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LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
M:.M:. Alfredo A. Vargas Tunich

CONCEPTO DE MUERTE .-
La muerte (a veces llamada: deceso, defunción, fallecimiento, finamiento, óbito,
expiración, perecimiento, fenecimiento o cesación) es un efecto terminal que
resulta de la extinción del proceso homeostático en un ser vivo; y con ello el fin de
la vida.
Etimológicamente, la palabra muerte procede del vocablo latino mors, mortis que
es el que daría lugar con el paso del tiempo al verbo morir.
La muerte es el término de la vida a causa de la imposibilidad orgánica de
sostener el proceso homeostático. Se trata del final del organismo vivo que se
había creado a partir de un nacimiento.
Existen distintos tipos de muerte. Así, en primer lugar, podríamos hablar de la
llamada muerte natural que, como su propio nombre indica, es aquella que se
produce a consecuencia de la vejez que tiene la persona en cuestión.
Pero, por otro lado, está la llamada muerte violenta que es aquella que
experimenta alguien a raíz bien de un traumatismo contundente y de forma fortuita
o bien como consecuencia de que otro individuo ha decidido acabar con su vida.
Así, alguien muere de muerte violenta cuando es víctima de un asesino u
homicida.
El concepto de muerte, de todas maneras, ha variado a lo largo de la historia. En
la antigüedad se consideraba que la muerte, como evento, tenía lugar cuando el
corazón dejaba de latir y el ser vivo ya no respiraba. Con el avance de la ciencia,
la muerte pasó a entenderse como un proceso que, a partir de un cierto momento,
se vuelve irreversible.
En la actualidad, una persona puede haber dejado de respirar por sus propios
medios y, sin embargo, seguir con vida a través de un respirador artificial Por otra
parte, puede hablarse de muerte cerebral para hacer referencia al cese completo e
irreversible de la actividad cerebral.
Más allá de la biología, existe una concepción social y religiosa sobre la muerte.
Se suele considerar a la muerte como la separación del cuerpo y el alma. Por lo
tanto, la muerte implicaría el final de la vida física pero no de la existencia. La
creencia en la reencarnación también es bastante común.
Un esqueleto cubierto con una especie de túnica y una guadaña es el símbolo de
la muerte. A la Muerte como figura se la conoce como Parca. Por ejemplo:
“Cuando la Parca viene a buscarte, no hay nada que hacer”. Esta imagen es
motivo de veneración y culto en muchas tradiciones culturales, como las Catrinas
en México, populares durante la celebración del Día de los muertos, o San La
Muerte en otras naciones hispanoamericanas.
La muerte es algo sumamente natural. Si la muerte no fuera inevitable, los
organismos estarían sometidos a una competencia feroz por los recursos, para
poder vivir.

¿QUÉ HAY DESPUÉS DE LA MUERTE?


Esta es la gran pregunta a la que nadie ha encontrado una respuesta científica. Es
decir, nadie que haya experimentado la muerte puede “volver” para contarnos lo
que es, y quienes la presenciamos desde “afuera”, simplemente vemos el cese de
las funciones vitales, la pérdida de la conciencia (de haberla) y la lenta pero
indetenible descomposición del cuerpo.

Las religiones intentan otorgarle una explicación de la muerte, y al mismo tiempo


en indicar algún consuelo, algo que nos permita vivir la vida en paz, a sabiendas
de que la muerte es, sencillamente, impredecible e inevitable. De hecho, algunas
de las respuestas al respecto de las principales tradiciones místicas o
paranormales son:
Según la tradición monoteísta. Que comparten las religiones del cristianismo, el
judaísmo y el islam, la muerte es el instante de separación del cuerpo y el alma,
siendo el primero perecedero y efímero, pero la segunda eterna y elevada. Sin
embargo, estas religiones comparten también la idea de que las almas,
despojadas del cuerpo, serán sometidas a juicio por Dios, quien evaluará si son
merecedoras de la salvación eterna, descrita de modos muy distintos como un
espacio de gracia y plenitud junto a Dios; o bien del castigo eterno, y por ende del
infierno, donde serán sometidas a sufrimientos para compensar el mal que
hicieron en su paso por la Tierra. Los criterios con los que las almas deberán ser
juzgadas, sin embargo, varían de una religión a la otra e incluso de una iglesia a la
otra, dentro de las sectas de una misma religión.
Según la tradición budista. También llamada védica, la vida sería una rueda de
reencarnaciones en la que se está constantemente volviendo, aunque no
necesariamente bajo forma humana: aquellos que vivan sus vidas de un modo
profano y brutal, descenderían en la escalera de la vida, encarnando en criaturas
cada vez más básicas; pero aquellos que persigan la iluminación y procuren
trascender sus limitaciones emocionales, desapegándose del mundo y sus
apetitos mundanos, se elevarán en la rueda hasta alcanzar el nirvana, el estado
de gracia que alcanzó el Buda, y podrán escapar a la eterna repetición de los
sufrimientos vitales.
Según la tradición religiosa de la Grecia Clásica. Las almas de los difuntos
viajaban al Inframundo, también llamado Hades, un lugar en el cual eran meras
sombras ambulantes en un viaje hacia la reencarnación, conocida por los griegos
como la «Transmigración de las almas». En el inframundo las almas podrían beber
las aguas del Lete o Leteo, el río del olvido, y dejar atrás su vida pasada, para
luego volver a nacer como otra persona.
Según las especulaciones de lo paranormal. Existiría un “mundo de los
muertos” al que vamos a dar todos los mortales, pero en el que algunos podrían
descansar en paz y dejar ir su vida pasada, y otros en cambio se aferrarían a ella,
atormentados por una muerte violenta o prematura, o por un amor incontenible por
una persona todavía viviente. Y así nacerían los fantasmas, los espectros o las
apariciones, también conocidas como “almas en pena”.
CONCEPTO DE LA MUERTE PARA LA MASONERÍA.-
El concepto de muerte, está presente en las Ceremonias Masónicas, desde el
primer instante en que el “ Candidato” llega a un Templo para ser “ Iniciado” en la
Institución, que por razones obvias nadie está autorizado a darlas a conocer .Pero
allí se encuentra con el concepto de muerte simbólica (en la Cámara de
Reflexión).
La importancia de este tema, se refleja en las solemnes e importantes Ceremonias
fúnebres que todos pueden observar en la sepultación de un miembro de la
Institución, en los cementerios. Allí, todos los miembros con las manos
entrelazadas despiden al Hermano que se va al Oriente Eterno.
Al respecto ,cabe recordar que antiguamente los Masones NO podían ser
sepultados en los cementerios que eran parroquiales ,por lo que la Masonería
luchó arduamente por un Estado Laico, lográndose crear cementerios públicos. He
leído el caso del General José de San Martín (insigne masón) que fue re enterrado
al borde de la catedral de Bs. Aires.
A través de los años, cada Masón va adquiriendo la certeza de la muerte y como
dato ilustrativo todos debemos saber que el Hombre es el único animal que sabe
que un día ha de morir y aprende a no “ temerla” si no a trascender tras ella, por lo
que en nuestros Rituales nada se dice del “ más allá” como contrapartida al
Oriente Eterno.
Recapitulando, el concepto de muerte, no es más que la cesación de la vida,
entendiendo ésta como un organismo biológico en cuya existencia, culmina su
ciclo de vida. Por lo mismo, algunos hablan de la Muerte Menor, que es el fin de
todo ser vivo que, tiene su carga genética de ADN y de la Muerte Mayor que está
referida a la muerte del ser humano, como Ser Supremo, creado a imagen y
semejanza del Gran Arquitecto del Universo.
Si bien, vida y muerte están íntimamente ligadas, la muerte va más allá del criterio
restringido, de la muerte biológica, ya que los fenómenos naturales del macro y
microcosmos no tienen una existencia que culmina en una muerte o final dentro
del Universo y a la vez dentro del Hombre.
En la Masonería, la muerte simbólica da paso a una Nueva Vida, a un renacer
espiritual, por lo que ¿ habrá alguna otra Institución que venere más al concepto
de muerte? Tanto y tanto, podríamos comentar al respecto.
Citamos al escritor Machado, que dijo: “que a la muerte no hay que temerle,
porque mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros ya
no somos”.

CONCEPTO DE RESURRECCIÓN.-
La palabra resurrección proviene del latín resurrectio, que quiere decir levantarse
de nuevo, resurgir o alzarse una vez más. Con esta palabra se designa a la acción
y efecto de resucitar, de volver a la vida derrotando a la muerte.
La creencia en la resurrección está vinculada a la interpretación antigua del
comportamiento solar, que cada día nace y muere, solo para volver a nacer al día
siguiente.
la resurrección es una figura recurrente en la literatura de la antigüedad. Es
atribuida a un misterio de los dioses, solo realizable por ellos. El conocimiento del
poder de resucitar está prohibido a los seres humanos. Esta idea es común a
diferentes sistemas de pensamiento y fe.
La resurrección en la cultura Helénica:
En la mitología griega la resurrección está presente a través del relato de Asclepio
o Esculapio (nombre romano). Asclepio había aprendido a dominar el arte de
sanar a los enfermos al punto de resucitar a los muertos. Zeus, preocupado por la
alteración del orden de las cosas y temeroso de que este compartiera su
conocimiento con los humanos, lo fulminó con un rayo.
También se encuentran rastros de la creencia en la resurrección en los "misterios
de Eleusis", una ciudad de la Antigua Grecia.
La resurrección en la cultura Persa:
El zoroastrismo o mazdeísmo, religión monoteísta nacida en Persia (Irán) contiene
elementos de la creencia en la resurrección, de donde aparentemente habrían
llegado al pensamiento judío, así como la idea de un mesías, el juicio final, el
paraíso y el infierno.
La resurrección en la cultura Judía:
En el caso de los judíos, la resurrección no era una creencia extendida de todos
los creyentes, sino de algunos grupos. Está vinculada al anhelo de restauración de
Israel y era predicada por el partido de los fariseos, enfrentados por su tradición a
los sumos sacerdotes o saduceos.
Para los fariseos, después del fin de los tiempos el pueblo judío vería la gloria de
Dios manifestarse a través de la restauración de Israel en la tierra, y les permitiría
a los difuntos resucitar, para disfrutar de este acontecimiento por un tiempo
determinado.
En este sentido, los fariseos tendrían, hasta cierto punto, un elemento común
sobre el que discutir con Jesús. En cambio, los saduceos o sumos sacerdotes no
solo no creían en la resurrección, sino que tampoco creían en la vida eterna,
motivo por el cual para ellos era tan importante gozar de la bendición de Dios en
vida.
La resurrección de Jesús:
Quienes hoy en día representan la fe más extendida en la creencia de la
resurrección, son los cristianos. Para los creyentes, Jesús habría resucitado tres
días después de haber sido crucificado y puesto en sepultura. Este sería el signo
inequívoco de la divinidad de Jesús. De la fe en su resurrección se desprende el
movimiento de los apóstoles y la expansión del cristianismo por todo el mundo.

CONCEPTO DE RESURRECCIÓN PARA LA MASONERÍA.-


Todos recordamos con cariño nuestra iniciación. Ese especial momento en que
dimos ese paso, muchos, hacia lo totalmente desconocido; otros conscientes y
convencidos del paso hacia una nueva vida, una vida elevada.
Hay aspectos sobre la iniciación que a veces lamentablemente pasamos por alto y
es nuestro deseo detenernos para analizarlos de manera más profunda.
Comenzaremos por analizar, cuál es el sentido en sí de la tradición iniciática y cuál
es la función simbólica de la misma. La vía iniciática primordial es de carácter
universal, dado que trasciende todo sectarismo, confesión o dogma particular. El
verdadero camino o senda iniciática es la que lleva a conocer los misterios
superiores del universo y sus fenómenos, elevándose por encima del plano
material para comprender lo puramente espiritual e incognoscible. En este sentido
toda vía iniciática implica una muerte y resurrección o renacimiento; representa el
fin, así como el principio de un ciclo.

Ahora bien, al renacer en la vía iniciática renacemos a una nueva experiencia, se


dice que se es un hombre nuevo. Así igualmente es el nacimiento de cualquier ser
humano, hay un principio, una chispa de vida en medio de la nada y el ciclo
comienza. Durante ese ciclo de vida hay un periodo de gestación y hay un parto,
luego del cual vemos la luz dentro del nuevo plano de experiencia (llamémosle
realidad), en el cual iremos expandiendo nuestras capacidades y desarrollando
nuestras habilidades tanto físicas como cognoscitivas.
A partir de este momento, para aquel que en su recorrido por la vida escoge o es
escogido para caminar por la vía iniciática, el ciclo se repite y rara vez somos
consciente de ello.
A medida que el hombre se moldea a sí mismo y es a su vez moldeado por sus
experiencias se cuestionará a sí mismo y a los demás infinidad de veces. La
incertidumbre o duda, sus cuestionamientos sobre su propia existencia son la
chispa de vida en medio del caos y las tinieblas que da inicio a este nuevo ciclo en
que el hombre irá buscando un propósito y una razón de ser para su existencia.
Ésta es a nuestro parecer, la gestación del nuevo hombre. Lo que consideramos
de primordial importancia en este punto es que a diferencia de su nacimiento, el
hombre, es ahora un ente consciente de sus actos y es encaminado hacia la vía
iniciática por medio del despertar de otro ciclo paralelo dentro de sí mismo: el
despertar de su consciencia.
El hombre que ha despertado espiritualmente es como el feto que está listo para
salir del vientre a la nueva experiencia de la vida, a un nuevo mundo donde el
aprendizaje será una constante invariable. Es un recién nacido, su mente, su
corazón, están en armonía y a su vez están en blanco, nada ha corrompido aún su
estado primordial y virgen.
Es en este estado que se debe encontrar el hombre como resultado de la
introspección y abandono al propósito de alcanzar una vida elevada, al
voluntariamente haber tomado la decisión de quitar de sí toda huella de
negatividad y todo tipo de ataduras, está ahora listo para tomar la vía iniciática; y
recalcamos, este es ahora un acto totalmente voluntario y espontáneo.
Pero esto no es posible sin que el hombre se despoje de sí mismo, debe cerrar el
ciclo y simbólicamente morir en vida (vida profana), para resucitar en el espíritu.
Aquí comienza dentro de esta nueva vida un eterno diálogo con el principio
creador, un ciclo nuevo, el hombre, ahora por encaminarse hacia los más altos
ideales y principios, habiéndose despojado de su vida profana, de su ego, y
dispuesto a abrir su mente y su corazón vuelve a ser como el recién nacido que
apenas abre sus ojos a un mundo nuevo, su percepción de la realidad ha
cambiado para siempre, y con ella también… él. No se ha transformado, se ha
transmutado. La iniciación no ha cambiado su aspecto o forma, ha cambiado su
esencia y propósito, es un cambio en la dirección de sus intenciones, el cambio no
es físico, es un cambio interno que toca lo espiritual, se da en un nivel íntimo y
permanece su núcleo en lo íntimo, irradiando hacia el exterior la luz de la verdad
en la unidad.
La cámara de reflexión es un sitio para la introspección, es el vientre de la tierra,
es el caos de donde ha de surgir el orden, es el sitio de nuestra gestación, es
donde la semilla germina.

¿Pero debemos mirar hacia dentro en búsqueda de qué?


A nuestro parecer; lo que debemos encontrar es nuestro propósito, y de hecho, a
esto se nos incita al hacernos definir cuáles son nuestros deberes para con los
demás, para con nosotros mismos y para con el Gran Arquitecto Del Universo.
Si la gestación de esta vida elevada dentro de nosotros comienza con el despertar
de nuestra conciencia, la luz se ve cuando la voluntad nos hace dar el primer paso
hacia nuestro propósito de alcanzar una vida elevada, en la manera en que
personalmente la percibamos como una tarea de carácter universal como el
espíritu mismo y claro está, en armonía con los principios fundamentales que
debemos comprender y que nos brindan el estudio y práctica de la masonería.
Las ceremonias de iniciación solo buscan reforzar exotéricamente lo que ya ha
comenzado a suceder a nivel esotérico dentro del candidato.
El despertar de la conciencia como guía de nuestros actos, la definición de, y el
compromiso con alcanzar nuestro propósito, junto a la voluntad para mantenernos
enfocados en nuestra senda espiritual, son la clave para que realmente
entendamos lo que es la adopción de la vía iniciática, lo que es la muerte del
hombre común y corriente, el salir de las tinieblas para abrir mente y corazón a un
entendimiento superior de sí mismo, del universo y de aquel por quien han sido
hecho todas las cosas y sin quien no se ha hecho cosa alguna, de cuantas han
sido hechas. La iniciación, es solo el primer paso en el camino.

BIBLIOGRAFÍA.-
Andrea Imaginario
Especialista en Artes, Literatura Comparada e Historia

Obras de Antonio Machado

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