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SESIÓN 2

VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA.

CONCEPTUALIZACIÓN DEL FENÓMENO.

1. Análisis de Casos Prácticos.

2. Definición Psicológica de la Violencia Contra la Pareja.

3. Definición Legal de la Violencia Contra la Pareja

4. Terminología para designar la Violencia Contra la Pareja.

5. Tipos de conductas violentas dentro de la Violencia Contra la Pareja.

6. Primeras reflexiones a los por qués de la Violencia Contra la Pareja.

Olga Barroso Braojos.


Psicóloga M-20129
1. ANÁLISIS DE CASOS PRÁCTICOS.

- Lectura en clase del Caso de Meyer.


- Lectura en clase del Caso de Colin.
- Lectura en clase del Caso de María.
- Lectura en clase del Caso de Ignacio.

2. DEFINICIÓN PSICOLÓGICA DE LA VIOLENCIA CONTRA


LA PAREJA.
Después de leer los casos prácticos puede que sintamos una especie de confusión ante la
idea de definir qué es exactamente la violencia contra la pareja. Puesto que vemos que
los agresores aún realizando las mismas conductas violentas, gritar, intimidar
verbalmente, amenazar, insultar, engañar, pegar, etc… lo hacen de un modo muy
diferente, y cada uno en momentos diferentes (cuando la mujer habla con otro hombre,
cuando la mujer lleva ropa que él entiende provocativa, cuando la mujer no le da la
razón, cuando la mujer toma sus propias decisiones, cuando la mujer decide empezar a
trabajar, cuando la mujer habla con su familia…). Incluso podemos observar que hay
agresores que nunca ejercen violencia física, o que sólo emiten conductas de este tipo
una vez rota la relación, o que hay agresores que tras los insultos o los golpes se portan
tan dulcemente, tan amorosamente, que realmente aparecen ante la mujer como una
alguien que verdaderamente la ama, que está profunda y sinceramente arrepentido, otros
por el contrario nunca piden perdón.
¿Qué podemos decir entonces que es la violencia contra la pareja? ¿Que un hombre
pegue a una mujer?, ¿que la insulte?, ¿que lo haga una vez? ¿que lo haga varias veces?
A pesar de las múltiples diferencias (las analizaremos despacio cuando describamos las
tipologías de agresores y por tanto los distintos procesos violentos que podemos
encontrar en las relaciones violentas) que encontramos en la violencia contra la pareja,
que encontramos cuando analizamos este fenómeno, existen características profundas
comunes en todos los procesos de maltrato, que comparten todos los agresores (sean del
tipo que sean), que nos permiten establecer una definición del fenómeno. Vamos a ir
analizando una por una hasta establecer con ellas la definición de violencia contra la
pareja. Características que también nos permitirán identificar las relaciones violentas y
poder diferenciarlas de relaciones problemáticas, conflictivas o en las que exista
violencia cruzada.

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Continuidad, persistencia y no cese de la violencia.
En primer lugar, la característica común más notable, y que queremos resaltar es la
continuidad y persistencia de la violencia, la no puntualidad de las conductas
violentas, la constancia del abuso en la relación.
A este respecto, una de las preguntas más frecuentes que me encuentro como
profesional de este tema es “entonces, si un hombre pega una vez a una mujer ya le
podemos considerar maltratador, ¿sólo con una vez vale?, ¿con un solo golpe ya es
maltrato?, ¿si lo hace una sóla vez no tiene por qué ser un maltratador, ¿no? ¿podría ser
una cuestión puntual producida por otra causa que la de ser maltratador?” Esta es una
cuestión delicada que creo merece que nos detengamos a puntualizar.
Por mi experiencia clínica, cuando nos encontramos con una persona, que en una
relación sentimental llega a emitir una conducta de violencia física contra su pareja
(sobre todo si esta causa daños físicos graves), la fenomenología que está detrás de esta
conducta y la causa de la agresión, con mayor probabilidad, es el patrón de
comportamiento de una persona que maltrata a otra en una relación de pareja, no el
consumo de alcohol, ni las enfermedades mentales, ni los problemas económicos o
sociales, etc… Por tanto, sí, aunque “sólo” se haya producido una conducta de violencia
física, tenemos los indicios suficientes con ella para considerar que estamos ante una
situación de violencia contra la pareja. Porque la probabilidad de que una persona que
no tenga el patrón de comportamiento de un agresor agreda físicamente a su pareja es
prácticamente cero. Y si la conducta de violencia física es severa esta probabilidad es
completamente cero.
Es cierto que, por ejemplo, una persona esquizofrénica presa de un brote psicótico
puede golpear a quien esté con ella, sea su pareja o no, de una manera puntual. Pero va a
ser raro que siempre la golpee a ella, si la causa de la violencia es la esquizofrenia.
Cuando hay una dirección constante, una misma diana y objetivo, así como una
escalada en las conductas violentas, hay intención sobre esa violencia y por tanto no es
algo desordenado ni aleatorio, ni que se produzca por una pérdida de control. Todo lo
contrario, existe mucho control para que la violencia se produzca siempre hacia un
mismo punto, la pareja. Además, si la violencia se produjera por una enfermedad mental
o por una falta de control de los impulsos por parte de la persona que ejerce la violencia
no vamos a encontrar todo el patrón abusivo masivo, “hábil” y envolvente que
encontramos en la violencia contra la pareja (que hemos podido ver ilustrado en las
historias anteriormente analizadas). Si estamos ante, por ejemplo, una persona con
esquizofrenia lo que encontraremos serán algunos episodios muy puntuales dentro de
brotes psicóticos. No nos encontraremos todo el patrón abusivo.
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De la misma manera, si la conducta violenta ha sido producida por una pérdida de
control por un abuso de sustancias, alcohol o drogas, encontraremos un hecho puntual,
algo aislado, que no será más que eso. Pero la violencia contra la pareja es mucho más
que esto.
Además cuando nos encontramos con un acto violento contra la pareja como una
agresión física difícilmente esto va a ser algo aislado, normalmente es una conducta más
dentro de una progresión de conductas violentas. También tenemos que tener presente
que alguien que no tenga este patrón de comportamiento, el de una persona que se
relaciona desde la violencia en las relaciones afectivas, es incapaz de agredir
físicamente a su pareja, o agredirla verbalmente rebasando un umbral que supone
infligirla un dolor severo, y mucho menos de una manera reiterada. Por eso, cuando
aparece la violencia física en una relación podemos considerar con casi total certeza que
estamos ante una relación violenta. Y si analizamos un poco más a fondo la relación y
comprobamos que este acto está envuelto por muchos mas actos violentos no podemos
sino considerar que estamos ante una relación de maltrato.

Finalidad, objetivo y motivación de las conductas agresivas.


La segunda característica global y común de todos los procesos de maltrato es la
intencionalidad del agresor en la relación de pareja. En ninguna relación de maltrato la
finalidad del agresor hacia su pareja es el amor de pareja, los agresores no quieren amar
a su pareja, quieren algo distinto (esto no quita que los agresores se puedan enamorar, o
puedan sentir una atracción irrefrenable y una profunda dependencia sobre sus
víctimas), quieren controlarlas, tenerlas, dominarlas, someterlas, ejercer poder sobre
ellas y/o instrumentalizarlas (en función del tipo de agresor que tengamos delante).
A este respecto también queremos aclarar la diferencia que existe entre violencia (que
es lo que encontramos en las relaciones de maltrato) y agresividad. Definiciones que
también nos van a ayudar a entender el por qué de la característica anterior, la
constancia y repeteción de las conductas violentas en una relación de maltrato.
Consideramos que todas las personas en un momento de mucho estrés, en un momento
en el que percibamos que estamos ante un grave peligro, podemos emitir una conducta
agresiva, por ejemplo en los casos de conductas agresivas emitidas en legítima defensa.
Pero esto, de nuevo, será algo totalmente puntual, ante una coyuntura muy concreta y
tras una situación de objetivo peligro para nosotros o para otra persona de cuya
protección somos responsables. Lo que no consideramos cierto es que todas las
personas sean violentas. Puesto que la diferencia entre violencia y agresividad es la
siguiente:

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Agresividad:
Emisión de conductas que dañan física o psicológicamente a otra persona de manera
circunstancial ante un peligro/amenaza/intento de despertar la acción del otro, como
reacción a la violencia sufrida o estallido puntual de ira o enfado.
Violencia:
Utilización de conductas que dañan física, psicológica o socialmente (generando dolor
físico o emocional o la pérdida de un satisfactor de una necesidad) de forma directa o
indirecta con la intención de conseguir que otra persona se comporte como se desea o
se someta a la voluntad/control/dominio del que inflige estas conductas.
Podemos decir que todos los agresores son violentos porque su finalidad no son las
agresiones concretas (la bofetada, el puñetazo, el insulto…), éstas son las herramientas
que emplean para dominar, controlar, instrumentalizar… a su pareja. Este dominio, este
control verdaderamente es el fin que persigue el agresor.
Por este motivo, porque el agresor persigue este control, esta dominación de la pareja,
es por lo que la violencia no va a ser un comportamiento puntual y “aleatorio” sino que
corresponde y obedece a un patrón de comportamiento que es preciso seguir para
conseguir que la víctima se someta a la voluntad del agresor.
También por este motivo podemos afirmar que una vez ha aparecido una agresión física
grave (como puede ser una bofetada, un puñetazo) ésta no es un hecho aislado en la
relación, sino que forma parte de todo un proceso de violencia, que ya se ha estado
produciendo, que ya se ha iniciado, y que no va a ser algo anecdótico y puntual, sino
que va a ser algo que se repita. Esta agresión formará parte de una relación violenta en
la que ya las agresiones no cesarán en ningún momento en la relación (aunque en
algunas relaciones las agresiones físicas puedan detenerse un tiempo).
Sin embargo, como la mayoría de las conductas que emite otra persona contra nosotros
y que nos dañan suelen ser encuadrables en el bloque de conductas agresivas, las
mujeres que sufren violencia en sus relaciones de pareja suelen interpretar, en un primer
momento, que lo que están sufriendo son conductas agresivas. Es decir, van a pensar
que si su pareja les grita o emite un insulto contra ellas, es porque se sintió ofendido, y
si se sintió ofendido (los agresores lo demuestran con gran vehemencia) lo más probable
es que las las víctimas piensen que él se sintió así porque ellas hicieron algo mal. O que
terminen pensando que hicieron algo mal porque el agresor les insiste una y otra vez en

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que la causa de su insulto, de su grito, fue que ellas primero actuaron mal, de algún
modo, sobre él (¿por qué desconfiar de la emoción de su pareja, si además ellos
demuestran con tanta rotundidad que han sido ellos los heridos, los atacados en primer
lugar?) o que se asustaron ante algo que hizo ella, o por celos…
El agresor trata de convencer e imponer a la víctima que la causa de su comportamiento
violento es lo que hace la víctima alejándola de poder tomar conciencia de que la causa
real no está en ella sino en él, en el patrón afectivo que presenta en las relaciones
sentimentales o en las relaciones afectivas íntimas. No pudiendo ver de este modo que
realmente a lo que están siendo sometidas es a un proceso violento y manteniéndose por
tanto en la relación puesto que consideran que su pareja las quiere, que se va a portar
bien con ellas pero que en esa ocasión o en esas ocasiones reacionó puntualmente mal,
algo le pasó o ella hizo algo mal y por tanto le tiene que entender. Sin poder ver que
lejos de ser algo eventual, estas agresiones son todo lo contrario.
Esto mismo incluso pueden llegar a pensar los profesionales que aún no hayan estado
estrechamente en contacto con este fenómeno, “no, bueno, por una vez que pase no
vamos a pensar que es un maltratador”.
Como venimos exponiendo, lo que hemos aprendido con nuestra experiencia clínica, es
que el maltrato es otra cosa, no es un comportamiento agresivo, ni puntual, ni mucho
menos “aleatorio” sino que corresponde y obedece a un patrón de comportamiento
violento que tiene una causa profundamente emocional situada en el agresor y que, una
vez que se inicia en la relación, no va a parar, va a estar siempre presente, no va a
cambiar de manera espontánea, ni porque la mujer lo pida, ni porque el agresor diga
comprometerse con ese cambio.
Por tanto, desde nuestro criterio profesional, para alcanzar una adecuada definición de
la violencia contra la pareja tenemos que tener estas dos cuestiones presentes, la
primera, la permanencia y la constancia de la violencia dentro de la relación, la
segunda, la intencionalidad, el móvil del agresor dentro de una relación de pareja
que no es el amor de pareja.
Esta finalidad, este querer (no amar) sino dominar, controlar, someter e instrumentalizar
a la pareja es la manera que tienen los agresores de relacionarse emocionalmente con la
persona con la que mantienen una relación afectiva. Algunos agresores (ya lo veremos
en el apartado dedicado a la tipología de agresores) tienen esta única manera para
relacionarse con todas las personas en general de su entorno, otros sólo con las personas
que entren en un espacio de relación interpersonal íntimo (parejas e hijos u otros
familiares con los que exista una relación estrecha.
Explicado esto vamos a pasar a establecer las deficiones de violencia contra la pareja
que nos parecen más completas.
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Echeburúa (2003):
“Desde un punto de vista clínico, el maltrato doméstico se refiere a las agresiones
físicas, psíquicas, sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte
de un familiar (habitualmente el marido), y que causan daño físico y/o psíquico y
vulneran la libertad de otra persona (habitualmente la esposa).
En este caso se plasma la repetitividad de las agresiones, si bien aún no se habla de la
intencionalidad.
Tanto la intención del agresor como, por tanto, la constancia de las agresiones, sí es
puesta de manifiesto por la American Psychological Association, ésta, a partir del
trabajo de Lenore Walker realizado con víctimas desde 1979, define la violencia
doméstica como:
“Un patrón de conductas abusivas que incluye un amplio rango de maltrato físico,
sexual y psicológico, usado por una persona en una relación íntima contra otra, para
ganar poder, para mantener el abuso de poder, control y autoridad sobre esa persona.”
Otra definición que nos parece interesante es la proporcionada por Antonio Andrés
Pueyo en Echeburúa, E, Fernández Montalvo, J y Corral, P (2009):
“La VCP (violencia contra la pareja) es un conjunto complejo de distintos tipos de
comportamientos violentos, actitudes, sentimientos, prácticas, vivencias y estilos de
relación entre miembros de una pareja (o expareja) íntima que produce daños,
malestar y pérdidas personales graves en la víctima. La VCP no es sólo un sinónimo de
agresión física sobre la pareja, es un patrón de conductas violentas y coercitivas que
incluye los actos de violencia física contra la pareja, pero también el maltrato y abuso
psicológico, las agresiones sexuales, el aislamiento y control social el acoso sistemático
y amenazante, la intimidación, la coacción, la humillación, la extorsión económica y
las amenazas más diversas. Todas estas actividades, que se pueden combinar y
extender en el tiempo de forma crónica, tienen como finalidad someter a la víctima al
poder y control del agresor. Por lo general, y sin mediar la intervención, la VCP es
recurrente y repetitiva.
En nuestra opinión, para entender adecuadamente, tanto el maltrato, como la respuesta
psicológica de la víctima ante éste hay que partir de una definición más amplia, que la
que define acciones violentas concretas sobre la mujer, y establecer que no son hechos
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ni actos puntuales, es decir, los malos tratos no consisten en que un día el hombre
insulte a la mujer, en que un día le de un puñetazo, son mucho más que esto. Aunque
este es el estereotipo que se tiende a transmitir en las noticias y en las campañas de los
medios de comunicación. Nosotras queremos ampliar aún más la anterior definición de
la APA. Consideramos que:
“Los malos tratos en una relación de pareja son un patrón de comportamiento
intencional desarrollado por un hombre sobre una mujer dentro de una relación
sentimental, cuyo objetivo y móvil dentro de la misma no es el amor de pareja sino
obtener sobre la mujer el poder, el control, el dominio y la instrumentalización. Para
alcanzar este objetivo el hombre en primer lugar se asegurará la confianza de la mujer,
después la confundirá, debilitará, anulará y posteriormente la dominará, someterá y
controlará de un modo extremo. Este patrón de comportamiento suele aplicarse sobre
la mujer siguiendo este proceso y dentro de él se emitirán agresiones contra la mujer de
diversos tipos, psicológicas, físicas, sociales, sexuales, económicas y espirituales”.
Dentro de este patrón, solemos encontrar que en primer lugar el agresor “engaña” a la
víctima mostrándole tanto una imagen positiva de sí mismo como una intención positiva
y propia del amor de pareja en relación a ella. En un segundo momento el agresor trata
de “atrapar a la víctima en la relación” creando vínculos con ella que la unan a él, estos
vínculos pueden ser: tener un hijo, iniciar la convivencia, comprar una vivienda en
común, casarse, emigrar a un país en el que la víctima le tiene solo a él… En este primer
y segundo momento el agresor vierte sobre la víctima comentarios positivos, halagos,
mensajes de aprecio y de amor, hasta que siente que ella ha construido una imagen
positiva de él y de sus intenciones en la relación y hasta que siente que la víctima está
unida a él (afectiva, económica, familiarmente…). Finalmente cuando esto sucede, el
agresor comienza a emitir agresiones (aunque si consideramos el engaño como un tipo
de agresión psicológica, éstas ya comenzaron en la fase anterior), en un primer
momento psicológicas y posteriormente físicas sobre la víctima y suele combinar
episodios violentos con episodios en los que se muestra como el hombre que
inicialmente conoció la mujer, afectuoso, con intenciones positivas sobre ella… Cuando
llega este momento cada vez la violencia va a ser más frecuente y más grave, las
conductas positivas cada vez más escasas hasta lograr la indefensión total de la mujer y
su destrucción personal.”
Este va a ser el proceso del maltrato que va a sufrir una mujer que se una a un
maltratador, en el que se sitúan los actos violentos que no son puntuales ni aislados.
Es importante resaltar que el agresor detecta (en los primeros años de la relación) muy
bien en qué momento puede ejercer violencia física sobre la víctima sin que esto
suponga que la mujer rompa la relación. Los agresores suelen emitir estas conductas

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cuando saben bien que el hacerlo no va a suponer que la mujer abandone la relación.
Aunque cuando el patrón violento está muy cronificado y la escalada violenta ha subido
mucho el agresor va a recrudecer sus agresiones ya sin poder medir las repercusiones
que éstas tienen para el mantenimiento de la mujer en la relación.

De hecho el momento en el que las agresiones son ya físicas o muy continuadas y


severas es en el que las víctimas suelen romper la relación. De nuevo, destacamos que
en el momento en el que el cónyuge, el hombre violento agrede, sea esta agresión física
o psicológica, no va a detenerse, iniciada la violencia ésta nunca se detiene, el agresor
va a continuar agrediendo a la mujer y esta violencia se va a ir recrudeciendo con el
paso del tiempo.
Los primeros momentos, los primeros años de la relación violenta.
Walker destaca que en sus investigaciones las mujeres víctimas de violencia contra la
pareja describían haber mantenido con sus exparejas o parejas agresoras un periodo de
noviazgo en el que éstos mostraron por una parte una conducta cariñosa hacia ellas y
por otra parte un inmenso interés por su vida. Así como que este cariño e interés va
transformándose en acecho y vigilancia, una vez que la mujer ya se ha comprometido y
no tiene ni la energía ni el deseo de romper con la relación. También es muy común que
las mujeres expongan que confiaban en que una vez la relación se estrechara y
consolidara sus parejas encontrarían la seguridad y confianza suficiente que les haría
desistir de esta estrecha vigilancia y control.

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3. DEFINICIÓN LEGAL DE LA VIOLENCIA CONTRA LA
PAREJA

 LEY 5/2005, de 20 de diciembre, Integral contra la Violencia de Género de la


Comunidad de Madrid. 

La Ley Integral Contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid 5/2005 de


20 de Diciembre establece los diferentes tipos de conductas encuadrables dentro de la
violencia de género. Entre estas, las conductas violentas que un hombre puede ejercer
contra una mujer que sea o haya sido su pareja.
A continuación incluimos algunos artículos de la ley para entender su planteamiento
general, así como su particular definición de la Violencia contra la pareja.
Artículo 2 Ámbito de aplicación
1. Quedarán incluidas en el ámbito de aplicación de esta Ley todas las manifestaciones
de Violencia de Género, ejercidas sobre la mujer, como expresión de la discriminación,
la situación histórica de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las
mujeres.
2. La Violencia de Género a que se refiere la presente Ley comprende toda agresión
física o psíquica a una mujer, que sea susceptible de producir en ella menoscabo de su
salud, de su integridad corporal, de su libertad sexual, o cualquier otra situación de
angustia o miedo que coarte su libertad. Asimismo, se considera Violencia de Género la
ejercida sobre los menores y las personas dependientes de una mujer cuando se agreda a
los mismos con ánimo de causar perjuicio a aquélla.
Quedan también incluidas en el ámbito de aplicación de esta Ley, las conductas que
tengan por objeto mantener a la mujer en la sumisión, ya sea forzando su voluntad y su
consentimiento o impidiendo el ejercicio de su legítima libertad de decisión en cualquier
ámbito de su vida personal.
3. En particular, se entienden incluidas en el ámbito de aplicación de esta Ley las
siguientes acciones o conductas, en la forma en que quedan definidas en el Código
Penal:
a) Las agresiones físicas o psíquicas a la mujer por quien sea o haya sido su
cónyuge o por quien esté o haya estado ligado a ella por análoga relación de
afectividad aún sin convivencia. En el caso de mujeres con discapacidad, también

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las agresiones físicas o psíquicas ejercidas por hombres de su entorno familiar o
institucional, aunque no tengan la condición de cónyuge o persona con la que esté o
haya estado ligada por análoga relación de afectividad aún sin convivencia.
b) Las agresiones y abusos sexuales contra la mujer.
c) La mutilación genital femenina en cualquiera de sus manifestaciones.
d) La inducción a una mujer a ejercer la prostitución, empleando violencia, intimidación
o engaño, o con abuso de la situación de inferioridad, de necesidad o vulnerabilidad de
la víctima.
e) El acoso sexual en el ámbito laboral.
f) Las detenciones ilegales, amenazas y coacciones.
g) El tráfico o el favorecimiento de la inmigración clandestina de mujeres con fines de
explotación sexual.
Por tanto, desde la definición de la ley, entendemos como malos tratos:
“Todo acto de violencia física, psicológica o sexual dirigida contra las mujeres y
ejercida por un hombre con el que se mantenga o se haya mantenido una relación
sentimental, es decir por el marido, compañero o expareja”
Aunque es importante considerar que cualquier acción que dañe a la mujer física,
psicológica o sexualmente ejecutada por un hombre que tiene o ha tenido una relación
sentimental con la mujer es un acto violento, es un maltrato hacia la mujer y hay que
rechazarlo y condenarlo, es especialmente importante, para comprender de un modo
objetivo y profundo qué es el maltrato, poner de manifiesto que los maltratos no son
hechos aislados y puntuales, son algo más global, generalizado y que sigue un
determinado patrón.

Olga Barroso Braojos.


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4. TERMINOLOGÍA PARA DESIGNAR LA VIOLENCIA CONTRA
LA PAREJA.
Son muchos los términos que se han empleado para definir que un hombre llegue a
matar a su pareja dentro del contexto de una relación sentimental presente o pasada, así
como para definir el fenómeno que supone que un hombre dentro de una relación de
pareja ejerza violencia física, psicológica, social, económica o sexual contra su pareja.

Entre ellos encontramos:


- Violencia familiar.
- Violencia machista.
- Violencia doméstica.
- Violencia de género.
- Malos tratos.
- Violencia de Pareja.
- Violencia Contra la Pareja.

Desde nuestro enfoque, para nombrar y designar este fenómeno que comprende desde
los asesinatos a las mujeres por parte de sus parejas o exparejas, a la violencia ejercida
contra las mujeres en una relación sentimental, o rota la misma, ya sea violencia física,
formas crónicas de violencia psicológica, ya sean actos violentos que dañan el entorno
social de la mujer o su independencia económica, violencia sexual o abusos
emocionales de menor gravedad, pero que repetidos e instalados en una relación íntima
producen un daño psicológico severo, el término más adecuado es Violencia Contra la
Pareja.
Puesto que el resto de los términos engloban otros fenómenos, otros tipos diferentes de
violencia.
El problema de elegir esta definición es poder poner de relieve la violencia que dentro
de una relación abusiva, sufren los y las menores.

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5. TIPOS DE CONDUCTAS VIOLENTAS DENTRO DE UNA
RELACIÓN DE MALOS TRATOS.
La mayor parte de la bibliografía sobre maltrato diferencia la siguiente tipología de
maltrato: física, psicológica y sexual. Si bien se ha ido ampliando la tipología
incluyendo los malos tratos económicos y sociales, en algunas clasificaciones como
actos violentos propios de la violencia psicológica, en otras como actos violentos
cualitativamente diferentes a los anteriores. En los últimos años se ha creado también la
categoría de violencia espiritual.
Aunque compartimos estas tipologías, queremos añadir que los malos tratos se pueden
ejercer de una manera activa, directa o visible y también de una manera pasiva,
indirecta o invisible. A continuación se van a desglosar las conductas que formarían
parte de cada uno de estos tipos de violencia que están presentes o pueden estarlo en el
maltrato.

- Violencia Física:

Todas aquellas acciones que dañan físicamente a la mujer causándola dolor físico,
lesiones, enfermedades, en definitiva cualquier tipo de daño orgánico o el riesgo de
tenerlo, en las que se utilicen objetos, armas o no.

Acciones:

 Activas (visibles): golpes de diferente intensidad, bofetadas, pellizcos,


empujones, puñetazos, cortes, intentos de estrangulamiento, palizas,
mordeduras, palizas, quemaduras, lanzar y/o golpear objetos…

 Pasivas: no facilitar que la mujer mantenga un cuidado sanitario básico o


privarla del mismo, prohibirla alimentarse adecuadamente, impedir el descanso
de la mujer, no actuar en situaciones en las que la mujer necesita atención
médica.

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- Violencia Psicológica:

Todas aquellas acciones que dañan o pueden dañar emocionalmente a la víctima,


así como a su integridad cognitiva y que van dirigidas a producir en ella dolor
emocional, a hacerla creerse carente de valor, culpable del maltrato que está
recibiendo, así como a anularla, intimidarla, aterrarla y hacerla dependiente de su
agresor.
Acciones:

 Activas (visibles): insultos, culpabilizarla de todo lo malo que sucede en la


relación o de las conductas violentas que recibe, desvalorizaciones,
humillaciones, burlas, descalificaciones, observaciones mordaces, coerción,
críticas, desprecios, gritos, miradas o posturas intimidatorias, chantajes,
amenazas, ridiculizarla, amenzarla…

 Pasivas (invisibles): abandono y aislamiento emocional, incomunicación,


ausencia y/o negación de cuidado emocional, falta de reconocimiento del valor
y las cualidades de la mujer, ensalzar a otras mujeres o personas y no alabar
nunca sus cualidades, monopolizar las conversaciones para que ella no se
pueda expresar, centrar las verbalizaciones sobre ella en sus errores, fallos.,
ironía, descalificaciones soterradas, cinismo…

- Violencia Sexual:

Todas aquellas acciones dirigidas a obligar a la mujer a realizar una conducta


sexual que no desea.

Acciones:

 Activas: imponer a la mujer realizar una conducta sexual no deseada,


forzarla, coaccionarla, amenazarla o sugestionarla con mensajes
manipuladores para conseguir que realice estas conductas.

 Pasivas: ignorar las necesidades sexuales de la mujer, despreciar mantener


relaciones sexuales con ella, mantener relaciones sexuales con otra mujer
sin consentimiento en la pareja de estas prácticas (en otra relación
sentimental o mediante el uso de la prostitución), no procurar el disfrute

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sexual de la mujer, no cuidar el dolor físico que pueda experimentar la
mujer en la relación sexual.

- Violencia Económica:

Toda acción dirigida o bien a debilitar económicamente a la mujer para hacerla


dependiente del agresor o bien a aprovecharse de su trabajo y esfuerzo para vivir y
cubrir sus necesidades.

Acciones:

 Activas: imponer a la mujer que trabaje para mantener el hogar y los gastos
del agresor, muchas veces sus caprichos o las sustancias de las que es
dependiente, gastarse el dinero de ella o de la familia a escondidas, controlar
el dinero, decidir unilateralmente en qué se gasta el dinero, obligar a la
víctima a contraer deudas o a pedir créditos para él de los que luego él no se
responsabilizará, apoderarse de los bienes de la mujer, obligar a la mujer a
justificar todos los gastos…
 Pasivas (invisibles): impide a la mujer trabajar por lo que la hace
dependiente de él, en muchas ocasiones estas conductas violentas son
camufladas y justificadas por el agresor bajo mensajes que tratan de hacer
creer a la mujer que son bienintencionadas “lo hago porque quiero que tú no
te canses”, “lo hago para tenerte como una reina”, ocultarla el dinero que él
posee o los bienes, ocultarla los movimientos económicos que realiza.

- Violencia Social:

Toda acción dirigida a separar y aislar a la mujer de sus familiares y amigos, así
como de todas las situaciones de interacción social, o hacer que los familiares y
amigos se alejen de la mujer, con el objetivo de hacerla dependiente de él.

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Acciones:

 Activa/directa: impide a la mujer mantener relaciones sociales, con la


familia, amigos, compañeros de trabajo, ejercer violencia psicológica en
público.
 Pasiva/ indirecta: dar una imagen a la gente que rodea a la víctima
extremadamente positiva de sí mismo y falsa que impida a la mujer ser
creída o tomada en consideración cuando pueda dejar de silenciar el
maltrato. Criticar, desvalorizar, crear a la mujer una mala impresión de su
red familiar y social así como cuestionar sus intenciones hacia ella hasta el
punto de crear en la mujer la opinión de que estas personas no son buenas
para ella y así lograr el distanciamiento. Cuestionar la necesidad de tener
contacto con otras personas para lograr que la víctima considere correcto
relacionarse sólo con él y aislarla, coquetear con otras mujeres delante de la
víctima. Se muestra descortés y desagradable en reuniones sociales para
logar que el círculo de amigos y familiares evite tener contacto con la mujer.
O para que la mujer se sienta tan incómoda en estas situaciones que termine
por evitarlas y así relacionarse sólo con él. Crear ideas negativas de la mujer
a las personas con las que esta se relaciona, haciéndoles pensar que está
loca, que es rara, que es mala persona…
Es importante destacar que no en todas las situaciones de maltrato se llega a dar la
violencia física. La violencia física es utilizada como una estrategia más para
debilitar a la mujer y finalmente tener el control sobre ella, lo cual puede generar
dos tipos de coyunturas:
- Que un agresor nunca la utilice al ser consciente de que si la aplica perderá el
control sobre la víctima, al permitir a la mujer el ver una agresión física tomar
conciencia de que está dentro de una situación de maltrato. Estos agresores
pueden decir a la víctimas frases como “yo no te he pegado nunca, no puedes
decir que te he maltratado”, incluso “solidarizarse” con las víctimas que
aparecen en los medios de comunicación, en un intento de confundir a la
víctima y negar lo que verdaderamente ellos están haciendo. De este modo
lanzarán mensajes del tipo “como puede haber hombres que peguen a sus
mujeres?” “yo estoy completamente en contra de esto”.
- Que el agresor quiera más y más control y no le baste la violencia psicológica
para conseguirlo y por tanto pase a la agresión física. Cuando el agresor toma
conciencia de que la mujer soporta la violencia física y no rompe la relación se
volverá muy peligroso y la violencia se recrudecerá.

Olga Barroso Braojos.


Psicóloga M-20129
Como venimos exponiendo, en una relación violenta, estas agresiones que hemos
detallado no son un fin, sino un medio. Para el fin del agresor, que recordemos es
dominar a la mujer, controlarla, poseerla, utilizarla, éste empleará las acciones
violentas especificadas anteriormente que le permitan alcanzarlo. Si algún tipo de
conducta violenta le pudiera alejar de estos objetivos el agresor no lo empleará. Por
este motivo, agresores que son conscientes de que si golpean físicamente a su
pareja ésta considerará que está en una relación maltratante y deseará salir de la
misma no emplearán la violencia física. Por otro lado, recordando los contenidos de
la primera sesión, no nos olvidemos de que históricamente ha estado tolerado
socialmente el que los hombres utilizasen la violencia para “educar o corregir a la
mujer”, para mantener su autoridad o incluso para desahogarse y liberar su tensión.

6. PRIMERAS REFLEXIONES SOBRE LOS POR QUÉS DE LA


VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA.

Hasta ahora hemos estado reflexionando sobre la violencia contra la pareja con el
objetivo de conceptualizar este fenómeno y alcanzar, de este modo, una definición del
mismo. Con esta definición podemos responder a la pregunta qué es la violencia contra
la pareja. Con esta definición sabemos que la violencia contra la pareja es encontrar en
una relación sentimental que uno de los miembros de la misma se relaciona con el otro
emitiendo un patrón de conducta guiado no por la volición de amar, sino de controlar,
dominar, poseer e instrumentalizar al otro miembro. Y que para conseguir estos
objetivos el agresor va a emplear un amplio repertorio de agresiones (psicológicas,
físicas, económicas, sociales, sexuales) que suelen empezar con las de tipo psicológico,
que irán aumentando en intensidad y en frecuencia en la relación y que suelen seguir un
proceso concreto (que estudiaremos en la próxima sesión).
Una vez comprendido por tanto qué es la violencia contra la pareja, las preguntas
siguientes giran en torno al por qué de su presencia en una relación sentimental.
El primer por qué que podríamos formularnos sería el por qué aparece esta violencia en
una relación afectiva en la que lo que deberíamos encontrar es una ausencia total de
agresiones y de violencia. ¿Por qué una mujer se encuentra que en el contexto más
seguro y afectivo que existe, una relación sentimental estrecha, en lugar de ser amada,
de ser cuidada, de poder amar y cuidar, le sucede todo lo contrario, es decir corre
peligro (físico y/o psicológico) y sufre insultos, conductas abusivas, coerciones de todo
tipo y en ocasiones agresiones físicas?
O formulándolo de otra manera, ¿por qué un hombre que tiene o ha tenido una relación
afectiva con una mujer termina insultándola e intentando destruirla psicológicamente,
Olga Barroso Braojos.
Psicóloga M-20129
agrediéndola físicamente y en algunos casos extremos incluso decidiendo terminar con
su vida?
Responder adecuadamente a estos interrogantes supone situar en el lugar exacto la causa
del fenómeno de la violencia contra la pareja, y esto constituye un pilar básico para,
como profesionales, comprender de un modo profundo y veraz este fenómeno.
Pero, al mismo, es esencial para enfrentar la psicoterapia con las mujeres víctimas de
violencia contra la pareja. Puesto que ésta, en sus diferentes variantes, va a ser una de
las preguntas esenciales que se formulen y que nos formulen las víctimas. Oiremos y
tendremos que ser capaces de responder adecuadamente este tipo de preguntas por parte
de las víctimas:
- ¿Por qué se portó así conmigo si me decía que me quería?
- ¿Por qué luego, después de insultarme y hacerme sentir fatal, por qué volvía a tener
momentos tan maravillosos, tan bonitos como los del principio?
- ¿Es por que está pasando una mala racha?
- ¿Es porque yo no se satisfacerle?
- Si yo lo hubiera hecho mejor, si yo hubiera sido más capaz a lo mejor no se habría
portado así, no?

Pues bien, la primera respuesta a este por qué que tenemos que tener clara es que las
causas que han llevado a que se produzca la violencia en la relación no se encuentran en
la víctima sino en el agresor. (si el hubiera estado con otra, no, si ella le hubiera dado
más amor, qué más le podías haber dado, si hubiera sido mas bonita, inteligente,
ejemplos de mujeres “más bonitas”) Idea de la corresponsabilidad/responsabilidad. Ej
mobbing.
Es decir, que la relación sea una relación violenta no tiene que ver con la víctima (con
ninguna característica de ella (cómo es, qué hace dentro de la relación, cómo fue su
infancia) sino con las características (especialmente las que forman parte de la
estructura emocional, moral y cognitiva) del agresor y con cómo se ha ido truncando en
él un desarrollo emocional sano dentro además de una sociedad aún insana en materias
de igualdad.
Entonces, la respuesta a las preguntas, ¿por qué me maltrata?, ¿por qué me insulta y me
desprecia y luego me dice que me ama más que a nada ni a nadie en el mundo?, ¿por
qué me ha pasado esto a mí, por qué he sufrido malos tratos? es: porque te has
encontrado y has tenido una relación afectiva con una persona que en las relaciones de
pareja lo que busca, lo que hace y lo que quiere es dominar, controlar y tener el poder
sobre la pareja. Algunas personas presentan este patrón, estas personas (hombres o
mujeres) lo que son capaces de producir a nivel emocional, lo que les suscita una
relación de pareja, lo que les surge en su volición y finalmente en su conducta ante la
relación sentimental es este comportamiento abusivo con el que alcanzar la posesión,
Olga Barroso Braojos.
Psicóloga M-20129
dominio y control de la mujer. Aquí es hacia donde el agresor va a dirigirse, hacia
donde se orienta su motivación, emoción y conducta con independencia de lo que su
pareja haga o sea. Y si nos cruzamos afectivamente con una de estas personas y
entablamos un relación afectiva con ellas vamos a sufrir su maltrato.
Esta es la causa profunda de la violencia contra la pareja.

Un hombre no maltratador, que se sitúe delante de una mujer desde el querer amarla,
una vez que ya ha iniciado una relación sentimental con ésta:
- Pretenderá pasar más tiempo juntos (pero sin obligarla a tener que estar siempre para
él).
- Querrá tener más intimidad, más proyectos con ella, respetando al mismo tiempo que
existan otras personas/actividades alrededor de la relación pero sabiendo dar la
exclusividad que exige una relación de pareja en ciertos aspectos íntimos y en cierta
toma de decisiones.
- No le reprochará a la mujer los cambios necesarios que se realizan para iniciar un
proyecto de vida en pareja (lo contrario serían expresiones como estas “por tu culpa he
dejado de cenar todos los días en casa de mi madre”, “por tu culpa he dejado de hacer
tanto deporte”).
- Respetará cómo es ella y lo que para ella es importante, buscando conocer qué cosas le
hacen feliz a ella para ayudarle a procurárselas.
- Respetará qué le hace daño a ella para alejar esto de la relación. Sin chantajearla ni
culparla de esto posteriormente.
- La situará en el rol de pareja que le corresponde y no tratará de situarla en el rol de
figura que tiene que satisfacerle a él todas sus necesidades y no rechistar con lo que él
quiera hacer para satisfacerlas.
- Y hará todo esto desde un diálogo igualitario, sincero, transparente y tolerante,
emocionalmente maduro, desde la permisión de la expresión de las necesidades de la
mujer y desde la expresión de las suyas propias.

Sin embargo, un hombre agresor primero querrá entablar una relación afectiva con la
mujer que le guste, para lo que tendrá que intentar gustarle y seducirle. Una vez que la
relación afectiva ya se haya iniciado, al agresor esto ya no le va a bastar. En su finalidad
de dominarla, tenerla y controlarla va a querer algo más. Ya no le va a saciar el mero
hecho de estar con ella. Poco a poco irá queriendo que el tiempo que ella le dedica tanto
a él como a la relación sea mayor, hasta que al final de la relación querrá que todo el
tiempo y el espacio mental de ella sea para él. Lentamente el agresor irá ganando
terreno a su pareja, convenciéndola de que pase más tiempo con él, para lo que tendrá
que renunciar tanto a actividades como a relaciones sociales y familiares. Irá aplicando
diferentes modos de violencia psicológica con los que le manipulará haciéndola creer
Olga Barroso Braojos.
Psicóloga M-20129
que si le quiere verdaderamente tiene que centrarse en él, que no es suficientemente
buena si no renuncia a sus demás relaciones en tiempo o en intensidad, con lo que irá
consiguiendo aislar a la mujer. Una vez que haya conseguido esto, apoderado de su
tiempo y de su espacio mental y social, querrá que ella haga las cosas que él quiere y
como él quiere y si no lo hace, la desacreditará, la insultará, para convencerla de que es
ella quien está equivocada y conseguir que las cosas en la relación sean cómo él quiere
y que ella acepte. Para todo esto el agresor que empezó en muchos casos endiosando a
su pareja irá desplazando esta actitud hacia debilitar el autoconcepto de la víctima, a ten
hacerla sentir inferior a él y que le necesita. Con la mujer aislada, debilitada y
sintiéndose tan inferior que no se ve capaz de nada el agresor habrá alcanzado una
completa dependencia de la mujer hacia él.

El otro por qué, que nos surge después de haber respondido el primero, sería pero ¿por
qué algunas personas presentan este patrón en las relaciones afectivas?, ¿por qué una
persona se convierte en agresora dentro de una relación sentimental y cómo es el
proceso por el que se llega a esto.
A responder estas preguntas es a lo que vamos a dedicar la próxima sesión.

Olga Barroso Braojos.


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