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Uno de los peores crímenes cometidos por la mano del hombre en contra de los
ecosistemas planetarios, es sin duda alguna la deforestación, que socava los bosques
alrededor del mundo y arrasa con árboles, arbustos, con la capa vegetal de los suelos,
arruinándolos.
Este atentado contra la madre naturaleza es cometido, por lo general, por motivaciones
de carácter mercantil o para acometer desarrollos urbanísticos y aprovechar la madera
y otros recursos provenientes de los bosques, pulmones del planeta cada vez más
reducidos a escombros.
Las consecuencias de la deforestación, revelan en cifras que vamos por muy mal
camino si no detenemos esta incomprensible voracidad humana.
En el año 2015, la revista Nature hizo un estudio donde indica que el 46% de los
árboles han sido talados. Y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
ha publicado datos alarmantes donde señala que unas 7,3 hectáreas de bosque se
pierden cada año por culpa de la deforestación.
El 40% de las 230 cuencas hidrográficas que tienen mayor importancia a nivel mundial,
han sido golpeadas con la deforestación, al punto de que han perdido la mitad de la
cubierta vegetal. Increíble dato aportado por la FAO en 2018 que, sumado al 75% de
los ecosistemas terrestres socavados por la deforestación, han logrado reducir la
biodiversidad en un 30%, cifra grave que golpea directamente a cerca de 3 mil millones
de personas en el planeta, imposibilitados de acceder a agua potable y alimentos de
calidad.
Y es que solamente entre el período que va desde 1990 a 2016, el planeta perdió 1,3
millones de kilómetros cuadrados de bosque, según ha reportado el Banco Mundial en
otro informe alarmante. Esa extensión equivale a todo el continente africano.
La erosión de los suelos es otra consecuencia funesta para la Tierra y sus habitantes.
En el caso de Sudamérica, las malas prácticas agrícolas son una constante y se han
visto afectados países como Chile y Honduras de forma alarmante.