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Alumno: Anthony Miguel Ávila Banegas

Docente: Eunice Osorto

Clase: Expresión Oral y Escrita

Campus: Sagrado Corazón de Jesús

Trabajo: Discurso
El futbol es pasión de millones de personas. El colorido que le ponen los fanáticos, la previa,
todo lo que se vive en cada partido, en cada jugada, es irrepetible, no hay explicación para
esto, ni siquiera preguntas, porque las respuestas son en vano, el “hincha” dice: las dos cosas
más importantes en mi vida y que no las cambio por nada son: la familia, mi equipo y sus
colores. Sabían ustedes que el fútbol proviene del inglés football), también llamado, balompié
o soccer, es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de 11 jugadores cada uno y un
árbitro que se ocupa de que las normas se cumplan correctamente.

El futbol es ampliamente considerado el deporte más popular del mundo, pues participan en él
unos 270 millones de personas en el mundo, sin ir más lejos la final del mundial de futbol fue
vista por más de 700 millones de personas en el mundo.

El futbol como confraternización

Resulta interesante señalar como en las conversaciones y entrevistas que se llevan a cabo con
los presidentes de los clubes y ligas migrantes éstos constantemente enfatizaban en la idea de
“confraternizar” con otros grupos a través del fútbol. Ésta ha sido, sin duda, uno de las
principales leyes de motivación utilizado en relación con la constitución de estas ligas de
fútbol. Pero, ¿a qué se debe dicho énfasis?

Centrándonos en ese término – confraternización –, los usos de dicha expresión por los
migrantes de los países andinos en este contexto deportivo apuntan claramente hacia un
proceso que empieza al nivel del intercambio cara-a-cara entre dos personas (como sinónimo
de socializar: “te vas comentando lo que eres, de dónde eres, te vas socializando, te vas
confraternizando”), para llegar al intercambio entre grupos sociales y finalmente entre países.
Es más, la idea de confraternizar alcanza una gran importancia si la relacionamos con las
divisiones internas existente, por ejemplo, en el interior de la comunidad boliviana, ya que en
este país el conflicto histórico sobre la distribución del poder (y las ganancias de las
exportaciones de materia prima) entre el gobierno central y los departamentos se radicalizó a
partir del 2003, culminando en enfrentamientos violentos entre los seguidores de las dos
partes durante el periodo de nuestra investigación, 2007-2008 (véase Stefanoni y Do Alto
2006; González Pazos 2007). De hecho, hubo dos agendas políticas para la “refundación” del
país: una del gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo) apoyado por los prefectos de
Oruro, Potosí, Cochabamba y Sucre; y la otra del movimiento regionalista de los
departamentos de la llamada “Media Luna” (Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija), que defendían
los referéndums autonómicos abogando por una “Honduras productiva”. Las dos partes
utilizaron un discurso basado fundamentalmente en la cuestión identitaria, donde la parte
occidental indígena-altiplánica del país se contraponía a las regiones orientales,

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