Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Método. Las respuestas a dichas interrogantes surgen a partir del análisis de 160
encuestas y seis grupos de discusión realizados en la ciudad de Monterrey, N.L., México,
con jóvenes de nivel socioeconómico alto y bajoii (80 encuestas y tres grupos de discusión
para cada segmento), en un rango de edad de entre 18 y 25 años. El análisis de los datos
cuantitativos se realizó con el programa SPSS, y el de los datos cualitativos con N-Vivo.
Tanto para los datos cuantitativos como cualitativos se identificaron variables que
refieren a distintas dimensiones del proceso de Domesticación, tomando como referencia
el modelo utilizado por Seok Lee (2007) para estudiar el proceso de domesticación del
celular entre adultos mayores. Para este reporte particular, la apropiación/comodificación
se aborda a partir de cuestiones relacionadas con el acceso al celular; la objetificación a
través de los usos del mismo; la incorporación mediante su integración en las actividades
cotidianas de los usuarios; y la conversión consideró la exhibición del dispositivo como
elemento de identidad.
5
Resultados
Acceso a los servicios de telefonía celular: A partir de los datos de la encuesta se
identificaron las condiciones de acceso al servicio entre los grupos estudiados, buscando
determinar el impacto posterior en sus prácticas de uso. La variable económica aparece
como el principal factor diferenciador de acceso, y para casi la totalidad de los aspectos
considerados los informantes de nivel alto superan por mucho a su contraparte del estrato
bajo, tanto entre hombres como mujeres.
Las jóvenes de nivel alto tienen más del doble de tiempo como usuarias de teléfono
celular (t (80) = -9.683, p = .000); disponen en promedio de un 50% más de líneas (t (80) =
-5.094, p = .000); han cambiado sus aparatos en una proporción mayor de tres a uno (t
(80) = -7.034, p = .000); realizan cerca de 300% más de llamadas por el aparato (t (80) = -
5.901, p = .000); y gastan casi 400% más en el servicio (t (80) = -7.708, p = .000) que su
contraparte de nivel bajo. En el segmento masculino, los de mayores ingresos tienen 3
años más como usuarios (t (80) = -7.105, p = .000); han cambiado sus aparatos el doble de
veces (t (80) = -2.701, p = .008); registran un 60% más de líneas disponibles (t (80) = -
3.520, p = .001); y su gasto promedio por mes es hasta 300% mayor (t (80) = -4.315, p =
.000), en comparación a los de menos ingresos (Ver Tabla 1).
Los jóvenes de nivel bajo están integrados casi en su totalidad al mercado laboral,
de manera que son ellos quienes compraron su celular y pagan el consumo del servicio
con dinero propio. Todos obtienen tiempo/aire mediante tarjetas o recargas electrónicas, y
en ocasiones se transfieren saldo con familiares y amigos. Algunas mujeres adquieren
esquemas de las compañías proveedoras que les permiten llamar o enviar mensajes
durante un año a un número frecuente a cambio de una cuota fija, o hablar de larga
distancia a un número determinado al mismo costo de una llamada local. También buscan
aprovechar los planes de sus contactos —cinco minutos sin costo a cierto número—, de
manera que llama quien tiene el plan para que a los otros no les cueste. La mayoría tiene
contratado el servicio con Telceliii, pero en ocasiones cambian de proveedor dependiendo
de lo que éstos les ofrezcan, e incluso adquieren celulares con dos compañías para
aprovechar las ventajas de ambas.
- “Lo saqué fiado; y ya trabajé, y yo lo seguí pagando”. (MJ, NB).
- “Tengo dos. Porque el otro, Movistar, me da más promociones. Y en Telcel hablo de larga distancia
también, y me cobran 5 pesos [por] media hora”. (MJ, NB).
En comparación con otros grupos, los usuarios de nivel bajo suelen destinar una
proporción considerablemente mayor de sus ingresos para el pago de servicio de telefonía
celulariv. Ello representa una carga económica excesiva que contrarrestan desarrollando
estrategias que les permitan mantenerse comunicados de la manera más barata posible.
Estudios entre grupos marginados del sur de Asia identifican estrategias de corto y largo
plazo, a través de las cuales estos usuarios administran su acceso a servicios telefónicos.
Las primeras incluyen decisiones sobre si adquirir un teléfono propio o compartido, nuevo o
usado, de prepago o postpago, y el uso combinado de modalidades de telefonía (pública,
fija, celular). Las segundas se asocian a actividades cotidianas como enviar mensajes en
vez de llamar, utilizar el timbre del teléfono como señal previamente acordada, o no
responder cuando el cargo se hace tanto al que inicia como al que recibe una llamada.
Aunque algunas de las estrategias no aplican para este grupo de la muestra —sólo
una de las participantes comparte su celular con otros miembros de la familia; la gran
mayoría no tienen acceso a líneas de teléfono fijo; y en México el esquema común es ―el
que llama paga‖ — el resto de los informantes desarrolla prácticas similares a las
reportadas por grupos marginados en Bangladesh (Chakraborty, 2004), India, Sri Lanka
(Zainudeen, Samarajiva y Abeysuriya, 2006) y Tanzania (Donner, 2005).
7
Todos disponen de teléfono fijo en sus casas, pero lo utilizan sólo si van a hablar a
otra línea fija o si consideran que la llamada por celular puede extenderse y agotar su
saldo. Pero incluso en esas condiciones la primera llamada es al teléfono móvil, y si la
persona contesta en su casa entonces le marcan desde el fijo.
- “Yo sí lo uso [el fijo] pero nada más para llamar a otra casa, porque del celular sale caro”. (MJ, NA)
Independientemente de su nivel económico los informantes son muy sensibles al
costo del servicio, lo que se refleja directamente en sus prácticas de comunicación. Los del
estrato bajo hacen un uso frecuente de mensajes de texto para hacer rendir su saldo,
mientras los del estrato alto prefieren llamar, pero de manera rápida y concisa para que no
les salga tan caro. De ello se desprende que el precio relativo de las líneas de teléfono fijo
8
Usos Comunicativos. Entre los jóvenes estudiados, el uso principal del celular está
relacionado con su función básica como medio de comunicación con dos propósitos
básicos: mantener el contacto con su círculo cercano; y obtener y proporcionar información
que les permita coordinar sus actividades cotidianas. Lo que varía entre subgrupos son las
modalidades de comunicación —llamadas vs mensajes—, los distintos ámbitos de uso —
personal, familiar, escolar, laboral—, y la prioridad que le otorgan a cada uno, tal como
muestran los resultados de la encuesta (Ver Tabla 2) y de los grupos de discusión.
Destinatarios
Pareja 35% 75.5% 62.5% 65% 47.5% 60% 60% 52.5%
Familia 47.5% 87.5% 80%* 100%* 45% 42.5% 55%* 82.5%*
Amigos 20% 90% 45% 87.5% 35% 72.5% 47.5% 65%
Compañeros 17.5% 45% 32.5% 62.5% 25% 32.5% 37.5%* 67.5%*
Finalidad
Coordinar Act. 25% 72.5% 75%* 97.5%* 47.5%* 85.5%* 47.5% 80%*
Vida Social 35% 90% 55% 87.5% 27.5% 60% 52% 50%
Demostrar afecto 35% 62.5% 37.5% 50% 47.5% 42.5% 47.5% 40%
En las tablas que se presentan, todos los porcentajes corresponden a la opción frecuentemente, excepto
los marcados con *, que representan la suma de las opciones frecuentemente y regularmente. Las cifras
en negritas indican diferencias estadísticamente significativas por nivel socioeconómico.
9
El celular opera además como agenda, archivo y directorio telefónico. Ahí están los
números de todas las personas con las que se comunican, y no traer el aparato implica no
sólo permanecer ilocalizable, sino la imposibilidad de llamar a otros porque ya no
12
memorizan sus números pues los tienen ―en el celular‖. Ahí registran cumpleaños,
compromisos y fechas importantes, y almacenan llamadas, mensajes, fotos, videos,
música, e incluso documentos de texto y presentaciones.
- “Realmente los relojes tienen esas funciones, pero yo no uso reloj, sino el celular”. (HJ, NA).
- “Sí, porque de repente se te apaga el celular, y dices: „ay tengo que ver...‟. Luego quieres hablar
con alguien y no sabes el teléfono… El mío hace poco se descargó y dije: „ay no‟. Hasta tuve que
ponerlo en su celular [de otra de las presentes] el chip para checar ahí todos los números”. (MJ, NB).
El uso frecuente que los jóvenes hacen de las herramientas adicionales obedece a
la comodidad y ventajas que representa contar con una tecnología que integra un medio de
comunicación personal móvil, más un reloj, agenda, directorio telefónico, grabadora,
reproductor de música, cámara fotográfica y de video, radio, mini-consola de juegos,
lámpara e, incluso para algunos, una pequeña computadora con acceso a Internet
De ahí que resulte apropiada la definición del celular como herramienta desde un
enfoque centrífugo —del hombre hacia afuera— que lo explica como un medio que
amplifica las posibilidades humanas para operar sobre la realidad (Lorente, 2001). En
Finlandia el término común para nombrar el celular es känny o kännykkä que se traduce
como ―extensión de la mano‖ (Mäenpää en Oksman y Rautiainen, 2003), por lo que no
resulta extraño que uno de los informantes señale:
“Un día sin celular sería como (un día) sin manos” (HJ, NA).
domésticas y duermen en las casas donde trabajan. A los miembros de este grupo, en
particular, el celular les brinda la posibilidad de mantenerse en contacto el resto de la
semana enviando mensajes con frases afectuosas, contándose sus actividades diarias, o
haciendo planes para sábado y domingo. Las parejas que sí viven juntas suelen mantener
poca comunicación a través de celular, y básicamente son mensajes de preocupación
cuando el otro se retrasa o si surgen imprevistos. En comparación, los solteros se
intercambian mensajes frecuentes con sus novios o novias a lo largo de la semana. Estos
jóvenes parecen comunicarse en buena medida simplemente para mantener y estrechar el
vínculo con la pareja, con la interacción como un fin en sí misma, y al no disponer de otras
alternativas de comunicación a distancia, el dispositivo les ofrece la posibilidad de
mantener una cercanía, si no física, al menos emocional.
- “Ya en fin de semana, por ejemplo; yo saliendo de mi trabajo le marco a mi esposa de que a qué
hora va a salir; y pues ya ella me contesta. Y cada rato, trayendo saldo, yo cada rato un mensaje. De
que qué día de fin de semana puede salir, o si se puede divertir ya”. (HJ, NB).
Diversos autores señala que, especialmente entre los jóvenes, el teléfono celular
promueve nuevas formas de construir la intimidad con la pareja (Prøitz, 2005), e incluso en
ocasiones se convierte en sí mismo en un ―elemento constitutivo de la relación‖ (Wajcman,
Bittman y Brown, 2008, p. 647). En particular en el caso de las personas que tiene una
conexión íntima pero que no viven juntas, los mensajes de texto conforman un espacio de
conectividad que garantiza cercanía y privacidad, de manera que esta tecnología redefine
el sentido de lo que significa estar co-presente y compartir un espacio (Ito y Okabe, 2006).
En ese sentido, el celular parece estar cumpliendo funciones similares a las
reportadas por Fisher (1987) para el teléfono fijo durante su introducción en las
comunidades rurales de los Estados Unidos, en donde el aparato se utilizaba no sólo para
cuestiones importantes (actividades comerciales y laborales) como en las áreas urbanas,
sino que satisfacía otras necesidades de comunicación (familiares y sociales) que
permitían a los grupos aislados mantener ―un sentido de comunidad‖ (p.14). Lo señalado
por el autor, en relación a que el teléfono fijo pudo haber tenido más usos sociales críticos
para las persona del campo que para las de la ciudad, muestra paralelismos importantes
con respecto al uso que dan al celular las usuarios de bajos ingresos en comparación con
los de ingresos superiores, que tienen a su alcance un abanico mayor de medios.
15
Referencias
Castells, M., Fernández-Ardevol, M., Qui, J., y Sey, A. (2007). Mobile communication and
society. A global perspective. Cambridge: MIT Press
18
Haddon, L. y Silverstone, R. (1993, julio). Teleworking in the 1990s. A view from the home.
SPRU/CICT Reporte 10. Consultado en enero de 2007 en http://www.
lse.ac.uk/collections/media@lse/whosWho/LeslieHaddon/TELEREP.pdf
- (1994). Lone parents and their information and communications technologies.
SPRU/CICT Reporte 20. Consultado en enero de 2007 en http://www.lse.ac.uk/
collections/media@lse/whosWho/LeslieHaddon/ TELEREP.pdf
- (1996). Information and communication technologies and the young elderly.
ESRC/PICT Reporte 13. Consultado en enero de 2007 en http://www.lse.ac.uk/
collections/media@lse/whosWho/LeslieHaddon/ TELEREP.pdf
Helle-Valle, J. y Slettemeås, D. (2008). ICTs, domestication and language-games: a
wittgensteinian approach to media uses. New Media & Society, 10(1), 45-66.
Höflich, J. (2005). The mobile phone and the dynamic between private and public
communication: Results of an international exploratory study. En P. Glotz, S.
Bertschi y C. Locke (eds.), Thumb culture. The meanings of mobile phones for
society technology, (pp. 123-135). Bielefeld: Transcript.
Ito, M. y Okabe, D. (2006). Technosocial situations: emergent structuring of mobile e-mail
use. En M. Ito, D. Okabe y M. Matsuda (eds.), Personal, portable, pedestrian.
Mobile phones in Japanese life, (pp. 257-273). Cambridge. MA: MIT Press.
Katz, J.E. (2003). Do machines become us? En J.E. Katz (ed.), Machines that become us.
The social context of personal communication technology, (pp. 15-25). New
Brunswick y Londres: Transaction Publishers.
Katz, J.E. y Aakhus, M. (2002). Conclusion: Making meaning of mobiles - a theory of
Apparatgeist. En J.E. Katz y M. Aakhus (eds.), Perpetual contact: Mobile
communication, private talk, public performance, (pp. 301-318). Cambridge UK:
Cambridge University Press.
Katz, J.E. y Sugiyama, S. (2006). Mobile phones as fashion statements: evidence from
student surveys in the US and Japan. New Media & Society, 8(2), 321–337.
Licoppe, C. y Smoreda, Z. (2005). Are social networks technologically embedded? How
networks are changing today with changes in communication technology. Social
Networks, 27(4), 317-335.
20
Ling, R. (1997). One can talk about common manners!: The use of mobile telephones in
inappropriate situations. En L. Haddon (ed.). Themes in mobile telephony. Final
Report of the COST 248. Home and work group.
- (2004). The mobile connection. The cell phone´s impact on society. San Francisco
CA: Morgan Kaufmann Publishers.
Ling, R. e Yttri, B. (2002). Hyper-coordination via mobile phones in Norway. En J.E. Katz y
M. Aakhus (eds.), Perpetual contact: Mobile communication, private talk, public
performance, (pp. 139-169). Cambridge UK: Cambridge University Press.
Lorente, S. (2001). I-thou: me and the cellular phone. Trabajo presentado en Machines that
Become Us, abril 18-19. New Brunswick, N.J.
Oksman, V. y Rautiainen, P. (2003). Perhaps it is a body part. How the mobile phone
became an organic part of the everyday lives of Finnish children and teenagers. En
J.E. Katz (ed.), Machines that become us. The social context of personal
communication technology, (pp. 293-308). New Brunswick, NJ: Transaction
Publishers.
Prøitz, L. (2005). Intimacy fiction: Intimate discourses in mobile telephone communication
amongst Norwegian youth. En K. Nyíri (ed.), A sense of place: The global and the
local in mobile communication, (pp. 191-200). Viena: Passagen Verlag.
Robbins, K. y Turner, M. (2002). United States: popular, pragmatic and problematic. En
J.E. Katz y M. Aakhus (eds.), Perpetual contact: Mobile communication, private talk,
public performance, (pp. 80-93). Cambridge UK: Cambridge University Press.
Seok Lee, Y. (2007). Older adult’s user experiences with mobile phones: identification of
user clusters and user requirements. Disertación doctoral. Faculty of the Virginia
Polytechnic Institute and State University. Blacksburg, Virginia.
Silverstone, R. (1993). Time, information and communication technologies and the
household. Time and Society, 2(3), 283-311.
- (1994). Television and Everyday Life. London: Routledge.
- (2006). Domesticating domestication. Reflections on the life of a concept. En T.
Berker, M. Hartmann, Y. Punie y K. Ward (eds.), Domestication of media and
technology, (pp. 229-248). Berkshire: Open University Press.
21
i
En una revisión del enfoque Silverstone (2006) sustituye el concepto de apropiación por el de comodificación que
considera más preciso, e incluye en éste las labores de diseño, investigación de mercado, promoción y formación de
políticas públicas que preparan el terreno para la apropiación inicial de una nueva tecnología. La comodificación,
objetización, incorporación y conversión pasan a ser dimensiones del proceso general de apropiación.
ii
El nivel socioeconómico se determinó tomando como base la clasificación de hogares de la Asociación Mexicana de
Agencias de Investigación de Mercados y Opinión Pública (AMAI), considerando para efectos del estudio los niveles A/B
y C+ como nivel alto y D+ como nivel bajo.
iii
Telcel es el proveedor dominante en México, con aproximadamente el 85% del mercado
iv
En general los usuarios asignan entre 2% y 3% de su ingreso mensual al gasto en telecomunicaciones, mientras que en
el caso de la población de menores ingresos la cifra alcanza alrededor del 10% (Zainudeen, Samarajiva y Abeysuriya,
2006).
v
Se eliminó al aparato referido a los servicios 3G, debido a que cuando se realizó el trabajo de campo recién iniciaba en
México la introducción de este tipo de servicios, y el acceso entre los jóvenes era sumamente reducido.