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El fantasma de la imprevisión institucional

Por Gonzalo Duque-Escobar*

Si queremos hablar de desarrollo, habrá que priorizar la formación de capital social y de capital
humano, sobre el crecimiento económico. Si queremos bienestar, la competitividad no es
suficiente, e incluso puede resultar inconveniente, si la solidaridad y la prioridad por los más
vulnerables, faltan. En Colombia se habla de paz, pero esta no resulta viable mientras el Estado
esté ausente de su responsabilidad, atendiendo los temas socio ambientales.

Con el calentamiento global, la ciudad está obligada a implementar procesos de adaptación


ambiental para enfrentar la amenaza de eventos climáticos extremos, soportados en procesos
integrales, de alto contenido socio ambiental y con visión de futuro. El POT ha sido una
herramienta útil que no puede desaprovecharse, tal cual lo ha hecho la ciudad, tras los sucesos
vividos en la Quebrada Manizales en abril de 2011.

La naturaleza ha hecho un llamado de atención: en la tarde del pasado martes 7 de abril, entre las
cuatro y las cinco de la tarde se produjo una lluvia descomunal localizada en el sector de Malteria,
jurisdicción de la Comuna Tesorito, en la cual habitan cerca de 22,500 personas, sin incluir la
población flotante que acude a la principal zona industrial de la ciudad, y escenario donde hacen
presencia emblemáticas instituciones y empresas de la ciudad, que explican el 70% de su PIB, o si
se quiere, cerca de la mitad del PIB de Caldas.

En 2011, una avenida torrencial que en magnitud superó en varios órdenes las riadas que ahora se
generaron en cuatro quebradas del sector, puso en evidencia dos problemáticas estructurales de
la ciudad: los conflictos entre uso y aptitud del suelo, tanto en las cabeceras de la Quebrada,
Manizales y sus afluentes, como lo es la Quebrada Cimitarra que surte el acueducto de Malteria,
como también en las riveras de dicho drenaje, cuyas vaguadas han sido ocupadas por decenas de
viviendas ubicadas en la propia Malteria, Bajo Juanchito y Verdum.

Pero al igual que en el 2011, a pesar de que la prensa se ha ocupado del asunto, de que la
Administración municipal ha estado presente, e incluso, de que el conglomerado de instituciones
que soportan el Comité Local de Emergencias de la ciudad ha extendido su brazo solidario, los
problemas estructurales relacionados con la problemática siguen sin resolverse; y todo esto a
pesar del invaluable esfuerzo de la Junta de Acción Comunal de esta comunidad que, con
desasosiego y sorpresa, sufre y padece nuestra falta de conciencia, puesto que no de otra manera
se puede explicar la insolidaridad y la falta de compromiso relacionada con las acciones de largo
plazo para resolver los desafíos sociales y ambientales del citado territorio.

Como evidencia de lo anterior, éste testimonio de José Humberto Duque Corrales, Presidente de la
Junta de Acción Comunal, aludiendo a la actual coyuntura: “en los últimos años no se han dado
soluciones en compra de predios, ni intervenido el uso de suelo en la parte superior de la cuenca…
cuatro años después de la avalancha sigue todo igual: se recomendaron obras de bioingeniería y
no se hicieron; no se ha involucrado el Concejo de Manizales, ni se ha hecho presente la
Administración municipal para dar respuesta en materia de vivienda a las familias damnificadas
por la avalancha del año 2011”.

La Junta de Acción Comunal, interesada en la apropiación de los procesos de cambio que demanda
el territorio, ha mantenido siempre iniciativas ambientales, que con el apoyo de Ecopetrol, la
Corporación Aldea Global y Corpocaldas, se ha traducido en acciones como la gestión de un
diplomado sobre “Medio ambiente, ordenamiento y gestión del riesgo” (2012) y la formulación del
Plan de Manejo Ambiental para la Cuenca de la Quebrada Cimitarra (2014), entregado a
Corpocaldas.

Si queremos una ciudad amable y segura, una ciudad digna y aún más, si soñamos en hacer de
esta “la ciudad del agua”, empecemos por recuperar la cuenca más emblemática del territorio: la
Quebrada Manizales, apuntándole a un desarrollo sustentable. Muchos son los esfuerzos que se
hacen de cara a la cuenca del río Chinchiná, un escenario que incluye tres subcuencas: la del
Guacaica, la del Río Claro y la del Chinchiná. La de la Quebrada Manizales aunque solo es un
elemento de la tercera, es un escenario estratégico y altamente vulnerable que reclama una
política pública específica con acciones estructurales concretas.

* http://galeon.com/cts-economia

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