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El raro Ramiro

Cuentos originales
Autor:
 
Soledad Antelo
Edades:
 
A partir de 6 años
Valores:
 
amistad, aceptación, actitud positiva
Comenzaba un nuevo año en la escuela de Luis. Como siempre, todos
los niños se encontraban ansiosos por volver a sus amigos y contarles
qué tal les había ido el verano. A la vez los niños se mostraban siempre
curiosos por conocer a sus nuevos profesores y por saber si se incorporaría
un nuevo alumno como compañero de curso.

Y así fue ese año, al curso de Luis se sumó un nuevo niño: Ramiro. Las
primeras interacciones de los niños con su nuevo colega fueron las
habituales, preguntarle su nombre y presentarse, averiguar su equipo de
futbol favorito, donde había crecido y otras preguntas que solemos
hacernos las personas que recién nos conocemos.

Después de conocer a su nuevo compañero todos los niños habían llegado a


la misma conclusión, Ramiro era raro. Luis, creía que era únicamente hasta
que entrase en confianza con el resto, así que alentó a sus amigos a darle
tiempo al nuevo niño.

Con el paso de los días, en vez de disolverse esa primera impresión, se


reafirmaba. Cuando más lo conocían a Ramiro, más raro les parecía. El niño
nuevo hablaba poco, estaba casi siempre serio y prefería leer o dibujar en
los ratos libres a jugar con los otros. A Ramiro le gustaba vestirse de
colores de la gama del gris y el verde oscuro. En las clases participaba
poco, pero cuando lo hacía destacaba por su inteligencia.

Siempre acudía solo al colegio, por lo que los niños no sabían nada de su
familia. Con el tiempo fueron despertando la curiosidad en sus compañeros,
por lo que entonces Luis y sus tres amigos más cercanos decidieron seguir
a Ramiro para saber más de él.

Siguiendo a Ramiro, Luis y sus amigos al cabo de unos días, conocieron su


rutina. Ramiro iba y venía a la escuela solo. Vivía en una casa a unos dos
kilómetros del colegio. A pesar de estar tan lejos, iba a pie. Por las tardes
paseaba con su perro de color marrón. Ramiro acudía todas las noches a
otra casa cercana a la suya, en general entraba con muchos paquetes y al
cabo de una hora salía con las manos vacías. ¿Qué es lo que hacía allí?, se
preguntaban los niños.

Un día los niños vieron que Ramiro fue a esa casa que visitaba por las
noches con su perro, pero salió solo. Ramiro llevaba una mochila, que a los
pocos pasos de alejarse de la casa que visitaba comenzó a gotear un
líquido rojo.

—¡Es sangre! —exclamó Luis. Y rápidamente huyo haciendo una seña para
que sus amigos hicieran lo mismo.

Poco después de huir despavoridamente los niños se reunieron en una


plaza a conversar de lo que habían visto. Estaban seguros, Ramiro había
matado a su perro. Entró a esa casa misteriosa con el cachorro y salió solo.
De la mochila brotaba sangre. ¡No cabían dudas, probablemente llevaba el
cuchillo que había usado como arma!

Luis y sus amigos habían decidido que al día siguiente les contarían a las
autoridades de la escuela acerca de Ramiro. No querían un asesino en su
curso.

Saliendo de la plaza y conversando, el grupo de niños iba muy disperso. De


pronto escuchan que alguien los llama. Era Ramiro. Los niños asustados se
quedaron inmóviles. Ramiro se acercó sonriente a preguntarles que hacían
por su vecindario.

Carlitos, el más pequeño del grupo, asustado y nervioso soltó todo:

—Es que te estábamos siguiendo, y que vimos que entraste a esa casa, y
que mataste al perro, y la sangre —dijo.

Ramiro se quedó muy serio. El silencio fue incómodo. Instantáneamente


Ramiro se echó a reír y exclamó:

—¡Tony, ven aquí!


Y  rápidamente apareció su
perro corriendo muy feliz hacia él.

Así, Ramiro les contó a los niños que esa casa que visitaba era la de su
abuela. Como ella era mayor la ayudaba con las compras. Y había dejado a
Tony con su abuela un momento mientras llevaba a su casa la ensalada de
remolacha y el arroz que ella le había preparado a su casa, para luego
volver a por Tony y llevarlo a jugar a la plaza. Era jugo de remolacha y no
sangre lo que brotaba de su mochila.

Ramiro resultó ser muy divertido y amigable, tanto así que le pareció muy
chistoso que lo siguiesen en vez de molestarse.

Seguidamente, Ramiro les contó que sus padres eran médicos y trabajaban
mucho durante el día, por eso no los podían ver habitualmente. Y en cuanto
su personalidad, les dijo que solía ser introvertido cuando recién lo
conocían, y que en general le gustaba hablar poco y no sentía que hubiera
nada de malo con ello.

Luis y sus amigos se sintieron muy bien de hablar y poder aclarar la


situación con Ramiro. Luego de esa charla todos juntos fueron a compartir
un helado y seguir conversando y conociéndose. Por supuesto Tony fue con
los niños, que a partir de ese día forjaron una gran amistad.

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