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EL EXTREMO ORIENTE 417

china, la fortaleza asediada

Para griegos y romanos, China era Serica, el país de la seda. Para los europeos
de la Edad Media y Moderna, se trataba de una civilización lejana y maravillosa
pero d~sconocida ca~i por co~pleto: c~y~ opulencia d~scr~bió Marco Polo con de-
talle. S1 entonces la ignorancia fue Justificable por la mex1stencia de contactos di-
rectos, las marinas británica, portuguesa y holandesa se encargaron desde el siglo XVIII
de relacionar ambos mundos de modo permanente. El resultado para Europa: la
CAPÍTULO 17 revelación de las costumbres de las prestigiosas civilizaciones orientales y el dis-
frute de sus productos agrícolas y artesanales. Para China, el resultado fue la lenta
EL EXTREMO ORIENTE modificación de sus estructuras económicas y, al cabo, la desarticulación de sus es-
táticas formas políticas.
por SANTIAGO-ALFONSO MARTÍNEZ SANCHEZ Cuando el siglo XIX arranca, las caravanas rusas hasta Pekín eran intermiten-
Profesor de Historia Contemporánea, tes y su volumen económico menor que el del tráfico europeo en Cantón, el único
Universidad de Navarra puerto permitido para el comercio desde 1757. En realidad, «sobre el inmenso cuer-
po chino los comerciantes europeos, ínfimos insectos, apenas han acertado a apli-
car la minúscula trompa de sus lejanas ambiciones», según Charles Morazé. En
En el enorme poder de asimilación de la cultura china radica la clave para com- efecto, a lo largo del siglo XIX los europeos intervendrían lentamente en ese in-
prender la pervivencia milenaria del Imperio Celeste, fundado por Che Huang-ti en el menso cuerpo del Imperio Celeste, justo cuando -en vísperas de la Revolución
221 antes de Cristo y extinguido bajo el reinado de Pu-yi, en 1912. Por ello, las más Francesa- los manchúes acababan de reintegrar a la obediencia el Tibet y Sinkiang
duras adversidades sufridas en su larga historia -las invasiones periódicas, o las pro- (el Turquestán chino).
longadas etapas de anarquía y luchas intestinas que fracturaban la autoridad- han Para entonces, las fronteras del imperio quedaban así: de este a oeste, 5.000 ki-
contribuido a forjar la idiosincrasia del pueblo chino y a moldear su continuidad es- lómetros separaban el extremo oriental de Manchuria de los confines del Turkestán
tatal y su unidad cultural, los rasgos principales de esta antigua civilización que fue ruso, en el corazón de Asia. Y de norte a sur, 4.000 kilómetros mediaban entre el río
(y sigue siendo) un mundo aparte en el concierto de las naciones y, a la vez, un po- Amur en Siberia y la isla de Hainán en el mar de la China meridional. Al este y sur,
deroso imán que ha atraído con singular fuerza a Occidente. Corea, Luchu, Annam, Siam y Birmania rendían vasallaje y tributos. En consecuen-
La unidad política lograda a la fuerza por Huang-ti en el siglo m a.c. fue efí- cia, un imperio variadísimo de acusados contrastes, en lo físico y en lo humano: se
mera, pero sentó las bases del centralismo unitario y de la homogeneidad cultural daban grandes llanuras y cordilleras colosales; climas tórridos y polares, húmedos y
confuciana impulsada por otras dinastías, muy particularmente por la Han, entre el desérticos; pueblos agricultores y otros nómadas se hacinaban en abigarradas ciuda-
206 a.c. y el año 220. Desde entonces hasta el siglo XVII se suceden ciclos de anar- des o vivían dispersos por vastas tierras deshabitadas. Un mundo físico dispar y, a su
quía y dinastías nuevas (Chin, Sui, Tang, Sung, Yuan y Ming). El auge y la caída van vez, un inmenso mosaico de pequeñas unidades comarcales sin apenas intercambios
determinados por la incapacidad para resolver las tensiones generadas por un cam- comerciales entre ellas. A falta de censos fiables, es imposible cifrar su población en
pesinado hambriento. En 1644, la invasión de los manchúes sitúa en el trono a una el siglo XIX, aunque se ha calculado en unos 300 millones de personas las que habita-
nueva dinastía, la Ching, que será relevada en 1912 por una República. Fue el últi- ban China al despuntar el siglo, el doble de Europa y Rusia juntas. Algo más preciso,
mo cambio sucesorio, debido a los desórdenes sociales y a la intervención extranje- el censo de 1910 arrojó la cifra estimativa de 60 millones de familias y en torno a 330
ra a lo largo del siglo XIX, hechos que erosionaron por completo a la estática e ina- millones de habitantes.
movible civilización.
Del mismo modo que en China, el encuentro de Japón con el mundo occiden-
tal en el siglo XIX fue traumático e impuesto por la fuerza. Por el contrario, su efec- l. l. Los RESORTES DEL IMPERIO
to principal no fue la descomposición, sino su crecimiento y desarrollo social, po-
lítico y económico: es decir, la plena integración del Imperio del Sol Naciente (no El principio doctrinal del poder autocrático del emperador era su consideración
exenta de tensiones, eso sí) en la dinámica contemporánea universal. La transfor- de Hijo del Cielo. Su misión era asegurar la tranquilidad y la obediencia de todos a la
mación de Japón fue así el fruto previsible de la imposición de Occidente sobre una ley inmutable de las cosas, para que hubiese armonía entre el orden social y el orden
sociedad tendencialmente equilibrada y estable. Y el aceptable nivel de vida y la sólida cósmico. Por eso, las malas cosechas y calamidades naturales, la corrupción persis-
organización laboral de que gozaba Japón antes del encontronazo con los países de- tente de la autoridad, las derrotas y demás desórdenes eran considerados como seña-
sarrollados, los pilares sobre los cuales se edificó un patriotismo imperialista ávido les de la revocación del «mandato del cielo» al emperador, lo que legitimaba la re-
de emular los avances europeos. vuelta contra una autoridad tan debilitada. A su vez, el pueblo era hijo del emperador,
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LAS RELACIONES CON LOS BÁRBAROS
cuyo poder absoluto venía templado por la consideración moral de que éste tenía Oti.
gen divino y de que gobernaba para el bien de sus súbditos, lo que les obligaba aren.
Exceptuando a Marco Polo, los primeros europeos en pisar suelo chino fueron los
dirle plena sumisión. .
Salvo ascenso al trono mediante la violencia, el emperador era elegido por su Pre. portugueses que llegaron a las costas de Cantón en 1517. Para los nativos, eran «los
decesor 0 por una asamblea de la familia imperial. Generalmente, era hijo del ante- bor:nbres del Océano Occidental» o bárbaros, sencillamente. Al colaborar en la lim-
rior emperador, aunque rara vez era el primogénito y no tenía por qué descender de pieza. de piratas .~n el Mar de la C?ina m~ridional, los ~ort~gueses recibieron como
la emperatriz consorte: podía ser encumbrado cualquier hijo de las esposas de jerarquía prer:nio la donacion de Macao y asi garantizaron su contmmdad comercial.
El contacto con los mercaderes se dobló a fines del siglo XVI con misioneros ca-
inferior y de las concubinas.
Varios órganos ayudaban en el gobierno a los emperadores manchúes reinantes tólicos, jesuitas en particular. Desde el siglo VII existían en el Imperio Celeste algunas
desde mediados del siglo XVII. En Pekín existía un Gran Consejo o consejo privado comunidades nestorianas, que fueron unidas a la Iglesia católica por la evangelización
que le asesoraba sobre los grandes asunto~ de Estado ~ particula~.ente ace~c~ de lo~ de los franciscanos en el siglo XIV. Éstos incluso fundaron iglesias en Pekín, pero cuan-
temas militares. y también había en la Ciudad Impenal unas Oficmas o Mmisterios do los jesuitas llegaron allí en 1601 comprobaron que no había rastro de aquellos pri-
de los que dependían la gestión de las seis áreas más importantes: los nombramien- Jlleros creyentes chinos. Hacia 1720 las misiones jesuitas en China tenían unos
tos civiles, las rentas, las ceremonias, la guerra, los castigos y las obras públicas. En 300.000 fieles. Pero, al poco tiempo, dos hechos vinculados entre sí malograron esos
realidad, los gobernadores de las 18 provincias imponían con más peso su voluntad alentadores avances. De una parte, la prohibición pontificia a los llamados «ritos chi-
en el gigantesco imperio, al contar para la administraci~n con una cohorte de man. os»: ni se aceptaban las ceremonias en honor a Confucio y a los antepasados tolera-
clarines más a su servicio que al del emperador. Para su mgreso en el cuerpo de fun- as por los jesuitas al evangelizar, ni se juzgó válida la traducción china del nombre
cionarios, los mandarines debían aprobar un examen obligatorio (que se remontaba e Dios usada por esos religiosos, por creerse que fomentaba un sincretismo incom-
al siglo vn) y se dividían en nueve rangos, que se distinguían exteriormente por el bo- atible con el dogma católico. Por otro lado, las persecuciones imperiales ante estas
tón que adornaba la parte superior de su gorra, por un distintivo cuadrado bordado uerellas intestinas católicas, que también afectaron a las misiones ortodoxas rusas:
en el uniforme (un pájaro para los empleados civiles y un cuadrúpedo para los mili- emperador no aceptó que una autoridad extranjera (el Pontífice de Roma) decidie-
sobre el sentido de sus costumbres milenarias y estableciese una jerarquía episco-
tares), y por la hebilla del cinturón. . . ,
En definitiva, la interdependencia de los poderes central y provmcial vema exi- 1independiente de su control.
gida por la necesidad de mantener la unidad, la estabilid~d, el orden Y la ~~z in- Con ese mismo celo protegió el gobierno de Pekín su autonomía ante los deseos
ternos, las tareas prioritarias del emperador: éste dependia de la colaborac10n de otras naciones occidentales de entablar vínculos comerciales y diplomáticos esta-
unas elites locales corruptas por lo habitual y tendencialmente autónomas, y la le- s con el Imperio Celeste. Esa actitud obedecía a que China era en la filosofía de
gitimidad de éstas nacía de la elección y permanencia en unos cargos designados nfucio la fuente de civilización para todas las culturas. No había relación entre
ales, sino de vasallo a soberano: China aspiraba a vivir encerrada sobre sí misma
por el Hijo del Cielo. , es no necesitaba de nadie. En este orden de cosas, el tratado de Nerchinsk con eÍ
Como dueño único de la tierra, los derechos del emperador se reconocian me-
diante una contribución anual recaudada por los funcionarios provinciales. Con ruso en 1689 -el primero en la historia imperial firmado con una potencia ex-
todo existían enormes posesiones de la Casa Imperial exentas de impuestos, y lati- anjera- fue una excepción a la regla, ante la necesidad de acordar pacíficamente
fundios de altos funcionarios cultivados por campesinos sin derechos. La dinastía s límites comunes en la región del Amur. Sin fronteras comunes, la situación de los
Chingo manchú confiscó y repartió entre los camp.esinos esos lat~fundios, Y prohi- íses europeos era muy distinta: Pekín concedió graciosa y unilateralmente que el
bió por decreto el retorno al régimen de gran propiedad, estableciend.o_ severas pe- . erto de Cantón fuese el único para el comercio de los europeos, pero rechazó por
nas a quienes quebrantasen la disposición. El resulta.do fue la parcel~c~on de la p~o­ stema los ofrecimientos para emprender relaciones diplomáticas.
piedad en China entre los siglos XVII y XVIII y la mejora de las condic10nes de vida Comerciantes ingleses, holandeses, portugueses, españoles y franceses, a los que
del campesinado. Pero lo decisivo fue que (al preservar el orden. rura,l durante,ese ego (desde 1784) se sumaron los norteamericanos: vendían a los chinos algodón en
tiempo) el campesinado se convirtió en el principal apoyo de la dmastia manchu de ma, opio y géneros de lana a cambio de seda, té y artículos de algodón. De los oc-
dentales, la Compañía de la India Oriental disfrutaba del monopolio británico del
conquistadores extranjeros.
Sin duda, el dilatado periodo en el poder de los manchúes s~ habría ~:ol~nga- n:ercio con China y tenía el mayor volumen comercial con Cantón. Por eso, fueron
do aún más sin la intervención europea, al poseer una burocracia y un ejercito h mgleses los más tenaces en solicitar nuevas ventajas mercantiles y diplomáticas.
suficientemente eficientes como para mantener en orden a decenas de millones de 1793, lord Macartney volvió de Pekín con las manos vacías al rechazarse tajante-
· , .. p · ntras nte sus peticiones de abrir otros puertos y de crear una embajada británica per-
campesinos dedicados a recolectar arroz, sorgo, tngo, maiz y mijo. ero, mie .
· ·, , · · az de nente: «Volved a vuestro país. Recoged vuestros regalos», le dijo el emperador. En
tanto, en el imperio existía una complaciente «presunc10n etnocentnca mcap .
imaginar los desastres y las transformaciones que pronto iba a tener que sufnr», 16, lord Amherst corrió idéntica suerte y lo mismo le ocurrió a lord Napier en 1834.
. El camino estaba cerrado para los prometedores negocios e inversiones del capi-
según ha escrito G. F. Hudson. lismo británico. El país pionero en dirigir una revolución industrial que cambiaría
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tos habría ~onsulados que aplicarían la ley inglesa a los británicos acusados de deli-
el mundo se hallaba frente a la civilización milenaria en la que ningún progreso Pa-
tos: por primera vez en su historia, en China tendrían vigor leyes extraterritoriales.
recía tener lugar. Quienes tenían conciencia de ser «la nación más poderosa del glo-
con el ~atado, Inglaterra consiguió el estatuto de nación más favorecida, lo que su-
bo» frente a quienes se tenían por «la única civilización baj? el cielo». Camb~o'. !nno-
ponía disfrut~r al menos de las ~entajas que obtuviesen otros Estados. De hecho, Nan-
vación y progreso frente a inmovilismo y cerrazón. Modernidad frente a tradic10n. Si
kín fue el p~mero de una sene de acuerdos con potencias occidentales. Concreta-
China permanecía cerrada, habría que hundir las puertas. rnente, Francia y Estados Unidos firmaron en 1844 sendos pactos con China con el
rnatiz añadido de la tolerancia conseguida por los franceses para el catolicis~o ex-
tendida a ~ontinu~ción a los protestantes. Con todo, ni se consiguió la apertura d~ re-
1.3. LAS GUERRAS DEL OPIO Y LA RENOVACIÓN FRUSTRADA
laciones dil?l?máticas en coi:diciones de paridad, ni el derecho de los extranjeros a
Durante buena parte de su centenaria historia, el peligro le vino al imp_erio por viajar y residir fuera de los cmco puertos permitidos.
las incursiones de los pueblos nómadas que atacaban por el ~orte; ~a solucion fue la . ~ero las ?º1:secuen~ias d~ :sta guerra del opio fueron más amplias que los be-
nefic10s economi.c?s y .diplomaticos a europeos y norteamericanos, pues las cesiones
Gran Muralla. Los ataques de piratas japoneses a las costas chmas m fueron muy pro-
avivaron la. oposición mt:ma a los manchúes, expresada ya de diversos modos a lo
fundos ni tampoco duraderos; cesaron en el siglo XVI cuando los Tokuga~a prefirie-
largo del siglo XIX: el mas espectacular, el asalto al palacio imperial de Pekín en
ron aislarse del mundo. Por lo que respecta a los occidentales, su presencia pacífica
1813, por parte de la secta de la Razón Celeste, que a punto estuvo de asesinar al
desde los inicios cambió definitivamente en la década de 1830. En adelante, las ame-
emperador. Aho.ra,. entre 1850 y 1864, fue la revuelta de los Tai-ping en la China me-
nazas decisivas ya no le llegarían a la Corte Celeste de l~s profund!dad~s de Asia, sin?
ridion~~ el movi?1.iento antidi~ástico más vigoroso de todo el siglo XIX, por su gran
del exterior, del mar. No obstante, las lecciones aprendidas :~ el mtenor ~eron apli-
extens10i: g~ogra~ca, s.u a.mpha base social de campesinos empobrecidos y el con-
cadas también a los problemas de la periferia. Así, la rebehon de comerciantes mu-
fuso mesiamsmo iguahtano de raíz cristiana que lo inspiró (su caudillo se denomi-
sulmanes entre 1817 y 1828 en el Turquestán chino no se zanjó con la victoria mili-
nó hijo menor de Dios, hermano de Cristo y Rey Celeste). Y, también, el levanta-
tar del imperio, sino con un acuerdo comercial que otorgó a los perdedores algunas
miento de ~e~uelas .más ~alamitosas: la xenofobia hacia los cristianos y unos 20 mi-
concesiones comerciales en 1835. . llones de victimas, mclmdo su autodenominado Rey Celeste, que se suicidó tragan-
En la base de las dos guerras del opio (entre 1839 y 1842 l~ pnmer~, Y de 185?
do oro. ante~ de q_ue Nankín, la capital de su efímero reino, fuese tomada y pasados
a 1860 la segunda) estuvo el deseo británico de imponer a Chu~a una igu~ldad d~­
a cuchill? cien mil hombres. Nuev~~ rebeliones cismáticas en provincias periféricas
plomática y un comercio recíproco que el empe.rador no ac:I?to por las vias paci-
en las decadas de los 60 y 70 debilitaron aún más -y expresaron al mismo tiem-
ficas intentadas repetidamente. En último térmmo, las ~~st~hdades s~ desencade-
po- la extraordinaria fatiga del imperio.
naron por el progresivo incremento del contrabando bntamco de op10, que. c~m­
. ~a:al~la a la revuelta taiping fue la segunda guerra del opio, de 1856 a 1860. En
pensase su desfavorable balanza comercial con China. Ala~mados I?ºr la adicción
su micio mfluyeron varios factores. Uno, la necesidad occidental de ampliar el nú-
de funcionarios y militares al poderoso narcótico, por el fluJO de salida de plat~ de
China y por la corrupción de las autoridades de Cantón: l?~ emperadores C~ien­
m~ro ?e pue.rtos para aumentar el beneficio del comercio del opio que, aunque se-
gma siendo ilegal, era el negocio más lucrativo. Otro, el afán de tratar directamen-
lung Chia-ching y Tao-kuang prohibieron su consumo (mutilmente) en el primer
te co~ el gobien:o ~e Pekín mediante embajadores en condiciones de igualdad. Y,
terci'o del siglo XIX. Finalmente, en 1838 fue nombrado y enviado a c_antón co~o
por fin, .e~ cumphm1ent? del pacto de jurisdicción extraterritorial para los mercade-
comisario imperial un íntegro funcionario, Lin Tse-hsu, y se promulgo. un rescrip-
res o misioneros extranJeros. Tras la infructuosa solicitud conjunta de franceses in-
gleses y norteamericanos pidiendo revisar el tratado de Nankín, el casus belli ~ino
to imperial condenando con penas muy severas (hasta la muerte) el tráfico Y el con-
sumo de opio. . · 1 f en 1856 con la tortura y decapitación de un misionero francés, la detención en Can-
En marzo de 1839, Tse-hsu ordenó la incautación del op10 que hu~iese en as ac-
tón de varios marineros de un barco de matrícula británica, y el rechazo de las pro-
torías europeas en Cantón: las 20.000 cajas confiscadas fueron d~strmdas y, en oc:u~ testas occidentales.
bre de ese año, fue prohibido el comercio con europeos en Cantonal no regres.ar es
En 1856 y 1857 la guerra se centró en el sur, con el bombardeo y toma de Can-
tos en protesta por la incautación. La guerra comenzó en noviembre, al hundir fra-
tón, Y coi:itin~ó en los ~os años siguientes en el norte, finalizando con la conquista
gatas inglesas cuatro juncos. Pese a los informes de Tse-hsu asegurando al .emperado~
. ~co-bntámca de Pekín en 1860. Esto fue determinante para que el emperador ra-
la rápida victoria la superioridad británica fue total: bloqueo de los estuarios de Can
fic~se e~ tratado ~e paz de Tientsin de 1858 y firmase la paz de Pekín ese año. Con
tón y del Yangts~ y captura de las ciudades costeras de Amoy y Ningp~. En el verano
VIctona, Francia e Inglaterra impusieron todas las reclamaciones solicitadas de
de 1842, el cerco y bombardeo de Nankín empujó al emperador a pedir la paz, sella-
º?ºpacífico, además de obtener cuantiosas indemnizaciones de guerra y la legali-
da por el tratado de Nankín del 29 de agosto de ese año. . ac1ón del tráfico y consumo de opio, logrando la apertura al comercio de once puer-
Aparte de una indemnización de guerra a Inglaterra, el Imperio Celeste hizo es·
, 1 b , b · , · · · t a can· os Y del curso interior del río Yangtse, por el que también podrían circular barcos de
tas concesiones: el islote de Hong Kong se cedia a a so erama ritamca, JUn o . err.a; la reorganización de las aduanas costeras, puestas en manos europeas; el libre
tón los puertos de Shanghai Amoy Ningpo y Foochow quedaban abiertos al comercio
' ' ' d d 1 uer- ánsito por el inmenso imperio de misioneros y mercancías, exentas de tasas decir-
exterior, que sería gravado con unos aranceles moderados; en ca a uno e os P
422 DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EL EXTREMO ORIENTE
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b ·adas en Pekín y la creación de un ministeti EL OCASO DEL REINO CELESTE
culación; o el derechoª. estab~cerl~~a ~~potencia del gran imperio que, justo enton.
chino de Asuntos Extenore~. eved na franja territorial al sur del río Amur has. En el últirr:o tercio del XIX, el antes p~jai:te imperio ~hino fue un juguete de la
ces, Rusia pactase con Pekm que arse u
odicia comercial de los bárbaros, que pros1gu1eron su lógica habitual de eficaces re-
ta la frontera con Corea. . no'mi·ca del antiguo régimen estaba siendo cultados: guerras y acuerdos a cambio de concesiones.
· · olítica soCia1 y eco . . .
Franc~a ~ Japón arr~ncaron. las primeras, con ocasión de sus respectivas injeren-
5
La superv1venc1a P
. d'
' . ,
f 1da por 1a acc10n con)
·unta de los levantamientos mtenores y la
. .
muy seriamente iscu . 1 Por eso, durante la pnmera regencia de ias impenahstas en antiguos remos vasallos de la Corte Celeste, obligada a colaborar
6 1
claudicació1: an~e las pote~(ia; t~ ~;~)~:duró entre los cuadros dirigentes la idea n su defensa en caso de agresión: al sur los franceses ocuparon el reino de Annam y,
la emperatnz vmda Tse-h1 1 rt ue remediase ambos problemas. . norte, Japón se introdujo en Corea y tomó las islas Ryu-Kyu. En ambos casos eÍ
de restaurar un poder central fue be q la rebelión de los taiping. Puso fin a la re. senlace fue el conocido: tratados que certificaban el desguace chino. En 1885 Fr~n­
De entrada, se ne~esitaba aca ar codn fiaron la autoridad de Pekín en las déca.:
, d uaJo las nuevas que esa . ., puso las bases de su imperio sobre Vietnam, al renunciar Pekín a su sobera~ía so-
vuelta. y .trunco e c·, 'to con mas , e fect'ivos , adoctrinamiento moral
. e mstrucc1on
. téc- e Annam en el tratado de Tientsin, que estipuló además el derecho preferente fran-
das s1gmentes, un eJerci drami'ento por umdades regionales de. s a construir los ramales del futuro tendido ferroviario chino. y también ese año
. d · ficiente y un encua .
nica, con una mten en~ia e ales no del emperador. Con todo, lo esencial era re. ina y Japón sellaron una paz que hizo de Corea un reino tutelado por ambas. En
1
pendientes de las autondades oc . Y , ·ca del imperio tradicional-, a través de
. 1 . lt -base soc10econom1 . d 1 alidad, para Japón fue una solución transitoria, a la vista de la nueva guerra chino-
construir a agncu ura d .d or la revuelta la extensión e a superfi ponesa de 1894-1895. Sólo la presión europea evitó que el asalto japonés sobre la
la recuperación de los t~::renos estru1 .~s ~e nuevas obr~s públicas, como graneros pia China deshiciese la frágil unidad del imperio. Y, con todo, el tratado de 1895
cie cultivada, la reparac1on o construcc10n
rgó a Japón territorios chinos (la isla de Formosa), más una cuantiosa indemniza-
canales, diques, etc. . . el estado confucionista y conservar e n de guerra. Los bárbaros habían salvado China, pero sólo para reservarse su he-
En definitiva, el obJet1vo era recupe~art d1'c1'onal más que modernizar las es cia en forma de protectorados.
. de la autocracia ra '
apacible y sereno go b ierno . . . ara asemejarse a Occidente: de hech La derrota ante Francia certificó el fracaso del intento modernizador de la mo-
tructuras económicas y so~iale~ del impeno .P dustrias (salvo algunos arsenales), n
quía manchú tras la segunda guerra del opio. Las elites gobernantes debían res-
ni se incentivó el comerc10, m ~e ~~ea~o~ mlas amenazas internas habían sido su nder a la pregunta de cuáles serían las líneas futuras de gobierno. Entretanto halla-
apenas se desarrolló el. ferroca~n1¡. ~nde ~a:' estructuras administrativas centrales la solución, el acuerdo con Francia de 1885 soliviantó a los enemigos más acé-
peradas, pero la autonda~ se es iz stra la soberanía de Pekín sobre las ciudade os de la transformación: los sabios confucianos. Como guardianes de los valores
las locales: como un boton de mude ' ás nominal que real; de hecho, no 1 "cionales de la civilización china, estimularon los sentimientos antioccidentales de
con puertos incluidas en los trata os era m
ayoritaria sociedad rural, dirigiéndoles sobre todo contra los misioneros católicos
controlaba. . d 'fi t las dificultades de la modernización. Hub sentes en las zonas rurales de buena parte de las provincias chinas, y contra los
La política extenor puso e mam es o lt func1·onarios chinos, para comprend istros protestantes asentados principalmente en torno a las ciudades con presen-
rte de algunos a os , ·
empeño, sobre. to.d o por p~ . otencias occidentales. Poco podia consegu extranjera. Había que rechazar todo intento de reformas materiales y espirituales
la cultura y asimilar las tecmcas dellabs p 1 , sp1'de del gobierno un soberano co cedentes de Ultramar, por otra parte cada vez más evidentes y perturbadoras: ahí
,. · d más fa ta a en a cu .
esa renovada po1it1ca s1, a e ' . constancia unas líneas genum ban los barcos de vapor, las eficaces armas de guerra, los dispensarios médicos y
. l" . isos para guiar con
el prestigio e mte igencia prec T h' taba atenta a mantenerse férreamen escuelas de los misioneros, el ferrocarril, la iluminación de gas en Shanghai y otros
mente reformadoras, pues la re~:nte sde- 1 es ·ones internacionales en la recta fin os, etc., etc.
, Ch' a sufrio gran es pres1 ., O
en el poder. Ad emas, m . 'd . chinos de la conciliac1on con e Por eso, en el seno de la sociedad china afloró un doble movimiento en el tránsi-
. ·d" n que los part1 anos d' i
del siglo XIX, que imp1 iero . . De hecho, el destino del país no depen .ia el siglo XIX al XX. De una parte, la reacción para mantener una ortodoxia cultural
¡,

dente pudiesen fortalecer sus pos~c1o~e~. . de las naciones de ultramar que mte cibida en serio peligro de extinción por sus más firmes partidarios. De otra, el in- i:¡
de su propia evolución interna, ~mo e Juego
o (desesperado) de acomodar la tradición extenuada a la modernización triunfan- /Ir
venían cada vez con mayor apetito. . , para formar un gobierno centra semejanza de Japón; es decir, emprender cambios por segunda vez, pero más ra-
En fin, la incapacidad d~ la P:fu~:a~~:rd~~ciente y corrupta, la precaria sit es en extensión y profundidad. li'
lf,
zado moderno, una burocracia ad d 1 decisión de las naciones desarrolla Unos y otros tuvieron 1898 como año clave. Para entonces, la derrota contra Ja-
11!
1'1

ción social, etc., son factores que, sumda os a a . 1 tan atrayente forman la som 'I'
. - d n merca o comercia ' había aumentado la sensación de impotencia. A lo cual se unió los amenazado- ¡1

de proseguir la reb atma e u . C t do el cuadro quedaría incomp1eto avisos de las potencias occidentales de repartirse el Imperio Celeste en áreas de 11

estampa del frustrado intento rdefor:ri1st.a_. ~nva~ió ~ la monarquía manchú una pe ncia. La medicina para curar al «hombre enfermo» de Asia era un colonialismo
1',

mencionar también que la mo ern1zac10n e


amado: un resolutivo atajo para orillar la estrategia de guerra por concesiones,
f1!
vencía momentánea. 11

á útil para asestar los primeros golpes a las puertas del imperio en 1842, pero ex-
li.
amente fatigosa y lenta para demolerlo cincuenta años después. De hecho, a lo 1¡

11

I'
1
424 DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
EL EXTREMO ORIENTE
425
largo de la década de los 90, Rusia, las naciones europeas y Estados _Dnidos colllpi.
tieron sin disimulo por hacerse con lo más sustancial d~l mercado, chmo. tiguas socied~des secretas,. c~m las que compartía el odio a la dinastía y a los extran-
Primero los rusos, que consiguieron en 1895 permiso ~e Pe~m para fundar un jeros, en particular a los mis10neros, a quienes se acusó de secuestrar niños forzar las
banco de capital ruso-chino, destinado prioritariamente a fir;tanciar la con~trucción conversiones ~ cambio de dinero, emplazar los templos en lugares sagrado's, etc.
del ferrocarril transiberiano con destino a Vladivostok, a traves de Manchuna. Y lue. Las embajadas europeas pr?t~staron cuando el gobernador de Shantung no con-
go, todos los demás, que exigieron condiciones al menos idé~tic~s a las.l~gradas Por denó los a~aqi::s bóxers a los cnstianos en el otoño de 1898. y no se le sancionó por-
el zar. Los franceses lograron derechos preferentes en las provmci~s men~10nales ch¡. que la aspiracion de la Corte Imperial era desviar contra los europeos la revuelta uno
nas para explotar minas y construir ferrocarriles. Para .en~azar In~ia y Ch.ma, a .los in. de tantos levantamientos cíclicos antidinásticos. La calculada indecisión de Pekí~ an-
gleses se les permitió levantar un primer ramal ferroviano a traves de Birmama. Las tes de que el movimiento bóxer alcanzase toda su intensidad en la primavera de 1900
suspicacias de Rusia se despertaron cuando Alemania ?i~ó y obt':vo la concesión de contrastó con las promesas de combatir a los bóxers realizadas a los occidentales por
la red ferroviaria y de las minas adyacentes en la provmcia n~rtena de Shantung. La los gobernadores de las provincias agitadas y de otras del sur.
tranquilidad volvió a San Petersburgo al sacar nuevas conces10nes. que compl~taron Finalmente, l?s bóxers atacaron el barrio de las legaciones extranjeras en Pekín en
su dominio económico sobre Manchuria. Por su parte, Est~dos Un~dos .~eclamo (con junio de 1900, al tiempo que la emperatriz declaró la guerra a las naciones bárbaras. Por
éxito) garantías para invertir en cualquiera de las áreas de mfluencia tejidas con tan. inici~tiva del kaiser Gui~lermo 11 se formó una expedición militar que ocupó la capital
to esmero por los demás competidores. , . y obhgó al~ Corte a huir. Abandonados, los cabecillas revoltosos fueron ajusticiados y
La lógica colonialista de todos ellos era implacable, ahora que la decrepita vo- la emp:ratríz tuvo que afrontar una fuerte indemnización en el tratado de paz firmado
luntad del Hijo del Cielo apenas contaba. Y... ese apenas aún era algo: ante el temor en septie.mbr~ de 1901, y las nuevas y duras concesiones que vinieron en el crepúsculo
de ser el último monarca de la dinastía Ching, el joven emperador Kuang-su se deci- e una dinastia c?mpletamente desprestigiada. Por supuesto, mientras hubo imperio las
dió a encabezar las reformas. Aconsejado por un equipo de c~laboradores que care- evueltas campesmas no desaparecieron, por efecto del alza de los impuestos.
cía de experiencia política, entre el 11 de junio y el 21 de septie_mbre d~ 189~ Kuang- Y, sin embargo, la emperatriz hasta su muerte en 1908, y desde entonces hasta
su promulgó cerca de 40 decretos para mode::iiz~r el. Estado chm.o. El impen~, se de- 911 el regente del último emperador -Pu-yi, un niño de 3 años- trataron de salvar
cía en el primero, iba a la deriva «Con un ejercito sm ent~en~miento: ,un~s ~nanzas a situación adoptando las mismas reformas que años antes habían precipitado la
desorganizadas, unos letrados ignorantes, unos artesan~s ,sm mstrucc10n .tecm~~». El .aída de ~uang-su. Así, cambios militares (creación de escuelas de oficiales), educa-
b . moque separaba a China de las naciones fuertes exigia tomar unas disposic10nes v~s (env10 ~e ah.~mn?~ fuera, a Japón principalmente), administrativos (descentrali-
ais · · d l ' ' te mo do: ción Y .rac10n~hzac~o? bur~cráticas) y económicos, para unificar las variadas y
sin d emora, las más importantes de las cuales podrían smtetlzarse
· d e· sigmen d' · 1 esorgamzadas imposic10nes fiscales. A partir de 1908 se uncieron a la reforma unos
Ante todo reformar las antiguas instituciones: abolición e1 sistema tra ic10na
de exámenes ~ara acceder al cuerpo de funcionario~ y creación ~n s::
lugar ~e una 'm~dos pasos .de carácte~ constitucional: asambleas consultivas provinciales, otra
universidad imperial; envío de estudiantes al ext::anje:o; modernizac10n del sistema cional Y al fin la creación de un gabinete ministerial en abril de 1911. Pero dos
escolar provincial; permiso al pueblo y a los func10nanos de r:ie.nor e~cala para .re~u­ ctores hicieron imposible y quimérico el experimento modernizador que tan a
stiempo se trataba de recorrer.
rrir directamente al trono imperial; simplificación de las admimstr~c10nes .~rovmci~­
les y eliminación de sinecuras. Pero, además, había que crea~ una mspeccion econ~­ El primero de ellos: el control de la economía y la obediencia de las tropas había
mica especial y una junta nacional para fomentar el comerc10, la agncultura, la mi- a~c.ulado desde Pekín hacia las capitales de provincia, cuyos gobernadores habían ad-
nería y la construcción de ferrocarriles. . , . . , mdo el protagonismo que la parálisis imperial manchú no supo conservar. Cabeza
Si el proceso de reformar desde arriba el ~stado ~r~ labo.nos~ Y fragil, fue u~po­ .c~erpo vivían d~sligados. Era la muestra más clara de la ruptura del equilibrio tra-
sible del todo cuando la emperatriz viuda Tse-hi, que vigilaba mqmeta esa ~enovación, c10nal de la sociedad y del Estado chinos, modificados esencialmente desde media-
detuvo al emperador en septiembre de 1898, mandó ejecutar a. sus cons~jeros Y que- s del siglo XIX, al principio con lentitud, y luego muy deprisa por el efecto combi-
do de presiones políticas e inversiones de capital extranjero.
dó como regente del imperio (hasta su muerte en 1908), ~ustodiando al t~tere que ~o~
locó en el trono. El partido inmovilista de la Corte trunco las reform~s sm t~ner :~ El segundo factor fue doble: la conversión antidinástica de los reformistas de Chi-
guna alternativa que sacase a China del impasse. En todo caso, lo mas parecido a más la acción extramuros de grupúsculos de republicanos, sobre todo entre los ele-
programa de gobierno fue el fluctuante apoyo que prestó la em~eratriz regente Y.su entos de clase media formados en Japón. Para unos y otros, la única alternativa de
Camarilla a la rebelión bóxer que estalló justo entonces, en el otono de 1898. O mejo.r turo era una revolución destinada a destruir el viejo orden. De todos estos hombres
· · , a 1 _mo d erno Occi·
dicho eso fue la muestra más significativa de 1a rotun d a oposic10n d evos, Sun Yat-sen (un chino nacionalista de cuna campesina y estudios occidenta-
dente' de la dinastía manchú, que se sumó al patriotismo xenófobo chmo enarbola 0 ) fue quien articuló y divulgó con mayor precisión, a través de la prensa afín edi-
a en Tokio, los principios del nuevo orden: nacionalismo, democracia y socialismo.
por los levantiscos. . - onio·
Los ingleses llamaron bóxers a los miembros de la Sociedad del Puno Arm. d Alentados por Sun, todos los golpes de Estado que el grupo de disidentes repu-
so una secta nacida en la provincia de Shantung. En su origen, era una especie e can?s denominado Alianza Revolucionaria organizó hasta 191 O fracasaron. Inclui-
'
asociación gimnástica transformada luego en una organismo pol'itlco · fil'ia1 d e las an· 0
el ultimo, en abril de ese año. La revolución victoriosa fue en octubre de 1910 y
por el alzamiento del ejército en Hupei, una provincia del centro de China. Como
DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EL EXTREMO ORIENTE
426 427
, · ·as del centro y sur cortaron con Pekín en El principal efecto político del influjo civilizador chino fue transformar el antiguo
un reguero de pólvora, las <lemas pr?".1lnc1 ev1'to' gracias al acuerdo entre Sun y el go.
· · tes La guerra c1vi se sistema de linajes en un Estado burocrático tendencialmente centralizado, que adop-
los dos meses s1gmen · ·- dor abdicó en febrero de 1912 Y 1a presi- tó el derecho y el ceremonial chinos. Se constituyeron unas 60 provincias, goberna-
. . . 1 r el que e1 mno empera 1 d'
b1erno impena , ?º . . confió a Yuan, el más capaz de entre os ignatarios das por el emperador (llamado también tenno o mikado) a través de una red de fun-
dencia de la Repubh,ca Chma :ebl' debía gobernar los complejos problemas de cionarios que viajaban a ellas por temporadas, desde la capital. En teoría, la base eco-
manchúes. Nacía as1 una Repu ica que
un vasto imperio. nómica del tenno era su dominio sobre todas las tierras del país pero, de hecho, un
vasto entramado de latifundios privados exentos de impuestos convivía con las tierras
páblicas imperiales. Además, entorpecieron esa autoridad las luchas crónicas del em-
2. La metamorfosis de Japón perador y los clanes deseosos de arrancarle el poder efectivo, y las guerras civiles en-
tre clanes que buscaban la hegemonía exclusiva a costa de anular los privilegios y la
. ., ado or unas 1.000 islas y algunos miles más de is- autonomí~ de la~ _demás familias. E:ste recurso permanente a la violencia hizo muy
Japón es u~ ,arch1p1elago forro ~OO kmZ. De norte a sur, hay cuatro islas prin- frágil la vida poht1ca de Japón, dommada por los guerreros o samurais y por el culto
lotes. Su exten~1on total ronda os IrÍ da· Honshu es la mayor, tan grande como
370
a las artes bélicas de su ética militar.
cipales: Hokkaido, algo menor qcue d ~n. 'Kyushu es similar a Taiwan. En conjun-
- . Sh'k0 ku es como er ena, y A fines del siglo XII, el emperador nombró shogun (generalísimo) al jefe del clan Mi-
Gran Bretana, l _ t hos valles bosques frondosos que ocupan namoto, que pasó a gobernar el Estado mientras el mikado fue limitado a unas tareas
to, es una tierra de altas montanas, es rec costera~ en las que se han concentrado
. d d 1 's y extensas cuencas ceremoniales y espirituales honoríficas. El tenno quedó convertido en el símbolo de la
más de la mita e pai . d ferentemente al cultivo del arroz. continuidad cultural japonesa. Si el shogun era el gobernante secular del Estado, el ten-
históricamente sus habitantes, dedica os lrel r del país el mar ha sido un elemento
En la configuración del ca;ácter p~r ic~ ~er el prin~ipal canal de comunicación,
º era la principal referencia ética: una diferencia con China, donde el Hijo del Cielo
unó ambas funciones. De ahí que las rebeliones contra el gobierno no fueran necesa-
tan decisivo como la n:orfolog~a te1;~ ~~:tros separan Japón de la península de ~o­
1 ·amente contra el emperador, algo también distinto que en el Imperio Celeste.
cle cultura y de comerc10. Dosc~ento d Ch1'na Son aguas peligrosas por los tifo-
· d 1 punto mas cercano e · . . Esa dualidad en el gobierno central del imperio entre el shogunado (o bakufu) y
rea y och oc1entos e . . h rvido para contener las mvas1ones y corte imperial continuó hasta 1867, y se reflejó claramente en la estructura admi-
nes y tormentas. Pero al mismo tiempo, an sed .
. és con el mun o extenor. 'strativa del país: junto a los lugartenientes imperiales estaban los gobernadores mi-
P ara acompasar . .
el contacto Japon h
1 r están 1as erenc1as
. que los chinos y los occidentales han
. ares dependientes del shogun. Hasta comienzos del siglo XVII, los clanes Fujiwara y
Junto a 1a tierra
· Y e ma
· ·aponés Unos y o t ros han modelado la cultura mpona, trans- hikaga ocuparon sucesivamente el cargo de shogun en medio de una profunda tur-
aportado a1 patr1momo J . t s de su historia: en los siglos VI y VII, y en encia debida a nuevas guerras civiles, que debilitaron el sistema burocrático obe-
1 °
formándola decisivamen~e _en dos mo i;i~n d primitivo Japón surgen a ejemplo de
1 ente a los shogunes, paralelo al imperial. Entre 1603 y 1868 el shogunado lo posee
el xrx. Los cimientos rehg10s~s Y ?~ iti~~:liz:dos evoluciona a gran velocidad la en~ clan Tokugawa. Durante este dilatado periodo, los Tokugawa impulsaron un régi-
China. A semejanza de los paises ml us . , hasta convertirse a comienzos del
. d . no una se ecta m1nona, 'b n autocrático militar que tuvo básicamente dos logros: arrinconar a la monarquía
tera soCieda Japonesa, Y_ . . , identalizado impronta que se perc1 e perial y otorgar a sus súbditos una prolongada (y desconocida) era de paz interna.
siglo XX en el país del ~n~nte as1átf1co ma~ occ anización ;ocial y sus modos de vida.
en sus actividades econom1cas, sus ormas e org expensas -eso sí- de un costoso precio: controlar con mano férrea a la sociedad
onesa y restringir el contacto con el mundo exterior. En ambos propósitos obtu-
ran un éxito mucho más rotundo que el de los manchúes en la misma época.
2.1. UNA SOCIEDAD COMPLEJA
Ese ejercicio de control afectó a la entera sociedad japonesa, comenzando por el
no, y desde muy temprana fecha. En 1615 se dictó una ordenanza estableciendo las
. Ja ón de China (a través de Corea) a 'siones del emperador y de su pequeña corte, asentada en Kyoto: el emperador te-
El confucionismo y el bud1sn:o llegaron ~b. el concepto de soberanía imperial
p que dedicarse al estudio y a la poesía.
. VI VII Del pnmero se rec1 io . d
partir de 1os ~1g1os, . y . 1 bsoluta algo extraño a los cultos part1cu1are~ . Los dos siglos y medio de la etapa Tokugawa presencian muchos cambios en la
de una autoridad umca, centra y a ' 1 b d' mo también se puso al serv1c1 enación social japonesa, articulada en rangos o castas. La estratificación de sus
los clanes tribales japoneses. Por s~ ~art;, e lu i~~o VII una doctrina sincrética, as superiores se mantuvo incólume. En la cúspide hay un emperador que no go-
de la centralidad. Sobre ambos se e a orol.e~ e s cuyo núcleo es éste: para asegur ma. Le asiste el shogun, que se apoya en una Gran Consejo compuesto por cinco
. · 1 olítico moral y re ig10so, . ci
carácter umtano en ° P ' h d la convivencia social, las aspira ianos. Del shogun dependen unos grandes vasallos nobiliarios que se llaman
la armonía, fundament~ ?e la vida_ u~ana ~ú: Como en China, la procedencia . io. Éstos pertenecían a las familias guerreras aliadas desde el principio con el
nes individuales se sacnficaban al mteres ~o 1 . . . , n y lealtad como ideal étl
'd d · ·al debía garantizar a sum1s10 d er Tokugawa, o a los clanes rivales derrotados en 1600, denominados tozama.
vina de la auton a impen . t d China fue la permanencia e
:i
y político de los súbditos. ~o ?1ferente respee; s~ lo VI antes de Cristo, lo cual no
asegurar la lealtad de los tozama, el shogun rodeó sus tierras con feudos de
única dinastía, la que ~ndo Ju~lmu_ Tenn~ nte
bró a Japón de las contiendas mtenores ura
!n
largo periodo de tiempo.
llos leales del todo. A su vez, los daimio tenían que residir en años alternos en la
ital del shogunado, Tokio (Yedo, o Edo) -la capital imperial era Kyoto-. Esto
DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
EL EXTREMO ORIENTE 429
428
exigía cuantiosas inversiones y suponía que su mujer e hijos quedasen como rehen a aparición de~ cri~tianismo t~v? una influencia corta pero igualmente vigorosa y es-
. uiante. Los Jesm~as no se limitaron a introducir la fe: se interesaron también por
cuando el daimio regresaba a su feudo. lengua y cultura Japonesas (redactaron un diccionario portugués-japonés), funda-
La pacificación de la sociedad transformó el papel de buena parte. de los acto
sociales. De entrada, los samurais. Servidores de los clanes y protagomstas de las 1
on escuelas, llevaron la imprenta o aportaron conocimientos novedosos a la arqui-
chas intestinas de la época medieval, bajo los Tokugawa residirán en las ciudades f ectura, la astronomía o la medicina.
Los prometedores avances cosechados por los misioneros no los logró frenar un
tificadas obteniendo soldadas de arroz a cambio de los nuevos deberes administra
vos y ce;emoniales que se les encomiendan. Salvo para castigar las no muy frecue rimer decreto del shogunado prohibiendo el nuevo culto, al no ir ligado a una per-
cución en regla. De hecho, aumentaron las conversiones. Las persecuciones de 1597
tes rebeliones campesinas, de poco servían ya sus sables a los guerreros reconvertid
1616 sí detuvieron la incipiente evangelización: se prohibió la actividad misionera y
en funcionarios e intelectuales. . ubo mártires entre los misioneros y los cristianos nativos; el número de cristianos se
Los campesinos constituían las tres cuartas partes. ~e la po_blació_n Y su activida
agraria era la base económica de los daimio, que percibian ~asila mitad de las cos dujo de 300.000 a unos pocos miles, que mantuvieron su fe de modo encubierto, so-
chas de arroz. Atados a la tierra, no podían emigrar a las cmdades. Pero dos hech e todo en la región próxima a Nagasaki. Entre otras razones, la persecución se de-
'ó a que las conversiones de daimio del oeste reacios a aceptar a los Tokugawa hizo
alteraron con el tiempo ese principio estático, fomentando la movilidad social d
nsar a éstos que el cristianismo fortalecería los vínculos comunes a todos ellos para
campesinado y la penetración de la economía mon~taria ~n el medio rural. De un
parte, el progresivo paso de una agricultura de subs~stencia a otra de consumo par chazar la autoridad del shogun.
Por lo que se refiere al comercio, mercaderes ingleses, españoles y holandeses
abastecer a las ciudades en crecimiento. De otra, el mcremento de las tasas que gr
arecieron por las costas japonesas a lo largo del siglo XVI. Todos fueron muy bien
vaban las cosechas . cibidos por los daimio y, de hecho, el trato con los europeos espoleó el interés mer-
.Las manufacturas estaban organizadas según una estricta división en gremios.
ntil de los nativos: entre 1604 y 1636, más de 300 expediciones comerciales japone-
desarrollo inicial en torno a las joka-machi (ciudades fortificadas de los daimio) y Ky
s recibieron el sello rojo (una licencia del shogunado) para comerciar con los puer-
to se desplazó luego a urbes populosas como Tokio, c~m un mi.lló_n de habit~ntes al
s asiáticos en Luzón, Annam, Tonkin, Camboya y Laos, donde se establecieron afi-
nal de la época Tokugawa, u Osaka, con trescientos ~111. Los daimws.~ependieron ca
nas comerciales. Salían del país oro, plata o cobre, a cambio de lo cual llegaban ar-
vez más de los préstamos de los comerciantes. Al final de la evoluc10n, en la segun
as, cerámicas chinas, libros, seda cruda y tejidos de seda.
mitad del siglo XlX, la fuerza de los mercaderes en el progreso (y desintegr~ción)
Pero hacia 1640 los Tokugawa apostaron por un aislamiento proteccionista com-
la época Tokugawa acabó siendo incuestionable: socavaron las bases agranas de
eto, que se creyó (y fue de hecho) útil durante doscientos años largos para preser-
economía y crearon una nueva cultura urbana en la que los idea~~s castrens~s de 1
la estabilidad dinástica ante el libre comercio y el intercambio exterior. Se impi-
samurais fueron sustituidos del todo por nuevos moldes mercantilistas. Precisamen
6 el paso a los barcos españoles y portugueses. Cesaron las expediciones japonesas
los samurais de rango inferior (los más empobrecidos en ese periodo, y ~os qi:e h
tramar. Se prohibió a los nativos la construcción naval y salir al extranjero. Se vetó
bían perdido sus antiguos privilegios sociales) desempeñaron una papel mas activo
residencia en Japón a los extraños. Y la misión holandesa establecida en una islita
la génesis de una nueva ordenación política -en cr~ar un nuevo Japó_n- cuando
'xima a la ciudad de Nagasaki fue la única autorizada a seguir comerciando.
diese la ocasión oportuna, que vino por el contacto impuesto por Occidente. Pero e
Pese al cerrojazo, la comunicación cultural con el mundo occidental se mantuvo
beneficiario último del cambio de régimen fue el emperador y no ellos.. .
En definitiva, durante la prolongada época Tokugawa surgen relac10nes sociales uemente gracias a los manuales y libros holandeses. Esta sabiduría de las cosas
cticas occidentales se denominó rangaku (literalmente, ciencia holandesa) y fue
y económicas propias de un periodo moderno, sobre las que luego se ap~ya~án las re-
formas de la etapa Meiji. El dinamismo de la sociedad jap,o_nesa es l~ pnncipal. causa ve para que arr~igase lentamente entre algunos núcleos de intelectuales -en par-
que explica que el país no se convirtiese en un mero satelite colomal de Occidente, ular e~ ~a floreciente escuela de Mito durante el siglo XIX- una convicción que re-
tó decisiva en el momento del contacto forzado con Occidente: Japón debía absor-
sino en una nueva potencia europeizada e imperialista. r el superior conocimiento europeo, para garantizar así la defensa de su cultura·
eptar la modernidad para conservar la tradición; abrirse en busca del progreso téc~
co. para conservar las esencias; salir para cerrarse de inmediato, con el bagaje de-
2.2. DEL AISLAMIENTO AL CONTAGIO sivo necesario. Sin duda, una actitud mucho más avanzada que la china para ba-
el contacto con los europeos.
En plenas discordias entre clanes, los portugueses llegaron al sur de la isla meri-
dional Kyushu a mediados del siglo XVI. Ellos introdujeron las armas de fuego, ~as
El veto al trato directo con el exterior se mantuvo indefectiblemente, hasta que
s norteamericanos lo violentaron en 1853. Hasta ese momento, los shogunes habían
mercaderías chinas y occidentales y los misioneros jesuitas, con San Francisco J~vier
~~a~ado con fuerza las pretensiones de comerciar de los rusos (a fines del xvrn) y
a la cabeza tres factores de largo recorrido futuro. Las armas de fuego revolucwna-
' · 1 'fi ador. tamcos, en 1808. Con todo, las expectativas de San Petersburgo y Londres en la
ron las artes de guerra y tuvieron un profundo efecto ~n el fin d.e proces,o ~m e dis~
~ se c?lmaban con las concesiones paulatinas de orden político y comercial que
Las mercancías avivaron la curiosidad por conocer las ideas, aplicar las tecmcas Y 1
Kin les iba otorgando. Unos y otros delimitaban claras áreas de influencia al norte
frutar de los productos del mundo de ultramar, como el tabaco, la pimienta o el pan.
DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EL EXTREMO ORIENTE 431
430
y al sur del gran Imperio Celeste. De ahí que su interés por Jap~n fuese momentá tado y, en fin, buscar por «el mundo entero el Saber, a fin de exaltar el Régimen Im-
neamente secundario. A los norteamericanos les pasaba lo contrario: el Pacífico oc rial». Pese a la calculada ambigüedad de este programa de gobierno, ésas fueron las
dental era una zona de expansión preferente tras la adquisición de California y el d líneas básicas de restauración nacional a las que se sujetó el mikado en adelante.
sarrollo mercantil del puerto de San ~rancisco y, además, habían _ll~gado ~ar~e a Ch~} El otro problema era aunar en torno al emperador a los señores feudales des-
na, disputada por las grandes potencias europeas. El mercado mpon saciana las ex~ contentos: los daimio rebeldes y nostálgicos del régimen Tokugawa fueron anulados
definitivamente en 1869, al tiempo que los restantes se sometieron voluntariamente a
pectativas estadounidenses. . ·
Para eso llegaron a la bahía de Yedo cuatro vapores nortean:encanos, al man. jurisdicción imperial. Superadas las discordias internas, la restauración se asentó
do del comodoro Matthew Perry. Era el 8 de julio de 1853. En el mtercambio de re partir de entonces sobre unas bases estables de convivencia y colaboración.
galos, Perry entregó un telégrafo y un tren en miniat':1ra Y tomó :as ricas. r:ianufa
turas de seda y porcelana que le ofrecieron. Pero no iba a eso, smo a exigir que s
entregase al emperador una carta del presidente Fillmore reclam~nd? el derecho J. LA RESTAURACIÓN MEIJI

permanecer y de comerciar en los puertos japoneses. Tras los bn~dis ?' l?s desfil
de los samurai, los extranjeros se fueron. Cuando regresaron al ano siguiente rec· Meiji significa luz o luminoso y es el calificativo empleado normalmente para des-
bieron permiso para intercambiar carbón y otras merc~nc~as en dos puertos, dond ribir el gobierno iluminador o ilustrado de Mutsu-Hito, de 1868 a 1912. Aunque sea
se instalaría un cónsul americano. Gran Bretaña y Rusia firmaron tratados gemelo gítimo y común hablar de la revolución meiji, lo que hubo en Japón en ese periodo
al norteamericano en 1854 y 1855. Nuevas imposiciones, como la residencia de ex e más bien una evolución reformadora, que acabó afectando a todos los ámbitos de
tranjeros en Osaka y Yedo, la apertura de otros puertos, las tasa_s bajas d~ los aran vida social japonesa. De hecho, el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen pudo ha-
celes y el principio de extraterritorialidad, se lograron en los anos sucesivos al fi rse en Japón sin las tensiones características de Europa y a una velocidad bastante
perior. Las explicaciones son múltiples. Una reside en la singular estructura de la
marse nuevos tratados. ropiedad de la época Tokugawa: los daimio eran tan sólo administradores de unas
Los bárbaros se embolsaban ya las mismas cosas que en China, Y al mismo tie
po. Pero la evolución fue radicalmente distinta en Japón: lo que importa aquí no e erras que pertenecían al emperador; cuando éste de hecho acaparó el poder, apenas
tanto qué consiguen los extranjeros, sino lo que Japón logra entre 18_54 y 1868, en l alló resistencia en quienes podrían haberse erigido en sus opositores.
etapa de desintegración del bakufu o shogunado: Er~~onces se prod~Jº el profundo A?emás, dos hechos coincidentes en el tiempo y mutuamente vinculados ayudan
rapidísimo cambio a formas modernas de orgamza~10n estatal y ~oci~l. Esa larga d . explicar que las reformas fuesen muy hondas y extraordinariamente estables. De una
cada fue un tiempo de violencia e intrigas, de rebeliones y conspir~c10nes de los dat e, en 1868 Mutsu-Hito deshizo la dualidad entre shogun y emperador, enlazando
mio y samurais del sur y del oeste (Choshu, Satsuma y Tosa en particular) a favor d autoridad civil y religiosa en la misma persona. De otra, en 1871 decretó la reposi-
emperador y contra el shogunado, al que acusaron de condescendiente, antipatriótic n del sintoísmo como culto oficial: la religión tradicional japonesa sería un firme
y cobarde ante las presiones de los occidentales. Para l;>s detractore: del shogunado "ncipio de cohesión interna, que permitiría adoptar tanto las técnicas occidentales
había que «reverenciar al emperador y rechazar a los barbaros», segun el lema que l roo las formas políticas liberales (constitución y partidos políticos) sin renunciar
r ello a los peculiares e inmutables valores nacionales. La reciente historia de frag-
escuela Mito brindó a los descontentos.
Pronto se comprobó que lo segundo -expulsarles- sería imposible. E? 186 ntación política y atomización social había mostrado que la modernización era ne-
los ingleses bombardearon Kagoshima (la capital de Satsur:ria) Y en 18~~ ~himono aria, precisamente para conservar incólumes las tradiciones culturales japonesas.
seki, en represalia por los ataques xenófobos a pers?nas e mt~reses bn~~mcos, ~ Pero es que restaurar las grandezas pasadas implicó también conquistar regiones
11
cañoneo a barcos extranjeros en el estrecho de Sh1monoseki. La lecc10n ext_ra1 hre las que ejercer su hegemonía económica y cultural, como antiguamente. Así que
fue patente: para desalojar a los bárbaros habría que copiar sus adelantos, sm r proyecto reformador meiji tenía (por naturaleza, aunque en estado latente) un na-
nunciar a las tradiciones nativas. El otro ideal -devolver al emperador el pod nalismo expansionista, cuya eclosión y éxito dependerían de la tardanza en copiar
adela~tos militares occidentales. La rapidez en hacerlo admiró al mundo y asustó
efectivo del que fue despojado dos siglos y medio antes- se coronó en no:iemb
de 1867, cuando el shogun entregó los resortes del poder al emperador, ur_i JOV~n. os vecmos. El imperialismo meiji fue parte esencial de las reformas acometidas. Al
catorce años llamado Mutsu-Hito. El mikado le manifestó secamente su disposic1ó Y al cabo, era otro modo de conciliar la tradición con el colonialismo tan intensa-
a controlar «directamente la política imperial», quedando Mutsu-Hito desde ener te ensayado por las naciones a las que el Japón aspiraba a emular.
La China admirada durante siglos quedaba como ejemplo patente de estanca-
del 68 al frente de Japón. , ento Y de dominio extranjero. Por tanto, había que evitar ese modelo. Para el Ja-
Con todo había que resolver las dos cuestiones de mayor calado que podi
arruinar la e~presa de construir un nuevo Japón. Por un lado, había que templa~ mei[i, Occidente era el espejo. Superada la etapa de aislamiento, nada impedía co-
los partidarios del mikado voceando los principios que ~ustentarían_ el pode~ impena er directamente cuáles eran esos adelantos sobre los que edificar el nuevo Japón.
Esto se hizo en abril de 1868, al publicarse una carta Jurada de cmco articulos, q eso, una misión diplomática japonesa dio la vuelta al mundo recorriendo Nor-
contenían las promesas de abolir «las costumbres perniciosas del pasado», cr mérica Y Europa entre 1871 y 1873: en Washington les recibió el presidente Grant,
«asambleas deliberativas», resolver entre la autoridad y el pueblo los asuntos de E Londres la reina Victoria, en Berlín Guillermo I y en San Petersburgo el zar Ale-
EL EXTREMO ORIENTE
DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
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. . dicionarios regresaron a Yedo atónitos ante lo contern. Nacieron así 8 distritos universitarios y 32 preparatorios, a cuyas escuelas era obli-
jandro U. Los c~si ~ien e~pe ensos recursos naturales de Estados Unidos, y la divi- gatorio asistir a niños y niñas entre 6 y 1O años. Las escuelas preparatorias se de-
plado en su periplo. los ifm . . d strial de Gran Bretaña; el sistema educativo sarrollaron con mayor ímpetu, gracias al cuerpo de profesores formados en escue-
sión estatal de p~der~~; e e~?uJed~ P~sia 0 del imperio austro-húngaro. Aunque las normales, donde recibieron una disciplina cuasi militar y una amplia libertad in-
francés; la orgamzac10n. poh:icat t dos comerciales desfavorables firmados en los telectual, el rasgo predominante (salvo en lo referente al origen y la evolución de la
fracasó el ~ntento de revisar ~s. ra l:s ideas traídas por la misión japonesa marca. casa Imperial) de la Universidad Imperial de Tokio fundada en 1877.
años anteriores con No~teamen~a, bién porque los contactos establecidos permitie- Para evitar el desplome de este dilatado esfuerzo reformador había que acelerar
ron el sendero de las re ormlas, am . i"dades y acordar la futura colaboración de con urgencia una reforma fiscal y tributaria. El aumento de los gastos a causa de la
. t dº tes en a gunas univers _ , guerra civil y el desorden en la recaudación eran razones sobreañadidas para aco-
ron situar es u i~n b t d dó a descubrir que 50 anos atras ape-
especialistas occidental~s. y'. so ;;is~a ~nª~as naciones: no era tanto el retraso con meter esa reforma lo antes posible. De hecho, se puso en marcha al mismo tiempo
nas nada de lo que habian visto b , ue recuperar a toda prisa el tiempo perdido. que se impulsaban las reformas educativa y militar. Lo primero fue crear una mo-
el mundo desa?"olla_do, ?~ro h~:::d~ro de las reformas fue la centralización admi- neda única, el yen, que sustituyó a los 1.500 papeles moneda diferentes emitidos por
. El _log~o mas ~x10~~tico y similarse a las naciones-Estado occidentales. El pro- los daimio. Luego, se fijó un impuesto sobre las cosechas del 4 % anual a pagar en
mstratlva, imprescmdib e par~ a 1 muy rápidamente. La estructura del go. especie, obligatorio para todas las propiedades. La creación de un catastro, la abo-
ceso se realizó de modo gra ua ' ~unque s a lo largo de la década de los setenta lición de la servidumbre y la autorización para la venta de tierras fueron otras im-
. . · 1 fu eformada vanas vece . ' portantes disposiciones que completaron la reforma agraria.
b:erno impena e r 1 oderes le islativo y ejecutivo se repartieron por Cá-
siendo lo permanente qu~ o~ p d' 1 gs ministerios. En el ámbito local, la sumi- El Estado imperial meiji era el principal promotor del capitalismo japonés fini-
maras, de una de las cua es epen ian o , nombrándoles funcionarios imperiales secular. El urgente fortalecimiento nacional (muy particularmente el vigor militar)
., d d · · en 1869 se recompenso era tan prioritario que desaconsejó confiar el crecimiento a la iniciativa privada,
s10n e 1os aimw . . f d les En 1871 nació un nuevo orden ad-
antiguos domin10s eu a · . .. como pedía el liberalismo económico clásico. De ahí que las grandes familias de ne-
con man d o en sus e supuso la eliminación defmitiva de los
ministrativo basado en las .~ref~ct~~s; q~ocaso de los ejércitos de samurais depen- gocios japonesas (los Mitsui o los Mitsubishi) apoyasen sumisamente las líneas
antiguos dominios. y tambien sigm co e maestras del desarrollo económico meiji y, a su vez, obtuviesen del Estado como re-
dientes de lo~ daimio.. . b defensa debía correr a cargo de la nación compensa la concesión de monopolios estratégicos y la venta o donación de empre-
1 1
En un chma de v10lencia g1o ~'la murais. Por eso se decretó en 1873 que sas estatales con las que contribuir mejor a la riqueza nacional: los Mitsui domina-
en armas y no ~e la c~ase armada_ e ~s s~ forzoso. Como en Francia, se eximió a on la banca, mientras que los Mitsubishi controlaron el comercio marítimo. De los
habría un ejército nac10n~~ por ahsta~~~n o mprar la exención. La organización y rimeros pasos industrializadores se encargó directamente la administración impe-
los primo~énitos Y tambien se p:r1;1~~ s~~icio militar obligatorio se confió a ins- ·al, con la creación de industrias de armas, el apoyo a la minería y la siderurgia, el
adiestramiento durante los tres ano A , acabó la supremacía guerrera de la endido de líneas ferroviarias para mejorar los transportes terrestres o el impulso del
tructores franceses, ingleses Y alem~n~s. ~ ~ En 1876 todo un símbolo del ansporte marítimo, más barato.
época feudal, cuar~e~d~ ya en el peno i~ d: ~;;;:·ables, qu~ antes había sido casi Si los avances técnicos se habían importado con éxito, ¿por qué no hacer lo mis-
cambio fue la prohibición a los s~m_ura p .ón del privilegio social del estamen- o con las instituciones políticas occidentales? Una occidentalización completa ha-
una obligación y, sin duda, la maxima expresi a que Japón fuese tratado en condiciones de igualdad por las potencias desarro-
to militar japonés. . d b' una sociedad tan tendencialmente iguali- das y, por tanto, les haría renunciar a los privilegios arrancados en los primeros
Al fin y al cabo, la Japonesa e ia ser , . De ahi' que nuevos edictos impe- tados en la década de los 50 y 60. Con todo, el cálculo existente en el argumento
, 1 Europa 0 Norteamenca. a una parte de la cuestión, ya que en Japón existían personas firmemente con-
taria coro~ parecia ser.º. . . , o los de los samurais: se decretó que la cuna
riales elimmasen los pnvileg10s, y no sol . 1 f sional se igualó jurídicamente a ncidas de acometer esos cambios políticos, en paralelo a las demás reformas. La
no podía impedir a nadie su as~~nso sociam~t~f~:nios e~tre castas distintas; a par- opaganda constante del antiguo ministro meiji ltagaki Taisuke cuajó en el Movi-
la casta de los p~rias J'. se permi:~ron los 1 unos años más tarde otro civil, insp~­ iento por la Libertad y los Derechos del Pueblo, que hacia 1881 estaba extendido
tir de 1882 entro en ~igor un ~o ig~!~:~taJde estos cambios inspirados por la mi- r todo el país. La reclamación de derechos políticos populares obtuvo el aplauso
rados en el napoleómco. Pero a ra . ºf" , ni· mucho menos-, que neralizado. Y el gobierno se vio forzado a anunciar que una Constitución regula-
. d d · el Estado no sigm ico -
noría rectora ans10sa e mo ermz~r t fuese asimilado con la misma ve- ª todo eso antes de 1890. De hecho, hasta entonces, sucesivas piezas se fueron en-
ese mismo afán refor~ador ,estuviefuse pres~n l:sº costumbres evolucionó con mayor rzando en la maquinaria institucional. Por ejemplo, en 1884 la nomenclatura de
locidad por el pueblo Japones. La erza e nobleza tradicional se reconvierte a los cánones europeos y se les otorga su re-
lentitud que las leyes. 1 . . ó era una prerrogativa exclusiva de los esentación en una futura Cámara de los Pares. Además, en 1885 nace un Gabine-
Acabado el tiempo en que a mstrucci n . , . 1 olar los conte- a lo occidental, pero con ministros responsables sólo ante el mikado. Y en 1888
samurais' el Estado debía ~mplan~ar la educaci,onE~n~:~:sa~n~o c~;~plicaron sin fi~ e nombró un Consejo Privado vitalicio, para estudiar la urdimbre de la futura
nidos y los encargados de impartirla, c~aro. e~t~ose tamb~n en el modelo francés. nstitución.
suras los principios liberales en boga, mspiran
434 DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EL EXTREMO ORIENTE 435

La Constitución que se promulgó en 1889 había de ser el arco de clave de t de Pekín. Ante un ejército numéricamente superior, venció la organización y la
la reforma política. Prometida en 1868, ahí estaba al fin. Pero su lenta y cautelo entajada técnica y armamento nipones. Alemania, Francia y Rusia (como protecto-
elaboración contrastó con los calurosos y participativos debates que sacudieron t~ s de China) obligaron a Japón a repartir el botín de guerra en el tratado de Shimo-
el Japón durante la década de los años 80. ~su contenido mo_stró. des.~e luego q oseki, firmado en 1895, lo cual fomentó el rencor japonés contra ellos, como Rusia
la influencia popular había sido nula. En realidad, la fuente de mspirac1on fue la a 0
rnprobó una década después.
toritaria constitución prusiana. Para empezar, la soberanía residía en el emperado La claudicación de Shimonoseki no detuvo el expansionismo japonés, pero les
no en el pueblo. El monarca accedía -eso sí-, a que sus súbditos eligiesen una d ·za comprender que no podían actuar solos. El aliado natural era Gran Bretaña, tan
las dos cámaras de la Dieta japonesa (la de los Pares la designaría el mikado ). Pe ·sgustada como Japón ante el peso creciente que Rusia estaba adquiriendo en el Ex-
no todos podrían votar: el cuerpo electoral censitariq lo formarían quienes pagase erno Oriente, con su influencia sobre los ricos yacimientos de carbón de Manchuria
15 yenes de impuestos anuales. El emperador nombraría a los ministros, que le ren su estratégico control de Port Arthur. De modo que en 1902 se firmó una alianza de-
dirían cuentas a él, igual que solo a él debían obediencia las fuerzas militares de tie nsiva entre Japón y Gran Bretaña, que les cubría las espaldas en caso de un con-
rra y mar. En fin, era un régimen constitucional gobernado de hecho por un mo icto con el zar.
narca absoluto. La ocasión llegó en 1904, cuando la compañía rusa que estaba construyendo el
errocarril transmanchuriano comenzó a operar en Corea. Aunque la tirantez era
ande, las hostilidades comenzaron inesperadamente por parte de Japón, que no de-
2.4. EL EXPANSIONISMO MEJJI
ó la guerra a Rusia. El ejército japonés ocupó Corea y pasó a Manchuria, donde
resistencia rusa fue tomando fuerza muy lentamente. Allí, en una especie de ensa-
La población japonesa creció a un ritmo muy acelerado en la segunda mitad d 0 de la primera Guerra Mundial, los encarnizados combates de trincheras produje-
siglo XIX. Pasó de 27 millones de habitantes en 1852 a 52 en 1914. La presión demo. on varios centenares de miles de muertos. La guerra se decidió en el mar, donde la
gráfica es una primera razón del imperialismo meiji, entrelazada con otras dos. La se cuadra japonesa destruyó completamente a la rusa, en la batalla de Tsushima. La
gunda es la búsqueda de mercados exteriores para extraer las materias primas de la z de Portsmouth en 1905 certificó el dominio japonés sobre Manchuria y les atar-
que carecía el Imperio del Sol Naciente: carbón, petróleo, hierro, cobre o estaño, pre las ventajas rusas en China.
cisos para robustecer la industrialización. Y la tercera, la incorporación de Japón a 1 Así, con la primera gran guerra del siglo xx como broche, es como se demostró
corriente imperialista en boga, como potencia ya tan moderna como las demás. Más éxito fulgurante del esfuerzo del emperador Mutsu-Hito para que Japón fuese ad-
aún, porque la modernización exigía el expansionismo. itido en el concierto de las grandes naciones.
Aunque se planeó un primer zarpazo contra Corea en 1873, en los mismos ini-
cios de las reformas domésticas aludidas, las divisiones en el gobierno aconseja-
ron abandonar el intento. Los frenos desaparecieron completamente a partir de
1875. Desde entonces, la escalada militar japonesa creció en intensidad y exten-
sión. El objetivo estratégico último fue hacerse con el dominio de tierra firme (Chi- Sobre China:
na y Corea), una vez que el rosario de archipiélagos cercanos hubieran sido to-
mados. Pero China estaba siendo repartida entre otros comensales, por lo que el land, J. O. y Backhouse, E., Tse-hsi emperatriz regente (China desde 1835 a 1909). Madrid,
enfrentamiento o la alianza con esas poderosas naciones constituiría una doble Espasa-Calpe, 1956.
meran, Nigel, Barbarians and Mandarins. Thirteen Centuries of Western Travelers in Chi-
tensión.
La conquista de archipiélagos fue rápida: las islas Kuriles (al norte de la isla ja- na. John Weatherhill, Inc., 1970.
ponesa de Hokkaido, la más septentrional) se ocuparon en 1875. En 1875 cayeron l~s hesneaux, Jean, Movimientos campesinos en China (1840-1949). Madrid, Siglo XXI Edi-
Bonin, en 1879 las Ryu-Kyu y en 1881 las Vulcano. En 1876, valiéndose de las mis-. tores, 1978.
mas artes que padeció años antes de manos de los occidentales, Japón obligó a ~ore~ airbank, John King, Historia de China. Siglos XIX y XX. Madrid, Alianza Editorial, 1990.
a abrir tres puertos y a permitir el asentamiento de emigrantes japoneses. El flu30 m:- rousset, René, Historia de China. Barcelona, Luis de Caralt editor, 1958.
udson, G. F., «El Extremo Oriente», en Historia del mundo moderno de Cambridge, tomo X.
gratorio a Corea y los intereses comerciales japoneses fueron cada vez mayores allí.
Como resultado, creció también la tirantez entre japoneses y chinos, pues Corea era ngdon, F. C., «La expansión en el Pacífico y el problema chino», en Historia del mundo
uno de los reinos tributarios del Imperio Celeste. Por su parte, los coreanos estaban moderno de Cambridge, tomo X.
divididos en dos facciones, los prochinos y los projaponeses. eyrefitte, Alain, El Imperio inmóvil o el choque de los mundos. Barcelona, Plaza y Janés,
La guerra entre ambos imperios estalló en julio de 1894, por el detonante del ase- 1990 .
sinato del líder coreano de la facción projaponesa. Tropas japonesas no sólo ocuparon .AA., The Cambridge History of China, volúmenes 10 y 11, Late Ch'ing, 1800-1911. Cam-
toda Corea, sino que entraron en Manchuria y, tras una fácil batalla naval, desem- bridge University Press, 1978 y 1980.
barcaron en territorio chino ocupando Port Arthur y otros puntos estratégicos del Gol-
436 DE LAS REVOLUCIONES LIBERALES A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Sobre Japón:

Allen, G. c., Breve historia económica del Japón moderno (1867-1937): Madrid, Tecnos, 1980 .
Buruma, Ian, La creación de Japón, 1853-1964. Barcelona, Mondadon, 2003.
Collcutt, Jansen y Kumakura, Japón. El imperio del sol naciente. Barcelona, Ediciones Folio,
1990.
Mutel, J., Historia del Japón. El fin del Shogunato y el Japón Meiji, 185311912. Barcelona, Vi-
cens Vives, 1972.

CAPÍTULO 18

EL IMPERIALISMO

por CRISTINA VIÑES MILLET


Catedrática de Historia Contemporánea,
Universidad de Granada

Del colonialismo al imperialismo

Como ocurre con frecuencia en la historia, para llegar a comprender en su tota-


lidad un fenómeno planteado y desarrollado en un momento concreto, hay que dar
marcha atrás en el tiempo y buscar las claves que lo han propiciado e impulsado. Esto
ocurre, sin duda, con el proceso de expansión europea que se pone en marcha, apro-
ximadamente, en torno a 1880.
En este caso, esa marcha atrás nos sitúa en el inicio de los años setenta, en ese
momento histórico que marca el comienzo de una nueva época para el mundo occi-
dental. La época a la que se viene denominando Baja Edad Contemporánea. Aunque
manteniendo una clara y lógica continuidad con el período anterior, el que se inicia
entonces estuvo marcado por una serie de características que le son propias y distin-
tas y que le confieren una evidente personalidad.
En líneas generales, podríamos decir que entre esa fecha (1870-1871) y el co-
mienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) es cuando el continente europeo
alcanza su máxima plenitud en todos los sentidos. En el terreno político, puesto que
ha dado fin al ciclo de las revoluciones liberales y burguesas y, momentáneamente, as-
pira a consolidar la estabilidad conseguida, antes de que se inicie un nuevo proceso
reivindicativo, protagonizado en este caso por el proletariado que desea -también
él- participar activamente en la vida política de las naciones. En el económico por-
que, disfrutando de los beneficios de haber iniciado en su seno el proceso de indus-
trialización, se lanza en esta nueva etapa a llevar dicho proceso hasta sus últimas con-
secuencias, en lo que se dio en llamar segunda revolución industrial. Estrechamente
ligado con esto último, se puede hablar de un espectacular desarrollo de la ciencia y
de la técnica europeas, posibilitado por una investigación sistemática y en profundi-
dad que, al mismo tiempo, sirve de base y de apoyo para seguir avanzando en el ca-
mino del desarrollo y el progreso. Finalmente, también el nivel alcanzado por la cul-
tura y la civilización en Europa es importante, como consecuencia de un proceso de
evolución y maduración, iniciado desde comienzos del siglo.

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