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Ephemerides Carmeliticae 19 (1968/1) 45-71

SA N JU A N D E LA CRUZ

i.
EL MENSAJE

E n agosto de 1926, san Juan de la Cruz era declarado D octor de


la Iglesia. Q uedaba lejos el pequeño círculo de alm as selectas que
recibió en u n p rim er m om ento su m ensaje. La nueva cáted ra venía
a confirm ar un m agisterio ejercido de hecho d u ran te siglos. Pero
m ás que el reconocim iento de m éritos conseguidos, era la inaugura­
ción de u n a época nueva en el interés p o r su d octrina y su persona.
A p a rtir de esa fecha, se m ultiplican las adhesiones y ganan en
profundidad. E n la tray ecto ria distinguim os dos periodos de veinte
años aproxim adam ente cada uno. El p rim ero se extiende h asta 1946,
que se cierra con la publicación de estudios a raíz del C entenario
de su nacim iento (1942). D urante ese tiem po, el entusiasm o no es
m enor, pero se m antiene en el recinto de las alm as piadosas y los
estudios de espiritualidad. Más que D octor de la Iglesia, se le con­
sid era D octor de la m ística. S ufre su actualidad las estrecheces en
que p o r esos años se debate la ciencia espiritual: contem plación ad­
quirida, llam am iento universal a la m ística, m odos y sobrem odos
de los dones, etc.
No m e ocupo de este periodo ya estudiado y que, p o r o tra parte,
no da la talla de san Juan de la Cruz que hoy podem os contem plar.
La investigación p o sterio r h a m odificado y enriquecido m ucho las
apreciaciones. Me referiré preferen tem en te a la investigación pos­
terio r a 1946.
Siendo el D octor m ístico u n a figura conocida, m e dispenso de
o frecer detalles y ser com pleto. Creo m ás ú til p re sen tar u n a visión
sin tética del sistem a y del m ensaje, señalando los trab a jo s de im por­
tan cia ju n to con los problem as suscitados, pendientes o ya re s u e lto s .1

1. P r e s e n c ia

Con perspicaz intuición del fu tu ro , se oye en 1943 u n a voz: « Es


digno de n o ta observar que críticos y panegiristas h an asociado p o r

i E n los próxim os m eses sald rá a luz u n a sín tesis detallad a y am plia sobre
lo que pienso sea el m ensaje actu al de san Ju a n de la Cruz. Allí p o d ra el lecto r
co m p letar las nociones que al p re se n te apenas sugiero. __
P ara bibliografía m ás com pleta del m ovim iento sa n ju a m sta en los últim os
años, cf. el estudio del P. Eulogio en este m ism o b o letín .
46 FEDERICO R U ÍZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

tu rn o a san Ju an de la Cruz, de m odo m ás o m enos exclusivo, con


cada uno de los elem entos principales de su enseñanza... D octor de
la nada, D octor del todo, D octor de la noche oscura, D octor de la
unión divina, D octor del am or divino. Y todo esto lo es san Ju an de
la Cruz y m ás. No hay título que m ejor le cuadre, que el que le fue
conferido p o r Pió XI, en 1926, en el segundo centenario de su cano­
nización: D octor de la Iglesia U niversal» 2.
¿ Qué podía significar D octor de la Iglesia, y no sim plem ente de
la m ística; y de la Iglesia Universal, en sentido fu erte ? Los hechos
m ás recientes nos quitan el tra b a jo de buscar una respuesta. Om ito
docum entos y discursos pontificios, p o r ser m ás conocidos. Me li­
m ito a recoger algunos testim onios p articularm ente significativos y
de rigurosa actualidad.
El Dr. A. M. Ram sey, Jefe de la Iglesia anglicana, tiene en 1962
un discurso a la U niversidad de Atenas: « Aunque la Iglesia anglicana
no puede a d m itir la p retensión de la Iglesia rom ana que se considera
com o la única Iglesia católica universal, en o tro orden de cosas, no-
sostros hem os edificado sobre la enseñanza espiritual y vida ejem plar
de buen núm ero de cátolicos rom anos: santa Teresa, san Ju an de la
Cruz y tantos otros m isioneros » .3
El P rim ado de la Iglesia ortodoxa, Atenágoras, confesaba recien­
tem ente en audiencia concedida a algunos obispos españoles que le
visitaron con m otivo de una peregrinación a T ierra Santa: « Sus
obras [de santa T eresa y de san Ju an de la Cruz] son m i lectu ra
esp iritu al m ás frecuente. Las leo en el texto original, sin necesidad
de diccionario » .4
El p ro testan tism o luterano no posee una au to rid ad institucio­
nal que equivalga a lo que rep resen tan las dos an terio res p a ra sus
respectivas Iglesias. De ese lado tam bién llega una voz m enos ofi-
cial, pero m uy significativa p o r el esfuerzo que supone p a ra c o n tra r­
re s ta r los prejuicios inveterados de su am biente co n tra la m ístic a .5

2 E. A l l is o n P e e r s , San Juan de la Cruz esp íritu de llama. M adrid 1950 p 108


La p rim era edición inglesa de este lib ro es de 1943; en 1961 h a salido la novena
3 Cf. R evista de E spiritualidad 26 (1967) p. 335. La au to rid ad religiosa del
Dr. R am sey e stá bien resp a ld a d a en el cam po cu ltu ra l p o r dos benem éritos
investigadores anglicanos del p ensam iento san ju an ista: el ya citado Allison
Peers, y m ás recien tem en te T ruem an D icken, con su libro E l crisol del amor.
La m ística de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz. H erd er, B arce­
lona 1963, 603 p. (La edición original inglesa es d e 1963).
4 La audiencia tuvo lu g ar el d ía 3 de setiem b re de 1967. Cf. Ecclesia n. 1375
(27-1-68) p. 19. E l m es siguiente, en ocasión de su v isita a Pablo VI, Atenágo­
ra s re p e tía la m ism a idea d u ran te u n recibim iento en el V aticano.
3 E r n s t S c h e r in g , M y s tik u n d Tat. Therese von Jesu, Johannes vo m K reuz
und die S elb stb eh a u p tu n g der M ystik. M ünchen 1959, 356 p.
SAN JUAN DE LA CRUZ 47

E n la Congregación general del día 2 de octubre de 1964, en el


Concilio V aticano II interviene m ons. Paulo Zoungrana (entonces
arzobispo, hoy cardenal), en nom bre de unos 80 obispos africanos,
pidiendo que Jesucristo sea propuesto con m ayor insistencia como
R evelador y Revelado, en la fe. A este propósito cita el capítulo 22
que san Ju an de la Cruz dedica al tem a, en el libro segundo de la
Subida del m onte Carmelo. Al día siguiente el P atriarca o riental Má­
ximos IV volvía sobre el m ism o tem a, y apelando a la m ism a auto­
rid ad del D octor m ístico .6
El C ardenal Koenig, en calidad de P residente del S ecretariado
Pontificio p a ra los No-creyentes, tiene u n reconocim iento solem ne
p a ra los valores universales, religiosos y hum anos, del Santo: « El
su rg ir de u n a iniciativa com o la vu estra en el corazón de u n país de
tan im p o rtan tes reservas cristianas com o es el vuestro [E sp añ a],
au m en ta a nu estros ojos la im portancia de vuestro proyecto.
P rim eram ente porque en el diálogo m últiple de las ideologías y
de los hum anism os E spaña está, sin duda, llam ada a decir su pa­
labra venida de una tradición rica e ilu stre p o r la experiencia de
Dios. No son pocos los hom bres contem poráneos que ven en la obra
de v u estro gran m ístico Juan de la Cruz u n a concepción de la fe ca­
paz de ilum inar la m ás honda experiencia del hom bre contem porá­
neo. El es el hom bre de fe p u ra que se sabe distinguir de todas sus
apoyaturas sensibles, el p ro feta m oderno de la noche oscura, de la
sobria, íntim a, personal convicción de Dios que desborda todos nues­
tro s condicionam ientos psicológicos. ¿ No teneis quizá en él la m ejor
invitación p ara la educación de la fe de vuestro pueblo hacia la adul­
tez y personalidad exigidas p o r la situación de la fe en el m undo
contem poráneo ? » .7
A co ro n ar testim onios tan autorizados aducim os un plebiscito
popular. La revista Vie spirituelle hizo u n a encuesta entre sus suscri-
tores sobre lecturas preferidas de tem a espiritual. Las preferencias
se escalonan en la siguiente proporción: san Juan de la Cruz (33),
san ta T eresita (29), R. Voillaum e (24), Thom as M erton (23), santa
Teresa (21); tras ellos otros autores de actualidad. 8
Los dos últim os decenios de la actualidad san ju an ista se caracte­
rizan p o r la en trad a solem ne del S anto en el gran m undo de la Igle­
sia universal y de la cultura. H a salido del am biente confinado de
la devoción. Es inevitable que con esta nueva dim ensión aum enten
los riesgos de interpretaciones parciales o deform adas, corolario n o r­
m al de la notoriedad.

6 Cf. Discorsi di M assim o IV al Concilio. B ologna 1968, p. 69.


7 Publica algunos fragm entos de la C arta el periódico YA, en fecha 30-1-68.
8 Cf. La vie spirituelle 90 (1954, 1) p. 693.
48 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Carece de sentido, en tales circunstancias, h ab lar de decaim iento


en su actualidad, frente a la irruencia absorbente de T eilhard de
C hardin. La esp iritu alid ad de T eilhard llena solam ente u n a p arte,
no la m ás profunda, de las exigencias del esp íritu cristiano. De
hecho, los años de m ayores entusiasm os teilhardianos son los m ism os
en que san Ju an de la Cruz h a visto crecer desm esuradam ente la
p ro p ia aceptación religiosa y cultural. Los m ás serenos conocedores
de T eilhard y del m undo m oderno no plantean sus relaciones con
san Ju an de la Cruz en térm inos de d ilem a.9
La estim a se justifica con m otivos firm es, evitando qu ed ar a
m erced de la m oda o del entusiasm o p o r contagio. Tres cualidades
le hacen p artic u la rm en te acepto com o figura: a) el descubrim iento
de u n a personalidad hum ana atrayente, sensitiva, de a rtista , de pen­
sam iento hondo; h an contribuido a d estacar esa faceta la biografía
del P. Crisógono y el análisis critico-literario de sus escritos; b) m e­
d u larm ente divina: busca a Dios, sin disfraz ni envoltorio m ental
que pueda deform ar la realidad del m isterio; c) sinceram ente h u ­
m ano, con exigencias duras, pero claras y p o r un ideal evangélico
que vale la pena.

2. D o c t o r y g u ía

Los escritos de san Ju an de la Cruz han ganado en variedad y


núm ero de lectores. P aralelam ente se desarrolla o tra innovación
grave en el alcance de su m agisterio: profundidad. Los estudios del
ú ltim o periodo obligan a revisar posiciones com únm ente adm itidas
en el periodo precedente.
De prim ordial im portancia considero el problem a de si la doc­
trin a del Santo tiene alcance ontològico, afirm aciones sobre la re a­
lidad de las cosas divinas y hum anas, o se lim ita a norm as de con­
ducta, avisos prudenciales. Es lo que se denom ina « género lite rario »
de sus escritos: ¿ D octor en sentido estricto, o d irecto r esp iritu al ?
A tendiendo a la dedicatoria explícita que él hace en los prólo­
gos y al hecho de que sus libros se leían con preferencia en am bien­
tes piadosos y conventuales, la tradición se había form ado esta idea:
san Ju an de la Cruz es u n grande m aestro de oración, guía en los
cam inos de la unión con Dios. Todo eso, pero nada m ás.
J. M aritain se encargó de d ar form a y justificación científica a
esta creencia de la tradición. E n 1931 introduce el títu lo « P raticien

9 T eilhard p erso n alm e n te no h a logrado en ten d e r a san Ju a n de la Cruz, a


p esar de los esfuerzos de M. B londel p o r in tro d u cirle a la lectu ra. E ra o tra
m ente. Cf. G regorio de J e s ú s , San Juan de la Cruz y T eilhard de Chardin, en
E phem erides C arm eliticae 18 (1967) 362-367.
SAN JUAN DF LA CRUZ 49

de la contem plation », como valoración to tal y adecuada del docto­


rado de san Ju an de la C ru z.10
C om para la teología de santo Tom ás y la m ística de san Ju an de
la Cruz, en base a u n a detallada clasificación de planos y ciencias su­
bordinadas. En conclusión viene a decir que encontram os lo divino
en trip le estadio de acercam iento a nosotros. El m ás alto sab e r es
del m ístico, pero tiene carácter estricta m e n te personal y no puede
com unicar n ad a de esa evidencia que él tiene sobre la realidad di­
vina. In ferio r a ese conocim iento tiene el teólogo u n a visión ontolò­
gica de las m ism as realidades, pero con la v en taja de que puede ex­
p re sarla y com unicarla. En terc er lugar, viene de nuevo el m ístico,
pero ya no p a ra decir algo de la n atu raleza de las cosas divinas, sino
con el sencillo propósito de señalar el cam ino que conduce h asta
ellas.
Con sem ejante explicación, se salva la persona del D octor m ís­
tico, pero sus obras y m ensaje se em pobrecen pavorosam ente. Nos
señala el cam ino, si querem os llegar a re p etir p o r n u e stra cuenta
la experiencia personal que él m ism o tuvo. P or el contrario, cuando
se tra te de conocer la naturaleza de las cosas: gracia, perfección
cristiana, contem plación, ser de Dios, inhabitación y dem ás verdades
trascendentales, ser del hom bre y del m undo, etc. debem os re c u rrir
al teólogo, porque san Ju an de la Cruz no habla de esas cosas. Es
director espiritual, y sus afirm aciones tienen alcance pedagógico, no
ontològico.
M aritain perseguía con sus esquem as m uy nobles fines. Se tra ­
tab a p o r aquellas fechas de e n c o n trar a la teología esp iritu al u n
cam po específico y un patrono, que justificaran su existencia como
ciencia autónom a. Pero llevaba tam bién la preocupación de elim inar
co n trastes a la autoridad suprem a y única de santo Tomás, del que
parece d isco rd ar san Juan de la Cruz en algunos puntos doctrinales.
La teo ría de M aritain sirvió a m anera de v arita m ágica p a ra con­
ju r a r todo peligro. Así la aplica él m ism o en la segunda p a rte del
artícu lo citado. Fue am pliam ente explotada en la época de las cá­
lidas discusiones de escuela. A base de ella se privaba a san Ju an de
la Cruz de toda au to rid ad en cuestiones serias de teología espiritual,
con el gentil pretexto de que el Santo no se cuidaba de tales cosas.
P ara fo rja r u na ciencia espiritual, hay que re c u rrir a Juan de santo
Tom ás, José del E sp íritu Santo y otros p o r el e s tilo .11

i° J . M a r it a in , S a in t Jean de la Croix praticien de la contem plation, e n E tu ­


des C arm elitaines 16 (1931) 61-109. R e e d i t a d o e l a ñ o s i g u i e n t e com o c a p í t u l o o c ­
t a v o d e s u l i b r o D istinguer p o u r unir. Les degrés du savoir.
' i' Así p o r ejem plo, T. U rdanoz: es « en re a lid a d m uy poco lo que nos h a
dicho [san Ju an de la Cruz] sobre los grandes p ro b lem as de la esencia de la

4
50 FEDERICO R Ü IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

El sonsonete de « d irecto r espiritual » o « p raticien de la con-


tem platión » tiene eco en obras m ás recientes, que p o r o tra p a rte
contribuyen a p ro b a r lo contrario, haciendo ver los valores teológi­
cos y antropológicos de la o b ra sa n ju a n is ta .12
No veo los m otivos de la división n eta que in troduce M aritain.
E l evangelio y san Pablo son obras em inentem ente pastorales, sin
que p o r ello p ierd an alcance o profundidad, ni contenido dogm ático.
La finalidad direccional regula en p arte la form a de expresión, no
el contenido. El títu lo m e parece inadecuado en sus dos térm inos:
« p raticien », porque q u ita profundidad; « contem plation », que res­
tringe indebidam ente el cam po de su d octrina a tem as de oración,
m undo p u ram en te interior.
U ltim am ente se h a vuelto a p lan tear el problem a del género li­
terario en térm inos crudos y precisos. H a dado la ocasión el libro de
G. M orel , Le sens de l'existence selon saint Jean de la C ro ix.13 Como
posición fundam ental, hace valer el pensam iento del Santo a nivel
ontològico, incluso en el cam po de la filosofía existencial y de la
antropología. Así se explica que le consideren m aestro personas que
no condividen su fe. R ehúsa a d m itir la distinción de « puntos de
vista » acentuada p o r M aritain.
La p o stu ra de M orel resu ltab a caprichosa e infundada, si el
D octor m ístico es solam ente un guía hacia la contem plación. Los
filósofos, algunos ateos, en quienes piensa Morel no se acercan al
Santo con propósitos ascéticos. Morel le hace h ab lar sobre Dios, el
m undo, el hom bre, con la m ism a com petencia que un profesionista
de la ciencia hum ana.
No se hizo e sp e rar la reacción. Poco después aparecen dos a r­
tículos de H enri B ouillard, acusando a M orel de h ab e r deform ado la
d o ctrin a sanjuanista, colocándola en un m arco totalm ente inade­
cuado. P or su p arte, B ouillard vuelve a confinarlo en el viejo cuadro
del « praticien de la contem plation », o su equivalente de sabiduría
m ística. 14

contem plación in fu sa y la perfección cristia n a » ; con sus frases se p o d ría n soste­


n er posiciones co n trad icto rias... cf. R evista esp. de teología 2 (1942) p. 613; en
igual sentido, B. Jim énez D uque, Ib ., 1 (1941) p. 693 ss. F u ero n años de apasio­
nam iento.
12 P o r c ita r algunos: F. U rbina, H. Sansón, Lucien M arie, F. G arcía-Llam era,
M. L abourd ette, etc.
13 Dividido en tre s volúm enes: I, P roblém atique. II, Logique. II I, Symboli
que. P aris 1960-1961; 255, 349, 193 p. respectivam ente.
14 H. B o u ill a r d , La « sagesse m y stiq u e » selon saint Jean de la Croix, en
R ech. de Scien Relig. 50 (1962) 481-529; I d ., M ystique, M étaphysique et Roi chré­
tienne, Ib. 51 (1963 ) 30-82.
SAN JUAN DE LA CRUZ 51

R espondiendo a Bouillard, defiende J. M. Le Blond la línea exe-


gética em prendida p o r M o rel.15 Me parece que h asta el presente es
el a u to r que m ejor ha planteado y resuelto el problem a del género
literario de la obra sanjuanista. Pone de relieve el hecho de que
n um erosos com entadores profanos se han acercado a san Ju an de
la Cruz con resultados m uy notables. Luego hay algo m ás que piedad
en sus escritos. Sucede incluso con frecuencia que tales estudios
con criterio profano nos ab ren m ás lum inosa perspectiva que los
com entarios tradicionales. D escubren u n a dim ensión que la tra d i­
ción h abía descuidado en los escritos del Santo.
Analiza en detalle el problem a de los d estinatarios, p a ra con­
cluir que san Juan de la Cruz es ante todo, p o r su expresa intención
y de hecho, un testigo de lo divino y un téologo, y consiguientem ente
un guía.

« Méconnaître ce point conduirait à m anquer le caractère proprement


mystique de l’oeuvre tout entière, à la commenter plutôt en mora­
liste, en psychologue, en logicien, qu’en théologien de la mystique et
en historien exact de saint Jean de la Croix.
Cette considération de la forme que revêt le discours de saint Jean
de la Croix pourra, malgré tout, sembler assez extérieure. Nous cro­
yons cette forme très significative. Mais en ce qui concerne le contenu
des commentaires eux-mêmes, les Traités bien connus [Subida, Noche,
Cántico, Llama'] est im portant de rem arquer que l’état mystique —
qui fonde la sagesse mystique — y est exprimé par saint Jean de la
Croix en termes d'être, dans l’intention de manifester une réalité et
non premièrement de conseiller une attitude à prendre. C’est préci­
sément en cela, dans le dévoilement de la réalité, et non dans la di­
spensation d’avis prudentiels, que son oeuvre se révèle comme une
Théologie ».16

3. S í n t e s i s d o c t r in a l e s

La m ejo r prueba de sus valores en el ám bito de la ciencia teo­


lógica y hum ana la constituyen los num erosos estudios que en estos
últim os años han aparecido. Cito solam ente los de carácter general,
pues las m onografías serán indicadas al tra ta r en los p árrafo s si­
guientes el tem a a que correspondan.

15 M ystique et théologie chez saint Jean de la Croix, en R ech Scien R eí 51


(1963) 196-239.
16 Cf. Le Blond, l. c., p. 200. De h a b e r sido ten id as en cu en ta a su tiem po
estas conclusiones, la Teología e sp iritu al h u b ie ra ah o rrad o d u ran te los pasados
decenios m uchas discusiones. Excluido san Ju a n de la Cruz, h an cogido el m an­
do de la teología e sp iritu al teólogos de te rc e ra o c u a rta categoría.
52 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEI CARMEN

a) de carácter bíblico

J. V il n e t , B ible et M ystique chez saìnt Jean de la Croix. B ruges 1949,


256 p.

Es el m ejor estudio de conjunto sobre el tema de la Sagrada Escri­


tu ra en los escritos de san Juan de la Cruz. Lo ambienta en las cor­
rientes bíblicas de su siglo, dentro y fuera del Carmelo. Tras el aná­
lisis de datos más externos, como número de citas y diversas ma­
neras de citar, pasa al estudio doctrinal. San Juan de la Cruz utiliza
la Biblia como fuente de experiencia personal, de doctrina, de recur­
sos para expresar lo inefable. Las ideas fundamentales en torno a
Dios, Cristo, unión, noche, las toma del Libro sagrado, junto con los
símbolos que las encarnan.
El libro de Vilnet ha perdido crédito en algunos ambientes por cul­
pa de un Apéndice, en que intenta demostrar, a base de las citas bí­
blicas, que el Cantico B no es de san Juan de la Cruz (p. 197-239). En
este punto, sus conclusiones han sido desvirtuadas enteram ente por
la investigación posterior (cf. esta misma revista 5, 19514, p. 249475).
Esa discusión es marginal a la obra, que en lo demás conserva plena
actualidad.

« K oinonía m età Theou ». W esensm erkm ale christ­


S u i t b e r t u s S ie d l ,
licher V o llkom m enheit im ersten Johannesbrief und bei Johan­
nes vom K reuz. Graz 1956, 215 p.

I d ., Die V ollkom m enheitslehre des ersten Johannesbrief, en Biblica


39 (1958) 319-333, 449-470.

I d ., Die V ollkom m enheitslehre im ersten Johannesbrief und bei Jo­


hannes vom K reuz (Zusam m enfassung), en E phem Carm 9 (1958)
32-48.
Influjo de san Juan Evangelista en san Juan de la Cruz: citas expli-
citas, resonancias, ideas. Las nociones en que mayormente se deja
sentir la influencia son: la noción de vida, vida eterna, vida de Dios,
tener la vida; la antítesis luz-tinieblas con el ideario correspondiente;
fe y caridad como base de la unión o comunión con Dios; también la
noción de semejanza con Dios, Cristo, los atributos divinos.

M ig u e l A n g e l D í e z , La « Sabiduría de los perfectos ». E studio teo­


lógico sobre el influjo paulino en los escritos de san Ju an de la
Cruz. Rom a 1966, 525 p. (Inédito).
Se comprende toda la gravedad del tema: paulinismo de san Juan
de la Cruz. El padre Díez analiza las relaciones a nivel exegético,
teológico, espiritual, con doble preocupación de fondo; determ inar lo
SAN JUAN DE LA CRUZ 53

que san Pablo aporta al sistema sanjuanista, y ver lo que san Juan
de la Cruz puede aportar a la exégesis paulina. Un trabajo de grandes
alientos.
Los puntos de contacto entre ambos se han reducido a grandes temas:
esquema de historia de la salvación, las antítesis como la de hombre
viejo-hombre nuevo y otras no menos importantes, la función central
de las virtudes teologales, la unión con Cristo en el Espíritu Santo,
la aspiración a gloria como componente esencial de toda la vida cri­
stiana.

b) de carácter teológico-espiritual

H a sido m uy escaso y pobre en síntesis el periodo que re la ta­


mos. La teología y la espiritualidad han encontrado m ás atrayentes
los problem as monográficos. Tam poco existen nuevas ediciones de
alguna síntesis precedente. Los estudios del P. Crisógono siguen u ti­
lizándose en la p rim era edición de 1929.

San Juan de la Cruz y el m isterio de la


E f r é n de la M adre de D io s ,
S antísim a Trinidad en la vida espiritual. Zaragoza 1947, 526 p.

Pertenece al periodo anterior, ya que está escrito en 1944.


Recoge temas y datos abundantes y variados: historia de los escritos
sanjuanistas, biografía sum aria del Santo, análisis de cada obra por
separado, síntesis doctrinal y paralelismo con santa Teresa.
Por la amplitud excesiva, los temas doctrinales reciben un tratam ien­
to poco profundo. El autor no ha querido entrar en la problemática
espiritual agitada por esos años. No habían llegado aún las nuevas
perspectivas del periodo renovador. La trabazón de las diversas par­
tes resulta imperceptible.

L aureano Z a b a l z a , E l Desposorio espiritual según san Juan de la


Cruz. Burgos 1964, 144 p.
El tema central es de carácter monográfico: encuadrar el desposorio
espiritual en el proceso de vida interior, y armonizar las divergencias
que a este respecto motiva el diferente orden de estrofas en los dos
Cánticos.
Intenta al mismo tiempo una periodización general del proceso espi­
ritual según el Doctor místico, que es lo m ejor que hasta le momento
poseemos (p. 113-140).

F. Introducción doctrinal a san Juan de la Cruz,


G a r c ía -L l a m e r a , en
Teología espiritual 9 (1965) 53-96, 293-344.
Es un resumen breve y ordenado del proceso espiritual, tal como lo
expone san Juan de la Cruz. Antepone algunas páginas sobre la for-
54 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

maclón científica del Santo y sus fuentes, el carácter y el alcance de


sus escritos.
Divide la exposición doctrinal en tres temas o etapas, con su pro­
blemática correspondiente: noche activa, noche pasiva, unión.
Ordenado, pero poco sugestivo. Por su problemática y su informa­
ción, pertenece más bien al periodo anterior del sanjuanismo (1926-46).
En una bibliografía que añade la separata no se citan: Vilnet, Siedl,
Dicken, Capánaga, Sansón, Urbina, Morel, Bouillard, Le Blond, Mosis.
Es decir, ninguno de los autores de síntesis que aquí cito como repre­
sentativos. Y tampoco utiliza sus ideas.

E. W. T r u e m a n D i c k e n , E l crisol del amor. La m ística de santa Te­


resa de Jesús y de san Ju an de la Cruz. H erder, B arcelona 1967,
603 p. (La edición original inglesa es de 1963).
El autor es anglicano. Conoce las inquietudes espirituales de la con­
ciencia moderna y domina los escritos de los dos santos carmelitas.
Su mejor cualidad es la fuerza sintética en esquemas y exposición,
y el esmero con que acerca a la mentalidad moderna nociones difí­
ciles, como es la de unión.
Se fija particularm ente en dos momentos críticos del proceso espi­
ritual: el paso de meditación a contemplación, y el de purificación
a unión.
Entremezcla la doctrina de san Juan de la Cruz y de santa Teresa
en única línea expositiva, lo que da lugar en ocasiones a paralelismos
poco fundados.

c) de carácter antropológico-espiritual

Sin duda es éste el sector cultivado con m ayor em peño y m ejo­


res resu ltados a lo largo de los últim os decenios. Invitaba a ello el
descubrim iento de san Ju an de la Cruz en sus valores hum anos, an­
tes descuidados. C ontribuyen m ucho los gustos del lector m oderno
a que la investigación se interese p o r los aspectos de su d octrina que
valorizan la p ersona hum ana.

V. C apánaga,San Juan de la Cruz. V alor psicológico de su doctrina.


M adrid 1950, 429 p. (E scrito y prem iado en ocasión del cente­
n ario de 1942, aunque publicado m ás tarde).
Analiza los valores psicológicos de la obra sanjuanista, en referencia
constante a la m oderna psicología y al pensamiento de san Agustín.
Encuentra en ella la m ejor respuesta que el pensamiento cristiano
moderno ofrece a ciertos problemas planteados por la experiencia
humana.
SAN JUAN DE LA CRUZ 55

La línea de exposición se acomoda al proceso de la vida espiritual,


estudiando la estructura del alma y sus potencias, al mismo tiempo
que sus respectivas operaciones. La m ística parece hecha a la medida
para resolver los problemas que la angustia y el desorden hacen pe­
sar sobre nuestro mundo irreligioso.
En concreto: dualismo y unidad de la naturaleza humana, mortifica­
ción y sublimación, importancia y límites del sentimiento, fondo del
alma, etc. Dedica la últim a parte a los fenómenos místicos.
Es lo mejor que existe sobre el tema. Pero resulta difuso y no se
adentra en la peculiaridad sanjuanista.

H. L ’esprit hum ain selon saint Jean de la Croix. P aris 1953,


S a n só n ,
368 p. (Versión española de C. Cimadevilla: El espíritu hum ano
según san Juan de la Cruz. M adrid 1962, 593 p. - Traducción m uy
m al hecha).
Más sugestivo y penetrante que el anterior. Es un libro que hace en­
tra r en el pensamiento de san Juan de la Cruz. Algunos reparos deben
hacerse: sus dudas en torno a la autenticidad de textos sanjuanistas
no tienen fundamento serio, acentúa demasiado el carácter contempla­
tivo de la mística sanjuanista, cierta obsesión por los vocablos « des­
nudez y pobreza de espíritu ».
El análisis que hace en la prim era parte sobre la esructura del alma,
el lugar de la experiencia y el de la Biblia en el sistema me parecen
admirables en conjunto.
Inserta el estudio del proceso en el análisis de las grandes obras. De
Subida-Noche toma las virtudes teologales, las potencias espiri­
tuales; de Cántico el espíritu de amor, desposorio y matrimonio espi­
ritual; de Llama la actividad del Espíritu Santo y presencia trinitaria.

F. U r b in a , La persona hum ana en san Juan de la Cruz. M adrid 1956,


366 p.
De carácter preferentemente filosófico. Analiza las dimensiones de
la persona humana en los momentos críticos del proceso místico,
donde m ejor pone de relieve sus posibilidades: contemplación, vacío,
mística, plenitud de Dios.
Atinado en las nociones y esquemas. Cita a san Juan de la Cruz pro­
fusamente, con exceso, pues hace perder el hilo de la redacción.
Hubiéramos preferido una breve aclaración del autor, en lugar de la
cita larga.

G . M o r e l,Le sens de l’existence selon saint Jean de la Croix. 3 vol.


P aris 1960-1961.
Amplio estudio de vida, obras, sistema de san Juan de la Cruz. Ex­
tremadamente rico en perspectivas y sugerencias de novedad. Entre
56 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

los estudios recientes es el de mayor envergadura. La crítica se ha


m ostrado en general desfavorable. No se puede sin embargo negar
mérito a sus aportaciones. El volumen primero es el más legible y
cercano a la línea tradicional.
Los reparos se dirigen a la postura de base adoptata por el autor en
toda la obra. Como anteriorm ente Baruzi, da alcance filosófico al
pensamiento y a la experiencia mística de san Juan de la Cruz. Media
grave divergencia en la forma concreta. Baruzi: la mística admite
una transposición metafísica. Morel: la mística sanjuanista es meta­
física, sin necesidad de transposiciones. Para comprobar este aserto,
encuadra la doctrina en un esquema filosófico, concretamente el he­
geliano.
Me parece un acierto el dar al pensamiento y a la experiencia alcance
ontològico. El esquema filosófico que escoge aporta luces a la inter­
pretación. Pero tiene muchas páginas oscuras y difíciles de entender.
El libro va dirigido al hombre de cultura moderna, aunque no tenga
la fe. Más difíciles de explicar son los casos de evidente deformación
del pensamiento sanjuanista, como sucede cuando habla de la cris­
tologia.
Me parece un libro estimulante para personas que conozcan bien al
Santo, y sepan evitar las conclusiones mal fundadas.

R. Mosis, Der M ensch und die Dirige nach Johannes vom K reu z■Wtirz-
b u rg 1964, 183 p.

No existía en lingua alemana un libro de introducción doctrinal a


san Juan de la Cruz. El de Mosis cumple esa función con sobriedad
y conocimiento de la materia.
El absolutismo del programa « Todo-nada » asusta al lector moderno,
que difícilmente logra colocarse en la perspectiva del santo Doctor.
La clave del secreto está en la idea que tiene del hombre. Cuando
juicios al parecer ilimitados sobre el ser de Dios y el de las creaturas,
los condiciona frecuentemente por la situación concreta en que se
halla el hombre. Al hombre desordenado y sensual, las creaturas son
nada y menos que nada, daño. Para el hombre espiritual, las creatu­
ras y Dios tienen vida nueva y otros valores.
Según Mosis, san Juan de la Cruz no se interesa por la multiplicidad
de potencias y sentidos; edifica su sistema apoyándose en la división
fundamental del compuesto humano: espíritu y sentido. Cambiado el
hombre, cambia el mundo entero con el que entra en contacto, cam­
bia el sentido de las cosas.
Un libro sobremanera claro y sintético. El inconveniente que veo en
él es que no sabe valorar ciertos matices de la antropología sanjua­
nista.
Síntesis breve, pero densa y completa, sobre el tema. Estructuras de
base: sentidos, potencias, sustancia del alma. Componentes dinámi­
cos: parte inferior y superior. Desequilibrio moral: raíces del hecho
y consecuencias en la vida espiritual.
SAN JUAN DE LA CRUZ 57

De p a s o in d ic a lo s p ro b le m a s c o m ú n m e n te d e b a tid o s e n to r n o a la
a n tr o p o lo g ía s a n ju a n is ta .

E u l o g io d e l a V ir g e n d e l C a r m e n , Antropología sanjuanista, en M onte


Carm. 6 9 ( 1 9 6 1 ) 4 7 -9 0 .

S ín te s is b re v e , p e r o d e n s a y c o m p le ta , s o b r e e l te m a . E s tr u c tu r a s d e
b a s e : s e n tid o s , p o te n c ia s , s u s ta n c ia d e l a lm a . C o m p o n e n te s d in á m i­
c o s: p a r t e in f e r io r y s u p e r io r. D e s e q u ilib rio m o r a l: r a íc e s d e l h e c h o
y c o n se c u e n c ia s e n la v id a e s p iritu a l.
D e p a s o in d ic a lo s p ro b le m a s c o m ú n m e n te d e b a tid o s e n to r n o a la
a n tr o p o lo g ía s a n ju a n is ta .

4. E l c a m in o d e la f e

Hay m om entos en la h isto ria de los individuos y de la Iglesia


en que el h om bre se abandona confiadam ente al m isterio. Lo vive
con inm ediatez tan espontánea, que no llega a preguntarse p o r la ga­
ra n tía que ofrecen los m edios utilizados p a ra en tab lar relaciones
religiosas. El esp íritu acoge a Dios y las cosas, sin caer en la sospecha
de que tal vez las m odifica o las deform a.
No está siem pre al alcance del creyente tan sencilla inm ediatez.
Dios ciertam en te no es problem a p a ra sí m ism o. Mas llega al hom bre
envuelto en realidades y realizaciones. Se p resen ta com o Dios vi­
viente, que ha entrado en el m undo nuestro, en la vida del hom bre,
que trasfo rm a la vida del hom bre y el destino del m undo, o rien ta­
dos esencialm ente hacia El. La fe despierta, b a rru n ta la com plejidad
de Dios y de sus vías. E ntonces se p reg u n ta el esp íritu si realm ente
dispone de m edios p ara discernir el m isterio en m edio de las for­
m as sacram entales que éste ad o p ta en su acercam iento a nosotros.
Fe consciente y refleja, que ilum ina oscuram ente, pero con to tal fi­
delidad, el m isterio.
San Ju an de la Cruz se ocupa a lo largo de toda su o b ra de esa
in q u ietu d fundada. La estudia con m ayor detalle en Subida-Noche.
Según sus planos, viene en segundo lugar, com o consecuencia del
térm in o que h a puesto a la vida cristiana: unión inm ediata con Dios,
con solo Dios. El peligro de to m ar com o térm ino los m edios o alguna
rep resen tació n personal am enaza incluso a quienes viven el m isterio
de m an era espontánea y a su parecer inm ediata.
La fe es el único m edio, esa fe que trasciende todas las posibles
analogías cósm icas y hum anas. Som ete la psicología h u m ana a un
exam en de profundidad, desalojando despiadadam ente todas las figu­
raciones que el hom bre tiende a confundir con el m isterio divino.
58 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Dios m ism o, Dios solo: fuera disfraces, proyecciones hum anas, ído­
los fabricados p o r la im aginación o el sentim einto. Sin esa cautela,
el h om bre term in a adorando a sus ideas, pensam ientos o gustos, que
es lo que tiene p o r su Dios. Es decir, a sí mismo.
E sa inqu itu d san ju an ista hizo un tiem po la im pressión de nega-
tividad y psicologism o. Lo im portan te, decían, no es el hom bre que
recibe, sino el m isterio de Dios que irrum pe. D ebiera el hom bre ol­
vidarse u n poco m ás de sí m ism o. Se le acusó de negatividad, de
d e stru ir las m ediaciones, pues h asta las facultades espirituales se
ven privadas de su actividad m ás noble en el plano religioso n a tu r a l.17
Los capítulos de Subida y N oche oscura, que algún tiem po pa­
recieron transnochados y sólo útiles p a ra personas favorecidas con
gracias especiales y epifenóm enos m ísticos, son hoy apreciados como
genial percepción de la verdad cristian a válida p a ra todos. Anti­
cipan u na sensibilidad que hoy se ha hecho dom inante e n tre perso­
nas piadosas e incluso en tre los m ism os que no tienen fe.
¿ Qué ha sucedido ? P or un cam bio o una crisis radical de la
cultura, hem os abierto los ojos. N uestra situación cu ltu ral y reli­
giosa nos hace sen tir com o propias, individual y colectivam ente, las
inquietudes del D octor m ístico. El es el grande analista de la fe cris­
tiana, de sus exigencias y enorm es posibilidades. « Dios es la sus­
tancia de la fe » (Cántico 1, 10). Al darse cuenta el hom bre m oderno,
el creyente, de que p erdía a Dios, exam ina su conciencia, y se en­
cu en tra con una fe sobrem anera turbia, ofuscada p o r adherencias
culturales, em otivas, ideológicas que la encuadran. Rem ovidas las
estru c tu ras, la fe e n tra en crisis, vacila. P ara sostenerse, em prende

17 Aun hoy p e rd u ra en el p ro te stan tism o esa prevención c o n tra la m ística


católica. « E n este radical desprecio p o r la m ística de los teólogos p ro te sta n te s
m ás significados, se e n cie rra u n a reacción c o n tra u n a m ística que no es la de
san Ju an de la Cruz, n i la de la Iglesia Católica. Las reacciones de B a rth , B ru n ­
n er y N ygren, van m ás b ien dirigidas c o n tra el psicologism o de u n Jam es y u n
Leuba, que red ucen la m ística a u n a experiencia sub jetiv a com o o tra cu alquiera.
Ante todo su c rític a atac a la teología del sen tim ien to piadoso de Schleierm acher
y la teología de la necesidad religiosa de Ritschl... A causa de la visión que
psicólogos religiosos com o D elacroix (tam bién en cierto m odo B aruzi) y filósofos
com o B ergson, p resen ta b an de la m ística católica basándose en san Ju a n de la
Cruz, san ta T eresa de Jesús y otros, d ebieron ten e r la im presión que la m ística
asp ira a ser u n a especie de segundo cam ino hacia el m isterio d e Dios, paralelo
al de la Revelación ». J o a n n e s a C r u c e P e t e r s , La doctrina p ro testa n te m oderna
y la doctrina sobre la fe en san Juan de la Cruz, en R&v E sp ir 16 (1957) p. 444.
N adie m ás opuesto al sentim en talism o y subjetivism o que san Ju a n de la Cruz,
cf. A lbert d e l 'A n n o n c ia t io n , Les R éfo rm a teu rs et saint Jean de la Croix devant
la p iété du M oyen Age finissant, en Carm el, 1962, p. 275-300. Como análisis de la
fe sa n ju an ista en su sentido am plio e integral, cf. J o a n n es a C r u c e P e t e r s , Geloof
en M ystiek. E en theologische bezinning op de geestelijke leer van Sint-Jan van
het K ruis. N auw elaerts, Louvain 1957, 255 p .; con las aclaraciones de A m a t u s
v a n de H. F a m i l i e , « La fe ilu stradísim a », en E p h em Carm 9 (1958) 412-422.
SAN JUAN DE LA CRUZ 59

u n d o lo r o s o e s f u e r z o d e p u r i f ic a c ió n , q u e a p r e m i a c o n u r g e n c i a im ­
p r o r r o g a b l e . L a fe d e b e ll e g a r a s e r e ll a m i s m a y s u c o n te n i d o .
C ité e n p á g in a s a n t e r i o r e s d e l C a r d . K o e n ig , q u e p r o p o n e a s a n
J u a n d e la C r u z c o m o e l g r a n d e m a e s t r o c o n t e m p o r á n e o , p a r a g u i a r ­
n o s e n e s a l a b o r u r g e n t e q u e h o y s e im p o n e : d e p u r a r y h a c e r a d u l t a
la f e d e l p u e b lo , la fe lo s p e n s a d o r e s c r i s t i a n o s , l a fe d e lo s m i s m o s
q u e n o c re e n .
S e h a h e c h o u n a c e r c a m i n e t o m u y s u g e s tiv o a e s t e r e s p e c t o c o n
lo s d e s e o s m a n i f e s t a d o s e n u n l i b r o d e g r a n d e r e s o n a n c i a :

« L e d é p o u ille m e n t q u e n o u s p r o p o s e n t le s m y s tiq u e s ré p o n d d ’a il­


le u r s à u n b e so in a c tu e l. L a p re u v e e n e s t le su c c è s r e m p o r té p a r le
liv re d e J o h n A. T. R o b in s o n : H o n e s t to G o d d o n t l ’é d itio n a n g la ise
e t les tr a d u c tio n s a lle m a n d e e t n é e r la n d a is e f u r e n t d e s b e st-se lle rs.
L ’e x p re s s io n e n e s t p a ra d o x a le e t p a r f o is m a la d ro ite . M ais le se n s
p r o f o n d d u liv re n ’e s t p a s d o u te u x . L ’a u te u r v ie n t d e s ’e n e x p liq u e
d a n s u n e c o n fé re n c e ré c e m m e n t p u b lié e : il f a u t p r e n d r e o c c a s io n d e
l ’a th é is m e c o n te m p o ra in p o u r c r i ti q u e r n o s c o n c e p tio n s q u i m a té r ia ­
lis e n t D ieu; il f a u t d é p a s s e r to u te im a g e a v e c le S e ig n e u r d a n s la foi.
E n fa it, J e a n d e la C ro ix v a b e a u c o u p p lu s lo in ; il e s t p lu s e x ig e a n t
e t p lu s ré a lis te . L a p u rific a tio n q u ’il e n se ig n e , p o u r ê tr e efficace, n ’e s t
p a s s e u le m e n t d u d o m a in e d e l ’in te llig e n c e . E lle d o it a tt e in d r e to u t
l ’ê tr e , y c o m p r is la p a r t ie se n s ib le ; e lle s u p p o s e u n e o r i e n ta tio n to ­
ta le v e rs l’u n io n a v e c D ieu.
Ce g r a n d m y s tiq u e q u i r e ç u t d e s g râ c e s d e c h o ix , d e m e u r e c e p e n d a n t
d a n s n o tr e c o n d itio n c o m m u n e e t p e u t se f a ir e n o tr e g u id e . C a r les
p u rific a tio n s d e la foi, q u ’il d é c rit, s ’in s è r e n t d a n s u n c o n te x te d ’éve-
n e m e n ts tr è s h u m a in s » .18

E s d e p r e v e r q u e p o r e s t a z o n a la a c t u a l i d a d d e s a n J u a n d e la
C r u z s e e x t i e n d a m u c h o m á s e n lo s p r ó x i m o s d e c e n io s . M a n e j a c o n
p a r t i c u l a r f i n u r a la n o c ió n d e t r a n s c e n d e n c i a . N o s e t r a t a d e a l e j a r s e
y d e s i n t e r e s a r s e , s in o d e r e s p e t a r l e e n s u v e r d a d t o t a l , p e r o í n t i m a
y c e rc a n a a l h o m b re . L a tr a s c e n d e n c ia es p a r a él m á s q u e u n a tr ib u to
p o s i ti v o : a m a y c o n o c e a D io s , a u n q u e n o le c o m p r e n d e , p o r q u e n o
le c o m p r e n d e , y p r e c i s a m e n t e e n c u a n t o n o le c o m p r e n d e (c f. C á n ­
t ic o 1, 12).

« I l y a u n e c o n v ic tio n u n iq u e q u i re p o n d à to u te s le s o b je c tio n s , si
d iffé re n te s so ie n t-e lle s: c ’e s t s a fo i e n u n D ieu d o n t l ’a m o u r e t le s
p e rf e c tio n s n e c o n n a is s e n t a u c u n e lim ite n i a u c u n e m e s u r e : C ’e s t
là à q u i in s p ire la jo ie d e so n â m e , q u i, c o m b lé e , c h a n te l ’e x tr a o r d i­
n a ir e ric h e s s e d e l ’a m o u r...

18 R. L. O e c h s l i n , Purification de la fo i d ’après l’expérience des m ystiques,


en Vie Spirituelle 116 (1967, 1) p. 274-275.
60 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

C hez s a in t J e a n d e la C ro ix , la fo i e n la tr a n s c e n d a n c e d e D ieu c o m ­
m a n d e e ffic a c e m e n t les a tt it u d e s le s p lu s v a rié e s e t u n ifie to u s le s
m o u v e m e n ts d e s o n â m e : a m o u r , jo ie , lo u a n g e , r e c o n n a is s a n c e » .19

Ahí está su peculiaridad, que no h a hecho de la transcendencia


lejanía, sino la condición eficaz de presencia del Dios real.
V inculado íntim am ente a la transcedencia está el tem a del len­
guaje, pues la trascedencia tra e inefabilidad, y ésta provoca la teo­
logía negativa. San Ju an de la Cruz aprovecha hondam ente el sim ­
bolism o, m ostrándose en cam bio enemigo de sem ejanzas y analo­
gías. P or una lado, afirm a en Subida que m uy lejos van de Dios
quienes le im aginan a m anera de fuego; él m ism o afirm a en Llam a
que Dios es fuego. Toda su obra se desarrolla en sím bolos, al m ism o
tiem po que d escarta figura e imágenes.
Dicho en pocas palabras, creo que la diferencia radica en la di­
versa capacidad de lanzam iento. El sím bolo de la p au ta y obliga a
ser trascendido, desp ierta la potencia intuitiva, creativa de la fe p er­
sonal. Por eso, ayuda en el conocim iento de Dios trascendente. La
im agen, p o r el contrario, estanca en sí m ism a, com o si lo d ijera
todo, identificándose con la realidad. Una m ism a figura sensible,
com o sucede con el fuego, puede ser utilizada en plan de sím bolo, o
en plan de im agen, com paración. La m editación opera a base de im á­
genes de Dios y de las cosas divinas. El contem plativo prefiere en
su intuición el sím bolo, m ás abierto y dinám ico.
Según el análisis que acabam os de hacer, san Ju an de la Cruz
propone sus principios eternos y sum am ente actuales sobre la fe
envueltos en u n a fenom enología de escasa actualidad. Las gracias
m ísticas y fenóm enos a que aplica (libro segundo y tercero de S u ­
bida) sus principios son m uy raro s en nuestros días. Tenem os o tras
oportunidades de p ra cticar la fe y purificarla la p resen te coyuntura.
T am bién tiene aplicaciones que sirven hoy com o entonces. Pero
el hecho deja al descubierto u n a m odalidad de la presencia sanjua-
nista, que requiere m ucha finura p o r p arte del lector. P orque h a
visto genialm ente el m isterio divino y las tendencias del hom bre,
no nos obliga a a d m itir que todo es actual en los detalles y en los
acentos. Al contrario, situaciones infrecuentes o trasnochadas, fe­
nom enología superada de sus escritos, no deben ocultarnos las in­
tuiciones geniales que ordinariam en te encierran, aplicables a todos
los tiem pos.

19 L u c i e n -M a r ie de s a in t J o s e p h , Transcendence et im m anence d ’après saint


Jean de la Croix, en E tu d e s C arm elitaines 26 (1947, 1), p. 272-273.
SAN JUAN DE LA CRUZ 61

5. U n ió n d e l hom bre con D io s

Sin dificultad ese tem a ocupa el centro del sistem a sanjuanista.


Influye, unifica, en cuanto es m eta p a ra todas las aspiraciones del
alm a; sostiene desde dentro, ya que se realiza parcialm ente desde
u n principio. La negación o noche es n orm al consecuencia de la
unión llevada a su norm al desarrollo so b ren atu ral y cristiano.
Llam a unión con Dios a lo que suele denom inarse santidad, p er­
fección cristiana, nom bres que tam bién el Santo conoce. E n la unión
van im plicadas o tras nociones de la teología (gracia, inhabitación
trin ita ria, actividad sobrenatural, etc.).
La p rim era tarea es definir bien el alcance de las nociones b á­
sicas. Alguna equivalen, a m anera de sinónim os, m ientras algunas
o tras acentúan diversos aspectos parciales de la m ism a realidad.
Quien haya leido a san Juan de la Cruz está fam iliarizado con su vo­
cabulario: unión, sem ejanza, igualdad, com unicación, trasform ación,
etc. Ahora bien, los vocablos son contingentes, m aleables en m anos
de cada au tor. Las m odificaciones son m ás sensibles en el caso del
m ístico, ya que éste p re te n d er expresar con ellos lo inefable.
No se puede hacer elucubraciones independientes a cuenta de la
term inología del D octor m ístico. El P. Ju an de Jesús M aría h a lleva­
do a cabo u n trab a jo de precisión en las nociones que se refieren al
tem a, con preocupaciones lingüísticas, culturales, m ístic a s.20 Se m ues­
tra tal vez algo tím ido en d ar alcance doctrinal a las afirm aciones
del Santo sobre la trasform ación del alm a en Dios.
La p alab ra le sirve como encarnación de ideas. Tras de esos vo­
cablos repetidos incesantem ente se esconde u n sistem a doctrinal,:
teológico-m ístico bien estru c tu rad o en sus líneas salientes: esencia
de la unión, sus form as perm anente y tran seú n te, te rre stre y celes­
tial, fru to s de la unión en la vida del hom bre. Todo ello h a sido
o bjeto de un estudio m onográfico.21
A quien no está fam iliarizado con la lectu ra de san Ju an de la
Cruz o lenguajes afines, no encuentra la p alab ra unión tan fam iliar
y significativa com o podía serlo hace tres siglos. La unión con Dios
reco b ra su sentido religioso, inyectándola de teología bíblica y pa­
trística, donde la noción se fragua. Tal vez se pudiera incluso ver­

20 « Le am ará tanto com o es am ada ». E stu d io p o sitivo sobre la « igualidad


de am or » del alm a con Dios, en las obras de san Juan de la Cruz, e n E p h em
C arm eliticae 6 (1955 ) 3-103. Cf. l a s o b s e r v a c i o n e s m e t o d o l ó g i c a s c o m p l e m e n t a ­
r i a s d e F eder ic o R u i z , Cimas de contem plación: Exégesis de Llam a de a m or viva,
Ib. 13 (1 9 6 2 ) 257-298.
21 E u lo g io de san J u a n de la C r u z , La transform ación total del alm a en Dios
según san Juan de la Cruz. M a d r i d 1963, 345 p .
62 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

balm ente cam biar en com unión con Dios. 22 E sta labor de ad a p ta­
ción m ental y espiritual es casi m ás im portante que el estudio po­
sitivo del significado m aterial de la palab ra en el autor. Dice algo,
cuando nos hacem os cargo del m undo in terio r que resuena en el
au to r que la pronuncia. Cuando Juan de la Cruz dice « unión », ¿ qué
resonancia en cu en tra ese vocablo en su m ente?
Sería norm al que los estudios hub ieran dedicado al ser de Dios
la atención que le corresponde en el tem a de la unión. Y tiene en
san Ju an de la Cruz m odalidades que m erecen un tal estudio. Por
olvido o negligencia, no ha recibido especiales cuidados. Apenas se
en cu en tran algunos artículos: trascendencia, herm osura, ser de
D io s23. Pueden servir de invitación a explorar m ejor el terreno.
El m ás grave problem a está p o r resolver. P ronunciadas en ge­
neral, unión con Dios, igualidad de am or, son p alab ras que no ex­
trañ an . Pero hay que verlas en el contexto y dim ensiones que les
asigna san Ju an de la Cruz. La trasform ación com unica el ser di­
vino. La igualidad no es m era equivalencia, sino igualdad activa. El
h om bre am a con el m ism o am or con que Dios se am a a sí m ism o y
am a al hom bre, p artic ip a en el m ovim iento vital interno de las Per­
sonas de la T rin id a d .24
P or dos lados exige clarificaciones. S aber si la igualdad de am or
llega a ser efectiva o sim ple afecto, y en consecuencia d eterm in a r si
las Personas divinas actú an en el cristiano m ístico con o b ra propia
o solam ente apropiada.
Viene de a trá s la discusión, surgida en el periodo an terio r, hacia
1930. Tom an p a rte varios autores, casi exclusivam ente guiados por
preocupaciones teológicas: C atherinet, M aritain, G a ltie r.25 In tro d u ­
cen explicaciones que hagan com prensibles los asertos del M ístico,
a p rim era vista sorprendentes y excesivos. Algunos op tan p o r re ­
ducirle a la teología tradicional y com ún, in terp re tan d o su lenguaje
com o sim ple lirism o y poesía. A otros les ha parecido inconveniente
no to m ar en serio las afirm aciones de un m ístico teólogo. Se de­
ciden a d ar explicaciones nuevas de la gracia, que p erm itan re sp etar
en todo su relieve y verdad los dichos del Santo.
No se h a llegado a unidad de criterio en la in terp re tació n y
m enos en las conclusiones. Se puede sin em bargo co n stata r u n só­

22 Se p reo cu p a de a d a p ta r la m en talid ad T ruem an Dicken, en su libro ya ci­


tad o E l crisol del am or, p. 399 ss.
23 L u c ie n -M a r ie d e s . J o s e p h , H erm osura, en Vie spir 94 (1956, 1) 17-30, y el
citado en n o ta 19; R o m á n de la I n m a cu l a d a , Il carattere di Dio nel « Cántico espi­
ritual » di san G iovanni della Croce, en R ivista di V ita spirituale 12 (1958 ) 438-449.
24 Los textos clave son Cántico estr. 38-39; Llam a 3, n. 77 ss.
25 Cf. J u a n de J e s ú s M aría , Le am ará tanto com o es am ada, p. 8 ss.
SAN JUAN DE LA CRUZ 63

lido progreso. E studios de exégesis bíblica y de investigación p a trís ­


tica h an abierto perspectivas, que perm iten d ar valor a los textos
san ju an istas, sin crear nuevas hipótesis. E sto es ya un avance.
Los últim os estudios se orientan hacia el cam po de la exégesis
bíblica y las afinidades con los Padres griegos: S. Zedda, H. S an só n .26
O tros siguen m ás preocupados de arm onizarle con las explicaciones
del D octor Angélico.
Como tendencia general, se le in te rp re ta cada vez con m ay o r
realism o. No hallan eco las opiniones que reducen las afirm aciones
del Santo a lenguaje poético, acom odaciones (M aritain, Galtier).
Tienen su sentido. Y el teólogo contem poráneo se acerca a san Juan
de la Cruz con el fin de aprender, no a en señ ar y criticar.
El P. Miguel Angel Diez h a ap ortado u n elem ento de solución,
al co m p ro b ar el influjo que en p alab ras y contenido tiene el opúscu­
lo De Beatitudine. San Juan de la Cruz lo atribuye erróneam ente a
santo Tomás. El paralelism o, debido a influencia, se refiere a luga­
res de la o b ra san ju an ista de m ás difícil in terpretación, y no sólo al
p asaje en que lo cita (C 38, 4). Afecta a pasajes decisivos de Cántico
y Llama, que se refieren al problem a de la participación activa en
la vida trin itaria, propiedad o apropiación, etc. Ofrece ayuda apre-
ciab le .27
El problem a de la experiencia inm ediata de Dios en la unión
m ística no es tan peculiar de n u estro Santo. C onstituye un proble­
m a siem pre abierto de la teología espiritual. Y era de prever, como
de hecho sucede, que los autores recu rriesen al D octor m ístico, au ­
to rid ad m áxim a en m ateria. No es lugar p a ra e n tra r en detalles 28

6. E n J e s u c r is t o

Los m ás sustanciales y jugosos elem entos del sistem a san ju an ista


convergen en este único, que es C risto. El cam ino de la fe se salva,
gracias a esta Palabra, to tal y única, que Dios ha dado. Unión con

26 S . Z edda, L'adozione a figli di Dio e lo S p irito Santo. S toria dell'interpre­


tazione e teologia m istica di Gal. 4, 6. R om a 1952. Se refieren a san Ju an de la
Cruz las páginas 165-179; H. S a n so n , E l esp íritu h u m ano según san Juan de la
Cruz, p. 141 ss. ; G. L eblond , Fils de lum ière. L ’inhabitation personnelle et spéciale
du Sai-it-E sprit en notre âm e selon saint T hom as d ’A quin et saint Jean de la
Croix. Sain Léger-Vauban, Yonne 1961, 374 p.
22 M ig u e l A ngel D i e z , La « reentrega » de am or así en la tierra com o en el
cielo. In flu jo de un opúsculo p seu d o to m ista en san Juan de la Cruz, en E p h em
Carm 13 (1962) 299-352.
28 S intetiza bien el p ro b lem a y las diversas opiniones Teófilo de la V: C.,
E xperiencia de Dios y vida m ístic a : el p ensam iento de san Juan de la Cruz, en
E p h em Carm 13 (1962) 136-223.
64 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Dios y unión con C risto se funden. Luego vendrá la negación, o tro


puntual del sistem a, apoyada enteram ente en el m isterio del Cruci­
ficado. Toda la im portancia p rim ordial de esos factores decisivos la
reciben de C risto y en él la revierten.
Parece extraño que el tem a básico reciba tan escasa atención en
m onografías y estudios sintéticos de su doctrina. Poseem os apenas
unos cuantos artículos, aun estos de m arcada preocupación apologé­
tica. E sta m odalidad nos pone en la pista. San Juan de la Cruz es
o b jeto de ataques o reproches en este sector. Olvido de la H um ani­
dad de Cristo, es el m ás repetido. Las acusaciones h an desanim ado
a los sanjuanistas, y la falta de estudios fom enta la pervivencia de
las acusaciones.
H a tenido grande aceptación el libro La ciencia de la cruz, de
E d ith Stein, que refleja la arm onía de tres vidas en to rn o a Cristo
crucificado: la vida de Juan de la Cruz, la que éste señala al discí­
pulo en los escritos, y la tray ecto ria ilum inada que sigue la auto­
ra. 29 Me ceñiré a señalar los estudios que se refieren a la problem á­
tica actual.
Tres estudios desarrollan el tem a con alguna am plitud: Joannes
a Cruce P eters, G erardo de los SS. Corazones, Giovanna della Cro­
ce. 30 Aun m anteniendo cada uno sus peculiaridades, llevan m uchos

29 Cf. el b o le tín dedicado a E d ith S tein en este m ism o n u ú m ero de la Re­


vista.
30 J o a n n e s a C r u c e P e te r s , F unción de Cristo en la m ística, en R ev E sp irit
17 (1958) 507-532. S ensible a las objeciones nacidas en el am biente alem án, rela­
ciona a san Ju a n de la Cruz con la m ística paulina en to rn o a Cristo. Le co m p ara
tam bién con S an ta T eresa; G erardo de los SS. C ora zones , P untos de propedéutica
al tem a: Jesucristo en la vida espiritual según san Juan de la C ruz, en M onte
Carm 68 (1960) 240-265. Jesu cristo en su vida p ersonal, d euda del S an to h acia la
esp iritu alid ad m edieval, p ro b lem a del c risto c e n trism o ; G io v a n n a della C roce ,
C hristus in der M ystik des hl. Johannes vo m K reuz, en Jahrbuch fü r M ystische
Theologie 10 (1964) 9-123. E s el estu d io m ás am plio: Jesu cristo en la vida y en el
a rte del S anto, sus fu en tes b íblicas, presencia a to d o lo largo del itin e rario
espiritual.
Se m e p e rm ita u n a p equeña aclaración de c arácter p ersonal. E n c ie rta oca­
sión escrib ía yo: la o b ra Subida-Noche, p o r lo q u e se refiere a la p ro sa y sola­
m ente en su razonam iento parcial, o rie n ta la u n ió n a Dios, m ás b ien que a Cristo.
P o r lejanos p aren tesco s, cité en n o ta u n a rtícu lo del P. Dionisio de sa n José.
Cuál no se ría m i so rp resa al v er que el P. G erardo (/. c. p. 257) unificaba m i sen­
tencia y la del P. Dionisio, que n ad a tienen de com ún; y, p o r su cu e n ta y ries­
go, m e a trib u ía la resp o n sab ilid ad de u n teocentrism o u niversal en el sistem a
san ju an ista, cosa que n u n ca pensé. E s m ás, no veo dónde e stá la oposición cris-
tocentrism o-teocentrism o en san Ju a n de la Cruz. A m i ver, son realid ad es com ­
plem entarias. P ero el sino e sta b a ya m arcado p o r la invención del P. G erard o ;
y G iovanna della Croce (1. c. p. 11), b u scan d o disidentes al cristo ce n trism o co­
m únm ente adm itido, en cu en tra dos te o ce n tristas acérrim os: D ionisio y Federico
(es pro b ab le que no haya leido a ninguno de los dos). Si alguien no nos lib ra del
bulo, yo creo que nos q ueda largo cam ino p o r re c o rre r ju n to s con el teo ce n tris­
m o sa n ju a n ista a cuestas.
SAN JUAN DE LA CRUZ 65

atañes com unes en la investigación: la vida del Santo, las fuentes,


la H um anidad.
Con el fin de c o n tra rre sta r los reproches de « déficit cristológi-
co », lanzados contra la d octrina sanjuanista, se re c u rre al argum en­
to externo de su vida personal. No es posible que asigne un lugar
secundario u olvide a Cristo, en concreto su H um anidad, quien lo
ha vivido con tal intensidad y realism o en su p ro p ia vida. El recurso
tiene adem ás la ventaja de identificar la experiencia personal com o
facto r relevante del pensam iento m ístico que p erp etú an los es­
critos.
Más in tern a solidez recibe la cristología san ju an ista del estudio
de sus fuentes bíblicas: el evangelio, san Pablo y san Juan. Tam ­
bién la h isto ria nos favorece en este caso. Un testigo depone en P ro­
cesos de Jaén la afición que el S anto p rofesaba al capítulo 17 del evan­
gelio de san Juan: unión con Cristo, con Dios, con la T rin id a d .31
M odernam ente se h a sentido con m ayor agudeza el m atiz diferen­
cial que sep ara la m ística de Dios y la m ística de Cristo. P ero acaso
se tra te de una invención sin grandes alcances. Lo que sí podem os
afirm ar con certeza es que, aplicada com o categoría p a ra juzgar es­
p iritu alid ad es pasadas, origina deplorables confusiones. « Al tra ta r
aquí del carácter cristológico de la M ística de san Juan, no es nues­
tra intención decir qué dogm a se lleva sus preferencias en su obra,
ni h acer de n u estro au to r un pronunciado defensor de las clasifica­
ciones po sterio rm ente introducidas de M ística de Dios, M ística de
Cristo. La distinción parece dem asiado buscada y de m uy poco in te­
rés. N uestro deseo es exam inar h asta qué pu n to ve el a u to r al hom ­
b re perfecto com o Cristo y qué papel desem peña aquí la fe » .32
La m ística de C risto h a venido a confundirse con m ística de la
H um anidad del Salvador. Y la equivalencia p erju d ica al D octor mis-
tico, que reduce a poco las im ágenes sensibles, u n a vez que el cam i­
no esp iritu al tom a rum bos de altu ra. No se tra ta de exclusión ni ol­
vido de la H um anidad de C risto en la contem plación, com o juzgan
m uchos. H asta los editores de sus escritos se creyeron obligados
a su p rim ir o reto car frases, p o r dem asiado duras o de apariencia
ilum inista. E n su exposición, san Ju an de la Cruz es m ás bien teólogo,

31 E stu d ian am pliam ente el origen bíblico de su d o ctrin a cristológica J. Vil-


n et y G iovanna della Croce. De la afición al cap ítu lo 17 escribe el testigo: « o rd i­
n ariam en te leggeva cam inando [ = d u ra n te los v iajes]... e ra sofito il servo di Dio
re c ita re con u n a voce su b m issa ó bassa, il capo decisette dell’evangelio de
San G iovanni con m olta devotione causandola al com pagno che lo sentiva ».
Jerónim o de la Cruz, en el Proceso A postòlico de Jaén , fol 137v. (In éd ito . H asta
hace pocos años era desconocido el p a ra d e ro del Proceso. Lo en co n tró el P. E u­
logio de la V. C., a quien debo la noticia).
32 J. P eters, l. c., p. 508.

5
66 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

y tiene o tro m odo de enfocar el tem a que santa Teresa, p o r ejem plo.
E n tre los m om entos preferidos de la persona de C risto se pue­
den citar: preexistencia del V erbo en la Trinidad, E ncarnación, Pa­
sión, Gloria. P or lo general, el Santo utiliza nom bres divinos en la
designación de C risto, que se refieren a la persona. C onservan y acen­
tú an sin em bargo toda la realidad hum ana.
A causa de las peculiaridades que p resen ta la cristología sanjua-
n ista y de lo poco que h a sido estudiada, abundan las referencias
o in terp retaciones que la creen inexistente o la deform an. Tiene lí­
m ites sin duda, pero no tan graves com o piensan los que no lo han
leido. Por c ita r alguna de estas interpretaciones, escojo tres.
La p rim era es de K. R ahner. V arias veces se refiere a san Juan
de la Cruz en sus escritos. Me da la im presión de no conocerle en
absoluto. R epite, sin control ni originalidad las ideas de los p ro tes­
tantes alem anes sobre m ística católica y las de A. Stolz co n tra los
clásicos de la m ística m oderna E n el tem a de C risto hace suya la
idea de B arth y B runner: la m ística es p o r su m ism a naturaleza
an ticristiana, porque hace d esaparecer toda realidad creada, p ara
sum ergirse en Dios; sólo haciéndose violencia consigue el m ístico
ortodoxo asignar en su pro p ia vida u n a función religiosa a la H u­
m an id ad de C risto .33
El h onor de h ab e r dicho los m ayores despropósitos en to rn o a la
cristología de san Ju an de la Cruz corresponde a Basilio de san P a b lo .34
H ace u n a com paración e n tre san Pablo de la Cruz y el D octor
m ístico a este respecto. San Pablo de la Cruz: cristocéntrico, inspi­
rado en el evangelio, unión ín tim a con Cristo, etc. San Ju an de la
Cruz: ausencia de C risto, inspirado en la filosofía neoplatónica, Cris­
to ejem plo y m odelo solam ente, etc. De él afirm a: « B ien se echará
de ver la exigua dosis de contenido cristiano que recoge esta con­
cepción de la vida m ística. Jesucristo aparece en ella com o algo p u ­
ram en te extrínseco, cual corresponde a sus funciones de ejem p lar y

33 « H a sta en la te o ría de la m ística cristian a se ve la dificultad de cristian izar


el acto religioso originario. L a m ística h a estad o siem pre (incluso en san Ju an
de la Cruz) te n ta d a de h acer que todo desap areciera en el acto m ístico an te Dios,
y siem pre h a necesitado co rreg ir p o sterio rm en te ese p rim e r p lan team ien to p a n ­
teístico p a ra p o d er co m p ro b a r que el m ístico p o d ía y te n ía que o cu p arse ta m ­
b ién de la h u m an id ad de C risto ». K. R a h n e r , E tern a significación de la hum a­
nidad de Jesús para n u estra relación con Dios, en E scritos de Teología, y o l. 3,
M adrid 1961 p. 54. P o r lo que se refiere a san Ju an de la Cruz, la acusación ca­
rece de fund am en to . Cf. J. P eters, en el artíc u lo citado, y P ál V arga, C h n stu s
hei Johannes vo m K reuz, en E p h e m Carm 18 (1967) 197-225. _ _
34 B a s il io de s a n P ablo, La espiritualidad de la pasión en él m agisterio de
san Pablo de la Cruz. M adrid 1961. Un libro escrito según el viejo sistem a de
« idola trib u s ». P a ra ensalzar a san P ablo de la Cruz, n ecesita d em g rar a san
Ju a n de la Cruz. Y lo hace sin fu n d am en to a cad a v u elta de pagina
(cf. p. 142-146, 189, 207-212, 239, 348-351).
SAN JUAN DE LA CRUZ
67

M aestro ». Tiene m uchas páginas de com paración in ju sta y apasio­


nada.
G. M orel conoce al Santo m ejo r que los anteriores. Expone la
cristología san ju an ista a ritm o de las preocupaciones que dirigen
todo el libro. No m e ocupo de la presentación de conjunto. Sin em ­
bargo, m e parece grave la in terp retació n que hace de u n hecho: du­
ra n te la noche pasiva, no se acuerda el alm a ni u n a sola vez de Cris­
to; cita a David y a Job, pero no al Crucificado. M orel hace corres­
p o n d er la om isión de la obra N oche a u n a ausencia en la vida de
quien vive esas pruebas. Se tra ta ría de u n m om ento provisional en
la vida de san Juan de la Cruz y en la de todo cristiano, en que no
sabe vivir todavía la m ediación de Cristo. Sólo entiende a Dios, de
m an era desencarnada. Restos de paganism o y judaism o que llevam os
todos dentro. Uno de los efectos de la noche es precisam ente ese,
d escu b rir la m ediación de Cristo. Y así se ve que san Ju an de la Cruz
en Cántico, pasada la noche, reco b ra en todo su esplendor la m e­
diación de C risto .35
No tiene Morel toda la culpa de esas rarezas. O tros an terio r­
m ente m o n taro n el tinglado sobre la ausencia de Cristo en la noche
oscura. Y las respuestas que se dieron tam poco eran p a ra co n ten tar
a nadie.
Con u na sim ple aclaración histórica, pienso que se desvanece
todo el ensueño. M ientras está viviendo la noche oscura, san Ju an de
la Cruz escribe el poem a del Cántico espiritual, donde la presencia
de Cristo es viva y eficiente. Tiene lugar en la cárcel de Toledo. En
ese m ism o tiem po, red acta los rom ances, cristocéntricos a m ás no
poder. N ada, p o r tanto, que se parezca a un olvido efectivo de Cristo
d u ra n te la noche. En cam bio el poem a de la noche oscura está escri­
to p o steriorm ente, después de pasada la noche, cuando ya se encuen­
tra en la unión. Por consiguiente, la ausencia del libro no es la au ­
sencia de la vida, sino que debe a trib u irse a la finalidad de la obra
que atiende solam ente a la oscuridad y vacío de esos m om entos; p o r
o tra p a rte sigue válido el program a dado en Subida (2, 7) p a ra el
con ju n to de la purificación. Las om isiones de N oche se deben a una
abstracció n sistem ática, no a vivencia.
No son todo acusaciones. He recordado an terio rm en te la doble
referencia de elogio que recibe en los discursos del concilio V atica­
no II su cristología: p o r p a rte del Card. Zoungrana en nom bre de
los obispos africanos, y de M áximos IV (refiriéndose al capítulo 22
del libro 2 de Subida).

35 Cf. Le sens de l’existence, II, p. 200-206. No sé yo h a sta qué p u n to el a u to r


m ism o esté convencido de su explicación.
68 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

R esuena san Ju an de la Cruz en estas afirm aciones: « D urante


tres años Jesús h a reco rrid o en todas las direcciones la Palestina,
instruyendo a las tu rb a s y haciendo m ilagros sin cuento. P ero du­
ra n te tres horas h a estado clavado en la cruz. Ahora bien, estas
tres horas de inm ovilidad, de im potencia y de inacción ap a ren te han
hecho m ás p o r la expansión del Evangelio que tres años de trab a jo
intenso. Después que h a sido levantado de la tierra, es cuando Cris­
to h a atra íd o todo hacía s í » .36
Tam bién en los teólogos m ás m odernos influye, y algunos le si­
guen sin decirlo o sin saberlo. L. Malevez in ten ta d ese n trañ ar el va­
lo r redentivo de la m u erte de Cristo. Su m uerte es eficaz p o r sí m is­
m a, aun prescindiendo del dolor que la acom paña, en la Pasión. Con­
cluye, tra s largo razonam iento bíblico y teológico, que su valor ra ­
dica en la aniquilación que sufre en ella el hom bre, abandonado to­
talm en te a la potencia d iv in a.37 E sa explicación ya la dio san Juan
de la Cruz en el libro segundo de Subida, c. 7: en la im agen que traza
de Cristo crucificado no figuran p ara nada los torm entos físicos ni
la sangre, sino El abandonado, aniquilado. La aplicación que luego
hace del m isterio a la m u erte del cristiano es superior.
E n el tem a com plem entario de la Iglesia no ha habido aportacio­
nes de relieve. El P. José V icente h a recogido las enseñanzas princi­
pales, clasificándolas según tem ática m oderna. A finales del periodo
an terio r, el P. Lucinio llam ó la atención sobre el denso contenido cris-
tológico de los rom ances, habitualm ente olvidados.38
A m anera de conclusión, diría que la cristología de san Ju an de
la Cruz está sin investigar ni organizar. Los puntos que h an sido ya
aclarados no h an llegado todavía al conocim iento público. De m anera
que se repiten las viejas acusaciones, casi todas p o r p a rte de perso­
nas que no le leen. Desde luego, hay ciertas lim itaciones en el Santo,
que todos debieran reconocer.

7. N e g a c ió n y N oche

Tem a ineludible en toda exposición del pensam iento sanjuanista.


Su im p ortancia h a sido descubierta desde u n principio, reconocién­
dose unánim em ente el m érito del D octor m ístico en este cam po. Lo

36 H M o r ic e L ’âm e de Jésus. Avignon 1926, p. 170. H e reco rd ad o el tex to de


M orice m á s b ien p o rq u e lo cita y lo ap ru e b a M. G arcía C ordero, Jesucristo com b
problem a. S alam anca 1961, p. 305-306.
37 L. M a l ev e z , M o rt d u C hrist et m o rt d u chrétien, en Problèm es actuels de
Christologie. P aris 1965, p. 317-365. . , _
38 J o s é V ic e n t e de la E u c a r is t ía , E l tem a Iglesia en san Juan de la Cruz, e n
E p h em Carm 17 (1966) 368-404; 18 (1967) 91-137. L u c in io del S s . S a c r a m e n t o , La
SAN JUAN DE LA CRUZ 69

cual no im pide que puedan señalar num erosas fuentes doctrinales y


literarias de la noche.
Las aportaciones m ás salientes de los últim os años, en línea doc­
trin al, van en doble dirección: dim ensiones in tern as de la noche, apli­
cación de la m ism a a diversas situaciones.
El P. E m eterio analiza con detalle las nociones, los diversos ele­
m entos que intervienen en la noche pasiva del espíritu, la naturaleza
de la m ism a. Siendo ese el m om ento culm inante de la noche, m ani­
fiesta entonces m ás detenidam ente su ser: el alm a, transición, influen­
cia de Dios. El co n traste que origina lucha y desazón tiene lugar
en tre el hom bre y Dios. 0 , si querem os asignar m ejo r las responsa­
bilidades, en tre dos m aneras de ser del hom bre m ism o: hom bre
viej ° Y hom bre nuevo. Aunque m uy de pasada, toca los diversos p u n ­
tos que han sido objeto de discusión: contem plación y virtudes teo­
logales, fijación cronológica de las noches o purificaciones en el p ro ­
ceso espiritual. Un estudio de tipo tradicional, m uy com pleto, pero
falto de proyecciones.39
Un estudio p o sterio r vino a p recisar el alcance de las virtudes
teologales en la n o ch e.40 Ya se había fijado en ellas el P. E m eterio,
pero no se detuvo en d etallar ulterio rm en te, p o r seguir su propósito
p rim ario, que era h acer u n a síntesis. El influjo de las virtudes teo­
logales. Son ejes de la vida m ística, y bases de vida ascética, en la
form a que he denom inado « m étodo te o lo g a l».
Una nueva perspectiva, llena de interés, ap o rtó el estudio Puri­
ficación y Purgatorio, del P. U rbano B a rrie n to s.41 Daba a la tare a p u ­
rificativa proyección escatólogica, como sucede efectivam ente con el
tem a de la unión en la tie rra y en el cielo. El au to r se propone acla­
ra r la dificultad que tradicionalm ente venía arrastrán d o se: las al­
m as del purg atorio tienen dudas de su salvación (2N 7, 7). Explica:
padecen dudas equivale a sufren tentaciones de duda.
Pero esto es casi lo de m enos en el trab ajo . El acercam iento p u ­
rificación-purgatorio ilum ina con insospechada claridad am bas re a­
lidades. San Ju an de la Cruz destaca el carác te r constructivo y vital
de la purificación u ltraterren a , com parándola con la de esta vida.
Valoriza la purificación terren a, dándole valor escatológico y defini­

doctrina del Cuerpo M ístico en san Juan de la Cruz, en R ev E sp ir 3 (19441 181-


211; 4 (1945 ) 77-104, 251-275.
39 E m e t e r io del S . C orazón , La noche pasiva del espíritu, de san Juan de la
Cruz, en Rev E sp ir 18 (1959) 5-49; 187-228.
40 F eder ic o R u i z , V ida teologal durante la purificación interior, en los escritos
de san Juan de la Cruz, e n R ev E sp ir 18 (1959) 341-379; I d ., Cristianos p o r dentro.
M adrid 1961, p. 190ss.: «M étodo teologal».
« Purificación y Purgatorio. D octrina de san Ju a n de la C ruz so b re el Purga­
torio, a la luz de su sistem a m ístico. M adrid 1960, 172 p.
70 FEDERICO R U IZ SALVADOR - EULOGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

tivo, ya que el purgatorio es u n puro sucedáneo p a ra quienes no


quisieron o no supieron purificarse acá.
T anto com o d eterm in a r la naturaleza de la noche pasiva, im porta
co n cretar las form as de su realización. El carácter redaccional que
san Ju an de la Cruz da a su o b ra dificulta la labor. H abla del as­
pecto noche, prescindiendo de los hechos en que se encarna. Y los
com entadores la h an venido reduciendo a fenóm eno de la oración.
Es tare a de la vida entera, en sus m ás diversas actividades. Ya en
o tras ocasiones he hablado co n tra la restricción in ju sta im puesta a
la noche pasiva sanjuanista, p o r una m ala inteligencia del estilo que
ad o p ta el Santo en la exposición.
Una realización clásica de la noche, con las variaciones inevita­
bles que im pone el cam bio de sujeto y de época, es la de san ta Teresa
del Niño Jesús. Paso a paso va cum pliendo las fases del crecim iento
in terio r señalado p o r el S a n to .42 O tras alm as h an vivido las noches
encarnadas en form as de vida activa: fracasos apostólicos, co n tra rie­
dad de la obediencia, persecuciones, e tc .43
E n estos últim os años se habla con desacostum brada insistencia
de u n a noche oscura colectiva en la Iglesia, en la c u ltu ra de la h u ­
m anidad. E sa ley del crecim iento individual vige tam bién en los p ro ­
cesos de desarrollo com unitario: noche oscura en el plano natu ral,
noche oscura epocal, noche m ística de la fe, noche oscura de la h u ­
m anidad.
Son m uchos los au to res de renom bre, que utilizan la categoría
noche oscura, conform e h a sido elaborada p o r san Ju an de la Cruz,
p a ra explicar fenóm enos de m aduración y crisis en la h isto ria de la
Iglesia. No les cito, p o r no existir aún un trab a jo significativo y m o­
nográfico dedicado al tem a.
El uso excesivo de la palabra, llevada a significar situaciones co­
mo la del ateísm o declarado, la deform a. A cabará p o r convertirla en
un vocablo vacío, com o h a sucedido con la palabra « m ística ». Son
víctim as de su m ism a celebridad.
El m om ento actual de la Iglesia es in terp retad o com o noche es­
p iritu al de hondo alcance: la crisis paralela de m uchos individuos
acrecienta desm esuradam ente la de cada uno de ellos. Se d erru m b an
viejas seguridades, y la fe no es ya u n a herencia, sino la conquista
laboriosa de cada día.
Mas la p ru eb a no es todavía el resultado positivo. Del hom bre
depende acep tar los cam inos de Dios en su rum bo p re s e n te ro su­

« G regorio de J e s ú s C r u c ific a d o , Las noches sanjuanistas vividas p o r Santa


Teresa del N iño Jesús, en E p h em Carm 11 (1960) 352-382.
« R . G arrigou -L agrange , N u it de l'esprit réparatrice en saint Paul de la Croix,
en E t C arm el 23 (1938) 287-293.
SAN JUAN DE LA CRUZ 71

m ergirse en un m undo irreal de nostalgias y presagios. Ju an de la


Cruz descubrió en la negra noche la m ano providente, y salió de la
pru eb a un hom bre nuevo, recreado según Dios en ju sticia y santidad.
La noche m ística de san Ju an de la Cruz es un tem a que se abre
a n u estro m undo y prom ete grande ayuda, a quienes analizan la si­
tuación cristiana contem poránea y a quienes desean o rie n ta r su p ro ­
pia vida en ella.

F e d e r ic o R u i z S alvador, ocd.

II.

VIDA Y ESCRITOS

1. B ib l io g r a f ía s y b o l e t in e s

E n cuanto cabe h ab lar de integridad en el cam po bibliográfico,


puede decirse que el investigador tiene a m ano con facilidad el re­
p erto rio com pleto de los estudios san ju an istas a p a rtir de 1942, año
conm em orativo del cuarto nacim iento del Santo. E sa fecha m otivó
dos iniciativas de interés: co m pletar y p o n er al día los viejos re p er­
torios que ofrecían el m aterial pasado y em prender una clasificación
periódica del que cada año se producía. Las aportaciones de m ayor
im p o rtan cia y significación a la p rim era tare a se deben a Luis M aría
Soler, M atías del Niño Jesús, OCD y Benno de san José, OCD.
Al últim o bibliógrafo se debe tam bién la p rim era realización de
u n a bibliografía periódica carm elitana que catalogaba en p ro p ia sec­
ción los escritos relativos a san Ju an de la Cruz. Apenas vivió un p ar
de años (1946-1948). Dio, sin em bargo, el im pulso y la p au ta a las dos
bibliografías que actualm ente reseñan la producción de la O rden
C arm elitana, y, p o r lo m ism o, del D octor M ístico. Nos referim os a la
Bibliographia Carmelitana annualis, editada regularm ente en Carme-
lus, OCarm., desde 1954 (con la bibliografía desde 1953) y la B iblio­
graphia Carmeli Teresiani que form a el núcleo del A rchivum Biblio-
graphicum C arm elitarum a p a rtir de 1956 (con la bibliografía corres­
po ndiente a 1955).
Las lagunas cronológicas de 1943 h asta 1946 y de 1948 h asta 1953
pueden rellenarse con relativa facilidad gracias a otros repertorios
m ás parciales y selectivos. Tales los publicados como apéndices en
las ediciones sanjuanistas de Lucinio del SS. Sacram ento, OCD, y

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