
instrumentos de administración, gestión, legislación y financiamiento específicos ha
significado la puesta en práctica, en muchos casos, de políticas sostenidas 21 . Se
pueden señalar diversas experiencias muy valiosas en toda la región. Por razones de
tiempo nos ocuparemos en esta oportunidad de solo dos de ellas.
21Carlos Flores Marini ha hecho un análisis de los antecedentes europeos, incluso anteriores al siglo
XIX, en materia de conservación urbana y monumental, señalando al mismo tiempo a la Carta de
Atenas de 1932 y a la de Venecia de 1964, así como a la reconstrucción europea después de la
segunda guerra mundial, citando entre otros casos el del Centro Histórico de Varsovia; además, en lo
que se refiere a la restauración en América Latina, comenta las Normas de Quito y otras declaraciones
e instrumento normativos de su tiempo, así como los casos de Santo Domingo, el Viejo San Juan de
Puerto Rico, La Habana, Portobello, Cartagena de Indias, Bogotá y Villa de Leyba, Quito, Lima,
Corrientes, las misiones jesuíticas, Ouro Preto, Pelourinho, Antigua Guatemala, México, el Plan
Copesco, etc. CARLOS FLORES MARINI, Restauración de ciudades, Fondo de Cultura Económica,
México, D.F., 1976.
7.1.1. El caso particular de Antigua Guatemala

La importancia del patrimonio cultural guatemalteco ha sido puesta de relieve por


Luján Muñoz: “La República de Guatemala es sumamente rica en cuanto se refiere
a bienes culturales y lugares de interés artístico e histórico. Esto, tanto en lo
relativo al período que precedió al descubrimiento de América, ya que el origen y
la evolución de la cultura maya se desenvolvió, en parte considerable, dentro de su
territorio, como en lo referente al período hispánico, ya que la metrópoli de la
Antigua Capitanía General de Guatemala, que involucraba a todo el istmo
centroamericano, era la extraordinaria y admirable ciudad de Santiago de
Guatemala” 22 .
LUJÁN MUÑOZ, Legislación protectora de los bienes culturales de Guatemala, Consejo
22 LUIS

Nacional para la protección de la Antigua Guatemala, Guatemala, 1974, págs. 9-10.


23 MIGUEL ANGEL ARÉVALO, Legislación protectora de los bienes culturales de Guatemala,
Dirección General de Antropología e Historia, Guatemala, 1980.
La conservación y administración de los servicios a ella ligados fue encomendada a
un organismo administrativo autónomo. El Consejo para la Protección de la
Antigua Guatemala nació en 1969 como entidad descentralizada, con personalidad
jurídica, fondos y patrimonio propios. Su misión fundamental era el cuidado,
protección, restauración y conservación de los bienes muebles e inmuebles,
nacionales, municipales o de particulares situados en la ciudad y áreas circundantes.
El Consejo, órgano rector del sistema, estaba presidido por el alcalde de la ciudad e
integrado por 4 miembros nombrados por el Consejo Directivo del Instituto de
Antropología e Historia, la Sociedad de Geografía e Historia y las Facultades de
Arquitectura y Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Entre sus atribuciones se destacan las siguientes: la designación del conservador de
la ciudad; la formulación del Plan Regulador de la Antigua Guatemala y sus
modificaciones, las que son sometidas a la aprobación de la corporación municipal;
la recomendación al organismo ejecutivo municipal sobre adquisición de inmuebles
necesarios para el cumplimiento de sus fines; el fomento de la investigación sobre
la historia artística de la ciudad y el establecimiento de un Registro Especial de la
Propiedad Arqueológica, Histórica y Artística comprendida dentro del perímetro
urbano de la ciudad, sus áreas circundantes y zonas de influencia 23 .
7.1.2. Las zonas antiguas e históricas de Puerto Rico

Uno de los regímenes más completos en materia de protección, conservación y


rehabilitación de conjuntos históricos urbanos es el que se estableció más de 50
años atrás en virtud de la ley 374 sobre zonas antiguas o históricas y zonas de
interés turístico, que el Estado Libre Asociado de
Puerto Rico ha aplicado desde 1952. La ley fue aprobada “con el propósito de
preservar los valores históricos de Puerto Rico y desarrollar el turismo mediante la
conservación y protección de especiales lugares y estructuras, y mediante la
planificación armoniosa de la construcción de nuevas estructuras…” 24 .
24 EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural puertorriqueña, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San
Juan de Puerto Rico, 1988, págs. 82-95.
25 La ley puertorriqueña considera zona antigua o histórica: “un área dentro de la cual los edificios,

estructuras, pertenencias y lugares son de básica y vital importancia para el desarrollo cultural y del
turismo por la asociación de los mismos con la historia; por su peculiar estilo colonial español,
incluyendo color, proporciones, formas y detalles arquitectónicos; por ser parte o relacionarse con
una plaza, parque o área cuyo diseño o disposición general debe conservarse y/o desarrollarse
acorde a determinado plan basado en motivos o finalidades culturales históricas o arquitectónicas en
general”.
26Reglamento de Zonas Antiguas e Históricas (Reglamento de Planificación n° 5) de fecha 13 de
octubre de 1954, Boletín Administrativo n° 135. El texto de todas las disposiciones reseñadas puede
ser consultado en la obra citada en la nota 24, capítulo sobre Régimen legal del patrimonio cultural,
págs. 82-165.
El establecimiento de zonas antiguas o históricas 25 se puso a cargo de la Junta de
Planificación de Puerto Rico, organismo de regulación urbana, en coordinación con
el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Toda solicitud de permiso de construcción o
de uso en relación a obras a llevarse a cabo dentro de los límites de una zona
protegida, ha de ser previamente autorizada con la recomendación favorable del
Instituto. El procedimiento de aprobación de planos sigue la misma suerte.
La política de preservación y puesta en valor llevada a cabo en el Viejo San Juan, se
resume en el siguiente precepto: “la zona Antigua e Histórica debe ser un área
viviente de la ciudad, donde se presume que los usos normales existentes han de
continuar y donde el desarrollo de usos nuevos y especiales deberán ser
estimulados. Se propone mantener un ambiente en el cual se estabilicen los valores
de las propiedades, y se atraiga capital nuevo e inversiones, especialmente para
actividades turísticas o relacionadas con el turismo” 26 .
Disposiciones tributarias de exención sobre la propiedad inmueble restaurada,
mejorada, reconstruida en la zona histórica de la ciudad de San Juan de Puerto
Rico, conservando las características de la época colonial hispana, unidas a la no
aplicación de la ley de “alquileres razonables” a
edificios ubicados dentro de dicha zona, han permitido lograr una positiva acción de
conservación y puesta en valor 27 .
27“Esta Asamblea Legislativa cree firmemente en la preservación de los valores históricos y
arquitectónicos de nuestra cultura y se regocija con el movimiento de restauración que de esos
valores ha imperado en las últimas décadas en el Viejo San Juan y en otras ciudades de nuestra Isla.
Considera, sin embargo, que no basta con restaurar; es también necesario e imprescindible mantener
y conservar lo restaurado. Por esos motivos, esta Asamblea Legislativa es de opinión que se
frustarían los propósitos de la ley que estimula las restauraciones en las Zonas históricas y que por
ende se daría al traste con el programa de restauración de las edificaciones elegibles si, una vez
finalizado el período de exención contributiva concedido con motivo de la restauración, no se
concede período adicional de exención para hacer posible la conservación y el mantenimiento de lo
restaurado a la altura de los requisitos y condiciones que dieron base para la exención original”.
Exposición de motivos de la ley 43 del 19 de mayo de 1976, modificatoria de la Ley 7 del 4 de marzo
de 1955, sobre exención de contribuciones. Asamblea Legislativa del Estado Libre Asociado de
Puerto Rico.
7.2. América Latina y el patrimonio cultural subacuático

7.2.1. Generalidades

No son pocos los países de América Latina, en particular en el caso de ciertas


naciones con extensos mares territoriales como Panamá y Puerto Rico, que han
dispuesto llevar a cabo programas de protección de su patrimonio subacuático,
submarino o sumergido mediante la aplicación de regímenes especiales.. Nos
referiremos sólo a dos de ellos que cuentan desde varios años atrás con
reglamentaciones específicas.
7.2.2. Normas de Colombia
En 1984 fue constituida en Colombia la Comisión de Antigüedades Náufragas con
el objeto, entre otras funciones, de prestar asesoría al Gobierno en la materia. Luego
de sucesivas reglamentaciones la misma quedó adscrita al Ministerio de Cultura
creado en 1997. Nuevas normas sustituyeron a las anteriores. Se dispone que
pertenecen al patrimonio cultural o arqueológico de la Nación, por su valor
histórico o arqueológico que deberá ser determinado por dicho Ministerio, entre
otros bienes, las
“especies náufragas” constituidas por “las naves y su dotación, y demás bienes
muebles yacentes dentro de éstas, o diseminados en el fondo del mar, que se
encuentren en el suelo o subsuelo marinos de las aguas interiores, el mar
territorial, la plataforma continental o zona económica exclusiva, cualesquiera que
sea su naturaleza o estado y la causa o época del hundimiento o naufragio”. Toda
exploración y remoción de tales bienes requiere autorización previa de los
Ministerios de Cultura y de Defensa Nacional, la cual será temporal y precisa. Se
establecen recaudos técnicos restrictivos, debiendo estar presente, en cualquier
caso, un grupo de arqueólogos submarinos debidamente acreditados por el
Ministerio de Cultura, al que corresponderá, además, determinar el destino o uso de
las especies náufragas rescatadas 28 .
28La prensa iberoamericana periódicamente registra noticias de hallazgos de antiguos naufragios, en
particular de aquellos sucedidos en la zona del tráfico de metales preciosos del Caribe, durante los
siglos XVI a XVIII, como en el caso del tesoro atrapado entre los restos del galeón español “San
José”, que se hundió frente a las islas colombianas de El Rosario, en el mar Caribe, hace alrededor de
295 años.
29 PEDRO J. BORRELL B., Historia y rescate del galeón Nuestra Señora de la Concepción, Museo de
las Casas Reales. Comisión de Rescate Arqueológico Submarino. Grupo de Investigaciones
Submarinas (GIS), Santo Domingo, 1983.
7.2.3. Normas de la República Dominicana
En la República Dominicana, por su parte, más de 20 años atrás, el 19 de febrero de
1979, se dispuso una norma especial, con reformas posteriores, fundada en que “en
las aguas territoriales y las zonas marítimas de influencia de la República han
ocurrido distintos naufragios en diferentes épocas históricas que contienen bienes
culturales”, que “el gobierno dominicano ha patrocinado algunos proyectos
experimentales de rescate arqueológico submarino, los cuales han demostrado que
es altamente conveniente iniciar antes un programa definitivo que implique un
complejo mecanismo de conservación, restauración, arqueología submarina e
investigaciones históricas” y que “los naufragios correspondientes al período
colonial proporcionan bienes culturales de alto interés nacional”, lo cual motivó la
creación de una Comisión Encargada del Programa de Rescate Arqueológico
Submarino, dependiente del Poder Ejecutivo 29 . Se le encomendó coordinar los
distintos aspectos técnicos y científicos de los proyectos a ejecutar, inventarios,
propuestas de designaciones como sitio arqueológico submarino, conservación,
restauración, puesta en valor y
tramitación de solicitudes de investigación, quedando a cargo de la Marina de
Guerra la función de supervisar y controlar la ejecución de las operaciones de
arqueología, mantenimiento a bordo de los buques utilizados para las tareas de
rescate y la vigilancia a cargo de personal militar calificado. Al crearse en el año
2000 la Secretaría de Estado de Cultura la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural
Subacuático quedó subordinada a dicho ministerio.
7.3. Conservación del patrimonio intelectual

Si bien es cierto el Depósito Legal es una de las más antiguas formas de registro de
cierto tipo de bienes, los pertenecientes al patrimonio intelectual, comprensivo de
todas las obras generadas por la creación científica, artística y literaria en sus
diversas categorías, esta institución ha estado no obstante vinculada, en cuanto a su
formulación jurídica y administrativa, sobre todo a los mecanismos constitutivos o
probatorios del registro de la propiedad intelectual. Por tal razón las
reglamentaciones nacionales sobre el Depósito Legal han estado insertas
tradicionalmente en las leyes de derecho de autor y propiedad intelectual.
Sin embargo, se perfila en el moderno derecho de la cultura, una corriente
legislativa que considera al Depósito Legal como una institución jurídica autónoma,
con fines y reglas específicas que la identifican con la preservación del patrimonio
de las obras del espíritu. Dentro de esta tendencia cabe agregar que si bien es cierto
la Biblioteca Nacional de cada país sigue siendo la destinataria habitual del
depósito obligatorio de obras de contenido intelectual, en muchos casos tal depósito
obligatorio se ha extendido, asimismo, a otras instituciones de la vida cultural que
actúan, de tal manera, como depositarias y custodios de tales bienes. Sobre el
particular recordamos en la región la ley de Depósito Legal en el Instituto
Autónomo Biblioteca Nacional de Venezuela, de 1993 30 , y la ley de Depósito
Legal del Perú de 1997 31 .
30 EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Nueve:
Venezuela, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000, págs. 47-56.
31 EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Ocho:

Perú, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000.


En el marco de la conservación del patrimonio intelectual iberoamericano cabe
asimismo destacar, por ejemplo, la función general de “salvaguarda del acervo
cultural de la nación” que el legislador boliviano ha asignado a la ley nacional de
derecho de autor de 1992 32 . Su Título XI, Capítulo I [“Patrimonio Nacional y
Dominio Público”] regula el régimen del Patrimonio Nacional, al que pasarán las
obras de autor boliviano que carezcan de la protección del derecho patrimonial, por
cualquier causa, y que se extiende, entre otras categorías, a: 1) las obras folklóricas
y de cultura tradicional de autor no conocido; 2) las obras cuyos autores hayan
renunciado expresamente a sus derechos patrimoniales; 3) las obras de autores
fallecidos sin sucesores ni causahabientes; y 4) las obras cuyos plazos de protección
se hayan agotado.
32 EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Uno:
Bolivia, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000, págs. 13-14.
7.4. Protección del patrimonio cultural inmaterial

La ampliación de la protección legal a diversos bienes del patrimonio inmaterial o


no físico ha sido objeto de atención, asimismo, por parte del legislador
iberoamericano. Tales los casos, por ejemplo, de la ley ecuatoriana de 1979, la
paraguaya de 1982, la salvadoreña de 1993 y la venezolana del mismo año. Otro
tanto ocurre con la reciente legislación específica de Honduras y Guatemala, ambas
de 1997.
Cabe recordar, además, la declaración como patrimonio cultural artístico,
tradicional y folklórico de la Nación a la “Entrada Tradicional del Carnaval de
Oruro” por una disposición boliviana de 1995, protección hoy ampliada dada su
condición de Obra Maestra del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, declarada
por la UNESCO durante el presente año.
Finalmente, en este punto, debe destacarse la normativa brasileña por medio de la
cual se ha constituido el Registro de Bienes Culturales de Naturaleza Inmaterial que
constituyen el patrimonio cultural del país, creándose a la vez el Programa Nacional
de Patrimonio Inmaterial. El Registro está organizado en 4 libros correspondientes
a otras tantas categorías de bienes inmateriales: a) saberes [“modos de hacer
enraizados
en lo cotidiano de las comunidades”] b) celebraciones [“rituales y fiestas que
identifican la vivencia colectiva del trabajo, la religiosidad, el entretenimiento y
otras prácticas de la vida social"]; c) formas de expresión [“manifestaciones
literarias, musicales, plásticas, escénicas y lúdicas”]; y d) lugares [“mercados,
ferias, santuarios, plazas y demás espacios donde se concentran y reproducen
prácticas culturales colectivas”]; todo ello con referencia a la continuidad histórica
del bien y a su relevancia nacional para la memoria, la identidad y la formación de
la sociedad brasileña.
III. ADMINISTRACION Y GESTION DEL PATRIMONIO
CULTURAL
8. Aspectos administrativos y de gestión del patrimonio cultural

8.1. Evolución y tendencias

En el presente apartado nos ocupamos de la situación de la administración y gestión


gubernamental de los servicios del patrimonio cultural en los países
iberoamericanos. Su desarrollo constituye una de las más importantes funciones
cumplidas por la política cultural del Estado en la región, que al igual que en lo
relacionado con los aspectos legislativos, acreditan antiguos y valiosos
antecedentes.
Se trata de trazar un panorama de los sistemas administrativos del patrimonio
cultural, con referencia a los principales modelos nacionales de gestión pública.
Una primera categoría por analizar está referida a servicios centralizados dentro de
una administración cultural ministerial más amplia; es la tendencia burocrática
clásica. Una segunda categoría, más ágil, menos burocrática, más técnica, más
compatible con el funcionamiento de un servicio público moderno de gestión del
patrimonio cultural, se centra en el comentario sobre las entidades autónomas
creadas especialmente. Entre ambas, dos modalidades intermedias de gestión
político administrativa, la de los institutos nacionales de cultura y la de los consejos
y comisiones nacionales, también serán objeto de nuestras observaciones.
Dadas sus peculiaridades exceptuamos del análisis a la gestión de los museos,
bibliotecas y archivos. Destacamos, sin embargo, que en buena parte de los países
involucrados la administración del patrimonio bibliográfico, museístico y de
archivo se plantea en términos de un sistema radial más o menos planificado que se
expande alrededor de una Biblioteca Nacional o un Archivo General 33 .
33Uno de los casos más antiguos de organismos vinculados a la conservación en materia de bibliotecas
y archivos, “núcleo oficial de los conocimientos que acumula un pueblo”, que actualmente siguen
funcionando conforme al perfil original, es el de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y
Museos de Chile, constituida de conformidad al decreto 5200 del 18 de noviembre de 1929. EDWIN R.
HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Cuatro: Chile,
Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000.
8.2. La modalidad tradicional de gestión administrativa

En varios países iberoamericanos se advierte la existencia de organismos de la


administración centralizada, bajo la forma de direcciones nacionales o generales
dependientes de ministerios de educación o de cultura, que tienen a su cargo la
administración de servicios de conservación del patrimonio cultural, forma
tradicional de gestión pública.
Dentro de esta corriente pueden señalarse, por ejemplo, los casos del Viceministerio
de Cultura de Bolivia, la Subsecretaría de Cultura del Paraguay, el Ministerio de
Cultura, Juventud y Deportes de Costa Rica, el Ministerio de Cultura de Colombia
(cuyo Consejo de Monumentos Nacionales constituido de acuerdo a la ley de 1959
ha pasado a desempeñarse como órgano de asesoría y coordinación del Ministerio),
y el Ministerio de Cultura y Deporte de Guatemala. La Comisión Nacional de
Monumentos adscrita al Ministerio de Cultura de Cuba, dirigida por funcionarios
designados por el Ministerio e integrada por representantes de diversos organismos
e institutos, así como de la organización que agrupa a los arquitectos del país,
constituye un caso particular dentro del panorama que estamos presentando
8.3. Modalidades intermedias de gestión administrativa

En el marco de un cierto grado de descentralización se encuentran direcciones de


gestión del patrimonio que funcionan como dependencias de institutos más o menos
autárquicos de cultura, como el Instituto Nacional de Cultura del Perú, el Instituto
Nacional de Cultura de Panamá, el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El
Salvador y el Instituto Nicaragüense de Cultura.
Características especiales tiene la administración cultural de la República
Dominicana donde se encuentran diversas instituciones públicas y organismos, en
el área del patrimonio cultural, subordinados a la actual Secretaría de Estado de
Cultura, tales como la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático, la
Comisión para la Consolidación y Ambientación de los Monumentos Históricos de
la Ciudad de Santo Domingo, y la Oficina de Patrimonio Cultural y el Patronato de
la Ciudad Colonial.
En el caso del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, por su parte, junto al
principal organismo de la gestión cultural del país, el Instituto de Cultura
Puertorriqueña [con sus Divisiones de Arqueología y de Patrimonio Histórico
Edificado], además de los Consejos para la Protección del Patrimonio Arqueológico
Terrestre y para la Conservación y Estudio de los Sitios y Recursos Arqueológicos
Subacuáticos adscritos al mismo, funciona paralelamente la Oficina Estatal de
Conservación Histórica de Puerto Rico, creada en el año 2000 [como sucesora de
una anterior Oficina de Preservación] adscrita a la Oficina del Gobernador, para
cumplir con las responsabilidades establecidas por la ley federal norteamericana de
15 de octubre de 1966 [“National Historic Preservation Act of 1966”]
.
8.4. Hacia una mayor autonomía de gestión: Consejos y Comisiones Nacionales

Siempre con matices diversos en cuanto a su mayor o menor grado de autonomía de


gestión, política o administrativa, respecto a los organismos ministeriales
respectivos, de educación o de cultura, pueden señalarse diversos ejemplos de
órganos colegiados especializados.
Argentina, Chile y Uruguay cuentan con consejos nacionales creados por leyes
especiales en distintas épocas y con funciones específicas en cada caso.
El caso chileno es el más antiguo. Una ley de 1925 aprobó un régimen legal de
conservación de los monumentos históricos nacionales, quedando la tutela
respectiva a cargo de un Consejo de Monumentos Nacionales, pero el reglamento
de la ley nunca fue aprobado. Más de 40 años después, en 1970, se sancionó una
ley, vigente en la actualidad, la cual dispuso la creación de un nuevo Consejo de
Monumentos Nacionales, en el área del Ministerio de Educación Pública, e
integrado por representantes de organismos, ministerios, instituciones académicas,
universitarias y artísticas y expertos, con amplias facultades en todo lo relacionado
con la protección de monumentos nacionales, históricos, públicos y arqueológicos,
así como de zonas típicas y santuarios de la naturaleza.
La Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos de la
Argentina, a su vez, fue creada en 1940 como parte de un régimen de protección del
patrimonio histórico del país y tomando a su cargo la superintendencia inmediata
sobre los monumentos, museos y lugares históricos nacionales y en concurrencia
con las respectivas autoridades de las instituciones que se acogieran al régimen,
cuando se tratare de museos, monumentos y lugares históricos provinciales o
municipales. Funciona actualmente en el área de la Secretaría de Cultura y Medios
de Comunicación de la Presidencia de la Nación.
En el caso uruguayo, por otro lado, la Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico
y Cultural de la Nación constituida en 1971 tiene funciones consultivas y de
asesoramiento del Poder Ejecutivo en jurisdicción del Ministerio de Educación y
Cultura, así como de intervención en todo el procedimiento de protección vigente,
incluso en el caso del patrimonio arqueológico, la interdicción de salida y la venta
pública de bienes culturales.
Corresponde recordar, asimismo, la constitución del Sistema de Amparo al
Patrimonio Cultural del Perú por la ley 24047 de 1985, sobre la base de la
Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación [encargados de proteger el
patrimonio cultural bibliográfico y documental] y el Instituto Nacional de Cultura
[encargado a su vez del patrimonio cultural
arqueológico, histórico y artístico, así como también de las manifestaciones orales y
tradicionales del país], cuyos representantes junto con otros tantos de la Comisión
de Arte Sacro del Episcopado peruano, de las universidades, del Consejo Provincial
del Cusco, del Museo de Arqueología y Antropología, de la Escuela Nacional de
Bellas Artes, de la Academia Nacional de la Historia, del Colegio de Arquitectos y
de los museos privados y coleccionistas, conformaron el Consejo del Patrimonio
Cultural de la Nación como órgano superior normativo en la materia.
8.5. Institutos autárquicos de gestión del patrimonio cultural

Dentro de un grado muy diverso de autarquía en la gestión pública del patrimonio


cultural, con matices diferentes según los países, consideraremos los casos
nacionales de México, Honduras, Ecuador, Venezuela y Brasil. En dos de ellos la
creación de las instituciones respectivas se remonta a la cuarta década del siglo XX.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, con personalidad
jurídica propia, ejerce, entre otras, las siguientes funciones: exploración de zonas
arqueológicas; vigilancia, conservación y restauración de monumentos
arqueológicos, históricos y artísticos y de los objetos que en ellos se encuentren; e
investigaciones que interesen a la arqueología e historia de México, principalmente
etnográficas En 1972 y 1985 se institucionalizó la descentralización del organismo,
el que es conducido por un director general, con idoneidad técnica y grado
académico. La ley federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e
Históricos de 1972 asigna funciones relevantes al INAH en materia de Monumentos
Arqueológicos e Históricos [periodos prehispánico, virreinal y del siglo XIX] y al
Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en relación a los Monumentos
Artísticos. Ambos Institutos, junto con la Comisión Nacional para la Preservación
del Patrimonio Cultural y la Dirección General de Sitios y Monumentos del
Patrimonio Cultural, funcionan en el área del Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes de la Secretaría de Educación Pública.
El Instituto Hondureño de Antropología e Historia, sucesor del Instituto Nacional
de Antropología e Historia creado en 1952, fue constituido en 1968, con autonomía,
personalidad jurídica y patrimonio propio, siendo su objeto “la defensa,
exploración, conservación, restauración, reparación, recuperación y
acrecentamiento e investigación científica de los tesoros
arqueológicos, antropológicos, históricos y artísticos de la nación, así como de los
lugares típicos y de belleza natural”. Funciona dentro del marco de la Secretaria de
Estado en los Despachos de Cultura, Artes y Deportes.
Al aprobarse en 1979 la ley ecuatoriana de Patrimonio Cultural se dispuso un
reordenamiento del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural creado un año antes.
Organismo con personería jurídica, está dirigido por un Directorio compuesto por
representantes de los ministerios de Educación y Cultura, Defensa y Gobierno y
Municipalidades, y por los presidentes de la Conferencia Episcopal del Ecuador 34 ,
del Consejo Nacional de Universidades y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, así
como por el Director Nacional del Patrimonio Cultural. Tiene como funciones las
de investigar, conservar, preservar, restaurar, inventariar, exhibir y promover el
patrimonio cultural en el país, así como regular de acuerdo a la ley todas las
actividades de esta naturaleza que se realicen en el Ecuador.
34“Es de justicia reconocer que a la acción espiritual y humanista de la Iglesia católica, célebre
monopolizadora de la región, la educación y la cultura durante los tres siglos que duró
aproximadamente el período colonial español en América, se debió la creación de la riqueza
monumental y artística que forma hoy parte del Patrimonio Cultural declarado de la Nación y Estado
ecuatorianos. La Iglesia comprendió también a las instituciones llamadas Cofradías a las que
pertenecieron algunos de los célebres artistas e imagineros, así como seglares muy allegados a la
religión católica […]”. GALO LARREA DONOSO, Patrimonio natural y cultural, Banco Central del
Ecuador, Quito, 1982, págs. 47-48.
El Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela fue creado en 1993 con el
encargo de gestionar los servicios de identificación, preservación, rehabilitación,
salvaguarda, inspección, vigilancia y consolidación de las obras, conjuntos y
lugares, creados por el hombre o de origen natural que por su contenido cultural
constituyen elementos fundamentales de la identidad nacional del país, y sean
declarados bienes de interés cultural. Funciona como servicio autónomo y goza de
autonomía administrativa. Las atribuciones ejecutivas son cumplidas por un
presidente del Instituto que conforma con los gerentes ejecutivo y administrativo el
comité superior de dirección. Un cuerpo colegiado compuesto por representantes de
varios ministerios y organismos públicos y privados así como por especialistas en la
materia, actúa como Consejo Consultivo del Instituto. Está adscrito al Ministerio de
Educación, Cultura y Deportes, bajo la tutela del Consejo Nacional de Cultura.
El deber constitucional de preservar el patrimonio histórico artístico, consagrado en
1934, dio lugar en Brasil a la creación en 1936 de un organismo especializado, el
Servicio del Patrimonio Histórico Artístico Nacional [SPHAN], consolidado al
aprobarse un año después la ley federal respectiva. Una reorganización
administrativa dispuesta en 1970 lo transformó en Instituto del Patrimonio
Histórico y Artístico Nacional [IPHAN]. Dotado de autonomía administrativa y
financiera el IPHAN tenía por finalidad “inventariar, clasificar, “tombar” 35 ,
conservar y restaurar monumentos, obras, documentos y demás bienes de valor
histórico, artístico y arqueológico existentes en el país, así como proteger y
“tombar” el acervo paisajístico del Brasil”. Se inició entonces una nueva política
de protección, dirigida más a la preservación de los conjuntos y ciudades históricas.
35“Considerando las disposiciones del capítulo II del decreto ley n° 25, del 30 de noviembre de 1937,
se ve que el legislador nacional adoptó las expresiones “tombamento” y “Livros de Tombo”, con
preferencia a las de clasificación y catalogación que se encuentran en la legislación extranjera y en
anteriores proyectos de ley brasileños. Los términos adoptados proceden del plan elaborado por
Mario de Andrade, en el capítulo en que éste consigna las medidas esenciales sobre el asunto,
motivando su preferencia, probablemente, la consideración de que las voces “tombo” y “tombar”
corresponden mejor, en la tradición de la lengua portuguesa, al rol o inventario auténtico de bienes a
ser instituido en la ley[…]” RODRIGO MELLO FRANCO DE ANDRADE, Brasil: monumentos
históricos y arqueológicos, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, D.F., 1952.
Diversas contingencias motivaron desde entonces en Brasil cambios político-
administrativos de los servicios federales de gestión y administración del
patrimonio cultural. Uno de los más relevantes fue la creación en 1979 de la
Secretaría del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional junto con la constitución
de la Fundación Pro Memoria, fundación pública con gestión de derecho privado.
La creación del Ministerio de Cultura en 1985 da lugar a nuevas reestructuraciones.
En 1990 se disuelven el Ministerio [más adelante restablecido] y la Fundación Pro
Memoria, creándose en su lugar el Instituto Brasileño del Patrimonio Cultural como
organismo autárquico federal. Finalmente en 1995 se vuelve a la denominación
originaria de Instituto del Patrimonio Histórico Artístico Nacional.
IV. FINANCIAMIENTO Y ASPECTOS ECONÓMICO FISCALES
DEL PATRIMONIO CULTURAL

9. Aspectos financieros

Por sus características específicas, tres modalidades son dignas de consideración en


lo referente al financiamiento del patrimonio cultural en la región: a) el
funcionamiento de fondos especiales creados directa o indirectamente para cumplir
con tal finalidad; b) la acción en la materia por parte de algunos bancos centrales; y
c) el esquema de incentivos fiscales y económicos previsto en algunos de los
Estados iberoamericanos. De todo ello nos ocuparemos, haciendo la salvedad de
que buena parte del financiamiento del patrimonio en la región se financia, no
obstante, con aportes públicos provenientes del presupuesto general, fuente
principal de recursos públicos en cada país.
9.1. Fondos especiales del patrimonio cultural

Una de las peculiaridades del financiamiento en la región, está dada, en algunos


países, por la creación de fondos especialmente constituidos con el fin de recibir,
administrar y destinar recursos específicos a la conservación de determinados
bienes o conjuntos de bienes componentes del patrimonio cultural.
Tal, por ejemplo, el caso del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural
constituido con carácter autónomo en Ecuador en 1987, a pocos meses de un
terremoto que azotó al centro histórico de Quito, patrimonio cultural de la
humanidad, destinado a la restauración, conservación y protección de los bienes
históricos, artísticos, religiosos y culturales de la ciudad. Contaba para ello con el
producido de un gravamen del tres por ciento del precio de las entradas a los
espectáculos públicos que se efectuaren en Quito, más otros ingresos públicos;
pudiendo el Directorio del Fondo, además de disponer tanto la realización de obras
y acciones de protección como la inversión lucrativa de sus recursos, recibir
donaciones deducibles del impuesto a la renta del donante, sea persona natural o
jurídica.
En el caso del Uruguay, por su parte, fue creado en 1971 el Fondo Especial del
Patrimonio, alimentado entre otros ingresos con el producido de un gravamen del
cuatro por ciento [luego reducido al dos por ciento] sobre la utilidad líquida que
obtuvieran los casinos explotados por el gobierno nacional, debiendo tales recursos
destinarse al mantenimiento y desarrollo de museos y archivos así como a la
preservación del patrimonio histórico y artístico de la Nación.
Tratándose de ciertos fondos nacionales creados para financiar un amplio espectro
de actividades culturales como, por ejemplo, el Fondo Nacional de las Artes de
Argentina, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) de México [y el
Fondo Nacional Arqueológico constituido para financiar un Programa de Proyectos
Especiales de Arqueología], la entidad Aporte para la descentralización Cultural
(ADESCA) de Guatemala y el Fondo Nacional de Cultura (FONDEC) del
Paraguay, como parte de sus programas se ha incluido el financiamiento de
actividades de conservación y difusión del patrimonio cultural.
9.2. El patrimonio cultural y los Bancos Centrales

Una segunda característica del financiamiento del patrimonio cultural, histórico,


artístico y arqueológico en América Latina, está dada por la sostenida acción directa
en materia de preservación de los bienes culturales que desde décadas atrás vienen
llevando a cabo los bancos centrales de varios países de la región.
La labor de preservación del patrimonio así como de financiamiento de programas
culturales con recursos provenientes de las utilidades de sus operaciones financieras
está consagrada en los propios estatutos de tales instituciones. En el caso de
Bolivia, por ejemplo, la ley orgánica del Banco Central, autoridad monetaria y
cambiaria del país y órgano rector del sistema financiero nacional, dispuso la
creación de la Fundación Cultural del Banco como persona colectiva estatal de
derecho público, con el objeto de mantener, proteger, conservar y administrar,
dirigida por un Consejo de Administración mayoritariamente elegido por el Banco
y con soporte financiero propio, el Archivo y la Biblioteca Nacionales de Bolivia, el
Museo Nacional de Etnografía y Folklore y otros dos establecimientos
emblemáticos del patrimonio cultural del país: la Casa de la Moneda, en Potosí, y
en Sucre la Casa de la Libertad.
Otro tanto ocurre en el caso del Banco de la República de Colombia, que ejerce las
funciones de banca central por mandato constitucional. Su acción cultural,
amplísima, atiende en el caso del patrimonio cultural tanto a la gestión como al
financiamiento del Museo del Oro y de la Hemeroteca Nacional, entre otros
establecimientos culturales, con recursos propios, siendo sus gastos considerados
“egresos ordinarios operacionales del Banco” 36 . Diversas fundaciones
constituidas con sus aportes han permitido el rescate y la recuperación de bienes del
patrimonio cultural colombiano. Dentro de una enumeración no exhaustiva cabe,
además, recordar la acción de los bancos centrales de Costa Rica y Ecuador en
favor de la preservación y difusión de sus respectivos patrimonios nacionales.
36 EDWINR. HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Dos:
Colombia, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000, págs. 149-152.
9.3. Instrumentos fiscales y económicos de incentivo al patrimonio cultural

Los instrumentos fiscales y de promoción económica, aplicados como un conjunto


o sistema de medidas de financiamiento del patrimonio cultural, en especial en el
caso de la recuperación y puesta en valor de ciertos conjuntos históricos urbanos de
Iberoamérica, alentando a la iniciativa privada y promoviendo el turismo cultural,
han sido utilizados con frecuencia en la región. Uno de los primeros y más exitosos
casos que recordamos está vinculado, en esta materia, con la recuperación de la
zona histórica de San Juan de Puerto Rico al que ya nos hemos referido con
anterioridad.
La promoción del turismo cultural a través de diversos incentivos al sector privado
respecto al patrimonio histórico se ha llevado a cabo, también, en países como
Panamá donde, desde 1994, se puso en marcha un programa que, entre otras metas,
atiende a la construcción, rehabilitación, restauración y remodelación de edificios,
para uso comercial o residencial, que se encuentren dentro de los conjuntos
monumentales históricos en los que se autorice este tipo de actividades, así como a
invertir en la restauración, mantenimiento e iluminación de monumentos históricos.
Los incentivos fiscales previstos incluyen desde exoneración por 10 años del
impuesto inmobiliario sobre el terreno y por 30 años sobre las mejoras
efectuadas en los inmuebles, exoneración del impuesto a la renta sobre las
utilidades de las empresas involucradas durante los primeros 5 años de la actividad
comercial y sobre el impuesto de importación de los equipos y materiales
utilizados.
Por otra parte, en 1997 37 se implantó un régimen de incentivos para la restauración
y puesta en valor del conjunto monumental histórico del Casco Antiguo de la
ciudad de Panamá, mediante instrumentos financieros, fiscales y económicos tales
como préstamos preferenciales hipotecarios para restauración; y exoneraciones de
impuestos sobre la renta y transferencia de bienes inmuebles; los inquilinos que
habiten en las edificaciones del Casco Antiguo, que sean restauradas o
reconstruidas, quedaran sometidas a un régimen especial de desalojo e
indemnizaciones.
37 EDWIN R. HARVEY, Legislación cultural de los países del Convenio Andrés Bello. Tomo Siete:
Panamá, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2000, págs. 102-113.
38 Durante la reunión de expertos sobre monumentos y lugares de interés histórico y artístico, realizada

en Quito en 1967, se aprobaron las llamadas “Normas de Quito” acerca de las formas de dar
cumplimiento a lo dispuesto en el Capítulo V, Sección A, de la Declaración de los Presidentes de
América (Punta del Este, 1967) sobre conservación y utilización del patrimonio cultural y para el
aprovechamiento de recursos turísticos y mejoramiento social y económico de diversas regiones del
continente americano. OEA, Reunión de expertos sobre conservación y utilización de monumentos y
lugares de interés histórico y artístico. Informe Final, Quito, Ecuador, 29 de noviembre al 2 de
diciembre de 1967.
Los regímenes que combinan incentivos tributarios, beneficios fiscales y de crédito,
apoyo a la inversión con fines turísticos, y el descongelamiento de precios y
libertad de contratación en materia de alquileres, de los que hemos dado sólo unos
ejemplos, han sido asimismo puestos en vigencia en otros países de la región a fin
de promover la rehabilitación de conjuntos históricos degradados 38 .
V. ASPECTOS INTERNACIONALES DEL PATRIMONIO
CULTURAL
10. La protección internacional del patrimonio cultural de la región

Toda una cronología del siglo XX puede elaborarse sobre la labor de cooperación y
gestión internacionales respecto a la protección del patrimonio histórico, artístico y
arqueológico de los países de América.
Campo de preocupación prioritario de la acción panamericana, desde 1889, cabe
recordar en materia normativa:
a) las recomendaciones panamericanas sobre creación de una Comisión
Arqueológica Internacional Americana [México, 1902]; protección de documentos
históricos y restos arqueológicos [Santiago de Chile, 1923]; monumentos inmuebles
arqueológicos e históricos, precolombinos y coloniales [Montevideo, 1933];
monumentos muebles de las épocas precolombina, colonial, de la emancipación y
de la república [Montevideo, 1933]; y conservación de regiones naturales y lugares
históricos [Lima, 1938];

b) los tratados interamericanos para la Protección de Instituciones Artísticas y


Científicas y Monumentos Históricos [“Pacto Roerich”, 1935] y sobre Protección
de Muebles de Valor Histórico [1935]; y c) la creación del Instituto Panamericano
de Geografía e Historia en 1928.

La acción cultural regional se fortaleció con la creación de la Oficina de


Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana, la cual a nivel continental
desempeñó las funciones que en un contexto geográfico mayor realizaría el Instituto
de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones con sede en París.
Sin embargo, al iniciarse la segunda guerra mundial en Europa, muchos proyectos
panamericanos de desarrollo artístico e intelectual quedaron inconclusos al
ampliarse el conflicto, dos años después. Una incipiente gestión cultural regional se
mantuvo, no obstante, durante la guerra, a partir de los trabajos de las Conferencias
Americanas de Cooperación Intelectual durante esos años. Un cuidado por la
preservación del patrimonio y la
protección de archivos nacionales, eclesiásticos y municipales estuvo siempre
presente.
La Conferencia Interamericana de Chapultepec [1945] preparó las bases del sistema
interamericano de posguerra, que se formalizaría en 1948 al realizarse en Bogotá la
Novena Conferencia Internacional Americana, última de las reuniones
panamericanas iniciadas sesenta años antes. Con la aprobación de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos se consolidó la organización internacional
sobre la base de la cooperación permanente entre las entonces 21 repúblicas
americanas. El Consejo Interamericano Cultural sería su organismo especializado.
Casi 20 años después recordamos la Declaración de los Presidentes de América
[Punta del Este, 1967] impulsora de un esfuerzo multinacional a favor de la
conservación y puesta en valor del patrimonio cultural y de estímulo de la
creatividad artística, así como de nuevos conceptos sobre la función económica y
social del patrimonio. Una de sus consecuencias fue la aprobación de las “Normas
de Quito” [1967], nueva perspectiva en el campo de la cooperación internacional.
Un año más tarde, en Maracay, se iniciaría una intensa labor de cooperación
interamericana, de más de dos décadas, con el establecimiento del Programa
Regional de Desarrollo Cultural y, en particular, de la Unidad Técnica de
Protección y Utilización del Patrimonio Monumental y Artístico “como medio de
extender la cooperación interamericana a la conservación y utilización de los
monumentos arqueológicos, históricos y artísticos, para contribuir a su
salvaguardia y a la adecuada explotación económica [uno de los postulados de la
reunión de Quito de 1967] sin merma de su valoración artística o histórica” 39 .
39La Resolución CIC-19/68 acogió como principios rectores las “Normas de Quito”, ya citadas, acerca
de la política de protección y utilización del patrimonio cultural de los Estados Miembros; recomendó
la creación de un programa interamericano sobre la materia, apoyado por los servicios de cooperación
técnica de la OEA, y encomendó acciones relativas al adiestramiento en restauración y conservación
de bienes culturales, promoviendo así un nuevo programa especializado que se desarrollaría durante
los años siguientes por las áreas específicas de la OEA.
Sus actividades se extendieron a: 1) colaborar con los gobiernos en la formulación
de proyectos piloto de restauración y aprovechamiento de
monumentos y lugares de interés histórico y artístico, y en proyectos específicos de
asistencia técnica directa 40 ; 2) cooperar en la capacitación técnica de personal
especializado en restauración; 3) promover una adecuada legislación proteccionista
y procurar su armonización a nivel interamericano 41 ; 4) preparar reuniones
técnicas especializadas 42 ; y 5) prestar servicios técnicos a museos en materia de
restauración y museografía.
40 Entre los proyectos llevados a cabo cabe citar, por ejemplo, el de Pelourinho, en Salvador de Bahía; el de puesta en valor del sector histórico de la ciudad de Cartagena de Indias;
el de restauración y ambientación del casco colonial de la ciudad de Quito; el de restauración y revalorización de monumentos y obras de arte jesuítico del Paraguay; el de
restauración y aprovechamiento turístico del conjunto monumental de Portobello; y el de restauración del patrimonio cultural del Uruguay.
41En materia de armonización interamericana de la legislación proteccionista a nivel de sus países
miembros, es de recordar el proyecto de la OEA sobre Ley modelo de Legislación Protectora del
Patrimonio Cultural promovido por el Comité Interamericano de Cultura en 1981. Por otra parte cabe
recordar, asimismo, la aprobación por la Asamblea General de la OEA, en 1976, de la Convención
sobre Defensa del Patrimonio Arqueológico, Histórico y Artístico de las Naciones Americanas
[“Convención de San Salvador”], con el objeto de impedir la exportación o importación ilícitas de
bienes culturales, así como promover la cooperación entre los Estados americanos para el mutuo
conocimiento y apreciación de tales bienes.
42 Entre las reuniones especializadas en la materia cabe destacar la Reunión Técnica sobre el Patrimonio Histórico, Artístico y Arqueológico celebrada en Caracas del 16 al 21 de
julio de 1987, en la que participamos, y que tuvo carácter interdisciplinario con el tratamiento de temas referidos a los aspectos educativos, los usos del patrimonio cultural, aspectos
fiscales y financieros, la dimensión administrativa, el enfoque jurídico institucional y otras recomendaciones sobre temas técnicos del patrimonio cultural de los países americanos.
43 La Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana es una organización intergubernamental subregional integrada por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Nicaragua y Panamá; a su iniciativa se debe la aprobación de tres convenciones centroamericanas: 1) para la Realización de Exposiciones de Objetos

En la última década del siglo XX la labor de la OEA en la materia se centró en la


puesta en marcha del Proyecto Multinacional de Preservación y Uso del Patrimonio
Cultural para, luego, insertarse dentro de la problemática del Consejo
Interamericano para el Desarrollo Integral [CIDI].
Cabe, finalmente, recordar también los resultados de la cooperación subregional en
materia de patrimonio cultural, en especial la concreción por la Coordinación
Educativa y Cultural del Sistema de Integración Centroamericano de tres tratados
especializados 43 ; las recomendaciones
Arqueológicos, Históricos, Etnológicos y Artísticos; 2) para la Restitución y el Retorno de Objetos
Arqueológicos, Históricos, Etnológicos y Artísticos; y 3) para la Protección del Patrimonio Cultural.
44 EDWIN R. HARVEY, Políticas culturales en Iberoamérica y el mundo, Tecnos, Madrid, 1990, págs.

76-89.
45 El denominado “Mercosur Cultural” se ha constituido como consecuencia del Protocolo de

Integración Cultural aprobado en Fortaleza, Brasil, el 17 de diciembre de 1996 por los gobiernos de
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, miembros del Tratado de Asunción suscrito a su vez en 1991.
Bolivia y Chile, en carácter de miembros asociados, participan de sus deliberaciones. EDWIN R.
HARVEY, El Tratado de Asunción y el Mercosur Cultural. Relación con otros procesos de
integración regional, The University of Texas at Austin, Mercosul/Mercosur. The market & beyond,
abril 26-28, 2001.
46 Con motivo de celebrarse en Santo Domingo entre los días 9 y 11 de julio de 1984 la Segunda

Conferencia de Presidentes de Comisiones Nacionales Conmemorativas del Quinto Centenario del 12


de Octubre de 1492, en la que se suscribió el Acuerdo de Institucionalización respectivo uno de cuyos
fines era el de “difundir los valores del patrimonio cultural de la Comunidad Iberoamericana”,
tuvimos ocasión de destacar: ”Creemos que uno de los principios que debe establecer esta reunión es
el de la igualdad de las culturas, sobre la base de que todas las culturas nacionales, regionales y
locales deben ser respetadas, afirmándose que no existen culturas subdesarrolladas, teniendo todas
un mismo grado de valor y dignidad”. A continuación señalamos que: “otro principio es el de la
soberanía cultural de los países, señalándose que todas las culturas tienen derecho a expresarse
libremente, conforme a su propia dinámica, a sus propias raíces, y a su propio ser nacional”. Para
concluir en que: “en este sentido es propio destacar la ampliación del principio de la identidad
cultural nacional a un contexto más vasto: el de las afinidades de una región cultural, en nuestro
caso el de las afinidades americana e iberoamericana, es decir, el de un conjunto armónico de países
que afirman la existencia de quinientos años de vida en común con un patrimonio cultural común,
producto de la historia” América 92, Madrid, n° 2, julio-agosto-septiembre 1984, p. 36.
de la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en América
Latina [Bogotá, 1978] 44 ; el aporte del Mercosur Cultural 45 ; y, en un orden más
amplio, la difusión de los valores del patrimonio cultural de la Comunidad
Iberoamericana llevada a cabo por la Conferencia de Presidentes de Comisiones
Nacionales Conmemorativas del Quinto Centenario 46 , así como, en la última
década, por las Cumbres Iberoamericanas.
VI. CONCLUSIÓN
Hemos realizado un análisis de los aspectos institucionales, legislativos,
administrativos, financieros e internacionales de las políticas llevadas a cabo en
materia de patrimonio cultural por el conjunto de naciones de habla española o
portuguesa, que conforman lo que podríamos llamar, desde algo más de quinientos
años atrás, la rama del nuevo mundo de la cultura iberoamericana. Son las
herederas políticas de los antiguos imperios español y portugués que, luego de las
guerras de la independencia, en el primer caso, y de la proclamación de la
república, en el caso del Brasil, mantienen el testimonio de esa cultura en el
continente americano 47 .
47 EDWIN R HARVEY, Relaciones culturales internacionales en Iberoamérica y el mundo, Tecnos,
Madrid, 1991.
La diáspora de los pueblos que la conforman, tanto de América Latina como de la
península ibérica, tanto por razones económicas y sociales como políticas
(recordamos el éxodo español como consecuencia de la guerra civil) ha diseminado
por el mundo los valores de esta cultura, las raíces de un patrimonio común,
enriquecido en la diversidad y en el mestizaje. En un mundo globalizado,
consolidar esta identidad constituye un imperativo que a todos nos corresponde
resguardar.
Edwin R. Harvey (edwinharvey@fibertel.com.ar) es abogado, egresado de la Universidad
Nacional del Litoral, Argentina. Autor de varias decenas de libros, sobre legislación y derecho de la
cultura, políticas culturales comparadas y financiación pública de la culturas y las artes, publicados en
Buenos Aires, Bogotá, Madrid, París y San Juan de Puerto Rico. Profesor en materias de su
especialidad en la Universidad del Salvador (Buenos Aires) y otras universidades argentinas y
extranjeras. Consultor de organismos internacionales. Presidente del Fondo Nacional de las Artes de
la República Argentina entre 1983 y 1987.

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