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UNA MIRADA AL DESARROLLO DEL MINISTERIO JUVENIL, A TRAVÉS DE LA BIBLIA, EL

ESPÍRITU DE PROFECÍA Y LA HISTORIA


Un recorrido por la Biblia Comenzando por el Antiguo Testamento, claramente se percibe
la presencia de jóvenes en la historia bíblica y su significativo aporte en la realización de
los planes divinos, reconociendo el hecho de que Dios llamó a jóvenes para misiones
realmente importantes. Aquí se destaca la participación del joven Josué, quien fue
preparado por Dios mediante el liderazgo de Moisés, para ponerlo al frente del pueblo de
Israel, historia que se recuerda mediante una frase acuñada por Dios y que vale la pena
tener en mente cuando pensamos en el desafío que supone el ministerio juvenil: “Yo te lo
he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu
Dios te acompañará dondequiera que vayas” (Jos. 1:9, Nueva Versión Internacional).
David, cuando era muy joven, fue desechado por su familia como candidato a ser el líder
de una nación. Pero fue elegido por Dios y apartado para ser el rey, que sucedería a Saúl
(1 Sam. 18). El joven Daniel defendió sus principios en la corte de Babilonia (Dan. 1:8). La
criada de la casa de Naamán testificó a favor de su Dios, siendo aún una jovencita. Y así,
podemos encontrar una larga lista de jóvenes que efectuaron una tarea especial en la
vida. Por eso se le dice a Timoteo: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario,
que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y
en amor, fe y pureza” (1Tim. 4:12, Nueva Versión Internacional). ¿Cuál es la base bíblica
para el desarrollo de un Ministerio Juvenil? Es lo que se responde en las siguientes líneas:
Uno de los elementos que no debemos olvidar es sobre qué se funda nuestro Ministerio
Juvenil, y por qué estamos aquí. Barry Gane, en su libro Construyendo un Ministerio
Juvenil, nos recuerda que vivimos los resultados nefastos de la separación de nuestros
primeros padres de Dios; y bajo la promesa de una reconciliación en Cristo Jesús y su
encarnación, tenemos esperanza. El Ministerio Juvenil se centra en la delicada tarea de
reconciliar a los jóvenes con Dios1 . Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo, y nos
dio la palabra de la reconciliación para volver a esa relación que se perdió en el Edén. Por
lo tanto, somos parte de un ministerio que el apóstol Pablo lo llama el “ministerio de la
reconciliación” (2 Cor. 5:14-22). Es, pues, necesario trabajar en la idea de la salvación de
los jóvenes por medio de Jesucristo, procurando que éstos sean reconciliados con Dios. El
sagrado compromiso de reconciliar nos invita a educar y a enseñar a nuestros jóvenes las
buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús. En el Antiguo Testamento encontramos la
siguiente declaración: “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la
paz de tus hijos” (Isa. 54:13). Un principio maravilloso es que este ministerio no está
basado en lo que a alguien se le ocurrió, en alguna reunión, cómo promover alguna forma
de pensar o de implementar cierto programa o estructura. No, el Ministerio Juvenil cree
necesario ser instruido por Jehová y, como resultado, abraza la gran 1 Gane Barry,
Building Youth Ministry. (Riverside,CA: La Sierra University Press, 1997), 54.
responsabilidad de transmitir lo que el Señor nos ha enseñado. Deuteronomio 6: 4-7 dice:
“Oye, Israel: Jehová es nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que te mando hoy,
estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos”. El mensaje es claro para la iglesia de
Israel de aquel tiempo y para la nuestra hoy; y la iglesia somos cada uno de nosotros. El
desafío es atesorar estas palabras en el corazón de nuestros jóvenes, como lo menciona el
salmista: “En mi corazón he guardado tus dichos (tus palabras) para no pecar contra ti”.
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino” (Sal. 119:105). Esta palabra es la
que sustenta nuestro ministerio juvenil. En Deuteronomio 6:7 dice: “Y las repetirás a tus
hijos, diligentemente”. Como iglesia, debemos repetir estas verdades a nuestros hijos
(jóvenes) en forma diligente. Todos nuestros programas y actividades nos deben llevar
constantemente a recordar lo que Dios quiere enseñarnos, y los líderes del Ministerio
Juvenil debieran expresar como Pablo: “Para lo cual también trabajo, luchando según la
potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Col. 1:29). Y dice también: “De lo cual
fui hecho ministro, según la administración de Dios, que me fue dada para con vosotros,
para anunciar cumplidamente la palabra de Dios” (Col. 1:25). Deuteronomio 6, versículos
20 y 21: “¿Qué significan los testimonios y estatutos y derechos que Jehová nuestro Dios
nos mandó?” Sería bueno, entonces, que reconsideremos la expresión gastada, es malo,
que surge cada vez que ellos cuestionan sobre el tabaco, el cine o el alcohol y tantas cosas
más diciendo: “¿Por qué no se puede o debe?”. Si no podemos darles un “así dice Jehová”,
que les permita tener una razón bíblica que los capacite para discernir entre el error y la
verdad, entonces digamos a los hijos tres cosas, como enfatiza el pastor Malcolm Allen: 1.
Debemos enseñar a nuestros hijos los mandamientos de Dios, sus requerimientos y su
palabra (Deut. 6:6,7). 2. Debemos recordarles cómo nos ha conducido el Señor en el
pasado (vers. 20-23). 3. Debemos desafiarlos a que vivan, de aquí en delante, de acuerdo
con la Palabra del Altísimo (vers. 24). “Estos son los tres principios bíblicos del ministerio a
favor de los jóvenes: enseñar, recordar y desafiar” (¿Conducción divina o presión
mundana?, pág. 19). El Ministerio Juvenil no se basa en fábulas o enseñanzas artificiosas;
es un ministerio de reconciliación que sigue el modelo de Cristo Jesús y que comienza
ahora entre los individuos y las familias y continúa con Dios, como se menciona en
Malaquías 4:5,6: “He aquí, yo enviaré al profeta Elías, antes que venga el día grande y
terrible de Jehová. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de
los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición completa”.
Este es un mensaje que los jóvenes deben saber y escuchar en este momento crucial de la
historia. La juventud adventista se encuentra en la línea profética del pueblo remanente
de Dios. Es bueno, a esta altura, recordar lo que Joel 2:28 menciona: “Después de esto,
derramaré mi Espíritu sobre todo género humano. Los hijos y las hijas de ustedes
profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes”. Estas palabras deberían
constituir una animadora exhortación para la juventud adventista de hoy, y debería,
además, ser una guía para los que trabajamos con los jóvenes, a quienes no debiéramos
despreciarlos sino más bien aprender de su ejemplo, tanto como esperamos que ellos
aprendan de nosotros. Así como tenemos un definido mensaje doctrinal, tenemos
también un definido ministerio juvenil. Tenemos un mensaje y un movimiento ordenados
por Dios para salvar a los jóvenes.
El famoso literato y filósofo alemán Goethe, dijo lo siguiente: “El futuro de cualquier nación, y en
cualquier momento determinado, yace en el parecer de sus jóvenes menores de 25 años”. Esto es
cierto, no sólo de una nación, sino también de la iglesia. A nivel mundial, la Iglesia Adventista del
Séptimo Día es una organización compuesta, mayormente, por jóvenes, ya que el 50% (y en
algunos lugares hasta el 75%) de su feligresía está por debajo de los 30 años. Su máxima prioridad,
por lo tanto es salvar, instruir y aprovechar las energías de este ejército vigoroso de jóvenes
cristianos enrolados en el servicio. Esto significa trabajar con los jóvenes, para los jóvenes y por los
jóvenes. “La obra que más de cerca les toca a los miembros de nuestra iglesia es interesarse por
nuestros jóvenes, porque necesitan bondad, paciencia, ternura... Debiera haber personas cuyo
corazón se conmoviese por la condición lastimera en la cual están colocados nuestros jóvenes, y
comprendiesen que Satanás está obrando por todo medio concebible para atraerlos a su red”.
“Dios requiere que su iglesia despierte de su letargo, y vea la clase de servicio que se le exige en
este tiempo de peligro” (Consejos para los maestros, págs. 41 y 42). La iglesia debiera reconocer
que los jóvenes no sólo son importantes para su futuro, sino que encierran en sí mismos una
fuerza dinámica superior para el momento actual. La iglesia necesita a los jóvenes y éstos
necesitan a la iglesia.

Los jóvenes pueden hacer mucho bien. “Satanás sabe perfectamente que nadie puede hacer tanto
bien como los jóvenes y las señoritas consagrados a Dios. Los jóvenes si fueran correctos, podrían
ejercer una poderosa influencia” (Ídem, pág. 202). Los jóvenes ejercen la mayor influencia en otros
jóvenes. “Los predicadores o laicos avanzados en años, no pueden tener sobre la juventud ni la
mitad de la influencia que pueden tener sobre sus compañeros los jóvenes consagrados a Dios”
(Ibíd). Los jóvenes, debidamente adiestrados, pueden terminar la obra de Dios. “Con semejante
ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto
se proclamaría al mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!”
(Ídem, pág. 194). Se necesita a los jóvenes para hacer y ejecutar los planes, en sus distintas fases,
de la obra de Dios. “A fin de que la obra pueda avanzar en todos los ramos, Dios pide vigor, celo y
valor juveniles. El ha escogido a los jóvenes para que ayuden en el progreso de su causa. El hacer
planes con la mente clara y ejecutarlas con sus manos valerosas, requiere energía fresca y no
estropeada. Los jóvenes están invitados a dar a Dios la fuerza de su juventud, para que por el
ejercicio de sus poderes, o reflexión aguda y acción vigorosa le tributen gloria, e impartan
salvación a sus semejantes” (Obreros evangélicos, pág. 69). Al reconocer la importancia del
Ministerio Juvenil, cada iglesia debe desarrollar un plan de acción que contribuya a los siguientes
propósitos: 1. Promover el concepto de salvación y servicio. 2. Despertar el interés de los
miembros adultos hacia los jóvenes de la iglesia. 3. Desarrollar un compañerismo que los haga
interesarse unos por otros. 4. Considerar seriamente los casos de jóvenes que no han sido
alcanzados o que los perdimos al haber abandonado la iglesia. 5. Desarrollar un programa
orientado a despertar el interés por la iglesia y su misión.

En 1901, la Asociación General pidió al Departamento de la Escuela Sabática, bajo la dirección de


la señora Flora Plummer, que atendiera la obra de los jóvenes a nivel de la Asociación General. En
1907, fue aprobada la formación del Departamento de Jóvenes de la Asociación General. En el
congreso de la misma, celebrado en Gland, Suiza, se nombró a M. E. Kern como director y a
Matilde Erickson, como secretaria. Durante el verano de ese mismo año, se reunieron en Mount
Vernon, Ohio, unos 200 delegados para celebrar una convención de jóvenes con el fin de elegir el
nombre oficial de la organización y presentar otras recomendaciones. Allí se adoptó el nombre de
Departamento de Jóvenes Misioneros Voluntarios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el cual
se conoce más comúnmente como Departamento [Misionero Voluntario] MV, y se acordó poner
en marcha el plan de la devoción matutina y los cursos de lectura, hoy conocidos como el “club de
libros”. Con el paso del tiempo, se identifica el nombre de “Misioneros Voluntarios” con las siglas
MV, y las reuniones locales de los jóvenes se empezaron a llamar Reuniones MV. El departamento
recibe su nuevo nombre, Departamento de Jóvenes Misioneros Voluntarios (JMV), en el año 1970.
En 1979, se da un nuevo cambio; se le llama ahora Departamento de Jóvenes Adventistas. Y este
nombre sigue vigente hasta hoy. La sigla anterior fue cambiada, entonces, por la de JA, o Jóvenes
Adventistas. A pesar de estos cambios, los ideales de los jóvenes adventistas siguen siendo los
mismos. El Departamento de Jóvenes ha conservado un blanco, un lema y un voto. El blanco de la
Sociedad de Jóvenes Adventistas revela la preocupación de Luther Warren y Harry Fenner,
protagonizada en 1879: Blanco: “El mensaje del advenimiento a todo el mundo en esta
generación”. La fuerza que los impulsaba, se revelaba en el lema JA: Lema: “El amor de Cristo nos
constriñe”. Voto: Por amor al Señor Jesús, prometo tomar parte activa en la obra de la Sociedad
de Jóvenes Adventistas, haciendo cuanto pueda para ayudar a otros y para terminar la obra del
evangelio en todo el mundo. Escudo de los JA: Ángeles con trompetas: El mensaje de los 3 ángeles
de Apocalipsis. Escudo: De forma oval, y va en el centro de la bandera. Cruz: El amor de Dios y el
sacrificio de Jesucristo en favor del pecador. JA: Jóvenes Adventistas con ideales nobles, que
esperan el regreso de Jesús y comparten su fe al asociarse con otros. Mundo: Territorio de acción
misionera. En estos tiempos cambiantes, no perdemos de vista aquellos ideales, porque “no
tenemos nada que temer del futuro, excepto que nos olvidemos de cómo Dios nos ha conducido
en el pasado”.

LLAMADO ( INVITAR A LOS LIDERES INVESTIDOS A COMPROMETERSE ESTE AÑO CON LA OBRA DE
DIOS Y ENSEÑAR A LOS MAS JOVENES EL CAMINO A SEGUIR AL CUMPLIR LA MISION PARA LA QUE
FUERON LLAMADOS)

Inmediatamente El blanco JA nunca ha sido más relevante que hoy. La invitación de nuestros
dirigentes de la iglesia es que marchemos unidos para terminar la obra, llevando el mensaje
adventista a cada familia y cada individuo del mundo. Dios quiere que la generación actual sea la
última. ¿Podrá llevarse el mensaje adventista a todo el mundo en esta generación? De esta
manera, el amor de Cristo es motivo de nuestro interés en otros y nos permite desarrollar un
espíritu de camaradería, como lo hicieron Luther y Harry, hace más de 120 años. Mantengamos
delante de nuestra juventud el lema JA, como nunca antes, y guiémosla a una experiencia personal
con Jesús.

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