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La triste historia de la cándida Eréndira

y su abuela desalmada
Versión para teatro de César Morales

PRÓLOGO

Un conjunto vallenato ameniza la llegada de los espectadores a quienes ven


entrando y, Escalona que es la voz del grupo, los va saludando. Los invita a
sentarse, beber, disfrutar. Los músicos beben e improvisan con sus
instrumentos. Después de que los espectadores ocupan sus sillas los músicos
hablan entre ellos.

Músico 1: Oye, Rafa. ¿Por qué no te cantas esa historia tan bonita del compa
Gabo?

Rafa: ¿Cuál de todas?

Músico 1: La del hombre viejo con alas enormes…

Músico 2: Esa ya la cantó anoche…

Músico 1: ¿Y la del amor en los tiempos del cólera?

Músico 2: ¿Para que te pongas a llorar otra vez? No, que va.

Rafa: Les voy a canta una que todavía no conocen…

Músico 1: ¿Cuál?

Rafa: La de la pequeña Eréndira y su abuela desalmada.

Músico 2: ¿Es de amor?

Rafa: Todo en la vida tiene que ver con el amor. El amor es el poder más
grande que hay.

Músico 1: ¿Y tiene un ángel?

Rafa: ¿Para qué quieres que tenga un ángel?

Músico 1: Porque si tiene un ángel, tiene magia…


Rafa: Pues esta es la historia más mágica del viejo Gabo. El pobre viejo y yo
fuimos testigos de la historia de estas dos mujeres: una niña, la otra vieja. Una
con el corazón hecho para el oro y la otra con el corazón hecho de oro. Era por
allá, en los tiempos de sal y de la arena. Del acordeón, la caja y la guaracha.

Canta

Serenata de Eréndira

Tenía los ojos negros


tenía los ojos negros,
y la piel color del mar
era la mujer más bella
y era la mujer más bella.
con que todo hombre podía soñar.

Era la cándida niña,


amor de toda la costa,
que por siglos y más siglos
habríamos de adorar.
Con sus padres bajo tierra,
la pobre sola quedó.
Y al cuidado de su abuela
nuestro señor la dejó.

Su destino estaba escrito


Su destino estaba escrito,
con letras sabor de sal.
pero se negó a seguirlo,
pero se negó a seguirlo
Y entonces llegó su mal.

Los personajes entran a escena y repiten sus acciones a manera de leitmotiv.


La abuela sentada en su trono, sirve de una extraña botella y bebe grandes
tragos en una copa extravagante. Eréndira, encadenada al trono de la abuela,
tirada en el piso se lava la entrepierna, el trapo que utiliza para su lavado deja
ver un poco de sangre que se mezcla con el agua. El Alcalde hace disparos al
aire a medida que Eréndira deja caer agua en el platón; el sonido de la caída
del agua debe ser nítido y fuerte. Un niño, sucio, mal vestido lleva en las manos
un sirio de primera comunión encendido que se apaga y se enciende varias
veces. Una mujer guajira habla con un pájaro. Ulises está descascarando
naranjas y de las naranjas sale un resplandor como el brillo de los diamantes.
En otro lugar una prostituta ensaya su número de baile. Un fotógrafo juega con
su cámara tomando fotos extrañas a los demás personajes. El hombre del
correo nada en su mar de cartas. Amadís tiene en los brazos a la Eréndira
bebé y le canta. La atmósfera es de ensueño y de un realismo poético. Un
grito estridente rompe la armonía del cuadro.
Amadís: Te vas a llamar, Eréndira.

Ulises: Arídnere.

Abuela: ¡Mi pobre niña! No te va a alcanzar la vida para pagarme este


percance.

Eréndira: ¡Abuela, me estoy muriendo!

Los músicos cantan


Llorando te coge el día
Alé Kumá

Llorando, llorando, llorando te coge el día (BIS)


Muchachita de mi vida, prenda de mi corazón
Llorando, llorando, llorando te coge el día (BIS)
Antes que amanezca el día yo te rezo mi oración
Llorando, llorando, llorando te coge el día (BIS)
No llore/ deje'e llorar (X3)
Llorando, llorando, llorando te coge el día (BIS)

Eréndira: (Cerrando su cuerpo, abrazando sus piernas y llorando acurrucada)


Mi abuela se estaba bañando cuando llegó el viento de mi desgracia.

Vuelve la canción del inicio y se arma la casa de la abuela


EPISODIO 1: LA CASA Y EL INCENDIO

Eréndira, la Abuela

Eréndira está bañando a la Abuela. El viento sopla fuerte pero ellas, ya


acostumbradas, casi ni lo notan. La nieta ayuda a la abuela a levantarse. La
vieja empieza a cantar con un tono melancólico de recuerdo y dolor una
canción que la transporta a otra época de su vida. Eréndira acicala a la abuela,
le desenreda el cabello, le pone un vestido de flores, le empolva la cara con
harina de talco, le pinta los labios de carmín, las mejillas con colorete; la pinta
igual que una muñeca. La vieja entra en el delirio del pasado

ABUELA: Anoche soñé que estaba esperando una carta.

ERÉNDIRA: ¿Qué día era en el sueño?

ABUELA: Jueves.

ERÉNDIRA: Entonces debe ser una carta con malas noticias. Pero nunca va a
llegar.

La vieja sigue canturreando. Eréndira mientras le presta atención empieza a


entrar en el letargo del sueño y así, dormida con los ojos abiertos, pasa la sopa
del caldero a la sopera y la lleva a la mesa, le sirve a la abuela, tapa la sopera
y camina hacia la cocina.
ABUELA: ¡Cállate! Tú que vas a saber. Debiste haberme visto cuando conocí
a Amadis, tu abuelo. Yo era una reina, que reina… una diosa. Los hombres
soñaban conmigo, mataban por mí.
Milord,
Edith Piaf
Allez venez! Milord
Vous asseoir à ma table
Il fait si froid dehors
Ici, c'est confortable
Laissez-vous faire, Milord
Et prenez bien vos aises
Vos peines sur mon cœur
Et vos pieds sur une chaise
Je vous connais, Milord
Vous ne m'avez jamais vue
Je ne suis qu'une fille du port
Une ombre de la rue...
ABUELA: Trae la comida. (a un par de sirvientes indios) ¡La mesa! Indios...
¡Eréndira! (Eréndira deja caer la sopera al piso y se despierta de un sobresalto)
No es nada hija, te volviste a dormir caminando.

ERÉNDIRA: Es la costumbre del cuerpo, Abuela.

ABUELA: Déjala así, esta noche la lavas. Largo (La vieja sigue bebiendo de su
copa y se echa en su sillón, empieza a quedarse dormida) Aprovecha mañana
pa'que laves la alfombra de la sala que no ha visto el sol desde los tiempos del
ruido…

ERÉNDIRA: (mientras la cubre con un cobija) Sí abuela…

ABUELA: Plancha toda la ropa antes de acostarte pa' que durmai con la
conciencia tranquila

ERÉNDIRA: Sí abuela…

ABUELA: Revisa bien los roperos, que en las noches de viento tienen más
hambre las polillas…

ERÉNDIRA: Sí abuela…

ABUELA: Con el tiempo que te sobre sacas las flores al patio para que
respiren…

ERÉNDIRA: Sí abuela…

ABUELA: (Ya dormida) Y dale de beber a las tumbas de los Amadises…

ERÉNDIRA: Sí abuela…

ABUELA: Antes de acostarte revisa que todo quede en perfecto orden. Las
cosas sufren mucho cuando no se les pone a dormir en su puesto.

Todos repiten las órdenes en canon.

ECO 1: Lava la alfombra de la sala que no ha visto el sol desde los tiempos del
ruido.

ECO 2: Plancha la ropa antes de acostarte pa´ que durmai con la conciencia
tranquila
ECO 3: Con el tiempo que te sobre saca las flores al patio para que respiren

ECO 4: Dale de comer al avestruz

ECO 5: Revisa bien el ropero que en las noches de viento las polillas tienen
más hambre

ECO 6: Dale de beber a la tumba de los Amadises.

ABUELA: (Sobresaltada en sus pesadillas) Y avísale a los Amadises que no


vengan, que las gavillas de Porfirio Galán los están esperando pa’ matalos.

Eréndira termina de levantar el desorden, arreglar la casa, verter aguas sobre


las tumbas, y empieza a caminar de nuevo como dormida. Pone el candelabro
sobre una mesa al lado de una ventana, se queda dormida y olvida apagarlo. El
viento se mete por un resquicio de la ventana y tumba el candelabro que
prende las cortinas. Se inicia el incendio en la casa. La casa entera arde en
llamas.

ABUELA: ¡Eréndira!

ERÉNDIRA: ¡Abuela!

La casa empieza a desplomarse, llega gente que intenta apagar el incendio y


rescatar algunas cosas del fuego. Al final acomodan en un rincón lo poco que
salvaron. Eréndira llora sentada frente a las tumbas de los Amadises.

ERÉNDIRA: Es mi culpa. Yo dejé la vela prendida, yo dejé la vela prendida...

CAMPESINO: No pudimos salvar nada más, señora. Lo siento mucho.

ABUELA: Cállate indio, yo no necesito tu compasión.

ESPOSA: Cálmate, niña, cálmate (Coge la mano de Eréndira y se la limpia, se


asusta mucho y le habla al otro en lengua Wayúu). Ajateena mürut jütuma
jamü. Kasa karioushi pia.

CAMPESINO: Aa, antushi taya.

ABUELA: (al indios y su esposa) Toma tu pago.

CAMPESINO: (Le responde en lengua nativa a la vieja) Aa, antushi taya. No


quiero tratos con usted, ni con ella. Esa niña está embrujá; no tiene líneas en la
mano. (a la esposa) ¡Vámonos, vámonos!

ERÉNDIRA: Abuela… Abuela, perdón.

ABUELA: Mi pobre niña: no te va a alcanzar la vida para pagarme este


percance.
EPISODIO 2: EL TENDERO
Eréndira, La Abuela, El Tendero

Entran Eréndira y la Abuela al negocio del Tendero, está lloviendo y Eréndira


está mojada, se esconde detrás de la abuela.

ABUELA: Adelántate, sal de ahí que parecei un animal asustado. (Al tendero)
Mire nada más lo que le traigo. (A Eréndira) Eréndira, saluda al señor.

ERÉNDIRA: (temblando del pánico sale de detrás de la abuela) Sí abuela.

El Tendero comprende casi de inmediato por qué están allí; sonríe con un
gesto pervertido. Empieza a escrutar a Eréndira como si fuera una pieza de
ganado.

TENDERO: Todavía está muy biche. Tiene teticas de perra. No vale más de
cien pesos.

ABUELA: ¡Cien pesos por una criatura totalmente nueva! No, hombre, eso es
mucho faltarle el respeto a la virtud.

TENDERO: Cien pesos… (la abuela niega con la cabeza) Hasta ciento treinta,
seño'...

ABUELA: Eréndira, nos vamos…

TENDERO: Definitivamente no le doy más de ciento cincuenta.

ABUELA: La niña me hizo un daño de más de un millón de pesos. A este paso


le harán falta como doscientos años pa´ pagarme.

TENDERO: Tiempo es lo que tiene; todavía está muy joven.

ABUELA: Suba siquiera hasta trescientos.

TENDERO: Ven aquí, móntate ahí (Pesa a Eréndira en la balanza) 42 kilos…


Doscientos, ni un peso más.

ABUELA: Está bien, doscientos cincuenta en plata y el resto en comida pa' un


viaje de tres días.
TENDERO: (Mira a Eréndira de arriba abajo) ¡Hecho!

ERÉNDIRA: (aterrorizada) ¡Abuela!

ABUELA (a Eréndira): Ve tranquila que aquí te espero.

ERÉNDIRA: (aterrorizada) ¡Abuela!

El tendero toma a Eréndira de la mano y se la lleva a la trastienda. Forcejean,


el tendero intenta tomarla pero ella se defiende como puede; finalmente el
hombre le da un golpe que la inmoviliza. El tendero desahoga sus su apetito
sexual en la niña, que inmóvil, casi ida, solo mira caer la lluvia.

ABUELA: (sentada en su mecedora) Va a hacer veinte años que llovió la


última vez. Fue una tormenta tan terrible que la lluvia vino revuelta con agua
de mar, y la casa amaneció llena de pescados y caracoles, y tu abuelo Amadís,
que en paz descanse, vio una mantarraya luminosa navegando por el aire.

Eréndira queda tirada en el piso. El tendero sale abrochándose el pantalón y


limpiándose las manos que traen un poco de sangre.

TENDERO: (gratamente sorprendido) Esa niña vale lo que pesa en oro. Qué
mal negocio hizo, doña: yo le hubiera dado los quinientos.

ABUELA. Mal negocio hiciste tu desgraciao; yo te la hubiera dejado en cien.


EPISODIO 3: EL CAMIÓN, EL PRIMER VIAJE, EL HOMBRE DEL CORREO
Y EL POETA.

Cielo roto
CLMF
Empieza a romper el cielo
Empieza a romper el cielo
Ya arrancó a llover
Los dolores en el alma
Los dolores en el alma
El agua hace correr
El que no tiene fortuna
Y el que no tiene fortuna
Mal hizo en nacer…

La Abuela y Eréndira organizan todas sus pertenencias y las suben a un


camión. Con la ayuda de un joven carguero acomodan entre bultos de arroz el
trono de la vieja, un baúl con un par de cruces pintadas y el resto de tesoros
chamuscados. La Abuela se sienta en su trono y se cubre del sol con una
sombrilla, empieza a entonar su canción, mientras en la parte de atrás el
carguero del camión empieza a tocar a Eréndira, al principio ella se resiste pero
al final, la malicia y sabiduría del carguero terminan por amansarla. La Abuela
vigila de reojo con un gesto de aprobación.

CARGUERO: ¿Cuántos años tienes?

ERÉNDIRA: Catorce

CARGUERO: ¿Cómo es que te llamas?

ERÉNDIRA: Eréndira.

CARGUERO: ¿Para dónde vas?

ERÉNDIRA: A pagarle una deuda a mi abuela…

CARGUERO: Yo te podría ayudar…si tú te dejas.

ERÉNDIRA: Y a cambio de qué…?

CARGUERO: (con malicia) Ya tú sabes…

El carguero se abalanza sobre Eréndira y la escuchamos gemir.

CAMIONERO: (Frenando el camión y descargando las cosas de Eréndira y la


abuela) Señora, de aquí pa' lla ya todo es mundo.

ABUELA: (Mirando con incredulidad el pueblo vacío) No se nota.


CAMIONERO: Es territorio de misiones, las monjas van de aquí para allá
ayudando a los necesitados.

ABUELA: A mí no me interesa la caridad sino el contrabando; los hombres con


plata.

CAMIONERO: No sueñe despierta, señora. Los contrabandistas ya no existen.

ABUELA: ¡Cómo que no, dígamelo a mí que estuve casada con uno! ¡Eréndira!

ERÉNDIRA: (Le da un beso espontáneo al carguero y se despide) ¿Sí Abuela?

ABUELA: Ayúdame a bajar. Algo le sacaremos a este moridero de indios…

CAMIONERO: (Mientras bajan el baúl) Esto pesa como un muerto…

ABUELA: ¡Cuidado con lo que dices!; que son dos. Así que trátelos con el
debido respeto.

CAMIONERO: (Extendiendo la mano)Son Cincuenta pesos por el transporte.

ABUELA: (Señalando al carguero) Ya su ayudante se pagó por la derecha.

El camionero busca la mirada del carguero y éste hace una señal afirmativa, se
acerca a la Abuela y le habla con reverencia.

CARGUERO: Eréndira se va conmigo, si usted no ordena otra cosa. Mire que


es con buenas intenciones. (La abuela le echa una mirada fulminante a la niña)

ERÉNDIRA: (Asustada) ¡Yo no dije nada Abuela!

CARGUERO: El que lo digo soy yo que fui el de la idea.

ABUELA: (Escrutando con los ojos al carguero) Por mí no hay ningún


inconveniente, siempre y cuando me pagues lo que perdí por su descuido. Son
ochocientos setenta y dos mil trecientos quince pesos, menos cuatrocientos
veinte que ya me pagó, serían ochocientos setenta y un mil ochocientos
noventa y cinco.

CARGUERO: (devastado) Créame, señora, que le daría ese montón de plata si


lo tuviera. (maliciosamente, como el tendero) La niña lo vale.

ABUELA: (Con cierta ironía) Pues vuelve cuando lo tengas, hijo; pero por ahora
vete, que si volvemos a sacar las cuentas me estás debiendo diez pesos.

CARGUERO: (A Eréndira) Ni modos, en otra ocasión será. Hasta luego


señora.

Transición musical. La abuela y Eréndira se instalan en el desierto. Arman su


toldo e inician labores.
ABUELA: (a Eréndira) Ven pa' ca, niña. Hay que componerte pa´ los
pretendientes. (La Abuela arregla a Eréndira; le pinta la cara y le pone un lazo
en el pelo) Te ves horrorosa, pero así es mejor: los hombres son muy brutos
en asuntos de mujeres. Ven, ábrete ese vestido y sonríe. Ya viene alguien.
Acuéstate y sonríe niña que con esa cara nadie te va a querer. (Sale
caminando apoyada en su báculo)

HOMBRE DEL CORREO: Buen día, en nombre del señor.

ABUELA: ¿A dónde vas hijo? En nombre del señor, echa un vistazo dentro…
(La Abuela corre una cortina, acostada Eréndira viste un traje de encajes) ¿Te
gusta?

HOMBRE DEL CORREO: En ayunas no está mal.

ABUELA: ¡Y solo por cincuenta pesitos!

HOMBRE DEL CORREO: ¡Hombre, lo tendrá de oro! Eso es lo que me cuesta


la comida de un mes.

ABUELA: No seas tacaño, hijo; el amor es tan importante como la comida.

HOMBRE DEL CORREO: Pero no alimenta.

ABUELA: (refunfuñando) Está bien ¿Cuánto tienes? (El hombre saca un par de
billetes arrugados y unas cuantas monedas, la Abuela los coge de manera
rapaz) Te lo rebajo, pero con una condición: haces correr la voz de mi milagrito
por todas partes.

HOMBRE DEL CORREO: Hasta el otro lado del mundo, seño. Para eso sirvo.
(La Abuela le da la entrada a la tienda, cierra la cortina. Se ve en contra luz la
escena amorosa. Termina y sale.). Muchas gracias, seño'.

ABUELA: (Amenazante) No se te olvide hacer correr la voz por todas partes.

HOMBRE DEL CORREO: Ya mismito empiezo. Rafa, vente pa´ acá.

Se acerca un músico y junto con el hombre del correo empiezan a cantar.


De todos lados llegaban
Nadie los podía contar (bis)
Eran soldados armados
Eran gentes del andar
Sin razón pa’ vivir
más que a Eréndira Amar

Gritaban del aire las voces:


Siempre niña, siempre virgen; (bis)
Nuevecita pa’ que la goces
Ven tú pa´que te provoques.
Sin razón pa’ vivir
más que a Eréndira Amar
De uno en uno se hicieron mil.
más que a Eréndira Amar
De mil en mil se hicieron más
más que a Eréndira Amar
Después ya no se pudo contar
más que a Eréndira Amar

ABUELA: ven acá, cómo te llamas?

RAFA: Rafael Escalona -

ABUELA: qué haces tan lejos de la vida, Escalona?

RAFA: soy artista

ABUELA: cuídate, niño, que los artistas tienen el alma maldita

RAFA: ya es tarde, seño. Y quién es la niña?

ABUELA: Es mi nieta. Pero no está disponible para ti. Así que mejor mira para
otro lado, guarichas es lo que sobran por estas tierras.

Rafael se acerca a Eréndira y la niña le toma la mano. Lo mira a los ojos y lee
el alma del poeta.

ERÉNDIRA: Estás maldito, poeta.

RAFA: Qué se traen tú y tu abuela con las maldiciones.

ERÉNDIRA: Pobre poeta! Siempre cantando sobre el amor pero el amor ya


murió para él. Llevas una carga pesada encima tuyo…

RAFA: no sé de qué me hablas…

ERÉNDIRA: Alicia…

El poeta por un momento siente una punzada en el pecho

ERÉNDIRA: Di en el blanco, verdad? La muerte hace espirales sobre


nosotros…

RAFA: pero tú todavía puedes escaparte…

ERÉNDIRA: Quién te dijo a ti que yo me quería escapar… Mírate, llevas toda tu


vida escapando. Y de qué te ha servido?
Rafa el canta
Alicia adorada

Como Dios en la tierra no tiene amigos


Como no tiene amigos, anda en el aire
Como Dios en la tierra no tiene amigos
Como no tiene amigos, anda en el aire
Tanto le pido y le pido ¡ay hombe!
Siempre me manda mis males
Tanto le pido y le pido ¡ay hombe!
Siempre me manda mis males
Se murió mi compañera, ¡que tristeza!
Alicia mi compañera, ¡que dolor!
Alicia mi compañera, ¡que tristeza!
Alicia mi compañera, ¡que dolor!
Y solamente a Valencia, ¡ay hombe!
El guayabo le dejó
Y solamente a Valencia, ¡ay hombe!
El guayabo le dejó
Pobre mi Alicia, Alicia adorada
Yo te recuerdo en todas mis parrandas
Pobre mi Alicia, Alicia querida
Yo te recordaré toda la vida
Allá en Flores de María
Donde to'el mundo me quiere
Allá en Flores de María
Donde to'el mundo me quiere
Yo reparo a las mujeres, ¡ay hombe!
Y no veo a Alicia la mía
Yo reparo a las mujeres, ¡ay hombe!
Y no veo a Alicia la mía
Donde to'el mundo me quiere
Alicia murió solita
Donde to'el mundo me quiere
Alicia murió solita
Donde quiera que uno muera, ¡ay hombe!
Toa' las tierras son benditas
Donde quiera que uno muera, ¡ay hombe!
Toa' las tierras son benditas
¡Ay pobre mi Alicia, Alicia adorada!
Yo te recuerdo en todas mis parrandas
¡Pobre mi Alicia, Alicia querida!
Yo te recordaré toda la vida

ERÉNDIRA: tienes que perdonarte a ti mismo, poeta. Alicia ya te perdono.

RAFA: Y Dios? Será que Dios ya me perdono?

ERÉNDIRA: Dios no tiene tiempo para eso.


RAFA: entonces que me perdone el diablo.
ABUELA: (a Rafa) Vente poeta con nosotras…

RAFA: Como ordene, seño.

ABUELA: Tú cantas y alegras a la gente pa´que compre mi producto. Y yo te


doy comida, camisa y, si queda algo de ganancia, te comparto el uno por cien.

RAFA: Y mis amigos músicos?

ABUELA: Acaso cuántos son?

RAFA: Somos cinco…

ABUELA: cinco vagos más en este mundo? Ustedes ya son casi una peste!

RAFA: Qué dice, seño?

ABUELA: Trae, pues a tus vagos. Pero quiero que trabajen. No los quiero ver
emborrachándose mientras los clientes están por acá. Y mucho cuidado con la
niña.

MÚSICO 1: Claro que sí, seño.

ABUELA: Cállate que contigo no es el negocio.

RAFA: Claro que sí, seño.

ABUELA: Y, si hay ganancia, será el medio por cien.

RAFA: Seño…

ABUELA. El medio por cien; para entre todos. Y ponte a tocar que ya estás en
horario laboral.

Los músico tocan un paseo.


EPISODIO 4: EL FOTÓGRAFO, LA FILA DE SOLDADOS, LOS PAGOS EN
ESPECIE Y LA LLEGADA DE ULISES

El hombre del correo riega la voz de las virtudes amorosas de Eréndira y en


medio de música y cantos se levanta una fila de clientes. Movido por la fama
de la niña llega un fotógrafo.

ABUELA: (al fotógrafo) ¡Cincuenta pesos!

FOTÓGRAFO: ¿Disculpe?

ABUELA: Cincuenta pesos, dije.

FOTÓGRAFO: Cincuenta pesos por…

ABUELA: Por la niña.

FOTÓGRAFO (indignado): No, mi cámara no está en venta.

ABUELA: Nadie está hablando de cámaras. Echa ojo a ver si te gusta.

FOTÓGRAFO: (Se acerca a Eréndira) Pero si eres solo una niña, que estás
haciendo aquí

ERÉNDIRA: (En tono de ruego) Ayúdeme..

FOTÓGRAFO: (A la abuela) Este no es trabajo para una niña..

ABUELA: ¡Dios dice que el trabajo no es deshonra! Y si no vas a comprar,


quítate que clientes es lo que hay…

Soldados, campesinos, cargueros, camioneros, contrabandistas y todo tipo de


hombres entran y salen de la tienda de Eréndira desde el amanecer hasta el
anochecer. Se ha creado todo un movimiento alrededor de la anciana y su
nieta. Eréndira y la Abuela frente a la toldo. A su lado un Fotógrafo con su
caballete. Al otro lado de la carretera una tienda de víveres.

ABUELA: (haciéndoles cuentas a Eréndira) Doscientos tres mil, menos el pago


a los indios, menos tres mil sesenta y ocho pesos de la comida. Menos la ropa
y el pago a los músicos, son ciento cuarenta mil cincuenta pesos. Si las cosas
siguen así me habrás pagado la deuda dentro de ocho años, siete meses y
once días. (La Abuela repasa sus cuentas). Claro que todo eso sin contar el
sueldo y la comida de los indios, y otros gastos menores. (A Eréndira)
Levántate que ya llegaron los soldados, y sonríe... (Eréndira se levanta y sonríe
a la fuerza, casi se desmaya. La abuela la sostiene y la arregla) eso.

FOTÓGRAFO: Señora, Déjela descansar que ella no es de palo.

ABUELA: Tú no te metas que esto no es asunto tuyo


FOTÓGRAFO: Las injusticias son asunto de todo el mundo

ABUELA: ¿injusticia? Injusticia es que hayas nacido y te hayas criado. (A los


músicos). ¡Y ustedes toquen o pa´ qué les pago!

La Abuela le impide la entrada a un soldado de aspecto sombrío.

ABUELA: No hijo. Tú no entras ni por todo el oro del mundo. Eres pavoso.

SOLDADO SOMBRÍO: ¿Qué es eso?

ABUELA: Que contagias la mala sombra. No hay más que verte la cara.

SOLDADO SOMBRÍO: Tengo buena plata.

ABUELA: Dije que no. Y ya vete que estás que espantas.

La Abuela aparta al soldado e invita a otro a entrar.

ABUELA: Entra tú, dragoneante. Y no te demores que la patria te necesita.

Suena una emisora radial en una tienda de la carretera.

***

ONÉSIMO SÁNCHEZ: Estamos aquí para derrotar a la naturaleza. Ya no


seremos más los expósitos de la patria, los huérfanos de Dios en el reino de la
sed y la intemperie, los exiliados en nuestra propia tierra. Seremos otros,
señoras y señores, seremos felices.

Pasan un par de horas y hay una gran fila de soldados que se mueve frente al
negocio. En el bar, Ulises y el italiano (su padre) hacen cuentas.

ITALIANO: Ulises, me puedes decir qué diablos venden allí.

ULISES: Una mujer. Se llama Eréndira.

ITALIANO: Eréndira... Chi te l'ha detto?

ULISES: Todo el mundo lo sabe en el desierto.

El viejo sale de escena. Ulises recoge las hojas y cuadernos. Se da cuenta de


que su padre dejó la billetera, saca un puñado de billetes, los guarda y sale de
escena. De vuelta en la tienda, Eréndira está enferma, adolorida, cansada.
***

ERÉNDIRA: Abuela… Me estoy muriendo.

ABUELA: Ya no faltan sino diez militares.

Eréndira se echa a llorar. La Abuela sale de la tienda y se dirige al


dragoneante.

ABUELA: Se acabó por hoy. (A los otros soldados). Se acabó, muchachos,


¡rompan filas! Hasta mañana a las nueve.

Los soldados protestan.

ABUELA: ¡Desconsiderados! ¡Mantenidos! Qué se creen, ¿que esa criatura es


de hierro? Ya quisiera yo verlos en su situación. ¡Pervertidos! ¡Apátridas de
mierda! ¡Váyanse! ¡Que se vayan, dije!

Las protestas aumentan, la Abuela blande su báculo y grita improperios hasta


que desisten y se van. Queda sólo Ulises, que a lo largo de la escena se
incorporó a la fila.

ULISES: (Ingenuo e inocente) ¿Puedo entrar?

ABUELA: Mírame esta carita, ¿dónde dejaste las alas?

ULISES: El que las tenía era mi abuelo. Pero nadie me cree.

ABUELA: Pues yo sí te creo. Tráelas puestas mañana. (Ulises se va. La


abuela entra de nuevo en la tienda y se acerca cariñosamente a Eréndira) Ven
acá. Lo que pasa es que estás muy débil. No llores más. (Empieza a bañarla,
Eréndira se queja) Es agua de sábila para que se te componga la sangre. Por
esos tiempos, a principios de marzo, te trajeron a la casa. Amadís, tu padre,
estaba tan contento que aquella tarde mandó a buscar como veinte carretas
cargadas de flores, y llego gritando y tirando flores por la calle hasta que todo
el pueblo se quedó dorado de flores como el mar.

***

Entra Amadís el joven

AMADÍS: Amá, Amá, mírala. Ves sus ojos… no son lo de cualquier criatura,
tienen algo especial.

ABUELA: Parece una lagartija envuelta en algodones. ¿Cómo la vas a llamar?

AMADÍS: Eréndira

ABUELA: ¡Eréndira! ¡Eréndira!


***

ABUELA: (Llamando a Eréndira que sigue limpiándose) ¡Eréndira! Cúbrete hija


que mañana va a ser un día largo y tenemos que recuperar el tiempo que
perdimos hoy. ¡El secreto de este oficio es dejar satisfecho al cliente! (Pone a
rodar el gramófono, coge su botella, su copa y bebe. Ya está un poco ebria,
cambia drásticamente de semblante) Esa fue la última vez que vi a Amadís el
joven, no le pude advertir que ese desgraciado de Porfirio Galán lo estaba
buscando… (llora mientras se va quedando dormida)

Por un lado de la tienda aparece Ulises. Unos ojos enormes y diáfanos


irrumpen en medio del delirio de la vieja. Eréndira lo ve entrar, se sorprende.
Lo mira minuciosamente, se limpia la cara con una toalla para asegurarse de
que está despierta.

ERÉNDIRA: ¿Quién tú eres?

ULISES: (Entrando un poco más y dejando ver parte de su torso) Me llamo


Ulises, mira, traigo plata. (le enseña el rollo de billetes)

ERÉNDIRA: Debiste ponerte en la fila

ULISES: Esperé toda la noche

ERÉNDIRA: Pues ahora tienes que esperarte hasta mañana. Estoy como si
me hubieran cogido a trancazos en los riñones.

ABUELA: (Hablando dormida) Su cuerpo blanco tirado en la mitad de la plaza,


con la boca llena de tierra. Catorce heridas de cuchillo, catorce; las conté una
y otra vez, eran bocas abiertas que hablaban con palabras de sangre y me
mordí los labios para que mi sangre también le hablara a mis muertos…!
Eréndira! dale de comer a la avestruz…

Ulises se vuelve a esconder mientras Eréndira sonríe.

ERÉNDIRA: Tate sosiego, siempre habla dormida, pero no la despierta ni un


temblor de tierra.

ULISES: ¿Es verdad que es tu abuela?

ERÉNDIRA: Ya no lo es, ya no.

Ulises se acerca de nuevo y Eréndira lo mira con una sonrisa traviesa y


cariñosa

ULISES: Estaba loco por verte. Todo el mundo dice que eres muy bella, y es
verdad.
ERÉNDIRA: Pero me voy a morir.

ULISES: Mi mamá dice que los que se mueren en el desierto no van al cielo
sino al mar.

ERÉNDIRA: Yo no conozco el mar.

ULISES: Es como el desierto, pero con agua.

ERÉNDIRA: Si vienes mañana bien temprano te pones en el primer puesto.

ULISES: No puedo. Me voy con mi papá de madrugada

Eréndira mira a la abuela dormida y se queda pensativa.

ERÉNDIRA: Está bien, dame la plata. (Ulises le entrega el dinero, se queda


trémulo en su lugar, no reacciona. Eréndira lo coge de la mano para apurarlo y
al sentir su temblor entiende lo que sucede) ¿Cómo es que te llamas?

ULISES: Ulises

ERÉNDIRA: Es nombre de gringo

ULISES: No, de navegante, “Ulises” significa “el que abre caminos”

ERÉNDIRA: (mostrándole la mano) Mira, yo no tengo la línea de la vida en mi


mano. Ni siquiera sé si estoy viva o no. Mírate, pareces todo de oro y hueles a
flores.

ULISES: Debe ser a naranjas. Llevamos naranjas de contrabando a la frontera

ERÉNDIRA: Las naranjas no son contrabando.

ULISES: Las mías sí; cada una cuesta cincuenta mil pesos.

(La abuela ríe dormida)

ERÉNDIRA: ¿Cincuenta mil pesos por una naranja? Estás mal de la cabeza

ULISES: Son naranjas especiales…(Eréndira se le acerca) ¡No!

ERÉNDIRA: ¿Es tu primera vez? (Ulises no contesta pero sonríe


desoladamente. Eréndira le habla de manera más complaciente) Respira
despacio. Así es siempre la primera vez y ya después ni cuenta te das. (Lo
acuesta a su lado y le va quitando la ropa)

La madre de Ulises, en su jardín, hace un canto Jayeechi.

ABUELA: (Entre dormida) ¡Eréndira! Eréndira…


EPISODIO 5: EL DESIERTO Y LA RELIGIÓN

Es de mañana, Eréndira se ve distinta, llena de vida y con una alegría que


apenas puede contener.

ERÉNDIRA: (Despertando a Ulises) Ulises, levántate, levántate, es hora de que


te vayas. Mi abuela ya se va a despertar.

ULISES: No quiero dejarte aquí... Vente conmigo.

ERÉNDIRA: Ahora no puedo. (sacándolo de la tienda) Vuelve por mí. Jura que
vas a volver por mí. (lo besa)

ULISES: ¡Lo juro! Espera el canto de la lechuza.

Ulises sale.

ABUELA: (despertando) ¡Eréndira!

ERÉNDIRA: Sí, Abuela.

ABUELA: Ven acá. Tienes buena cara, hija, y eso le gusta a los hombres. Ya
ves como no te ibas a morir.

ERÉNDIRA: ¡Sí, abuela! El agua de sávila y las naranjas

ABUELA: (con cierto recelo) ¿Naranjas?

Los músicos inician la procesión de Eréndira y la Abuela por el desierto; la


joven a pie y la Abuela en su silla, cargada por los indios.

RAFA: (en secreto a Eréndira) Llevaba afán el muchacho, parecía un ángel


perseguido por el diablo.

ERÉNDIRA: ¿Cuál muchacho?

RAFA: El que entró a la tienda a media noche, tiene cara de bueno.

ERÉNDIRA: Todos tienen cara de buenos antes de volverse malos.

RAFA: Pero éste es bueno de verdad.

ERÉNDIRA: No le vaya a decir nada a mi abuela, me mataría a palazos…

RAFA: Yo soy artista no un traidor. Si me quedé con ustedes fue para


ayudarte.

ERÉNDIRA: Lo sé, usted también es un hombre bueno…


Se encuentran con un par de misioneros y unas monjas formando una especie
de barrera detrás de una grieta. La Abuela y su séquito pretenden pasarla en
vez de ladearla para proseguir su camino.

MONJA:
“Pater noster, qui es in caelis
sanctificetur nomen tuum
adveniat regnum tuum
fiat voluntas tua
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidianum
da nobis hodie
et dimitte nobis debita nostra
sicut et nos dimittimus
debitoribus nostris
et ne nos inducas in tentationem
sed libera nos a malo.
Amen.”

(a la comparsa de la abuela) ¡No paséis esa raya!

ABUELA: ¡El desierto no es de nadie!

MONJA: ¡El desierto es de Dios! Y estáis violando sus santas leyes con vuestro
tráfico inmundo.

ABUELA: No sé de qué tráfico hablas, hija.

MONJA: (La monja señala a Eréndira) Esa criatura es menor de edad.

ABUELA: Pero es mi nieta.

MONJA: Tanto peor. ¡Ponedla bajo nuestra custodia por las buenas o vamos a
tener que recurrir a otros métodos! Ven acá niña

ERÉNDIRA: (aterrorizada) Abuela…¡Yo no me quiero ir!

FOTÓGRAFO: ¡Es tu oportunidad; vete con ellas!

ABUELA: Tú no te metas Arijuna. Ya oyó uste' a la niña; ella no se quiere ir.

MONJA: (Haciéndole una señal a las otras monjas. La abuela intenta


detenerlas pero los misioneros se atraviesan) Traedla. Mientras sea menor de
edad ella va a estar con nosotras.

ERÉNDIRA: No quiero. Abuela… Abuela.

ABUELA: Está bien. Por ahora ganaste esperpento, pero tarde o temprano
volverá, ya lo verán. (Al fotógrafo) Y tú me las vas a pagar por entrometido.
EPISODIO 6: EL RESCATE, EL MATRIMONIO Y DE VUELTA CON LA
ABUELA

(El alcalde, un exmilitar, torsidesnudo, está sentado en el solar de la casa,


haciendo disparos a una nube negra. La abuela entra apurada con su báculo
en la mano)

ABUELA: ¡Señor Alcalde! ¡Señor Alcalde! Las monjas se llevaron a mi nieta y


me dijeron que usted es la autoridad civil…

ALCALDE: Yo no puedo hacer nada, seño, las monjitas, de acuerdo con el


Concordato, tienen derecho a quedarse con la niña hasta que sea mayor de
edad. O hasta que se case.

ABUELA: ¿Y entonces pa´ qué lo tienen a usted de alcalde?

ALCALDE: Eche, pues para que haga llover. Lo que usted necesita es una
persona de mucho peso que responda por usted; alguien que pueda garantizar
su moralidad y sus buenas costumbres con una carta firmada. Alguien de
poder.

ABUELA. ¿Alguien de poder?

ALCALDE: ¿Usted conoce al senador Onésimo Sánchez?

ABUELA: Soy una pobre mujer, sola, en la inmensidad del desierto.

ALCALDE: Entonces no pierda más el tiempo, seño. Se la llevó el carajo.

ABUELA: Eso lo vamos a ver.

Al amanecer el Fotógrafo está fuera de la tienda empacando sus cosas. La


Abuela sale encolerizada.

ABUELA: Hasta que sea mayor de edad o hasta que se case. Vamos a ver
quién se cansa primero, si esas monjitas o yo.

FOTÓGRAFO: Ellas llevan ahí trescientos años y tienen pinta de aguantar


trescientos más. Yo me voy. (Acomoda sus dos o tres cosas y se alista para
salir)

ABUELA: Pa´ dónde vas.

FOTÓGRAFO: Pa´ donde me lleve el viento. Este mundo es muy grande.

ABUELA: No tanto como tú crees, desmerecido. Mira nada más… te dije que
tarde o temprano iba a encontrar la forma de sacarla de ese monasterio.

La abuela nota a un indio de aspecto particularmente tímido e inocente con un


cirio pascual encendido en las manos. Ella lo sopla y se lo apaga.
ABUELA (con ternura): Dime una cosa, hijo. ¿Qué vas a hacer tú en esa
cumbiamba?

INDIO: Es que las monjitas me van a hacer la primera comunión.

ABUELA: ¿Cuánto te van a pagar?

INDIO: Cinco pesos.

La Abuela saca de su faltriquera un rollo de billetes ante el asombro del Indio.

ABUELA: (al fotógrafo que la esta mirando con desconfianza) ¿Tú no te ibas a
largar?

FOTÓGRAFO: Usted lo acaba de decir “me iba a largar”, ahora me quiero


quedar.

ABUELA: Pues yo no quiero que te quedes…

FOTÓGRAFO: Peor para usted, “el desierto no es de nadie” usté misma lo dijo,
recuerda.

ABUELA: No me busques porque me encuentras. (Al indio) Ven aquí indio, yo


te voy a dar veinte pesos.

INDIO: ¡Ah!

ABUELA: ¡Ah! Pero no pa´ que hagas la primera comunión, no. Sino pa´ que te
cases.

INDIO: ¿Y eso con quién?

ABUELA: Con mi nieta.

***
A decenas o cientos de kilómetros, Ulises se encuentra escondido bajo un
naranjo. Mientras nadie lo observa, se roba dos naranjas del contrabando y las
esconde en su mochila.

ULISES: Eréndira ¿dónde estás?

LA BALLATA DELL' AMORE CIECO,


Fabrizio de André

Un uomo onesto, un uomo probo,


tralalalalla tralallaleru
s'innamorò perdutamente
d'una che non lo amava niente.
Gli disse portami domani,
tralalalalla tralallaleru
gli disse portami domani
il cuore di tua madre per i miei cani.
Lui dalla madre andò e l'uccise,
tralalalalla tralallaleru
dal petto il cuore le strappò
e dal suo amore ritornò.

***

Eréndira llega al camino, parada justo en el límite de la grieta que separa el


monasterio del resto del desierto. Mira la tienda en la lejanía. Está infelizmente
cogida de brazos con su aturdido y nuevo esposo. Justo detrás de ellos se
encuentra la monja.

MONJA: Ya sois esposos, ahora ¿qué queréis hacer, hija mía?

ERÉNDIRA: Me quiero ir. (El indio sonríe mostrando sus dientes podridos) Pero
no con él (señala al Indio). Sino con mi abuela.

MONJA: ¿Estáis segura de vuestra decisión?

ABUELA: Ya la oyó…

MONJA: ¿No creéis que vais a estar mejor con vuestro esposo?

ABUELA: Tanto desprotegido en el mundo y usted perdiendo el tiempo aquí,


Dios la va a castigar…

MONJA: No habléis de Dios, vosotros no conocéis nada de él. ¡Pecadores!


¡Pecadores!

ABUELA: Dios está conmigo; no ve que me devolvió a la niña. Ocúpese de sus


asuntos, que yo me ocupo de los míos. Bendición, madre.

MONJA: Dios os bendiga. (entre dientes) Y el diablo os reciba.


EPISODIO 7: ULISES, LOS PADRES Y EL MAL DE AMOR

Terraza de la hacienda del Italiano. La madre de Ulises (Guajira) se frota con


hojas ahumadas en las sienes para aliviar un dolor de cabeza. Su esposo, en
segundo plano, lee. Entra Ulises.

GUAJIRA: ¿Qué hacíai?

ULISES: Nada.

GUAJIRA: (lo mira con sospecha. Luego sigue con sus actividades):
Alcánzame la medicina. La de las cuatro. (Ulises va a la mesa contigua, que
tiene un frasco, un vaso y una jarra con agua. Agarra la jarra y el vaso que se
vuelven azules. Ulises se asusta, su madre se sorprende).

GUAJIRA : ¿Desde cuándo te sucede?

ULISES: Desde que vinimos del desierto. Pero es sólo con las cosas de vidrio.

Ulises toca el frasco de la medicina para demostrárselo y el frasco cambia de


color.

GUAJIRA: Esas cosas sólo sucederían por Amor. ¿Quién es?

ITALIANO: (A lo lejos, en su lengua): Ulisse, di cosa parlate?

ULISES: Non é niente, papà.

GUAJIRA: ¿Qué te dijo?

ULISES: Nada.

GUAJIRA: Dime quién es.

ULISES: No es nadie.

GUAJIRA: Hace mucho tiempo que no comes pan.

ULISES: No… no me gusta el pan.

GUAJIRA: ¡Mentira! Es porque estás mal de amor, y los que están mal de amor
no pueden comer el pan. Más vale que me digas quién es, o te doy a la fuerza
unos baños de purificación.

ULISES: Ya te dije que no es nadie; si no me crees, pregúntaselo a mi papá.


(sale)

GUAJIRA: (interrogando a su esposo) ¿A quién conocieron en el desierto?


ITALIANO: A natie. Si no me crees, pregúntaselo a Ulises.

EPISODIO 8: LA FUGA Y LA MUERTE DEL FOTÓGRAFO

De vuelta en la carpa vemos que la abuela ha acumulado distintos bienes hasta


el punto en que se la ve casi tan opulenta como en sus mejores tiempos.
Eréndira juega con una naranja, la parte a la mitad, la huele…

La abuela habla fuera de la carpa con el fotógrafo.

ABUELA: En qué quedamos. ¿Pagas o no pagas la cuarta parte de los


músicos?

FOTÓGRAFO: La música no sale en los retratos.

ABUELA: Pero despierta en la gente las ganas de retratarse.

FOTÓGRAFO: Todo lo contrario. Les recuerda a los muertos y luego van y


salen en los retratos con los ojos cerrados.

ABUELA: No seas truñuño. Fíjate lo bien que le va al senador Onésimo


Sánchez, y es gracias a los músicos que lleva. De modo que me pagas la parte
que te corresponde, o sigues solo con tu destino. No es justo que esa pobre
criatura lleve encima todo el peso de los gastos.

FOTÓGRAFO: Sigo solo mi destino.

ABUELA: Pues que el viento te lleve y no te devuelva. (Al indio): Acércate indio.
Aquí tienes tu pago. Veinte pesos la semana. (Pone los billetes sobre la mesa y
empieza a descontar) ¡Ah! Menos ocho de la comida, menos tres del agua,
menos cincuenta centavos a buena cuenta de las camisas nuevas, son ocho
con cincuenta. Cuéntalos bien. (Pagando al músico) Esta es la parte que me
toca. Lo demás cóbraselo al fotógrafo ese.

Empieza a soplar un viento fuerte. Eréndira sale asustada de la carpa, la


abuela asume que es por miedo al viento. El fotógrafo empieza a montar sus
pertenencias en la parrilla de su bicicleta.

ABUELA: No te asustes, es sólo una lechuza (Al fotógrafo): Si quieres, quédate


hasta mañana. La muerte anda suelta esta noche. (El fotógrafo se alista)
Quédate, hijo. Aunque sea por el cariño que no te tengo.

FOTÓGRAFO: Usted no quiere a nadie.

ABUELA: ¡Entonces lárgate!

ERÉNDIRA: No se ponga así abuela

ABUELA: Hijo de mala madre…


ERÉNDIRA: (al fotógrafo) ¡Quédese! Hágalo por mí, no me vaya a dejar sola
con ella. Además mire como está la noche.

FOTÓGRAFO: Uno se muere cuando es, no en la víspera.

ABUELA: Qué sabrá ese bastardo del corazón ajeno. Vamos pa´dentro.
(Abuela y nieta entran en la carpa. Eréndira la ayuda a instalarse en la cama.)
Tienes que madrugar, hija, para que me hiervas la infusión del baño antes de
que llegue la gente.

ERÉNDIRA: Sí, abuela.

ABUELA: Con el tiempo que te sobre, lava la muda sucia de los indios, y así
tendremos algo más que descontarles la semana entrante.

ERÉNDIRA: Sí, abuela.

Canta la lechuza, ambas mujeres hacen silencio y escuchan.

ABUELA: Duerme despacio pa´ que no te canses, que mañana es jueves, el


día más largo de la semana.

ERÉNDIRA: Sí, abuela.

La vieja se duerme. Canta de nuevo la lechuza; es Ulises. Eréndira sale


precipitadamente a buscarlo.

ULISES: Tenemos que irnos ya. Mi papá me esta buscando por todo el
desierto, hay un montón de hombres detrás de mí.

ERÉNDIRA: Si mi abuela nos descubre nos mata. Sácame de aquí. (Se


encuentran con el Fotógrafo y Ulises intenta atacarlo) ¡No! El es mi ángel
guardián.

FOTÓGRAFO: Tomen, esto les puede servir (les entrega un fajo de billetes)
Pase lo que pase no vayan a regresar. Ya cumplí con mi misión, ya puedo
descansar tranquilo.

ERÉNDIRA: Gracias. Usted es un hombre bueno. (se devuelve) Gracias otra


vez.

ABUELA: (Se despierta apresurada) Eréndira, Eréndira, ¡Eréndira! ¿Dónde


estás? (Sale de la tienda, al fotógrafo) ¿Para dónde se fue? (El fotógrafo se
ríe).

FOTÓGRAFO: Yo no sé nada, ni pago la música.

ABUELA: ¡Malnacido!
***
En la casa del Alcalde. El padre de Ulises se encuentra ahí.

ABUELA: ¡Señor Alcalde! ¡Señor Alcalde! (saca un papel de su faltriquera)

ALCALDE (al Italiano): Lo que usted necesita es una carta del senador
Onésimo Sánchez.

ABUELA: Secuestraron a mi nieta, señor alcalde. ( Le entrega una carta) Lea.

ALCALDE: ¿Cómo carajo quiere que lea si no sé leer?

ABUELA: Es una carta de recomendación del senador Onésimo Sánchez.

ITALIANO: “El señor Onésimo Sánchez, en su calidad de senador de la


república de Colombia, recomienda se le preste la mayor atención y
colaboración a la portadora de este documento y a su acompañante Erén…
(mira a la abuela para que le ayude) ¿Eréndira?

ITALIANO. (cayendo en cuenta del nombre) Eréndira.... Ulises

ABUELA: (cayendo en cuenta del nombre) ¡Ulises! ¡Ese fue el ángel que se la
llevó!

ALCALDE: Que alisten los carros y los perros. ¡Por petición del senador
Onésimo Sánchez, los vamos a encontrar!

El Alcalde intercambia unas palabras con el padre de Ulises, que parece atar
cabos. Descuelga su rifle y empieza a gritar órdenes a los soldados. Empiezan
la persecución en el desierto. La abuela ve al fotógrafo a lo lejos. Y más
adelante a Eréndira y a Ulises

ABUELA: ¡Oye, tú! ¡Detente! Ahí está, ése, ése fue el cómplice. Malnacido.

ALCALDE:¡Alto! ¡Alto! Deténgase.

ABUELA: (Cogiendo el rifle y haciendo un disparo hiere mortalmente al


fotógrafo) Ya se detuvo. (mirando el cuerpo) Ya puedes descansar en paz. (A
Ulises y Eréndira) Y ahora deténganse ustedes dos, no me obliguen a disparar
otra vez.

Ulises y Eréndira paran, el padre toma del brazo a Ulises y la abuela


cariñosamente coge a la nieta por el mentón.

PADRE: (En italiano, muy enojado) Aspetta! Ulisse, ma sei matto? Quella lí
t'ammazza, lo sai? É una puttana Ulisse, una puttana!!

ULISES: No, papá, por favor. No. ¡Arídnere! ¡Arídnere! ¡Eréndira!


ERÉNDIRA: ¡Ulises!

El padre abofetea a Ulises,

ITALIANO: Andiamo!

Padre e Hijo se van.

ABUELA: (Mira el cadáver del fotógrafo) ¡Dizque Artista! (a Eréndira) No te vas


a poder librar de mí. ¡Me oyes! ¡Me pagas lo que me debes, así en eso se te
vaya ésta vida y la otra! ¡Ésta vida y la otra! Ahora, arréglate hija, que el trabajo
está esperando. Mira esa fila, (señala una fila de hombres que está frente a la
carpa) ¡Todos están esperando por ti!
EPISODIO 9: LAS PROSTITUTAS Y EL ESCARNIO PÚBLICO.

La plaza de un pueblo. Hay una fila de hombres fuera de la carpa. Las


prostitutas, amontonadas, se toman su café de la tarde y se fuman sus
cigarrillos.

MUJER MARCHITA,
Otto Serge
Cuando va a comenzar la noche comienza tu día
Maquillada con mil colores para lucir más
Contame donde esta lo alegre de tu triste vida
Vendiendo puñados de amores pa´ ganar el pan
Las palmas de tu manos son como tierras baldías;
Un mapa que nunca condujo pa´ ningún lugar
Cicatrizaron en tu cara todas tus heridas
Pero la que lleva tu alma nunca sanara
Desde niña, te marchaste de tu casa
Convencida, de que habrías de regresar
Y hoy la vida, te ha mostrado sus espaldas
Tu partida, sigue su recta final.

PROSTITUTA 1: (gritando hacia la fila de soldados) ¿Y qué? Es que nosotras


estamos apestadas… ¿o qué?

PROSTITUTA 2: Ya va para dos meses en que no se nos acercan ni las


moscas…

PROSTITUTA 3: Y allá si hay una fila que atraviesa el desierto…

PROSTITUTA 2: nosotras sin un centavo y esa vieja esa haciéndose la gran


fortuna. Tiene ese cofre lleno de billetes.

PROSTITUTA 1:(A un cliente que va pasando frente a ellas) A ver. ¿Qué es lo


que tiene ésa que no tengamos nosotras?

CLIENTE: ¡La carta de un senador!

Gritos y carcajadas de la fila.

PROSTITUTA 3: Todos los días la cola es así. Imagínate, a cincuenta pesos


cada uno. Esa infeliz hace un día lo que una de nosotras en un año…

PROSTITUTA 1: Pues yo sí me voy a ver qué es lo que tiene de oro esa


sietemesina.

Las prostitutas entran en la tienda, pelean con la abuela, la tumban al suelo y


sacan a Eréndira a la calle. Sacan el dinero del cofre y se lo llevan.
ABUELA (A las prostitutas): Esto es un atropello. ¡Cáfila de desleales!
¡Montoneras!

ERÉNDIRA: ¡Abuela! ¡Abuela! Déjenme, déjenme… ¡Abuela! (las prostitutas


desnudan a Eréndira y la tiran en la mitad de la calle)

ABUELA: (contra los hombres de la fila). Y ustedes, pollerones, dónde tienen


las pelotas que permiten este abuso contra una pobre criatura indefensa.
¡Maricas!

PROSTITUTA 2: ¡Ahí está! Ya no tienen que pagar por verla, ahora es gratis.

(La vieja se reincorpora y espanta a las prostitutas)

ABUELA: Ven acá mi niña. Lo que te tienen es envidia. Ya no llores más. (la
entra para la tienda y le lava la cara) ¿Te gusta el mar?

ERÉNDIRA: Sí, Abuela.

ABUELA: (revisando el cofre) ¡Ah! ¡Guachas arrastradas! Se llevaron todo.


Ahora nos toca empezar de nuevo.

ERÉNDIRA: (derrotada) Empezar de nuevo… (contiene el llanto)

ABUELA: No te puedes quejar. Tienes ropas de reina, una cama de lujo, una
banda de música propia, y catorce indios a tu servicio. ¿No te parece
espléndido?

ERÉNDIRA: Sí, abuela.

ABUELA: Báñame. Dile a los indios que traigan el agua. Cuando yo te falte no
quedarás a merced de los hombres, porque vas a tener tu casa propia en una
ciudad importante. Serás libre y feliz. Serás una dama señorial. Una mujer de
alcurnia, complacida y honrada por las más altas autoridades. Los capitanes de
los buques te mandarán postales desde todos los puertos del mundo. Tu casa
será más importante que la casa presidencial, porque en ella se discutirán los
asuntos del gobierno y se arreglará el destino de la nación.
(A lo largo del monólogo de la abuela Eréndira empieza a sentir un odio
profundo y siente la tentación de asesinarla. En el último momento se
arrepiente).

ABUELA: Tuve una visión; soñé con un pavorreal en una hamaca blanca.
Estaba enredado en sus propias alas, daba y daba vueltas en la hamaca.

ERÉNDIRA: (Sorprendida y mintiendo) Es un buen anuncio. Los pavorreales


de los sueños son animales de larga vida.

ABUELA: Dios te oiga.


ERÉNDIRA: Descansa, abuela. Hoy trabajaste mucho. (la abuela se duerme
en su silla) ¡Ulises! Ulises, el que abre caminos. El que abre caminos.

EPISODIO 10: ULISES REGRESA POR ERÉNDIRA.

Ulises está acostado en su cama. Suda y delira. Da vueltas en la cama como


un pavo real.

ULISES: ¿Eréndira...? Eréndira… (Ulises despierta y busca a Eréndira en el


cuarto. Al cabo de un instante de reflexión toma la decisión de irse. Hace un
rollo con sus ropas y zapatos. Su padre entra.)

ITALIANO: ¿Dove vai?

ULISES: Me voy pal mundo.

ITALIANO: Esta vez no se lo voy a impedir. Ma devi sapere una cosa: la


maledizione di tuo padre ti seguirá ovunque.

ULISES: Así sea.

Padre e hijo se abrazan. El padre saca una naranja de uno de sus bultos y la
mete en la mochila de su hijo . Ulises sale. La madre entra.

ITALIANO: Ya volverá apaleado por la vida. Más pronto de lo que tú crees.

GUAJIRA: Cómo eres de bruto. No va a volver nunca.

Cuentan que un joven con cara de ángel


se enamoró de una linda estrella.
Una noche en medio de su delirio
Subió la cima de un acantilado
Le cantaba su buena ventura
Con el corazón de amor inflamado
Sus inmensos ojos llenos de mar
Lo hicieron hacia su estrella saltar (Bis)

Pero la estrella en el cielo, inmóvil


Solo pudo ver
La cara de ángel contra las rocas caer
La cara de ángel contra las rocas caer
EPISODIO 11: LA MUERTE

Eréndira está de pie, detrás de la silla de la abuela, mientras ella duerme. Está
abstraída. Se sobresalta con la entrada de Ulises.

ULISES: Eréndira.

ERÉNDIRA: No me mires. Estoy horrible.

ULISES: Estás toda color de naranja.(Ulises saca una naranjas de su bolso)


Mira. (Rompe una naranja con las uñas, la parte con las dos manos, y le
muestra a Eréndira el interior: clavado en el corazón de la fruta hay un
diamante legítimo.) Estas son las naranjas que llevamos a la frontera.

ERÉNDIRA: ¡Son naranjas vivas y van preñadas de…diamantes!

ULISES: Sí. Las siembra mi papá. Con tres de estas le damos la vuelta al
mundo.

ABUELA: (Hablando dormida) Eso fue por los tiempos en que llegó el barco
griego. Era una tripulación de locos que hacían felices a las mujeres y no les
pagaban con dinero sino con esponjas, unas esponjas vivas que después
andaban caminando por dentro de las casas, gimiendo como enfermos de
hospital y haciendo llorar a los niños para beberse las lágrimas. (Se incorpora).
Entonces fue cuando llegó él, ¡Dios mío! Más fuerte, más grande y mucho más
hombre que Amadís.

Ulises se asusta. Eréndira lo calma con un gesto.

ERÉNDIRA: Tate sosiego , siempre que llega a esa parte se sienta, dormida
con los ojos abiertos y se pone como loca.

ABUELA: Y ahí estaba él, y yo sentí su aliento de muerte cuando se plantó en


frente de mí y me dijo: Yo le he dado mil veces la vuelta al mundo y he visto a
todas las mujeres de todas las naciones, así que tengo autoridad para decirte
que eres la más altiva, la más servicial y la más hermosa de la tierra

ERÉNDIRA: ¿Te atreverías a matarla?

ULISES: (Muy sorprendido) Quién sabe. ¿Tú te atreverías?

ERÉNDIRA: Yo no puedo porque es mi abuela. Pero tú sí puedes…por mí. (le


pone un cuchillo en la mano)

ULISES (midiendo a la Abuela con la mirada y muy decidido) Por ti soy capaz
de todo.
ERÉNDIRA: Ten cuidado que ya tuvo un aviso de la muerte. Soñó con el
pavorreal.

ABUELA: (Sigue dormida y delirante. Ulises se le acerca con el cuchillo en la


mano, dispuesto a matarla) Yo lo previne, y se rió, lo volví a prevenir y volvió a
reírse, hasta que abrió los ojos aterrados. Le hundí la navaja mientras me
decía, ¡ayy reina! ¡ay reina!, y la voz no le salió por la boca sino por la
cuchillada de la garganta.

ULISES: (se asusta con el graznido de la vieja) No puedo, perdóname. No


puedo.

ERÉNDIRA: ¡Vete, vete que ya se va a despertar!

ULISES: No quiero dejarte

ERÉNDIRA: ¡Que te vayas! Tú no sirves ni para matar a nadie.

ULISES: (Con la mirada turbada se levanta y coge el cuchillo) ¡Eréndira!

ABUELA: ( Despertando y descubriendo a Ulises) ¡Descarado! ¡Cómo te


atreves a poner los pies en esta casa! (coge por el pelo a Eréndira) ¡Dios te
salve hija! (Ulises se acerca amenazante con el cuchillo en la mano)
¡Muchacho te volviste loco! (Ulises le da una puñalada en el pecho)

ULISES: ¡Vieja asesina!

ABUELA: ¡Ah! ¡Hijo de puta! ¡Tienes cara de ángel… de ángel traidor! (Con la
otra mano le agarra la cara a Ulises, este le da otra puñalada de la cual sale un
chorro de sangre verde y oleosa. Eréndira se suelta y queda estática viendo la
lucha. Ulises apuñala una y otra vez a la vieja que le cae encima) ¡Eréndira!

Ulises permanece sentado al lado del cadáver tratando de limpiarse la cara,


completamente cubierta por la sangre de la vieja. Eréndira recoge el chaleco
de “oro” de la vieja, mira hacia todos los lados y sale corriendo. Ulises empieza
a llamarla con unos gritos desgarradores que ya no parecen de amante sino de
hijo.

ULISESE: ¡Eréndira! ¡Eréndira! ¡Eréndira! ¡Eréndira!

Oscuro.

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