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UNIVERSIDADE DA CORUÑA.

FACULTAD DE SOCIOLOGÍA.

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA.

PROF. JUAN DE DIOS RUANO GÓMEZ.

CURSO ACADÉMICO: 2022/2023.

RECENSIÓN.
FAHRENHEIT 451.
RAY BRADBURY, 1953.

NAMÍAS GARCÍA FABIANA DE JESÚS.

26 DE OCTUBRE DE 2022.

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¿Es la felicidad una ilusión creada por la visión predominante del mundo? ¿Es
una rareza, citando a Hemingway, conseguirla coexistiendo con la inteligencia?
Partiendo de esta interrogante se podría empezar a esbozar los primeros
dilemas en los que se encuentra nuestro protagonista Guy Montag cuando se
encuentra con Clarisse, una joven que posee una visión del mundo en conflicto
con la de Montag: Clarisse es despierta, soñadora, se hace preguntas, intenta
buscar respuestas, disfruta la vida y rechaza el piloto automático. Empezamos
con Clarisse porque esta narrativa empieza también con ella, con su irrupción
en el mundo de Guy Montag. Pero primero conviene hablar de Montag, que se
presenta a sí mismo como una persona que reconoce y acepta la autoridad,
lleva más de 10 años de oficio en la quema de libros y jamás ha leído uno, es
un miembro modelo de una sociedad que incentiva al adormecimiento y pena
tanto la creatividad como la libertad individual. Montag reproduce en su día a
día todos esos mandatos sin relinchar: ve la televisión mural, tiene un trabajo
por el cual es respetado y que cumplía a rajatabla y tenía una esposa; no se
preguntaba demasiado, no trasgredía y no caía en interrogantes que no
llevaban a más que a la perdición.

Un punto de inflexión marca para nuestro protagonista el inicio de espiral de


preguntas sin respuestas aparentes y cavilaciones: al conocer a Clarisse Guy
Montag nace nuevamente mediante el descubrimiento de una verdad terrible:
no es feliz, no se siente feliz, lleva la felicidad como una máscara que Clarisse
le despojó; quitándole el peso de la misma, la venda que llevaba en los ojos
como parte de sí mismo, pero también cargándolo con la responsabilidad de
emplear su nueva visión ilimitada del mundo, naciendo también, junto al
descubrimiento de la infelicidad propia, un sentido de temor hacia lo nuevo y
desconocido. Clarisse humaniza a Montag, no le tiene miedo y tiene largas y
productivas conversaciones con ella en las cuales va poco a poco
descubriéndose más que bombero, es decir, su propia esencia, incluso sus
propias faltas: es durante una de estas conversaciones que Clarisse planta en
Montag la semilla de la duda ante su matrimonio, lo cual lo lleva a cuestionarse
su relación con Mildred y descubre, apenado, que ella no recordaba cuándo y
dónde se conocieron y que no estaba enamorado.

Llegado a este punto se plantea una dicotomía entre Montag sujeto social y el
mundo interno e intelectual que está descubriendo en sí mismo y que dista
radicalmente de la norma impuesta por la sociedad. Empieza el proceso y el
choque respectivo de ser un paria cultural con toda la carga que eso conlleva,
aunque todavía no ha llevado a hecho ninguna de sus inquietudes e intentase
aparentar la normalidad y el conformismo característico que se exige al
ciudadano de esta distopía empieza a ser evidente para los personajes más
atentos que Montag está pasando por un cambio. En este punto de la narrativa
se profundiza en el capitán Beatty, que personifica no solo la autoridad sino
también el apego a la norma, el castigo al que intenta construir una identidad
propia, la destrucción de la individualidad; Beatty puede ser percibido de forma
superficial como el antagonista de la novela, sin embargo también se presenta
como un personaje cargado de dualidad: está en contra de poseer libros de
forma rotunda, pero intenta desmontar a Montag citando numerosas obras
literarias, dando el autor a entender de forma implícita que Beatty ha reprimido
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sus propias creencias para poder seguir desempeñando su rol social y
profesional.

Hay otras figuras con gran carga simbólica qué resaltar: por un lado está el
sabueso mecánico, que es un aparato tecnológico de inteligencia artificial
creado para detectar a los poseedores de libros y atacarlos, que se menciona
por primera vez al oler a Montag, causándole extrañeza al recibir como
respuesta que el sabueso “solo piensa lo que queremos que piense”; o la
salamandra (criatura mitológica que se creía que podía vivir en el fuego sin
resultar dañada por él), que es el nombre que le dan los bomberos a sus
camiones y la figura con la que se identifican.

Un punto importante de la trama se centra en la llamada a una locación donde


se detectó que hay posesión de libros, al dirigirse allí descubren que se trata de
una mujer que se niega categóricamente a abandonar su casa y decide
sacrificarse quemándose con sus libros. Montag está en presencia de una
mártir, y esto le afecta profundamente, siente la carga de su consciencia y
empieza a sentirse incapaz de seguir desempeñando su empleo, sobrepiensa y
analiza elementos que antes parecían carecer de importancia. Se traslada del
ámbito ideológico al físico y emocional todo su disgusto y perturbación, no está
dispuesto a continuar quemando libros y se torna más activo con respecto a
sus decisiones, empieza a intentar moldear su realidad. Presenciar un acto de
martirización hace que Montag se cuestione qué hay en los libros que hace que
valga la pena morir por ellos.

Posteriormente y siendo víctima de esa sensación de incapacidad le plantea a


Mildred la posibilidad de renunciar a su empleo de bombero, lo cual ella no
comparte y no es capaz de empatizar con su situación, informándole además
del fallecimiento de Clarisse y dejándolo profundamente afectado: Mildred no lo
entiende en lo más mínimo y la única persona en la cual Montag podía hallar
un similar ha muerto. Montag se siente solo y cobra consciencia de su
infelicidad, sabe que se siente incapaz de seguir quemando por lo cual finge
estar enfermo y se retira.

El capitán Beatty ya es plenamente consciente del descontento de Montag, por


lo cual intenta mediar con él, intenta convencerlo de que el conocimiento que
se halla en los libros es peligroso y que no conlleva sino a la perdición y a la
infelicidad, que los individuos cuanto menos piensen y sepan más felices son,
que la pregunta lleva a la confusión y la confusión conlleva a la melancolía, que
son guardianes de la felicidad haciendo su trabajo que, en resumidas cuentas,
cualquier esbozo de pensamiento o de incomodidad intelectual debe ser
suprimida para poder ser plenos y felices. Es interesante la estrategia
empleada por Beatty: instrumentaliza la empatía, insiste en ser su igual, en
haber transitado ese mismo camino, en haber estado ahí, su posición es
creíble pues cita de forma continuada a multitud de autores, Beatty lee, y se
puede intuir en que hay una contradicción entre lo que afirma y sus acciones.
Montag, sin embargo, no se siente convencido ante lo que oye, y concluye que
Beatty tiene miedo, está encaminado a descubrir que la salamandra puede vivir
sin fuego y concluye que si alguien tiene que arder, tenían que ser los
bomberos.

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Luego de esta discusión Montag se sumerge en un estado de alteración que lo
lleva a confesar a Mildred que tiene libros y le pide que los lean juntos y que si
descubren esa potencia destructora ambos se desharán de ellos juntos y luego
de pasar la tarde leyendo Mildred confirma su desdén, pero Montag siente una
curiosidad que crece, lo cual lo hace contactar con Faber, una figura que
simboliza la sabiduría, el conocimiento, la reflexión: es devoto a los libros y va a
enseñar a Montag a comprenderlos y a valorarlos y además ofrece ayudarlo
estando en comunicación continua con él por medio de un auricular construido
por él mismo. Luego del encuentro con Faber Montag oye su última alarma
como bombero y se encamina a su última misión, pero se sorprende cuando se
detienen en su casa, Beatty confronta a Montag con una actitud casi suicida, lo
provoca y no parece tener intención de defenderse, pero al descubrir su
auricular y poner a su aliado en peligro Montag sabe que no hay vuelta atrás,
por lo cual lo quema vivo. Es en este punto que Montag finalmente se convierte
en un paria: tiene que huir, lo están buscando no solo por poseer libros sino por
quemar al capitán, en medio de su huida esconde libros en casa de bomberos
y explota una guerra que se mencionaba en capítulos anteriores. A pesar de
ser televisado logra escapar por el río, logrando burlar al sabueso y a la
autoridad, que para engañar al televidente capturan a alguien más y lo hacen
pasar por Montag, encontrándose al final con un grupo de antiguos
intelectuales, liderados por un hombre llamado Granger, que habían huido de la
ciudad y cuyo valor reside en recordar libros de memoria para el momento que
les toque construir una mejor sociedad desde las cenizas. Al encontrarse con
estos parias Montag también se encuentra consigo mismo, empieza a pensar
de forma más libre en su espiritualidad, en sus ideales, en lo que sabe y en lo
que recuerda. Montag no está entre los bomberos, no es víctima del yugo
social, finalmente es capaz de expresar la identidad que tanto defendió: en
medio de sus iguales Montag es finalmente libre.

En la sociedad de Fahrenheit se percibe censura y una opresión patente a lo


que dista del código de creencias impuestas, no solo causando choque o
rechazo sino penalizándose y estableciendo consecuencias por alejarse o
incumplir la norma. A lo largo del libro el autor insinúa que además de la quema
de libros se llevan a cabo otras formas de opresión: al hablar de la muerte de
Clarisse, por ejemplo, Beatty dice que lo mejor que podía pasarle era morirse,
pudiéndose llegar a la conclusión que la muerte de Clarisse, que en principio se
presenta como un accidente de tránsito, es realmente un homicidio. En este
contexto explota una guerra, devastando todo pues la gente, adormecida por la
televisión-mural solo sabía y pensaba lo que esta les mostraba, solo
salvándose los que fueron capaces de pensar fuera de lo tradicionalmente
impuesto.

¿Qué le dio Montag a la ciudad? Ceniza ¿Y qué se dieron mutuamente? Nada.


Concluye Montag, sin embargo, en estos parias reside la esperanza de
construir una nueva sociedad desde la ceniza, como el ave fénix, criatura
mitológica mencionada que renace de las cenizas, con unos códigos que
permitan que al cuestionarse qué se dieron mutuamente la respuesta no tenga
que ser nada. Hay un tiempo para todo, medita, y empieza para Montag el
tiempo de construir.

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