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I. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………..… 3
2
I. INTRODUCCIÓN
3
se podía preservar éste de la descomposición natural3. Sin embargo, no todos los
egipcios podían momificarse, como les ocurría a los campesinos4, y la gran mayoría
continuaron enterrándose en el desierto, que de manera irónica, conseguía conservar
mejor los cuerpos que en el propio proceso de momificación preservando intactos
incluso el pelo y las uñas5.
Los primeros ensayos consistieron en envolver el cuerpo con vendas de lino
firmemente ajustadas pero se descubrió que sin extraer los órganos internos de la caja
torácica y del vientre no se podía evitar la descomposición. Experimentando con
animales vieron que se podían conservar extrayendo las vísceras y así fue como
comenzaron los embalsamadores del Imperio Antiguo a abrir cavidades ventrales de los
difuntos y extraérselas. Posiblemente también se aplicó el uso de sales deshidratantes
para la conservación de carnes y pescados en la momificación de cuerpos humanos, para
lo cual se utilizó el natrón6.
Sería ya en el Imperio Medio cuando se dio el siguiente paso en el desarrollo de la
técnica de momificación, consistente en la extracción del cerebro. Lo arrebataban del
cuerpo porque no conocían su uso y creían que el pensamiento residía en el corazón; es
por esto que este último se guardaba dentro del cuerpo del difunto. Los arqueólogos
especializados en este momento histórico lo encuentran en casos aislados pero sería ya
en el Imperio Nuevo cuando se generalizó extraer del cuerpo tanto el cerebro como las
vísceras para embalsamarlo7. Joyce Filer, una experta en restos humanos en el museo
británico hizo una observación en 1998 a la momia de un joven llamado Artemidoro,
3
S. QUIRKE (2003), 187. En lugar de abandonar el uso de los sarcófagos, que suponían una importante
muestra de estatus y, por tanto, un poderoso medio de protección del fallecido, los egipcios pasaron el
resto de su antigua existencia intentando alcanzar los mismos objetivos que la desecación de las arenas
del Sahara.
4
A. PEREZ LARGACHA (2004), 177. Los campesinos no dispondrían de un cuantioso y rico ajuar funerario
que fuera depositado en una gran tumba y mucho menos disfrutar de un culto funerario a gran escala. Al
requerir enormes cantidades de dinero para pagar tanto al personal especializado como a toda una serie de
materiales costosos que en ocasiones sólo podían obtenerse en el exterior de Egipto, como algunos tipos
de aceites. Por eso muchos cuerpos ni siquiera se evisceraban.
5
COLECCIÓN EGIPCIA DEL MUSEO BRITÁNICO DE LONDRES (1996), 5. Un ejemplo claro lo tenemos con la
identificada como EA 32751, procedente de Gebelein, que data de aproximadamente del 3400 a. C. La
citada momia correspondía a la de un hombre adulto, aunque su edad exacta al morir es incierta.
Aparentemente, fue preservada por su contacto directo con la arena seca del desierto y es la primera
momia mejor conservada intacta que se haya encontrado hasta ahora, aunque se desconoce si se pretendía
en ese momento conseguir una momificación. URL: http://www.egiptologia.com/museos-y-
exposiciones/77-museos-del-mundo/1036-la-coleccion-egipcia-del-museo-britanico-de-
londres.html?start=4
6
S. QUIRKE (2003), 188. El autor asegura que el ingrediente principal era el natrón seco, un agente
desinfectante y desecante que se puede encontrar en el propio Egipto, por ejemplo en el Wadi Natrum; un
valle cuyo nombre indica la presencia de ocho lagos diferentes de la región que producen natrón sal.
7
R. GERMER (2007), 459.
4
que vivió en el siglo II d.C durante la dominación romana de Egipto y que fue uno de
los últimos egipcios momificados8. Gracias a la tomografía axial computarizada (TAC),
J. FILER (1998, 2’ 40”) nos muestra la parte anterior al cráneo donde se aprecia
claramente una serie de fracturas y sin cerebro. Además, tenemos que toda la cavidad
nasal fue destruida hasta llegar al fin del cráneo, algo que justifica por un lado el pulido
y por otro el vaciado9.
En este Imperio Nuevo, concretamente en la Baja Época, a partir de la XXI Dinastía,
hay una vulgarización y decadencia; la pérdida de los dominios asiáticos provocó la
carestía de muchos productos que se empleaban en el proceso de momificación que, aún
siendo mantenido en época grecorromana, desaparecerá tras el fin de la antigüedad.
Autores clásicos como Heródoto y Diodoro Sículo describen la forma como los egipcios
trataban los cuerpos de los muertos, dándonos una información preciosa, pero que hay
que utilizar con cautela, pues ofrece notables inexactitudes, y cotejar con estudios
realizados directamente sobre las momias y los escasos textos, relieves y pinturas que
abordan directamente el tema10.
Después del ocaso del reino faraónico en Egipto se siguieron embalsamando los
cuerpos de los muertos, aunque en la mayoría de los casos no tan cuidadosamente11. El
cirujano GHASSAN ALUSI (1998, 4’ 20”), sobre la momia de Artemidoro, afirma lo
siguiente: “Al mirar el pecho desde arriba puede verse que aplastaron las costillas hacia
dentro y no dejaron espacio para los órganos, que supongo que ya habrían extraído. Las
piernas y pies están torcidos lo que hace pensar que el cuerpo fue maltratado” 12. Sin
duda, un trabajo sucio que los embalsamadores nunca pensaron que podría salir a la luz
del día.
8
A. J. SPENCER (1982), 112. Constata que a partir del siglo III d. C, con la expansión del cristianismo, se
iba poniendo fin a esta práctica que llevaba vigente más de 3.000 años.
9
S4C INTERNATIONAL. LOS MISTERIOS DE EGIPTO, LA MOMIFICACIÓN, TRACKMEDIA, 60 MIN, 1998.
10
F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO (1989), 47.
11
R. GERMER (2007), 462. Al no haber unas pautas conformes en la técnica de momificación, se vuelve
de nuevo a poner en evidencia a los embalsamadores tras analizar muchos de sus trabajos con el método
de la tomografía axial computarizada. Así, en algunos de los casos, introdujeron en la cavidad craneana
vacía lino en vez de aceite resinoso.
12
S4C INTERNATIONAL. LOS MISTERIOS DE EGIPTO, LA MOMIFICACIÓN, TRACKMEDIA, 60 MIN, 1998. En el
instituto de otorrinolaringología de la universidad de Londres, Joyce Filer y el cirujano Ghassan Alusi
prueban que el sarcófago de Artemidoro puede ser exquisito pero la momia es un desastre, muchos de sus
huesos están aplastados o dislocados y además tiene la columna desviada.
5
Los monjes coptos también hicieron enterrar sus cuerpos conservados de esta forma,
aun cuando la iglesia cristiana encarecía poner fin a estas costumbres paganas. Así, se
puede constatar la extinción del embalsamamiento en el siglo VII d. C13.
SERRANO DELGADO (1989, 48) afirman que no hay un centro permanente o un edificio
especializado sino que se hacía en una construcción eventual, como una tienda, que se
erigía en las proximidades de la tumba. Finalmente, el cadáver yacería sobre un lecho
especialmente diseñado al efecto, que permitía al embalsamador trabajar sin obstáculos
alrededor de todo el cuerpo16.
La idea básica es evitar la corrupción del cuerpo y por ello el primer paso era la
preparación de las especias, las resinas y los aceites. Después se retiraba el cerebro. Se
extraía a través de las ventanas de la nariz con un garfio de metal que rompía el hueso
etmoides, lo hacían pulpa y lo extraían líquido17. Este primer paso es descrito por
13
R. GERMER (2007), 459.
14
F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO (1989), 47-48.
15
M. A. MOLINERO POLO (2005), 9.
16
W. EL SADDIK (2007), 473.
17
R. GERMER (2007), 461. En numerosos museos de arte egipcio se encuentran hoy esos ganchos
utilizados entonces para los embalsamamientos. Se han conservado hasta nuestros días gracias a que en
6
Heródoto de la siguiente forma: “Primero, con un gancho de hierro extraen el cerebro
por las ventanillas de la nariz, en parte por acción del instrumento y en parte gracias a
drogas que vierten en la cabeza”18. R. GERMER (2007, 461), experta en la vida después
de la muerte en el Antiguo Egipto, contradice el texto de Heródoto cuando se refiere a
los ganchos utilizados de la siguiente forma: “los ganchos no son de hierro como dice
Heródoto sino de bronce, y alcanzan hasta 40 cm de longitud”. A lo que añade más
tarde: “Además, los estudios realizados sobre momias demuestran, no obstante, que los
embalsamadores no siempre extrajeron el cerebro a través de la nariz pues este
procedimiento se llevó a cabo muy frecuentemente a través del orificio occipital:
foramen magnum”.
La cavidad craneana era lavada en ocasiones con un líquido corrosivo o vino de
palma, luego se vertía aceite caliente, una mezcla de resina y cera de abeja dentro del
cráneo donde debía solidificarse y finalmente se rellenaba con bandas de lino
impregnadas en resina al igual que se hacía con la nariz y oídos19. Los ojos se
conservaban en su sitio, aunque a partir de la XXI Dinastía se introduce la costumbre de
cubrirlos con postizos de obsidiana o pasta vítrea. La cabeza en sí, podía ir cubierta con
una máscara de bandas de lino fortalecidas con yeso llamado cartonaje 20. Aunque más
adelante encontramos un cartonaje realizado con otros materiales como es el caso de la
momia de Tutankhamón (siglo XIV a.C) cuya máscara es de oro batido con
incrustaciones de vidrio y turquesas y que podemos encontrar en el Museo de El Cairo;
y/o de madera como ocurre con la momia de Artemidoro (siglo II d. C) a la que se ha
añadido el rostro del difunto con pintura, actualmente en el Museo Británico de
Londres21.
El trabajo más importante se realiza en el tronco: se hace una incisión en el costado
izquierdo y a través de él se extraen el paquete intestinal y el conjunto de vísceras
exceptuando el corazón, que se conserva cuidadosamente en su sitio (debe responder de
la vida virtuosa del difunto), como hemos comentado con anterioridad, y en ocasiones
también los riñones22. Otro método de embalsamamiento consiste en inyectar aceite en
algunos casos se enterraron ritualmente todos los instrumentos y materiales utilizados en la momificación
en una fosa delante de la tumba.
18
HERÓDOTO, HISTORIAS, II, CAPÍTULO 86.
19
S4C INTERNATIONAL. LOS MISTERIOS DE EGIPTO, LA MOMIFICACIÓN, TRACKMEDIA, 60 MIN, 1998.
20
S. QUIRKE (2003), 189. Stephen Quirke explica este cartonaje como si fuera una especie de papel
mâché.
21
S4C INTERNATIONAL. LOS MISTERIOS DE EGIPTO, LA MOMIFICACIÓN, TRACKMEDIA, 60 MIN, 1998.
22
A. J. SPENCER (1982), 113. La primera momia en extraérsele los órganos será la de Hetepheres I.
7
el ano combinado con un tratamiento de natrón23. Heródoto prosigue: “Entonces, con
una piedra etiópica cortante hacen una incisión a lo largo del flanco y sacan los
intestinos, que limpian y purifican con vino de palma, y los purifican de nuevo con
aromas pulverizados”24.
El interior así vaciado se lavaba, se ungía con aceites y especias. El cuerpo
purificado era sometido seguidamente a un tratamiento de salazón, que durante mucho
tiempo se creyó que se realizaba por inmersión, excepto la cabeza para evitar el
deterioro de la epidermis facial y de los cabellos, en una solución salina, pero hoy día se
piensa que se realizaba en seco, entre capas de natrón en las que reposaba el cadáver
durante varias semanas, concretamente 70 días A. PEREZ LARGACHA (2004, 177) y A. J.
SPENCER (1982, 112)25, aunque hay autores que no contemplan esta hipótesis como M.
A. MOLINERO POLO (2005, 9) que nos aclara que “se ha comprobado que por encima de
cuarenta días, el baño seco de natrón no producía un cambio significativo en la
conservación del cuerpo y, que reservar treinta jornadas más para el resto de las
operaciones parece excesivo, por lo que la cifra que conocemos podría ser simbólica”.
Sin embargo, hay otros autores como F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO
(1989, 49) que prefieren arriesgarse a añadir que podría haber tenido lugar una
exposición del difunto al calor del sol, o quizá por medio de fuego, de lo que parece
quedar evidencias en algunas tumbas.
El cuerpo reseco recuperaba su flexibilidad por medio de enérgicas aplicaciones de
resina, natrón nuevamente y algún tipo de grasa animal, con lo que quedaba dispuesto
para los tratamientos finales: se rellena el abdomen para volver a darle el volumen
original, para lo cual se utilizaban bolas de lino impregnadas de resina, o bien serrín
amalgamado con goma, o pegotes de tierra y natrón, paja triturada, etc otorgando al
cuerpo una apariencia final negruzca26.
“Después llenan el vientre de mirra pura pulverizada, de canela y de toda clase de aromas, excepto
incienso, y lo vuelven a coser. Y hecho esto, salan el cuerpo cubriéndolo con natrón durante
setenta días, y no deben salarlo más tiempo que éste. Y cuando han transcurrido los setenta días,
23
A. J. SPENCER (1982), 113. Los primeros casos los tenemos con las momias de las reinas del faraón
Mentuhotep II de la XI Dinastía, en el Reino Medio, que descansaban en el complejo funerario del faraón
en Deir el-Bahari. Fueron éstas a las primeras que se le introdujeron sustancias secantes por el ano.
24
HERÓDOTO, HISTORIAS, II, CAPÍTULO 86.
25
A. J. SPENCER (1982), 112. El autor se basa primordialmente en los testimonios que dejó por escrito
Heródoto durante su visita a Egipto. Dato clave que ha llegado hasta nuestros días a través de numerosos
manuales sobre el estudio de Egipto.
26
S. QUIRKE (2003), 188. Stephen Quirke apunta que debido a su apariencia externa, los primeros viajeros
aceptaron el término árabe de mummiya (betún), a las momias y el proceso de momificación, a pesar de
que no se utilizó betún hasta época muy tardía.
8
limpian el muerto y envuelven todo el cuerpo con vendas cortadas de una tela de lino muy fino,
untándolas por debajo con goma, que los egipcios ordinariamente emplean en vez de cola.
Entonces los parientes recogen el cuerpo, encargan una caja de madera en forma de hombre y
cuando la tienen hecha, meten en ella al muerto, la cierran y así la guardan en una cámara
funeraria, donde la colocan derecha contra el muro”27.
Tras los estudios realizados por R. GERMER (2007, 463), cabe destacar la nueva
crítica de la autora a la generalización de Heródoto: “Heródoto escribe al respecto que el
corte practicado en la cavidad ventral se volvía a coser una vez introducido el relleno.
Pero ello se llevaba a cabo en casos muy aislados pues, en la mayoría de ellos, los
embalsamadores lo cerraban con lino, una placa de cera o, si se trataba de la persona del
rey, con una delgada chapa de oro”.
Los embalsamadores conservaban los pulmones, hígado, estómago e intestinos por
separado, envolvían dichas vísceras igualmente momificadas, cubiertas de aceites y
resina, en un paño de lino, y depositaban cada órgano en uno de los llamados vasos
canopos. Cuatro vasijas cuyas tapas reproducen las facciones de los cuatro hijos de
Horus (un chacal, un halcón, un cinocéfalo y un hombre)28, aunque los investigadores F.
J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO (1989, 48-49) añaden que, en ocasiones,
eran reintroducidas en el vientre.
27
HERÓDOTO, HISTORIAS, II, CAPÍTULO 86.
28
R. GERMER (2007), 462. Los vasos canopos, que están documentados desde el Imperio Antiguo, eran al
principio recipientes sencillos con una tapa plana, dándoseles posteriormente a las tapas la forma de una
cabeza humana. De ellos, Amset tenía apariencia humana, Hapi de mono, Kebekhsenuef de halcón y
Duamutef de chacal.
29
R. GERMER (2007), 465. A tal efecto nos cuenta la autora que solían utilizar prendas de vestir y telas
desechadas procedentes del ajuar doméstico del difunto, que cortaban en tiras.
30
W. EL SADDIK (2007), 473. Antes de proceder al vendado en sí, todas las vendas (llamadas wet en
egipcio) se ordenaban según su uso, longitud, anchura y espesor y se marcaba el principio de cada tira.
31
A. J. SPENCER (1982), 122.
9
usaban solamente para las capas finales de la envoltura exterior. Según dos papiros de
finales del siglo I d. C, que describen el embalsamamiento ritual de diversas partes del
cuerpo y se concentran en la reproducción de los conjuros a formular verbalmente
durante el ritual, podemos decir que lo primero que va a proceder a vendarse es la
cabeza, considerada como centro de la vida para W. EL SADDIK (2007, 473). A
continuación se embalsamarían y vendarían las manos, primero la izquierda y luego la
derecha. Posteriormente seguían los pies y a partir de ahí el resto del cuerpo.
Además se les podía añadir una serie de amuletos con funciones específicas que
servían para asegurar la regeneración del difunto en el más allá. Obviamente, éstos no
eran visibles desde el exterior pues quedaban cubiertos por varias capas de lino. De
hecho, funerarios o no, podrían ser reutilizados en los que se procede a borrar el nombre
de su anterior propietario e insertar otro nuevo32.
La momificación del cadáver es sólo un intento de preparar al difunto para la
eternidad. Después de que el cadáver había sido protegido físicamente mediante el
embalsamamiento y la envoltura con vendas de lino y también mágica y espiritualmente
con diversos amuletos, se precisaba todavía una protección adicional que consistía en
uno o varios ataúdes33, que en las épocas más antiguas es simplemente una caja, con una
decoración que imita los rasgos de un palacio en el caso de algunos reyes y, que
posteriormente, a partir del Imperio Medio, se hace más sofisticada, haciéndose
antropomorfa, llena de decorados, textos y símbolos osiríacos. Los sarcófagos al
principio eran de lino o papiro reforzados con escayola; posteriormente, a finales del II
Período Intermedio, fue en aumento el uso de ataúdes de madera decorados de forma
sencilla con inscripciones en franjas con una descripción del difunto e imágenes de
algunos dioses.
Además de estos sarcófagos de alegre colorido y frecuentemente sobrecargados, ya a
parir del Imperio Nuevo, existían otros más sencillos pero probablemente no menos
caros. Estamos hablando de los sarcófagos de la piedra más dura, en su mayoría de
32
A. PEREZ LARGACHA (2004), 179. El mejor ejemplo es el de Khaemwaset, uno de los hijos de Ramsés
II que durante décadas se ha considerado como el primer arqueólogo de la historia al conservarse
diferentes menciones a su labor restauradora en monumentos derruidos y abandonados, un trabajo que
como J. Malek ha demostrado puede interpretarse en realidad como la necesidad de obtener materiales
que su padre requería para completar su ambiciosa política constructora.
33
W. EL SADDIK (2007), 477. Gracias al descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, sabemos que los
reyes del Imperio Nuevo fueron enterrados en varios ataúdes que se encajaban dentro de otros. La
costumbre de proteger a la momia en una serie de ataúdes mumiformes, encajados unos dentro de otros,
se puso tan de moda durante las Dinastías XIX a XXI que también las personas no pertenecientes a la
realeza se hicieron enterrar se este modo.
10
basalto o de granito. En sus superficies están labradas a cincel inscripciones con la
biografía del difunto y textos con figuras de exquisita calidad artística34, y que hoy día
podemos ver algunos ejemplos en el Museo del Louvre de París.
Por el contrario, para la población carente de recursos estaban disponibles, en la
mayoría de los casos, sólo unas tablas, esteras de sisal y vasijas de barro como
posibilidad de protección para el cadáver y su resurrección en el más allá. Sin embargo,
la gente más pobre no tenía más que enterrarse en las arenas del desierto.
El proceso total de embalsamamiento duraba entre 40 y 70 días. De ahí la fórmula
repetida a menudo de “una hermosa sepultura te llega en paz, tras haber pasado 70 días
en el lugar de embalsamamiento”35. F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO
(1989, 49) apuntan que técnicamente podría haber sido más corto el proceso, pero el
ritual era lo que lo alargaba36.
34
W. EL SADDIK (2007), 477.
35
F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO (1989), 49.
36
F. J. PRESEDO VELO Y J. M. SERRANO DELGADO (1989), 49. Añaden que posiblemente la espera a ello
se debía a que, en muchos casos, la tumba o el ajuar no se habían acabado a tiempo
37
W. EL SADDIK (2007), 479.
11
vida y lo preparaba para los nuevos poderes de que dispondría en la otra vida38.
Conocemos este ritual por numerosas fuentes, desde el Reino Antiguo, en que se
celebraba sobre las estatuas del templo funerario real, hasta Baja Época, pero en ningún
momento llegó a tanta complejidad como en el Reino Nuevo. Mediante este ritual se
pretendía devolver al difunto una revivificación absoluta de su cuerpo, con la
posibilidad de usar los oídos, los ojos, la boca, tanto para comer y beber como para
hablar, la respiración e incluso el movimiento. Los rituales de purificación, la quema de
incienso y la unción de la cara y diversas partes del cuerpo con ungüentos en distintas
ceremonias sucesivas –que podían incluso alcanzar hasta 75 en número– muestran
claramente hasta qué grado estaban convencidos de que con ellas el difunto recuperaría
todas sus funciones tanto corporales como espirituales. Por tanto, podemos decir, que
dichos rituales funerarios tenían como función principal ayudar a alcanzar una nueva
vida del difunto en el más allá lo más segura posible39 como puede verse en el epílogo
del pasaje 136 A del Libro de los muertos:
“El espíritu del muerto, para el que se haga esto, no perecerá eternamente. Él existirá en la
magnificencia de un dios. No le podrá afectar ninguna cosa mala. Él existirá como espíritu de
muerto activo en el oeste. Él no volverá a morir una segunda vez. Él comerá y beberá junto a
Osiris cada día. Será arrastrado junto con los reyes del Alto y del Bajo Imperio. Él beberá agua del
bebedero del río. Él podrá tener relaciones sexuales, y podrá salir y descender en el día como
Horus. Él estará vivo y existirá como un dios. Él será honrado por los vivos como Re” 40.
Como he citado con anterioridad, no todos podían financiar cada paso, de forma que
como consuelo, pueden considerarse los textos que han llegado hasta nosotros, que
dejan patente que la vida en el más allá no depende de la dotación de la tumba sino del
pensar y actuar correctamente de cada hombre durante su vida terrenal41.
V. MOMIAS DE ANIMALES
Los egipcios no aplicaron el arte de embalsamar únicamente a los cuerpos de
personas, sino también a los de animales. En éstos, no obstante, debe hacer la distinción
atendiendo a los diferentes motivos de sus enterramientos. Cuando moría la mascota de
una persona, por ejemplo, un perro, un gato, un mono o una gacela, éste podía ser
38
M. A. MOLINERO POLO (2005), 10. Los familiares, sacerdotes y plañideras acompañaban al cortejo
hasta la tumba, donde la momia se sometía al ritual de la apertura de la boca. En éste, el sacerdote sem, en
representación del hijo primogénito del difunto, sometía a la momia, o bien a su estatua, a una especie de
reanimación.
39
A. J. SPENCER (1982), 123.
40
U. VERHOEVEN (2007), 484.
41
W. EL SADDIK (2007), 479.
12
momificado. En ocasiones se le elaboraba incluso un ataúd y, en algunos casos, una
estela funeraria. Por el contrario, no es nada habitual el enterramiento del mono
preferido de la princesa Maatkare de la XXI Dinastía, pues fue embalsamado y
enterrado con la mujer en el mismo ataúd42.
En animales aislados veía el egipcio también la encarnación de una divinidad. Así
por ejemplo, el dios Path podía manifestarse en un toro o el dios Sobek en un cocodrilo;
a estos animales se les rendía entonces culto en vida. Cuando el animal divino moría, se
le preparaba un fastuoso entierro que incluía el embalsamamiento de su cuerpo, ataúdes
y costosas joyas como ajuar43.
En el período Grecorromano, no sólo algunos animales eran la encarnación de un
dios, sino que se consideró sagrada toda su especie, aunque localmente se adoraban a
animales muy diferentes. El número de las especies a las que se rendía culto es grande
y, sólo por mencionar las más importantes, abarca desde el toro, carnero, perro, ibis,
halcón, pez, cocodrilo y gato hasta diminutos roedores e incluso insectos; muchos de
ellos podemos verlos hoy día en el Museo del Louvre de París, en el British Museum e
incluso en el mismo Museo de El Cairo. El creyente tenía la posibilidad de donar a la
divinidad un exvoto, bien bajo la forma de una estatuilla de bronce, o bien una momia
del correspondiente animal artísticamente envuelta. Esta costumbre, que causó gran
extrañeza entre griegos y romanos, se hizo muy popular y condujo a la construcción de
enormes cementerios para animales, la mayoría de ellos subterráneos44.
VI. CONCLUSIÓN
A juzgar por los textos y biografías funerarias estudiadas, el egipcio era un pueblo
fundamentalmente optimista, que consideraba que vivía en el mejor de los mundos,
protegido por los dioses. Se negó a aceptar la muerte como el fin de todo y, creyeron en
la continuación de la existencia, en un deseo evidente de prolongar en el más allá los
placeres y comodidades que se podían disfrutar en la tierra de los vivos.
De este modo, que se describe en el presente trabajo, se consiguió finalmente
conservar los tejidos del cuerpo, de forma tal que se han conservado durante más de tres
milenios y medio y han llegado intactos hasta nuestros días.
42
R. GERMER (1991), 57.
43
A. J. SPENCER (1982), 133.
44
R. GERMER (2007), 469.
13
VII. BIBLIOGRAFÍA
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