Nos encontramos reunidos para recordar a una personalidad
de nuestra historia, que a veces ésta, nos resulta compleja y difícil de abordar sin involucrarnos en ideas y sentimientos; pero éste, no es el caso de la figura que hoy nos toca conmemorar, pues su figura trasciende mas allá de sus ideas, sus triunfos y sus derrotas; hablamos del abogado, periodista, educador, político, economista, ecologista y General Manuel Belgrano. Y fue él, don Manuel Belgrano, el creador de nuestra enseña patria... de nuestro símbolo... de nuestra bandera.
Hablar de nuestra Bandera es hablar de su genial creador. Un
hombre cuya vida nos legó gratas sorpresas, y cuanto más ahondamos en su historia, más lo admiramos y más entendemos por qué precisamente él fue el creador de nuestro símbolo más representativo. Su vida fue un canto a la bondad, a la entrega, a la libertad, a la gratitud, a la inteligencia y a la honradez. Fue uno de los que más se preocupó por la educación, considerándola un elemento fundamental para el progreso de una nación; también por la economía. Podemos decir que Manuel Belgrano fue un argentino con todas las luces, capaz de pensar en todos los aspectos que hacen al futuro de un país y defenderlos con la palabra y con las armas. Y como si esto fuera poco, nos regaló, además, la Bandera Nacional.
En su última reflexión pensaba en la eternidad donde iba y en
la tierra que dejaba y decía “Yo espero que los buenos ciudadanos trabajarán para remediar sus desgracias”.
A las siete de la mañana del 20 de junio de 1820, murió,
preocupado y pobre en una Buenos Aires asolada y dividida por la guerra civil, y que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos. Sólo un diario, “El Despertador Teofilantrópico”, dirigido por el sacerdote Castañeda, se ocupó de la muerte de Belgrano. Decía, en versos, el periódico:
"Porque es un deshonor a nuestro suelo, es una ingratitud que
clama el cielo, el triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una Iglesia junto al Río, en esta ciudad, al ciudadano ilustre General Manuel Belgrano.” Por eso en este día en el que recordamos su muerte, el mejor homenaje que pensamos, se le debe hacer, está relacionado con el esfuerzo, la educación y el patriotismo.
Uno de los problemas de nuestra sociedad, de la sociedad
argentina, es que ha perdido el carácter. A muchos les parece fuera de lugar, o extemporáneo, el hablar de las virtudes personales, de las virtudes nacionales, de esas cosas que alguna vez hubo... y que hicieron que fuéramos lo que alguna vez fuimos: una nación grande y fuerte. Hoy parece que nadie quiere oír hablar de cosas tan necesarias como son la capacidad para el sacrificio, para el trabajo constante, sostenido, responsable... Cosas que aquí y en cualquier lugar del mundo, en nuestra época y en siglos pasados también, fueron el secreto para lograr cualquier mejora personal o comunitaria. Se cree que por un acto de voluntad, o peor aún, por la mera expresión del deseo y por la transferencia a otros de la culpa, se logrará exorcizar los demonios que todos tenemos adentro, nuestra chatura y nuestro lastre. La conmemoración de este día es una invitación a asumir nuestras propias responsabilidades. Es una llamada a hacer del mejor modo posible lo que tenemos entre manos. No importa que nuestras tareas sean aparentemente pequeñas: son las que nos tocan, las que nos corresponden, y a través de ellas nos preparamos mejor para las más grandes que puedan sobrevenirnos. Debemos ser constantes y tenaces con las tareas que emprendemos, no contentándonos con los resultados del corto plazo ni con los beneficios exclusivamente personales. Para eso es importante el trabajo en equipo, instaurando una auténtica cultura del esfuerzo, de la cooperación de unos con otros. Todo esto cuesta, exige más esfuerzo, cansa, pero así nuestro trabajo produce un fruto duradero y para muchos.
Hoy, los chicos de 4º año por medio de la Promesa de Lealtad
a la Bandera, pretenden rescatar en cada uno de nosotros ese sentimiento patriótico, de amor y respeto a lo nuestro, a nuestros paisajes y a los hombres de nuestro país, que en el trajín diario, a veces puede adormecerse. Pretenden contagiarnos un poquito, o mucho, de la inocencia, el orgullo y la esperanza con que ellos, al igual que Manuel Belgrano, dicen: “Esta es la Bandera de mi Patria, la República Argentina”. Compartamos ese orgullo…