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DESCRIBIR
Pareja anterior/relación
HABITAT Y VIVIENDA
Vivienda:
ORGANIZACIÓN INTRADOMESTICA
- En el tiempo que los miembros que trabajan fuera de la casa están ausentes
quienes se hacen cargo de estas tareas.
Analizar estos procesos a la luz de categorías tales como ciclo vital familiar,
sistema de autoridad familiar, relaciones del grupo doméstico con la red social
ampliada, entre otras, constituye el nudo de los diagnósticos familiares que
tienen como objetivo arribar a conjeturas sobre las características de los
obstáculos sobre los que interviene la profesión.
II. LA CONSTRUCCIÓN DE HERRAMIENTAS TEÓRICAS.
<< Necesidades radicales necesidades deben ser satisfechas para que los
miembros de una determinada clase o sociedad tengan la sensación o la
convicción de que su vida es normal, respecto de un determinado momento de
la división social del trabajo.
Nancy Fraser –siguiendo en parte a su vez a Habermas– propone el análisis
de los discursos de interpretación de necesidades. Dan por sentado que las
formas socialmente aceptadas del discurso público disponible para interpretar
las necesidades de la gente son adecuadas y justas. El discurso de las
necesidades se presenta como un espacio de contienda, donde los grupos con
recursos discursivos ( y no discursivos) desiguales compiten por establecer
como hegemónicas sus interpretaciones respectivas sobre lo que son las
legítimas necesidades sociales.
Fraser distingue tres grandes tipos de discursos sobre necesidades en las
sociedades capitalistas desarrolladas, a saber:
<<Las formas “opositoras” del discurso, cuando las necesidades se
politizan desde abajo. Este es un momento en la auto-constitución de nuevos
agentes colectivos o movimientos sociales, ya que se cuestionan los límites
establecidos
<<Los discursos de la “reprivatización” que aparecen como respuesta a los
primeros y articulan interpretaciones sobre las necesidades que antes ni
siquiera tuvieron que formularse.
<<Los discursos de los “expertos” que vinculan a los movimientos populares
con el estado; sus discursos son los medios para traducir las necesidades
fugitivas ya politizadas en objetos de potencial intervención estatal. De esta
manera operan como puente, que unen de manera flexible a los movimientos
sociales organizados con el Estado social. Por lo general la necesidad
politizada, se redefine como el correlato de un satisfactor burocráticamente
administrable.
Las necesidades necesarias son las necesidades sociales que constituyen
una media de las necesidades individuales, desarrolladas históricamente,
transmitidas en los usos y dotadas de componentes morales.
La “necesidad social” entre comillas –expresa esta misma autora– es la
expresión en forma de demanda efectiva. La demanda efectiva es la noción
acuñada por Marx para designar aquel tipo de demanda que tiende a las
oportunidades objetivas de la satisfacción de la necesidad, inclinándose a vivir
de acuerdo a las condiciones dadas, al mundo conocido y establecido.
Diríamos que las necesidades radicales son las necesidades que se
politizan en las sociedades capitalistas, necesidades “fugitivas” o “escurridizas”.
El proceso de “fuga” de aquellos espacios que los discursos hegemónicos han
ubicado como no públicos y separados entre sí, tendría lugar en el territorio de
lo social (o público/societal) en donde los individuos dirimen, confrontan,
negocian intereses, es decir, problematizan sus necesidades y las convierten
en demandas al Estado
Podemos decir que la profesión de trabajo social interviene en los
procesos de satisfacción de las necesidades sociales necesarias, sea que
éstas se presenten de manera individual o colectiva. Esto último significa que
integramos los conceptos de necesidades individuales, puesto que las
necesidades se presentan con frecuencia como demandas individuales, y en
algunos casos en confrontación con las de otros individuos en el seno, por
ejemplo, de un mismo grupo doméstico.
Tanto las necesidades sociales necesarias como las radicales y sus procesos
de satisfacción, abarcan las necesidades y recursos que hemos caracterizado
como económicos, culturales y sociales en sus dimensiones materiales y no
materiales. Ello no quiere decir que la profesión de trabajo social
intervenga en todos los procesos de satisfacción de necesidades. Lo
hace en tanto se presentan obstáculos en los encuentros de los sujetos
con los objetos de su satisfacción: los denominados procesos
mediadores (como procesos que implican acciones que tienen una incidencia
directa en las representaciones de los sujetos, así como en la gestión de
determinados recursos que cubren necesidades vitales de los individuos) que
involucran la información (entendida como transferencia de conocimientos pero
también intercambio de saberes, así como difusión), la problematización de las
necesidades en sus múltiples formas: su jerarquización, las posibilidades
autogestionarias, cogestionarias de acceso a los recursos, etc., en los espacios
familiares, grupales o poblacionales, sea que se presenten individual o
colectivamente.
Los procesos de producción y reproducción de recursos en las
familias/unidades domésticas
Si bien definir qué es un problema o cómo se resuelve, tiene importantes
consecuencias metodológicas en la intervención del trabajo social, no podemos
eludir -al igual que en el caso de la caracterización de las
necesidades/recursos o satisfactores- la exploración de los procesos de
producción, reproducción, distribución y consumo en que tienen lugar los
cruces y desencuentros entre las necesidades y los objetos de su satisfacción.
Debemos incluir bajo el término producción a todas aquellas actividades que
generan bienes para el consumo individual o colectivo, es decir que poseen un
valor de uso. Son las variaciones de la economía de mercado (por otro lado,
altamente inestable en el caso de las sociedades con capitalismo dependiente)
las que crean una mayor o menor división entre los ámbitos laboral y
doméstico según sectores de la sociedad, y con ello condiciones que hacen
modificar no sólo los términos de la actividad productiva, sino también la
organización y división del trabajo en torno a la misma al interior de las
unidades domésticas. “trabajadores por cuenta propia”, o sea de artesanos,
propietarios de talleres de reparación, trabajadores ambulantes, limpiabotas,
lavanderas, etcétera, e trabajo específico de cada uno en cierta manera
también determina la división del trabajo en el interior del hogar y de la familia.
El concepto de reproducción viene a complementar y ampliar al de
producción, steinou propone utilizar el término trabajo familiar, para englobar al
conjunto de actividades y tareas que están directamente vinculadas a la
reproducción de las familias. Este trabajo se desglosaría en tres tipos: 1) el
trabajo doméstico que comprende tareas como la limpieza, mantenimiento de
la vivienda y otros enseres domésticos, la preparación de alimentos, las
reparaciones de instalaciones tales como las eléctricas y de plomería, la
jardinería, etc.; 2) el trabajo de consumo que comprende además de la
organización de las compras (alimentos, vestido, etc.), el uso de los servicios
públicos y privados (salud, educación y otros) y el pago de estos servicios; y 3)
el trabajo de relación, que implica un componente afectivo, una actitud, un
esfuerzo, una habilidad para adecuar los recursos disponibles a las
necesidades, tanto sosteniendo las relaciones al interior de la familia como con
personas fuera de la unidad doméstica. Si se observa, aunque se propone el
nombre de trabajo familiar, el tipo de actividades y tareas son desarrolladas por
miembros de cualquier unidad doméstica, estén vinculados o no por lazos
familiares. Reproducción social, que de acuerdo a lo señalado más arriba de
manera general, está dirigida al sostenimiento del sistema social, implica
la transmisión de normas, valores y creencias a través de actividades
estrechamente relacionadas con lo que se acaba de describir como trabajo de
relación: “...comprende fund amentalmente aquellas actividades vinculadas a la
función de socialización y estabilización psicológico-afectiva de los miembros
de la familia. Muchas de estas actividades son de carácter práctico: supervisar
las tareas escolares de los hijos, bañarlos, cuidar su salud, y en general
‘educar’. Pero uno de sus rasgos distintivos es que implica un componente
afectivo, una actitud, un esfuerzo, una habilidad....”
Mecanismos de acceso a los recursos y fuentes de obtención
En las unidades domésticas, la producción y reproducción de recursos
requiere, al igual que en cualquier otra organización social, de la elaboración
de mecanismos para acceder a los mismos. Este proceso de acceso a los
recursos para la satisfacción de necesidades, implica la creación u obtención,
defensa, recreación o reproducción continua y administración de tales recursos
En términos generales se puede decir que la creación u obtención supone
tareas de producción de recursos que no se tienen o que se tuvieron y se
perdieron; la defensa implica todas las actividades tendientes a sostener lo
que ya se posee y la recreación se refiere al aumento y/ o mejoramiento de los
recursos ya existentes. Finalmente, la administración de los recursos, está
ligada a la organización (distribución del trabajo y responsabilidades;
asignación de tales recursos), control y disciplina internos (sistema de
autoridad)
Los mecanismos para la creación u obtención, defensa, recreación y
administración de recursos, se basan principalmente en la producción (y
autoproducción) de bienes y servicios y otros recursos, y en la administración
de los mismos.
Para la producción continua (obtención, defensa y recreación) los
miembros de la familia recurren al trabajo extradoméstico así como al trabajo
doméstico. En el primer caso las familias producen recursos monetarios y no
monetarios en ámbitos diferentes a las unidades domésticas, que
generalmente intercambian por bienes para el consumo propio; en el segundo,
generan los recursos para el autoconsumo, al interior del espacio doméstico.
La administración, dirigida especialmente a las actividades de consumo,
implica la asignación y distribución de recursos a personas y actividades
pertenecientes a los grupos domésticos. Aquí la organización
familiar/doméstica cumple un papel central; la misma está basada en la
división del trabajo interno y un sistema determinado de autoridad por el
cual se asignan y supervisan tareas y responsabilidades. Como expresa Jelin,
ello supone a la vez dos tipos de decisiones importantes: una referida a
cuánto y cuándo puede trabajar cada miembro, es decir, quiénes y en qué
momento van a contribuir al conjunto de actividades ligadas al mantenimiento
del grupo; la otra, tiene que ver con la asignación de la capacidad de
trabajo a la obtención de ingresos monetarios o a la producción doméstica.
Tanto la organización como la división del trabajo implican un determinado
tipo de “racionalización administrativa” que hace más rígida o flexible las
áreas de distribución de competencias a cada miembro, en las que se
distinguen el rol de tareas (ejecución) y el de gestión administración
propiamente. Ello va a depender de factores vinculados a modelos culturales,
composición de las familias, posibilidades de inserción de los miembros en el
mercado laboral, cantidad y calidad de recursos económicos, culturales y
sociales acumulados, etc.
Por último, otro de los mecanismos relacionado al proceso de acceso a los
recursos, tiene que ver de manera más específica, con las fuentes de
obtención, formación y distribución de tales medios de satisfacción de las
necesidades. Elizabeth Jelin sitúa a las mismas en el trabajo y esfuerzo
directo de los miembros o esfuerzo propio, las transferencias formales de
instituciones reconocidas para tal fin (estatal y no estatal) y las
transferencias informales, basadas en redes de intercambio y ayuda
mutua.
Los trabajos domésticos y extradomésticos, aunque en la línea de análisis
que hemos mencionado más arriba, referida al trabajo familiar en sentido
amplio, se observa un entrecruzamiento importante de observar entre el
esfuerzo directo y las transferencias formales e informales, puesto que
éstas últimas generalmente no vienen a los sujetos por sí solas (salvo en los
casos de determinadas campañas dirigidas a la población por parte del Estado
u otros organismos, para paliar determinados problemas (vacunación, reparto
de ropas y alimentos, etc., o la provisión de determinados recursos materiales
por parte de algunos partidos políticos, tendientes a crear redes clientelares),
sino que procurar tales tipos de transferencias conllevan en ambos casos,
dedicación de tiempo y movilización de recursos culturales y sociales por parte
de algunos de los miembros de las familias. Para la circunstancia de las
transferencias formales de bienes y servicios, se trata no solamente del tiempo
dedicado a concurrir a las instituciones, esperar, solicitar en el momento
oportuno, estar provisto de información adecuada de adónde concurrir, cuándo,
ante quiénes, cómo llenar un formulario de solicitud, etc., sino y particularmente
en tiempos de recorte de políticas sociales, participar en organizaciones
colectivas con otros individuos y familias que tienen las mismas necesidades e
intereses, a fin de gestionar la provisión de bienes y servicios institucionales,
autogestionarse colectivamente, o ambas cosas a la vez.
En el ejemplo de las transferencias informales, se trata de apelar a relaciones
de parentesco, de amistad o vecindad existentes, de recrearlas o crearlas, todo
lo cual significa un trabajo de relación, que pone en juego vínculos de
solidaridad y reciprocidad.
Es indudable la importancia para la intervención del trabajo social, de la
observación de estos mecanismos, puesto que ellos expresan formas, hábitos
y estrategias de los sujetos respecto de sus modalidades de satisfacción de las
necesidades, que constituyen una de las cuestiones claves al operar con las
estrategias profesionales