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Jesús Molina1
• Introducción
ciudadanía. De mencionar es que se le enuncia y usa con relativa frecuencia, aunque pocas
veces se esclarece a qué se está aludiendo con ella, o qué se pretende conseguir a través suyo.
norma, se le usa para referir a los derechos legales de la población -civiles, políticos o
sociales-, o igualmente, el conjunto o agregado de ciudadanos que hacen parte o integran una
aparente consenso en torno a lo que significa e implica dicha palabra, el punto de partida
adoptado en esta reflexión va contracorriente. Asume que, no existe una claridad suficiente
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Docente de Carrera e investigador de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Administrador Publico e
Historiador. Magister en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, al igual que, en Psicoanálisis, Subjetividad y
Cultura. Candidato a Doctor en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales
construye, qué finalidades persigue y qué especificidades asume en sociedades como las
nuestras.
Para avanzar en su comprensión, este escrito propone como aporte realizar una reflexión
hecha desde una aproximación histórica, que tiene por ventaja, el fundamentarse en
de generar dicho aporte, los argumentos que alimentan este escrito proponen auscultar cómo
situar en primer plano, las dinámicas provenientes de la sociedad y del Estado. Pone de
presente los fines contradictorios que con ella se ha buscado, y cómo la edificación de
por comprenderla en nuestras realidades sociales, evidencia cómo en América Latina asume
estructuración al poner de presente que para constituirse y perdurar requiere que converjan a
identitaria. Se detiene en mostrar cómo para lograr una mejor comprensión suya, a
identitario y subjetivo -de construcción de sujetos -. También evidencia que, sin reconocer
el papel cumplido por las acciones desplegadas por grupos, clases o sectores de la sociedad,
y también, sin asumir el cumplido por las instituciones del Estado, no puede ser comprendida
o proyectada.
• Estructuración histórica de la ciudadanía en Occidente
conceptualizaciones respecto a qué es o qué debe de entenderse por ciudadanía son las de
corte sociológico e históricas las que mejor se aproximan a ella. La particularidad de éstas,
estriba en que en lugar caracterizarla a partir de moldes intelectuales jalonados por el anhelo
de lo que ella debería ser, y más bien lo hacen, sobre la base de rastrear cómo se llevó a cabo
lente, la ciudadanía es asumida como una invención social que se configura y transforma a
marco de su contexto histórico (Guerra, 1999). Con ocasión de este enfoque, comprender y
explicar la ciudadanía como objeto de estudio, es estar en disposición de atender a cómo ella
manera. Se trata de la relación política y jurídica sostenida por los integrantes de una sociedad
con los ordenamientos políticos de los Estados Modernos (Sassen, 2008). En un plano
explícito, dicha relación está conformada por los vínculos establecidos entre los ciudadanos
y los agentes gubernamentales (Tilly, 1997), y en un plano implícito, por los sostenidos entre
sí por parte de grupos organizados y/o clases sociales (Sassen, 2008). Gracias a la relación
reclamar y tomar medidas correctivas para hacerlas cumplir (Tilly, 1997). Dicha relación
entre las partes. No obstante, también se instaura como identidad política colectiva a través
de un conjunto de principios, valores y reglas que tienen por objetivo central proponer a los
pobladores regidos por el Estado unas formas de pensar, ser, sentir y actuar para constituirlos
Acorde a Charles Tilly (2004), la ciudadanía moderna fue el producto de las luchas
protagonizadas por grupos organizados de la sociedad, pero también, por efecto de las
acciones de fuerza protagonizadas por los Estados sobre ella. Bajo la línea argumentativa del
autor en cuestión, ella emergió porque en el contexto europeo durante siglos miembros
estatales. Dicha dinámica tuvo su origen, en que las últimas requerían extraer recursos a
diferentes grupos sociales para ir o continuar la guerra con otros Estados en formación,
mientras que los grupos en cuestión les demandaban a dichas autoridades que limitaran sus
ciudadanía moderna se constituiría en el arreglo político encontrado para dirimir y mediar las
Bajo el arreglo de la ciudadanía las partes enfrentadas que le dieron lugar, quedaron atadas
la sociedad. Esa exigibilidad mutua, hizo que la ciudadanía moderna se instaurara como un
histórico ese pacto se constituyó como uno cuyos alcances llegó a regir las relaciones entre
conjunto de pobladores en su calidad de nacionales (Tilly, 1997). Con dicho movimiento, los
algún éxito el esperar y exigir de parte de las autoridades e instituciones del Estado
simultánea, asumieron que debían asumir una serie de obligaciones frente a ellas, expresadas
tales obligaciones, y que públicamente fueron presentadas a los pobladores bajo un lenguaje
los hechos esto no fuera posible, los grupos sociales o la sociedad en su conjunto siempre
e instituciones del Estado. Sin embargo, esa aproximación es incompleta ya que deja de lado
que ella no solo ha sido producto de una confrontación y negociación entre sectores de la
entre los propios grupos sociales. En tal sentido, ella debe ser vista también como aquella
relación constituida entre grupos, sectores y/o clases sociales para tramitar los conflictos
el Estado, una mediación institucional sostiene en el tiempo sus acuerdos para mantener a
Otros estudiosos proveen repertorios argumentativos para sustentar la tesis precedente que la
clase sociales. Reinhard Bendix, ocupándose del caso Ingles en el siglo XVIII y XIX, muestra
que ella se obtuvo porque los integrantes de las clases pobres y trabajadoras -v.g. ocupantes
clases establecidas y a sus prolongaciones al interior del Estado (Bendix, 1977). Así mismo,
Saskia Sassen, ocupándose del caso europeo y norteamericano, señala que históricamente
diferentes tipos de conflictividades le dieron lugar, donde un peso especial, lo cobraron las
trabajadores. A través de ella dichas clases encontraron un conjunto de funciones que le eran
de utilidad mutua, y que les condujo, a identificarse con la legislación y las regulaciones
Integrando las perspectivas hasta ahora abordadas en este escrito, puede afirmarse entonces
negociación, de una parte, entre los grupos organizados de la sociedad con sus ordenamientos
2005). En particular, en los siglos XIX, XX y XXI sectores excluidos como los negros, las
mujeres, los mestizos, los no europeos, los migrantes, los no cristianos etc., en distintos
Dos Santos debe decirse entonces que la ciudadanía moderna debe verse como producto de
momentos, contextos y procesos sociales en que se realizaron. Las dinámicas que llevaron a
(Esping-Andersen, 1996). Así mismo, apareció como efecto del interés de clases y sectores
ciertas concesiones bajo la forma de derechos a sectores o clases de las cuáles extraen sus
ciudadanía moderna
deberes legales que, para tomar existencia, debieron de soportarse en unas instituciones
ciudadanía fue la hecha por el sociólogo T. H Marshall. La tesis principal de dicho sociólogo,
es que los derechos legales asociados a la ciudadanía se estructuraron históricamente y en
grandes grupos. Correspondió la creación de los derechos civiles al siglo XVIII – ligados al
No obstante, desde el punto de vista aquí adoptado, más interesante que dicha tesis de
caracterizar y asignar un grupo de derechos para cada siglo, es que T.H Marshall ve que para
la instauración de cada grupo de ellos históricamente debió de crearse e intervenir toda una
institucionalidad estatal.
Así, para el primer grupo de ellos, los derechos cíviles correspondió la creación edificación
de instituciones tales como los tribunales de justicia que permitieron hacerlos exigibles. Para
como el voto popular, los consejos de gobierno local y los parlamentos. Para el tercer grupo,
los derechos sociales, se crearon instituciones de servicios sociales y de educación. Con esta
fueron piezas claves en su construcción. Sugiere entonces T.H. Marshall una tesis central,
consistente en afirmar que sin la institucionalidad estatal no habría sido posibles la existencia
Nación. Dicha hipótesis cobra consistencia si se atiende a las indagaciones del historiador
formación del estado moderno y del sistema estatal. Pero la inversa es igualmente
vez la del Estado Moderno toma mayor consistencia si se atiende los análisis históricos
realizadas por el sociólogo Charles Tilly. Identifica el autor en cuestión, cómo por efecto de
institucional estatal intermedio entre gobernantes y gobernados, al igual que, una serie de
programas sociales a favor de diferentes clases (Tilly, 2005). Dicho campo institucional, se
públicos. El mismo, fue el soporte estatal que terminó por hacer factible el cumplimiento y
la exigencia de los derechos y deberes legales que llegaron a integrar la ciudadanía moderna.
Acorde a Tilly, los Estados respondieron a las crecientes demandas de las clases burguesas y
trabajadoras con programas públicos referidos a la seguridad social, las pensiones de los
veteranos, la educación pública y la vivienda. Para soportarlos, tuvieron que agregar oficinas,
burócratas y líneas presupuestarias, o en otros términos, tuvieron que crear y ampliar sus
administraciones públicas.
La institucionalidad estatal apalancó no solo la construcción de derechos con los que vino
erigida la ciudadanía moderna, sino también, los deberes con los que se le configuró. En
Europa se creó toda una institucionalidad construida desde el Estado para soportar las
exigencias que hacia el Estado a sus pobladores y que estos debían de cumplir bajo la forma
de deberes ciudadanos. Charles Tilly evidencia como entre los siglos XIII al XVIII, en la
medida que las autoridades y agentes del Estado requerían extraer recursos de la población
que sobre ellos recaía. Así, los gobernantes crearon las armadas, la policía y marinas, pero
también, las oficinas de impuestos, las aduanas y la tesorería, entre otras. Fueron estas
territorios nacionales, las que hicieron posible que se cumplieran las distintas obligaciones
Otro lugar central jugado por el Estado en la edificación de la ciudadanía moderna estuvo
dado por el hecho de que fue el que soportó el orden jurídico-legal en el que ella se plasmó.
Los derechos y deberes con que se configuró la ciudadanía moderna termino por plasmarse
en una serie de normas legales dadas por constituciones políticas y leyes. Con dicha
plasmación legal, se buscó dar lugar a una universalidad en el tiempo y en el espacio al orden
pactado entre quienes dieron lugar a los regímenes de derechos y deberes, porque con ello se
podía obligar a que las conductas de todos los integrantes de las sociedades nacionales
inscritas en los Estados Nación se adecuaran al mismo. Esto último se entiende mejor con la
formulación hecha por Hans Kelsen, que señala que el derecho es un sistema de coacción
mediante el cual se busca regular la conducta de los hombres (Kelsen, 2009). Los deberes y
autoridades. En caso de que ellos fueran contrariados, los agentes del Estado contaban con el
de los pobladores a los marcos y ordenes políticos de los por ese entonces nacientes Estados
Nación. Tales agentes movilizaron ideas, afectos e imágenes entre la población cuyo
propósito era llevar a sus integrantes a amar, defender, obedecer y ser leal a sus respectivos
ordenamientos políticos (Berzeni, 2001). Bajo tal propósito, se dieron a la tarea de construir
un pasado y destino colectivo común conducente a tener identidad y solidaridad frente a otros
nacionales (Anderson, 1991). Igualmente, que los llevara a asumir la obligación de proferir
Identidad ciudadana de tipo nacional que llegó a ser una idea que “apeló al corazón y al
alma” de las personas. Los Estados Nacionales en formación, y con ello sus órdenes políticos
la población (Habermas, 1999). Sin un sustrato cultural e identitario de tipo nacional los
órdenes políticos de los Estados Nacionales modernos no hubiesen contado con esa fuerza
integrativa que unió a grupos y personas hasta entonces adscritas a vínculos particularistas
de tipo familiar, territorial, estamental y/o gremial. La ciudadanía nacional bajo la forma de
grupales y locales a una nueva y más extensa unidad de integración de tipo nacional. El
protección o ayuda mutua entre grupos particulares por otra de escala más amplia a darse
entre ciudadanos identificados entre sí y responsables los unos de los otros. En muchos casos,
tal “solidaridad de los ciudadanos debía acreditarse como solidaridad de aquellos que
construcción de Estados Nación, fueron llevadas a cabo de forma diferencial según los
contextos históricos específicos de cada país (Brubacker, 1994) Mientras en unos países la
quienes compartieran una comunidad de origen atada a la sangre, la lengua, la religión y las
tradiciones, en otros países, se edificó sobre la base de la lealtad a ciertos propósitos y valores
y lingüística de forma tal que se trataba de una nación etnocultural (Brubacker, 1994). En el
entró a identificarse con sus postulados políticos, y con lo cual, se estuvo ante una nación
estatalmente creada.
Con la ciudadanía moderna se sentaron las bases para establecer de manera explícita o tácita
integrantes de las comunidades nacionales serían reconocidos con iguales derechos y deberes
solamente a condición que cumplieran dichos atributos. Por efecto de lo anterior, las
definía unas fronteras respecto a quienes sí y a quienes no podían llegar a hacer parte de la
comunidad de ciudadanos. Mientras para quienes cumplían los requisitos de dicha identidad
-los Nosotros-, a los Otros que nos los cumplían se les consideraba de jure o de facto no
en ser originarios del lugar, hombres, blancos, propietarios, ejercitar la lengua oficial, saber
leer y escribir, y hasta, mostrar su lealtad por los gobiernos o regímenes de turno.
En ese marco de la construcción de la estructuración de la ciudadanía como identidad política,
los Estados Modernos dieron lugar a distintos tipos de sujetos ciudadanos que posibilitaran
los órdenes políticos y sociales por ellos perseguidos. Entre los tipos de ciudadanos que
(Poggi,2003). Los primeros, los ciudadanos connacionales, los promovieron los Estados para
contar con unos sujetos cohesionados que experimentaran lealtad a sus instituciones, a sus
edificados para contar con unos sujetos que le reportaran recursos monetarios a los Estados
para mantenerse en el tiempo y desarrollar sus tareas. Los terceros, los ciudadanos soldados,
los instauraron los Estados para tener unos sujetos que mediante su reclutamiento y
externas e internas. Los cuartos y últimos, los ciudadanos constituyentes, más que ser
alentados por los Estados, tuvieron que ser aceptados por él; con dichos sujetos se entró a
diferentes tipos de operaciones políticas. Entre todas las utilizadas, interesa aquí destacar en
una de ellas, a saber, la educación. Fue así que gobernantes, líderes, consejeros y pensadores
sustitución de la educación ofertada por religiosos a una de tipo pública impartida por agentes
encargados por el Estado. Con esto buscó que ella dejara de estar en manos de religiosos o
de representantes de las monarquías del antiguo orden, para estar más bien, en manos de
civiles afines con los órdenes republicanos revolucionarios emergentes. Parece oportuno
traer aquí una pequeña cita de Mirabeau en el contexto de la revolución francesa, para ver
actividad diaria y cada vez mayor de la educación que estas transformaciones son
Tal tendencia temprana de los Estados Nación de utilizar la educación como operación
política para dar lugar a sujetos ciudadanos con subjetividades afines a sus órdenes políticos
actuación a sus estudiantes en calidad de futuros y/o nuevos ciudadanos (Benei, 2005). A
través de los contenidos y prácticas formativas de las instituciones educativas, se les enseña
a niños, púberes y adolescentes diferentes coordenadas políticas acorde a los cuales organizar
su pensar, sentir y actuar como ciudadanos respecto a su ordenamiento político. Entre dichas
coordenadas se encuentran las atinentes a organizar los propósitos políticos que individuos,
instituciones y sociedades deben alcanzar; a reconocer las jerarquías que deben de existir
entre determinados grupos o clases de la sociedad; a fijar los compromisos que deben
sostener con las instituciones y con la sociedad; a asumir las formas de reconocimiento y
conflicto y negociación, trajo consigo cambios históricos trascendentes para las sociedades
donde llego a instaurarse. Un primer cambio evidente, fue que se abolieron distintos
o gremial, (O’Donnell, 2000). Tales regímenes en el periodo antiguo o medieval eran fuente
países de Europa- Francia, Inglaterra, Países Bajos- a nivel legal un régimen universal y
homogéneo de derechos y deberes para todos los reconocidos como nacionales en el marco
de los Estados Nación. En la medida que se les concedía la ciudadanía, el efecto fue una
igualación jurídica entre ellos que los llevaba a contar con las mismas libertades, derechos y
deberes legales.
misma se derivaron importantes consecuencias para la vida de las personas. Con ella se
avanzó en derribar los soportes legales que apalancaban para aquel periodo histórico las
los poderes legales y coactivos del Estado dejaran de ser movilizados y usados para proteger
y reproducir tales relaciones, y de las cuales, ciertos estamentos o clases sociales - nobles,
Al derribar las imposiciones legales establecidas por los antiguos regímenes de derechos y
deberes contra ciertos grupos, sectores o estamentos, amplios sectores dejaron de ser
súbditos, siervos o esclavos para convertirse en ciudadanos con iguales derechos y deberes
de ser natural, legal y hasta legítimo que unos grupos dispusieran de manera violenta,
arbitraria y deshumanizada de otros. Se entró a derruir la idea según la cual unos grupos,
clases o sectores solo tenían derechos mientras a otros solo les correspondía cumplir deberes.
Se corroyó la ida mientras unos solo gozaban de privilegios, libertades e inmunidades a otros
solo les cabía sobrellevar pesadas obligaciones respaldadas por ley (Brubacker,1994).
abrió la posibilidad para que grupos excluidos dejaran de contar con restricciones legales y
a gobernar, para abrirla más bien, a la participación cada vez más amplia de distintos sectores
sectores llegaron a recibir bienes, ayudas, protecciones y servicios (educación, salud, seguro
derecho legal concedido a las autoridades del Estado Nación de coaccionar con violencia e
imposiciones a las poblaciones circunscritas bajo su jurisdicción. Con ella la estatalidad llegó
Igualmente, para imponer reglas que ordenaran y regularan sus comportamientos (v.g
constituciones, leyes y reglamentos). Así mismo, para sancionar con ejercicios de violencia
conjunto de la población inscrita en los territorios bajo jurisdicción de los Estados Nación.
usarla contra la sociedad, al tiempo que, se le dotó de potestades para instaurar y sancionar
ciudadanos.
De mencionar es que desde el siglo XVII hasta el siglo XX los deberes ligados a la ciudadanía
impusieron la potestad de los Estados de disponer de la vida de sus ciudadanos para llevarlos
a la guerra. La primera y la segunda guerra mundial evidencian bien hasta donde pueden
llegar los deberes propios ciudadanía moderna con el servicio militar, toda vez que, los
Estados Nación obligaron en la mayoría de hombres a enrolarse para dar las vidas por sus
naciones (Hobsbawn, 2009). Millones de ellos cayeron en las trincheras prestando una
militar es percibido como parte de las mínimas obligaciones que tienen los ciudadanos con
muchos grupos de la población estuvo ligada a la prestación de sus servicios para la guerra,
de manera tal, que recibían derecho a tierras o libertades a cambio de servir a sus autoridades
nacionalidad y los derechos ciudadanos ligados a ella, se alistan en los ejércitos nacionales
(Sasson-Levi, 2002).
protecciones a los ciudadanos, pero también, les exige y extrae otros de manera coactiva.
Con la ciudadanía moderna tal contradicción llegó o intento resolverse o tramitarse a través
de dominación de parte del Estado, a su vez supone, que ella se construye con un
consentimiento tácito de los ciudadanos. Para que esto pasara históricamente, tuvo que
acontecer que los procesos de dominación que supusieron la construcción de los Estados
Nación se articularan con los procesos de apertura e inclusión política que supusieron la
construcción de los regímenes democráticos. Al constituirse entre los siglos XIX y XX los
que los pobladores en calidad de ciudadanos podían influir en mayor o menor medida en la
dirección que tomaban y en las acciones públicas que desde los mismos se proyectaban hacia
los mismos.
Cómo fue que históricamente esa dominación del Estado quedo a través de la atada
históricamente a un poder democrático, se expresa en los análisis hechos por Charles Tilly
(2007). La tesis general es que los Estados para conseguir el consentimiento de la población
de creación y de nacionalización de los derechos ciudadanía legal Charles Tilly lo divisa para
Europa en tres fases históricas. Una primera, estuvo dada por la creación de los ejércitos
nacionales de masas que llevo a los Estados a que para reclutar a la población tuvieron que
negociar y hacerle concesiones a la población. Una segunda, estuvo dada por una burguesía
reconocimiento de los derechos civiles y políticos. Una tercera etapa, correspondió a una
entre la pequeña y gran burguesía, los cuales se asociaron para contrarrestar el poder de la
Saskia Sassen (2012) realiza una visión coincidente con la de Charles Tilly en relación a la
ampliación del gobierno hacia el grueso de la población, sin embargo, con un mayor énfasis
en una perspectiva de clase. Al centrar su análisis en el caso Ingles en los siglos XVIII y XIX,
muestra cómo la burguesía en contraprestación a sus aportes monetarios a la corona, pero
un sujeto de derechos que creo un sistema de protecciones privadas que la habilitaban para
realizar operaciones nacionales y globales. Fue tanta su influencia, que entre 1761 y 1780
durante la primera fase del recinto se aprobaron 4039 leyes, mientras hubo, otras 900 entre
1781 y 1800. Desde dicha institución, la burguesía aseguró la libertad del comercio y de la
las alianzas y revueltas de los trabajadores. Concluye Sassen, con el parlamento se llegó a la
Charles Tilly (2007) también detalla cómo aconteció la democratización de los Estados
modernos, ligados a la extensión del voto entre la población. El autor en cuestión centra su
análisis en la extensión del voto entre regiones del mundo entre 1850 y 1979, y acorde a ello,
identifica tres grandes periodos de democratización2. En el primero, entre 1850 a 1899, señala
Tilly que, si se quiere buscar oleadas de democratización ligadas a la extensión del voto, hay
que buscarlo en Europa Occidental y América Latina 3. En el segundo periodo, entre 1900 a
1949, señala que durante ese casi medio siglo siguen dominando en el mapa Europa y las
2
Para esto toma el índice y el estudio construido por Tatu Vanhanen
3
En ese marco, relaciona que se da extensión del mismo en países como Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia,
Italia, Países Bajos, Noruega, Portugal, España, Suecia, Suiza, Reino Unido Argentina, Bolivia, Chile, Republica
Dominicana, Ecuador, Uruguay.
Américas, aunque se ven destellos de extensión del voto a otros continentes tales como
Oceanía o países del norte de África 4. En el tercer periodo, entre 1950 a 1979, se presentan
menos casos expansión del voto, sin embargo, en dicho periodo se muestra un cambio
después de 1979 hasta la actualidad, donde evidencia una democratización del voto, primero,
en Europa del Este con el colapso del régimen socialista en 1989, segundo en América Latina
Las diferentes oleadas de extensión del voto entre el conjunto de la población identificadas
por Charles Tilly se constituyen en un indicador histórico que la dominación de los Estados
nacionales paulatinamente se fue abriendo a la incidencia política de sectores cada vez más
amplios de la población. Al abrir los Estados sus puertas para que sus cabezas gobernantes
fueran elegidos por voto popular, presentaron la posibilidad que los impulsos y las reglas por
los cuales se orientaba y regulaba dicha dominación del Estado quedaran en conexión con
democrático cuando en las relaciones entre el Estado y sus ciudadanos se soportaron en una
4
En dicho lapso, particularmente gracias a la ampliación del voto a las mujeres, hay extensión del mismo en países como
Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Países Bajos, Noruega, Austria, Portugal, Rumania,
Rusia, España, Suecia, Suiza, Reino Unido, Egipto, Australia, Japón, Nueva Zelanda, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá,
Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú, Estados Unidos,
Uruguay
5
Aparece la extensión del voto en países como India, Israel, Líbano, Corea del Sur, Tailandia, Turquía, Egipto, Marruecos,
Zambia, Portugal, España Colombia, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Paraguay,
Perú, Venezuela.
Al elegir la población a los gobernantes, o al quedar elegidos como tales representantes
provenientes de ella, se abrió la posibilidad que las directrices, reglas y mandatos que
esa concesión tenía un precio legitimatorio hacia la dominación ejercida por el Estado. De
forma expresa o tácita se establecía que su dominación era válida. En adelante, se asumía el
sobre la base, de que se tenía el derecho de participar en la conformación del gobierno. Con
de la sociedad en la medida que se participaba en la elección por voto popular de las cabezas
solo una dominación consentida por los ciudadanos hacia el Estado, sino también, de una
sostenida de unas clases en relación a otras. En ese sentido ella expresa un arreglo político
sociedad, sino también, de carácter horizontal dada entre distintos grupos, sectores o clases
que integran la sociedad. El decurso histórico de Europa muestra que a través de los derechos
civiles y políticos en el siglo XVIII y XIX la clase noble entrego poder a la burguesía, y luego
esta última, en el siglo XIX y XX a través de los derechos políticos y sociales entregaría
ella las clases capitalistas transfirieron recursos económicos y políticos a las clases
trabajadoras y pobres de las sociedades nacionales. Uno de los autores que mejor expresa
esta lógica de pacto entre clases o sectores sociales y transferencia de recursos, es T.H
Marshall, el cual llama la atención sobre una pregunta central relacionada con la ciudadanía
social. A su entender resulta fundamental entender el cómo fue posible que dos instituciones
pregunta, es que si la primera definía una igualdad entre los ciudadanos no por ello se
planteaba como un mecanismo para abolir a su contraria la desigualdad de clases. Con ella,
antes que buscar un ataque al sistema de clases del capitalismo, más bien, se buscaba hacerlo
menos vulnerable a posibles ataques por efecto de las más nocivas consecuencias que traía.
En ese sentido, la igualación propuesta y conseguida a través de ella no busca acabar con la
desigualdad entre las clases sociales, sino más bien, constituirse en una transacción entre
ellas para hacerlas recíprocamente aceptables. Como lo sugiere Marshall, en una metáfora
arquitectónica que propone en torno a la ciudadanía moderna, con ella no se trataba de acabar
o bajar los pisos superiores de un edificio, sino más bien se trataba de subir los pisos inferiores
más bajos hasta cierto nivel. En búsqueda de dicho logro, el Estado debía transferir rentas de
provisión ingresos o bienes a las últimas. Siguiendo la interpretación propuesta por Marshall,
puede pensarse que la ciudadanía también busca organizar que se haga posible una
dominación política legítima entre clases sociales. En términos políticos ella valida que existe
una desigualdad social entre clases sociales que es aceptada por las diferentes partes gracias
occidental
Queda claro que la ciudadanía como noción, institución y práctica tiene sus orígenes en el
hace parte América Latina desde la conquista y colonia que vivió por parte de Estados
abrupta por parte de las elites criollas en los siglos XIX y XX (Sábato, 2006). En el marco
de los procesos de independencia, ante el vacío de poder dejado por la salida de los territorios
coloniales por parte de las coronas imperiales, la ciudadanía fue importada como ideario y
diseño institucional para ser introducida en los países de la región. El propósito a conseguir
a través suyo, estaría dado por el objetivo de posibilitar el cambio de manos de una
o al menos prometer, una reconfiguración de las relaciones políticas entre los distintos
las elites criollas. En el grueso de países de América Latina en su calidad de nuevas repúblicas
luchar y competir pacíficamente por el poder político del Estado. Se instauraron cartas
Dadas las realidades históricas coloniales en las que se insertó el diseño institucional y el
ideario de la ciudadanía importada desde Europa, ella no tendría los mismos resultados ni las
mismas trayectorias que tuvo en su lugar de origen. La organización jerarquizada por castas
y/o razas imperantes en América Latina por efecto del orden colonial, al igual que, el
La primera que se vio en cuestión, fue la idea de conformar un cuerpo social hecho de
individuos libres e iguales que tuviesen los mismos deberes y derechos, ya que siguió
gobernantes fueran elegidos por una libre elección personal de cada uno de los individuos,
que la universalidad de iguales derechos declarada pudiera ser disfrutada por distintos grupos
autoridades terminaron por conminarlos a vivir una especie de apartheid social. Tuvieron
que enfrentar a un sustrato cultural e identitario colonial aún vigente que los separaba y
subordinaba espacial y socialmente respecto a otros grupos y clases sociales. Las herencias
del pasado, terminaron por generar en los países de la región una clasificación social
socioeconómica (Dagnino, 2006). Por ejemplo, se erigieron barreras sociales contra grupos
llevó a que quien tuviera las características de lo blanco se le clasificara y tratara como lo
“malo/inferior/incivilizado” (Gavia,2009).
Esas herencias del pasado colonial en América Latina no solo han traído culturas e
las trayectorias que tomó en Europa. En los países de la región latinoamericana los derechos
que los derechos ciudadanos promulgados en los textos inscritos en las constituciones
políticas y las leyes, fueran más bien asumidos como favores cuyo respeto o garantía
dependía más de la adscripción a determinadas élites, familias o partidos. Así mismo, que los
deberes también allí consignados fueran acogidos más bien como obligaciones
racial o territorial. Ese orden particularista con el que se vio minada la ciudadanía en la región
se vio favorecido por la debilidad institucional del grueso de los Estados de América Latina.
Dicha debilidad, de una parte, no les permitió establecer un orden institucional valido y
acogido en el conjunto del territorio nacional, y de otra, lograr un ejercicio del poder público
Las herencias del pasado en América Latina terminan por truncar o condicionar los ejercicios
y alcances de la ciudadanía moderna. Sin embargo, no son las únicas que establecen
definición de sus sentidos, contenidos, prácticas y alcances (Mariani, 2008). Así para los
distintas que evitó que su acción fuera aislada y fragmentada (Dagnino, 2007). En contraste,
para agentes del pensamiento neoliberal, la misma fue promovida y asumida básicamente
como la integración del individuo al mercado, al mismo tiempo, que como una noción
vaciada de derechos. Para representantes del denominado tercer sector, por su parte, la
situaciones de pobreza.
encuentran que aunque la noción de ciudadanía fue condenada al olvido y hasta estigmatizada
durante décadas por parte de la izquierda, ésta emerge en las últimas décadas, como uno de
mejorar las condiciones de vida de la población. Al pretender ser alcanzada, permitió a los
referente que incitó a luchar contra los agravios que traía consigo injusticias y desigualdades.
Las luchas articuladas a través de ella, en buena parte, se dirigieron contra el capitalismo a
Latina también se expresó en los reclamos y luchas por el respeto de la diferencia, la inclusión
y los derechos colectivos de las minorías. Es el caso de los indígenas. En el informe del 2013
del PNUD titulado Ciudadanía Intercultural. Aportes desde la participación política de los
soportada en una identidad homogénea de tipo nacional dar cabida a otras identidades
informe, que debe de replantearse la ciudadanía desde su énfasis occidental. Por ello, se
propone pasar de una ciudadanía individual a otra de tipo colectivo, con la cual pueda
hablarse de derechos culturales de grupos y comunidades enteras acorde a los cuales puedan
vivir su propia lengua, su estilo de vida y sus propios objetivos. Reconocer tales derechos, es
a su vez reconocer la historia de discriminación y opresión por la que han pasado, como
ciudadanía no solo se vive desde los grupos e identidades indígenas, sino también, desde
otros sectores que se han visto excluidos. Es el caso de las mujeres en América Latina se
mujeres lucharon por lograr una existencia social en el marco de un reclamo por la igualdad
inserción en la vida social, política, económica y cultural. En países como Argentina, Chile
y Uruguay sus luchas se proyectaron a un campo político hilvanado alrededor del castigo y
esclarecimiento a las violaciones a los derechos humanos y a los abusos traídos consigo por
los regímenes dictatoriales. En las últimas dos décadas, su lucha se ve tensionada por los
condición social de las mujeres y las resistencias contra las políticas de ajuste neoliberal.
• A manera de conclusiones
su vez, entre los propios grupos, sectores y clases. Ese carácter confrontacional y
obligan dichos compromisos. Tal relación involucra a los integrantes de una sociedad en un
vínculo con el Estado de protección y dominación. Aunque ellos pueden exigir la garantía de
deben de entregar al Estado otros recursos bajo la forma de impuestos, servicio militar y
contradictoria en sus fines, que la lleva a proteger, al turno que, dominar o someter a la
esta, si bien existe una relación y ejercicio de dominación de parte del Estado, a su vez
supone, que ella se construye con un consentimiento tácito de los ciudadanos. Para que esto
históricamente sucediera, tuvo que acontecer procesos de apertura e inclusión política que
supusieron que los Estados nación se transformaran en regímenes democráticos. Al
instituirse que los pobladores en calidad de ciudadanos podían influir en mayor o menor
medida en la dirección que aquellos tomaban y en las acciones públicas que desde los mismos
legales que traducen en hacer de unos compromisos entre partes un vínculo obligados para
por la intervención y accionar del Estado ya que de sus recursos, agentes, competencias y
deberes legales que propone. Un cuarto plano o dimensión desde el cual se edifica la
formas de pensar, de sentir y de actuar de los integrantes de una sociedad para generar entre
Muestra que, aunque dicha matriz de confrontación y transacción también hizo presencia en
América Latina, ese proceso aún no ha concluido, y aún más, es materia en la actualidad de
una álgida y amplia disputa política. Los procesos de reconocimiento y garantía de derechos
civiles, políticos y sociales que ya se pueden dar por instaurados para el conjunto de la
población en Europa, en América Latina, para muchos grupos sociales, hasta ahora están en
gestación. En América Latina la ciudadanía es una agenda que, aunque con avances, aún está
Las reflexiones aquí hechas desde un enfoque histórico pueden contribuir a desmontar un
lugar común en la actualidad acerca de la ciudadanía, y que sin duda, tiene tintes ideológicos.
Este refiere a una versión “romántica”, “rosa” o “idealista” donde a ella se le divisa como
algo positivo y deseable de por sí, particularmente, al asociarla como aquello que se erige
ciudadanos -y/o entre estos y el Estado-, o así mismo, como el conjunto de derechos que tiene
la población. El punto no visibilizado en ese lugar común, es que, así como ella tiene su
origen en la negociación, también lo tiene, en la confrontación; que así como trae libertades
y oportunidades para quienes quedan inscritos en ella, también trae consigo obligaciones,
cargas e imposiciones. Así, la reflexión histórica invita a divisar a la ciudadanía desde una
aproximación que la saca de un mundo ideal de buenos deseos y anhelos, para estudiarla y
pensarla más bien, como una relación e institución que en la realidad está hecha de poder.
Desde tal perspectiva invita a asumir a la ciudadanía moderna como relación e institución
que se construye a través de luchas y negociaciones por el poder, y también, que afecta y
organiza las distribuciones del mismo a nivel de una comunidad política. En ese sentido, que
la ciudadanía moderna debe ser leída en su papel de configurar y ordenar las líneas de poder
clases que integran la sociedad. En un sentido vertical, porque organiza y distribuye el poder
que existe entre el Estado y los diversos integrantes, grupos o clases que integran la sociedad.
Yen un sentido circular, porque cortocircuita los sentidos vertical y horizontal al conectar al
mismo tiempo las relaciones de poder entre instituciones de gobierno y gobernados y entre
los propios integrantes de una sociedad -y sus grupos y clases sociales- en su condición de
ciudadanos.
Se termina con lo siguiente. Con las reflexiones que integraron tácita o explícitamente este
escrito se quiso hacer pedagogía política y democrática. Dos mensajes en particular quisieron
posicionarse:
1º. Aunque discursos de distinto tipo en la actualidad invitan a evitar o hasta rechazar
el conflicto y las confrontaciones entre los distintos grupos o clases sociales -y entre
2º. Aunque los conflictos presentes en una sociedad llegan a agudizarse y polarizarse
para lograr una coexistencia o convivencia pacífica entre grupos, clases o sectores
sociales con intereses diversos. Es la ciudadanía, la forma y el camino por excelencia
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