Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
Cf. Mariflor Aguilar Rivero, Resistir es construir. Movilidades y pertenencias.
2
Étienne Balibar, Violencias, identidades y civilidad. El artículo titulado “Tres conceptos para
pensar la política: emancipación, transformación y civilidad”, que constituye el primer capítulo
de este libro y que es donde se formulan las tesis a las que aquí nos referimos, fue publicado
en francés en 1996; mientras que el artículo “Las identidades ambiguas” fue publicado cuatro
años antes, en 1992.
115
Emancipación y transformación
3
Doy las gracias a Juan José Abud y a Juan Manuel Rodríguez por haberme facilitado
la consulta de algunos materiales sobre el tema de la transindividualidad, entre los que se
encuentran el libro de É. Balibar Spinoza. De la individualidad a la transindividualidad, y el de
Gilbert Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información. Me di cuenta
también de la relevancia de esta problemática gracias a las conversaciones con Juan Manoel
Sandoval y a la lectura de un artículo suyo sobre el tema que saldrá publicado los primeros meses
del 2019 en un libro titulado Hermenéutica, subjetividad y crítica editado por la Facultad de Filo-
sofía y Letras de la unam, coordinado por Juan José Abud, Pedro Enrique García y Carlos Oliva.
4
Más allá de que estemos o no de acuerdo en la intención del autor de “dar de baja” los
conceptos de emancipación y transformación, los elementos conceptuales a los que recurre nos
parecen fundamentales incluso para pensar lo que él pretende desechar.
5
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en Violencias, identidades y civilidad,
p. 18.
6
Ibid., p. 17.
7
Ibid., p. 18.
8
Idem
9
Ibid., p. 19.
10
Ibid., p. 21.
11
Ibid., pp. 21-22.
12
Ibid., pp. 23-26.
para dar cuenta de ello, a menos que se incluyan todas las modalidades
de existencia a las cuales remiten, además del término clase, los términos
individualidad y masa. En el fondo, la política tal como la teorizó Marx
es un tramo de subjetivación que une estas diferentes modalidades de
la práctica, ilustrando la variabilidad de los efectos de un conjunto de
condiciones estructurales.13
13
Ibid., p. 26.
14
Ibid. p. 28.
15
Idem.
16
Ibid., p. 29.
17
Ibid., p. 30.
18
Ibid., p. 31.
19
Esto después Deleuze lo planteará recurriendo a las intensidades de fuerza diferenciales.
20
Aunque con algunos cambios importantes, una versión anterior de algunos párrafos
de este apartado están en nuestro trabajo ya antes referido Resistir es construir. Movilidades y
pertenencias, de 2013.
21
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en Violencias, identidades y civilidad,
pp. 33-34.
caso también, sólo que esta vez por voluntad de la individualidad que se fuga
de lo colectivo antes de su probable trituración. El autor que expone este
doble planteamiento busca pensar una forma alternativa que no busque ni
sólo la autonomía ni sólo la heteronomía, sino una “política que toma por
‘objeto’ la violencia de las identidades”22 para lo cual revisa dos conceptos
de violencia extrema o lo que en otra parte él mismo llamó crueldad.23 Uno
es el concepto de violencia estructural, consustancial a la reproducción
del sistema, y el otro es el de violencia extraestructural, que cotidianiza la
crueldad en una forma que “excede toda reproducción de estructura”.24
La primera, la estructural, es la llamada “producción del hombre des-
echable” (Ogilvie) o población chatarra, que es una forma de exterminio que
abandona a la “población excedente del mercado mundial”. Una peculia-
ridad de esta forma de violencia es su aparente objetividad y naturalidad
(Balibar las denomina “formas ultraobjetivas de violencia”) y, por lo mismo,
es difícil señalar un responsable de su ejercicio o aplicación. En este caso no
es fácil pensar en las resistencias foucaultianas ni en la ciudadanía univer-
sal que reivindica derechos ya que “no existe ninguna posibilidad para las
víctimas de pensarse y representarse en nadie [sic] como sujetos políticos,
capaces de emancipar a la humanidad emancipándose a sí mismos”.25
La otra nueva forma de violencia, la extraestructural, transforma la
voluntad de poder en voluntad de descorporación, de eliminación del otro
del cuerpo social o del cuerpo comunitario. En ella se ejerce la crueldad sin
límite pero con rostro (“formas ultrasubjetivas de violencia”) para acabar
con lo que parece proceder como de una “cosa”, o de un “algo” (¿alien?) que el
sujeto cree que está en él y que exige su realización eliminando toda huella
de alteridad.26 Ante tales reacciones extremas de la colectividad y contra la
colectividad, el profesor de Nanterre busca algo que ponga límite a estas
formas de violencia, una “heteronomía de la heteronomía de la política”
(que a su vez es política).
Para pensar la articulación entre violencia e identidades propone tres
tesis acerca de las cuales señala que son resultado de análisis de otros tra-
22
Ibid., p. 34.
23
En el artículo “Violencia, idealidad y crueldad”, en ibid., pp. 101-120.
24
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en ibid., pp. 35-36.
25
Ibid., p. 35.
26
Ibid., p. 37.
bajos, por lo cual, y ya que son estas tesis lo que forma parte sustancial de
nuestra indagación sobre la teoría del sujeto, iremos a esos trabajos para
seguir el hilo de la reflexión de nuestro autor. Por lo pronto, me dirijo al
artículo “Las identidades ambiguas”27 donde, en efecto, se exponen “tres
ideas fundamentales” sobre la identidad y que, sumadas a lo expuesto en
el artículo sobre los “Tres conceptos...” que revisábamos –de donde nosotras
extrajimos en su momento nueve tesis–, nos queda ahora un paquete de
once tesis que nos servirán para sacar algunas conclusiones generales sobre
la teoría del sujeto a la que nos interesa adherirnos. Es importante aclarar
dos cosas: una es que estas tesis están presentes en la propuesta del autor
que analizamos y lo que nosotras hacemos en la mayoría de los casos es
explicitarlas; otra es que estas tesis se refieren tanto a la dimensión indivi-
dual de las identidades como a su dimensión grupal o colectiva.
La primera tesis se refiere a uno de dos supuestos de los que se parte: que
la identidad es un componente esencial de la autoimagen, es decir, de la
imagen que los individuos y las colectividades tienen de sí mismos; el otro
supuesto sostiene (segunda tesis) que lo que los individuos y colectividades
piensan de sí mismos está en relación estrecha con el lugar que ocupan en
las relaciones sociales: “Los sujetos actúan en conformidad con la identidad
que les es impuesta, o que ellos crean para sí. El imaginario de identidades,
pertenencias y rupturas es, por ende, la condición de las condiciones [de
la política]; es como ‘la otra escena’ en la cual se urden los efectos de la
autonomía y la heteronomía de la política”.28
La siguiente tesis (tercera) plantea que “más que de identidades, hay que
hablar de identificaciones”.29 Aquí también se está retomando otro núcleo
duro de otros campos teóricos. Por un lado, del psicoanálisis tanto freudiano
como lacaniano y, por otro lado, de la Ética de Spinoza. En cuanto al psi-
coanálisis lacaniano, se sostiene que son tres los registros fundamentales
que sostienen las relaciones humanas con el mundo, uno de los cuales es el
registro de lo imaginario30 mediante el cual se realizan las identificaciones
27
É. Balibar, “Las identidades ambiguas”, en ibid., pp. 61-76.
28
Ibid., p. 15.
29
Ibid., p. 39.
30
Los otros dos son lo simbólico y lo real, que se refieren el primero a la dimensión simbólica
del orden social y de las normas, escritas o no; y lo real, como vimos antes, es pensado de diversas
maneras por autores varios incluyendo al mismo Lacan.
31
Con lucidez, Franz Fanon dio cuenta de esto en Los condenados de la tierra, de 1961.
32
Cf. Charles Taylor, El multiculturalismo y las políticas del reconocimiento, pp. 58-59.
33
É. Balibar, Spinoza: de la individualidad a la transindividualidad, p. 49. Esta perspectiva
spinozista es también la que aparentemente orienta la propuesta de L. Althusser de la teoría de
la ideología y de los aparatos ideológicos del Estado.
La quinta tesis está implicada en todo lo dicho hasta ahora, sobre todo
en la tesis tercera, planteando que las identificaciones son múltiples. Lo
que esta tesis enfatiza es que nunca hay una sola identificación, una
“identificación única” como se plantea en general en la filosofía clásica34
y en algunas psicologías, y como también se expresa en tres nociones de
“nacionalismo”: el cultural, basado en ideologías, costumbres y ritos; el ra-
cial, que supone una coherencia unívoca de raza; y el religioso, que puede
tener su contraparte también excesiva como el laicismo.35 Para decirlo en los
términos que hemos utilizado, no hay un “llamado” específico con el cual un
determinado sujeto pueda identificarse de una vez y para siempre porque
las identificaciones son múltiples, pero es importante aclarar que, aunque
sean múltiples, coexisten o pueden coexistir en el mismo tiempo y lugar,
es decir que son o pueden ser simultáneas, ya sea de manera consciente o
inconsciente. Por otra parte, la tesis de la multiplicidad es relevante para
los planteamientos de Judith Butler ya que da parcialmente respuesta al
problema que ella plantea respecto de que no hay una interpelación única
que pueda dar cuenta del sujeto en su totalidad.36
Por otra parte, así como no hay “identidad unívoca”, tampoco se trata
de “flotar libremente” (tesis sexta) de una identidad a otra al gusto, como
querría cierta “utopía posmoderna”,37 ya que las identificaciones tienen
distintos niveles de raigambre, superficiales o profundas, de las que se puede
ser conscientes o no. En relación con esta tesis se puede decir también que,
así como las identidades son móviles, no dejan de conservar cierto tipo de
arraigo. Las nacionalidades y la raza, por ejemplo, en ocasiones tienen una
34
Paul Ricoeur observa lo mismo desde otra perspectiva teórica, aunque, desde mi punto de
vista, igualmente válida: “En la noción de identidad hay solamente la idea de lo mismo, en tanto
reconocimiento es un concepto que integra directamente la alteridad, que permite una dialéctica
de lo mismo y de lo otro. La reivindicación de la identidad tiene siempre algo de violento respecto
del otro. Al contrario, la búsqueda del reconocimiento implica la reciprocidad” (La critique et la
conviction: Entretien avec F. Azouvi et M. Launay, p. 138).
35
É. Balibar, “Las identidades ambiguas”, en Violencias, identidades…, p. 72. Balibar distin-
gue entre ‘nacionalismo’ y ‘patriotismo’ entendiendo por éste “la nación en cuanto comunidad
trascendente, que implica un ‘destino’ en común, y al menos implícitamente ligado a la idea
de una misión transhistórica”. Por otra parte, en el mismo lugar considera que el “laicismo de
Estado” es equivalente a la Religión de Estado y le llama “símil de religión”, y da como ejemplo
el laicismo francés (ibid.).
36
Cf. el capítulo iii del presente texto.
37
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en ibid., p. 40.
Lo que se llama “yo” o “sí mismo” puede (en el mejor de los casos), ser vivido
como absolutamente singular, un fondo de existencia propio que no se
reduce a modelo alguno, a ningún rol elegido o impuesto. Sin embargo,
no deja de estar construido (desde antes del nacimiento) por un sistema
38
Suely Rolnik y Félix Guattari, Micropolítica. Cartografías del deseo, p. 336.
39
Ricardo Forster, “Las paradojas de la libertad”, en Página 12 [en línea], secc. “El País”.
40
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en ibid., p. 40.
Nos interesa especialmente comentar esta tesis por los alcances que
recientemente percibimos puede tener y porque en nuestro trabajo an-
terior ya referido Resistir es construir no fue considerada con la amplitud
correspondiente. Eso haremos en el siguiente apartado.
La octava tesis se refiere a que el conjunto de identificaciones forma
complejos jerarquizados,42 que también pueden ser contradictorios (nove-
na tesis). La tesis sobre la jerarquía de las identificaciones se refiere a que
éstas, aun cuando pueden ser simultáneas, como se dijo en referencia a la
quinta tesis, están en procesos de reacomodo y reestructuración constantes,
conservando siempre alguna o algunas de ellas el lugar hegemónico y/o el
lugar consciente pero quizá sólo por un tiempo, dejando posteriormente
ese lugar a otra u otras identificaciones.
La novena tesis la tomamos del estudio sobre Spinoza ya mencionado.
En él se hace referencia a las proposiciones de Spinoza en las que se habla
de que existe un conflicto interno entre afecciones “en el que afecciones
opuestas (principalmente amor y odio) afectan simultáneamente al mismo
sujeto con respecto a los mismos objetos”.43
Es importante aclarar que estos movimientos no son el resultado de una
decisión, ni de un acto de voluntad personal (tesis décima) sino son efecto
de los movimientos de inserción de los sujetos en las prácticas sociales y
los procesos de simbolización que con ellos se realizan.
Y así como hay identificaciones, hay también des-identificaciones (on-
ceava tesis), es decir, hay también procesos en los que una identificación
es removida mientras otra va tomando su lugar. Volveremos también
sobre esto.
Tomando en cuenta lo anterior, tanto las once tesis sobre la identidad
y las identificaciones como las nociones de violencia expuestas, Étienne
41
Ibid., p. 38.
42
É. Balibar, “Las identidades ambiguas”, en ibid., pp. 72-73.
43
É. Balibar, Spinoza, p. 50 (referidos a E3P15 a 17).
44
É. Balibar, “Tres conceptos para pensar la política”, en ibid., p. 40.
45
Ibid.
46
É. Balibar, Spinoza, p. 31 (énfasis del original). Esta idea se refuerza con el siguiente pasaje
del mismo autor –tal como lo hizo notar Fernando J. Lomelí en su investigación al respecto–:
“Esto nuevamente sugiere que la transindividualidad como tal debe ser considerada un proceso
en lugar de un patrón fijo” (ibid., p. 59).
Esta tesis enfatiza el hecho sabido, que no sobra recordar, de que la indi-
vidualidad, el “sí mismo” o el “yo” no son una ‘forma ideal’ o una sustancia
inmutable, sino son el resultado de las interacciones entre individuos.
Es también una tesis antiesencialista ya que “desplaza la cuestión de la
esencia humana”47 hacia su materialidad práctica y, asimismo, ofrece una
alternativa diferente a la de los dualismos ontológicos para comprender
lo social y las relaciones interindividuales, como por ejemplo, algunas
concepciones de la intersubjetividad como una teoría ingenua de la misma
que supone que ésta parte de un momento no intersubjetivo, o bien como
la noción fenomenológica de intersubjetividad que “expresa la primacía
de la interioridad”.48 La transindividualidad es importante para pensar las
identidades, pero desde mi punto de vista es más importante aún porque
ofrece apoyos conceptuales para comprender mejor la presencia de la
violencia en el proceso mismo de la construcción identitaria.
En su estudio sobre Spinoza, el autor inicia despejando el concepto que
le interesa y aclara que
47
É. Balibar, La philosophie de Marx, p. 68.
48
É. Balibar, Spinoza, p. 14.
49
Ibid., p. 22.
50
É. Balibar e I. Wallerstein, Raza, nación, clase, p. 69.
51
É. Balibar, La philosophie de Marx, p. 30.
52
Ibid., pp. 30-31.
53
É. Balibar, “Las identidades ambiguas”, en Violencias, identidades y civilidad, p. 70.
54
Idem.
55
É. Balibar, La philosophie de Marx, p. 68.
56
Ibid., p. 73.
57
É. Balibar, Spinoza, pp. 13-14.
58
Ibid., p. 14, nota 6.
59
Ibid., p. 31.
60
Cf. É. Balibar, Masses, Classes, Ideas: Studies on Politics and Philosophy before and after
Marx, p. 184.
61
Cf. Gilbert Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información.
62
É. Balibar, Spinoza, p. 31.
63
Ibid., p. 15.
64
Ibid., p. 25.
65
Ibid., p. 16.
66
Ibid., p. 29 (referido a E3AD1).
67
Ibid., pp. 23-24.
Así, “la relación con el Otro emerge entonces como un doble proceso de
identificación”:70 por un lado vemos a la Otra como un alter ego y por otro
lado proyectamos en ella imágenes varias que articulan nuestros vínculos.71
Estas tesis sobre las identificaciones, así como las tesis spinozistas sobre
la individualidad, la subjetividad y sus interrelaciones, a nuestro parecer
ofrecen elementos suficientes para pensar en la constitución subjetiva
atravesada por contradicciones diversas, por mecanismos conscientes
e inconscientes, así como con la participación del deseo y sus diversos
vaivenes. Esto para nosotras es importante ya que, nuevamente, nos per-
mite ahorrarnos la complejidad de la estructura teórica del sujeto vacío
tal como es recuperada de la teoría lacaniana por teóricos de lo social y
de la política, ya que una complejidad tal de relaciones, interpelaciones e
identificaciones vehiculiza la mencionada iterabilidad de la que se habló
como repetición en diferencia.
Siendo así, y considerando que “identidad” es otro nombre del sujeto, es
preciso modificar la lista de las tesis sobre la identidad que expusimos en
el apartado 2 de este mismo capítulo, y añadir como tesis doceava que hay
identidades que inciden en la conservación o repetición de las relaciones
sociales y las hay que inciden en los cambios sociales. En realidad, esta tesis
68
Ibid., p. 11 (referido a E3P30D).
69
Ibid., p. 52. Cualquier semejanza con la teoría freudiana de las identificaciones no es
mera coincidencia.
70
Ibid., p. 51.
71
Ibid., p. 57 (referido a E4P66S).
137
1
J.-L. Marion, Siendo dado, p. 426.
2
Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología, p. 227.
3
J.-L. Marion, Siendo dado, p. 453.
4
Ibid., p. 142.
5
Michel Henry, “La critique du sujet”, en Cahiers Confrontation. Après le sujet qui vient,
núm. 20, p. 141.
aristotélico, que Heidegger denunció como lo que está por debajo, a la base
de todo lo demás, como una sustancia estable e impersonal (Balibar), así
como el súbdito que obedece y escucha a quien dicta la ley6; y es también el
sujeto de la reproducción social que enfatizó el autor del Ensayo, así como
el sujeto lacaniano que irrumpe y disloca lo simbólico; es decir, se trata de
quien interviene tanto en la producción como en la reproducción de las
estructuras, sociales o psíquicas; es el que incide y modifica y, también,
el que incide y conserva. En ambos casos se trataría de un sujeto agente,
aunque lo que se agencie en un caso sea la reproducción de las relaciones
sociales, y en el otro su modificación o cambio.
En la Introducción también mencionamos lo que Mikkel Borch-Jacobsen
dice en la Revista Cahiers Confrontation acerca de lo que temía que deviniera
el sujeto: un sujeto sin objeto, un “magma de identificaciones o de imitaciones
sin soporte”.7 La propuesta del sujeto identitario no corre ese riesgo ya que,
si bien sí se trata de múltiples identificaciones, éstas no son ‘sin soporte’; su
soporte son ellas mismas, las mismas identificaciones que van tomando y
alternando el lugar hegemónico en la conducción de las acciones del sujeto.
Según esto, podemos decir, en contraste con lo que sostiene Mladen
Dolar de la Escuela de Eslovenia, con quien Žižek coincide, que sí es desde
la interpelación ideológica como se constituyen los sujetos. La interpela-
ción althusseriana plantea que “la ideología interpela a los individuos y
constituye sujetos”; lo que Dolar dice, con Lacan y Žižek, es que no todo se
vuelve sujeto, sino que hay una materia prima pre-subjetiva, que es el punto
de partida del psicoanálisis, que no se transforma en el sujeto ideológico.
Nosotras decimos que sí es desde la interpelación que se constituyen los
sujetos y, más aún, que se constituyen desde múltiples interpelaciones
con las identificaciones exitosas correspondientes. Sostenemos también, a
diferencia de lo que afirma Žižek, que la constitución subjetiva sí se realiza
desde la interpelación-identificación.
Esto incide en puntos representativos del pensamiento lacaniano y
recogidos por Žižek. En El sublime objeto de la ideología8 se habla de que
6
É. Balibar, “Citoyen Sujet”, en Cahiers Confrontation. Après le sujet qui vient, núm. 20. p. 10.
7
Mikkel Borch-Jacobsen, “Le sujet freudien, du politique à l’éthique”, en Cahiers Confron-
tation. Après le sujet qui vient, núm. 20, p. 63.
8
Cf. S. Žižek, El sublime objeto de la ideología, p. 154.
9
Ibid., p. 74. Cf. capítulo ii del presente volumen.
10
Cf. capítulo iii del presente volumen.
11
En J. Butler, E. Laclau y S. Žižek, eds., Contingencia, hegemonía, universalidad, pp. 84-85.
El vacío desplazado
12
É. Balibar, Spinoza, p. 26.
Por otro lado, si se toma en cuenta que el deseo es el que lleva a las iden-
tificaciones con los otros “en virtud de una afección cualquiera”; si, a la vez,
hay deseos no conscientes (por no decir inconscientes) que son los apetitos,
todo esto nos permite pensar que personajes, como el kafkeano Señor K, no
se identifiquen con la llamada de la ley y queden sumergidos en un gran
desconcierto, desconocimiento y una gran confusión, en tanto que hay
identificaciones no conscientes que operan en él en el momento del llamado;
es decir, hay deseos no conscientes que desvían de un llamado particular
específico, pero que orientan, o han orientado ya, hacia otras identificaciones.
13
Ibid., pp. 51-52.
14
M. Aguilar Rivero, Teoría de la ideología, p. 68.
15
É. Balibar, Spinoza, p. 50, siguiendo la investigación de Fernando J. Lomelí.
16
Cf. Jason Read, The Micro-Politics of Capital, pp. 153-161.
17
Cf. É. Balibar, Spinoza, pp. 34-35.
18
S. Rolnik y F. Guattari, Micropolíticas. Cartografías del deseo.
19
Ibid., p. 24
20
Ibid., p. 337.