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-_No me digas Los hombres llamdl¡ UI ESUI}I LOTA

-respondié-.
pasión a la violencia *dijo, y camemn a vestirse.
*Ya sé que no he estado muy bien *dijo él*, Pro.
meto ser rnás cuidadoso la próxima vez. r

próxima vez? ella, amarga.


-¿Qué esté a punto -preguntó
de sufrir un infarto y tú lla.+
--Cuando
rnes a la ambulancia
-diio é1, enigmáticamenre.
1

-*¿Te gusta jugar a los médicosi ella,


-preguntó
escéptica. La chica se había arrodillado en el suelo, en cuaüo
*No sé él-. De pronto me di cuenta de quc patas, con el rosrro un poco alzado dirigido a la ven-
-dijo
no nós conocerno§. r,'l' tana, las piernas levemente abiertas y el limpio culo,
falta que hace Claudia, y terminó de rosado y sin vello apuntando hacia ella, que seguía de
-Ni -di.io pie, detrís. Fstaba completamente,desnude había
Afuera llovía, en esta ciudad de lluvias escasas. -se ex.
quitado la ropa con una prisa que a ella le pareció
Si no hubiera sido una relación clandestina, le hubie. cesiva, pero posiblemente era lo que la chica pensaba
ra propuesto tomar un caÍé, acercarla hasta su casa. l que podía asernejarse a la pasión-. Se apoyaba bien,
Fue hasta el baño y escupió en el retrete, I-a lucha con con las dos palmas de las manos"abiertas en el suelo
el pelo le había danado las encías, porque sangraba un de parqué del dormitorio y no había dicho uná sola
poco. palabra. Pensó en las chimpancés, en las bonobas, en las
yo primero Claudia. gorilas, en las hembras de,los primates. Siempre ofre-
-Saldré -dijo
No había inconveniente. É,1 podía, esperar uñ poco cen sexo a cambio de comida, en un acuerdo tácito sin
más en la habit¿cién. . palabras. Se llama intercambio, todas las civilizaciones
*¿El próximo jueves? é1, parafijar la cita. están basadas en eso, y asegure Ia supervivencia de las
querido -dijo
-preguntó
ella-. Me gustaría conservar mi especies. La hembra obtiene un plátano o un trozo de
-§s,
clítoris y no ser infibulada por un macho apasionado. carne para alimentarse y el macho, en cuestión de se-
Cuando Claudia se fue, se lavó los dientes. gundos, eyacula adentro del orificio vaginal, mirando
En la pila blanca del lavabo, un vello negro lev,emente distraídamente hacia cualquier lado. Intentó irnaginar
ondulado fotaba, como url pez efi el agua. qué desearla obtener la chica de esta manera, pero la
visión de esas ancas blancas, 6rmes, sin un solo vello, y
del culo rosado, limpio, despo.iado de olores la excitó lo
suficiente como para-interrumpir los pensamientos. Se

_g¡-
conocía bien y sabía que una de las pocas cosas en este de testosterona. He ahí a los animales acicalándose y
mundo que conseguían que dejara de Pensar era hacer fornicando, atraÉndose y apareándose en medio de la
el amor. Follar, como decían habitualmente, pero ella selva ciudad, sus humos, sus edificios colmena-
era un poco antigua, tenía cuarenta y seis años y cierto res- -la
con un furor y una promiscuidad que asegura la
romanticismo que no estaba dispuesta a perder, gozaba superviv.encia de la especie. No como los osos pandas,
con él y sufría, que era mucho más dé 1o que llegaban a o los orangutanes, tan solitarios, tan poco sexuados que
sentir los folladores y las folladoras. Hacía mucho tiem- su posibilidad de sobrevivir es escasa, alejados los unos
po, una eternidad, le pareció, que no contemplaba un de los otros, perdidos en la selva.
culo tan limpio, tan despojado, tan rosado, tan exento Pero la chica no olía. La piel no olía; no olía su aliento
de olores. La chica tenía un cuerpo largo y bien for- había besado antes de que se desnudara-, no olían
-la
sus axilas, no olía su sexó y tampoco su culo. No lo atri-
mado. Era alta, debía medir un metro setenta, por lo
menos, y pesar unos setenta kilos, calculó; no era del- buÉ , un poderoso jabón ni a un desodorante Íntimo
gada, tampoco gorda, pero ciertos rollos en la cintura muy efr.caz; quizás correspondía a una baja tasa de estró-
y en el abdomen y alguna arruga precoz en el cuello genos, a un lento y pobre funcionamiento hormonal. En
le hacían adivinar lo que ocurriría en poco tiempo: se todo caso, esta ausencia de secreciones y de olores le gus-
trataba de una bellezapasajera, fruto de la juventud, de tó. Le pareció algo nuevo que acababa de descubrir a los
la edad, en pocos años (¿cuatro, cinco?) se transformaría cuarentayseis años. Sus parejas o sus arqores ocasionales
en una blanca matrona de rostro pálido y ancho, boca mujeres- solían oler, y el juego erótico era
-siempre
recordar el olor específico de cada una; de cada vulva, de
pequeña (gran egoísmo, pensó) y de abdomen blando,
algo opulento, fruto de las latas de cerveza,las pizzasy cada axila, de cada boca, de cada piel. El culo se le estaba
toda la basura que consumían las estudiantes. Pero, por ofreciendo así, inesperadamente, y era un culo rosado,
el momento, era hermosa. Los senos, ni grandes ni pe- sin vello, extrañamente virgen (cuento chino, pensó,
queños, bien formados, lucían unas .ot"das y delicadas quien se despoja tan rápidamente de la ropa y se inclina
areolas (ella detestaba a las mujeres de areolas oscuras) y enseguida en cuatro patas ha perdido la inocencia hace
su piel cárecíacasi de sabor. En realidad, la sensación de muchísimo tiempo). Se aóercó por detrás, inclinándose
limpiezá, de falta de secreciones que producía el cuerpo sobre la rubia espalda de la muchacha que tenía algunas
de la chica la asombró. A esa edad debía tener pecas y un par de lunares también inodoros e insípidos
más de dieciocho años- -no
la cumbre hormonal, la pleni- y oprimió los senos que colgaban hacia el suelo como
tud física suele estallar en líquidos abundantes, sudores, racimos. Los oprimió suavemente, al principio, pero se
olores, humores que atraen a los machos, quienes, a su dio cuenta de que Ia sensibilidad de la chica era esca-
vez, se encuentran en el período de mayor producción sa; seguramente necesitaba una presión más fuerte para
sentir a[go. Era así, las sensibilidades variaban de una davía estaba vesdda, camisa blanca y pantalón de seda
persona a otra, y la primera vezhabía que descubrir de oscura, un contraste que le gustaba mucho, y el hecho
de que conseryara la ropa no parecía importarle nada a la
qué se trataba. Ella la llamaba la escala Lota, que era el
nombre de una brasileña que se había enamorado de Eli- chica, de modo que rodeó el círculo rosado del culo con
zabeth Bishop y consiguió hacerla feliz durante algunos dos dedos de la mano derecha mientras con [a izquierda

años. En la escala Lota, del uno al diez, patecía que la continuaba oprimiendo uno de los senos y los hizo girar
chica necesitaba una fuerza de siete u ocho para sentir lentamente. Lamentó mucho no tener a mano el dildo
algo. Oprimió más fuerternente los senos de la chica que que'había comprado en un sex shop hacía un par de
pendían hacia el suelo y consiguió que lanzara un brwe años y que había utilizado una sola yez, porque su pareja

y débil gemido, algo que no podía molestar a nadie, es- detestaba la penetración anal, había tenido
-Elvira-
alguna experiencia desgárradora, en el sentido literal de
pecialmente a los vecinos, que, por otra Parte, a esa hora
(eran las diez de la mañana, horario que permite ciertas la palabra, con hombres,y rechazaba cualquier contacto

libertades a las mujeres que dan clase en la universidad, con esa parte de su cuerpo. Pero Elvira, a diferencia de la
como ella, y a las alumnas, que pueden saltarse las clases chica, era una mujer de fuertes e inconfundibles olores
sin rnayores consecuencias, como la chica. Pero la chi- y secreciones. Acaso dependía de la pigmentación de la
ca no era su alumna ni ló sería) debían estar ausentes, piel. Las mujeres de piel blanca (como ella misma) olían
en sus trabajos. Después de oprimirle los senos la besó menos que las de piel más oscura o tostada; de ahí que
fuertemente en Ia nuca, y la chica reaccionó con un es- la blancura fuera asociada con la limpieza, con la pureza,

tremecimiento. Siguió mordiéndola y besándola en la con lo níveo. En cambio, las mujeres más morenas olían,
nuca, en las orejas, en los lóbulos, como mordisquean gritaban, tenían secreciones fuertes, dejaban impresa su
los machos de los primates a las hembras, Pero con ma- marca en la ropa, en las sillas donde se sentaban, en las
yor goce y lentitud. Los primates terminaban en Pocos cosas que tocaban y se podía seguir su huella a través del

segundos; posiblemente los machos y las hembras hete- olfato, como perros en celo.
rosexuales también, por eso, ella prefería la homosexua- Pero el dildo estaba guardado en algún cajón, lejos
lidad, donde ningún requerimiento fisiológico, ninguna de su alcance, y además percibió que no era necesario.
determinación orgánica obligaba a la prisa. La espalda Escupió un chorro de saliva sobre el hueco de su mano
de la chica se sacudió débilmente, y movió las piernas, derecha----:la que no oprimía el seno de la muchacha-

alzó un poco más el trasero, a la altura de su cara. De su y comenzí a rodear el culo, en movimiento giratorio,
nariz, más precisamente, como reclamando penetración. circular, envolvente. No gemía. Se sacudía poco y advir-
Deslizó uno de sus dedos hacia el orificio rosado, limpio, tió la otra mano- que los compases del corazón
-con
de la chica tampoco aumentaban mucho su frecuencia;
impoluto, y advirtió que estaba bien lubrificado. Ella to-

_sg_
1 Irir

tiene dieciocho aáos, pensó, todavía sus órganos son bello pubis púber gime la G gotea la vulva me miras por
tan fuertes, tan jóvenes, que ni siquiera se estremecen. los ojos de los senos y es como si se te hubiera caído el
Cuando estuvo bien lubricada, introdujo delicadamen- rostro". Balbuceaba, ronroneaba, expulsaba metáforas
te la punta de su dedo índice en el culo rosado de Ia como un volcán, inventaba palabras, símiles, músicas
muchacha, y experimentó un agradable placer. Era un y letanías.
culo impoluto y tibio. Empu.ió con cierto cuidado, pero Pero esta vez no. La chica tampoco decía nada, a veces
se dio cuenta, otra vez, de que estaba actuando con ex- lanzaba un pequeño suspiro y ella se dio cuenta de la
trema delicadeza, una delicadeza que parecía provocar diferencia entre la exuberancia y la escasez. De sí misma
poca excitación en la chica, pero prefería que la prime- sabía que era una amanre exuberante que había tenido,
ra vez fuera así, antes de equivocarse. lJna brusquedad también, amantes a quienes su exuberancia seducía; en
puede traumar; una delicadeza puede cambiarse por cambio, la chica era discreta, contenida, apocada, en-
mayor intensidad. No hablaban. Esto la extrañó, solía tonces. un pequeño suspiro tenía un gran significado,
hablar mucho en la cama, era la primera vez que de representaba un éxito. La abundancia se aprecia menos
sus labios no había salido ni una palabra, y eso le pa- que la escasez. Probó y le murmuró al oído: "Me gusta
recía poco excitante y le causaba sorpresa. Solía llenar tu cuerpo", pero la expresión no causó el menor efec-
de palabras y de saliva a sus amantes, que siempre le to. Su dedo,índice entraba y salía del culo lentamente.
habían dicho que se excitaban muchísimo mientras ella Una sacudida brusca de las nalgas de la chica la inütó
les murmuraba en los oídos. No obscenidades; detesta- a profundizar, y en el momento en que se adentraba
ba las obscenidades, que no pronunciaba ni siquiera a más, murmuró: "Adoro tu coño". Entonces, la chica se
pedido. Tampoco recordaba bien lo que decía en cada estremeció un poco más. Antes he tocado la tecla equi-
sesién, dejaba qr.re su inconsciente hablara, y su incons- vocada, pensó. A veces, a la primera, se equivocaba el
ciente, excitado por el acto del amor, forecía con Yer- registro. Pensó que la chica debía haber fornicado con
sos bíblicos, reminiscencias latinas, formulas mágicas, machos de su edad, o mayores, y que todo había sido
secuencias hiperbólicas, enumeraciones infinitas, como un poco brutal, un poco torpe, un poco animal. Ma-
si las palabras fuer4n la música que mecía los cuerpos. chos duros y empinados acostumbrados a ver películas
Luego, ni ella ni sus amantes recordaban lo que había porno y a contratar prostitutas, y que cuando follaban
dicho; sin embargo, algunas palabras quedaban como con las chicas de su edad, las trataban brutalmente, sin
ritos, como sortilegios que disparaban el deseo. "Me ternura, sin amor.
hacías falta, desde antiguo me hacías falta" o "tus ancas, Intentó murmurar algo ("me gustas cuando callas":
áncoras de mi nave" o "al fondo, donde brilla Ia cam- una redundancia, tratándose de la chica) pero ella vol-
pana del útero y me refleja, espejo laminado" o "vello vió un momento el rostro, insatisfecha, y le dijo, en voz
baja: "Si hablas, no me puedo concentrar", y esta frase o de dolor, si no eran la misma cosa. Fuera lo que fuera,
la sorprendió más aún. O sea, debía concentrarse. ¿En parecía gustarle, había conseguido que se concenrrara.
qué? ¿Amarse no era la máxima concentración? ¿Los A ella el'acto le estaba gustando cada vez más, diftcil-
cuerpos no eran, en definitiva, el lugar de toda concen- mente podía controlar la palpitación de su sexo, se esta-
tración? Pensó que los cuarenta y seis años le reservaban ba empapando, pensó en el pantalón de seda que ahora
algunas sorpresas. Jamás nadie le había dicho eso en [a luciría una mancha oscura y húmeda, un redondel mo-
cama, todo lo contrario. El problema, luego de las lar- jado; Estaba muy excitada, demasiado como paf,a co,n-
gas sesiones, era perder la concentración amorosa para tinuar lentamente, de modo que dio un empujón más
ocuparse de las trivialidades de la vida, como el trabajo, fuerte en el interior del culo, y con la mano que hasta
la hipoteca, las compras y la visita de la familia. ese momento oprimía el seno izquierdo de la mucha-
¿En qué quiere concentrarse?, pensó. Seguramente, cha bajó la cremallera de su elegante pantalón de seda,
en lo que sentía. Tenía que estar muy concenüada para arrastró la breve tanga negra que cubría su pubis y per-
sentir algo. Comenzó a empujar el dedo índice hacia mitió que su sexo, amplio, empapado, se pegara al culo
adentro del ano y sacarlo rítmicamente, tratando de de la muchacha. Ella exhaló un suspiro. Ahora comenzó
mantener una secuencia que la muchacha pudiera per- a embestida, sin suavidad, abriendo bien los labios de
cibir rápidam€ot€ introducción profunda y dos su vulva que podían cubrir el ano, calentarlo, mezclar
-uno
superficiales, una profunda y dos superficiales- y le secreciones, y oprimiendo de golpe la cintura de la chi-
pareció que ella respondía bien, por lo menos eso esta- ca la obligó a acostarse de espaldas sobre el suelo. Ce-
ba a su alcance. En esta posición se perdía los ojos de la dió. La chica cedió. Enronces ella, primitiva, ancestral,
muchacha, no había rnanera de encontrar las miradas, telúrica, siguió embistiéndola por detízís, procurando
pero sintió aquello que otras veces había experimenta- que la mucosa mojada de sus labios vaginales chorrea"
do: el poderlo del macho penetrador, la sensación de ran sobre el ano abierto de la muchacha. LJn momento
dominio, de posesión que la penetración anal, por la antes de experimentar el orgasmo que imaginaba en-
mera distribución de roles, proporcionaba. "Hetero- cadenado, como las réplicas de un terremoto de grado
sexual promiscud', clasificó a la chica mientras seguía 9 de la escala Lota, la hizo volverse, de modo que sus
penetrándola, ahora introduciendo también el dedo rostros quedaran de frente, las bocas derramando saliva,
mayor, en un acto de fricción que procuraba mantener las mejillas enrojecidas, los labios hinchados, el cuello
un ritmo que ella identificara. La cuestión no estaba con sus venas azules palpitando. La muchacha no abrió
en llegar más hondo, sino en conseguir un toce satis- los ojos. No me importa, pensó, me da lo mismo que
factorio en las paredes. No aumentó la presión, sino la sigas así, mirando en tu interior, lo único que deseas
velocidad, y la muchachalanzé un leve gritito de placer, ver, tu propio interior, so ególatra, pensó, so narcisa,
no me importa que no abras lo.s ojos para mirarme ni ahora hubo varias sacudidas nerviosas, dos o tréi ahoras
q.rub,rrqu., el eqpejo de mi mirada ñi que me ofrezcas seguidos de otros ahoras,.y la mujer cpntó hasta seis.
ru orgasmo más de uno, debe ahorrar hasta en Seis orgasmos consecutivos y en pare;a. Buena marca,
eso- con los-no
ojos, te voy a poseer igual, como si fuera pensó. Hasta los humanos más cultos y sofisticados vol-
un macho cabrío, en lugar de una mujer (pero un ma- vían al animal primitivo, competidor, orgulloso, vani-
cho que está empezando a amarte, pensó, horrorizada) doso, fatuó, cuando se trataba de sexo. Seis orgasmos
'enamorada. Calzó bien su arnplio sexo (tenía un sexo no estaba nada mal. Cuando por fin se separó de ella
grande, generoso, muy sensible, prcivisto de más de qui- y también se echó en el suelo, de espaldas, como dos
nientas terminaciones nerviosas y de un clítoris largo, husos paralelos, ld rniró y le preguntó: "¿Seis?". ':Pendí la
enhiesto, que tremolaba cuando se excitaba) en el de la cuenta", murmuró la muchacha. Pensó en los vaqueros
muchacha, y lo envolvié, como una concha encierra la y las muéscas en los revólveres. Indio muerto, muescá.
pulpa húmeda del animal rnarino. Sus labios vaginales Orgasmo finiquitado, muesca.
cubrlan los de la rnuchacha, de modo que al sacudirse Ahora la muchacha hizo un movimiento de sus largos
de abajo arriba, de arriba abajo, los hacía'girar con ella, brazos y encendió un cigamillo. Ella odiaba ese momen-
subir o bajar al mismo tiempo. 'Avísame cuando estés to, porque hacía tiempo había dejado de furnar. Antigua-
a punto", le dijo, y la muchacha, cuyo rostro (ahora lo mente, cuando fumaba, ese cigarrillo, el de después, era
podía ver con toda claridad, ahora podía observar esa un cigarrillo compartido, nunca solitario. Pero no dijo
expresión de dolor, de profundo desgarro que tienen nada. [¿ muchacha dio una larga bocanada. Estaba her-
algunas mujeres en el inomento de sumo placer) mos- mosa asÍ, blanca, desnuda, estirada, con los labios todavía
traba algunas arrugas y se había tornado rojo, al misrno blanquecinos y un poco de rubor en las mejillas. "Sos
tiempo que los labios habían perdido toda la sangre muy lindd', le dijo. La muchacha la miró, pero no supo
(descendida hasta su sexo), hizo un gesto de afirmación descifrar el texto. "¿Te rriolésta que te lo diga?", preguntó.
que se confundié con las veloces sacudidas de su hermo- "Tú también eres muy guapd', respondió. Bien, se veía
sa cabellera rojiza, fruto de un buen tinte. La cabezaiba que no le agradaban las alaban2as fisicas. A ella tampoco.
hacia arriba y volvía hacia abajo, una y otra vez, y ella ¿Habría estado mejor si le hubiera dicho que era rnuy
luchaba con todas sus fuerzas para encerrar el sexo de la inteligente? l¿ cama no era el lugar para demostrarlo,
muchacha en el suyo, para atraparlo y obligado a mo- aunque, bien pensado, hay una clase de inteligencia, la
j
verse al misrno tiempo. "Ahora", gritó,y ella, que habla inteligencia sensual, erótica, que a ella le parecía un refi-
estado esperando ese grito, ella que había conseguido namiento, un arte, algo tan sagrado cómo la música de I
la serie de sus orgasmos encadenados, empujó Schubert o los naufragios deTirrner, los poemas de Neru-
^pl*^,
definitivamente: Fsto,era el apareamiento. Después del da o l¿i niwe cayendo limpiamente sobre los bosques,de
Liubliana. Estiré el brazo y consiguié encender el aparato ¿Quién había hab,lado de la ntetrancolla del coitoi Ella
de musica. No había nada que le gustara más, Iuego de, experimentaba éxtasis.
que escuchar rr,rúsica con la persona con Ia que. Había un cogió rnis bragas *insistió Ia muchacha.
-Alguien
Pero bueno. No tuvo rnás rernedio que ponerse de
c», Muerte y tran$garacién, de Strauss, por Kiri Te Ka-
navra. Empezó a escucharlo profundamente' La música pie, echar un vistazo aI suelo. Estabar,l en un ángule,
jamás alcanzaba para ella, corno oyente, la densidad de enganchadasal pie de la lámpara.
sonido, Ia riqueza de color y Ia intensidad acústica como ¡isnss ahí con el dedo.
-f¿s -óeñaló
I-a chica dio un salto de pantera, las pilló y corrió
después de. Pero con todas las otras cosas ocuría lo mis'
mo: el color de la pared, la luz de la mañana a través de la hacia la ducl¡a. EI co seguía can Mwerte'y warc$gura-
v€ntana, la textura de los muebles... La hipersensibilidad ción. ¿Pot qué, si no lo comparte, Irle lo amtrina?, pensó.
del sistema nervioso adquiría su grado l0 en' la escda Siguió concentrada en sú éxtasis pos. Escuchó el agua
l,ota, después de. Estaba aspirando profundamente la de la ducha, ¿Sería ppsible que ya se estuviera duchan-
música, cuando buscó la mano de la muchacha Para to- doi ¿Solitariamente y sin esperar ni siquiera a acabar el
marla entre las suyas, para acariciarlu pera besarla. No la disco?

encontro. .Ágil*ente, se había puesto de Pie,.alta, esbelta, ¿Qr¡é prisa tenía? ¿No se había saltado la universidad
sin una sola arrup, y buscaba su roPa interior; "¿Tii has para venir a su apartamento?
cogido mis bragas?", preguntó, irritada. Ella no contestó- Cuando la muchaclra regresó,, ella estaba mdavía en el
No quería volver. No quería regresil a la realidad' Nada suelo, rnirando hacia el techo y escuchando el disco.
la estirnulaba a regresar. Quería permanecer ahí, así, as- te duchas tan de prisa? *le preguntó.
-¿Siemprerniró como si no hubiera entendido.
pirando la nr-úsica como la muchacha había aspirado el La chica Ia
humo,'escuchando las notas rnelancólicas y trágicas de que esperar algo? *contesté, con aparente
-¿Tenía
ingenuidad"
Muerte y Tian$garacitín.,
"¿Has cogido mis bragas?", insistió la muchacha, re- lv[s gusta escuchar música despues de
ella.
-respondió
comiendo el suelo. No, podía habedo hecho; por fe-
tichismo, pero ya no tenía edad para eso. Imaginó sí la muchacha-. Es que
¡,o nunca lo
-Ah, -dijo
hago con mtrsica. No me deja concentrar.
un armario lleno de bragas usadas alguna vez por sus ¿No vas a

arlantes. ¿Cbn el tiempo recordaría de quién era cada ducharte?


una? Como ellos coleccionan corbatas, podría haber co. .--Tampoco me gusta ducharme enseguida. Prcfiero
leccionado bragas de sus amantes. esperar un rato. lv[e gusta prolongarlo.
no cogí tus bragas +respondió perezosamen- La muchacha miró hacia un lado y hacia otro.
-N.o,
te, fastidiada por tener que,interrumpir el éxtasis pos. Ella pensó que iba a irse. Seguramente se estaba por

-y6-
ir. De modo que dificultosamente abandonó el estado tado de qué se enamoraba, y ella había dicho "de los
de éxtasis y se incorporó. cuerpos, de qué rne voy a enamorar'?. La psico respon-
vas a márchar? " dió: "Mala cosa para enamorarse", pero no le sugirió
-preguntó.
-¿Teno te importa, me puedo quedar un rato más ninguna otra. Por lo menos, los cuerpos eran tangibles,
-Si visibles, vestibles, olían, se descomponían, aullaban,
-contestó. gruñían, atraían, embelesaban...)
¿Era una concesión, una súplica o tenía un plan? Por
un momento pensó que ahor4 iecién duchada, podía estás gorda dijo.
-No ti te gustan-le
las gordas? ---pregunró la mucha-
tener la buena idea de empezar todo otra vez, pero aho-
-¿A
cha con curiosidad. Se ve que ahora, justamente ahora,
ra en la cama, no en el suelo, Había mujeres asl, que
entre función y función, necesitaban ducharse. quiere ha lar, pensó ella. Y de tonterías, además.
Pero no. Se vistió. Estaba hermosa, vestida comple- todo caso, prefiero la gor,
-Depende -dijo-.'En
tarnente de blanco. Camisa blanca, pantalón blanco, dura a la delgadez. ¿Y a ti, cómo te gustan? puro
chaleco blanco, contraataque. -era
.-Quédate un momento así, quieta pidió, como mí me gustas tú.
-le
si mentalmente estuviera pintando un cuadro o toman-
-A
Bien, qué querrá conseguir, se preguntó.
do una fotografía. yo soy gorda o flaca?
-¿Y eres guapísima
ocume? ¿Me he puesto el chaleco al revés? Esrás rnuy bien
-¿Qué ella-. Es que estás preciosa y quiero
-fü
así.Me gustas mucho tal-contestó-.
como estás.
-Ño un
mirarte
-dijo
rato más, Bien, teníamos una.declaración por lo menos.
va *dijo la chica-. He engordado cuatro Se puso en pie.No había más remedio que apagar el
-Qué
kilos en los últimos seis meses. Es la cerveza, ¿sabes? co y vestirse.
Me encanta hacerme seis o siete cervezas al día. Es por me he quedado tanto tiernpo después de
-Nunca
la chica.
la tensión. La tengo muy baja. ¿Ves? señalando
s¡ -dijo
6¡¡¡u¡¿-, me
-dijotenía que empezar a agradecerle
unos incipientes pliegues l¿ estoy Po- ¿Ya cosas? ¿No había
niendo como una morfa. sido ella quien quiso quedarse?
*O morsa o foca, una de las dos ella, qué sueles hacer después de? ..-le preguntó,
-corrigió -¿Y
condescendiente.
fastidiada por la manera en que la muchacha se veía a
sí misma, salvo que fuera un coqueteo. No necesitaba en realidad, no lo he hecho muchas veces
-Bueno,
coquetear. Ella ya se estaba enamorando: ¿De qué? Del
-dijo.
cuerpo, d9 qué otra cosa se podía enamorar. (Antiguo' Acabáramos. Ahora vendría el cuento de contigo me-
diálogo psicoanalítico., Su psicoanalista le había pregun- jor que con nadie. El cuento de la Virgen María. "Solo

N98N
r
coritigo" o'"ntr¡lca lo habla hecho d,c esta rnaneral'. No *No me gusra que me den regalos, si no he hecho
merecía una respuesta. nada para merecerlos *oentenció la chica.
rnuy r.lerviosa *dlio la ntuchacha*, corno *Me ha gustado mucho hacer el amor contigo
-F;oteha
si ft¡era tra B'rirnera vee" ¿Crees que lo f¡e lrecho nrtlchas ella-. Tómalo como un recuerdo.
veces?
-confesó
*¿Quieres decir que no nes yolverernos a ver? ¿h{e
-preguntó.
te lo hc ni Io quiero saber *-cr¡ntesto. has tomado por una puta? la muchacha,
-No celosa? *No -griró rnanere *refuré-.
he dicho eso de ninguna
-¿Eres
*Depende..A veees sí, a veces rto. ¿Y tíl? Solo rc he dicho que puedes quedarte con el libro.
*Contigio tro seré *dijo la chica-. Y mucho. es el precio de haberte acostado conrnigo?
Sintió que la¡ cosas se estaban liando, pcro no Por ca- -¿Esteenvenenada.
süalídad" AJ[ger se le habla eecapado en atrgún momento, -acusó,se habfa acostadó
¿Ella con la muchacha? ¿No se ha-
ante§, dtrrante o después... Esa rnanla suya de cntregarse bían acostado juntas? ¿No habían conrado hasta seis al
al áxtasis... mismo tiempo?
ft4enos mal que Elvira estaba en Lisboa visitando a que ú también te habíao acs$ado conmigo
unos parientcs y no votrvería en quince días" Tiempo
-Creí
-protestó.
*Claro que
suficiente comó pará desh¿cet este efltuerto; sí *cambié súbitamenro-. Y me ha
La rmrclracha se dirigió hacia el sdón"Allí estaba la am- gustado muchísimo. ¿Puedo decirte una cosa?
plia biblioteca, las u*át"rías llenao de libros qr.re Elvira, Su madre siempre le había dicho que había recibido
rnuy ordenada, había dispuesto por orden alfabédco. una educación tan delicada que la había heeho vulner¿"
Miré tro,s libros cofl musho interés. ble a la ira y manipulaciones de los demás,
*Mi próxirno exam€n es de surrealisn:o francés
*dilo-, ¿Me puedes prestar algo que rnc sirva?
-Sí -contestó.
*§unca s¡ mi vida había sentido lo que senrf hoy
¿Por qué no le rnandaba al diahlo? Su cortocida debi* contigo --dijo-. N,o me dejarásahora, ¿no?
tidad poscoital. Mej«rt era perder el libro y perdeda de ¿La habla embarazado o qué? ¿Qué exrraño c.ompro-
viste. Ambes cosas debían it iuntas. I miso había contraído?
$e dirigia a Ia biblioteca" En laA, deApollinaire. chica... -----comenzó a decir,
una edición de Alcohole¡.Te la regalo *le diio.
I -Mira,
*No me llames chica. Mi nombre es Eerefanla.
-Es
*§6 *¡6ppondió I¿ muchach¿-, Te lo dcvolveré. Estefanla, nos henros enconfrado" me has
I-a próxinra vez qt¡e nos veafiIo§, te lo devolveré.
fl
IH
-gssse,
dado tu rcléfono, te he dado rni direccién,". esras cosas
*No es necesario *diio elle*;. Tórnalo como un
Lil

suelen pasar.
*A mí no me panan *{ijo la chica*, Tú
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regalo, estarás
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habituada a fsfo, porque erss muy gmpa, pero yo no.
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no estoy habituada a nada a defen- No me lo iba a decir, ¿no crees? Además, a mí


-Yo
derse torpemente.
-6q¡¡sn2ó -No.
me daba igual si era o no era gay.
me habían dicho que eras muy peligrosa. tú, ¿qué eres? con aparenre
-Ya ella era peligrosa. Pero no lo decía como un
Ahora -Porque
naturalidad. -inquirió
piropo precisamente. yo solo me fijo en las personas.
--¿Me invitas a comer? -dijo.Estefanía sorpresivamente.
-Ah,
Esa respuesta la indignaba. La había oído otras veces.
Cualquier cosa para de.iar esa confrontación infame. sin cuerpo? Nunca üi a una persona sin
-¿Personas
¿Dónde estaba su cD de Kiri Te Kanawa? Su madre te, cuerpo.
nía raz6n. Una educación demasiado delicada. lo que quiero decir. Me importa más la per-
La muchacha eligió un restaurante de moda, pero a -Sabes
sonalidad que el cuerpo.
ella se le había ido el apetito. entendería si se trarara de una amistad, pero
mí follar me da ganas de comer la chica. -Lo
para hacer el amor...
-A eres un fenómeno raro -di¡o con acri- bien. Tii me gustas mucho. Eres la
¡ud-No. A mí me da ganas de escuchar-observó
música, mimar, l -Entiéndeme
mujer que más me ha atraído en la vida. ¿O crees que
caminar de [a mano, ir al cine y volver a hacer el amor. me atraen muchas?
próxima vez iremos al cine la lo agradezco,pero me ha llamado mi pargja...
-La
muchacha.
-concedió -Te la dejarás? llevándose un
Sonó el móvil. Era su salvación. No, era peor: Elvira.
-¿Cuándo
trozo de salmón a la boca. -pregunró,
Bajó la voz para hablar con ella. k dijo que estaba en he pensado en eso con serenidad.
medio de una reunión en la universidad. -No vete pensándolo -respondió ella-, porque yo no
era? la chica imperiosamente. -Pues
quiero compartirte. -di;o
-¿Quién
pa§a -preguntóella, con heroicidad. :l creo que Elvira quiera, tampoco.
-Mi -respondió
pareja? la chica, con aparente -No así Estefanía-, porque yo he llegado
-¿Tienes
inbcencia.
-preguntó {
n
-Mejor -dijo
después. Y la que llega última, luego es la primera. ¿No
t{

¿Y tú? dice algo asíla Biblia?


-Sí -contestó-.
Lo dejé hace un aáo lo dice la Biblid... ella irónicamente.
-No.ella o a él?'-le preguntó,
-respondió.
aunque era una cues-
fl

-Si -respondió
De pronto se dio cuenta de que se le hacía tarde. Iba a
¿A
fl
tión retórica. Tal como hacía el amor, tenía que tratarse perder la clase de las cuatro, y hoy no quería faltar.
de un macho. $ que irme, Estefanía, se me ha hecho tarde.
é1. br.r.rro, no creas, me parece que era gay. -Tengo
Discúlpame, pago en la cajay me marcho. Lo siento.
-A te parece que era gay? ¿No se lo preguntaste?
,{
sé ,*dijo ella-. Me quedo a romar un posrre.
-¿Cómo ${ -Lo
Te espero en tu casa, a la noche.
fi

#
dicho? ella, asombrada. CONFESIONES DE ESCRITORES
-¿Quéhas
te pre.ocupes
-gritó Ya cogí la llave
-No -respondió-.
que había,al lado de Apollinaiie, la que tenías en la es-
tantería. En cuanto a Elvira, descuida. Pillé su número
de tu móvil, mientras te vestías. Yo la llamo esta tarde y
se lo cuento todo.

Después de habér publicado cinco novelas, seis libros


de relatos y más de un. centenar de artículos periodfs-
ticos, el escritor declaró, en la ultima enrrevista que le
realizaron (con motivo de la concesión de un premio
,internacional hábilrnente negociado por su agente lite-
raúa,y su editor), haber estado durante todo ese tiernpo
huyendo de k realidad.
Una madura periodista que aspiraba secrerarnenre a
acostarse con él escuchó asombrada esa dsgl¿¡¿si5, ,
le espetó: "¿Y por qué creía escribir? ¿Tenía algún otro
motivo para escribir?1',
El escritor estaba asustado. Haber descubierto que
huía de la realidad lo había deprimido, le generaba un
penoso sentimiento de inferioridad.
que la mayoia de las personas no huyen de
-Creo
la realidad *ge¡¡6s¡S. (Era una respuestarsincera, exac-
tamente lo opuesto de lo que.le habian aconsejado su
editor y su agente literaria).
eso tampoco leen para no huir de
la -Por
realidad.
-agregó-:
Sintió que se estaba metiendo en camisa de once varas.
intoxicán de otra manera Miran
-Se -continuó.-.
la televisión, juegan.al Candy Crush, son adictos al tra-
bajo, a la cocaína o al fttbol.

-ro5-

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