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Introito, prospecto, ó p."ólogo.
-5-
'0 en tener que tratará, ni si saldrá cada semana regularmente, 6 con
en el norn- interrupciones masó menos largas, claro es que no puedo
U. alzuno obligarme á nada. El LIBRO SIN NOMBREpuede completar
por lo so- loa dos ó tres centenares de páginas q ue le tengo recetadas,
tá hecha la y puede quedarse por 1:1 mitad ó por l~ t~rcera p,arte; y
aun venir á realizar aquello de i Oh tú 171jel2z qtle sm nacer
ensaudo que moriste, y en tonces agregará á la ventaja de no llamarse
mas que ti- de ningun modo, la de ser un libro que no tenga nada
,no me ve- escrito. "La mejor palabra es la que no sefhabla," dice
sa tisfecho. el refran ; y basta de prólogo, prospecto ó introito, que es
r deshecha- mucho disertar sobre una cosa que no existe: el nombre de
nos, .por in- u 11 anúnimo.
ame de nin.
cieno, ¿Que
e1 Ninguna,
tas compa-
, el nombre
en dos. ¿POI'
imo, aunque-
ea la venta-
q uisiera s»
e solo á él
ra hacerme
drian para
darme ante-
para in-
'OS,
ño, de con-
brotan ca-
nte bueno,
si él pue-
3 perífrasis,
de recur-
que ten-
so. testímo-
. el dia de
alma naci-
sas de mas
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~oy á eseri-
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Los temblores. vá , coa .1:l
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1 ancia, había tomado por 61! Senti mas qne nunca en mi premiado
vida no tener siquiera la cuarta parte de la renta de mi gorio, ho
amigo para convertir en realidad aquella esperanza frus- compra '
trada y me volví á mi casa, reflexionando sobre eso que se le digo q
llama buena y mala suerte, misterio incomprensible q ue media, Ó
nadie ha llegado á descifrar. Kock, ó
Al volver una esquina, un hombre que corria desafo- si que se
rado tropezó conmigo y apenas había yo tenido tiempo dio cabal'
de reconocer al de los diez y seis mil pesos de renta, naciones
cuando lo oi exclamar alborozado: se ie ese
-Albricias, amigo! albricias! Que dicha! Que felici- co ha id
dad! Estoy de enhorabuena! pra, á fin
--iQlle hay? repuse yo: iHan subido las acciones ganancia.
del aguardiente? , seisciento
-Que! mejor todavía, contestó, metiendome por los 'premIos, j
ojos un papel. Vea U. hombre, si yo nací de pies. Me cobrará
he sacado el premio grande de la loteria. Y ver que en tos; Ped!"1
un tris estuvo que regalara yo el número 61 á aquella medio
pordiosera que me llevó U. á ver! Cáspita! Pues DO habrin comenzó
sido malo el chasco! que babi~
-Vaya U. al demonio, le contesté, empujandolo con ha hecho g
violencia, despucs de haber echado al condenado billete macizos cj
nna mirada que 10 habría hecho pavesa, si hubiera yo po- , criadas qj
dido lanzar fuego por los ojos. " cen que i
Encerreme en mi cuarto y apenas pude dm'mir aque- número d
lla noche. iQué impulso secreto y ciego, me decia á mi Pero tod
mismo, llevó la mano de ese hombre al número 19, en porque ¡,c
vez de haberla llevado al 611 iExiste en realidad eso los dicho¡
que llamamos buena y mala fortuna? La razon dice que quieran lu
110; pero los hechos contestan que sí. La razon es la ver tie que d
dad; los hechos son la verdad tambien, Entre esas dos el diablo, 1
-15-
fla¡'ado que verdades que pugnan entre sí, icua1 es la verdadera
~n la lista verdad? Esa pregunta, no tiene mas respuesta que esa
e .ir á co- frase tan profunda y filosófica con que nuestros indios
.de la po- salen de cualquier apuro: Quien sabe!
inesperada Mientras se resuelve ese problema, todos seguimos
nto de vol- jugando á la loteria. D. Oándido, hombre de mucha con-
ruzado ya ciencia, que siempre procura encaminar sus mas insignifi-
ella riquo- cantes acciones á un buen fin, compra todos los meses
a cabizba- dos billetes, y segun me ha dicho, es compañia anóni-
un papel: ma que ha hecho con las ánimas. Dos ó tres veces ha
,1 número: salido premiado uno de esos billetes; pero como no tie-
su .ig no , ne seña ni contraseña, D. Cándido ha declarado que el
~a en mi premiado ha sido el suyo y no el de las ánimas. D. Gre-
en a de mi gorio, hombre riquísimo y que la echa de desinteresado,
anza frus- compra billetes y dice que lo hace por divertirse. Yo
eso que se. le digo que se divierta con otra cosa: que vaya á la co-
nsible que media, Ó á los toros; que lea una novela de Paul de
Kock, ó se enrede en un negocio judicial, y entónces
da desafo- si que se divertirá. D. Orisanto. medio matemático y me-
do tiempo dio cabalista, anda siempre haciendo cálculos y combi-
de renta, naciones de números, para atrapar el premio gordo, que
se ie esca pa de las ganas como una anguila. Poco á po-
~ue felici, co ha ido aumentando el número de los billetes que com-
pra, á fin de aumentar tambien las probabilidades de 1<1
acciones ganancia. Le aconsejé el otro dia que compre los tres mil
seiscientos que se juegan, con eso se llevará todos los
e por los premios, sin faltar uno. Es decir, que gastará 3600 pesos y
pies. Me cobrará 3000. Negocio loco. Juan quiere solo números al-
r que en tos; Pedro prefiere los bajos y Diego se decide por los
, aquella medios. Antonio mandó hacer una alcancia desde que
lía habria . comenzó el juego )' deposita cada mes los ocho reales
q ue habia de gastar en un billete. Dice que la lotería lo
dolo con ha hecho ganar ya treinta y un pesos, Este es de aquellos
o billete macizos que no echan un duro tras un "puede ser." Las
ra yo po- criadas que entran en In. lotería y no se sacan nada, di-
cen que el ,gob1:ern') les roba; en cada sorteo hay un gran
Ir aque- número de "llamados y otro muy pequeño de escogidos.
cia á. mi Pero todos volvemos el mes siguiente á las andadas,
19, en porque iquien quita que al fin sea uno del número de
dad eso los dichosos? Entrar en la loteria equivale á. que cinco
dice que quieran luchar ,L brazo partido contra ciento. Estoy seguro
la .ver de que de tras del globo que contiene los números estii.
sas dos el diablo; medio sério y medio burlan; con cara de filó-
-16-
)3-~
"'-----:1
sofo, espiando de vez en cuando por la ventanilla y so-
ñalando los que han de salir y los que han de quedar
ahogados. Lo que debe resultar con semejante directo!'
de escena, fácil es comprenderlo: una verdadera diablu-
ra. Confieso que no lo veo allí con los ojos de la cara;
pero lo descubro con los de la razon; y sin embargo, yo
tambien compro mi billetito; iPorque? .. , porque .... por
que tul vez se duerme Satanas cuando haya de salir mi
.número y podrá tocarme el premio grande.
Sr snpie
llo que m
Carlos 1
peso de o
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rdadera diablu-
IS de la cara;
a embargo, yo
porque .... pnr
ya de salir mi
.•.
-18 --
¿Que se hizo el rey Don Cárlos? él cono
y sus piernas y sus brazos da no e
Que se hicie rou? la consn
¿Qué se hicieron? A buscarlos. Mas
Ay! en menudos pedazos do para
Los partieron. dadora d
nos en
Perc1óneme Jorge Manrique tan osada parodia de
desvelad
su primera copla. El lloró la desap.uicion del rey DOIl
como si
Juan y de Sil corte; ¿porqué no he (le 1101'<11' yo la pérdi- se puede.
da del que se fué no se donde y por uuica prenda nos Martin ,
dejó el caballo? dable q
Los repub licauos irrovorentes notificaron al g inete, viaran á
allá en los dias de- Iu Inde pcndeucia, que desocupase el halleriza
puesto; y como parece que á aquella intimacion hizo ore- entonces
jas de rey, que son peores para el caso que las de mcr , puesto, "
cader, lo arrancaron de la silla, á fuerza de cincel y mu- <.:aballoi
zo, con fractura de 10:'\ reales miembros. Apurtc uoda chau- sillar v
za, yo no sé á donde fué á pnrnr, porque no VI cuando hacerlo,
lo hicieron descender; y para no verlo no tuvo mas que 11lterprc
un pequeñísimo motivo: que no habia nacido. El rey No le e
desapareció; era justo. ¿Como habia de presidir" un mo- te disti:
nnrca ~í una plaza independiente, como la llama con gra- monos p.
cia la lápida qne está delante do la puerta principal del el sitio,
Ayuntamieuto? Un caballo os otra eOS'I. Alli se ha es- COIOl:, 1]
tado desde 1821 hasta 1870, con la cara hacia la cate- ra, III ni
dral V las ancas hacia la antigua audiencia, viendo correr potro, sI
el agna de la fuente, ocupacion á quc son dados todos á sor tal
los tr-istes. Después de haber visto, allá en mejores dins, ser tra1J
la jura de Fernando VII, tan pomposamento descrita pOI' don cal'
el Alferez real D. Antonio .Iuarros, presenció la zambra loca'? No
del 15 de Setiembre do 1821, y abandonado de su caba- la obra
lloro, ha tenido que ser, en los últimos cuarenta y nuc- rcgrino.
ve años, testigo mudo de tantas trifulcas, que no sé co- duciria
mo no se ha echado de bruces en el agua que tiene ;Í, 110; por
sus pies y ahogadose para no ver mas. Batallas, capitu- ra sour
lacioncs, revistas, fuegos artificiales, procesiones, fl'itangas ostreme
de buñuelos y" ventas de batido, todo pasa por auto el ~Iuseo,
corcel de Carlos IV, qne puede dar fé de la historia de cedería
nuestras locuras. Ah! si hablara repentinamente esa pe- lo á sor
sada máquina de piedra, tque de cosas no podria contar- de lito 1
nos! Habria para llorar lágrimas de sangre ó para reven- suplicio'[
tar de risa, segun estuviera el humor del cronista. Pero Ha
-19-
s? él conoce la exactitud del adagio de que en boca cerra-
da no entra mosca, y tascaudn el freno, guardará hasta
la consumacion de los siglos el mas obstiuado silencio.
Mas ¿quc hablo de la consumacion de los siglos, cuan-
do para el caballo de la plaza viene ri todo trote una ver-
dadera crisis? ¿E:-\tá él seguro de acabar el CIño, al me-
nos en su cas»? He aqui la cuestiou grave que me ha
da parodia de
des\"'ela~lo alguna:; noches. El mercado nuevo adelanta,
del rey Don
"ir yo la' pérdi como SI no se couetruvera en Guatemala, que os cuanto
so P\:cel~ deci r j y conel n ido que sea, le llegará su San
ea prenda nos
Martin él, la plaza mayor, como á cada puerco. Creo indu-
d~bl? q;1C cuando se trate dI:' formar ahí un paseo, en-
aran al g'inctl:' viaran. a pasear p 1 pesado tem plete q ne hoy si r ve de ea-
c1esocu pHSC eÍ balleriza al potro quo fué de Su Mugestad Católica. Y
acion hizo ore- entonces, entonces, ¿que será de este? ¿Lo dejarán en su
ue las de mcr , puesto, s(~10, ;í sol y sereno, n uu mas visible que hoy? Un
le cincel y ma- c~ballo sin caballero, que parece dispuesto á dejarse en-
ir te -lada chan- sillar y montar por el primero á quien le dé la galla de
e no vi cuando hacerlo, no estaria bien en ose lugar: Podria prestarse Ú,
o tuve 111<1S que 1II terpretaciones abusi vas. ¿Euca rama rá n ,"Í, alzuuo en él?
ncido. El rey No ~e ,elJ:,idíaría )'0 la gloria á quien mlJreci(~se sern-jan- r
'esidir lIll ma- te distincion. Que lo monten ~-i uno p¡-¡ra apearlo el día
l I ama, con,
zrn-
b l11en?~ pensado, y cuando ya tal vez se hubiese hallado en
principal del el SitIO, ,seria broma pesada. Así, creo qlle ni Cristobal
Ulí se ha es- Colon, 11l DOIl Pedro de Alvarado, ni el General C<IlTe-
hacia In cate- ra, ni ninglll1 otro de los que pudieran tcuer derecho al
- viendo corrcr l?otro, se alegra rían de q ue los subiesen en él. V end rin
n dados todos a ser tal. v~z un verdadero potro. ¿Y quitar-lo? Fllera de
1 mejores rlins, ser trabojosillo, 'ya. que el tul cuadrúpedo no es de algo-
te descrita por don c~rdado, surjo la. siguiente adivina nza: ¿dolJdo se co-
nció la zam brn loca'? No habr;i,cst~blecí,mi('nto público que quiera ejercito r
o de su caba- la o~)ra de misericorclin de (1<11' posada. á 1}1~1 pesado po-
uarenta r nuc- l'eg~'lI?o. SI lo lr:andaran al cuar tel de caba lleria , eso pro-
que no sé co- duciria la ventaja de que al menos hubiera ahi un cuba-
a que tiene ;Í,
1,10; pero, estaría e~pn(',;to á que cualquier soldado trepa-
atalla", capitu- la sobre él, cometiendo un verdadero desacato, que haria
()1~8, fritangas
est.remecerse en "11 tumba al finado dueño. Ponerlo en el
'a por ante el
:Muse?, dirá ,al~'uno. Pero es demasiado voluminoso, y su-
la. historia de
ced~ma que o faltaba ealon, Ó sobraba caballo. ¿Condpllar-
amen te esa pe-
lo ~t ser despedazado en cuatro potros? [Qué cabalLada! ¿Qné
podría contar-
de l i to ha cometido que lo haza acreedor á tan bárbaro
ó para reven. suplicio? b '
cronista. Pero Hay ademas la gran dificultad de que, como 110 está.
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13-
solo, habrá que pensar en los otros cuatro medios cuba-
110s y en otros tantos medios caimanes que tiene á los
pies, y que querrán salir por donde el otro salga. En
cuanto á los lagartos, tal vez no es tanto el flpmo, pues
podrian colocarse, á guisa de blason óemblema, delante
de las puertas de algunas casas particulares, con esta sen-
cilla leyenda: Simib'a Similibus. Pero ¿y los caballos?
Mas no aumentemos ]u. congoja y pcusemos por aho-
ra solamente en el caballo entero; quiero decir en el qlle
no es medio caballo.
Tal vez lo menos malo, al un y al cabo, seria instruir-
le un proceso como vago, ya que hace la miseria de cua-
renta y nueve años que 110 tiene oficio conocido ni se le
ha visto ocuparse en nada, y meterlo lisa y llanamente en
la carcel. Seria un preso cómodo; pues ni gravaría los
fondos de propios con gasto de rancho, ni habia peligro
de que reclamara con la ley de 5 de Diciembre de 183!l
en la mano. Cualquiera que lo viese ahí, diría, encogien-
clase de hombros: iquien le manda? No se sabia que ha-
cer con él, y para eso está In. cárcel. ¡Oh diferencia de
tiempos y naciones! Caligula tuvo la humorada de aso-
ciar su caballo al colegio sacerdotal encargado
propio culto; y en Guatemala vendrá á parar en la ca r-
de su NAD.
blado
col pública, confundido cen los criminales, el caballo del plaza
Rey de España y de las Indias! dos id
En
blando'
de en
nació
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b
donde
despue
birló 1
do de
nece a
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al pon!
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tal de
vecinos
En el
uatro medios cuba-
~s que tiene ri 10:5
el otro salga. En
.anto el apuro, pues
, emblema, delante
lares, COIl esta seu-
¿y los caballos?
pensemos por aho-
era decir en el que
les, el caballo del bln do del caballo que esta en la plaza, se hable de la
plaza en donde está el caballo. Caballo y plaza son aquí
dos ideas correlativas y que se completan mutuamente.
En la familir, de las plazas, esta de que vamos ha-
blando ahora es la mayor; pero al revés de lo que suce-
de en las demas familias, que .el .hijo ma)7or es el que
nació primero, aquí la hija mayor vino despues de al-
gunas de sus hermanas. Desde luego tenemos la plaza en
donde está hoy el teatro, que iba á ser la mayor; pero vino
dospues esta del caballo y como lo hizo J acob con Esau, le
birló la primogenitura ; y lo que es peor aun, le dejó el apo-
do de 1':1. vieja, agravio que rara vez perdona quien perte-
nece al género femenino, sea mnger óplaza.
El eSF eio cuadrangular cerrado al oriente por la
catedral, el palacio del Arzobispo y el colegio de Infantes;
al poniente por el palacio del gobierno, edificio de los
tribunales do justicia y un cuartel: al norte por el por-
tal del Ayuntamiento y al su r por el de dos casas do
vecinos particulares, es lo que llamamos la plaza mayor.
En el centro estf~ la fuente de los caballos y de los la-
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gartos de que se ha tratado en el capítulo antecedente, parte,
y entre ella y la iglesia los famosos cajones, tiendas de pM<I e
madera cubiertas de teja, cuyo contenido merece descrip- g.l, un
cion por separado. Al oeste, como t.unbien al sur y al bra::l n
norte de la fuente, se instala todos lo" dius ('1 merca- y
do, bajo uua especie de grandes quitasoles formados de verjas,
petates sobre varas, que vulgarmente llaman sombras. ivlesiu
Los cajones y las sombras producen al Ayunturniento llos q u
cierta renta 1l11UHI, pudiéndose ver aquí como hay quien Iumnas
pueda sacar dinero aun de una. sombra. ti,:: \c()"~
Los cajones suelen subarrendarse; y hemos oido que se cne~:.I'¡
pagan hasta 500 y 1000 pesos por la llave de n lgunos de habrá 1
ellos: lo que prueba la elasticidad del valor estima tivo Ati
de las cosas. Una llave puede valer cuatro reales; )' las vaya ál
de los cajones se las pujan por mil ó dos mil veces mas la boca
de lo que cuestan en las herré rias, Creo q ue ¡¡ 11n las La ci
Ila ves doradas de los gentiles hombres de los reyes de cura q
España debieron haber costado ménos á los que las ob- do 10:\
tenian: Pero como un cajonera puede ganar mas que un poder
gentil hombre, el que ha logrado ser dueño de 11n en- tiznas
jan, para deshacerse de él se hace pagilr hasta las gan'ls.
"
hnblta1ij
,
¿Y qué es lo que hay regularwente en un cajon? que V'I
Dificil es contestar á esa pregunta Mejor es iuvcrtirla llamad
y decir: ¿que es lo que no hay en un c-jon? La infinita cuatro'
variedad de bagatelas que necesita para FUS usos diarios que ue
una poblacion un poco numerosa, se encuentra en uno de edificio
esos tenduchos, qne muchas veces encierran un capital den- tender!
tro de sus mal unidas tablas. r¡ ue no
¿Dollde hay sudaderos? En los cajones. ¿Y tenedoras pa pol (
bordadas? En los cajones. ¿Y frenos y estribos y uzado- miemur
}1eS y redes y canastos y som breros de petate y tras- hoy eu
tos de barro y lazos y jaquimas y cola y ocre y cha- PE
pupa y brochas y plomo y hierro y bálsamo y cajetas y fin ser
escalla'; de cancbo laguo y sibaque y otra multitud de ba- 1111 ped
ratijas cuya nomenclatura seria interminable? En los ea- UO, pOI
jones y siempre en los cajones. Extraños ha7.~HCS donde tro gn
la charra tencdora Be codea con el negro g';;jo de cola gateen
y donde viven ornigablemente la dura barra de hierro y llevan:
el quebradizo cántaro. . tos y b
Se creia que nunca dejaria de haber cojones en la Hornos
plaza mayor ; pero como 110 hay nunca quP. no se aca- istmo."
be, he aquí que se va acercando la hora. en que les toca- tro grt
ran fHjina y tendrtiu que marcharse con sus trebcjosá otra derech:
- 23-;
antecedente, parte. En la plazuela del Sag:rariose está levantando
, tiendas de P(\l'<\ ellos, para las vendimias y para los machos de car-
'ceo descrip- 0',1, un sólido edificio de ladrillo, .r pronto cajones y som-
al '"'1.11' y al ~ras no pertenccerán mas que el la historia.
IS el merca- y entónces ¡,ql1e se liará en la plaza? Arboles, flores,
orrnados de verjas, fuente mOIlUIl10nt.¡], a tr io decente delante do la.
111 sombras, if!'le:3iil, ern pod nido menos enem igo de carruages y de ea-
-untumiento Ilos que el actual, sofues de mampostería, farores sobre co-
hay quien lumnus ligeras de hierro, portales enlozados, tiendas de
dulces h-Indos y obj- tos de lujo, iluminadas por las no-
.ido que se ches; retretas, gente que pasee; he ahí lo que, á mi juicio,
algunos de hnbra <11 fin en la plaza.
. estima tivo Ahora viene .1" duda de si habrá que vender .Y quien
cales; y las vaya á comprar en tanta tienda que se dispone á abrir
1 veces mas la UOCllde par en par en la IJliIza mayor y en el mercado,
ue lI11n las La ciudad parece atacada de un nuevo género de lo-
os reyes de cura QUO no he visto hasta ahora clasificada en ninguno
que las ob- tl0 lo~' libros que han -cscrito los alieuistas, y qm' ~re()
as que un poder llamar tendomanui. Tiempo ha que las cocheras an-
de un en- tiguas so volvieron tiendas; LIS casas reduce-n las piezas
las gnuas. habitables qne dan á la calle y abren tiendas, y al paso
un cajon? que vamos, Guatemala pronto cambiará su nombre y se
in vcrf irla llamará Tcnl¿'po!is. El Ayuntamiento se entiendo por sus
La infinita cuatro costados; y como la mauia es contagiosa, temo
sos diarios que de reponte se entiende el palacio del gobierno yel
en uno de edificio de la corte, y la catedral y acabemos por no en-
a pi tal den- tendernos ,i fuerza de tiendas. Dentro de poco todo aquel
que no tenga siquiera una tienda y no venda aunque sea
tenedoras papel quebrado y pita de Santa Ana, será declarado
y uzado- miembro inútil do la sociedad, cuya base va á ser de
ate y tras- hoy en adelanto el toma .Y daca. .
cre y cha- Pero si todos hemos de vender, ¿quien comprad? Al
cajetas y fin serti preciso que algun comerciante haga al extrangero
ud de ba- 1111podido de cousumidores junto con las mercnderias; dicien-
En los cu- do, pOI' ejemplo, á sus cor resposules: "Manden me UU. cua-
res donde tro gruesas de compradores de buena calidad, que no re-
jo de cola gateen ni IY, gnu bajar los géneros de balde; de esos que lIO
e hierro y llevan al fiado, y que si lo llevan lo llevan rccaro; enju-
tos y bien acondicionados; despachandolos por el cabo de
lnes en la Hornos, pues es articule que no sl1fraga el flete por el
no se aca- istmo." A los tantos meses estarán en la aduana las cua-
t e les toca- tro gruesas de compradores; se armará gresca SOUI'C los
ejos á otra derechos, por no saberse á cual de las clasificaciones de
-24- }3-~
la tarifa corresponden; al fin los dejarán pasar libres, co-
rno objetos útiles á la industria y pocos días despues figu.
rarán como la gran novedad en la tienda del que los
pidió. Se los arrebatarán como si fueran sombreros con
plumas de gallo y no habrá quien no compre un compra-
dar por mucho mas de lo que vale. Viendose el buen des-
pacho, pedirán los de mas y se abaratarán y entónces si
'lue la cosa andará bien. Tiendas por todas partes, muchas
mercaderías y surtido completo de compradores buenos
y baratos. Guatemala vendrá á ser el primer centro co-
mercial del mundo. Eso sí será necesario que los que se
dediquen á importar compradores abran mucho el ojo, p01"-
I)ue es artículo que se puede imitar facilmeute y si aquí
dan en fabrioarlos hechizos, adios negocio. Se inundará la
plaza y botarán los precios de todo lo comprable. ¿Qué tn 1
sería prohibir aq ni la fábrica de compradores y decla-
rar que ese artículo debe venir. precisamente de fuera?
Creo que este sistema no lo ha ensayado todavia ningun
economista; es el antiproteocionismo
mas deducciones.
me entiendo.
Traslado
llevado á 'sus últi-
á quien corresponda y .... JO CON un!
formó Dios
olor, ni s~
biendo al·
.
impor tan t"II
considerad:
que no hal
:
tal Caven-
ea, pero ql
talegas y 1
dola en to:
trapo yCO"
Creo
jarro de a¡
el agua nc
lo el aire,
.., te. Para (
decir que
de aquí á
las verdad
cosa debe
libros para
redor del
agua de e
r libres, ea-
espues fig-u..
del que los
breras C011
un compra-
1 buen des-
entónees si
rles, muchas
ores buenos
r centro co-
las que se
el ojo, pOI'-
te y si aquí
e inundara la
le. ¿Qué tal El agua.
es y decla-
e de fuera?
lavia ningun
á 'sus últí-
da y .... yo CON un poco de oxígeno y otro poco de hidrógeno
formó Dios sencillamente eso que llamamos agua. Sin color,
olor, ni sabor que puedan definirse con exactitud, y de-
biendo al calórico su movilidad, el agua hace un papel
importantísimo en el universo. Hasta hace poco tiempo era
considerada como un elemento simple, por los simples
que no habian tenido la curiosidad de desmenuzarla. Un
tal Oavendish, químico ingles, muy aristócrata y muy ri-
co, pero que hacia mas caso de las ciencias que de las
talegas y los pergaminos, echó el pecho al agua y ponien-
dola en tortura, á fines del siglo pasado, la hizo largar el
trapo y confesar paladinamente de qué se componía.
Oreo que á los sábios antiguos les habria caido un
jarro de agua fria al oir decir y al ver demostrado que
el agua no era solo el agua, asi como el aire no era so-
lo el aire, contra 10 que ellos aseguraban tan formalmen-
te. Para cW1suelo de aquellos buenos señores debemos
decir que H5s sábios actuales serán los "sábios antiguos"
de aquí á cien años y que otros demostrarán la mentira de
las verdades de hoy, vengando á los de antaño. [Triste
cosa debe de ser eso de quemarse las cejas sobre los
libros para que unas cuantas vueltas de la tierra al der-
redor del sol vengan á convertir lo que uno sabe en
agua de cerrajasl
4
-26-
Eso pensaba yo la otra tarde que veía, al través de mayo h
los cristales de mi ventana, caer uno de esos espléudi- durante
dos aguaceros intertropicales con que nos regalan las que pote,
nubes generosas en la estacion presente. Había llovido" cima unl
todo el santo dia y amenazaba seguir hasta la noche el Has! :Mo
incansable chipi-chipi. Dos meses antes renegabamos de uno el
la sequia y deseaba mas el agua como se la desea en ma- Hay
yo. Pero cuando llegamos á principios de julio, excla- gracia <]j
mabamos ya medio aburridos: ¡que llo vederal ¿Quien n08 cho que
entiende? Por eso la naturaleza, que ya nos tiene bien do, á no
conocidos, no nos hace caso y oye nuestras quejumbres, potarse
como quien oye _.. .Ilover, á la cal
No hay nada tan aparentemente inofensivo y que ocul- par á d
te bajo un aspecto humilde y manso las peores intenciones, salió cu
como el agua. ¿Veis esa gota límpida y transparente íormida
que tiembla sobre la rosa de vuestro jardín al contacto bre. A.
del céfiro que la acaricia? Dejadla que se junte con otra menzó á
y otra y otras de sus compañeras y la veréis formar arrepi.nt
el río caudaloso que se precipita entre las rocas, arras- tenia á lí
trando en su rápida corriente árboles corpulentos, y que na, que
saliendo de madre, inunda las sementeras y arraza las asilado
poblaciones aterrorizadas. El fuego es mas franco. Si acer- gran hal
cais la mano á la mas ténue llan.a, el dolor os advierte do sofá,
de que con eso no se juega. El hura can anuncia su mar- maba re
cha destructora con horrísono bramido; el rayo es estrepi- en mi
toso y deslumbra al dibujar en un firmamento enlutado se fné á
su cárdena espiral. Pero el agua! U na amiga á quien co- rado el
municamos diariamente con la mas Íntima y dulce fami- :Mu
liaridad; tan dócil, que va y viene al impulso de la mano cuando
de un niño; tan útil, que deploramos su falta como una medio el
calamidad; tan inofensiva, que duerme en nuestra propia tento; y
alcoba, sin que tomemos con ella una sola de esas pre- y~
cauciones de que rodeamos la débil luz de nuestra lám- ya para
pára, Sin embargo, el agua es mala enemiga. Es uno de atestigu
esos seres hipócritas que se introducen sin saber como en las n
ni por [donde, que acarician y ahogan. Tan tenaz é incan- locomors
sable, que taladra la piedra y que á fuerzit' de lamer, grado
destruye. unicamei
En nuestros climas pasamos casi la mitad del año cen en
debajo de agua. Vivimos seis meses haciéndonos pescados; no EOn
aunque no faltan quienes continúen el oficio el otro me- este.
dio año. Un homhre prudente, que no se fíe de las El
apariencias, debe armarse del paraguas desde el 15 de ta el S
-27-
rayes de mayo hasta el 15 de octubre, sin abandonarlo ni aun
espléudi- durante el veranito de San Juan y la canícula, por lo
.alan las que potest, ¡Es tan ridículo eso de mojarse sin llevar en-
lloy;do cima un pedazo de tafetan estirado sobre unas cuantas vari-
noche el llas! Mojarse con paraguas, es otra cosa; al menos salya
amos de uno el honor, como Francisco 1 en la batalla de Pavia,
ea en ma- Hay personas tan raras, que consideran como una des.
0, cxcla- gracia que las coja el agua dentro de sus casas; ó mejor di-
uien nos cho que no las coja, porque nunca coje al que está encerra-
ene bien do, á no ser que se llueva la casa. Si un soltero ve enca-
jumbres, potarse la atmósfera, se encapota él también y se lanza
á la calle, aun cuando sepa que el agua lo va á atra-
que ocul- par á dos pasos de su puerta. Cuentau de un sujeto que
encioncs, salió cuando estaba al desplomarse uno de esos aguages
sparente formidables que son tan frecuentes por agosto ó setiem-
contacto. bre. A poco andar, se abrieron las cataratas del cielo y co-
, con otra menzó á llover, como me figuro yo que lloveria cuando se
, formar arrepintió el criador de haber hecho al hombre. Como no
as, arras- tenia. á la mano una arca, se asiló en una tienda de pulpe-
s, y que ria, que no deja de parecersele. Estaba llena de gente, y el
rraza las asilado no tUVQ mas arbitrio que encaramarse sobre un
. Si accr- gran haz de leña, Desde aquel improvisado y nada cómo-
advierte do sofá, vió llover durante cuatro horas mortales, y excla-
su mar- maba restregándose las manos: "¿Qué tal si esto me cojo
estrepi- en mi casa'?" Oesó el aguacero y como ya era tarde,
enlutado se fué á dormir muy satisfecho de que no lo hubiese encer-
uien co- rado el agua. ¿No hay gustos que merecen palos?
lee fami- Muy mala reputacion debe tener el agua, pues
la mana cuando algun suceso desagradable viene á sorprendemos en
omo una medio de una satisfacción, decimos que se nos aguó el con-
ra propia tento; y algo tendrá tambien cuando la bendicen.
sas pre- y sin embargo, el hombre hace prodigios con el agua,.
tra lam- ya para su utilidad, ya para sus placeres. De lo segundo
s uno de atestigua la infinita variedad de helados que se venden
er como en las neverias; de lo primero, los buques de vapor y las
éincan- locomotiva de los ferrocarriles. Lo que aun no ha lo-
e lamer, grado el h mbre, que yo sepa, es hacer agua. La hacen
únicamente las embarcaciones de vez en cuando; y se ha-
del año cen cu plural, ... pero estos son caprichos del idioma que
escados; no son pura estamparse en un libro tan sério como
otro me- este.
e de las El agua nos recibe en la cuna y nos acompaña has-
el 15 de ta el sepulcro. OOP ella nos hacen cristianos y con
-28- l6-~~
ella también rocían nuestro ataud, al invocar para nues-
tra alma el eterno descanso. .
Indulgente lector, lectora amable, doblemos la hoja;
que corremos riesgo, si prolongamos este aguado artículo,
de ahogamos .en poca agua.
ALGUN
maropa. iP~
contestado:
no es satis~
'algun oficio
No sé
objetos co
Mas de una
to pedir ~
son los qu
á consagrai
zumban en
espiar nues
antenas ha
cuya tromp
almíbar, ql
No c~
tan tonta ~
te perdido
10 creo. L
'para qué p
vita et mo
Son gl
car para nues-
lemos la hoja;
guado artículo,
Las moscas.
así se emprende una lucha desigual, en que tal vez que- bre aquella
da vencido el déspota. Al fin deja que la mosca se le pas8. i nuest
pasee por el rostro y piensa en otra cosa. nuestra aten
Estoy seguro de que se le sentaron moscas en la de la vida
cal va á Julio Cesar y que moscas ·besaron los labios de la mosca.
Cleopatra, con envidia de mas de una docena de hom- piedad, y a
bres. ¡,Quien sabe cuantas inspiraciones felicisimas se es- mer, se emp
caparinn á Virgilio, al Tasso y á Cervantes por tener presivo :porqt'
que lidiar C011 una mosca? ¡,Cuantos generales perderían dria traduci
bn tallas que han decidido la suerte de las naciones, por EL. (Le
que una mosca implacable los hostigó mientras trazaban mosca ql!e se
un plan de ataque ó de defensa? N o es, pues, una mos- cal No veng
ca un objeto indiferenté, como parece a primera vista. ELLA. (
. Bien examinada la mosca, no es tan fea como se cree. ea distancia)
Sus alas, de una membrana fina y transparente, presen- por la fucrzal
tan, heridas por los rayos del sol, los hermosos cambian-' EL. Pu
tes que lucen en la cola del pavo real. Su vuelo no es leche y ese
saltón como el del chapulin, sino continuado -y flexible, piedad.
produciendo un rumor ligero y no desagradable. Posee un . ELLA.. ~
grado de astucia que la sal va muchas veces de las ase- medio de h
chanzas de su mortal enemiga, la araña. El buen Hornero rancado á ~
la toma frecuentemente por término de comparacion y el das fibras. ~
poeta Luciano compuso un tratadito en alabanza suya. lo has tri tuí
Si observamos la vida metódica y arreglada do las extraerle la I
moscas, hallaremos algo que aprender en la manera con de leche, h~
que se conducen en el corto tiempo de su efimero paso y privado el
por el mundo. Las moscas despiertan con la aurora y diario. Viole~
al penetrar el primer rayo de luz por la entreabierta EL. 'l'n
ventana de la habi tacion, alzan el "vuelo y z~mbando to- .y dic~·
das á un tiempo, saludan el nuevo dia. Inmediatamente enfurecido e
comienzan su trabajo diario: salen á buscar la vida. Es- comunista n
pecialmente aficionadas á las sustancias grasosas y á las golpe, como
zacarinas, se lanzan á la leche, al dulce, á casi todos los mas, si el ~
manjares, que ofrecen un banquete espléndido á su apa- y esquivara
tito. Eso hace que se entable una lucha encarnizada entre un breve rt
-31--
e complacen la mosca y el rey de la creacion, que procediendo siem-
amo los en- pre respecto á 108 ani~ales l1la~ débiles que él co.m.o un
existen se- insolente y orgulloso tirano, ha Jurado su exterminio, pa-
nte á quien ra ahorrarse las mas leves incomodidades. Supongamos
las. Va una que una mañana se coloca delante de un hombre un~ ~a.
de la nariz ; Z~l \10 café con leche que se propone saborear con delicia,
torna á la Supongamos también, lo que es muy probable, que una
al bicho, y hambrienta mosca cree poder disfrutar antes que el hom-
tal vez que- bre aquella bebida apetitosa. Esta pequeña escena que
mosca se le pasa á nuestra vista todos los dias y que llama apenas
nuestra atencion, nos da una idea completa del carácter,
oscas en la de la vida y aun del término mas comun y ordinario de
s lábios de la mosca. A rmado el hombre con el derecho de pro.-
na de 10111- piedad, y aguijoneada la mosca por la necesidad Ede co-
imas se es- mer, se emprende entre él y ella un diálogo no ménos es-
por tener presivo 'porque no esté consignado en palabras, y que po-
:3 perderían dria traducirse de esta manera:
aciones, por EL. (Leva?~tando la mano derecha para ahuyentar- á la
as trazaban mosca que se dirije á la taza de café) ¡Largo de aquí bella.
, una mas- ea! N o vengas á arrebatarme lo que es mio.
era vista. ELLA. (Alzando el vuelo con presteza, y parandose -á po-
mo se cree. ca distancia) ¡,Tnyo llamas eso de que te has apoderado
te, presen- por la fuerza? Tengo hambre y quiero vivir.
os cambian.' EL. Pues trabaja corno yo, holgazana. Ese café,' esa
vuelo no es lecho y ese azúcar que codicia tu glotonería, son mi pro-
y flexible, piedad. ,
le. Posee un ELLA. Es decir que te los has proporcionado poi"
de las ase- medio de la violencia. Con un aparato diabólico has ar-
en Romero rancado á la caña el d nlce jugo, rompiendo sus delica-
ración y el das fibras. Despues de haber tostado el café á fuego lento,
suya. 10 has triturado en un horrible potro de hierro, hasta
lada de las extraerle la aromática sustancia; y para obtener ese poco
manera cun de leche, has oprimido la ubre de un animal inofensivo
mero paso y privado á su propio hijo de una parte de su alimento
aurora y diario. Violencia y siempre violencia, tirano.
ntreabierta EL. Trabajo y nada mas que trabajo, bachillera, Toma.
'mbando to- y diCl\,ndo esto el defensor de la propiedad, deja caer
rdiatamente enfurecido el puño sobre la mesa donde está parada la
a vida. Es- comunista mosca, y habría terminado la cuestion de un
s y á las golpe, como las terminan de ordinario los que pueden
.i todos los mas, si el astuto insecto no desplegara las ligeras alas
á su apa- y esquivara el manoton. Revolotea zumbando durante
'zuda entre Un breve rato; clava su trompilla en el cuero cabellu-
-32-
do de su enemigo, y levantándose con presteza, sin darle blc; las
tiempo para que la castigue, se precipita á la taza. En bido, aql
su aturdimiento la mosca no .advier te que en el pecado miendo.
va á llevar la penitencia. Un instante despues nada exa- penden,
ni me sobre la superficie del codiciado líquido. El hombre parse.
exclama en tono airado:
La
-:L\faldita! :Me ha hecho perder mi café;-y arroja al queíio E
patio el contenido de la taza. Ella pierde la vida; él se cada de
priva de un placer. Hay alguna diferencia; pero él es el de los
rey de la creacion y ella es uno de los millones de seres navega)
que él tiene derecho á aplastar cuando le dé la gana. bre, ticn
N o sé si alguna de las sociedades que se han funda- ea esa
do en Inglaterra para proteger á los animales contra minado
los abusos del hombre habrá llevado su solicitud hasta y sin e
las moscas -. Tal vez no, pues probablemente se ha consi- escoger
derado que el derecho á esa proteccion está en razon di- de esa
rect.a del volumen y del peso especifico. La mosca es tan la elecc
pequeña, que ¿quien ha de pensar en ella?
iQuien ha de pensar en la mosca? Pues pensamos todos.
y mas de 10 que parece. Por una de esas contradiccio_
nes tan comunes en el hombre, hemos dado la denorni-
nacion de ese insecto que tanto nos molesta y que tan
asqueroso nos parece, á lo que tal vez se ama y se co-
dicia mas en esta vida: al dinero. Hay mosca, no hay
mosca; buscar la mosca; andar tras de la mosca, son ex-
presiones que oimos todos .los dias y á toda hora, y
que prueban evidentemente que se piensa en la mosca
mas de lo que se cree.
¡Ah! si esa mosca figurada se echara á volar de re-
pente y diera en perseguimos como la verdadera, ¡de
cuan diferente modo recibiriamos sus importunicladesl Que
cayera en la taza del café; que cubriera un enjambre de
ellas el plato de nuestra comida; que se nos plantara en
la punta de la nariz, y aunque se nos colara dentro de
la boca, creo que ni le haríamos mucho asco, ni la ano-
jariamos lejos de nosotros con desden. [Que diferencia en-
tre mosca y mosca! De la una no se sufre I~ mas ligera.
picadura; la otra bien pueden aplicarnosla en la carne
viva. No hay emoliente mas agradable que el de la mos-
ca metálica.
La mosca que relumbra tiene mas de un punto de
semejanza con la que no relumbra. Una y otra están
siempre pasando delante de nosotros en círculo iutermiua-
-33-
sin darle ble; las dos perturban nuestro sueño, esta .con su zum-
la taza. En bido, aquella .•con su ' retintin, que creemos 011' .hasta dur-
n el pecado miendo. Ambas suelen proceder de la corrupción y pro-
s nada cxá- penden á ensuciar lo limpio. Son ademas dificiles de atra-
. El hombre parse.
La verdadera mosca vuela con libertad en un pe-
y arroja al queño espacio, vive mu~ poco '1 muere casi siempre. ata-
vida; él se cada de una especie de hidropesía, segunl~s ob~ervacl?n.es
pero él es el de los entomoloaistas. La otra mosca vive siglos, viaja,
es de seres navega y al mismo" tiempo tP,r.ne el conta?to, c?n el aire l!-
la gana. bre tiende á esconderse, y sin ser ella hidrópica, comum-
e han funda- ea 'esa enfermedad al que la posee. Creo que bien exa-
males contra minado el caso, tiene mas defectos la falsa que la verdadera;
lici tud hasta y sin embargo, si á cualquiera de mi~ lectores s~ le llama á
se ha consí , escocer entre un saco de moscas vivas y efectivas y otro
en razon di- de ;sa mosca muerta, blanca 6 amarilla, no vacilará en
osca es tan la elección. ¡Oh inexplicable aberración humanal
samos todos
ontradiecio.'
la denorni-
y que tan
a y se co-
Isca, no hay
sea, son ex-
da hora, y
en la mosca
volar de re-
adera, ¡de
idadesl Que
njambre de
plantara en
dentro de
ni la arro-
erencia en-
mas ligera
en la carne
. de la mos-
punto de
otra estan
intermina-
5
~ ~
haber pt
la Rf'p
duro vi
para ID
a postem
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to, y col
así; no
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ros; pr'
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aquella
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ItIeulorias de un dul'·o. á luz,
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muy poco
flores arti
de Dios e
'" dicho de 1
oficio de
sentido ti
~"-l ti,
estamos
sito pal',-\
un poqm
que en ate
de dinero.
u flores; y
pado el Iu
flores. Pr·
un jardini
de macet
convorsac]
ría y lar al
t'Cí' al soslayo á
que Ya á haber
! corrido y ator-
. que el progre-
le los duros hi-
in embargo, con-
un sugeto tan
I ageno, Y al si-
en te un expon-
abié por un nú-
á juntarse con-
srguir su ·exis-
entes de diver-
ieso, medio tris-
enteramente es-
istancia, al me-
Las Flores.
_..:::..-
-~43 --
las flores con
hasta la orilla del río, lograron, á fuerza de habilidad y
Pelo hay flori- 1. de paciencia, formar con ella el mas firme y cómo~o
uo resisten ;Í,
puente. Operaciones de esa clase ban da:lo hono~''y ,glona
aneado de lns á muchos ¡¿:enerales; pero por desgracia el ejército de
ran, pues cor- 103 zompopos no publicaba boletines, y asi no quedará
que las sicm- de aquella célebre campaña mas que un confuso re-
ores tan agra- cuerdo,
ara que se 10-
Cuatro minutos emplearon las columnas en cruzar
el rio, y á poco estaban junto al muro d? la ciudad ene-
tienen otra es-
miga, Dada. la órden de ataque, los aguerridos ba,taIlon?s
sin pedir; eSO:3 se lanzaron al asalto, y un momento dospnes cubrian C0111
e jardiu que
pletamente el árbol. Se habia~ ap?c1erado de,la plaza. 00-
luchar dcses- mcnzó el saqueo. No quedo hoja, tallo TI! flor que no
.e oeasion de
despedazaran, y cuando se h,nbo co~pl?~ad.o la destruc-
falange á una cion se d ió la orden de retirada. El ejército coutrarnar-
referir, aunque
chó ' careado con los despojos. Quien conducía los restos
110 alcance á
de {lIla e~plénclic1a corola; quien Clrra,stl,'aba los pedazos de
un estambre; este cargaba con un pistilo; aquel marchaba
antó el campo
con dificultad oprimido bajo el peso de los destrozos de
eneral, vulgo, un pétalo. . .... - .
archa, con el
Poro ¡:ty! que en este mundo no hn.J dicha durable,
e negro y co- Cuando el ejército triunfante se disponia á repasar el
a luz del sol,
puente, apareció un enemigo formidable, el dueño dcl jar-
avanzabnn de
din, que iba :l pasar á sus flores la revista do orc1enan,za •
.ducidos por el
Pronto vió el destrozo de la mas bella y mas querida
as precauciones
de sus plantas. Encendido en ira, paseo en derredor una
tardar su mur-
mirada feroz y no tardó en descubrir al enemigo, que
z' minutos, con
bajaba por un desfiladero. Salvó el rio de.un ~al,to .v
tinarnento de-
atropellando con las huestes vencedoras, sus pies hicieron
ndo Ilovido la en ellas el mas horrible destrozo. Desordenose el ejército,
en partes, y
los soldados abandonaban el botin y huinn en completa
de la plaza,
dispersion; el campo quedó sembrado de cadáveres y los
gar cí la orilla
pocos q ne pudieron salvarse de la derrota, corrieron,
o y retrocedí-
mnl heridos ó contusos, á ocultarse en el cuartel b'o-
to se celebró, ne ral.
lel generales,
¿Ren~cial'án á las hostilidades? ¿Sefirmará un tra-
V venian apre-
tado de p~tz? Nunca. Los zompopos se rehacen y se pro-
tros, como si
paran á abrir do nuevo la campaña en la siguiente prima-
iento me llenó
vera. Se sabe que desde aquella famosa jornada han es-
robustos zorn-
el batallón de
crito con sangro en sus bn nderns: DeZenda Diamela.
Esos son, pues, los enemigos con que por acá tienen
espaldas una
que luchar los floricultores, Aficionados y zompopos; he
cond ucieudola
ahi la pesadilla. de los que siembran, desyerban, podan y
-44-
riegan. Estos tienen el dominio directo, aquellos el usu-
fructo del [ardin. Últimamente he visto emplear con al-
gun éxito el aceite de petroleo y el cyanuro de pota-
sio para acabar con los zompopos. ¿No serian de ensayar-
se esos mismos medios para extirpar aficionados?
'\
Es
yOl'ia
año y
en q
chos 1
pre
ra ta!
nierol.~
1eccl~
llama
por i
que
cump
tese
has
ya c~
dor
tiene
la b
, aquellos el usu-
emplear Con al-
y?I1:l!'o de pota-
nan de ensayar.
onadost
El 4 de A~osto.
lo que
acostu
para te:
vida y
dos. Ya
Losad~
mbre y que debe
e, que se fastidia
ser feliz."
jue era un animal
la boca echandole
11 está, tu hombre.
nimal aburrido y
y volvamos á 10
del hall bre el
la pella de hacer-
s mismos dispara-
ovccho, He oirlo
me; pero con la
vanidad! ¿Qnien
las ni en cabeza
El rel6.
'ricncia, volveria
:i servil' al pü-
dar prestado,
a plantarse de-
0111 pral' píldoras
á
i QUE hora es? He aquí una pregunta que hacemos
diez ó doce veces al dio. por lo menos; ya nos la di-
á creer en las rijamos mentalmente ,lo nosotros mismos, ya la arroje-
¿para qué volver mos pOl' via de interpelacion á los demás. En el uno y
carga de nues- en el otro caso la respuesta está en la bolsa del cha-
nica cosa sensa- leco del mismo preguutante Ó en la del preguntado. Sa-
es morimos. le un reló, S9 comprime un resorte, salta la tapa de oro
lagro de su oru. ó plata, y descubierto un disco de porcelana donde se
roceder ó no á hallan simétricamente colocados doce números romanos
iguado, renuncia- sobre los cuales giran lentamente dos agujas, se dice: tal
llevaban :í ahor- hora.
mo condicion de Llevar un reló en la faltriquera es la cosa mas senci-
lla y mas comun del mundo. Bueno ó malo, iquien no
tiene un l'e~1 Pero creo que ~ocos, ~oquísiJ?os, tal vez
nineuno de lOS que gastan reló, habrá meditado sobre
lo que encierra ese terrible mecanismo. Algunos ascetas
acostumbraban colocar una calavera cerca de su lecho,
para tenor presente siem pre }a .idea de la vani?ad de .la
vida y el recuerdo del fin último para que fuimos erra-
dos. Yo creo que basta y sobra un reló de French, d~
Losada, ó de cualquier otro, con tal que ande, para exi-
7
-50-
tal' en una alma un tanto reflexiva la consideracion de cada insta
la rapidez con que se gasta nuestra vida.
No bastan
¡Qué diríamos de un petimetre que hiciese de una calave-
en las co
ra un objeto de lujo, un dijr. que formara parte de ilU a lorno?
tudio, en 1
Casi considerariamos eso como una impiedad. y sin em-
á los de b
bargo, un reló es la calavera del. tiempo que desapareeió, pa
acordes. O'
rano volver mas, en el abismo insondable de la eternidad.
dueños. LI
Es la chancelacion de los dias q ue gastamos sin saber
cente con
en qué y la cuenta corriente de los que seguimos derro-
chando sin saber cómo. riguar la
disparar el
E8e círculo vicioso que recorre la aguja, ,01 viendo in-
do mano
defectiblemente á una hora dada al punto de donde partió, es
p;:l.1l la l~'
la imagen mas exacta de nuestra propia vida. Salimos de
lo ignorado, y despues de rodar en un círculo invaria- cos queda
ble de penas y placeres, vol vemos á lo desconocido. gun hueso
El reló es un mudo acusador de nuestra indolencia reló, es ell
culpable, de nuestra ligereza casi criminal. Ouando lo do llegan ~
consultamos para ver la hora, DO advortimos que la mane- ver que )
cilla DOS está señalando un instante hundido en el pasa- dias.
do, un paso mas hacia un tenebroso porvenir. Los i
- , j
ve el re16 dos"
Dulcinea, debe
. La aburrícion, Yo Y El •
a en su casa em-
s entre diez y
significa reti-
¿CONOCEN UU. á Yo? Yo, querido lector, es U.,es su
o el reló mien, hermano, es su amigo, es su muger, es su hija, es su que-
la mejor prue- rida, son todos y todas. 'Parecerá esto una solemne pa-
radoja; pero no hay nada mas cierto. Que vaya cualquiera
de esos individuos á buscar a otro; que encuentre la puer-
ta cerrada, que llame y le contesten desde adentro: ¿Quien?
¿Qué es lo que responde? Yo. Con una contestacion tan ca-
tegórica, que lo explica todo, que no deja lugar á la mas
ligera duda, la puerta se abre para que entre Yo. Lue-
go nadie hay tan conocido como Yo; y basta que Yo man-
de, para que los demas Yoes obedezcan. Si la señora della
casa pregunta á la criada que acudió al llamamiento,
¿quien fué á abrir la puerta?, responde sin vacilar Yo. X
si una las señoritas pregunta á otra en seguida ¿quién
recibirá aquella visita", responde la preguntada: Yo. Tene-
mos aquí pues á Yo que toca la puerta; á Yo, que abre
para que entre Yo; y á Yo que recibe á Yo.
Indudablemente cada uno es Yo para sí mismo, aun
cuando no lo sea para nadie mas. He oido que todo el
mundo se llama Yo; pero no he sabido hasta ahora que
alguien diga: vengo de casa de Yo; voy á pegar un pe.
-54- .
tardo á Yo; no temo á Yo 6 estoy enamorado de Yo. Se Quer
dirá que esto es un juego de palabras; tal vez será así; de los del
pero si las palabras son la representacion de las ideas, me- )' lo de loS
jor seria lIamarlo juego de pensamientos. Juego que por sistema q'
fortuna no ha de arruinar á alma nacida. una voz dl
Pero la verdad es que Yo no tiene nada dejuego; es Ego, 1
es una cosa muy seria, que para un iudi viduo cua ndo C011 una ni
menos es lo mas querido, lo mas cuidado; lo mas digno si se llam
de estimacion y de respeto. ¡Oh cuanto encierran esas La co
dos letras: Yol Yo es el alma, la carne, los huesos, la sangre; otro, aml~
los nervios &c. de alguno; es Yo, y no puedo ser mas y otro vi
que Yo. ¿Quién lo ha confundido jamas con otro? El hay entre
que por la mañana temprano se coloca delante de Su nativame
espejo para hacerse la barba, cuando ve que el azogado Hay
cristal refleja la figura de un hombre, p.l momento cono- gua rom
ce á Yo, y es materialmente imposible que lo confunda Gonsecue~
con los otros YOA'; que pueblan el universo. timo de
. ~o.,',~ccariño tan acendrado se tíene el tal Yo! ¿Quién que debi
es el dueño de ese cómodo y elegante coche? Yo. ¿Quién tianos y
se recrea con la vista de ese delicioso jardin? Yo. iQuién Si
va á consumir esos sabrosos y suculentos manjares? diria, con
Yo. Dichoso Yo, que siempre tiene quien lo quiera, titud ide'
quien se desviva por él y quien le consagre todas las cualquierl
potencias de su alma! cuando li
Si en una numerosa reunían de hombres preguntara ¡Que'
alguno: ¿Quién es entre todos UU., caballeros, el mas las ideas
bribon, el mas mordaz y el mas tramposo? iA que no El? Ko
habria entre los interpelados uno solo que alzara la voz Yo de
y dijera, Yo? Si;¡ la sociedad se compusiese de personas del ya por a
otro sexo y se les dijera: ¿cual de UU., señoras, es la mas curiosas
fea, la mas vieja y á la que jamas ha dicho nadie negros sentido.
tienes los ojos? Un silencio sepulcral acogeria esa pre- Así,
gunta absurda y de ninguna de aquellas bocas caería un ¿porqué
~~" .
Yo, que estaría muy listo, si la pregunta se hubiese he- contesta:
cho á la inversa. lo conoc
Yo somos todos y es ninguno; pues clt)fieso que Por la
U. no es Yo para mí, así como no lo soy para U. Yo, sino
Todo un sistema ha venido á fundarse sobre lo que habitant
representan esas dos letras, aunque por una anomalía de iY cuan
la lengua, se le ha dado un nombre latino. Egoismo se habla de'
llama lo que en rigor etimológico debiera llamarse Yois- llama 1'(
mo, yegoista al que en buen castellano es un Ymsta y na- nombre.
da mas. encuentr
-55-
1"_~
¿Que
hay porqu
ta conven
el no es l'
tambien
El Sil' el No. salí ei ta n te
rá verda1
con tanta
1\le
QUE tantas letras tiene un si como un no, es un axioma
filológico que nadie, supongo, se atreverá á negar. Pero
cosa, en
to. Pero
envolver.
hay muchos que creen de buena fé que existe diferencia
en migaG
substancial entre el no y el si, J esto es lo que 110 he
. repugnan
podido comprender aun, á pesar de la aparente con-
"'Fell
¡ .~
trariedad de esas palabras.
Juzgo mas bien que su valor intrínseco depende de porque el
I tropo La]
la pregunta á que con ellas se conteste; y que de consi-
tre autor]
guiente, si y no son dos rayos convergentes al mismo
que no; 1
centro; son idénticos; y su diferencia, si es que alguna
sisimo l'
»Ó,
son alteruati-
p.or mas que
ue son malos',
viven juntos,
~ mal parada.
dicen los es-
ha sido todo
s prueba eví-
en el .consor-
mucho
'~ ~ o,ndan
• El'
las COI
tan si
viendo
confesa
cion y
calle. i
peño 1:\
veces
frente
L
te anc
cordel;
domins
Las calles. que no'
mente,1
Al
las to
CREO que nadie ha discurrido hasta ahora una ciu- la gen
dad sin calles. Mas ó menos anchas, mas ó menos regu- iglesiv
lares; pero calles ha de haber donde hay cierto nú- estas
mero de casas formando pueblo. Cuando. preside á la for- minad!
macion de una ciudad una direccion un poco inteligente, indeci
las construcciones van alineandose como soldados en for- brado
• macion, unas junto á otras, en filas, dejando un espacio che ..
vacio entre las que se colocan á un lado y las que ocu- del al
pan el frente. Ese espacio es la calle, que por regla ge- la so
neral es de todos y está á la disposicion del que quiera que r
andarla. plos, I
Salir á la calle es una necesidad imperiosa, especial- mo de
mente para los que pertenecemos al sexo masculino, que a8ech
pudiera entre nosotros llamarse por antonomasia sexo corti
callejero, para distinguido del otro, que es esencialmen- yuw
te doméstico. Las mujeres se contentan con .1er las ca- á esa
lles desde los balcones; pero los hombres nos hemos de ncctu
meter en ellas, las hemos de pasear de sur á norte, de tos d
oriente á ocaso; y si no, hacemos cuenta que hemos pero trega
dido el día. Pasamos la mitad ó las dos terceras partes
de la vida en la calle; y algunos hay tan encallados, que
solo para comer y para dormir no estan en ella. Por eso
se ha hecho el verbo callejear, y no el casear; porque son
-61-
muchos mas los que viven de calle en calle, que los que
andan de casa en casa.
• Esas fábricas de ladrillo, cal y piedra que forman
las construcciones, son tan curiosas, que no se conten-
tan sino cuando tienen dos, cuatro ó mas ojos para estar
viendo las calles. Esos ojos son las ventanas, que _por no
confesar su curiosidad, toman el pretexto de la ventila-
cion y de la luz. Lo que hacen en realidad es espiar la
calle. iY qué tiene que ver la calle que con tanto em-
peño se la asecha'l Nada. Un mal empedrado, algunas
veces un charco, casas á derecha é izquierda, casas al
frente y gente que pasa. Eso es todo.
Las calles de nuestra querida Guatemala son bastan-
te anchas, atendida la altura de los edificios, y tiradas á
cordel; de manera que, vista la ciudad desde algun punto
dominante, parece un tablero de ajedrez. Y por cierto
que no son pocos losjaques que le dan á uno en ella diaria-
mente, á fin de que así sea la semejanza mas completa.
A eso de las cinco de la mañana, las campanas de
las torres, grandes madrugadoras, comienzan <i llamar á
una ciu- la gente con sus lenguas de metal. Como para ir á las
nos regu- iglesias es indispensable pasar pOL' las calles, empiezan
eierto mi- estas á poblarse con esos bultos sin forma ni color deter-
, á la for- minado, que cruzan en la penumbra, dibujando sus perfiles
telig.ente, indecisos, á la mustia claridad de las lámparas del alum-
s en for- brado público, que á esa hora se despide hasta otra no-
n espacio che. Esos bultos son los devotos que acuden á la misa
que ocu- del alba. Suele haber en esos mamen tos solemnes, en q!le
regla ge- la sombra lucha con la luz, otra especie de transeunte s
ue quiera que recorren las calles; pero 110 con el fin de ir á los tem-
plos, sino con el de quebrantar, si hay ocasion, el séti-
, especial- mo de los preceptos del decálogo. Esas fantasmas andan
ilino, que asechando alguna ventana entreabierta, para pillar una
asia sexo cortina, escamoteo en que suelen mostrar una habilidad
ncíalmen- y un arte que es lástima no ver mejor empleados. Como
el' las ea- á esa hora la ciudad pasa de la tutela de los vigilantes
hemos de nocturnos la de los diurnos, hay siempre algunos momen-
norte, de tos de interregno, en los cuales la poblaciou queda en-
mas per- tregada al brazo secular de los rateros.
'as partes Poco despues la claridad ahuyenta esas aves de ra-
~ados, que piña, que van á anidar en los suburbios y las calles se
Por eso pueblan de gente. LO$ que visitan el jubileo de cuarenta
orque son horas; los valetndinarios que necesitan ejercicio; las cria-
-62-
das que van á comprar las provisiones para el desayu- diga otra e
no; los carreteros que conducen el pienso de los caba- OIltenango
llos; los lecheros, los artesanos que van á los talleres, siem- como toda¡
pre que no es domingo ni lunes; he ahi la clase de gen- que ni á
te que por lo regular anda en In. calle á esa hora. Mas DOl' dos
tarde la invasion es completa, y especialmente las que Es verdad
pueden considerarse como las arterias principales de la solo está
poblacion, se llenan de transeuutcs, po.lian pnl
Ouando el sol meridiano lanza perpendicularmente m muy ap
Sl1S rayos sobre la piedra caliza de las calles, la gente tengan lo
disminuye y busca el abrigo protector de las habitacio- tal'. Ya 1
nes. Hacia las cuatro de la tarde, hora en que ya el ca- porcional'l
ballero Febo va como quien dice cuesta abajo, van po- SiJ¡,
blandose otra vez las calles, para volver á quedar desier- denomina
tas luego que tiñe la noche, tintorera incansable, que rielo admi
comienza el oficio en cuanto el sol se marcha. Asi que el ahora esto,
color está nn poco cargado, es decir, á eso de las ocho co¡n-elllcn
ó las nueve, apenas se encuentra uoo ú otro individuo; pero con
y mas tarde el soñoliento sereno qlle va á la esquina á quiero, P
cantar la hora; el tertuliano que regresa; la recua que a- y lo cont
cude á hacer la policia del mercado, recojiendo los des- tres cnatl
perdicios de la venta diaria y uno ú otro vecino que dos: "ud
por excepcion tiene que salir de casa, son los únicos sas, y á I
seres vivientes que se ven en las calles. Cuando no hay vocarso e
luna, los faroles hacen cuanto pueden por alumbrar; y 1'e1'O llUO
e,
cuadra de esa calle van.
Hay calles buenas y malas: cualidad que depende,
como suele suceder tambien respecto á las gentes, de la
posicion que ocupan. Una buena calle, una mala calle, son mero
expresiones que designan respectivamente las calles que de qu~
estan cerca ó lejos de la parte central de la ciudad. Hay cargó .t
algunas que antes eran malas y después se han vuelto vó,que
buenas, como los viciosos que se reforman y se convier- nido á
ten en hombres de bien. No es que ellas busquen el pecie.
centro, sino que el centro ya no cabe en su puesto y E
va buscandolas á ellas. Hasta se puede predecir con cier- so de
ta seguridad que calles, malas hoy, serán buenas de aquí no erl.<
á ocho diez años. Siquiera ese consuelo pudiera uno te-
ó inventó,
ner con algunos prójimos, y fuera. lícito decir: hoyes mo la
tramposo, ladran, intrigante, &c; mas sé de cierto que no haYI
den tro de seis años será muy honrado. Pero ¿cJlando? 110 sab6
Para concluir propongo estas charadas: 'ten qué se lar á es
parecen la calle y el petate? Solucion, para ahorrar el que les
trabajo de cavilar: en que tan malo es quedarse en el uno .Un
como en la otra. ¿Cual es la peor de todas las calles? La element
de enmedio; por que quien se echa por ella, perdió ya. El que
hasta la vergüenza. tado pr
tre aun
la exis-
y ba~-
s dé la
un quin-
si viene
'ha dado
potrero
10 figura
bastante
Es ver-
a nota-
'a· facili-
's vamos
oca mas
a; quie-
'uo café
lazoleta
debería
en que
r
(Iepende,
es, de la CO~FIESO humildemente que no sé quien fué el pri-
alle, son mero que escribió cartas en el mundo. Hay constancia:
les que de que se usaban ya en tiempo del rey David; que en-.
ad. Hay cargó á U rias de una que salió muy cara al que la He-.
n vuelto vó, que costó muchas lagrimasa Su autor y que ha ve.
convier- nido á ser proverbial, dando nombre á todas las de su es-
quen el pecie. .
uesto y Es de suponerse que quien inventó ese modo ingenio-
011 eier- so de entenderse las gentes separadas por la distancia,
de aquí no era ningun lerdo; y acaso merecia mas fama" que el. que.
uno te- inventó la pólvora, que no sé porqué se considera co-
hoyes mo la invencion q ue necesitó de mas talento. ¿Habrá quien'
rto que no haya escrito ó recibido alguna carta? Hasta los que
do? 110 saben esc~bir, aun los que no saben leer, pueden ape-
qué se lar 4 ese recurso de los ausentes, encomendando á otros
rrar el que les escriban ó les lean.
el uno U ua foja de papel, un tintero y una pluma son los
les? La elementos materiales indispensables para hacer una carta.
rdió .ya El que puede disponer de esos tres objetos, está habili-
tado para comunicar sus pensamientos á quien se encuen-
tre aun cuando sea á tres ó cuatro mil leguas -de dis-
9
-66-
taucia. Como el judío errante, la carta oye una voz que
le grita incesantemente: marcha, marcha, hasta que llega
al término de su viage. Es una andariega infatigable. gun
Depositaria de secretos importantes; guardiana de <le
caudales; confidente de nuestras ilusiones, de nuestras fla- cóf
quezas y de nuestros desengaños, pasa de un punto :í. otro, señ(]
ligera con su pesado bagage, y anda de mano en ma no, con mor
la seguridad casi completa de que su fragil envoltura la ccm
defiende mejor que una muralla erizada de cañones. ejen
No hay nada tan provocativo como una carta cerra-
da. Cuando nos pasa por delante, parece que nos dice:
"yo sé una cosa que no digo; aquí llevo guardado un se-
creto que 110 revelo; para arrnncarmelo, es necesario ha-
cerme pedazos." El hombre no suele defender lo que se y Id
le confia con tanto heroísmo. Generalmente hablando, ;í
poco que se Te estreche, desembucha y dice, invirtiendo
el comun proloquio: "primero confesor que martir." Es mas
fácil adivinar el pensamiento de un hombre estudiando
su fisonomia, que leer el contenido de una carta al tra- '
ves de la cubierta.
Hay diferentes clases de cartas. Desde luego tene-
mos las que se escriben regularmente desde los diez y
ocho hasta los treinta' años; y digo regularmente, porque
hay muchos que comienzan el ejercicio mas temprano y
que lo concluyen mas tarde. Esas cartas no llevan ni
direccion ni firma. Ya se sabe de quien y para quien son.
Abundan en fuegos volcánicos, en juramentos, desespera-
cienes, agonías, esperanzas, delirios, ángeles, corazones fle-
chados. &c. Es costumbre que la jóven que recibe una c1t(
esas cartas por la primera vez, se la aprenda de me-
moria á fuerza de leerla. En mi"tiempo solían copiarse de
la Julia de Rousseau, ó de la Clara de Richardson. No sé
que harán ahora que ya casi nadie escribe novelas en cartas.
Mis amables lectoras saben, sin que yo se los diga, que
es práctica inconcusa el conservar cuidadosamente esas
epístolas, para devolverlas, en caso de quielx·a, al que las
escribió, junto con anillos, retratos, flores secas )' otras
baratijas de menor cuan tia.
Es triste recorrer esas correspondencias algun tiern-
1).0 despues de devueltas. ¿No es verdad, lectoras? Eso ha-
~e el efecto que causa la vista de un bosque incendiado,
donde no quedan ya sino los vestigios del fuego: carbon,
hu mo y ceniza, tielJ
-67- ••
una voz que- No creo que haya entre las damas que tienen la pa-
sta que llega ciencia de leer estos apuntes ningnna que no tenga en al-
fatiga ble. gun rinconcito de la gaveta de su armario uno, dos ó mas
guardiana de de esos misteriosos envoltorios de papeles devueltos, sar-
nuestras fía- cófagos donde se guardan cenizas de antiguas llamas, U no.
.punto :i otro, señora arreglada debería, á mi juicio, colocar esos restos
en mano, con mortuorios por órden de fechas, como los nichos de los
1 envoltura la cementerios, y ponerles sus correspondientes epitafios. Por
cañones. ejemplo:
a carta corra-
que nos dice: Paquete N.O 1.0 Julio de 1850.
bardado un se-
necesario ha- "Aquí yace Marcial Cachivache. Vivió año y medio.
y lo mató el que ocupa el siguiente nicho. R. 1. P.l1
~er lo que se
le hablando, á
Paquete N.O 2. Enero de 1852.
ee, invirtiendo
artir." Es mas "Reposa aquí un estudiante
re estudiando A quien amé con exceso;
carta al tra- Claro está.
Como no era hombre de peso,
e luego tene- Le hizo tomar el portante
de los diez y Mi mltmá."
rmente, porque
s temprano y Paquete N.O 3. Octubre de 1852.
DO llevan ni
ra quien son. "Bajo de esta losa fria
tos, desespera- Descansa Juan Ventolera;
, corazones fíe- Me gustó por calavera,
recibe una clf y si me caso con él ...•
renda de me- Ave Maria!"
n copiarse de
ardson. No sé Paquete N.O 4. Febrero de 1853.
relas en cartas.
'e los diga, que "Aquí reposa Pascual;
osa mente esas Murió de rabia y de celos,
.~.a, al que las Porque me vió en el portal
secas )' otras Comiendo con su rival
Buñuelos."
s algun tiern-
,ctOl'Us?Eso ha- Paquete N.O 5. 'Setiembre de 1854.
ue incendiado,
fuego: carbón, "Restos de D. Juan de Todas. Engañó al mismo
tiempo á la IDes,.á la Antonia, á la Paula, á la Felicia-
-68-
na ya mi. Nos juntamos' y le dijimos 'cuantas eran cinco.
Nos habló deepues en particular y nos convenció de que
cada cual era la única verdadera dueña de su afecto.
Nos dimos por satisfechas y siguió la broma; hasta que el
día menos pensado se 'fué á su tierra y nos dejó dicien-
do miren que caso! [En seguida, escrito con lápiz: pero tal
vez volverá. J
de Fú
Paquete' N.o 6. 1857. el epi
versol
nar ~
"Una lágrima, un suspiro cipian'
(
Por el pobre Oasimiro, be COl
Mi pretendiente.
Era un partido excelente;
Ay! icomo no lo atrapé?
Pero ... ya me acuerdo, fué '
Que 'se murió de repente." .
insigni flcantes
n de recomen-
xcepciones, el
y el que las
No es raro
jamas les ha
~comienda que
nes por tabla,
mejores son
hacen perder
blanca para
e no le faltará
torizado para
no le dan á
ecir adios mi
en t ara todos
bchinches; que
Si que andan
en de muerte
es. En los ar-
rias, con sus
o por todos.
1& ~
habit'
g-o h
mam
guno
irema
en lo
se t3~
~
de u
tos
Lora,
El espejo. tiemi
con
h~ n~
cir é
lee. No se re-
fluerida. En el
tinte de Cris.
iisado. Y si se
el adagio que
as son seguras?
entre el con-
todavía.
amistad recen-
gri ta: pié de
dam~ por te-
ta la abomina-
Lágrimas, sus-
e:! inútil; el es·
IIg
ell cornp
ah'
pobreza?
en reali
Pobi
Iutiva ; e
mcute, Ü
Ambos t
figuran
de dond]
poco det,
nos atar
Tan bast
dado en
vesariaml
mas.
Esta
dere m',
la mañ
de una
roben,
iria el hechor-
18 innu á cu-
faltarian SIL·
y las que ya
uifico cl pasea
da y el tieru-
írecue
pérdi
mas
./ ~fE parece haber visto en uno de los famosos cuadros espíri
de la pasiou que estan en el calvario de esta ciudad su as~
un viejo personage, (no sé si Auas, Caifas, ó quicn.) que p
lleva montado un hermoso par de anteojos sobre la nariz. los q
Si hay tal cosa, no acertaré á decir como pudo ser las tu
q\le un israelita del tiempo de Jesucristo hiciera. uso del Los a
"panda que inventó el fraile íngles Roger Bacon en el cosa j
siglo XIII. Ese pequeño anacronismo debe perdonarsele Si la
al pintor, en gracia del mérito de sus cuadros; y en aten- gallo 1
" I
cien á que él consideró sin duda que los espejuelos da-o sisnnos
ban mas gravedad al sujeto á quien se 10;:3 propur- cadenl'
cionó. del ba
Porque, en efecto, el uso de los anteojos argll}"l!, del fo¡
generalmente hablando, vista cansada por la edad ó por tial, d~
la lectura, y da algun derecho al respeto de los que han ciera,
vivido ó estudiado menos que el que los lleva. callo
Corno todo vuelve á ponerse de modo. al cabo de des e
algunos años, vemos ahora rehabilitados los aJt.eojo5> que YI
solían usar nuestras abuelas; esos que no tienen patillas y seria 1
que se aseguran por medio de un resorte. Comprimiendo fl uIslel1
la nariz, producian el efecto de dar á la voz cierto acen- dos aq
tonasal, que comunicaba un tono particular ,á la lectura de tales f~
las novenas, cuando la hacian aquellas matronas respeta- los lle
bles. cuentr:
Hay otra especie de anteojos que usamos todos s'n dan cc
-85-
sospecharlo, porque no se ven. Son los que llevamos en
el entendimiento, y que nos hacen aumentar Ó disminui r
el tamaño de los objetos, y aun ver los bajo una forma muy
diversa de la que realmente tienen.
Los anteojos del amor propio nos hacen ver nuestro
mérito personal mucho mas grande de lo que es. Los-
de la envidia disminuyen las cualidades agenas, hasta ha-
ccrlas casi imperceptibles. Los de la ambicion producen
el efecto de acortar las distancias y de reducir á granos
de mostaza los obstáculos. Los anteojos al traves de los
cuales ven los padres á sus hijos y los autores á sus obras,
tienen la maravillosa cualidad de ocultar toda clase de
imperfecciones y de convertir en gracias lo que á los
ojos de los demas son enormes defectos.
En tiempos de guerra se hace un uso muy general y
frecuente de los anteojos. Con ellos vemos siempre las
pérdidas de los nuestros corno insignificantes y abulta-
mos enormemente las del enemigo. Los anteojos del
lOSaS cuadros espíritu de partido apenas permiten ver las cosas bajo
esta ciudad su aspecto verdadero. ~
, ó quieu.) qu Pero de todos los anteojos los mas-cngañadores son
obre la nariz. los que, no sé porqué, llaman del gallo; los que ponen
como pudo ser las muge res á los hombres que se enamoran de ellas.
liciera uso del Los anteojos del gallo tienen la misma cualidad que la
r Bacon en el cosa juzgada; vuelven lo blanco ncgro y lo negro blanco.
perdonnrsclo Si la prenda adorada es tuerta ó bizca, los anteojos del
·os; yen aten- gallo le hacen ver á uno un par de ojazos sanos y hermo-
espejuelos da- sísimos. Si es coja, aquel movimiento desigual, es un paso
lo" propor- cadencioso, que casi casi podía en vidiar 'I'erpsicorc, musa.
del baile. Si habla con una YOZ gangosa, como si partiera
te ojos arguye, del fondo de un güegüecho, aquella es una armonia celes-
a edad <Í por tial, digna de figurar en un coro de ángeles. Si es penden-
de los que han ciera, envidiosa y metemuertos, ahi estau los anteojos del
lleva, gallo para convertir esos defectos en otras tantas cualida-
a al cabo de des en teramente opuestas.
al eojos que. Yo Cl~~ que ver el mundo con los anteojos del gallo,
nen patillas y seria lo mejor que pudiese apetecer un mortal. ¿Qué mas
Comprimiendo quisiera uno que verlo ~todo de color de rosa'? [Destl ichu-
DZ cierto acen- dos aquellos que jarnas han visto al través de esos cris-
la lectura de tales fascinadores; y mas infelices aun los que habiendo-
ronas respeta- los llevado por mucho tiempo delante de los ojos, se cu-
cuentrau de la noche á la mañana privados do ellos J'
dan con el espectro horrible de la realidad!
~ -~ 8ns prepar
tal cual
de lengna'
entierros,
l;í lino list
Para
estar muy
mo otra y,
de llaman
en la ext
una ó ma
jo de ea
dad sobrel
mas, joya
solemos se
e:
El. baile. de lo que
qne no del
diarios. S'
día algun
1. gracia, p
Para
nI.
¡Que triste fuera un baile de dia, á la espléndida luz Un dia
del sol de la mañana! El brillo de las bujias realza la cuarto. Acort
belleza y trata con benevolencia las imperfecciones La el talle del ve
mujer y la tela, á la ve la; dice un refrán castellano. La tada y ech6
luz, reproducida artísticamente por los espejos; la música; mer lienzo
las flores; los adornos; la conversación animada 'y bulli- " y serena, esp
ciosa; el movimiento ajitador de la danza, todo se reune marse al ver
para conmover el áuirno mas fria en una reunion de esas. alarga su man
¡Que pocas serán las cabezas por las cuales atraviese en paja. Ya se
tales momentos un pensamiento lúgubre! y sin embargo ... una parte de
iPero por qué he de arrojar yo ese pensamiento triste de tener ver
<Í quienes apuran en ese momentocuanto guarda la vida Vcdla gl
en su dorada COp:1 de poético y halagador, y olvidan lo que 1'0 ¿qué es J
hay en ella de amargo y desabrido'? Eso seria como si fuera ve acaso por
yo á derramar una gota de la tinta con que trazo estas lí- la mano izq
neas sobre la nevada gasa del traje de esa jóven, cuya entra- cha de la jóv
da triunfal enel salan del baile acabamos de pre~ciar. del varon.
Es al ta, bien proporcionada y airosa. 8u cabellera, funden, .. , :!t
negra corno el ala del cuervo, cae derramada en abundan- impasible?
tes rizos sobre el C!1E' 11 o, pálido como la cera. Sus ojos 'roque u¡
despiden una luz extraña, semejante á la que refleja un tante en esa ~
diamante negro. Hay en su persona, como en su atavío, ditlo ignemin~
algo de incoherente, de osado, que cautiva la inteligencia q no todo aquel
y fascina los sentidos. Es rara) pero hermosa. Mien tras la en Londres
=---- ---
-89-
sc consulta con veo atravesar desdeñosa los grupos, que se abren á Su pa-
ua puesta, si por so, por no estrujar la prolongada cauda de ese poderoso co-
11; que llueve, ó meta, hay quien me dice al oido:-Hoy vi comprar esa
omenzado, el eso masa de cabellos en la tienda tal. Ese colorete de las me-
mento de' la en- jillas es un compuesto de carmin y polvo de arroz; ese .. "
ualquieru joven. Silencio, imprudente! ¿Y qué importa que todo eso sea fae-
grupos que Ilennn ticio y transitorio, si seduce y subyuga mas que la rea-
egan tos y profu . lidad misma?
piezas destinadas Es tanta la beldad de su mentira,
se fija n en la 1'0' Que en vano á competir con ella aspira
ero completo, El Beileza igual de rostro verdadero;
"ara será la que exclamo, recordando el soneto de Árgensola.
.i el juicio es ad- Esa mujer, hace sensacion; es solicitada, rodeada, en-
co advertida que vidiada; baila toda la noche; apura el dulce veneno de
e impresion que la ndulacion y recibe los homenajes con la altivez del amor
propio satisfecho.
IV.
. Entre!
llla ni él YUt' t-
repite cien \"0-
lad y la COStUIIl-
icion se anima ;
intrig uillus; so
murmuraciones
m tener origen
es resfriadas so
;Oll tal vez q ue
undadas. Pued e
s . tan grave co-
las ventajas son.
Asunto para un )Cápituloe
J' ~ ••..Ó, •
1.
~
-
-9é-
ciudadana un Almanaque eu que se les nnunoiara todo lo
que les hnbia de suceder, comprenderia uno la utilidad
de tales programas. Pero lo mejor de la fiesta es preci-
samente lo que no be dice. Por eso no hay uno 13010 de los
que compran el Almanaque del año que viene, que no
10 recorra con la mayor indiferencia. Ver cuando será
Cama \'0.1, ó Pascua, ó cosas semejantes, es lo único que
se busca en él, después de haber digerido ó no digerido
los versos y la prosa con que se amenizan esos librillos,
destinados á anclar en manos de todos.
Confieso que pocas cosas hay tan tristes para mí co-
mo el Almanaque. Si es de alguno de los años que se
hundieron ya en el abismo de la eternidad, me hace casi
la misma impresiou que la vista (le un cementerio. Ilusio-
nes, espt'rnnzas, deseos, ensueños de felicidad y sufrimien-
tos crueles, todo está ahí hacinado, sin mas epitafio que el
elocuente y sencillo de las fechas. [Cuan doloroso es de-
tenerse en algunas de esas inscripciones, que la generali-
calar el Pro- dad ve con la mas fria indiferencia! "Inútil, 81,18ledecirse,
derado, ¿qué como el Almanaque del año pasado". Esa frase esta per-
del año? Ahí fectamente bien eu boca de aquellos que carecen de la
b 10 que 11a memoria del corazon. Esto" componen, á Dios gracias, el
Ene?o hasta mayor número de los vivientes.' .
la luna, cam- Si el Almanaque del año pasado me inspira ideas tris-
res y fríos, tes' el del que viene me oprime con ese terror vago que
ente anuncia- sentimos siempre al acercamos á 10 desconocido. ¿Qué
s. sucederá en esos dias que vemos ahí apuntados con inva-
raque pueda riable uniformidad? ¿No se eclipsara en uno de tantos
able que es el sol de nuestras ilusiones? ¿No Ilnverán los ojos, en
la. ¡Que de otro, torrentes de lágrimas? iNo descargarán, en este, re-
senta y cin- cias tempestades sobre el alma? ¿No reinará, en aquel,
silencio! El sobre el corazon cansado, la calma de la indifereucic?
~riegos, lleva Ah! si el Almanaque pudiera decirlo todo! Pero esa ig-
¡iera decir to- norancia de lo futuro, con que Dios ha querido velar
ria derramar! el porvenir, es un don de su misericordia, que quizá no
~leras oca- sabe aprec.wr debidamente nuestra insensata curiosidad.
Aceptemos la vida tal cual es, y al recorrer el Ca-
en tal igle , lendario de 1871, alegremonos de no saber cuantos seráu
[e habrá dos los días tempestuosos que nos tiene preparados.
_s, eso lo ha-
iones y los
Calendario.
y de cad a
~- ~ llon de p
la muger,
irremisibl~
,por medio
posos, ocn
recoger. ""1
que con l~
tiene este
-este? Por
La Ironia. Está
tito se h
caballero
taso B~
defir~i
consi
dc ta
poesi:
<lucid,
portal
real. ~
Poeta, Illé(lico y loco. hecha
l.a e sI'
der,
iQlli~
¿SERA
heterogeneos,
verdad que esos tres elementos- aparcntcmcMe"
j poesía, locura y medicina, entran el] ltli
plan~
la v i'
composicion de ese ser complejo que llamamos lHanbrc1 el un
El refran lo dice; y cuando él 10 dice, estudiado lo tien«, pl>ed
Para averiguar lo que haya de cierto en la tceria que :
que formula. el adagio, es preciso comenzar por dofinir; las ql
investigar lo q Me signifiquen en realidad las palabras poe- formt
ta, médico y loco. ¡Gran dificalradl, dirá alguno. iQtl0 es senci
un poeta? El que escribe versos para el Almanaque ó pa- donar
ra la "Semana," ó para hacerlos tiras despucs do haberse sospc
divertido ,oí solas con ellos. i,Que es ser médico] Otra pre- much
gunta inútil. Haber recibido un pergamino en que CO~lS- á me
ta qne D. Fulano de Tal tiene facultad pura enviao réci- frane
pes á las boticas, Vd.ra tomar el pulso, hacer que le sa bres,
buen la lengua, &c., &c., autorizado todo C{)U un gran les ¿
sello en el cual está pintado un tecoloie. ¿Que es ser 11na
loco? iQue es ser loco? Eso ya es UN poco n:H~¿'>dificil de
responderlo; pero para los sabios FlO hay puente angosto;
preguntac11es qué es un 10c0 y os.dinín que Ioco es el qu.e
110 es cuerdo, y adelante.
Definiendo así á poetas, médicos y locos, preciso es
convenir en que hay muchos que nada tienen do eso; y
do consiguiente, que el proverbio dijo una gran mentira.
íace
Pero si toinrunos las cosas desde un punto do vista un po~
-99~
-t
--"4.
--------- _-J:
Co mas elevado, encontraremos que la idea tiene mas pun-
tas de cierta que lo que pé;lrece.
I.
..
-103 -
t\)ras, y las casas tan tiesas y farma1e", como si nada 11U-
biera sucedido dentro de sus frias y mudas paredes. POl'
uua ironia de que me olvidé en el capítulo que consagré
i1 esa materia, las casas conservan por mucho tiempo el
nombre de algun sugcto que las fabricó ó habitó, cuando
.ya aquel individuo tiene por única morada un estrecho
¡lgujero en el panteón.
Propia ú arrendada, todo viviente tiene casa, salvo aque-
llos pocos felices que pasan la noche en los portales.
Felices, dije, y lo repito. ¡,Que dicha mayor que no tener
invel'tir10 un capital en un objeto cuya. existencia está á.
la merced de Pacaya, de Tccuamburro, ó de las corrien-
tes eléctricas, Ó de la Iuun , Ó del demonio? ¡,Que íelici-
dad hay comparable] á la de no verse obligado cí comprar
una parte de la ciudad, quodaudosc sin ella, como hacemos
todos los que habitamos casas de alquiler? Al menos en
los portales nada le cobran á UIlO, que yo sepa. De todos
los viv ieutes el que mejor entendió el negocio fué Matusa-
Ion, de quien cuentan que [amas quiso hacer ni arrendar
casa, pasando bajo los aleros de las agenas las trescientas
e no he de cuarenta y cuatro mil, seiscientas ochenta y cinco 110-
las calles, de chcs que corresponden; salvo yerro, á los novecientos se-
iportante en scnta y nueve o iios que estuvo sobre la tierra. Si ahora
unas líneas le diera á alguno la humorada de imitar á aquel patriar-
e ya presen- ca filósofo, se ve ria algo apurado, por la sencilla razón
enas de dife. de qlW apenas hay aleros; y ademas, ¿quién sabe si entra-
erios, ya fes- m á los dueños de casas la tentacion de cobrar alquiler
antes y trío por las cornizas, lo que no se dice haya hecho nadie con
del que em- Matusalent
sladar al pa~ El propietario yel inquilino son dos entes correlativos,
que se completan mutuamente. Supóngase que, como su-
entramos en ele sucede¡', las casas andan por las nubes, y que uno de
cuando nos tantos prójimos necesita con urgencia encoutrar una, por-
'<'1. tienen lu- que ya lo matan porque deje la que habita. Han pasa-
de nuestra do y repasado los cuarenta dias de la ley; ha recibido
elante de ochocientas, veintinueve veces el consabido recado "de que
m el corazon por fin, ¡,ctúil1do me desocupa?" El individuo ha ido y ve-
1 alma me- nido, subido y l.njado por la ciudad sin encontrar C11~a que
le convenga.¿-Pol' qué no vé Ud. la de [Don Policarpo
mis ratos Colrnillos'?-le Ilregllnta un mnigo.-Es buena, tiene mu-
e duran las cho buque y dándole una refrescada, porque es algo vi e-
os de fincas ja, quedad, muy decente.-El desespera{lo, 'que está en
familias en- ánimo de tornar aun cuaudo sea la casa de Satanás, corro
-- 104-
jo. ¡,Y qué encO
,í ver á D. Policarpo, y se entabla, despues del saludo
N.O 20 de la C!
de ordenanza, un diálogo del tenor siguiente:
dsudos trasverSI
-'-En efecto, mi amigo, la casa está desocupada, dice D.
mir, dejando al¡
Policarpo; pero vea Ud. que casualidad, acababan de venir
que comen Y be
. cuatro personas á solicitarla, cuando Ud. llegó. Una fué
Bn la casa N.o
l., viuda de Piojera: muy buena señora; pero aqui entre nos,
ne cortejo y el
creo que andan mal sus negocios, y por eso no me pe-
andante modemtl
ta. Despues vino un inglés, que la quiere para poner horel;
injurias Y maldi
paga mUJ bien: mil doscientos pesos le pedí, y no hizo
está conclllyenl
mala cara; pero dicen que las destruyen y no me decido.
consonante á l~
. La quiere tambien D. Próspero de la Olla, ese señor
zas de acabarl
que ha hecho caudal en poco tiempo sin saberse cómo; pc-
ja! Carlos y Ell
1'0, aunque ofrecía mejorar
pareció,
la postura del ingles, no me
porque dicen no se qué de fabricacion de clan-
están jura ndo I
togentésima sex~
destino, y yo no quiero gravar mi conciencia, ni irme al ,
re a una casa
infierno por cuenta de otro. El último que vino fué D.
nas se haya ni
.J uan de los Vástagos, que tiene catorce hijos varones, mas
pacienta D. O
traviesos qne Judas, y que habrian acabado con la casa en
ñado en ver ~
dos dias. En fin, si á Ud. le conviene, lo preferíré ,l,
todos esos postores, si me d,í dos mil pe80S de arrenda- bio lee _á la l~
genernClOues E
miento, siendo de Sil cuenta el cánon de agua, el impues-
c1uyeudo el mi!
to del alumbrado, las reparaciones y .....
Están bailandl
-M:UChflS gracias, señor de Colmillos, dice el solicitan-
duermen á picr~
t~, y se marcha ,í buscar otra casa con menos convenien-
marse la cocin
eras.
en paños men'
Ahi es ello. Un propietario no le arrienda la suya, por
y en suma ,la,
que sabe que el indivimduo es aficionado á conejos y
landa un pollo
esos animales destruyen las casas; otro se niega, porque
loco está trazr
tiene caballos; este le pide fiador ; aquel le exije que se le
permita practicar cada tres dias visita domiciliaria; uno sia, con los i'
de ftecu.as y me-
pide cinco años de alquiler adelantados; otro quiere con-
cribe un capit
::;e1'\'31' tres piezas ocupadas; hasta que aburrido el desdi-
ración, se ext
chado, vuelve á caer con Colmillos y firma una contrata
por diez años, pasando por todas las condiciones que le quedan en
jmpone aq uel cari be,
Pasando á otro género de consideracionE'f, á que se :)
prestan las casas, diré que nunca veo esa sucesion uni-
1'01'1110 de paredes que sustentan tejados, sin que mi ima-
ginacion se forje las varias y contradictorias escenas que
estarán veriflcandose detras do esas paredes y bajo de esos
tejados. Quisiera que un espíritu familiar, como el diablo
cojuelo que favoreció al estudiante D. Cleofas, levantara
los techos, para poder ver todo lo que pasa de tejas aba-
-105 -
jo. ¿Y qué en contraria? Faeil es figural'selo. En la casa
es del saludo N.o 20 de la calle tal, velan un cadáver. Los dolientes,
deudos trasversales, estaban can~ados y se fueron á dor-
pupada, dice D. mir dejando al difunto encomendado á veladores pagados,
baban de venir que' eO~1Cn y beben alegremente para espantar el sueño.
egó. Una fué En la casa N.? 21 altercado de dos esposos. Ella tie-
aqui entre nos, ne cortejo y el tiene celos. Comenzó la cuestion en un
eso no me pe- andante modemlo y acaba en un espantoso crescendo de
a poner hotel; injurias Y malJiciones. Casa N.o 22. Un poeta romántico
dí, y no hizo está conclllyendo una composicion y no puede encontrar
no me decido. consonante á lúgubre. Se ha comido tres uña,; y lleva tra-
lla, ese señor zas de acabar con las que le quedan. N. o 23. Feliz pare-
erse cómo; po- ja! Carlos y Elvira, modelos de amor Y de fi~eli~ad. Se
ingles, no me están jurando con"tal1~ eterna, por la milésima oc-
cion de clan- togentésima sexagésima segunda. vez. El se despide y cor-
.ia, ni irme al re á una casa donde lo aauarda Dña. Otra; y ella, ape-
e villa fué D. nas se haya marchado él, 1l~á,al balcon donde ya se im-
s varones, mas pacienta D. Otro. N. o 24. Está un marchante muy empe-
con la casa en
10 preferiré ií
ñado en ver si fabrica un peso falso. N. o 2? Un sa-
bio lee á la luz de un cabo de vela IIn estudIO sobre
s de arrenda- generaciones ospontaneas. N. o 26. Un devoto está con-
gua, el impues- duyendo el misterio de la coronacion de espinas. N. o .21.
Estan b"ilando. N. o 28. N.O se oye el menor ruido;
ce el solicitan- duermen á pierna suelta. N. o 29. Ha comenzando á que-
lOS convenieu- marse la cocina; dentro de poco habrá alboroto; lJ;ente
en paños menores, cántaros de agl1a, serenos, curtosos,
a la suya, por y en suma nada perdido. N. o 30. Jugadores. Estan pe-
~ conejos y laudo UD pollo. Pocns plumas quedan ya. ~. o 31. Un
ruega, porq 110 loco está trazando un plan para ir á conquistar la Pru-
exije que se le sia, con los indios de Santa Catarina Ixtagu>ican armados
iciliaria; uno de flechas y mecuerus. N. o 32. El autor de estas líneas es-
1'0 quiere con-
cribe un capítulo del LIBRO SIN NOJ',lBRE; le falta la inspi-
nido el desdi- racion, se extingue la luz y la imajinacion y los ojos se
una contrata
ndiciones que le quedan en tinieblas.
ionE'i á que se
1 sucesion uni-
o que mi ima-
-IS escenas que
y bajo de esos
omo el diablo
¡ofns, levantara
su de tejas aba- 14
po E; trasto tan insigni
Acomodarse e
sencilla y sin em
~i ponemoslo de
hacerlo? Encomi
sombrerarlo, y se
ú mas á la derec
brado. Si todas 1
..,
El soulbrel~O'
•. acomodadas en 1
en la parte interi
lestado que si \te
En
Atrave]
CREO haber dicho otra vez que nunca me cncncnrro so, rec:
tan solo, como cuando me hallo en medía do una nume- disfraz :
rosa reuuion de gente. A medida que avanzamos en el q\1e es
camino do' la vida, vamos dejando arras muchos de los -¿Q\
amigos y conocidos que nos han acompañado durante b taba u
jornada, viageros cansados á quienes la falta de fuerzas blernati
impide continuar la marcha. .Pron to llcgunros, pues, ri ver- -1
nos rodeados de gente nueva y venimos á ser casi ex- miga. ·c
tro ngcros en nuestro propio país. Pero extrangcria y aisla- ccn.
miento 30n dos palabras poco menos que ainónimas en El
todas partes. jillas to
Alguno dirá que eso es muy triste; pero yo contes- mí, y 1",
taré que no me parece tanto. Al contrario, la soledad vanidad
es una fuente do goces intimos para algunas tJmas, que labra,
lOC complacen en encontrar dentro de si mismas lo que heridas
tal vez buscarían en vauo fuera del estrecho circulo de- --1
su individualidad. malferi:
sa. Allí
n. -l
que ha.
Hace pocas noches estaba yo en el teatro, viendo pasar sa. Pre
-117 -
caras que no conozco, pertenecientes á individuos que de
seguro tampoco me conocen á mi. Acababa de caer el
telon y comenzaba el entreacto. Las personas de mí sexo
desamparaban las lunetas; y las del otro, á quien no lla-
mo bello por no dirijirlo uua galanteria muy vieja y muy
usada, so levantaban también, haciendo con las sillas un
ruido sordo y discordante, que contrastaba desagradable-
mente con la arrnonia de los violines y clarinetes de la
orquesta. Mientras los utileros y tramoyistas cambiaban
la decoracion, y en tanto que los actores varinban de tra-
ges y do ea ras, ni mas ni menos como se usa en la vida
real, segun lo cxijen las circunstancias. tuve la teutucion
de salir por un breve rato de mí aislamiento voluntario
y de ir á recorrer un poco los corredores. Tal vez, me
(lije, tnmbie n habrá allí comedia, aunque no la anuncie el
programa .Y será un aditamento al espectáculo, que dis.
frutaré gratis.
III.
En efecto; los corredores estaban llenos de gente.
Atravesé, no sin trabajo, los grupo,:; que obstruian el pa-
me cncncn rrúl so, recogiendo las palabras que oi á aq ucllos actores sin
de una nume- disfraz y qlle ejecutaban la pieza sin saberlo ellos mismos,
anzamos en e ~ que es lo mas curioso.
nchos do los -iQue tal? ¿Le ha gustado á V., Carmencita", pregun-
ldo durante la taba un jóven acicalado y elegante, á una belleza pro-
Ita de fuerzas blemática qne cubriu su mala dentadura con el abanico.
'''' pues, :i ver- -No mucho, contestaba la interrogada. Soy ene-
ser casi ex- miga del verso ... y tampoco me gustan los que los ha-
wgcria y aisla- cen.
! eiuoniruas en El desdichado me hizo ver sucesivamonte en'sus me-
jillas todos los matices del arco iris. Es poeta, dije entro
poro yo contcs- mí, y la flecha ha ido derecha al coruzou. He ahí una
ha; la soledad vanidad que ha quedado malparada con solo una pa-
pas ¡.1mas, que ~ab:a, dic&'1. tal vez .si!1 intencion. Esa~ son las peores
hismas lo que heridas que puede recibir una al lila apasionada.
:110 circulo do- --Pero es, objetó otro caballero que acompañaba al
malferido, que la pieza que acabamos de- ver esta en pro-
sa. Allí no hay verso ninguno.
-Eso quiere decir, replicó la] de los malos dientes,
que hay orejas que no distinguen bien el verso de la, pro-
viendo pasar sa. Pregunte Y. á D. Leonardo, (eso es la. víctima) si 1:3
-118-
verso ó prosa; él debe saberlo, pues es medio poeta. Los
Esto acabó d0 remachar el clavo al desventurado liotro rosi
al urnno de las musas, que se marchó sin decidir si el Pro- frazados
verbio de Oamprodon "Asirse de un cabello" está en ver- rigos y i
so ó en prosa. Ahora, ¿quieren saber mis amables lecto- eJe dar ni
ras por qué estuvo tan inhumana aquella jóven con el rotos en
poeta elegante y enamorado? Ah! por una falta muy ;.que sé
ligera. El desventurado habia tenido la distracción in- convcrtii
disculpable de alabar, el dia anterior, en presencia de duo per]
Dña. Oarmencita, la hermosa dentadura de una de sus llo oyó (:'j
mas íntimas amigas! do la call
-¡
IV. jo es dai
La
-¿Pues qué? decia malhumorada otra jóven en un gru- .¡
mas que
})o qne atravesé en seguida; ¿no te he visto durante todo el -L
acto dirijir constantemente los gemelos al palco que está nesto) e
encima del mio, al que.ocupa ella? arriba a
El interpelado. sorpre~dido en flagrante delito de Repúblic
Iiacer fuego graneado de miradas al palco de la otra, no -Bie
tuvo mas arbitrio que apearse por las orejas y contestó Guillerr
muy sério: Adelante;
-Ahí verás lo que es tener uno mala punteria. Soy Un
como todos los cazadores torpes, que siempre ponen la fetales y
bala dos varas 6 tres sobre la pieza. Apunté á tu palco cutian so
y dí en el de arriba. cibir lhl
U na lágrima humedeció los ojos garzos de la pobre Allí un
pleea, que comprendió algo tarde que no era mala aquella nadas de
á quien en hora menguada habia entregado su corazon, vecino a
Un poco mas allá, en un grupo de caballeros se con- 1'0; todo'
tabau estupendas noticias de ladrones. Detuveme un mo- da de·
mento y oi contar seis lances eJe personas asaltadas en la que por fa
calle y diez de casas escaladas de media noche en ade-
lante.
--Yo, decia D. Pacífico, salgo ya bien armado. Espa.
ela, revolver, puñal y fusil de aguja. Me
-Pues yo, replicó D. Pablo Conejos, encuentro qne ros comu
el arsenal de D. Pacífico no basta á precaver el ries- de segun
go y por el último vapor he pedido á Europa uua ametra- que me d
lladora, con la que pienso salir siempre que yaya á mi tades de
tertulia. caba un
-Bien hecho, dijo D. Tornas Niporesas; iPero hay aquel! a mi
tales ladrones? Hasta ahora no he dado yo con uno solo. de baile;
-119 -'
io poeta. Los del grupo contestaron en coro citando lances
sventurado horrorosos ocurridos en las últimas noches. Hombres dis-
si el Pro- frazados de mugcrcs; illugeres vestidas de serenos, clé-
istá en ver- rigos y soldados apócrifos, serenatistas quo con pretcsto
jled lecto- de dar música fueron á buscar aquello con que se paga; albo-
ven con el rotos en las casas, carreras, registros, gri tos, desmayos,
falta muy ¿,q ue sé yO?.t"- creer á aq ucllos sugetos, la ci udad se ha.
raccion in- convertido on la cueva del capitán Rolando. Un indivi-
esencia de duo perteneciente á la policía; que formaba parte dol corri-
na de sus llo oyó t:'1 dialogo y dirijiondose á D. Tomas, dijo movien-
do la cabeza con misterio:
-¡Ladrone", ladrones! Que los hay, los hay; el traba-
jo es dar con ellos.
La obse r vacion me pareció profunda, y no teniendo
en un 0'l'U- .
o mas que oir sobre 01 particular, seg ui mi peregrinacion.
ntc todo el -Lo verán UU" decía un hombro de Estado .... (ho-
I qne está nesto) en otro grupo. La Emopa va á ser removida de
arri bu abajo y todas las naciones van á convertirse cu
delito de Repúblicas; hasta la Suiza,
la otra. no - Bien, e1ije para mi, no sabia yo que la patria de
y contestó
Gnillermo Tell está regida por un gobierno mouarquico,
Adelante,
teria. Soy Un poco mas allá. hablaban del temporal y de los ca-
ponen la fetales y de los almacenes de grana. En otro grupo dis-
tu palco
cutian sobre la ópera y el drama, que segun pude per-
cibir llamaba un literato dranma y un boticario dracma,
e la pobre Allí un corro de damas discutia sobre los trajes y poi-
11a aquella nadas de las del palco vecino; mas allá- las del palco
l corazon. vecino auatomizaban los peinados y tragos de las del COl'
~s se con- 1'0; todo en medio de una espesa nube de humo, cargn,
pe un 1110- da de ponzoñosas y acres moléculas de nicotina, aun,
lndas en la que por fortuna en dosis inifintesimales.
e en ade-
do. Espa-
v.
Me di 'ijí á mi localidad, cansado ya de oir luga-
entro que
res comunes; mas al pasar delante de uno de los palcos
r el ríes-
de segunda fila, una fuerza superior á mi voluntad hizo
la ametra-
que me detuviera, suspensas momentáneamente las facul-
~'aya á mi tades de mi alma. Sobre la cortina escarlata se desta-
caba un rostro pálido, coronado de cabellos negros. E 1'[1
era hay aquella misma que vi atravesar los grupos en una noche
, no solo.
de baile; serena, altiva y magestuosa, como la creaciou
-120-
fascinadora de la fantasia del poeta. iEra Beatriz, Laura,
Bleonora'? No sé. Lo habría sido seguramente para el
Dante, el Petrarca, ó el 'I'asso, Para mi no tiene nombre.
Allí estaba; contemplativa y meditabunda, aspirando dis-
traída el perfume de un ramillete de violetas. 'I'an
rara y tan hermosa como la otra noche; tan fria y tan
.indíferente como siempre. '
VI.
Un agudo campanillazo fué á sacarme del arrobamien_
to. La misteriosa aparicion se perdió entre los grupos, y
yo fuí á confundirme entre los espectadores. Había Con-
cluido el entreacto.
-1
,
~
J
Beatriz, Lama,
amante para el
la tiene nombre.
"aspirando dis.
violetas. Tan
tan fria y tan
del arrobamien,
e' los grupos, y
res. Había con-