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Prodavinci
Se miente la verdad.
Por supuesto que Estados Unidos ha invadido países, pero lo que ocurre en Venezuela
desde el punto de vista económico es culpa de la revolución, no del gobierno
estadounidense. Sólo el tiempo dirá las implicaciones del decreto de Barack Obama,
pero a corto plazo conectó a un gobernante de baja popularidad como Nicolás Maduro
con la historia épica de aquellos que serían capaces de inmolarse por la historia de su
pueblo, así sus políticas causen la destrucción de sus países.
Sin embargo, hay otros mitos de la izquierda venezolana (algunos de vieja data)
difundidos incluso desde la universidades nacionales. Y hay otros mitos recientes que
vale la pena al menos esbozar aquí, pues habría que revisarlos con mucho
detenimiento en el futuro y para bien de las futuras generaciones.
2. Los venezolanos hemos sido unos peleles que hasta 1998 fuimos
tratados como títeres por Estados Unidos. Tal como indicó en un
programa de radio reciente el historiador venezolano Elías Pino Iturrieta,
semejante inexactitud histórica nos sólo nos deja muy mal parados como
sociedad sino que ignora nuestras responsabilidades en cuanto a gobiernos y
políticas, amén de nuestras realizaciones civiles y democráticas. No puede
suponerse la ignorancia como requisito para la igualdad y el cambio social.
5. La UCV fue cerrada en los años setenta del siglo pasado porque
Rafael Caldera era un derechista, fascista, malvado, títere de USA. El
cierre de la Universidad Central de Venezuela fue un error gravísimo, porque
por definición una universidad siempre tiene que estar abierta. Fue una
política provinciana, estúpida, autoritaria y paternalista del ex-presidente
Caldera quien, en vista de que la UCV era el único lugar importante en el que
su política de pacificación no funcionaba, decidió mandar a los ucevistas a sus
casas. Pero la razón, que nunca justificará el cierre, fue otra, no la que dice la
izquierda en el poder: un montón de chamos y profesores querían seguir con
la fracasada guerrilla puertas adentro y apelando a la autonomía universitaria.
Profesores que eran jóvenes y díscolos en esa época le han contado a quien
escribe estas líneas que andaban armados en la universidad. Caldera prefirió,
a la venezolana, que pagaran justos por pecadores y dejó sin la UCV al país
por años, lo cual sin duda ensombrece su gestión. Pero de ahí al mito media
una buena distancia. Ahora bien, hay que reconocer que este mito tiene la
bondad de ser la única razón por la que el gobierno no ha allanado las
universidades nacionales e impuesto rectores interinos: ha preferido otros
garrotes menos evidentes.
8. Para entender nuestro continente hay que leer la biblia del fracaso
como redención: Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo
Galeano. Al respecto sólo tengo un comentario: el propio Galeano no quiso
llegar al final de su vida con semejante cargo de conciencia y reconoció que
había mentido e inventado con todo descaro. Mientra tanto, ha disfrutado de
los derechos de autor y de la fama que le dio su panfleto.
Frente a los mitos hay que oponer el pluralismo ideológico y político, la fuerza de la
investigación y la creación de conocimiento, el debate de alto vuelo. Ninguna otra
misión trascendente tiene la labor humanista en Venezuela: en el futuro las
universidades no podrán ser los templos donde el mito adquiere legitimidad y
solvencia.