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HIPRE.NTA DE LA. PAZ: C. DE GU_ADA..LUPE,
J,'RENTE AL NúU. 4.

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Introito, prospecto, ó p."ólogo.

muchos dias que algunas personas de esas ri


quienes les gusta divertirse á costa agena, tienen la ama-
bilidad, (perdóneme el idioma de Cervantes) de reconve-
nirme porque, segun dicen, ya no escribo nada. Me he
disculpado como he podido, callandome el motivo verda-
. clero del silencio que he guardado; y que por cierto es
lo único que he podido guardar de algun tiempo á esta
parte.
Quebrantando el segundo de los mandamientos de la
ley de Dios, (y [esos fueran todos mis pecadosl) había
)'0 jurado no volver á emborronar papel; pero como no
hay agua. bendita contra ciertas tentaciones, cá tate que
sin saber como ni de que manera, me encuentro otra
vez cogido en la de escribir un libro nuevo. De qué
va á tratar, cómo se llenarán 200 Ó 300 páginas de que
constará, cuando, despues de haber salido á luz por par-
tes, se eche á rodar en forma de volumen, he aqui 10 que.
no sé bieñ todavia, Y ¿que importa? ¡Gran dificultad
para escribir el no tener de qué! ¿No hay muchos ri-
cos que no tienen sobre qué caerse muertos; muchos
sabios que 110 saben jota; muchos valientes que son en rea-
lidad la hembra del hombre de PIaton? ¿Que mucho,
pues, que yo escriba y publique un libro que no trate.
de nada?
-4-
No está el busilis de componer un libro en tener que tr
asunto que tratar; el toque del negocio está en el nora- i!ltcn
bre que se ha de dar ,í la obrilla. Discurra U. alguno obliga
que le venga de perlas; que llame la atencion por lo so- los do
1101'0, por lo nuevo ó. por lo estrafalario, y está hecha la y pue'
fortuna del folleto. aun ve
Por eso me he desvelado pensando y repensando que mOTíste
nombre daría á lo que pienso escribir, y por mas que tí- de nid
raba yo del lugar en donde tuve los cabellos, no me ve- e~crit.d
nia una inspiracion de esas que lo dejnn á uno satisfecho. el refr
Despues de mucho cavilar; despues de haber deshecha- mucho'
do mas de cincuenta nombres, por vulgares 11ll0S, por in- un al.
adecuados otros; resolvi que mi libro no Stl llame de nin-
gun modo, y esto me ha sacado el pié del cieno. ¿Que:
necesidad. hay, me dijo, de que tenga nombre? Ninguna,
á la verdad. Anónimas viven y crecen ciertas compa-
ñías, á quienes maldita la falta que les hace el nombre
para medrar y dar y repartir muy regulares dividendos. ¿POI·
qué 110 ha de haber tambien un libro anónimo, aunque
no medre ni dé nada?
y bien reflexionado el CASO, no seria poca la venta-
ja de no llamarse uno de ningun modo .• Ya quisiera yey
ver, si mi individuo no tuviera un nombre que solo. á él
te corresponde, corno harían los prójimos para hacerme
sufrir' todas sus flaquezas. Como sé compondrían para
murmurar de mi en las tertulias, para demandarme ante:
los tribunales, para oalumniarme en Tos periódicos, para in-
cluirme. en las once· mil listas que circulan al año, de cono.
tribuyeutes para las once. mil necesidades que brotan ca-
da día en este mundo, que' si DO es enteramente bueno,
al menos puede decir al que se queje, que vea si él pue-
de hacer otro mejor,
Si yo no tuviera nombre, ya. veríamos las perífmsis,
las metáforas y los circunloquios á que habían de recur-
rir para. dirijirme una carta y el trabajo en que' ten-
drian qne ponerse para levantarrne aTgun. falso testímo-
nio, Item mas; no pudiendo recibir- fe1icitacione~ el dia de
mi santo, tampoco estaba obligado á dar dias á alma naci-
da; con algun ahorrillo de tarjetas y otras cosas de: mas
sustancia.
Por todo 10 expuesto. y -por lo. que queda sin ex-
poner, que es lo mejor, resolví que eso que voy á escri-
bir no tenga nombre. N o sabiendo yo mismo) todavia de.
'1

-5-
'0 en tener que tratará, ni si saldrá cada semana regularmente, 6 con
en el norn- interrupciones masó menos largas, claro es que no puedo
U. alzuno obligarme á nada. El LIBRO SIN NOMBREpuede completar
por lo so- loa dos ó tres centenares de páginas q ue le tengo recetadas,
tá hecha la y puede quedarse por 1:1 mitad ó por l~ t~rcera p,arte; y
aun venir á realizar aquello de i Oh tú 171jel2z qtle sm nacer
ensaudo que moriste, y en tonces agregará á la ventaja de no llamarse
mas que ti- de ningun modo, la de ser un libro que no tenga nada
,no me ve- escrito. "La mejor palabra es la que no sefhabla," dice
sa tisfecho. el refran ; y basta de prólogo, prospecto ó introito, que es
r deshecha- mucho disertar sobre una cosa que no existe: el nombre de
nos, .por in- u 11 anúnimo.
ame de nin.
cieno, ¿Que
e1 Ninguna,
tas compa-
, el nombre
en dos. ¿POI'
imo, aunque-

ea la venta-
q uisiera s»
e solo á él
ra hacerme
drian para
darme ante-
para in-
'OS,
ño, de con-
brotan ca-
nte bueno,
si él pue-

3 perífrasis,
de recur-
que ten-
so. testímo-
. el dia de
alma naci-
sas de mas

da sin ex-'
~oy á eseri-
todavia de>
sabios
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vista;
está el
Los temblores. vá , coa .1:l
el para
remedi
p

Dos cosas se necesitan


haya terremotos:
índispensablemente
prímero, tierra; y segundo, movimiento,
para que
blader
de iufh
sus tr
Xo es preciso ser ningun Pedro Grullo para dcacubrir remoto
. I
esas verdades, compañeras de aquella otra de que "la ma- tiempo.
no cerrada se llama puño." ¿Pero bastan la tierra y el se bu:
movimiento para que haya terremoto? So necesita alga mages
mas; ¿y que es ose algo? He allí lo que todavia no. sabe te del
bien ó no ha querida docir ninguno de 108 muchos que que s
pierden 81\ tiempo en eSRS bagatelas que llaman ciencias Si
exactas. Los infelices de los volcanes han cargado por mu- cuamb
(:110. tiempo. con (:'1 arpa y se les ha acusado de ser los han s
únicos autores de esas travesurillas que de vez en cuando deplor
echan aunjo las poblaciones, poniendo á los hombres en el inento~
trabajo de roedificarlas ó de largarse con los escombros pado
,L otra parte. Los volcanes han aguantado el fallo, sin de- eu es~
cir esta boca es mia, á pesar de tenerla y no muy estrecha diendd
que digamos. Se les ha condenado sin oirlosln.1o cual no puede
es á ellos solos á quienes les haya sucedido; y""Viendo que las di
los terremotos suelen presentar fenómenos semejantes á los cente
de las erupciones volcánicas, se concluyó que temblor y que d
volcan por ahí se van. culp~
Despues de mucho tiempo, y casi pasada en autoridad se Ya~
de cosa juzgada la sentencia que declaró á los volcanes vea C<J
reos de ciudadicidios premeditados, seguros y alevosos, 10$
-7-
sabios comenzaron á caer de su burro, y viendo que hay
temblores donde no hay volcanes, admitieron á estos po-
bres la excepeion de la coartada y buscaron otro á quien
echarle el muerto. Parece que las sospechas mas vehc-
mer.tes han recaido últimamente, ya sobre la luna, por la
influencia que ejerce en el oceauo de materias hetero-
geneas que bulle en el contra del globo que habitamos;
)'a sobro las corrientes eléctricas que cireundan.Ia tierra.
En cuanto á mi, lo unico que digo es que me alegraré en
el alma de que al fin re sulte que son las tales corrientes
la unica fans et origo mali. Esto no es porque ande yo
mal prevenido con las reos, á quienes no conozco ni de
vista; sino porque se me figura que si en la electricidad
está el daño, el dia menos pensado 1111 sábio de tantos
va, coge y descubre un para-temblores, como inventó otro
el para-rayo, y ya no quedad, un terremoto ni para. un
remedio.
Pero entre tanto que se inventa el tal iiliche, la tem-
bladera sigue de firme, y. la generalidad, que no entiende
nte para que de influencias de la luna, ni de electricidad, esta- muy en
, movimiento. sus trece respecto á achacar á los volcanes cualquier ter-
paradoscuLril' remoto que no sea de los que anuncian el cambio del
aeqne "la ma- tiempo. Especialmente cuando son frecuentes y fuertes,
la tierra y el se busca algun conoerguido de tantos que se levantan
necesita algo magestuosos en nuestras cordilleras, y si está poco distan-
lavia no sabe te del lugar de la catástrofe, eso basta y sobra para
s muchos que que se le declare culpable.
aman ciencias Siguiendo esa piadosa costumbre, se ha acusado á Te-
rgado por mu- cuamburro, (¡que nombre tan feo!) de los temblores que se
lo de ser los han sentido en dias pasados y que han causado estragos
vez en cuando deplorables en varias poblaciones y fincas de los departa-
ombres en 01 mentos de Santa Rosa y Jutiapa. Creo que el inculpa-
los escom bros pado podria decir, si se le oyera, que tambien ha temblado
el fallo, sin de- en estos mismos dias en Oaxaca y en Méjico, y que no pu-
muy estrecha diendo en conciencia atribuirsele tales fenómenos, bien
[os, Ío cual no puede no ser autor de los de por acá. ¿Pero quien oye
y"viendo que las disculpl de un volcán? A creerlos, todos son mas ino-
mcjantes á los centes que el cerro del Carmen; y así queda declarado
que temblor y que de las ruinas habidas y por haber en 1870, tiene la
culpa Tecuamburro; y si esa sentencia DO le acomoda, que
la en autoridad se "Vaya á la punta de un volcán, como dice el dicho, y
los volcanes vea corno se compone para verificar lo,
, alevosos, los U n terremoto, haciendo abstracción de las desgracias
-8-
que ocasiona regularmente, es un fenómeno que como todos
sa, siguen
los de la naturaleza, tiene mucho de grandioso. La tierra,
riesgo en q'
sacudida violentamente, se ajita y se estremece como una.
corrieron .1
convulsionaría. Ya sea el movimiento oscilatorio, ya de
Al E;igq
trepidacion, si se prolonga unos cuantos segundos, . basta
tiendo movl
para que se desplomen las cumbres de los cerros, para
Cada uno
que los árboles sacudan sus pobladas cabelleras, para que
pues segun
las rocas mismas se derrumben con estruendo. En las
sima para
ciudades los edificios caen ó bambolean como ebrios, se
remotos so
desparrama el agua de las fuentes y el alegre repique
tricas. Asi,1
de las campanas que se agitan en las torres, y los tétri-
bien, es en'
cos ahullidos de los perros acompañan horriblemente los
blor. ¡Lá,;ti"
alaridos y lamentos de millares de criaturas humanas, que I
cargue de e
tiemblan por sus vidas,-.8-por las de seres queridos, ó
libro en qJ
que deploran la destrucción de sus hogares. Todo es con-
todos .Ios .~
fusion, todo es desorden; y muchas veces la tierra, ras-
cuando COIll
gando sn seno, deja escapar gases, llamas, torrentes de
año. Y se
agua y ~'eno y piedras calcinadas como las que arroja un
trascenden
volcan e erupcion. -
UIlO c1escui
El ~ ectá~e una ciudad destruida por un ter-
temblor, al
remoto, debe ser espantoso momentos despues de la ca- El t!:)rr
tástrofe. Pero echemos un velo á escenas tan aflicti vas, y
telégrqfos h
digamos algo sobre los temblores que, sin destruir las po-
dro de cos
blaciones, no hacen mas que asustar ;Í. los moradores.
actividad.
Por mas que un temblor de tierra sea un fenómeno
y que no ~
que se presenta frecuentemente en nuestros paises, no
co no se
hemos llegado todavía á familiarizamos con él lo suficien-
tro, que se
te, para considerado como muchos otros de los que
tigua en qli
vemos á menudo. Si es un poco fuerte, si se prolonga por en pié, ni
dos Ó tres segundos, raros son los individuos que no cor-
sintió que
ren azorados á los patíos, calles, ó plazas, pues en esos ca-
8e y -pudo
sos quisiera uno no ver sobre su cabeza mas que el azu-
materia pa~
lado dosel del firmamento y en su derredor los despeja-
el octavo m
dos horizontes. Si es de noche, es de verse la rebujina
timo se han'
y la baruhunda que se arma en las familias. Aquel lan-
hablar de
zarse las jentes á corredores y patios, en trajes que la
pite la to
honestidad no consiente exhibir ni aun á los "inas próxi-
mos deudos; aquel correr de I1n lado á otro, no encon- Jl VI.S.o·l
, ta notICIa O
trándose uno seguro en parte alguna; aquel entonar el
Santo Dios, en voces á que el pánico da cierto carácter rió el me
peculiar do aflicción sombria, que no imitaría facilmen- rá una bue
te el mas hábil cantante de la ópera. y luego, pasado el bre, si es lé
temblor, y cuando se vé que mas fué susto que otra co-
-9-
que como todos sa, siguen los oomentarios y el ponderar cada uno H
ioso. La tierra, riesgo en que se vió, que de sezuro fué mavor que el que
mece como una corrieron los demas. o •
ilatorio, ya de Al siguiente dia las personas nerviosas continúan sin-
:egundos, . basta tiendo movimientos, y nadie habla mas que del temblor.
lS cerros, para Cada. uno cuenta lo que estaba haciendo cuando. tembló' ,
eras, para que . .'
pues segun parece, esta es una circunstancia importanti-
·uendo. En las sima para resolver el problema de si la causa de los ter-
omo ebrios, se remotos son los volcanes, ó la luna, ó las corrientes eléc-
alegre repique tricas. Asi, lo primero que cada cual procura establecer
res, y los tétri- bien, es en qué actitud, en qué ocupacion lo cojió el tem-
riblcmento ]08
blor. ¡Lá,;ti1l1a que no haya entre nosotros quien se en-
3 humanas, que cargue de consignar esos datos utilísimos, llevando un gran
es queridos, ó libro en que consten por órden alfabético los nombres de
Todo es con- todos .Ios vecinos de la población y lo que cada uno hacia
la tierra, ras- cuando comenzó á temblar el dia tantos de tal mes y
, torren tes de año. Y se .conoce que tal.es hechos deben ser de gran
! que arroja un
trascendencia en la materia, pues he observado que si
uno descuida el referir lo que estaba haciendo cuando el
por un ter- temblor, al momento hay quien se lo pregunte.
ues de la ea- El temblor ofrece también ocasión oportuna á los
\O aflicti vas, y telégrafos humanos, á aquellos de quienes hablé en un cua-
estruir las po- dro. de costumbres, para ponerse en juego y maniobrar con
moradores. actividad. Un telegrofo asegura que vió caer la catedral.
un fenómeno y que no ha quedado piedra sobre piedra; otro por po-
s paises, no co no se encontró sepultado bajo los escombros del tea-
él lo suficien- tro, que se ha venido abajo; este recibió carta de la An-
, de los que tigua en que le dicen que el temblor no ha dejado nada
prolonga por en pié, ni las pencas de nopal; aquel vió abrirse la tierra,
s que no cor- sintió que se lo tragaba; pero por fortuna volvió á abrir-
s en esos ea- 8e y pudo salir sano y salvo. En fin, el temblor presta.
s que el azu- materia para tres dias de quebrantar á troche y mocho
r los despeja- e} octavo mandamiento de la ley de Dios; y cuando por ül-
e la rebujina timo se han cansado y·agotado la materia, nadie vuelve cí.
. Aquel lan- hablar de temblores, hasta que se siente otro, y se re-
~rats qlle la pite la ton da, con interesante y deliciosa uniformidad.
ps 'mas próxi-
1'0, no encon-
fiVISO.-El lector que quiera enviar á esta impren-
1 entonar el ta noticia cierta de lo que estaba haciendo cuando ocnr-
f,rto carácter rió el memorable temblor del 29 de Julio de 1773, recibi-
~'ia facilmen- rá una buena gratificacion; y ademas se reservara su nom-
,0, pasado el bre, si es lectora.
que otra co- --
p ~ rar u
nifieaú
quce
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• globol
fin d~
edifici
• ¿I
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deseo
ore q
(le se
las p
galva
La loteria. haya
pesos
y vu

EL domingo próximo pasado se verificó el trigésimo


primer sorteo de la loteria de la Sociedad Económica, En
," el' m
las ilr
cion
nuestra vida monótona y escasa de novedades, un sorteo juego,
de la loteria es un acontecimiento. Por uno ó dos dias, do en
da que hablar tanto casi como un temblor de tierra, co- ranza,
mo un casamiento clandestino, como un peinado nuevo, ¿j
ó como la caida de algun sugeto notable en un hoyo de ley n~
cañeria. El sorteo hace que tres mil seiscientas personas proba'
esperen algo, y ese algo es el premio grande, mil pesos. Ull pd
Si se considera que los billetes están divididos en cuatro ,i. la I

partes, que muchos se venden por fracciones y que no ~l'mu


faltan quienes los subdividan aun, cornprándolos en com- da qu
pañia, se comprenderá que me he quedado corto al fijar salga
en 3,600 el número de los que esperan cada domingo el ot
último del mes. Porque ¿quien es el que compra un bi- que e
llete de la lotería y no siente allá en el fOl1c!.)del alma
un rumorcito imperceptible casi· que le dice: "á tu nú-
mero le va á caer el premio mayor?" Nadie confiesa que
~~
cuand
oye esa voz secreta; al contrario, apenas he visto persona lados.
que cuando compra billetes de la lotería no diga que va está e
á tirar tantos pesos, que tiene muy mala suerte, que ja- en s
que et
.. mas se ha sacado nada &c. Pero como hasta ahora no
surdo,
he visto ,yo que salga alguno real y verdaderamente .á ti-
-11-
rar un peso á la calle, y como veo que el gasto mas insig-
nificante que se haga tiene siempre algun objeto, infiero
que esos ocho realejos que se cambian por un billete, van
encargados de pescar ciertos mil pesos, que bullen, que
van y vienen arriba y abajo y que se zarandean en un
• globo de madera que agita una cigüeña, cada domingo de
, fin de mes, de las doce de la mañana en adelante, en el
edificio de la Sociedad.
¿€ual s~i'á la causa verdadera de ese atractivo mis-
ferioso que tiene para la generalidad de los hombres
el juego de azar? ¿Es la emocion con que se aguarda lo
desconocido, ó la ganancia fácil, ó el amor propio delhom,
bre que se complace en decir "soy muy derecho'?" Todo pue-
de ser. No hay duda que el juego pone en movimiento
las pasiones, triunfa de la debilidad fisica y es capaz de
galvanizar un cadáver moral. Poned á un moribundo que
haya sido aficionado al juego delante de una rtaJega de
pesos y -unas cartas, veréis como saca fuerzas de flaqueza
y vuelve por última vez en su vida á procurar agarrar
." el' mechon á la fortuna. Ved al hombre mas insensible á
el trigési mo las ilusiones del amor, a los afectos de familia, á la ambi-
ponómica. En cion política, á la gloria, sentado junto á una mesa de
les, un sorteo juego, poner todas sus potencias sobre una sota, sintien-
~ ó dos dius, do en el corazón un infierno de temor, de duda, de espe-
de tierra, co- ranza, de impaciente anhelo.
inado nuevo, ¿Y qué es la lotería sino un juego de suerte que la
un hoyo de ley no ha prohibido aun y que las costumbres no han re-
ítas personas probada todavía? El que entra en un garito y apunta
' mil pesos. un peso al dos de copas, ¿en qué se diferencia del que va
os en cuatro <Í. la Sociedad y compra un billete de la loteria? En la
.es y que no forma unicamente. Uno y otrojuegan al aza1'; el uno aguar-
~olas en COI11- da que del haz de cartas que el montera tiene en la mano
lorto al fijar salga un dos de bastos, para recojer un montan de oro j
~da domingo el otro espera que la urna aleatoria arroje el número
Impra un bi- que corresponde al billete que él tiene, para ir á cobrar
l~ del alma su premio. T 11 embarga, la ley de 12 de Agosto de 1840
b: "á tu nú- parece excluir á las loterías de los juegos prohibidos, y
confiesa que cuando el lejislador excluye, no debemos incluir los lejis-·
visto persona lados. Las leyes son como los sistemas curativos; el que
diga q~e va está en boga es el único verdadero, y es necesario creer
erte, que ja- en su infalibilidad, hasta que se encuentra otro mejor
ta ahora 1'10 que entonces ya puede decirse que el antiguo era un ab-
unente .á ti- surdo.
..:.. 12 ~

El acto de un sorteo de la lotería es un triste es- -'-¿


pectáculo. En cl patio de la Sociedad, pendiente el oido -1
de la voz que anuncia los números y los premios, fija la El
mirada en la pizarra donde se van escribiendo, unos cuan- ta de '
tos centenares de individuos esperan la senteucia que
ha de salir de los intestmos de ese globo que lleva ('11 do una
su seno la fortunn de unas cuantas familias, ¡La fortuna! -1
y se trata de premios el mayor de los cuales es de mi 1 muger,
pesos! Si, la fortuna de unas cuantas furnilias.
-¿Se sonrie U., respetabilisimo rentista, á cuya caja
de hierro entran todos los años, mal contados, diez y seis se desp;
mil duros que le dejan sus «cciones del aguardiente? Pues
tenga U. la bondad, mi venerado patron, de tornar su tista,
sombrero y Sll paraguas y vamos á hacer un paseito allá. liquida
tras de los muro" de la Recoleccion. do que
Así hablé á un nmigo mío, hará cosa de dos años. "e enfe
Tuvo la condescendencia de acompañarme y nos diriji-, . ro~, h:
mas á una que se llama casa, solo porque el decoro no
permite llamar rancho á .níngun edificio de esta que aun
conserva los humos de noble ciudad de GuatemalCl. Lle-
gamos; no 'hubo que llamar á la puerta, pues siempre estri
Vea
como y
u1
abierta la del pobre. En la pieza que servia de sala, al zó á
coba, comedor, taller &c, encontramos á una muger corno sacó el
de treinta y cinco años, pálida y consumida, mas por los 1:0 viag
trabajos que por la edad. Estaba sentada en el suelo so-
bre un petate tul, que l}OI el dia servia de divnn y por
la noche formaba con otros dos, la cama de la familia. 805, m: l
Pendiente del pecho y atado con una sábana, á fin de que Lo
no le impidiese el uso de ambas manos, tenia la madre un ese rel~
niño endeble y raquítico, eslnbon que en la cadena de los dad, an
mamíferos une inmediatamente al hombre con el mico, Clan- M~
do lugar á que se dude.si aquel viviente es micoú hora-
bre. Los demas hijos, en número de siete, el mayor- de
los cuales podria tener diez años, rodaban medio desnu-
D:;~
uno y
~
dos á poca distancia .de la madre, que los vigilaba sin ({ue lo
desatender su ocupación. Un gran tol lleno de , tabaco pi- Po
cado y unos mazos de tlobladores abrillantados'a fuerza de tea, Q
piedra, indicaban qua aquella pobre muger era una cigar- quella
remo Dejé la palabra á mi compañero, mucho mas ver- eJllOci(j~
sado que yo en cosas de cuenta y razón, y tomé nota. han de!
del siguiente diálogo: pesos, y
-:¿ Cuantos manojos de cigarros hace U. al dia?' muestre
-De treinta á treinta )' dos, lo mas. le rega
-13-
un triste es- -¿A. como se los pagan?
iente el oido - A tres por un real.
nimios, fija la El capitalista hizo mentalmente una sencilla cuen-
0, unos cuan- ta de proporcion y dijo:. . . .
enteucia que --De diez á diez y medio reales diarios, desprecian-
que lleva 1'11 do una fraccíon insignificante. ¿Y el material cuanto vale?
. [La fortuna! -Para treinta ó treinta y dos manojos, contestó 1a;
IE'S es de mi 1 muger, se necesita cerca de una libra de tabaco.
s. -Es decir, unos dos reales.
, á cuya caja --E.o es; y una tarea de dobladores, qu~ con lo que
os, diez v seis se desperd icia )' la olujada, p~ed~ valer otros .?os.
rrlie . ? 'Pue,; -Tenemos cuatro reales diarios de costo, dIJO el ren-
de tornar su t.ista, que deducidos del producto, dejan una gana~cia
un paseito allá liq u ida de seis á seis y medio reales. Eso es supomen-
do que se vendan siempre los treinta manojos, que U. no
de dos años, se enferme &c. Y con esos seis reales, no siempre segu-
y nos di riji-, ros, ha de vivir una familia de - nueve personas!
el decoro no -¿No ha entrado U., pregunté yo, en la loteria?
esta que aun -iY corno señor? contestó la muger. Ojalá pudiera!
uatemala, Lle- Vea U. á mi comadre la de enfrente, que era tan pobre-
siempre está como yo; se sacó quinientos pesos y. ya tiene tienda~' cal-
ia de sala, al zó á su hij», Mi cuñado el zapatero de la esquina se
muger corno sacó el premio grande, puso mesa en el portal y ya hi-
, mas por los- zo viage á Esquipulns.
el suelo so- -i y si V. se sacara ese premio grande? ..•
divnn y por -Ah señor! me ,01 vía loca del gusta. Con mil pe- _
e la familia, S05, ipam qué queria yo mas? .
1, á fin de que Los ojos de la pobre muger brillaban iluminados poi'
la madre un ese relámpago de alegria que despide la idea de la felici-
cadena de los dad, aun cuando sea solo imaginaria.
el mico, dan- Mi amigo el de las acciones hizo la buena de echar
mico Ú horn- mano al bolsillo, sacó una cartera, y de un lío de bi-
el mayor de lletes del la.' loteria que iba á jugarse á fin del mea, tomó
medio desnu- uno y lo puso, sin decir palabra, en manos de la infeliz,
vigilaba sin q-ue lo ve ia muda de asombro.
d~ tabaco pi- Pocos ias despues se habia verificado ya el sor-
os "á fuerza de teo. Quise Ir á' ver si la suerte había favorecido á n-
era una cigar- quella pobre familia. Encontré á la buena mugcr llena de
ucho mas ver- emocion, luchando entre el temor y la esperanza. Acaba-
y tomé. nota. ban de decide que el número 61 estaba premiado COIl mil
pesos, y habiendo mostrado á un vecino suyo, antiguo
. aldia? maestro de escuela de no sé que pueblo, el billete que
le reg~ló mi amigo el capitalista, el ex-maestro, dcspues
- ]4-
do haber dado mil vueltas al papel, habia declarado que verdades
era el mismisimo que rezaba como premiado en la lista \"crund1
impresa. Un hijo del tal vecino acababa de ir á co- frase tan
brar el premio. F,ícil es figurarse la iuquierud.de la po- balen de e
bre muger, á quien la sola idea de aquella inesperada l\lien
opulencia, estaba, como lo habia anunciado, á punto do vol- 'no'unuo
•J 1:>
verla loca. Cien proyectos diferentes habían cruzado ya ciencia, q
por su imaginacion respecto al empleo de aquella rique- cantes no
za, cuando apareció el híjo del maestro. Venia cabizba- du~ bille
jo y con cara de desengaño. Traía en la mano un papel: ma que
el billete devuelto. Se lo arrebaté para ver el número: salido pr
[ay! era el 19, que el bueno del pedagogo, en su ig no , ,De seña

1 ancia, había tomado por 61! Senti mas qne nunca en mi premiado
vida no tener siquiera la cuarta parte de la renta de mi gorio, ho
amigo para convertir en realidad aquella esperanza frus- compra '
trada y me volví á mi casa, reflexionando sobre eso que se le digo q
llama buena y mala suerte, misterio incomprensible q ue media, Ó
nadie ha llegado á descifrar. Kock, ó
Al volver una esquina, un hombre que corria desafo- si que se
rado tropezó conmigo y apenas había yo tenido tiempo dio cabal'
de reconocer al de los diez y seis mil pesos de renta, naciones
cuando lo oi exclamar alborozado: se ie ese
-Albricias, amigo! albricias! Que dicha! Que felici- co ha id
dad! Estoy de enhorabuena! pra, á fin
--iQlle hay? repuse yo: iHan subido las acciones ganancia.
del aguardiente? , seisciento
-Que! mejor todavía, contestó, metiendome por los 'premIos, j
ojos un papel. Vea U. hombre, si yo nací de pies. Me cobrará
he sacado el premio grande de la loteria. Y ver que en tos; Ped!"1
un tris estuvo que regalara yo el número 61 á aquella medio
pordiosera que me llevó U. á ver! Cáspita! Pues DO habrin comenzó
sido malo el chasco! que babi~
-Vaya U. al demonio, le contesté, empujandolo con ha hecho g
violencia, despucs de haber echado al condenado billete macizos cj
nna mirada que 10 habría hecho pavesa, si hubiera yo po- , criadas qj
dido lanzar fuego por los ojos. " cen que i
Encerreme en mi cuarto y apenas pude dm'mir aque- número d
lla noche. iQué impulso secreto y ciego, me decia á mi Pero tod
mismo, llevó la mano de ese hombre al número 19, en porque ¡,c
vez de haberla llevado al 611 iExiste en realidad eso los dicho¡
que llamamos buena y mala fortuna? La razon dice que quieran lu
110; pero los hechos contestan que sí. La razon es la ver tie que d
dad; los hechos son la verdad tambien, Entre esas dos el diablo, 1
-15-
fla¡'ado que verdades que pugnan entre sí, icua1 es la verdadera
~n la lista verdad? Esa pregunta, no tiene mas respuesta que esa
e .ir á co- frase tan profunda y filosófica con que nuestros indios
.de la po- salen de cualquier apuro: Quien sabe!
inesperada Mientras se resuelve ese problema, todos seguimos
nto de vol- jugando á la loteria. D. Oándido, hombre de mucha con-
ruzado ya ciencia, que siempre procura encaminar sus mas insignifi-
ella riquo- cantes acciones á un buen fin, compra todos los meses
a cabizba- dos billetes, y segun me ha dicho, es compañia anóni-
un papel: ma que ha hecho con las ánimas. Dos ó tres veces ha
,1 número: salido premiado uno de esos billetes; pero como no tie-
su .ig no , ne seña ni contraseña, D. Cándido ha declarado que el
~a en mi premiado ha sido el suyo y no el de las ánimas. D. Gre-
en a de mi gorio, hombre riquísimo y que la echa de desinteresado,
anza frus- compra billetes y dice que lo hace por divertirse. Yo
eso que se. le digo que se divierta con otra cosa: que vaya á la co-
nsible que media, Ó á los toros; que lea una novela de Paul de
Kock, ó se enrede en un negocio judicial, y entónces
da desafo- si que se divertirá. D. Orisanto. medio matemático y me-
do tiempo dio cabalista, anda siempre haciendo cálculos y combi-
de renta, naciones de números, para atrapar el premio gordo, que
se ie esca pa de las ganas como una anguila. Poco á po-
~ue felici, co ha ido aumentando el número de los billetes que com-
pra, á fin de aumentar tambien las probabilidades de 1<1
acciones ganancia. Le aconsejé el otro dia que compre los tres mil
seiscientos que se juegan, con eso se llevará todos los
e por los premios, sin faltar uno. Es decir, que gastará 3600 pesos y
pies. Me cobrará 3000. Negocio loco. Juan quiere solo números al-
r que en tos; Pedro prefiere los bajos y Diego se decide por los
, aquella medios. Antonio mandó hacer una alcancia desde que
lía habria . comenzó el juego )' deposita cada mes los ocho reales
q ue habia de gastar en un billete. Dice que la lotería lo
dolo con ha hecho ganar ya treinta y un pesos, Este es de aquellos
o billete macizos que no echan un duro tras un "puede ser." Las
ra yo po- criadas que entran en In. lotería y no se sacan nada, di-
cen que el ,gob1:ern') les roba; en cada sorteo hay un gran
Ir aque- número de "llamados y otro muy pequeño de escogidos.
cia á. mi Pero todos volvemos el mes siguiente á las andadas,
19, en porque iquien quita que al fin sea uno del número de
dad eso los dichosos? Entrar en la loteria equivale á. que cinco
dice que quieran luchar ,L brazo partido contra ciento. Estoy seguro
la .ver de que de tras del globo que contiene los números estii.
sas dos el diablo; medio sério y medio burlan; con cara de filó-
-16-
)3-~
"'-----:1
sofo, espiando de vez en cuando por la ventanilla y so-
ñalando los que han de salir y los que han de quedar
ahogados. Lo que debe resultar con semejante directo!'
de escena, fácil es comprenderlo: una verdadera diablu-
ra. Confieso que no lo veo allí con los ojos de la cara;
pero lo descubro con los de la razon; y sin embargo, yo
tambien compro mi billetito; iPorque? .. , porque .... por
que tul vez se duerme Satanas cuando haya de salir mi
.número y podrá tocarme el premio grande.

Sr snpie
llo que m
Carlos 1
peso de o
Allá
ga; y con]
aun cuand
tcria comr
les, ¿guié
el corcel
se logra q¡
ron al ao'
galo no te
En t
I.b
moso potr
se debe,
da sea m
Domi
de un te
caballo q
hasta el
lltuniIla y so-
ran de quedar
jan te director
rdadera diablu-
IS de la cara;
a embargo, yo
porque .... pnr
ya de salir mi

El caballo de Carlos IV.


CUESTION GRAVE.

SI supieran en España que tenemos aqni un caba-


llo que montó durante mucho tiempo S. M. el rey Don
Carlos IV, darian traza y modo para comprarnoslo á
peso de 01'0; y á fé que habia de costarles caro.
Allá andan ahora buscando un rey, por lo que val-
ga; y como se me figura que al fin han de dar con él,
aun cuando tengan que fnbricarlo expresamente de la ma-
teria comun de que se hace la generalidad do los morta-
les, ¿quién duda que seria una idea famosa la de preparar
el corcel qnc ha de montar Su :;\Iagestad futura? Y si
se logra que ese cuadrúpedo sea uno de los que sirvie-
ron al autepenúltimo antecesor del nuevo monarca, el re-
galo no tendrá precio.
En tan to llega la ocasion de que acomodemos el fa-
moso potro,' arerquemo!1os á él con la, reverencia que
se elebe á cualquier prenda de roy, aun cuando esa pren-
da sea un bruto,
Dominando la plaza mayor de esta ínclita ciudad des-
de un templete que lo abriga de la intemperie, está el
caballo que montó el soñar rey, no sé bien desde cuando
hasta el año 1821, que apearon á S. 1\1. sin ceremonia.
S

.•.
-18 --
¿Que se hizo el rey Don Cárlos? él cono
y sus piernas y sus brazos da no e
Que se hicie rou? la consn
¿Qué se hicieron? A buscarlos. Mas
Ay! en menudos pedazos do para
Los partieron. dadora d
nos en
Perc1óneme Jorge Manrique tan osada parodia de
desvelad
su primera copla. El lloró la desap.uicion del rey DOIl
como si
Juan y de Sil corte; ¿porqué no he (le 1101'<11' yo la pérdi- se puede.
da del que se fué no se donde y por uuica prenda nos Martin ,
dejó el caballo? dable q
Los repub licauos irrovorentes notificaron al g inete, viaran á
allá en los dias de- Iu Inde pcndeucia, que desocupase el halleriza
puesto; y como parece que á aquella intimacion hizo ore- entonces
jas de rey, que son peores para el caso que las de mcr , puesto, "
cader, lo arrancaron de la silla, á fuerza de cincel y mu- <.:aballoi
zo, con fractura de 10:'\ reales miembros. Apurtc uoda chau- sillar v
za, yo no sé á donde fué á pnrnr, porque no VI cuando hacerlo,
lo hicieron descender; y para no verlo no tuvo mas que 11lterprc
un pequeñísimo motivo: que no habia nacido. El rey No le e
desapareció; era justo. ¿Como habia de presidir" un mo- te disti:
nnrca ~í una plaza independiente, como la llama con gra- monos p.
cia la lápida qne está delante do la puerta principal del el sitio,
Ayuntamieuto? Un caballo os otra eOS'I. Alli se ha es- COIOl:, 1]
tado desde 1821 hasta 1870, con la cara hacia la cate- ra, III ni
dral V las ancas hacia la antigua audiencia, viendo correr potro, sI
el agna de la fuente, ocupacion á quc son dados todos á sor tal
los tr-istes. Después de haber visto, allá en mejores dins, ser tra1J
la jura de Fernando VII, tan pomposamento descrita pOI' don cal'
el Alferez real D. Antonio .Iuarros, presenció la zambra loca'? No
del 15 de Setiembre do 1821, y abandonado de su caba- la obra
lloro, ha tenido que ser, en los últimos cuarenta y nuc- rcgrino.
ve años, testigo mudo de tantas trifulcas, que no sé co- duciria
mo no se ha echado de bruces en el agua que tiene ;Í, 110; por
sus pies y ahogadose para no ver mas. Batallas, capitu- ra sour
lacioncs, revistas, fuegos artificiales, procesiones, fl'itangas ostreme
de buñuelos y" ventas de batido, todo pasa por auto el ~Iuseo,
corcel de Carlos IV, qne puede dar fé de la historia de cedería
nuestras locuras. Ah! si hablara repentinamente esa pe- lo á sor
sada máquina de piedra, tque de cosas no podria contar- de lito 1
nos! Habria para llorar lágrimas de sangre ó para reven- suplicio'[
tar de risa, segun estuviera el humor del cronista. Pero Ha
-19-
s? él conoce la exactitud del adagio de que en boca cerra-
da no entra mosca, y tascaudn el freno, guardará hasta
la consumacion de los siglos el mas obstiuado silencio.
Mas ¿quc hablo de la consumacion de los siglos, cuan-
do para el caballo de la plaza viene ri todo trote una ver-
dadera crisis? ¿E:-\tá él seguro de acabar el CIño, al me-
nos en su cas»? He aqui la cuestiou grave que me ha
da parodia de
des\"'ela~lo alguna:; noches. El mercado nuevo adelanta,
del rey Don
"ir yo la' pérdi como SI no se couetruvera en Guatemala, que os cuanto
so P\:cel~ deci r j y conel n ido que sea, le llegará su San
ea prenda nos
Martin él, la plaza mayor, como á cada puerco. Creo indu-
d~bl? q;1C cuando se trate dI:' formar ahí un paseo, en-
aran al g'inctl:' viaran. a pasear p 1 pesado tem plete q ne hoy si r ve de ea-
c1esocu pHSC eÍ balleriza al potro quo fué de Su Mugestad Católica. Y
acion hizo ore- entonces, entonces, ¿que será de este? ¿Lo dejarán en su
ue las de mcr , puesto, s(~10, ;í sol y sereno, n uu mas visible que hoy? Un
le cincel y ma- c~ballo sin caballero, que parece dispuesto á dejarse en-
ir te -lada chan- sillar y montar por el primero á quien le dé la galla de
e no vi cuando hacerlo, no estaria bien en ose lugar: Podria prestarse Ú,
o tuve 111<1S que 1II terpretaciones abusi vas. ¿Euca rama rá n ,"Í, alzuuo en él?
ncido. El rey No ~e ,elJ:,idíaría )'0 la gloria á quien mlJreci(~se sern-jan- r
'esidir lIll ma- te distincion. Que lo monten ~-i uno p¡-¡ra apearlo el día
l I ama, con,
zrn-
b l11en?~ pensado, y cuando ya tal vez se hubiese hallado en
principal del el SitIO, ,seria broma pesada. Así, creo qlle ni Cristobal
Ulí se ha es- Colon, 11l DOIl Pedro de Alvarado, ni el General C<IlTe-
hacia In cate- ra, ni ninglll1 otro de los que pudieran tcuer derecho al
- viendo corrcr l?otro, se alegra rían de q ue los subiesen en él. V end rin
n dados todos a ser tal. v~z un verdadero potro. ¿Y quitar-lo? Fllera de
1 mejores rlins, ser trabojosillo, 'ya. que el tul cuadrúpedo no es de algo-
te descrita por don c~rdado, surjo la. siguiente adivina nza: ¿dolJdo se co-
nció la zam brn loca'? No habr;i,cst~blecí,mi('nto público que quiera ejercito r
o de su caba- la o~)ra de misericorclin de (1<11' posada. á 1}1~1 pesado po-
uarenta r nuc- l'eg~'lI?o. SI lo lr:andaran al cuar tel de caba lleria , eso pro-
que no sé co- duciria la ventaja de que al menos hubiera ahi un cuba-
a que tiene ;Í,
1,10; pero, estaría e~pn(',;to á que cualquier soldado trepa-
atalla", capitu- la sobre él, cometiendo un verdadero desacato, que haria
()1~8, fritangas
est.remecerse en "11 tumba al finado dueño. Ponerlo en el
'a por ante el
:Muse?, dirá ,al~'uno. Pero es demasiado voluminoso, y su-
la. historia de
ced~ma que o faltaba ealon, Ó sobraba caballo. ¿Condpllar-
amen te esa pe-
lo ~t ser despedazado en cuatro potros? [Qué cabalLada! ¿Qné
podría contar-
de l i to ha cometido que lo haza acreedor á tan bárbaro
ó para reven. suplicio? b '
cronista. Pero Hay ademas la gran dificultad de que, como 110 está.
-20-
13-
solo, habrá que pensar en los otros cuatro medios cuba-
110s y en otros tantos medios caimanes que tiene á los
pies, y que querrán salir por donde el otro salga. En
cuanto á los lagartos, tal vez no es tanto el flpmo, pues
podrian colocarse, á guisa de blason óemblema, delante
de las puertas de algunas casas particulares, con esta sen-
cilla leyenda: Simib'a Similibus. Pero ¿y los caballos?
Mas no aumentemos ]u. congoja y pcusemos por aho-
ra solamente en el caballo entero; quiero decir en el qlle
no es medio caballo.
Tal vez lo menos malo, al un y al cabo, seria instruir-
le un proceso como vago, ya que hace la miseria de cua-
renta y nueve años que 110 tiene oficio conocido ni se le
ha visto ocuparse en nada, y meterlo lisa y llanamente en
la carcel. Seria un preso cómodo; pues ni gravaría los
fondos de propios con gasto de rancho, ni habia peligro
de que reclamara con la ley de 5 de Diciembre de 183!l
en la mano. Cualquiera que lo viese ahí, diría, encogien-
clase de hombros: iquien le manda? No se sabia que ha-
cer con él, y para eso está In. cárcel. ¡Oh diferencia de
tiempos y naciones! Caligula tuvo la humorada de aso-
ciar su caballo al colegio sacerdotal encargado
propio culto; y en Guatemala vendrá á parar en la ca r-
de su NAD.
blado
col pública, confundido cen los criminales, el caballo del plaza
Rey de España y de las Indias! dos id
En
blando'
de en
nació
e unas
b
donde
despue
birló 1
do de
nece a
E
eatedr
al pon!
tribun
tal de
vecinos
En el
uatro medios cuba-
~s que tiene ri 10:5
el otro salga. En
.anto el apuro, pues
, emblema, delante
lares, COIl esta seu-
¿y los caballos?
pensemos por aho-
era decir en el que

cabo, seria instruí r-


la miseria de cua-
J conocido ni se lo
isa y llanarucn to en
es ni gravaria los
), ni habia peligro Plaza mayor y tiendas.
Diciembre de 183H
hi, diría, encogicn- CUESTION GRAVISIMA.
o se sabia que ha-
. ¡Oh difercncia de
humorada de aso-
encargado de su
NADA tan natural como el que, despues de haber 'lla
parar en la ca r-
o

les, el caballo del bln do del caballo que esta en la plaza, se hable de la
plaza en donde está el caballo. Caballo y plaza son aquí
dos ideas correlativas y que se completan mutuamente.
En la familir, de las plazas, esta de que vamos ha-
blando ahora es la mayor; pero al revés de lo que suce-
de en las demas familias, que .el .hijo ma)7or es el que
nació primero, aquí la hija mayor vino despues de al-
gunas de sus hermanas. Desde luego tenemos la plaza en
donde está hoy el teatro, que iba á ser la mayor; pero vino
dospues esta del caballo y como lo hizo J acob con Esau, le
birló la primogenitura ; y lo que es peor aun, le dejó el apo-
do de 1':1. vieja, agravio que rara vez perdona quien perte-
nece al género femenino, sea mnger óplaza.
El eSF eio cuadrangular cerrado al oriente por la
catedral, el palacio del Arzobispo y el colegio de Infantes;
al poniente por el palacio del gobierno, edificio de los
tribunales do justicia y un cuartel: al norte por el por-
tal del Ayuntamiento y al su r por el de dos casas do
vecinos particulares, es lo que llamamos la plaza mayor.
En el centro estf~ la fuente de los caballos y de los la-
-22-
gartos de que se ha tratado en el capítulo antecedente, parte,
y entre ella y la iglesia los famosos cajones, tiendas de pM<I e
madera cubiertas de teja, cuyo contenido merece descrip- g.l, un
cion por separado. Al oeste, como t.unbien al sur y al bra::l n
norte de la fuente, se instala todos lo" dius ('1 merca- y
do, bajo uua especie de grandes quitasoles formados de verjas,
petates sobre varas, que vulgarmente llaman sombras. ivlesiu
Los cajones y las sombras producen al Ayunturniento llos q u
cierta renta 1l11UHI, pudiéndose ver aquí como hay quien Iumnas
pueda sacar dinero aun de una. sombra. ti,:: \c()"~
Los cajones suelen subarrendarse; y hemos oido que se cne~:.I'¡
pagan hasta 500 y 1000 pesos por la llave de n lgunos de habrá 1
ellos: lo que prueba la elasticidad del valor estima tivo Ati
de las cosas. Una llave puede valer cuatro reales; )' las vaya ál
de los cajones se las pujan por mil ó dos mil veces mas la boca
de lo que cuestan en las herré rias, Creo q ue ¡¡ 11n las La ci
Ila ves doradas de los gentiles hombres de los reyes de cura q
España debieron haber costado ménos á los que las ob- do 10:\
tenian: Pero como un cajonera puede ganar mas que un poder
gentil hombre, el que ha logrado ser dueño de 11n en- tiznas
jan, para deshacerse de él se hace pagilr hasta las gan'ls.
"
hnblta1ij
,
¿Y qué es lo que hay regularwente en un cajon? que V'I
Dificil es contestar á esa pregunta Mejor es iuvcrtirla llamad
y decir: ¿que es lo que no hay en un c-jon? La infinita cuatro'
variedad de bagatelas que necesita para FUS usos diarios que ue
una poblacion un poco numerosa, se encuentra en uno de edificio
esos tenduchos, qne muchas veces encierran un capital den- tender!
tro de sus mal unidas tablas. r¡ ue no
¿Dollde hay sudaderos? En los cajones. ¿Y tenedoras pa pol (
bordadas? En los cajones. ¿Y frenos y estribos y uzado- miemur
}1eS y redes y canastos y som breros de petate y tras- hoy eu
tos de barro y lazos y jaquimas y cola y ocre y cha- PE
pupa y brochas y plomo y hierro y bálsamo y cajetas y fin ser
escalla'; de cancbo laguo y sibaque y otra multitud de ba- 1111 ped
ratijas cuya nomenclatura seria interminable? En los ea- UO, pOI
jones y siempre en los cajones. Extraños ha7.~HCS donde tro gn
la charra tencdora Be codea con el negro g';;jo de cola gateen
y donde viven ornigablemente la dura barra de hierro y llevan:
el quebradizo cántaro. . tos y b
Se creia que nunca dejaria de haber cojones en la Hornos
plaza mayor ; pero como 110 hay nunca quP. no se aca- istmo."
be, he aquí que se va acercando la hora. en que les toca- tro grt
ran fHjina y tendrtiu que marcharse con sus trebcjosá otra derech:
- 23-;
antecedente, parte. En la plazuela del Sag:rariose está levantando
, tiendas de P(\l'<\ ellos, para las vendimias y para los machos de car-
'ceo descrip- 0',1, un sólido edificio de ladrillo, .r pronto cajones y som-
al '"'1.11' y al ~ras no pertenccerán mas que el la historia.
IS el merca- y entónces ¡,ql1e se liará en la plaza? Arboles, flores,
orrnados de verjas, fuente mOIlUIl10nt.¡], a tr io decente delante do la.
111 sombras, if!'le:3iil, ern pod nido menos enem igo de carruages y de ea-
-untumiento Ilos que el actual, sofues de mampostería, farores sobre co-
hay quien lumnus ligeras de hierro, portales enlozados, tiendas de
dulces h-Indos y obj- tos de lujo, iluminadas por las no-
.ido que se ches; retretas, gente que pasee; he ahí lo que, á mi juicio,
algunos de hnbra <11 fin en la plaza.
. estima tivo Ahora viene .1" duda de si habrá que vender .Y quien
cales; y las vaya á comprar en tanta tienda que se dispone á abrir
1 veces mas la UOCllde par en par en la IJliIza mayor y en el mercado,
ue lI11n las La ciudad parece atacada de un nuevo género de lo-
os reyes de cura QUO no he visto hasta ahora clasificada en ninguno
que las ob- tl0 lo~' libros que han -cscrito los alieuistas, y qm' ~re()
as que un poder llamar tendomanui. Tiempo ha que las cocheras an-
de un en- tiguas so volvieron tiendas; LIS casas reduce-n las piezas
las gnuas. habitables qne dan á la calle y abren tiendas, y al paso
un cajon? que vamos, Guatemala pronto cambiará su nombre y se
in vcrf irla llamará Tcnl¿'po!is. El Ayuntamiento se entiendo por sus
La infinita cuatro costados; y como la mauia es contagiosa, temo
sos diarios que de reponte se entiende el palacio del gobierno yel
en uno de edificio de la corte, y la catedral y acabemos por no en-
a pi tal den- tendernos ,i fuerza de tiendas. Dentro de poco todo aquel
que no tenga siquiera una tienda y no venda aunque sea
tenedoras papel quebrado y pita de Santa Ana, será declarado
y uzado- miembro inútil do la sociedad, cuya base va á ser de
ate y tras- hoy en adelanto el toma .Y daca. .
cre y cha- Pero si todos hemos de vender, ¿quien comprad? Al
cajetas y fin serti preciso que algun comerciante haga al extrangero
ud de ba- 1111podido de cousumidores junto con las mercnderias; dicien-
En los cu- do, pOI' ejemplo, á sus cor resposules: "Manden me UU. cua-
res donde tro gruesas de compradores de buena calidad, que no re-
jo de cola gateen ni IY, gnu bajar los géneros de balde; de esos que lIO
e hierro y llevan al fiado, y que si lo llevan lo llevan rccaro; enju-
tos y bien acondicionados; despachandolos por el cabo de
lnes en la Hornos, pues es articule que no sl1fraga el flete por el
no se aca- istmo." A los tantos meses estarán en la aduana las cua-
t e les toca- tro gruesas de compradores; se armará gresca SOUI'C los
ejos á otra derechos, por no saberse á cual de las clasificaciones de
-24- }3-~
la tarifa corresponden; al fin los dejarán pasar libres, co-
rno objetos útiles á la industria y pocos días despues figu.
rarán como la gran novedad en la tienda del que los
pidió. Se los arrebatarán como si fueran sombreros con
plumas de gallo y no habrá quien no compre un compra-
dar por mucho mas de lo que vale. Viendose el buen des-
pacho, pedirán los de mas y se abaratarán y entónces si
'lue la cosa andará bien. Tiendas por todas partes, muchas
mercaderías y surtido completo de compradores buenos
y baratos. Guatemala vendrá á ser el primer centro co-
mercial del mundo. Eso sí será necesario que los que se
dediquen á importar compradores abran mucho el ojo, p01"-
I)ue es artículo que se puede imitar facilmeute y si aquí
dan en fabrioarlos hechizos, adios negocio. Se inundará la
plaza y botarán los precios de todo lo comprable. ¿Qué tn 1
sería prohibir aq ni la fábrica de compradores y decla-
rar que ese artículo debe venir. precisamente de fuera?
Creo que este sistema no lo ha ensayado todavia ningun
economista; es el antiproteocionismo
mas deducciones.
me entiendo.
Traslado
llevado á 'sus últi-
á quien corresponda y .... JO CON un!
formó Dios
olor, ni s~
biendo al·
.
impor tan t"II
considerad:
que no hal
:
tal Caven-
ea, pero ql
talegas y 1
dola en to:
trapo yCO"
Creo
jarro de a¡
el agua nc
lo el aire,
.., te. Para (
decir que
de aquí á
las verdad
cosa debe
libros para
redor del
agua de e
r libres, ea-
espues fig-u..
del que los
breras C011
un compra-
1 buen des-
entónees si
rles, muchas
ores buenos
r centro co-
las que se
el ojo, pOI'-
te y si aquí
e inundara la
le. ¿Qué tal El agua.
es y decla-
e de fuera?
lavia ningun
á 'sus últí-
da y .... yo CON un poco de oxígeno y otro poco de hidrógeno
formó Dios sencillamente eso que llamamos agua. Sin color,
olor, ni sabor que puedan definirse con exactitud, y de-
biendo al calórico su movilidad, el agua hace un papel
importantísimo en el universo. Hasta hace poco tiempo era
considerada como un elemento simple, por los simples
que no habian tenido la curiosidad de desmenuzarla. Un
tal Oavendish, químico ingles, muy aristócrata y muy ri-
co, pero que hacia mas caso de las ciencias que de las
talegas y los pergaminos, echó el pecho al agua y ponien-
dola en tortura, á fines del siglo pasado, la hizo largar el
trapo y confesar paladinamente de qué se componía.
Oreo que á los sábios antiguos les habria caido un
jarro de agua fria al oir decir y al ver demostrado que
el agua no era solo el agua, asi como el aire no era so-
lo el aire, contra 10 que ellos aseguraban tan formalmen-
te. Para cW1suelo de aquellos buenos señores debemos
decir que H5s sábios actuales serán los "sábios antiguos"
de aquí á cien años y que otros demostrarán la mentira de
las verdades de hoy, vengando á los de antaño. [Triste
cosa debe de ser eso de quemarse las cejas sobre los
libros para que unas cuantas vueltas de la tierra al der-
redor del sol vengan á convertir lo que uno sabe en
agua de cerrajasl
4
-26-
Eso pensaba yo la otra tarde que veía, al través de mayo h
los cristales de mi ventana, caer uno de esos espléudi- durante
dos aguaceros intertropicales con que nos regalan las que pote,
nubes generosas en la estacion presente. Había llovido" cima unl
todo el santo dia y amenazaba seguir hasta la noche el Has! :Mo
incansable chipi-chipi. Dos meses antes renegabamos de uno el
la sequia y deseaba mas el agua como se la desea en ma- Hay
yo. Pero cuando llegamos á principios de julio, excla- gracia <]j
mabamos ya medio aburridos: ¡que llo vederal ¿Quien n08 cho que
entiende? Por eso la naturaleza, que ya nos tiene bien do, á no
conocidos, no nos hace caso y oye nuestras quejumbres, potarse
como quien oye _.. .Ilover, á la cal
No hay nada tan aparentemente inofensivo y que ocul- par á d
te bajo un aspecto humilde y manso las peores intenciones, salió cu
como el agua. ¿Veis esa gota límpida y transparente íormida
que tiembla sobre la rosa de vuestro jardín al contacto bre. A.
del céfiro que la acaricia? Dejadla que se junte con otra menzó á
y otra y otras de sus compañeras y la veréis formar arrepi.nt
el río caudaloso que se precipita entre las rocas, arras- tenia á lí
trando en su rápida corriente árboles corpulentos, y que na, que
saliendo de madre, inunda las sementeras y arraza las asilado
poblaciones aterrorizadas. El fuego es mas franco. Si acer- gran hal
cais la mano á la mas ténue llan.a, el dolor os advierte do sofá,
de que con eso no se juega. El hura can anuncia su mar- maba re
cha destructora con horrísono bramido; el rayo es estrepi- en mi
toso y deslumbra al dibujar en un firmamento enlutado se fné á
su cárdena espiral. Pero el agua! U na amiga á quien co- rado el
municamos diariamente con la mas Íntima y dulce fami- :Mu
liaridad; tan dócil, que va y viene al impulso de la mano cuando
de un niño; tan útil, que deploramos su falta como una medio el
calamidad; tan inofensiva, que duerme en nuestra propia tento; y
alcoba, sin que tomemos con ella una sola de esas pre- y~
cauciones de que rodeamos la débil luz de nuestra lám- ya para
pára, Sin embargo, el agua es mala enemiga. Es uno de atestigu
esos seres hipócritas que se introducen sin saber como en las n
ni por [donde, que acarician y ahogan. Tan tenaz é incan- locomors
sable, que taladra la piedra y que á fuerzit' de lamer, grado
destruye. unicamei
En nuestros climas pasamos casi la mitad del año cen en
debajo de agua. Vivimos seis meses haciéndonos pescados; no EOn
aunque no faltan quienes continúen el oficio el otro me- este.
dio año. Un homhre prudente, que no se fíe de las El
apariencias, debe armarse del paraguas desde el 15 de ta el S
-27-
rayes de mayo hasta el 15 de octubre, sin abandonarlo ni aun
espléudi- durante el veranito de San Juan y la canícula, por lo
.alan las que potest, ¡Es tan ridículo eso de mojarse sin llevar en-
lloy;do cima un pedazo de tafetan estirado sobre unas cuantas vari-
noche el llas! Mojarse con paraguas, es otra cosa; al menos salya
amos de uno el honor, como Francisco 1 en la batalla de Pavia,
ea en ma- Hay personas tan raras, que consideran como una des.
0, cxcla- gracia que las coja el agua dentro de sus casas; ó mejor di-
uien nos cho que no las coja, porque nunca coje al que está encerra-
ene bien do, á no ser que se llueva la casa. Si un soltero ve enca-
jumbres, potarse la atmósfera, se encapota él también y se lanza
á la calle, aun cuando sepa que el agua lo va á atra-
que ocul- par á dos pasos de su puerta. Cuentau de un sujeto que
encioncs, salió cuando estaba al desplomarse uno de esos aguages
sparente formidables que son tan frecuentes por agosto ó setiem-
contacto. bre. A poco andar, se abrieron las cataratas del cielo y co-
, con otra menzó á llover, como me figuro yo que lloveria cuando se
, formar arrepintió el criador de haber hecho al hombre. Como no
as, arras- tenia. á la mano una arca, se asiló en una tienda de pulpe-
s, y que ria, que no deja de parecersele. Estaba llena de gente, y el
rraza las asilado no tUVQ mas arbitrio que encaramarse sobre un
. Si accr- gran haz de leña, Desde aquel improvisado y nada cómo-
advierte do sofá, vió llover durante cuatro horas mortales, y excla-
su mar- maba restregándose las manos: "¿Qué tal si esto me cojo
estrepi- en mi casa'?" Oesó el aguacero y como ya era tarde,
enlutado se fué á dormir muy satisfecho de que no lo hubiese encer-
uien co- rado el agua. ¿No hay gustos que merecen palos?
lee fami- Muy mala reputacion debe tener el agua, pues
la mana cuando algun suceso desagradable viene á sorprendemos en
omo una medio de una satisfacción, decimos que se nos aguó el con-
ra propia tento; y algo tendrá tambien cuando la bendicen.
sas pre- y sin embargo, el hombre hace prodigios con el agua,.
tra lam- ya para su utilidad, ya para sus placeres. De lo segundo
s uno de atestigua la infinita variedad de helados que se venden
er como en las neverias; de lo primero, los buques de vapor y las
éincan- locomotiva de los ferrocarriles. Lo que aun no ha lo-
e lamer, grado el h mbre, que yo sepa, es hacer agua. La hacen
únicamente las embarcaciones de vez en cuando; y se ha-
del año cen cu plural, ... pero estos son caprichos del idioma que
escados; no son pura estamparse en un libro tan sério como
otro me- este.
e de las El agua nos recibe en la cuna y nos acompaña has-
el 15 de ta el sepulcro. OOP ella nos hacen cristianos y con
-28- l6-~~
ella también rocían nuestro ataud, al invocar para nues-
tra alma el eterno descanso. .
Indulgente lector, lectora amable, doblemos la hoja;
que corremos riesgo, si prolongamos este aguado artículo,
de ahogamos .en poca agua.

ALGUN
maropa. iP~
contestado:
no es satis~
'algun oficio
No sé
objetos co
Mas de una
to pedir ~
son los qu
á consagrai
zumban en
espiar nues
antenas ha
cuya tromp
almíbar, ql
No c~
tan tonta ~
te perdido
10 creo. L
'para qué p
vita et mo
Son gl
car para nues-

lemos la hoja;
guado artículo,

Las moscas.

ALGUNA vez se me ha dirijido esta pregunta á que-


maropa. iPara qué haría Dios las moscas? Sin vacilar he
contestado: para dar de comer á las arañas. Si la razon
no es satisfactoria y hay quien conozca á estos insectos
algun oficio mas útil, no guarde para sí el secreto.
No sé porqué hemos de ver con tanta indiferencia
objetos con los cuales vivimos en íntima familiaridad.
Mas de una vez he oido maldecir á las moscas, he vis-
to pedir venenos para exterminarlas; pero muy pocos
son los que no siendo entomolojistas, hayan descendido
á consagrar algunas líneas á esos pequeños seres que
zumban en nuestros oidos, cuyos ojos purpurinos parecen
espiar nuestros mas ligeros movimientos; cuyas patas y
antenas hacen cosquillas importunas en nuestra piel y
cuya trompa suele gustar antes que nosotros la leche y el
almibar, q!le tenemos que dividir con ellas, vellis nollis.
No cOnsidero que la ocupacion de papar moscas sea
tan tonta como supone el vulgo. iSerá tiempo enteramen-
te perdido el que se emplee en estudiar las moscas? No
lo creo. Les hallo mas de una semejanza con los hombres
'para qué pudiera considerarse inútil una informacion de
vita et moribus de esas señoras.
Son golosas como los niños; tenaces como los pre-
-30-
tendientes; zumbonas como los criticos y se complacen 1ft mosca y
en ensuciar lo mas claro y lo mas limpio, como los en- prc respecto
vidiosos. Para ellas todos somos iguales y no existen se- insolente y
res privilegiados, Ved á ese sátrapa del oriente á quien ra ahorrarse
se acercan sus esclavos temblando y de rodillas. Va una que una mañ
mosca irreverente, se le planta en la punta de la nariz; 7.a de café e
y si la espanta, alza el vuelo burlándose, y torna á la Supongamos
nariz del sátrapa, que vuelve á amenazar al bicho, y hambrienta ¡j

así se emprende una lucha desigual, en que tal vez que- bre aquella
da vencido el déspota. Al fin deja que la mosca se le pas8. i nuest
pasee por el rostro y piensa en otra cosa. nuestra aten
Estoy seguro de que se le sentaron moscas en la de la vida
cal va á Julio Cesar y que moscas ·besaron los labios de la mosca.
Cleopatra, con envidia de mas de una docena de hom- piedad, y a
bres. ¡,Quien sabe cuantas inspiraciones felicisimas se es- mer, se emp
caparinn á Virgilio, al Tasso y á Cervantes por tener presivo :porqt'
que lidiar C011 una mosca? ¡,Cuantos generales perderían dria traduci
bn tallas que han decidido la suerte de las naciones, por EL. (Le
que una mosca implacable los hostigó mientras trazaban mosca ql!e se
un plan de ataque ó de defensa? N o es, pues, una mos- cal No veng
ca un objeto indiferenté, como parece a primera vista. ELLA. (
. Bien examinada la mosca, no es tan fea como se cree. ea distancia)
Sus alas, de una membrana fina y transparente, presen- por la fucrzal
tan, heridas por los rayos del sol, los hermosos cambian-' EL. Pu
tes que lucen en la cola del pavo real. Su vuelo no es leche y ese
saltón como el del chapulin, sino continuado -y flexible, piedad.
produciendo un rumor ligero y no desagradable. Posee un . ELLA.. ~
grado de astucia que la sal va muchas veces de las ase- medio de h
chanzas de su mortal enemiga, la araña. El buen Hornero rancado á ~
la toma frecuentemente por término de comparacion y el das fibras. ~
poeta Luciano compuso un tratadito en alabanza suya. lo has tri tuí
Si observamos la vida metódica y arreglada do las extraerle la I
moscas, hallaremos algo que aprender en la manera con de leche, h~
que se conducen en el corto tiempo de su efimero paso y privado el
por el mundo. Las moscas despiertan con la aurora y diario. Viole~
al penetrar el primer rayo de luz por la entreabierta EL. 'l'n
ventana de la habi tacion, alzan el "vuelo y z~mbando to- .y dic~·
das á un tiempo, saludan el nuevo dia. Inmediatamente enfurecido e
comienzan su trabajo diario: salen á buscar la vida. Es- comunista n
pecialmente aficionadas á las sustancias grasosas y á las golpe, como
zacarinas, se lanzan á la leche, al dulce, á casi todos los mas, si el ~
manjares, que ofrecen un banquete espléndido á su apa- y esquivara
tito. Eso hace que se entable una lucha encarnizada entre un breve rt
-31--
e complacen la mosca y el rey de la creacion, que procediendo siem-
amo los en- pre respecto á 108 ani~ales l1la~ débiles que él co.m.o un
existen se- insolente y orgulloso tirano, ha Jurado su exterminio, pa-
nte á quien ra ahorrarse las mas leves incomodidades. Supongamos
las. Va una que una mañana se coloca delante de un hombre un~ ~a.
de la nariz ; Z~l \10 café con leche que se propone saborear con delicia,
torna á la Supongamos también, lo que es muy probable, que una
al bicho, y hambrienta mosca cree poder disfrutar antes que el hom-
tal vez que- bre aquella bebida apetitosa. Esta pequeña escena que
mosca se le pasa á nuestra vista todos los dias y que llama apenas
nuestra atencion, nos da una idea completa del carácter,
oscas en la de la vida y aun del término mas comun y ordinario de
s lábios de la mosca. A rmado el hombre con el derecho de pro.-
na de 10111- piedad, y aguijoneada la mosca por la necesidad Ede co-
imas se es- mer, se emprende entre él y ella un diálogo no ménos es-
por tener presivo 'porque no esté consignado en palabras, y que po-
:3 perderían dria traducirse de esta manera:
aciones, por EL. (Leva?~tando la mano derecha para ahuyentar- á la
as trazaban mosca que se dirije á la taza de café) ¡Largo de aquí bella.
, una mas- ea! N o vengas á arrebatarme lo que es mio.
era vista. ELLA. (Alzando el vuelo con presteza, y parandose -á po-
mo se cree. ca distancia) ¡,Tnyo llamas eso de que te has apoderado
te, presen- por la fuerza? Tengo hambre y quiero vivir.
os cambian.' EL. Pues trabaja corno yo, holgazana. Ese café,' esa
vuelo no es lecho y ese azúcar que codicia tu glotonería, son mi pro-
y flexible, piedad. ,
le. Posee un ELLA. Es decir que te los has proporcionado poi"
de las ase- medio de la violencia. Con un aparato diabólico has ar-
en Romero rancado á la caña el d nlce jugo, rompiendo sus delica-
ración y el das fibras. Despues de haber tostado el café á fuego lento,
suya. 10 has triturado en un horrible potro de hierro, hasta
lada de las extraerle la aromática sustancia; y para obtener ese poco
manera cun de leche, has oprimido la ubre de un animal inofensivo
mero paso y privado á su propio hijo de una parte de su alimento
aurora y diario. Violencia y siempre violencia, tirano.
ntreabierta EL. Trabajo y nada mas que trabajo, bachillera, Toma.
'mbando to- y diCl\,ndo esto el defensor de la propiedad, deja caer
rdiatamente enfurecido el puño sobre la mesa donde está parada la
a vida. Es- comunista mosca, y habría terminado la cuestion de un
s y á las golpe, como las terminan de ordinario los que pueden
.i todos los mas, si el astuto insecto no desplegara las ligeras alas
á su apa- y esquivara el manoton. Revolotea zumbando durante
'zuda entre Un breve rato; clava su trompilla en el cuero cabellu-
-32-
do de su enemigo, y levantándose con presteza, sin darle blc; las
tiempo para que la castigue, se precipita á la taza. En bido, aql
su aturdimiento la mosca no .advier te que en el pecado miendo.
va á llevar la penitencia. Un instante despues nada exa- penden,
ni me sobre la superficie del codiciado líquido. El hombre parse.
exclama en tono airado:
La
-:L\faldita! :Me ha hecho perder mi café;-y arroja al queíio E
patio el contenido de la taza. Ella pierde la vida; él se cada de
priva de un placer. Hay alguna diferencia; pero él es el de los
rey de la creacion y ella es uno de los millones de seres navega)
que él tiene derecho á aplastar cuando le dé la gana. bre, ticn
N o sé si alguna de las sociedades que se han funda- ea esa
do en Inglaterra para proteger á los animales contra minado
los abusos del hombre habrá llevado su solicitud hasta y sin e
las moscas -. Tal vez no, pues probablemente se ha consi- escoger
derado que el derecho á esa proteccion está en razon di- de esa
rect.a del volumen y del peso especifico. La mosca es tan la elecc
pequeña, que ¿quien ha de pensar en ella?
iQuien ha de pensar en la mosca? Pues pensamos todos.
y mas de 10 que parece. Por una de esas contradiccio_
nes tan comunes en el hombre, hemos dado la denorni-
nacion de ese insecto que tanto nos molesta y que tan
asqueroso nos parece, á lo que tal vez se ama y se co-
dicia mas en esta vida: al dinero. Hay mosca, no hay
mosca; buscar la mosca; andar tras de la mosca, son ex-
presiones que oimos todos .los dias y á toda hora, y
que prueban evidentemente que se piensa en la mosca
mas de lo que se cree.
¡Ah! si esa mosca figurada se echara á volar de re-
pente y diera en perseguimos como la verdadera, ¡de
cuan diferente modo recibiriamos sus importunicladesl Que
cayera en la taza del café; que cubriera un enjambre de
ellas el plato de nuestra comida; que se nos plantara en
la punta de la nariz, y aunque se nos colara dentro de
la boca, creo que ni le haríamos mucho asco, ni la ano-
jariamos lejos de nosotros con desden. [Que diferencia en-
tre mosca y mosca! De la una no se sufre I~ mas ligera.
picadura; la otra bien pueden aplicarnosla en la carne
viva. No hay emoliente mas agradable que el de la mos-
ca metálica.
La mosca que relumbra tiene mas de un punto de
semejanza con la que no relumbra. Una y otra están
siempre pasando delante de nosotros en círculo iutermiua-
-33-
sin darle ble; las dos perturban nuestro sueño, esta .con su zum-
la taza. En bido, aquella .•con su ' retintin, que creemos 011' .hasta dur-
n el pecado miendo. Ambas suelen proceder de la corrupción y pro-
s nada cxá- penden á ensuciar lo limpio. Son ademas dificiles de atra-
. El hombre parse.
La verdadera mosca vuela con libertad en un pe-
y arroja al queño espacio, vive mu~ poco '1 muere casi siempre. ata-
vida; él se cada de una especie de hidropesía, segunl~s ob~ervacl?n.es
pero él es el de los entomoloaistas. La otra mosca vive siglos, viaja,
es de seres navega y al mismo" tiempo tP,r.ne el conta?to, c?n el aire l!-
la gana. bre tiende á esconderse, y sin ser ella hidrópica, comum-
e han funda- ea 'esa enfermedad al que la posee. Creo que bien exa-
males contra minado el caso, tiene mas defectos la falsa que la verdadera;
lici tud hasta y sin embargo, si á cualquiera de mi~ lectores s~ le llama á
se ha consí , escocer entre un saco de moscas vivas y efectivas y otro
en razon di- de ;sa mosca muerta, blanca 6 amarilla, no vacilará en
osca es tan la elección. ¡Oh inexplicable aberración humanal
samos todos
ontradiecio.'
la denorni-
y que tan
a y se co-
Isca, no hay
sea, son ex-
da hora, y
en la mosca

volar de re-
adera, ¡de
idadesl Que
njambre de
plantara en
dentro de
ni la arro-
erencia en-
mas ligera
en la carne
. de la mos-

punto de
otra estan
intermina-
5
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ros; pr'
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recurrí
aquella
"
ItIeulorias de un dul'·o. á luz,
propios
suficie
brillo.

IIACE pocas noches que, no pudi-udo conciliar el sne-


río, daba yo vueltas en mi cama, por dcrccha é izquierda,
y seis
casi t
sa y
á guisa de recluta á quien se enseña el ejercicio. Can- pasand
sado de tan incómoda tarea, me d isponia á levanturme, viendo
para ir á contemplar las estrellas, caso de que los sere- casa d~
nos no las hubiesen prohibido por el momento, dando In. lente s
YOZ de ñublado, cuando crei escuchar ,i mi propia cabe- na en
cera un rumor vngo, indefinible y que Irabr ia hecho se me compu
erizasen los cabellos, si no se me hubieran marchado, á grarse
la francesa, desde hace ya algun tiempo. Pareciarne oir amo, ¡j
junto á mí una V02 atiplada, argentina y que no se aseme- bajo d
jaba ,1 niug n na ~-02 humana- y aunque no creo en espan- pero d
tos, comencé ,í, sospechar si pura colmo de desventuras, cuanto
tendría que haberrnelas aquella noche con algu~:a alma do compa
la otra vida. Has se.
Agucé el oido y advertí que aquello no era un sim- varé 2
ple rumor, sino una voz articulada, algo semejante á la ron a1
del Peruchillo de los títeres; y [oh prodigio! vine al fin á do V~
convencerrne de q ne hablaban dentro del porta-moneda disput¡
que estaba sobre el velador, junto á mi cama. Recordé forzud
cillos.
-35-
he ber puesto el dia anterior unas pocas piezas del r CUllO de
In. República, un chelín, algunos reales macuquinos y un
duro viejo español con la efigie de Carlos IV, Y ije
para mi sábana, (ya que DO podía ser par.u T)li capote.)
CI postemos á q ne se han figurado estos bclitrcs que son
diputados y que se discute alguna ouestion de reglamen-
to, y con eso han dado suelta. á la tarabilla. Pero no era
así: no se discutia materia tan grave; eru que el anciano
peso anunciaba que iba á referir la historia de su vi-
da, para iustruccion y ejemplo de sus jóvenes compañe-
ros; proponiendose, á 10 que dijo, hablar en plata.
Yo, que á favor de una taquigrafia especial,' puedo se-
guir la palabra á los objetos inanimados, como 10 demostré
en J03 cuadros de costumbres de la Capa y de el Cigano,
recurrí al propio arbitrio para no perder una sola sílaba de
aquella curiosa relacion ; y oi que elijo el duro:
" N aGÍ en Sevilla, el año 1798, y a penas hube salido
á luz, echaronme á rodar por el mundo, entregado á mis
• propios medios, que como por dicha son diez y seis, dan
suficientemente como vivir en cualquier- parte con cierto
brillo, Ya quisieran muchos hombres tener siempre diez
y seis medios de pasar la vi-In. Despues de haber corrido
liar el sne- casi toda España, y andado por allá de bolsa en bol-
izquierda, sa y de arca en arca, me embarcaron para América; y
'cicio, Can- pasando por México, donde no hacian gran caso de mi,
evantarme viendome como cosa comun, vine <Í. dar á Guatemala, á
¡(~. los sere: casa de un comerciante paisano mio. Este, que era un exce-
, dando la lente sugeto, luego me dió suelta, entregandorne de limos-
opia cabe- na en cambio de una misa qlle mandó decir porque Dios
ello se me compusiera las cosas de España, lo que no ha podido lo-
iarchado, á grarse hasta ahora, segun veo. El eclesiástico, mi nuevo
eciame oi r amo, me sentenció á prision y me tuvo cuatro años de-
o se aseme- bajo de·, tierra. Creí que no volvia yo á ver la lnz del sol;
en espan- pero de repente nos redimieron del cautiverio á mi y á otros
esventuras, cuantos compañeros mios, unos caritativos ladrones, que se
alma de compadeci~'on de nosotros. No calenté lugar Cal! aque-
llos señorJ~, de cuya compañia y trato siempre conser-
'a un sim- varé gratos recuerdos. En diciembre de 1808 me arroja-
jante á la ron al pueblo desde el tablado de la jura de Fernan-
e al fin á do VII, el deseado, y cayeron sobre mi seis lanas que se
ta-rnoneda disputaron mi posesion <Í. mogicones. Fuí á poder del mas
a. Recordé f?l'zlldo, que me cambió al siguiente dia por ocho sen-
cillos. Me horripilé al ver que hicieran igual aprecio de
- 36--
mi que de aquellos feos y medio apócrifos macuquinos, sien- al
do yo hombre de mas peso que ellos.
(Aqui interrumpierou los reales cortados que esta- ra
ban en mi porta-moneda la relacion del duro, y le di- lo
jeron con mucho retintin:) lo
-lIabrase visto chapeton deslenguado, ¿quien le ha bal
dicho que no somos gente de peso? ¿No sube que si no q
fuera por nosotros ya no habría aquí quien tuviera U11 ur
real, puesto que todos sus compañeros dieron en la gra- e
cia de emigrar? la
~Para que haya gente como UU., replicó el de Caro SI
los IV, mejor que no la hubiera; ino ven que ya nadie los al
aguanta, y que andan jugando con UU. al sopla vivo, v~
téniendoles mas miedo que á los alacranes? b
-El alacran y el escorpion será él,-gritó un re.il e~
tuerto, que se arrojó hecho un demonio sobre el duro; ~
con 10 que se armó una zarracina, que no sé en que SI
habria parado, si un Carrera no hubiese intervenido, y
con un golpe de autoridad, como los que solia dar el pro-
totipo, no hubiera hecho que todo el mundo se estuvie-
se quieto.
- VeTy well, hurrah,-dijo el chelin, dirijiéndose al
Carrera; y el español, que no entendió palabra, continuó
muy serio su relato.
- Un pobre hombre, dijo, que llegó á hacerse dueño
mio con gran trabajo, me dió en cambio del santo bau-
tismo que se administró á un hijo suyo; y el cura á
quien pertenecí, pagó con rni persona á un médico que
le recetó un br evage, de cuyas resul tas no volvió ya á
>

bautizar á nadie. Asi, vine á servir de instrumento para


abrir las puertas de la vida espiritual á una criatura hu-
mana y á otra las de la vida perdurable.
Segui rodando y fui á parar á manos de un hombre
muy extraño, que pienso se enamoró de mí perdida-
mente, pues noche á noche me ponia encima de una me-
sa, me miraba y me re miraba con un lente, y ,por medio a
de ciertos instrumentos dió en sacar retratos mt"Js, tan pa-
recidos, que yo mismo llegué á dudar al ver á alguno de
ellos si era yo mismo ú otro el que veia. A consecuen-
cia de ese entretenimiento, mis retratos y yo fuimos re-
ducidos á prision por un juez, llevaronnos al tribunal y
oi que nos llamaban cuerpo del delito, cuando yo ninguno
había cometido. Si acaso, á I!lJ SQ me podía llamar el
-37-
acuquinos, sien- alma del delito, yeso llevara mas camino.
Desaparecí de la mesa del juez sin saberse á que ho-
ados que esta- ras y fui á resultar casualmente en la bolsa de uno de
aura, y le di- los alguaciles. Fui parte á sufragar los COstOBde un ve-
lorio; pasé á poder de un caballero que me entregó á un
¿quien le ha barbero por que le sacara una muela; y c?mo resultó
ube que si no que salió una que no le dolía, hubo la marimorena so-
ien tuviera UI} bre que habia yo Jc volver á mi dueño. Al fin el sa-
ron en la gra- camuelas se quedó conmigo, extrayendo de balde la mue-
la dolorida. Desde entonces, honorables cólegas, mi vida ha
ico el de Car- sido la mas extraña que pueda imaginarse. He servido
e ya nadie los alternativamente á la piedad y al pecado; figuré muchas
al sopla vivo, veces en las mesas de juego; Le socorrido á familias po-
bres· he contribuido á comprar la honra de algunas; he
grit6 un re.il estado preso ; he bailado con garbo en la bandeja á la
bre el duro ; puerta del teatro en los beneficios de las comediantas y he
no sé en que sido ocasion de pelarazcas, Nunca me olvidaré de una vez
intervenido, y en q uo, con vertido en botella de coñac, trepé alegre y re-
lia dar el pra- suelto á los cascos de un marchante, é hice un energú-
do se estuvie. me no del hombre mas 'pacífico, que por mi cuenta abrió
á otro bajo la tetilla izquierda un hojal por donde se le es-
dirijiéndose al capó el alma. Yo estuve muy tranquilo en el cajon del
bra, continuó mostrador de la taberna, mientras enterraron al muerto y
ajusticiaron al vivo, que como el otro, dejó de serio por
hacerse dueño mi cuenta. En estos últimos años, habiendo cobrado fama
el santo bau- yo y mis compañeros, hemos sido mas solicitados que
.y el cura á muchachas bonitas, y mas de una vez me be visto á punto
n médico que de que me echen del pais, de puro bueno. O enterrado
o volvió ya á ó desterrado, he aquí la crüel alternativa en que me han
urumento para puesto, y de que he ido escapando hasta ahora como por
a criatura hu, milagro. Dicen que me han gastado muchas veces; pero
yo no veo que haya mermado un ápice de lo que siem-
de un hombre pre he sido. He perdido un poco el brillo y la frescura
e mí perdida- , de la juventud, pues cuento ya setenta y dos años; pero
na de una me- pienso vivir mucho todavia, No creo permanecer mas
~, y por medio de dos dias 'en poder de nuestro dueño actual, pues no
s In JS, tan pa- tiene corazo. para mantenemos presos; y s.egun le he oido
r á alguno de decir, me ha destinado para una empresa muy difícil y
A consecuen- arriesgada. Quiere que yo me multiplique por mil, lo que
yo fuimos re- nunca he podido hacer hasta ahora, y dice que lo tengo
al tribunal y . de lograr, ayudado de un billete de la loteria, Ó que vea
do yo ninguno para que naci. Adios, amigos y compañeros; tal vez vol-
,día llamar el vamos á juntamos, aunque temo que algunos de los pre-
-38- p--
sentes no harán" huesos viejos, (y volvió á velO al soslayo á
los macuquinos,) puee anda un run run de que va ,1 haber
en estos dias muchas novedades."
Calló el peso viejo, y yo me qnedé corrido y ator-
talado, no habiendo podido nunca imaginar que el progre-
so del siglo llegase hasta el punto do que los duros hi-
ciesen autobiograílas. Consideré peligroso, sin embargo, con-
servar mas tiempo cerca de mi persona á un sugeto tan
hablador, que no guarda ni lo propio ni lo ageno; y al si-
guiente dia, como apareciese milagrosamen te un expen-
dedor de billetes. dije: vade retro, y lo cambié por un nú-
mero. Se fué, probablemente para no volver á juntarse con-
migo en este valle de lágrimas; se fué, á E('guir suexis-
tencia errante y aventurera, en poder de gentes de diver-
sas condiciones; se fué, dejando lile, lo confieso, medio tris-
te; pero su permanencia á mi lado no fué enteramente es-
teril, porque ya que no otra cosa de mas sustancia, al me-
nos me dejó memorias.

PALlEC
muy poco
flores arti
de Dios e
'" dicho de 1
oficio de
sentido ti
~"-l ti,
estamos
sito pal',-\
un poqm
que en ate
de dinero.
u flores; y
pado el Iu
flores. Pr·
un jardini
de macet
convorsac]
ría y lar al
t'Cí' al soslayo á
que Ya á haber

! corrido y ator-
. que el progre-
le los duros hi-
in embargo, con-
un sugeto tan
I ageno, Y al si-
en te un expon-
abié por un nú-
á juntarse con-
srguir su ·exis-
entes de diver-
ieso, medio tris-
enteramente es-
istancia, al me-
Las Flores.

P ARECT<; men tira ; pero ello es cierto qUE: hasta hace


muy poco tiempo eran mas apreciadas en Guatemala las
flores artific:üt!es ó de mano, que las naturales. La obra.
de Dios cedia el paso á. la obra del hombre; ó mejor
elicho de h muger, porque el hacer flores no ha sido aquí
oficio de varones, Estos solo las echan á las damas, en
sentido figurado.
Al fiíl hemos venido á caer en In cuenta de que
estamos parados sobre uno de los suelos mas á propó-
si to pa ra hacer brota¡' las mas bellas flores, y que con
un poquitiio de cuidado solamente, podiamos tener lo
que en otras partes se adquiere á. fuerza de paciencia y
de dinero. Entonces se ha despertado la aficion á las
flores; y C~1l0 sncccle con todo, el entusiasmo ha ocu-
pado el lugar del 01 vida, y ya no hay quien DO tenga
flores. Pronto vendrá. á ser una vergüenza el no cultivar
un jardinilio, el no poseer siquiera una media docena
de macetas. Las flores prestan inagotable tema á las
conversaciones, y he oido "Í, hombres .graves disertar sé-
ria y largamente sobre una hortensia. ó un geranio doble,
-40-
c?m? se pudiera. discurrir acerca del sistema hi poteca- sembrar,
1'lO o del ferrocarril central. De tal manera nos vamos en- -¡
florando ya, que pronto no será aquí una expresion pu- cura roa
ramente metafórica la de "caminar por una senda de. el céfiro,'
flores." -M
Concedo que haya algo de facticio y mucho de no- orzullosd
b I

velero en esa súbita aficion á la floricultura que se ha apo- ._¡1l


derado de nosotros de repente; pero COIDO quiera que delicado
es una de las pocas con que no ofendemos á Dios, ni elegante
al prójimo, ni á nosotros mismos, no seré yo quien la cen- Al
sure, y antes por el contrario, k pongo desde luego mi de lo nu
visto bueno, aunque no haga gran falta que digamos á -D
los floricul torés. geranios.
Dije que con esa aficion no perjudicamos al próji- ga. Ye"
mo, y advierto que eso es algo lato. El hombre es un y son e
animal dañino que halla ocasion de pecado aun en lo botánico.
mas inocente. ¿Quien había de pensar que una cosa tan -¡O
sencilla y buena como es el cultivo de las flores habia han form
de ser orijen nada menos que de un pecado capital y de del .Japor
la infracción de uno de los preceptos del decalogo? Co- -~ .. • I

mo dijo D. Julio Arboleda, --dice el


... , Está escrito tara eJo l
Ay! que el delito engendrará delito; -p
quehace
y así en el caso de que ahora tratamos, el pecado trae licioso p~
la infraccion del mandamiento. En términos mas "claros: -'l'Q
tras la envidia, viene el hurto. Y es lo mas curioso que . do que
aquí nadie tiene escrúpulo de codiciar la flor de su pró- to y con
jimo, ni cree que es malo apoderarse de ella contra la -Pr
voluntad de su dueño. Perros, paraguas, periódicos y \ico cipl'
plantas son bienes mostrencos; y por muy mostrenco que füncbre
uno sea, si puede adquirir alguna de esas cuatro pp sin garita, á
que le cuesten el suelor de su rostro, se consideran co-
---- mo habidas en buena guerra. Esto, como todo, tiene sus
tales con
go ¡qué .
honrosas excepciones, las cuales quedan fuera de esta y COIOl'cs!!
regla, aunque la confirman. _ -To
Es do ver la cara que pone un dueñ~ de jardín do jardin
cuando asoma un aficionado ó una aficionada á flores. á alejara
Quisiera vol verse todo él ojos, para defender aquellas Cuan
prendas de su alma, que ha criado con tanto desvelo. caso yienEli
Con menos orgullo escucha un padre la letania de las rlorisras c
gracias de sus chicos, que el cultivador las alabanzas de sacrificar
aquellas hijas de la naturaleza que él no ha hecho mas qu~ del Cabo
-41-
ristema hi poteca- sembrar, c1eshierbar y regar.
ra nos vamos en- -¡Qué espléndida camelia! ¿Quien no admira la blan-
na expresion pu- cura mato de esas hojas fuertes Y. consistentes, que besa
r una senda de el céfiro, movicndolas apenas?
-"Me costó un par de onzas, dice el dueño, mas
y mucno de no- orgulloso que si .dijera: "yo la hice."
ra que se ha apo- --¡Y ese geranio doble, de un color de rosa tan
como quiera que delicado y tierno, que forma con sus flores apiñadas el mas
emos á Dios, ni elezante ramillete sobre el delgado y esbolto tallo!
yo quien la cen- b Al oir ese encomio, el propietario arranca un suspiro
desde luego mi de lo mas hondo del alma, y exclama:
que digamos á -DesoTaciadameute, comienzan á ser comunes esos
geranios. La gracia está en tener uno lo que nadie ten-
icamos al prójí , ga. Vea D., las flores dobles son el delirio de los floristas,
1 hombre es un y SOll consideradas como verdaderos monstruos por los
.cado aun en lo bo tán icos.
.ie una cosa tan -¡Oh! Que magnificas gladioJas! Se diria que se
las flores habia han formado con la mas be lla porcelana de la China ó
.do capital y de del Japon. Y que variedad de pensamientos!
~l decalogo1 Co- -¡¡~h! Eso sí. No hay pensamientos C01110 los mios;
--dice el propietario, con mas satisfaccion que si se tra-
tara de los de Pascul. ,
r elito; -Pero, ¿qué flor es esta tan rara y desconocida,
que hace dudar si es nardo ó rosa, y que exhala tan de-
el pecado trae licioso perfume?
nos mas claros: -Toma! Ese es el jazmín del Cabo. Es el segun-
as curioso que do que viene a Guatemala. Se le ha traido á gran cos-
flor de su pró- to y con esq uisito cuidado desde la costa del norte,
ella contra la =-Precioso jardin amigo mio! Aquí crece el m?lancó-
s, periódicos y lico ciprés piramidal al lado de los alegres alelies; la
y mostrenco que fúnebre cincraria junto á la magnolia; la preciosa mar-
s cuatro pp sin garita, á par de las lágrimas dela Magdalena; las rumor-
consideran co- tales con las azalcas, las fuccias con las dahlias, Y lue-
todo, tiene sus go ¡q ué caprichosa variedad de macetas de todas formas
fuera de esta y coloresl! . .
-Tod~ está mny á la órden de D_; dice el envidia,
~leñ(j de jardín do jardinero, invitando cortesmente al aficionado a flores
onada á flores. á alejarse de aquel abreviado eden.
lffender aquellas Cuando quien admira y elogia es una aficionada, el
tanto desvelo. caso viene ¡í ser gravo, pues la galanteria suele poner á los
letania de las floristas en los mas grandes conflictos. Hay tal vez que
s alabanzas de
al" sacrificar un geranio, una diarnela, Una camelia, un jazmín
a hecho mas que del Cabo en las aras de aquella deidad, á quien se maldi-
6
~42--
ce interiormente, y que quizá ha alabado las flores con hasta la'
la pérfida ,intencion de que se las ofrezcan. Pero hnyflori- .., de pncie
cultores heroicos, de corazones blindados, que resisten <Í> puente.
la irnetralla do la aclulacion y al fuego graneado de las á much01
peticiones. Y si dan, dan como si no dieran, uues cor- 103 zom~
tan la fiar sin una miseria de tallo, no sea que 'las siem- de aque
brcn y se peguen. Hay algunas maldi tas flores tan aOTCl- cuerdo.
decidas, que basta poned as en la tierra para que seo lo- Cua
gren. el rio, y
Ademas de los aficionados, las flores tienen otra es- miza. D¡~
o •
pecie de enemigos, que cortan sin alabar y sin pedir; esos se lanzar
son los zompopos. He visto ,í un dueño de jardiu , q ue pletamd
estaba, como suele decirse, viéndose en él, luchar deses- mcnzó
perado con esos insectos destructores. Tuve oeasion de despedaz'
presencial' el ataque dado por la florívoru falange á una cion, se
magnifica diarnela, episodio que procuraré referir, aunque chó, cars
con riesgo de que mi pálida descripcion no alcance á de una e
dar idea del horror de la batalla. un estam
A las seis en punto de la mañana levantó el campo con dific
el numeroso ejército, saliendo del cuartel general, vulgo, un péta
zompo pero, caminando en bien ordenada marcha, con el Por
objeto de sorprender al enemigo. El uniforme negro y co- Cuando
lorado que vestian las falanges formaba, á la luz del so], puente, ¡
los mas vistosos cambiantes, Los gucn'eros avanzaban de dirr, que:
cuatro á seis en fondo, sin desordenarse, conducidos por el Pronto
escuadrón de g uias y evitando con ostra tégicas precauciones de sus
todos los embarazos que pudiesen impedir ó retardar su mur- mirada
chao Después de haber caminado durante diez minutos, con bajnbu
toda felicidad, [el 'ejército se encontró repentinamente de- atropoll
tenido por un obstáculo inesperado. Habiendo llovido la en ellas
noche anterior, el jardin estaba inundado en partes, y los sol~~
precisamente un rio caudaloso corría delante de la plaza, dispersid
digo la planta que iba á ser atacada. Al llegar á la orilla pocos
del agua, las huestes se hicieron un remolino y retrocedi- 111'\1 heí
eron, dosordcnarrdoso algun tanto. Pero pronto se celebró, neral.
segun entiendo, consejo de guerra de oficiales generales, ¿Re
pues vi quc los mas gordos hormigones iban y~eniun apre- .tado del
,1
suradamente y se paraban unos junto á otros, corno si fJaran a
conferenciaran. El resultado de aquel movimiento me llenó vera. S
de asombro. Vi que unos cuantos fuertes y robustos zom- e rito c
popas, de los que formarían probablemente el batallan de Es
zapadores, en el ejército, tomaron sobre sus espaldas una que lnc]
Iarguieima y sólida hoja de gladiola, y conducieudola ahi la P'

_..:::..-
-~43 --
las flores con
hasta la orilla del río, lograron, á fuerza de habilidad y
Pelo hay flori- 1. de paciencia, formar con ella el mas firme y cómo~o
uo resisten ;Í,
puente. Operaciones de esa clase ban da:lo hono~''y ,glona
aneado de lns á muchos ¡¿:enerales; pero por desgracia el ejército de
ran, pues cor- 103 zompopos no publicaba boletines, y asi no quedará
que las sicm- de aquella célebre campaña mas que un confuso re-
ores tan agra- cuerdo,
ara que se 10-
Cuatro minutos emplearon las columnas en cruzar
el rio, y á poco estaban junto al muro d? la ciudad ene-
tienen otra es-
miga, Dada. la órden de ataque, los aguerridos ba,taIlon?s
sin pedir; eSO:3 se lanzaron al asalto, y un momento dospnes cubrian C0111
e jardiu que
pletamente el árbol. Se habia~ ap?c1erado de,la plaza. 00-
luchar dcses- mcnzó el saqueo. No quedo hoja, tallo TI! flor que no
.e oeasion de
despedazaran, y cuando se h,nbo co~pl?~ad.o la destruc-
falange á una cion se d ió la orden de retirada. El ejército coutrarnar-
referir, aunque
chó ' careado con los despojos. Quien conducía los restos
110 alcance á
de {lIla e~plénclic1a corola; quien Clrra,stl,'aba los pedazos de
un estambre; este cargaba con un pistilo; aquel marchaba
antó el campo
con dificultad oprimido bajo el peso de los destrozos de
eneral, vulgo, un pétalo. . .... - .
archa, con el
Poro ¡:ty! que en este mundo no hn.J dicha durable,
e negro y co- Cuando el ejército triunfante se disponia á repasar el
a luz del sol,
puente, apareció un enemigo formidable, el dueño dcl jar-
avanzabnn de
din, que iba :l pasar á sus flores la revista do orc1enan,za •
.ducidos por el
Pronto vió el destrozo de la mas bella y mas querida
as precauciones
de sus plantas. Encendido en ira, paseo en derredor una
tardar su mur-
mirada feroz y no tardó en descubrir al enemigo, que
z' minutos, con
bajaba por un desfiladero. Salvó el rio de.un ~al,to .v
tinarnento de-
atropellando con las huestes vencedoras, sus pies hicieron
ndo Ilovido la en ellas el mas horrible destrozo. Desordenose el ejército,
en partes, y
los soldados abandonaban el botin y huinn en completa
de la plaza,
dispersion; el campo quedó sembrado de cadáveres y los
gar cí la orilla
pocos q ne pudieron salvarse de la derrota, corrieron,
o y retrocedí-
mnl heridos ó contusos, á ocultarse en el cuartel b'o-
to se celebró, ne ral.
lel generales,
¿Ren~cial'án á las hostilidades? ¿Sefirmará un tra-
V venian apre-
tado de p~tz? Nunca. Los zompopos se rehacen y se pro-
tros, como si
paran á abrir do nuevo la campaña en la siguiente prima-
iento me llenó
vera. Se sabe que desde aquella famosa jornada han es-
robustos zorn-
el batallón de
crito con sangro en sus bn nderns: DeZenda Diamela.
Esos son, pues, los enemigos con que por acá tienen
espaldas una
que luchar los floricultores, Aficionados y zompopos; he
cond ucieudola
ahi la pesadilla. de los que siembran, desyerban, podan y
-44-
riegan. Estos tienen el dominio directo, aquellos el usu-
fructo del [ardin. Últimamente he visto emplear con al-
gun éxito el aceite de petroleo y el cyanuro de pota-
sio para acabar con los zompopos. ¿No serian de ensayar-
se esos mismos medios para extirpar aficionados?

'\

Es
yOl'ia
año y
en q
chos 1
pre
ra ta!

nierol.~
1eccl~
llama
por i
que
cump
tese
has
ya c~
dor
tiene
la b
, aquellos el usu-
emplear Con al-
y?I1:l!'o de pota-
nan de ensayar.
onadost

El 4 de A~osto.

ESA es una fecha que nada significa para la gran ma-


yoria de mis lectores. Es el cuarto día del acta YO mes del
año y nada mas. Sin embargo, como no hay inconveniente
en que uno nazca en un 4 de agosto, no dudo que mu-
chos habrán nacido y seguirán naciendo en ese dia; y siem-
pre que haya cuatros de agosto, habrá cumpleaños pa-
ra tales personas.
Confieso que soy uno de aquellos que en ese día vi-
nieron á ocupar un humilde puesto entre esa variada co-
Iecciou de condenados á muerte que tal vez por irrisiou
llamamos vi vos. j Oomo ha de ser! El q uo esta vi va, tiene
por fuerza que haber nacido; y de consiguiente, cada vez
que vuelva el dia del mes en que nació, se presenta su
cumplcaño. diciendole: "aquí estoy; vengo á avisarte que
te se han cargado 365 dias en tu cuenta corriente. Los
has gastado Dios sabe en qué, y no hay que contar
ya con ellos para lo sucesivo." El hombre es un dilapida-
dor que se come el capital. Lo disminuye cada dia, y
tiene la candidez de espantarse cuando se encuentra con
la bancarrota.
Como tenemos la malvada costumbre c1etergiversar-
-46-
10 toclo, decimos con In, mayor formalidad: hace tantos dar se
años que comencé ,í, vivir; cuando debiera decirse: tantos alma se
años hace que me estoy muriendo. ¿Quien duda de que cambia
el hombre comienza ,í morir desde que nace? En lugar, fianza ce
pues, de exclamar: murió fulano), debiera decirse: aca- codicia,
bó de morir fulano; yeso seria mas exacto. 11('1'080,
Vol viendo á mi cumpleaños, digo que se mc perdo- ¿Querrá
nará el que me dé por la prensa el pésame de haber á los d
empezado el extraño oficio de mnriento; ó empleando el mos, p\
estilo comun, que me felicite á mi mismohoy que es el debier.
aniversario de mi nacimiento. . Yic1a es.
Acerté á nacer en uno de los meses mas lluviosos es deja
del año. De consiguiente, es muy probable que aquel dia brusco
hayamos llorado dos: 01 cielo y yo. Con la diferencia y desap
de que sus lágrimas seguramente fueron dulces y fecundas; traña il
poro las que yo derramé entonces, como las que he llo- cialmer
rado despues, han sido estériles y amargas. Ko 1
Para njustarme al uso general, digo que nací en gnra 11
un 4 de agosto, que cumplo años &c.; como si yo aun figura }"
fuera el mismo que fui entonces. Sujeto el hombre á ó sese
sufrir In influencia de cuanto lo rodea, cambia continua- Pe
mento, en virtud de ese incesante trabajo de absorcion y y á los J
de scerccion, que renueva su ser todos los dias. ¿Qué le hablar
queda ,1 un hombre de cuarenta años do lo que fué cuan- tal cor
do tenia solo cinco? Apuesto á qne si el deudo que per- 4 de a§
dí treinta años ha vol viera hoy al mundo y me cncontra- quitari
ra en la calle, me saludaría, quitandose el sombrero, y me ceu o
diria: beso á U. la mano, cnballero. ¿Yeso porqué? POLo conocij
que ya no soy ni sombra de lo que era cuando él dejó dos 10,,1
de verme. De esto se infiere que no hay tiempo ni di- llores
nero mas perdidos c¡ne los que uno emplea en retratar- en qu
se. Al cabo de algunos años, el retrato mas perfecto se pa- lo que
rece tu n to al original, corno un huevo ,í, una castnña , Es- te.! l)el~
to se ve todos los dias. No hay remedio: ó retratarse ca- te ded
da semana por lo monos, ó no retratarse nunca. ni ta
Ah! ocho ó diez años suelen Lastar pc:ra que ya Cuan
no conozcamos al amigo de la infancia, al hermano á quien vivido'
hemos dejado de ver. [Has cambiado tanto! le decimos con dido
tristeza. Es decir: te has renovado, has dejado de sor lo Eso n
que fuiste. El cabello cae 6 cambia de color; la cabeza se deseo
inclina hacia la tierra; la frente, antes tan tersa, apare- to pe
ce surcada por hondas arrugas; los ojos pierden su bri- poseiCl
llo; la tez su frescura; el cuerpo se encorba; el an- en nil
-47-
ad: hace tan t03 dar se vuelve vacilante y torpe. ¿Y el alma? ¡Oh! El
decirse: tan tos alma se modifica tambicn, aunque ]101' ser inmaterial, DO

en duda de que cambia snstancinlmcnte como el cuerpo. La crédula con-


nace? En lugar, fianza cede su lugar al malicioso recelo; la ambición, la
ra decirse: aca- codicia, el orgullo, el egoismo sustituyen al abandono ;ge-
to. 11('1'050, al entusiasmo, al amor ardiente y desinteresado.
e se me perdo- ¿Quernil1 deeirme qne piensa y siente lo mismo un hombre
same de haber á los diez v ocho años que á los sesenta? ¿Por qué deci-
ó empleando el mos, pues, ·con tanto aplomo: yo soy fulano de tul? ¿~ o
r
o"llo que es el debieramos
Vida es sinónimo
decir mas bien: vo he sido fulano de tal"?
de transforÍnacion. Vivir es cambiar;
es mas lluviosos es dejar de ser; es morir. Solo que como el cambio no es
le que aquel dia brusco y repentino; como la renovación es parcial, lenta
n la diferencia y desapercibida, no se crce en ella, y DOS hacemos la ex-
lees y fecundas; traña ilusión de figuramos que no hemos variado sustan-
las que he 110- cialmentc; que somos los mismos.
No hay refrán mas falso que el que dice natural y fi-
go qu~ nací en gura hasta la sepultura. ¡.Qué llega ;1, la sepultura de la
amo. SI yo a un figura y del natural del que muere ala edad de cincuenta.
o el hombre á ó sesen ta aiios?
rnbia continua- Pero dejemos esas arduas cuestiones á los fisiólogos
de absorción y y á los psicologistas, y con formandonos al modo comun de
dias. ¿Qué le Ílablnr digamos quo seguimos siendo siempre los, mismos. En
o que íué cuan- tal concepto, yo soy aun el que vino al mundo en un diu
deudo que per- 4 de agosto; el año poco importa. Si fuera yo muger, me
y me cneontra- quitaria años. En llegando á cierta edad, las mujeres no ha-
'olllbrero, y me ceu oteo oficio que coger alforzas á Sil vida pasada, y be
so porqué? Por conocido madres que á fuerza de hacer esa opcracion to-
cuando él dejó dos 108 dias, han venido éi parar en el absurdo de ser me-
tiempo ni di- llores que sus hijos. Tampoco he llegado aU\1 á la edad
ea en retratar- en que los hombres, por vanagloria, se hacen mas viejos de
perfecto se pa- lo que son. Yo pcd ria confesar la mia lisa y llanamen-
na castnña, Es- te;" pero ¿de qué apuro saldrian con eso mis lectores? Bas-
ó retratarse ea- te decir que ni soy tan viejo como algunos quisieran,
nca, ni tan jóvon como á nJÍ tal vez me convcnd ria serio.
p¡,ra que .ya Cuando recuerdo 10 qne he sufrido, me parece que be
ermano a quien vi vida 11111(,. o; cuando hago memoria de lo poco q ue he po-
! lo decimos con dido gozar, creo que la vida ~e me ha ido como un soplo.
ejado de "el' lo Eso nos sucede á todos. El hombre es el animal mas
01'; la cabeza se descontentadizo de los que pueblan el universo. He vis-
11 tersa, aparo- to perros, gatos, gallos y 101 03 alegres, tristes, celosos ó
pierden su bri- poseídos de ira: jnrnas he notado síntomas de aburricion
corba; .el an- en ninguno de esos individuos. Creo-que es menester
-- 48- !::=~ •
r-' ---:---"
modificar un poco la definicion del hombro y que debe
decirse: "es un animal sensible, inteligente, que se fastidia
casi siempre, que desea ccnservarse y ser feliz."
Al que definió al hombre diciendo que era un animal
en dos pies y sin plumas, le taparon la boca echandolo
delante un gallo pelan, y diciendo le: ahi esta tu hombre,
Que me la tapen á mi echandome un animal aburrido y
me doy por derrotado,
He observado que mientras mas se asemejan los hombres
¡á los brutos, es decir mientras mas tontos son, se abur-
ren menos. Esto es lógico.
Perdoneme el lector las disgresiones y volvamos á 10
del cumpleaiios, Si estuviera en la mano del hombre el
desañarse, el desimnr un poco, ¿valdria la pena de hacer-
la'? Volver atras para volver á hacer los mismos dispara-
tes, creo que no seria cosa de mucho provecho. He oido
decir á algunos: yo quisiera rejuvenecorrne; pero con la
experiencia que ya tengo. [Ilusión de la vanidad! ¿Qnien
ha visto que el hombre escarmiente jarnas ni en cabeza
propia ni en agena? Con toda sn experiencia, volveria
:í enamorarse, á apuntar <Í una carta, á servir al pú-
blico, á escribir para los periódicos, á dar prestado,
abrir la boca viendo juegos de cub iletes, á plantarse de-
á
¿Qu
diez ó
lanto d,~ la máquina de un fotógrafo, á comprar píldoras
do Hollowny, á usar cuellos de 'papel y á creer en las rijamos
predicciones del almanaque. Bntollces ¿para qué volver mas po
arras? Mas vale segnir llevando la pesada carga de nues- en el oí
tros desatinos, hasta q ue hagamos la única cosa sensa- leca del
ta que podemos hacer en esta vida, que es morirnos, le un 1',
Ea esa persuacion, si Dios, por un milagro de su orn- ó plata,
nipotencia, dejara á mi eleccion el retroceder ó no á hallan s"
UCJ ue 1 4 de agosto del nñó que no he designado, renuncia- sobre l~
ria el beneficio, y diria como aquel ¡Í quien llevaban á ahor- hora.
car y le proponian un mal casamiento como condicion de Ll
indulto: "que ando el macho." lla y
tiene uí
(, .
mnguno
\

lo que
acostu
para te:
vida y
dos. Ya
Losad~
mbre y que debe
e, que se fastidia
ser feliz."
jue era un animal
la boca echandole
11 está, tu hombre.
nimal aburrido y

ejan los hombros


son, se abur-
10;3

y volvamos á 10
del hall bre el
la pella de hacer-
s mismos dispara-
ovccho, He oirlo
me; pero con la
vanidad! ¿Qnien
las ni en cabeza
El rel6.
'ricncia, volveria
:i servil' al pü-
dar prestado,
a plantarse de-
0111 pral' píldoras
á
i QUE hora es? He aquí una pregunta que hacemos
diez ó doce veces al dio. por lo menos; ya nos la di-
á creer en las rijamos mentalmente ,lo nosotros mismos, ya la arroje-
¿para qué volver mos pOl' via de interpelacion á los demás. En el uno y
carga de nues- en el otro caso la respuesta está en la bolsa del cha-
nica cosa sensa- leco del mismo preguutante Ó en la del preguntado. Sa-
es morimos. le un reló, S9 comprime un resorte, salta la tapa de oro
lagro de su oru. ó plata, y descubierto un disco de porcelana donde se
roceder ó no á hallan simétricamente colocados doce números romanos
iguado, renuncia- sobre los cuales giran lentamente dos agujas, se dice: tal
llevaban :í ahor- hora.
mo condicion de Llevar un reló en la faltriquera es la cosa mas senci-
lla y mas comun del mundo. Bueno ó malo, iquien no
tiene un l'e~1 Pero creo que ~ocos, ~oquísiJ?os, tal vez
nineuno de lOS que gastan reló, habrá meditado sobre
lo que encierra ese terrible mecanismo. Algunos ascetas
acostumbraban colocar una calavera cerca de su lecho,
para tenor presente siem pre }a .idea de la vani?ad de .la
vida y el recuerdo del fin último para que fuimos erra-
dos. Yo creo que basta y sobra un reló de French, d~
Losada, ó de cualquier otro, con tal que ande, para exi-
7
-50-
tal' en una alma un tanto reflexiva la consideracion de cada insta
la rapidez con que se gasta nuestra vida.
No bastan
¡Qué diríamos de un petimetre que hiciese de una calave-
en las co
ra un objeto de lujo, un dijr. que formara parte de ilU a lorno?
tudio, en 1
Casi considerariamos eso como una impiedad. y sin em-
á los de b
bargo, un reló es la calavera del. tiempo que desapareeió, pa
acordes. O'
rano volver mas, en el abismo insondable de la eternidad.
dueños. LI
Es la chancelacion de los dias q ue gastamos sin saber
cente con
en qué y la cuenta corriente de los que seguimos derro-
chando sin saber cómo. riguar la
disparar el
E8e círculo vicioso que recorre la aguja, ,01 viendo in-
do mano
defectiblemente á una hora dada al punto de donde partió, es
p;:l.1l la l~'
la imagen mas exacta de nuestra propia vida. Salimos de
lo ignorado, y despues de rodar en un círculo invaria- cos queda
ble de penas y placeres, vol vemos á lo desconocido. gun hueso
El reló es un mudo acusador de nuestra indolencia reló, es ell
culpable, de nuestra ligereza casi criminal. Ouando lo do llegan ~
consultamos para ver la hora, DO advortimos que la mane- ver que )
cilla DOS está señalando un instante hundido en el pasa- dias.
do, un paso mas hacia un tenebroso porvenir. Los i
- , j

El hombre de negocios, que hace 1:da1'de de apreciar y capncn


el valor del tiempo y que para ponderar su precio altísi- pretendior
mo ha concluido por, decir que es dinero, consulta el ruido de
reló cien veces cada día. Teme desperdiciar un solo. estan sin Q
-minuto; y ni come, ni duerme can tranquilidad, por no per- como los-
der un peso. El ocioso ve tambien el reló á cada momen- regla: ap
to. El tiempo es para él un capital que no sabe como cosa, pue
emplear. Quiere cerciorarse de lo que ha gastado y de hechos.
lo que le queda que tirar en el dia. Los empleados sa- De le
can el reló para ver la hora y no llegar á la oficina á ó siete el
la que prescribe el reglamento. El que ha recibido una cita, bagatela:
lo consulta, y si encuentra que ha llegado la hora con- la Mercee
venida, dice que aun puede disponer de dos antes de pre- 80n relojr
sentarse en el punto de la reunion. Ouando una muger teniendo
jóven pregunta la hora, puede apostarse doble contra sen- minario ti
cillo á que espera ó desespera porque ll;glle alguno; te y otra
El con valecíente requiere el reló para ver si se acerca. nion disti:
el suspirado momento de comer, y los moribundos casi versidad.
siempre preguntan la hora, sin duda por un sentimiento sordos, y
intuitivo de 10 poco que les queda por devanar de la vez cada
madeja de la vida. de consig
Es UDa cosa que asombra como S"emultiplican 108.
de adelanl
relojes. Se di da que el hombre quisiera darse cuenta á sus campa
al cemen
-51~
la consideracíon de cada instante del tiempo que se le escapa de las manos,
ida. No bastan los de bolsa, ni los de las torres; se acumulan
hiciese de una calave- eu las consolas de 10.8 salones, en los gabinetes de es-
parte de NU a lorno? tudio, en los dormitorios y en los comedores. En cuanto
píedad. Y sin em- á los de bolsa, es bien sabido que ,rarísima vez hay dos
oque desapareció, pa acordes. O adelantan 6 atrasan, como las opiniones de sus
able de la eternidad. dueños. Los hay que se mueven con el dedo, artificio ino-
gastamos siu saber cente con que se engaña á si mismo el que los llt;';~,.~~ ve;
que seguimos derro- \i,guar la h?ru y poner en :;cgu.icia el re16, equivale á
uisparar el tiro y colocar después el blanco. Muchos andan
aguja, volviendo in- de mano en mano el: continuos cambalaches; otros pa-'
~ de ?onde partió, es f'ªa la 1:l2~,:>'orparte de su vida en la enfermeria y no po-
la Vida. Salimos de cos quedan después de una operacian quirúrgica con al·'
un círculo invaria- gun hueso 'menos 6 con algun miembro postizo. Tener
lo desconocido, 1'016, es el sueño de los estudiantes de gramática; y cuan-
!e nuestra indolencia do llegan. á lograrlo, sienten una urjentísimanecesidad de
riminal, Cuando lo ver que hora es á cada instante, durante los primeros ocho
rtimos que la mane- días, ", " : '
hundido en el pusa- Los relojes de 'mesa se usan de las mas variadas
orvemr, y capri,chosas, for~:na~.. Algunos tienen música, coino si se
,alarde de apreciar pretendiera aturdir a los hombres para que no oizan el
al' Sil precio altísí- ruido ?o los pasos del tiempo. Esos relojes regula~mente
dinero, consulta el estan sm cuerda. Son como -Ias escopetas descompuestas Y
esperdiciar un solo, como los malos pagadores que llevan sus libros muy en
uilidad, por no per- regla: apuntan;. pero no dan. Mas apariencia que otra,
'eló á cada momen- cosa, puede aphcarseles aquello de buena cara y malos
'que no sabe como hechos. ~-
e ha gastado y de De los de torre hay poco que decir. Tenemos seis
. Los empleados sa, 6 siete en la ciud~cl y no siempre acordes respecto á una
llegar á la oficina á bagatela: la cuestión de la hora. Los de la Catedral
a recibido una cita la Merced y San Francisco pertenecen al antiguo l:égimen;
llegado la hora con: son, relojes respetables, por su edad; veteranos que van
e dos antes de pre- teniendo ya derecho a un retiro honroso. El del Se-
Cuando una muger minario.tieue dos caras como el Dios Jano: una ve al orien-
se doble contra seno t~ y ~tr~ hacia donde el sol se pone. Suele tener opio
rque 1~~lle alguno; nion distínt de la de su cólega y vecino el de la Uni-
a ver SI se acerca versidad. Este repite, á beneficio de distraidos y medio
los moribundos casi sordos, y como SI no bastara que nos advirtieran una
por un sentimiento vez cada ~ora que hemos vivido sesenta minutos mas, y
por devanar de la de conslgUlente, que tenemos sesenta minutos menos para lo
de adelante. El de San Juan de Dios parece que dobla al dar
, se multiplican los sus campanadas: mUJ: ,propio de quien está tan próximo
iera darse cuenta ¡¡,' al cementerio. Se diria que se ha hecho eso para que se
,:;;",;'52 -
}3- ;¡

comprenda" que se anuncia la muerte de cada hora. El


del palacio del gobierno nada ofrece de particular. Es un
reló que va bien, cuando no va mal, y sirve especialmen-
te á las placeras que conozcan los números romanos. El
de la Municipalidad.... pero, ¿qué digo? La Munici-
palidad no tiene reló, se ha quedado unicamente con
la torre ¡Y qué torre! Tiene, pues, como si dijeramos la
jaula; pero aun no está cojido el pájaro que ha de habitar-
la. Ese torreon se pal'eco 0.1 caballo de la fuente, que
tiene delante, en una cosa muy sencilla: en que los dos
nosirven para nada. ¿Será preciso enviar también la tor-
re á donde dispusimos hace: pocos dias COluci'.u'_elcaba_
Ha de' Carlo IV? Así se ali vi aria al portal de ungran
peso, como cuando se alivia á la conciencia de un pecado
mortal. Esa fábrica es el pecado capital del municipio.
Q se descarga de él, 6 se condena. "
Reglas generales. Si un amante crónico ve el reló dos
veces en una hora, estando al lado de su Dulcinea, debe
considerarse que comienza el periodo álgido. La aburricion,
es decir la muerte, anda ya próxima.
Si un padre de familias que tiene tertulia en su casa em-
pieza á dirijír ojeadas furtivas á los relojes entre diez y
once de la noche, eso en buen castellano
rada.
significa reti- iCONO~
hermano,
Si algunos de los lectores han consultado el reló mien- rida, son
tras han estado leyendo este capitulo, sera la mejor prue- l'adoja; p~
ba de que no debió haberse escrito. de esos in
ta cerrad
¿Qué es lo:
tegórica , ,:
ligera du
go nadie
de, para
casa pre~
¿quien fu~
si una ~
recibirá :
mas aqui
para que
Ind
cuando
mundo se
alguien ~
cada hora. El
rticular. Es un
e espccialmen-
ros romanos. El
o? La Munici-
nicamen te con
si dijeramos la
e ha de habitar-
la fuente, que
en que los dos
ambien la tor-
oIUCL\l' el caba-
al de un gran
de un pecado
del municipio.

ve el re16 dos"
Dulcinea, debe
. La aburrícion, Yo Y El •
a en su casa em-
s entre diez y
significa reti-
¿CONOCEN UU. á Yo? Yo, querido lector, es U.,es su
o el reló mien, hermano, es su amigo, es su muger, es su hija, es su que-
la mejor prue- rida, son todos y todas. 'Parecerá esto una solemne pa-
radoja; pero no hay nada mas cierto. Que vaya cualquiera
de esos individuos á buscar a otro; que encuentre la puer-
ta cerrada, que llame y le contesten desde adentro: ¿Quien?
¿Qué es lo que responde? Yo. Con una contestacion tan ca-
tegórica, que lo explica todo, que no deja lugar á la mas
ligera duda, la puerta se abre para que entre Yo. Lue-
go nadie hay tan conocido como Yo; y basta que Yo man-
de, para que los demas Yoes obedezcan. Si la señora della
casa pregunta á la criada que acudió al llamamiento,
¿quien fué á abrir la puerta?, responde sin vacilar Yo. X
si una las señoritas pregunta á otra en seguida ¿quién
recibirá aquella visita", responde la preguntada: Yo. Tene-
mos aquí pues á Yo que toca la puerta; á Yo, que abre
para que entre Yo; y á Yo que recibe á Yo.
Indudablemente cada uno es Yo para sí mismo, aun
cuando no lo sea para nadie mas. He oido que todo el
mundo se llama Yo; pero no he sabido hasta ahora que
alguien diga: vengo de casa de Yo; voy á pegar un pe.
-54- .
tardo á Yo; no temo á Yo 6 estoy enamorado de Yo. Se Quer
dirá que esto es un juego de palabras; tal vez será así; de los del
pero si las palabras son la representacion de las ideas, me- )' lo de loS
jor seria lIamarlo juego de pensamientos. Juego que por sistema q'
fortuna no ha de arruinar á alma nacida. una voz dl
Pero la verdad es que Yo no tiene nada dejuego; es Ego, 1
es una cosa muy seria, que para un iudi viduo cua ndo C011 una ni
menos es lo mas querido, lo mas cuidado; lo mas digno si se llam
de estimacion y de respeto. ¡Oh cuanto encierran esas La co
dos letras: Yol Yo es el alma, la carne, los huesos, la sangre; otro, aml~
los nervios &c. de alguno; es Yo, y no puedo ser mas y otro vi
que Yo. ¿Quién lo ha confundido jamas con otro? El hay entre
que por la mañana temprano se coloca delante de Su nativame
espejo para hacerse la barba, cuando ve que el azogado Hay
cristal refleja la figura de un hombre, p.l momento cono- gua rom
ce á Yo, y es materialmente imposible que lo confunda Gonsecue~
con los otros YOA'; que pueblan el universo. timo de
. ~o.,',~ccariño tan acendrado se tíene el tal Yo! ¿Quién que debi
es el dueño de ese cómodo y elegante coche? Yo. ¿Quién tianos y
se recrea con la vista de ese delicioso jardin? Yo. iQuién Si
va á consumir esos sabrosos y suculentos manjares? diria, con
Yo. Dichoso Yo, que siempre tiene quien lo quiera, titud ide'
quien se desviva por él y quien le consagre todas las cualquierl
potencias de su alma! cuando li
Si en una numerosa reunían de hombres preguntara ¡Que'
alguno: ¿Quién es entre todos UU., caballeros, el mas las ideas
bribon, el mas mordaz y el mas tramposo? iA que no El? Ko
habria entre los interpelados uno solo que alzara la voz Yo de
y dijera, Yo? Si;¡ la sociedad se compusiese de personas del ya por a
otro sexo y se les dijera: ¿cual de UU., señoras, es la mas curiosas
fea, la mas vieja y á la que jamas ha dicho nadie negros sentido.
tienes los ojos? Un silencio sepulcral acogeria esa pre- Así,
gunta absurda y de ninguna de aquellas bocas caería un ¿porqué
~~" .
Yo, que estaría muy listo, si la pregunta se hubiese he- contesta:
cho á la inversa. lo conoc
Yo somos todos y es ninguno; pues clt)fieso que Por la
U. no es Yo para mí, así como no lo soy para U. Yo, sino
Todo un sistema ha venido á fundarse sobre lo que habitant
representan esas dos letras, aunque por una anomalía de iY cuan
la lengua, se le ha dado un nombre latino. Egoismo se habla de'
llama lo que en rigor etimológico debiera llamarse Yois- llama 1'(
mo, yegoista al que en buen castellano es un Ymsta y na- nombre.
da mas. encuentr
-55-
1"_~

de Yo. Se Quererlo todo para Yo; preferir el Yo de uno al Yo


Tez será aSÍ; de los demas; creer que solo lo de Yo es santo y bueno
S ideas, me- y lo de los otros Yoes es injusto y malo, es el vicioso
go que por sis tema que tal vez por verguenza se ha disfrazado con
una voz de una lengua muerta. Oomo pocos saben quien
da dejuegoj es Ego, los egoistas pueden andar entre la gente como
duo cuando con una máscara sin que los conozcan. Otra cosa fuera
mas digno si se llamaran por su nombre en la lengua de Oastilla.
cierran esas La contraposicicn de Yo es El. Hablando el uno del
8,. la sangre, otro, ambos se llaman El, y hablando de sí mismos, uno
e ser mas y otro vienen á ser Yo. iQué diferencia efectiva y real
n otro? El hay entre El y Yo? Ninguna.j Fo es El y El es Yo alter-
ante de Su nativamente,
e el azogad-o Hay como dejo dicho, un Yoismo disfrazado á la anti-
lento cono- gua romana; y si el idioma no fuera el mas' descarado in-
lo confunda consecuente, debió haber inventado un Ylleismo, hijo legí-
timo de Ylle, El, como lo es Egoismo de Ego. Pero lo
Yo! ¿Quién que debía ser Ylleismo, se llama caridad por los cris-
Yo. ¿Quién tianos y filuntropia por los filósofos.
Yo. ¡,Quién Si el hombre no fuera un redomado hipócrita, no
manjares? diría, como dice, El y Yo; diria Yo y El, ó con mas exac-
lo quiera, titud ideológica, Yo El,y El Yo. El es el apellido de
todas las cualquier Yo de quien uno habla; y Yo el apellido de El
cuando hablo Yo.
preguntara [Que abismo tan tenebroso 01 de la contradiccion de
s, el mas las ideas y de las palabras! ¿Quién es Yo y quién es
¿A que no El? Ko sé. Yo soy el El de U. y el Yo de Yo. U. es el
ra la voz Yo de U. y mi El. Somos dos verbos que se conjugan
ersonas del ya por activa ya por pasiva; nna de esas frases raras y
, es la mas curiosas que se leen al derecho y al re ves, con el mismo
ie negros sentido .
la esa pre- Así, volviendo á fijarnos en el que llama á la puerta,
s caería un ¿porqué cuando desde adentro preguntan ¿quíen es? no
ubiese he- contesta: El? iNo es El para la criada qne pregunta? iNo
lo conoce con ese pronombre? iSaLe ella quien es Yo?
ifieso que Por la. n isma razon, el rey de España. no debía firmar
a U. Yo, sino El; porque él es El y nada mas para todos 106
re lo que habitantes de la monarquía que han de leer sus decretos-
malia de iY cuando deberá - decirse Yo? Realmente solo cuando se
goismo se habla de otro; puesto que ese otro es el Yo de El; se
arse Yois' llama Yo, y á todo el mundo ha de llamarsele por su
fensta y na- nombre. Ofrezco un duro (no macuquino] de gala á Yo que
e.ncuentre el hilo de eselaberinto en que estoy perdido El.
,~ ¡& der es que
Ya ne
ea de las
claro. Si ~
han de se'
y tambied
todo y p
pel'geñado
de los no
en un me

¿Que
hay porqu
ta conven
el no es l'
tambien
El Sil' el No. salí ei ta n te
rá verda1
con tanta
1\le
QUE tantas letras tiene un si como un no, es un axioma
filológico que nadie, supongo, se atreverá á negar. Pero
cosa, en
to. Pero
envolver.
hay muchos que creen de buena fé que existe diferencia
en migaG
substancial entre el no y el si, J esto es lo que 110 he
. repugnan
podido comprender aun, á pesar de la aparente con-
"'Fell
¡ .~
trariedad de esas palabras.
Juzgo mas bien que su valor intrínseco depende de porque el
I tropo La]
la pregunta á que con ellas se conteste; y que de consi-
tre autor]
guiente, si y no son dos rayos convergentes al mismo
que no; 1
centro; son idénticos; y su diferencia, si es que alguna
sisimo l'
»Ó,

tienen, no es absoluta, sino relativa.


está encad
Dirijase, para hacer la prueba, á un hombre cualquiera
lar allá e'
esta pregunta: iGusta U. de recibir una paliza? La respues-
El si
ta viene al canto: No. Iuviertase ahora la:pregt"LJ.ta: iQuie-
frecuente ,
re U. que se suprima "s:
la paliza prometida? ¿Donde
por razont
está, pues, la diferencia substancial entre esas dos voces,
y con lo
que sirven para afirma!' la misma idea? cen de la,
Se dice que el que contesta no, niega, y que el que res-
vulo. ¿,a
ponde si, afirma. Ilnsion. El que dice '110, afirma que no
el progen]
quiere; y el que responde si, afirma también la misma
impacien
negativa. En uno y en otro caso lo que uno da á entono
e--r- 57-
del' es que rehusa ser apaleado.
Ya no extraño, pues, que se haya dicho que en bo-
ca de las mujeres el no es hermano mayor del si. Es
claro. Si son hijos de la misma idea-madre, ¿como no
han de ser hermanos? Ya quisiera uno que las mugeres
y también los hombres le contestaran solo no y no en
todo y por todo. Los poetas llorones, los amantes mal
.pergeñados y los solicitantes andan siempre quejandose
de los noes. Dijo el bueno de D. Juan B. de .A.rriaza
en un mediano soneto:
Escondeme un puñal en este pecho
Y no me des un no que tanto amarga.
¿Que puñal ni que niño muerto, señor Arriaza, si no
hay porqué tomado tan á lo trágico? Disponga U.la pregun-
ta convenientemente, Y tendrá un.si puntiagudo, (puesto que
el no es redondo,) y entónces verá como tiene que quejarse
tambicn y. dirá: •.y no me des un si &c. Vaya para el
solicitante quejumbroso, á quien arden tanto los naes, ¿"Se-
rá verdad, señor, que nunca llegaré CÍ, alcanzar lo que
C011 tanta instancia he pedido á U.? Si.
Me diran que el no va envuelto en alguna otra
cosa, en todos los casos que. he figurado. Podrá ser cier-
W, es un axioma to. Pero por lo menos no se me negad, la utilidad de
á negar. Pero envolver los noes, como se envuel ven las píldoras de quinina
~iste diferencia en miga d~ pan. Siempre es quinina; pero se traga sin
s lo que no he repugnanC1a.
aparente con- ;'¡Feliz el hombre á quien una muger dice que no;
porque ese á lo menos oye la verdad", dijo el misán-
o depende de I tropo Lana. Niego la menor, con perdón de tan ilus-
que de consi- tre autoridad. Podrá ser una. fortuna que una muger diga
mtes al mismo que no; pero que esa sea srempre la verdad, es falso fal-
es que alguna sisimo. iCuantas veces dicen que DO los labios y el si
está encadenado pero á punto de desasirse y echar á vo-
bre cualquiera
lar allá en el fondo del alma!
iza? La respues- El si .Ya. el no son'dos monarcas absolutos que muy
regvata: iQnie- frecuentem~te trinchan las dificultades á lo Carlos III,
.da? Si. ¿Donde por razones reservadas en su real ánimo. Con los niños
esas das voces, y con los débiles es con quienes mas frecuentemente ha-
cen de las suyas el sí y el no. "Papá, pregunta un pár-
que el que res- vulo. ¿voy esta tarde á los toros?" "No," contesta muy grave
afirma que no el progenitor. ':¿Por qué?" replica el peticionario, con esa
bien la misma impaciencia natural en quien se ve contrariado en un
lUO da á en ton- 8
-58-
cio. B
deseo. "Porque no," contesta el Czar doméstico, y pone cQilte
punto redondo á la discusión. No, porque no, es la fór- ñor n
mula mas neta y mas convincente. ¿Que niño, por negado buena!
que sea, no se persuade de que no debe ir á los toros por-
que no? Así, no echa la leccion en saco roto; y cuan-
i
quehj
do su hermano menor, Ó l1ll coescolar mas débil q ue él por q
le preguntan porqué los maltrata, contesta imitando á pa- nos, )
11á, que porque si; y cuando le reclaman Sil parte en la dido'l
merienda, la niega y dice que no la da, porque 110. No hay dedi
duda en que todo eso es magnífico y ya preparando los ledo
mejores .resultados para el porvenir. ra e:
Moratin escribió una obra maestra que se llama
el "Si de las niñas." iCuando escribid alguno el "Si
de los padres," el "'No de las madres," el "Porque sí" y el
~r
poue
"P01:quC no de todos"? en 1<
Hay un si que ~e llama por antonomasia el desea-
do, el suspirado, pareoiendose en eso al señor rey D. Fernau-
do VII. Ese si es el que da la mnger al pié del altar, cuan-
do se nne irrevocablemcnte con el que ha do ser su iu-
separable compañero en la l'crcgrinr.cion de la vida. Eso
si es todo poesía, t.odo ilusion, todo vontura inefable.
¿Porqué no habrá algun no que se corone de una au-
reola semejante? Y bien pudiera haberlo, pOl' que mrt-
chisimas veces CHLt n y osa o vienen á hacer la felicidad
de algun mortal. Pedimos tan frecuentemente lo que es-
tá muy lejos de convenimos, que debicranos celebrar
algunos noes con cohetes, música y cop,~s. Poro como
suelo suceder entre los hermanos, que hay uno preferi
do á otro; uno en quien todo parece amable, bonito y.
gracioso; mientras que en el otro todo es pesado, feo
y torpe, así en estos dos hijos de la misma madre, el
si es el de las preferencias y el no es el que carga
el arpa. Injusticia. Los dos tienen su bueno y su malo á
la vez, como creo haberlo demostrado.
En conclusion diré que el si y el no son al tcruati-
"amen te cosa muy mala 'J casa excelente, ppr mas que
esto parezca liiu\ contradiccion. Prueba de q1Yeson malos',
es que cuando intervienen entre dos que viven juntos,
es indicio de que la tal sociedad anda muy mal parada.
Jamas hemos tenido ni un si, ni un no, dicen los es-
posas felices para quienes el matrimonio ha sido todo
"ida y dulzura. Luego tener síes· y noes es prueba evi-
dente de que el diablo ha metido el rabo en el cansar-
- 59--
ieo, y pone cia. Por otra parte, ¡,no aconseja el padre Ripalda que se
o, es· la fór- conteste sencillamente sió no, como Cristo nuestro se-
por negado ñor nos enseña? Luego síes y noes son á la, vez cosa muy
s toros por- buena.
to; y CIlUlJ- ¡,Está U. convencido, ilustrado lector? Si. ¡,Cree U.
é\.¡il que él que he escrito una solemne paradoja, bella lectora? No. Sí
itaudo á pa- por desgracia al dirijirme la respuesta se cambiaran los fre-
parte en la nos, y el varou dijera no y la hembra si, ¡,qué habría per-
110. No hay dido? Un poco de papel y tinta; el tiempo que yo he
parando los dedicado á borronear estos renglones y el que lector y
lectora han empleado en enterarse de su contenido. Pa,
ue se llama ra eso me consuela la idea de que otros cuartos de
uno el "Si hora hemos destinado á alguna cosa peor, y que respecto
que sí" y el al pecado cometido en escribir y en leer este capítulo,
podemos decir como Sancho Panza cuando cayó el rayo
ia el desea- en la picota: allí me las den todas.
TD. Fernan-
1altar, c\.U~n-
ser su tu-
la vida. Eso
inefable.
una an-
al" que mtr-
la felicidad
e lo: qne es-
os celebrar
. Pero como
uno preferí
e, bonito y-
pesado, feo
la madre, el
¡ que carga
y su malo á

son alteruati-
p.or mas que
ue son malos',
viven juntos,
~ mal parada.
dicen los es-
ha sido todo
s prueba eví-
en el .consor-
mucho
'~ ~ o,ndan
• El'
las COI
tan si
viendo
confesa
cion y
calle. i
peño 1:\
veces
frente
L
te anc
cordel;
domins
Las calles. que no'
mente,1
Al
las to
CREO que nadie ha discurrido hasta ahora una ciu- la gen
dad sin calles. Mas ó menos anchas, mas ó menos regu- iglesiv
lares; pero calles ha de haber donde hay cierto nú- estas
mero de casas formando pueblo. Cuando. preside á la for- minad!
macion de una ciudad una direccion un poco inteligente, indeci
las construcciones van alineandose como soldados en for- brado
• macion, unas junto á otras, en filas, dejando un espacio che ..
vacio entre las que se colocan á un lado y las que ocu- del al
pan el frente. Ese espacio es la calle, que por regla ge- la so
neral es de todos y está á la disposicion del que quiera que r
andarla. plos, I
Salir á la calle es una necesidad imperiosa, especial- mo de
mente para los que pertenecemos al sexo masculino, que a8ech
pudiera entre nosotros llamarse por antonomasia sexo corti
callejero, para distinguido del otro, que es esencialmen- yuw
te doméstico. Las mujeres se contentan con .1er las ca- á esa
lles desde los balcones; pero los hombres nos hemos de ncctu
meter en ellas, las hemos de pasear de sur á norte, de tos d
oriente á ocaso; y si no, hacemos cuenta que hemos pero trega
dido el día. Pasamos la mitad ó las dos terceras partes
de la vida en la calle; y algunos hay tan encallados, que
solo para comer y para dormir no estan en ella. Por eso
se ha hecho el verbo callejear, y no el casear; porque son
-61-
muchos mas los que viven de calle en calle, que los que
andan de casa en casa.
• Esas fábricas de ladrillo, cal y piedra que forman
las construcciones, son tan curiosas, que no se conten-
tan sino cuando tienen dos, cuatro ó mas ojos para estar
viendo las calles. Esos ojos son las ventanas, que _por no
confesar su curiosidad, toman el pretexto de la ventila-
cion y de la luz. Lo que hacen en realidad es espiar la
calle. iY qué tiene que ver la calle que con tanto em-
peño se la asecha'l Nada. Un mal empedrado, algunas
veces un charco, casas á derecha é izquierda, casas al
frente y gente que pasa. Eso es todo.
Las calles de nuestra querida Guatemala son bastan-
te anchas, atendida la altura de los edificios, y tiradas á
cordel; de manera que, vista la ciudad desde algun punto
dominante, parece un tablero de ajedrez. Y por cierto
que no son pocos losjaques que le dan á uno en ella diaria-
mente, á fin de que así sea la semejanza mas completa.
A eso de las cinco de la mañana, las campanas de
las torres, grandes madrugadoras, comienzan <i llamar á
una ciu- la gente con sus lenguas de metal. Como para ir á las
nos regu- iglesias es indispensable pasar pOL' las calles, empiezan
eierto mi- estas á poblarse con esos bultos sin forma ni color deter-
, á la for- minado, que cruzan en la penumbra, dibujando sus perfiles
telig.ente, indecisos, á la mustia claridad de las lámparas del alum-
s en for- brado público, que á esa hora se despide hasta otra no-
n espacio che. Esos bultos son los devotos que acuden á la misa
que ocu- del alba. Suele haber en esos mamen tos solemnes, en q!le
regla ge- la sombra lucha con la luz, otra especie de transeunte s
ue quiera que recorren las calles; pero 110 con el fin de ir á los tem-
plos, sino con el de quebrantar, si hay ocasion, el séti-
, especial- mo de los preceptos del decálogo. Esas fantasmas andan
ilino, que asechando alguna ventana entreabierta, para pillar una
asia sexo cortina, escamoteo en que suelen mostrar una habilidad
ncíalmen- y un arte que es lástima no ver mejor empleados. Como
el' las ea- á esa hora la ciudad pasa de la tutela de los vigilantes
hemos de nocturnos la de los diurnos, hay siempre algunos momen-
norte, de tos de interregno, en los cuales la poblaciou queda en-
mas per- tregada al brazo secular de los rateros.
'as partes Poco despues la claridad ahuyenta esas aves de ra-
~ados, que piña, que van á anidar en los suburbios y las calles se
Por eso pueblan de gente. LO$ que visitan el jubileo de cuarenta
orque son horas; los valetndinarios que necesitan ejercicio; las cria-
-62-
das que van á comprar las provisiones para el desayu- diga otra e
no; los carreteros que conducen el pienso de los caba- OIltenango
llos; los lecheros, los artesanos que van á los talleres, siem- como toda¡
pre que no es domingo ni lunes; he ahi la clase de gen- que ni á
te que por lo regular anda en In. calle á esa hora. Mas DOl' dos
tarde la invasion es completa, y especialmente las que Es verdad
pueden considerarse como las arterias principales de la solo está
poblacion, se llenan de transeuutcs, po.lian pnl
Ouando el sol meridiano lanza perpendicularmente m muy ap
Sl1S rayos sobre la piedra caliza de las calles, la gente tengan lo
disminuye y busca el abrigo protector de las habitacio- tal'. Ya 1
nes. Hacia las cuatro de la tarde, hora en que ya el ca- porcional'l
ballero Febo va como quien dice cuesta abajo, van po- SiJ¡,
blandose otra vez las calles, para volver á quedar desier- denomina
tas luego que tiñe la noche, tintorera incansable, que rielo admi
comienza el oficio en cuanto el sol se marcha. Asi que el ahora esto,
color está nn poco cargado, es decir, á eso de las ocho co¡n-elllcn
ó las nueve, apenas se encuentra uoo ú otro individuo; pero con
y mas tarde el soñoliento sereno qlle va á la esquina á quiero, P
cantar la hora; el tertuliano que regresa; la recua que a- y lo cont
cude á hacer la policia del mercado, recojiendo los des- tres cnatl
perdicios de la venta diaria y uno ú otro vecino que dos: "ud
por excepcion tiene que salir de casa, son los únicos sas, y á I
seres vivientes que se ven en las calles. Cuando no hay vocarso e
luna, los faroles hacen cuanto pueden por alumbrar; y 1'e1'O llUO

si no lo consiguen del todo, nadie podrá decir que es Ren1'1,-pr


llar falta de ganas. . ha entra'
Lo dicho acerca del flujo y reflujo de callejeantes, de- de? Es m:
be entenderse precisamente de los días de trabajo. En los tro Anta
de fiesta las calles descansan corno los hombres, v santi- nace la 1
fican el dia. Un domingo á eso de las diez casi" podría b1'e\ "~¡
uno pasearse por las calles en el trage que usaban Adan niiias. - ~
y Eva en el paraíso, antes de haberse comido la man- Yariedad
zana. Pasada la misa, ¿qué ha de ir á hacerse á las ca- llega á l.
lles? como qUl
Entre las de nuestra ex-noble y ex-leal metrópoliy.con- baja pura
tamos algunas dignas de especial menciono La~ue se ha anda otr
empeñado en seguir llamandose real, con escándalo de nues- de estier
tro sistema republicano, es la mas famosa de todas. Par- He -
tiendo de S. Francisco, ya en línea recta á desembocar v.crbi¡ó,aj
en la plaza mayor, formada por dos hileras de espaciosas 1"1; pero
y cómodas coustrucciones. De la plaza hacia el norte, y de bres, ni
la plaza hacia el sur, ya la calle real deja de serlo, aunque mas sabe
-63-
ara el desayu- diga otra cosa el mapa, y se convierte en calles c1~ Jo-
de _los caba- oetenaneo y del Cal vario. Estas son colas de la otrn; y
- talleres, siern- como t~da cola, vienen á ser un apéndice del cuerpo. Creo
clase de gen- que ni á la calle real ni, á ?tras le~ haria daño el te-
, _esa hora. Mas ner dos líneas de uaranjos a la orilla de las aceras.
mente las que Es verdad q ue eso de árboles dentro de las. ,Poblaciones,
iucipales de la solo está bueno para los pueblos, como y~ dIJO otro; pero
podían probar, y si .no resulta mu.!, feo, :11 r:111y mal sano,
endicularmente ni muy apueblado, dejar los naranjitos, siquiera para que
,alJes, la gente tensan los muchachos azahares y fruta verde que cor-
las habitado- tar~ Ya los del teatro no dan abasto; es necesario pro-
que ya el ea- porcionarles algnl1o:3 mas. .
abajo, van po- Si la, callo real se ha salido con no abandonar la
quedar desier- dcnominacion momirquica, en cambio otras no han que-
rcansable, que rido admitir ninguna, y siguen siendo corno el libro que
ha. Asi que el ahora estoy escribiendo,' sin nombre. Esto no tiene mas in-
o de las ocho cOlweniente que dificultar un poco el dar con las casas;
tro indi viduo; pm·o con alg un trabajo, al fin se sale uuo CO.11 lo que
, la esquina á quiere. Por ejemplo: pregunta Pedro en donde V1\"e Juan,
a recua que a- y lo contcstan r= Cojo U. la calle del Dieino rostro, anda
'jiendo los des- tres cuadras; cruza á la izquierda; sigue derecho otras
ro vecino que dos: vuelve á tomar á man izquierda; cuenta cinco ca-
on los únicos sas,' y á la sexta, ahi vive Juan. --¿Qnién ha de equi-
uando no hay vocarse con tales señas? -¿Donde hallaré un buen her-
alumbrar; y rero que me fubri quo una cerradura qlle no puedan fal-
decir que es senr?,-pregunta D. Crisóstorno el u:variento,. que an:1 no
ha entrado por la malla de las cajas de lnerJ'o.--¿Don-
callejeantes, de- de? Es muy fácil, le contestan, Vaya U. á buscar al maes-
rabajo, En los tro Antonio Cerrujn. que vive .... vive .... Mire D. ¿.Co-
bres, y santi- nace la nueva panadería del cla,el?-~ o señor. -¡Hom-
ez casi podría bre! A dos cuadras por detrás del antiguo colegio de
e usaban Adan niñas. -Vea D., dice otro; ¿Gonoce donde eran antes las
mido la man- Variedades? --POl' supuesto. -Pues bien; cojo U. derecho,
erse á las ea- llega á la alcantarilla frente á San Juan de Dios, cruza
como quien va para el Santuario, ancla una cuadra, cruza,
metrópoli, con- baja, para abajo, anda dos cuadras, sube pam arriba y
La\}ue se ha anda otra dos, y á la media cuadra, frente ti un gran volcan
ndalo de nues- de estiercol, allí está la her reria: cualquiera da rnzon,
(le todas. Par- He ahí lo que sucede. ¿No fuera mas sencillo eleei r,
á desembocar verb izracia: Calle de los Apretados, n. o 105? Creo que
0 -
de espaciosas si ; pero1 cuando las cal es se empenan en no tener nom-
el norte, y de brcs, ni las casas números, sus razones tendrán, porque
serlo, . aunque mas sabe el loco &0.
-64-
Hay calles en Guatemala que se parecen á la exis- ~!!!!!!
tencia humana, en que todo es en ellas subidas y baja-
das. El ir á algunas casas desde ciertos puntos de la
-ciudad, es ir muy cuesta arriba. Son caminos con un quin-
ce ó veinte por ciento de declinacion, lo que casi viene
á hacer que no sean vias carreteras.
Hay una entre nuestras calles que no me ha dado
poco en qué pensar: es la que partiendo del potrero
del Tuerto, va á rematar en el cementerio. Se me figura
como si dijeramos el camino de la vida. Es bastante
larga, y lo parece aun mas por lo trabajosa. Es ver-
dad que ultimamente han mejorado y hermoseado nota-
blemente una parte de ella, como si se quisiera facili-
tarle á UDO el tránsito para la eternidad. Todos vamos
por esa calle; uuos por Santo Domingo; otros poco mas
allá del Carmen, como quien dice á media vida; quie-
nes por San Agustin; algunos pasaron del antiguo café
de Variedades, y [cuan tos irán tocando ya en la plazoleta
que hace frente á la entrada del panteon! No deberia
preguntarse á las gentes cuantos años tienen, sino en que

e,
cuadra de esa calle van.
Hay calles buenas y malas: cualidad que depende,
como suele suceder tambien respecto á las gentes, de la
posicion que ocupan. Una buena calle, una mala calle, son mero
expresiones que designan respectivamente las calles que de qu~
estan cerca ó lejos de la parte central de la ciudad. Hay cargó .t
algunas que antes eran malas y después se han vuelto vó,que
buenas, como los viciosos que se reforman y se convier- nido á
ten en hombres de bien. No es que ellas busquen el pecie.
centro, sino que el centro ya no cabe en su puesto y E
va buscandolas á ellas. Hasta se puede predecir con cier- so de
ta seguridad que calles, malas hoy, serán buenas de aquí no erl.<
á ocho diez años. Siquiera ese consuelo pudiera uno te-
ó inventó,
ner con algunos prójimos, y fuera. lícito decir: hoyes mo la
tramposo, ladran, intrigante, &c; mas sé de cierto que no haYI
den tro de seis años será muy honrado. Pero ¿cJlando? 110 sab6
Para concluir propongo estas charadas: 'ten qué se lar á es
parecen la calle y el petate? Solucion, para ahorrar el que les
trabajo de cavilar: en que tan malo es quedarse en el uno .Un
como en la otra. ¿Cual es la peor de todas las calles? La element
de enmedio; por que quien se echa por ella, perdió ya. El que
hasta la vergüenza. tado pr
tre aun
la exis-
y ba~-
s dé la
un quin-
si viene

'ha dado
potrero
10 figura
bastante
Es ver-
a nota-
'a· facili-
's vamos
oca mas
a; quie-
'uo café
lazoleta
debería
en que
r
(Iepende,
es, de la CO~FIESO humildemente que no sé quien fué el pri-
alle, son mero que escribió cartas en el mundo. Hay constancia:
les que de que se usaban ya en tiempo del rey David; que en-.
ad. Hay cargó á U rias de una que salió muy cara al que la He-.
n vuelto vó, que costó muchas lagrimasa Su autor y que ha ve.
convier- nido á ser proverbial, dando nombre á todas las de su es-
quen el pecie. .
uesto y Es de suponerse que quien inventó ese modo ingenio-
011 eier- so de entenderse las gentes separadas por la distancia,
de aquí no era ningun lerdo; y acaso merecia mas fama" que el. que.
uno te- inventó la pólvora, que no sé porqué se considera co-
hoyes mo la invencion q ue necesitó de mas talento. ¿Habrá quien'
rto que no haya escrito ó recibido alguna carta? Hasta los que
do? 110 saben esc~bir, aun los que no saben leer, pueden ape-
qué se lar 4 ese recurso de los ausentes, encomendando á otros
rrar el que les escriban ó les lean.
el uno U ua foja de papel, un tintero y una pluma son los
les? La elementos materiales indispensables para hacer una carta.
rdió .ya El que puede disponer de esos tres objetos, está habili-
tado para comunicar sus pensamientos á quien se encuen-
tre aun cuando sea á tres ó cuatro mil leguas -de dis-
9
-66-
taucia. Como el judío errante, la carta oye una voz que
le grita incesantemente: marcha, marcha, hasta que llega
al término de su viage. Es una andariega infatigable. gun
Depositaria de secretos importantes; guardiana de <le
caudales; confidente de nuestras ilusiones, de nuestras fla- cóf
quezas y de nuestros desengaños, pasa de un punto :í. otro, señ(]
ligera con su pesado bagage, y anda de mano en ma no, con mor
la seguridad casi completa de que su fragil envoltura la ccm
defiende mejor que una muralla erizada de cañones. ejen
No hay nada tan provocativo como una carta cerra-
da. Cuando nos pasa por delante, parece que nos dice:
"yo sé una cosa que no digo; aquí llevo guardado un se-
creto que 110 revelo; para arrnncarmelo, es necesario ha-
cerme pedazos." El hombre no suele defender lo que se y Id
le confia con tanto heroísmo. Generalmente hablando, ;í
poco que se Te estreche, desembucha y dice, invirtiendo
el comun proloquio: "primero confesor que martir." Es mas
fácil adivinar el pensamiento de un hombre estudiando
su fisonomia, que leer el contenido de una carta al tra- '
ves de la cubierta.
Hay diferentes clases de cartas. Desde luego tene-
mos las que se escriben regularmente desde los diez y
ocho hasta los treinta' años; y digo regularmente, porque
hay muchos que comienzan el ejercicio mas temprano y
que lo concluyen mas tarde. Esas cartas no llevan ni
direccion ni firma. Ya se sabe de quien y para quien son.
Abundan en fuegos volcánicos, en juramentos, desespera-
cienes, agonías, esperanzas, delirios, ángeles, corazones fle-
chados. &c. Es costumbre que la jóven que recibe una c1t(
esas cartas por la primera vez, se la aprenda de me-
moria á fuerza de leerla. En mi"tiempo solían copiarse de
la Julia de Rousseau, ó de la Clara de Richardson. No sé
que harán ahora que ya casi nadie escribe novelas en cartas.
Mis amables lectoras saben, sin que yo se los diga, que
es práctica inconcusa el conservar cuidadosamente esas
epístolas, para devolverlas, en caso de quielx·a, al que las
escribió, junto con anillos, retratos, flores secas )' otras
baratijas de menor cuan tia.
Es triste recorrer esas correspondencias algun tiern-
1).0 despues de devueltas. ¿No es verdad, lectoras? Eso ha-
~e el efecto que causa la vista de un bosque incendiado,
donde no quedan ya sino los vestigios del fuego: carbon,
hu mo y ceniza, tielJ
-67- ••
una voz que- No creo que haya entre las damas que tienen la pa-
sta que llega ciencia de leer estos apuntes ningnna que no tenga en al-
fatiga ble. gun rinconcito de la gaveta de su armario uno, dos ó mas
guardiana de de esos misteriosos envoltorios de papeles devueltos, sar-
nuestras fía- cófagos donde se guardan cenizas de antiguas llamas, U no.
.punto :i otro, señora arreglada debería, á mi juicio, colocar esos restos
en mano, con mortuorios por órden de fechas, como los nichos de los
1 envoltura la cementerios, y ponerles sus correspondientes epitafios. Por
cañones. ejemplo:
a carta corra-
que nos dice: Paquete N.O 1.0 Julio de 1850.
bardado un se-
necesario ha- "Aquí yace Marcial Cachivache. Vivió año y medio.
y lo mató el que ocupa el siguiente nicho. R. 1. P.l1
~er lo que se
le hablando, á
Paquete N.O 2. Enero de 1852.
ee, invirtiendo
artir." Es mas "Reposa aquí un estudiante
re estudiando A quien amé con exceso;
carta al tra- Claro está.
Como no era hombre de peso,
e luego tene- Le hizo tomar el portante
de los diez y Mi mltmá."
rmente, porque
s temprano y Paquete N.O 3. Octubre de 1852.
DO llevan ni
ra quien son. "Bajo de esta losa fria
tos, desespera- Descansa Juan Ventolera;
, corazones fíe- Me gustó por calavera,
recibe una clf y si me caso con él ...•
renda de me- Ave Maria!"
n copiarse de
ardson. No sé Paquete N.O 4. Febrero de 1853.
relas en cartas.
'e los diga, que "Aquí reposa Pascual;
osa mente esas Murió de rabia y de celos,
.~.a, al que las Porque me vió en el portal
secas )' otras Comiendo con su rival
Buñuelos."
s algun tiern-
,ctOl'Us?Eso ha- Paquete N.O 5. 'Setiembre de 1854.
ue incendiado,
fuego: carbón, "Restos de D. Juan de Todas. Engañó al mismo
tiempo á la IDes,.á la Antonia, á la Paula, á la Felicia-
-68-
na ya mi. Nos juntamos' y le dijimos 'cuantas eran cinco.
Nos habló deepues en particular y nos convenció de que
cada cual era la única verdadera dueña de su afecto.
Nos dimos por satisfechas y siguió la broma; hasta que el
día menos pensado se 'fué á su tierra y nos dejó dicien-
do miren que caso! [En seguida, escrito con lápiz: pero tal
vez volverá. J
de Fú
Paquete' N.o 6. 1857. el epi
versol
nar ~
"Una lágrima, un suspiro cipian'
(
Por el pobre Oasimiro, be COl
Mi pretendiente.
Era un partido excelente;
Ay! icomo no lo atrapé?
Pero ... ya me acuerdo, fué '
Que 'se murió de repente." .

Hay otra especie de cartas todavía mas insignificantes


que las amatorias, y son, las que se Ilaman de recomen-
dacion. Por regla general, y con pocas excepciones, el
que las escribe lo hace por, satir del. paso, y el que las
recibe no les hace caso. (Y 11 salió en verso ) No es raro
tener que recomendar personas ¡á quienes, jamás le:s ha
visto uno la cara, porque un amigo nos recomienda que
las recomendemos. Esas son recoméndaciones por tabla,
que valen menos todavía que las otras. -
Do todas las cartas, yo creo que las mejores son
las blancas, y 1M. peores aquellas que lo hacen perder
á uno la mosca. El que . dice llevo- carta blanca para
el banquero tal, puede estar seguro de que no le faltará
blanca, si el que le -dió "la carta estaba autorizado para
dada. Por el contrario, si otros banqueros no le dan á
uno la carta que le. conviene, ya puede decir adios mi
dinero.
Rayen fin otras cartas que se escribencoara todos
y para ninguno; que sirven de pretexto á bochinches; que
los periodistas toman en boca todos los dias; que andan
siempre violadas y que regularmente mueren de muerte
repentina, Esas son las cartas constitucionales. En los ar-
chivos públicos debieran estar, como las amatorias, con sus
respectivoe epitafios, verbigracia, y vaya uno por todos.
Carta del año tantos:
-69-
••
tas eran cinco. Prometió libertad -á todo títere,
nvenció de que Consignó cien derechos soberanos,
de su afecto. (¿Donde encontrara un consonante en itere?)
; hasta que el Escribió en letras gordas: No HAY' TIRANoS
os dejó dicien- y en el año siguiente acabó á manos
lápiz: pero tal
de Fulano, Zutano, Mengano, Pereecejo y otros. Aunque
el epitafio concluya en prosa, si no es fácil rematarlo en
verso, eso no le hace. No todas las cosas han de termi-
nar como comienzan. Tambien las constituciones prin-
cipian ofreciendo este mundo y el otro, y acaban Dios sa-
be como.

insigni flcantes
n de recomen-
xcepciones, el
y el que las
No es raro
jamas les ha
~comienda que
nes por tabla,

mejores son
hacen perder
blanca para
e no le faltará
torizado para
no le dan á
ecir adios mi

en t ara todos
bchinches; que
Si que andan
en de muerte
es. En los ar-
rias, con sus
o por todos.
1& ~

habit'
g-o h
mam
guno
irema
en lo
se t3~
~
de u
tos
Lora,
El espejo. tiemi
con
h~ n~
cir é

EL hombre ha debido experimentar


riosidad, muy natural, de darse cuenta
siempre una' cu-
de su propia
cant
sana
sura.
fisonomia. Tener cara y no poder ver como es, creo debe
" ,,1
mi.
ser uno de los martirios continuos de los ciegos de na-
cimiento. res;'
Ese deseo nos explica la antigüedad de los espe- habl
jos. ¿Quién sabe si nuestra madre Eva, perdida su pri- cion~
mitiva inocencia, no andaría asomandose á las fuentes, á ni1
para ver en la tersa superficie de las tranquilas aguas, ce II
el reflejo de las bellas facciones con que la dotó el cria- la n:i
dor? Segun una ingeniosa ficcion de Ovidio, el jóven Nar- _EJ
.1
ciso, á fuerza de contemplarse en una fuente, enamora- en ,
do de su propia hermosura, llegó á morir de pura tris- c'ong
teza. Temo que no se ha agotado la raza de .aquel va- en l!
nidoso griego; y aun cuando los idólatras de ~i mismos ,ros
ya no enfermen y mueran, no por eso deja de produ- otra:
cir su extravagancia malas consecuencias para ellos y
para los demas. sale¡
Andando los tiempos, los que deseaban verse las ea, azog
ras no se contentaban ya con el agua, medio imperfec- tas
to, que solo podia servir en falta de otro mejor. Inven, lisur
-71-
taron, pues, los espejos de metal y los de. o~sidiana,
que segun parece, usaban nuestros antiguos indios. Por
último el vidrio y el mercurio se unieron para formar el
espejo actual, mucho mas perfecto y adecuado á su obje-
to que los de la antigüedad.
, Hay espejos que se usan hoy como adorno en las
habitaciones; pero no es. de esos de los que me propon-
go hablar. Si diré, de paso, que no sé porqué los lla-
Il1álDOS tcemoles, palabra que 110 be encontrado en nin-
guno de los diccionarios que he podido consultar. Hay
tremo, cierto adorno á manera de marco, que se pOllC
en los espejos fijos. en la pareel. De allí probablemente
se sacó 'tr-emol, y ·se ap1icó á todo el mueble.
El espejo es 'un objeto indispensable en el cuarto
de una: dama. Desde los doce hasta los cincuenta y tan-
tos años,' la .muger 10 consulta todas los días, á ·toda
hora,' á la, luz- del sol y á la de las bujías, Pasaron los
tiempos ell que madres severas amenazaban á las niñas
con." que verian ' al diablo, si, consultaban' su espejo por
1¡~UJ1pche. Hoy la madre que tuviese la candidez de de-
cir eso á su hija, se expondria á oir la respuesta pi-
e-ante q ue 'cuentan dió en igual circunstancia una pai-
mpre una cu- sana nuestra, tan bella como satisfecha' de su hermo-
e su propia sura: "si el diablo asoma y me ve, se enamorará de
es, creo debe 'mi:" .
ciegos de na- El espejo es el consejero de estado de las muje-
res; un consejero que tiene la ventaja inapreciable de
de los espe- hablar siempre la verdad. En la intimidad de las rela
rdida su pri- ciones que existen entre ella y él, le está permitido lo que
las fuentes, á ninguno otro se toleraria. -Estas hoy borrorosa.s--di-
quilas aguas, ce muchas veces en su ruda franqueza, sin que por eso
dotó el cría- la mal humorada jóven le arroje su abanico y le diga.:
el jóven Nar- -Es U. un grosero. -Ha.s cargado mucho el colorete
te, enamora- en la mejilla izquierda. --Esa sonrisa es forzada y se
de pura tris- conocerá que la finjes.-Esos bucles fueron mal elejidos
de quel va- en la tieq,Du; son un poco mas castaños que tus verdade-
[e sí mismos JOs cabelr5s.-¡Qué feo está el corte de ese talle!-Habrá
oa de prcdu- otras mil mejores que tú en el baile.
para ellos y ¿Quién 011'0 tenJria la audacia de amontonar tantas in-
solencias? Ellas son el privilegio exclusivo del cristal'
azogado, que por 10 demas las compensa con tantas y tan-
tas lisonjas, que bien puede perdonarsele una ú otra
lisura como las que dejo apuntadas.
-72-
La. cordial inteligencia entre la .dama y el espejo la edad sin r
dura cierto número de años. Pero ¡ay! llega al fin una el con"ejero va
época en que, e! muy inconsiderado empieza á menu- co á poco, h
dear las indirectas del Padre Cobas, y entonces las re- pimiento.
laciones se ponen en peligro de romperse, como las de Gil Iunecesari
BIas con el arzobispo de Granada, cuando por primera siva de las m
vez le criticó uno de sus sermones. El dia que el im- la mayor pan
placable grita: ¡ Una cana!~ la jóven frunce el gesto con BU vjrlu,
disgusto y cediendo á un primer impulso, lo llama men- ¡Que no
tiroso y deslenguado. Algun tiempo despues, vuelve á 1108 Siempre 1
la carga y exclama: ¡Otras canas! 'La bella que está en nuestro físico]
visperas de dejar de serlo, ya ve la cosa con mas se- jor c~pejo m
riedad. Examina bien lo que le pareció el otro día efec- chacha travie
to de una combinacion casual de !a luz; queda convicta y de echar fre
confosa y propone transacción, Un buen cosmético es el espejo, y me
mediador; las canas se disfrazan de modo que se la pe- tales como so
gan ,á cualquiera, y el espejo puede .seguir halagando el y limpiar bie
amor propio de su dueño, sin faltar mucho á la verdad. cipal, si quer
Pero hay cabezas que se arrebatan como los castillos rezv ir nuestr.
de pólvora, y de repente, por una extraña combinacion en virtud de
que no conoce la Química, el oro se convierte en plata, nuestras impj
ó hablando en ella, la cabeza de la dama aparece ente-
ramente cubierta de canas. Entonces si que es de oir. al
espejo.-Carnestolendas,,-dice en tono agrio y. resuelto, y
por primera vez el molesto consejero deja caer la terri-,
11e palabra "dimision."
Mas no es eso tan sencillo como parece. No se re-
nuncia tan fácilmente á ser admirada y querida. En el
dia hay tantos recursos! El agua de Nina, el tinte de Cris-
tadoro, Ó cualquier otro arreglan el desaguisado. Y si se
conoce un poco, iqué importa? iNo dice el adagio que
las canas son vanas y que solo las arrugas son seguras?
Sobre esa base, continua, pues, la armonía entre el con-
sejero y la aconsejada, por algun tiempo todavia.
Pero ¡Oh Dios! y cuan poco dura esa amistad recen-
ciliadal Un dia el malvado instrumento grit~: pié de
gallo! y en voz muy baja, al oido de la dam~ por te-
mor de que lo haga mil pedazos, le suelta la abomina-
ble palabra: vieja. Ese es un dia crítico. Lágrimas, sus-
piros, exclamaciones, cargos, ruegos, todo es inútil; el es-
pejo dice y repite "dimision." .
Las que son prudentes, toman su partido con valor,
y poniendo á un Iadolos menjurges, ceden el campo á
-73-
a y el espejo la edad sin resistencia. Desde entóuces las relaciones con
lega al fin una el consejero van siendo menos estrechas, He enfrinn po-
ieza á menu- co á poco, hasta que al fin acaban por un completo rom-
entonces las re- pimiento.
mo las de Gil Innecesario es decir que esa no es la historia exclu-
lo por primera siva de las mngeros; es tnmbieu, muiaiis muiondis, la de
dia que el im- la mayor par~ de los hombres, durante cierto periodo de
e .el gesto con su vida.
·10 llama men- ¡Que no haya un espejo moral, que pudiera hablar-·
pues, vuelve á nos siempre la verdad, como el material nos representa
a que está en nuestro fisico! Pero ic¡ue digo? ¿Y la conciencia? ¿Qué me-
~a con mas se- jor espejo moral queremos? La desgl:acia. es que un l~H~-
el otro día efec- chacho travieso llamado Amor Propio tiene la malicia
ueda convicta y de echar frecuentemente un velo entre nosotros y ese
osmético es el espejo, y merced á ese estratagema, no nos deja vemos
. que se la pe- t:l1e~ como somos, Procurar remover ese velo fnscinador
ir halagando el y limpiar bien el espejo, debe ser nuestro cuidado prin-
á la verdad. cipal, si queremos Vtlr!10S como realmente somos y cor-
10 los castillos
rezir uuestrus imperfecciones morales, como enmendamos,
ha combinacion en~virtud de los consejos del vidrio azogado, algunas rl0
vierte en plata, nuestras impropiedades exteriores.
a aparece ente-
e es de oir al
o y resuelto, y
caer la terri-

lee. No se re-
fluerida. En el
tinte de Cris.
iisado. Y si se
el adagio que
as son seguras?
entre el con-
todavía.
amistad recen-
gri ta: pié de
dam~ por te-
ta la abomina-
Lágrimas, sus-
e:! inútil; el es·

ido con valor,


el campo á
15 el
~ M~ }¡;.¡ccrs
dius,
ra 111;
Pero
cnand

Joeoteua,n~;o en. agua. gn1ci


otros
lugar

ME figuro como estaria ,Tocotenango en las tard es del J 4


Y 15. iPor qué la gente no hará aquí 10 que hacen en
ya 11
¿A
fison
~aris cuando llueve? ¿Saben mis elegantes lectoras lo que ciert
se hace en la capital de Francia cuendo llueve? Es muy niño~
sencillo: dejan que llueva. netes
Esta no es, como podrán creer algunos, una verdad pala
de Pedro Grullo. Ese "dQjan que llueva" tiene su busi- ¡
lis; y eS nada menos que el no hacer caso de In lluvia. dich
Pero aquí tenemos miedo al agua: y sPgUl1 me cuenta», blcs'
el público pedestre, al menos el de cierta clase, dejó para
solitarios los rústicos asientos que estan delante de los
naranjos á la entrada de Jocotenango. Solo el público prop
ecuestre y el cochestre figuró impertérrito e11 el paseo mal
en ambas tardes. 14-
Como han dado en que es r~dículo el mo.prse; como pies
no se quiere perder un trage III un calzado, las bellas ani
guatemaltecas á- quienes dejó el agua con los crespos no _
hechos, supongo llevarian el chasco en amor de Dios y se . ,
I,PO~
desharian los crespos, Ó 10 que sea, que no soy muy mem
versado en la materia. puel
Realmente es una imprudencia que llueva el 14 y
-76-
15 de agosto. Hay tan pocas oportunidades de ve¡' y:
--~ hacerse ver como la que ofrece Jocotenango en esos dos
dius, que bien pudieran las nubes guardar su agua va-
ra mojar ocasion y dejar que todo el mundo se divierta.
Pero qué! Sequia prolongada en los dias anteriores, J
cuando llegó la hora de la tiesta, temporal y eterno.
Yo he sentido esto tanto mas, cuanto estoy seguro
de que habria encontrado á Jocotenaugo cambiadísi-
1110 de como lo dejé _en el cuadro de costumbres de 1862.
Apuesto cualquier cosa á que aquellos árboles viejos ha-
bladores han cedido el campo á una jóven generacion
formada en dos filas, que por la mañana templa con su
fresca sombra los abrasadores rayos del sol canicular. Pon-
go doble contra sencillo á que los húmedos y pobres
bancos de mezcla estan sustituidos con verdaderos sofaes
de mamposteria con asientos de piedra, brindando así
comodidad cí, los paseantes. Estoy seguro de que las ven-
dimias no estan ya á la intemperie, sino en 1igeras y
a. gn)ciosas chinamas, como las que se ven en las ferias de
otros pueblos. ¿Vamos á que el aspecto material del
lugar ha cambiado por completo?
y en cuanto á la concurrencia; ¿quien duda cle que
tardes del 14 ya hoyes toclo diferente cle lo que observé 8 años hace?
ne hacen en ¿A que sin haber perdido Jocotenango su pintoresca
ictor as lo que fisonomía, ni su variedad, yaun danclo de barato el con-
leve? Es muy cierto de los pitos, hay mas órden, menos peligro pura
niños y viejos, mas cuidado por parte de cocheros y gi-
, una verdad netes, mas lujo, mas elegancia, mas _ civilizacion, en una
tiene su busi- palabra"?
de la lluvia, ¡De lo que nos perdimos por los agu8cero8! Yo habria
me cuentan, dicho á Jocotenango y al público: "están UU. inconocí-
clase, dejó Lles"; pero se aguó la fiesta, y guardo mi admiracion
Ianto de los para el año que viene.
O el público
Entre tanto, y para. que se vaya meditando despacio,
en el paseo propongo una idea. Advierto que ya es muy vulga.r y de
mal tono eso de presentarse uno en Jocotenaugo el
ojarse; corno 14 y 15 b bre sus propios pies. La graeia es ir por
o, las bellas pies agenos. ¿Pero porqué solo ha de ser por patas de
Q los crespos animal irracional y no por pies de cristiano? Todos los que
e Dios y se no tenemos coche, ni caballo de silla, que somos los mas,
no soy muy ¿por qué no nos hacemos llevar en sillas de manos, ó á
memechesl Esa moda nueva seria útil á los naturales el.el
pueblo de la feria, pues les proporcionaria -un arbitr!o
-'76-
mas para ganar Algunos medios, y nos evitada el bochor- p j

110 de ir á pié. Si lloviera. los de las sillas iriun ,1 cu-


bierto, y para los que fueran á mecapal, no faltarian su-
yacales.
Esa mejora, que no dudo se adoptará" y las que ya
estan realizadas en Jocotennngo, harán maguifico el pase
en el año de gracia 1871, si Días nos da vida y el tieru ,
po lo permite.

IIg
ell cornp
ah'

pobreza?
en reali
Pobi
Iutiva ; e
mcute, Ü
Ambos t
figuran
de dond]
poco det,
nos atar
Tan bast
dado en
vesariaml
mas.
Esta
dere m',
la mañ
de una
roben,
iria el hechor-
18 innu á cu-
faltarian SIL·

y las que ya
uifico cl pasea
da y el tieru-

lIE ahí una palabra cuyo verdadero sentido no es fá·


cil comprender ¿Qué es 8E'r pobre? iExil:lte realmente la
pobreza'? Bien pensado 01 caso, ó somos pobres todos, ó
en realidad de verdad no hay ta les pobres.
Pobre 0:'\ una expre-iou q ue representa una idea re-
lativa; es lo contrario del r iooj y rerlexiono udolo madura-
monte, tan ilusorio y vano pS un ricn como un pobre.
Ambos no son mas que entes ideales, apariencias, que
:fkuran ser lo que 110 son, segun 01 punto de vista des-
d~ donde se les mira, Tal vez por no reflexionar un
poco detenidamente, incurrimos en errores pcrjudicialos :--
nos atormentamos con males imaginarios, como si no fue.
ran bastaures los real es y verdaderos,' Si no hubiéramos
dado eu 'majadería de que hay ricos y pobres, atra-
vesaríamos un poco mas alegremente este valle de lágri-
mas.
Está en la mano de cualquiera, del que se consi-
dero mas pobre que Aman, venir á ser de la noche á
la mañ tUa mas rico que Creso; y sujeto hay que dueño
de una fortuna, puede encontrarse miserable, sin que !~
roben, U u cambio de temperamento lo hace todo.
-78-·
¡Qué animal tan estraño y ridículo es el hombre! Veo es un tal'
muchns gentes que salen todos los años ,í cambiar aires, moral s'~
por curarse una jaqueca, una tos, ó un reumatismo. ¿Por- que par~
qué no cambiamos de clima para curamos de la pobre- llCI'OJ iD~~
za, q ne consideramos como el peor de los males? jnstifica
Un hombre que posee aquí 500 pesos solamente, es- una ton,
üi en la categoria de los pobres. ¿Qlliere ser rico? Ya- v los ne
ya á vivir en un pueblo pequeño, donde sus 500 pesos ha- - Sos
rrin mas ruido que el caudal de Peabody en Europa. Y mas ade
viceversa. Aqui puede pasar por rico el que tiene 50,000 rnednde'l'
pesos. ¿,Qniere ser pobre? Vaya á vivir á Londres. No cuerpo.
podrá habitar en un palacio, ni tener coches, ni servi- los pri
dumbre, ni caballos, ni palco en la ópera. casa, no
Se me dirá que los cucuxlues de aquí son indndable- gas de
mente pobres; pero aun eso niego. Vean los CUCllXqUf'S de de envi
Londres, que mueren de hambre y fria, y digan si los de quien 1
aquí no son opulentos delante de los de nllá. l'l\l' los
¿De qué materia puede hacerse un rico? Lo único con de sobr.
que puede hacerse un rico, es con un pobre. la enfc
Cójase un pobre, que trabaje y gane aun cuando Pe
sea poco. Que viva en un rancho, que vista de manta no los
y jerga, que coma frijol y tortilla y guarde algo de lo Un honu
que gfln8; y si ese cicdadnno no os rico al cabo de tillo re
algun tiempo, que me corten las orejas. Cuentan que u'Ü; "so
un individuo, aburrido de correr tras la riqueza sin po- ta la l.
del' atra par!a, salió á dar gritos á los montes y decia: clara po
plata, plata. Oyó el desesperado que el eco le contesta- Y8S san
ba ata, ata, y dijo: ¿que ate me aconsejas? Pues 11<) me lo un pad
dirás dos veces. Fué y ató como lo dijo el eco, y tuvo les, aUD(
mucha plata. iPero como hemos de tenerla los que no pais, do
atamos? Por atado que uno sea ,con tal que ate, ved como tengo q
le llega una fortuna desatada. bres, si
La codicia es insaciable, Esta no es una idea nue- za á su
va. Muchos lo han dicho; todos lo sabemos y el mal no te bien
se remedia. El hombre es una cifra que lleva delante puesto
el signo mas. Los latidos del corazon como, el ~'ict1'Ctc de hay siet
un reló, dicen en todo instante: mas, mas, mas, mas y fectame
siempre l1WS. Cuando ~eje de oirse el martillco de ese mo- da mes
nosílabo, es porque el cot azon dejó de palpitar, parque que lo'
cesó la vida. La vida y el deseo del mas, son pues una, des fac
rmsma cosa. ya un
Nada hay, generalmente hablando. que agrie tanto el que es
carácter como lo que llaman pobreza. Para muchos pobres. bre," 1
~79-
1 110m bre! V 00
es un tormennlo insufrible el gue haya ricos. Ese cancor
cambiar aires,
moral se llama envidia v mata mucha mas gente que lo
atismo. ¿Por-
que parece. En eam biO' hay muchos ric?s á. f) uieries el .el¡-
de la pobre-
males? nero~ inspira un excesivo aprecio de. SI nnsmos y un ]J1-
solamente, es- jnstificable des{~en por todos lo.s que t.lenen menos. Esa?:l
una tonta vanidad, <,¡ue los sabios castigan con el dcsprec io
ser rico? Ya-
v los necios con el odio.
s 500 pesos ha-
- CIl Europa. Y
o Sospecho que cuando las sociedades humanas esten
C tiene 50,000
mas adelantadas, habrá tanto empeño en curar las enfer-
Londres. No medades morales, corno lo hay ahora para atender á las del
hes, ni ser vi- cuerpo. No hay madre que cuando advierte en su hija
a. los primeros síntomas de la escarlatina, no alborote la
on indudable- casa, no llame dos ó tres doctores, y no agote las dro-
cucuxgups de
gas de la botica. Que esté la. niña gravemente enferma
cli~:an si los de de envidia, ó de vanidad, á ver si hay quien se alarme,
aIla. quien piense en curada. Lo qne suele hacerse es cer-
~ Lo único con rar los ojos para no ver el mal, proporcionar los medios
bre , de sobrepujar á lo envidiado, ó de lisonjear el orgullo de
la enferma ..
aun cuando
ista de manta Pero volviendo tí los pobres, digo y sostengo que
ae algo de 10 no los hay, ó no entiendo lo que significan las palabras_,
al cabo de Un hombre solo, que gana veintinueve pesos siete y cuar-
_Ouent(l~l que tillo reales cada mes, dice con la mayor seriedad del mun-
queza sin po- do . "soy pobre." ¿Y como no lo ha de decir él, si has-
tes y decia: ta la ley, que no puede engañar se ni engañamos, lo de-
'0 le contesta-
clara pobre solemne, como si fuera dia de Corpus ú Jue-
'ues no me 10 ves santo? Pero ni la ley ni nadie cree que sea pobre
~l eco, y tUYO un padre de catorce hijos que gana cien pesos. mensua-
a los que no les, aunque esa cantidad no le alcance para vivir en un
ate, verá como pais, donde la vida va siendo ya bastante cara. Pues sos-
tengo que ni el de 103 30, ni el de los WO pesos son po-
una idea nue- bres, si no quieren serlo, Les bastara coger una alfor-
s y el mal no za á su presupuesto de gastos, para que el vestido se ajus-
lleva delante te bien al. cuerpo. ¿~ o hay nada que suprimir en f' l. presu-
el 1"iC-tTCtC de puesto de un soltero que dispone de un peso diana? ¿N o
,mas, mas y hay siernp r alguna cosilla sin la cual pudiera pasarse per-
o de ese mo- fectamente una familia numerosa que tiene 100 duros ca-
pitar, porque da mes? A.puesto doble contra sencillo éí que lo hay Y!J?1uy
, son pues una. que lo hay, si se ponen i:Í, un lado todas las necesidu-
des facticias. Suprimase el qué dirán, y no se conseguirá
agrie tanto el ya un pobre por un ojo de la cara. Pero si el negocio es
muchos pobres que cada cual, aun cuando diga con la boca "soy po-
bre," ha do decir con la casa que alquila, con la ro-
- 80--
pa que viste, con el ca lzudo que rompe, con el convite
quc da y con el d incro que tirel en frus lcrins: ·'so.\" rí.-o";
¿cumo 110 lw ti" huber fJnl;j'('S'? Unn casa de elev.ido ar •
..reudarniento, un trnge lujoso, un coche) una cena, un palo
co en la ÓPC«I, grit:!ll iÍ, voz en cuello: "aquí he.} plata."
'I'ul vez 110 la hay , .v si la J¡¡¡y, corre que vuela al 110 haber-
}¡.¡; pero n.ulio tendrri derecho para llamnrnos "pobres."
Eso 8010 nosotros mismo ..•debemos deciruoslo con la boca'
no COI! lo~ hechos, Cuidado! I

Estoy cn nsn do de o ir estas preguntas: ¿Qué harri Fu-


lano para mantener e,;c falllilion? ¿D0 donde sacará Zutano
para tanto lujo'! ¿.Cumo vivn-a MellJ2.'uílO ahora qllu dejó
el empleo'? Pues Fuiauo, Zutano y Mpngano hacen lo qll0
.haccn todos, sacan de donde su can todos y vivir.in con
]0 que 1-1\'(°11 todos. Yo 110 veo que nadie so muna (le
hambre, ni qne ando desnudo, ni que coloque su cama
en la calle.
si me preguntan
'I'odo el mundo come,
d~ dorulo tale el dinero
viste y está alojado,
con que se
y CRE
colocó
J1aga eso, digo que del cuñ.: y santos eu p..z , Eso de para
<¡UI-' ha de saberse de donde saca rada hijo de su rnn- peligl'd
dre los cuatro reales que envía á la plaza, es mucha en- Si
ziosidud. Por In dem.is, creo qnp el falHo orgullo, la vani- me pa
dad y ese absurdo temor ;i la opiu ion, hacen mas pobres sal' qu
que la falta de dinero. Sin ellos, muchos vivirian cu lu la len
posicion modesta que corresponde á sus recursos, y su- vado ~
primida una porciou de necesidades imagiuarius, les bas- la 1lUb'<
tU1'Ia con lo q ue tienen. p
Qncda mos, pUCtl, en qne no hay pobres; que si acu- cierran
so los hay, son r.-In nvos, no ubso lutos, y que está en su guard,
mano el desempobrecese. At'oÍ C01110 la luz forma los colores, la cár
el qué di r.iu forma los pobres. g¡ que se considere po- S
bre viviendo en la parto central de la. ciudad, puede de impor]
lll' de serlo C011, solo ir á habitar en nn barrio; y aun ha- hombr'
cerse rico, trasladandnse ri ciudad-vieja. La única pobre- tiera,·
za para la cual no hay remedio en lo huma no y que se L
lleva á todas partes, es la del alma. entrad
previo:
nrticuU
Per
sable
-- ..-.-.~-=--=",,--:=..~ situad.
gle e
pié COI
on el convite
HlS: ·'soy rí. o";
re elcl·;ldo a r-
cena. un pal.
uí h¡,y plata."
al 110 Laher-
110" "pobres."
con la boca:

Qué lwr:i Fu-


deud Zu tu no
01';) qlle de.ió
hacen lo qll0 La lengua.
. vivir.in con
se muna de
que su cama
f¡i alojado,
con que Re
paz. Eso de
y
CRE~ haber leido en alguna parte que la naturaleza
colocó la lengua [detrns de una doble barrera, como
rijo de su mn- para enseñamos el ciudado con que debemos guardar tan
s mucha CH- peligroso miembro.
illo, la vani- Si es cierto que alguno ha dicho eso, la observacion
mas pobres me parece mas sutil que exacta; y es necesario confe-
ivirian en la sar que si tal fué la idea de la nataraleza al encerrar
CurSOR, y SIl- la leuaua dctras de los labios y los dientes, se ha lle-
-ius, les bas- vado ~n grandísimo chasco, y .que habria hecho mejor si
la hubiese colocado, por ejemplo, en el fondo del estómago.
que SI ncu- Prisionera á quien custoJian rejas que se abren y se
está en su cierran á cada instante con tanta facilidad, muy mal
los colores, sruerdada debe anda]'. Asi vemos que sin salir jamas de
usidere po- h cárcel, esa reclusa hace todo el mal posible.
ad, puede de Sea de esto lo que fuere, la lengua es una parte
: v aun ha- irnportantisima de ese animal vertebrado que Ilurnamos
l'UrCa pobre- hombre; y si no, supóngase por un momento que no exis-
10 )' que se tiera, y digase como andarinn las cosas.
Li lengua es la portera del estómago. Da. ó niega la
entrada á s manjares; es el vista de la aduana, q uo
previo un riguroso examen, concede el pase franco á los
artículos destinados al consumo interinr.
Pero no es eso solamente. Es la expendedora incan-
sable de los productos que se elaboran en una oficina
situada en el piso superior de la casa. _Qne se desarre-
gle esa oficina y vereis como la pobre cajera ya no da
pié con bola. Anda de un punto á otro, torpe y atolon-
11
-82-
drnda. confundiendo los ar-tículos y dando una C081 por otra.
Un misántropo dijo que la palabra ha sido dada como
ni hombre para disfrazar sus pensamientos. Esto es ca- zado a
lumniar ,i la pobre cajera, suponiendo que todo lo qlle riada
vende es adulterado y contrahecho: La lengua pudo ha- abusa:
ber entablado un proceso por difamación hl que dijo eso. dema'
Yo veo, por el contrario, que la lengua es, general- ~
mente ha blando, 111asfranca y veridiea que los ojos y que de t
la expresion de la fisonomía. Nada digo de la plumn , que
es bien conocida como la mas grande erubrullorra. Si no. jaro,s.
¿porqué dicen que el pez por la boca mucre? Por que la. eUYI
lengua hace traición frecuentemente á lo que pa~<t en me
el corazon, habe
No sé porqué no se dice una buena. lengua, como fuera
Re dice una buena pluma. Si oímos decir, por ejemplo: á log
en Guatemala hay buenas plumas, comprendemos al mo-
mento que ¡.;e habla en sentido figurado, qtl'e se quiere fundi
dar á entender que aquí hay buenos escritores. Digase que' que'
ea Guatemala hay buenas lenguas, yal momento pregun- no 11
tará el que lo oiga que en cual de los almacenes de co- lengr
mestibles. Porque eso do buenas lcugrms, no puede en-
tenderse sino' de las que se han preparado para la nítz
mesa. habe
Las malas lenguas si sabe todo el mundo lo que son. contri
¡,Quien es el que no ha sufrido algHlHt vez las heridas' horn
envenenadas que con ellas se hacen'? Son peores q ue la,
guerra, que la escarlatina, que el temblor y que cuantus
plagas puedan aflijir al mortal.
Pobres hombres püulicosl D-esdichadas mngeres! Des-
veuturados en particular todos aquellos y todas aquellas:
que se distingan por algo! Ya pueden estar S('guros de
que las malas lenguas les han de hacer pagar caro el pri-
vilegio de levantarse un tantico sobre los domas. Ca-
lumniad, que algo queda; decia uno. Eso saben las mulas
lenguas; calumnian y nlg'o dejan.
Sacarle á uno la lengun, no es como (,acarle una
muela; ni como sacarle las pesetas, ni como otros sncns
de que está llena la "ida. Al que le sacan la lengua. le.
dejan la suya dentro de la boca; es la lengua de otro la mie
que le sacan á uno. ~el'vl
No hay á quien le saquen tanto la lengua como á mtei:
los médicos: y yo creo f]ue mas bien son ellos los que debie- cocir
rau sacada en la mayor parte de los casos á sus enfermos.
-83-
COS 1 por o t ra . Otra anomalia de la lengua: deslenguado, no es,
ha sido cJ¡uht como parece, el que no tiene lengua, como es descabe-
. Esto es ea- zado aquel á quien se ha cortado la cabeza, desmemo-
todo lo q 110 rindo el que no tiene memoria &0. Deslenguado es el qua
19ua pudo ha- abusa de la lengua; el que tiene, en sentido figurado,
1I1 que dijo eso. demasiada lengua.
ua es, general- El don de lenguas es uno de los mas útiles que pue-
-los ojos y que de tener un hombre.
e la plum a , ql!l> Ouentan que Salomon entendia la lengua de los pa-
rullona , Si 110, jaros, Confieso que es una de las ventajas que he solido
'c? Por que la, envidiar al sabio royo Yo daria cualquier cosa por enterar-
que pa~a en me de una discusión de zopilotes, pues pienso que debe
haber entre ellos algunos que hablen tan bien, como si
lengua, como fueran diputados. Pero si muchas veces no comprendo
por ejemplo: á los racionales, ¿como voy á entender á los brutos?
ndemos al mo- Cuando Dios quiso castigar el orgullo humano, con-
que se q UlCl'C' fundió las lenguas y todo se volvió baruhun da. Sospecho
es. Digase que' que hasta hoy dura el embrollo; y lo peor es que ya
mento pregu Il- no nos entendemos ni aun los que hablamos una misma
acenes de co- lengua.
, no puede cu- De esto se deduce la inutilidad del empeño de Leib-
rado p-ara la. nitz y da otros sabios que dieron en que habia de
haber un lenguage universal. ¿Para qué? Si hubieran en-
~o lo que SO!}. contrado esos bUt'I"lOSseñores el medio de que todos los
vez las heridas: hombres viera mas las cosas de l~ misma manera, que pen-
peores q!le b- saramos de igual modo, al fin llegariamos á entender-
y que cuantas; nos; pero si las ideas de mi vecino han de ser siempre
diferentes de las mias, aun cuando comprendamos las pa-
mugeres! Des- labras, la confusion subsistira en los pensamientos.
todas aq uella 8' Hay quien cree que el único idioma universal posi-
'ÜU' s('gnros de ble, es el de los sordo-mudos. iPo¡- qué 110 se empeña-
gar caro el pri- r.in, pues, en que- se generalice? Cuando todos llega-
los domas. Ca- ramos á entendemos por señas, el mundo seria una gnm
aben las mulas Curtujn ; pero, en cambio, [cuantas ventajas no llevaría
la pantomima al medio de comunicacion actual, V con
1(} (:¡carlc· una qne gnst iriumos á ver en las cámaras los discursos
mo otras sacas de los oradores!
n la lengua. le. Pero entonces, se dirá, la lengua vendrá ¡í ser un
gua de otro la mien:bro inútil el! el cuerpo humano. De ninguna manera.
Servirá siempJ:..e para que subsistan dos profesiones muy
lengua como á interesantes en' toda república bien ordenada: la de los
, los que debie- cocineros y la do los médicos.
á sus enfermos.
,)9-. -E\ sospec
el ent
el tam
divers
L
méri to'
de la d
ccrlas
el efe
de mo
cuales
tienen
imper
I~osanteojos. ojos

írecue
pérdi
mas
./ ~fE parece haber visto en uno de los famosos cuadros espíri
de la pasiou que estan en el calvario de esta ciudad su as~
un viejo personage, (no sé si Auas, Caifas, ó quicn.) que p
lleva montado un hermoso par de anteojos sobre la nariz. los q
Si hay tal cosa, no acertaré á decir como pudo ser las tu
q\le un israelita del tiempo de Jesucristo hiciera. uso del Los a
"panda que inventó el fraile íngles Roger Bacon en el cosa j
siglo XIII. Ese pequeño anacronismo debe perdonarsele Si la
al pintor, en gracia del mérito de sus cuadros; y en aten- gallo 1
" I
cien á que él consideró sin duda que los espejuelos da-o sisnnos
ban mas gravedad al sujeto á quien se 10;:3 propur- cadenl'
cionó. del ba
Porque, en efecto, el uso de los anteojos argll}"l!, del fo¡
generalmente hablando, vista cansada por la edad ó por tial, d~
la lectura, y da algun derecho al respeto de los que han ciera,
vivido ó estudiado menos que el que los lleva. callo
Corno todo vuelve á ponerse de modo. al cabo de des e
algunos años, vemos ahora rehabilitados los aJt.eojo5> que YI
solían usar nuestras abuelas; esos que no tienen patillas y seria 1
que se aseguran por medio de un resorte. Comprimiendo fl uIslel1
la nariz, producian el efecto de dar á la voz cierto acen- dos aq
tonasal, que comunicaba un tono particular ,á la lectura de tales f~
las novenas, cuando la hacian aquellas matronas respeta- los lle
bles. cuentr:
Hay otra especie de anteojos que usamos todos s'n dan cc
-85-
sospecharlo, porque no se ven. Son los que llevamos en
el entendimiento, y que nos hacen aumentar Ó disminui r
el tamaño de los objetos, y aun ver los bajo una forma muy
diversa de la que realmente tienen.
Los anteojos del amor propio nos hacen ver nuestro
mérito personal mucho mas grande de lo que es. Los-
de la envidia disminuyen las cualidades agenas, hasta ha-
ccrlas casi imperceptibles. Los de la ambicion producen
el efecto de acortar las distancias y de reducir á granos
de mostaza los obstáculos. Los anteojos al traves de los
cuales ven los padres á sus hijos y los autores á sus obras,
tienen la maravillosa cualidad de ocultar toda clase de
imperfecciones y de convertir en gracias lo que á los
ojos de los demas son enormes defectos.
En tiempos de guerra se hace un uso muy general y
frecuente de los anteojos. Con ellos vemos siempre las
pérdidas de los nuestros corno insignificantes y abulta-
mos enormemente las del enemigo. Los anteojos del
lOSaS cuadros espíritu de partido apenas permiten ver las cosas bajo
esta ciudad su aspecto verdadero. ~
, ó quieu.) qu Pero de todos los anteojos los mas-cngañadores son
obre la nariz. los que, no sé porqué, llaman del gallo; los que ponen
como pudo ser las muge res á los hombres que se enamoran de ellas.
liciera uso del Los anteojos del gallo tienen la misma cualidad que la
r Bacon en el cosa juzgada; vuelven lo blanco ncgro y lo negro blanco.
perdonnrsclo Si la prenda adorada es tuerta ó bizca, los anteojos del
·os; yen aten- gallo le hacen ver á uno un par de ojazos sanos y hermo-
espejuelos da- sísimos. Si es coja, aquel movimiento desigual, es un paso
lo" propor- cadencioso, que casi casi podía en vidiar 'I'erpsicorc, musa.
del baile. Si habla con una YOZ gangosa, como si partiera
te ojos arguye, del fondo de un güegüecho, aquella es una armonia celes-
a edad <Í por tial, digna de figurar en un coro de ángeles. Si es penden-
de los que han ciera, envidiosa y metemuertos, ahi estau los anteojos del
lleva, gallo para convertir esos defectos en otras tantas cualida-
a al cabo de des en teramente opuestas.
al eojos que. Yo Cl~~ que ver el mundo con los anteojos del gallo,
nen patillas y seria lo mejor que pudiese apetecer un mortal. ¿Qué mas
Comprimiendo quisiera uno que verlo ~todo de color de rosa'? [Destl ichu-
DZ cierto acen- dos aquellos que jarnas han visto al través de esos cris-
la lectura de tales fascinadores; y mas infelices aun los que habiendo-
ronas respeta- los llevado por mucho tiempo delante de los ojos, se cu-
cuentrau de la noche á la mañana privados do ellos J'
dan con el espectro horrible de la realidad!
~ -~ 8ns prepar
tal cual
de lengna'
entierros,
l;í lino list
Para
estar muy
mo otra y,
de llaman
en la ext
una ó ma
jo de ea
dad sobrel
mas, joya
solemos se
e:
El. baile. de lo que
qne no del
diarios. S'
día algun
1. gracia, p
Para

U N A reunión de personas de ambos)exos, numerosa,


preparada con anticipacion, en un local conveniente-
cion de 1
ncumulaci
sonas, re
, monte dispuesto y realzada por los atractivos del buen 80S deter
gusto, la elegancia y la obsequiosidad, es 11n espectáculo por lns",
interesante, aun para quien ha dejado de ser persona que "pirs y la
hace. diferentes
Cuando esa reunion tiene por objeto principal el la casa
bailar, y por accesorios el conversar y el cenar, ¿q uién afan, que"
puede poner en duda la importancia de tales festejos? El llueve h
baile es, en la vida social, lo que la ópera en los espe- librados I
ctáculos públicos: el gran refinamiento, lo mejor y lo mas que eso
apetecido do los aficionados. recibir ur
Donde tales reuniones no son comunes, la fiesta co- csplendid
mienza desde que se sabe oficialmente que ~? de tener do se tra
lugar. Puede decirse que desde ese dia principia la dan- q uiosidadl
za. Bailan ciertos corazones, bailan costureras y modis- del hábib
tas y baila el dinero en los mostradores de las tiendas. cuando s
Bailan también las imaginaciones, excitadas por la con-
sideracion anticipada. de lo que habrá, y se fabrica un nú-
mero no pequeño de castillos en el aire.
Para un gentilhombre el negocio es muy sencillo. SUp,01
-87-
8ns preparativos estan hechos ó se ha~en pronto .. Con
tul cual fuerza digestiya, con alguna ligereza de plCS y
(lo leugua y con un trnge igual al que se lleva en los
entierros, con excepción del corbatín y de los guantes, es-
H uno listo para entrar en batalla.
Para las señoras el asunto es grave. Se trata de
estar muy bonita, y sobre todo muy rara; de no ir co-
lila otra y Je no singularizarse demasiado; de dar golpe,
(le llamar la . atencion y al mismo tiempo de no caer.
en la extravagancia. Creo que en cada casa donde hay
una Ó mas (lne han de ir al baile, se reune el conse-
jo de estado y se discute con escrupulosa minuciosi-
dad sobre colores de telas, peinados, lazos, flores, plu-
mas, joyas &c. &c. Hay concilios de esos á los cuales
solemos ser llamados con voz y voto hasta los varones;
de 10 que deduzco que nos conviene saber algo de iodo ;y
<lue no debemos pasar por alto los artículos de modas en los
diarios. Sin eso. nos exponemos á aconsejar el mejor
dia algun enorme disparate, lo cual será siempre una des-
oTacia, porque repito que. el negocio es grave.
b Para los que dan la fiesta es gl'avísimo. La elec-
cion de los convidados, el preparativo del campo y la
'sexos, numerosa, ncurnulacion del material de gUPl'ra, ocupan muchas per-
'al conveniente- sonus, requieren tacto, inteligencia, buen gusto, y en ea-
ctivos del buen :30S determinados, resolucion de echar, como dicen, la casa.
un espectáculo por las ventanas. La imaginacion ~~ ro~e el~ tortura, los
~ ser persona que pies y las manos no descansan; el JUICIO vacila entre los
diferentes pareceres; el órden doméstico se trastorna y
.to principal el la casa se remueve de arriba abajo. El fruto de ese
el cenar, ¿quién afan, que dura acaso quince dias, se recoge en ocho ó
ales festejos'? El nueve horas solamente. Alguno dirá que no estan equi-
neru en los espc- librados los platos de la balanza. Yo, con perdon de los
o mejor y lo mas que eso digan, sostengo lo contrario. Cuando se logra
recibir una reunían numerosa y brillante, en un local tan
ee, la fiesta co- esplendidamente preparado como es posible hacerla; cuan-
ue ~ de tener do se traf á los huéspedes con esa amable y fácil obsc-
rincipia la dan- quiORidad .que es el distintivo de la buena educación y
ture ras y modis- del hábito del mundo, debe uno darse por satisfecho, aun
de las tiendas. cuando se haya molestado dos semanas.
das por la con-
se fabrica un nú- n.
es muy sencillo. Supongo que señoras i caballeros estan ya prepa-
- 88 _.:..'

rados; que se aproxima la hora; que se consulta con veo atravesar


inquietud al cielo, para ver si hay agua puesta, si por so, por no estr
desgracia cae la fiesta en tiempo de ella; que llueve, 6 meta, hay qu
que no 11UPYe, y q ne el baile está ya comenzado, ,i eso masa de cabel
de las diez de la noche, Pienso que el momento de la en- ji llas es un e
trada debe ser momento do emocion para cualquiera jó ven. 'Silencio, impr
Es el instante decisivo. Al atravesar los grupos que Ileno n ticio y transi
los corredores, con ver-tidos en salones elegantes y profu . lidad misma?
samentc iluminados; al aparecer en las piezas destinadas Es
al baile, las miradas inquietas y curiosas se fijan en la re- QlIe
cien llegada. El eximen es rápido; pero completo, El Beil
fallo está pronunciado. Creo que muy rara será. la que exclamo, reco
no lea en los ojos de sus compañeras ¡;;i el juicio es ad- Esa muj
verso 6 favorable. Por muy vana ó por poco advertida que vidiada; baila
sea una mujer, siempre conoce la clase de impresion que la adulación
causa. propio satisfe~

nI.
¡Que triste fuera un baile de dia, á la espléndida luz Un dia
del sol de la mañana! El brillo de las bujias realza la cuarto. Acort
belleza y trata con benevolencia las imperfecciones La el talle del ve
mujer y la tela, á la ve la; dice un refrán castellano. La tada y ech6
luz, reproducida artísticamente por los espejos; la música; mer lienzo
las flores; los adornos; la conversación animada 'y bulli- " y serena, esp
ciosa; el movimiento ajitador de la danza, todo se reune marse al ver
para conmover el áuirno mas fria en una reunion de esas. alarga su man
¡Que pocas serán las cabezas por las cuales atraviese en paja. Ya se
tales momentos un pensamiento lúgubre! y sin embargo ... una parte de
iPero por qué he de arrojar yo ese pensamiento triste de tener ver
<Í quienes apuran en ese momentocuanto guarda la vida Vcdla gl
en su dorada COp:1 de poético y halagador, y olvidan lo que 1'0 ¿qué es J
hay en ella de amargo y desabrido'? Eso seria como si fuera ve acaso por
yo á derramar una gota de la tinta con que trazo estas lí- la mano izq
neas sobre la nevada gasa del traje de esa jóven, cuya entra- cha de la jóv
da triunfal enel salan del baile acabamos de pre~ciar. del varon.
Es al ta, bien proporcionada y airosa. 8u cabellera, funden, .. , :!t
negra corno el ala del cuervo, cae derramada en abundan- impasible?
tes rizos sobre el C!1E' 11 o, pálido como la cera. Sus ojos 'roque u¡
despiden una luz extraña, semejante á la que refleja un tante en esa ~
diamante negro. Hay en su persona, como en su atavío, ditlo ignemin~
algo de incoherente, de osado, que cautiva la inteligencia q no todo aquel
y fascina los sentidos. Es rara) pero hermosa. Mien tras la en Londres
=---- ---

-89-
sc consulta con veo atravesar desdeñosa los grupos, que se abren á Su pa-
ua puesta, si por so, por no estrujar la prolongada cauda de ese poderoso co-
11; que llueve, ó meta, hay quien me dice al oido:-Hoy vi comprar esa
omenzado, el eso masa de cabellos en la tienda tal. Ese colorete de las me-
mento de' la en- jillas es un compuesto de carmin y polvo de arroz; ese .. "
ualquieru joven. Silencio, imprudente! ¿Y qué importa que todo eso sea fae-
grupos que Ilennn ticio y transitorio, si seduce y subyuga mas que la rea-
egan tos y profu . lidad misma?
piezas destinadas Es tanta la beldad de su mentira,
se fija n en la 1'0' Que en vano á competir con ella aspira
ero completo, El Beileza igual de rostro verdadero;
"ara será la que exclamo, recordando el soneto de Árgensola.
.i el juicio es ad- Esa mujer, hace sensacion; es solicitada, rodeada, en-
co advertida que vidiada; baila toda la noche; apura el dulce veneno de
e impresion que la ndulacion y recibe los homenajes con la altivez del amor
propio satisfecho.
IV.

la espléndida luz Un dia antes del, baile entré casualmente en su


s bujio s realza la cuarto. Acertó á ser en el momento en que se ensayaba
perfecciones La el talle del vestido que habia de llevar. Dió un grito asus-
an castellano. La tada y echó apresuradamente sobre sus espaldas el pri-
spejos; Ia ID úsica ; mer lienzo que encontró á mano. Ahora pasa erguida
animada-y bulli- / y serena, espalda y brazos desnudos, y en vez de alar-
iza, todo se reune marse al verrne, me saluda con gentil desembarazo y me
a reunion de esas. alarga su mano cubierta de la finísima cabritilla color de
males atraviese en paja. Ya se ve. Ayer era un hombre solo el que veia
y sin embargo ... una parte de su cuerpo; ahora son trescientos. ¿Cómo ha;
rensamiento triste de tener vergüenza, hoy como ayer?
o guarda la villa. Vedla girar ya al compás cadencioso del vals. Pe-
01', y olvidan 10 que ro ¿qué es esto? El brazo derecho de un hombre, á quien
seria como si fuera ve acaso por la primera vez, rodea su delgada cintura;
que trazo estas lí- la mano izquierda de ese mismo individuo oprime la dere-
jÓ"CIl, cuya entra- cha de la jóven, cuya cabeza casi descansa sobre el pecho
do prespnciar. del varon. Las miradas se cruzan; los alientos se con-
sa. 8ti cabellera, funden .... t uego de Dios! ¿Y todo el mundo presencia eso
mada en abundan- impasible? -
la cera. Sus ojos Toque U. esa cintura mañana; apoye la mano un ins-
la que refleja un tante en esa misma espalda, cubierta ya, y será U. despe-
mo en su atavío, dido ignominiosamente. Pero en un baile! ¿quién no sabe
itiva la inteligencia que todo aquello es permitido, en Paris como en Cantan,
nasa. Mien tras la en Londres como en la Habana, en Viena como en
12
·-90-
Constantinopla? Por regla general, ni ella ni él vue}; le- ,
ven á acordarse de esa escena, que se repite cien ve-
ces en la noche y que su misma publicidad y la COStUII\-
bre hacen inocente.
Una danza sigue á otra; la 'conversacion se anima;
los episodios se multiplican; se cruzan las intriguillas; so
dicen agudezas y vulgaridades; hay celos, murmuracionos
y requiebros. Algunos matrimonios suelen tener OrígC!.l
(in una de esas reuniones; algunas amistades resfriadas so
reconcilian; la expansión y el- trato hacen tal vez que
so disipen antipatias y prevenciones infundadas. Puedo
abusarse, corno de todo; pero el mal no es tan grave co-
mo lo consideraría un censor severo, y las ventajas son
indisputables, As
v.
La naturaleee no acostumbra acomodar sus leyes. in-
mutables al variable capricho del hombre. Despues do la
noche viene el día, y á las cinco de la mañana comienza ,DURAN:
la luz del alba á luchar con la pálida y mortecina llama couversnci
de las bujias; y lo que es peor auu, á entristecer los indulgente
rostros de las que han pasado en vela esas horas propia s que van f,
del descanso y que la sociedad le roba, para destinadas á la esa conve
fatigosa excitacion de la danza. ocupaClOnei
Pocos momentos des pues, el ruido de los coches inter- ta d:e su ti
rumpe el silencio de las desiertas calles; el sol goza del me fal ta bd
espectáculo inusitado de las tu aletas de baile, y los que pítulo.
participaron de la alegria, van á olvidar, en brazos del sue- Cavan
ño, las fugitivas pero agradables impresiones de tan her- que encue
mosa fies ta. llrecioso
bastardos,
ñns ereaci
mi cerebr
dos, que ~
do cuan t
. piritu can'
mismo, ql~
tos que rd

. Entre!
llla ni él YUt' t-
repite cien \"0-
lad y la COStUIIl-

icion se anima ;
intrig uillus; so
murmuraciones
m tener origen
es resfriadas so
;Oll tal vez q ue
undadas. Pued e
s . tan grave co-
las ventajas son.
Asunto para un )Cápituloe
J' ~ ••..Ó, •

1.

Ir sus leyes. in- .n


I Despues de la
~ñanft comienza DURANTE quince 'dias he Intérrutrípldo" el 'hilo ?e l'!li
iortecina llama. 'convp¡lsacion semanaria con lbs 'qué' tienéa+la paclCllciLa
entristecer los indulgente 'de seguir el cúrso 'tor-tuoso de lo&pensam.ienttl~
~ horas propias que vanformando este .pobre librf .. ¿roí' qué suspendí
destinarlas á la esa 'conversacion? Otro ta1 vé'z diría en case semejante quo
ocupaciones mas graves reclamaron-la consagraci@Il absolu-
os coches inter- ta de Sil tiempo. Yo seré mas Tranco. N o 'escribí porque
~ sol goza del me faltaba. ~.... una bagatela, la idea, H asunto] de 'un ~ca-
ile, y los que pitulo. . _ •
brazos del suc- Cavando en mi imaginacion, como el minero desalentado
s de tan licr- que encuentra solo plomo despreciable:" en vez del metal
precioso que buscaba, yo producía únicamente enjendrcs
bastardos, sin' poder dar una forma tangible á las extra-
ñns creaciones que forman el mundo fantástico que hierve en
mi cerebro. U nos cuantos trabajos empezados y no conclui-
dos, que duermen en mi pupitre, me están demostran-
do cuan torpemente elabora la mteligencia, cuando el es-
píritu cans.tdo necesita mas de replegarse dentro de si
mismo, que. de di vagar por la infinita variedad de obje-
tos que forman lo que llamamos el mundo exterior.

Entre tin escritor un poco conocido ya del público


-92-
va
Y sus lectores se creando una especie de relacioo como d esaparecen¡
la que se forma entre personas que se han comunicado in- lo único qu~
timamente durante algun tiempo. El aprende á conocer por dar vida!
las ideas y 10R sentimientos de los que leen y ellos llegan
á ponerse tan al corriente del modo de sentir y de pell-
eso, la nOj
te del lamp
sar del que escribe, que facilmente conocerán un escrito hacer mas
suyo desde las primeras frases, aun cuando no lleve al chiflen, por _
pié la firma acostumbrada. Imposible dejar de ser uno lo
que es; imposible que el homnre moral éintelectual pue-
da atravesar la vida bajo un disfraz, como el que atravie-
sa por un baile de máscaras sin que lo conozcan. Dadme El fue,
un solo hueso de un animal, decia un sábio naturalista, y trado el m
con él reconstruiré el animal entero. Dadme el pensa- gozarse en
miento de un hombre, digo yo, que no soy 'naturalista ni alma de Ne~
sabio, y quizá podré deciros como siente y piensa aquel ra, bas ta tell
individuo. cada comb~
La im~
III. como él, l~
La chispa l
Pero .es el caso que no todas las ideas que brotan en sin embarg]
el Intelecto son manjaues á propósi to para servirlos al tirse tUJ)1b'
.público, gastrónomo insaciable que devora cuanto se le teme, pero
ofrece y siempre pide mas. IX ,¡por otra parte, es tan 04:- como el p
puesto el escribir sobre 1Ul asunto sériol Despues de del' en la r
.recorrerun capítnlo de esos, pueden preguntar al.autor, co- Encerr
mo á Ios narradores de cuentos insípidos: iaquí es donde' acero, cobr
uno ;~e tíe? Porque ,¡ay! es necesario excitar la alegria, só mad la chi
pena de que el libro se caiga de las manos. El hombre, un bonito 1
dijo no sé quien" - es feliz mientras se rie, iCómo no ha Je ligencia; po
querer reírse, pues, todo aquel que lee un capítulo de nación, y.
este libro? Eso equivale á comprar un momento de fe- te parecido
Iicidad por un real ahora, por doce centavos en cuanto se que se que
complete el sistema monetario métrico decimal. ¡Que en-
rioso cambio será el de dar á un editor un puñado de
bronce por un puñado de felicidad!
Dospus
IV. sorpresa
daba rebusc
E,stando mi espíritu en ese conflicto, fui á ver que- inteligencia
mar en la plaza mayor un castillo de pólvora. No se por capítulo. P
qué tuve la extraña idea de comparar aquella pieza á lag son nuestr
obras de imaginacion. Juegos de luz combinados capri- no dura, hr
chosamente; figuras fantásticas que brillan, deelumbran y y silencio.
-93-
de relacion como desaparecen- ruido y' humo; he ahí, me dije á mi mismo,
han comunicado in- lo único qu~ acertamos á producir 108. que nos afanamos
aprende á conocer por dar vida y forma al mundo de las q::JIIl1era8. Despues de
leen y ellos llegan eso la noche aun mas lóbrega y triste, por el contras-
e sentir y de peu- te del lampo 'fugitivo y de la profunda oscuridad. Para
nocerán un escrito hacer mas completo el simil, falta unicamente que nos
ando no lleve al chiflen, por via de aplauso, al terminar la broma,
dejar de ser uno lo
1 é intelectual puc- v.
IDO el que atravie-
o conozcan, Dadme El fuezo es una cosa séria. Pero el hombre ha encon-
ábio naturalista, y trado el n~odo de divertirse hasta con lo mas sério. Para
Dadme el pensa- gozarse en ver arder una ciudad, es necesario tener el
soy naturalista ni alma de N erou. Para ver con gusto arder piezas de pólvo-
nte y piensa aquel ra, basta tener ojos y una boca para decir .fl.h ah ah ah/,. á
caela combinacion curiosa de lnz que ofrezca el artrñcio,
La imaginncion es tan séria como el fuego. Tiene,
como él, la desastrosa facultad de devorar y consumir.
La chispa de un pensamiento p.ueelc. ab~'asar el mnndo. Y
eas que brotan en sin embarco el fuego de la imagmacion puede ccnver-
para servidos al ti rsé .taJp.bi~n en instrumento de placer inocente. Diviér-
evora cuanto se le teme, pero no me quemes; dicen los lectores al escritor,
a parte, es tan C:).:- como el pueblo á la pieza de pólvora que va á ver ar-
sériol Despues de der en la plaza. , .' .'
guntar al autor, co- Encerrad pólvora, azufre, carbón, hierro, limaduras de
dos: iaquí es donde acero cobre, zinc, &c., en envolturas de carton; aproxi-
xcitar la alegria, só mad 'la chispa á esas materias inflamables, y tendreis
manos. El hombre, un bonito fuego artificial. Acoplad ideas en vuestra. int~-
rie, iCómo no ha de ligencia; ponedlas en contacto con el fuego de la lmagl-
lee un capítulo de nación, 'y tendreis un género de entretenimiento bastan-
un momento de fe- te parecido al otro. En el uno y en el otro caso bay algo
ntavos en cuanto S0 que se quema, que se consume, 'que desaparece.
o decimal. ¡Que cu-
ditor un puñado de VI.

Despues de haber divagado en esas reflexiones, vi con


sorpresa liue había encontrado lo que con tanto afan an-
daba rebuscando en las regiones frias y caliginosas de mi
icto, fuí á ver que- inteligencia. Albricias! Encontré la idea: el asunto de un
B pólvora. No se por capítulo. Puede formularse esa idea en pocas palabras. ¿Qué
aquella pieza á las son nuestros trabajos literarios? Luz efímera, ruido que
combinados capri- 110 dura, humo que se lleva el viento. Despues, oscuridad
illan, eleslumbrany y silencio. Buenas noches.
~' '~ ciudadan
,1'
()Uc les
de ¡¡des
samente I
que comn
10 recorn
Carnaval
se busca
los verso
destinadd
Con
mo el .N
hundierol
~l Almanaque. la mism
nes, esp
tos cruel
J¡-:;t;H Iq 1.1""' tl't',;.;.·~ t ~) uÓ, .•,.~ ~J elocuent
tenerse
HACE p~cos 9i'as qüe ha comenzado ú; 'circular el Pro- dad ve
lJl¡ama del año de 1~71.~Por 9.ue, bien considerado, ¿qué como el
otra cosa.es el Almanaque, SIDO un programa del año? Ahí fcctamen
está .iu.licado con I' minuciosa puntualidad todb 10 que ha memori
de haber en los doce meses que "correrarrdésde Bnflro hasta mayor n
J)}cicmlJ;~e. F¡esf3s,/eligios,us, movimientos del« lima, cam- Si
.bW)~ de Ias e,stapipnes, eclip~es, }luvif:lS, . Calores, y fl'i~s, tes, el d
\'lent,9s1'y tempestades" fodo v\ene profetibamente anuncia- sentimoS
dO(leri e,se cuaderúillo de unas pocas páginaa.: I suceder'
.._y 'sin embargo., po~· 'mas q ue el Alrnúnaque pueda riable u.
parecer ,frn.l1co y' ,hasta indiscreto, es indudable que es el sol ~
mas. t.odavía lo, que calla ' que lo que revela. ¡Que de otro, toí
cosas han de suceder en esos trescientos sesenta y cin- cias te
co dias sobre las cuales él guarda obstinado silencio! El sobre e
A lmanaque, como el pérfido .regalo de los griegos, lleva Ah! si
al enemigo oculto dentro de su seno. Si quisiera decir to- noranci
do lo que ha de suceder, [cuantas lágrímas haria derramarl el porv
¡que s.orpresas, que alegrias, que chascos, que celeras oca- sabe ap
sionaria! Ac
. Anunciar que el dia tantos habrá jubileo en tal igle-, lendari
sia ; que el cuantos lloverá ó no lloverá; que habrá dos 109 días
eclipses de sol y dos de luna, todos invisibles, eso lo ha-
ce cualquiera, Predecir lo que harán las pasiones y los
lntcrcses humanos, eso' no puede hacerlo el Calendario.
Si se formara para el uso de cada ciudadano Y' de cada

~
-
-9é-
ciudadana un Almanaque eu que se les nnunoiara todo lo
que les hnbia de suceder, comprenderia uno la utilidad
de tales programas. Pero lo mejor de la fiesta es preci-
samente lo que no be dice. Por eso no hay uno 13010 de los
que compran el Almanaque del año que viene, que no
10 recorra con la mayor indiferencia. Ver cuando será
Cama \'0.1, ó Pascua, ó cosas semejantes, es lo único que
se busca en él, después de haber digerido ó no digerido
los versos y la prosa con que se amenizan esos librillos,
destinados á anclar en manos de todos.
Confieso que pocas cosas hay tan tristes para mí co-
mo el Almanaque. Si es de alguno de los años que se
hundieron ya en el abismo de la eternidad, me hace casi
la misma impresiou que la vista (le un cementerio. Ilusio-
nes, espt'rnnzas, deseos, ensueños de felicidad y sufrimien-
tos crueles, todo está ahí hacinado, sin mas epitafio que el
elocuente y sencillo de las fechas. [Cuan doloroso es de-
tenerse en algunas de esas inscripciones, que la generali-
calar el Pro- dad ve con la mas fria indiferencia! "Inútil, 81,18ledecirse,
derado, ¿qué como el Almanaque del año pasado". Esa frase esta per-
del año? Ahí fectamente bien eu boca de aquellos que carecen de la
b 10 que 11a memoria del corazon. Esto" componen, á Dios gracias, el
Ene?o hasta mayor número de los vivientes.' .
la luna, cam- Si el Almanaque del año pasado me inspira ideas tris-
res y fríos, tes' el del que viene me oprime con ese terror vago que
ente anuncia- sentimos siempre al acercamos á 10 desconocido. ¿Qué
s. sucederá en esos dias que vemos ahí apuntados con inva-
raque pueda riable uniformidad? ¿No se eclipsara en uno de tantos
able que es el sol de nuestras ilusiones? ¿No Ilnverán los ojos, en
la. ¡Que de otro, torrentes de lágrimas? iNo descargarán, en este, re-
senta y cin- cias tempestades sobre el alma? ¿No reinará, en aquel,
silencio! El sobre el corazon cansado, la calma de la indifereucic?
~riegos, lleva Ah! si el Almanaque pudiera decirlo todo! Pero esa ig-
¡iera decir to- norancia de lo futuro, con que Dios ha querido velar
ria derramar! el porvenir, es un don de su misericordia, que quizá no
~leras oca- sabe aprec.wr debidamente nuestra insensata curiosidad.
Aceptemos la vida tal cual es, y al recorrer el Ca-
en tal igle , lendario de 1871, alegremonos de no saber cuantos seráu
[e habrá dos los días tempestuosos que nos tiene preparados.
_s, eso lo ha-
iones y los
Calendario.
y de cad a
~- ~ llon de p
la muger,
irremisibl~
,por medio
posos, ocn
recoger. ""1
que con l~
tiene este
-este? Por
La Ironia. Está
tito se h
caballero

i QUIEN es el que no sabe 10 que es la ironía? ¿Dónde


está el hombre de alma tan sin hiel que no haya esgri?
rnalhumoj
tan casi ~
ta, dejan~
mido alguna vez esa arma contra uno de sus semejantesa
Juanl
Emplear una expresion con el objeto de suscitar un- da medi
idea enteramente contraria á la que aparentemente que qué se 1
remos hacer brotar en el espíritu de quien nos oye, he de tres ~¡
ahí 10 que llamamos irouia, E'Ii el foro, en el period is'" Uin ¡
mo, en el congreso, en la conversacion familiar y hasta to de vis
en el púlpito puede entrar en juego esa terrible figura, un viejo
-cuyos dardos suelen SAl' mas certeros que los de las mas sensible:
sólidas argumentaciones. sean por
Pero la ironía de las palabras, la ironía deliberada puro vis
.y
y tal vez rebuscada en el bien provisto arsenal de un L
-hábil orador, es pálida, si se la compara con la ironia de señor De
los hechos, la espontánea, la que la fuerza de las cosas un Lozar
y la organizacion social hacen nacer todos los dias. De su sornbr
ironias de esas está plagado el mundo; y si bien hay de sacris
algunas que hacen reir al hombre mas austero, hay otras que tien
que arraucarian lágrimas al mas empedernido. que no
Ved á ese opulento capitalista, que á fuerza de tra- un Prósp
bajo y de privaciones, ha llegado á levantar una gran for- estúpido
tuna. Sus hábitos de economía no 10 han abandonado en una Prr
su nueva posicion. Vi ve en una pobre casa, su mesa es mi- las mas
serable, su trage casi el de un mendigo. Entre\i.tanto su- ¡¡nda al'
da, se agita y se afana para aumentar un caudal, cuya la de 1r
centésima parte le bastaría para pasar con desahogo los YI
pocos años que quedan ya á su máquina, gastada por por el 1
el trabajo. ¡Que rico es Don Fulano! dicen todos, y yo llorar,', t
pregunto: ila riqueza de ese hombre no es una ironía?
Ese matrimonio que ha reunido mas de medio mi-
-97-
110n de PPS(IS entre el ea udal del marido y la dote do
la muger, que podría mantener y educar diez hijos, eSl;l,
irremisiblemen te condenado á no tener ninguno. Pared
por medio hay una familia que se compone de los dos es-
posos, ocho hijas y dos sobrinos á quienes ha sido preciso
recoger. y sin embargo, el amo de la casa no cuenta mas
que con un pobre sueldo de 400 pesos anuales. ¿Por que no
tiene este la riqueza del vecino, ó el vecino los hijos de
'este? Por una terrible ironía del destino.
Está puesta la mesa, Cuanto puede halagar el apc-
ti to se ha reunido, a fin de satisfacer el gusto de ese
caballero pálido, extenuado, que acaba de sentarse solo y
malhumorado. Es un infeliz cuyas fuerzas digestivas es-
onia? ¿Dónde tán casi agotadas. Prueba uno ó dos platos r se levan-
haya esgri? ta, dejando intacto aquel banquete opíparo. Ironia.
18 semejantesa Juan ama á Elena, que delira por Pedro, y Pedro an-
suscitar un- da medio loco por Margarita, que no quiere á nadie. ¿Por
temente que qué se han cambiado asi los frenos, haciendo la desgracia
nos oye, he de tres ó cuatro prójimos'[ Por una ironia de la suerte.
el periodis, Un militar cobarde, un clérigo maton, un chato cor-
iliar y basta to de vista, que no tiene donde hagan firme los anteojos;
rrible figura, un viejo casado con una jóven; un feo con alma tierna y
s de las mas sensible; todas esas son otras tantas ironías que se pa-
sean por el mundo, sin que llamen mucho la atención, de
ía deliberada puro vislas."
rsenal de un ¿Y qué diré de la ironia de algunos nombres? Urr-
la ironía de señor Delgado que apenas cabe por una puerta cochera;
e las cosas un Lozano raquítico, un Valiente que tiembla hasta de
[os dias. De su sombra; un Franco que tiene mas gavetas que armario
si bien hay de sacristia ; UI1 Modesto lleno de vanidad; un Perfecto
o, hay otras que tiene mas tachas que mula de alquiler; un Casto
que 110 posee el último de los frutos del Espíritu Santo;
erza de tra- un Próspero sobre quien llueven desventuras; un Napoleon
una gran for- estúpido; una Blanca negra, una Luz que 110 alumbra y
ndonado en una Prudencia que trastorna la casa de arriba abajo, SOf1
esa es mi- las mas dívertidas ironias. No hay Juda de que el mundo
"e tanto su- anda arrevesado, y que con razon la mitad de él se bur-
!'audal, cuya la de la otra mitad.
esa hago los y el escritor pretendido filósofo que toma la vida
D"astada por por el lado jocoso y se rie de lo que lo debiera hacer
ocios, y yo llorar," ¿no es tambien la mas absurda de la ironins?
ironía]
medio mi-
13
)9- -~- - --~I <::!

taso B~
defir~i
consi
dc ta
poesi:
<lucid,
portal
real. ~
Poeta, Illé(lico y loco. hecha
l.a e sI'
der,
iQlli~
¿SERA
heterogeneos,
verdad que esos tres elementos- aparcntcmcMe"
j poesía, locura y medicina, entran el] ltli
plan~
la v i'
composicion de ese ser complejo que llamamos lHanbrc1 el un
El refran lo dice; y cuando él 10 dice, estudiado lo tien«, pl>ed
Para averiguar lo que haya de cierto en la tceria que :
que formula. el adagio, es preciso comenzar por dofinir; las ql
investigar lo q Me signifiquen en realidad las palabras poe- formt
ta, médico y loco. ¡Gran dificalradl, dirá alguno. iQtl0 es senci
un poeta? El que escribe versos para el Almanaque ó pa- donar
ra la "Semana," ó para hacerlos tiras despucs do haberse sospc
divertido ,oí solas con ellos. i,Que es ser médico] Otra pre- much
gunta inútil. Haber recibido un pergamino en que CO~lS- á me
ta qne D. Fulano de Tal tiene facultad pura enviao réci- frane
pes á las boticas, Vd.ra tomar el pulso, hacer que le sa bres,
buen la lengua, &c., &c., autorizado todo C{)U un gran les ¿
sello en el cual está pintado un tecoloie. ¿Que es ser 11na
loco? iQue es ser loco? Eso ya es UN poco n:H~¿'>dificil de
responderlo; pero para los sabios FlO hay puente angosto;
preguntac11es qué es un 10c0 y os.dinín que Ioco es el qu.e
110 es cuerdo, y adelante.
Definiendo así á poetas, médicos y locos, preciso es
convenir en que hay muchos que nada tienen do eso; y
do consiguiente, que el proverbio dijo una gran mentira.
íace
Pero si toinrunos las cosas desde un punto do vista un po~
-99~
-t
--"4.
--------- _-J:
Co mas elevado, encontraremos que la idea tiene mas pun-
tas de cierta que lo que pé;lrece.

I.

Para saber si todos tenemos á la vez un poco de poe-


tas, creo que debe tomarse como punto de partida una
dcfiniclon algo mas filosófica que la que pueda hacerla
consistir en la facultad de hacer versos. Esta será una.
de tantas manifestaciones de la poesia y nada mas. La
poesía, srgnrr uno de los mas graudee genios que ha pro-
ducido la Alemania, Richter, es el mundo ideal, trans-
portado por el pensamiento libre en medio del mundo
[JCO. real. ¿Y donde esuí el hombre tan sensato que no haya
hecho alguna vez osa especie de traslaciones? ¿Qnien no.:
ha estado enamorado? Quien no ha amado la gloria, el po-
der, las riquezas? ¿Quien no ha alimentado esperanzas?
iQuien no ha soñado la felicidad? He ahí el mundo ideal,
apnrclltcmcMe plan tado corno un oasis en medio del árido desierto do
entran el) ]11 la vidn. He visto hombres medianamente tontos ,á quienes
la m Oí! _11O.~1I b re? el amor ha convertido momentáneamente en. verdaderos
[odiado 10 tieur, poetas. i,Y las mugercs? Ellas S011 siempre mas poeticas
O en la tcoria q u!! nosotros, Pocas son las que no viven del idealismo,
zar por dcfinir; las que no poseen en alto grado esa facultad creadora que
1) palabras po c- forma los grandes poetas, Cuando las vemos ocupadas
lguno. iQrJC es sencillamente en los trabajos inferiores á que las ha con-
lmanaque Ó ]JU- denado nuestro egoismo tiránico, estamos muy lejos de
Des de haberse sospechar qué germen de dulce y santa poesia bulle en
dicot Otra pre- muchas de esas almas sujetas tal vez por toda la vida
W Gil que cons- á martirios ignorados. Sera una necedad; pero yo declaro
ara envia •. réci- francamente que las muge res me_gustan mas que los hom-
acer que le sa bres, y estoy siempre dispuesto á confesar lo mucho que
o con un gran les debemos. :Nu nca las veo sin recordar estos versos de
,¿Que es ser nna comedia antigua:
ID ' dificil de'
uente ango:ito; La que con paciencia santa
loco es el que cuando niño te amamanta,
y cuando jóven te aclara '
cos, preciso es y cuando viejo te aguan tu.
non de eso; y
grnn mentira. iY no hay poesía, verdadera y noble poesía 0).1 esas
e vista un pü~ faces do la triple existencia de la muger?
-100-
n. Con los
dificultad. Si
Que tengamos todos algo de médicos, es tan cierto trpgnclos al
como el que tenemos un poco _de poetas. Yo veo que pue.de servir
aqui todo el mundo diagnostica y receta. Quéjese U. de divertido es
'cualquier enfermedad y al momento le dicen que esa do- dieran en ha
lcncia viene del mucho llover, si es en tiempo de aguas; clal'adosj pe'I
ó de que no llueve. si es en la estación seca; de frio, torno que a
por diciembre; de calor por marzo. Si comió, ó si no co- t.mtosl I

mió; si hace ejercicio, ó si no sale de casa; si anda ves- Coloco


tido de lana ó de lienzo; nunca falta á q ue atribuir la q uieu reclat
2° .A ,
enfermedad; desde el catarro hasta la escarlatina.
La farmacopea guatemalteca ea inagotable. No hay ea mas qUI
yerba que no sirva para algo; no hay flor que tomada á que se les
en infusion no acabe con la dolencia mas empedernida. 1'\0 3? A to
sé de que se muere aqui la gente, pues con tanto mé- do. cuando
dico y con tanta médica y donde hasta lo mas indecente In componga
sirve para curar algun mal, la muerte debia haber pues- nos nosot
á

to su renuncia, por no tener que hacer. En épocas de 4? Al


peste hay todavía mas médicos que en tiempos normales. que qUlere
He apuntado setecientos cuarenta y ocho remedios que h f<lOula d
me han dado con los cuales se cura indf¿(ectiblernente la tos para igualar
ferina. Tentaciones me dan, cuando salndo á una persona 5? A
cualquiera, de decide:-Buenos dias, señor doctorc--j.Doc- yel que d
tor en qué", me preguntaría sin- duda el borlado sin sa- cuenta de c
herlo.-En medidicina, le contestaria; y si reclamaba, lo na, y al r-a
mostraria yo una lista de las recetas que me ha dado. Ven- '6? A
se, pues, como es cierto lo que dice el refran en cuanto zon yo me
. á lo de tener todos algo de médicos. neallo, com
IlI.
7? s.
camenté n(j
agenas; á
Pero iY de locos? iSerá cierto? Mucho me temo que todas las
en esto no ha dicho la verdad el proverbio; porque la preguntan -
experiencia diaria me enseña que no es cierto que ten- igual á ha
gamos todos un poco de locura, Un poco! Ahí esta el er- ¿á donde
ror del refrán. Si hubiera dicho q ue todoseeetamos á universal?
punto derematamos, estaría yo de acuerdo. que tienen
Señales son del jüicio ya eso es
Ver que todos le perdemos; fierlo, son
U nos por carta dé mas juicio.
y otros por carta de menos,
dijo Lope de Vega.
-101-
Con los locos declarados se sale aqui pronto de la
dificultad. Si andan en la calle, ya se sabe que están eu-
demédicoq,," e' t an CIerto . trf'gaclos al brazo secular de los muchachos. ¿Para que
- poetas. Yo veo que puede servir un loco, sino para arrojarle piedras? ¡Es tan
receta. Quéjes« U d diycrtido eso de molestar al que ha perdido la razon! Si
.o le dic.en que csa' do~ dieran en hacer lo mismo con los que no estan todavia de-
~1 es en tiemp . o d e aguas; clarados; pero que tienen mas de locos que do cuerdos,
a estaClOn
. " seca' ' de f1"10
. tNl10 que acabarian por deserupedrar las calles. Somos
ZO. SI calmo Ó " '
ale d ' . SI no eo· t.mtos!
e ,crli"a; SI flnda ves. Coloco en primer lugar á los enamorados, y si hay
falta a que atribuir la quien reclame, me comprometo á probado ex-ciühedra-
sta l.a cscarlHtinu. 2 o A los poetas, clásicos ó románticos, estos un po-
eah IllflQ:'otable
<, '.
No Iinv co mas que aquellos; pero todos con muy justo derecho
? ay fiar q ue tomad; á que se les ate.
la mas empedernida. No 3 o A todos los que nos afanamos por componer el mun-
te,h pues con tanto me·. do, cuando el mundo maldita la gana. que tiene de que
asta lo mas i/lde,'ente In compongan. Y cuando debieramos empezar por componer-
ueh·te debia haber rH1CiO- nos á nosotros mismos.
acero En épocas de 4? A los ricos que viven como pobres, y á los pobres
r:¡u: en tiempos normalss. que quieren echarla de poderosos; poniendo en práctica
~ ocho remedios que }¡¡ fábula de la rana que reveut6 á fuerza de hincharse
a l7ulfffectiblernente la ton para igualar al uuey,
o sal~eJo á una perSf)lJ;~ 5? A todos los que entramos en loterías y rifas:
s, senor doctor '-L. D(}c. y el que dude de si esto es ó no es locura, lleve una
~uda el.borIado sin su. cuenta de cargo Y data de lo que gasta y de lo que ga·
1Ia; y SI reclamaba le na, y al cabo de un quinquenio me lo contará.
'as que me ha dado. Vea- 6? A los que escribimos para el público; y la ra.
e el refran en cuanto zon yo me la sé, y no la digo, porque mejor es no me:
os. neallo, como decia Sancho.
7? A 10R esclavos de la moda; á los que sistemati·
camente no entran por ella; tÍ los inquisidores de vidas
agenas; á los que aceptan, sin beneficio de inventario,
r Muclro "me temo q De todas las noticias que espa rcen los telég?'ofos; á los que
P rever b 10; porque la
preguntan ¿q-ue hay de nuevo?, en un pais donde ayer es
no es cierto que ten.
igual á hoy .y hoy igual á milñana; á los que .... pero
1 poco! Ahi está el el'.
¿á donde "vamos á parar? ¿A la teoría de la locura
q ue todos estamos á
cuerdo. universal? Tal vez. ¿Quienes son, pues, los cuerdos?' Los
que tienen la conciencia de su propio desvario; porque
bio ya eso es un principio de curacion. Los locos que no creen
¡as'demos; ~e~'l?, son los que ya no volverán en sí hasta el dia del
enos, 'JUlCiO.
-,---
taras, y las el
~ ~ bie ra succdidt
una irouia de
ri esa materi
l101l1bre de
~'a aquel illdi
<tgujero en (j
Propia Ú
110s pocos f,·
li'elicps, dije,
il!\'erti~10 un
la merced de
tos cléci rieaA
dad hay eorn
una parte d
todos 10;:\ qll
Las casas.' los portales 1
los vivicntd
Ion, de quie
casa, pasaud
cuarenta y
OTRA vez he hablado de las calles; ¿.por que no he de olies que ea.
decir tarn bien algo de eso con que se forman las callos, de
senta y nu
las casas'? Una cosa que hace un papel tan importante en le diera á. ~
la vida, bien merece que se le consagren algunas' líneas
ea filósofo,
en este LIBRO SIN NOMBRE, linterna mágica que ya presen-
de que ape
tando ti la vista de los lectores objetos y escenas de dife- ru á los Li.~
rente naturaleza; ora alegres, ora tristes; ya serios, ya fes-
por las con
tivos; algo importantes alguna vez; insigniñcantes y tri-
:Matusalen~
viales las mas; segun la situacion del ánimo del que em-
El pro
plea unas cuantas de SIlS horas perdidas en trasladar al pa~
que se com~
pel sus ideas y SIJS sen ti mien tos.
de euceden
La casa oye nuestro primer llanto, cuando entramos en
tantos próji
el mundo, y escucha nuestro último gemido, cuando nos
que ya lo
despedimos para una vida mejor. En la casa tienen lu-
do y repns
gar regularmente los hechos mas interesantes de nuestra
ochocientas
existencia, y algunas de ellas hay sin duda, t1elante de por fin, ¡,C
las cuales no pasamos sin que nos ensanchen el eorazon
nido, suuicll
recuerdos halagüeños, ó sin que nos opriman el alma me-
le conveng
morias dolorosos,
Colmillos'! --
Una de las cosas que me desesperan en mis ratos
ello buque
de retlexion y de melancolia, es el ver lo que duran las
ja, q neda rft
casas, con perdon sea dicho de los propietarios de fincas
ánimo de t
urbanas. He visto desaparecer en pocos años familias en-

..
-103 -
t\)ras, y las casas tan tiesas y farma1e", como si nada 11U-
biera sucedido dentro de sus frias y mudas paredes. POl'
uua ironia de que me olvidé en el capítulo que consagré
i1 esa materia, las casas conservan por mucho tiempo el
nombre de algun sugcto que las fabricó ó habitó, cuando
.ya aquel individuo tiene por única morada un estrecho
¡lgujero en el panteón.
Propia ú arrendada, todo viviente tiene casa, salvo aque-
llos pocos felices que pasan la noche en los portales.
Felices, dije, y lo repito. ¡,Que dicha mayor que no tener
invel'tir10 un capital en un objeto cuya. existencia está á.
la merced de Pacaya, de Tccuamburro, ó de las corrien-
tes eléctricas, Ó de la Iuun , Ó del demonio? ¡,Que íelici-
dad hay comparable] á la de no verse obligado cí comprar
una parte de la ciudad, quodaudosc sin ella, como hacemos
todos los que habitamos casas de alquiler? Al menos en
los portales nada le cobran á UIlO, que yo sepa. De todos
los viv ieutes el que mejor entendió el negocio fué Matusa-
Ion, de quien cuentan que [amas quiso hacer ni arrendar
casa, pasando bajo los aleros de las agenas las trescientas
e no he de cuarenta y cuatro mil, seiscientas ochenta y cinco 110-
las calles, de chcs que corresponden; salvo yerro, á los novecientos se-
iportante en scnta y nueve o iios que estuvo sobre la tierra. Si ahora
unas líneas le diera á alguno la humorada de imitar á aquel patriar-
e ya presen- ca filósofo, se ve ria algo apurado, por la sencilla razón
enas de dife. de qlW apenas hay aleros; y ademas, ¿quién sabe si entra-
erios, ya fes- m á los dueños de casas la tentacion de cobrar alquiler
antes y trío por las cornizas, lo que no se dice haya hecho nadie con
del que em- Matusalent
sladar al pa~ El propietario yel inquilino son dos entes correlativos,
que se completan mutuamente. Supóngase que, como su-
entramos en ele sucede¡', las casas andan por las nubes, y que uno de
cuando nos tantos prójimos necesita con urgencia encoutrar una, por-
'<'1. tienen lu- que ya lo matan porque deje la que habita. Han pasa-
de nuestra do y repasado los cuarenta dias de la ley; ha recibido
elante de ochocientas, veintinueve veces el consabido recado "de que
m el corazon por fin, ¡,ctúil1do me desocupa?" El individuo ha ido y ve-
1 alma me- nido, subido y l.njado por la ciudad sin encontrar C11~a que
le convenga.¿-Pol' qué no vé Ud. la de [Don Policarpo
mis ratos Colrnillos'?-le Ilregllnta un mnigo.-Es buena, tiene mu-
e duran las cho buque y dándole una refrescada, porque es algo vi e-
os de fincas ja, quedad, muy decente.-El desespera{lo, 'que está en
familias en- ánimo de tornar aun cuaudo sea la casa de Satanás, corro
-- 104-
jo. ¡,Y qué encO
,í ver á D. Policarpo, y se entabla, despues del saludo
N.O 20 de la C!
de ordenanza, un diálogo del tenor siguiente:
dsudos trasverSI
-'-En efecto, mi amigo, la casa está desocupada, dice D.
mir, dejando al¡
Policarpo; pero vea Ud. que casualidad, acababan de venir
que comen Y be
. cuatro personas á solicitarla, cuando Ud. llegó. Una fué
Bn la casa N.o
l., viuda de Piojera: muy buena señora; pero aqui entre nos,
ne cortejo y el
creo que andan mal sus negocios, y por eso no me pe-
andante modemtl
ta. Despues vino un inglés, que la quiere para poner horel;
injurias Y maldi
paga mUJ bien: mil doscientos pesos le pedí, y no hizo
está conclllyenl
mala cara; pero dicen que las destruyen y no me decido.
consonante á l~
. La quiere tambien D. Próspero de la Olla, ese señor
zas de acabarl
que ha hecho caudal en poco tiempo sin saberse cómo; pc-
ja! Carlos y Ell
1'0, aunque ofrecía mejorar
pareció,
la postura del ingles, no me
porque dicen no se qué de fabricacion de clan-
están jura ndo I
togentésima sex~
destino, y yo no quiero gravar mi conciencia, ni irme al ,
re a una casa
infierno por cuenta de otro. El último que vino fué D.
nas se haya ni
.J uan de los Vástagos, que tiene catorce hijos varones, mas
pacienta D. O
traviesos qne Judas, y que habrian acabado con la casa en
ñado en ver ~
dos dias. En fin, si á Ud. le conviene, lo preferíré ,l,
todos esos postores, si me d,í dos mil pe80S de arrenda- bio lee _á la l~
genernClOues E
miento, siendo de Sil cuenta el cánon de agua, el impues-
c1uyeudo el mi!
to del alumbrado, las reparaciones y .....
Están bailandl
-M:UChflS gracias, señor de Colmillos, dice el solicitan-
duermen á picr~
t~, y se marcha ,í buscar otra casa con menos convenien-
marse la cocin
eras.
en paños men'
Ahi es ello. Un propietario no le arrienda la suya, por
y en suma ,la,
que sabe que el indivimduo es aficionado á conejos y
landa un pollo
esos animales destruyen las casas; otro se niega, porque
loco está trazr
tiene caballos; este le pide fiador ; aquel le exije que se le
permita practicar cada tres dias visita domiciliaria; uno sia, con los i'
de ftecu.as y me-
pide cinco años de alquiler adelantados; otro quiere con-
cribe un capit
::;e1'\'31' tres piezas ocupadas; hasta que aburrido el desdi-
ración, se ext
chado, vuelve á caer con Colmillos y firma una contrata
por diez años, pasando por todas las condiciones que le quedan en
jmpone aq uel cari be,
Pasando á otro género de consideracionE'f, á que se :)
prestan las casas, diré que nunca veo esa sucesion uni-
1'01'1110 de paredes que sustentan tejados, sin que mi ima-
ginacion se forje las varias y contradictorias escenas que
estarán veriflcandose detras do esas paredes y bajo de esos
tejados. Quisiera que un espíritu familiar, como el diablo
cojuelo que favoreció al estudiante D. Cleofas, levantara
los techos, para poder ver todo lo que pasa de tejas aba-
-105 -
jo. ¿Y qué en contraria? Faeil es figural'selo. En la casa
es del saludo N.o 20 de la calle tal, velan un cadáver. Los dolientes,
deudos trasversales, estaban can~ados y se fueron á dor-
pupada, dice D. mir dejando al difunto encomendado á veladores pagados,
baban de venir que' eO~1Cn y beben alegremente para espantar el sueño.
egó. Una fué En la casa N.? 21 altercado de dos esposos. Ella tie-
aqui entre nos, ne cortejo y el tiene celos. Comenzó la cuestion en un
eso no me pe- andante modemlo y acaba en un espantoso crescendo de
a poner hotel; injurias Y malJiciones. Casa N.o 22. Un poeta romántico
dí, y no hizo está conclllyendo una composicion y no puede encontrar
no me decido. consonante á lúgubre. Se ha comido tres uña,; y lleva tra-
lla, ese señor zas de acabar con las que le quedan. N. o 23. Feliz pare-
erse cómo; po- ja! Carlos y Elvira, modelos de amor Y de fi~eli~ad. Se
ingles, no me están jurando con"tal1~ eterna, por la milésima oc-
cion de clan- togentésima sexagésima segunda. vez. El se despide y cor-
.ia, ni irme al re á una casa donde lo aauarda Dña. Otra; y ella, ape-
e villa fué D. nas se haya marchado él, 1l~á,al balcon donde ya se im-
s varones, mas pacienta D. Otro. N. o 24. Está un marchante muy empe-
con la casa en
10 preferiré ií
ñado en ver si fabrica un peso falso. N. o 2? Un sa-
bio lee á la luz de un cabo de vela IIn estudIO sobre
s de arrenda- generaciones ospontaneas. N. o 26. Un devoto está con-
gua, el impues- duyendo el misterio de la coronacion de espinas. N. o .21.
Estan b"ilando. N. o 28. N.O se oye el menor ruido;
ce el solicitan- duermen á pierna suelta. N. o 29. Ha comenzando á que-
lOS convenieu- marse la cocina; dentro de poco habrá alboroto; lJ;ente
en paños menores, cántaros de agl1a, serenos, curtosos,
a la suya, por y en suma nada perdido. N. o 30. Jugadores. Estan pe-
~ conejos y laudo UD pollo. Pocns plumas quedan ya. ~. o 31. Un
ruega, porq 110 loco está trazando un plan para ir á conquistar la Pru-
exije que se le sia, con los indios de Santa Catarina Ixtagu>ican armados
iciliaria; uno de flechas y mecuerus. N. o 32. El autor de estas líneas es-
1'0 quiere con-
cribe un capítulo del LIBRO SIN NOJ',lBRE; le falta la inspi-
nido el desdi- racion, se extingue la luz y la imajinacion y los ojos se
una contrata
ndiciones que le quedan en tinieblas.

ionE'i á que se
1 sucesion uni-
o que mi ima-
-IS escenas que
y bajo de esos
omo el diablo
¡ofns, levantara
su de tejas aba- 14
po E; trasto tan insigni
Acomodarse e
sencilla y sin em
~i ponemoslo de
hacerlo? Encomi
sombrerarlo, y se
ú mas á la derec
brado. Si todas 1
..,
El soulbrel~O'
•. acomodadas en 1
en la parte interi
lestado que si \te

,Es tal vez fa prenda mas in'ten'sante' del


un caballero; como que esta destina.la
traje ¡fe
á resguardar de]
Colocado ya
individuo á evae
ya aquel complei
sol, del viento' y de la Iluvia lo mas noble del cuerpo- que hacer que ej
humano. momento en que,1
Buffon dijo que el esl ilo es el' hombre, Yo' Ie- plagio sar. Pues nada. I
la frase y digo que el' sombreroes el hombre. Qu"izá no la calle, no debe
se ha reflexionado bien acerca de la relaeion que existe en- ni guantes; per
tre un individuo y. el sombrero- que' cubre t'tl' cabeza. los dos pasos s
Desde luego, por poco par-tidario que \:1 no- sea del sis- movimiento casi
tema" (muy combatido ya,) (pro busca en el vulurne n v uitura de la call
en la forma exterior del cráneo- un indicio de lasfucul- se lo quita, iba
tades inteleotuales y morale s, es imposible-no VOl' en un c¡ne notar en es
sombrero aYgO'que dé idea, de la eabeaa que dentro de merece se It: co
él se alberga, Examinadlo despacio y sabreis ei el pro~ El quitarse
pietario tiene grande ó- pequeña 111 oficina donde, segun .. jen mas m-di.a
toda probabilidad, se elabora el penso miento ; adjvinareis inos de la vida
si es bien criado ó deseo des; cuidadoso Ó descui-dado; pe- en la materia.
timetre ó enemigo jurado de la moda, Personas hay tan ape- se tocó el 80mh~
gadas á, su sombrero, que 110 se lo quitan ni !HUIen el in- humorado D.' \
terior de su casa; y creo que si pudieran, dormiviaa- con éL te hay eleccio
Conservar salado el- sombrero delante del' j'PY, ha sids uno, dino es elector.
de los priv.ilegio8 de los grandes de España. des del propue
'I'odo- hombre que- se dispone á salir á la calle; echa: el votante el 1)
mano- al sombrero: pues sube q·ue sin ese l.uueble; es- por otro, ')j¡t s
tá incompleto, y si lo omitiera; acaso- se letomaria pOl'o bre qne apen<,1gj
loco. ¡Qae rareza! Haga uno doscientas mil extra\:aganclas. tlo el que quio
y nadie dira, POt- eso que ha perdido- el ju-icio. Pasee de' algun elector,
arriba á abajoIn ciudad sin un bolero negro ó blanco, é- cial y resueltan
sin un tirolés, y á las dos horas sabrá' el vecindario. todo- en contacto coru
que 1).. Fulano se ha rematado. [Figurese Ud. quean- se miden pOI'
tlab~ en la calle sin sombrero! No es, pues, el susodicho- el sombrero de
-107 --
trasto tan insignificante como pudiera cree.file.
Acomodarse el sombrero, es una operación que parece
sencilla y sin embargo no lo es. ¿A que. nadie acierta
á poneruoslo del modo que nO";lJtros nnsmos sabemos
hacerla? Encomiende Ped 1'0 á Juan el cuidado de en-
sombrerarlo, y Se lo coloca ómns adelante 6 mas atrás,
Ú mas á la derecha ó mas á la izquierda de lo aeostum-
brado. Si todas la" pl'otulteranáas del cráneo no quedan
ncOmOdMh\s en 10:5 huecos que el uso ha ido formando
en la parte interior del sombrero, va el hombre mas me-
lestado que si llevase un» levita hecha para otro cuerpo.
Colocado ya 01 sombrero como de be ps~arlo, sale el
individuo á evacuar sus nezocios. Cu .Iquiera creería que
e del traje de
resguardar del- ya aqnel complemento del. t~age masculino no tiene mas
que hacer que estarse quieto en su SItIO y aguanlar el
le del cuerpo
momento en que, vuelto á casa el dueño, se le deje descan-
re, Yo' le- plagio. sar. Pues nada. El hombre bien -ducado que va .por
la calle, no debe acordarse de que lleva levita, ni corbata,
mbre, Qu"izá no
ni guantes; pero [desgraciado si olvida el sombrerol A
cm que existe CIl-
los dos pasos se encuent ra con otro sugeto, y por un
rbre Hl' caheza.
movimiento casi maquinal, levanta el brazo derecho á la.
uno sea del sis-
en el vollHJ'len .•.. altura de la cabeza, echa mano al ala del -ombrero y ....
icio de Fas·facui.· se lo quita, iba yo á decir sencillamente; 'p~1'0 hay t!\~lto
que notar en ese acto que parece tan trivial, que bien
le-no ver en un
a que dentro do merece se le consagre un párrafo separado.
El q ui tarso el sombrero es una de las cosas. que. exi-
abreis ei el pro~
jen mas m"uit,acion y «uidado, pues hecho? importautísi-
a donde, eeguu
iento ; u(]Y\'inurei
.. UlO~ de ia vi-la suelen depender del 111[1S ligero descuido
en la m,\teria.-Hoy encontré á D. Plácido y apenas
1) descuidado; pe--
se tocó ell'ornbr('ro,~·dice á Sil muger con aire mal
sanas ha" tan ape-
humorado D. Sucundino Rancuña. El domingo siguien-
an ni alU'len el in-
te hay elecciones; D. Plácido es ·candidato, D. Secun-
(lormirian· con éL
dino es elector. Pidenle el voto; enumeranle las cualida-
rey, ha sido uno-
des del propuesto, su talento, patriotismo, &c., &c. Oye
Egpa-ña·.
el VOlante el panejirico, conviene en todo; pero sufraga
á lc~ calle, echa-
por otro. Ytt se ve, ¿HR de ser buen diputado un hom-
ese ueble; es-
bre qne apenas se toca el S0mOrel'o'? Aconsejo, pues, á to-
se le tomaria por-
do el que o uicra ser diputado, que cuando encuentre :í.
'1 extrM·agancias.
algun electo'r, en vísperas de votación, eche al aire mar-
juicio. Pasee de-
cial y resueltamellte su sombrero, y si es posible, lo ponga
ezro Ó blanco, ó>
" vecindario todo-
en contacto con el suelo. La consideración y el respeto
se miden pOI· la magnitud del arco de círculo que traza
rese Ud. quean·
rnes, el Busodiche; el sombrero desde la cabeza hacia la tierra.
- 108-·
El sombrero tiene su grandeza y su decadencia, co- Saluda á
mo los rórnanos. y como todo lo de este mundo. Siga- para él aquel
mosle los pasos. Sale de la tienda un dia, que por lo re- suele decirse,'
gular es víspera de gran solemnidad, a cuya circunstan- cortesiu con el
cia debe tal vez el costa r cua tro ren le" mas al corn pra- q ue se para YI
do!" moroso, r se traslada á casa de su nuevo dueño, en- to sombrero!
cerrado en su caja de cartou, forrado en papel de seda llJo!-¿Si? conI
y tan mimado y querido casi, como si fuera un niño YO ni me ac
recién nacido. Se le coloca con tiento en la percha, don. '11111 v á la ór1
de aguarda la hora de entrar en funciones. Si por ea- p.Ila otra OVil
sualidad tropieza el dueño en aquel momento con el som , El cielo
brero viejo, con el pobre J medio abandonado de("répito,. rasga la lJ\lb~
que está para terminar su carrera pública,el ingrato le oriente. Agua
arroja una mirada desdeñosa y casi encolerizado, lo echa Caen ya gA
en' un rincon, como si fuera ya un miembro inutil de· cen exhalar
la sociedad. Un Ministro de estado con quien se hicie- llHII en el co
ra una cosa semejante, aturdiria al mundo con sus que- /' á la pared e
jas y compondriavariaciones interminables sobre el cc- el alero de I
nacido tema de la "ingrati tud de los príncipes." El som- vanza ruido
brero' mas filósofo y mas resignado, sufre y calla. S" be idea! Saca el
que esa es la suerte destinada á todo aquel que ha per- fieude; pero
dido el pelo en el servicio; y que su jóven sucesor, hoy mas q ue reta\
tan ufano y 'orgülloso, será algun dia tambien viejo y de la vista p'
desdeñado. ' duela de su
Llega la llora de l estreno. El caballero está vestido. sin 'cuidarse
y enguantado; el sombrero sale de la caja, se le acomoda parodiando
e-n la cabeza, no sin algun trabajo; el dueño se mira y paraguas!
se rernira al 'espejo, ? cuando considera que está el de- Pero co
b1tlant debidamente colocado, echase á la calle. en aprieto e
Hay en un hombre que estrena sombrero algo que heroica y se
10 distingue de los dernas hombres. ¿Es sntisfaccion? i.E", una casa done
embarazo? ¿Es amor propio satisfecho? No sé: pero es parla? La ne
algo que no veo en los otros ciudadanos. Parece qlle por acá! ¿A
va buscando en los ojos de las gentes con quienes. tro- El refugiado
pieza la revelación del juicio que puedan hacer de aque- deseaba una
lla gran novedad que lleva en su cabeza. fiasr se en- cion de Jer
fada con los que no hacen alto en el objeto. -¿Pues esa lo dernas acc
zente no tiene ojos? ¿C¡)mo no ve que llevo un sombrero Mientra
tan flamante, tan bonito, cuya copa apenas alcanza once está en pié,
centímetros de altura, brillante corno el azabache y sua- sombrero, p
ve al tacto como la piel de nútria?-Asi eselama el des- tuna, causa e
venturado, herido por la indiferencia de aquellos oí quie- --Sirva¡
nes encuentra al paso. Al oir el
-1(:)9-

su decadencia, eo- Saluda á todo el mundo, detiene á sus conocidos, y


~ este mundo, Siza- para él aquel dia vienen á serlo todos de sombrero, como
' <:>
I d la. qne por lo re- Hiele decirse, pues no hay vicho viviente á quien no haga
, a cuya eircunstan . cortesía con el dichoso mueble. Por fin hay un caritativo
iles mas al compra- que se para y dice:-Hola! ¿E,;tamos de estreno? ¡Que bO,n~-
su nuevo dueño, en- to sombrero! ¿Dónde lo ha comprado UJ? Es e legnntisi,
lo en papel de ~eda 1l1O!-¿Si? contesta el afortunado mortal; pues vea Ud.-
I si fuera un niño YO ni me acordaba de que era nuevo. Lo tiene Ud.
-en la percha, don 'IllUV {¡ la órden ; hasta luego.-Y echa á andar, á ver S1
ciones. S¡ por ea- p.Ila otra ovucion.
omento con el sorn- El ciclo se obscurece repentinamente. El relámpago
mdonado decrépito" rasga la uube y el tr neno retumba en las montujias del
ública, el ingrato le- oriente. Agua segura. ¡Santo I?IOS! ¡Y sin un paraguas!
.ncolerizado, lo echa Caen ya grue;;o::; goterones, a Ig-nnos de los cuale-s ha-
miembro inutil de- cen exhalar al sombrero quejidos dolorosos, que resue-
:'011 quien' se hicio- nau en el corazon del propietario. Camina tan pegado
.uudo con sus q ue- á la pared como le es dable, á fin de resguardarse con
nables sobre el co- el alero de los tejados; pero if1J-! el aguacero avanza, a-
rinCiPes," El scm- vanza ruidoso .Y formidable. Momento de conflicto. ... Una,
sufre v colla, SH he idea! Saca el pañuelo y cubre el sombrero," Algo lo de-
~ Hqtl~l que ha per- fiende; pero \d fin conoce que aquel expediente no hará
jó ven sucesor, hoy mas ql1e retardar la catástrofe; no evitada. Entónces tien-
, tambieu viejo y de la vista por todas partes, á ver si hay un amigo que se
duela de su desgracia. Nada. 'I'odos pasan de largo,
allero está vestido. sin 'cuidarse de aquel atribulado que podria esclamar,
lja, se le acomoda parodiando cierta expresión célebre: ¡Mi vida pOlo un
t dueño se mira y paraguas!
ru que está el de- Pero como suele decirse, el entendimiento puesto
la calle. en aprieto discurre. El esirenomte toma una resolucion
sombrero a1go que- heroica y se mete en el zaguan mas próximo. Es el de
, sa tisfacciorr? ¡.Es una casa donde jarnns había puesto un pié ; ppro ¿qué im-
11 No sé: pero es- porta? La necesidad tiene cara de hert:je.-iOuanlO bueno
~anos. Parece que- por acá! ¿A que casualidad debemos el honor, ? &c.-
s COIl quienes, tro- El refugiado baja libros, dice que hacia mucho tiempo
fin hacer de aque- deseaba una oportunidad .... Las señoritas tienen reputa-
lbeza. 'iasi se en- cion de ~er tan amables! No ha podido resistÍr_" ,-y
pbjeto. -¿Pues esa 10 demas acostumbrado en esos lauces.
llevo un sombrero Mientras pronuncia el discurso, el orador, que aun
nenas al canza once está en pié, pasa la manga de su levita por la copa del
el azabache y sua- sombrero, procurando reparar el perjuicio, ligero por for-
As] eselama el des- tuna, causado por aquellos infames goterones.
e aquellos 'ol quie- --Sirvase Ud. dejar su sombrero. Sientese Ud.
Al oir esas bondadosas -palabras, nuestro hombre co-
-110-
si slIpiese,1
loca modestamente el objeto de su cariño en el suelo aquella caU
c?mo lo acostumbran las gentes del antiguo régimen; los cálculos
YISIO lo cual, una de ICI<3 damas de la casa va á tomar-
agitall aque
lo para ponerlo sobre una. mesa,
U n dia
-Tanlas gracias. Está perfectamente.
to y sale m~
Pero hay dias nefastos. Sea que estuviese
corrida con la inesperada visita, Ó sea que la des.
un poco de cajitas 9
baile; reci]
gracia persigue al hombre desde la cuna hasta el sepul- la. copa un
cro, lo cierto es que la aturdida jóven deja caer la pren- otro iuual
da, y jpum! un golpe seco y récio hace temblar al pro- ñ~\na l~cnd~
pietario.
caos de so
-Mi sornbré .... exclamaatribulaclo. Ah! no es nao 10 encouu'
da. No tenga Ud. cuidado. Dejelo Ud., añade, y va á co- difunto. V
locada él" mi-mo sobre la mesa con mas cuidado que si inútil. No
fuera la custodia. .:
capuchino.
Supongo que debe haber algun axioma geométrico así, t'le el
que diga que una esfera y una superficie plana, puestas orejas, y
en contacto, no pueden tocarse mas que en un pI:lIHO.Cono- dep<ll'C'. E
ciendo esa teoría, el ha 11I bre pone t-' 1 sombrero acostado, le queda ~
de modo que la copa y el ala descansen ligeramente en es nada. Al
la mesa, que ha VIsto cubierta con una ténue capa de del mundd
polvo, al echarle una rápida ojeada. y el SOIIl
El aguacero pasa; el sugeto se despide, ofreciendo hogar dOl~
darse el gusto de repetir la visita, y diez minutos despues, l'establece~
ya está en su casa.s--N o ganamo::, para sustos; dice, y co- zn; pero )'9
loca el sombrero dentro de la caja,
Al siguiente día entra en cuentas consigo mismo.
;,Volyeni á sacar el sombrero nuevo? Apenas se lo vieron
el dia anterior, gracias al coudcnndo aguacero. Pero, ¿y
ln-illantee
al color
varias pflr
diciendo q
¡
si llueve otra vez y uo hay paragu>ls que baste á res- ó tres indi
guardado? Es mas prudente dcjarlo pam los dias festivos una bueil~
y volver al viejo. Lo hace así, y continua durante un ya U. no
mes ó dos el servido altern.uivo, segun caen Ia.s pesas, Mas que se d
como solo Dios es eterno, llega la hora en que el viejo - t'is mutand
se pone impresentable, va á dar á una despensa entre los Et;te
trastos inútiles y el llueva entra á montar ~ guardia á quien (j
de plantan. tones y. á
De d ia, de noche, al sol y á la lluvia anda impertér- igualdad e
rito sobre la' cabeza de su dueño, haciendo cortesias á los ¡Ay! Loa s(
que dan dinero á prérnio, á los altos funcionarios, á pen5u.
los electores, á las muchachas bonitas, á todo el que
vale algo, ó es alguna eosa en este bajo mundo. Confiden-
te ínti~o de los pensamieutos del propietario, podría,
-111-
SI supiese, escribir la historia de las tramoyas que fragua
cariño en el suelo aquella cabeza; de los malos sonetos que ha abortadojde
Ie'antiguo rézimen: los cálculos mercantiles que combina; de los delirios que
la casa va á tomar- agit.aD aquella fantasía.
Un di¡l asiste con su amo á nn almuerzo de doctoramien-
ente. to y sale muy sério, relleno de <lcitrones, de merengues y
estuviese un poco de cajitas de papel pintado. Una noche concurre á un
sea que la des. baile; rccibelo un sirviente y le pega en lo interior de
un"! hasta el sepul . la copa un papel con el número 135, dándose al dueño
deja caer la pl'l'n- otro ignHl por vin de contraseña. A las cuatro de la ma-
rce temblar al pro- ñana acude el propietario á recoger su prenda. Hay HU
caos de sombreros. Busca, rabusca, toma UIIO, no es; ya
ado, 1'\h! no es na- lo encoutró. Se lo prueba. Nada. Era mas cabezudo el
L, añade, y va á co- difunto. Vuelve - á buscar: consulta el número; recurso
nas cuidado que si inútil. No hay remedio; ó marcharse á guisa de fraile
capuchino. ó tomar lo primero que encuentre. Resuelvelo
~:t:ollla geométrico asi, "e encaja uno que se le hunde hnstu abajo de las
r6cie plana, puestas orejas, y deja que el suyo corra 1;, suerte que Dios le
en un pan [o. Cono- depare. El otro marchante dá con el olvidado, y aunque se
ombrero · acostado , Ie queda en la coronilla, se marcha con él, porque peor
~sen ligeram-nte en es nada. Andan dos dias haciendo las mas raras figuras
ma ténue capa de del mundo, y al fin se descubre el quiproquo, hay canse
y el sombrero cuyas viscisi tud-s soguimos, regresa ~l
~eSPirle, ofreciendo hogar doméstico, estrujado y abollado. El dueño procura
17. milln~os despues, restableceL' ti órden constitucional; lo acepillu y lo adere-
:lIStOS; dice, y co- za; pero ya la vejez hace visibles sus estragos. Aquel negro
In-illante se ha convertido en un pardo algo semejante
s consigo mismo. al color del ala de l· mosca; la trama. se deja ver por-
penas se lo vieron varias partes y ciertas manchasgrnsosas pertinaces están
aguacero. Pero, ¿y diciendo que aquello pide relevo. Oye el propietario dos
s que baste ii res- ó tres indirectas; verbigracia:-A. la tienda tal ha venido
a los dias festi V05 una buena factura de sombreros; ¡cómo se conoce que
ntinua durante un 'ya U. no hace mucho caso de las modas, eh! &c. &c. hasta,
acn las pesas. Mas que se decide á comprar otro, cuya historia será, muta-
en que el viejo - tis mutandis, igual á la de su antecesor.
despensa entre lo;;; Este va. á ocupar un oscuro rincón junto. á aquel
~
rlOntar l guardia á quien 'les tronó y ambos sirven ya de nidos á los ra-
tones y á las cucarachas. Para los hombres, la verdadera
lvia anda impertér- igualdad existe solo en el sepulcro, segun dijo Pitagoras.
lJdO cortesías ii los ¡Ay! Loa sombreros la encuentran unicamente en la des--
s funcionarios, ¡í,
pensa. '
s, á todo el que
r
t . mundo. Conflden-
ropietario, podría,
~ ~ 1;[\
ha Jic_
todos 11
hay cos
ramnr
tal vez
dera in
¿P:
l'? algu'
cios de I
los de I
un oseu
Los ojos. 1'0 " ante,
el prillj
Mas' ,J]

HE ahí un asunto s~bre el cual se ha escrito


tanto, que no sé, al tomar la pluma, que voy á decir
tanto
pues' ea
con el1
cio. P
acerca de él que merezca la pena de ser leido. Sabios y la cues
la ocu
poetas parecen haberse hecho de ojos para agotar, ha-
grima s:
blando de ellos, la ciencia y la imaginacion. [Póbrcs
ojos! A cuan tas pa radojas habeis servido de temal N e- autorid~
Sin
gros Ó azules, verdes ó pardos, grandes ó chicos, ras-
pectácu
gados ó enteros, dormidos ó despiertos, todos han da-
eso los
do materia á una charla inagotable y á comparaciones que
gas; pe
suelen pasar de lo hiperbólico. Son soles, luceros, asesinos,
la ciar:
magnétioosveléctrícos, elocuentes, traidores; embriagan,
4 tinguibI
vivifican, matan, hacen resusci tar ; ¿que sé yo? Los ojos
cho de
y el pelo de la cabeza son las partes del cuerpo que han
quienes
hecho desbarrar mas á los versificadores, A creerlos, no
ojos: •
hay muger que nu lleve un caudal en ellos, pues los unos
El
son zafiros, y el otro hebras de purísimo oro. Yo creo,
sus aee
sin embargo, que si fuera. posible ir á empeñar un ojo
ó una trenza, no habria prestamista que diera dos rea- .. que la
rior, E
les sobre tales prendas.
paslOue
iQue mas? Hasta el 'nmortal Fr. Luis les vvantó un
en ese
falso testimonio, cuando dijo:
donde
Quien de dos claros ojos sa su "
y de un cabello de oro se enamora, He
Compra con mil enojos cio de i
U na menguada hora, sibilida
Un gozo breve que sin fin se llora. servacir
-113 _.
La estrofa es .... COmo dé quien la hizo. Pero ¿quién
ha dicho que ese gozo breve se llore sin fin? Eso dicen
todos los enamorados; pero [ay! en este bajo mundo no
hay cosa que no tenga fin; y ese llanto que hacen der-
ramar unos claros ojos y un cabello de 01'0, 10 encuentran
tal H'Z mucho . antes de lo que supone el que lo consi-
dera inagotable.
¿Para qué sirven los ojos? ¡Extrañ'l preguntal, di-
l'? alguno. Para ver. Cierto que es ese uno de los ofi-
cios de esas dos ventanillas por donde so comunica con
los de afuera una pobre encarcelada que está presa en
un oscuro calabozo situado 110 sabemos bien donde. Pe-
1'0· antes que pare. ver, los ojos sirven para llorar, y es
el primer uso ,y tal vez el último que hacemos de ellos.
Mas; yo creo que debe ser ese su principal destino:
pues conozco muchos á quienes yn, no sirven para vel~
bt escrito tanto con ellos, y que sin embárgo los usan para el otro ofi-
que voy á decir cio. Por mi parte confieso que sin, fijarrne mucho en
er leido. Sa bios y la cuestion de importancia de las funciones, si creo que
rp;¡ra agotar, ha- la ocupacion mas noble del ojo es la de derramar
grimas. [Bienaventurados los que lloranl, dijo aquel cuya
lá-
ginaeion. [Pobres
~o de terna! N e- autoridad no puede recusarse.
rS ó chicos, ras- Sin los ojos de la cara, el hombre no gozaria del es,
peotáculo del universo exterior ; mas no se apagarian por
1, todos han da-
mparaciones que eso los ojos de la inteligencia. Hornero y Milton eran cie-
¡luceros, asesinos, gos; pero las almas de aquellos grandes genios gozaban
pres; embriagan, la clara vision del mundo ideal, á favor de la luz inex-
e sé yo? Los ojos tinguible que irradia en los espiritus escogidos. He ha di-
cuerpo que han cho de algunos que tienen ojos y no ven. Hay otros de
A creerlos, no quienes puede decirse que ven á pesar de no tener
110s, pues los unos ojos:
o oro. Yo creo, El ojo vende al corazon, El hombre puede dominar
empeñar un ojo sus acciones, pone freno a su lengua; rarísima vez lozra
¡le diera dos rea- que la mirada no dé á conocer lo que pasa en su ir~te-
rior. El amor, el odio, la ira, la tristeza, la envidia, las
IS les iwantó un pasiones todas van á reflejarse, como en un espejo fiel.
en ese di~"o cristalino, húmedo, luminoso y movible, pOI:
donde se asoma el alma, como una niña curiosa que pa-
sa su vida en la ventana.
nora, . He leido que 'los ojos negros y brillantes son indi-
CIO de inteligencin, y que los azules indican ternura y sen-
sibilidad. No .sé hasta donde pueda. ser .fundada osa ob-
fa. servacion. Lo único que creo puede decirse con respecto
15
-114-
En el
~ eo101:e'3de ojos, e,s que la generalidad prefiere los negros por mas la
a los azules, y asi resulta de una copla popular, breviven . á
lcn encontr
Ojos azules tienes, vivacidad t
mala pintura; laeion que
donde no hayojosnegros Pero 1:
no hay hermosura .. ojos, es la
parecen nn
P~]'donen todas las qne tengan . los ojos del color es poder .
del cielo, y consuelense con la. seguridad de que si e] casi maqu]
autor desconocido de esa media bolera las excluye del nuestro es
r.úmero de las bellas, no les faltara otro ú otros que elb objetos qu
verso 6 en prosa les digan todo 10 contrario. mundo d~
Cada uno de nosotros tiene en sus dos ojos un par derme mas
de pupilas; y ojalá todos los tutores y curadores de este tengo mas
mundo tuvieran á las suyas la mitad del amor que á sion fanlá~
aquellas profesamos. "Te quiero como á las niñas de mis. y de fascin
ojos,". decimos cuando nos proponemos cxajerar ·el grado- Para
de afecto que alguno nos inspira. Y sin embargo, esas mentiroso
niñas suelen ponemos en graves dificultades, ya que por siente." ¿(
ellas entran al corazón muchisimas cosas q,11lemas vnl- ojos para
dria que no entraran nunca. rQne de males han llovido alma, y ~
sobre la pobre humanidad por culpa de las tales niElst nos destrl
Dejadlas girar en plena libertad como ligeras maripo- I
ponernos
sas, y vereis en 10 qJe jara la otra n'Í11aque bulle y reto-
~
pasan lejú
za dentro de nuestro cuerpo. gl espíritu debiera ser un nuestra p
tutor severo de esas locas pupilas; pero por desgracia les . sion mate
permite vagar por donde les da la g-ana y frecuente- impresiono
mente comprometen al buen señal'. ¡Cunntas veces nos ojos ni col
convendria mas ser como esos bustos de mármol que tie- tierra!
nen ojos y no ven!
Las cataratas son la mortaja del ojo. La niña que
se cubre con esa telilla blanca, es como la virgen que
se oculta tras el velo; ambas quedan ya secuestradas á
toda comunicacion con el mundo visible. Hay tanto ma-
lo que ver, que apenas valdria la pena de sufrt una ope-
ración dolorosa para restablecer las relaciones.
Hay ojos que parecen leer 10 que pasa en el fondo
de nuestra conci.encia. ¿Quien es el que no ha tenido
alguna vez que bajar los suyos ante el relámpago que
suelen lanzar esos ojos, como despide el rayo la nube
cargada de electricidad? Una mirada -de esas puede su-
plir con ventaja al mas elocuente discurso.
-115-
prefiere los nezros En el rostro humano los ojos son los que resisten
o
ila popular. por mas largo tiempo al funesto influjo de los años. So-
breviven á la destruccion y semejan á las flores que sue-
len encontrarse entre las ruinas, formando su brillo y su
vivacidad un doloroso contraste con la muerte y la dese-
os lacion que las rodea.
Pero la principal ventaja que yo encuentro á los
ojos, es la facilidad con que se cierran; y en eso me
-10E; ojos del color parecen muy superiores á los demas sentidos. ¡Que felicidad
idad de qtie si e] es poder cerrar los ojos! Con un movimiento ligerísimo,
a las excluye del casi maquinal, quedamos á oscuras y podemos concentrar
Ü'O ú otros que en nuestro espíritu, libre de la perturbacion que ejercen los
eontrario. objetos que nos rodean. Cuando quiero divagar por el
S dos ojos un par- mundo de las quimeras, (lo que está dando en suce-
curadorss de este derme mas frecuentemente de 10 que me convendria,) no
a del amor que á tengo mas que cerrar los ojos y veo desfilar en proce-
á las niñas de mis sion fantástica; cuanto ha tenido y tiene la vida de bello
c.xajera r el grado y de fascinador. _
SIn. embargo, esas. Para concluir diré que á mi juicio no hay refran mas
tades, ya que por mentiroso q\le este: "ojos que no ven, corazón que no
08<1S qi'l0 mas vn 1- siente." ¿QuiE'n ha dicho que es necesario ver con los
males han llovido ojos para sentir? Mnchos vemos intuitivnrnente con el
~e las tales niñ-s! alma, y sentimos como si estuvieramos presenciando lo que
10 ligeras mari po- nos destrozaria, visto con los ojos de la carne. Sin ex-
ií:a que bulle y reto- ponemos á mentir, podriamos decir de ciertas cosas que
.tu debiera ser un pasan lejos; de nosotros: "yo lo vi." ¿Porqué? Porque
o por desgracia les nuestra pobre alma DO necesita frecuentemente de la vi-
gana y frecuente, sion material para contemplar lo que mas vivamente la
Cuantas veces nos impresiona. [Bienaventurados los que no ven ni ton los
de mármol que tie- ojos ni con el corazon, porque de ellos es el reino de la
tierra!
ojo. La niña que
amo la virgen que
ya secuestradas ct
e. Hay tanto ma-
de sufr~ una ope-
elaciones,
pasa en el fondo
ne no ha tenido
1 relámpago que
el rayo la nube
e esas puede su-
~ Trr_ *& ti !mit.!!ifl!f!'f!p ..~:::{
caras q~
t'oguro I
telon y
desamps
mo bell
usa da, f
mido SI
mente I
orque=tr
1.1 dccor
gc;; y (
real, se
de salir
v de ii
l'
dije, t:
El entl·ea.cto ]!I"ografi
frutaré
I.

En
Atrave]
CREO haber dicho otra vez que nunca me cncncnrro so, rec:
tan solo, como cuando me hallo en medía do una nume- disfraz :
rosa reuuion de gente. A medida que avanzamos en el q\1e es
camino do' la vida, vamos dejando arras muchos de los -¿Q\
amigos y conocidos que nos han acompañado durante b taba u
jornada, viageros cansados á quienes la falta de fuerzas blernati
impide continuar la marcha. .Pron to llcgunros, pues, ri ver- -1
nos rodeados de gente nueva y venimos á ser casi ex- miga. ·c
tro ngcros en nuestro propio país. Pero extrangcria y aisla- ccn.
miento 30n dos palabras poco menos que ainónimas en El
todas partes. jillas to
Alguno dirá que eso es muy triste; pero yo contes- mí, y 1",
taré que no me parece tanto. Al contrario, la soledad vanidad
es una fuente do goces intimos para algunas tJmas, que labra,
lOC complacen en encontrar dentro de si mismas lo que heridas
tal vez buscarían en vauo fuera del estrecho circulo de- --1
su individualidad. malferi:
sa. Allí
n. -l
que ha.
Hace pocas noches estaba yo en el teatro, viendo pasar sa. Pre
-117 -
caras que no conozco, pertenecientes á individuos que de
seguro tampoco me conocen á mi. Acababa de caer el
telon y comenzaba el entreacto. Las personas de mí sexo
desamparaban las lunetas; y las del otro, á quien no lla-
mo bello por no dirijirlo uua galanteria muy vieja y muy
usada, so levantaban también, haciendo con las sillas un
ruido sordo y discordante, que contrastaba desagradable-
mente con la arrnonia de los violines y clarinetes de la
orquesta. Mientras los utileros y tramoyistas cambiaban
la decoracion, y en tanto que los actores varinban de tra-
ges y do ea ras, ni mas ni menos como se usa en la vida
real, segun lo cxijen las circunstancias. tuve la teutucion
de salir por un breve rato de mí aislamiento voluntario
y de ir á recorrer un poco los corredores. Tal vez, me
(lije, tnmbie n habrá allí comedia, aunque no la anuncie el
programa .Y será un aditamento al espectáculo, que dis.
frutaré gratis.
III.
En efecto; los corredores estaban llenos de gente.
Atravesé, no sin trabajo, los grupo,:; que obstruian el pa-
me cncncn rrúl so, recogiendo las palabras que oi á aq ucllos actores sin
de una nume- disfraz y qlle ejecutaban la pieza sin saberlo ellos mismos,
anzamos en e ~ que es lo mas curioso.
nchos do los -iQue tal? ¿Le ha gustado á V., Carmencita", pregun-
ldo durante la taba un jóven acicalado y elegante, á una belleza pro-
Ita de fuerzas blemática qne cubriu su mala dentadura con el abanico.
'''' pues, :i ver- -No mucho, contestaba la interrogada. Soy ene-
ser casi ex- miga del verso ... y tampoco me gustan los que los ha-
wgcria y aisla- cen.
! eiuoniruas en El desdichado me hizo ver sucesivamonte en'sus me-
jillas todos los matices del arco iris. Es poeta, dije entro
poro yo contcs- mí, y la flecha ha ido derecha al coruzou. He ahí una
ha; la soledad vanidad que ha quedado malparada con solo una pa-
pas ¡.1mas, que ~ab:a, dic&'1. tal vez .si!1 intencion. Esa~ son las peores
hismas lo que heridas que puede recibir una al lila apasionada.
:110 circulo do- --Pero es, objetó otro caballero que acompañaba al
malferido, que la pieza que acabamos de- ver esta en pro-
sa. Allí no hay verso ninguno.
-Eso quiere decir, replicó la] de los malos dientes,
que hay orejas que no distinguen bien el verso de la, pro-
viendo pasar sa. Pregunte Y. á D. Leonardo, (eso es la. víctima) si 1:3
-118-
verso ó prosa; él debe saberlo, pues es medio poeta. Los
Esto acabó d0 remachar el clavo al desventurado liotro rosi
al urnno de las musas, que se marchó sin decidir si el Pro- frazados
verbio de Oamprodon "Asirse de un cabello" está en ver- rigos y i
so ó en prosa. Ahora, ¿quieren saber mis amables lecto- eJe dar ni
ras por qué estuvo tan inhumana aquella jóven con el rotos en
poeta elegante y enamorado? Ah! por una falta muy ;.que sé
ligera. El desventurado habia tenido la distracción in- convcrtii
disculpable de alabar, el dia anterior, en presencia de duo per]
Dña. Oarmencita, la hermosa dentadura de una de sus llo oyó (:'j
mas íntimas amigas! do la call

IV. jo es dai
La
-¿Pues qué? decia malhumorada otra jóven en un gru- .¡
mas que
})o qne atravesé en seguida; ¿no te he visto durante todo el -L
acto dirijir constantemente los gemelos al palco que está nesto) e
encima del mio, al que.ocupa ella? arriba a
El interpelado. sorpre~dido en flagrante delito de Repúblic
Iiacer fuego graneado de miradas al palco de la otra, no -Bie
tuvo mas arbitrio que apearse por las orejas y contestó Guillerr
muy sério: Adelante;
-Ahí verás lo que es tener uno mala punteria. Soy Un
como todos los cazadores torpes, que siempre ponen la fetales y
bala dos varas 6 tres sobre la pieza. Apunté á tu palco cutian so
y dí en el de arriba. cibir lhl
U na lágrima humedeció los ojos garzos de la pobre Allí un
pleea, que comprendió algo tarde que no era mala aquella nadas de
á quien en hora menguada habia entregado su corazon, vecino a
Un poco mas allá, en un grupo de caballeros se con- 1'0; todo'
tabau estupendas noticias de ladrones. Detuveme un mo- da de·
mento y oi contar seis lances eJe personas asaltadas en la que por fa
calle y diez de casas escaladas de media noche en ade-
lante.
--Yo, decia D. Pacífico, salgo ya bien armado. Espa.
ela, revolver, puñal y fusil de aguja. Me
-Pues yo, replicó D. Pablo Conejos, encuentro qne ros comu
el arsenal de D. Pacífico no basta á precaver el ries- de segun
go y por el último vapor he pedido á Europa uua ametra- que me d
lladora, con la que pienso salir siempre que yaya á mi tades de
tertulia. caba un
-Bien hecho, dijo D. Tornas Niporesas; iPero hay aquel! a mi
tales ladrones? Hasta ahora no he dado yo con uno solo. de baile;
-119 -'
io poeta. Los del grupo contestaron en coro citando lances
sventurado horrorosos ocurridos en las últimas noches. Hombres dis-
si el Pro- frazados de mugcrcs; illugeres vestidas de serenos, clé-
istá en ver- rigos y soldados apócrifos, serenatistas quo con pretcsto
jled lecto- de dar música fueron á buscar aquello con que se paga; albo-
ven con el rotos en las casas, carreras, registros, gri tos, desmayos,
falta muy ¿,q ue sé yO?.t"- creer á aq ucllos sugetos, la ci udad se ha.
raccion in- convertido on la cueva del capitán Rolando. Un indivi-
esencia de duo perteneciente á la policía; que formaba parte dol corri-
na de sus llo oyó t:'1 dialogo y dirijiondose á D. Tomas, dijo movien-
do la cabeza con misterio:
-¡Ladrone", ladrones! Que los hay, los hay; el traba-
jo es dar con ellos.
La obse r vacion me pareció profunda, y no teniendo
en un 0'l'U- .
o mas que oir sobre 01 particular, seg ui mi peregrinacion.
ntc todo el -Lo verán UU" decía un hombro de Estado .... (ho-
I qne está nesto) en otro grupo. La Emopa va á ser removida de
arri bu abajo y todas las naciones van á convertirse cu
delito de Repúblicas; hasta la Suiza,
la otra. no - Bien, e1ije para mi, no sabia yo que la patria de
y contestó
Gnillermo Tell está regida por un gobierno mouarquico,
Adelante,
teria. Soy Un poco mas allá. hablaban del temporal y de los ca-
ponen la fetales y de los almacenes de grana. En otro grupo dis-
tu palco
cutian sobre la ópera y el drama, que segun pude per-
cibir llamaba un literato dranma y un boticario dracma,
e la pobre Allí un corro de damas discutia sobre los trajes y poi-
11a aquella nadas de las del palco vecino; mas allá- las del palco
l corazon. vecino auatomizaban los peinados y tragos de las del COl'
~s se con- 1'0; todo en medio de una espesa nube de humo, cargn,
pe un 1110- da de ponzoñosas y acres moléculas de nicotina, aun,
lndas en la que por fortuna en dosis inifintesimales.
e en ade-

do. Espa-
v.
Me di 'ijí á mi localidad, cansado ya de oir luga-
entro que
res comunes; mas al pasar delante de uno de los palcos
r el ríes-
de segunda fila, una fuerza superior á mi voluntad hizo
la ametra-
que me detuviera, suspensas momentáneamente las facul-
~'aya á mi tades de mi alma. Sobre la cortina escarlata se desta-
caba un rostro pálido, coronado de cabellos negros. E 1'[1
era hay aquella misma que vi atravesar los grupos en una noche
, no solo.
de baile; serena, altiva y magestuosa, como la creaciou
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fascinadora de la fantasia del poeta. iEra Beatriz, Laura,
Bleonora'? No sé. Lo habría sido seguramente para el
Dante, el Petrarca, ó el 'I'asso, Para mi no tiene nombre.
Allí estaba; contemplativa y meditabunda, aspirando dis-
traída el perfume de un ramillete de violetas. 'I'an
rara y tan hermosa como la otra noche; tan fria y tan
.indíferente como siempre. '

VI.
Un agudo campanillazo fué á sacarme del arrobamien_
to. La misteriosa aparicion se perdió entre los grupos, y
yo fuí á confundirme entre los espectadores. Había Con-
cluido el entreacto.

-1

,
~

J
Beatriz, Lama,
amante para el
la tiene nombre.
"aspirando dis.
violetas. Tan
tan fria y tan

del arrobamien,
e' los grupos, y
res. Había con-

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