Está en la página 1de 11

Capítulo 1 | Comunicación, sociedad y democracia

Por Prof. Lic. Leila Moreno Castro

1.1 El arte de poner en común

La comunicación es una de las dimensiones más bellas del ser humano, describe el
sociólogo francés, Dominique Wolton. Y agrega: ―Su ideal, aproximar a los hombres,
los valores y las culturas, compensa los horrores y las barbaries de nuestra época. Es
también una de las experiencias frágiles del movimiento de emancipación; sus
progresos acompañaron las luchas por la libertad, por los derechos del hombre y por la
democracia‖ pero, también, ―mezcla de manera inextricable valores e intereses,
ideales e ideologías‖, por lo que no hay nada que garantice que ―los ideales de la
comunicación de ayer se inscribirán en la realidad de mañana‖ (2007:21).

Estudiar comunicación es reflexionar, formular preguntas, buscar respuestas en torno a


una gran matriz que atraviesa nuestra sociedad. Sin la comunicación no habría
relaciones con otras personas, lo que no posibilitaría el logro de objetivos comunes, la
construcción de comunidades. En su origen etimológico se pueden rastrear aquellos
lazos: proveniente del latín “communicatio”, hace referencia al tener o poner algo en
común, intercambiar, a establecer relación con otros. En tanto, si consultamos las
diferentes acepciones que nos da la Real Academia Española, en las tres primeras
leemos:

 f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse.

 f. Trato, correspondencia entre dos o más personas.

 f. Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor.

En todos los casos, el concepto se asocia a la acción, el proceso, el resultado de


compartir, mediante un código (sistema de símbolos) común a los participantes de la
relación.

La investigadora argentina, Alicia Entel, nos recuerda que en el concepto de


comunicación debe tenerse en cuenta, además, que tanto la acción de compartir como
los códigos comunes que se utilizan para ello, son dinámicos, son históricos. La autora
añade la noción de mediaciones: ―Siempre que nos comunicamos, por más directa y
lineal que parezca esa comunicación, actúan una cantidad, a veces imperceptible, de
mediaciones, desde el aparato fonético hasta las terminales nerviosas en la piel, la
memoria de otros actos similares, las peculiaridades culturales e históricas presentes en
la construcción de la emisión y la recepción‖ (1995:18).

1.2 Sentidos y formas de la comunicación

La noción de intercambio con otros es el primero de los sentidos de la palabra


Comunicación que nos propone Wolton, entendiéndola como una experiencia
antropológica: ―Intuitivamente, comunicar consiste en intercambiar con otro.
Simplemente, no hay vida individual y colectiva sin comunicación. Y lo propio de toda
experiencia personal, como de toda sociedad, es definir las reglas de la comunicación.
Así como no hay hombres sin sociedad, así tampoco no hay sociedad sin
comunicación‖ (2007:23). A este nivel lo llama Comunicación Directa y su definición
depende del modelo cultural de la sociedad, ya que éste es ―una representación del
otro‖ que orienta en la interacción.

El segundo sentido de la palabra, al que se refiere Wolton, es el técnico. Comunicar es


poner en funcionamiento un conjunto de técnicas, que durante los últimos cien años, se
han desarrollado vertiginosamente, llevando a la comunicación a distancia a ocupar el
lugar de la comunicación directa. Comunicarse en la actualidad no es sólo interactuar
con una o más personas cara a cara, sino además, incluye la posibilidad de intercambiar
mensajes con personas que están a la distancia, gracias al desarrollo tecnológico.

En tanto, el tercer sentido de la palabra Comunicación es el que Wolton llama Social.


En tiempos de hegemonía de un sistema abierto y de economías interdependientes a
nivel planetario, ―la comunicación se ha transformado en una necesidad social
funcional‖.

¿Qué une a los tres sentidos o niveles de la comunicación (directa, técnica y funcional)?
La interacción. ―Aún más, es la interacción la que define la comunicación‖, afirma
Wolton (2007:24).

Retornando a las definiciones que tomamos de la RAE acerca de la Comunicación,


seguimos al pensador francés en su rescate de dos significados que coexisten en el
origen etimológico de la palabra. Por un lado, la referencia a la acción de compartir,
asociada a la idea de comunicación normativa y, por otro, la acción de transmisión y
difusión, más cercano a la idea de comunicación funcional (Wolton, 2007: 25).

En el primer caso, el significado persigue el ideal de comunicación que es la voluntad de


intercambiar, compartir, para comprenderse y convivir. El término normativo hace
referencia a la necesidad de reglas, códigos y símbolos que se requieren para ello.
―Nadie aborda ´naturalmente´ al otro. El objetivo de la educación además de la
socialización, es el de proveer a cada uno de las reglas necesarias para entrar en
contacto con el otro‖, explica Wolton (2007:25).

Podríamos decir que la comunicación normativa es el ideal de la comunicación directa o


interpersonal, y que la comunicación funcional lo es de las de tipo técnico y social, sin
embargo, pueden encontrarse ambas formas en los tres niveles o sentidos de la
comunicación. Desde una perspectiva crítica, Wolton examina el éxito creciente de la
comunicación funcional, pero recuerda que “existe siempre un margen de maniobra‖, ya
que ninguna tecnológica comunicacional, por más desarrollo que alcance, podrá
competir con ―el nivel de complejidad y de complicidad de la comunicación humana”
(2007:27).
1.3 Primeros modelos para estudiar la comunicación

1.3.1 En una sola dirección

A lo largo del tiempo los estudiosos han diseñado diferentes modelos para comprender,
describir y sintetizar la compleja comunicación humana. Esos modelos “intentan mostrar
los elementos principales de las estructuras o procesos de comunicación, y las
relaciones entre dichos elementos” (McQuail y Windahl, 1981, citados por Lozano,
2007:14).

En su primera fase, los modelos que se aplicaron al estudio de las relaciones


comunicativas tuvieron bases cibernéticas. Desde esta perspectiva, se puso el acento
en la comunicación como interacción, factor se halla en los seres humanos, pero
también en las máquinas, los animales, en la naturaleza.

Los modelos surgen en un contexto de posguerra y, luego, de Guerra Fría, en Estados


Unidos, donde había interés en desarrollar innovaciones tecnológicas para aplicaciones
militares. En 1940, el filósofo y matemático, Norberto Wiener, aportará dos ideas
principales para dar forma a lo que se llamó el modelo matemático de la
comunicación. La primera de ellas afirmaba la existencia de factores comunes a los
distintos procesos de comunicación, de los humanos y de las máquinas. La segunda,
destacaba la importancia de la regulación en esos sistemas de comunicación. Wiener
fue uno de los primeros en trabajar con la noción de feedback o retroalimentación,
entendido como un proceso que permite el autocontrol de un sistema, al informar los
resultados de su acción.

Siguiendo esta línea, en 1948, en el inicio del desarrollo de las telecomunicaciones y el


crecimiento de las empresas telefónicas estadounidenses, un ingeniero de Bell
Telephone Laboratory, Claude Shannon, publicó el artículo “Teoría matemática de la
comunicación”. Pensando en la transmisión de señales a distancia, Shannon buscaba
responder cómo se podía combinar, de la manera más económica y eficaz posible, la
velocidad, la seguridad y la claridad en la transmisión. Un año después, vería la luz el
libro “Teoría matemática de la información”, escrito por el propio Shannon junto a
Warren Weaver, biólogo, sociólogo e informático. El modelo, en esta oportunidad,
avanzaba con su aplicación a otras formas de comunicación, incluidas la humana y
social.
Como se puede observar en el gráfico 1, se esquematiza a la comunicación como una
transmisión de información, lineal y unidireccional, punto a punto. Una fuente de
información elige su mensaje entre los múltiples mensajes posibles. El transmisor
transforma ese mensaje en una señal adaptada al canal (complejo tecnológico)
correspondiente, para que pueda ser trasmitida al receptor, quien restituye el mensaje a
partir de la señal recibida.

Esta propuesta tiene conceptos asociados, tales como:

 Información: es lo que “se puede decir” y no lo que “se dice”. La unidad mínima de
información es un bit (acrónimo de binary digit), esto es equivalente a la elección que
pueda hacerse entre dos términos de una alternativa equiprobable.

 Entropía: es un término que proviene de la termodinámica y se refiere al grado de


―desorden‖ o incertidumbre que presenta una fuente de información. Cuanto mayor es
la información acerca de los mensajes que puede transmitir la fuente emisora, menor es
la indeterminación y menor es la entropía. La información resuelve la entropía.

 Redundancia: es el incremento cuantitativo de la señal, sin que ello signifique


aumento de información. Con ella se busca garantizar la seguridad en la transmisión del
mensaje. Implica un mayor costo en la transmisión.

 Canal: es el medio utilizado para la transmisión de la señal desde el transmisor al


receptor (Shannon y Weaver, 1949:48). Su función es hacerlo de la forma más rápida,
económica y eficaz posible.

 Ruido: irrumpe o puede irrumpir sobre el canal, sobre el transmisor y el receptor,


cambiando la señal recibida y, por lo tanto, los mensajes.

1.3.2 Elementos y áreas de investigación

En 1948, en el marco de investigaciones impulsadas por el interés de los efectos de los


mensajes mediáticos en la formación de la opinión pública, el sociólogo estadounidense
Harold Lasswell publica el artículo “Estructura y función de la comunicación en la
sociedad”. Desde una mirada funcionalista, en el escrito se postula: “Una manera
conveniente de describir un acto de comunicación es el que surge de la
contestación a las siguientes preguntas:

¿Quién dice qué, en qué canal, a quién y con qué efecto?” (Lasswell, 1948)

Esta fórmula tuvo el mérito, además de identificar claramente los elementos del proceso
de comunicación (emisor, mensaje, canal, receptor, efectos), de indicar los grandes
campos de la investigación en comunicación, como se observa en el gráfico 2.
Aún con sus ventajas, el esquema continúa sosteniendo una concepción lineal de los
procesos de comunicación (de emisor a receptor), sin dar cuenta de las múltiples
interrelaciones entre los elementos. Además, se entiende que el destino final del
proceso son los efectos sobre el receptor, no incluyéndose las posibilidades del
feedback desde éste a la fuente emisora. Sobre estos puntos, posteriores estudios
provenientes de la sociología y la psicología, principalmente, harían aportes para lograr
una perspectiva superadora.

1.3.3 La complejidad en la recepción

Wilbur Schramm fue uno de los primeros académicos que intentó institucionalizar los
estudios sobre la comunicación humana y sus aplicaciones a la comunicación social.
Reunió los postulados de las teorías de Wiener y Shannon, además de los resultados de
investigaciones de Paul Lazarsfeld en el campo sociológico, de Lasswell en la
propaganda política, de Carl Hovland en la psicología experimental y de Kurt Lewin en la
psicología social. Sobre estas bases, elaboró en primer término un esquema para la
comunicación interpersonal, cuya novedad es que otorga al receptor el mismo papel que
al emisor, en cuanto a la codificación, interpretación y decodificación de la información.
El receptor ya no es considerado un elemento aislado, último eslabón de una relación
lineal, sino que se observan una variedad de influencias que intervienen en la recepción
e interpretación de los mensajes. Asimismo, el esquema de Schramm tiene forma
circular, ya que el receptor – a través del feedback – expresa su capacidad de respuesta
y retroalimenta así el proceso comunicativo.

En su propuesta, el investigador introduce el concepto de “campo de experiencia”, es


decir, la ideología, los valores, las necesidades que tiene el receptor y que influyen en la
decodificación del mensaje. Él sostiene la importancia de aproximarse a esos campos
de experiencias para configurar el mensaje y favorecer las posibilidades de éxito en la
recepción del mensaje.

Asimismo, Schramm distingue con características propias al proceso de comunicación


colectiva o masiva, diferenciándolo de la comunicación interpersonal.

En esta propuesta de Schramm, los medios (emisores) toman hechos de la realidad, los
decodifican, interpretan y codifican como noticias, las cuales serán distribuidas hacia un
público masivo, gracias a las posibilidades técnicas que cada medio ofrezca.

En tanto, los receptores seleccionarán diariamente aquellos mensajes (noticias) entre


los múltiples posibles y éstos serán aquellos que menos esfuerzo le representen en la
decodificación. Es decir, serán mensajes que atrapen su atención, respondan a sus
necesidades de personalidad y respeten las normas y valores de los grupos en los que
los individuos están insertos. Por ello, Schramm subraya que la codificación de los
mensajes debe hacerse pensando en lograr la atención del público, ya que, si las se
corresponden con las necesidades y los valores sociales, las probabilidades de
selección por parte de las audiencias crecen. Esos mensajes se decodificarán,
interpretarán y comentarán por parte del individuo y en el seno de su grupo social. Los
receptores, a su vez, podrán responder enviando un nuevo mensaje codificado o con
acciones, en lo que se llama feedback.

1.4 Medios, comunicación e información

Ya situados en la segunda mitad del siglo XX, la concepción generalizada de la


comunicación social, resultado de las investigaciones estadounidenses, refería a un
proceso de uno dirigido a muchos. Un ejemplo es la definición que en 1970 daba el
investigador alemán, Gerard Maletzke: “Aquella forma de comunicación en la cual los
mensajes se transmiten públicamente (es decir, sin la presencia de un conjunto de
receptores limitado y definido de modo personal), por medios técnicos (massmedia),
indirectamente (es decir, a distancia espacial, temporal o entre los participantes de la
comunicación) y unilateralmente (es decir, sin intercambio de respuestas entre quien
emite y quienes perciben los mensajes) a un púbico disperso de la colectividad” (citado
en Moragas Spa, 2011)

Se plantea aquí un proceso de comunicación dirigido a púbicos amplios, anónimos,


heterogéneos y dispersos, desde unidades productoras de mensajes (massmedia)
centralizadas.

Por esos años, desde América Latina se propondría una visión de la comunicación
distinta, que supondría una ruptura con la perspectiva funcionalista y positivista
norteamericana dominante. Nacido en Italia, en su juventud, Antonio Pasquali emigró a
Venezuela, donde se radicó y nacionalizó, dedicado al estudio de la comunicación y su
relación con la sociedad con un planteo influenciado por fuentes marxistas y el
pensamiento de los teóricos de la corriente crítica, más conocida como Escuela de
Frankfurt.

“Comprender la comunicación” es la obra de referencia de Pasquali, editada en 1970,


donde busca rescatar la esencia de la comunicación asociada a la naturaleza humana,
intentando liberarla de lo que considera su reducción a una relación con lo mediático. Lo
hace deconstruyendo el modelo hegemónico basado en: Medio comunicación como
emisor que transmite mensajes a los receptores.

Pasquali resalta que los Medios amplían la capacidad de comunicación inherente al ser
humano, pero no la ―engendran‖. Los medios se constituyen en herramientas para
facilitar los procesos de interacción, pero no son el proceso en sí mismos. El medio es
entendido como un “aparato”, definiéndolo como "artefacto que amplía, facilita,
perfecciona, aumenta, afina y, en suma, extiende una preexistente capacidad natural del
hombre" (Pasquali, 1970: 37).

Como aparatos, los medios son “canales artificiales transportadores de mensajes en


código”, subrayado que, de todas formas, en toda comunicación humana siempre hay
un canal natural que codifica el mensaje y un canal natural que lo decodifica. Sobre
estas bases, el investigador afirma que todo proceso de comunicación requiere de seres
humanos (esa es la condición esencial, y no la existencia de aparatos técnicos, como
los Medios) para emitir y codificar como para recibir e interpretar los mensajes
(Pasquali, 1970:39).
En esta línea, el autor plantea revisar el concepto de comunicación, estableciendo que
es aquella “relación comunitaria humana consistente en la emisión y recepción de
mensajes entre interlocutores en estado total de reciprocidad” (Pasquali, 1970). En este
marco, es el diálogo la relación de comunicación por excelencia.

A su vez, partiendo de esa noción, no todas las relaciones que proponen los medios son
comunicativas, sino más bien, informativas. Comunicación e información no son
sinónimos, afirma Pasquali, ya que ésta última se refiere a un proceso de transmisión de
mensajes en forma asimétrica, a receptores predispuestos para interpretar y dar
respuestas programadas. Explica que son razones técnicas, políticas y económicas las
que impiden que los medios brinden auténtica acción recíproca, que garantice igualdad
de condiciones entre emisores y receptores. Por estos motivos, se inclina por llamarlos
―medios de información‖, ya que esperan de las audiencias, respuestas programadas,
las cosifican y hasta paralizan, disminuyendo así las posibilidades reales de
intervención.

Pasquali, además, destaca el vínculo entre los medios y la sociedad, a la que denomina
de mutua “inmanencia dialéctica”, indicando que el nivel cultural de una sociedad está
ligado al rol que juegan los medios. La estructura social refleja el sistema de
comunicación existente, con un status quo determinado por los intereses predominantes
y sostenidos por los medios. De allí que - sostiene el autor - el control de la
comunicación masiva, es el medio más eficaz para el control de la sociedad.

1.5 Repensar la comunicación en tiempos digitales

Las importantes y veloces transformaciones sociales, culturales, tecnológicas,


económicas, de la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI obligan a replantear
el tradicional esquema de comunicación. Los elementos que participan de los procesos
son los mismos (emisor, mensaje, receptor, canal) pero “las relaciones que entre ellos
se establecen han cambiado sustancialmente”, desde que fueran esbozadas las
primeras líneas del modelo lineal, señala Moragas Spa (2011). Algunos ejemplos de los
cambios producidos en las últimas décadas:

 Confluencia entre comunicación y cultura

 Expansión de las redes tecnológicas que redimensionan las nociones de tiempo


y espacio geográfico

 Convergencia de medios antes separados por su naturaleza técnica (prensa,


radio, cine, televisión, internet)

 Diferenciación entre comunicación interpersonal (no mediada técnicamente) y


comunicación masiva (mediada técnicamente) queda obsoleta cuando la
mediación técnica permite potenciar los procesos de comunicación interpersonal.

 Superación de esquemas dualistas que disociaban la producción de la


recepción de contenidos
 Digitalización que afecta las fases del proceso de comunicación: producción,
circulación, consumo.

Todo ello hace necesario revisar los modelos tradicionales, sus elementos y las
relaciones entre éstos. Recordemos: los primeros modelos destacaban la dirección
lineal (de izquierda a derecha) de los procesos: Emisor – Receptor. El nuevo panorama
comunicacional subraya la dirección contraria: Receptor - Emisor o central de
producción de mensajes. Además, hay cambios en los modos de almacenamiento y de
recuperación de los contenidos por parte de los receptores. Ello no significa que hayan
desaparecido las formas tradicionales, sino que se diversificaron y se vuelve relativo el
rol de los medios convencionales, antes entendido como fundamental. (Moragas Spa,
2011:46)

Hay nuevos actores en la emisión, nuevas formas de acceder en forma directa a los
contenidos, se internacionalizan los mercados y una fragmentación en las audiencias.
“La comunicación de masas es ahora sustituida por lo que se puede denominar
´personalización de masa´, es decir, la posibilidad de facilitar la información
personalizada (en contenido, pero también en tiempo y lugar de consumo) a un número
masivo de personas”, define Moragas Spá (2011:48).

Un autor de referencia en el análisis del panorama actual es Manuel Castells, quien ha


estudiado la sociedad informacional, describiéndola desde sus aspectos tecnológicos
económicos, sociales y culturales en su obra más conocida, dividida en tres volúmenes:
La era de la información: economía, sociedad y cultura (1997). Asimismo, este sociólogo
español ha trabajado sobre aspectos directamente relacionados a la comunicación en
sus libros La galaxia Internet (2001) y más recientemente en Comunicación y poder
(2009).

Con el término sociedad informacional, Castells se refiere a “una forma específica de


organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la
información se convierte en las fuentes fundamentales de productividad y poder, debido
a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este periodo histórico‖. Las
tecnologías actúan sobre la información y ésta se vuelve el centro del sistema
productivo de nuestra sociedad. ―Lo que entonces intuía y ahora creo, es que el poder
se basa en el control de la comunicación y la información, ya sea el macropoder del
Estado y de los grupos de comunicación o el micropoder de todo tipo de
organizaciones”, reflexiona Castells (2009: 23).

Incluyendo los aportes de la neurociencia y el estudio de las emociones, el investigador


español sostiene: ―Es en las formas concretas de conexión entre las redes de
comunicación y de significado de nuestro mundo y las redes de comunicación y
significado de nuestro cerebro donde se puede identificar en última instancia los
mecanismos de construcción del poder‖ (Castells, 2009:25)

Vivimos en una sociedad de redes, definiendo a las redes como estructuras


comunicativas que se organizan en torno a un conjunto de objetivos y con la
característica de la flexibilidad en su ejecución, por la capacidad de adaptarse a su
entorno. Las redes son núcleos de interacción social y de producción de significados. Si
bien no todos pueden participar en igualdad de condiciones de la sociedad red, todos se
ven afectados por ella. En un mundo atravesado por constantes disputas de poder en
diferentes ámbitos sociales, las dinámicas tanto de dominación como las de resistencia
están basadas en la formación de redes y en las estrategias de ataque y defensa
mediante éstas, afirma Castells (2009:81).

Asentado sobre estas ideas, introduce un nuevo concepto: “autocomunicación de


masas”, aquella comunicación caracterizada porque ―su contenido es autogenerado,
su emisión autodirigida y su recepción autoseleccionada‖. Se refiere así a “la
comunicación que seleccionamos nosotros mismos, pero que tiene el potencial de llegar
a masas en términos generales, o a las personas o grupos de personas que
seleccionamos en nuestras redes sociales” (2009:108). Es autocomunicación porque
uno mismo genera el mensaje, define a los posibles receptores y selecciona los
mensajes concretos o los contenidos en la web destinados a esa audiencia. La
autocomunicación quiebra las relaciones jerárquicas del poder, porque cada uno puede
elegir qué consumir y qué no consumir en las redes sociales. La comunicación deja de
ser unidireccional y pasa a ser horizontal.

Como aspectos positivos de este panorama emergen, por citar algunos: la


democratización del sistema de comunicaciones, la horizontalidad, la descentralización
de la producción y la posibilidad de generar cambios sociales, ya que es factible que
“nuevos mensajes y mensajeros ocupen las redes de comunicación de toda la sociedad,
reprogramándolas de acuerdo con sus valores, intereses y proyectos” (2009:532). Pero
advierte Castells que el control y la centralización no han desaparecido: “Las empresas
más importantes están pensando en ´recomercializar´ la autocomunicación de masas
independiente basada en internet”. Un ejemplo es que la comunicación más divulgada
se procesa a través de los grandes medios, en especial la televisión” (2009:141)

“Cuál pueda ser el nivel de autonomía, de desarrollo, de independencia, de creatividad


de la ´autocomunicación de masas´ es una cuestión crucial del futuro de la
comunicación. Hay motivos para la esperanza y para la preocupación. Motivos para la
esperanza por el incremento de la participación y la descentralización que significan
estas redes. Motivos para la preocupación por la propia capacidad de las industrias
centralizadas de apoderarse de estos nuevos medios y circuitos; también por la lógica
centralizadora que se va imponiendo en el control de la producción de la información y
que nos obliga descartar el optimismo más ingenuo”, reflexiona Moragas Spá
(2011:260).

1.6 Democracia, comunicación y la centralidad del otro

“La comunicación permite el acercamiento, manifestando al mismo tiempo el límite


impenetrable de todo acercamiento. ¿Por qué? ¡Porque con la comunicación, lo más
complicado sigue siendo el otro! Cuanto más fácil es entrar en contacto con él, de un
extremo al otro del mundo, en todo momento, más rápidamente se perciben los límites
de la comprensión. Las facilidades de la comprensión no alcanzan a mejorar el
contenido del intercambio”, señala Wolton (2007).

En nuestras sociedades contemporáneas donde pugnan a diario los intereses con los
ideales, diferentes sentidos de la comunicación, ― ¿cómo salvar la dimensión
humanista de la comunicación cuando triunfa su dimensión instrumental? se pregunta el
sociólogo francés. Desbaratando las “falsas promesas” y rescatando la capacidad crítica
del ciudadano en pos de un paradigma democrático. “Con la comunicación puede haber
dominación, pero no alienación. La alienación supondría la desaparición del libre
albedrío, por lo tanto, de esa famosa capacidad crítica ligada al status de ciudadano. La
dominación remite en cambio a la experiencia de cada uno: la comunicación puede ser
la ocasión de una relación de poder, o de violencia, en las relaciones privadas o
sociales, pero siempre es posible criticar”, reflexiona. Es en ese resquicio donde existe
un ―margen de maniobra‖, como llama Wolton a la capacidad crítica humana “que no
puede ser destruida jamás, ya que se origina en la dimensión antropológica de la
comunicación”.

Poder relacionar hechos con valores es apostar por construir sociedades democráticas y
la comunicación es un factor fundamental en esta tarea. Sociedad y comunidad,
concepciones unidas ya desde su origen etimológico. Allí está el desafío de estos
tiempos: “Así como en nombre de los ideales de la democracia es posible, diariamente,
criticar los desvíos y los errores de las sociedades democráticas, igualmente es posible,
en nombre de los ideales de la comunicación, criticar las realizaciones que se hacen en
su nombre” (Wolton, 2007).

Referencias bibliográficas

Carlon, M. y Scolari, C. (2014). El fin de los medios masivos: el debate continúa. La


Crujía Ediciones. Buenos Aires.

Castells, M. (1999). La era de la información. Vol. 1. Siglo XXI Editores. México.

__________ (2009). Comunicación y poder. Alianza Editorial. Barcelona.

Entel, A. (1995). Teorías de la comunicación. Cuadros de época y pasiones de sujetos.


Editorial Docencia. Fundación Universidad a distancia "Hernandarias". Buenos Aires.

Lasswell, H. (1985). Estructura y función de la comunicación en la sociedad en Moragas


Spá, Miquel, Sociología de la comunicación de masas, tomo II. Gustavo Gilli. Barcelona.

Lozano, J. C. (2007). Teoría e investigación de la comunicación de masas. Pearson


Educación. México.

Mattelart A. y Mattelart M. (1997). Historia de la teoría de la comunicación. Paidos.


Barcelona.

Moragas Spa, M. (2011). Interpretar la comunicación. Estudios sobre medios en


América y Europa. Editorial Gedisa. Barcelona.

Pasquali, A. (1990). Comprender la comunicación. 4Monte Ávila. Caracas, Venezuela.


Primera edición 1970.

Schramm, W. (1982). Hombre, mensaje y medios. Ediciones Forja (versión española de


Alberto Villalba). Madrid.

Wolton, D. (2007). Pensar la comunicación: punto de vista para periodistas y políticos.


Prometeo Libros. Buenos Aires.

También podría gustarte