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rodeaba con mis piernas y pronto sus manos me apretaron con fuerza contra su cuerpo como

si no soportara que hubiese espacio entre los dos. -Eres un bruto-le dije jadeando y sin poder
contenerme, aunque me daba claramente igual sus formas de tratarme, en menos de cinco
minutos me había tenido dispuesta a darle lo que me pidiera. -Y tú insoportable. No me dio
tiempo a rebatírselo puesto que sus labios volvieron al ataque un segundo después. Dios,
aquello era demasiado intenso, le sentía por todas partes, sus manos comenzaron a
desabrocharme la blusa con una mano mientras que con la otra me apretaba las caderas con
fuerza; con la respiración acelerada comenzó a moverse hacia la derecha, seguramente con la
intensión de colocarme sobre la mesita que había allí pero yo tiré de él hacía atrás y mi espalda
volvió a chocar contra la pared. De pronto se oyó un clic y la luz de la habitación se encendió
iluminando todo a nuestro alrededor y a nosotros mismos con una claridad dolorosa. Fue
como si nos hubiesen echado un vaso de agua fría sobre la cabeza. Nicholas se detuvo; me
miró sorprendido y jadeante al igual que yo, la realidad anteponiéndose a la atracción física de
nuestros cuerpos. Nicholas apoyó su frente contra la mía, y cerró los ojos con fuerza por unos
segundos que se me hicieron interminables. -Mierda-dijo entonces depositándome en el suelo
y sin siquiera volver a mirarme se giró y salió por la puerta. La realidad me golpeó tan
dolorosamente que mis piernas me hicieron resbalar hasta quedarme sentada en el suelo
contra la pared. Me rodee las rodillas con las manos mientras me daba cuenta de lo que
acabábamos de hacer. Enrollarme con Nicholas no solucionaría absolutamente nada. No haría
que los cuernos que me había puesto mi novio desaparecieran, no haría que la soledad que
sentía al vivir en aquel lugar sin mi familia ni mis amigos doliese menos, y mucho menos iba a
hacer que mi relación con él mejorara de alguna forma. Aquel episodio con Nick solo podía
significar una cosa: problemas. ** Y hasta aquí el capítulo de hoy, ¡¡espero que os haya
gustado!! A partir de ahora subiré un capítulo cada dos días, ¡no me odiéis! un beso y gracias
por leer y comentar! ** Instagram: mercedesronn Twitter: mercedesronn Facebook: Mercedes
ron Books ================= Capítulo 16 NICK Ardía por dentro. En todos los sentidos
posibles de la palabra, estaba ardiendo. Hacia una semana que no había dejado de pensar en
el beso que nos dimos en las carreras y eso me había puesto cada vez de peor humor. Verla allí
en mi casa restregándome algo que no podía tener era algo que no podía soportar. Aquella
noche estaba increíble, y no podía quitar mis ojos de su cuerpo. De sus piernas, de su escote,
de su pelo increíblemente largo y brillante, pero lo que no podía aguantar era que bailara
delante de mis narices con mis amigos y ver como todos se la comían con los ojos. Ya había
tenido que soportar como varios de ellos decían obscenidades refiriéndose a ella y me
sorprendía lo mucho que me afectaba puesto que yo era de los primeros en decir ese tipo de
cosas cuando aparecía una tía que estuviese buena, ¿pero con Noah? Simplemente era algo
que me enloquecía. Cuando la vi con mi móvil y me fijé en las fotos que le estaban mandando
sentí un poco de pena por ella y rabia hacia quien fuera incluyendo a ese ex novio suyo, pero lo
que claramente no había planeado era llevarla al despacho de mi padre y enrollarme con ella.
Estaba claro que tenia varias copas de más y no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta
que no se encendió la luz y la vi claramente. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios
hinchados por mis besos... Joder solo de pensarlo me daba ganas de ir en su busca otra vez,
pero no podía hacer eso, no con ella, era mi hermanastra por el amor de Dios, la misma
hermanastra que había puesto mi mundo patas arriba y la misma que había hecho que
perdiera mi coche. Me quite aquellos pensamientos de mi cabeza y salí al jardín. Iba a
permanecer alejado de ella, no podía acostarme con alguien que vivía en mi casa, alguien que
vería todos los días y menos con alguien que era hija de la persona que había ocupado el lugar
de mi madre, un lugar que hacía muchísimo tiempo había descartado de mi vida. Me quedé
fuera hasta que la mayoría empezó a marcharse, dejando a su paso un completo desastre, con
vasos de plásticos tirados por el césped, botellas de cerveza, y quién sabe qué más. Frustrado
me encaminé en dirección a la puerta de la cocina, no sin antes fijarme en los que quedaban
por allí. Entre los pocos rezagados estaban Jenna y Lion. Ella estaba sentada sobre su regazo
mientras él le besaba en el cuello haciéndola reír. Por poco y no vomito por el camino. Quien
me iba a decir que esos dos iban a acabar así. Lion era como yo, le encantaban las mujeres, las
fiestas, las carreras, la droga... y ahora se había convertido en el perrito faldero de una cría
como Jenna. Las mujeres solo servían para una cosa, todo lo demás acarreaba problemas, ya lo
había comprobado con mis propias experiencias. -¡Eh, tío!-me gritó Lion haciéndome girar-
Mañana hay barbacoa en casa de Joe, ¿te veo allí? Barbacoa en casa de Joe, eso solo
significaba fiesta hasta la madrugada, muchas tías buenas y buena música... pero yo ya tenía
planes para el día siguiente, unos planes que quedaban a más de seis horas de distancia y los
cuales adoraba y odiaba al mismo tiempo. Me giré hacia él. -Mañana me voy a las Vegas-le dije
mirándolo con cara de circunstancias. Él lo comprendió al instante y asintió. -Diviértete y
mandale recuerdos a Maddie-me dijo sonriendo a la vez que Jenna me observaba con interés. -
¿Quién es Maddie?-me preguntó con voz melosa-¿Una show girl de las Vegas, Nick? Veo que
cada vez apuntas más alto... o más bajo dependiendo de cómo se mire. La fulminé con la
mirada, antes de que Lion interrumpiera lo que estaba a punto de decirle. -No te metas, Jenna-
le dijo antes de volverse hacía a mí y dejarme claro con su mirada que no la tomara con ella.
Respiré hondo y me calmé. -Os veo cuando vuelva-les dije a modo de despedida para después
atravesar la casa y subir hasta mi habitación. Había una tenue luz bajo la puerta del cuarto de
Noah, y me pregunté si estaría despierta, para después recordar que le tenía miedo a la
oscuridad. Algún día cuando las cosas se calmaran entre los dos le preguntaría por ello; esa
noche solo me quedaba descansar; mañana sería un día muy largo. *** La alarma del móvil
sonó a las seis y media de la mañana. La apagué con un rugido al mismo tiempo que me decía
a mí mismo que tenía que espabilar si quería estar en las Vegas a eso de las doce del mediodía.
Esperaba que conducir durante tantas horas me ayudara a calmar el mal humor que aún
persistía desde la noche anterior. Salí de la cama y me di una ducha rápida; me puse los
vaqueros y una camiseta de mangas cortas consiente del calor infernal que haría en Nevada y
el cual detestaba desde la primera vez que había estado allí. Las Vegas era un sitio alucinante
siempre y cuando estuvieras dentro de los hoteles con aire acondicionado; fuera era casi
imposible estar más de una hora sin agobiarte por el calor húmedo del desierto. Los recuerdos
de la noche anterior volvieron a azotarme en cuanto pasé por la puerta entreabierta de Noah;
como si no hubiese tenido suficiente con haber soñado con ella toda la maldita noche. Se me
había metido en la cabeza y no había manera de sacarla de allí. Bajé los escalones y me fui
directo a la cocina a por una taza de café. Sophie no llegaría hasta pasadas las diez por lo que
me las ingenie como pude para hacerme un desayuno más o menos decente. A las siete ya
estaba montado en mi coche y listo para marcharme. Con la música distrayéndome intenté
ignorar la sensación que siempre me embargaba cuando tenía que ir a ver a Madison, aún
recordaba el día en el que me había enterado de su nacimiento. Tenía diecinueve años cuando
llegó aquella llamada que me afectó tanto o más que la desaparición de la persona que la
hacía. Mi madre, Anabell Grason, antiguamente Anabell Leister, nos había abandonado a mi
padre y a mí cuando yo solo tenía doce años. Aún podía recordar el vacío que se adueño de mí
mismo cuando comprendí que nunca más iba a volverla a ver. Mi relación con ella siempre
había sido muy estrecha, mi madre me adoraba o eso siempre me decía, al contrario que mi
padre, cuya relación conmigo siempre había sido de frío contacto y peleas constantes. Mi
madre había sido la mediadora en esas peleas, hasta que se marchó. La tristeza que sentí al
comprender que se había marchado sin más se fue convirtiendo en un profundo odio hacia ella
y a las mujeres en general, la única que debía quererme por encima de todas las cosas me
había cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes
de Las Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude
por más de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un
cliente de mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui
creciendo y cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la
verdad. Mi madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que
lo único que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada
con uno de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el
fraude de Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o
a tener cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa
petición dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la
custodia completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro
años, cuando se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me
había llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que
quería volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos que me
enviaba constantemente contándome todo lo que hacía mi hermana. Sentía un nudo en el
pecho cada vez que pensaba que esa niña, sangre de mi sangre, solo conocería al estafador de
su padre y a la arpía y loca de mi madre. Así pues mi padre se enteró, y le dejé muy claro que
quería obtener algún derecho sobre mi hermana pero sin tener ningún contacto con mi madre
o su marido. Ella había renunciado a mí y yo solo sentía desprecio y odio hacia aquella mujer
que había arruinado mi infancia. Después de meses luchando con abogados el juez me cedió
libertad para ver a mi hermana dos días de cada semana, siempre y cuando la dejara a las siete
de la tarde en casa otra vez. Mi madre y yo no tendríamos ningún contacto y una asistente
social se encargaría de llevarme a Madison para que yo pudiera recogerla y pasar tiempo con
ella. Debido a la distancia que nos separaba eran pocas las veces que la veía pero por lo menos
dos veces al mes me la llevaba por ahí y disfrutaba de la compañía de la única chica a la que
decidí abrir mi corazón. Mi madre y yo no volvimos a vernos después del juicio y pareció
aceptar que no volvería a tener ninguna relación con su hijo primogénito. Aunque no podía
evitar que Madison hablara de ella o le hablara a mi madre de mí. Eso era lo que odiaba de
aquellas visitas, porque de algún modo no podía romper la relación del todo, siempre estaría
ese pinchazo de dolor cada vez que escuchara hablar de aquella madre que decidió
abandonarme por otro hombre. *** Seis horas y media más tarde, me detuve en el parque
donde siempre me esperaba mi hermana y la asistente social. Me aseguré que el regalo de mi
hermana estuviera bien escondido en el asiento del copiloto y bajé del coche encaminándome
hacia la fuente que había en el centro del parque. Miles de niños correteaban y jugaban por
ahí. Nunca había sido fan de los niños pequeños y aún seguía pensando que eran insoportables
y llorones, pero había una pequeña insoportable y llorona que me tenía cautivado. No pude
evitar que se me formara una sonrisa en el rostro cuando vi a lo lejos una cabecita rubia de
espaldas a mí que se inclinaba en aquel instante sobre la fuente, sin importarle el hecho de
que podía caerse en cualquier momento. -¡Eh, Maddie!-grité, captando su atención y viendo
como su ojos se agrandaban al verme allí de pié a tres metros de distancia-¿Piensas darte un
chapuzón?-le grité al mismo tiempo que se formaba una sonrisa enorme en su rostro de ángel
y salía corriendo en mi dirección. -¡Nick!-gritó en cuanto me alcanzó y me incliné para cogerla
en brazos y levantarla en el aire. Sus rizos rubios como el oro revolotearon a su alrededor y sus
ojos azules iguales a los míos me miraron llenos de emoción infantil-¡Has venido!-me dijo
enroscando sus bracitos entorno a mi cuello. La abracé con fuerza, sabiendo que esa niña tenía
mi corazón en su pequeño puño regordete. -Pues claro que he venido, no todos los días se
cumplen cinco años, ¿Qué esperabas?-le dije dejándola en el suelo y colocando la palma de mi
mano en su cabeza

había cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes
de Las Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude
por más de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un
cliente de mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui
creciendo y cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la
verdad. Mi madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que
lo único que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada
con uno de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el
fraude de Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o
a tener cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa
petición dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la
custodia completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro
años, cuando se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me
había llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que
quería volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos quhabía
cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes de Las
Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude por más
de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un cliente de
mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui creciendo y
cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la verdad. Mi
madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que lo único
que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada con uno
de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el fraude de
Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o a tener
cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa petición
dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la custodia
completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro años, cuando
se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me había
llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que quería
volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos quhabía
cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes de Las
Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude por más
de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un cliente de
mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui creciendo y
cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la verdad. Mi
madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que lo único
que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada con uno
de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el fraude de
Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o a tener
cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa petición
dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la custodia
completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro años, cuando
se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me había
llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que quería
volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos qu

había cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes
de Las Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude
por más de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un
cliente de mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui
creciendo y cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la
verdad. Mi madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que
lo único que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada
con uno de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el
fraude de Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o
a tener cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa
petición dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la
custodia completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro
años, cuando se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me
había llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que
quería volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos quhabía
cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes de Las
Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude por más
de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un cliente de
mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado. Cuando fui creciendo y
cualquier sentimiento hacia ella hubo desaparecido mi padre me contó toda la verdad. Mi
madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí pero era una infeliz que lo único
que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada con uno
de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el fraude de
Grason. Ese hombre, el marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o a tener
cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa petición
dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre consiguieron la custodia
completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro años, cuando
se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada. Me había
llamado después de siete años sin saber absolutamente nada de ella para decirme que quería
volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que
cumplía cinco años aquel mismo día. Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el
teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un
bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía pero
sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme. Solo tiene un mes y deseo
que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Nicholas, espero
que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te
hice. Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos qu

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