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Pedro Feijoo, autor de Morena, peligrosa y románica.

“Mi novela es la historia de un robo de guante,


digámosle, ‘no-tan-blanco-como-pensábamos...’, un
auténtico disparate en clave de comedia negra”.

Pedro Feijoo acaba la frase

Sin humor… La vida es un absurdo, un vagar


triste a través del cosmos sobre un planeta que
se muere, un viaje desesperado hacia ninguna
parte... ¡Y bueno, con humor también! Pero... ¿y
las risas que nos echamos por el camino? ¿Eh?
¿Eh, eh?

Los andaluces tienen gracia pero la


retranca gallega es… ¡la que le pone el rabo
a las cerezas!

Una buena novela es como el rock and


roll pero… sin dejarte los riñones en los
asientos de una furgoneta destartalada, la espalda en un millón de aeropuertos, la nariz en cada camerino,
y los calzoncillos olvidados en un hotel distinto cada vez; sin hernia discal; sin resaca; sin descubrir que en
los bolsillos no llevas más que una púa, el teléfono de sabe dios quién, y ni un sólo duro; sin el pánico de
cada mañana a echarle un vistazo al otro lado de la cama, a ver qué demonios te encuentras esta vez (por
favor, si vuelve a ser una señal de tráfico, ¡que por lo menos esta vez me haya dejado al guardia urbano
atrás!); y sin el riesgo de morir después de cada borrachera ahogado en vómito (ah, si por lo menos fuese
en tu propio vómito...). No siendo por esos pequeños detalles, diría que viene siendo lo mismo, oiga...

Lo más divertido que se puede hacer sin reír es… ¡Nada! (Y por si están pensando en el sexo, ¡ni
de coña! ¡Si uno no se ríe, es que la cosa no es divertida! Yo, de hecho, siempre acabo partiéndome de
risa. Y mi pareja también. Ahora ya sólo falta que los dos nos riamos de lo mismo. ¡O por lo menos que
ninguno de los dos se ría de mí! Ese día, amigos, ese día será épico. Esto... ¿de qué estábamos hablando?

No me voy a morir sin… dejar claro que yo, la eutanasia, ¡la defiendo a muerte!

En las fiestas soy el que… se equivoca de dirección, y entra gritando “¡Venga, que no pare la juerga!”
en pleno velatorio...

Empecé a escribir por… una cuestión de principios. También podría haberlo hecho por una de
finales, pero qué quieren que les diga, no tendría la misma gracia: nada más empezar la novela ya sabrían
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quién es el asesino.

La novela con la que mejor me lo he pasado es… la que todavía tengo en la cabeza. (Y sí, por si
se lo están preguntando, la tengo enorme. La cabeza, quiero decir. Bueno, y lo otro también... ¡La novela,
ya saben! No se vayan a pensar que me estoy refiriendo a... Porque ni mucho menos, ¿eh? Ahí sí que no...
Ya mi madre me lo decía, “con esa cosita, hijo mío, no te veo yo futuro...” Oiga, miren, mejor dejémoslo
aquí... ¿Les he dicho ya que son ustedes un público maravilloso?).

Pedro Feijoo está disponible para entrevistas en los próximos días.


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¿Quién es Pedro Feijoo?
Mis psicólogos y yo llevamos tanto tiempo buscando la
respuesta a esa pregunta, que, para que se haga usted
una idea, en su época de universitario Sigmund Freud
hizo las prácticas conmigo, no le digo más...

¿Por qué tendríamos que leer Morena,


peligrosa y románica?
Porque, si sienten el deseo irrefrenable de reírse en
la cara de este tiempo perro que tan mal nos lo está
haciendo pasar, y además hacerlo a carcajadas, no se
me ocurre mejor manera de hacerlo que dejándose
guiar a través de este infierno que los medios de
comunicación han dado en llamar “crisis” de la mano
de Dante Odeón y su gato Virgilio...

¿Es la suya una novela romántica? ¿Va de


amor? ¿Es una novela negra? ¿Qué demonios
es esto que ha hecho?
No sabe usted cuántas veces me hizo mi madre esa
misma pregunta a lo largo de toda mi infancia...
“Pedrito, ¿qué demonios es esto que has hecho? (y,
sobre todo, con qué clase de detergente se limpia?)”.
¿Acaso existe en el mundo alguna novela que no sea
de amor? Todas lo son, porque no hay otra fuerza
capaz de mover el mundo. En este caso, lo que
tenemos entre manos es una especie de comedia
negra, una disparate cómico en el que, de no ser por el amor, todo quedaría en un despropósito, un
absurdo en el que nada ni nadie valdría la pena. Vamos, algo así como la vida misma...

Es usted un auténtico fenómeno editorial en lengua gallega. Acaba de salir a la venta


la novena edición de Os fillos do mar y la tercera de A memoria da choiva, de la que se
está preparando un proyecto cinematográfico. Sus anteriores novelas tenían tintes de
literatura negra, de aventuras… de hecho fueron concebidas para ser best-seller, con
ingredientes de diversos géneros, como novela total. ¿Por qué no ha seguido con una
fórmula de éxito comprobado? ¿Qué le ha llevado al triple salto mortal de la novela de
humor?
Vaya, ¿está usted diciéndome que esta novela no tiene el éxito garantizado? Ops, creo que he vuelto a
equivocarme de dirección...
De todos modos, he de decir en mi defensa que, respetando plenamente a quien sí lo hace, a mí no me
apetece en absoluto eso de encasillarme en un único género. Comprenda usted que yo vengo de un
país en el que prácticamente todo está por hacer, por ser “normalizado”. Con tanto trabajo encima de
la mesa, creo que centrarse en un único género sería poco menos que absurdo. Al fin y al cabo, aquí
tampoco es tan raro lo que yo hago... No me imagino a un autor como Eduardo Mendoza escribiendo
una y otra vez la misma novela.

¿Cómo explicaría en tres líneas la trama de su novela?


Lo que aquí les traigo es una especie de trama negra, la historia de un grupo de desgraciados
peripatéticos sin demasiado oficio ni beneficio que, para salir de la precaria situación en que se
encuentran, deciden que lo mejor que pueden hacer con sus vidas es pegar el palo definitivo, un golpe
maestro: el robo de una valiosísima pieza de arte con el que dejarán atrás de una vez por todas el amplio
catálogo de penurias, ingratitudes y despropósitos en que se encuentran sumergidos. A priori todo
tiene muy buena pinta. Lo malo es no haber juntado antes dos neuronas útiles... Esto que en Morena,
peligrosa y románica les propongo es la historia de un robo de guante, digámosle, “no-tan-blanco-como-
pensábamos...”, un auténtico disparate en clave de comedia negra, ambientada entre Vigo y Barcelona.

Su trayectoria es excepcional en todos los sentidos, abandonó una carrera musical de


éxito para concentrarse en la escritura, además de ser superventas, es el único autor
que ha ganado en dos ocasiones, con cada una de sus dos novelas anteriores, el Premio
San Clemente. Las expectativas son muy altas. ¿Cómo espera que sea acogida esta
tercera aventura editorial?

Espero que con el mismo cariño con el que yo la traigo y, si puede ser, con las mismas carcajadas por
parte de sus lectores que las que a mí se me escapaban mientras la iba escribiendo. Y, si no puede ser,
por lo menos no con excesiva violencia. Ya saben ustedes lo que dicen, “en esta vida, lo importante es
no llevarse demasiados golpes en la cabeza...”

¿En qué se parecen Pedro


Feijoo y el protagonista de
su novela Dante Odeón?
Lamentablemente para mí
(y para mayor vergüenza de
mi madre...), en más cosas de
las que a ambos nos gustaría
reconocer...

¿Qué le pasaba por la


mente cuando ideó un
robo del siglo tan, pero tan
absurdo?
¿Tan absurdo? ¡Pues yo estaba
convencido de que era lo
mejor que se podía hacer!
Pero, ahora que lo dice..., pues
supongo que una corriente de
aire, un matojo rodando, y ese
“piiii” tan característico de los
encefalogramas planos...

¿Se entrena el humor?


Sí, en el gimnasio de la risa. Y los que sacan mejores notas a final de curso van a las Olimpiadas de la
Carcajada Total y el Despiporre Padre.
No lo sé, supongo que, en mi caso, el humor es (lamentablemente) una especie de mecanismo de
defensa, algo en lo que me escudo para protegerme de este mundo atroz y descarnado. Me río de él,
y así parece un poco menos agresivo. El auto-engaño, tan útil en la vida, las tallas corporales, y las
relaciones amorosas (especialmente cuando sales con alguien a quien todo el mundo conoce como “la
persona más fácil del barrio”!).
De todos modos, sería absurdo no reconocer que, una vez llevas el bicho dentro, sigues dándole forma
atendiendo a los consejos de quienes son tus verdaderos maestros, gente como Groucho Marx, P. G.
Wodehouse, Tom Sharpe, Monty Python, Chesterton, Nick Hornby, Douglas Adams, el propio Eduardo
Mendoza, o, por supuesto, Woody Allen.
Domina la lengua con auténtica maestría. Su humor se basa en juegos de palabras que
son auténticas acrobacias lingüísticas, ¿por qué nos resulta tan fascinante el absurdo?
No tengo ni la más remota idea, pero prometo preguntarlo en mi próxima sesión de psicoanálisis.
De todos modos, y mientras tal momento no llega, supongo que por contraposición con esta especie
de hiper-realidad que nos está tocando vivir. Todo es tan triste, descarnado y cruel ahí fuera (lo cual,
paradójicamente, convierte a la vida en algo rematadamente absurdo), que necesitamos echar mano de
nuevas realidades, aunque éstas sean tan ficticias como absurdas, para poder seguir adelante. O eso, o es
que todo el mundo está peor que yo (¡que ya es decir!).

Una novela como la suya hace grande el concepto de literatura de evasión, el placer
del puro entretenimiento. Por si hay dudas, deje un mensaje a los lectores en lengua
castellana que aún no le conocen, ¿a qué tipo de lector les recomendaría Morena,
peligrosa y románica?

¿Sienten ustedes el deseo de mandar a hacer puñetas este mar gris que nos ahoga tan pronto como
ponemos un pie fuera del portal? ¿Le encantaría a usted mandar a hacer puñetas al presidente Rajoy
y a sus recortes, al ministro de Economía y sus malas noticias de los viernes, a la ministra de Trabajo y
su virgen del Rocío, y al ministro ese de Hacienda que hace que hasta el señor Burns parezca atractivo?
¿Tiene ganas de dejarlo todo de lado, evadirse de tanta angustia y preocupación? ¿Le gustaría recordar
si aquello de la carcajada era realmente algo tan saludable como cree recordar, o, por el contrario, un
concepto demasiado sobrevalorado? Si la respuesta a todas estas preguntas es “Sí”, entonces no lo dude:
Morena, peligrosa y románica es su novela. (Ahora bien, si la respuesta es “Excuse me, mi no comprwendo”,
si es usted una persona tan seria que, a su lado, el ministro del Interior parece Rafaella Carrá, o si,
directamente, es usted Mariano Rajoy, entonces tal vez ésta no sea su novela...)

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Pedro Feijoo está disponible para entrevistas en los próximos días.


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