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Frase conmemorativa por el 20 de Junio

La celebración en las fechas patrias es una tradición arraigada en nuestra sociedad. Pero citar
fechas y lugares que pueden encontrarse fácilmente en un libro de historia no parece la forma
más adecuada de honrar la memoria de un hombre de la talla de Don Manuel Belgrano, de quien
nos legó el símbolo de nuestra nación, nuestra amada bandera.

Pensar... sopesar.... los ideales, la pasión que impulsaron a este argentino a emprender su enorme
obra por la patria... Pensar – decía – ... qué cosa motivó a este hombre a erguirse frente al medio
adverso en que le tocó actuar... y emprender su camino de hacedor, de hacendoso obrero
constructor de una nación... parece más adecuado y más útil.

Podría haberse replegado ante el primer enfrentamiento mezquino. Podría haberse encerrado en
el conformismo de la época. Limitarse a vivir de acuerdo con la estructura entonces imperante. De
haber hecho eso, su existencia no habría sido nada desdichada, pues su posición social era
privilegiada. Sin embargo, fue el que debía ser. Un hombre original. Un innovador. Un benefactor
de la sociedad. Era un ilustrado intelectual del siglo XVIII, imbuido de las más bellas ideas de
perfección, ubicado en un plano científico de avanzada. Un auténtico pionero en todos los
campos...

Pensemos en el contexto en el cual tuvo lugar el accionar de Belgrano:

Un país que luchaba por su independencia... en lo externo la amenaza de un poderoso imperio


que recuperaba sus fuerzas, en una Europa donde los ideales de la revolución francesa estaban
siendo cuestionados... y en lo interno, las lacras de la ignorancia, el espíritu sectario, las
montoneras... todo parecía condenar al fracaso todo sueño de nación...

Belgrano, hombre de leyes, precursor de la educación, del comercio, de la ciencia, se vio obligado
a asumir, a aceptar, a un rol más en beneficio de la patria: Se vio obligado a tomar la espada como
militar, como general de las guerras de la independencia. Vencedor del enemigo imperial en
Tucumán y Salta, por lo que fue llamado Libertador del Norte, fue generoso y humilde en la
victoria. Y fue valiente y esforzado soldado en la aciagas jornadas de Vilcapugio y Ayohuma, que
no minarían su espíritu de lucha... su constancia tras un ideal... que lo llevaría luego como General
del Alto Perú, a un frente vital para la campaña patria.

Si hay que hablar de Manuel Belgrano hay que hablar de esfuerzo, de generosidad y amor por la
educación, de modestia, de honestidad, de sincera defensa de la libertad: de la libertad civil, de la
libertad política y de la libertad de expresión... y de los derechos del hombre.

Hoy nuestro país se debate en otra situación difícil. Hay muchas incertidumbres, nada parece
claro... Negros nubarrones por delante parecen invitar al desaliento o a la huida... Ante esto vale
una reflexión:

Un gran pensador, alguien que amaba bien a la Argentina, Ortega y Gasset dijo una vez:
“Argentinos: ¡A las cosas!”. El también nos invita a seguir el camino trazado por Belgrano: “Cumple
el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces"? Es una invitación a
asumir nuestras propias responsabilidades. Es una llamada a hacer del mejor modo posible lo que
tenemos entre manos. No importa que nuestras tareas sean aparentemente pequeñas: son las
que nos tocan, las que nos corresponden, y a través de ellas nos preparamos mejor para las más
grandes que puedan sobrevenirnos. El mundo cambia, sin duda; pero algunos principios, algunos
valores, tienen vigencia eterna...

Hoy, podemos contemplar con la objetividad que nos da la distancia en el tiempo y con más de un
dolor y con más de una frustración de nuestra patria, de nuestro pueblo, la presencia querida, la
memoria del entrañable, del ejemplar Don Manuel Belgrano se agiganta contra el horizonte; y
cobra una actualidad palpable, tangible... con su brazo fuerte, y desde el fondo de la Historia nos
invita una vez más... a abocarnos a la construcción de la patria grande, la soñada por él, por San
Martín, por Sarmiento, por Moreno... nos invita a no empequeñecernos por la magnitud de los
obstáculos que se oponen, por formidables que éstos nos parezcan..

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