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Parcial Literatura Universal II | CeRP del Sur

Carolina Álvarez 2°3 | Junio, 2018

El concepto de amor de los trovadores


y el amor del Dolce Stil Novo

Introducción:

En este trabajo se pretenden comparar los conceptos de amor del estilo trovadoresco y
del Dolce Stil Novo. Previamente se desarrollan ambos conceptos de manera individual
para que sirvan de herramienta clara antes de considerar ambos temas conjuntamente,
ya que los límites entre ambos conceptos no son del todo claros en una primera lectura
superficial.

El amor cortés

Es de considerar que el término “amor cortés” necesita una aclaración desde varias
perspectivas, la principal causa de esto es que el término designa distintas cosas según
el teórico que lo considere. Lo anterior podría deberse a la dificultad que supone la
etimología y a la interpretación que algunos autores de la Edad Media le otorgaron.

Alrededor del año 1180, el capellán Andreas Capellanus escribe El tratado de amor
cortés, el idioma que elige es el latín y, a pesar de su condición de clérigo, el tema de la
obra tiene que ver con un mundo laico y no clerical. La obra se publica con diversos
nombres, entre ellos: Tractatus amoris et de amoris remedio Andree Capellani
(Tratado del amor y de los remedios de amor de Andrés Capellán), Erotica seu

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amatoria Andreae Capellani vetustissimi scriptoris (Arte erótica o amatoria del muy
antiguo escritor Andrés el Capellán), Erotica sive amatoria die multumque desiderata
iucundissimis historiis referta, cum frugifera amoris reprobatione (Arte erótica o
amatoria donde se hacen muchas consideraciones y se relatan muchas historias
chistosísimas, junto con una breve reprobación del amor); entre otros. Lo significativo
es observar el tratamiento que se anticipa desde el título: es necesario un tratado de
amor que enseñe las artes amatorias y eróticas, y hace falta que dicho tratado advierta al
posible lector de males de amor y que repruebe determinadas acciones no dignas de
denominarse amor cortés. El tratado fue muy leído en la época, y asimismo tomado por
otros escritores en sus obras. La obra del capellán consta de tres ejes: una primera parte
que está dedicada a, en palabras del propio autor, “examinar lo que es el amor, de dónde
le viene el nombre, cuál es el efecto del amor, entre qué personas puede darse, cómo se
puede conseguir, conservar, acrecentar, disminuir y terminar, cómo darse cuenta de que
el amor es correspondido, y lo que uno debe hacer cuando su amante le es infiel” La
segunda parte elabora cómo conservar el amor una vez conseguido, y la tercera y última
parte constituye un rechazo de lo dicho en los dos primeros apartados. Corresponde
preguntarnos el por qué de este tratado, y la respuesta está en que justamente el amor
cortés se basa en la contemplación de la dama, la exaltación de la belleza física y moral
de la misma ubicándola en un plano superior al amante, que solo podría alcanzarla
mediante el mejoramiento moral, pero nunca mediante el acercamiento a la mujer, y por
esto el amor nunca llega a ser correspondido, y menos alcanzado. Haremos hincapié en
que tal concepto se originó en los textos poéticos, en las cansós (canciones) de los
trovadores provenzales del sur de Francia a comienzos del siglo XII, es decir, casi
cincuenta años antes del tratado del Capellán, en el cual podemos ver la influencia de
estos trovadores. La relación que se establece en el amor cortés es análoga a la
establecida en el feudalismo entre vasallo y señor feudal, y entonces la dama se
convierte en señora y el amante en vasallo. Podemos asociar la ceremonia que une en
relación de vasallaje al señor feudal y su vasallo, con la ceremonia que evoca el
trovador en las cansós. Cabe mencionar que estos artistas no utilizaban el concepto
“amor cortés” (este término es acuñado por Gaston Paris en el S. XIX, autor que
veremos más adelante), sino que utilizaban alguna de estas denominaciones: fin’amors
(amor puro, depurado), verai’ amors (amor de verdad) y bon’amors (buen amor).
¿En qué consistía la ceremonia de vasallaje? Una de las mejores descripciones nos la da
Jacques Le Goff en La civilización del Occidente medieval (1966) y Russel en “Bastard

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feudalism and the kiss” (en Journal of Interdisciplinary History, 1987): la ceremonia
podía presentar ciertas variaciones dependiendo de la región, pero en casi toda Europa
la forma era común: el vasallo, sin espada, cinturón ni espuelas, de rodillas y con la
cabeza descubierta, juntaba sus manos y las ponía entre las manos de su señor (immixtio
manuum) mientras declaraba (volo) que de ahora en adelante se consideraba como un
hombre del señor, a cambio de un feudo. Entonces, el señor besaba (osculum) en la boca
a su nuevo vasallo y manifestaba públicamente que de ahora en adelante, aquel vasallo
era un hombre (hom) suyo. El vasallo, además, juraba fidelidad a su señor sobre los
Evangelios. Esta doble ceremonia conducía a un contrato, por el cual el vasallo se
obligaba a proporcionar apoyo militar y material, y consejo a su señor. El señor, por su
parte, se comprometía a proteger y mantener a su vasallo, lo cual implicaba la concesión
de un feudo. La esencia de este tipo de ritual fue adoptada y adaptada por los trovadores
provenzales, no sólo a través de la actitud que asume el caballero frente a la dama, sino
también mediante un lenguaje propio. Uno de los conceptos más importantes, tomado
por los trovadores, es el de “servicio”. El servicio en el amor supone determinada
actitud por parte del amante, y servir se vuelve sinónimo de amar.
El amante debía1:
1. Manifestar, con palabras, el amor que siente por la dama.
2. Frecuentar los lugares adonde ella va.
2. Si la dama inicialmente lo rechaza, no debe descorazonarse, sino seguir insistiendo
con prudencia.
3. En lugares apropiados, el hombre debe expresarse con palabras elegantes, gestos
amorosos y dichos sabrosos.
4. El hombre debe mostrarse siempre alegre frente a su dama, porque las damas
rechazan a los tristes y melancólicos.
5. Lanzar suspiros ante la presencia de la dama.
6. No ser charlatán.
7. No ser mentiroso.
8. Ser juguetón en las ocasiones propicias.
9. Ser despierto y atento.
10. Estar bien vestido.
11. Ser sutil y acucioso.

1
Tomado del Libro de buen amor, donde doña Venus le explica al Arcipreste en qué consiste el
Servicio de amor.

3
En 1883, el filólogo francés Gaston Paris (1839-1903) publica un artículo donde usa la
expresión amour courtois para describir el tipo de amor que se daba entre Lancelot y
Ginebra (en la obra El caballero de la carreta o, también llamado, Lancelot). La
expresión se tradujo como “amor cortés” y dio origen a múltiples trabajos de
investigación sobre el tema. En dichos trabajos se describía al amor cortés como una
invención de los siglos XI o XII, en donde ese amor era una forma especial en donde el
amante cortesano idealizaba a su amada y hablaba sobre ella o con ella en un lenguaje
propio del discurso religioso que se dirige a una deidad. Paris fue el primero en elaborar
una definición del amor cortés y enumeró sus cuatro rasgos distintivos: 1- es ilegitimo y
furtivo, 2- la amada se ubica en un lugar elevado sobre el amante, llegando a ser
altanera y hasta despectiva, lo que posiciona al amante en un lugar inseguro, 3- el
amante debe ganarse el amor de la dama sometiéndose a muchas pruebas de destreza,
valor y devoción, 4- el amor es un arte y una ciencia, sujeto a muchas normas y reglas,
como la propia cortesía en general.

Los trabajos de Paris ubican el origen del amor cortés en Ovidio (S. I a.C) y en la poesía
de los trovadores (S. XII), sugiere que el amor en la lírica de los trovadores fue similar
al de El caballero de la carreta, pero no otorga al amor trovadoresco los cuatro rasgos
mencionados. La asociación hace que el término amor cortés y amor caballeresco se
entremezclen y se usen como iguales. Pero Paris no logra diferenciar los términos y el
concepto sigue en las sombras.

Recién en 1934, Alfred Jeanroy en La poésie lyrique des troubadours desarrolla otro
concepto de amor cortés, donde marca la significatividad de la adoración a la dama, y
deja de lado su carácter ilegítimo. Escribe Jeanroy: “Consciente de la distancia que lo
separa de la amada, él [el amante] sigue siendo invariablemente respetuoso, humilde,
discreto, apenas lo bastante valiente para presentar su amor o expresar su deseo: es la
actitud del devoto en éxtasis ante la Virgen”. A diferencia de Paris, Jeanroy se centra en
los trovadores y solo en los de la época clásica.

John C. Moore en su artículo académico “«Amor cortés»: un problema de


terminología” establece que “Los teóricos comúnmente han procurado definir el amor
cortés y, tras enmarcar sus definiciones, explicar de dónde proviene el fenómeno. Unos
sostuvieron que era adúltero, otros que no lo era; algunos dijeron que era espiritual y

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puro, otros lo consideraron sensual y erótico; unos afirmaron que se daba libremente,
otros que era producto del destino o una pasión incontrolable.” El problema del término
es evidente, y solo nos queda sacar las características comunes para hacernos la idea
sobre a qué nos referimos cuando decimos “amor cortés”.

El amor y la mujer en el Dolce Stil Novo

La autora Carmen Blanco Valdés, en “La teoría del buon perfetto en Cavalcanti y
Dante” escribe que “En toda la poesía lírica amorosa medieval y, más concretamente, en
el Dolce Stil Novo, el amor -en su doble vertiente teórico filosófica y práctica- es casi y
en exclusividad la columna vertebral sobre la que giran la mayoría de las composiciones
poéticas”, pero sostiene que el hilo conductor del estilo era la amistad, efectivamente la
que mantenían los artistas, pero no una amistad simplemente, sino un lazo “que los
hacía coincidir en un mismo sentir, juzgar, opinar y componer bajo una misma maniera
poética; esa manera poética que el propio Dante definió del dolce stil novo” (Blanco
Valdés, 2006: 113). Escribió Dante en el canto XXIV del purgatorio, en boca del poeta
Bonagiunta: O fi-atte, issa vegg'io" dise'eili “il nodo / che '1 Notaro e Guittone e me
ritenne / di qua da1 dolce stil novo ch'io odo”.
Más adelante, en el canto XXVI del purgatorio, Dante se referirá a Guido Guinizzelli
como “el padre de los poetas”. Estas relaciones entre los poetas del stil novo se aprecian
en sus obras, en sus concepciones compartidas, especialmente en el concepto de amor
que definen: el amor como accidente. El término proviene de la filosofía aristotélica,
donde accidente significa: lo que potencialmente puede ocurrir o sobrevenir. La
teorización que hizo Guinizzelli sobre el amor stilnovista es la que ofrece los dos
axiomas fundamentales de la corriente: que el amor reposa y se corresponde con un
corazón gentil y noble ("Al cor gentile rempaira sempre amore / come l'ausello in selva
la verdura”), y que es la naturaleza quien da existencia contemporáneamente a ese amor
y a ese corazón ("né fu' amor anti che gentil core, / né gentil core anti ch'amor,
natura"). Guinizzelli también describe el proceso que tiene lugar cuando el poeta se
enamora: el amor como potencia que pasa inmediatamente a acto que determina y
perfecciona a la donna. Es decir, la potencia de un amor que la naturaleza ha creado
puro y noble (gentile), en el que la dama realiza el acto del amor por medio del cual
aquella potencia se declara y reconoce. “Será la dama quien, al igual que las estrellas a

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las piedras preciosas, imprima la virtud a ese corazón que ya estaba preparado para
recibirla.”(Blanco Valdés, 2006:116) Ello significa que Guinizzelli entenderá el Amor
“como una virtud que ennoblece un corazón y que se corresponde en exclusividad con
un cuore gentile, de manera que el primero no puede existir sin el segundo y,
recíprocamente, el segundo sin el primero.” (Blanco, 2006: 116)

Respecta a este trabajo hacernos a la imagen de la mujer en el Dolce Stil Novo, descrita
como un ser espiritualizado, inmersa su imagen en una suerte de desmaterialización que
le quita cualquier rastro de sensualidad, la mujer es inspiración divina, es Amor.
También es la intermediaria entre Dios y el hombre, esta “mujer ángel” concede al
poeta la posibilidad de emprender un camino de salvación espiritual. En este estilo
stilnovista la experiencia amorosa se vivencia principalmente a través de la visión,
ancestralmente asociada a la experiencia de la religión. Entonces, el poeta no desea más
que contemplar a la amada, lo que lo coloca en una actitud pasiva, en contraste con el
poder activo de la mujer. Por ejemplo, la donna ejerce su poder a través de “dardos de
amor” que el poeta recibe a través de la mirada de esta. Los vaivenes del sentimiento
amoroso se resuelven como sufrimiento, ansia o melancólica resignación.

El amor en el Dolce Stil Novo es considerado un proceso de intelectualización mediante


el cual, el deseo irracional que oscurece la razón y los sentidos se convierte en anhelo de
contemplación y verdad. La imagen de la donna angelo o donna angelicata es un
motivo poético que se ha transmitido desde la literatura provenzal, aunque los ejemplos
son escasos. Será a partir, sobre todo, de la corriente stilnovista y en Petrarca donde el
tópico alcance un auge mucho mayor.

Aspectos en común y aspectos distantes en ambos conceptos de amor

El amor en ambos estilos queda en un plano inmaterial, la concreción que supondría


establecer el vínculo con la mujer, no llega a darse nunca, si lo hiciera no sería ni amor
cortés ni amor stilnovista. El amante proyecta una idealización de la mujer, en ambos
estilos la amada es una idea inalcanzable, digna de devoción y alabanza. La diferencia
central a este respecto es la religiosidad otorgada a la mujer en el Dolce Stil Novo, la

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donna angelicata es la vía regia para alcanzar la pureza espiritual y el contacto con la
divinidad. Es decir que el hombre debe pasar por un proceso de purgación, de
restablecimiento moral y religioso, y aprender de sus pecados confesándolos y así
obtener el perdón. Ejemplo de esto es, sin dudas, el viaje que emprende Dante en la
Divina Comedia, primero por el infierno que lo pone al filo del sufrimiento humano, y
le ilustra el mal del mundo y los castigos que reciben los pecadores, luego por el
purgatorio, para poder acceder finalmente, solo a través de Beatriz, a la luz del paraíso.

Otra diferencia que encuentro está puesta en la mujer en particular. La mujer amada en
la poesía trovadoresca posee ciertas cualidades físicas y morales que la hacen digna de
admiración, pero no necesariamente se les atribuye una significación como la que se le
da a la donna del Dolce Stil Novo, esta debe poseer un corazón gentil (cuore gentile)
que pueda recibir la virtud de Amor, virtud sin la cual no hay belleza física o de espíritu
que sirva de intermediaria con Dios.

No existe en el amor del Dolce Stil Novo la idea de vasallaje y servicio que existe en el
amor cortés, el amante stilnovista no podría rebajarse a la calidad de vasallo pues esto lo
pondría en una situación pasiva que le impediría alcanzar la cristalización de la virtud.
El poeta provenzal canta las acciones del amante para llegar a la inalcanzable amada, y
en esas acciones no hay distinción entre lo virtuoso y lo herético; cuestión que sí le
importa al amante en la poesía stilnovista.

Es interesante señalar que la lírica provenzal destaca la claridad y la luz de alguna zona
concreta del cuerpo de la dama, como el rostro o el cabello, en la mayoría de las
ocasiones, mientras que en el Dolce Stil Novo, estas imágenes se aplican prácticamente
en todos los casos a la figura de la dama en su conjunto. La donna es de por sí luz, que
guía al poeta en su ascensión religiosa y su camino espiritual.

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Referencias:

Basarte, Ana (comp.), Dumas, María (ed.). Nueve ensayos sobre el amor y la cortesía
en la Edad Media. Artículos de Georges Duby, Arnold Hauser, Paul Zumthor,
Claude Roussel, David Burnley, John Moore, Michel Zink, Rüdiger Schnell y
Johan Huizinga Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras,
UBA, 2012.

Blanco Valdés, Carmen F. “El Amor en el Dolce Stil Novo. Fenomenología: teoría y
práctica”. Universidad de Santiago de Compostela, 1996. En línea
[https://www.raco.cat/index.php/Medievalia/article/viewFile/268910/356508]

Blanco Valdés, Carmen F. “La teoría del buon perfetto en Cavalcanti y Dante”.
Editorial de la Universidad de Alcalá, 2006. En línea
[https://ebuah.uah.es/dspace/handle/10017/7930]

Camacho Gaspar, Laura Yanira. “La canción trovadoresca. Una imagen de la mujer
medieval”. Universidad Pontificia Javeriana. Bogotá, 2009. En línea
[file:///C:/Users/Usuario/Desktop/CERP/2%C2%B0/Lit.%20Universal%20II/tesi
s15.pdf]

Domínguez Ferro, Ana María. “La imagen física de la dama en la escuela poética
siciliana” Universidad de Santiago de Compostela. En línea
[https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/5256/La%20Imagen%20F
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Marnoto, Rita. Biblos. Enciclopédia VERBO das Literaturas de Língua Portuguesa.


S/d.

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