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01 Demons at Deadnight
01 Demons at Deadnight
2
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Staff
Moderadoras
Mel Cipriano y Juli
Traductoras
Mel Cipriano CrisCras Chachii 3
Juli aa.tesares Vericity
Polilla MarMar kary_ksk
Demoiselle Zöe lunnanotte
Max Escritora NatiiQuiroga Janusnelly
Solitaria Mary Haynes Vani
Mel Markham Amy Ivashkov rihano
Leii123 JessxFlyller Sofí Fullbuster
Zafiro Joss Aimetz14
val_17 eyeOc Julieyrr
BeaG Jessy. cookie
Vanessa VR Apolineah17
CoralDone Nats
Correctoras
Alaska Young Mel Markham Vericity
Andreina Elena Verlac
Cami G. Juli jess_tom
Lalu♥ Daniela Agrafojo Merryhope
LuciiTamy Amy Ivashkov kukyalujas
Dara.Nicole18 Sweet Nemesis itxi
mterx Vanessa VR Momby Merlos
aimetz14 Sofi Fullbuster Nat_Hollbrook
Vericity Deydra Eaton Melii
Nats CrisCras Verito
Maarlopez Joss
MaryJane♥
Lectura final
Diseño
Jazz
Sinopsis
Índice Capítulo 34
Capítulo 1 Capítulo 35
Capítulo 2 Capítulo 36
Capítulo 3 Capítulo 37
Capítulo 4 Capítulo 38
Capítulo 5 Capítulo 39 4
Capítulo 6 Capítulo 40
Capítulo 7 Capítulo 41
Capítulo 8 Capítulo 42
Capítulo 9 Capítulo 43
Capítulo 10 Capítulo 44
Capítulo 11 Capítulo 45
Capítulo 12 Capítulo 46
Capítulo 13 Capítulo 47
Capítulo 14 Capítulo 48
Capítulo 15 Capítulo 49
Capítulo 16 Capítulo 50
Capítulo 17 Capítulo 51
Capítulo 18 Capítulo 52
Capítulo 19 Capítulo 53
Capítulo 20 Capítulo 54
Capítulo 21 Capítulo 55
Capítulo 22 Capítulo 56
Capítulo 23 Capítulo 57
Capítulo 24 Capítulo 58
Capítulo 25 Capítulo 59
Capítulo 26 Capítulo 60
Capítulo 27 Capítulo 61
Capítulo 28 Capítulo 62
Capítulo 29 Capítulo 63
Capítulo 30 Capítulo 64
Capítulo 31 Recetas
Capítulo 32 Drop dead demons
Capítulo 33 Sobre el autor
Sinopsis
D
urante diecisiete años para Aurora Lahey la supervivencia ha
sido un estilo de vida.
DESTINO DEMONÍACO
Aurora tiene el superpoder más inútil del planeta. Y eso sólo 5
desencadenó un escuadrón desde el infierno. Los demonios están a la caza,
sobreviviendo para tallar su cuerpo en pedacitos.
ASESINOS CARISMÁTICOS
Los Chicos Malditos —misteriosos, guapos, y famosos por sus rastros
de destrucción— tienen las respuestas que Aurora necesita para sobrevivir.
Pero su sobrecarga de secretos mortales y motivos sospechosos hace que el
hecho de confiar en ellos sea un movimiento potencialmente fatal.
ALIADOS LETALES
La batalla para salvar a su familia, a sí misma, y detener la dominación
demoníaca puede costarle a Aurora todo por lo que vale la pena vivir, y
forzarla a revelar sus propios secretos oscuros. Pero no hay que preocuparse.
Ella necesita a los Chicos Malditos para sacar esto adelante, y, probablemente
aliarse con los tipos que la matarán de todos modos.
*** 23
Una gran parte del edificio no era utilizado por los estudiantes, pero yo
aún tenía problemas navegando en los pasillos sin fin. Las clases eran las
usuales y los estudiantes normales, incluso si el edificio no era una cosa
común.
—Hola —decían unos. Otros me ignoraban, y unos cuantos volvían sus
cabezas si miraba en su dirección. Sin amigos, pero sin enemigos tampoco. Y
sin demonios. En el borde, mis palmas sudorosas frotaron las cicatrices en mi
hombro, un constante recuerdo de que la seguridad era una ilusión y nada, o
nadie, incluyendo esos chicos, eran una amenaza potencial.
Intercalé la paranoia por agallas y firmeza, y evadí a través de los
cuerpos, intentando tener poco contacto y conversación. La campana sonó. Las
puertas se abrieron para absorber al cuerpo estudiantil como una aspiradora
zombi. Pasillos vacíos prometieron que llegaría tarde a E.F.1 así que cogí el
ritmo y corrí por los pasillos.
Pero incluso con el mapa de un destacado amarillo, proporcionado por
la oficina, el retorcido laberinto de la arquitectura gótica confundió mi sentido
de orientación. Me apresuré en una esquina. Y me estrellé contra una pared.
El impacto me hizo rebotar fuera de mis pies. Volé hacia atrás. Una
mano salió disparada y agarró la hebilla de mi cinturón. Mi caída cambió de
rumbo a una parada. Colgué en el aire como un pez en un anzuelo, el cinturón
cavándose en mi espalda, las campanas en mis vaqueros tintinearon
distrayendo.
Levanté la mirada. Y un poco más. La “pared” era enorme, y lleno de
preocupación.
1Educación Física.
—Hey. —El tipo me levantó en una mano para que nuestros rostros
estuvieran nivelados—. ¿Estás bien? —gruñí y me sacudí. Él captó el mensaje y
me dejó en mis pies sin romper a sudar.
La pubertad había sido agradable con Gigantor, pero su favorable físico
de luchador y fuerte, las cuadradas características fueron suavizadas por una
sonrisa tolerante y ojos verdes juguetones. Piel bronceada por el sol
complementando sus rizos canela, corte corto pero aun rebelde a cualquier
tipo de orden. Su nariz ligeramente torcida, sin duda rota en alguna pelea —
con un alce.
Anchos hombros, brazos sólidos que gritaban “hago ejercicio
24
religiosamente” y una caja torácica que estaba cubierta por una camiseta, de
un llano azul oscuro andrajoso con varias manchas descoloridas. La camisa se
tensaba sobre su impresionante estructura, pero no parecía que tenía efecto en
él simplemente parecía haber olvidado comprar algo nuevo mientras los años
transformaban su cuerpo. Por el contrario, sus vaqueros desteñidos colgaban
sueltos pero igualmente desgastados. ¿Imperioso? ¿Quién era más grande que
este chico?
—¿Segura de que estas bien?
—Bien —espeté, reajustando mis vaqueros y resistiendo la necesidad de
arreglar mis bragas retorcidas.
—Bien —dijo sin inmutarse—. Debido a que las chicas no deben
lastimarse cuando caen por mí. —Él recogió mi mapa y mochila,
entregándomelas con el tipo de sonrisa que me decía que era un chico de buen
humor—. Ahora que has encontrado el deseo de tu corazón. —Él puso una
mano dramáticamente en su enorme pecho—. Moi. ¿Qué más puedo ayudarle
a encontrar?
Retrocedí y estudié el mapa.
—Solo el gimnasio, Casanova, nada más.
Imperturbable, puso un brazo alrededor de mis hombros. A pesar de su
desgastada apariencia imperiosa él olía a limpio, como el jabón Ivory.
—Puede ser simplemente el gimnasio hoy, pero créeme, nena, pronto
seré la X en tu mapa del tesoro.
Me moví fuera de su brazo.
—Sí, pero hasta entonces…
Con un encogimiento de hombros miró el mapa.
—Ah. —Su enorme mano derecha gira hacia la derecha antes de
devolverlo.
Suspiré, nerviosa y células del cerebro disparadas.
—Por supuesto. Gracias.
Él guiñó.
—Voy a recogerte más tarde. —Un pequeño empujoncito que casi me
tira a las taquillas.
Algo me llamó la atención, y me tragué un jadeo/chillido ruidoso. Un
hada, o duende, o como quieras llamarlo, revoloteaba, arrastrando soplos
brillantes de polvo cobrizo, y aterrizó en la cabeza de Gigantor, casi invisible
cuando se acurrucó en sus rizos. Sus brillantes ojos se posaron en él mientras
se alejaban.
Me froté los ojos pensando en lo cansada que debo estar. Pero qué 25
diablos, para una chica que ve demonios, hadas eran un buen cambio ritmo.
***
Miré hacia atrás justo a tiempo para ver la cara sorprendida del
demonio antes de que nuestro coche se estrellara contra él, haciendo estallar su
cuerpo hacia arriba y otra vez. Lo oí rebotar encima de nosotros, vi el metal del
techo abollarse en una masa de arrugas, a continuación, volvió a la vista,
navegando sobre el capó, y cayó al suelo. El Albino movió el auto alrededor y
aceleró.
Un ambientador de cartón con forma de Ferrari bailó maniático
colgando de una cuerda en el espejo retrovisor mientras derrapábamos por un
pasillo, patinábamos en una esquina, y zigzagueábamos entre autos
aparcados. Hubiera preferido cerrar mis ojos pero estaba demasiado fascinada
por la firme concentración en los delicados rasgos del Albino, y viendo sus
manos y pies ejecutar un delicado, ballet rápido entre el volante, la palanca de
cambios y los pedales.
Mi estómago se tambaleó mientras tiraba del freno de emergencia y nos
sumergimos en otro giro, dos en realidad, antes de que nos detuviéramos con
una sacudida después de que los neumáticos del lado del pasajero brevemente
se levanten del suelo.
Un tirón en mi brazo me hizo gritar de nuevo. Estaba siendo sacada por
la ventana y el auto chirriando. Luché contra la mano envuelta alrededor de
mi boca. Las clases básica de autodefensa de papá hicieron efecto. Pisé el pie
de la persona, le dirigí un codazo en el estómago, me volví en el instante en
que su agarre se aflojó, tomé su camisa, y lo tiré al suelo, mi rodilla en su
pecho, mi brazo inclinado a centímetros de su nariz.
Dudé. —¿Tristan?
—¡Silencio! —llegó su afilado susurro. Tristan levantó una pierna y en
un borrón estaba en el suelo junto a él, clavada por el frente de mis hombros—.
Quédate abajo.
Los niños corrían por todos lados, los gritos hacían eco. El demonio
pasó como una bala. Tragué. Tenía la resistencia a raudales.
—¿Estoy interrumpiendo algo? —Su voz ronca y baja, Gigantor se
alzaba más grande que nunca—. Tristan, tu sabes que ella me quiere a mí,
¿verdad?
—¡Shh! —Tristan sacó su pierna, me ayudó a levantarme, y se agachó
junto a la rueda delantera de un coche estacionado, haciendo un gesto para
que me quede atrás mientras él se asomaba por la defensa.
Gigantor se agachó detrás de mí —Mmmm. Tu cabello huele bien.
—Cállate —espetó Tristan
—Bueno, lo hace.
32
Gritos amplificados. Pasos pesados tronaron. Un golpe seco, y el coche
en el que me apoyaba tembló. El demonio volvió a la vista. Parecía más grande
pero eso podía ser el terror hablando. Quería correr pero estaba atrapada entre
Tristan y Gigantor y autos del otro lado.
Los orificios nasales del demonio se ensancharon. Su cabeza giró.
Hambrientos, ojos brillantes se trabaron en mí. Un grueso gruñido húmedo
gorgoteó como burbujas en un pantano fangoso.
Tristan se enfocó en la bestia, su voz baja y urgente. —¿Un poco de
ayuda?
Un fuerte estruendo rodó al suelo, me incliné en contra de un
neumático. El brazo de Gigantor cayó sobre mi cuerpo, atrapándome contra el
auto.
—Vamos, vamos. —Tristan cantó a través de dientes apretados.
Un silbido aspirado a través del aire. Algo largo, delgado y blanco se
disparó a la vista, cortó la caja torácica del demonio, y lo dispersó en una nube
transparente lechosa. El demonio se volvió hacia atrás con un grito
espeluznante que obligó a llevar mis manos a mis oídos. Un oscuro líquido
salpicó el aire y roció en mi cara. La bestia se agarró su costado,
tambaleándose. Otro gruñido gutural y desapareció en un remolino de grava
que hizo un tornado desde el suelo. ¿Qué diablos…? Traté de inclinarme hacia
adelante pero el brazo de Gigantor se mantuvo firme.
—Amigo, ella está sangrando —susurró.
Hubo un segundo vacío. Tristan y yo dijimos—: ¿Qué?
Agujeros en mis pantalones enmarcaban rodillas raspadas manchadas
de carmesí. Mi camisa se sentía pegajosa. La levanté para exponer una herida
desagradable en mi costado. Simplemente genial.
—¿Algo más está mal? —dijo Tristan.
—Uh, no pero… —Dolor estalló en la parte posterior de mi cabeza.
Gemí. Mi cuerpo perdió toda la función del esqueleto y se desplomó como un
dirigible desinflado.
Gigantor me tiró contra su pecho tan inflexible que podría haber sido
un muro de piedra, excepto por el corazón que sentí golpeando contra mi
espalda. —Amigo, ¿qué diablos…?
El Albino Ricky Racer2 se deslizó a la vista —¿Has visto…? ¡Santa
mierda! —se atragantó—. ¿Qué has hecho?
Un manto de dolor, voces discutiendo silenciadas, alguien llamando mi
nombre. Entonces la conciencia se ausentó sin permiso. 33
2 Una expresión generalmente utilizada por las personas viejas, para alguien que tiende a
conducir rápido a todas partes.
7 Traducido por Leii123
Corregido por mterx
Parpadeé. Eso dolía. Estaba en el piso del gimnasio. ¿Cómo? ¿Por qué?
¿Tristan y sus amigos me habían dejado aquí? ¿Estaban ellos todavía
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alrededor? Un intento de levantarse se sintió como mil agujas en mi cráneo.
Divagué fuera y dentro de mi consciencia hasta que unas voces silenciosas
arañaban a través de mi percepción. Mis párpados se abrieron a un mar de
caras borrosas.
—¡Jayden, es cierto! ¡Ella está aquí!
Ouch. Demasiado fuerte.
—Todo el mundo atrás. Dale un poco de espacio. —El entrenador Slader
se arrodilló a mi lado—. Te conseguiremos a la enfermera.
Lentamente me puse en mis pies, pero me tambaleé cuando una oleada
de náuseas me golpeó. Alguien me cogió y me cargó hacia la puerta.
—Entrenador, soy bi… —No era el entrenador. Entrecerré los ojos—. ¿Te
conozco?
—Ciencia.
El largo pelo negro se alejó de un hermoso rostro con oscuros y
almendrados ojos marrones, hundidos con largas pestañas. Cincelados
pómulos, mandíbula fuerte. Exótico. Y familiar.
—No, bueno, sí, pero te conocí antes. ¿No?
—Me lo dicen mucho —dijo en un tono plano.
El entrenador Slader atrapado y seguido de cerca por un sendero de
estudiantes curiosos todos tan sorprendidos como yo en este giro de los
acontecimientos. El entrenador habló con una delicada voz, como si no
quisiera asustar a un peligroso animal. —Jayden, ¿qué estás haciendo?
—Ella necesita atención médica. —El chico no detuvo el paso.
—Sí, pero…
—Voy a llevarla a la enfermería.
—Está bien, pero…
—Ella está demasiado débil para caminar.
Resoplé. —No lo estoy. Bájame.
En un rápido movimiento el muchacho se detuvo, me dejó de pie y dio
un paso atrás. Mis rodillas se doblaron y antes de que pudieras decir “Bob es
tu tío”, me cogió de nuevo y siguió caminando. Un coro de risas estalló detrás
de nosotros.
—Ves —dijo.
Puse mis brazos alrededor de su cuello y me callé.
***
35
******
Era un poco más corto que los gemelos, pero más alto que yo, robusto y
sólido, con cabello caoba oscuro que caía en ondas brillantes y suaves, y
terminaba en rizos en su cuello. Usaba un montón de negro que acentuaba sus
ojos de azul hielo tan pálido que se sentaban a horcajadas sobre la frontera
gris. Lleno de sorpresa primero, su expresión rápidamente se desplomo en ira.
Pero no a mí.
—Oh, esto es simplemente genial —gruñó—. ¿No puede alguien hacer
nada bien hoy mismo, compañero? —Su acento formaba un trabalenguas de
diptongos. “Mismo” salía como “mesmo” y lo cerraba con un “amigo”.
Australiano3.
—¿Encontraste algo que te guste? —Sonreí—. Si no te puedes pasar por
la casa más tarde y asaltar el armario.
Jayden asintió. —Entiendo que esto parece incriminatorio.
—¿Eso crees?
—Sí, lo sé —dijo Jayden con calma. El sarcasmo no era el punto fuerte
del genio.
Australia dijo—: Cierra la boca. —Todo fue negro. La oscuridad del tipo
tienes-que-parpadear-para-asegurarte-de-que-tus-ojos-están-abiertos. Se
produjeron algunos estruendos, pasos apresurados, un puñado de murmullos
incomprensibles, luego las luces restauradas.
Me aseguré de que estaba sola antes de comprobar los daños. Cuando
me di cuenta de lo que faltaba y mi mente hizo clic poniendo todas las cosas en
su lugar, no sabía si estaba más furiosa o asustada.
56
11
Traducido SOS por Zafiro
Corregido por Dara.Nicole18
7 Batalla de Waterloo combate librado entre el ejército francés comandado por el emperador
Napoleón Bonaparte frente a las tropas británicas, holandesas y alemanas.
Puse tanto filo en mi voz como fui capaz, lo que no era mucho. —Dame
las joyas.
Australia se volvió hacia mí. Con un poco de seriedad, cruzó los brazos
sobre el pecho.
—¿O qué?
Exhalé una respiración profunda. —O te vas a arrepentir.
La risa se produjo. ¿Quién podría culparlos? Realmente necesitaba
trabajar en mejores réplicas. Bien. Con un concentrado esfuerzo, me puse de
pie sin vomitar y marché —bueno, era más arrastrar los pies— a pararme
frente a Australia. 59
8Hex appeal, en vez de sex appeal. Hace un juego de palabras en referencia al nombre los
chicos en inglés Hex Boys.
Una multitud de ojos descendieron sobre mí y un encantador coro de
ooooooos se hizo eco.
Pero esperen. Mejoró.
Un estruendo y ruido de arañazos se estrelló a través de los altavoces, y
una voz familiar resonó. —Aurora, es mamá. ¿Estás bien? Si no estás en esta
oficina en dos minutos, voy a buscarte.
Luna palideció y deslizó su silla lejos de mí. —Estamos no tan
relacionadas en este momento.
La humillación se mantuvo a todo volumen por los altavoces. —Sra.
Lahey, se supone que no debe utilizar el micrófono. ¿Podría usted…? —Más 62
estruendo. Un gruñido.
—¿En serio? Bueno, ¿No se supone que debo saber de la escuela cuando
mi hija ha sido atacada? ¿Por un oso nada menos? En cambio, tuve que recibir
una llamada de su hermano y hermana informándome de ello. ¿Está el director
disponible? Realmente me gustaría tener unas palabras.
Le lancé una mirada acusadora a Luna.
Levantó las manos. —Culpo a Lucian.
Los altavoces no amainaban. —Íbamos a, Sra. Lahey, sólo deme… —
Gruñido. Los sonidos de una pelea—. El micro… —Clic.
Y finalmente bendito silencio. Hasta que la cafetería estalló en
carcajadas.
Dejé caer mi cabeza sobre la mesa con un gemido. De repente la risa se
cortó y Luna me dio una patada bajo la mesa.
—Ay. —La fulminé, pero me detuve, notando su conmocionada mirada
dirigida detrás de mí. Junto con todas las demás.
—Hola, cariño.
Estiré el cuello hacia atrás y arriba.
Blake sonrió. —Nunca harás el aviso de dos minutos sin mi ayuda. ¿Lo
hacemos? —Dobló su codo.
Miré a los otros Chicos Malditos quienes no parecían felices. Matthias
reflejando mi movimiento anterior y dejó caer la frente sobre la mesa,
gimiendo.
—¿Esto una especie de truco? —le pregunté.
Blake guiñó un ojo. —El único truco será cumplir el plazo si no te
apuras.
En un aturdimiento cauteloso me levanté y puse una rojiza mano a
través de su brazo, con la consistencia de un gran ladrillo. —¿Por qué haces
esto?
Se encogió de hombros. —Caballero de brillante armadura, ¿recuerdas?
Es un código por el que vivo. Además —le disparó a la multitud una mirada
de advertencia—, nadie debe avergonzarse por la familia a la que le importa.
63
12
Traducido por vaviro78
Corregido por Nats
Bravado se calló más con cada milla. Tristan arrancó rápido y brusco 66
pero eventualmente se estableció. No era difícil seguirlo y finalmente se detuvo
en un camino circular con arboles altos, paisajismo profesional y un poco de
importante factor sorpresa.
La mansión de madera y piedra erosionada se estableció al final de la
calle. Dos historias, se desplegaron amplias con grandes ventanas de arco con
brillantes cristales y terrazas cubiertas arriba y abajo. La casa reclamó unos
pocos acres de propiedad frente al lago porque a través de un arco cubierto y
más allá de un garaje de varios coches, una playa y una extensión de agua azul
brillaban en la luz del sol desvaneciéndose.
Tristan estacionó detrás de varios carros en la calzada incluyendo un
pequeño hibrido y el coche deportivo de baja altura en que Logan me había
rescatado más temprano.
Parqueé calle abajo, escondida a un lado de los árboles. No casas, solo
bosque y jardines a ambos lados.
Como había usado mis limitadas habilidades de sigilo siguiendo a
Tristan, decidí ser valiente y dirigirme directamente a la puerta del frente, con
el corazón acelerado.
Chequeé el daño del carro de Logan mientras pasaba. No había ninguno.
El interior lucia igual, con un ambientador de Ferrari colgando, pero no había
abolladuras en el techo o en cualquiera de los lados de la parte trasera. Era
propietario de dos coches idénticos o tenia elfos de Santa Claus por mecánicos.
Solo otra rareza para el día.
En el porche me enfrente a unas pesadas puertas dobles centradas de
madera con elegantes vidrieras en tonos brillantes que representaban escenas
de los bosques y la vida salvaje. Tragué fuerte, pensando en esos ataúdes con
tamaños para niños y levante la mano para tocar. La puerta se abrió antes de
que hiciera contacto.
La hermosa mujer de altura media y constitución delgada llevaba un
honesto en buena calidad traje de criada. Ya sabes, el cliché francés del tipo
negro y blanco. La cinta alrededor de su cintura hacía juego con la raya lavanda
en su corte de cabello castaño oscuro en un bob9 que se rizaba alrededor de su
barbilla. Sus enormes ojos grises sostuvieron una pizca de la lavanda. Sus
características suaves emanaban calidez.
Ella sonrió y me señaló con su plumero, ¿quién sabia que venían en
lavanda?
—Llegas temprano.
—¿Lo estoy?
—Bien. —Agarró mi muñeca y me llevó dentro, cerrando la puerta y
bloqueando la cerradura—. La puntualidad es importante, escaleras arriba y al 67
final del pasillo es donde necesitas estar. Apúrate. —Me dio un codazo—. Y
asegúrate de revisar la colección de armas.
—¿Qué?
Ella imitó una posición de lucha balanceando el plumero como una
espada.
—La colección de armas. No puede faltar. Las cosas mortales. Y el hacha
de guerra de joyas en la parte inferior derecha, especialmente genial. —Apoyó
el plumero en su hombro y bajó su voz a un tono conspirativo—. La leyenda
cuenta que si tocas las piedras en un orden determinado desapareces
haciéndote invisible. Podría ser útil, ¿verdad? ¿Quieres saber el código? Por
supuesto que sí. Es una vez el rubí, cinco veces el zafiro y una vez el diamante.
—Levantó el número apropiado de dedos en secuencia para el efecto visual—.
¿Entiendes?
Asentí. —Uno, cinco, uno.
Dio una palmada. —Excelente. Prométeme que lo intentaras.
—Por supuesto. —Puse una mano en la barandilla y miré, de acuerdo,
estaba boquiabierta, a la casa-palacio. Bueno, guau. Techo abovedado, ricas
maderas, hierro, magnificas obras de arte, hermosos muebles, materiales de
lujo, alfombras orientales gruesas, todos en tonos cálidos e instalando una
sensación general de confort y bienvenida.
Una araña de hierro brillaba con un millón de luces. Una escalera larga y
curvaba arqueada por la pared luciendo varias enormes pinturas de paisajes de
épocas pasadas románticas. Tenían esa vieja calidad maestra y parecía que
deberían estar en un museo. Sintiéndome culpable por cualquier engaño en que
yo sin querer había caído y perdiendo mis nervios, me volví hacia la mujer, lista
para admitir mi error y salir. Ya no estaba.
9 Peinado corto popular entre las mujeres durante la década de los 20.
Voces se levantaron de algún lugar de la parte trasera de la casa. Crucé el
vestíbulo y me asomé por el pasillo que daba a una habitación con un montón
de madera, cómodos muebles de cuero, acogedores edredones y almohadas de
lujo todas invitando a los huéspedes a relajarse y sentarse un rato. Enormes
ventanales enmarcaban una vista impresionante del lago con espumosa
mezclilla azul contra el sol brillante. Sillas de Adirondack y tumbonas estaban
esparcidas a lo largo de otra terraza conduciendo a un amplio jardín y más allá
a la playa. Un delicioso aroma de algo con ajo y lleno de carbohidratos flotaba
en el aire.
—Él ni siquiera está aquí —llegó la irritada voz de Tristan.
68
No podía verlo, pero Blake apareció a la vista. Salté hacia atrás. De
acuerdo, nuevo plan. Salir por la puerta, hacer una carrera loca a mi carro y
renunciar a esta ridícula cosa de capa y espadas.
Problema. Alguien estaba subiendo los escalones de la terraza. Podía ver
la sombra fuera del cristal teñido. El pomo giró y ellos golpearon la puerta
cuando no se abrió.
Golpes fuertes y Matthias bramó—: Abre la puerta.
—¿Cerraste la puerta? —dijo Aiden—. Ve a abrirla.
—No lo hice —dijo Tristan—. Es tu casa, ve y ábrela tú.
Mientras ellos discutían, me entró el pánico, hiperventilé dos
respiraciones, me moví a la derecha, izquierda, derecha, izquierda, giré en un
círculo y luego subí corriendo las escaleras en puntillas. Llegué a la esquina y
fuera de vista apenas, antes de que la puerta se abriera.
Anduve por el pasillo hasta una extensión con los mismos ventanales
grandes con vista al lago. Puertas francesas se abrían a un balcón de cuerpo
entero. Un muelle de madera sobresalía en el agua con un cobertizo estilo
cabaña lo suficientemente grande como para contener al Titanic y al glaciar. Un
barco de vela, del tipo pasado de moda, de brillante madera pulida y latón, era
mecido suavemente contra el muelle.
Un sutil toque de canela flotaba en la habitación. Muebles cómodos
repartidos por todas partes, y un bar antiguo de madera pulida reluciente y
latón alineaba una pared, un espejo de cuerpo entero detrás de él. Una mesa de
billar que tenía bolsillos de cuero con flecos estaba fijada a un lado con grandes
lámparas Tiffany colgantes arriba. Varias mesas de juego estaban cerca, una con
una partida de ajedrez en curso. Tableros de dardos colgaban en dos paredes
diferentes. Un fuego crepitaba en una chimenea de piedra lo suficientemente
grande para aparcar un tanque. Más alfombras orientales acolchaban mis pies.
El lugar era una especie de barra de bar-club masculino.
Una pared “asesina” mostraba la colección de armas. Cosas viejas,
hachas, espadas, desagradable dagas curvadas y otras cosas que lucían
mortales.
De alguna manera el viejo mundo no fue puesto fuera por la
proliferación de los últimos y mejores juguetes. Pantallas de televisores
grandes, estantes de video juegos y DVD, maquinas de pinball y un mini golf
de golpe corto. Fue impresionante pero triste. La habitación podría haber sido
Partido Central por sus contemporáneos, pero dudaba que alguno de los chicos
alguna vez haya invitado a alguien que no sea uno de ellos para disfrutarlo.
Los escuche viniendo, pensé en sentarme en una silla y saludarlos con un
69
descarado—: Hola, chicos. Quiero respuestas y ustedes van a dármelas. —
Mientras ellos entraban. Como una femme-fatale en una película de James Bond.
Luego recapacité, retrocedí y busque un lugar para esconderme.
En mi camino a encubrirme tras la barra decidí que armarme seria un
movimiento inteligente. Corrí a la pared asesina y traté de sacar algunas armas.
Nada se movía. Estaba lista para zambullirme detrás del sofá cuando las gemas
brillaron en mi periférica. Sin nada que perder toqué con mis dedos el hacha de
guerra enjoyada; una vez al rubí, cinco veces al zafiro y una al diamante.
Escuché varios clics y un suave estruendo de engranajes. Con un suave
estremecimiento la pared se dividió por la mitad y se separo. Tal vez esto era
una película de James Bond.
Luces parpadearon a la vida desde el interior, y la puerta, o la pared,
empezó a cerrarse otra vez.
14 Traducido por CrisCras
Corregido por Aimetz14
11
En ingles ghoul. Es un demonio necrófago que, según el folklore árabe, habita en lugares
inhóspitos o deshabitados y frecuenta los cementerios. Están clasificados como monstruos no
muertos.
—Ahora, tú necesitas que... —Ella hizo una pausa para re-ajustar su
chaqueta.
Señalé en el aire e hice ruidos de gorgoteo de hombre de las cavernas,
demasiado asustada para crear palabra. El mosquito estaba de vuelta. Se
recupero a toda velocidad en el aire y estaba zambulléndose de nuevo hacia
nosotras. Más rápido y más furioso que antes.
—Lo sé. —Sonrió ella—. Esta es la parte divertida.
Ni siquiera miró, pero un momento antes de que el demonio llegara,
alas enormes salieron de su espalda con la velocidad de un rayo y fisura de un
trueno, golpeando al demonio y volándolo sobre los tejados como si fuese un... 93
mosquito.
Está bien, así que el diccionario en mi cabeza no encontraba sinónimos
porque estaba demasiado ocupado embobado en las enormes alas blancas
combinando con varias plumas del mismo color azul brillante que tenía en su
pelo y camisa. Estas se agitaron con una gracia susurrante, enviando una
suave brisa para refrescar mi piel sudorosa.
Parpadeé cuando ella chasqueó los dedos en mi cara.
—¿Has oído lo que acabo de decir?
—¿Tienes alas?
Ella suspiró. Sus hombros y alas se desplomaron. —Necesito que te
concentres querida, así que escucha. Debes mantenerte cerca de los Chicos
Malditos. Ellos te protegerán al tiempo que...
—¿De dónde salieron las alas?
Sus ojos se detuvieron a mitad del rollo y ella miró a la iglesia. —Oh, no.
—Ella me dio una mirada severa—. Mantente cerca de los chicos. La vida de tu
familia depende de eso.
Eso llamó mi atención.
Ella metió su pie debajo de mi cadera y en un movimiento de su tobillo
me volcó sobre mi estomago. Agarrando la parte de atrás de mi camisa y de la
cintura de mis pantalones, me arrastro fácilmente. Cantando a todo pulmón un
pitido estremecedor de oídos, ella me movió como a un péndulo. Navegué a
través del aire, dirigiéndome rápida y furiosa directamente hacia dos muy
bonitas, intrincadamente talladas, muy gruesas, y muy sólidas puertas de
maderas que, casualmente, estaban cerradas.
20
Traducido por NatiiQuiroga
Corregido por *Andreina F*
***
Había perdido las clases temprano en la mañana porque después de que 107
los chicos me habían dejado en silencio dentro de nuestra van y prácticamente
se metieron en ella ellos mismos, les picó el bicho de la charla y le dijeron a mi
mamá sobre mi fresca herida, y mamá, juntando los labios y poniéndose
pálida, insistió que paráramos en el hospital. En contra de mis protestas. La
segunda vez en dos días.
Papá voló dentro de su oficina, su bata blanca ondeando, líneas de
preocupación amenazando con quedarse permanentemente en su frente. Se
relajó un poco, después de estudiar la quemadura que no amenazaba mi vida,
pero las líneas de expresión se quedaron.
Aventuró un pensamiento sobre ser alérgica al metal mientras cubría mi
piel con ungüento y gasa, empujando más extra dentro de mi mochila.
Después de murmurar que una burbuja de plástico siento un entorno de
preferencia, llamó a la enfermera de la escuela para “informarle” de mi nueva
“situación” en caso de que empeorara.
—¡Ay! Entrenador, ¿puedo emparejarme con alguien más?
¿Baile de jazz para Educación Física? Yo llamaría eso lo peor. Al menos
no habíamos tenido que cambiarnos.
—Lo siento —dije. De nuevo. Mi último compañero había salido
cojeando durante una pausa en la música. ¿Quién sabía que un poco de
boogie-woogie podría ser tan peligroso?
El entrenador Slader había decidido quedarse en el gimnasio hoy y los
complicados pasos, giros y vueltas fueron una opción popular. Seguro, si lo
habías hecho antes. Yo parecía como que luchaba contra cocodrilos. Y
perdiendo. Mis últimas tres parejas necesitaban rehabilitación en sus pies.
No ayudaba que mi mente siguiera dando vueltas. Demasiadas cosas
pasando, quién tenía tiempo para paso de rock, de vuelta a paso, vuelta hacia
los lados. Los demonios compitiendo por una oportunidad de matarme, una
mujer que los derrotó con un movimiento de alas, yo brillando como… ¿Cómo
qué? ¿Qué brilla? Bombillas. Luciérnagas.
Desecho nuclear.
Nada humano en lo que pudiera pensar. ¿Y cómo el bienestar de mi
familia podía depender de que yo me quedara cerca de los Chicos Malditos?
Sin mencionar que estaba en peligro de perder todo el control cuando estaba
alrededor de uno de ellos con ojos ardientes, abdominales como una roca, y
una sonrisa exasperante en sus labios carnosos que me imaginaba dando besos
en mi piel. ¿Hacía calor aquí?
Justo cuando las cosas podían ponerse peor… ¿Empeorar? Lo hicieron.
Alguien tomó mis muñecas.
—Seré su pareja —le dijo Herman al entrenador Slader. Cuando traté de 108
zafarme de su agarre me dijo—: Tranquila — dijo en voz baja y sonrió a mi
ceño—. Estás a salvo. Vengo en paz. Hoy, soy el Buen Samaritano.
—Claro —dije, goteando el sarcasmo, pero me quedé quieta, pensando
en que estaba a salvo en público. Nadie notó el cambio, excepto Logan que
había producido una nota explicando que no debía bailar, luego se sentó en
una de las gradas. Se veía nervioso. Y luego había un hada de plata
revoloteando sobre su cabeza. Era como si todos los chicos tuvieran sus
propias mini-mascotas.
—Contigo saliendo con los Chicos Malditos, pensé que debía advertirte
que ellos mataron a mi hermano.
La música comenzó durante mi aturdido silencio, y Herman hizo lo que
pudo para dirigir mis tambaleantes pasos. —¿Qué?
Trató de girarme, pero fui hacia el lado equivocado.
—Trata de mantener el ritmo.
Estaba cansado del cambio de actitud de hoy. Incluyendo a los Chicos
Malditos y a Herman. Dudando de todo lo que pasaba.
—Sólo si dejas de ser un idiota. No tengo tiempo para juegos.
—Sin juegos. —Me guió en esa cosa del paso de esquivar—. Pero iré al
grano. Hace algunos años tus chicos jugaban en el bosque con mi hermano,
Garrett, y él terminó despedazado. Literalmente.
—Yo… lo siento. —¿Qué podía decir? Si hubiesen sido Luna o Lucian
o… me tropecé y casi nos llevé a los dos hacia abajo—. ¿Piensas que fueron los
Chicos Malditos?
—Se supone que fue un león de montaña sin escrúpulos. —Los ojos de
Herman estaban turbios—. Pero eso nunca tuvo sentido.
—¿Por qué no? —Me las arreglé para permanecer fuera de los pies de
Herman a pesar de la distracción de la discusión. ¿Era él a quien se referían
cuando hablaban de matar? ¿Destrozar a un niño?
—Fue el primero y el último ataque de este tipo. Y brutal. Sólo
quedaron pedazos de mi hermano. Tus chicos ni siquiera fueron tocados. Todo
fue muy raro. El comisario Payne se apareció el día después de lo ocurrido y se
hizo cargo porque el comisario viejo de repente se había retirado e ido. Los
Chicos Malditos y sus familias desaparecieron. Se perdieron el último mes de
escuela. No regresaron hasta el fin del verano. Los padres de Blake y su
hermana se habían ido. Su tío se hizo cargo de él y de su rancho. Tristan
regresó con sus abuelos y ha vivido con ellos desde entonces.
—Eso no los hace asesinos.
—Ellos no salían con nadie más excepto Matthias que era nuevo en la
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ciudad. No me hablaban a mí, y habíamos sido cercanos. Ellos eran los mejores
amigos de Garret. Han cambiado. Mucho.
—Tal vez quedaron traumatizados.
Como yo lo estaba de este estúpido baile. Pero incluso si no fueran los
chicos, los carteles de drogas y el crimen organizado conocidos por destrozar
literalmente a la gente. Tal vez era un mensaje para sus padres.
—Sí, seguro, pero también lo estaba yo y ellos no me dieron respuestas.
Están escondiendo algo. Nadie en la ciudad habla de ello. Ni siquiera mis
padres. —El dolor se cruzó en su cara.
—Lo siento, Herman. —Me las arreglé para girar de la forma correcta—.
¿Pero qué quieres de mí?
Él enredó los brazos hacia arriba y alrededor en algún extraño agarre
que presionaba nuestros lados juntos como hilando un circulo hacia atrás
lentamente.
—Siempre se han aislado a sí mismos de todo el mundo. Hasta ahora.
Todos están encima de ti. Hasta estás saliendo con Ayden. Quiero saber por
qué.
Herman levantó su brazo y caminé debajo de él y me volví. Tal vez
estaba agarrándole el truco a esto.
—No estoy saliendo con Ayden. —¿Fue eso una punzada de decepción?
La mirada depredadora de Herman volvió. Oh oh—. Bueno —me tropecé—, es
complicado.
Con los ojos entrecerrados, desconfiado y calculador, me dio un tirón en
un giro hacia adentro. Mi espalda dio un vuelco en su pecho, su brazo
bloqueado alrededor de m cintura, y su voz salía caliente contra mi mejilla.
—Ese beso pareció bastante verdadero.
Perfecto. Él tenía que traer eso a colación.
Herman me alzó en mis pies y estábamos debajo de las gradas. Yo no
había estado prestando atención y él nos había maniobrado hasta el final del
gimnasio. Nadie lo vio quitarnos fuera de la vista.
Puso una mano sobre mi boca y susurró en mi oído mientras yo
luchaba. —No estoy loco, Aurora.
Tal vez no, pero seguro que estaba acercándose al ambiente de lo
excéntrico.
—No quiero herirte, pero los Chicos Malditos o son responsables de la
muerte de Garrett o saben lo que realmente sucedió. Nunca he tenido una
manera antes de meterme pero tú me puedes ayudar a averiguar… ¡Ouch! 110
Me soltó y me apoyé contra la pared, tratando de decidirme entre una
loca carrera al otro extremo de las gradas, o arriesgarme a tratar de pasar a
Herman, quien tapaba la salida más cercana. Sentí un sudor frío en mi nuca.
Herman masajeó su mano. En la que yo había enterrado mis dientes. —
¿Por qué hiciste eso? Sólo quiero hablar. —Tuvo el descaro de mirarme
molesto.
Apreté los dientes, con miedo de que el parloteo disminuyera el
impacto de mi ira.
—Entonces pregunta. No hace falta llevarme debajo de las gradas.
—No hubieses escuchado de otra manera.
Antes de que pudiera contestar, una voz retumbó—: Entonces tomas un
no por respuesta, Herman, y dejas a la dama sola.
Sabía quién era antes de que antes de que entrara debajo de las gradas
ya que su pelo casi brillaba.
Logan asintió en mi dirección. —¿Estás bien?
Herman no parecía impresionado. —Bueno, eso es simplemente genial.
El enano viene a rescatar a la chica.
—En realidad, le iba a pedir que bailara conmigo.
—Tú nunca bailas. —Herman resopló despacio—. Y estamos ocupados.
Logan lo ignoró. —Aurora, ¿puedo tener el honor?
Mi mirada se desvió entre ellos. Si Logan fue lo suficientemente valiente
para asumir al gran malvado Herman, lo menos que podía hacer era jugar
bien.
—Me encantaría.
Cuando me quité de la pared, Herman se dirigió hacia Logan. No llegó
muy lejos. Las puertas del gimnasio se abrieron. Una avalancha de viento aulló
y se retorció en un ciclón. Aspiró la suciedad y los residuos acumulados en las
gradas, y luego saqueando todo como perdigones contra Herman. Él alzó los
brazos, se alejó, encontrado un refugio parcial detrás de una viga metálica.
Puse mis manos sobre mi cara, pero nada me golpeó, y cuando la ráfaga
murió, me asomé a través de mis dedos. Logan ya no estaba solo. Los otros
cinco Chicos Malditos estaban detrás de él. Alivio e incredulidad ondearon
mis nervios. Lo digo en serio, tenían esta cosa de aparecerse de la nada como
una ciencia.
—Hijo de… —Herman los había visto también.
—Hola, bebé —sonrió Blake—, ¿me extrañaste? 111
Rodé mis ojos y me uní a ellos, cuidando de darle a Herman un gran
rodeo.
—¿Y ahora qué? —escupió Herman—. ¿Vamos a pelear por ella? ¿Otra
vez?
Matthias sonrió con ojos que brillaban pálidos y calientes como el hielo
roto. —Difícilmente, sólo vinimos a buscar a Logan para el almuerzo. ¿Por
qué? ¿Está pasando algo?
—Sí —dijo Logan—. Aurora y yo estábamos a punto de ir a bailar.
Todos abrieron los ojos hacia Logan quien arreglaba su corbata.
—Amigo —susurró Blake—, tú nunca bailas.
Logan lo despidió con la mano y me guió hacia el gimnasio.
Ayden rozó mi muñeca cuando yo pasaba. —¿Estás bien?
Asentí.
La ráfaga de viento había interrumpido el baile pero el entrenador tenía
las cosas bajo control ahora y nadie era sabio de nuestro pequeño estruendo
debajo de las gradas. Logan y yo nos quedamos en el borde de la multitud y
fuimos de inmediato el centro de atención. Se ruborizó pero mantuvo su
barbilla en alto.
Me incliné hacia él. —No tienes que hacer esto. No soy muy buena.
—No importa. —Logan se encogió de hombros—. Yo lo soy.
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Traducido por Amy Ivashkov
Corregido por Juli
14 “Fly me to the moon” canción de Frank Sinatra. Gloria canta “Llévame a la luna, déjame jugar
entre las estrellas”.
—Guau. —Un hormigueo doloso quemó mi cuerpo cuando medio corrí,
medio me deslicé entre la niebla.
Más adelante, una farola parpadeó varias veces antes de que una
llamarada brillante me obligara a cerrar los ojos. La bombilla explotó cuando
llegué a su radio de alcance. Alcé los brazos. Me agaché, tropezando hasta
detenerme en una lluvia de cristales rotos.
Agazapada, jadeando, me estremecí, asustada de dar un paso y
lastimarme la planta de los pies. El aire a mí alrededor zumbaba y vibraba.
Dejé caer mis brazos. Una gran cantidad de fluorescentes picos afilados
destellaron por todas partes, enclaustrándome en una hermosa burbuja
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brillante de azules nítidos, púrpuras y blancos, emitiendo un suave silbido.
Hipnotizada por la luminosidad fluyendo a través de mi cuerpo, extendí una
mano tentativamente, acercando mis dedos al resplandor.
Las chispas estallaron.
—Auch. —Eché la mano hacia atrás, sosteniéndola contra mi pecho. De
repente, el ¿resplandor? ya no era tan atractivo y yo quería salir. Di un paso
atrás, olvidando de alguna manera los vidrios rotos pero sintiendo una
dolorosa sacudida de electricidad. Mi columna vertebral se arqueó. Escuché
una risita suave y me acurruqué, con miedo a moverme. Mis ojos se llenaron
de lágrimas. Debe haber sido la luz brillante en mis retinas, no el miedo
estrangulando mi alma.
Empecé a gritar, pero aullé en cuanto una chispa alcanzó mi pierna,
luego mi cadera. Intenté salir de allí pero fracasé en cada intento, la tensión —
y el dolor— aumentaba con cada nuevo zap que silbaba en mi piel. Me
atraganté con el olor a ozono, atrapada, acurrucada sin lugar a donde ir.
26
Traducido por Aimetz14
Corregido por Amy Ivashkov
Gumby (Conocido también como Gomosito en países de habla hispana) es una figura de
15
***
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Traducido por eyeOc.
Corregido por Sweet Nemesis
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30
Traducido por Jessy.
Corregido por Sofí Fullbuster
***
16 Leñador legendario.
17 Hace referencia a que él se lo ordenó como a un perro y ella respondió como uno.
de sus labios mientras moldeaba las silabas que sonaban ligeramente
amortiguadas, como si estuviera todavía bajo el agua. Pensé besarlo. Oye, se
ha probado anteriormente que es una buena técnica de calentamiento, sólo
para propósitos medicinales…
Pero la realidad frenó el impulso —o me acobardé, dependiendo de tu
punto de vista— y, con la mandíbula apretada contra el castañeo de dientes,
sólo me abracé a mí misma y asentí.
—Mantén el agua tan caliente como puedas aguantar. Quédate ahí hasta
que dejes de temblar. Estaré afuera. Vamos. —Me puso de pie—. Y necesito tus
ropas. Desvístete. Las voy a lavar. —Dio un paso atrás, con sus manos en las
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caderas, esperando.
Tragué saliva. —¿Q-qué? No…
—Oh, cierto. Un poco de privacidad. —Me dio la espalda y se cruzó de
brazos, frente al espejo, manteniendo fácilmente mi reflejo a plena vista.
Atrapó mi mirada, con una ceja alzada y una sonrisa traviesa tirando de la
comisura de sus labios.
—¿Me ve-veo en él-l?
Se encogió de hombros, con la sonrisa de infarto en pleno vigor ahora.
—Un chico puede soñar. —Se dio la vuelta y deslizó un dedo por mi mejilla,
su mano se detuvo para acunar mi barbilla.
Mi estado frío y húmedo no tenía nada que ver con los
estremecimientos que su toque incitaba, irradiando como una corriente
eléctrica. Sus ojos se oscurecieron, sosteniendo los míos intensamente Su
sonrisa se desvaneció. Dio un paso adelante, elevando mi barbilla mientras
bajaba sus labios hacia los míos. Mi cuerpo se quedó inmóvil. Hormigueos
patinaban por mi espalda. Mis párpados se agitaron, anticipando el contacto,
pero su boca se detuvo a un estremecimiento de la mía, con su aliento
deslizándose sobre mi piel.
—Y no —susurró.
Mis pesados párpados sólo pudieron entreabrirse —No, ¿qué?
Sus labios rozaron mi mejilla, con su voz murmurando suavemente en
mi oído—: No voy a tomar una ducha contigo. —Dio un paso atrás, llevando
una escandalosa sonrisa e indignación fingida—. No puedo creer cuán a
menudo intentas meterme en situaciones comprometedoras. Lo siento, pero no
soy ese tipo de chico. Y tengo ropa que lavar.
Sacudió su cabeza y se fue, cerrando la puerta tras de sí.
Me dejé caer en la banca, concentrándome en inhalar, mordiéndome el
interior de mi mejilla, enojada conmigo misma, con él.
—Necesito esas ropas —llamó a través de la puerta.
Consideré negarme, pero el frío estaba re-invadiendo mis huesos, así
que me conformé con sacar la lengua hacia afuera de la puerta. Qué molesto,
fastidioso, arrogante y… capté mi reflejo.
Rata ahogada. Expresión frustrada. Estallé en risas. Momentos después,
abrí la puerta y lancé la chorreante masa de ropa, dándole justo en el rostro,
esperando que no se diera cuenta de los elementos faltantes.
—¿Aurora?
—¿Qué?
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—No hay sostén o bragas.
Mis ojos se cerraron con fuerza. Por supuesto que se dio cuenta.
—¿Quién dice que estaba usando alguno?
—Yo. Soy muy observador.
—Ayden, no estoy de humor.
Se rió entre dientes. —Bien. Las voy a enjuagar y colgarlas en el
calentador de toallas mientras tomas una ducha. Luego las voy a poner en la
secadora cuando vengas abajo. Prometo no mirar. Y aquí está el champú de
lujo de Jayden. Tiene plena confianza en él.
Abrí la puerta una pulgada y me asomé. Ayden me tendió una botella
de color pastel. La cogí, cerré y me apoyé contra la puerta, sonriendo porque
tenía una mano cubriendo sus ojos.
—Vuelvo enseguida a esperarte. Puedes bloquear la puerta.
—¿Ayudaría en algo?
Soltó una carcajada y lo escuché irse.
Bloqueé la puerta de todas maneras para sentir como si tuviera algo de
control —y soy paranoica—, entonces disfruté de la deliciosa agua casi
hirviendo fluyendo de la ducha del tamaño de un disco volador. Ayden
regresó y se mantuvo preguntándome si estoy consciente.
Cuando salí envuelta en la bata, me acompañó a la familiar habitación
que daba a una cocina tan-gourmet-que-debería-estar-en-un-show y me
preparó una taza de su mezcla favorita de naranja y canela. Después de haber
arrojado mi sostén y mi bragas a la secadora.
Jayden, Blake, y Logan ya se habían cambiado a ropas nuevas habiendo
regresado a informar que no habían signos de un demonio. Me senté en el
sofá, bebiendo a sorbos el té que afortunadamente no olía o sabía a alcantarilla.
La exótica y aromática esencia del lujoso champú de etiqueta francesa de
Jayden deleitaba los sentidos y, mejor aún, mis gruesos rizos ni siquiera
estaban esponjosos. Había considerado robar la botella.
Logan rebuscó por los armarios. —¿Dónde está el chocolate? A las
chicas les gusta el chocolate cuando están molestas.
Sonreí.
—No hay agua en tus pulmones. —Jayden apareció con un plato de
galletas de chocolate y palmeó mi cabeza—. Vas a estar bien, aquí. —Acercó el
plato hacia mí—. Las hice esta mañana. Desde lo básico. Triple chocolate. Me
encanta el canal de cocina.
Él podría ser extraño, pero sus habilidades para hornear eran estelares. 156
La dulce decadencia se derretía en mi boca.
—Mmh, deliciosa. —Agarré tres y me volví a sentar. Jayden sonrió, con
un ligero rubor en sus mejillas.
—No tiene sentido —gruñó Matthias desde la cocina mientras tragaba
su enésima galleta—. Los demonios no pueden traspasar nuestros escudos. Te
caíste en el agua, fue menos de un segundo antes de que Blake te subiera. Te
retorcías como una persona enloquecida, atragantándote, asfixiándote. ¿Cómo
podrías casi ahogarte?
—No lo sé. Era como si estuviera bajo el agua, ahogándome. Vi luces.
Entonces ustedes estaban gritando y yo estaba en la playa vomitando. ¿Cómo
están tus pies?
—Esterilizados. ¿Qué tipo de luces? ¿De un demonio?
—No lo sé, Matthias.
Él había crispado mis últimos nervios hace poco. Espera, ¿Australia
acababa de hacer una broma?
—¿Pero dijiste que era un demonio?
—Pude sentirlo.
—¿Cómo se sienten los demonios?
Golpeé un cojín en el sofá y me puse de pie.
—Bien. No fue un demonio. Me caí y espontáneamente medio me
ahogué. Denme mi ropa. Quiero irme.
—Relájate, chica. —Blake masticaba un bocado de sándwich—.
Matthias, amigo, retrocede. No sé qué pasó, pero fue malo.
—Había algo allí —dijo Jayden—. La explosión se produjo bajo el agua,
en la parte más profunda del lago. Una ubicación astuta para el ocultamiento.
Pero cualquier demonio se había retirado para cuando realizamos la
búsqueda.
Matthias acunó la parte posterior de su cabeza con sus manos. —¿Qué
quieren?
—No vas a ir a ninguna parte hasta que averigüemos como protegerte.
—Ayden me sirvió más agua hirviendo en mi taza y me sentó con una firme
mano en mi hombro antes de regresar a la cocina.
—Miren. Tengo que llegar a casa antes que mis padres empiecen a
llamar a la oficina del sheriff. ¿Creen que soy molesta? Esperen hasta que
tengan a Clyde y Gemma Lahey en su caso. Hablo de perros con un hueso. 157
—Sí. —Blake sonrió—. La voz de tú mamá podría salir de los altavoces
en cualquier momento.
Tristán envió una mirada preocupada sobre sus hombros. —Tenemos
que llevarla a casa.
—Y preservar su seguridad. Ella es nuestra única pista. —Jayden
rebuscó en un cajón de escritorio—. Puedo investigar su árbol familiar para
alguna indicación de por qué ella es un objetivo. Montaremos escudos
alrededor de su casa y…
—¿Qué quieres decir con “pista”? Y no vayas husmeando cerca de mi
familia o mi casa.
Ayden dejó la tetera en la cocina con un fuerte ruido.
—¿No lo entiendes? Los demonios nunca merodeaban por aquí a
propósito. Hasta ahora. —Se acercó a golpear su dedo hacia mí—. Buscándote.
Buscando matarte. ¿Cuál ha sido tu brillante estrategia hasta ahora? Correr. Y
correr un poco más. Bueno, correr no va a salvar tu trasero. Nosotros lo
haremos. Así que mejor empiezas a cooperar de lo contrario la muerte es una
opción viable.
Matthias levantó sus cejas. Le di a Ayden la mirada más sucia de la que
fui capaz, agarrando mi té y dándome la vuelta, irritada con su tono y el hecho
de que probablemente estaba en lo correcto.
Después de llevar de vuelta a Ayden a la cocina, Jayden se sentó en la
mesa de centro en frente de mí, con un block de notas y un lápiz en mano.
—Aurora —dijo él, con tono paciente—. Estamos entre los mejores en lo
que hacemos. Ayden tiene razón. Estas criaturas están arriesgando todo en lo
que parece ser un intento de asesinato contra ti. Si eres una amenaza para
ellos, eres de gran valor para nosotros, bueno en general. Puede que nos
sepamos por qué o cómo, pero necesitamos averiguarlo y mantenerte con vida.
—Caray —suspiró Matthias—. Parece que estamos en labor de
guardaespaldas.
Tamborileé mis dedos contra la taza. —No puedo tenerlos
constantemente siguiéndome, chicos.
Jayden se frotó la barbilla. —Cierto. Pero uno de nosotros podría
mientras los otros proporcionan un respaldo discreto.
—Incluso uno podría ser sospechoso —dije.
—No si él es tu novio.
Tenía que darle crédito a Logan, no dijo mucho pero cuando lo hizo, fue
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extraordinario. Su rostro se sonrojó ante nuestras miradas.
—Excelente observación —dijo Jayden.
—Oh, sí. —Una pícara sonrisa encendió el rostro de Blake—. Por fin
podremos poner en práctica nuestras técnicas de seducción para un buen uso.
—Bailó alrededor, girando un atizador para el fuego—. Yo, yo, yo. Yo lo haré.
Soy tan apto como novio guardaespaldas personal. ¡Este trabajo tiene mi
nombre escrito por todas partes!
Mi inmediato—: ¡No! —Fue compartido por el resto de los chicos.
—Nena. —Blake se acercó a mí con los brazos abiertos—. ¡Será
divertido!
Me escabullí sobre el respaldo del sofá.
—Cálmate, chico. —Ayden lo empujó para otro lado.
Me encogí de hombros e intenté parecer decepcionada al ver la
expresión herida de Blake. —Eres demasiado hombre para mí.
Asintió a sabiendas.
—¿Logan? Fue tu idea —dijo Matthias.
Los ojos de Logan se desorbitaron. Se alejó meneando su blanca cabeza,
diciendo—: No, no, no —Y poniéndose rojo en cada pulgada visible de piel—.
¿Por qué no lo haces tú?
Matthias y yo intercambiamos miradas de disgusto.
—Sobre mi cadáver —dije.
Matthias sonrió. —Entonces estoy dentro.
Le lancé una mueca desdeñosa y retorcí mis manos.
—Esto es ridículo. No necesito un novio falso.
—Tristán —dijo Matthias, ignorándome—. Tú estás justo al lado.
Cabello rubio y rizado como Tristán sacudió su cabeza. —Ella necesita
un cazador ofensivo.
—Siempre tan protector, Tristán. ¿Por qué es eso? —dijo Ayden, en un
tono significativo.
—Porque es lo correcto.
Ayden se cruzó de brazos. —Confiesa. —Tristán lo fulminó con la
mirada pero se quedó en silencio—. Tristán olvido mencionar que Aurora…
—Es nuestra vieja amiga, Rory —terminó Jayden.
Tristán hizo un extraño sonido estrangulado.
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—¿Rory? —Logan me miró fijamente.
—¡Oye! —El rostro de Blake se iluminó—. ¡Sabía que parecías familiar!
—Esta vez no pude esquivar el abrazo. Mis pies se desprendieron del suelo.
Creo que algunas costillas se rompieron.
Logan frunció el ceño. —No, no lo hacías.
Blake giró y luego me puso en el suelo. —Sabía que me gustaba. Y
compartíamos una profunda conexión.
—¿Qué pasa con la reunión? —dijo Matthias.
—Ella es la única persona normal de la que alguna vez nos hicimos
amigos que todavía está viva —dijo Jayden.
¿Todavía viva? Pensé en Herman.
Matthias miró a Tristán duramente. —¿Guardaste esto de nosotros?
—Estaba tratando de protegerla.
Con una mirada furiosa, Matthias aplastó cualquier otra explicación de
Tristán. —¿Tiene esto que ver con la situación actual?
—No veo una razón lógica para esa conclusión —dijo Jayden.
—Aunque nos brinda una confianza previamente establecida con sus
padres que nos permitirá ingresar a la vida de su hija con relativa facilidad,
simplificando muchos aspectos de nuestra misión actual. Y es bueno verla otra
vez. —Jayden me dio una cálida sonrisa.
—Bien. —Matthias dirigió una fría mirada hacia Tristán—. Lo
hablaremos más tarde, pero tienes razón, no creo que el papel de novio fingido
funcione para ti.
Jayden se puso de pie. —Yo lo haré.
Silencio. Después de un momento Ayden habló. —Ah, Jayden, nunca
has estado en una cita.
Jayden se metió el pelo detrás de la orejas y se cruzó de brazos, con su
pulgar entrando y saliendo de las articulaciones. —Tú tampoco.
¿Qué? ¿Sin citas?
—Y casi reprobaste el curso de seducción —dijo Blake.
—Blake, eso no es… —Ayden se restregó los ojos—. Y eso no tiene nada
que ver…
—Podría conseguir un libro —se animó Jayden.
—¿Curso de seducción? —dije—. Estoy segura de que no vi eso en el
plan de estudio de la escuela secundaria. —Pero sin duda podría explicar
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algunas cosas.
—No es… —Ayden tomó una tranquila respiración—. Es uno de los
cursos psicológicos del Mandatum. El arte de la persuasión. —Ayden apretó
los dientes en una sonrisa forzada para Blake—. Y llamarlo otra cosa es lo que
te tiene expulsado de la clase.
—¡Y con razón! —dijo Jayden—. Se supone que utilicemos nuestro
entrenamiento para entender y ayudar a los seducidos por la influencia del
mal, contrarrestar las técnicas seductoras de los demonios, no ligar con
mujeres.
Blake soltó un bufido. —Dice el chico que reprobó…
—Casi repruebo. —Jayden se enojó—. Tú fuiste expuls…
—¡Cállense! —dijo Matthias.
Él miró a Ayden que, después de una pausa, pasó una mano por su
negra cabellera y suspiró, sonriéndome perezosamente.
—Supongo que soy tu chico.
Los pingüinos jugaban hockey en mi estómago. —Podemos encontrar
otra manera.
—Tiene sentido. —Matthias asintió—. Ya comenzaron el rumor. Pero
cuidado, amigo. Ella tiene más de algunos movimientos astutos. Si te abraza,
abrázala fuerte. —Me dirigió una mirada—. Y átala si eso es lo que se necesita.
Arrugué mi nariz. —Con ese encanto, ¿cómo sigues soltero?
Ayden se acercó lentamente. —No te preocupes. —En un borrón de
movimiento, me lanzó en bajada. Mis brazos automáticamente se envolvieron
alrededor de su cuello, nuestros rostros a pocos centímetros de distancia. Mi
aliento se detuvo bruscamente. Mirando fijamente a sus ojos, los latidos de mi
corazón se encendieron y un chisporroteó detrás de mis rodillas se extendió
hacia el norte—. Tengo unos cuantos movimientos por mi cuenta.
Un pesado silencio siguió, entonces Blake dijo—: Esto es tan injusto. Soy
más grande, más fuerte, puedo destruir a los demonios con un kilo de mi
puño, y ya que estamos intentando permanecer de incognito, no nos
olvidemos que mis habilidades de caza son toneladas más sutiles que las del
señor Evidente por aquí. —Hizo un gesto hacia Ayden.
Matthias asintió. —Puede que tengas razón.
—¡No! —dijimos al Ayden y yo unísono, él se sacudió y se irguió, tan
conmocionado que olvidó llevarme con él.
Golpeé el piso.
Ayden se dirigió hacia Matthias. —Blake es una terrible elección. 161
***
El demonio continúa su carrera mientras pisa fuerte las agujas de pino secas,
amenazando con encender las chispas que gotean de su cuerpo. Un incendio podría
llamar atención no deseada.
—Una desprotegida chica, de todas las cosas, desconcertada de su propia
existencia. —Una carga eléctrica pulsa a través de los rastreadores azules iridiscentes,
plata, y purpura a través de su forma humana.
—Pero ella está protegida, Fiskick. —El Demonio sacude la cabeza a la nueva
voz. Él busca en la oscuridad y se mueve más cerca del agua.
—¿Echo? Debí haberlo sabido. ¡Lo has estropeado todo!
Echo deja salir una risita mientras sale del agua, su figura humanoide formada
con coloridas y ondulantes olas. A través de su cuerpo transparente, se puede ver el
lago, silenciado y borroso. Las nubes cubren por completo el cielo, a excepción de una
abertura circular justo donde brilla la luna llena, como si su brillo hubiera quemado un 163
agujero atravesándolo.
—Es curioso —La voz de Echo vibra en el aire—. Podría decir lo mismo sobre
ti. Podría haberme ido esta mañana si el idiota que contrataste no hubiera matado a mi
chico. ¿Dónde está tu irritante amigo? ¿Buscando algunos escarabajos entre los dedos
de sus pies?
—No. Tu matón mató al mío. No he sabido nada de él desde esta mañana.
¿Dónde está el tuyo? ¿Comiéndose el diccionario para reforzar su vocabulario?
La estática crujía durante el silencio.
Fiskick gruñe. —O los Chicos Malditos los consiguieron o el jefe contrato a un
tercero. —Frota sus palmas creando un brillo de zafiro—. La tuve esta noche, pero ella
usó algún tipo de arma. Después, los cazadores se mostraron. ¿Por qué estás aquí?
—Has estado siguiéndola durante semanas sin resultados. El jefe se puso
nervioso, me ha enviado.
Fiskick lanza sus brazos. Las chispas vuelan. —Me enviaron a Los Ángeles ¡Me
tomo una semana para realizar el seguimiento del Nex aquí! ¿Y una vez que lo hago?
Ella vive al lado de un cazador. Contraté ayuda. ¿Qué otra cosa se supone que debía
hacer?
—Bueno, estoy aquí ahora. Hagamos equipo.
Fiskick ríe. —No, mi amigo. Los cazadores están preparados y se me ha
ordenado retroceder. Además, no estoy interesado en la venganza.
—Estoy hablando del Nex, no de venganza. —La furia controlada en la voz de
Echo resuena en el aire lo suficiente como para erizar las hojas en los árboles—. Mira
—el matiz armónico de Echo adopta una postura comprensiva—, estamos trabajando
por la misma causa. Dos contra seis nos da mejores probabilidades.
—Siete. La chica tiene algunas habilidades. —Fiskick duda—. ¿Qué tienes en
mente?
—El jefe quiere que retrocedamos porque Cacciatori está husmeando y, si ella o
los cazadores se dan cuenta de la importancia de la chica, el Nex desaparecerá bajo
protección Mandatum. Llegar a ella será imposible. Sin embargo, si distraemos a los
cazadores, ellos cometerán errores y podremos movernos dentro.
—¿Distraerlos? ¿Cómo?
—Herman. Dale un empujón sutil. Haz que parezca que el odio lo envió sobre
el borde.
—¿Para qué?
—Para matar a Jocelyn. —Las coloradas ondas brillantes se iluminan mientras
Echo habla sobre las protestas de Fiskick—. Se verá completamente no relacionado al
Nex. Toda la culpa caerá sobre Herman. Si falla, el jefe nunca sabrá que fuimos
nosotros, y si tiene éxito, tomamos el crédito. 164
—¿Cómo?
—Al final de la fiesta de invierno. Jocelyn estará sin protección ya que no le
dirá a nadie de sus planes. Amo el desafío adolescente.
—¿Y Herman? Está enfadado, ¿pero es sanguinario?
—Eres bueno en la creación de marionetas para que hagan todo lo que pidas…
***
18 Frase en latín que significa ¿Tú también, Judas? Dentro de la religión cristiana, Judas Iscariote
ha sido identificado como el apóstol traidor que reveló a los miembros de Sanedrín (cuerpo
judicial) el lugar en donde podían capturar a Jesús de Nazaret. De ahí que la frase anterior
pueda ser traducida como ¿Tú también, traidor?
estoy listo para llevarla a la escuela. Aurora, por favor sal del… ―él observó el
automóvil de Ayden―, súper exótico coche deportivo y entra a mi… práctico
híbrido. ―Su rostro se hundió en la miseria―. Vamos, amigo, ¡¿cómo se
supone que voy a competir ―golpeó con una mano el auto de Ayden―, con
eso?!
Ayden se encogió de hombros. ―No puedes. ―Él se acercó a cerrar mi
puerta, pero Blake agarró la parte superior.
―Ah-ah.
Ayden y Blake se miraron el uno al otro.
―Oh. Dios. Mío. ―Luna exclamó desde el asiento trasero de Ayden―. 171
Es un triángulo amoroso.
Todos miramos hacia ella como si le hubiera brotado un extraterrestre
de la cabeza. ―Es como en mi libro. Dos chicos detrás de una chica y…
Me quejé. ―Eso es ridículo. Luna, esto no es un triángulo amoroso.
―Lo dice la chica en medio de un triángulo amoroso. ―Luna ignoró
mis protestas y siguió parloteando―. No sólo un Chico Maldito sino dos.
Tengo que llamar a Dánica. Ooooo ―ella gritó y aplaudió―, podríamos tener
equipos. El Team Ayden y el Team Blake. Con camisetas, pins y…
―Yo podría hacer un sitio web ―ofreció Lucian.
―¡No! ―Mi voz salió con pánico―. No equipos. No camisetas. No…
―Les daré algunas fotos de mi rostro ―dijo Blake, girando su perfil
hacia Luna y Lucian―. Me han dicho que el izquierdo es mi mejor lado. ¿Qué
piensan ustedes?
―Aurora está en lo cierto ―dijo Ayden―. Esto es una locura. Blake
puede seguirnos…
―Amigo, sabes que nadie escogería al Team Ayden. Simplemente estás
celoso.
―Eso no es cierto. Mi Team sería mucho más grande que el tuyo.
―Sigue soñando, hombrecito, sigue soñando.
―¿Te atreves a hacer una apuesta sobre eso?
―Absolutamente.
―Bien. ¿Qué hay de…?
―¡Ustedes dos cállense! ―Me empujé fuera del coche―. Blake, iré
contigo, pero ―lo señalé con un dedo de advertencia―, nada de cosas raras.
Él levantó las manos en señal de rendición. ―Seré un perfecto caballero.
Lo prometo.
Miré a Ayden. ―Como si no hubiera escuchado eso antes, sólo
vámonos.
―¡Oh sí! ―Blake agitó su puño hacia el aire, haciendo algunos giros
extraños de cadera y sonrió hacia Ayden―. Primer punto para el Team Blake.
Él tomó la ruta panorámica, haciéndose pasar por un guía turístico
mientras hablaba sobre la vegetación nativa.
―Vamos, Blake. ―Había estado rogando todo el viaje―. Dime algunos
secretos de la caza de demonios.
―Está bien ―cedió―. Tan pronto como me digas qué está pasando
entre Ayden y tú. 172
173
****
****
***
—¿Y tú eres?
186
A ella no le gustó que interrumpiera su conversación con el chico, pero
se mantuvo agradable.
—Ashely Monroe.
—Oh. —No pude ocultar mi decepción—. ¿Conoces a Jocelyn?
La expresión de la chica parpadeó con sospecha. —¿Por qué quieres
saberlo?
Me encogí. —Entonces, ¿la conoces?
—¿No eras tú la que salió con Ayden hoy? —preguntó alguien que
reconocí de la escuela.
—Sí. —Estaba escuchando demasiado eso. Tal vez me había dado algo
de reputación. Lo que sea que fuese.
Ashley sacudió la cabeza, tomando el brazo del chico y alejándose
rápidamente.
Había estado en la fiesta por cerca de quince minutos y además de
preguntarle a un trillón de chicas por su nombre, no había encontrado a mi
presa. De acuerdo a aquellos quienes lo conocían, este no era un escenario para
Herman. Era poco probable que apareciera. Eso esperaba.
Grandes fogatas ardían en la playa, y si se atrevían a disminuir, alguien
la llenaba con más madera. Las llamas alcanzaban altura suficiente para
chamuscar las nubes y calentar el frío aire nocturno, el dulce olor a pino
quemándose era fuerte. Mesas de picnic y canastas estaban dispersas por la
arena. Cabañas en ruinas se veían más allá del perímetro de la playa, uno de
sus techos había colapsado por un árbol caído. La mejor luz jugaba junto al
fuego con sombras parpadeantes que hacían difícil tener una buena visión de
los individuos en la rebosante multitud. Nada de Jocelyn, ni de los Chicos
Malditos, pero tampoco de Sparky o Herman.
Me dejé caer sobre una mesa vacía junto al fuego, por donde todo el
mundo pasaba. Bajé la cabeza y estiré las palmas para calentarlas en la
hoguera.
—¿Finalmente abandonaste a tu sombra?
Salté mientras Herman se deslizaba junto a mí.
—No te preocupes. No voy a morder. —Me dio su mejor mirada sexy
de soslayo—. A menos que quieras.
Rodé los ojos. —¿De verdad?
Soltó una mirada insinuante. —Bien. Escuché que me estabas buscando.
187
¿Cambiaste de parecer respecto a Ishida? Te lo dije. Él es peligroso.
—¿Qué? No. Mira, Herman, yo... —Ahora que lo había encontrado, me
di cuenta de que no tenía un paso dos en mi plan. Probablemente debí de
haber pensado en eso antes. Yo era nueva en el juego de la intriga y lo
demostraba—. Eres…
—Suéltalo. —Me dedico una mirada irritada, pero algo en mi rostro
debió de asustarlo. Su expresión se arrugó con preocupación. Se inclinó más
cerca y tomó mi brazo—. ¿Qué ocurrió? ¿Te lastimaron?
Sacudí la cabeza. —No, Herman. Nadie me lastimó. En realidad, estoy
preocupada de que tú vayas a lastimar a alguien.
Soltó mi brazo como si quemara.
—¿De qué estás hablando? ¿Crees que te voy a lastimar? Te dije que...
—No a mí. —Tomé una profunda bocanada—. A Jocelyn.
Su rostro se puso blanco. Parpadeó. Entonces la sospecha, la ira y el
dolor se arremolinaron en una fea tormenta por su rostro.
Yo permanecí en calma. —Matar a alguien más no traerá a Garrett de
regreso.
Él se puso de pie y miró alrededor como un animal enjaulado.
—¿Matar? —Si antes hubo una tormenta en su rostro, ahora era una
completa tempestad—. ¿Crees que voy a matar a Jocelyn? —Su susurro era
estridente—. Ella no tiene nada que ver con esto. ¡No voy a matarla, ni a ella ni
a nadie! ¿Qué diablos te dijeron de mí?
—Nada. —Me levanté. Él retrocedió como si yo fuera la amenaza.
—No puedo creer que te hayas vendido. ¿Ellos creen que yo soy el chico
malo de la película? —La amargura tiñó su risa.
Me estaba perdiendo algo.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? Todo el mundo dice que nunca vienes
a estas cosas.
—Y cuando lo hago, ¿significa que soy un asesino?
—No, ¿pero por qué esta vez? ¿Por qué esta noche?
—¡No lo sé!
Sus ojos encontraron los míos. Cuando no retrocedí, él se tranquilizó un
poco. —Piensa, Herman. ¿Por qué esta noche?
Se llevó las palmas de las manos a los ojos. Cuando finalmente me miró,
no pude perderme su confusión.
188
—No entiendo. Yo sólo… —su mirada revoloteó a los lados—, sólo sentí
que debía venir. Como si tuviera que venir.
Volví a la conversación que había escuchado en mi sueño, recordando
las palabras de Echo. Palabras de que un monstruo se aprovecharía de un niño
enojado, incapaz de superar la muerte de su hermano. —Un empujón sutil —
dije en voz baja. Ahora entendía el rol de Herman en esto. Y que Jocelyn no era
la única en peligro.
—Herman. —Parecía perdido, así que tomé su brazo y lo sacudí hasta
que se centró en mí—. Esto va sonar loco, pero —lo solté para retroceder y
desabrochar mi cadena con la cruz Celta—, necesito que uses esto.
La mirada inquisitiva se volvió aversión cuando miró por encima de mi
hombro. —Perfecto.
Una mano caliente me sujetó la muñeca. En un rápido movimiento,
alguien me hizo dar la vuelta, empujándome sobre su hombro y elevándome
fácilmente en el aire. Miré el suelo, intentando respirar contra la presión en mi
estómago. Dejándome caer sobre su espalda como su última matanza, el brazo
del chico sujetó como un tornillo la parte baja de mis piernas y presionó mis
muslos contra su pecho.
No de nuevo.
—¡Blake! —Pero mis dedos se clavaron en su suave cuero—. ¡Ayden!
¡Bájame!
—Herman, será que mejor que…
Herman cortó la advertencia de Ayden con disgusto. —Llévatela,
hombre. —Podía oírlo alejándose—. Está loca.
—Herman, ¡espera! Ayden, ¡bájame!
—De ninguna manera —gruñó—. Aprendí la lección. Blake tenía razón,
después de todo.
Acomodé un brazo contra su espalda, mirando el suelo mientras se
movía, sabiendo que cada segundo me alejaba más de ayudar a Herman y a
Jocelyn. Él puso mucho esfuerzo en detener mis patadas, lo que me llevaba a
estar feliz de que mi estómago estuviera vacío. Fue un viaje lleno de baches.
Gruñí las palabas lo mejor que pude.
—¿Así que ahora estás copiando las estelares técnicas mujeriegas de
Blake?
Eso lo detuvo.
Después de un momento me dejó ponerme de pie, apartándose, y
alejándome de sus brazos. Su cuerpo y voz emanaban la tensión que estaba 189
intentando controlar.
—Tienes razón. Lo lamento. —Miró al cielo—. Es sólo que estoy
intentando… —Sus puños se cerraron y abrieron.
—Protegerme.
—¡Sí! —Él se aferró a la palabra como un náufrago al salvavidas—. Y es
tan... tan...
—Frustrante porque sientes que no me estás contando todo.
—¡Correcto! Y….
—Estás enojado porque no confío en ti.
—Definitivamente.
—Y sabes que hay cosas que podrías contarme y podrían ayudar, pero
no estás acostumbrado a confiar en otros. No sabes cómo voy a reaccionar; si
es peligroso. Te sientes como un fenómeno con una vida tan loca y extraña,
que posiblemente nadie podría entender. O ayudar. Además, has estas
acarreando estos secretos durante tanto tiempo que te es algo familiar, un
hábito cómodo que te es ridículamente difícil romper. Y por último, si yo no
confío en ti primero, ¿por qué tú deberías confiar en mí?
Estiró los brazos hacia adelante y sus rasgos se relajaron con alivio. —
Exactamente.
—Sí, Ayden. —Peleé contra las lágrimas que buscaban resquebrajar mi
compostura—. Sé exactamente cómo te sientes porque yo…
—Te sientes de la misma manera. —Dejó caer uno de sus brazos. Se
pasó el otro a través de su cabello—. Sí. Debería haberlo visto venir.
El sonido de la fiesta pareció desvanecerse, dejándonos a nosotros dos
en una burbuja cargada de silencio y emociones. La parpadeante luz del fuego
bailaba sobre los increíbles rasgos de Ayden mientras él me miraba durante un
largo momento, sus ojos oscuros tiernos y compasivos.
Asintió. —Lo capto. Así que, ¿qué hacemos ahora?
—Ahora —me tragué el nudo en la garganta—, te diré por qué necesito
tu ayuda.
Juntó sus manos en una oración ferviente. —¡Finalmente! —Se puso de
rodillas para darle un toque dramático—. Por favor, por favor, por favor —este
soy yo rogando—, dime por qué querías o necesitabas venir a esta estúpida
hoguera para que pueda hacer mi cosas de mega-superhéroe-valiente, salvar el
día y llevarte a casa.
Mis cejas se alzaron. —¿Cosas de mega superhéroe valiente?
—Es un término técnico. Ahora, suéltalo. 190
191
***
Cuando tomó un gran esfuerzo para abrir mis ojos, me aterró mover el
196
resto de mi cuerpo. Algunos parpadeos tentativos después mis pupilas se
ajustaron a la luz tenue.
Hospital. Definitivamente. Levanté una mano, pesada como un yunque.
Auch. El yunque tenía un ancla. O cuatro si quería ponerme técnica. Un sonido
suave se aceleró cuando me moví. He llegado a odiar el sonido del monitor de
corazón, demasiados recuerdos.
Me senté. Gemí. Un auto-examen rápido me dijo que mientras estaba
realmente magullada y golpeada, la multitud de anexos de parafernalia
médica me hizo quedar como experimento científico de un genio malvado, era
una exageración. O tenía padres sobre protectores.
Mis ojos se fijaron en una forma en la silla junto a la ventana. Mi
respiración se sacudió. El pitido se intensificó.
—¿Ayden?
Un pozo hueco en mi estómago convulsionó, detonando recuerdos de
Ayden interponiéndose entre la explosión y mi persona, con los brazos
extendidos como si quisiera detener el infierno. Las llamas de la explosión
envolvieron su cuerpo en una locura voraz.
Yo no había estado soñando, pero el chico enrollado en la silla no estaba
definitivamente extra crujiente. Algunas marcas de hollín manchaban su piel y
su camiseta, y un aroma ahumado BBQ persistía, pero su hermoso rostro,
relajado en el sueño, se mantuvo impecable. Su cabeza descansaba sobre su
chaqueta, que había doblado como una almohada.
La placa de tensión alrededor de mi pecho se partió. Me limpié los ojos
húmedos. Necesitaba tocarlo, asegurarme de que era real, respirarlo. Aparté
las mantas, combatí contra los accesorios que estrangulan mi movimiento.
Apagué el monitor del corazón, empecé a tirar de los cables. Mi velocidad se
aceleró con el deseo de llegar a Ayden, haciendo una mueca en cada tirón al
intentar sacar la sustancia pegajosa para quedarse súper pegada a mi piel.
—¡No toques eso!
Alcé la cabeza. Y me arrepentí. —Auch.
Desenvolviéndose de la silla demasiado rápido, Ayden cayó al suelo.
Me reí cuando se levantó, perdiendo el intento de permanecer imperturbable y
me moví de costado.
—¿Donde te duele? —preguntó. Hice una mueca cuando descubrió un
bulto en mi línea del cabello. Sus manos se retiraron—. Lo siento.
—¿Estás bien?
—¿Yo? Si. —Volvió la cabeza para olfatear su chaqueta—. Ahora
incluso huelo como si fumara. —Sonrió. —¿Por qué?
197
Negué con la cabeza. Suavemente.
—Nada. Solo pensé… —Lamí mis labios—. ¿Cómo está Jocelyn?
—Muñeca rota, conmoción cerebral leve, costilla magullada, pero por lo
demás, muy bien. Está al lado. Mamá está haciendo café. Papá debería estar
aquí en cuestión de horas. Hablando de agradecimientos. Probablemente te
compren una isla. O te darán la nuestra. —Mi mandíbula cayó—. Es broma. Es
más bien una península. Pero, oye, has salvado su pequeña.
—No mencionaste a una hermana.
Se frotó su mandíbula. —Jocelyn tiene perfil bajo. Va a una escuela
privada porque están dispuestos a trabajar en torno a su horario. —Levanté las
cejas—. Ella patina. Muy bien. Viaja mucho por las competiciones. Mamá va
con ella. Acaban de llegar a casa hoy y Jocelyn va todo adolescente idiota. Se
escabulle sin respaldo.
—¿Respaldo?
—No es una cazadora. No tiene las habilidades, por lo que debería tener
protección, pero se molesta y… ¿cómo sabes acerca de la amenaza contra su
vida?
Vaya, no estaba preparada para ese cambio. Presa del pánico, me puse
de pie, balanceándome. Ayden me atrapó. Sentí la brisa de la parte posterior
de mi bata abierta y cayó hacia abajo.
—Quédate en la cama.
—¿Eres doctor ahora?
—No. Pero tu papá dejó instrucciones estrictas. —Levantó mis tobillos
en la cama, llenó mi vaso de agua, e hizo un gesto para que me quede quieta—
. Sólo dejó que me quede mientras que tu madre pasó a la cafetería. Le prometí
buscarlo si despertabas. Para ser sanador puede dar miedo.
Desapareció por la puerta y luego apareció de nuevo.
—Casi lo olvido. —De una silla en la esquina agarró un ornitorrinco de
peluche verde y turquesa—. Selena dijo —se mordió los labios, pero no pudo
sofocar la sonrisa—: Bubbles te hará compañía hasta que ella regrese. Se
supone que debes proteger al pequeño.
Cogí el mejor-amigo-raya-juguete de Selena con una sonrisa irónica. —
Bubbles es una chica. No dejes que te atrape Selena cometiendo ese error.
—Nunca. —Con un guiño, se había ido.
Arrastré el soporte IV20 hacia mi bolsa de lona debajo de la silla de
Ayden y con gemidos mínimos, me puse un par de pantalones de chándal.
Mejor. Otro acarreo del soporte IV chirriante y llegó a la sala vacía donde el 198
reloj por encima de la estación de enfermeras lee 2:48 am. Me moví lentamente
para evitar despertar a alguien y, ya sabes, caerme, y me asomé a la habitación
de Jocelyn. Jayden estaba dormido en una silla pareciendo tan contorsionado
como Ayden lo estaba.
El resto de la escena era surrealista.
No es la criatura aspecto exótico dormida en la cama, que, a pesar de los
pequeños cortes visibles, era de una belleza similar a sus hermanos. Una piel
perfecta, excelente estructura ósea y el pelo negro como el azabache extendido
sobre las sábanas blancas. Y no los cables serpenteando de su cuerpo a varias
máquinas, o el IV enganchado a una mano no envuelto en un yeso.
No, la parte más surrealista era el chico guapo sentado en su cama, sus
normalmente furiosos, pálidos ojos llenos de preocupación, líneas de
expresión grabadas profundo. La forma en que rozó suavemente el pelo de su
mejilla y murmuró palabras tranquilizadoras cuando la cabeza retorció de ida
y vuelta. Y la forma en que se llevó la mano a los labios cuando ella se relajó.
—¿Matthias?
Las luces se apagaron. Australia saltó sin problemas de la cama y en
una posición de combate. Me reconoció. Y frunció el ceño. Ahí estaba el
Matthias que conocía.
Se puso de pie, pero se mantuvo tenso, preocupado mientras se dirigía a
mi con un duro—: Shhhhh. —En los labios, y me empujó fuera.
Sr. A Cargo era un desastre, con la camisa medio salida, con los
pantalones arrugados, bolsas bajo los ojos y su cabello caoba hacia arriba.
¿Quién lo hubiera pensado? Quizás Matthias tenía un corazón.
Su boca se torció hacia un lado. —Luces como basura.
***
Mamá llegó en minutos con chocolate caliente y cargada de ansiedad.
Había espantado a Ayden y me metió en la cama, poniendo y alisando
cubiertas, limpiando el hollín restante de mi cara y las lágrimas de sus ojos.
—Gracias a Dios que estás bien. Y estás muy castigada.
—¿Por qué?
Sabía por nuestra conversación que nadie había mencionado mi robo
del coche de Ayden. Le debía Lucian y Luna a lo grande. Mis padres pensaron
que había ido a la hoguera con Ayden, terminé notando una pérdida de gas y
jugué al héroe salvando a Jocelyn.
—Por asustarnos y volvernos medios locos. 200
Matthias dejó caer su cabeza hacia atrás, con las manos agarrando mi
cama, sus nudillos se pusieron blancos. Alzó la cabeza, su mirada oscura
atrapó la mía. Me retorcí. La habitación se sombreo, como si las nubes de
repente sofocaran el sol.
—Voy a ser específico. ¿Cuándo te enteraste de la amenaza a Jocelyn?
Tragué. —Ayer. —Mi decisión de no responder a más preguntas
coincidió con la comprensión de que tenía cierta influencia. Me decidí a probar
la teoría.
Me quedé mirando fijamente a Australia. —¿Cómo está Jocelyn? —Si no
hubiese estado buscando eso no lo hubiera visto estremecerse. Una ligera
mueca alrededor de la boca, pero estaba allí y sabía que me había cuenta—.
Estoy tan aliviada. No lo estás tú, ¿Matthias?
Más blancos sus nudillos. Su tensión apretada con hilos le valió miradas
extrañas de Tristán y Logan.
—Qué chica encantadora. ¿Tiene novio?
Matthias frunció los labios y sonrió. Era feo. —No lo sé.
—Que lastima. —Moví los dedos y ensanchando mis ojos como si
acabara de tener una epifanía Einstein—. Ustedes hubieran hecho una linda
pareja.
Tanto Tristán y Logan soltaron una carcajada pero aplastadas cuando
Matthias me dio una mirada que podría convertir lluvia a la nieve. La
venganza era más dulce de lo que imaginaba.
—¿Pero qué sé yo? —Moví la mano—. Así que, Matthias, ¿alguna otra
pregunta?
Tristan y Logan compartieron una mirada preocupada cuando Matthias
gruñó. La habitación se oscureció de nuevo. ¿Había una tormenta?
—Bien, porque tengo algunas. Como, ¿qué pasa con Ayden? Realmente
debo estar perdiendo la razón porque estaba segura de que había desaparecido
literalmente en humo, pero no. Sigue estando perfectamente vestido de cuero.
¿Qué me estoy perdiendo? Estoy pensando que me deben dejar entrar al club.
Sé que robé el auto de Ayden, totalmente fuera de lugar, pero me doy puntos
creatividad y, bueno, yo salvé la… —hice un gesto hacia Matthias y re-
pensando el movimiento— hermana de tu amigo.
Más tarde me pregunto cuál paja cayó el camello, porque como una
reunión ola rompiendo en la orilla, la furia Matthias se rompió. Mi cama saltó
junto a mi corazón como él lo empujó contra la pared.
202
Matthias se volvió, estrechar la mano, primero la mía y luego la de
Tristan. —Olvídalo. Hazte cargo de ella. —Tristan no se movió—. ¡Ahora!
—Matthias, tu padre dijo…
Matthias cortó Logan con un gesto desagradable. —Dije hazlo ahora. —
Señaló con el dedo a Tristan—. Y asegúrate de que quede esta vez. La
explosión. El hospital. —Cortó el aire con una mano—. ¡Quiero todo fuera!
Las mirada de disculpa de Tristan volvió hacia mí secaron mi boca. —
Matthias —suplicó.
El cólera desfiguró los rasgos de Australia. —Ahora —gruñó.
Lodo negro parecía deslizarse sobre su iris y, como si sus ojos se
convierten en pozos sin alma no era suficiente, ni idea de que estaba en
peligro, mi visión comenzó a oscurecerse.
—Matthias, relájate. —Traté de sonreír por sus emociones. El instinto
me acosaba a que corra. Agarre firmemente a burbujas y corrí el cobertor para
dirigirme a la puerta—. No diré nada.
—¿Sobre qué? —dijo Logan.
Matthias lanzó una mirada oscura hacia Logan.
—Nada —dije—. Estoy diciendo nada sobre nada.
—Asegurémonos —puntualizó Matthias sus palabras—. Tristan. Hazlo.
Ahora.
No llegaría a la puerta. ¿Plan B? Gritar. Los ojos tristes de Tristan
brillaban púrpura. Yo estaba fuera de tiempo. Respire hondo y…
Un martillo invisible se estrelló contra mi cara. Otro golpe invisible se
estrelló contra mi cabeza, tomando lo que tenía de aliento. El dolor barrió mis
nervios. Ruidos extraños escaparon de mis labios temblorosos. Mis pulmones
gritaban. Pero yo no pude. Gritos sonaban, pero no míos porque no tenía aire,
ni vista y una sobrecarga de dolor.
En resumen, me estaba muriendo.
203
38
Traducido por Val_17
Corregido por Joss
Bip 209
—Dr. Lahey…Lo siento ella sólo no está respondiendo. —No reconocí la
voz.
Bip-bip.
—¡Ella se movió! —Eso sí lo hice. Papá.
—No vi nada. Puede que sólo tú…
—Estoy seguro que ella apretó mi mano.
No podía abrir mis ojos, pero papá sostuvo mi mano, acariciando mis
dedos.
Bip-bip-bip. Bip.
—No, ya lo verás. Ella saldrá de esto. Lo hará. Tiene ese indomable…
—Espíritu Lahey —terminé débilmente.
—¡Oh mi Dios! ¡Ves! ¡Ves!
El pitido subió a toda marcha en el monitor del corazón. La máquina
más hermosa del mundo.
Levanté mis cejas para ayudar a abrir mis párpados. Funcionó. Más o
menos. Una vez que rompí el sello de pegamento de mugre que los unía. Una
borrosa cornucopia de color me dio la bienvenida. Flores, plantas y globos
emboscaron cada centímetro de la habitación. Pero nada podía eclipsar el
rostro radiante de papá. Él parloteó con alegría incontenible.
Mi mano dolió en su agarre, pero sin quejas. Le habría apretado así de
fuerte si tuviera la fuerza. Así como estaba mis lágrimas corrieron
desenfrenadas.
Él abrazó. Besó. Gritó—: ¡Gemma! —Cuando mi madre no apareció,
corrió hacia la puerta y casi se cayó, y me tiró de la cama, porque olvidó soltar
mi mano. Reí mientras daba rodeos atrás y adelante pero se rehusaba a
dejarme ir, gritando más fuerte—: ¡Gemma! ¡Gemma! —le dijo a la enfermera y
a cualquiera apiñado en la puerta—:¡Traigan a su madre! —Luego otro
frenético—: ¡Gemma! —Y volvió a cubrirme de besos. Esperaba que nunca se
detuviera.
Gloria se quedó a los pies de mi cama, sonriendo, con lágrimas.
—Gracias —dije en voz alta.
Sabía que en su estado actual papá no pensaría en nada extraño. Con
algunas palabras elegidas mamá empujó a un lado a las personas, golpeó a
algunos y colapsó sobre mí, parloteando, sollozando.
—Olvídalo. —Gloria me guiñó el ojo y flotó a través del techo.
Otro altercado en la puerta. Elevándose sobre todo, Blake barrió lejos la
210
multitud como telarañas, Ayden y Tristan siguiéndolo a su paso.
¿Olvidarme de eso? Ojala pudiera.
40
Traducido por Zafiro
Corregido por mterx
Hace referencia a una rima infantil, en la que Mother Hubbard encuentra la despensa
21
vacía.
Miré fijamente a mi mano. La mano al final de mi brazo extendido.
Ahora estaba vacía, pero hace unos momentos sostenía ese mismo cuchillo. No
me acordaba de tirarlo.
Todas las cabezas giraron al unísono. Todos los ojos en mí. Todos
atónitos.
213
41
Traducido por Mel Markham
Corregido por Deydra Eaton
—De ninguna maldita manera. —Blake rompió el silencio, una sonrisa 214
extendiéndose por sus rasgos—. Asombroso, nena.
Matthias arrebató el mango del cuchillo. Un aullido resonó. Un borrón
de gris y Helsing saltó de la nada, hundiendo las garras y los dientes en el
antebrazo de él. El cuchillo repiqueteó en el suelo. Matthias balanceó el puño,
pero Helsing ya se abalanzaba sobre un taburete, gruñendo y moviendo la
cola.
Blake se rió entre dientes y, con una mirada vigilante sobre Helsing, se
inclinó para agarrar el cuchillo.
—Si tocas a mi gato…
—Vinimos en paz, nena.
Matthias apretó la mandíbula y limpió el goteo de sangre del ataque de
Helsing. Oscuros rizos caían sobre su frente cuando levantó la mirada. El ónix
se arremolinaba y se tragó sus ojos mercuriales. La habitación se oscureció.
Lo apunté con un dedo tembloroso. —Detente.
Ayden agarró un bíceps de Australia. —Recuerda, Matthias. Coma.
El dolor se grabó profundamente en los hermosos rasgos de Matthias
por un momento, por lo que pareció joven y vulnerable. Se quitó a Ayden.
—Como si pudiera olvidar. —Lo arañó. El negro se desvaneció. La
habitación se iluminó. Los ojos que levantó hacia mí eran de un azul plateado,
teñidos de tristeza—. Nadie va a herirte.
—Puede ver cambiar tus ojos —susurró Jayden—. Fascinante.
—Eso no es normal —dijo Logan.
—Sí, bien. —Como si el cambiar de color de sus ojos, y las extrañas y
horribles cosas que pasaron cuando lo hicieron, fueran normales—. Váyanse.
Ahora. —Retrocedí, tropecé con un mueble, y busqué detrás por otra arma,
luego me acerqué blandiendo a Thomas el Tren de juguete de Oron. El hecho
de que chirrió en mi mano nerviosa me había hecho perder algunos puntos de
intimidación.
Blake levantó el cuchillo.
—Lindo toque, pero creo que fue este pequeño bebé el que tiene su
“punto” de ancho. Yendo todo ninja. —Blake hizo la mímica de movimientos
de karate—. Muy impresionante para un pequeño polluelo. ¿Cómo hiciste eso?
Jayden habló en un tono uniforme. —Aurora, necesitas tranquilizar tu
respiración.
—Lo estoy intentando.
215
—Si hiperventilas, corres el riesgo de sufrir desmayos.
—Dije que estoy trabajando en ello.
Logan se aclaró la garganta —¿Te gustaría una bolsa?
—Conozco el “boca-a-boca”.
Ayden golpeó a Blake en el hombro.
—Gracias, pero prefiero que me tires agua.
—No sabes lo que te estás perdiendo, nena.
—Con un poco de suerte.
—Dale el cuchillo. —Todos miramos a Matthias, quien, cuando nadie
se movió, le arrebató el cuchillo a Blake, lo volteó en su mano y me lo ofreció a
mí, el mango primero—. Tómalo. Te sentirás mejor.
Helsing gruñó y saltó para colarse a través de mis tobillos con
indiferencia condescendiente y el silbido ocasional. Él estaba disfrutando esto
demasiado. Mis dedos tocaron el suave mango, listo para reaccionar si
Matthias se abalanzaba, pero dio marcha atrás tan pronto como tuve el
cuchillo.
Con las manos levantadas, Ayden dijo—: Nos iremos, si quieres…
—Sí quiero.
Ayden mostró una sonrisa tensa. —No creemos que debas estar sola.
Todavía necesitas protección.
—De ustedes. —Apunté el cuchillo a Tristán—. ¿Qué me hiciste? ¿Cómo
pudiste enviarme a ese…lugar?
El rostro de Tristán se desplomó con culpa. Casi sentí lástima por él.
Casi.
Las pecas se destacaban sobre su de repente piel pálida. Pasó sus manos
tan fuerte por su rubio cabello que esperaba ver zonas calvas.
—No lo sé. Fue un accidente. Nada como eso pasó nunca.
—Qué suerte la mía. —Mi estómago amenazó con lanzar sus contenidos
mínimos.
—Espera. —Ayden lucía confundido—. ¿Qué lugar? Estuviste en el
hospital todo este tiempo. Nos aseguramos de que fuera seguro.
Todos asintieron.
—¿Seguro? —Solté un risa fría—. ¿Hospital? Oh, eso es una tontería.
¡Esa Casa del Terror casi me mata!
—Aurora. —Ayden dio un paso hacia mí con las manos extendidas,
216
pero se detuvo cuando levanté el cuchillo. Exhaló profundamente, los labios
finos mientras los presionaba juntos—. Lo juro. Todos mantuvimos una
vigilancia alrededor del hospital durante todo el día. Ningún demonio.
Ningún peligro. Cómo ocurrió el coma —levantó sus hombros—, no tenemos
idea, pero después hicimos todo para protegerte hasta que te despertaras. Eso
es todo lo que estamos tratando de hacer ahora.
Jayden ladeó la cabeza. —¿Qué crees que hicimos? ¿Pasó algo de lo que
no estamos conscientes?
Me froté el punto sensible donde el gul me había cortado el brazo y
estudié todos los rostros. Cada uno parecía genuinamente sorprendido.
¿Podían seriamente no tener idea? Si honestamente no sabían sobre el coma,
entonces, quizás…
Mi cerebro empezó a doler. Froté mi frente con una débil mano.
—No es nada. —Necesitaba hablar con Gloria—. No me estoy sintiendo
bien, así que…
—Por supuesto. —Jayden movió una mano por el aire como si tratara
de cortar la tensión—. Necesitas sustento. Podemos hablar después del
almuerzo. Caballeros, vamos a recuperar los alimentos, mientras que Aurora
acaba... —Él entrecerró los ojos en desaprobación a mi helado—, su desayuno.
En un parpadeo, Blake me agarró y me dejó caer en una silla en la mesa
del desayuno. Ayden puso el helado, más una malteada a este punto, sobre la
mesa con una clara directiva. —Come. —Jayden trajo un vaso de agua. Logan,
después de golpear los gabinetes y cajones, sacó una bolsa de papel marrón.
Ayden me puso la chaqueta por los hombros e interrumpió la
demostración de Logan sobre el uso de la bolsa para anunciar a todos en la
sala diciéndome—: Ya vuelvo.
Seguido de cerca por un imperioso Helsing, desaparecieron por el
pasillo. Habiendo terminado de jugar, puse el cuchillo en la mesa y coloqué el
recipiente de helado sobre mis labios para un trago rápido, e hice mi
movimiento.
217
42
Traducido por CoralDone
Corregido por Elena Verlac
Nota mental: Pijamas y pies descalzos hacen un pésimo conjunto para 218
escapar. Escabulléndome hacia la puerta trasera, más allá de la exhibición de
flores silvestres, me golpeé el dedo del pie con un rociador.
¿Estaban tratando de matarme? Matthias parecía que probablemente.
No me creí el nuevo acto. ¿Era realmente la cosa de Jocelyn? Parecía mezquino.
Matthias dominador malicioso, tan mezquino que no era una exageración.
¿Pero enviándome a ese miserable lugar para ser comida viva? Destruida. Sin
ser a propósito. Suponiendo que sabían, que estaba todavía en el aire. Y si yo
no suponía que tenía que entrar en coma o enganchada a un tren de terror
para el mundo de espera, ¿Qué se suponía que debía suceder?
Involucrándome en una marea turbia, mis pensamientos se
arremolinaban con secretos, verdades a medias y mentiras descaradas. No era
como si yo no tuviera lo mío, pero estos chicos eran peligrosos. Tratando de
matarme, ¿He mencionado eso? Los analgésicos estaban desenfocando mi
cerebro, miré por encima de mi hombro y abrí la puerta.
Él me agarro. ¿Quién? No lo sabía. Los analgésicos. Cerebro
desenfocado. ¿Te acuerdas?
Lancé un golpe torpe que de alguna manera conecto con su mandíbula.
Auch.
Jayden —seh, siempre al que menos te esperas— gruñó por la sorpresa,
pero puso una mano sobre mi boca y la cogió a través, la puerta golpeó al
cerrarse.
Tragué en contra de mi corazón trepando por mi garganta. Vacilante,
Jayden retiró su mano y se echó hacia atrás. Mis ojos se lanzaban por un
escape.
—Tu ansiedad es compresible, pero fuera de lugar. Los únicos seres con
la intensión de hacerte daño están esperando tu salida de tu casa sin
protección, brindándoles a ellos la oportunidad de mutilar y asesinar.
—Ustedes chicos están haciéndolo bien con la rutina de la mutilación y
el asesinato.
—Me doy cuenta que la idea de estar en coma es aterradora, pero tus
signos vitales se mantuvieron firmes en todo momento. Nunca estuviste en
peligro físico.
—¿Ningún peligro físico? —Prácticamente le escupo mi desprecio—.
Ustedes son unos idiotas.
—Al parecer sigues insinuando... —Jayden negó con la cabeza—. ¿Qué
me estoy perdiendo?
Tal vez dejarían de tratar de matarme si supieran que soy la Divinicus,
pero entonces tendría un conjunto de otros problemas con ellos y el
Mandatum. Pasé una mano por mis rizos, enredando los dedos en los nudos. 219
Mi día se había convertido en un pozo oscuro antes de que tuviera el chance
de cepillarme mi cabello. Estupendo. Necesito un teléfono.
—Nada —solté y me moví hacia la puerta. Las chancletas de Jayden
golpearon detrás de mí.
Agarró mi brazo. —Tu protección es nuestra meta.
Su pequeño contacto lanzó dagas frías en mi corazón. La furia se
extendió a través de mi cuerpo y se hizo cargo antes de que mi cerebro
registrara la rabia. Me giré, cerré mis manos en su pecho, una luz brillo donde
me conecté y el voló hacia atrás —me refiero a voló— y aterrizó arrastrándose
sobre su trasero.
Oí una voz salvaje, baja, frágil, quebradiza como el hielo fino diciendo—
: Seguro, secuestrándome, manteniéndome prisionero, usándome, ¿Crees que
voy a dejar que me alejes de mi familia, haciéndolos sufrir, haciéndome sufrir?
Oh no. Ellos. Me. Aman. A. Mí. —Algo golpeó mi pecho para enfatizar la
última palabra—. No voy a dejar que nos destruyas, yo no pedí por esto. No
quiero encontrarlos. Tú cazas demonios, tú das tu vida por tu preciosa
sociedad. No yo. Te lo advierto. ¡Retrocede!
La última palabra fue escupida con veneno, entonces la persona dejó de
hablar. Me di cuenta de que era yo. Jayden no se había movido a excepción de
sus ojos, ellos se pusieron muy, muy grandes.
De repente, sin aliento, me esforcé por aire. Manos arañando mi pecho,
me caí de rodillas, jadeando, un brazo se fue a mi alrededor. Algo marrón me
tocó la cara.
—Respira dentro de esto. —La calma usual e imperturbable de Jayden
era, bueno, vitalizante—. Mis disculpas, nunca fue mi intensión asustarte. Es
cierto que las emociones no son mi fuerte, he sido insensible. Por favor,
cálmate, tu presión arterial está aumentando a niveles potencialmente
peligrosos.
Cómo él sabía eso, no estaba segura. ¿Qué sí sabía? Mis manos tenían
un leve resplandor. Mierda. Las metí debajo de mis axilas sudorosas. Y respiré
en la bolsa.
—¿Qué fue eso?
—Nada —amortigüé dentro de la bolsa de papel rizado.
—No, te veías… extraña y me golpeaste con una irrazonable cantidad
de fuerza. ¿Y por qué le temes al secuestro? Definitivamente me estoy
perdiendo algo.
Me empujé hacia arriba, agradecida de ver mis manos devuelta a la
normalidad. 220
—Ataque de adrenalina.
—Pero… —Miró más allá de mí y tiró su pelo hacia atrás con una mano,
maldiciendo por lo bajo.
Me volví, esperando lo peor, como algo viniendo a matarme. Siendo
recogida en un poderoso abrazo, grité y arrojé mis brazos alrededor del grueso
cuello de Blake. Se dio la vuelta, la valla por poco tomando mi cabeza, antes de
dirigirse hacia el patio.
—Blake —espetó Jayden—. Ten cuidado, su estado es delicado.
—Cálmate, muchacho lógico.
—Bájame.
—Paciencia mi lady. Te tenemos una sorpresa.
La sorpresa me sorprendió bastante como para parar mi retorcimiento y
los golpes inútiles al pecho de Blake. Y susurré—: ¡Guau!
Repartido en un exuberante césped a la vista, alardeaba un elaborado
festín. Ofreciendo costillas, pollo, una multitud de ensaladas y guarniciones,
montañas de frutas de colores brillante, canastas de pan y numerosos y
deliciosos postres fueron organizados en reluciente cristal y porcelana china
fueron colocados sobre mantas de damero rojo. Botellas de cidras de manzana
enfriadas en sudantes champañeras plateadas. Jarrones altos abrazaban flores
que reconocí del jardín de mi madre. Yo sabía que no le importaría contribuir
esta vista, tan impresionante como una obra maestra del renacimiento, con
aromas de la vida real que estallaron mi estómago en feroces gruñidos.
—Tu madre dijo que no has estado comiendo mucho —dijo Ayden—.
Pensamos que esto podría ayudar.
Todos estaban ansiosos excepto Matthias, quien estaba en la cubierta a
lo lejos concentrado en… ¿Coser a mano algo?
—Entonces —Blake me bajó—, ¿nos podemos quedar?
Miré la boca aguada de la cornucopia. —La comida puede.
—Aurora… —comenzó Ayden.
—¡Ningún Aurora! Ustedes fueron los que me pusieron en coma y me
enviaron.
—En mi defensa —Blake puso una carnosa pata de carne en su pecho—,
no tenía nada que ver con eso, fue todo de Tristan.
—¡Por accidente! —gritó Tristan desde el porche de atrás—. Lo siento,
de veras.
—Juro que él nunca ha hecho eso antes. —Ayden habló sobre Tristan—.
221
No estábamos tratando de herirte, sé que no lo parece, pero…
—Los grandes, malos cazadores de demonios solo aspiran a proteger a
las personas. De verdad, ¿esa es la historia que quieres vender?
—Es la única que es verdad —dijo Logan
—Realmente, realmente, realmente lo siento —terminó Tristan
Un teléfono sonó. Blake tiro de uno de nuestros teléfonos de la casa de
su cinturón y comprobó el identificador de llamadas.
—Es su madre. —Le tiró el teléfono a Logan.
—No lo quiero.
Jayden y Tristan eran los siguientes en la lista caliente y finalmente
Ayden que tras un breve segundo me lo ofreció a mí. —Por favor, danos una
oportunidad.
—Oye, mamá.
—¿Aurora? Acabamos de escuchar que los chicos fueron a verte.
—Sí, ya están aquí.
Cubrió el teléfono y murmuró algo, asumo que a papá. —Entonces,
¿está todo bien? Si no estás dispuesta, haz que se vayan, inmediatamente o
podríamos volver a casa ahora mismo.
Analicé el grupo. Hombre, ellos realmente dominaban los ojos de
cachorros. Gloria confió en estos patanes. Gloria, que me ha salvado del
Mundo en Espera al que ellos me enviaron. ¿Qué si ella estaba equivocada?
Pero si ella había sido realmente la única protegiendo a mi familia de los
monstruos y renunció…
—¿Cariño? ¿Estás ahí? Vale, estamos volviendo a casa.
—No, mamá —suspiré, arriesgando a otro viaje al Mundo de la Espera,
era un pequeño precio a pagar por la seguridad de mi familia—, estoy bien,
ustedes chicos diviértanse. Estamos bien aquí.
La tensión disminuyó.
—¿Estás segura?
—Sí.
—Clyde, ella dijo que está bien. ¿Qué? ¿En serio? —resopló mamá—.
Tu papá quiere saber si “bien” es código de “por favor vengan a casa, estoy
siendo retenida por maniáticos hormonales”. —Una pausa—. Y si dichos
maniáticos hormonales están escuchando, quiere que ellos sepan que cortara
las partes vitales de sus cuerpos y los verá sangrar en una muerte lenta y
tortuosa y luego enterrará dichas partes del cuerpo en diferentes continentes
en todo el mundo, por lo que nunca será llevado a la justicia y se deleitará con 222
su desaparición insoportable para el resto de su vida, porque tenían el descaro
de causar a su hija alguna molestia.
Sonreí. —Mamá, papá no dijo eso.
—Puede que haya improvisado la última parte. Pero él preguntó acerca
de los maniáticos hormonales.
—Eres una mujer sedienta de sangre.
—No tienes ni idea.
Me eche a reír. —Estoy bien, sin código.
Mamá suspiró —Está bien, pero no exageres. No vamos a llegar tarde.
Llámanos si nos necesitas. Te amo.
—Yo también te amo. —Colgué y planté las manos en mis caderas—.
Pero si Tristan siquiera me mira de manera equivocada, sobre todo con esa
mierda purpura, voy a acabar con él.
—Trato. —Tristan golpeó una mano sobre sus ojos.
—Y Matthias se tiene que ir.
—Está bien. —Matthias reunió su parafernalia de costura.
—¡No! —dijeron el resto de los chicos al unísono.
— Sí —dije sorprendida de ser imitada por Matthias.
—Espera —dijo Ayden—, él no sabía que iba a pasar más de lo que lo
hicimos, si lo hubiera hecho, habría cortado su propia cabeza tratando de
protegerte de eso.
—Oh, por favor. —Casi me atraganté.
—Lo digo en serio —La mirada intensa de Ayden respaldó sus
palabras—, él…
—¡Cállate! —Matthias escupió las palabras con furia, pero el pánico
saturaba su mirada—. Ella quiere que me vaya, me voy. Fin de la discusión.
Logan se apresuró en bloquear a Matthias de escapar y dijo—: No
puedes dejar esto así, mantente positivo. Ésa es la sobrevivencia uno-a-uno.
—Evitar a Matthias —dije—, eso es supervivencia uno-a-uno.
—Matthias —dijo Ayden—. Dile…
—De ninguna sangrienta manera.
Ayden le lanzó una mirada exasperada. —…que lo sientes.
Matthias parpadeó. —Oh, cierto. —Durante varios momentos estudió la
creciente hierba. Cuando por fin levanto los ojos a los míos, estaban
desprovistos de emoción—. Lo siento, yo no lo sabía, nunca he tenido a Tristan
223
poniéndote en estado de coma. Te doy mi palabra de que no va a volver a
suceder.
Me mordí el labio con el peso de su sinceridad, lo cual era difícil,
porque no podía leer nada en su rostro. Era como si algo remotamente
humano se había apagado. No triste, no feliz, no enojado. Solo nada.
—¿Cómo puedo confiar en tu palabra?
Algo finalmente brillo en los ojos de Matthias, algo doloroso, pero se
había ido en un instante. —Tienes razón, no puedes. —Se dio la vuelta y
empujó con el hombro a Logan.
—Aurora —imploró Ayden.
Me quedé mirando la parte trasera de Matthias, a ritmo acelerado, casi
huyendo.
—Oye, Australia.
Se tensó, deteniéndose sin volverse.
—Puedes quedarte.
Él me miró con esa expresión luchadora natural en serio, casi me pierdo
esos ojos helados y sin expresión. —Yippie ki-yay.
Apreté los dientes, si termino lamentando esto, al menos moriría feliz,
sabiendo que mamá disfrutaría un viaje alrededor del mundo, con partes de su
cuerpo.
—Pero tengo algunas condiciones.
Un músculo tembló en su mandíbula. —Lo que sea que digas.
43
Traducido SOS por Julieyrr
Corregido por Mel Markham
23 Tipo de pájaro.
Antes de que pudiera relajarme en el movimiento de balanceo, Van
Helsing surgió de los rosales con un silbido para bloquear el descenso de
Matthias desde el porche trasero.
—Cincuenta metros de espacio personal —dije—. Aceptaste.
Con las manos en los bolsillos, Matthias retrocedió. Van Helsing se
plantó en el último escalón, redujo el resplandor pegado a Matthias.
Después de fotografiar al gato entrecerrando los ojos irritado, Matthias
se volvió hacia mí. Creo que trataba de sonreír.
—Ahora que estás fuera del coma, lo cual es bueno, sería útil si pudieras
responder algunas preguntas 227
—No.
—¿Qué? —Por una vez, Matthias parecía completamente sorprendido.
Yo también.
—No —repitió Jayden. El columpió se sacudió con un nuevo ritmo
mientras se deslizaba a mi lado. Se inclinó, su pelo largo cayendo como una
cortina de conspiración, bloqueando sus palabras de oídos indiscretos y
lanzando aromas especiados hacia mí. —Yo me encargo de esto —murmuró.
—Jayden, lo que…
—Matthias, ella no está en condiciones de responder preguntas. Los
analgésicos que toma han puesto en peligro su agudeza mental, por no hablar
del control de sus impulsos lo que explica el cuchillo lanzado a tu cabeza —
entre otras cosas— a pesar de que su destreza física debería haber disminuido,
por lo que es una anomalía que voy a reflexionar más tarde.
—Tal vez deberíamos reflexionar sobre ello ahora. —Matthias frunció el
ceño.
—Además —se apresuró Jayden—, su tez está más pálida que de
costumbre y los círculos oscuros debajo de los ojos indican su falta de sueño.
Su pérdida de al menos cuatro libras denota una falta de nutrición adecuada.
Su ritmo cardiaco está acelerado, su presión arterial elevada. Además,
cuestionarla solo agravará una situación ya deficiente.
—¡Lo cual empezó por lanzar un cuchillo a mi cabeza!
—¡Lo único deficiente al respecto es que me perdí!
Matthias y yo realizamos un concurso de miradas mientras Jayden
continuaba—: Es evidente que todavía no se ha recuperado del coma que,
accidente o no, causamos. Dale veinticuatro horas. Veré lo que puedo
averiguar, y va a estar con una mejor tranquilidad mental para comunicarse. Y
tal vez reconsideres tu posición sobre el intercambio de información.
Matthias se cruzó de brazos y frunció el ceño. —¿Qué te pasa, amigo?
Estás siendo más tonto de lo habitual. No estoy… Estoy tratando de… Mira,
cuanto antes tengamos respuestas…
—No. —Ayden se acercó a mi lado—. Tiene razón. Ella es un desastre y
lo estamos empeorando. No obtendremos nada útil mientras esté así.
Matthias desató una sonrisa helada. —¿Estás cuestionando mi
autoridad?
Los músculos de la mandíbula de Ayden estaban trabajando horas
extras. —Solo sugería, fuertemente, que retrasemos las preguntas. Pero si tu
quieres empujar… 228
La nariz de Matthias se ensanchó. —Sin respuestas, no podemos
protegerla como…
—Olvídalo —lo interrumpí—. Ya he terminado con ustedes hoy.
Mañana regresaré a la escuela. Puedo responder a algunas preguntas entonces,
pero solo si tú me respondes primero a mí. Así que si tienes ganas de
compartir, búscame.
Debo de haber intimidado los demonios fuera de él —o lucía peor de lo
que pensaba— porque después de una larga mirada en mi dirección, Matthias
respiró hondo y se volvió hacia los chicos.
—Refuercen los escudos de la casa. Y alguien se queda aquí hasta que
su familia llegue. Jayden, investiga. Logan, Blake, ustedes se quedan con
Tristán. Quiero por lo menos un guardia toda la noche. Y Ayden, tú la llevas a
la escuela. —Australia se detuvo, sacó algo azul del bolsillo de su chaqueta y
se aclaró la garganta—. Si no te importa, ¿le podrías dar esto a Selena? Traté de
terminarlo pronto, pero si no le gusta, podemos intentar otra cosa.
Arrojó algo a Ayden, quien me lo ofreció a mí. Solo podía mirar lo que
Ayden puso en mi mano, tanto la forma en que Selena había tratado a
Matthias ese día frente a mi casa cuando yo robé —tomé prestado— el coche
de Ayden.
Despertando del coma, todavía me aferraba a Bubbles pero le faltaba un
ojo donde El Mundo de la Espera de los gul se lo habían arrancado. Ahora,
descansando en mi mano, Bubbles seguía mirando con un solo ojo. Pero en el
orbe faltante, había un parche de cachemir en el ojo de color rosa brillante en
forma de corazón, había sido cuidadosamente cosido a mano. Una cinta rosada
estaba adjunta a cada lado, luego se envolvía alrededor de la espalda y las
ataba un delicado arco.
Sin palabras, vi a Matthias dar grandes zancadas por la puerta lateral.
Jayden pasó un dedo por el borde del parche de ojo de Bubbles. —Buen
trabajo. —Se quedó mirando al espacio, dijo—: Necesito la computadora de
Tristán. —Luego se dirigió hacia el lado de la casa, trepando el roble y
desapareció por la ventana del segundo piso de Tristán.
Ayden se arrodilló delante de mí, inspeccionando a Bubbles y sonrió. —
Matthias es —Ayden miró al cielo, buscando la palabra adecuada—,
complicado. —Sus ojos recorrieron mi rostro—. Estás cansada. —El viento
sopló. Él sacudió los rizos de mi mejilla—. Ya regreso. —Su voz una caricia.
Cogí su mano. —Puedes irte. Mi familia va a estar en casa pronto y no
quiero parecer un zombi.
—Demasiado tarde.
—Gracioso —le sonreí—, voy a tomar una ducha. 229
—¿Quieres compañía?
—Basta, Blake. —Ayden se puso de pie y dio un revés en el pecho del
gran hombre.
—Solo intento hacer mi deber de Hexy Knight. ¿Qué te parece
compartir el viaje mañana, nena? Puedes sentarte en mi regazo. Hago un gran
cinturón de seguridad.
—Cállate, Blake —dijimos al unísono Ayden y yo. La astuta mirada de
Blake saltó entre nosotros pero no hizo ningún comentario.
Logan arregló su corbata. —Te ves muy bien, Aurora. Blake, Tristán,
vamos a reforzar los escudos.
—Bueno, ¡mírate! Todo Sr. Haciéndose Cargo —dijo Blake siguiendo a
Logan fuera del patio—. Es sexy. ¡Ay!
Tristán merodeó el tiempo suficiente para murmurar—: Lo siento. —Y
se unió a ellos.
Ayden levantó un dedo. —Espera aquí. —A medio camino de la casa se
dio la vuelta—. Esta vez vas a esperar, ¿verdad?
Me eché a reír y levanté dos dedos. —Promesa.
—Tú no eras Boy Scout —sonrió y regresó rápidamente de la casa con
mi edredón y almohada. El columpio crujió cuando él se sentó y dejó caer la
almohada en su regazo con una palmadita—. Es hora de descansar.
Me opuse.
—Voy a quitar tu mirada zombi. Hazlo por tu familia. —Captó mi
mirada. La sostuvo. Calor tiñendo mis mejillas—. Confía en mí. —Tomó mi
mano entre las suyas y la acarició con su pulgar lentamente hacia adelante y
hacia atrás a través de mis nudillos—. Al igual que yo debí haber confiado en
ti cuando me pediste que te llevara a la hoguera.
Culpo a mi estado de deterioro pero me quedé mirando a esos sensuales
ojos marrones líquidos, y cedí. Literalmente caí en su regazo.
Cuando me acomodé, la cabeza en la almohada, el cuerpo tendido en el
columpio, extendió el edredón y me cubrió.
—¿Es siempre tan espeluznante? —Ayden tenía un ojo cauteloso sobre
Helsing quien estaba sentado en la hierba mirándonos, moviendo la cola con
desaprobación. Sí, las colas pueden hacer eso.
—No es del todo malo. Además, le debo.
—¿Por qué?
230
Tragué saliva. —Helsing me encontró. En el callejón… después del
ataque. Se mantuvo maullando hasta que llegó la ayuda.
Ayden metió mi cabello detrás de mi oreja. —Sabía que me gustaba.
Empujó el columpio a un ritmo de arrullo, con una mano en mi cintura,
la otra acariciando mi cabello hasta que me quedé dormida. Lo cual tardó
aproximadamente tres segundos.
***
24Estilo estético que comenzó en la década de los años veinte en EEUU y muy relacionado con
la Primera Guerra Mundial.
25Empresa que se dedica a prestar servicios de mantenimiento para automóviles, como cambio
de aceité, caja de transferencia, etc.
estrangulados. Con su sonrisa haciéndose aún más grande, Ayden golpeó el
metal tintineante de nuevo contra mi mano.
—Oh, vamos. —Me las arreglé para conjugar silabas—. Deja de
bromear.
Él negó con su cabeza. —No es broma. Mis viejos lo consiguieron para ti
como un agradecimiento por salvar a Jocelyn.
Miré fijamente el auto. Lo miré fijamente a él. —Oh… vamos. —Creo
que ya dije eso.
Él levanto dos dedos. —Palabra de Scout.
234
Sonreí con suficiencia. Miré hacia las llaves. Miré hacia el auto. —Vaya.
—Respiré—. ¿No estás bromeando?
—No estoy bromeando.
—Vaya. —Mi uso de la repetición era impresionante—. Pero no puedo
aceptarlo.
Suspiré con genuino pesar y puse las llaves en su mano.
—Lo sé. —Sus hombros se alzaron y cayeron—. Cuando mis viejos les
hablaron a tus padres sobre ello ayer, ellos dijeron lo mismo.
—Bueno, ellos tienen razón. —Los dos nos quedamos mirando el auto—
. Es demasiado. —Esperaba no estar babeando.
Otra vez.
Él asintió. —Mis padres tienden a pasarse de la raya.
—Yo diría que sí.
—Pero tú salvaste a su hija.
Asentí con la cabeza. —¿Así que ellos simplemente me dieron un auto?
—Un Maserati.
—Un coche muy bonito.
Ayden extendió sus manos. —Su única hija.
—Cierto. —Suspiré. Otra vez—. No sería justo.
—No puedes aceptarlo.
—No puedo.
Una sonrisa astuta. —Pero podrías conducirlo. Está totalmente
asegurado y… —añadió Ayden en un susurro— tus padres dijeron que estaba
bien.
Le dediqué una mirada de soslayo. —Bueno, en ese caso…
Ayden me lanzó las llaves.
Las atrapé a medio vuelo. No es broma.
235
45
Traducido por Janusnelly
Corregido por jess_tom
Nuestra llegada a la escuela causó una gran variedad de rumores, desde 236
aprobación hasta envidia, haciendo que el día de Luna y Lucian fuera un éxito
antes de que empezara. Ayden se rió de mi expresión de pánico cuando le
devolví las llaves.
—Fue divertido mientras duró —murmuré—. Gracias, y lo siento por
robar tu coche. Bien, mejor dicho, por tomarlo prestado.
Ayden puso su brazo alrededor de mis hombros cuando nos dirigíamos
a la escuela. Fuera del aula, la multitud nos empujó quedando nuestros rostros
muy cerca —Te veo más tarde. —Y por un momento nuestros labios se
rozaron. Sentí el calor de su cuerpo y su respiración en mi piel, y justo en el
último segundo rizó uno de mis rulos con su mano y se alejó, como si fuera su
mascota preferida.
Me quedé sin aliento y algo confundida, e incluso por un momento
olvidé todos esos peligros demoníacos, me quedé tan abrumada y tan
insegura… ¿Estaba babeando?
Terminé en la enfermería después de dormirme en el segundo periodo.
La enfermera estuvo de acuerdo en no llamar a mis padres si yo me quedaba
en reposo y bajo su supervisión. Claramente que no quería correr ningún
riesgo con la hija del Dr.Lahey y la heroína que salvó a la única chica de Ishida,
quien, por cierto, Ayden mencionó que no había vuelto a la escuela.
Probablemente llegó a recuperarse en su hábitat natural. En algún lugar
exótico muy lejos, descansando en una playa tropical bebiendo cocktails
comprados por Hunky, chicos con poca ropa que frotan su espalda con
bronceador y escuchando atentamente todo lo que diga… mientras que yo,
despierto de un coma, y ¡bam!, vuelvo a la escuela con un millón de deberes
por hacer, y sin tener a mi alrededor a algún que otro chico de playa. Excepto
por Ayden, que sería un buen chico de playa. No te emociones tanto… no es
más que un novio imaginario.
—¿Estás bien? —preguntó la enfermera.
—Estoy bien.
—Estás suspirando y haciendo ruidos raros.
—Lo siento. —Contener el festín de lástima no era fácil. La duda estuvo
en mí todo el día. Esperaba hablar con Gloria, pero no apareció. Y, no, no
intenté rozar la pluma, pero por si acaso la tenía en mi bolsillo.
Quería hablar con ella porque parecía que era la única que no me
manipularía, pero por el contrario, también podía ser una maestra de la
manipulación, manipulándome en manipularme para pedirle ayuda, es decir
—¡Guay!, busqué y no era una persona— caí justo en su trampa. ¿Lo tienes?
Me alegro de que alguien lo hiciera. Mi cerebro se sentía como un puré de
patatas.
237
¿Jayden les había dicho la idea Divinicus? ¿Qué me lo cargué? ¿Cuánto
tardarían en mandarme al Mandatum? ¿Me harían daño? ¿Qué escondían?
¿Cuáles eran sus poderes? ¿Y los míos? ¿Cuánto tiempo estaría a salvo mi
familia?... Quería respuestas, pero ¿me mentirían o me dirían la verdad?
Y por si fuera poco, sin visiones. Fiskick, el demonio con el nombre más
estúpido, y Echo era actualmente DEA26, pero sin duda se escondía en algún
lugar oscuro esperando su próxima oportunidad. La vida era un asco.
***
Al fin del día, la enfermera dejó que me fuera pronto. Los pasillos se
encontraban claros y silenciosos. Quería estar afuera antes de que la campana
sonara, y salieran un montón de cuerpos a toda velocidad como lemmings,
llenando los espacios abiertos, y a la vez, mi cordura. Me deshice del montón
de libros que llevaba en mi mochila por culpa del trabajo que debía recuperar.
Las voces que oía cerca de la esquina no llamaban mi atención, hasta que
escuché mi nombre. Entonces, acercándome apoyada en la fila de taquillas,
llegué hasta la conversación, y escuché—: Mejor mantenerla confinada hasta
que sepamos del cierto qué ocurre. —La voz de Matthias sonaba tensa.
—No le va a gustar eso —dijo Ayden.
—Tiene razón. —Jayden estuvo de acuerdo. Creo que con Ayden.
—Nadie. —La voz de Australia tembló y le costó un segundo calmar su
tono—. A nadie debería importarle si le gusta o no. Está en peligro y nosotros
no la podemos proteger si está por ahí corriendo. No confiemos en que se
quedará en casa. Ha demostrado que va a guardar secretos, que miente, y se
puso a sí misma en situaciones peligrosas, y tal vez no sobreviva la próxima
26
Desaparecido en acción.
vez. Todo esto es por su propio bien. Es seguro que los demonios atacaran de
nuevo, y para entonces no tendrá tanta suerte.
—Bien pensado.
—Claro que sí, Jayden —La voz de Ayden rebosaba sarcasmo—. Pero
tenemos el pequeño problema de conseguir que esté de acuerdo.
Matthias hizo un ruido que transmitía desprecio. —No tiene por qué
estarlo. Nos la llevamos por un tiempo. De hecho ya hice los arreglos
necesarios para sacarla de la ciudad. Tenemos varios lugares seguros donde
llevarla, aunque cuánto más lejos esté mejor. La oficina de mi padre puede
tranquilizar todo cuando esto termine, de mientras estará a salvo y fuera del 238
camino mientras cazamos a esos tipos.
Alguien suspiró—: Bien. —Fue Ayden
—Voy a recogerla y tenerla preparada. Jayden, ve a buscar algo de su
ropa. —Este gruñó de acuerdo.
De repente algo zumbó y una de las hadas chilló:
—¡Se ha ido!
—¿Qué?
—No está en la enfermería… —Se detuvo—. Oh, no me miréis así. Me
fui por un segundo y…
—¿Dónde está? —dijo Ayden con fastidio.
Pasaba por el pasillo lo más rápido y silencioso posible. Llegué hasta mi
taquilla y comencé a golpear los libros justo a tiempo para ver a tres chicos
dando la vuelta a la esquina. Mantuve mi mirada al frente. Ayden hizo un
rápido movimiento y se dirigió hacia mí.
—¿Necesitas ayuda?
—No. —Si Jayden estuviera aquí, mi ritmo cardiaco me delataría.
Se apoyó en el casillero cruzando las manos en su pecho —Su amplio
pecho firme… —y llenó sus labios con una perezosa sonrisa —Unos labios tan
sensuales... Labios que quería besar, y que inexplicablemente quería seguir
haciéndolo a pesar del hecho de que éste guaperas planeaba secuestrarme y
mandarme a algún “lugar seguro”, vergonzoso. Pero quién sabe qué armas de
seducción puede albergar un idiota despiadado.
Cerré mi taquilla.
—Tengo que ir al servicio.
—Puedo esperar.
—Claro que puedes.
Sus ojos me acecharon mientras nuestros pasos retumbaban por el
pasillo. Necesitaba ayuda, un plan, más tiempo. Necesitaba a Gloria. Mantuve
mi vista fija al frente, sin mediar palabra. Cuando llegué al baño, Ayden
bloqueó mi camino mientras abría la puerta. El interior parecía vacío, pero
para estar más seguro, asomó la cabeza para revisar, teniendo la decencia de
parecer un poco avergonzado por lo que hacía.
—Todo limpio. Vamos. —Se movió para seguirme.
Me volví y puse una mano en su pecho. —Sólo dobles cromosomas
pueden entrar. Es una regla. Como los vampiros. —Cogí el borde de la puerta
y la empujé contra él. Nada.
239
Su agarre trató de diseccionar mis intenciones, y me sonrojé.
—Por favor.
—Bien. —Se lamió los labios—. Voy a aguantar tus cosas.
Sujeté mi mochila lejos de su alcance. —No, yo la tengo. Pero gracias,
estaré afuera en un minuto.
Le di una sonrisa tranquilizadora pero con toda esta tensión
probablemente me veía como si me hubiera comido un insecto. Así que un
golpe con el cierre de la puerta produjo el mismo resultado, o falta de uno.
Frunció el ceño. ¿Sospecha? ¿Preocupación? —¿Estás bien?
¿Aparte del hecho de que estás planeando abducirme? Oh, estoy
excelente. Me encogí de hombros y volví al cuarto de baño.
—Algo de privacidad no estaría nada mal.
Sus ojos se deslizaron por el baño, y entonces en silencio dio un paso
hacia atrás. Su mirada sostuvo la mía hasta que la puerta se cerró y la conexión
se rompió.
Una profunda respiración sacudió mis pulmones, un problema resuelto.
Corrí hacia el cubo de basura que se encontraba debajo una alta ventana que
no se veía desde la puerta, por lo que si mi autoproclamado guardia de
seguridad se asomaba, no podría verme.
Puse un pie en el cubo de basura y mis manos en el muro para
estabilizarme. A la de tres me alcé hacia arriba, abrí la ventana, y unos
segundos después, mi mochila golpeó contra la hierba. En el exterior los
jardines se extendían hacia el bosque, libre de miradas indiscretas.
Con mis manos en el umbral, me preparé para impulsarme.
—¿Aurora? ¿Estás bien?
Casi me caigo del cubo de basura. Este hombre era increíble.
—Por dios, Ayden. —Inyecté mi voz con indignación.
—Sólo comprobaba.
—Bueno, pues no lo hagas.
—¿Todo bien?
La puerta chirrió.
—Todo, excepto por el hecho de que me estás hablando. Esto no es lo
suficientemente humillante todavía. Mantén la puerta cerrada y cállate por
favor. No voy a responderte de todos modos ¿De acuerdo?
—Está bien. 240
La puerta chirrió y se cerró.
—¿Aurora?
—¿Qué? —¿Podría ser más exasperante?
—Pensé que habías dicho que no ibas a responderme.
Sí, efectivamente lo era, me lancé hacia fuera.
46
Traducido por aa.tesares
Corregido por Amy Ivashkov
***
244
47
Traducido por Joss
Corregido por Merryhope
***
27 Hace referencia a George Herman Ruth, más conocido como Babe Ruth, fue uno de los
jugadores profesionales de béisbol de Grandes Ligas de mayor talento y más populares de la
historia.
—¿El Mundo de la Espera? —La mandíbula de Tristan cayó. Giró hacia
Matthias, levantando la voz—: ¿¡Me hiciste mandarla al Mundo de la Espera!?
Matthias palideció.
—No es de extrañar que pensara que la iba a matar —dijo Logan.
Tristan avanzó hacia Matthias, pero Blake agarró el cinturón de Tristan
y lo levantó del suelo. —Amigo, él no lo sabía —dijo Blake.
—¡Él sabía algo! —Tristan se sacudió. Fue inútil.
—Todos sabíamos algo —dijo Ayden—. ¿Pero alguna vez pensaste en el
Mundo de la Espera? Vamos. Él no podía saber.
258
—No lo hice —dijo Matthias con voz ronca.
—Está bien —dijo Tristan. Blake lo bajó—. Pero nunca lo voy a hacer de
nuevo. Nunca.
—Nunca te lo pedí. —Matthias me dio una mirada afligida—. ¿Estás
segura? Tal vez estabas soñando.
—Tengo la marca de las garras para demostrarlo.
—¿Cómo es eso posible? —Tristán caminó, pasando las manos por el
pelo.
Matthias se frotó la cara, los ojos grises enturbiados de dolor. —No lo
sé, pero si lo es, ¿cómo saliste?
Acuné la barbilla en las manos. —No estoy segura. Solo desperté.
Matthias parecía decepcionado.
—Espera un minuto. —Ayden se volvió hacia mí—. ¿Nuestras hadas?
¿Te refieres a los guardianes? Sabía que podías verlos.
—¿Guardianes? Sí, ella parecía un poco insultada cuando la llamé un
hada.
—¿Se enojó? —Matthias estrecho su mirada oscura—. ¿Cuál de ellas?
Oops. —No te preocupes, todo funcionó. Incluso estamos algo unidas.
Tristán miró confundido. —¿Cuándo pudo haber hablado con nuestros
guardianes?
Ayden sonrió con complicidad. —¿Pearl? —llamó, y luego me señaló
con el dedo—. Sabía que algo estaba pasando. Nunca deberías haberme dado
la pista.
En una nube de color rojo cereza, Pearl se unió a nosotros, revoloteando
feliz alrededor hasta que me vio. —Tú —se atragantó con vil repulsión.
Le di una sonrisa dolorosa y un débil saludo con el dedo. Oh sí, muy
unidas.
—Pearl, no mencionaste que ella podía verte. —La voz de Ayden era
suave como una espada afilada—. Y que hablaste.
Ella me lanzó una mirada sucia. —Sabía que no podía confiar en ti.
Alcé las manos. —No fue mi intención.
—Oh, ¡cállate! —escupió y se volvió a Ayden.
—¡Tú, cállate!
Ella se volvió hacia mí, con una inhalación brusca y un zumbido de 259
energía furiosa. —No, ¡tú, cállate!
—¡Pearl! ¡Déjala en paz!
La dura reprimenda de Ayden la puso a temblar, motas de canela
volaban cuando ella giró en espirales maníacos. —Tú no entiendes. Fue mala
conmigo. Muy cruel. Y es peligrosa. Una chica muy peligrosa. Soy tu guardián,
Ayden. ¡Tengo que protegerte! Es mi deber. ¡Mi juramento!
—¿Protegerme?
—¡Sí! —Pearl se cernía frenéticamente frente a “su chico”, y su voz se
saturó con disgusto—. Ella amenazó con...
Oh, no lo haría.
—¡Besarte!
Lo hizo. Mis mejillas ardieron. Me quedé mirando el suelo.
Ayden rio. —¿Besarme?
—Siiiiiiiiiiii. —Pearl gemía de dolor—. ¡Prometió un gran beso jugoso!
En una cita real. Sin fingir. Sujetándote la mano y… y ¡acurrucándose!
Y pensé que no podía ponerse peor.
51
Traducido SOS por Vani
Corregido por Momby Merlos
271
53
Traducido por JessxFlyller
Corregido por LuciiTamy
Estoy sola. No hay ventanas. No hay puertas. Mi familia llora en la distancia. 272
Oron solloza. Mis mejillas arden en lágrimas, mis manos están llenas de sangre por
golpear bruscamente las gruesas paredes.
—¡Déjame salir!
Nadie viene. Las voces de mi familia se detienen. Me derrumbo, sintiendo en mi
pecho un hueco de dolor y pérdida. Unos fuertes brazos me rodean. Me resisto. Alguien
me hace callar, sacudiéndome cada vez más fuerte hasta que…
***
***
***
Corrimos a través del anexo con cúpula de cristal, las estrellas brillando
por encima entre aglomeraciones de nubes oscuras. Entrando en la sala
principal de conciertos, nuestros pasos corriendo resonaban en el espacio
enorme, vacío y oscuro. Blake nos condujo a través de otra puerta y bajando
una escalera. Dos tramos más tarde nos apresuramos en fila india a través de
las catacumbas subterráneas, a lo largo de pasillos húmedos y rancios,
estrechándose ante la desorganización de equipos de escena.
—La habitación de seguridad está preparada —dijo Matthias—.
Enciérrenla dentro y luego pónganse al corriente.
—No —dije—. Yo voy a ir.
—Nuevo plan. Enciérrate con ella.
—De acuerdo. —Ayden nos hizo deslizar a ambos hasta parar.
Traté de retorcerme de su agarre. —Estoy cansada de dejar que todo el
mundo luche mis batallas.
—Se llama cortesía. —Ayden golpeó con el hombro a un lado un tablero
revelando una puerta que abrió—. Trata con esto.
—No. —Me crucé de brazos. Hice un mohín. Fruncí el ceño.
Cuando cerró los ojos y negó con su cabeza, exasperado, bajé mi 281
hombro y lo metí en su espalda. Tropezó en la habitación. Cerré la puerta y
corrí en la dirección en que Matthias y Blake se habían ido.
Zas. Un muro de llamas entró en erupción. Patiné hasta detenerme a
centímetros del calor abrasador. Retrocedí y no había dado ni dos pasos antes
de que otra pared de fuego me detuviera pronto, atrapándome.
Giré con frustración. —¡Ayden!
Abrió la puerta y se apoyó contra esta con naturalidad irritante. Incluso
bostezó. —¿Me llamaste?
—Oh, cállate, engreído, arrogante…
—Dices eso como si fuera algo malo.
Le disparé dagas con la mirada. Junto con espadas, guadañas,
escalpelos, cuchillos, chuzos, estiletes y cualquier otra arma afilada que
pudiera pensar que comenzara con una “s28”. Ni siquiera parecía herido.
—Mira. —Me paré cerca y traté de sonar razonable—. Si tú estás aquí
mirándome, no estás ayudándolos.
Ayden miró por el pasillo. Los músculos se crisparon en su mandíbula.
Cuando miró hacia atrás, sonrió con confianza exasperante. —Están bien sin
mí. Tú, en cambio, no lo estás.
Deslizó un brazo alrededor de mi cintura y me regresó a la habitación,
dando vueltas por lo que la longitud total de él me apretó contra la pared de
hormigón.
28Hace referencia de las palabras en inglés: swords, scythes, scalpels, shivs, shanks, stilettos y
sharp weapon.
—Y como tu guardaespaldas, creo que es hora de que me tome un
momento para familiarizarme con el cuerpo que estoy protegiendo. —Tomó la
parte de atrás de mi cabeza con la palma de su mano, buscando mi rostro con
una mirada ansiosa—. ¿No te parece?
De repente, respirar no era una cosa tan segura.
En mis periféricos, algo me llamó la atención. Le di a Ayden una sonrisa
tímida y una mirada recatada.
—Creo que… —mis manos se deslizaron por sus brazos, sintiendo la
tensión enroscarse en sus bíceps— estás tratando de distraerme.
—¿Está funcionando? 282
290
56
Traducido SOS por Vani
Corregido por MaryJane♥
Sucedió rápido.
291
Toda la presión demasiado familiar me abalanzó. Mi mandíbula se
apretó contra el dolor.
Tentáculos azules como redes de repente corrieron por el suelo y se
entrelazaron delante de mí. Vivos, retorciéndose, la tensión eléctrica se
disparó, enredándose en una colorida barrera radiante de suelo al techo. A
medida que creció, cortó la mano extendida de Echo. La extremidad latía en el
suelo como una masa seca. Echo disparó ondas de sonido con la mano
restante. Se pulsaron contra la pared de la electricidad que sólo se había
levantado y se estrelló, lanzando a Echo hacia atrás.
La creciente presión sobre mi cuerpo se liberó en una marea maníaca. La
explosión golpeó a los chicos a sus pies y ondeó la pared de electricidad.
Brazos sujetaron mis hombros y cintura, su toque haciendo cosquillas como
zumbadores manteniéndote en la feria. Fiskick me volvió hacia los chicos. El
pánico bloqueó mis articulaciones. La luz blanca zumbaba debajo de mi piel.
—Aurora, cálmate —dijo Fiskick. Vio a los chicos de pie, avanzando—.
¡Atrás! Si ella se enoja, todos estamos en problemas. Estoy tratando de ayudar.
Matthias levantó una mano, pero ya se había detenido, confusión
arrugando sus cejas enojadas. Fiskick suspiró, se inclinó sobre mí, jadeando.
Sofocantes chispas caían encima. Un ardiente aroma permanecía.
La barrera de electricidad de Fiskick vaciló, pero se mantuvo firme
contra el grito de Echo.
—¡Debería haber sabido que estabas trabajando para ella! —Él me lanzó
una mirada de odio, el muñón de un brazo acunado contra su pecho.
—¿Qué? —Mi sorpresa fue compartida por los chicos.
—Fui enviado para protegerla —dijo Fiskick—. De todos ustedes.
—Ella no necesita protección contra nosotros —dijo Matthias.
El zumbido del contacto de Fiskick se intensificó. Mi resplandor
aumentó, pero fue apenas perceptible cuando el cuerpo de Fiskick se iluminó
como el Cuatro de Julio.
—¡Ustedes son los que trataron de matarla en el primer lugar! Ella tiene
las cicatrices para probarlo.
—¿Mi ataque? Eso fue sólo un montón de niñerías.
Echo dejó escapar un silbido. —No es de extrañar que fueras un caso
mental.
—Los humanos controlados mediante uno de ellos. —Fiskick señaló
cuerpo inconsciente de Tristán—. Un Hallucinator programado con una meta. 292
Matarlos. Son los que te exponen. ¿Cómo cree que —Fiskick asintió hacia
Echo—, sabía dónde estabas? ¡La enviaron!
—¡Eso es una locura! —Los labios de Ayden curvaron.
—No, en realidad, lo hiciste —dijo Echo—. Tu preciosa sociedad, de
todos modos. A la que eres tan leal. Algunos no creen que ella es mejor para su
futuro.
Me faltaba el aire. Nublaba mi visión. La presión aumentó.
—Aurora, no —dijo Fiskick—. Estás a salvo. No voy a dejar que nada te
haga daño.
Esto era demasiado loco.
—Si el —la boca de Matthias se movió como si estuviera poniendo a
prueba las palabras que sabían amargas—, si el Mandatum envió a Echo,
¿Quién te ha enviado?
—Lo sabrás muy pronto —dijo Fiskick—. Pero confía en mí cuando
digo que podemos protegerla mucho mejor que tú. Si el Mandatum llega a ella,
está muerta, y ella es demasiado importante…
—¿Por qué todos la quieren? —La pregunta de Ayden sacó el aliento de
mis pulmones.
Echo sacudió la cabeza, su sonrisa teñida de incredulidad. Mi corazón
latía como un martillo amenazando con romper mis costillas.
—No les digas —dije con voz áspera, mi calor corporal aumentando.
—¿Está la comida de la cafetería jugando conmigo, o esa nena brilla
intensamente? —dijo Blake.
—Si realmente se preocupan por ella —dijo Fiskick—, déjame tomar su
lugar seguro.
Me sacudí. —¡No!
No estaba dispuesta a negociar prisión de Nex del Mandatum para la
versión de Fiskick. Debajo de mi piel la luz parpadeaba tan rápidamente como
mi pulso.
—Cálmate, —dijo Fiskick.
—Sí, Aurora, no queríamos molestarte. —Las palabras de Echo
resonaron con un borde escondido—. Así que no voy a decir que una vez que
hayas huido no tendré más remedio que ir después por tu hermana pequeña.
¿Sabías que puedo licuar su cerebro y ver que rezuma de sus ojos?
Fiskick gritó—: ¡Echo, detente! No tienes ni idea…
Echo saltó. Flechas, hachas y fuego volaron. Un látigo azotó, pero ya era 293
demasiado tarde.
Levanté mis manos radiantes y enfoqué toda mi rabia y energía en
Echo. La presión girando a mí alrededor, una serpiente invisible reclamando
mi derecho a respirar. Echo desapareció de la vista cuando Fiskick se lanzó
entre nosotros, bloqueando el ataque de sonido del demonio. Y corriendo a mi
derecha.
No podía parar. No quería. Tenía que proteger a mi familia. Proteger a
todos. La presión se rompió. Dejé que se derramara. Toda esa potencia, toda
esa ráfaga de luz de mis manos.
No hubo rayos aquí. Oh, no. La luz se hinchó, creciendo en un borrón
ondulante. Rugidos. Gritos ahogados. El temporal azotaba rizos rojos a través
de mi visión. Lo mantuve palpitante, centrando mí energía hasta que la
presencia del mal en mi mente, esa conexión con Fiskick y Echo, estaba
completamente disuelta, la amenaza desapareció.
Tan repentinamente como había empezado, se detuvo. Como si alguien
la hubiera cerrado. La energía se agrupó y brillaba debajo de mi piel. Mis
brazos cayeron contra el suelo. Me quedé agotada, jadeando, parpadeando en
la oscuridad.
Alguien juró. Los escombros se desmoronaron y cayeron desde los
bordes de un agujero en el techo. Me di la vuelta, pero miré hacia atrás,
entrecerrando los ojos. Estrellas brillaban en el cielo nocturno. Eso no tenía
sentido. Estábamos al menos dos pisos bajo tierra.
Con un gemido me senté, enfocada hacia arriba y…
—Oh, no. —Negué con la cabeza—. Oh, no, no, no. —Miré mis manos.
En los agujeros más arriba. Agujeros. Plural. Al igual que más de uno.
Atravesé todos los pisos. A través de todo el edificio. Durante todo el camino a
través de la azotea, por lo que podía ver el cielo.
—¡Oh, Dios mío! —Mi pulso latía en mis oídos. Me puse de pie,
sosteniendo mis manos. Todo mi cuerpo brillaba. Me iluminaba con cada
latido frenético. Empecé a temblar—. Oh, mi…
—Aurora —Logan corrió—, puedes dejar de entrar en pánico ahora. —
Logan me tomó la mano y luego se apartó con un siseo. Dio un paso atrás, los
dedos quemados abrazados contra su pecho.
Sacudí mis brazos. —No va a desaparecer. —Mi voz se elevó, en busca
de la histeria.
El edificio gimió y crujió.
—¡Cálmate! —Matthias ladró—. No necesitamos otra explosión. 294
Me abracé, cerré los ojos. Una lágrima se escapó, luego corrió por mi
mejilla. —¿Por qué no desapareces? Vete, vete. —Una mano fría tocó mi brazo.
Me tiré hacia atrás—. ¡No lo hagas! ¡Vas a quemarte!
—Estoy acostumbrado. —Los ojos marrones de Ayden brillaron—. De
hecho, me han dicho que estoy humeante. —Me tendió una mano, su voz
suave—. Por una pelirroja increíble que me gustaría, por una vez, saber que
puede confiar en mí.
Las lágrimas fluyeron, corriendo por mis mejillas. Estaba aterrorizada
de tantas cosas. Confiar en él, o cualquier persona estaba en la cima de mí lista.
Pero necesitaba ayuda y él la estaba ofreciendo. Todos ellos lo estaban.
Piezas de escombros se aferraban a Ayden echando a perder su atractivo
cabello desordenado y cubrían su chaqueta que contaba con un par de barras
de disparos eléctricos, tiros que tomó luchando para protegerme. El polvo se
aferraba a las largas pestañas y su tez palidecía, acentuando los ángulos de
infarto de su rostro, fuerte, invitando. ¿Traicionero? Sus labios se curvaron en
una sonrisa torcida.
Dejé de resistir.
Mi brillante, mano temblorosa se acercó, estremeciéndose cuando él la
agarró, temiendo su reacción. Pero Ayden sólo la apretó tranquilizadoramente
y me atrajo hacia su pecho, acariciando mi pelo, apoyando la barbilla sobre mi
cabeza.
—Relájate. Se han ido. Ahora estás a salvo.
Respiré profundo, hundiéndome en su abrazo, y me concentré en el
ritmo constante de su corazón, el olor a almizcle y cuero aún permanecía bajo
la destrucción. Mis brazos se aferraron a su cuerpo. El temblor llegó a ser peor,
por mi llanto, pero el calor se disipó, el resplandor decayó. Ayden me habló
bajo con palabras suaves y fuertes brazos reconfortantes. Pronto, un mínimo
temblor y sólo una nariz mocosa. Sexy.
—Esta vez, trata de mantener las manos quietas —susurró Ayden en mi
oído—. Tu rutina pulpo podría ser un poco embarazosa con esta multitud.
—E-eso no es divertido.
—Vamos. Fue un poco raro. Estás sonriendo.
Enterré mi cara en su pecho para que no pudiera ver que tenía razón.
—Ahora —dijo Blake—, sobre esas esposas. Eso es justo—
—No lo digas —advirtió Ayden.
—Pervertido.
El suspiro de Ayden retumbó en su pecho. Me eché a reír, con una 295
sonrisa amplia cuando vi mi resplandor desaparecer. Hasta que las paredes
gimieron.
Matthias escudriñó el techo. —¿Blake? ¿El edificio?
Blake se encogió de hombros. —Está bien, siempre y cuando no
golpee…
La estructura se quejó en un violento estremecimiento. Grietas corrían
por las paredes. El techo borroso, temblaba. Por último gemí con melancolía,
todo el piso superior se derrumbó.
57
Traducido por Joss
Corregido por LuciiTamy
Ayden me cubrió. Pero el crujido de ser quemada en vida nunca llego. 296
Alce los brazos, Blake mantuvo el suelo destruido por encima de nosotros
flotando en pedazos.
—Evacuen —dijo, su voz tensa, ni una pizca de su alegría habitual.
—¿Puedes sostener todo el edificio junto, amigo? —El pelo de Matthias
parecía gris por el polvo que caía—. Está al lado de la sala de conciertos y si se
derrumba, puede traer todo abajo con él.
Blake le hizo frente con una sonrisa apretada.
—Nunca lo he hecho antes, pero ¿por qué diablos no? Me encantan los
retos. Y todo el mundo tenía que asegurarse de decirle a Madame Cacciatori
que incluso en un momento de crisis final, dije “diablos”.
Australia golpeó a Blake en el hombro.
—Buen hombre. Logan, ve tras Tristán, necesita llegar al concierto para
que todos estén tranquilos, ordenados y evacuen.
Cables eléctricos rotos crepitaban y chispas llovían. Un fuerte silbido,
seguido de una explosión por encima de nosotros nos sacudió. Ayden se
inclinó sobre mí cuando las llamas irrumpieron a la vida a varios pisos de
altura, bloqueando nuestra visión del cielo. Más ruido, cayendo a trozos. Olor
a humo y goma quemada.
—¿Blake?
—Lo tengo. Todo el mundo fuera. —Sus bíceps se hincharon, sudor
moteaba su frente.
Logan sacó un Tristán aturdido en pie, tosiendo y frotándose los ojos.
—Voy a ir con él. Mantengan el humo fuera de las multitudes,
asegúrense de que tengan oxígeno. —La cabeza de Tristán giró. Logan lo
empujó por la puerta con un—: Te lo explicaré por el camino.
Matthias sacudió a Jayden que después de un momento inicial de
confusión, se levantó de un salto.
—¿Control del fuego?
Matthias asintió.
—Tú y Ayden.
Jayden hizo un gesto con la mano y el sistema de rociadores rugido a la
vida. Estuvimos empapados en segundos. Los dedos de Jayden se ondularon.
El agua se inclinó y viajó hacia arriba a través del agujero.
Ayden me llevó en su brazo, agua rayando el polvo en su cara.
—Tienes que irte. Tenemos esto.
Matthias me agarró la mano. 297
—Respira profundamente. Mantén la calma. Voy a sacarte.
***
***
Jayden puso una mano sobre mi boca. —No es una buena idea.
Matthias alzó las manos. —¡Absolutamente no! Si el Mandatum viene a
por ti, ¡verán lo que podemos hacer y seremos reclutados para el Sicarius en
un latido de corazón!
Hubo una larga pausa, luego todos los chicos se cruzaron de brazos y le
miraron significativamente.
—Y —dijo Ayden— alguien de la sociedad intenta matarla.
—Eso también —acordó Matthias.
Una familiar y no bienvenida presencia se apoderó de mí. Mi mirada se
disparó a las chicas. Se quejaban de la EMT comprobando sus signos vitales.
Escaneé la multitud y me detuve, mi garganta cerrándose cuando la cara de un
joven bombero se deslizó, revelando…
59
Traducido por Amy Ivashkov
Corregido por Sofí Fullbuster
***
* * *
326
Mi ansiosa mirada barrió el cine.
—No te preocupes. Les dije que era el domingo —dijo Ayden cuando
nos sentamos.
—¿Y te creyeron?
—Por supuesto. —Me pasó las palomitas y se sacó su chaqueta—. Soy el
maestro del engaño.
—Uh-huh. Así que, ¿cuándo te convertiste en un fan de Hitchcock?
—Después de ver Psycho —respondió una voz que claramente no era
de Ayden.
Nos volvimos para mirar a Blake.
Y Jayden.
Y Tristan.
Y Logan.
Todos sentados detrás de nosotros.
Sonreí ante un avergonzado Ayden. —Oh, sí, el maestro del engaño.
Blake metió una mano en nuestras palomitas.
Jayden se inclinó hacia delante. —Aurora, quizás puedas solucionar
nuestro debate. ¿Qué hace Hitchcock? ¿Terror o Suspenso?
—Suspenso —dijo Tristan.
—Terror —argumentó Logan.
—Tú crees que la película Sleeples in Seattle era terror —dijo Tristan—.
Todo esa cosa sentimental te dio pesadillas.
—Triste pero cierto —confirmó Jayden.
Blake agarró a Logan y lo apretó contra su costado mientras su voz
chirriaba con un tono afeminado—: ¡Te aaaamo, Logan! —Ruidos románticos
le siguieron. Logan se liberó a sí mismo, saltando sobre los asientos y
dejándose caer con un resoplido junto a Ayden. Nos reímos.
—Oh, vamos —dijo Blake—. Estoy bromeando.
—¿Puedo? —Jayden hizo gestos hacia las palomitas mientras se sentaba
junto a mí.
Blake me arrebató el recipiente desde atrás. —¿No tendría que tener
mantequilla?
Cuando los dedos de Ayden deslizaron el cabello fuera de mi cuello y
sus labios rozaron mi oído, temblores viajaron de arriba hacia abajo en mi
espina dorsal. 327
Fin
329
Recetas
Tarta de la familia Lahey Sheperd
Este alimento reconfortante es esencial en el hogar Lahey. Es una receta
muy fluida, puede cambiar fácilmente para hacer felices a todos. Simplemente
usa diferentes verduras para adaptarla a tus preferencias, reemplaza los
guisantes y/o pimientos con un poco de frijoles verdes o champiñones. ¡Mezcla
lo que te gusta y haz la receta favorita de tu familia!
Ingredientes: 330
Instrucciones:
Mezcla de carne y verduras:
1) En un sartén grande, a fuego medio, cocine la carne hasta que
empiece a dorarse. Alrededor de 3 minutos.
2) Agregue el ajo y todas las verduras excepto los guisantes y cocine de
5 a 7 minutos.
3) Añada los condimentos italianos y la salsa inglesa y cocine por 1
minuto.
4) Agregue los guisantes y la salsa y llévelo a ebullición. Cocine a fuego
lento durante 3 minutos.
5) Agregue la sal y la pimienta al gusto. Ponga la mezcla en una
cacerola o molde para hornear con suficiente espacio para añadir las papás en 331
la parte superior.
Papás mezcladas:
Coloque las papás en una olla, cúbralas con agua y déjelas hervir hasta
que estén tiernas, unos 15-20 minutos. Escurra las papás y bátalas con una
batidora eléctrica. Agregue ½ taza de crema (o leche) y la mantequilla, y
continúe batiendo. Siga agregando más crema (o leche) hasta obtener la
consistencia que usted prefiera. Añada sal y pimienta al gusto.
Pan casero de la señora Lahey
Mejor para ser comido el mismo día y en la casa Lahey, una hogaza de
pan apenas dura una hora, así que por lo general ¡ella hace al menos dos! Es
absolutamente delicioso caliente con mantequilla, y / o su mermelada favorita
o miel. ¡Puede incluso tostarlo si le gusta!
Ingredientes:
2 ½ tazas de harina para todo uso 332
Instrucciones:
Precaliente el horno a 375 grados F.
La sartén de hierro fundido no necesita ningún tipo de preparación,
pero si está utilizando una bandeja de horno, asegúrese de engrasarla y
enharinarla.
Cole juntos la harina, el bicarbonato de sodio, el polvo de hornear, el azúcar y
la sal en un tazón grande.
En un tazón, bata el huevo y el yogurt, y vierta la mezcla en los
ingredientes secos. Mezcle todo junto para hacer una masa suave y pegajosa.
En una superficie ligeramente enharinada, amase la masa durante unos
minutos hasta que esté suave, luego de forma a la masa en una hogaza de pan
redondo de unos cinco centímetros de profundidad.
Pase la masa a la sartén de hierro (o bandeja de horno). Haga una forma
de cruz en el centro de la parte superior de la masa.
Hornee en el horno durante unos 40 minutos o hasta que el pan sea de
un color marrón dorado.
Pase la hogaza a una rejilla de metal y deje enfriar un poco antes de
servir, ¡si puede esperar tanto tiempo!
333
Galletas con chips de chocolate de Selena
Estas son deliciosas sumergidas en leche normal, pero si le sirves a Matthías es
mejor que tengas Milo.
Ingredientes:
½ taza de avena tradicional (sin avena instantánea, avena real o nada en
absoluto)
2 ¼ tazas de harina para todo uso 334
Instrucciones:
Precaliente el horno a 325° F.
Unte mantequilla o aceite a una bandeja para hornear.
Pique finamente la avena en un procesador de alimentos (o batidora).
En un tazón mediano, mezcle la avena picada, la harina, el polvo de
hornear, el bicarbonato de sodio y la sal. Déjelo a un lado.
Con una batidora eléctrica, mezcle la mantequilla y los dos azúcares en
un tazón grande hasta que esté fino y suave, y luego bata la mezcla en los
huevos y la vainilla.
Agregue la mezcla de harina a la mezcla de azúcar y revuelva hasta que
se mezclen.
Añada los trozos de caramelo y el chocolate chips.
Ponga bolas de masa del tamaño de una cucharada sobre la bandeja del
horno, dejando entre ellas una pulgada de distancia. ¡No aplane la masa!
Hornee hasta que las galletas estén doradas, unos 12 a 15 minutos.
Deje enfriar durante 5 minutos y luego ¡empiece a comer!
335
Galletas Triples de Chocolate de Jayden
Advertencia, el genio no bate las cosas simples, pero estas son
fenomenales como una influencia calmante después de los ataques del
demonio.
Ingredientes:
1 1/4 tazas de harina para todo uso
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1 cucharadita de polvo para hornear
1/2 cucharadita de sal fina
1/4 cucharadita de bicarbonato de sodio
8 cucharadas de mantequilla sin sal (1 barra)
6 oz de chocolate amargo, finamente picado
2 huevos grandes
1 yema grande (separar la clara de la yema no es tan difícil, ¡lo
prometo!)
1 taza bien compacta de azúcar morena
2 cucharaditas de extracto de vainilla pura
1 taza de chispas de chocolate semidulce
1 taza de chispas de chocolate blanco
Instrucciones:
Mezcle la harina, el polvo para hornear, la sal y el bicarbonato de sodio
en un tazón mediano.
Derrita la mantequilla en un sartén a fuego medio.
Retire el sartén del fuego, añada el chocolate amargo, déjelo a un lado
hasta que se derrita.
Bata los huevos, el azúcar morena y la vainilla en un tazón mediano.
Lentamente bata el chocolate con la mezcla de huevo.
Agregue la mezcla de harina para hacer una masa floja. No trabaje
demasiado la masa.
Enrolle la masa en las chispas.
Cúbrala con plástico y refrigérela hasta que esté firme,
aproximadamente 2 horas.
Precaliente el horno a 350 grados F (o 325 si la opción de convección
está disponible).
Unte mantequilla o aceite en una bandeja para hornear, o fórrela con
papel manteca.
Forme la masa en bolas, cada una de aproximadamente 2 pulgadas, y
colóquelas en la bandeja para hornear preparadas a una pulgada de distancia
una de la otra.
Hornee hasta que el exterior esté crujiente, pero el centro todavía 337
húmedo, aproximadamente 12 a 15 minutos.
Drop Dead Demons
Aurora Lahey hay descubierto la razón por la cual
todo el mundo está intentando matarla… ahora
necesita descubrir una manera de detenerlos.
Entre todos los asesinos que el infierno ha
contratado y una sociedad secreta persiguiéndola,
Aurora no creía que la vida de Divinicus Nex
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pudiera empeorar.
Claro, ha descubierto algunos poderes letales en
ella. Además, seis atractivos demonios están
constantemente vigilándola. Y sí, a Aurora no le
importa correr hacia el más atractivo de los
demonios –y si él no la rechaza, mejor.
Pero cuando un extraño seductor con motivos
cuestionables entrega un ultimatum mortal,
Aurora y los Hex Boys se sumergen en una caza
que bien puede cambiar el poder a su favor o
desatar el infierno en la tierra.
Perseguidos por demonios míticos, Aurora y los Hex Boys huyen a un mundo de
sombras lleno de conspiraciones, donde nada ni nadie es lo que parecen. Donde el amor y
la traición van de la mano, y confiar en la persona equivocada puede no solo romperte el
corazón, si no también matarte.
Ocultando su estado Divinicus Nex de quienes la persiguen, mintiendo sobre sus
sentimientos, esquivando demonios, irrumpiendo en las tumbas y buscando a su
chantajista… Aurora necesita tomar un descanso.
O, más probable, intentar no morir.
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