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Horror en la calle 54

Un monitor cardiaco empieza a escucharse en medio de un cuarto blanco. En la puerta se


encuentran dos policías con sus dedos en el gatillo listos para cualquier cosa que pueda
pasar. Nadie dice nada, apenas ven la puerta hacen silencio y caminan raído por el miedo
que le tienen a lo que hay ahí adentro. Todos lo saben: los enfermeros, las doctoras,
inclusive el encargado del servicio sale despavorido apenas termina la limpieza de la
habitación sin poder quitar la cara del piso.

Las noticias vuelan rápido y para el primer turno de la mañana todos estaban enterados
en el Hospital interzonal de La Plata sobre lo que había sucedido en la tarde del día
anterior. Sin embargo, aunque fue una noticia que se robó la primera plana del periódico
aún había muchas especulaciones de lo que había dentro de esas cuatro paredes que aún
permanecía inconsciente a sabiendas o no de lo que había pasado.

Las únicas personas autorizadas a ingresar, además del personal de salud, eran dos
mujeres de las cuales una de ellas se armó de valentía para hablar de ello con el doctor
que estaba a cargo. Sin embargo, no se podía quedar mucho tiempo porque tenía que
encargarse de un funeral; así que apenas se enteró que seguía con vida salió de ese
hospital.

Era un hombre de 32 años, de apariencia tranquila pero su cabeza estaba llena de un mar
de crisis. Tal vez algunos ya habían escuchado hablar de él o inclusive ya habían
interactuado debido a que no era la primera vez ingresando a las instalaciones porque ya
le habían diagnosticado un cuadro psiquiátrico para lo cual estaba tomando unos
medicamentos en búsqueda a una solución a sus problemas.

Tenía toda una vida por delante, solo que no lo podía ver, cada vez las drogas ayudaban
menos hasta que no lo soportó más. Un cuchillo, un cuello y su madre de 84 años en la
cama y nadie más en la casa ¿se iba a suicidar? Seguramente pensaron los especuladores
del hospital. Nadie supo con exactitud lo que pasó en la calle 54, entre 141 y 142. Pero, lo
que sí se sabe es el terror que vivió Fernanda, su hermana que al día siguiente fue a verlo
en el hospital, quien llegó instantes después de presenciar esa escena.

La imagen era clara: Su madre derramando sangre del cuello por un cuchillo que había
arrojado a su lado y su hermano inconsciente el piso de su habitación después de haber
tenido una sobredosis de su medicamento quien ahora se encontraba en una camilla a la
espera de su enjuiciamiento por matar a su madre.

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