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35- LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS, CUERPO DE CRISTO

A lo largo de la historia la Iglesia ha recibido muchos nombres. Hoy presentamos dos de los más comunes,
que tienen su base en la Biblia: Iglesia pueblo de Dios, Iglesia cuerpo de Cristo.
1- IGLESIA, PUEBLO DE DIOS
El Antiguo Testamento nos cuenta cómo Dios se escogió un pueblo, el pueblo de Israel. Cómo liberó a ese
pueblo de la esclavitud de Egipto y lo condujo por el desierto hasta llegar a la tierra prometida, donde pudieron
finalmente asentarse. Jesús nace en ese pueblo, pero su mensaje de salvación es un mensaje universal, para todos
los pueblos de la tierra. La Iglesia surge como el nuevo pueblo de Dios, al que todos los hombres y mujeres están
invitados, y del que formamos parte por nuestro bautismo. Es un “pueblo” formado por muchas etnias, por gentes
de muchos lugares, donde ya no hay discriminación por ninguna causa, como dice san Pablo:
Pues todos ustedes son, en Cristo Jesús, hijos de Dios, por la fe. En efecto, todos los bautizados en Cristo se han
revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en
Cristo Jesús. (Ga 4,26-28).
La Iglesia no es, en primer lugar, un edificio, ni una jerarquía, ni una serie de normas y dogmas; la Iglesia es
un pueblo que camina por este mundo al encuentro de Dios. Un pueblo “para todos”, un pueblo “de muchos
rostros”, como dice el papa Francisco (EG 112-115). Y del mismo modo que el pueblo de Israel caminaba por el
desierto en busca de esa tierra prometida, también la Iglesia, pueblo de Dios es “peregrina” en la tierra, en busca del
Reino definitivo de Dios. Por eso la Iglesia no es algo estático, definitivo, sino más bien algo dinámico, en
movimiento, que se renueva constantemente, para ser fiel a Jesucristo.
También se ha descrito a la Iglesia como “familia de Dios”, o como templo del Espíritu Santo, donde las
piedras que construyen el edificio no son de roca, sino que somos los creyentes:
También ustedes, como piedras vivas, se han edificado y pasan a ser un Templo espiritual (1Pedro 2,5).
2- CRISTO, PRESENTE EN SU IGLESIA
Después de la resurrección, los primeros cristianos tienen muy claro que Jesús está presente en medio de
ellos, especialmente cuando se reúnen y viven la comunión. Jesús no abandona a su Iglesia, y está presente en ella
de una manera sacramental. Hay textos en el mismo evangelio que nos hablan de ello:
Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre
Celestial se lo concederá. Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.» (Mt
18,19-20)
Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia. (Mt 28,18)
*¿En qué momentos Jesús está presente en su Iglesia de una manera especial?
3- IGLESIA, CUERPO DE CRISTO
Para expresar esa presencia de Cristo en su Iglesia y, al mismo tiempo, cómo la Iglesia tiene que asemejarse y
parecerse a Cristo, san Pablo utiliza una expresión novedosa para referirse a la comunidad cristiana: “cuerpo de
Cristo”. Además, la idea de “cuerpo” expresa la unidad y comunión que tiene que haber entre los miembros de la
comunidad. Un cuerpo es un conjunto de miembros en el que, siendo diferentes unos de otros, guardan una
armonía, cumpliendo cada uno su función. Por tanto al hablar Pablo de la comunidad como un “cuerpo”, está
haciendo hincapié en la unidad y armonía que ha de haber entre todos. Por eso, en 1Cor 10, afirma:
Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Así, siendo muchos formamos un solo
cuerpo, porque el pan es uno y todos participamos del mismo pan. (1Cor 10,16-17)
El texto se refiere al pan de la Eucaristía. Participar de la Eucaristía, que es “comunión” con Jesús, ha de
llevarnos a vivir también la “comunión” (unión) con los demás hermanos que participan del mismo sacramento. El
texto donde mejor explica Pablo la idea de la Iglesia como “cuerpo de Cristo” es en el capítulo 12 de 1Corintios:
Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el
mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. La manifestación del Espíritu que a
cada uno se le da es para provecho común. A uno se le da, por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otro, palabra de
conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, el don de la fe, por el Espíritu; a otro, el don de hacer curaciones, por el
único Espíritu; a otro, poder de hacer milagros; a otro, profecía; a otro, reconocimiento de lo que viene del bueno o del
mal espíritu; a otro, hablar en lenguas; a otro, interpretar lo que se dijo en lenguas.  Y todo esto es obra del mismo y
único Espíritu, que da a cada uno como quiere.
Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo
cuerpo. Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya
fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu. Un solo miembro no basta para
formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos. Supongan que diga el pie: «No soy mano, y por lo tanto yo no soy del
cuerpo.» No por eso deja de ser parte del cuerpo. O también que la oreja diga: «Ya que no soy ojo, no soy del cuerpo.»
Tampoco por eso deja de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? Y si todo el cuerpo
fuera oído, ¿cómo podríamos oler?
Dios ha dispuesto los diversos miembros colocando cada uno en el cuerpo como ha querido.  Si todos fueran el
mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero hay muchos miembros, y un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la
mano: «No te necesito». Ni tampoco la cabeza decir a los pies: «No los necesito». Aun más, las partes del cuerpo que
parecen ser más débiles son las más necesarias, y a las que son menos honorables las tratamos con mayor respeto;
cubrimos con más cuidado las que son menos presentables, mientras que otras, más nobles, no lo necesitan.
Dios, al organizar el cuerpo, tuvo más atenciones por lo que era último, para que no se dividiera el cuerpo; todas
sus partes han de tener la misma preocupación unas por otras. Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un
miembro recibe honores, todos se alegran con él. Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en su lugar es parte de
él. En primer lugar están los que Dios hizo apóstoles en la Iglesia; en segundo lugar los profetas; en tercer lugar los
maestros; después vienen los milagros, luego el don de curaciones, la asistencia material, la administración en la
Iglesia y los diversos dones de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿pueden todos hacer milagros,  curar
enfermos, hablar lenguas o explicar lo que se dijo en lenguas? Ustedes, con todo, aspiren a los carismas más elevados, y
yo quisiera mostrarles un camino que los supera a todos. (1Cor 12,4-31)
*Pueden leer este texto en silencio, por separado, y que cada uno subraye las frases o expresiones que más le llaman
la atención, y luego las explique.
1-El texto comienza hablando de diferentes de Cristo, es decir, miembros de su Iglesia. Somos
“dones espirituales” o “ministerios”. Al final señala “cuerpo de Cristo”.
cuáles son esos ministerios: apóstoles, profetas, 3-Hemos bebido del único Espíritu. Es el Espíritu
maestros, hacedores de milagros, personas dedicadas a que todos hemos recibido en el bautismo. Es el que nos
curar a los enfermos, personas dedicadas a ayuda anima en nuestra tarea, el que suscita las distintas
material de los necesitados, a la administración, vocaciones de servicio en la Iglesia, y el que nos une a
personas con don de lenguas… Son los equivalentes a los todos en la unidad. El Espíritu es uno solo.
obispos, sacerdotes, diáconos, delegados, catequistas, 4-Un solo miembro no basta para formar el
pastoral de la salud, pastoral de promoción humana, etc. cuerpo. Pablo insiste en que nos necesitamos unos a
de nuestros días. ¿Cuál es el mensaje de Pablo? Nadie es otros. Si todos fueran el mismo miembro, ¿dónde
más importante que otro, todos tienen que colaborar, estaría el cuerpo? Esto se une con la siguiente idea: si
tiene que haber armonía entre todos, porque es el un miembro sufre todos sufren con él. Igual que nos
mismo Espíritu el que los inspira a todos. ocurre que cuando nos duele algo en el cuerpo, por
2-Así también Cristo: al igual que el cuerpo es ejemplo, una muela, el malestar afecta a todo el cuerpo,
uno solo y tiene muchos miembros, así Cristo, es decir, así debería ser en la Iglesia, de manera que cuando un
la Iglesia, está formada por muchos miembros hermano nuestro está sufriendo todos deberíamos
(nosotros), pero es uno solo. Nosotros somos miembros sentirnos afectados y tratar de remediar ese
sufrimiento.

4- “EN ESO NO LOS ALABO”


La unidad y comunión de la Iglesia, “cuerpo de Cristo”, tiene que manifestarse de una manera especial en la
celebración de la Eucaristía. En la Eucaristía, “cuerpo de Cristo”, celebramos lo que somos, “cuerpo de Cristo”. En
una ocasión san Pablo regaña a los cristianos de Corinto porque cuando se reúnen a celebrar la Eucaristía (la “cena
del Señor”, tal como la llaman) no hay entre ellos unidad sino discordia, y los ricos de la comunidad aprovechan la
ocasión para hacer grandes comilonas mientras los más pobres pasan hambre. “Eso ya no es celebrar la cena del
Señor”, dice San Pablo. Es decir, si dejamos de vivir la comunión y la fraternidad, si dejamos de ser “cuerpo”, la
Eucaristía pierde su sentido:
Siguiendo con mis advertencias, no los puedo alabar por sus reuniones, pues son más para mal que para bien. En
primer lugar, según me dicen, cuando se reúnen como Iglesia, se notan divisiones entre ustedes, y en parte lo
creo. Incluso tendrá que haber facciones, para que así se destaquen las personas probadas.
Ustedes, pues, se reúnen, pero ya no es comer la Cena del Señor,  pues cada uno empieza sin más a comer su
propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que
desprecian a la Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Tendré que aprobarlos?
En esto no. (1Cor 11,17-22)
*Después de leer estos textos, ¿en qué tendría que mejorar nuestra vivencia de la comunidad y de la Eucaristía?
5- ORACIÓN (Cardenal Raúl Silva Henríquez, versión completa en internet)

La Iglesia que yo amo es la Santa Iglesia de todos los Amo a la iglesia de la diversidad, la difícil iglesia de la
días. La encontré peregrina del tiempo, caminando a mi unidad.
lado. La tuya, la mía, la Santa Iglesia de todos los días. Amo a la iglesia abierta a la ciencia, y esta iglesia
Jesucristo, el Evangelio, el pan, la eucaristía, el Cuerpo modesta con olor a tierra, construyendo la ciudad justa,
de Cristo humilde cada día. Con rostros de pobres y con sudores humanos. Amo a la iglesia de la solidaridad.
rostros de hombres y mujeres, que cantaban, que Que se da la mano en santa igualdad. Amo a la Iglesia de
luchaban, que sufrían. La Santa Iglesia de todos los días.
lo imposible la Iglesia de la esperanza a los pies de la
mujer, la Santa Madre María.
Amo a la Iglesia de Jesucristo, construida en firme
fundamento, en ella quiero vivir hasta el último
momento.

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