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Módulo I
LA RECONCILIACIÓN COMO
PROCESO
“…el proceso de reconciliación debe cubrir dos estadios previos para que sea
efectiva. Primero, es necesario que los abusos cesen o haya garantía de que
terminarán una vez se haya dado la reconciliación. Segundo, se requiere el
perdón, que implica una renuncia voluntaria, por parte de las víctimas, al
resentimiento y a la tendencia natural a la retaliación. Otra forma de
reconocimiento del dolor de las víctimas, que apoya su rehabilitación sicológica
y moral, es la celebración de la memoria a través de actos de conmemoración
de los hechos. El recuerdo colectivo implica un reconocimiento público de las
injusticias y de la historia contada por las víctimas. Es un símbolo de dignificación
de sus sacrificios. En la reconciliación política, concebida como proceso, son
fundamentales los consensos políticos. La estabilidad depende de reconocer los
derechos de las víctimas y de los otros, incluidos los victimarios. Creo que una
clave importante es hacer descansar el proceso en un asunto importante de
toda la nación y no solo de víctimas y victimarios. La reconciliación política
supone condiciones políticas que la hacen posible, es decir, que cuente con el
apoyo suficiente y que exista voluntad de realizarla. El perdón como expresión
traslada al proceso político una relación propia de las relaciones interpersonales
y privadas, o del ámbito religioso. Al hablar de reconciliación se superponen
modelos interpersonales, religiosos y políticos, que trasladan exigencias de un
modelo a otro. Muchas veces para la reconciliación se supone la verdad, pero
condicionada al arrepentimiento (como en la religión católica) y se describen
como componentes de la reconciliación política sin advertir la diferencia entre
un proceso y otro. No parece posible condicionar la reconciliación política al
arrepentimiento de los victimarios, que en la mayoría creen que obraron bien y
se sienten orgullosos del papel desempeñado. Ni puede condicionarse a que
las víctimas perdonen a los victimarios. Sería deseable que existiera un perdón
recíproco, pero el proceso debe sostenerse en otros factores…”.
Con relación a las personas concretas que han sido afectadas por los hechos u
decisiones, es preciso establecer mecanismos que le permitan retomar sus
actividades habituales y brindarles asistencia para la reconstrucción –si fuere
necesario-, con prescindencia de las medidas que se adopten para la
comunidad. El proceso de reconciliación debe funcionar en el nivel personal y
en el colectivo para que realmente funcione. Hay que tener en consideración,
que el aspecto individual es esencial, pues será el factor que genera confianza
y ayudará a tomar decisiones importantes en el cambio que se tendrá que
aplicar dentro del proceso de reconciliación.