¿Sería posible que la especie dominante se autodestruya y desaparezca
del planeta? La autodestrucción es una posibilidad que con el pasar del tiempo toma más relevancia. Una catástrofe militar sería capaz de acabar con toda la humanidad o un colapso natural sería capaz de sumir al planeta en la penumbra. Las naciones dedican una gran parte de presupuesto para armamentos de guerra los cuales solo crean tensión y desconfianza. Si un conflicto nuclear llegase a estallar, la producción de alimentos bajaría un 80% provocando una hambruna mundial que duraría 15 años, además se estiman una cantidad de 770 millones de muertos solo por una explosión de estas magnitudes y los sobrevivientes tendrían que enfrentarse a un invierno nuclear con raciones muy limitadas de alimentos. Los virus modificados por el humano tambien podrían acabar con toda la especie. Un patógeno el cual muta constantemente y no se consigue una manera de erradicarlo desencadenaría en eventos más trágicos que la gripe española o la peste negra. La capa de ozono que actúa como un escudo protector el cual filtra radiación ultra violeta del sol, que si llegara con toda su potencia a la tierra no permitirían los procesos que ocurren para que se dé la vida. Las industrias de Cloro y Bromo que llevan produciendo estos materiales desde el siglo XIX no favorecen a la prosperidad de la capa de ozono. En el año 1980 los científicos empezaron a detectar un adelgazamiento drástico en la capa de ozono, este desgaste empezó a concentrarse en la Antártida y no ha parado de crecer. El efecto invernadero es un fenómeno por el que unos gases determinados que componen la atmósfera retienen parte de la energía solar reflejada por el suelo, produciendo un aumento de la temperatura. El efecto invernadero hizo su aparición desde la revolución industrial que empezó a mediados del siglo XVIII con aportes negativos de la industria agraria, estas industrias son las que principalmente generan los gases emitidos. La desaparición de especies, el cambio climático, colapsos de corrientes marinas y el deshielo de los polos son algunas de las consecuencias del efecto invernadero que directa o indirectamente nos perjudican.
La humanidad sí sería capaz de autodestruirse, incluso en el presente.
La extinción es una posibilidad que se hace cada vez más vigente, por lo tanto, como sociedad, se deben abordar las decisiones importantes sobre nuestro futuro con cautela antes de que sea demasiado tarde como para retractarse. Para ese entonces ya no habrá ni planeta, ni humanidad para salvar.