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REPORTE 2

VERONICA BECERRIL AG
Gobernanza
El nuevo paradigma intervencionista
• Dos líneas estratégicas para encarar desde nuevas perspectivas el fenómeno del intervencionismo
público, entendido como contenido sustancial de la acción de gobierno:
o Por una parte, suplementar los mecanismos de decisión pública mediante la incorporación de
procesos participativos diseñados relativamente al margen del circuito representativo.
o Por otra, mejorar el intervencionismo público mediante un reforzamiento de la capacidad de
gestión autónoma del sistema a través de instrumentos de diseño estratégico, técnicas
manageriales de gestión pública y sistemas de control y evaluación adecuados al tipo de tareas
de presentación a las que debe atender el Estado de bienestar.
• Este nuevo escenario acaba desencadenando un cierto desplazamiento del eje de gravedad de la
acción de gobierno desde los circuitos políticos centrales del sistema hacia los ámbitos periféricos de
gestión y prestación, que terminarán configurándose finalmente como las auténticas líneas de choque
del welfare state.
• Los principales elementos de partida de este proceso dinámico se supone que deben ser orquestados
por un gestor público dotado de una posición relativamente autónoma y se focalizan sobre ámbitos
intervencionistas generalmente predeterminados.
• Una “administración adecuada a consensos” implica inevitablemente el reconocimiento de un mayor
grado de autonomía para concretizar objetivos estratégicos, generando así una inevitable decadencia
de la tradición función de impulso político atribuida a la instancia gubernamental central.
• Las claves de esta nueva visión del intervencionismo parecen reparar entonces no tanto en los horizontes
finalistas, sino en los medios instrumentales encargados de canalizar el proceso de la acción y de generar
las correspondientes respuestas públicas.

Las coordenadas de la acción intervencionista


• El punto de partida debe situarse ahora en torno al llamado “trilema” de Teubner, donde la sociedad se
convierte en un tercer eje explicativo de la acción, junto a la política y el derecho.
• El circuito general de la acción intervencionista se proyectaría así en una dualidad de planos, que
responden a la doble dimensión en la cual se puede encuadrar la noción de gobernanza:
o Desde el ámbito microintervencionista de las políticas públicas
o Hasta el plano interactivo y cooperativo de la gobernanza multinivel
• Esta nueva dimensión triangular, afectando a los ejes política-derecho-sociedad, implica un cambio
sustancial en la posición de los órganos políticos centrales y especialmente del parlamento.
• Teóricamente el nuevo modelo proyecta una pretensión de racionalidad reflexiva que debe surgir de
los procesos interactivos o de aprendizaje horizontal generados en el marco de la gobernanza y, en su
caso, en la escala multinivel.

Diseño de la acción y agenda


• La filosofía de la acción que preside el modelo de la gobernanza se inspira en la capacidad de respuesta
de las instancias públicas a los núcleos problemáticos emergentes que surgen de la propia realidad.
o Frente a un diseño de la acción entendida como propuesta programática, la nueva categoría
de la gobernanza sugiere más bien un diseño de la acción entendido como respuesta a
problemas-demanda.
• Teóricamente se trataría de un modelo más adaptable y abierto a la innovación; además de resultar
más adecuado para contextos de relativa complejidad social.
• El proceso global se ajustaría a mecanismos de fijación de la agenda susceptibles de progresar desde
las esferas periféricas
o La agenda propia de las políticas públicas marcaría un tempo de proyecciones que no suele
coincidir con el calendario de la legislatura en cuyas coordenadas se desenvuelven
habitualmente la posición del gobierno.
• La puesta en marcha de las capacidades del gobierno exigirá en consecuencia nuevas proyecciones
de la agenda gubernamental, tanto en términos de estabilidad de ciertas políticas a lo largo del tiempo
como de implementación de las mismas más allá del calendario político de la legislatura.

De las ideologías a las culturas


• Es posible entonces que el soporte de la acción no dependa ya tanto de las tradiciones “ideológicas”,
tal como estas operaron hasta mediados del siglo XX, sino de pautas culturales o visiones colectivas de
la realidad que condicionan el modo de abordar los diagnósticos generales sobre la misma
• Las diferentes pautas culturales podrán marcar, desde la perspectiva de la gobernanza, distintas formas
de abordamiento de la acción, suscitando así procesos de aprendizaje diferenciados:
o En primer lugar, del modo como se enfoca el diagnóstico problemático de la propia realidad,
entendido como punto de partida de la acción pública
o En segundo lugar, las tradiciones culturales pueden operar igualmente de forma diferenciada en
relación con los procesos de movilización colectiva.
o En tercer lugar, las tradiciones culturales pueden implicar también visiones distintas del propio
sistema institucional a través del cual debe canalizarse la acción.

El gobierno ante la gobernanza


• En este contexto, los gobiernos carecerán de plena autonomía para configurar sus agendas o para
definir sus propias políticas.
• Así pues, la gobernanza condiciona finalmente una visión no unitaria de la acción de gobierno, lo que
implicará su entendimiento global como un conjunto de esferas institucionales diversas que, en principio,
deben tener mayor capacidad para adaptarse a la complejidad dinámica del sistema, incluyendo la
presencia activa de circuitos sociales o esferas privadas.
• Por otra parte, la noción de gobernanza permite una mejor ubicación del poder en ámbitos fronterizos
entre lo público y lo privado; lo que debe permitir a la esfera pública una mejor capacidad para
ajustarse operativamente a entornos de servicios privatizados.
• La posición funcional del gobierno se moverá entonces entre dos versiones alternativas:
o La primera dimensión implicaría una sustancial reducción de las tareas de dirección y
programación del gobierno
o En la segunda línea se establece el papel meramente subsidiario que desempeñaría el gobierno
central: lo que conduciría hasta la provocadora hipótesis de una gobernanza sin gobierno.

Las dificultades de un modelo complejo


• Frente al carácter limitado de los instrumentos tradicionales de control aplicables al modelo de la
gobernabilidad; la noción expansiva de la accountability se proyecta en el ámbito de la gobernanza
de un modo transversal y difuso.
• El problema consistirá entonces en que, si el modelo de la gobernanza permite la aplicación sistemática
de técnicas convencionales de evaluación de políticas públicas, en cambio, las posibilidades de
alcanzar una proyección valorativa unitaria de la acción del gobierno experimentan un paralelo
proceso de deconstrucción.

Perspectivas críticas
• La gobernanza sigue constituyendo un desafío histórico decisivo, de cuyo éxito final dependerá
probablemente la evolución constructiva del Estado de bienestar en clave de acción intervencionista
eficaz.
• Pero su desarrollo efectivo requiere la puesta en marcha de toda una serie de modificaciones
estructurales y funcionales en el sistema que la lógica inercial de los modelos anteriores parece frenar
reiteradamente.

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