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El volcán al desnudo:
19
Volcán de
Cumbre Vieja
Perímetro
Perímetro de
de
lava
lava (actual)
(actual)
Bocas
Bocas
eruptivas
eruptivas
Dique
Dique
de
de magma
magma
Actividad
sísmica
intensa
00 km
km
La
La Palma
Palma
-2
-2 km
km
C
COOR
RTT EE ZZ A
A
Acumulación
Acumulación
de
de magma
magma
-10
-10 km
km
M
MAAN
NTTO
O
Seísmos
del 11 al 19
de septiembre
C
COOR
RTT EE ZZ A
A
Dique
Dique de
de magma
magma
Acumulación
Acumulación
de
de magma
magma
M
MAAN
NTTO
O
CORTEZ
CORTEZAA
Erupción
Profundidad (Km)
−10
MANTO
MANTO
Del 19 de septiembre
al 5 de noviembre
−10
−20
−30
Magma
Magma
−40
La
La Palma
Palma
CORTEZA -10 Km
Acumulación
de magma
Seísmos
Más
recientes
Del 11 de septiembre
al 5 de noviembre
-40 Km
MANTO
La escala no es homogénea
en esta perspectiva
Esta semana, por ejemplo, los científicos han comenzado a observar señales que pueden indicar
que nos acercamos al final del túnel o, al menos, al momento en que veamos algo de luz al fondo.
Tras 50 días de vigorosa erupción, la directora del Observatorio Geofísico del Instituto Geográfico
Nacional (IGN), Carmen López, hablaba esta semana de “una tendencia descendente”. Se refería a
la emisión de gases y a la señal de tremor, el ruido que provoca el magma, mientras otros
parámetros parecen estabilizarse, como los seísmos y la deformación. “Son signos positivos, no hay
duda”, admitió.
Pero para entender esos síntomas optimistas, antes tenemos que asomarnos bajo la isla de La
Palma y retroceder hasta 2017. Aunque se sigue debatiendo, es probable que en ese momento
comenzara a acumularse magma algo por encima de los 10 kilómetros de profundidad, un
fenómeno acompañado de seísmos, que todavía se dan en esa misma zona. “Se deben a un aumento
de la sobrepresión magmática, seguramente debido a un aporte nuevo de material: está entrando
magma en ese reservorio más superficial”, resume la vulcanóloga Inés Galindo, del Instituto
Geológico y Minero (IGME). Ese material ascendió inicialmente en forma de dique, una pared
semifundida que zigzaguea por las grietas hasta generar una fractura en el terreno: por eso
aparecen varias bocas alineadas sobre esa fisura de la isla.
25 cm
Dique
Dique de
de magma
magma
20
10
0
-8
21 septiembre 21 octubre
El magma no solo provoca terremotos. También abomba la superficie de la isla, como un titán que
empuja la corteza desde 15 kilómetros de profundidad, consiguiendo levantar un palmo la
montaña con sus músculos. Cuatro días antes de la erupción, La Palma había crecido 10
centímetros en la zona de Cumbre Vieja y más de 15 en la víspera de la salida de la lava, en la
misma zona en la que rompió finalmente. El vulcanólogo Vicente Soler, del IPNA-CSIC, lo explica
con un símil vacacional: “Si tú sueltas una pelota de playa desde el fondo de la piscina por debajo de
una colchoneta, primero la eleva con su empuje. Y se queda estable por debajo, levantándola, o la
golpea hasta que rompe y salta a la superficie”. La erupción ya rompió esa colchoneta, la fisura
eruptiva, pero la deformación del terreno se mantuvo porque seguían empujando otras pelotas por
detrás.
Sin embargo, se viene notando una relajación en esa deformación. La presión es menor desde hace
semanas y por eso se señala como un signo positivo. El vulcanólogo del CSIC Pablo J. González,
especialista en este factor, considera que la caída de la deformación, aunque leve, “nos está
diciendo algo sobre la evolución de la erupción, porque una tendencia tan prolongada en el tiempo
es muy difícil que cambie”, señala. El leve hundimiento que se percibe (sobre todo en las estaciones
más apartadas de la erupción) es proporcional al cambio de presión del reservorio, es decir, “que
sale más magma desde el reservorio a 10 kilómetros del que entra desde el de 30 kilómetros”,
resume González. El volcán se estaría quedando sin combustible. “No puedo saber cuándo se
agotará, pero es una señal de que se está agotando. Son buenos signos”, añade.
Galindo explica que lo lógico es que se deshinche la isla cuando la erupción empiece a quedarse sin
combustible, pero “no tiene que ser a la misma velocidad a la que se hinchó, porque al principio, el
sistema estaba cerrado y aumentó la presión en la corteza hasta que rompió. Ahora está abierto”. El
sismólogo Itahiza Domínguez, del IGN, señala que ya se observa “una ligera reversión, no solo
localmente, sino de toda la isla”. Pero no se espera que se desinfle del todo cuando acabe el proceso
porque, según el geólogo Stavros Meletlidis (IGN), “lo que sale no deja detrás un hueco, nunca va a
llegar al nivel base de lo que teníamos antes de la erupción”. Al fin y al cabo, forma parte del
mecanismo natural de crecimiento de estas islas volcánicas: no solo crecen con la salida de
material, con cráteres, coladas y fajanas, también crecen con el empuje magmático que las alza
centímetro a centímetro sobre los mares.
¿Pico de terremotos?
Los seísmos, obviamente, son una clave importante. Los sismólogos se han estado fijando en
movimientos a dos profundidades: esos en torno a 10 kilómetros y otros por debajo de los 30
kilómetros, desde donde se nutre de magma la fractura volcánica. Los más someros se deben a
cambios de presión debidos a que fluye el magma hacia arriba, como explicaba Galindo, y los más
profundos surgen al vaciarse ese reservorio. “Puede darse un efecto tubo de pasta de dientes, que
se comprime y genera la salida de más material”, explica Domínguez. “El volumen que está
saliendo viene de ahí abajo”, añade, “y cambia todo el sistema; la reacción son esos terremotos
porque de alguna forma el sistema se está comprimiendo”.
Si los seísmos se siguen dando por debajo de los 30 kilómetros, por lo tanto, puede significar que el
magma ya ha fluido hacia arriba y que el edificio de la isla se está reajustando tras esa actividad. Es
lo que opina Meletlidis: la marcha del magma es lo que genera la sismicidad y no al revés. “Los
terremotos de profundidad pueden deberse a que se está despresurizando el sistema tras subir el
magma”, apunta. Esa, por tanto, podría ser una buena señal, aunque todavía no está clara. “No es
que se genere una cámara vacía al subir el magma”, aclara Domínguez, “pero sí que cambia la
presión y esos reajustes son los terremotos”.
Domínguez cree que la sismicidad eruptiva, la asociada a la salida de lava, caerá de golpe cuando
vaya remitiendo la erupción, como sucedió en El Hierro en 2011. De momento, podría haberse
alcanzado un pico con varios seísmos de magnitud 5, aunque no se puede descartar un repunte. Y
los terremotos sentidos por la población pueden continuar tras cesar la erupción. Como explica
Galindo, “lo normal” es que haya temblores, aunque no porque siga fluyendo magma: “En El Hierro
continuó la sismicidad, y en ese caso se interpretó como un reajuste del sistema. Una vez termina
de salir el magma, ese hueco que deja en la corteza se tiene que reestructurar, fracturar la roca que
hay, y provoca la sismicidad”.
Los valores de SO2 deberían mantenerse por debajo de 1.000 para que
sean considerados como un signo del cese cercano de la
erupción.
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
Otro factor decisivo, que genera optimismo comedido en el IGN (responsable de la vigilancia
volcánica), es el de la emisión de gases, esencialmente el dióxido de azufre (SO₂). “La ventaja que
nos da este gas es que es puramente magmático, no como el vapor o el dióxido de carbono, que se
emiten en más cantidad, pero pueden tener otras fuentes”, resume Pedro Hernández, vulcanólogo
del Involcan especialista en este elemento. La cantidad de SO₂ que tenga el magma está relacionada
directamente con la erupción porque los gases son su fuerza motriz: “A más gas, más fresco es el
magma. Y a medida que se va desgasificando pierde fuerza, como una botella de refresco agitada.
Por eso decimos que se acerca el final cuando el contenido de gas en ese magma va disminuyendo”.
La desventaja es que las mediciones de este indicador geoquímico se realizan entre grandes
dificultades, con mucho margen de error, y con las dificultades añadidas de la ceniza. Se toman
datos de la columna de humo del volcán desde el mar, en la patrullera de la Guardia Civil, o incluso
en helicóptero. “Lo importante es observar cambios de tendencia de órdenes de magnitud: que
pase de 50.000 a 5.000 y de ahí a 500″, indica Hernández. El 24 de octubre se midió una emisión de
más de 50.000 toneladas de SO₂ y menos de 5.000 una semana después, aunque el viernes volvieron
a ascender en torno a 30.000. “La experiencia de otras erupciones nos dice que no desciende de
golpe, sino de forma paulatina. Podremos empezar a ver el final del túnel cuando estemos varios
días en cientos de toneladas, no miles”, augura.
Los datos que nos susurra el volcán muestran que también se atenúa el tremor, las vibraciones
provocadas por el flujo de gases y magma en el edificio eruptivo. Tras un pico a finales de octubre,
la señal parecía mitigarse levemente en días pasados. Como en el caso de los gases, una tendencia
positiva, pero que aún tiene que afianzarse. Y como en el caso de los demás datos, son
informaciones indirectas que analizan los vulcanólogos sobre lo que ocurre bajo sus pies. Soler
señala que no tienen más remedio que deducir lo que sucede a partir de estas pistas. “La única
medida directa que tenemos de lo que ocurre en el interior de la Tierra es cuando sale la lava por
un volcán”, afirma. “Por eso”, continúa, “Julio Verne sacó a los viajeros de su novela por un volcán, el
Estrómboli”. Ya habrá tiempo de analizar en detalle las lavas para conocer si venían del manto o del
reservorio cercano en cada momento de la erupción. Ahora lo importante es fijarnos en esas pistas
que proporciona el volcán para saber cuándo acabará la erupción que lleva siete semanas
arrasando hogares y castigando la salud mental de los palmeros.
América
América Asia
del Corteza
Corteza
del Norte
Norte
Océano
Océano
Atlántico
Atlántico
España
España Núcleo
Islas
Islas
Canarias
Canarias
Manto
Manto
CRÉDITOS Y FUENTES:
Vídeo de dron de la apertura cortesía del IGME-CSIC; datos de los terremotos del IGN; datos de altimetría y batimetría del
Centro Nacional de Información Geográfica. Asesoramiento científico de parte del sismólogo Itahiza Domínguez (IGN) y del
geólogo Stavros Meletlidis (IGN). Perímetro de la lava del Servicio de Gestión de Emergencias Copernicus.
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NUÑO DOMÍNGUEZ / LUIS MANUEL RIVAS | VOLCÁN FAGRADALSFJALL (ISLANDIA)
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