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miofasciales:
inducción
miofascial
ANDRZEJ PILAT
ISBN: 84-486-0559-4
Depósito legal: M. 41.290-2003
CONTENIDO
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
ASPECTOS TEÓRICOS
Postura........................................................................................... 163
Evaluación y corrección postural............................................................177
Mantenimiento de una postura correcta...............................................177
3
CONTENIDO
APLICACIONES PRÁCTICAS
4
CONTENIDO
5
CONTENIDO
Recomendaciones finales...................................................................597
Índice............................................................................................ 617
6
A mi esposa Yulita
con todo mi amor
AGRADECIMIENTOS
La creación de un libro es un proceso fascinante, pero también muy laborioso
y difícil. Generalmente, hay un innumerable número de personas que colaboran
en él. Es difícil enumerarlas en orden de importancia.
Quisiera particularmente, dar las gracias a todos mis alumnos y amigos de
pre- grado y posgrado en diferentes lugares del mundo, quienes con su alto
nivel de exigencia me estimularon en la búsqueda de una información veraz y
actualizada para navegar por el mar de la telaraña fascial.
A mis colaboradores inmediatos en la aventura diaria de resolver los retos
rela- cionados con los tratamientos miofasciales y que, con sus observaciones
críticas, permitieron mejorar la explicación de las descripciones técnicas.
A los especialistas científicos que me orientaron en los, casi siempre descabella-
dos, conceptos expuestos en la parte teórica y permitieron que bajara de nuevo a
la tierra, recordándome que la gravedad existe. Es su gran labor (el control
de los conceptos y las oportunas correcciones de mis fantasías miofasciales), la
que per- mitió elaborar el marco teórico. Los créditos son para Alicia Batuecas,
profesora titular de Fisiología de la Facultad de Biología de la Universidad
Autónoma de Ma- drid; el extraordinario fisioterapeuta José Luis González Nieto,
fundador de la Es- cuela de Fisioterapia de la ONCE, quien me convenció para
escribir el libro y tam- bién revisó los capítulos relacionados con las
aplicaciones prácticas, y mi gran amigo, el arquitecto Michelle Testa, quien
tuvo la paciencia de escuchar mis plan- teamientos en los momentos más difíciles
y resolver los problemas que a veces me parecían irresolubles.
A Anders Teodorowicz, no sólo por el diseño de la preciosa portada del libro,
sino también por entender el espíritu de las fascias y orientarme en la
composición y el diseño de la presentación del libro.
Al Prof. José Miguel Tricás Moreno, por encauzar en el momento oportuno el
proyecto del libro hacia su edición.
Finalmente, a mi adorada esposa y nuestros hijos; a ellos debo el no haberme
rendido en este viaje a Itaca. Los quiero mucho.
A todos, GRACIAS,
Andrzej Pilat
8
PREFACIO
PREFACIO
A lo largo de los siglos, los tratamientos relacionados con diferentes tipos de ma-
niobras manuales se dirigieron principalmente a las lesiones del aparato
locomotor. El análisis de estas lesiones, así como también el de las formas de
acción de las maniobras manuales aplicadas en el proceso de tratamiento, se
perfeccionó a lo largo de los años, según las aportaciones científicas vigentes en
cada época.
1
0
PREFACIO
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PREFACIO
Andrzej Pilat
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RECOMENDACIONES PARA EL LECTOR
fabuloso mundo de las fascias. La señal de una «mosca» con la letra corres-
pondiente indica la presencia del texto con una información ampliada.
Las páginas con el margen verde contienen una información adicional y
amplia- da sobre los temas señalados. Su lectura es recomendable para el lector
profesional interesado en profundizar en los temas de su interés y no es
indispensable para la persona que tan sólo busca una información general.
Los tips encerrados en las «moscas» enmarcan una información curio-
sa sobre los temas tratados.
Finalmente, el Fasciolin ayuda a entender y a recordar los pasajes más
difíciles del libro.
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Aspectos
teóricos
Concepto
de la fascia
y su
estructura
CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
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CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
17
CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
La fascia organiza y separa, asegura la protección y la autonomía de cada
músculo y víscera, pero también reúne los componentes corporales separados en
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CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
Cada parte del músculo, cada una de sus fibras y fascículos, está rodeada por
la fascia. Estas «fascias» no están separadas una de otra, sino que se conectan
entre sí o, mejor dicho, forman una sola fascia, una envoltura de recorrido
continuo con sus dobleces que permiten cobijar y encerrar los elementos
anatómicos de nuestro cuerpo. Se puede sugerir que, en cierto modo, es el
sistema fascial el que determi- na la estructura corporal. Para visualizar mejor este
enfoque, se puede comparar la estructura del sistema fascial con la de una
naranja, donde la pulpa rellena los compartimientos formados por la estructura
de la concha de la fruta. Al sacar la pulpa, la estructura de la fruta se mantiene
prácticamente intacta, conservando la forma original de la naranja (Figs. 2 y
19
CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
3).
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CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
Fig. 2. Naranja con pulpa. La forma de la naranja se confunde entre las dos
estructu- ras: pulpa y concha. La comparació n que se realiza es entre el mú sculo y
la fascia.
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CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
estructura real del sistema fascial del cuerpo. Sin embargo, las investigaciones
re- cientes confirman esta visión, enfocando, cada vez más, el sistema fascial
como una estructura unificadora, protectora y correctora del cuerpo. El sistema
fascial sano y equilibrado, con capacidad de realizar un estiramiento libre y
completo, asegura al organismo la posibilidad de realizar un movimiento de
amplitud comple- ta y sincronizado, siempre en la búsqueda de la máxima
eficacia funcional con un mínimo gasto de energía; así como ya dijo hace seis
siglos Leonardo Da Vinci:
«conseguir lo máximo con lo mínimo» (Cuadrado, 1998).
Sin embargo, el mismo sistema puede interferir en un desarrollo normal de los
movimientos al encontrarse restringido y bloqueado, imposibilitando la eficiente
ejecución de los movimientos, si se considera que el material que forma las adhe-
rencias y el tejido de cicatrización es similar al de la fascia.
Se podrían formular las siguientes interrogantes:
• ¿Se podrían cambiar la forma y la función de un órgano (músculo o víscera)
al encontrarse su sistema fascial restringido?
• ¿Qué influencias podría tener esta restricción en el comportamiento funcio-
nal del cuerpo?:
– ¿Limitación del movimiento?
– ¿Dolor?
• ¿De qué manera se manifestarían estos cambios?
• ¿Qué repercusiones tendrían en la estructura y en la función corporal?
Para poder responder a las preguntas formuladas, se deben explorar más
a fondo las propiedades del sistema fascial en lo que respecta a su anatomía,
histolo- gía y biomecánica.
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CONCEPTO DE LA FASCIA Y SU
ESTRUCTURA
Bases
anatómicas
y
fisiológicas
del sistema
fascial
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
En los libros clásicos y en los atlas de anatomía se muestra, por lo general por
separado, el sistema óseo, el musculotendinoso y el sistema inerte de sostén
articu- lar, es decir, las cápsulas articulares y los ligamentos. En ese tipo de
publicaciones, es difícil visualizar, de una manera completa, el sistema de integración
corporal, el sistema fascial. Muchas veces, el aprendizaje de la anatomía se
realiza de un modo abstracto, debido a una falta de relación funcional entre los
elementos básicos del cuerpo. El análisis del sistema fascial desde un enfoque
topográfico, en el que se define la fascia como un revestimiento y como una red
localizada entre la piel y las estructuras subyacentes (como lo son, por ejemplo,
los músculos y los huesos) y se la divide en dos niveles, superficial y profundo (la
cual, por una parte, cubre los músculos individuales y, por otra, los separa en
grupos) limita nuestra visión del cuerpo a un análisis descriptivo (Thiel, 2000).
Nuestro interés se centra en un análi- sis más completo y enfocado hacia un sistema
dinámico del cuerpo, incluyendo en él todas las disciplinas que pudieran sumarse
a nuestros conocimientos «en el rol de este complejo tejido en la salud y en la
enfermedad» (Bienfait, 1999).
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
• miofascia C
• viscerofascia D
• meninges E
• tendón G
• microestructura fascial J
• compartimientos fasciales K
• puente «miodural» M
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
A FASCIA SUPERFICIAL
Todos los caminos del interior del organismo conducen a la subdermis. Esta
capa subcutánea no es solamente, como se cree erróneamente, un depósito
de tejido graso, sino que asegura, con su compleja estructura interna,
las necesidades mecánicas de sus vasos y nervios (Thiel, 2000). Los vasos y
los nervios están encerrados en el sistema fascial que, formando fuertes
franjas protectoras, los lleva hasta las capas profundas, bien protegidos
contra todo tipo de desgarro.
El sistema fascial superficial está formado por una red que se extiende
desde el plano subdérmico hasta la fascia muscular. Se compone de
numero- sas membranas horizontales, muy finas, separadas por cantidades
variables de grasa y conectadas entre sí a través de los septos fibrosos del
recorrido vertical u oblicuo (Fig. 1).
Como una información adicional, hay que mencionar que el sistema fas-
cial superficial participa también en el proceso de sudación, y que en él nacen
la mayoría de los capilares linfáticos.
B FASCIA PROFUNDA
La fascia profunda está constituida por un material más fuerte y denso que
el que constituye la fascia superficial. Su grosor y densidad dependen de
la ubicación y la función específica que desempeña. A medida que aumenta
la exigencia de las necesidades mecánica se densifica la estructura del
coláge- no, su principal componente. Esta densidad queda determinada por
la pro- porción de fibras que lo componen. Basándose en la densidad del
tejido colá- geno, la fascia se puede dividir según su función en el
tejido:
• de unión,
• de revestimiento,
• de sostén,
• de transmisión.
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
C MIOFASCIA
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
F UNIÓN MUSCULOTENDINOSA
G EL TENDÓN
yor fuerza de tensión de todos los tejidos del cuerpo. Los tendones con unas
necesidades de baja carga de tensión muestran una gran extensibilidad; lo
contrario ocurre con los tendones con alta carga de tensión. El tendón
se compone de epitendón, endotendón, mesotendón (los tendones con
vaina tendinosa) y de los vasos sanguíneos. Algunos tendones, como, por
ejemplo los tendones de los músculos flexores de la mano, están cubiertos
también por el paratendón. Junto a una arquitectura adecuada de las fibras
de coláge- no, otro punto importante es la interacción entre las fibras de
colágeno y las de elastina, que proporcionan al tendón las particulares
propiedades de vis- coelasticidad (Woo,1991).
Las incidencias de las tendinopatías han aumentado al doble en los ú lti- mos 10 añ os, a
raíz del incremento de la popularidad de los ejercicios de trote (footing), segú n los
estudios realizados en Inglaterra (Birch, et al, 1999).
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Tendón
Periostio
Fig. 3. Al analizar las formas de unió n entre los mú sculos y los huesos, se
llega a la conclusió n de que es prá cticamente imposible, al realizar una
disecció n, separar claramente el tendó n del hueso, especialmente en algunos
grupos muscu- lares, como, por ejemplo, en la inserció n de los mú sculos
peroneos. La estructura del tendó n se confunde con la del periostio,
formando una unidad funcional.
ósea,
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
sin que exista nivel de separación entre ellas. Incluso el colágeno de esta
parte sigue siendo colágeno de tipo I.
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fig. 5. Inserció n indirecta del ligamento colateral interno de la rodilla del co-
nejo. Se muestra el recorrido paralelo de la fibras superficiales (P) al hueso (B)
insertándose en el periostio. (Reproducido con permiso de Woo SL-Y, Gó mez
MA, Sites TJ, et al: The biomechanical and morphological changes in the me-
dial collateral ligament of the rabbit after immobilization and
remobolization. J Bone Joint Surg 1987; 69A:1200-1211.)
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fibra muscular
Perimisio Fascículo Perimisio
primario
Endomisio
Perimisio
Epimisio
Tendón
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Endomisio
Perimisio
Epimisio
Continuando con el análisis fascial, hay que señalar que la fascia no sólo
rodea al músculo y a cada uno de sus componentes, sino que también
conec- ta funcionalmente entre sí a un músculo con el otro. Al aceptar la
definición anatómica de nombrar la fascia del, por ejemplo, músculo bíceps
crural o el músculo semitendinoso, también hay que entender que estas
«fascias» se conectan una con la otra y que, comunicándose entre sí,
constituyen una unidad funcional. No se debiera hablar pues de «las
fascias», sino de una sola fascia, un tejido solidario en todos los campos de la
fisiología (Bienafait, 1987).
D VISCEROFASCIA
Al aceptar esta forma de contemplar la miofascia, se debe profundizar aún
más en nuestra visión sobre el sistema fascial, considerando que no sólo son
los músculos los que están rodeados e interconectados internamente y
exter- namente entre sí, a través de esta gran red del sistema fascial, sino
que tam- bién lo están otros componentes de nuestro organismo como, por
ejemplo, los vasos sanguíneos, las vísceras, los nervios o los huesos. El
sistema fascial les brinda soporte e integridad estructural, define su
tamaño y asegura el correcto funcionamiento, expandiéndose hasta el
segmento más lejano y más pequeño del cuerpo. Los planos fasciales
actúan como rutas de penetra- ción de las terminaciones nerviosas y de los
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
vasos sanguíneos hacia todos los puntos del músculo. La fascia puede unirse
con las paredes de las venas o del
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Diafragma
Fascia transversa
Fig. 9. Relació n esquemá tica en una secció n frontal a nivel abdominal. Obsér-
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
• El músculo cuadrado lumbar se localiza por detrás del colon, los riño-
nes, el psoas y el diafragma, estructuras que están colocadas por
detrás de la fascia toracolumbar, esa gran red integradora de la parte
posterior del cuerpo.
• Los riñones están rodeados por la fascia renal, que a su vez está
integra- da, en su recorrido posterior, con la envoltura fascial del psoas y,
a través de ella, con las vértebras y con los discos lumbares. En su
recorrido supe- rior, la fascia renal continúa a la fascia del diafragma
(Barral, 1989).
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
J MICROESTRUCTURA FASCIAL
El sistema fascial no es un sistema inerte que dependa, en su
comportamien- to mecánico, plenamente de los estímulos generados en
otros sistemas, como, por ejemplo, el sistema muscular. El análisis de la
microestructura fas- cial revela que la fascia tiene vida propia, con
capacidad para desarrollar sus propias reacciones y sus propios movimientos
por la presencia de una abun- dante red nerviosa, así como también de
numerosas células musculares lisas.
El sistema fascial está ricamente inervado y posee una densa población
de mecanorreceptores. Las investigaciones sobre la microestructura de la
fascia revelan la presencia de los receptores de Golgi en el sistema fascial. Éste
no es un descubrimiento nuevo, sino que es ampliamente conocida su
presencia en los ligamentos, las cápsulas articulares y alrededor de las
uniones musculo- tendinosas. Sin embargo, solamente menos de un 10 % de
los receptores de Golgi se encuentra en los tendones (Schleip, 1989 y 2002).
EL 90 % restante se encuentra en la porción muscular de la unión
musculotendinosa, en las cápsulas articulares y en los ligamentos de las
articulaciones periféricas (Schleip, 2002).
Segú n Essfeld, el sistema fascial contiene má s receptores que la piel u otro ó rgano
sensitivo. Segú n el autor, los receptores de Golgi distribuidos en la fascia tienen la
capacidad de actuar como receptores dependientes de la gravedad (Schleip, 1991).
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fp
Tm
T
o
Pe
Mi
Fp P
Ta Fs
Fig. 13. El sistema fascial define espacios en los que se extienden los
mú sculos, los vasos sanguíneos y los nervios. (Fs: fascia superficial; Fp: fascia
profunda; Mi: membrana interó sea; P: piel; Ta: tejido adiposo; Pe: periostio;
To: tejido ó seo; Tm: tejido muscular.)
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
As Fclp
Cl
Pvn
Md
Fmpm
Mi
Ms
Mrme
Mrma
Fmda
Mbb
Fs
Mb
Nmc
Nc
Mtb
Fig. 15. Corte transversal a nivel del brazo. (Redibujado con modificaciones de
Paoletti, publicado con permiso del autor. Editorial Sully Editions, 1998.)
(Mbb: mú sculo bíceps braquial; Fs: fascia superficial; Nmc: nervio
musculocutá neo; Nc: nervio cubital; Mtb: mú sculo tríceps braquial; Mb:
mú sculo braquial.)
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
NmAc
Nr Fs
Ar
Tii
Tie
Fi Mi
Fle Fp Fpp
Al
i
Fds
Fdp
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fs Mi
i
Fpnv
Tfl
Nc
Ti
Tia
Fs
Tie
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fds
Fdp
Fpp Fps
Fcs
Fcim Fcp
Fig. 21. Corte transversal a nivel de C6. (Redibujado con modificaciones de Pao-
letti, publicado con permiso del autor. Editorial Sully Editions, 1998.) (Fcp:
fas- cia cervical profunda; Fcm: fascia cervical intermedia; Fcs: fascia cervical
su- perficial.)
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
La Fet
P
Fmp
Fs
Epineuro
Perineuro Endoneuro
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Perineuro
Epineuro
Endoneuro
cambios consecuti-
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fig. 25. La orientació n de las fibras colá genas determina la capacidad de movi-
miento de las estructuras neuroló gicas. La imagen demuestra la orientació n de
las fibras en la piamadre, permitiéndole cierto grado de estiramiento y de com-
presió n. (Segú n Buttler, 1991.)
E LAS MENINGES
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Membrana dural
Hoz del cerebro
Huesos del
cráneo
Huesos
Suturas
Duramadre
craneal
Duramadre
medular
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Sacro
Occipucio
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
• Inserciones anteriores:
– Apófisis clinoides anterior del hueso esfenoides (extremo superior).
– Apófisis clinoides posterior del hueso esfenoides (extremo inferior).
• Inserciones laterales:
– Canal petroso de los huesos temporales.
– Apófisis mastoides de los huesos temporales.
– Ángulo inferior de los huesos parietales.
• Inserciones posteriores:
– Canal lateral del hueso occipital.
• Extremo superior:
– Parte posterior de los cuerpos de C2 y C3.
• Extremo inferior:
– Porción anterior del canal de S2.
– Inducido hacia el periostio del cóccix.
M EL PUENTE «MIODURAL»
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Oc
MRPM
C
Pm
C1
Dm
Fig. 30a. Relació n anató mica del mú sculo recto posterior menor de la
cabeza. (Oc: occipucio; MRPMC: mú sculo recto posterior menor de la cabeza;
Pm: puente miodural; Dm: duramadre medular; C1: primera vé rtebra
cervical.)
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
ejemplo, los músculos de la región suboccipital y los extensores del dedo gordo
del pie. No es
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Sist Sist
oseoartic
miofa
ema ema
ular
scial
Tejido
(sistema
conectivo
fascial)
Sist Sist
viscerofas
nerv
ema emacial
ioso
Fig. 31. El sistema del movimiento corporal controlado e interconectado a través del
tejido conectivo del sistema fascial. (Adaptado de Comeford, 2000.)
Con estas observaciones sobre las bases anatómicas del sistema fascial propo-
nemos cambiar el paradigma existente, en la fisioterapia en general y en las tera-
pias manuales en particular, de que las disfunciones del aparato locomotor deben
tener su origen en las estructuras musculoesqueléticas.
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
FUNCIONES DE LA FASCIA
Ya se mencionó anteriormente que el cuerpo humano está envuelto,
sostenido, conectado y comunicado por medio de un variado tejido conectivo,
que se acordó denominarlo sistema fascial. Es un sistema activo, vivo, resistente
y omnipresente en todo el cuerpo. Se encuentra bajo la piel (formando el
embalaje protector del cuerpo), cubre músculos, tendones, órganos, nervios,
vasos sanguíneos y huesos, y tiene una gran trascendencia sobre el movimiento y
los procesos fundamentales del metabolismo corporal. El sistema fascial, además
de las funciones de sostener y mover el cuerpo, tiene otras actividades
biomecánicas y de otra índole. Sus propie- dades son infinitas, entre las que
cabe mencionar la expansión de los nervios y vasos linfáticos, el intercambio
metabólico, por su relación con el metabolismo del agua, la función nutritiva en
relación con la sangre y la linfa, etc. En cierto modo, es la «agencia de transporte»
en todos los niveles del organismo y de todos sus siste- mas. Por lo general,
destacan las funciones mecánicas del sistema fascial, que se pueden agrupar en:
• Protección.
• Formación de los compartimientos corporales.
• Revestimiento.
Otras funciones del sistema fascial son:
• Mantenimiento del bombeo circulatorio de la sangre y de la linfa.
• Ayuda en los procesos bioquímicos del cuerpo a través de las actividades del
líquido intersticial.
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
cial alrededor de los riñones es más fuerte del que rodea, por ejemplo, a los intesti-
nos, por el hecho de que las necesidades del movimiento son diferentes.
preservando la
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Suspensión
Cada componente del cuerpo humano tiene una ubicación precisa. Cualquiera
que sea su función, la ubicación está determinada por el sistema fascial y
debe analizarse dentro de las funciones específicas de cada componente en
cuestión. El sistema fascial mantiene la cohesión interna y externa de cada
estructura corporal, permitiéndole su fijación, pero por otro lado, le permite
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Fig. 32. Fascia de la pierna. Se obseva la distribució n del sistema fascial orientado en
distintas direcciones, segú n las necesidades funcionales de cada segmento.
Sostén
El mantenimiento de la integridad anatómica del cuerpo corre a cargo del sistema
fascial, y esto hay que entenderlo dentro de la interdependencia de las diferentes
estructuras corporales. La fascia constituye el motor principal de la estabilidad
de las articulaciones, coordinado por la mecánica miofascial. Asegura la
coherencia y el buen funcionamiento fisiológico de los órganos internos.
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Soporte
El sistema fascial constituye el soporte, no sólo del sistema locomotor, sino tam-
bién de los sistemas nervioso, vascular y linfático. Estas estructuras están constitui-
das en parte por fascias, a fin de mantener su forma anatómica. A través del
siste- ma fascial se produce la interdependencia entre los sistemas nervioso,
vascular y miofascial. Esta relación intrínseca parte desde el desarrollo
embrionario del cuer- po, formando el soporte y la guía de los sistemas
vascular y nervioso.
Coordinación hemodinámica
Los sistemas vascular y linfático no pueden disociarse del sistema fascial.
Formando con ellos una armonía casi perfecta, el sistema fascial soporta los
sistemas circula- torios del cuerpo. Concretamente, el sistema venoso y el
sistema linfático tienen una estructura muy fláccida y fácil de colapsar. La
función de las válvulas no es suficiente para el proceso de retorno, y la fascia
suple este papel, trabajando como una bomba periférica que expulsa la sangre y la
linfa hacia el corazón. Estos movi- mientos son ininterrumpidos y la acción es
posible a través de la acción de las envolturas fasciales propias de los vasos, así
como también a través de las estructu- ras fasciales de los músculos activadas a
través de las contracciones musculares.
Las diversas orientaciones de las fibras del sistema fascial dan un aspecto de
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
espiral para permitir a las estructuras que se ajusten llevando los líquidos hacia el
corazón. Considerando que las restricciones del sistema fascial pueden ser el ele-
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BASES ANATÓMICAS Y FISIOLÓGICAS DEL SISTEMA FASCIAL
Comunicación de cambios
El tejido conectivo es un complejo unitario; cubre cada componente corporal en
todos sus niveles. Es capaz de transmitir los impulsos mecánicos y comunicar los
cambios relacionados con la patología, así como también con el proceso de cura-
ción. Se puede concluir que un funcionamiento correcto del sistema fascial
signifi- ca una garantía del buen estado funcional del cuerpo y, por lo tanto, de
una buena salud.
NOTA
Las principales relaciones de topografía del sistema miofascial fueron descritas en
los capítulos correspondientes a las aplicaciones prácticas en relación con la
ejecu- ción de los tratamientos. Evitamos la descripción anatómica detallada para
no co- piar los textos de anatomía a los cuales se refiere al lector.
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Histología
del
tejido
conectivo
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
74
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
76
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
gado de la reparación de las heridas y espacios dejados por las células muertas en
tejidos que no se regeneran (Barlow, 1992). Por lo tanto, no es una exageración
compararlo, desde el punto de vista funcional, con un órgano o sistema corporal.
Considerando lo expuesto anteriormente, estamos obligados a realizar un profun-
do análisis de sus propiedades histológicas y biomecánicas.
El cuerpo humano no posee una unidad central que gobierne el resto de los componentes. No
hay grados de importancia. El funcionamiento de todo el sis- tema depende de la integridad de
las acciones de todos los componentes del cuerpo.
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HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
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HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
• Tejido muscular.
• Tejido nervioso.
• Tejido epitelial.
• Tejido conectivo.
■ 16% del peso corporal
■ 23% del agua del cuerpo.
La combinación de los tejidos mencionados permite formar los
diferentes órganos que componen el cuerpo humano.
Fibras de
Fibrillas de
elastina
colágeno
80
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
81
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
forma y, por otro lado, definiendo a través de finos tabiques, entre sí, a
las diferentes unidades.
• CÉLULAS. Las células representan alrededor del 20% del volumen de todo
el tejido conectivo y se dividen en dos grupos principales: células fijas y
células libres.
Fig. 2. Los fibroblastos son los verdaderos «constructores» del cuerpo huma-
no, y su principal responsabilidad es la formació n del tejido conectivo.
(Mues- tra de los fibroblastos de la piel del feto humano. Fotografía: Nancy
Kedersha. Inmunogen. Con permiso de Science Photo Library.)
82
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Las fibras:
– Elastina. Es una proteína que permite disponer de suficiente elasticidad
en lugares específicos, como por ejemplo los tendones, los ligamentos, la
piel y las arterias. Las fibras de elastina pueden estirarse y alcanzar el
150% de su longitud inicial, y luego pueden recuperar, como un resorte,
su tamaño inicial al cesar la fuerza de distensión (Bloom-Fawcett, 1999;
Robinns, 2000). Esta elasticidad es explicable por sus características: su
propia estructura es elástica, pero la red (malla) de la elastina también es
elástica y fácilmente deformable (Fig. 3). Sin embargo, la elastina es una
estructura estable y no experimenta muchos cambios durante su vida. Al
someterla a una fuerza de estiramiento excesiva, la fibra se rompe y en
83
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
84
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
(A)
(B)
86
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
(A)
(B)
Fig. 5. Ilustració n de las propiedades mecá nicas de las fibrillas de colá geno:
fuertes y tensas en estiramiento (A), débiles y «abrochadas» en compresió n (B).
(Redibujado de Nordin, 1989.)
87
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
89
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fibras de colágeno
GAG
+
AGUA
Fibras de colágeno
GAG
+
AGUA
90
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Espacio
intersticial
Fig. 8. Representació n grá fica del espacio intersticial. (De E. Lederman, 1997.)
91
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fig. 9. Representació n esquemá tica del proceso de flujo de los nutrientes desde
el sistema arterial hacia los sistemas venoso y linfá tico. (De E. Lederman, 1997.)
Líquido Líquido
Sangre intracelular
intersticial
Compartimientos Compartimiento
extracelulares intracelular
Fig. 10. La aplicació n de adecuadas estrategias mecá nicas utilizadas en las te-
rapias miofasciales permite el intercambio de los líquidos entre los dos com-
partimientos: el extracelular y el intracelular.
92
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Toxina atrapada
Sustancia
fundamental
Fig. 11a. Representació n esquemá tica del proceso de liberació n de las toxinas
atrapadas en la sustancia fundamental del tejido conectivo. (De Oschman, 1993.)
Monómeros
Toxinas liberadas
Fig. 11b. La presió n mecánica del proceso de liberació n miofascial puede cam-
biar la composició n de la sustancia fundamental de un estado semisó lido a
un estado semilíquido. (De Oschman, 1993.)
Red repolimerizada
93
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
encuentran estabilizadas por las fibras cruza- das entre ellas (Bloom-
Fawcett, 1999). En los ligamentos (Fig. 12C) la
95
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
(A)
(B)
(C)
Fig. 12. (A) La orientació n de las fibras de colá geno en la dermis permite
una gran movilidad, elasticidad y resistencia. (B) Orientació n longitudinal de
las fibras de colá geno en el tendó n. Esta orientació n permite obtener una alta
capa- cidad de resistencia en los estiramientos longitudinales, así como una
gran elasticidad en los movimientos laterales. (C) La orientació n de las fibras
de colá geno en los ligamentos depende de las necesidades de estabilizació n
fun- cional de cada articulació n.
Fibroblasto
Procolágeno
Tropocolágeno
Microfibrilla de colágeno
Subfibrilla
Fibrilla
Fibroblastos Fascículo
Tendón
Fig. 13. Representació n esquemá tica de la síntesis del colá geno. (De E. Leder-
man, 1997.)
Tendón Cartílago
(A) 95% 0%
(B) 1% 99%
(C) 5% 1%
Fig. 14. Representació n esquemá tica de la formació n de la hélice del colá geno.
Colá geno tipo I (A), colá geno tipo II (B), colá geno tipo III (C). (Modificado de K.
Spodaryk, 1996.)
99
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
100
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
101
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fig. 16. Representació n grá fica de las fibras de colá geno en la etapa inicial
(formació n del colá geno) del proceso de cicatrizació n de una herida. Obsérvese
la desordenada distribució n de las fibras. (De J. Oschman, 1993.)
Fibroblasto orientado a
lo largo de las fibras
Dirección de
la tensión
102
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fig. 18. Composició n de los paquetes de las fibras de colá geno. (Redibujado de
J. Oschman, 1993.)
103
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fig. 19a. Respuesta de las fibras de colá geno a la aplicació n del estiramiento.
En el tejido relajado las fibras de colá geno tienen forma ondulada. (Kennedy J.
C., et al: Tension studies of human ligaments. Yield point, ultimate failure and
description of the acuciate and tibial collateral ligaments.) (Publicado con per-
miso de J. Bone Joint Surg. 58A: 350-355, 1976.)
Fig. 19b. En el tejido sometido a tensió n, las fibras de colá geno adoptan una
orientació n paralela. (Kennedy J. C., et al: Tension studies of human
ligaments. Yield point, ultimate failure and description of the acuciate and
tibial collateral ligaments.) (Publicado con permiso de J. Bone Joint Surg. 58A:
104
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
350-355, 1976.)
105
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
106
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
La síntesis del colá geno depende de muchos genes diferentes, y las mutaciones génicas pueden
evitar producir el ensamblaje de colá genos específicos. En la osteogénesis imperfecta, por
ejemplo, las cadenas de tipo a no se ensamblan para formar fibras. Los huesos tienen dé ficit de
colá geno y son sumamente frá - giles, lo que conlleva la frecuente aparició n de fracturas.
107
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
• Este acercamiento entre las fibras no es suficiente para crear, en este sitio, los
entrecruzamientos patológicos. Éstos se forman entre las fibras ya
existentes y las nuevas fibrillas recientemente sintetizadas. La
incorporación de estos nuevos entrecruzamientos a la estructura colágena
ya existente, es lo que principalmente limita la elasticidad del colágeno,
impidiendo el movimiento natural entre las fibras antiguas (Figs. 21 y 22).
Entrecruzamientos
intramoleculares
Filamentos
de colágeno
Entrecruzamientos
extramoleculares
108
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
Fig. 20. Formació n de los entrecruzamientos en las fibras de colá geno. (Modificado
de Hardy, M. A., 1989).
109
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
(A)
(B)
Movimiento libre
Fig. 21. La formació n de los entrecruzamientos limita el libre deslizamiento entre las
fibras de colá geno. Fibras de colá geno maduras (A), fibras de colá geno recién sinteti-
zadas (B), entrecruzamientos patoló gicos (C).
Fibroblasto
Fig. 22. Proceso de reparació n de la ruptura de una molécula del colá geno. Obsérvese
la longitud de la nueva molécula, que es má s larga que la molécula antes de la ruptura.
Este fenó meno facilita la formació n de los entrecruzamientos. (De E. Lederman, 1997.)
110
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
La esclerodermia es una enfermedad hereditaria en la que existe una regula- ció n aberrante
del crecimiento de los fibroblastos y de la síntesis del colá geno. Se forma tejido conectivo en
exceso, y la piel resultante, gruesa y tensa, puede interferir con la flexió n de los dedos. El
aumento del tejido conectivo perivas- cular puede impedir el flujo sanguíneo. Debido al
engrosamiento de la pared del esó fago, la deglució n puede resultar difícil.
Moléculas de tropocolágeno
secretadas de manera
desorganizada por los
fibroblastos
El impulso eléctrico
de largo alcance
inicia la orientación
de las moléculas
El impulso eléctrico de
corto alcance estimula la
orientación de las
moléculas
Fig. 23. Proceso de orientació n de las fibras de colá geno. (De Oshman, 1993.)
111
HISTOLOGÍA DEL TEJIDO CONECTIVO
(A) (B)
(D)
(C)
Fig. 24. Esquema de respuesta mecánica al impulso de estiramiento entre las fibras
sanas (libres de los entrecruzamientos patoló gicos) y las fibras con los
entrecruzamien- tos patoló gicos. Fibras libres de entrecruzamientos patoló gicos en
reposo (A), fibras con entrecruzamientos patoló gicos en reposo (B), fibras libres de
entrecruzamientos patoló gicos en estiramiento (C), fibras con entrecruzamientos
patoló gicos en estira- miento (D). Obsérvese la diferencia en la amplitud de
estiramiento entre (C) y (D).
Fibras de colágeno
maduras
Entrecruzamientos fisiológicos
Fig. 25. Representació n grá fica de la imagen microscó pica del entrecruzamiento.
(Modificado de Donatelli, 1981.)
112
Consideraciones
biomecánicas
relacionadas
con el sistema
fascial
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
104
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
INTRODUCCIÓN
En el siglo XVII, el siglo de la «revolución científica», que representó el mayor giro
en la historia de la ciencia, los científicos dejaron de preguntarse por qué ocurren
las cosas, y empezaron a preguntarse cómo ocurren. Cambiaron drásticamente el
enfoque de su estudio desde la especulación a la experimentación. El lenguaje de
las matemáticas empezó a dominar el lenguaje de las ciencias. En ese siglo
de gloria para las ciencias, Galileo Galilei descubrió que, basándose en los
principios matemáticos, se pueden explicar las leyes que gobiernan el movimiento
corporal. Describió la interrelación entre el peso corporal y el movimiento, así como
también sus influencias en los cambios de la forma y la densidad de los huesos
(Galilei, 1638). Este razonamiento, revolucionario para la época, fue desarrollado
y detalla- do dos siglos después por Julius Wolff, al formular los principios
conocidos actual- mente como la «Ley de Wolff». En su libro, publicado en el año
1892 y titulado «Las leyes de la transformación ósea», afirmó que: «cada cambio
en el funcionamiento del hueso trae como consecuencia cambios en su
arquitectura trabecular, así como también en la conformación externa de
acuerdo a las leyes matemáticas» (Wolff, 1892). En otras palabras, las estructuras
óseas se orientan adaptándose en su for- ma y masa en respuesta a la acción de
las fuerzas extrínsecas. De esta forma, los hábitos posturales y laborales, dentro de
la acción de las fuerzas gravitatorias, pro- porcionan el principal componente del
estrés mecánico que actúa sobre el sistema óseo. Por lo tanto, la formación del
hueso es propensa al proceso de remodelación y de progresiva adaptación en
respuesta a la forma y magnitud de las fuerzas que actúan sobre él, siempre
buscando un equilibrio funcional. Estos cambios pueden producirse en el
momento de nacer, con el riesgo de una deformación por la ina- decuada
aplicación del fórceps, durante un accidente, o en el proceso de adapta- ción de
lentos y progresivos cambios degenerativos. Incluso en el vientre materno, a raíz
de una excesiva presión unidireccional, se pueden producir deformaciones óseas
antes de nacer. Basándose en las afirmaciones de la ley de Wolff, se puede
concluir que los huesos cambian su forma y masa a lo largo de la vida. La ley
de Wolff permite entender mejor los cambios de la estructura externa e interna de
los huesos. Éstos tienen diferentes formas, grosor y densidad, que pueden oscilar
en- tre una estructura casi transparente, en forma de pergamino, como lo son
algunos huesos del cráneo, hasta la compacta, gruesa y resistente estructura del
fémur. Siempre bajo la misma premisa: la forma y la masa del hueso están
determinadas por su función, tanto en la enfermedad como en el cuerpo sano.
El cuidadoso análisis de la ley de Wolff ofrece un interesante panorama de
posibi- lidades de cambios en nuestro cuerpo a raíz de diferentes acontecimientos
relaciona- dos con el movimiento. Esta ley se conoce también como «la ley del
estrés bueno y el estrés malo» (Pilat, 1992). ¿Cómo entender este planteamiento?
105
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Si es cierto que el
106
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
EndosomaNúcleo
Nucléolo
Citoes-
Ribosoma queleto
Aparato de Golgi
ADN
Matriz intracelular
Matriz extracelular
Estímulo
Contracción
Secreción
109
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Las preguntas que quedan por responder son: ¿de qué manera y a través
de qué vías se transmite esta información, y qué es lo que es capaz de regularla?
No es fácil responderlas, considerando la complejidad de información precisa
que
Ambiente
Organismo
Órgano
Tejido
Célula
Citoplasma
Núcleo
Cromosoma
Gen
Fig. 4. Relació n de la cé lula con el ambiente a nivel microscó pico y macroscó pico.
(De Oschman, 1983.)
110
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
(A)
Fibras de
colágeno Núcleo
Célula
Sustancia
fundamental
(B)
Fibras de
colágeno
Célula
Sustancia
fundamental
(C)
111
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
112
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
ción sobre las actividades de otros puntos (de otras células) a través de esta com-
pleja red de interconexión e información.
El complejo de la matriz viviente es una estructura dinámica y cambiante. Los
distintos tipos de conexiones se forman, deshacen y vuelven a formarse de nuevo.
Este mecanismo permite cambios en las posiciones relativas de las células dentro
de la matriz viviente, según las necesidades vitales del organismo, permitiendo
así utilizar su gran potencial de reparación, restauración y eliminación de los
produc- tos del metabolismo del tejido, de acuerdo con sus necesidades.
El conocimiento de las propiedades mecánicas de las células abre un
mundo fascinante de posibilidades de cambios prácticamente infinitos.
gobiernan la
114
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
respuesta de los tejidos del cuerpo a los impulsos mecánicos aplicados sobre
ellos. El objetivo final de este análisis biomecánico es tratar de definir las
técnicas ade- cuadas para evitar o reparar las lesiones debidas a solicitudes de
excesiva magnitud que afectan a los tejidos, en condiciones críticas del
entorno físico en el que el cuerpo se desenvuelve.
1. Etapa preelástica
Si se piensa en un resorte, esta fase corresponderá a la del paso del estado
de reposo al de tensión. Si se escoge la analogía con una tela, será como si se
estiraran las arrugas: la resistencia del tejido conectivo es mínima. Al
observar un barco anclado en aguas tranquilas, se detecta cómo la cuerda se
tensa lentamente al halarlo, pero el barco permanece inmóvil. La duración
de la etapa depende del
115
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Tensión
Elongación
2. Etapa elástica
116
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
mañana somos algunos milímetros más altos que por la noche; al con-
117
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
3. Etapa plástica
Cuando el estiramiento sobrepasa los límites de la fase elástica, empiezan a
produ- cirse microtraumatismos en forma de desgarros microscópicos en las fibras
de co- lágeno. La diferencia con la etapa anterior es que ahora los cambios son
irreversi- bles a escala macroscópica. Después de detener la aplicación de la fuerza,
el tejido ya no vuelve a su estado inicial y ha perdido parte de su capacidad
tensil. Si la fuerza del estiramiento es continua, los microtraumatismos se van
acumulando hasta producirse roturas en el tejido. La única manera de que se
recuperen las propiedades mecánicas es pasar a través del proceso de la
inflamación y la poste- rior reparación.
118
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
119
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
120
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
(A)
Fr
Fp
(B)
Fp
Fr
(C)
Fp
A
Fr
Fig. 7. Palancas del cuerpo humano (de Pedraza Velasco et al., 2000). (Los
sím- bolos son los mismos en los tres tipos de palancas. A: fulcro; Fp: fuerza; Fr:
resis- tencia.) (A) Palanca de primer género. (B) Palanca de segundo género. (C)
Palanca de tercer género.
121
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
122
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
123
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
materiales es la temperatura.
124
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Compresión
Estiramiento
125
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Compresión
Tensión
126
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 12. Deformació n preelá stica. Se observa una reacció n parecida en el mo-
mento de mover una canoa anclada en aguas tranquilas. Para poder moverla, se
debe, previamente, eliminar la fase preelá stica de la cuerda que la sostiene.
127
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
(A)
(B)
Carga
Deformación
(C)
128
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
(A)
(B)
(A)
(B)
Carga
Pérdida de
energía
Velocidad
(C) (D)
130
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
10 de la mañana
10:10 de la mañana
6 de la tarde
(A)
(B)
131
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Deformación
Deformación
inicial
Tiempo
(A) Según Maxwell
Deformación
Tiempo
Deformación
inicial
132
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
133
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
D0 D1
D2
100 N 100 N
(A)
Deformación
D2 – D1
D1 – D0
(B)
Tiempo 3600
Fig. 18. (A) Representació n grá fica del fenó meno de creep en la unidad funcio-
nal de la columna vertebral (comportamiento elá stico no lineal). (B) La curva
de extraestiramiento indica que, al aplicar la fuerza, se produce una deforma-
ció n inmediata D1−D0. La deformació n adicional D2−D1 aumenta la deforma-
ció n. Sin embargo, ésta cede gradualmente con el paso del tiempo y el manteni-
miento de la misma fuerza. (Modificado de Panjabi y White, 2001.)
134
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Carga
Histéresis
C
ar
ga
Longitud
inicial Desca
rga
Tensión
Diferencia
Longitud final
Fig. 19. Fenó meno de histéresis. Las curvas de carga y descarga tienen un reco-
rrido diferente. La cantidad de energía perdida está representada por el espacio
comprendido entre las dos curvas mencionadas. Un ejemplo de la histéresis es
la reacció n observada al estirar el ligamento.
Fig. 20. Respuesta del tejido con propiedades viscoelá sticas a la aplicació n
de las fuerzas de tracció n en relació n con la velocidad. (Modificado de
Panjabi y White, 2001.) (1) Al aplicar una carga intensa durante un tiempo
corto, el tejido se rompe rá pidamente. (2) Al aplicar una carga moderada, el
tejido tiende a elongarse antes de la ruptura. (3) Al aplicar una carga de leve
a moderada du- rante largo tiempo, el tejido se elonga aú n má s antes de
135
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
romperse.
136
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Zona más
Zona húmeda seca
Zona más
húmeda
(A) (B)
Esponja
Cartílago
Hueso
(C)
137
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
La gravedad ejerce una fuerza vertical sobre cada parte de nuestro cuerpo en
pro- porción directa a la masa corporal. Cuando una persona se encuentra en
bipedes- tación, la masa del tronco, la cabeza y las extremidades superiores ejercen,
sobre la región lumbar, una presión aproximada del 55% del peso total del cuerpo
(Bogduk y Twomey, 1991). En esta posición, los músculos del abdomen y del resto
del tron- co actúan de forma protectora estabilizando la columna lumbar; sin
embargo, para poder realizar con eficacia esta acción estabilizadora, ejercen
también unas fuerzas compresoras. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los
poderosos músculos de la espalda están distribuidos sobre el eje prácticamente
paralelo a la columna lumbar, los músculos posteriores pueden ser los mejores
amigos o los más grandes enemigos de la columna lumbar. En una posición neutra
y relajada de la columna lumbar, los músculos ejercen, sobre los discos lumbares,
una fuerza de compresión que duplica el peso del tronco, la cabeza y las
extremidades superiores. La situación se vuelve aún más complicada cuando se
realiza el movimiento de levantar un peso partiendo de la posición inclinada.
Durante esta actividad, el peso que debe sopor- tar la columna lumbar se
multiplica por la distancia entre el peso levantado y el cuerpo, creando un
momento de fuerza. El momento se incrementa al aumentar el peso a levantar o
al aumentar la distancia entre el cuerpo y el peso. En condiciones normales,
cuando se realizan las actividades diarias y los pesos que se elevan no son
grandes, los músculos extensores lumbares son los que equilibran estos movi-
mientos con mucha eficacia, controlando la flexión y restableciendo la posición
vertical del cuerpo.
139
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
D1 D2
L5 T L5
P P
(A) (B)
Fig. 22. Comparació n del momento de la fuerza gravitatoria sobre el tronco en dos
posiciones de flexió n. A medida que nos inclinamos hacia delante, aumenta el
brazo del momento (D2 es mayor que D1). El brazo del momento es la distancia
perpendi- cular que va desde L5 al vector de la fuerza (P), y se debe a la acció n de
las fuerzas gravitatorias que actú an sobre el tronco y no a la acció n muscular. (T)
Representa la fuerza tensil que los mú sculos erectores de la columna deben ejercer
para contrarres- tar la fuerza (P), que es el peso de la cabeza, los brazos y el tronco
actuando en el centro de gravedad de dicha palanca.
140
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
a b
F
p = 50 kg
Fig. 23. Cá lculo de las fuerzas que actú an sobre el disco lumbar cuando levantamos
un peso de 50 kg. [F: fuerza generada por los mú sculos extensores; b: brazo de palan-
ca entre el fulcro del movimiento y las inserciones de los mú sculos extensores (1 en
proporció n); a: brazo de palanca entre el fulcro y el peso levantado (15 en propor-
ció n); p: peso levantado (50 kg).]
Al realizar el cá lculo, considerando que: a : b = 15 : 1, obtenemos el siguiente
resultado: F × b = a × P
F = a × P/b
F = 15 × 50 kg
F = 750 kg
141
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fc
D
Pt
Pia
Fig. 24. Teoría del baló n abdominal. El aumento de la presió n intraabdominal e in-
tratorá cica permite, de una forma má s efectiva, transmitir las fuerzas directamente
desde los hombros hasta la pelvis, traspasá ndolas a la regió n lumbar. De esta manera,
se reduce la fuerza de compresió n sobre la columna lumbar. (D: diafragma; Pt: pre-
sió n torá cica; Pia: presió n intraabdominal; Fc: fuerza de compresió n.)
143
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Músculo oblicuo
externo del abdomen
Músculo oblicuo
interno del abdomen Músculo psoas mayor
Músculo transverso
del abdomen
Músculo cuadrado
lumbar
Fig. 25. Corte transversal a nivel lumbar. Se visualizan los niveles de la fascia toraco-
lumbar (véase la descripció n en el texto), así como también los mú sculos protegidos
y controlados por ella.
144
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 26. Acció n combinada de las lá minas superficial y profunda del nivel posterior
145
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
146
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
TF h
TV
TH
TL C A
TV
Fig. 27. Diagrama que representa la transmisió n de las fuerzas a través del nivel pos-
terior de la fascia toracolumbar. (Redibujado de Twomey, 1987.)
147
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
permite evitar el exceso de presión sobre la parte posterior del disco lumbar.
Ade- más, los estudios respaldados por las pruebas de EMG han revelado la
importancia de la contracción de los músculos abdominales oblicuos y del
músculo piramidal de la pelvis en la estabilización de las articulaciones
sacroilíacas, durante actividades tan elementales como la sedestación. En la
posición forzosa actúan los músculos abdominales oblicuos, mientras que el
músculo glúteo mayor y el músculo bíceps femoral permanecen realmente en
reposo. Al sentarse sobre una superficie blanda, que ofrece un mayor soporte para
las articulaciones sacroilíacas, disminuye la activi- dad de los músculos
abdominales. Las investigaciones permitieron desarrollar el mo- delo de acción
cruzada de los músculos anteriormente mencionados, permitiendo un control
total en el funcionamiento de las articulaciones sacroilíacas (Fig. 28) (Vleeming,
1992).
149
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
el dorsal ancho es capaz de levantar el tronco (Adams, 2002). (Segú n Vleeming, 1992.)
150
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
La efectividad de los cinturones y fajas de seguridad, ampliamente utilizados por personas que
durante sus actividades deben levantar objetos pesados o rea- lizar fuerzas en flexió n, podría
explicarse por el hecho de que permiten incre- mentar la presió n intraabdominal. Parece que,
de esta forma (siempre que el cinturó n tenga un diseñ o apropiado), serían capaces de
disminuir la fuerza de compresió n en, aproximadamente, un 15%.
Fig. 29. Una estructura arquitectó nica típica (un ladrillo puesto sobre otro) no se
sostiene de un modo estable sin la acció n de la fuerzas gravitatorias.
(A) (B)
153
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
154
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 33. Domo geodésico. Estructura creada por Buckminster Fuller en 1940. Este
genial arquitecto popularizó la idea original de Walter Bauersfeld, de Zeiss Optical
Works en Jena, Alemania, quien diseñ ó la estructura para el techo del planetario
155
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
156
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
158
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 35. Representació n grá fica del modelo de «tensegridad» descrito por Levin (Le-
vin, 1982). Este modelo está basado en el icosaedro, un modelo omnisimétrico que
tiene un comportamiento estructuralmente estable en el espacio. Es un modelo má s
econó mico, porque permite obtener má s volumen en relació n con el á rea de su super-
ficie. El modelo consta de seis tirantes y treinta triá ngulos, y constituye el elemento
bá sico de cada estructura de «tensegridad». A partir de él, se pueden construir obje-
tos complejos de un tamañ o infinito y de distintas formas. En cada una de estas
estructuras, cada uno de sus elementos básicos está plenamente integrado con el
otro. La respuesta mecá nica de la estructura es la siguiente: al aplicar una fuerza de
compresió n o de estiramiento sobre dos tirantes paralelos ubicados sobre los lados
opuestos, se produce el movimiento en los seis tirantes. Como resultado, la estructu-
ra se expande o se achica, adaptando una forma asimétrica. En conclusió n: no es
posible una acció n aislada de ninguno de los elementos por separado. Siempre debe
actuar el conjunto completo. (Redibujado de Levin, 1982.)
159
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
160
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
internas de otros huesos que deben soportar un gran peso, como, por ejemplo, el
fémur o la tibia (Fig. 38).
En el cuerpo vertebral, sólo se observa una capa muy delgada de hueso com-
pacto igual a como se puede registrar en la estructura completa del arco neural,
Fig. 38. La distribució n trabecular en los huesos largos les permite soportar cargas
mayores. (De Kapandji, 1977.)
162
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
L1
L2
Fig. 39. El diagrama demuestra la forma en la que el cuerpo vertebral superior está
suspendido sobre el cuerpo vertebral subyacente. Son las propiedades de tensió n del
tejido conectivo las que se oponen a las propiedades compresivas de los cuerpos
vertebrales. (De Robbie, 1997.)
163
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
164
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
165
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Desde un punto de vista macroscópico, los 206 huesos del ser humano
constituyen los componentes rígidos de la estructura corporal, que están
estabilizados por liga- mentos y músculos que cumplen la función de
componentes tensionales (Fig. 43).
Fig. 40. En el momento del choque del taló n, el calcá neo recibe una enorme carga
mecánica, que se distribuye de una manera proporcional a travé s de los diferentes
tejidos.
166
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 41. La distribució n y la absorció n de las fuerzas de impacto son posibles a través
de la estructura de «tensegridad». (De Kapandji, 1977.)
Fig. 43. Nuestro esqueleto posee la estructura basada en los principios de «tensegri-
dad». A través de ella, podemos transmitir las fuerzas, impactos y movimientos de
una manera uniforme, que no produce dañ os estructurales, incluso al recibir
impac- tos mayores. Uno de los ejemplos del comportamiento mecá nico, basado en la
estruc- tura de «tensegridad» en el aparato locomotor, se observa en la extremidad
superior. En los seres humanos, la extremidad superior no se encarga del soporte
del peso corporal; por esta razó n, no puede responder a los principios de
compresió n. Al ob- servar la articulació n escapulotorá cica, nos damos cuenta de que
el omó plato no pre- siona directamente al tó rax y que la clavícula actú a como el
elemento de compresió n. El sistema de soporte de la extremidad superior es un
sistema basado en las fuerzas de tensió n. Este sistema está soportado por la
musculatura que envuelve la columna vertebral, el tó rax y la extremidad superior,
transformándolo en un sistema de sopor- te de tensió n, fenó meno observado en el
modelo de «tensegridad». La estructura in- terna de los huesos responde al mismo
168
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
principio, algo que también ocurre en el siste- ma fascial (inspirado en Levin, 1982).
169
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
D D
R R
R IntegrinasR G
G G
G D D
D R D R
R G R
G
G D G
D
D D
171
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
172
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Nasa, 2002.)
174
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Se explica así la admirable eficiencia del cuerpo humano, que para conservar
su equilibrio funcional necesita muy poca energía. También se aclara cómo, al aplicar
tensión en un punto del conjunto, todo el cuerpo reacciona al unísono: los
elemen- tos interconectados de la estructura se reajustan globalmente en
respuesta a cual- quier acción mecánica local.
Como ejemplo se puede citar la estructura del icosaedro (Levin, 1986), fre-
cuentemente observada en biología. Basta observar la estructura del virus
(Fig. 47). Entre la estructura de un virus y la de otro se observan similitudes. Esta
construcción se basa en la combinación simétrica de subunidades idénticas «em-
paquetadas dentro de la concha del virus», siguiendo los principios de la simetría
cúbica.
Cada tejido corporal es portador de alguna enfermedad resultante de una res- puesta
patoló gica de las células a la aplicació n de las fuerzas mecá nicas (Ing- ber, 1998).
Fig. 47. La estructura del virus sigue los principios de «tensegridad». La grá fica re-
presenta el ensamblaje de la estructura del virus basada en la estructura de «tensegri-
dad». (Modificado segú n Stannard, 1995.)
175
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Cada estructura del cuerpo puede desarrollar una enfermedad como consecuencia de una
respuesta anormal de las células a fuerzas mecánicas externas (Ingber, 1998).
176
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 48. En el modelo de «tensegridad» de una célula se pueden observar los cambios
en su estructura, así como también en la estructura del nú cleo al colocarlo sobre
diferentes tipos de superficie. (Redibujado de Ingber, 1998.)
FENÓMENO DE PIEZOELECTRICIDAD
El efecto piezoeléctrico (literalmente «electricidad de presión») se observa normal-
mente en los cristales, es decir, en estructuras físicas caracterizadas por una distri-
177
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
En el cuerpo humano, los huesos, los vasos sanguíneos, la piel y los músculos
se comportan como si fueran cristales (en particular se asemejan a cristales
líquidos). (Oschman, 1983; Juhan, 1987; Fukada y Yassuda, 1957; Braden et al.,
1966; Fuka- da, 1974; Fukada y Hara, 1969; Basset y Becker, 1957; Black y
Korostoff, 1974; McElhaney, 1961.)
Las maravillosas propiedades de los cristales líquidos se utilizan hoy en día tanto
en la fabricación de pantallas de televisión, relojes digitales, calculadoras, etc.,
como en otros muchos objetos de uso diario.
Fig. 49. Mecanismo de generació n de corriente eléctrica a través del fenó meno de la
piezoelectricidad mediante el impulso mecá nico (presió n), una de las formas de
tra- tamiento má s utilizadas en las terapias miofasciales. (De Oschman, 1983.)
178
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Cristal inorgánico
Fig. 50. Representació n grá fica del cristal inorgánico (NaCl). Su estructura es dura y
frá gil, quebradiza. (De Oschman, 1983.)
estructura modular, como puede ser una piedra preciosa (Fig. 50). Los cristales
de nuestro cuerpo son cristales líquidos (Bouligand, 1978; Barnes, 1997; Juhan,
1987; Fukada y Ueda, 1970) (Fig. 51). Al realizarse una acción mecánica, por
ejemplo, cuando un músculo se estira junto con el tendón, el sistema fascial se
comprime y, en consecuencia, se genera una pequeña diferencia de potencial
eléctrico. Esta diferencia se vuelve armónica y oscilante representando y
registrando así las conse- cutivas acciones mecánicas. La información se transmite
eléctricamente a través de la matriz viviente. Considerando que el colágeno,
principal componente de esa matriz, es un semiconductor, se puede concluir
que es capaz de formar una red
Cristal orgánico
Fig. 51. Representació n grá fica del cristal orgá nico. Su estructura es suave y flexible
y se compone de moléculas largas y delgadas. (De Oschman, 1983.)
179
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
La acción mecánica de los tejidos que rodean al sistema fascial, debida al movi-
miento o a impulsos externos al cuerpo, genera pequeñas corrientes
eléctricas (Oschman, 1993; Bouligand, 1978).
(A) (B)
Fig. 52. En la imagen (A), se puede observar la organizació n regular de los elementos
en el cristal. Al comprimir el cristal [imagen (B)], cambia drá sticamente la geometría
de los elementos y se produce por reacció n una corriente eléctrica. (De Oschman,
1983.)
(A) (B)
Fig. 53. El fenó meno explicado en la figura anterior se observa también en cada uno
de los componentes del cristal. Al efectuar la compresió n (B), se rompe la simétrica
distribució n de la carga eléctrica dentro de la unidad (A) y se produce una diferencia
de potencial que genera una corriente eléctrica. El fenó meno se transmite inmediata-
180
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
181
CONSIDERACIONES BIOMECÁNICAS RELACIONADAS CON EL SISTEMA FASCIAL
Fig. 54. Mecanismo de generació n de corriente eléctrica a través del fenó meno de la
piezoelectricidad utilizando el impulso hidrá ulico. Este efecto se observa cuando el
líquido extracelular, cargado de iones, se desplaza sobre una superficie elé ctrica-
mente cargada dentro de la matriz extracelular. (Redibujado de Oschman, 1983.)
182
Postura
POSTURA
165
POSTURA
166
POSTURA
A EL USO Y EL FUNCIONAMIENTO
168
POSTURA
¿Se preguntará usted, estimado lector, qué tiene que ver esta historia
con el análisis de la postura y cuál es su importancia en el aprendizaje
de las terapias miofasciales?
169
POSTURA
170
POSTURA
Fig. 1. El faraó n era el rey de los dioses y precisamente esa religió n de su cuer-
po lo hacía grande.
elongada y digna que conservan (Fig. 1); una armonía casi perfecta y
muy difícil de encontrar en nuestros días.
172
POSTURA
(A) (B)
60%
45%
Tronco,
miembros
superiores Centro de
gravedad del
cuerpo
43%
Miembros
inferiores
55%
173
POSTURA
Mal
cont
uso
inuo
Sensac
de
ión
comodidad
Eng
a la
año
percepción
C POSTURA CORRECTA
174
POSTURA
etapa del desarrollo. Sin embargo, una postura correcta debe cumplir
siempre con
175
POSTURA
176
POSTURA
Coordinación
Flexibilidad
Fuerza
Endurecimiento
Velocidad
Fig. 6. La eficacia del sistema muscular del cuerpo está controlada por el siste-
ma miofascial. Es indispensable el equilibrio entre todos los factores para el
mantenimiento de una postura correcta, en funció n del ó ptimo desenvolvi-
miento funcional.
177
POSTURA
179
POSTURA
ca-
181
POSTURA
(A) (B)
182
POSTURA
183
POSTURA
186
POSTURA
S Qu S Con
a ere e ocer
b r nt
er ir
Fig. 12. Las acciones relacionadas con el control del mantenimiento postural se pue-
den resumir con cuatro palabras (véanse detalles en el texto).
187
POSTURA
188
POSTURA
dea y sostiene tanto al aparato locomotor como a las vísceras, se puede concluir
que el tejido conectivo de las vísceras también está involucrado en el mantenimien-
to de una postura equilibrada; o tal vez se debiera reformular esta
afirmación, señalando frecuentemente que es el trastorno visceral el que
determina el trastorno del aparato locomotor. Por lo tanto, una postura correcta
depende de una relación equilibrada entre los diferentes elementos corporales,
de tal forma que permite:
• máxima capacidad funcional,
• óptima estabilidad,
• capacidad de mantenimiento con un mínimo esfuerzo muscular.
Se puede finalmente definir la postura correcta como aquella que se eleva en
contra de las fuerzas gravitatorias sin perder la máxima eficacia funcional, tarea
imposible de realizar sin la participación activa de un sistema fascial funcionalmen-
te equilibrado (Fig. 13). Citando las palabras de Ida Rolf: «El equilibrio revela el flujo
natural de las fascias en todo el cuerpo» (Rolf, 1994).
Cada cuerpo posee sus propias características posturales, así como también de
movimiento. Los músculos se contraen y se expanden en respuesta a la demanda
Retracción de
la cabeza
Estiramiento Levantamiento
de los brazos de los hombros
Aplanamiento Pérdida del coco
del tórax
Flexión de
las rodillas
Fig. 14. Respuesta corporal influenciada por factores emocionales. Aunque el im-
pulso es de origen emocional, la respuesta es física.
funcional. La posición de los huesos y las vísceras colocados entre los músculos y
las fascias determina la dirección de estos movimientos. Diferentes hábitos,
restriccio- nes, preferencias, el funcionamiento de los órganos internos, todo ello
en conjun- to, determina el contorno, el equilibrio y la capacidad funcional del
cuerpo. En otras palabras, el contorno del cuerpo y sus patrones de movimiento
vienen deter- minados por los patrones de atrapamiento del sistema fascial.
Sin embargo, no solamente son los factores físicos los que influyen en el
comportamiento postural; los factores emocionales como, por ejemplo, la
tristeza, el cansancio, el agota- miento, o lo contrario, es decir, la alegría y el
bienestar, también pueden cambiar el comportamiento postural de una manera
drástica (Fig. 14).
Todas las facultades adquieren la aptitud funcional realizando su funció n. Si esta funció n
queda a cargo de un agente sustituto, en su naturaleza no se produ- ce ninguna de las
adaptaciones necesarias, sino que se deforma para adaptarse a los arreglos artificiales y no a
los arreglos naturales.
Herbert Spencer
190
POSTURA
Cu Percepc Emo
erp ión ción
o
Fig. 15. Interrelació n entre diferentes respuestas del organismo frente a los cambios
posturales motivados por un desorden físico o emocional.
En conclusión, se puede afirmar que para conseguir una óptima función postu-
ral es indispensable la relación entre todos los aspectos corporales (Fig.15).
191
Traumatismos
del sistema
fascial
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
184
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Fig. 1. Modelo integral del cuerpo con- Fig. 2. Modelo de la mecá nica postural
formado por bloques. En este modelo es con la orientació n de las proporciones
necesaria la acció n de la fuerza de la gra- corporales en una desventaja mecá nica.
vedad para mantener su integració n fun- Los segmentos anchos reposan sobre
cional. Sin embargo, las fuerzas una base muy estrecha. Cualquier aleja-
gravita- torias afectan a su estructura si miento de la línea vertical significa un
no está n distribuidas de una manera gran gasto energético para la recupera-
simétrica. (Modificado de Rolf, 1977.) ció n del equilibrio. (De Cailliet, 1977.)
Fig. 3. Modelo de los balones. Cada par- Fig. 4. Modelo basado en la integració n
te del cuerpo está representada por un miofascial. En este modelo se propone la
baló n. Los balones interactú an entre sí comunicació n corporal a través de la
en una integració n funcional. in- tegració n, segú n la teoría de
186
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
187
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
FENÓMENO DE COMPENSACIÓN
Los procesos compensadores no son extraños en el cuerpo, y se producen cuando
un segmento ayuda o sustituye la labor de otro, que se encuentra temporalmente
o definitivamente deshabilitado. En el aparato locomotor, los procesos compensa-
dores son frecuentes; en algunas ocasiones los utilizamos con el fin de devolverle
al cuerpo una función disminuida o imposibilitada (Fig. 6).
Las compensaciones mecánicas se dividen en dos grupos básicos: compensa-
ciones externas e internas. Un defecto anatómico, por ejemplo el acortamiento
de una de las extremidades inferiores, se puede corregir de dos maneras:
• A través de la compensación externa (programada): utilizando una alza (Fig. 7A).
• A través de la compensación interna (automáticamente realizada por el
cuer- po) desarrollando una desviación lateral escoliótica (Fig. 7B).
En el proceso de correcció n de las desviaciones del aparato locomotor afectado por el largo
proceso compensador, dirigido de una manera espontá nea por el cuerpo (una escoliosis), no se
deben realizar las compensaciones externas. En este tipo de situaciones, la correcció n interna
ya no es posible y lo ú nico que se logra es introducir otro tipo de descompensació n.
188
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A) (B)
ció n.
190
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A) (B)
(A) (B)
191
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
afectadas las
193
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A) (B)
(C) (D)
Fig. 8. El proceso compensador crea desventajas. (A) Una columna (en una estructu-
ra arquitectó nica, una palmera o la columna vertebral) está preparada para recibir la
carga gravitatoria sobre su eje (cuando se encuentra en la posició n vertical y las fuer-
zas que actú an sobre ella se distribuyen de una manera simétrica). En esta
posició n, soporta muy bien el peso y la carga a la que está sometida. Se crean
fuerzas de com- presió n (flechas) simétricas. La estructura está preparada para
soportarlas. (B) Cuan- do las fuerzas actú an de una manera asimétrica, la
estructura empieza a perder su verticalidad. Del lado de la carga aumenta la
compresió n y del lado opuesto se pro- duce el estiramiento (flechas). En
consecuencia, se crea una deformidad. (C) La carga se puede equilibrar de dos
maneras. La primera consiste en añ adir una carga de igual valor en el lado opuesto.
Esta acció n permite regresar a la verticalidad; sin embargo, aumenta la carga total
sobre la estructura (flechas). (D) La segunda opció n para equi- librar la carga es
aplicando una tracció n en el lado opuesto. El cuerpo actú a en este proceso
movilizando el aparato muscular, que se ve obligado a una acció n continua
(contracció n) para mantener la verticalidad. Los resultados negativos son dobles:
la estructura debe soportar una carga adicional y el mú sculo está sometido a un
trabajo adicional constante, con el desgaste de energía resultante.
194
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A)
(B)
(C)
Fig. 9b. Las estructuras inertes sometidas a una compresió n asimétrica como conse-
cuencia de una prolongada tensió n y la consiguiente retracció n muscular, desarro-
llan cambios degenerativos prematuros, como las artralgias y la osteoartritis. (De
Gunn, 1989.)
195
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Existe una relació n entre el grado de deterioro articular y la capacidad de am- plitud del
movimiento articular (Seyfried, 1983) (Fig. 11). Evaluando con dete- nimiento la amplitud y la
calidad del movimiento articular, se puede determi- nar el grado de los cambios articulares.
(A) (B)
(A) (B)
(C) (D)
(E) (F)
(G)
Fig. 11. El grado de deterioro de una articulació n debido al avance de los cambios
degenerativos se refleja en su capacidad para realizar el movimiento. (Modificado de
Seyfried, 1983.) (A) En una articulació n sana, es posible la realizació n del movimien-
to en su amplitud completa en contra de la resistencia. (B) En presencia de una dis-
tensió n, es posible la realizació n del movimiento en una amplitud limitada en contra
de la resistencia. (C) En presencia de una disfunció n, es posible la realizació n de un
movimiento en su amplitud completa sin resistencia. (D) En presencia de cambios
degenerativos leves (grado I), es posible la realizació n del movimiento en una ampli-
tud total disponible con resistencia algo menor de la habitual resistencia. (E) En pre-
sencia de cambios degenerativos má s avanzados (grado II), es posible la realizació n
del movimiento en una amplitud total disponible sin resistencia. (F) En presencia de
cambios degenerativos avanzados (grado III), es posible la realizació n del movimien-
to en una amplitud total disponible en suspensió n que elimina el peso de la extremi-
dad inferior. (G) En presencia de cambios degenerativos muy avanzados (grado IV),
es posible la realizació n del movimiento en una amplitud limitada en suspensió n,
que elimina el peso de la extremidad inferior.
197
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Disfunción Dolor
Desarrollo Prolongada
del patrón tensión muscular
de fijación defensiva
Sobrecarga Hipomovilidad
Desarrollo del
patrón
compensador
Fig. 12. El cuerpo sometido a estrés mecá nico o emocional prolongado crea sus pro-
pios sistemas de escape a travé s de diversos tipos de compensaciones. Sin
embargo, estas soluciones só lo dan un resultado positivo de forma temporal, creando
al mismo tiempo otras compensaciones. Con el tiempo, las posibilidades de nuevas
compensa- ciones se agotan y el cuerpo se encuentra sin salida, entrando en un
círculo vicioso de defensa, inflamació n, dolor y una progresiva e irreversible
disfunció n.
(A) (B)
Fig. 13. En una disfunció n del complejo articular del hombro, cuando el movimiento
de abducció n y flexió n es limitado o doloroso, el paciente inclina el tronco lateral-
mente para lograr la misma amplitud de movimiento (B).
los
200
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Mal
cont
uso
inuo
Sensac
de
ión
comodidad
Eng
a la
año
percepción
Le Le
extríns
intrín
sió sieca
nseca ón
Rup
tura
Pa
T rci
o al
t
a
l
Disfun
ción
(d
ol
or
)
201
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Las lesiones del sistema fascial (Fig. 17) (retracciones, adherencias, rupturas) se
pueden producir por tres razones básicas:
Fact
traumatizan
ores
tes
(co
rrer
)
202
C
(hipomovili (dolor
Ef de
audad) rodilla)
ec
sa TRAUMATISMOS
to DEL SISTEMA FASCIAL
203
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Rupturas Cicatrices
Desalineamiento
Fig. 17. Representació n grá fica de las diferentes etapas durante el proceso de trau-
matismo y reparació n de la fascia. (De Waintrub, 1999.)
Tensión
Elongación
204
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
lesión es el síndrome del túnel del carpo relacionado con los movimientos
repetitivos y el sostenimiento de la muñeca en la posición de extensión.
Es difícil explicar una lesión del sistema fascial y las consecuencias mencionadas
basándose solamente en un razonamiento típico para una lesión estructural. Nu-
merosas veces nos encontramos ante una lesión que no se puede analizar dentro
del marco de la fisiología mecánica del movimiento articular. Igualmente, la aplica-
ción de los procedimientos terapéuticos dirigidos principalmente a la eliminación
del dolor (p. ej., realizando diferentes formas de terapia, como las técnicas de
estiramiento, la liberación de puntos gatillo), obtienen tan sólo resultados positivos
parciales o temporales. Este proceso de adaptación a raíz de un traumatismo y la
compensación posterior, cambia la forma del funcionamiento muscular (Figs. 19 y
20). En condiciones normales, para realizar un determinado movimiento, se utili-
zan grupos musculares específicos. De esta forma se establecen los patrones de
movimiento característicos para cada persona, y así se puede, por ejemplo, recono-
Músculo Tendón
Tendón Hueso
Hueso
205
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
Fibra
Fibra muscular
muscular
H
H u
u e Tendón
e s
s Tendón o
o
(A) (B)
Fig. 20. Las restricciones del sistema fascial limitan la elasticidad de los tendones
para la realizació n de los movimientos laterales y disminuyen su capacidad de estira-
miento. Obsérvese la distancia entre la fibra muscular y el hueso en presencia de una
restricció n miofascial (A) y después de la liberació n de la restricció n (B). (Modifica-
do de Oschman, 1983.)
206
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A) (B)
(D)
(C)
Fig. 21. Representació n grá fica del comportamiento del sistema fascial en presencia
de entrecruzamientos: (A) Fascia libre de restricciones en reposo. (B) Fascia con res-
tricciones en reposo. (C) Respuesta de la fascia libre de restricciones al estirarla.
207
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
208
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
nas cinéticas, y los síntomas pueden ser rastreados y tratados indirectamente, ali-
neando las cadenas fasciales en relación con el foco inicial de la restricción
(Gray, 1993). La forma de transmisión de la tensión a través del sistema se realiza
a nivel molecular y estructural. Según el modelo de tensegridad, el cuerpo
reacciona ba- sándose en la tensión y la compresión, y no en la acción de
palancas, y puede ser estable independientemente de la fuerza gravitatoria. La
respuesta del tejido a la lesión no es la respuesta lineal (stress/strain), con
respecto a las fuerzas externas (Fig. 22). Al encontrar los cambios en un
determinado punto del cuerpo, se puede suponer que la lesión original se ha
producido en otro lugar, y que la acción tera- péutica en el lugar de la disfunción
tendría una respuesta inmediata y correctora en todas las áreas secundarias,
incluyendo el punto en el cual se manifestaron los síntomas. Las restricciones
en una región determinada pueden causar una reduc- ción de la amplitud del
movimiento en otras zonas, inclusive en las más distales. El área en la que el
paciente percibe el dolor está, por lo general, muy distante del sitio de los
puntos más sensitivos. Los puntos hipersensibles representan, general- mente, las
áreas de relativa fijación del sistema fascial. Estas áreas de hipermiotonía producen
la formación de las bandas de tensión que se extienden hacia las estruc- turas
periféricas. Al moverse periféricamente, desde el punto del foco primario de la
restricción, la estructura fascial del cuerpo transmite estas fuerzas sin que se
produzca ningún cambio de intensidad hacia el área del cuerpo que forma
una especie de interfase con la influencia mecánica externa. El cuerpo en
respuesta crea las áreas de una relativa fijación. Como resultado, se produce
un excesivo movimiento en las regiones del cuerpo que se extienden desde el
foco de la disfun- ción. Las fuerzas excesivas debidas a la presión del movimiento
repetido contra la
E
s
t
r
é
s
Tensión
209
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
210
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
barrera de restricción (para más detalles, véase el capítulo sobre evaluación del
síndrome de la disfunción miofascial) pueden causar una inflamación local o
dolor. El incremento de la deformación mecánica o el estiramiento dentro de ese
tejido pueden desencadenar una liberación de los mediadores químicos que
producen dolor. De esta forma, el dolor se manifiesta en el tejido que está
implicado en el proceso solamente de una manera secundaria. En consecuencia,
nos encontramos en presencia del dolor referido.
(A) (B)
Fig. 23. Representació n grá fica del sistema fascial. (A) Fascia equilibrada. (B) Forma-
ció n de bandas de tensió n dependiendo de la aplicació n de fuerzas.
211
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
213
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
215
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
216
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
(A) (B)
Fig. 24. Respuesta hidrostá tica del sistema fascial. (A) Una buena hidratació n permi-
te soportar cargas considerables y evitar lesiones. (B) La pérdida de agua debida a un
traumatismo o al proceso de envejecimiento disminuye la capacidad de resistencia
del tejido. Por esta razó n, el sistema fascial postraumático, así como también el de las
personas de edad, es má s propenso a sufrir lesiones.
200 Ruptura
100
0 1 2 3 4
Elongación en nm
217
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
¿Sería é ste el mismo proceso que observamos en la carne de animales viejos, que es má s dura
y fibrosa?
218
TRAUMATISMOS DEL SISTEMA TRAUMATISMOS DEL SISTEMA FASCIAL
FASCIAL
219
210
Evaluación
del síndrome
de disfunción
miofascial
y análisis de
los hallazgos
clínicos
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
213
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
INTRODUCCIÓN
Al iniciar el proceso de evaluación de las patologías del sistema fascial, hay que
formularse las siguientes preguntas:
• ¿Se puede clasificar la disfunción miofascial dentro del grupo de las disfun-
ciones somáticas?
El sistema fascial puede estar afectado por el estrés de origen funcional o es- tructural
incluso si la persona es considerada como relativamente sana.
Disfunción miofascial
215
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CLÍNICOS
dividen en
216
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CLÍNICOS
• Un problema congénito.
Cualquiera que sea la razón del acortamiento, el sistema miofascial sería capaz
de cambiar el comportamiento funcional de determinados componentes corpora-
les en la búsqueda del equilibrio funcional del resto del cuerpo para su
óptima función. El patrón de la compensación dependerá de la magnitud de los
cambios y de la eficacia del sistema fascial a la hora de coordinar esta acción. El
objetivo de la evaluación del sistema fascial es detectar los sitios de atrapamiento
que impiden la realización de un adecuado proceso de protección del cuerpo y
establecer los pa- trones de compensación.
BASES DE LA EVALUACIÓN
217
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CLÍNICOS
evaluación
218
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• Autonomía física:
– amplitud del movimiento articular;
– fuerza muscular;
– integridad de las estructuras inertes y contráctiles.
• Autonomía orgánica:
– capacidad cardiovascular;
– capacidad respiratoria;
– capacidad del equilibrio estático y dinámico.
• Autonomía sensorial:
– presencia de dolor;
– integridad visual;
– integridad auditiva;
– percepción del tacto;
– comprensión del lenguaje y la fonación;
– memoria;
– capacidad de juicio.
EVALUACIÓN GLOBAL
ANAMNESIS
219
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■
Calidad del dolor
Generalmente, el dolor de origen miofascial es sordo, molesto (fastidioso), de
una difícil ubicación y localización. Si el paciente describe un dolor específico de
fácil ubicación y reproducción, probablemente se trate de alguna patología
específica y no de dolor de origen miofascial.
■
Trastornos del sueño
El paciente llega a dormirse con dificultad y se despierta numerosas veces
durante la noche. Estos trastornos del sueño no se deben a la presencia de un
dolor especí- fico, preciso, que indicaría la presencia de una patología concreta, sino
a las moles- tias difusas. Por la mañana, la persona se siente fatigada.
■
Fatiga
Entre el 90 y el 100% de los pacientes refiere fatiga durante el día, incluso si
estuvieron relativamente inactivos.
■
El desarrollo diario de los patrones del dolor y la rigidez
Generalmente, el dolor y la rigidez son importantes al despertar. Posteriormente,
en el transcurso de la mañana, los síntomas se alivian y se mantienen constantes
durante el día. Su intensidad depende del grado de actividad que realice la
persona.
■
Medicación
Algunos fármacos antidepresivos ayudan al paciente, pero producen alteraciones
en la cuarta fase del sueño, influyendo negativamente en el tratamiento de
la disfunción miofascial.
■
Alergias
Un gran número de pacientes con síndrome miofascial refiere numerosas afeccio-
nes alérgicas.
APRECIACIÓN VISUAL
Una cuidadosa evaluación postural permite la realización de un
diagnósti- co no invasor, simple y eficiente.
220
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de movimiento. Los músculos se contraen y se expanden en respuesta a las
demandas
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223
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CLÍNICOS
del tronco:
224
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■
Nivel profundo (Fig. 2)
Está formado por la musculatura paravertebral que une funcionalmente la región
sacrococcígea con la región occipital. En el sacro, la fascia se extiende
lateralmen- te, atravesando la región glútea, y se dirige hasta la banda iliotibial. Las
restriccio- nes en este nivel pueden, en el proceso de compensaciones, reflejarse
en todo el trayecto de la banda. De esta forma, por ejemplo, las lesiones en la banda
iliotibial podrían reflejarse en la región suboccipital.
■
Nivel intermedio (Fig. 3)
Involucra a los músculos mencionados anteriormente, así como también al múscu-
lo dorsal ancho. De esta forma, en el caso de una restricción, el movimiento de
los brazos está comprometido.
■
Nivel superficial (Fig. 4)
Involucra al músculo trapecio. Esta conexión refuerza la unión de los brazos con
el tronco. Además, se forma el punto de refuerzo en el cruce entre el dorsal
ancho y el trapecio, a nivel de la unión dorsolumbar.
■
Banda púbica
Se inicia en el pubis, donde se aprecia una acumulación de grasa. Se extiende
lateralmente hacia la región trocantérea, cruzando la ingle y los ligamentos ingui-
225
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226
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■
Banda inguinal
228
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pueden transmitir por el sistema fascial del músculo glúteo mayor hasta la
cara posterolateral del muslo, así como también a lo largo de la masa común del
apara- to extensor de la columna, conectándose, de esta manera, con la columna
cervical y el cráneo.
■
Banda umbilical
■
Banda torácica
Se extiende desde la línea marcada por las tetillas, continúa lateralmente sobre
el borde inferior del músculo pectoral mayor y, posteriormente, hasta el mar-
gen lateral del músculo dorsal ancho. Finaliza a nivel de las apófisis espinosas
de D6-D7.
Fig. 7. Las flechas indican las líneas Fig. 8. Las flechas indican las líneas
de fuerza de la acció n de los mú sculos de fuerza de la acció n de los mú sculos
implicados en la coordinació n de los implicados en la coordinació n de los
movimientos entre la pelvis y las extre- movimientos entre la pelvis y las extre-
midades superiores: vista frontal. (Mo- midades superiores: vista posterior. (Mo-
dificado segú n Schultz; Feitis, 1996.) dificado segú n Schultz; Feitis, 1996.)
■
Banda del collarín
Se extiende desde las clavículas y las dos primeras costillas, y se dirige hasta el
acromion y el borde superior del omóplato, y finaliza en la parte posterior de
230
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la unión cervicodorsal. Las restricciones de esta banda afectan al funcionamiento
de
231
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■
Banda del mentón
Empieza en el borde inferior del mentón y se dirige hacia el hueso hioides. Poste-
riormente, continúa hacia el ángulo de la mandíbula, pasa por debajo de la oreja
y finaliza sobre la articulación atlantooccipital. Conecta entre sí el cráneo con la
co- lumna cervical. En la parte delantera, participa en la conexión entre el
hioides y la mandíbula. Sus restricciones afectan el funcionamiento de la ATM y,
generando una excesiva tensión, influyen en la formación de la posición protruida
de la cabe- za. Con la tensión de esta banda se ven afectados los músculos de la
lengua, pro- duciéndose en consecuencia trastornos en el habla, afectándose
también el fun- cionamiento del esófago y de la tráquea.
232
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■
Banda ocular
Se inicia en el entrecejo y, posteriormente, atravesando las cavidades oculares,
pasa por encima de las orejas y finaliza en la cresta occipital. Sus tensiones pueden
influir en el comportamiento mecánico de las suturas craneales.
Los hallazgos encontrados en el proceso de evaluación propuesto a continua-
ción reflejarán la presencia de los atrapamientos explicados con anterioridad. Estos
atrapamientos pueden producir cambios funcionales en todos los elementos del
sistema miofascial.
Esta fase de evaluación se debe realizar con el paciente descalzo y sin ropa, o
vestido con escasa ropa, para conseguir una buena visualización de todos los seg-
mentos corporales. La distancia entre el examinador y el paciente debe ser lo
sufi- cientemente larga para conseguir una perspectiva visual apropiada
(aproximada- mente 1.5 m).
• Asimetría fascial.
• Hipertonía muscular.
235
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(A) (B)
Fig. 10. Una observació n cuidadosa del cuerpo permite detectar el patró n de desvia-
ció n postural. La observació n del triá ngulo del talle y el aná lisis de la posició n de las
manos son las guías en este proceso. (A) Vista anterior. (B) Vista posterior.
caras laterales de los muslos, con los dedos a la misma distancia con respecto al
suelo. Al encontrarse con un cuerpo lateralmente desviado, una de las manos
esta- rá más abajo y la otra más arriba. Es recomendable la realización de una
medición con la cinta métrica, reservando los resultados para una futura
reevaluación.
La apreciación visual se realiza partiendo desde abajo, desde el nivel de los pies (al
contrario de lo acostumbrado en la evaluación postural con la plomada). Esta ma-
nera de evaluación permite detectar la forma en que el cuerpo distribuye el peso a
consecuencia de las desviaciones compensadoras, secuela de los atrapamientos
en el sistema fascial. El hallazgo más frecuentemente observado en esta fase de
236
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eva- luación es el acortamiento de una de las extremidades inferiores y sus
consiguien-
237
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■
Observación frontal (Fig. 11)
• Simetría del contorno de los muslos (cuadríceps, sartorio, aductores). Hay que
relacionar la posición de la pelvis: ascenso−descenso, proyección anterior−pro-
yección posterior. Se relacionará con la rotación interna de la extremidad inferior
y su sucesivo alargamiento o acortamiento funcional.
• Posición del esternón y las costillas. Los cambios de esta región se relacionan
con las disfunciones respiratorias y las patologías funcionales relacionadas con
la po- sición protruida de la cabeza. (Para más detalles véase la Tabla IV).
• Posición de la cabeza.
• Posición de la mandíbula.
• Simetría de la cara.
■
Observación posterior (Fig. 12)
• Simetría del contorno de los músculos gemelos (se deben comparar los gemelos
externo e interno de cada una de las piernas, así como también la simetría
entre los gemelos externos e internos de ambas piernas). La asimetría entre los
geme- los es uno de los hallazgos más frecuentes encontrados en la apreciación
visual.
239
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CLÍNICOS
profun- didad).
240
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■
Observación lateral (Fig. 13)
• Relación entre el pie y la pierna (el desequilibrio entre los músculos flexores y los
extensores debido a la restricción miofascial no permite colocar al pie en una
posición neutra).
241
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• Posición de la mandíbula
Este segmento de evaluación tiene como objetivo detectar las limitaciones, desvia-
ciones y compensaciones de los patrones normales del movimiento corporal. Los
cambios locales (por ejemplo, un genu flexum, probable secuela de una patología
del menisco) detectados durante esta fase deben ser evaluados posteriormente
con las estrategias apropiadas para la evaluación local, con los instrumentos ade-
cuados. El cuidadoso análisis de los movimientos globales permite que un
examina- dor detecte las zonas corporales en las que existen restricciones del
sistema fascial, muchas veces sin causar dolor al paciente durante la realización
de sus actividades habituales.
242
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CLÍNICOS
Resistencia final
■
Resistencia final fisiológica
• Fuerte: el movimiento está limitado por el choque óseo (extensión del codo).
243
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muscula- res endurecidas por la contracción (flexión del codo).
244
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■
Resistencia final patológica (puede estar relacionada con diferentes hallazgos
pa- tológicos):
• Resistencia esponjosa: en presencia de un edema.
• Resistencia dura: en presencia de cambios artríticos y fibrosis.
• Resistencia en resorte: espasmo, hipertonía o contractura muscular.
• Resistencia vacía: en presencia de dolor. Se observa la reducción de la
ampli- tud y la compensación del movimiento.
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado del paciente.
■
Procedimiento
El paciente, manteniendo las rodillas en extensión, debe llevar las manos, mediante
una progresiva flexión anterior de la columna, hacia los dedos de los pies. El
exami- nador debe medir la distancia entre la punta de los dedos y el suelo, o
la altura (muslo, pierna) a la que llegan los dedos.
■
Valoración
Con esta prueba se valora simultáneamente la amplitud del movimiento de
flexión de la columna vertebral, la movilidad de la articulación coxofemoral, así
como tam- bién la elasticidad de los músculos isquiotibiales. Paralelamente se
valorará el perfil de la flexión de la columna vertebral (cifosis flexible y cifosis fija).
La observación de una distancia importante entre las puntas de los dedos y el
suelo constituye un signo inespecífico que depende de:
• La movilidad de la columna vertebral, particularmente del segmento lumbar.
• La retracción de la musculatura isquiotibial.
245
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Signo de Ott
■
Objetivo:
Evaluar la movilidad de la columna dorsal.
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado del paciente.
■
Procedimiento
El terapeuta marca la apófisis espinosa de C7 y un punto situado 30 cm más
abajo, a lo largo de la línea de las apófisis espinosas. El paciente realiza primero
el movi- miento de flexión del tronco y luego el de extensión. El terapeuta, con
una cinta métrica, mide la distancia entre los dos puntos marcados en ambas
posiciones extremas.
■
Valoración
En condiciones normales, la distancia aumenta en flexión unos 2-4 cm, y en
exten- sión se reduce a 1-2 cm.
Signo de Schober
■
Objetivo
Evaluar la movilidad de la columna lumbar.
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado del paciente.
■
Procedimiento
El terapeuta marca la apófisis espinosa del primer segmento del sacro y un punto
10 cm más arriba sobre la línea de las apófisis espinosas. El paciente realiza
246
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
primero
247
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
En condiciones normales, la distancia aumenta en flexión aproximadamente unos
15 cm, y en extensión se reduce unos 8 cm.
■
Posición del paciente
Arrodillado en la camilla y apoyando las manos (apoyo de cuatro puntos).
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado de la camilla.
■
Procedimiento
El paciente debe realizar primero el movimiento de flexión completa del tronco
(la cabeza se dirige hacia abajo y la espalda hacia la flexión). Posteriormente,
debe realizar el movimiento inverso (la cabeza hacia arriba y la espalda hacia la
extensión).
■
Valoración
En condiciones normales, el movimiento debe ser amplio y coordinado. Los arcos
de la espalda deberían ser completos en ambas posiciones extremas, sin zonas de
aplanamiento. Se valora también la coordinación de los movimientos.
249
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CLÍNICOS
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado del paciente.
■
Procedimiento
El paciente realiza una progresiva flexión de las rodillas y las caderas,
colocándose en cuclillas. Si es necesario, la prueba debe realizarse con una buena
estabilización para asegurar el equilibrio.
■
Valoración
El terapeuta valora la simetría del movimiento y la seguridad en su ejecución, así
como una eventual presencia de patrones compensadores. La observación del
comportamiento de los talones permite valorar la elasticidad del músculo tríceps
sural. Si el paciente, desde el inicio de la prueba, eleva los talones del suelo, puede
Fig. 16. Prueba de cuclillas: vista la- Fig. 17. Prueba de cuclillas: vista ante-
teral. rior.
250
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
sugerir que existe una retracción del músculo tríceps sural. Numerosos pacientes
no logran completar la flexión, lo que puede significar una limitación de los movi-
mientos de flexión de las caderas y/o las rodillas. El terapeuta evalúa la
coordina- ción y la simetría de los movimientos del cuerpo. Hay que prestar
atención especial a los movimientos compensadores y desvelar así las zonas de
hipomovilidad. Hay que tener un cuidado especial con los pacientes afectados de
graves patologías en las rodillas y las caderas, o con implantes intraarticulares. No se
deben realizar más de tres repeticiones, debido al gran esfuerzo cardiovascular
que supone la realiza- ción de la prueba.
Valoración de la marcha
Se debe observar la marcha en todos los ángulos y con diversas velocidades. Hay
que fijarse en las fases y el ritmo de la marcha, pero también en los movimientos
de las escápulas, el tórax y el cuello.
Aunque los diagnósticos locales se pueden realizar evaluando cada una de las res-
tricciones y atrapamientos mencionados anteriormente, es recomendable llegar a
una conclusión global sobre las restricciones. Esto es posible mediante el
segui- miento de los patrones compensadores que adapta el sistema en la
búsqueda de una función adecuada frente a un acontecimiento traumático. El
traumatismo puede ser incluso muy pequeño, por ejemplo, a raíz de un
movimiento brusco o por encontrarse el cuerpo incómodo en una
determinada posición durante un tiempo prolongado. En ambas situaciones se
introducirá un impulso asimétrico al cuerpo que requerirá una compensación.
Los puntos de atrapamiento, las zonas de atrapamiento, así como también las
bandas de atrapamiento crean limitaciones funcionales, que se compensan auto-
máticamente por el sistema miofascial. Los patrones se dividen en dos grupos
bási- cos (Zink, 1979):
• Patrones compensados.
• Patrones descompensados
• Craneocervical.
• Cervicotorácica.
251
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
• Toracolumbar.
• Lumbopélvica.
Patrón compensado
Es un patrón ideal, lo que significa que el sistema fascial ha realizado una serie
de rotaciones compensadoras en las cuatro áreas, alternando la dirección de las
ten- siones del tejido entre un área y la otra.
• Patrón compensado común (Fig. 18) (en el 80% de las personas que presen-
tan el patrón compensado). En este patrón se observa una preferencia por
las desviaciones a la izquierda (I) en la región craneocervical, a la derecha
(D) en la región cervicotorácica, a la izquierda (I) en la región toracolumbar y,
final- mente, a la derecha (D) en la región lumbopélvica (I-D-I-D).
• Patrón compensado no común (Fig. 19) (en el 20% de los que presentan
el patrón compensado). En este patrón se observa una preferencia por las
des- viaciones a la derecha (D) en la región craneocervical, a la izquierda (I)
en la región cervicotorácica, a la derecha (D) en la región toracolumbar y,
final- mente, a la izquierda (I) en la región lumbopélvica (D-I-D-I).
Patrón descompensado
252
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
indicaciones para el tratamiento global de la disfunción miofascial. Cada una de
las cuatro áreas de la restricción se evalúa por separado.
253
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 20. Patró n descompensado unidi- Fig. 21. Patró n descompensado multi-
reccional de Zink. (Modificado segú n direccional de Zink. (Modificado se-
Zink, 1979.) gú n Zink, 1979.)
■
Área craneocervical
El terapeuta fija con una de sus manos la región suboccipital. Posteriormente, reali-
za un movimiento rotatorio a nivel fascial con el fin de encontrar la dirección del
movimiento facilitado. No es relevante la realización del movimiento de rotación
de la cabeza.
254
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Área cervicotorácica
El terapeuta coloca una de sus manos sobre la región esternal. Los dedos siguen
una dirección craneal y no deben sobrepasar la escotadura yugular del esternón.
Posteriormente, el terapeuta, aplicando una suave presión que impide el desliza-
miento de su mano sobre la piel del paciente, realiza el movimiento rotatorio. El
fulcro de movimiento se ubica en la muñeca. De nuevo, el terapeuta debe
identifi- car la dirección del movimiento facilitado.
■
Área toracolumbar
Para esta área se puede usar el procedimiento anterior, centrando la atención so-
bre los movimientos de la muñeca, permitiendo esta vez su movimiento.
Otra forma de evaluación para las áreas cervicotorácica y toracolumbar
consis- te en colocar las manos sobre ambos lados del esternón. Los dedos de una
de las manos apuntan en dirección caudal, y los de la otra, en dirección craneal.
Poste- riormente se realiza el movimiento rotatorio con ambas manos, primero a
la dere- cha y luego a la izquierda. Se nota el movimiento facilitado en el
segmento cervico- torácico y luego en el toracolumbar.
■
Área lumbopélvica
El terapeuta se coloca junto al paciente, ambos en bipedestación, y coloca una
de sus manos sobre la cadera contraria del paciente, ligeramente debajo de la
región glútea; la otra mano la coloca sobre la EIAS del lado en el que está
ubicado. A continuación realiza una intención de rotación de la pelvis del
paciente en direc- ción hacia él. Posteriormente, cambia la posición de las
manos, colocando una de ellas sobre la cadera del mismo lado en el que está
ubicado y la otra mano sobre la EIAS del lado opuesto, tratando de rotar la pelvis
en dirección contraria a la ante- rior. Se debe decidir la dirección del
movimiento facilitado.
Una vez finalizada la evaluación y anotados los hallazgos en un esquema
corpo- ral, se determina el diagnóstico final según las bases expuestas anteriormente.
Este esquema servirá de guía en la elección de los procedimientos terapéuticos
específi- cos para cada área involucrada en la patología de la disfunción
miofascial, como también para el proceso de reevaluación.
superficial õú
profundo seco õú
húmedo duro õú
blando
hipomóvil õú
hipermóvil agudo õú
sordo doloroso õú sin
256
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
dolor local õú difuso
rígido õú compresible
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Hiposensibilidad o hipersensibilidad
Puede producirse a consecuencia de alteraciones neurológicas, cambios alérgicos,
irritaciones extrínsecas mecánicas o químicas (rayos solares, frío).
Restricciones superficiales
El tono del tejido superficial es cambiante. Un tejido sano es elástico y tiene una
respuesta de resorte, regresando rápidamente a la posición y estado original des-
pués de aplicarle la presión. (Para más detalles, véase el capítulo sobre la biomecá-
nica del sistema fascial.) El tejido con un problema agudo responde a la palpación
como una estructura congestionada. El tejido con un problema crónico tiene una
respuesta más dura o esponjosa, lo que probablemente se debe al cambio de den-
sidad de las fibras de colágeno. Puede incluso volverse fibrótico, con su extrema
expresión en forma de cicatriz.
259
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
una acción muscular normal y fisiológica. Sin embargo, las restricciones del movi-
miento tisular se pueden presentar también en otros tejidos, como:
• La piel.
• La fascia.
• Los músculos.
• Los ligamentos.
• Las cápsulas y otras estructuras articulares.
Una limitación funcional puede estar producida por una barrera patológica
que restringe el movimiento tisular. Sin embargo, hay que destacar la existencia
de las barreras fisiológicas, que pueden limitar el movimiento en un recorrido
articular normal. Por esta razón, al realizar la evaluación se debe distinguir
entre:
■
Barrera anatómica
Define la amplitud del movimiento total a nivel articular, así como también a
nivel tisular. Es la amplitud fisiológica total sin restricciones. Si se tratara de
incrementar esta amplitud, se lesionarían los tejidos de sostén articular (la fascia, los
músculos, los ligamentos, e incluso los huesos).
■
Barrera elástica
Define la amplitud del movimiento pasivo. El límite de este movimiento se puede
describir como una sensación elástica. Al llegar a esta barrera, se considera que
todos los tejidos periarticulares se encuentran en tensión. Existe un espacio muy
reducido, denominado espacio parafisiológico (Sandoz), entre la barrera anatómi-
260
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
ca y la barrera elástica.
261
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Barrera anatómica
Barrera elástica
Barrera fisiológica
Barrera
de restricción miofascial
Fig. 22a. Representació n grá fica de las barreras de restricció n a nivel articular.
■
Barrera fisiológica
■
Barrera de restricción miofascial (barrera patológica)
Define la amplitud limitada por la restricción del sistema fascial. Este tipo de restric-
ción se clasifica, por lo general, de un modo erróneo, como la restricción caracterís-
tica de las personas de edad avanzada. Sin embargo, hay que subrayar la posibili-
dad de que este tipo de restricción exista en personas de cualquier edad, debido
a la disfunción del sistema fascial.
262
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
La barrera restrictiva es un punto en el que el sistema no puede avanzar má s allá del á rea
restringida. Cuando se alcanza una barrera y se aplica una fuerza para moverla y, por lo tanto,
acercarse má s a la barrera fisioló gica, se aplica una acció n directa. Cualquier otra acció n mecá nica
que se aplica en sentido contra- rio, basá ndose en los mecanismos reflejos, la reducció n aferente o
en los princi- pios de respuesta celular, significa una acció n indirecta. Con la acció n directa se
contacta directamente con la barrera; con la acció n indirecta se mueve el tejido en el sentido
contrario a la restricció n. Esta acció n se realiza hasta que se logra un equilibrio en el sistema
fascial en todas las direcciones, en todos los planos y en todos los niveles. En algunos tipos de
manipulació n, por ejemplo, se detecta solamente la barrera rotatoria, se accede a ella y,
posteriormente, se procede al tratamiento manipulativo. La propuesta funcional aplicada en las
técnicas de inducció n miofascial sugiere, en primer lugar, vencer seis barreras consecutivas antes
de proceder a las técnicas de manipulació n con impulso (thrust). (Sandweiss, 2002.)
■
Posición del paciente
En bipedestación o tumbado en la camilla en posición prona o supina, dependien-
do de la región corporal a evaluar.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, al lado del paciente.
■
Procedimiento
Para evaluar las zonas extensas como, por ejemplo, la espalda o el muslo, el
tera- peuta coloca primero sus manos (palmas hacia abajo) sobre el segmento del
cuer- po a evaluar. Se debe tratar de acoplar la mano a la piel consiguiendo el
máximo contacto posible. Los dedos deben estar ligeramente en abducción. El
terapeuta no debe ejercer una presión fuerte sobre el cuerpo del paciente. Al
evaluar las zonas más pequeñas como, por ejemplo, la cara o la mano, se puede
aplicar pre- sión solamente con los dedos. Una vez acopladas las manos del
263
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
terapeuta a la piel
264
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración:
La sensación que debe percibir el terapeuta es como si las manos estuviesen
pega- das a la piel. Se deben realizar los movimientos en todas las direcciones y,
de esta forma, determinar el lado, la dirección exacta y la superficie del
movimiento res- tringido.
■
Posición del paciente
En decúbito prono sobre la camilla, con los brazos paralelos al tronco.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, al lado del paciente.
■
Procedimiento
El terapeuta toma un pliegue cutáneo entre los dedos pulgar e índice y lo desplaza
a lo largo del tronco o de las extremidades, transversalmente al recorrido del
dermatoma.
■
Valoración
Se evalúa la presencia de un estiramiento cutáneo anormal, así como la
consisten- cia del pliegue (pastosa o edematosa) y la ausencia de desplazamiento
de la piel. Mediante la palpación se pueden apreciar rigideces musculares
regionales superfi- ciales o profundas, así como disfunciones vegetativas
(aumento de la temperatura local y de la sudación). Donde se observa una
zona de hiperalgesia, el pliegue cutáneo es de consistencia dura y firme, difícil
de estirar y levantar, y muestra resistencia al desplazamiento; el paciente se
queja de dolor. Las zonas de hiperal- gesia, la rigidez muscular y los trastornos
265
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
vegetativos sugieren alteraciones de las articulaciones intervertebrales o
intercostales.
266
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Barreras
de restricción
miofascial
Barrera
anatómica
Fig. 22b. Representació n grá fica de las barreras de restricció n del sistema miofascial
profundo.
• Cambios en la textura.
• Asimetría.
• Restricción de la movilidad superficial y profunda.
• Respuesta vasomotora: observando el aumento del calor y el enrojecimiento
de la piel en partes distales del cuerpo.
• Presencia de zonas de hipersensibilidad.
267
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
leja- nos. Estos lugares son, por lo general, protuberancias óseas, puntos de
inser-
268
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Posición del paciente
En decúbito lateral.
■
Posición del terapeuta
Sentado en una silla, detrás del paciente.
■
Procedimiento
El terapeuta coloca una de sus manos sobre el sacro y la otra sobre la base
del cráneo. A continuación evalúa la elasticidad de la duramadre, observando la
ampli- tud y la sincronización del movimiento entre el sacro y el cráneo.
269
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
Al detectar la dirección de la restricción, el terapeuta trata de exagerar el movi-
miento en dirección opuesta a la dirección de facilitación restringida. A continua-
ción reevalúa la amplitud del movimiento en ambas direcciones. Si es necesario,
se debe repetir todo el procedimiento hasta obtener la simetría completa.
Conclusión
Según el esquema propuesto, en el proceso de evaluación inicial debería aplicarse
una evaluación global a cada paciente. Posteriormente, de acuerdo a las
necesida- des particulares de cada paciente, se realizará la evaluación específica,
que se divi- de en dos grupos: la del cuadrante superior y la del cuadrante
inferior. Estas eva- luaciones permiten acercarse a un diagnóstico más preciso.
270
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
A-1
TABLA I. Relación entre los músculos fásicos (debilitados)
y posturales (retraídos) de la mitad superior
Respuesta
Músculo a la disfunción Secuelas de la disfunción
A-2
TABLA I. Relación entre los músculos fásicos (debilitados)
y posturales (retraídos) de la mitad inferior
Respuesta
Músculo a la disfunción Secuelas de la disfunción
(Continúa)
251
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Respuesta
Músculo a la disfunción Secuelas de la disfunción
252
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(Continúa)
253
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Área dorsal media • El complejo articular del hombro, el brazo, los múscu-
(entre D4 y D7) los romboides y el músculo trapecio medio.
• La caja torácica superior.
• Región suboccipital.
• Articulaciones costovertebrales.
254
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
256
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(von Piekartz, 2001; Sakuta, 1989; Braun, 1991; Watson, 1993). Se considera que
el grado de desequilibrio muscular determina el grado de protrusión de la
cabeza (Krout, 1966; Cailliet, 1989). El desequilibrio favorece la acción de la
fuerza gravita- toria, lo que fija este patrón de comportamiento (Fig. 26). El
progreso de los cambios crea sobrecargas y, posteriormente, de una manera
inevitable, favorece la formación de cambios degenerativos prematuros en el
sistema periarticular y articular.
G G
PP
T T
X Y X1 Y1
G G
257
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
da en los mú sculos de la nuca para sostener el peso relativamente incrementado de
la cabeza. (Segú n Cailliet, 1989.)
258
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
derablemente el campo visual (Fig. 27A). La acción correctora por parte del cuerpo
es un movimiento de elevación de la cabeza (Fig. 27B). A consecuencia de ello, el
plano de la vista se coloca, de nuevo, en posición horizontal, lo que permite am-
pliar el campo visual. Sin embargo, este automático movimiento
compensador, fácil y cómodo de realizar, es erróneo desde el punto de vista
correctivo, y provoca la posición protruida de la cabeza (Fig. 27C). Habría que
enderezar la espalda, realizando el movimiento de extensión de la columna
dorsal; sin embargo, repeti- mos este error con mucha frecuencia hasta que se
convierte en un hábito, con lo que este comportamiento, así como también la
posición protruida, se vuelven có- modos y el cuerpo los adopta en otras
actividades diarias (Fig. 28).
Desde el punto de vista biomecánico, al protruir la cabeza se realizan dos mo-
vimientos opuestos en la columna cervical: flexión en la parte inferior (C3-D1) y
extensión en la columna cervical superior (C0−C3) (Tabla III)C . En consecuen-
cia, la curvatura lordótica de la columna cervical cambia gradualmente. En la posi-
Fig. 27. Una de las «actividades» má s traumá ticas para el sistema fascial del cua-
drante superior del cuerpo es la prolongada e incorrecta posició n sedente, la que
adoptamos en una gran parte de las actividades de la vida diaria. Lamentablemente,
este há bito postural se crea a temprana edad, a raíz de diversas «actividades» que
realizan los jó venes, incluso los que «practican deportes» con el joystick o el rató n
del ordenador. Entretenidos largas horas en apasionantes actividades, no prestan la
atenció n suficiente a su postura. Las consecuencias del desequilibrio postural creado
por el erró neo comportamiento postural pronto se manifiestan con diversas patolo-
gías, que afectarán no solamente a un eficiente desenvolvimiento del aparato loco-
motor, sino gradualmente también a otros sistemas corporales.
259
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 29. El progresivo cambio del equilibrio postural entre la columna cervical supe-
rior y la columna cervical inferior traslada el pico de la curvatura lordó tica hacia los
segmentos cervicales altos. Esto constituye un lento proceso de desequilibrio funcio-
nal de la columna cervical, que se deteriora con el paso de los añ os por un inadecua-
do comportamiento funcional.
260
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
262
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
EVALUACIÓN
APRECIACIÓN VISUAL
Hay que observar el cuerpo en tres proyecciones, para detectar las desviaciones y
compensaciones posturales:
263
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
264
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 34. En la apreciació n
visual reali- zada de lado
se debe prestar una aten-
ció n especial a:
• Posició n de la cabeza y
su relació n con el
tronco:
– Protrusió n á retracció n.
• Posició n de la columna dorsal:
– Posició n cifó tica á
posició n apla- nada.
265
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
PRUEBAS FUNCIONALES
Las pruebas sistemáticas de valoración (la goniometría y la evaluación de la
fuerza muscular) utilizadas ampliamente en el proceso de evaluación
fisioterapéutica, aun- que aportan informaciones básicas sobre el estado del
aparato locomotor, no son herramientas suficientes para asegurar un correcto
funcionamiento del sistema mio- fascial en la mitad superior del cuerpo. La
disfunción del sistema altera la estabilidad postural. El proceso compensador, a
consecuencia de las restricciones del sistema miofascial, altera el funcionamiento
del sistema muscular y puede confundir al evaluador. Por esta razón, es
recomendable la realización de las pruebas funcionales. El objetivo es detectar, a
través de ellas, el comportamiento funcional dentro del alterado sinergismo del
cuerpo, analizando sus asimetrías, restricciones, compensa- ciones y limitaciones.
De esta forma se logra realizar un diagnóstico diferencial.
267
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
una elevación forzosa de la cabeza, proceso que facilita la aparición del hábito
de adoptar una postura con la cabeza protruida (Fig. 35).
■
Objetivo
Evaluar la amplitud de la retracción de la cabeza durante el movimiento de sentarse
o levantarse de la silla.
■
Posición del paciente
En bipedestación frente a una silla.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado de la silla.
■
Procedimiento
Para la realización de la prueba se debe sujetar una cinta métrica detrás de la cabeza
del paciente y, posteriormente, marcar un punto de referencia. Es aconsejable
marcar la apófisis espinosa de C7 o D1, con el marcador. Luego, el paciente, de
una manera natural, debe sentarse en la silla. Mientras el paciente realiza este
movimiento, el tera- peuta, colocado al lado del paciente, observa cuántos
centímetros se ha movido la cinta con respecto al punto marcado anteriormente
sobre la piel del paciente (Fig. 36).
268
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(C) Forma correcta de sentarse en la silla.
269
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
Se considera que una diferencia de 3 a 6 cm indica un comportamiento postural
correcto durante esta actividad.
270
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
el
271
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 37. Prueba de la eficacia de los Fig. 38. Prueba de la eficacia de los
mú sculos flexores profundos de la nuca. mú sculos flexores profundos de la nuca.
Respuesta de los mú sculos eficiente. Respuesta de los mú sculos deficiente.
■
Posición del paciente
En decúbito prono, apoyándose sobre los codos y adoptando la posición de es-
finge.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación al lado de la camilla.
■
Procedimiento
Se permite que el paciente relaje la cabeza, de tal forma que quede
colgando influida por la fuerza de la gravedad. Posteriormente, el paciente debe
272
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
retraer la
273
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
Si el paciente realiza movimientos compensadores con los hombros y con los
músculos interescapulares cuando desaparece la flexión cervical, o se manifiesta
una desviación en el plano sagital, indica que la fuerza de los profundos
extensores de la nuca está reducida.
La prueba pone de manifiesto la capacidad del cuerpo para mantener una
rela- ción correcta (sinergia) entre la cabeza á el cuello, el cuello á el dorso.
■
Posición del paciente
En bipedestación o en sedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación frente al paciente.
■
Ejecución de la prueba
El paciente eleva lentamente un brazo mediante flexión hasta donde le sea
posible. Se repite la ejecución de la prueba con el otro brazo.
274
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
En condiciones normales, el brazo y el resto de la extremidad superior deben
moverse de forma independiente con respecto a la columna cervical y el tronco. El
brazo debe poder llegar así hasta la posición vertical (Fig. 40). La prueba es positiva
si se observa una flexión lateral de la columna cervical hacia el lado de la restricción
(Fig. 41), acom- pañada de una rotación. El movimiento rotatorio puede
producirse en la dirección homo o contralateral, dependiendo de la fuerza de
determinados grupos musculares que predominan al realizar los movimientos. El
patrón del movimiento de desviación de la cabeza indica debilidad de los
estabilizadores de la columna cervical e hiperactivi- dad del trapecio y el músculo
angular del omóplato. El movimiento de la columna cervical es compensador. En
los pacientes con cambios incipientes (cuando todavía no se observan los
movimientos compensadores) se puede palpar la musculatura paraver- tebral a
ambos lados de la línea de las apófisis espinosas para detectar el desequilibrio.
275
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
En bipedestación detrás del paciente.
276
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Ejecución de la prueba:
El paciente eleva los brazos de una manera alterna. El terapeuta observa los
movi- mientos de la escápula (Fig. 42).
■
Valoración
La migración de la escápula hacia arriba indica que existe un desequilibrio entre el
músculo trapecio superior y el músculo serrato mayor. El predomino en la sinergia
del movimiento indica la predominancia del músculo trapecio superior.
277
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
En numerosas ocasiones, la limitación de los movimientos en la articulación gle-
nohumeral se debe a los cambios degenerativos de origen articular. Se conside-
ra que la retracción capsular es el primer síntoma de los cambios degenerativos
en esta articulación (Seyfried, 1994). La limitación del movimiento de uno de los
lados indica una retracción capsular. La prueba permite realizar el diagnóstico di-
ferencial y detectar, de una manera precoz, el inicio de los cambios
degenerativos de la articulación glenohumeral a diferencia de los cambios de
origen miofascial.
■
Objetivo
Valorar la elasticidad de los músculos pectorales mayores y menores.
■
Posición del paciente
El paciente está sentado en la camilla con las piernas cruzadas, para asegurar la
posición de la lordosis lumbar y evitar la aparición de compensaciones (Fig. 44).
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, detrás del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El paciente eleva los brazos hasta sentir resistencia. El terapeuta mide la
278
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
distancia entre el brazo y la pared. No se debe permitir la flexión de los
codos.
279
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
En condiciones normales, el paciente debe tocar la pared con sus manos.
■
Alternativa
El paciente se coloca de pie acercando la espalda hacia la pared. Los pies deben
separarse de la pared unos 30 cm, y la región lumbar debe apoyarse sobre la
pared; de esta forma, se evitan las compensaciones. Posteriormente, se procede
de la misma forma que en el ejemplo anterior.
Prueba de Kibler
■
Objetivo
Evaluar la función estabilizadora de la musculatura escapular con respecto al eje
vertebral.
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, detrás del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta sostiene, entre sus dedos índices y pulgares, los ángulos inferiores de
ambas escápulas. Se marca el punto de intersección entre una línea que una estos
280
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
dos puntos y la línea media, tomando este último como referencia. Se realizan
tres pruebas:
Fig. 45. Prueba de Kibler: fase I. Fig. 46. Prueba de Kibler: fase II.
281
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
Un deslizamiento lateral excesivo y el desprendimiento del borde escapular interno
son señales de la ineficacia de la musculatura estabilizadora del omóplato.
Además:
■
Posición del paciente
Decúbito supino.
■
Posición del terapeuta
Sentado, al lado de la camilla.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta coloca una de sus manos sobre el esternón y la otra mano sobre
el abdomen. Se pide al paciente que respire de una manera natural. El
terapeuta observa el movimiento de sus manos.
■
Valoración
En condiciones normales, las dos manos deben moverse de un modo rítmico y con
una elevación y descenso simétricos. La mano en la que se registra un mayor
movi- miento indica el predominio de la respiración torácica o abdominal,
282
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
respectiva- mente.
283
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Objetivo
Evaluar la amplitud del movimiento del tórax durante la inspiración y la
espiración profundas.
■
Posición del paciente
En bipedestación o sentado con los brazos sueltos a lo largo del tronco.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, al lado del paciente.
■
Ejecución de la prueba
La diferencia de amplitud se mide en inspiración y espiración forzadas. La cinta
métrica se coloca a la altura de los ángulos inferiores de los omóplatos, en la
parte posterior; en las mujeres por encima de los pechos y en los varones por
debajo, en la parte anterior del tórax.
■
Valoración
La diferencia de amplitud del tórax entre la inspiración y la espiración máximas
oscila entre 3.5 y 6 cm.
■
Posición del paciente
Sentado.
■
Posición del terapeuta
En bipedestación, al lado del paciente.
284
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Ejecución de la prueba
El paciente abre la boca hasta su máxima amplitud. El terapeuta mide, con la
cinta métrica, la apertura de la boca entre los dientes incisivos superiores e
inferiores. En condiciones normales, la apertura es de 42 mm (Barnes, 1970).
■
Valoración
La reducción de la amplitud puede indicar una limitación funcional de la
ATM. Ante este hallazgo se debe proceder a una evaluación completa de la ATM,
anali- zando:
■
Posición del paciente
En bipedestación.
■
Posición del terapeuta
Sentado o en bipedestación detrás del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El paciente realiza una flexión anterior progresiva del tronco.
■
Valoración
Si al realizar una inclinación se corrige o se reduce la curvatura escoliótica, la esco-
liosis es funcional; si se produce una deformación con aparición de una gibosidad
en un lado del tórax o de la zona lumbar, se trata de un trastorno de tipo
estructural.
OBSERVACIONES FINALES
287
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
no enfoca- da solamente en la región de la disfunción o el dolor local.
288
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
277
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
anterior y escalonado de la vértebra
superior sobre la inferior.
278
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(Continúa)
279
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Rx cortesía del Dr. Ángel Seara, Departamento de Radiología, Centro Médico de Caracas, Venezuela.
280
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(Continúa)
281
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
5. Presión sobre los nervios oc- La retracción de los músculos suboccipitales puede pro-
cipitales. ducir una presión sobre los nervios suboccipitales y un
posible dolor de la cabeza, frontal o suboccipital, por la
inervación de la fascia. La prolongada compresión y so-
brecarga en las articulaciones cigapofisarias puede in-
ducir a un prematuro proceso de cambios degenerati-
vos. En esta región, el espacio intraarticular es
Nervio mínimo debido a la posición de extensión de una
Nervio occipital
occipital menor articulación sobre la otra. Debido a la compresión, los
mayor nervios occi- pital mayor y menor también quedan
involucrados y, probablemente, atrapados entre los
osteofitos en for- mación. Debemos recordar que el
nervio occipital ma- yor parte del ramo posterior del
segundo nervio espinal cervical. Sale entre el axis y el
músculo oblicuo inferior de la cabeza, perfora el
músculo trapecio e inerva la piel del occipucio, así
como la musculatura de la nuca. El nervio occipital
menor está formado por el ramo cu- táneo superior
del plexo cervical que rodea el borde posterior del
músculo esternocleidomastoideo, y se dis- tribuye por la
piel del occipucio, comunicándose late- ralmente con
el nervio occipital mayor (Feneis, 2000). Además, el
trayecto espinal del quinto nervio craneal se extiende
hacia la médula y hacia el nivel de C2 o C3. El
compromiso de prolongada tensión del sistema
(Continúa)
280
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
miofas- cial puede estimular al nervio trigémino y
disparar los síntomas asociados con su patología
(Rocabado, 1981).
(Continúa)
281
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
8. Excesivo estiramiento de los Los cambios se observan en los músculos flexores del
músculos prevertebrales. cuello, particularmente en los músculos infrahioideos,
lo que induce a su progresiva elongación y debilidad.
En consecuencia, se produce la elevación del hueso
hioides y el progresivo acortamiento de los músculos
suprahioideos, lo que promueve el acortamiento de la
musculatura suboccipital (Rocabado, 1981).
(Continúa)
282
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
(Continúa)
283
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
10. Desequilibrio entre los múscu- La progresiva protrusión de la cabeza incrementa el de-
los prevertebrales sequilibrio entre la musculatura paravertebral y prever-
(progresivo debilitamiento) y tebral y, en consecuencia, afecta al libre movimiento
los paraver- tebrales del brazo, que debería moverse de forma independien-
(progresiva retrac- ción). te con respecto al tórax. En consecuencia, se produce el
aplanamiento (también hipomovilidad) del segmento
superior del tórax y el ascenso de los hombros.
Nervio Primera
supraescapular costilla
(Continúa)
285
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
17. Limitación del movimiento La respiración se dificulta aún más por la limitación del
anteroposterior de la movimiento anteroposterior de la primera costilla, atra-
prime- ra costilla. pada por el desequilibrio miofascial mencionado.
(Continúa)
286
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
19. Desarrollo de los puntos ga- Considerando que la formación de puntos gatillo
tillo en los músculos involu- re- presenta una de las fases en el desarrollo del
crados (de Travell y Simons, síndrome de disfunción miofascial, su presencia en esta
1992). etapa de los cambios se considera natural.
(Continúa)
287
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Hallazgo Interpretación
clínico
21. Obstrucción de las vías res- La obstrucción del paso de aire por las cavidades
piratorias. nasa- les obliga a la lengua a bajar su posición dentro
de la boca, con el fin de ampliar el espacio entre la
Paladar duro lengua y el paladar duro. La lengua se mueve hacia
Paladar blando delante, lo que estimula la apertura de la boca y la
depresión de la mandíbula. En consecuencia, se
produce la extensión de la cabeza y se aumenta su
posición protruida (Vig et al, 1980).
286
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Introducción
Son comunes los intentos, por parte de los padres, de acelerar el proceso de inicio de la marcha de
un niñ o, obligá ndole a adoptar la posició n bípeda y, posteriormente, a caminar de una manera
prematura. Con este fin se utilizan diferentes artefactos como, por ejemplo, una andadera, que
puede deformar el proceso natural de desarrollo del sostén del sistema miofascial, lo que con el
tiempo podría facilitar un proceso de deformaciones articulares y ó seas. En esta etapa, el cuerpo
del niñ o se encuentra en un estado de inmadurez miofas- cial y el sistema aú n no está listo para
encargarse de la labor de sosté n del peso corporal. Por esta razó n, un soporte artificial podría
interferir en el proceso normal de la maduració n del sistema fascial.
DIFICULTADES MECÁNICAS
El análisis funcional del sistema miofascial de la mitad inferior requiere una visión
global, similar al enfoque aplicado para la mitad superior del cuerpo. En primer
tér- mino, debe enfocarse hacia la gran movilidad de la que goza este segmento
en el plano sagital. Simplificando los acontecimientos biomecánicos que se
desarrollan durante los movimientos en la región lumbopélvica, hay que afirmar
que práctica- mente cada movimiento depende de una acción simultánea en los
cuatro niveles:
• Lumbar.
• Lumbosacro.
• Sacroilíaco.
288
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
• Coxofemoral.
289
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CLÍNICOS
Las conexiones entre los cuatro niveles mencionados se realizan, a través del
sistema fascial, de un modo directo o indirecto. El ejemplo de una conexión
directa es el músculo psoas, que conecta entre sí todos los niveles mencionados.
Entre las conexiones indirectas cabe destacar la importancia de la fascia
toracolumbar en este proceso, particularmente en las conexiones funcionales a nivel
de las articula- ciones sacroilíacas (para más detalles, remitimos al lector al
capítulo sobre biome- cánica del sistema miofascial). Otro punto relevante es la
estabilidad de la pelvis respecto a las extremidades inferiores. En el proceso de
estabilidad, el apoyo del sistema inerte capsuloligamentoso no brinda una ayuda
eficiente cuando el cuerpo se encuentra en una posición bípeda neutra. Por
esta razón, el equilibrio de la pelvis está, en esta posición, a cargo del sistema
muscular (Fig. 50). En consecuen- cia, la disfunción miofascial de cualquier grupo
muscular relacionado con la biome- cánica de la pelvis en el plano sagital cambia
el comportamiento funcional del resto de los músculos, afectando a su eficacia
mecánica en lo que respecta a la precisión, la velocidad, la fuerza y la
resistencia de sus acciones. Por otro lado, la región pélvica se puede comparar
con una caja cerrada entre cuatro paredes, representa- das por el aparato
extensor, por detrás; el suelo pélvico, por debajo; los músculos abdominales
(particularmente los transversos del abdomen) por delante; y el dia- fragma, por
arriba (Fig. 51). Así, los cambios de la región lumbopélvica influirán también en el
proceso respiratorio y en las actividades motoras de las extremida- des
inferiores.
Fig. 50. De una manera esquemá tica, la pelvis se puede comparar con una semiesfe-
ra. En la grá fica, el eje horizontal representa una línea imaginaria que une las
articu- laciones coxofemorales. Las líneas verticales representan ambos fé mures.
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CLÍNICOS
Diafragma
Músculo
multífido
Músculos
transversos
del abdomen
Sacro
Pubis
Suelo pélvico
Fig. 51. Marco funcional de la regió n lumbopélvica, representado por cuatro grupos
musculares: el diafragma, el multífido, los mú sculos del suelo de la pelvis y los trans-
versos del abdomen.
• Escoliosis tipo S, con ascenso del hombro del mismo lado del ascenso de la
pelvis.
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 52. Típica posició n que adopta el paciente con discrepancia en la longitud de
las extremidades inferiores.
• Escoliosis tipo C, con ascenso del hombro del lado contrario del ascenso
de la pelvis. Esto sucede generalmente cuando las diferencias son
pequeñas, de hasta 0.6 cm (Travell; Simons, 1983).
Frente a una decisió n clínica, y para evitar los errores, se recomienda la realiza- ció n de una
medició n radioló gica de la longitud de las extremidades inferiores antes de tomar la decisió n
de colocar un soporte de correcció n externa cuando se sospeche una disparidad estructural en
la longitud de las extremidades infe- riores.
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
ADHERENCIAS DE LA DURAMADRE
Los síndromes dolorosos de la región lumbopélvica pueden relacionarse con
las adherencias patológicas de la duramadre en su recorrido a lo largo del
segmento lumbar de la columna vertebral. Considerando las membranas
dentro del canal medular, particularmente a la duramadre, como parte integral del
sistema fascial del cuerpo (para más detalles véase el capítulo sobre anatomía del
sistema fascial) es importante mencionar este tipo de patologías en su relación
con el sistema fascial.
Las investigaciones de Spencer e Irwin (Spencer; Irwin, 1956) revelan que la
su- perficie ventral de la duramadre se encuentra con frecuencia adherida a las
estructu- ras opuestas en su recorrido por el segmento inferior del canal espinal.
Estas fijacio- nes no corresponden al recorrido de los ligamentos de Hofmann
(Parke W, 1990) y se consideran como adherencias patológicas. Una rotura del
disco intervertebral acompañada por la extrusión posterior o posterolateral del
material del núcleo pul- poso puede generar un cuadro doloroso de dos
maneras: la primera se produce a raíz de una neuritis provocada por la
tracción o compresión de una raíz nerviosa determinada, y la segunda, a raíz
de una distorsión directa o ruptura del nervio dentro del lecho del tejido
conectivo que envuelve el segmento motor involucrado en la patología. Parke
(Parke W., 1990) sugiere la posibilidad de que las adherencias entre la duramadre
y el ligamento longitudinal posterior puedan ser la fuente de cuadros dolorosos
en las patologías relacionadas con la herniación de los discos en la región lumbar.
Es curioso observar que el mayor porcentaje de las adherencias se observa a nivel
de L4-L5 (Fig. 54). Este punto está considerado como el de mayor angulación
293
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CLÍNICOS
del canal medular y el responsble de un repentino incremento de la lor-
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
40%
36% Adherencias densas
Fijaciones
18% 16%
2% 0 0
L1
L5 L4 L3 L2
dosis lumbar, lo que podría reducir la dimensión anteroposterior del receso lateral
en su relación con el abultamiento del ligamento amarillo. Formada de esta
manera, la estrechez podría, según Parke, contribuir a la formación de los
atrapamientos.
EVALUACIÓN
APRECIACIÓN VISUAL
Patrón de la desviación
■
Triángulo del talle (Fig. 55)
Es útil, como primer paso en el proceso de evaluación de la mitad inferior,
«ubicar al cuerpo en el espacio». A través de este proceso, el terapeuta, de
forma inequívo- ca, puede determinar la dirección de la desviación lateral, así
como también de la rotación del cuerpo. Esta observación rápida y sencilla será
muy práctica también en el proceso de reevaluación. Los parámetros de
evaluación son los siguientes:
• En presencia de una desviación lateral, se debe observar la apertura
asimétrica entre la extremidad superior y el tronco. Estos elementos forman
un triángulo. Se debe comparar su simetría entre el lado derecho e
izquierdo. Como obser- vación adicional, se puede comparar la posición que
alcanzan los dedos de las manos. En presencia de una desviación lateral, los
dedos deberán encontrarse a una altura diferente (entre una mano y la otra)
en relación con la rodilla.
• En presencia de rotación, se debe observar la relación de la posición de las
manos con respecto a la cara anterior de los muslos. En un cuerpo
asimétrico (cuando la rotación está presente), las manos se encontrarán
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
asimétricamen- te colocadas sobre las caras externas de los muslos: una de
ellas invadirá el espacio de la cara anterior del muslo. Cuanto más avanzada
esté la desvia- ción, más se colocará la mano sobre la cara anterior del
muslo.
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CLÍNICOS
■
Simetría del nivel de las espinas ilíacas anterosuperiores (EIAS)
Así como habitualmente, en una evaluación fisioterapéutica, con el paciente en
bipedestación, el terapeuta coloca sus pulgares sobre las EIAS evaluando la sime-
tría de su posición con respecto al suelo.
■
Simetría del nivel de las espinas ilíacas posterosuperiores (EIPS)
Así como habitualmente, en una evaluación fisioterapéutica, con el paciente en
bipedestación, el terapeuta coloca sus pulgares sobre los EIPS evaluando la
simetría de su posición con respecto al suelo.
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
• Anteversión:
– Músculos retraídos: flexores del muslo (principalmente el psoas mayor);
aparato extensor común; isquiotibiales.
– Músculos elongados: abdominales; glúteos mayores.
• Retroversión:
– Músculos retraídos: glúteo mayor; abdominales.
– Músculos elongados: flexores del muslo; aparato extensor común.
Abd.
G.M.
Isq.
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CLÍNICOS
PRUEBAS FUNCIONALES
■
Objetivo
Evaluar la presencia de desigualdades en la longitud de las extremidades inferiores.
■
Posición del paciente
En decúbito supino, con los pies separados una distancia igual a la anchura de la
pelvis. Para asegurar una posición correcta, es recomendable medir primero la
dis- tancia entre las EIAS y, posteriormente, separar los maléolos internos entre sí
a la misma distancia.
■
Posición del terapeuta
De pie, al lado de la camilla.
■
Ejecución de la prueba
Con una cinta métrica, el terapeuta mide la distancia entre la EIAS y el
maléolo interno, y la compara con la del miembro contralateral. La medida
puede ser fal- seada por la atrofia del vasto interno y, frente a esta situación,
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CLÍNICOS
es aconsejable
300
EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Valoración
Una diferencia inferior a 0.5 cm se considera normal, aunque puede causar sínto-
mas. Las dismetrías pueden aparecer a consecuencia de compensaciones debidas
a retracciones miofasciales presentes en la columna vertebral, la pelvis o las extremi-
dades inferiores.
Como alternativa, se puede realizar la prueba midiendo la distancia entre el
apéndice xifoides hasta el maléolo interno, o entre el ombligo y el maléolo
interno, aunque los valores pueden verse alterados por diferentes factores, como
la atrofia muscular, la obesidad, la asimetría xifoidea o umbilical, la asimetría de
miembros inferiores, etc.
■
Posición del paciente
En decúbito supino, con las caderas y las rodillas flexionadas y los pies apoyados
sobre la camilla.
■
Posición del terapeuta
De pie, a los pies del paciente, apoya las manos sobre el dorso de los mismos y,
con ambos pulgares, palpa el borde inferior de los maléolos internos.
301
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CLÍNICOS
■
Ejecución de la prueba
El paciente levanta la pelvis mientras el terapeuta continúa con los pulgares en
los maléolos. Posteriormente, el paciente desciende lentamente la pelvis hasta
apoyar- la nuevamente sobre la camilla. El terapeuta extiende entonces las
rodillas y com- para la posición de los maléolos.
■
Valoración
Una vez finalizada la prueba, se considera que existe una asimetría si los pulgares
se encuentran a distinto nivel.
La retracció n muscular, secuela directa o secundaria de la disfunció n miofas- cial, puede influir
negativamente en la biomecá nica de la regió n lumbopé lvica. Por esta razó n, es recomendable
la evaluació n de la elasticidad de los mú sculos que manifiestan tendencias a la retracció n
(Janda, 1986). En este grupo se de- ben incluir los extensores de la columna lumbar, los
flexores de la cadera, los isquiotibiales, el recto anterior, el tensor de la fascia lata, el piramidal
de la pelvis y los aductores.
■
Posición del paciente
Sentado en la silla, con un firme apoyo de los pies sobre el suelo. La columna
debe encontrarse en posición neutra.
■
Posición del terapeuta
De pie, al lado del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El paciente debe, activamente y de una manera progresiva, flexionar el tronco.
■
Valoración
Se evalúa la amplitud del movimiento disponible, la simetría-asimetría de la muscu-
latura paravertebral, y la continuidad de la curvatura de la columna al final del
movimiento (escoliosis funcional).
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CLÍNICOS
■
Posición del paciente
En decúbito supino, con ambas rodillas flexionadas y los pies apoyados sobre
la camilla.
■
Posición del terapeuta
De pie, al lado del paciente, a la altura de la pelvis.
■
Ejecución de la prueba
El paciente extiende una de las rodillas y apoya la extremidad inferior sobre
la camilla. Posteriormente, la eleva hasta donde le sea posible, manteniendo la
rodilla totalmente extendida. El terapeuta ayuda al paciente en este proceso,
pasivamen- te, incrementando la elevación hasta encontrar resistencia. Se evalúa
la amplitud del movimiento, así como también la calidad de la resistencia final.
Posteriormente, se regresa con la extremidad examinada a la posición de
partida y se procede a evaluar la extremidad contralateral.
■
Valoración
En condiciones normales, la extremidad inferior examinada debería elevarse 70-
90 grados con respecto al tronco (Kendall, 1971). La elevación a un ángulo
menor indica la retracción de los músculos isquiotibiales de ese lado. Sin
embargo, se deben tener en cuenta las demandas funcionales de cada
paciente.
■
Posición del paciente
En decúbito supino, con las extremidades inferiores extendidas.
■
Posición del terapeuta
De pie, al lado del paciente, a la altura de la pelvis.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta coloca su mano craneal en posición supina, debajo de la
curvatura lumbar. El paciente abarca, con ambas manos, las rodillas, y las lleva
hacia el pe- cho, en flexión máxima de las caderas. Esta maniobra anula la
lordosis lumbar. Posteriormente, el paciente suelta una de las rodillas y trata de
extender toda la extremidad inferior sobre la camilla. El terapeuta observa la
amplitud de la exten- sión y, con la mano colocada debajo de la columna
lumbar, registra el grado de presión que el cuerpo ejerce sobre ella.
■
Valoración
En caso de retracción de los músculos flexores, se produce la flexión de la cadera
y la rodilla de la extremidad examinada, incrementándose la distancia entre el hueco
poplíteo y la camilla. Si la respuesta no es en flexión sino en abducción,
existe entonces una contractura de la banda iliotibial. La contractura en flexión
de la cadera puede compensarse mediante una acentuación de la lordosis
lumbar, adoptando el paciente una posición aparentemente normal. El
terapeuta puede
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Posición del paciente
En decúbito supino, sobre el borde inferior de la camilla.
■
Posición del examinador
De pie al lado de la camilla.
■
Ejecución de la prueba
El paciente flexiona pasivamente la rodilla y la cadera contralateral, aproximando la
rodilla lo máximo posible al tórax hasta llegar a un aplanamiento completo de la
columna lumbar. El terapeuta coloca su mano craneal sobre la EIAS del lado eva-
luado. La mano caudal ayuda a llevar el muslo hacia una completa extensión. La
prueba se repite y se compara con el lado opuesto.
■
Valoración
En presencia de una retracción del fascículo anterior del TFL, sólo será posible la
extensión completa del fémur con una abducción simultánea. Además, la exten-
Fig. 63. Prueba de la elasticidad del fascículo anterior del mú sculo tensor de la fascia
lata.
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CLÍNICOS
sión del fémur con la flexión de la rodilla provocaría una rotación externa del
mus- lo. Al bloquear el movimiento de rotación externa del muslo, se observa una
limita- ción de la flexión de la rodilla.
■
Posición del paciente
Decúbito prono, con ambas rodillas flexionadas, aproximadamente, 90 grados.
■
Posición del terapeuta
De pie, a los pies del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta coloca sus dedos índices sobre ambos maléolos internos y realiza
pasi- vamente una rotación interna bilateral de los muslos, es decir, una
separación en- tre los maléolos, alejándolos de la línea media.
■
Valoración
En presencia de este síndrome, suele existir una limitación de la rotación interna
acompañada de dolor al final del movimiento. La aparición de dolor en el cuerpo
del músculo piramidal de la pelvis, o la proyección de dicha sensación a través
del recorrido ciático, indica una retracción de dicho músculo.
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Posición del paciente
Decúbito prono, con ambas rodillas flexionadas entre 70 y 80°.
■
Posición del terapeuta
De pie, a los pies del paciente.
■
Ejecución de la prueba
El examinador coloca sus puños en ambos maléolos internos y solicita una
rotación bilateral externa, es decir, una aproximación de los maléolos hacia la
línea media.
■
Valoración
La prueba pretende reproducir el dolor de proyección ciática mediante la
compre- sión nerviosa a partir de la contracción activa del músculo, poniendo de
manifiesto la existencia del llamado síndrome del piriforme. La aparición de dolor
en el cuerpo del músculo piramidal de la pelvis, o la proyección de dicha
sensación a través del recorrido ciático, indica una retracción de dicho músculo.
Es una prueba bastante específica; sin embargo, se debe tener en cuenta que
esta maniobra puede repro- ducir y exacerbar un dolor discogénico por
elongación del nervio.
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
Fig. 65. Prueba de la elasticidad del mú sculo piramidal de la pelvis.
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CLÍNICOS
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EVALUACIÓN DEL SÍNDROME DE DISFUNCIÓN MIOFASCIAL Y ANÁLISIS DE LOS HALLAZGOS
CLÍNICOS
■
Posición del paciente:
Decúbito lateral contralateral. La extremidad inferior en flexión de cadera y rodilla,
para dotar de mayor estabilidad a la maniobra y reducir la lordosis lumbar.
La extremidad a examinar está en extensión.
■
Posición del terapeuta
De pie, detrás del paciente. Fija la pelvis con su mano craneal, colocándola sobre la
cresta ilíaca, mientras la otra sostiene la extremidad a nivel de la rodilla.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta realiza la extensión de la cadera y cierta abducción, hasta que la extre-
midad queda alineada con el tronco, fuera de la camilla. En este punto se realiza el
descenso del muslo hacia la aducción.
■
Valoración
Un déficit de aducción de la cadera indica la presencia de una retracción del TFL.
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CLÍNICOS
■
Posición del paciente
Decúbito prono, con la cabeza en posición neutra.
■
Posición del terapeuta
De pie, al lado de la camilla, a la altura de la pelvis.
■
Ejecución de la prueba
El terapeuta fija el sacro con una de sus manos. Los dedos deben orientarse
en dirección caudal. Se debe ejercer una presión considerable para evitar los
movi- mientos compensadores durante la prueba. El paciente eleva una de las
extremida- des inferiores sin flexionar la rodilla y sin elevar la pelvis. En el
momento de la máxima elevación, el terapeuta coloca la otra mano a nivel del
talón, para marcar la altura de la elevación; no se debe tocar el talón con la
mano. Posteriormente, el paciente baja la extremidad y eleva la contralateral. El
terapeuta, manteniendo su mano en el lugar anterior, debe notar la diferencia de
altura. Si no hay restricciones miofasciales, el paciente debería elevar ambas
extremidades inferiores a la misma altura. Si existe una restricción, el movimiento
será limitado en el lado de la restric- ción (Pilat, 1994).
Evaluación de la marcha
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CLÍNICOS
actividad en tres
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CLÍNICOS
proyecciones: por delante, por detrás y de lado. De nuevo, esta fase de la evalua-
ción del sistema fascial se ubica dentro del proceso habitual de evaluación en
fisio- terapia. Las observaciones se dirigen particularmente a la simetría, la
continuidad, la coordinación y la fluidez de los movimientos. Es importante detectar
la presencia de compensaciones. El paciente debe desplazarse a la velocidad de
crucero sobre una distancia aproximada de seis metros. De esta forma puede
desarrollar una marcha natural, lo que facilita al terapeuta la detección de los
problemas, particu- larmente los asociados con las compensaciones en los pies y
las rodillas, imposibles de detectar en una evaluación estática.
OBSERVACIONES FINALES
El proceso de evaluación de la mitad inferior no debe aislarse de la
evaluación global de las disfunciones miofasciales del cuerpo. La dinámica de la
mitad inferior del tronco viene determinada por cambios del equilibrio miofascial
de la región lumbopélvica. Las patologías de origen miofascial en las
extremidades inferiores, en este enfoque, deben relacionarse con los cambios del
desequilibrio funcional de esta región. Las patologías específicas se abordan en
los capítulos correspondien- tes a las aplicaciones prácticas de cada una de las
regiones de la extremidad in- ferior.
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