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Su s ig n if ic a d o f i l o s o f i c o
E n r ic o C a s te lli
Prologo de Corrado Bologna
Nota de Enrico Castelli Gattinara Jr.
Siruela
1. C ó d ic e A m o n ita . ÍVJj dr ran -^rttnpiro *Jlt,íd
M in iatu ra ile i s ig lo XV, F lo re n c ia , B ib lio te c a I auren/ian i.
E n r i c o Castelli
L o d e m o n í a c o en el arte
Su significado filosófico
P r ó l o g o y notas de C o r r a d o B o l o g n a
N o t a de E n r i c o Ca s te ll i G a t t i n a r a
T r a d u c c i ó n d el i t al i an o de M a r i a C o n d o r
Nota
Enrico Castelli Garfiñara 9
E n a m o r a r s e l e n t a m e n t e de una C a t e g o r i a
C o r r a d o B o lo g n a il
Lo demoníaco en el arte
P r e m is a 63
In t r o d u c c ió n 65
P r im e r a p a rte
(, L o fantástico 73
II. El desgarramiento 77
III. Lo oculto 81
IV. La seducción de Io horri ble 65
V. L o c a p ric h o s o y Io b o rre n d o 93
Segunda parte
I. La influencia de la teoria mistica 99
IL Jan van R uy s br ue k y el simbolismo 107
III, El je r o g l í f i c o d el B o s c o 113
IV. La filo s o fía d e B r n e g h e l el V ie jo 119
V- C o m e n t a r io de Jas lám inas 129
VI. Ars ntoriendi 165
Vil. El C ó d i c e A m o n i t a L7<V
v [ 11. Las fu tirites LS5
9
embargo con la preparación de esce libro, que tiene en e! aparto icono
gráfico un aspecto esencial. La preparación de los textos y de Lis re rtex io
nes. paralela a la larga y compleja búsqueda de imágenes (desde la biblio
teca Vaticana hasta el 1) isti tuto Warburg de Londres; desile las catedrales
góticas hasta las pequeñas y desconocidas iglesias perdidas por los Alpes),
se Nevó a cabo siguiendo una doble s ia, la del libro y la de ama serie de
siete cortometrajes sobre el arte sacro y profanò, uno de los cuales está es
pecíficamente dedicado a lo demoníaco. Y es pieci sai nei ite la obra cine
matogràfici la que podría permitirnos coinprender ei difícil panorama en
el que se inserta este libro. Lo coñdiaón htíftfatiá —esce es. el título de los dó
cil me rita] es- es la que encontramos tras, la devastación de la guerra, reciòti
terminada: las esperanzas y las expectativas ante la reconstrucción y la an
gustia trente a luí posible apocalipsis mu:¡car.
En diciembre de 1946, su hermano, el director de cine, Je sugiere rea
lizar varios cor Lometrajes sobre arte da meneo, pero el filósofo sabe ya oue
no podrán ser simples documentales. Por esta razón, el trabajo cinemato
gráfico se acompaña de la investigación iconográfica y de la redacción de
los textos basta Li realización de las tlimaciones, a partir de I Ú49, y des
pués con la publicación de obras sobre arre religioso, cuya cu Imi nación
representa quizá este libro, y que hizo célebre al autor en Ja fecha de su
publicación, ei ano 1952- Desde entonces, se han realizado diversas tra
ducciones a las lenguas europeas más importantes, pero turnea se ha pro
puesto la reimpresión dd texto en so lengua de origen. Es esta laguna,
pues, lo que quiere remediar la presente' edición, fiel en todo al original
(salvo la corrección de poquísimas erratas).
11)
E n a m o r a r s e le n t a m e n t e de una C a t e g o r í a
11
exorcismo de A polonio que rescata y salva al "amoureux de la Venus»
[enamorado de la Venus] en Lo Tcntulion de saint Aiitoinc de Fíaubert, el
mas grande libro moderno sobre lo demoníaco tentador, empapado en
densísimas y eruditas lecturas medievalistasV Ya Tilomas, conocido ade
más com o clérigo anglonormando, que en el siglo XI] fue el primero en
poner en verso el gran mito Je Tristán, había declarado irónicamente que
nunca lo había experimentado ("esprové ne l'ai!»), ese amor-pasión do
minante, ese amor-obsesión invasor que lleva al héroe triste por su desti
no, perdida Isolda, a reproducir su imagen en una estatua para hablarle,
cediendo a la tentación de sustituir a la mujer real por un simulacro.
Quien, por el contrario, lo haya experimentado, sabe bien que uno se
puede enamorar no sólo de una mujer [o de un hombre, o de la imagen
de uno u otra) sino también de un objeto, de un gesto, de tina idea, Je un
ideal. Y por lo tanto (¿por qué no?) de una Categoría.
Y será igualmente tune sotóse'): pero sólo para el cínico que, acogien
do la insidiosa pereza, abandonándose al deslumbramiento ofuscador del
demonio meridiano, cree imposible mesurer te rjui iwhs manque [medir lo
que nos falta]*, dando forma a un modo de ser y de vivir, a una ¡acción que,
' Véa'C G. Fíaubert, La Teritnlhn de saint Amaine, cap. rv, coi id.. L i Tenfi.v/oj? de saint
.Hjjffíjif. Appeudite, reo inri »• de iS4S> ti de 1256, C'oiurd, París 1924, j>.íg. 105 [Gj ftt.'fíMiírj ríe
un .drtíftiá', traducción de Germán Palacios, Cátedra, Madrid 2' -o|. [..a investigación de
J Sczncc. Semilles ¿tuda sur !a Tentasen de sana Amane, The Warbtirg Institurc -Univer-
sicy o f Londoii, Londres 1949, proporciona. a través del examen de la biblioteca flauber-
tiana, ol repertorio de las fuentes antiguas y medievales de! |ttuh libro. I a frase se mencio
na en el articulo de Au. Roncaglia. «La statua ili Isottan en Cultura mvlgtmii, (1971),
pági. 4I-U7. tjUC «Lildta Jas lumias medievales de 11 i-vm ai .i -: iiu iu .i de |u ie.il" (pag.
48) a través de 1.1 creaei órt de simulacros artísticos,
1Con Cita admirable túrmu'a (unueox di huir, mu .i ■. n ir í.i n un ./.n ,¡\n wn¡ i¡:,j.ir-
que. tlans ce temtaire vaste, meertain er pnurtant qiuindicil i]in ■ b ijtpc ■I i n o n r e e t nú
s’imtalle, ians tepérs'i. ( atedia clu rmiupie* (mejor deliuir m ■■ : .i| i. l . i ,1. i I , medida de
lo t|ui nos Cilla, en este territorial extenso, incierto y m i , n,1
. u i , ■. . Ii i •.,t i¡m: i ,, apa a
la medida y en el sjue se instala, sin refere m . is, Ij pt n n de l i l i ta|i, ( ,. !.■ i >»snl i lia im
pulsado, para el día 14 de mayo de In ri >f.‘t,‘ de la Peni n ■I ■ , tillo dr Saint-
Gerriiain-en-Líyc. un congreso en homenaje i nn in , ,1 1 i ■. i id 4■■ loa en
cuentros que cada ano, el ú de Clicro (ítotc dr l'J piptuilin], Itlini.ul ru -.n mu a los
participantes en los coloquios que él inismu oi'p.jr i. 'il a . ........ I". 4 i i i di,llámente
anteriores, en la Universidad slc iLom í, la p iai m a ,1 ,l.u , i ,il,r l i , ilaln.i en un pro
12
considerando d futuro com o proyo'ÍP y medida de inéditos umtidoi posible,;,
no renuncie ,i la interrogación ante la timebia de la propia naturaleza de
fectuosa, irreducible a la interpretación, a la que también condiciona y
evalúa. A esto aludía la bellísima fórmula petrarquesca citada por Cbfis
to phe Carraud. Laurence DevilLtirs y Cario Ossola al reflexionar sobre la
herencia moral y hermenéutica dejada por Enrico Casto] li a nuestras ge
neraciones, que debe ser también, enriquecida, nuestro regalo a las que
vendrán: Eral polín.; quemaditioditw iti acluttt ¡Ha prodúcete* experiendo
UiHatíduin, "mejor habría sido que hubieras tratado de encontrar el m odo
de poner en práctica lo que habías aprendido»’ . En esta experiencia del
«m odo», del «m edio» a través del cual experimentar y manifestar una idea
ft? <ic(ti, enriqueciendo la hermenéutica con la ética, se puede volver a
comprender el nexo que reúne, en la historia etimológico-semántica, el
acto de «valorar» (para los romanos metiri, part. « iíhíhs), el de «medir#
(mensurare) y la inteligencia astuta y práctica del héroe que escapa a la in
sidia demoníaca de la ambigüedad interpretativa (para los griegos nrefis):
vínculo afln al otro que liga pensar a sopesar, el Pensamiento al "peso men
tal <\ a la «medida» del «peso» que ríenen las ideas y las cosas.
D e admirables y necesarias soitises como el enamoramiento de Lina
Categoría vive la ijitéic [búsqueda] ininterrumpida del pensamiento: la in
dagación, la filosofía, que Eugenio D ’Ors definía como pasión del meditar)
una puffio que hace partícipe a! acontecimiento mismo del pensamiento,
a la determinación de las condiciones de su existencia. Será posible re
Petrarca. SíiTítniri, 1-, lll, $ 1ÍH -1Ú’ . a cargo de M . Anaiii, Murria. Milán IÚ92,
pigs. 258-25!» [.Vfí starf > • Stcnium. traducción de José Pascual Guzmán de Alba, Frente
dr Afirmación Hispanista, A- C-, M éxico D F iv ü], t i pasaje fue añadido por los pro
motores del seminario en memoria de Enrice Castelli, de] cual en la nota anterior, en el
centro de la carta de presentación del nuevo proyecto enviada a ios participantes.
13
presentaba también com o la dm a ludís con el ángel (y con ese ángel sll ■
premo y caído que es el demonio) en la urgencia de ciar «medida» a lo
«desmesurado*, a la «carencia» que es también i nfuii La e irresuelta poten
cialidad, en el esfuerzo por dar figura y configuración a la ausencia, a ¿que
ilo con lo cual uno se enfrenta y en. lo cual se re deja según los parámetros
humanos, terrestres, precisamente en tamo que aparece incierto, impre ■
hcosible en su desmesura.
Bebiéndolo (según la paradoja dantesca) uno rió logra saciar su sed,
porque d o que nos falta >es el confín i treme diablo de nuestro bascar, que,
como en d amor cortés, se hace deseable por el hecho, nitro i suca mente
previsto, de ser inconquistable. La paradoja de la interpretación consiste
en admitir la insuficiencia de cualquier procedimiento de indagación, la
«falta* o urológica de la pesquisa, que sm embargo constituye la premisa y
sustancia del bu sca r. L o angélico (pero de este modo, añadiremos con Ga
ste [ii, también lo demoníaco), según Ja aguda observación de M iéhél de
Certeau, de nuevo repetida por Cario Cbsola, -cuando se piensa cu ello
permanentemente, se borra, y cuando se cree efimem, reaparece. Algu
nos teólogos modernos lo persiguen en su huir y retraerse
II
i onciencia de un límite irreductible en La propiedad de 1j vida: por tanto,
.1 la experiencia de una «intimidad con un ser extraño», de constante «re
lación con una 20 11 a de lio-conocimiento», esto es, de «una práctica mis-
1si a cotidiana, en la cual el Yo atestigua incrédulo su propia e ince
sante insuficiencia»-.
La vida del hombre se revela, en esta perspectiva, com o una constante
lucha con su GertÍHi, que es «lo que no nos pertenece», para evitar ser
"poseído» por ese Gentío1 y acabar perteneciéndole. deviniendo «suyo».
Formas de manifestación del Genim son el Angel de la Guarda y el De
monio Tentador, potencias disimuladas, que acompañan, apremian, aco
san y sostietien sin aparecer. La relación con ellos hace alusión al límite
consustancial a esa no-pertenencia y a ese no-conocimiento, pero tam
bién al desafio ininterrumpido del limite de lo cognoscible. Son espías del
carácter defectivo ínsito en la percepción de la Falta que ese 110 -saber y
no-poder y no-poseer deja com o marca de sí mismo; pero son también
reflejo, al mismo tiempo, de un deseo de medir y así reducir esa Falta, ese
carácter defectivo. Disimulan su presencia, com o los Pseudónimos de
Kierkegaard en las Etapas; en el (amina de la vida: «Yo soy un personaje que
desaparece, como el obstetra cuando el niño ha nacido», declara Cons
uman; «estaba, y sin embargo no estaba», dice, aforístico y paradójico, «el
más callado de todos, W illiani Afhanv«.
Es preciso alejarse del ángel-demonio para medir su ausencia, la dis
tancia necesaria, La deformación, la mueca, lo grotesco, (.1 náusea, son las
huellas de semejante duelo gnoseológico: «La manera en que cada uno
trata de apartarse del Genius, de huir de él, es su carácter, bs la mueca que
el Gcwiís, en cuanto que se k ha esquivado y se le ha dejado sin expre
sión, marca en el rostro del Yo. El estilo de un autor, como la gracia de
rada criatura, dependen, sin embargo, no tanto de su genio com o de lo
que en él carece de genio, de su carácter»9.
7 -]«: véanse Jas pigs. t-S, II, L7j (PWf/jji.iíiaiJrs, traducción di Edgardo Dobry, Anagrama.
Barcelona 30Ú5], Del misma ruado. Eugenio D ’Ors pudo hablar de X w :t¡. ei demonio
lino-liar, e l¿ctiitís de Eugenio, portador de su nombre y de su destino.
' Véate L. Koch, »1 ntrodurione». en S. Kierkegaard, Siadi sultammiHO dctfo . rra, K in o
li, Milán t‘J93. pigs, 7- 71; luego (con el título G 'i «.Sfa./i mí deUc1 l'.'ía») en Ead.. A l
di ijua o j ¡ di íá tkll'umsty. S:ud: e aptriirnarr di ,'enera Mira, a cargo de U. C Roscioni, IJonreJ-
Ii. Rom a 1V97, pigs. 201-35-1 ten la pág. 223, también para lat fitas k.ieikegiirdianas).
ti Agamben, Clenin.-, «p. . ir., págs. üS-iy (en Priyai¡<;zii'n¡, op. ti/,, pág. 17).
15
Muéca y náusea generadas por el peijfiamiento y la quimera -lobre lo
Iminano* son también para Castelli las mareas del límite. Encuéntrala per
fecta figura de símbolo en las desenfrenadas y lívidas tentaciones de san
Antonio y de los demás ascetas a quienes asedia la ‘ pesadilla de lo defor
matice ; en lo ic-f^itástia* puro», a través de lo cual - los demonios descuera
denari su ofensiva», ya que «está en su naturaleza no ;tr en 1c
«LtntásLÍco com o desí retiración» que esconde antes que manifiesta (tom o
hace, por el contrario, la más cani, tuna atlanti ó n, no una manera tic
ocultar.1
); es decir, el ■.símbolo') que con su opolivalencia | .. [ des enmasca
ra la dirección única tie un discurso que no q u e r ría dejar alternativas-)) 2.
Por lo tanto, al esconder, lo fantástico ¿expresa lo demoníaco pie risiiti en
te porqué [,,.] enmascara la mistara, deviniendo así trágicamente opresi
v o «1'. Por esto, en la introducción a Le demúrtíaío iti fl ¿irte, Castelli se tío-
tiene en el «banquete de la náusea»:
l(i
"drama filosófico*, acaso no logrado desde el punto de vista de lo puesta
en escena, pero desde luego humoral, tenso, repleto de sugerencias que
más tarde su gran libro desarrollará, teorizando (com o reza el subtítulo)
un «significado filosófico de lo demoníaco en el arte»:
Véase, en este volumen, png, Í’SR (roía I ai cap. ti; * til desgarramiento", de la pri
m en parte).
1?
que el «-ser dinámico, tumultuoso, indefinido, proteico, psicológicamente
agresivo, repugnante o seductor» es una característica peculiar de lo de
moníaco: en el que, no por casualidad, un formidable «alumno indirecto»
de Castdli, Eugenio Battisrí, distinguirá »un aspecto esencial del anrirre
nacimiento»' , fundamento de una parte notable de su revolucionaria ex
ploración de las manifestaciones «anticlásieas» y de los repliegues oscuros
del Renacimiento.
El cine, pues, ofrece a Castelli, a través del género del documental de
arte, un espacio privilegiado para devolver la vida al dinamismo intrínse
co de las obras a las que los «pintores-teólogos* encomiendan la puesta en
escena de su hermenéutica sacra. En 1949 valoró el «discurso cinemato
gráfico» como «discurso del partido que se toma»11’; participa activamente
en congresos de Fiímología en el Festival de Venecia; con atrevidísimo
empuje inteniisciplinar decide dedicar el tercer número del Areltildo di f i
losofa a «Psicología y nuevas técnicas del discurso« (o ('Psicología y len
guaje: nuevas técnicas del discurso»: Filosofía e Linguaggio será el título de
finitivo, mis prudente, en 195(1). Ya en 1949-1950, mientras prepara una
exposición que se celebrará con gran éxito en Roma, en la primavera de
1952'y Castelli realiza, en colaboración con su hermano, algunas filma
ciones, como explica más detalladamente en la «N ota» a este libro Enrico
CastelJ] Gactinara, cuya tenaz y laboriosa paciencia nos permite disfrutar
nuevamente de ellas como un importante material de «segundo nivel»
para aproximarse a la interpretación de Lo demoníaco en el arte.
Las páginas de su diario atestiguan la importancia que estos documen
te» adquieren en la concepción de Castelli de una hermenéutica de la ima
gen, incluso en el acercamiento al no siempre amado arte contemporáneo,
y también com o canal de viva comunicación con los artistas y con los no
Las ¿<.n citis procederi de F-. Battisti, L ’rtSIiriiifljriwienJj (1%n), .1 voli., ,V* Vii., N iiio
A r a r lo Editore, Turiti 2fi05, voi. r, pàg. a1! (cu el capitalo «Per una mappa delTantirina-
seùrtónto figurativa»}.
I! Véase E. Castelli, Di.ni, -:f ,j'r., voi. IL., pap. 155 (Vaseria, W d c agosto de ¡94:1},
también para el proyecto de titillo del nùmero.
" Véase en «p e n a i ii'lif., pig. 474 (8 de inano de 195.2: •Exposiciótl sobre lo demo
niaco en el arte, orgsnizada por e) Centro Intemazionale di Studi Umanistici con el pa
trocinio dd Ministerio de la P. I.«). y véase latnhién, en pag. 4'..'6, la ilesrripcitio de cada
cria de lai '.alas de la exposiciótl. La maestra se inaugurò eri Palazzo Barberini el 5 de abiti
de 1952 (véase ibid.. pag. 477).
18
intelectuales, Casdelli proyecta sus documentales, acompañados de co-
im nt.irios escritos, no sólo para refinados humanistas, sino para los óbre
los de O livetti", V cuando, durante una proyección privada de Gítdreffu
1l> ios rspírituíi se le presente la oportunidad de conocer a un director de
i ine, Federico Fdlini, que también habla cortejada c interpretado lo de-
moníaco, no dejará de Jarle una copia de su ‘lempo esnurito".
Literatura, teatro, cine, com o formas de pensamiento, formas espiri-
i titiles distintas de las propias de la filosofía o la teología, pero que llegan a
t r istaiizar, más allá de la argumentación racional, una idea de la realidad,
de los »hechos», de las «cosas*, para insertarla en la «vida», y de este modo
encaminar su interpretación: es uno de los mensajes más poderosos de la
hermenéutica de Castelli. EL precisamente un escritor, el Kafka »teoíógi-
i o-> de los aforismos de Ziirau, el único que en el siglo XX «logró crear
■lina demonología moderna», luchando con ios demonios «com o un m o
derno Rvagrio, lleno de ironía»-*, y uno de los primeros en captar, rápido
Véase il' íi/., pág. 213 (1 de enero de 1950: «proyección privada del documental Lo
i ii el arn\ Estaban presentes: B Giuliano, Praí, Man.im [...J, Han aplaudido \
luis querido ver otra ver el.documental»); pág, 122 {Rom a, 31 de octubte de ’ 951: 'p ro
yección de mis tres cortometrajes a ios monseñores de la Secretaria de Estado y a morís.
Moiltinit); pág. -125 {Turril, ta de noviembre de 1051: «Jas pelladas Irán interesado viva
mente'); pág. 139 (Así». 27 de diciembre de 1951 «sigue |j proyección de mis cortometra-
ii's. Muchos aplausos";. Feto también son importantes otras notas: véase p íg 333 (Ivrea. ó
de diciembre de 1950: « A las 10. Experimento con los obreros de Olivetti [proyección de
l"v eottonictrajcsj. Distribución de los impresos"); pág. 363 . ftirin, 2 de diciembre Js
'v »i : « l o d o dispuesto para la proyección de los dos 'cortometrajes (martes 5 del corriente
en el British liijtitu té »; págs. 34-1-345 (12 de enero de 1951: «II ótyrjjo |d<M> cortometra-
:cs|«: sigue la detallada secuencia de los criadlos filmados, desde ■■Antigüedad y Renari-
r.icrttO" basca ci snrre-jJismo, H Rousseau, Cliagall, Hlake. Erlist y otros, Magrittc); pig.
ir.a (Rom a, 27 de marzo de 195' >Tnauguracióti del curso de tilmología»); p ig 433 (14 Je
mayo de 1952); pág. 4!SA (29 de mayo Je 1952); pág. 484 (Ro:)lJ, >• de junio Je 1952: «T e x
to hablado documental»); pág. 536 (Rom a. 5 de diciembre tle L952, conferencia sobre -La
película de arte y la película científica en Italia- Eli el val. IV de los Dúri, c/>. oí , págs.
',12-013. cotilo inicio del año 1969, Castelli transcribe un «Esquema de pcliaih-. en el
cual aparecen también dos relojes blandos de Dalí- y «España i través Je Bmeghcl y el
fijado y Gaya* (típicos Jori de Eugenio D ’O ig .
:I Véase ri'iri1., vcl, IV, pág. 529 (Milán, 12 Je octubre de !9u5).
- E. Z«Ua, «Kafka dctiitmeliigo 'r.oJemes, en Id.. Storia JiJ fiura-r taire, Uompiani,
19
como el nyo, la naturaleza paradójica de lo demoníaco, la contradictoria
volubilidad de cu poder de seducción, que aspira a una le y al tjuc sólo se
vence nexaudo esta fe y oponiendo a ella un cotmimieiiío impasible:
Los pensamientos recónditos con tos que acoges en ti al mal no son los tuyos,
sino los del mal.
Milan Ufit, pigs. 169-1"I (respectivetneiite en pig. 17i y cn pag. 569) [//i>M.*u dr la itaa-
g it m c iiV t nrioi-t: Objyivs: traduction de Enrique Pezzoni, Monte Avila, Caracas |vs|.
F. Kafka. Aforiimi Ji Z.tirau, a cargo de R . Calasso, Adclphi, Milan 2tKi-1, n .' pay.
2.3; II 28, pag. -12; II.” 29, pag. 43, n.° St», pag- 65; n 69, pag. 85; n." 63, pig. 7S; n,° luu.
pag. 112 Los mimicis 109 aforismos, bajo el titulo {puesto a la ro Ills, ion por Max Bred)
Cm\iitlerad.n\es iufcnf tl pecaic, i'l ifii.br, la esperanza ]■ mdedtra via, cn la traduccion de I.
A, Ch.usano, lueron editados on el beltidmo e importune volumen O»rffrs.«fow c imnugi-
fif. coil ptcfacio de E. Zoll.i. traductiones de i. A. Chii.is.mo, A. R h o y i 1 Ts.rizzo, M on -
(Udori, Milan 1960, pigs. 57-7a [Ci'fiiiderflouijfi antra dtl petaib, cltltlvr, to rifwwii-rij y tl ra-
w 'w m Jad cv; tnduccion de Elisabeth Shelley. FdvoilHIIlieaaoa. li.ii cch m.i 2;|i.'.i|.
20
4. Los «en cu en tros de la E p ifa n ía
21
Corazón palpitante, generosa oferta de gracia transmitida en forma de pa
labra escrita a nosotros para que podamos transmitirla .1 la época que para
nosotros aún está por venir, fueron los memorables congresos-seminarios
queridos y coordinados por Castelli en torno a tentas y problemas que
nacían de su indagación personal, pero que eran capaces de reunir y acti
var mentes variadísimas, hábitos y prácticas de trabajo también muy aleja
das. Festiva y fastuosa, asombroso cuerno de la abundancia lleno de dones
del pensamiento, de la gracia, de la generosidad intelectual en torno a una
idea y a un impulso, podemos definirlos ahora com o los encuentres tic tu
Epifanía.
Con periodicidad anual, en los primeros días de enero reunían en
Rom a, desde toda Europa, a la tlor de la inteligencia: filósofos, teólogos,
hermeneutas, lingüistas, historiadores del arte, historiadores de las religio
nes, historiadores de las mentalidades. Se trataba casi de un rito de paso
anual pero también epocal, siempre idéntico y siempre renovado; casi de
la fundación de un nuevo axis mmdi del espíritu. Nuevamente resonaba,
más allá de los nacionalismos y de ios revanchismos, la antigua voz polifó
nica, rearmonizada, de una Europa reconstituida al margen de toda retó
rica, y precisamente en Rorna, en torno a la solidaridad humanista y al
redescubrímiento de las raíces comunes en el blasón de su sentir colecti
vo expresado en lenguas distintas, para resucitar de las ruinas visibles ia
vida invisible, deformada peno no anulada por lo demoníaco encarnado
eti la historia. La hermenéutica volvía a ofrecer una «medida« y una ma
nera al acontecimiento delicado y arriesgado de ia interpretación: aplica
da ya no sólo a las palabras, sino también a las imágenes, silenciosos nudos
de sentido, inmóviles, mudas piedras donde tropezar y comparar, cargadas
de energías comunicativas que hay que descubrir y liberar.
Muchas décadas más tarde, en 1980, tres anos después de la muerte dé
Castelli, aquellos mismos compañeros {ausentes va algunos, fallecidos:
Robert Klein, Erieít Przywara) se reunirían en una última cena espiritual
en torno a su nombre-*: además de los italianos (entre ellos Eugenio Bat-
tisti, Rubina Ciorgi, Cesare Vasoii, Raoul Manselli, Cilio Dorflcs, Y fu i-
rtzio Bonicatti), Hans-Georg Cadamer y Paul Rictrur, Stanislas Breton y
François Secret, Karl R ah net; y Marie-Dom inique Chenu. André Chas-
' VtíiHC Estihitï.i, h.îm , tm en eiitx j, fie n t:, prr Fifr.v Crt/rWÍJ, Z Vols.. .1 virgo de YÍ. M.
Olivetti, CEUAM, L’.tdua j 9 ïu (la primera sección se titula v L \ tn c t¡ia ,ti e Je!
22
tel y André de Murault, Raimundo Rmnikar y KAroly Kcrényi, Emma
nuel l.-évinas y Vladimir Jankêlévitch. Yves Congar y Xavier Tillietre,
N o era un «método*, ni una ideología», ni un «magisterio*, sino un
■■proyecto», y más exactamente un «estilos intelectual y humano, lo que
hermanaba a estos espíritus de ingenio tan elevadlo: todos ellos dispuestos
a revisar y sobre todo a compartir su elevadísima y variada espedalización
de una manera coral y en una comunión tan intensa que no podría defi
nirse de otro m odo que com o angélica. 1 ns encuentros de la Epifanía die
ron vida, en memoria fie! del proyecto de Castelli, no a una «escuela*, un
■'instituto* ni un «círculo», sino a lo que se podría denominar un cenáculo,
un íúíJjwíiti platónico y humanístico, .} ta manière de Ficitio y de los demás
humanistas tan caros a Castelli. Un extraordinario ágape intelectual y hu
mano de otro m odo impensable, y nunca pensado ni realizado con tan
soberana libertad, vio la luz precisamente cuando la filosofía empezaba a
declarar que había «entrado en su fase terminal»11; y siguió iluminando
mientras vivió Castelli, perforando, a través de sus herederos universales,
el olvido y la inercia de ios tiempos venideros, hasta las generaciones ac
tuales, para ofrecerles, de nuevo y siempre, un «m odo» y un »medio* para
poner en práctica, tnanifahir ai la experiencia, el deseo comiht de ir más allá.
Esa misma participación en la búsqueda de lo que huye y se retrae,
que parece fundamento y es ausencia, falta, ¡»conclusión, riesgo, Roland
Hardies (el cual dedicó el primer cursu del Collège de France, cerrado
precisamente mientras Castelli desaparecía, al «fantasme» de la «idinrryth-
mies, del «Vivre-Ensemble» [vivir-juntos], soldando el «Éloge du U n»
|elogio del Uno] al «désir du Deux» ¡deseo del Dos]31}, en uno de sus pri
meros ensayos, la había definido com o «citant de solidarité», capaz de ha
cernos «gourer le plaisir de n'écrc plus singulier en restant soi-mêm e»
¡gustar el placer de no ser ya singular a la vez que uno sigue siendo uno
mismo]:
-■ Así M . Heidegger, «L i fine della filosofía e :1 compito del pensiero", en Tófijjj tJ es-
fere, Guida, Ñipóles IV64 (2.' ed, I9S0), pàg*. 163-1 $2 [J?ï ffr y el tiempo. Traducción de
José Garas, R B À . Barcelona 20Ü2] ¡el texto apareció originariamente en francés en Lis ac
tas del congreso Kierkegaard virain. a cargo de j . tíeaufret y F. Fédier. Gallimard, Taris
!Mh; en alemán en Td,, Zr.r Sjsht Jes Druketn, Nicm eyer, Tubinga tscrf).
Véase tí.. Bsrrhes, Qrmncnt rét«» oisritrófe. Ceurs et sémituires ait Ceílcge de. Frunce
¡1976-1977). Texte établi, annoté et presenté pat C. Coste, Seuil. Paris 2W2. esp. pigs.
35-36 y. 135-138.
23
C'est sc soutenir par des générations antérieures d'hommes semblables, à la
pointe desquelles ils nous suffit de nous savoir pour éprouver le vertige de l’obs
cur et ];i securité d'un passé lumilieux [os apoyarse en generaciones anteriores rie
hom bres semejantes, al extremo de las cuates nos basta sabernos para experimen
tar el vértigo de lo oscuro y la seguridad de un irisado luminoso] .
5. El d e m o n io de la acedía
- Id., Pi.ij'friaax ektssi-quís (1’í-l-t), en id,. CEttures ccmpUtrs, 3 veis.. Símil, París 1óms y
págs. 45-53, en pág. 46: en !j misma pág, se lee »N u l besoill de miini.iurer le ‘ Tout en
dir.’’ comme une parole de désespoir, maisplutót l’eutonner comme mi chant de solidan
te' [no hay necesidad de murniunr el tiodo vita dicho» como una expresión de desespe
ración, o r o que hay que entonarlo más bien com o un canto de solidaridad).
■' Pn una página riel diario, el ,itl de sepriembre de PJ51, Casieíii registró) uu proyecto
de publicación de libros con el ediror bocea, proyecto que, además de M rt¡n i.i:.i #■¡m :¡>ü
lújvkíj de Fiíiaii Carcano, Filosofo1 1 mu;kti de Adorno y dos obras de M ax Srluder, preveía
ices tíralos suyos: i prcsuppoili ili [||JJ IcoScgitt ctilLi sterúi, fi taitpu e»jnrirci v F.tiftmzi.ilismO
tcologi; > véase E. Castelli, Dáiri, n/\ til., vol. U¡, pág. 414, Ei ~ de octubre de: mismo año,
al terminar el manuscrito de ¡o: Prtsuppati, reconstruía su génesis, fechándolo no en 1949
(com o indicaba tusa nota suya} sino »en una pequeña parce en 1950 v la mayor parce en
1931»; véase ibirf., pág. 416.
24
U rin ales de es;R disciplinas y de esas posturas filosóficas, injertados en
niveles epistemológicos distintos e integrado res com o la fenomenología
[!■.■! arte y de la religión (en especial R tid o lf Otto, sobre cuya categoría de
lo immentlum vuelve a meditar)2", reconducen algunos conceptos-bisagra
sic ¡¿i demoniaco en el ¡irle y Inego de S iw M f c ¡Mtmtgínf': alienación, delirio,
vumtenticidad, ¡minera y imu ¡crismo, el capricho y /¡? caprichoso, artificio y artifi-
liosidad.
Con estas claves de lectura, complejas y articuladas, será conveniente
abordar los momentos centrales de este libro. Así, en la primera parte, el
capítulo V, «Lo caprichoso y lo horrendo»:
*’ Véase itoli., ni, p ig, 461 (nota fechada en «Paris, 2>t de enero de 1952»), para una es
plicita referencia .1 la otra de R u d o lf D ito en ía elaboración de Lo dtnwniaro en el iiri:: -L i-
tjy ultimando la lectura de ü> futrode O tto (añadidas notas a nii libro 2.* nota sobre Dn ■
tero). Mientras que eti lo íroiiftrdiítír de lo ¡alaminoso está In íinmnim dominante, no hay
ítrtTiífiütFtí dii donde súfc» hay disolución v no consistencia Aun cuando sea diferenc’iablc io
j.'iinrtn [aaonibmsoj de io ¡iiSmimtidntn [admirable], la seducción de lo liorrible es lo contra
riti de to/rfícúwií de fo iti/wfr,ttiduFFi. La fenomenología de O tto en este aspecto se piresia a
una crítica severa*.
* Véase E. Castelli, órmíwji c imauigÍKÍ. Snidi di Filosofía lie/í'/irtc Sacra, Centro Inter
nazionale di Studi Umanistici-Edizioni Rinascimento, R om a 1966.
Véase, en este volumen, pág. 93.
25
[-a historia dci hombre es la de sus continuas caídas: la desgracia por la oposi
ción a b Gracia. Hay una invitación apremiante {éste es el significado profundo
de ].h historia humana) a tomar partido cutre dos cielos: el del artificio demonía
co y aquel que el sacrificio del Redentor ha abierto a los hombres de buena vo
luntad. Sacrificar el artificio es el precio de la salvación.
1.1 arte del Bosco es el arte de la denuncia del artificio; la denuncia del artifi
cio demoníaco: lo documentan el infierno musical del gran tríptico del Prado, la
misa sacrilega del tríptico de Lisboa (trágica historia del mal en el mundo), los
bosques encantados, los peces voladores, las flores extrañas que desconciertan
con sus colores y sus formas12.
27
bílidad del delirio* como «incomprensibilidad de hi extrañe7.a pura», la
»alienación mental» com o '.'estado de indigencia, es decir estado na-
turne lapsae [de naturaleza caída]*38.
Por debajo de la investigación concreta en torno a la fenomenología
histórica de la categoría de lo demoníaco, o de cómo toma forma en las
obras de los que Cistclli se lanza a definir, osadamente, com o «pintores-
teólogos», en el centro de Lo demoniaco en el arte está el horror absoluto,
fascinante y aterrador, experimentado ante el peligro de anulación de lo
humano. Morbosa, viscosa es la pereza del demonio que invita a acoger en
uno mismo el «deshaci'mienco», a «dejarse llevar» interrumpiendo la vigi
lia ascética de la meditación y aceptando »abandonarse, es decir, no ser
ya». Es en extremo «seductor el renunciar al esfuerzo de mantenerse en la
consistencia», como hace quien, «no persevera[tido] en e! llamamiento a
Dios», reducida la Gracia a res atniísa ' [cosa que se deja perder], renuncia
ai ágape para sentarse a las «mesas servidas, pero servidas con nada», sím
bolo apocalíptico del Triumpiuts Nihili [triunfo de la nada] exaltado por
los artistas espirituales de Castelli: hl Hosco, Brueghjeí, Lucas van Lcyden,
Jan de Cock, í’icter Huys, Dinero, Cranach.,.".
La orilla de esa Nada es bordeada con avidez caprichosa por los mora
listas del Renacimiento y del Barroco, cazadores fascinados por la bús
queda (demoníaca) del confín entre microcosmos y macrocosmos, que se
pierden en su inconmensurabilidad: « Y es precisamente la “ pérdida de
" Id., I ptesHftpoíti ¡ti una te:Tv'i.i del¡j sMri.J, Bocea, Milán 1052, cap. vi, -Lo "status de-
viationis"», § á, »DeU'alienazioite: esempi di fenomenología, A ) II disagiu fonda me lítale"
(2.* edición, C E D A M , Padiu 1969, págs, 120 y ss.f
También en d sentido sutilmente desíirruüado por un gran poeta rom o Cíiorgio Ca-
prúni en £!r:< rtíHÚj.r, liLro postumo (T59I) que gira en tom o al doloroso descubrimiento de
la «opina de la nostalgia», valioso e impagable «don» de conocimiento y de sufrimiento que
«todos recibimos», pero «que luego perdemos irrevocablemente» [com í e! propio poeta
anotaba en el manuscrito): "U teologo pone / una "gr.tzia aiiiissibile". Ma qtiale altra
amissionc pié dura (pió terribile) t di queda del dono rimaste t -persempre inconoseibi-
ler « («TI teólogo pone ■" una "gracia admisible". / Pero ¿qué admisión hay / más d.sra (mis
terrible) que la del don que permanece / -para siempre- incognoscible?»): Res anissa,
secc- “ Altee pocsir«. Jll, et: G. Caprotll, Lópe/.i úr versi, od. crítica a cargo tic I Ztltiaili, i:i-
croducción de P. V. Meugaldo. cronología y bibliografía a cargo de A, Dei, Mondadori,
Milán 1009. pie. S3S (y véase am blen «Generalizando*, en A H egna io con tirio, ib fii . pág. 76Js).
“ Vóase, en este volumen, pág. 60.
m cdidi" !o que la Nada sustrae a las proporciones vitruvianas del cosmos
i onacen tista, una pérdida de medida y de centro, que encaminará a la cx-
vocle acia y a la excentricidad la experiencia barroca»1'. Una Nada que no
pierde sino que es perdida, que se desea pero que permanece para sient-
pio incognoscible, y por ello clava la edénica «espina de la nostalgia» («el
■ontenido u objeto de esa nostalgia es la nostalgia misma»), cuino señala
' i poesía de Caproni, en su «ateológica* »persecución del Bien perdido»,
en su ceder a la tentación (¿angélica? ¿demoniaca?) de volverse a una Gra-
1 1 *ya siempre res antissa. ya siempre inapropiable»:
El an afórico "de e llo » que inicia fies íimúrj¡¡ ( « N o encu en tro rastro de e llo ») si
gue para siem pre p rivad o del térm in o anafbrizado, que es el ú m eo qu e p odría
prop orcion arle su valor d en ota tivo'",
ó. «Y a c e r en el fo n d o »
C, Os;n!;i. «Elogici del Nulla*, cu Li' amiche memoria Je! jViób, introducción a cargo
Je Ossei,t, versiones v notas de !.. BìselJo, Edizioni di Storia e Letteratura, R om a I W
¡'nueva edición ampliada y revisada, 2007), p igi, V í'-xxxvri (en pág. xv).
' G. Agamben, lüüiappropriata numera», en Cuftyvn'e italiane. SiuM di poetiti. Marsi
lio, V t iteci a 17%, pags. S9-1Ú3 (en pàg. 'ri: de aquí también la cita que sigue); tom o lam
inili de Agamben las citas de Caproni de ü ¿ase precedente.
R Levi, Se questa c i.'rr uatilO. fai tregua, Einaudi, T u rili RSti, pàg, 23 (era el capítulo
•Sui fon do» de Se questo è uh ttomc); fuego eu Id , Opere, 2 vofs., a cargo de M . Belpoliti,
introducción de D. del Giudice, Einaudi, Tum i 1997, voi. [, pàg. 21 fói esta « uh hombre;
Les hmiiiiJ.ìS >• las ¡atrojas; L i " i\gtta; traducción de Pilar G óm ez Ridare, Círculo de Lec
tores, Barcelona 2004}-
29
arrancado de su ser en el abismo tic una tan necesaria com o imposible m
oblivimii [si te del olvido] (de acaecía pensar y recordar, y era mejor no ha-
cerlo*45; "la compañía de todos los momentos de tregua la pena de
acordarse, el viejo y feroz tormento de sentirse hombre*'1).
Este lioinbre-nadie, inmóvil ante el desencadenamiento de lo dem o
níaco encarnado, ahora desamparado al carecer de esperanza, se agarra al
umbral postrero de lo humano: en la idea «de que precisamente porque el
campo de concentración es una gran máquina para reducirnos a bestias,
no debemos convertimos en bestias; de que también en ese lugar se pue
de sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para contar, para dar
testimonio; y de que para vivir es importante esforzarse por salvar al me
nas el esqueleto, la armazón, la forma de la civilización *f N o «sobrevi
vir», sino «sucumbir* en el desamparo cediendo al horror de lo demonía
co, alienándose de lo humano, dejándose transformar tv h demoniaco, «es lo
más sencillo«1' en "este complicado m undo-infierno»'“, cu esta «obra de
bestiaiizacióru'* puesta en marcha por el «genio de la destrucción, de la
anticreación»5'.
N o pensaba de distinta manera, de acuerdo con las fulgurantes refle
xiones sobre el mal, sobre h lucha con el inundo y sobre la «constante fe
en algo indestructible dentro de uno mismo* consignadas en los ocho
«cuadernos en octavo», reflexiones en diversos aspectos relacionadas con
los aforismos de Zürau, el judío Franz Kafka. «Educado por devotos pa
dres Insidíeos»51 pero alimentado en la tradición del pensamiento cabalís
tico, de «un pensamiento creado en el exilio y en la soledad, que podía
dar la fuerza necesaria para mirar un mundo donde exilio y soledad son
necesarios»'', Kafka conquistó la conciencia de que conocer significa
concentrarse en la abstracción, no hasta anularse, sino hasta descubrir de-1
30
ti.is Je la seducción de las «cosas» la «nada de la que cada cosa está empa
pada y atravesada»51, y comprender, como un estilita sirio o un asceta
v pipeto, que
: I verdadero camino pasa por una cuerda que no está tendida en lo alto sitio ,tpe-
n r. por encima del suelo. Parece destinada a hacer tropezar más que a andar por
rila5'.
Verse a uno mismo como una cosa extraña, olvidar lo que se lu visto, con
servar la mirada,
■Véase i] menos (también para la bibliografía y lo* textos fundamentales): 1 cdcir í'in-
ri/rWr. jV keu i lo itauun dtt¡'lminii¿ine, a cargo de L. Kmso. Aesthetica, Pnlerma 1007.
Sobre La acepción peculio miente warbuiguiana del adjetivo, véate el bello texto de
S. Settis editado com o presentación (id volumen d e j. Seznec, L i sepr.íri'íiYnaj de^Si anti-
chi dei. s:i! molo dell.i midiíiottt Helio ftd.nini c níll'oríc rin .■..r'jt.nr.r.'i, Hnriil-
ghieri. Turín 10SO, págs. VH-XXIX (esp, págs. XIH y el libro de Seztu-i: había sido pu
blicado en francés en 1940. Se remite a Lo dammíaco, en el une uno de los raros estudiosos
que unen boy la investigación estética a la filosofía de la religión, estudiando con finura
■da representación de los grandes motivos de la tradición contemplativa occidental me
diante el lenguaje de la abstracción plástica", y sondeando >j la ■vía negativa» en el arte es
-expresión plástica de las ideas del nihilismo europeo moderno o resultado de la perma
nencia de Las doctrinas de la ''teología apolítica", transmitida desde ¡u-s primeros siglos del
cristianismo»: A. Vega, Arte y fertliiUd. Cuatro leedme! de «reno; opefdtieo, Cátedra Jorge
O tcirn-U r.iversidad Pública de Navarta, Pamplona 2ÚU5. pip. 57.
De manera especial, en Ja Italia cruciaría'"' y anticrodana no existía
ium ningún espacio cultural para que madurasen una actitud inte (disci
plinaria y una hermenéutica filosófica fundada en la exploración directa
di los documentos. En abril de 1930, un espíritu vivaz y agudo de la al
una de i íiorgio Pasquali había publicado en la revista Pegaso un extenso
i ctrato de Warburg;'0, recientemente desaparecido (1929). lamentando la
ibsoluta falta de atención hacia las obras del gran maestro, cuyo nombre
empezaba a ser conocido sólo por la Biblioteca, a la sazón en Hambur-
p,n. Pero, a pesar de su preciso, agudo y documentado enfoque de los
pi indpales temas warburguianos, que encauzaba de manera concreta la
Mención hacia los elementos diomsiacos y demoníacos en el arte del
Renacimiento, nadie captó la excepcionalidad de aquella experiencia
i '.litoral N o la captó Castelli, que aún no había elegido la hermenéutica
ile la filosofía del arte com o terreno de su preferencia. Pero tampoco la
i apto, habría que decir que increíblemente {si no nos viésemos obliga
dos a plantear com o hipótesis una exclusión intencionada por hostilidad
explícita hacia el m étodo warburguiano), un máximo especialista com o
Roberto Longhi, quien sobre Schifanoia, sus demonios y sus dioses pu
blicaría, en 1933, una obra maestra como Oflicittaferrarest\ que en la rela
ción de sus fuentes bibliográficas prescinde de la decisiva aportación de
Warburg. Sin embargo, Castelli no conoció a Longhi. estudioso que ha
bría de seguirle siendo totalmente ajeno, como muestran las raras e inte
rrogativas indicaciones del diario'-'.
" Renedetto Crorc, única en Italia que se dio cuenta de la publicación del libro de
Sc2 iiec, lo reseño coi; aspereza: «G il dei antichi «d ía tradizione mitológica del M edioevo
c del Rinaseimento», en L i ¡hiwh ¡iíl p<¡ssnfos i (im b). págs. 274-ZHS, pero, com a destaca
Setris. •Prescntazicmc*, o¡>- di., pág. XXI, - « |...| evidente que (Troce, al atacara Seznec,
está pensando en todos los "svarbníguiaiios"«.
■G. Pisqu.di. sAby Warburg», en Id-, Pnjfme íírrtiviíjnri, introducción de (i. Pugliesc
Carotolh, val. I. Payú,'*’ .siYíTVLZjnníi júrv/uV r nuenr. Pagine man? siwagMíi, Sansom, Floron-
cía 1968, págs. 4(1-54.
' b Castelli. Ditiri, o ¡<. di., vol. Jll, pág 4ñ? (10 do septiembre de 1951): «Coiuiiú Un
naccossi me aconseja que incluya el nombre de R . Longhi entre Los miembros dei com i
té, y quizá también el de Be remen* (se trata del comité organizador do la inminente ex
posición sobre L¡> itarti'ijijce cu el arle}; oero potas seminas después, (Roma, 8 de octubre
de 1941, pág. 41o), el nombre de Longhi va seguido de un revelador signo de interroga
ción, en una lista de conferencias que se iban a organizar en Munich.
Li 3115encLi e fe d iv i di? Li obra de Watburg entre los años treinri y los
scurita del siglo XX, no sólo do la cultura italiana, sinu de la europei (con
rarísimas excepciones: la primera de todas, Ernst Robert Curtius), exclu
yó dd debate científico,, a todos los niveles epistemológicos, su refinado
pensamiento en torno a la iconología, pero sobre todo sus investigaciones
sobre las categorías de Pdflioí/iimnd [fórmula tld pathos] y de Dyttimt&ï
grattati [dííiamóférarnaj (de las cuales no poseemos aún todos los protoco
los y palimpsestos)1
' 1. Castelli no tuvo punca noticia de la revolución war-
burguiana. Por así decirlo, se desligó por su lado, con su infinita erudición
iconològica y psicühistóriea sobre ios demonios y los ángeles, las ninfas
Orgiásticas y Jas posesiones diabólicas, los monstruos y las tentaciones de
ios ascetas y ios místicos.
Sin embargo, ¡qué extraordinaria y trascendente afinidad en cuanto a
los problemas y a los argumentos, aun dentro de sus antitéticas posiciones
de fondo, se reconoce en los escritos de ambos! I )e aquí la condena war-
burgiuana, consignada en el texto * terapeuti con sobre el Ritual ifë la ser
piente, de ía «civilización de las máquinas* que «destruye lo que la ciencia
natural derivada del mito había conquistado fatigosamente: el espacio
para la oración, transformado después en espacio para el pensamiento*,
con el co dici lo de que ¿el teléfono y el telégrafo destruyen el cosmos. El
pensamiento mitico y el pensamiento simbólico, en sil esfuerzo por espi
ritualizar la relación entre el hombre y d mundo circundante, crean ei es-
pac so para la oración o para d peni amiento, que d contacto eléctrico ins
tan tane o mata*. D e ahí algunas páginas de Castelli sobre ios -efectos de la
té tilica que tienden a generar nuevas impresiones cargadas de aquel mis
terio que los demonios del siglo XÚT te nía n para los fieles*, coti la con
clusiti rp verdaderamente inesperada en un estudioso ideológicamente ira
d :ci o nalis ta: -Hay un mundo luminoso de la técnica que no es menos
34
i viKMilor (quiïà mis) que el mundo luminoso de h luz solar y kim r-“ .
Km embargo, d encuentro resultó fallido también en u;te caso: las dos
.... cas menciones del nombre de Wai'bmg en su diario” van ligadas al
descubrimiento durante un viaje a Londres, a través de Francés A. Yates y
( .i rtrud Bing, de la Biblioteca y sobte todo de la inmensa colección fa
it ij gráfica, a la cual Castelli reeutrim ampliamente para reunir las casi dos -
■lentas láminas de Líi líeinoníanc ai el díte.
Sólo tres años después de la aparición del libro de Castelli (1955) Jurgis
lî.ilt rusai us publica na su importantísimo libio í-f Mpjtfl Age f itih is t iq u t ' .
V id Castelli contaba ya al menos, y podía revisarlos y hacer sus fichas, con
los valiosos y ya clásicos repertorios iconográficos de Entilé iVUile sobre el
aiu- religioso en el M edioevo francés“ , así com o las investigaciones de
¿5
WaMemar Deonna sobre la génesis de las figuras monstruosas en la icono
grafía, de una erudición refinada y abierta a las perspectivas de la antropo
logía y de la etnología"'. Y la carga religiosa de las representaciones cristia
nas, el contenido intelectual y el valor semiótico -de signo que hay que
ilustrar en su o cu lt and ente simbólico— que posee la iconografía cristiana,
cuya gramática y cuyo léxico se extienden como un inmenso tapiz textual
en un espacio de tiempo que abarca milenios, había sido sacado a la luz en
decenales y eruditas investigaciones del ruso afincado en Francia Andró
Grabar, que coronaría su carrera en el Collégc de France'-’ .
N o utilizó, sin embargo, la obra maestra de Mario Frase4*, compañero
suyo en la Universidad de Rom a, sobre todo porque en aquella oceánica
■fr. Mayen ,-í(p en France. Élitde sut ¡’iíonegfttpitie ifll A/pjrn rí-jc, Colín, P.^rih. I(.hi:sl Id., L'tití
ttüj,titux Jn .VXf ,«cele m ¡-rana. Elude sur Ies tripues de Piconojtrapkie du Mayen zlgf, Colín,
París 1922. F.l último Je tos tres libros es mencionado es los Di.irr, op. ríi., vol. tt!, pág 39-1
(Rom a, 13 de julio de 1951).
' Pudo interesar sobre todó a Castelli (coirlo se desprende de las notas de Lo demonia
co en el arte y de otros libros suyos) el Essai SU) la penesf ¡los moiutres <1.rus l'art. L t ntcnstnio-
sité dt pulsiones, París 1915. li! nombre de Deonna aparece cambien en los Diart. up. ri(.,
vol. ID. pág. 171 (Ginebra, 2<1 de abril de 19a L SU conocimiento en el papel de director del
Musée des Arrs); pág. .:S3 (Roma. 6 de jum o de 193]}; pág. 415 (3 de octubre Je 5951) en
una anotación («Escribir a Deonna, Meríeail-Pcmty, Malraux») sintomática de la fusión Je
los niveles epidémicos en la investigación hermenéutica de Cascdli, e inmediatamente
anterior a otra relativa al envío (fe las pruebas corregidas de Le demoniaco en c¡ arte. Sobre
Deonna, véase asimismo el bello texto (sensible indagación de lo «esencia]*) de C. Osso-
la, üremfí présent, publicado com o introducción a \V. Deonna, b. 1 'íiA ÍA . Cruyuncrí ariir-
<¡¡tes el moderna. L'ade.ar íMiirv des diettx a des élus, introducción y epílogo de Cario Osso-
la. N iñ o A ragú o lidirore, Turín 200.5, págs. vlj-XXX.
1.a amplia actividad investigadora de Grabar culminar i en las obras ya clásicas Cftrrs-
Invt Ictnofitilphy: u stady o j in ongins, Princeloil University bies', Washington ¡96H; Les
votes de I,t iréalkm en kottographie chrctiennc:. bs/úpuír « Aloyen .dei’ , f 'ammarinn, París 1979
{Ldí t'i.is de h> (tcarián en L .mwiT.ifñi itií.'luij , traducción de Francisco Diez del Corral.
Alianza, Madrid 2093].
'* Víase M. Pr,iz, Di runre, l.¡ marte e II diaecdo tulla latir:,tura rnixwtiia, Sansoni, Flo
rencia 1930 (2.' ed v m ) [La carne, la muerte y el diablo m I.: tuerawra iotr,áwica, traducción
Je Rubén Metcini. I-I Acantilado, B.ircelnna 1999], El libro, por lo demás, hubiera atraí
do pío: más de m> m otivo ¡l Castelli, estudioso del grabado de I Jurero cuyo título bahía
inspirado a Fraz. Apaño de todo, en el estudio de 1‘ r.iz el adjetivo wwJftry.’ era sometido
36
maravillosa biblioteca erudita, en Jn que por primera vez se habían
abordado los temas de la oscilación del gusto y el mal <Iu siiete como en
fermedad espiritual y cultural de una civilización, se catalogaban esencial
mente obras literarias modernas, y la investigación de Castelii se centró,
por el contrario, en el arte religioso del humanismo en el norte de Euro-
fia . fin el diario, d nombre del gran anglicista y comparatista figura siem
pre en relación con simples eventos académicos o mundanos. Contraria
mente, en los libros de Praz, la atenta consideración de Lo demoníaco en el
arle (por ejemplo, pata la interpretación de la obra del Bosco a través del
estudio de sus relaciones con la corriente religiosa del Libre espíritu)'" da
prueba de un estudio que supera el mero uso documental de las fuentes
recogidas y examinadas por Castelii.
Para Castelii, la aproximación a la obra de arte no se agotaba en el fil
ma de la erudición, ni tampoco partía de él, que, por d contrario, le ora
preciso para sostener con solidez probatoria su acercamiento empático, su
hermenéutica teológica. Ya en la primera nota del diario, en la que hay
señales de un proyecto de lectura de una obra de arte (sobre el cual llama
la atención En rico Castelii Gattinara en su *Nota'> a este libro), el 26 de
diciembre de ¡ (J45, todavía entre los escombros y los restos de la Europa
destruida, lo que impulsa ¡a palabra y la mirada indagadoras es la emoción
ante el objeto artístico no com o un abstracto valor artístico, ¡sino com o
sujeto vital, lleno de una verdad que cumple revelar, lo mismo que el pri
mitivo, con su frágil presencia en crisis cultural, y el enfermo, cotí e! se
creto de su dolencia: como acto de significación herméticamente sellado y
que por tanto i tas que penetrar en profundidad por medio de la hfftttc-
tiéitíiat. El misterio del senlirio oculte de la obra de arte (que es riesgo de
rio-sentido), del sentido secreto que hay que hacer salir, que hay que sacar a
la luz, se resuelve sólo a condición de que la hermenéutica empiece a re
conocer su fuerza de «símbolo*, o sea (como explica este libro, con una
expresión notabilísima ya mencionada) de omáscara* que. trabajando ri-
tualmente al m odo do Hermes, abriendo una gama de posibles imerpre-
.1 una especie de dilatación categoría] que de hecho lo abstraía y casi hipostaúaba. lo mis
i o que liUMamita, manieran, barroai- Además el capítulo ir estaba dedicado a un teína re
lacionado con el de Castelii: <Us metamorfosis de Satanás1
).
Véase Id.. -Le "altane apparen zc'1 di Hieronyinus llo 'rh » ('1966), esi id . f[gi,irdifn>
dti icnsi, Mondadori, M ilán ]97S, pí&s. 0-¿t ¡en p.nrifubi pift. 2:1), véase, en este volu
men, el «Com entario de las láminas», csp. págs. IdJ V ss.
37
raciones, sí ofrece com o «una aclaración, no un m odo de escondéis ya
L|ue con su «polivalencia [...] desenmascara la dirección única de un dis
curso que no querría dejar alternativas».
Entonces es ya de filosofía y de hermenéutica de lo que se habla, y de
arte como episodio autónomo y pleno de la manifestación del pensa
miento, com o discursojifasófico:
'' £. Castelli. Diari, op. di., voi. il, píg; 134 (ta cursiva es mía).
Para estos pasajes da I J 'O r . tomado* de -.Cuando ya esté tranquilo*, de las 'Ira leo
dona a i el Minea del [Yuta, dd ,Vi¡ccv Glosario, véase], 1. Ar.mguren, Lnfilosofía Je Eitjte-
ni,: D 'Orí. Espasa, Madrid 1945; trad. it.. La filosofa <#i Fm ^ ckío 15‘Ora, Bornpiaiii, Milán
1955, págs. 34-55.
38
Bensar un h mina infini timen te engañosa dci «pensamiento vagabundo*,
y resistiendo, inmóviles, cl asaito dél ^demonio del desaliento, llamado ll1
demonio nicrnlíanos, que rs «el más opresor dü tddo$J poique despoja
de la esperanza: «Kl más pesacfo», pero también aquel que con sus desafíos
en el secreto del silencio interior, ocom o compensación, y más que nin
gún otro, hace esperta al nlma»:\ í,,i llamada a la Gracia, que para Castel
li es ]a única garantía pata no sucumbir a lo demoníaco, se sostiene sólo
con el ininterrumpido ejercicio espiritual que fundamenta y refuerza la
impaiibilidád, fo n m de la hesyjiá [vida sosegada, retirada] como tranquilo
eiisimiímamiento, elección de /ruítffí^lsecum [vivir consigo mismoJ en v i
gilante repulsa de los Îqÿisfhei [pensamientos] vagabundos, moscas zum
bantes y tentadoras, que Juan C lítm co denominaba (ratones espi ti ma
les»^, y con los que los pin tores-teólogos pueblan Jas tentaciones
frenéticas de sus santos ermitaños.
El acceso a la Gmcia, sin embargo, es arduo, penoso: la inmovilidad
protegida e impasible es resquebrajada, agredida por la náusea que produ
ce Ja “escisión del ser». En Le demotdoce ctt el arre uno cae de improviso en
un báratro de páginas refulgentes, cortantes hojas de afeitar, hojas de
Apocalipsis miniadas con un pincel encendido y violento, que te presen
tati también uni leçon de íéiráfets con luctLiosas consonancias barrocas, una
sufrida meditación sobre ei presente histórico y sobre la ardua necesidad
de ‘'tesistira, de seguit ■■■esperando*:
7; L í fi'íofsád Testi dr rt.crfííVJ e mistUÉi <k>lln d titsu criailah, i caryú de G. Vannueci, Lt-
r01La Editrice Florentina, FiotertCÍS ]9íi3, J.ilifS. 71-73 (Bca^rio i] M oruro, Stíi ¡.ím iiii
fl -J-cjiJ-, ¡i,* í,); pág. :■■■' (Id., A d y tíNí. i'n': suite í 'ü : hrefíri ttetl'tgítñtó JJerUdrt, n.° 7); J7
(Id., .1 .1AilítlC í í e 1 Vj.'r jjh.'i'ii !fi¡4 Míetüa, n ° 19).
Véase I 1. M iífiiéi, Lí.\’;[uc dit désert^ Ab baye de Belieibntiiüc, 19S6; -tiad- i* jííéiS dit
deserto Le [WnJÍf tliH.i sptfilttAi'.A, L iiiiio n i Qiciajon/CoUiunitâ iis Baie, M.ipoano (B!)
149;í, pigs. 1S3-23'> (c [i p.'.rln.n J.ir p r p . L'C) y 117).
,19
jfríríjji'nrmj se adhieren naturalmente a lo sentido. EL ser de lo sencido, objeto del
sentir] no puede diferetipiaríie ya del que siente, porque el que siento ba pendida
su unidad de sor. Por tatito, la sedneeión es máxiim; el objeto (el demonio] ha
sedueido al stsjfio humano de tal modo que éste no conoto vi la manen de dis
tinguirse del objeto fin tu sentir'.
40
Ò. Lo demoniaco y el mundo màgico
f‘ E. C ài teli, D¡.:v¡. c¡>. ài., eoi IV V76}, pjjg. 12“ (anotad¿n escrita úrl E'arís ol
! Je junio de J937). Es siiatooiácica fa scruni aia Je la anicHáfción: ■l.és d-ístrj jíi, Tristes íit'-
.■■■'.jiiu (sociólogo .jadeo ■fmnd;; a c o teja d o ¡jo? Chiste)- Mueva ILh-n-s de Bjjjtiuiaitii
[¿n'ísUfLtHrí» (véase unid, neta 6-).
' Ib iJ ., pig. 4LSr (CS sk IcbiVíO de IVE?) Y psg t65 '7.1 [le fèbrem Je 1964); cita Última
es im i anotación sobre m i fcongresb Je la Universidad Je Perugia dedicada al »M ita*, en
el i ¡iil' participaron algunos de los' mis importantes li iSton pietre s rie las religiones y emú-
Lopi.: = :;al Linos : 1! relió i. U i ai¡efn, D e Manina. Grattarteli Adriani,
' ti. de M irtina. In fine Ji',' rtnJfldd. Contribuid ¿II anditi d flv afh\*Ksri culturali. a Largo
ile C. (rallini, Einaudi, Turiti LYt77.
ricfórt de Castelli (W 7 ): «Súj¡fl)$a de codo su pensamiento», 'dramático
testimonio de una búsqueda deí sentido de Ja civilización occidental y,
todavía más en general, del sentido de la historia»'-'. La anotación citada
está relacionada, con toda probabilidad, con la lectura de Funw Símbolo
Pilote, publicado el año anterior (i ‘JP2), que contenía una extensa polé
mica contra las posiciones «drracionalistas* del pensamiento religioso,
pero que desde el título debía llamar la atención de quien en 1956 había
dedicado a Filosofui e Simbolismo ur: congreso en el ,4 norrio di Filosofio y
diez años después publicaría un iibrú com o Siniboti e iiurnagítti, en muchos
aspectos próximo a Lo ¿ÉmoniMO en el arte*1.
En II titotido ttuigico, libro fundacional del peiviamiento den lart mimo,
el alcance de la fenomenología y del existen tialismo no se hace explícito;
sm embargo, actúa de forma tangible en la í urinación del universo teóri
co, en particular de las categorías de ptesenno y mundo. [.as mismas catego
rías reaparecerán ai cabo de Jos años, en el transcurso de las investigacio
nes pata Lü jine del mondo, promadizadas con Lina reflexión más orgánica
en torno al nivel ontológico de la crisis, gracias a una recuperación de
IlnsSerl y de 1 [eiJeggcr y a un severo examen de MericaLi-Ponty y de
ísartre (sobre todo del primer Sartrc, el de L ’éire et le minf, sobre <4 cual
Cas te Ib meditó intensamente, como atestiguan los Diürft, Se puede por lo
tanto conjetural que también // momio mag$fo hubiera podido ofrecer a
Caatdli más de una sugerencia para el planteamiento filosófico-tealógico
de l;i categoría de lo demoníaco.
De Martirio se situaba en posiciones alejadísimas de las de Cá&telli,
en muchos aspectos ideológica y metodológicamente antitéticas. .En fríi-
rare Símbolo Hilóte hay un ataque durísimo a los puntos de vista favora
bles a la identificación de un «m om ento inaeional de lo sacro*, es decir,
que aspiraban a cjrcunserijíjr da, experiencia de una alteridad sacra cua
litativamente diferente de la altcridad profana»1*. C on un rechazo radical
que afecta no sólo a las líneas de la fenomenología y del exiscencialismu,
' c", Galli ni, ‘ hitnxJuziwcy iiiiii, ix-o (en aagr. xvrii \ sci).
Visse E. O ìm c Ui , .SituMi e immagini, rp. ¡il.
" E. He Martino, "M ito, scienze religiose c civiltà moderna^, en U., Pittate Simitìi)
VuPc’, li Saggiatore, M ila « 1062. paes. l i M (eri ¿flg, !-;. Eu la polC-iijiv.i dia l luì un eri
tornii ;.l -mov n i lento He revilonscicLÓn «dsoencial de la vid i religi d u y dei mito su d
ni ateo deiss eimdas rcligiosiii'* (pàg. 16), Interviene tambièn deide Jjs prinietas pigjSiat Li
aerividad rie Castelli y de sii A téik ió di Filosofia (vènie la n. l m p.ig. Lt>:'.
42
todavía vigorosas en la Europa de principios de los años sesenta, sino
i turbión a todo el horizonte cultural de referencia en el que había m i-
•lur ulo b hermenéutica castelliana de lo sacro y del arte, l)c Martirio
■o ocluía:
4.1
cuasi aforística de este tipo podía llegar a despertar el interés de Castelli y
hasta (salvando las astrales distancias entre las posiciones ideológicas) re
sultar comparable a algunas posturas hermenéuticas de Ut demoníaco en el
arte.
Además, a partir de II metido medico, D e M artillo había vuelto a p o
ner en tela de ju icio el historicismo croeiano reformulando, con valen
cia y originalidad m etodológica, las categorías y el léxico fenom enoló-
gico y existencialista, hasta fundar una perspectiva antropológica del
mundo mágico com o mom ento de la historia del espíritu humano y
auspiciar nuestro "retorno a lo m ágico», encaminado a «mediar en el
progreso de la autoconciencia de la cultura occidental»5
". Hasta cierto
punto, al ocuparse del estado mental denominado latalt por los malayos
y ilion por tos tungusi y reconocido en otras poblaciones etnológicas
como un «singular estado psíquico en el cual caen con gran frecuencia
los indígenas, com o si fuesen proclives a ello por naturaleza»*, también
D e M a rtin « se lanía a enfrentarse con lo demoníaco com o seducción de
la escisión del ser, aun cuando su hermenéutica antropológica lo definía
inmediatamente corno categoría histórica y no teológica. En el estado
otan, De Mardno distinguía luí acontecimiento dramático, el apocalipsis
individual y cultural de «una presencia que abdica sin compensación»'1.
Los temas de Castelli de la impasibilidad, la oración, la apelación a lo so
brenatural, la Gracia, no podían obviamente entrar en la clasificación
historidsta si no era como instrumentos mítico-ritualcs de redención
cultural.
En un contexto de problemas y actuaciones y con una instrumenta
ción conceptual, e incluso léxica, que no difiere de los de ¡a psiquiatría
fenomenológico-existencialísta que por los mismos años suscitaba las re
flexiones de Castelli, en el Mondo mágico De M artin « describe una cate-
goría que, de forma más articulada, llegará a ser (sobre todo en libros
como Morte e pnmto ritiuiknel mondo áulico, IPatí, galardonado con el Pre
mio Viareggio de ensayútica; .Su¿i e magia, 1959; La térra del rimono, 1961;
el ya mencionado f u rere Símbolo Valorc, 1962) fundamental en su pensa
miento: la pérdida de presenda [uperdita della presenza»], a la que sólo se
" 1d., »P rc fc io m íí a í¡ nonda urogíra, Boringhien, Tnrín LP4H (cita de J:i .V1edición, de
1 % 7 ), pígs, 9 -1 1 (en pág, 1 i).
" Ih d .. pág. 9 t (m id o del cap. i:. ■]] dr.imma srorico del mondo mágico«).
Ilnd., pág. 91.
44
podrá hacer frente, redimiendo un horizonte cultural de valores compar-
i idos, mediante la revivificación y la nueva plasniación del drama a través
de la magia:
45
entre d «mago*, estudiado por Ernesto de Martillo entre las más diversas
poblaciones de acuerdo con un criterio etnológico, intérprete y domina
dor del viento, de la Nada que avanza, protector simbólico de la realidad
del apocalipsis, y el ^pintor-teólogo», artista y filósofo, moderno intérpre
te del asceta antiguo, que Enrico Castelli saca a la luz en el arte humanis
ta del norte de Europa, capaz de enfrentarse por si mismo y por nosotros
con lo diabólico a través de lo simbólico, centinela impasible —en su com
puesta e inexpugnable morada interior- contra la irrupción aniquiladora
de lo demoníaco. También él es señor del límite, explorador de lo que está más
lejos, héroe de la presencia.
11, La lu z de la G racia
" Véase, en este volum en, pág- 78 (de aquí también -a cita que sigue),
" Véate, en este volumen, tocio el capítulo II de la primera pane, «Fl desgarramiento--,
págs. 77-79.
4fi
Lia. El choque entre los dos Enemigos oncológicos es ensordecedor, de
cosmogonía primordial, Y jamás la colisión universal se redLire a la dono
sa psicoimquia de teatro de marionetas de las conciencias individuales de
cierta casuística jesuítica. I.a metamorfosis corrompe dos épocas, dos
mundos, un norte y un sur del alma y de la civilización, «En una sociedad
en la que los hombres empezaban a perder su individualidad para conver
tirse en niara*, las caídas en Ja vorágine y los salvamentos milagrosos son al
mismo tiempo individuales y colectivos:
: Véase, en este volum en, pág ! 14 (también p in la frase citada vil poco más arriba en
el texto).
47
principal para la salvación. N o habría salvación si la tu/ Je la Gracia n o socorrie
se en eí m o m e n to del peligro. Ei don de la G racia es una sedu cción sobrenatural
qu e m antiene la unidad de la con cien cia y d el sentim iento. [, .] La tentación de
lo m onstruoso es insuperable si uno qu iere desafiarla, [.,. |
Los eremitas que nos muestra la icon ografía sacra del m e d io e v o y de! R e n a
cim ie n to 1¡> saben. N o com b aten c o n los monstruos. Sota impasibles. La luz v ie
ne de lo alto” .
48
(fcmotitao) en el ¿ríe) \ que ha dedicado al desafio cósmico entre pcsanleur
y ¿race algunas de sus páginas más intensas y fulgurantes. En ellas, creo que
recuperando también la reflexión de Pascal acerca de la ^Imaginación*
como *maitresse d'erreur et de faussetó« [maestra de error y falsedad] ■
Weil conmina a uncí condena sin reservas de la imaginación, interpretada
desde una secular cultura neoplatónica corno fu erra creadora del espíritu,
y que ella, por ll1 contrario, replantea como amenaza al advenimiento de
esa Gracia que podría descender luminosamente de lo alio colándose pol
las hendiduras mitológicas del Yo: «L'imagination travaille continuelle-
ment á boueber toutes les fissures par ou passerait la gráee» jla imagina
ción se esfuerza continuamente por tapar todas las grietas por donde pu
diera pasar la g r a c ia ]1.
' 1Véase F., Castelli, Dizr;, ep, . í/., Ut, pág, MS [Paris, 30 de abril de i0r>1J, con ano ta-
í iones de La pesanteur el la grâce, conocido por CisteLLL en la edición l lloil de 19541.
1 Ti, Pascal, Pensées jJácHjvzmieHíty, traducción de Manuel Fuentes Berret, Orbis, Bar
celona 19S5], k l place Je ¡'homme dans U nanne, cap. 1, n. H!4 (347), y Miiére de r/vin.ntc, n.
I■<4 (361), Cu Id,, íT.’umv templetes, a cargo de J, Chevalier, Bibliothèque de la Pléiade,
{.íaüiimrd, Etails 1969, págs. lites y i L16.
S. W eil, i j i pesanteur el la grâce, Plon. Paris 1943, inicio del capitulo «L'Imagination
tom tileuse< (cito do la -edición de holsillo de la colección 10/lfi de la Union Genérale
d'Éditions, París 1962, pág, 26) [La gravedad y h gracia, traducción Je José L u » Escarrio y
María Teresa Escarrín, Trotta, Madrid 2LñS]. Y véase también íf>í¡f„ cap. «Détachement»,
pág. 22: (S í vider du Jltondc. R evêtir la nature d'tlrt esclave, Se réduire au point qu'on
occupe dans l'espace et dans le temps. A rien. Se dépouiller de la royauté imagina Jre du
monde. Solitude absolue, .Alors on a ia vérité du monde» [Vaciarse del mundo. Asumir la
naturaleza de un esclavo. Reducirse al punto que uno ocupa en el espacio y en vi tiempo.
A nada. Despojarse de ia realeza imaginaria del mundo. Soledad absoluta. Entonces se p o
see la verdad del mundo], Y también, págc 2G-2!, cap 'Accepter !c vide*: «Com m e du
gaz. I'árne tend à occuper la totalité de l'espace qui lui est accordé. Cela esc contraire à
toutes ;es lois de la nature: la grâce seule le peu:« [C om o el gas, el alma tiende a ocupar la
totalidad del espacio que se le concede. Esto es contrario a todas las leyes y a ia naturale
za: sólo I . gracia puede hacerlo]. Sobre estos ten lit '.'¿ase mi ensayo <1 a imaginación o la
gracia: Simone Weil>, en V . L itloc y A. Vega (eds.), Mística y íir-ati.ífl cu ti sigla x x , Iier-
dcr. Barcelona 2íctó, pita?. 177-197
49
12. L^i rectores «del medio
d pensam iento está s olo con sigo m ism o, para experim entar la extrañe z i de ia
lengua colectiva y la lejanía d d m undo de todos. Más que lugares, estas regiones
son situaciones mentales, crisis, experiencias extremas: en las que el sacrerò ■.ta
túa Sufriendo*, c o n o c e distanciándose, cu ios antiguos estadas d e án im o de la
ironía y de la m elancolía, en Jos nuevos Janees psíquicos de l i angustia y de Ja d e -
-espe ración. *En m edio.* no habitan hechos ni ideas, sino snlám em e «el v ó n ic e
p rim ig en io « y formas vacias p osi b il id a dea y relaciones en n e posibilidades, iu.sd-
tmdas a su arbitrio p o r el pensam iento, "diez o veinte cada v e z, en un instante».
50
Sin embargo, es allí «en medio* donde la experiencia concreta, irrepetible, del
individuo debe resignarse a morar1'.
L. Koch, Gli "S u d i <ní caininma delta ritant pp. dt , pág, 2 ¡ ó (ias ritas k.ierkegaard Lj -
tus proceden de los .Sf.idí sui cammiao dclla rita, pies. y Jf-S),
15 Véase, en este volum en, pág. f'S.
*’ Véase E. Castelli, 1,’indapitie quoudtena. Fratdii Bocea, [Coma )VSf\ pág. 15. El vo
lumen, unificándolos en Ir nueva presentación, recoge tres artículos aparecidos cu los
años bélicos [les dos primeros, con opción ki-rhegaardiam. bajo el pseudónimo de Darío
Rciter): «Preludio alia vi:a di un nonio qualunque* (1SM|); sCoiumcncaiio al senso cu
lmine* (1944)}; «L'esperietiza coimme* (1942). Véase también ibid.. pág. 12: «Programar
sólo en parle es organizar; programar CS proponerse algo que también podrá no realizarse;
programar es ponerse en las condiciones de quien no teme un mentís*; y pág. 13: «(•- .) la
indapariói] cotidiana poce de manifiesto una contradicción común: se dice "hay que ser
objetivo, por ¡o tanto ensimismarse". Ahora bien, ser objetivo OS mi modo de alienarse, ka
contrario de ensiulisniáiSi. Por Otra partí. Ja “ coherencia cotí uno misino" es una fónini-
la muy repetida pero poco convincente, precisamente porque la coherencia es uno de los
.úpeseos de la alienación. Es la experiencia común La que lo advierte*.
51
13. La indagación cotidiana
52
níaco nos encontramos ante la seducción de lo horrendo, irresistible. La
hermenéutica, al medir el Más Lejos, debe equilibrarse entre lo diabólico
\ ]n simbólico, entre soldadura y resquebrajamiento del signo y del senti
do: aquí el tenia se refleja en la forma, la oscuridad y el desmenuza mié J i
lo del pensamiento parecen reflejar, a porfla, la forma de lo deformado.
N o es sin m otivo que el núcleo genético de Lo demoníaco en el arte, e
incluso la redacción <o la primera# de algunos párrafos que después ha
brían de injertarse pragmáticamente en el cuerpo del texto, hagan su apa
rición en las páginas de los Dhri entre los años cuarenta y cincuenta,
como purísimos diamantes inmersos en un oscuro e inmenso depósito
memorial de pequeñas y basta mínimas anotaciones de tipo dinástico, de
lecturas y de encuentros, de proyectos, de desmesurados trabajos organi
zativos, La investigación científica se transcribe, de una manera existen-
cialista, en hermenéutica de ¡o riela y de lo q\te k falta, en iWd^ifróti cotidiana
sobre lo demoníaco que impregna en los gestos, en la alienación, la exis
tencia de Cada Uno.
A esta luz, antes y más que como interpretación del Objeto, la her
menéutica se muestra como «interpretación« clei Sujeto: com o sn «ejercicio
espiritual», mirada crítica que, enseñando (según la divisa kafkiana) a
«verse a uno mismo como una cosa extraña», se mira en primer lugar pre
cisamente a sí misma y de este modo, mientras «mide lo que le falta»,
consigue ensimismarse. Una vez que se ha ensimismado tanto en la acción
interpretativa que llega a »olvidar lo que se ha visto», para «conservar
esencialmente la mi rada» (por utilizar una vez más la altísima considera
ción de Kafka hacia su verdadero objeto, que es el interpretar), se desvela
rá que el acontecimiento central de la hermenéutica coincide con la sor
presa y el descubrimiento de volver a entrar en uno mismo para
con-medirse en el ¡teto de ler medición. Hermenéutica, entonces, ya no signifi
cará sólo entender, sino entenderse; no sólo verse, sino verse riendo, verse vién
dose: el paradigma visual permite profundizar en la reflexión sobre los
«mecanismos reguladores de la actividad mental y psíquica», abriendo
«una interrogación más amplia acerca de los procedimientos de la repre
sentación identitaria»1L
53
Las primeras; y d evadí; medítadrmes en torno a itna hermenéutica espi
ritual de! ¿rtc le son dictadas a Castelli por las visitas a diversos muscos de;
norte del Europa, donde se con servan los cuadros de aquellos que en Lo
demoniaca cti el arte define osadamente como "pintures-teólogos». Lenta
mente se ilutninan las dimen si tiñes categoría] e> i ilos ¿fico-artísticas que
serán posteriormente evocadas y coordinadas alrededor de la categotía-
gtiía de lo demoníaco. En Ainsterdam, el E4 tic agosto dé 1948, después
de haber visto los cuadros del museo de Munich (Brueghel. Memling,
Griinewald, Aitdorfer, I Jurero), da un paso inlciático hacia la ascensión
espiritual;
54
Algunas re flexiones son cinceladas ya en bulto redondo, plasmadas con
la afilada perspicacia y la lucidez fascinadora que les permitirá trasplantar
se sin apenas cambios ai libro:
111 Bit!-, vol. ni, p ip . ai-42, 4a, 46-47 (Colmar, IV y 2U de febrero de 1-149; Estrasbur
go, 21 de febrero): las dos tirases están en las págs, 42 y -17. Véase, en esté volumen, pág. 93
y »-
Ibid-, vol, u. págs. <VJ8-ó99.
rí-írf., vol. iri, págs. I27-J2S (29 de junio de 1949).
55
14. Eì paio imperioso de mi hitilcrtiiitins espiritual
Jusqii'd wr .f^e Allineò ¡é-fllmíe Ettri&O Casirih-Gótrínetra avait caiscny, cr¡ dépi!
i'ime jthtibe r.ir'dc, Pc/íim ct ¡o démarcke d'im noble pié^onluis. ¡i étatt de lo raer ¿ir.1."
iotìdoUietef, oh des íebetfes dti R ólv^.'.'iicmíp . iVé pour cernii r.uiiár, ¡i deivit élre in p é -
56
riîjIA- [I I:¡sli una edad avanzada, el conde Enrico Castelli-Gattinara había conser
vado. a pesar de un pierna rígida, el aire y d paio de un noble piantevi tés. Perte
necí,i a l.i raza de los condotieros, o de los rebeldes dei Resurgimiento, Nacido
para mandar, tenía que ser imperi oso].
Es el piso ágil y decidido, discreto y valeroso, del Copista fiel que osa
mirar hacia delante como el Profeta, alegórico Lunpadoforo dei pensamien
to. semejante a «aquel que va de noche,/que lleva luz detrás y no se sirve de
ella# (Purgatorio, XXII, 67-68), laiitenidrius |portador de lámpara] espiritual
salido de las investigaciones de Deorma, gracias a Ossola, como una señal
en el sendero en la que podemos ronfiar y que, iluminando para nosotros la
tradición, la encamina (nos encamina) hacia el futuro: el gettius que "lorsque
la iete est finie, précède encore et éclaire le pas incertain, sur un sol mal
connu, des convives qui rentrent, sans savoir d’où» [cuando la fiesta lia ter
minado, sigue precediendo e ilumina el paso inseguro, sobre un suelo mal
conocido, de los invitados que regresan, sin saber de dóndc| ",
La prosa fragmentaria y antidialéctica de Z_u denlownco en el arte, aun ale
jadísima en la tradición de los presupuestos teóricos y de las formas lingüís
ticas, me recuerda (por mera afinidad: en parte porque permaneció ignoto
para Castelli) al Benjamin alegórico, apocalíptico, del ( digerì del dranw hu
meó alennin, del Piusuygen-llirk, Reléase la «Introducción» al presente libro:
' ■C. Ossola, EUfitti prisent, op, rit., pàg. XI. que remite a W. Decima, De Télcsphore
.jir Mitrarne bourruu. Dieux, ginits r.t iVf'iíioMj errrdpltdioifrió, Lato mus, bruselas i-ü-sFi, pigi. Lj O-
i V>, La mención de las dos figuras del Copista y del Profeta alude al título del libro iiu-
pLCíciodiblc del propio Ossola L ’Avenir ¿t nes origina. Le empiste et le prophète, Millon, Gre
noble 2i'iri4.
: 1Véase, en este volumen, pág, 6fc
57
Y Benjamín, en el célebre pasaje del Origen del drama barroco alemán en
ei que establece su teoría de la alegoría:
Corrado Bologna
58
L o d e m o n í a c o e n el a r t e
! m Spiritus Dfrftmì, ibi libertas
IDonde está d espíritu de Dios, aüí esrá la Libertad]
San Pablo
[¡ C on ¡idos 3, I 3
63
I n t r o d u c c ió n
65
Todo el arce que trata de representar de uno u otro modo la tentación
de lo demoníaco reproduce este sentimiento de lo horrible indefinido; el
sentimiento de algo que no tiene naturaleza, o incluso algo peor, algo
que está definitivamente desnaturalizado1.
De aquí las representaciones de la doble o triple cara; los demonios de
los grabados alemanes del siglo XV tienen todos, o casi todos, doble cata.
AHÍ donde en el cuerpo humano está situado el órgano de la reproduc
ción aparece un rostro; otro en la espalda; un tercero a la altura del estó
mago. E.n ocasiones también las rodillas son una cara. Y los pequeños dia
blos que rodean al monje tentado son quizá la representación del ser que
tiene un rostro que no se corresponde con la naturaleza misma del rostro.
Esta bifacialidad o trífacialidad no es otra cosa que un m odo de repre
sentar aquello que carece de la posibilidad de expresar algo consistente,
puesto que es solamente la aparición de una cara. Anticipación alegórica
de la multitud. Preludio al todos, esto es. a nadie.
El demonio es representado com o la inconsistencia de la naturaleza
humana o bestial, en cuanto que la bestia no es más que un aspecto del
set humano, es decir, un ser corporal sin inteligencia, pero con pasión, y
pasión por la destrucción. La bestia que aterra: el ímpetu del toro cegado,
la ferocidad como acto que tiende a desmembrar, a deshacer, a hacer de
triodo que alguna cosa ya no exista.
Por otra piarte, fuera de la lucha el demonio no existiría. Su existencia
está ligada al intento de asir estrechamente. Es la lucha eterna. U n o de los
ejemplos más impresionantes de este aferrarse para conquistar un alma lo
aporta un escultor alemán de finales del siglo XV del que sólo conocemos
un monograma: I-L Ld
La lucha con el ángel que lleva la balanza con las almas es espantosa. El
monstruoso ser satánico de ruerpo humano y probóscide elefantina trata de
inclinar Ja balanza hacia sí, con los músculos contraídos por el esfuerzo de
cisivo, pero ese esfuerzo es lo que reduce al demonio a su soledad, pues lle
va a cabo una obra que lo engaña. El engañador es el engañado por su pro
pio engaño, y las patas caprinas se enlazan inconscientemente al brazo de la
balanza que porta un alma sencilla, simbolizada por un amorcillo ingenuo
con los brazos abiertos en un gesto de pura confianza. Vence la inocencia.
El monstruo es dividido en dos; como si tuviese una bisagra en el vientre,
la espalda se abre a la altura de la cintura y los intestinos salen fuera en una
maraña de la que huye un pequeño diablo alado. Emblema de Li derrota.
66
Lo sacro Sparece, en ti arte que plísenla lá le [ilación máxima, como d
ser que transfigura al santo en el éxtasis producido por uti modo de con
sumar la Gracia.
Para representar el estado de Gracia en su máxima intensidad, el artis
ta no puede más que rodearla representación lisie'a del sanco con una re
presentación de lo que es ciesgtaíia pura; y ia desgracia puede ser 1* seduc
ción.
Raías veces, en las innuiuenfiles tentaciones de san Antonio?* halla
mos los símholos tic los pecados capitales: guia, injuria, ira, etcétera. Son
los objetos sensibles puros, yante la sensibilidad es posible la lucha.
Siempre se puede rechazar la Injuria y la gula. Pero ; cüiiiü rechazar Jo
que no tiene consistencia, lo que no es propiu de la naturaleza humana,
aunque sea exageradamente prepotentes
filo tenemos, en efecto, a la mujer desnuda que se presenta ante el sin-
to para tentarlos tal como aparece en el arte del siglo XV, y de los ante
riores, I os desnudos del Hosco no son tentadores, son símbolos. Cuando
l,i mujer desnuda, alegoría de la lujuria, se manifiesta en los lienzos de los
ni utores de los siglos XVII y XV1TI el motivo teológico y hlos ótico lia de
caído ya, y se pinta por piolar y no para representar una experiencia reli
giosa y un sentimiento común a la categoría de los indagadores de las co
sas divinas.
También en e! arce del siglo XV y de principios de i XVi, tenenlos. es
cierto, ai demonio vestido de mujer; Laicas van l.eyden. Nikohuis ¡Manuel
DeutscS y otros lo pieirán como una mujer ricamente vestida que no ex
hibe ningún gesto de seducción femenina. No es la feminidad, sino el
símbolo de ia iwtidad. Lo que se muestra es una manera de representar la
ineonsiscencía, ia forma vacia.
La mujer-demonio tiene a menudo en la mano una especie de cáliz,
cerrado, que está ofreciendo al santo; símbolo del recipiente vacío, que
no contiene nada, y que es al mismo tiempo éjáliz de rodos ios males. Es
el ofrecimiento de la t-uida hecha por una nada, esto es, por una vestímen
la, una pura. vestimenta, por medio de una pura sonrisa -que no una son
risa piíttt, pue.s nada tiene de lascivo el rostro de ¡a mujer-demonio de los
pintores de las tentaciones de san Antonio5-. En Manuel Deutsch'- es casi
una figura tmariesea: las manos cruzadas sobre el vientre, el trujo do ter
ciopelo rojo forma ndti pliegues y suntuosamente orna mentado de oro, la
mirada estática, ios cabellos rojizos cubiertos por una cofia y con un sólo
un rizo cayendo sobre la mejilla. Nada de ardor bjuriosci.
47
La juanea de lo demoníaco se descubro y,a en los dos pequeños ruernos
disimuladus que 110 trastocan la armonía dd atuendo, ya en la garra que
asoma bajo la falda y avanza hacia d santo, el cual se limita a hacer la se
ñal de la cruz.
La sola apariencia de la inconsistencia armonizada (el rico naje y las
joyas y la pura sonrisa) revela la deformidad que asoma y que el artista re
presenta en el monstruoso pie con garra. ;N o puede el n o ser, esto es, la
pura apariencia, ser de tal manera que induzca necesariamente a! engaño?
12ngaña, es cierto. Pero a quien no mira bien. Quien sabe mirar, es ca
paz de ver ha¡o el vestido la garra antinatural. Peto con una condición:
para ver la garra hay que volverse a la cíuz. id ay que acoger Ja Gracia a
través de la oración, rezamos para saber ver.
Ésta es la Éormula dominante en el arte de ios artisLas-teólogos del
Norte.
«8
socorro a un m: cesa oíd«, etcétera) y con aquel que es socorrido, que pue
de ser 3 voces ¿1 sini bulo do 1ji pobrera o de la tentadón-
Es uno de los aspectos de la apologética. Simbolismo y realismo. Una
especie de parábola pictórica; Lina remisión a orto cosa (el símbolo) y un
comentario histórico (el episodio biográfico).
¿Necesidad de lo concreto para convencer? Quizá.
Difícilmente se prescinde de la exigencia de lo concreto. Bl símbolo
aislado es poco eficaz, se entiende que pitra Ltn arre a! servicio de la reh
gión.
La referencia al episodio supone un ir torno a lo ha birria), a la vida
norma): la interferencia de lo sobrenatural o de io preternatural significa
vivificar di cita interferencia a través de una forma compuesta: paisaje, ti
gura y símbolo'.
De aquí lo extravagante.
■He ha dicho que este arte es la expresión de una puní y simple fantasía-
id o se sabe muy bien qué es lo que significa fantasía., Fantúseji' e< una ma
nera rie correr tras lo inconsistente; pero fantasear puede ser también Ja
única manera de cobrar conciencia de la realidad. El que no tiene Tanta-
da 110 sabe ver. Los animales no tienen fantasía. Su sensibilidad agota su
conocimiento, que proyectan en la imaginación sólo de manera ¡imitada,
cu la expectativa de algo que agota su sensibilidad.
La fantasía domina el alma del artista. Peto no la que supone un ties-
Precio, aquella que i tingar nos indigna de nuestra aten d ói i, sino otra, la que
traduce en términos nuevos una experiencia que sería puramente besfiai si
no fuese transfigurada El Hosco, Brueghel, Lucas van Ley den. jan de
Cock fantasean, com o fantasea Pieter Hny.s. com o fantasean Durero y
í áunaeh. Transfiguraciones del sentimiento de comunicación con lo divi
no a través de la representad ó ti de algo que es la antítesis de lo divino; y
que com o tal atrae, es decir, trae hacia sí: ios demonios son arponeros.
Los den ionios de las tentaciones de san Antonio pueden asumir las
formas más diversas, a.nriqtie predomina la de los flageladores. L1 samo es
tLipekitío. El artista trata de ofrecernos la imagen de un dcdi.icimiento por
medio de los golpes que unos seres informes infligen al santo con garras y
mazas, precisamente pata disolverlo (disolver su santidad), para absorber
lo en el anonadamiento de su persona. Absorber!^ esto es, hacer que esta
santidad no sea ya rula emúiud sino solamente una palabra. Menos mons
truoso! en el arte de pintores italianos como Sassetca y A p io lo Gaddi.,
69
más monstruosos eti el Paremino, que acusa la influencia del arte nórdico,
pero siempre flagelantes.
7fi
P r i m e r a p a r te
í. Lo f a n t á s t ic o
73
res, sombreros-gaita, dedipS'-JCiina, cueip.Ó^o^ezd. en cuyú interior se ce
lebran banquetes, molinos-jarra, pájítros-sapo, hombres-arpa. piernas hul
mán as, sólo piernas, que terminan en retoños y pee« coronados de to
rres, y rocas extrañísima^ y sobre las rocas J1o tes todavía más extrañas, y
rostros perdidos entre romitos, y pies y manos y ojos sin fin. En Cranach:
libélulas-cocodrilo: en d Lechuza, hombres-caracol, mariposas-escor
pión humanizadas, crustáceos, enormes bocas de seres indefinibles en
enyo interior otnos seres parecen pasar un día cualquiera de su existencia
ignorantes dd destino que ies agua ufa. En ei ióndu rojo, un incendio in
fernal ilumina a un ahorcado que nada tendría de fantástico si fuese p o s i
ble aflorearse en un sueño. Porque en conclusión es el cuadro de luí sue
no coloreado de rojo y violeta lo que el artista pinta. La pesadilla de lo
deformado al so ti de una danza de huevos podridos, de arañas-serpiente,
y una cabeza de monja, cuyo rostro velado de leve tristeza es un rostro so
litario, extrañamente solitario, el velo \ Jos hombros son una casa en cuyo
umbral una pequeña mujer desnuda y sin rodillas parece invitar a entrar
con inocencia.
Lo fantástico com o desfiguración expresa lo demoníaco precisamente
porque no ilega a conseguir la máscara, porque enmascara la máscara, de
viniendo así trágicamente opresivo.
Este sentimiento de trágica opresión que emana de codas las repre
sentaciones demoníacas guarda relación con el problema de la mascara
en las figuraciones infernales de los pintores y escultores nórdicos de la
Edad Media. Si io fantástico fuese máscara, pina y simple máscara, no se
ría demoníaco. Más allá de la máscara está la imagen, es decir, lo real. Jo
existente. Es más, la máscara es un acceso a la realidad, a la imagen real
que está detrás Lie la máscara, acceso canto mis eficaz cuanto más logra
convenirse en rúrréufe, traducir lo real condensándolo, haciendo ijue b
imagen simbolizada por la máscara muestre su falta de claridad. La más
cara es una aclaración, no una manera de ocultar, boten cía, no debilita.
Es cierto que uno se enmascara para esconderse, pero no para escotader
la imagen que la maMSira representa. Una máscara ijue escondiese ia ima
gen de la máscara sería una máscara malograda: pó sería una máscara. Es
evidente.
Nos escondemos, enmascarándonos, pava asumirla realidad déla ima
gen que el enmascaramiento simboliza: un ocultarse en ofíp, y no un mero
ocultarse. Ls un disfraz con el deseo de una mejor interpretación. Ib. dis
frazarse para traducir de tu ati era más decente. La máscara no es una itu/e-
74
. riifw sino una decaían. U n intento de ser más decente; un poEcncíimien-
lo del ser.
Cuando lo fantástico, com o en Jerónimo Busco, enmascara la. másca
ra. porque los personajes monstruosos de sus infiernos no pueden ser
máscaras, es decir, símbolos, precisamente porque la imagen no está, y el
símbolo es imposible, entonces todo tiende a no dar paz. Todo es dem o
níaco. El cuadro es un espectáculo fantástico disgregad o r: una indecencia.
Precisemos: el cuadro de una indecencia, no un cuadro indecente.
Figuración de un ritmo que lia perdido su tiempo y por lo tanto no se
puedo definir. El ansia de no poder nunca ser algo.
Podemos decir que, en cierta manera, lo demoníaco es también Io _/bh-
íibfim puro. Los bosques de los eremitas que pinta El Sosco son la antíte
sis de su Carro de heno. El bosque produce heno, pero un heno que no se
mueve, no camina, no es arrastrado a través del bosque por seres extraños
s' no se posa sobre un carro que tiene ruedas que aplastan a quien se acer
ca demasiado, y no tiene encima un arbusto para los amantes. El mundo
de ia naturaleza, para quien huye del mundo en marcha (para quien huye
del Carro), procura todo lo necesario para llegar a la muerte sin atropello,
Los demonios desencadenan la ofensiva; está en su naturaleza tío ser natu-
ntlcza; esto genera lo fantástico a ultranza. Su ofensiva es el desgarramiento.
75
II. E l d e s g a r r a m i e n t o
77
un pe^i ¿Es un pájaro? Tampoco, peno lo párece. ¿Y tm árbol? No. pero
citamos tentados a creerlo. Tentados a creer ]o que ¡10 es, Agobiante.
Todo es inteligible, peni sólo si está circunscrito; esto ei el desgtipmmienlo
demoníaco. Si todo es inteligible, nada es comprensible, porque Jo comprensi
ble comprende, esto es, abarca más. Aparee del detalle que resulta inteligible.
Abarca mis (comprende,) precisamente porque hace participar al individuo
en la inteligencia de algo (de una aparición) hasta hacerle creer que pue
de ir más allá de lo entendido. ;Es utia ñor? Por la corola se diría t¡ue sí.
La corola es luí dato inteligible (el detalle que se ve), pero si mis allá de Ja
Corola no hay otra cosa, si no hay un más allá, entonces no se comprende.
La ñor es incomprensible, Tenemos una forma de entender que no se
comprende, o que jíu cí comprensible. Nos quedamos fuera de nuestro pro
pio en ten di ni i ento. Nos alienamos.
N o re comprasde- ]j seducción de ¡o inteligible nos ilesa a la caída* es
decir, al umbral de una entrada, a lo comprensible que no esti, y por lo
tanto al ahumó. V todo lo que se agita en el bosque alrededor del santo,
en la Terliiiciéis del Prado, se entiende porque se deja seguir. Hay una p e
queña torre que se acerca al ermitaño acurrucado jum o a la cavidad del
árbol, una terrecíta con dos piernas de mono que salen por sendas venta
nas; luí pináculo levantado a guisa de tapadera, y coronado por un palo,
dos brazos humanos qué Manden un martillo de madera, y la cabeza de
un entraño pájaro que se asoma con aire enojado; el pájaro azul. Enfren
te hay un casco y una diminuta mano con un cuchillo y una minúscula
lístala. I Detrás del tronco hay un recipiente de barro volcado, del que sale
un chorro de agua que baña las raíces del árbol. Volcado por seres que
portan unas minúsculas corazas, escudos y espinilleras. ¿Seres que se es
conden? Si, se esconden. Este esconderse tiene luí sentido que es preciso
analizar.
Un mundo aparentemente desdeñable agita el prado. El rudimentario
tejado de paja, sos te tildo por un bastón lijado a la corteza para resguar
darse de la lluvia, es una de las pocas obras humanas que incluso un asce
ta puede iva] i zar. De la lluvia se puede y se debe tino resguardar recu
rriendo a Ja naturaleza. La na turaleza al servkLi|¡ de la naturaleza. La lluvia
es un bien y un mal, pero Jos seres que se esconden y perturban el bosque
son no son más que un mal.
En el estanque asoma tina cara humana, la cara con los ojos desorbita
dos de alguien que se está abogando, pero no hay cuerpo, es una garra a
li altura de la cara, una uña en uriñe y nada más. ¿Se está ahogando? No,
78
*'53 caí a no se puede ahogar. Esto es infernal. Todo se enciende peco no se
comprende. ;Por qué? La tentación está en la interrogación. El surgi
miento de la interrogación es l.i tentativa infernal. Todo pur la interroga
ción. l-a naturaleza está inmóvil, pero unas pequeñas figuras insidiosas
dan vueltas alrededor del santo por la interrogación, para hacer surgir la
interrogación y el anhelo de seguir a esas formas con el fin de obtener
una respuesta, para comprender. Pequeñas formas de diversos tonos: amari
llos, azules, rojos, grises, verdes pálidos, verdes oscuros, series intermina
bles de colores que se suceden y empujan a la pregunta.
El que mire está perdido. El santo lo sabe. Porque el que mira llega in
mediatamente al umbral de la nada; en realidad, más allá de lo mirado cir-
ainscrito (el detalle) ya no existe el ¡vt, sino la desesperación de la con
ciencia que aún desea, pero que, al no haber ya continuidad (es otra la
forma que sigue, una cosa absolutamente distinta), va liaría el abismo. De
aquí la inevitable caída.
Y d monje permanece inmóvil, siempre inmóvil, incluso cuando es
arrastrado por cangrejos voladores que lo atenazan y por vampiros mons
truosos; inmóvil, expresión del stotm, para recibir la Gracia que sólo pue
de liberar.
Ningún intento de huida nos presenta el arte de los pintores-teólogos
de] siglo XV. Huyendo es imposible rezar. Huir es ir hacia el desgarramien
to, es una forma de endemoniarse. Una manera de seccionarse, de auto-
seccionarse, separándose del lugar que se ocupa. Abandonando las p&sicio-
ut's por una i ¡tuación que no logra convertirse en posición.
Este es el tema del estatismo, que predomina en la acritud del que es
tentado, en todn el arte flamenco y alemán basta mediados del siglo X V f.
79
lll. Lo o c u l t o
Las traducciones del latín que aparecen entre corchetes son del traductor f'.V. Je h T .)
B1
Naturjliur sociable es ti hombre. Lo oculto explota el dublé aspecto
del singuhts y del íocíus.
Saber de* una existencia posible quiere decir saber si esa posibilidad
que se vislumbra responde verdaderamente a una realidad. La señal es
real; es el indicio de una manifestación que no aparece, es decir, un indi
cador que encamina, que marca una senda a seguir para descubrir el filón
de la existencia, Pero el filón de 1.a existencia ;cstá bajo tierra? La natura
leza que el arte nórdico vela con tonos azules, como para dar una sensa
ción de p>az celestial, encierra n, mejor, esconde naturalezas incompatibles
con el mundo del ermitaño y del santo en general, que se refugia en el
bosque. Incompatibles precisamente porque son no-naturalezas, y lo es
condido es lo desnaturalizado'.
La lucha del santo contra lo demoníaco que señala es la lucha contra
lo desnaturalizado.
Las potencias del mal exploran el engaño que el deseo de saber (awu-
pisdeatia irresistibilis) favorece, Y por lo tanto se produce un afloramiento
de formas indefinidas y extrañas que se abren camino por diversos sende
ros. Y la flor encierra un mundo que no florece nunca. Es uno de los as
pectos de lo fantástico demoniaco. Las flores son instrumentos de la ten
tación infernal, com o los frutos, las hojas, las piedras mismas. Dejar ver
para no dejar ver es la fórmula satánica. De aquí la advertencia del místi
co Ruysbroeck: «Sólo si logramos despojarnos de todas las imágenes po
drenaos vencer las tentaciones».
El SunJerónimo del Bosco conservado en el lVIlisco de Gante traduce la
admonición del gran místico-. N o mira la extraña naturaleza que lo ro
dea; está tendido en el suelo, con el rostro vuelto hacia el crucifijo; lo ha
tirado todo, sus ropas, los emblemas, el manto, todo, porque no quiere
ver. Reza, abraza la cruz; tiene los ojos cerrados, por voluntad propia, lo
que es importante, porque la atracción de la señal debe ser evitada.
Id herético pájaro, la lechuza, el pájaro de las tinieblas, contempla des
de uii.1 rama del árbol corroído la púrpura cardenalicia abandonada, En la
naturaleza circundante, todo es traición. Traición el agua del estanque, las
rocas, el lago, el árbol fantástico, el lagarto que espía y las colinas verdes
que parecen anunciar un paraíso terrenal.
En el R£Ltbíode los eremitas del Palacio Ducal de Venccia, a san Jeróni
mo lo estrecha aún más un circulo de engaños. La naturaleza es una sin
fonía de señas. El santo reza entre las ruinas de un templo pagano. Está de
rodillas. La cruz pende de una rama de una planta estéril que nace en la
■ r. iflad de un trono derribado esculpido en mármol. Bajorrelieves de las
i ni uñones. Corno si hubiese entablado un coloquio con el crucifijo, el
...... habla con las ruanos. El rostro y el cuerpo están enflaquecidos. Su
,‘.i -,to es el del que invoca. Hay un ídolo que no ha podido mantenerse
.(ru cho en su pedestal y ha caído. El pavimento está agrietado; se está
hundiendo. Dos aniniaiilios irreales se despedazan; en el lado opuesto, el
i ‘.queleto de un ratón, símbolo de la falsedad.
El fraude de la seña adquiere un carácter espantosamente trágico.
34
IV. L a sed u cció n de lo h o rrib le
K5
de poder resistir más allá de los límites que la naturaleza ha puesto. Una
manera censurable de ir contra la naturaleza; una tentación que hay que
evitar. La gula es un vicio, pero Jo que supere el límite contrario es una
taita no menos grave. La maceración del cuerpo puede ser un delito,
Las virtudes teologales son las únicas que no pueden ser excesivas. U n
exceso de caridad no supone sobrepasar ningún limite, e igualmente un
exceso de fe no se convierte en mala fe, ni un exceso de esperanza en de
sesperación.
Tener presente esto quiere decir darse cuenta del hecho de que las vir
tudes teologales tienen una naturaleza propia que no se puede contundir
con la de las virtudes éticas y dianoéticas.
Lo diabólico puede servirse de la vohtptas: en las sencillas lecciones de
moral de los primitivos, detrás del símbolo de la lujuria o de la pereza
asoma un pequeño diablo com o demostración de que Satanás prueba to
dos los medios para perder al hombre. Pero ese pequeño y grotesco per
sonaje infernal no perturba; es un ser malvado que empuja hacia delante
la naturaleza, Tenemos la impresión de que es un elemento »'fuera de lu
gar*. N o es lo malvado en primer plano, sólo está entre bastidores. La la
chada es una vez más la naturaleza que avanza.
Lo apetecible tiene una licitud propia que paraliza en parte el asalto del
demonio. Y su licitud es su belleza. Si esta belleza se transforma por exce
so, no lo hace hasta el punto de borrar el recuerdo de dicha belleza. La be
lleza so ha desvanecido, pero su recuerdo permanece. Por el recuerdo (el
motivo platónico constante de la anamnesis), el hombre que se excede
puede volverse atrás; el vicio puede ser combatido. Mediante el recuerdo
[la memoria), la seducción de lo bello es sendero de retorno a lo bello, aun
cuando el impulso no haya dejado ver Jos límites y lo feo haya prevalecido.
Lo demoníaco no desencadena su ofensiva recurriendo a la seducción
de lo bello, que, por aquella misteriosa mutación de género denunciada
por d aristoteíismo fpcTtípaaic: dXÁu y e r o c ) y convertida en opinión
común, se transforma, o por lo menos se puede transformar, en lo firma';
antes bien, dirige sti ataque por el camino de lo horrendo (tremendum). Si
ese trasfondo filosófico -lo helio-bueno es el éxito; lo feo-malo es el fra
caso—es un presupuesto subconsciente que dirige a los pintores-teólogos,
es evidente que el esfuerzo diabólico prueba otro camino para seducir al
hombre. El paso de lo helio a (bueno-malo) es ensayado por el de
monio, pcio no es ése el medio más eficaz. Sí lo es d del engaño (lo es
condido), pero se le puede poner resistencia. El engaño recuerda la ver
só
i Lid. Hi engañadizo s-e acuerda del ver ai, y el hombre tiene en sí elemen-
(i>s de lucha, instrumentos naturales para oponerse, para defenderse con
esperanzas de vencer,
87
lis el momento lúcido del deliriunt condenatorio. Al volver a entrar en
i mismo por las vías de la razón, el hombre encuentra a Satanás. Es razo
nablemente demoníaco. Las, vías de la razón pura no conducen más que a
la pura razón, que no tiene razón para encontrar otra cosa más que a sí
misma1.
Sólo la Gracia medicimlis el elci’iins salva al hombre. El hombre que
quiere la Gracia, se entiende, el hombre que la llama5, La invocación es el
m'truniento principal para la salvación. N o habría salvación si la luz de la
<11 .u ia no socorriese en el momento del peligro. El don de la Gracia es
iiii.i seducción sobrenatural que mantiene la unidad de la conciencia y del
sentimiento. El ataque de lo demoníaco a la zaga de lo horrible (lo mons
truoso) se rompe solamente si la Gracia persiste, Y persiste la Gracia si
persiste la invocación. El santo reza, no lucha. Los monstruos son inven
cibles si intentamos medirnos con ellos. La tentación de lo monstruoso es
insuperable si uno quiere desafiaría. N o lo es la que tiene sus raíces en
nuestros sentidos, por ejemplo, la tentación de la gula n de la lujuria.
I .o monstruoso es la tentación más terrible. Lo terrible es aterrador.
I a salvación exige el rechazo de todo compromiso con las potencias de la
disgregación. La salvación está condicionada por la negativa a considerar
el mundo de la disolución com o una existencia.
I os eremitas que nos muestra la iconografía sacra del medioevo y del
K i-nacimiento lo saben. N o combaten con los monstruos, Son impasi
liles. La luz viene de lo alto.
Las obras de Mattbias Gríinewald, Nikolaus Manuel Deutsch y El
Hosl o son Li demostración más elocuente de ello, al igual que las de Pic-
lei I iuys, Lucas van Leyden, Schongauer y Granarli,
Hl arte habano no parece advertir el mal desde el punto de vista de lo
sobrenatural, sino sólo desde el punto de vista de lo natural. Excepción:
Miguel Angel, cjue se sintió i tupresionado por la obra de Schongauer. Hl
pesimismo tic Miguel Angel, al cual no es desde luego ajena la prcdica-
i ion de Savonarola, se tradujo en su obra mediante una línea nueva. La
■■divina proporción» ya no tiene sentido. La proclama más grandiosa de la
,iidu de la proporción es quizá el Juicio ifw m jtd (en 1541, el gran fresco
dc|ó atónito al público), «N o nacía en él un pensamiento en ei que no es-
niviese esculpida la muerte» (Va sari). Un coloquio con Dios, dramático,
pmque la palabra debía brotar medíante una línea reacia a la perspectiva.
I .i demoníaco en Miguel Angel está ligado al problema de su salvación
I o documentan sus cartas y su poesía. La licitud del arte es el drama ínti—
88
mo del íluonarroti. (¿El arte no es acaso un artificio?) Pero el problema
de la tentación del arte (el problema de M igu el Ángel) no es el proble
ma de lo tremendum. La tristeza, que en la propia máscara de su rostro te
sela un constante malestar, ha hallado un lugar entre los pliegues Je! D e
sollado: el mundo lia desollado su alma. Rechaza la época en la que vive.
En la gran escena del /»irá», después de Cristo aparece el Cirineo. Símbo
lo de una profunda experiencia de los místicos: no es que una cosí sea
untada porque es amable, sirio que es amable porque es amada. M iguel
Ángel lo intuyó, poniendo en el centro de su trágica visión la enorme fi
gura del oscuro hombre de Cirene. El juicio de toda la I listona, el ju icio
final, está en función de quien lleva humildemente la cruz, no de quien la
esculpe o Ja pinta. 1.a gigantesca sombra del Cirineo da sentido a la mul
titud anónima de los salvados, pero es también la representación de la pe
sadilla del artista: el remordimiento de no ser com o todos.
N o es lo aterrador lo que asedia el alma de M iguel Ángel; antes bien,
es su melancolía fsettsuí rci quae fJ l w c/rj [sentimiento de una cosa que no
está], que contraste con su ímpetu (el otro aspecto de su naturaleza); ese
ímpetu que lo empuja a enfrentarse sin vacilaciones al mármol aun cuan
do la tristeza se lo impediría. Lo demoníaco en él es la renuncia no hecha,
porque el impulso ha prevalecido. Y la complacencia en la obra acabada,
pero ya dada por inútil para la salvación. La complacencia en algo que
será destruido en breve tiempo, y que por lo tanto no está justificado. Lo
eterno contra la dumióti ilícita (la breve vida de la obra de arte), ilícita por
que posee la fascinación de una falsedad absoluta. ¿Por esto cede Miguel
Angel a la tentación postrera rompiendo con las supuestas leves de la pers
pectiva? Todo induce a creerlo".
9«
Lino de ellos cabalgado por una armadura vacía. Hay que observar que
hacia lo alto la luz se atenúa. El azul de) espacio se atenúa, ie hace más os
curo. Es una falsa elevación, un vuelo hacia las tinieblas. El paroxismo de
ia tentación se encuentra precisamente en el tríptico de Lisboa, Lo satáni
co, especialmente en ia elevación del anacoreta, ha desencadenado la
ofensiva más potente; navegan hacia la oscuridad los símbolos del naufra
gio de la vida humana. Pero en el loco vuelo infernal no sucede nada,
porque es el vuelo de la nada'.
En esta obra compleja, síntesis de simbolismos místicos y de signos
herméticos, con pocos rasgos que resuman su experiencia de hombre de
fe, Fi liosco logra hacer sentir la victoria sobre la mida por medio de la
oración
Pava quien reza verdaderamente, lo demoníaco es el horrendo sueño
de la inconsistencia".
91
V. L o caprichoso y lo horrendo
93
'toda tentación es una tentativa. Las luces no restan, antes bien acen
túan la visión de lo falso determinado; todo parece ser lo ..¡¡te no es (una
cierta modalidad demoníaca), pero todo tiene una luz propia (otro aspec
to de lo demoníaco): esas lucen toman las formas más fantasmagóricas. Se
comprende que este tomar tendría posibilidades ilimitadas si no intervi
niese la Gracia. Tener la posibilidad de tomar ilimitadas formas fantasma
góricas quiere decir: no ser evidente, En la evidencia, tenemos la expe
riencia de un ser y de su manera de ser. Lo diabólico no puede ser
evidente, porque si lo fuese no tendría presa (natural repulsa por lo desna
turalizado). Se debe, además, distinguir entre lo a i dente y lo incontroverti
ble. Los dos términos se confunden muchas veces. En el lenguaje habitual
se dice «evidente* en lugar de «incontrovertible». Mientras que lo incoti-
trovertible es expresión de un constreñimiento, lo evidente lo es de una luz.
Estar en Gracia es, para el santo tentado, ver una luz dominante en el
contraste de los colores. Evitar la obsesión. Catorce ojos miran la presa; es
insoportable ser mirado cuando la mirada es la de un ser con el que no
hay comunicación posible.
Los abscesos violáceos del «ardiente»1son como ojos lijos en d perse
guido. Dos colores dominan en el centro: el amarillo y el azul.
En el puente roto, el ímpetu infernal no da tregua. E] eremita está ate
rrado, pero se mantiene impasible. Una extraña ave de rapiña dotada de
brazos y manos se apresta a golpearlo con un nudoso bastón; un mons
truo repugnante lo pisotea; tiene los rasgos de un hipopótamo deforme;
otro que se arrastra, que recuerda al armadillo y a otros animales prehistó
ricos, muerde la mano que aprieta el rosario. Pares de ojos tachonan el
cuadro. Arriba, la luz. divina sobre un fondo amarillo difuminado, en una
aureola de un rosa tenue, por encuna de una cadena de montañas pálidas,
do! omi ticas, que sirven de decorado a la grandiosa escena de la tentativa
infernal.
En un ángulo del cuadro se lee: Videras, bonejesu, tibieras, qtiarenon af-
faisii tu sanares ruinera mea? [¿Dónde estabas, buen Jesús, dónde estabas
que rio acudiste a sanar mis heridas?]. Es la interrogación apremiante del
problema del mal como tentación al límite. El mal: aquello que no se lle
va a cabo: forma y color. Forma deformada, color nauseabundo: lo ho
rrendo.
99
te, como los demás, yendo y vin temió privados de la G raí i aí no mastican
el alimento pitra saber qué mamelón reciben.
LA S A B ID U R ÍA E T E R N A : Para aquellos que están preparados. yo
soy el pata de la vida, peto pata los no prepata dos soy un golpe temporal,
una traída mortal y una maldición eterna.
(El í.riim de let snbiitttríij tierna caja Í7.)
100
■iio o í visión intelectual a luí hotfibré que hablaba con ingenio y n^udi:
■■.i, yeto que età inexperto en 1a vida y en las obras por su in a lb e r a l io ex
presase con .exagerada peraaicacia, A hombres de tal índole, p o i'su modo
i i'recuente1de hablar. los llamaremos hombres monstruosos o monstruos
mu más,. .
Apenas s iilo ul monstruo, el Discípulo le pregunta: ¿De dónde vienes?
Riesponile el Monstruo: De donde nuora estuve,
J)IS C ÍP U LQ s Pero ¿quien eres?
.M O N S T R U O : La Nada.
D IS C ÍP U L O : ¿Qué quieres?
M O N S T R U O - Nada.
D IS C IP U L O : Hablas ni aravi 11osa mente, ¿cómo te llamas?
M O N S T R U O : M é llaman d Morísimo anónimo.
I DISCIPULO: l-ll nombre de .Monstruo te está muy bien, porque em-
pkas palabras monstruosas y peregrinas, Pero ¿cuál es tu finalidad intelec
tual1?
M O N S T R U O : La libertad ociosa'1
D IS C IP U L O : ;Y qué enriendes por libertari ociosa?
M O N S T R U O : La del que si ve según el capricho de su propio querer,
ser (lontrati ado y sin a ; idar ni preocuparse del pasado ni del futuro.
D IS C IP U L O : Fsrá muy lejos de U verdad, pites semejante libertad
.11 chuts al hombre la salvación' y io priva de la verdadera libertad. Aún
no has aprendido a distinguir Ja verdadera libertad de la falsa: yo hablo de
i verdadera, mientras que tú hablas de Ja falsa, por eso estás equivocado.
I I que no sabe distinguir tampoco sabe conservar el orden; el que luego
.... tiene orden, es vicioso, por lo cual dice Jesús: ¡]nicn peca es eiChi’O del
p.Ui/e [Juan 8, 34), Aquel que con plena conciencia de vivir, y bien vigi-
Udit, cutía en Cristo, renunciando a sí rubino, con toda su alma, obtiene
I v . idadci a libertad, com o afirma el Señor: el Hijo oí liberili íeréñ verda-
ihmmente libra.
(Suso, Ubro de la verdad, traci. Levasti, cap. XI).
J 01
ct) Tauler com o Soso se hallan próximos en varios aspectos a la interpre
tación en el sentido de la ortodoxia de las proposiciones del maestro Eck-
harL condenadas, el -1 de marzo de 1329, por el papa Juan XXÍJ. Parece
confirmado que Tauler visitó a Ruysbroeck en GroenendaeL También
gran predicador, su influencia se extendió sobre todo por Renania y
Flandes. Los ochenta y cuatro sermones publicados en Lipsia en 1498 y en
Augsburgo en 1508 tuvieron una notable repercusión. Las Institutiotiti di
vinos, publicadas por Laurentius Surius (Colonia 1548) y atribuidas a Tau
ler, tienen su origen en los Sermones de éste y en el tratado De praedptus
virmtihns de Ruysbroeck, documento sintomático de la acción común
ejercida por los dos místicos.
El neoplatonismo es muy acentuado en Tauler. La terminología es en
ocasiones similar a la de ias más recientes doctrinas existencialistas: «I a
nada creada (el hombre) se abisma en la nada increada (L>ios), pero es éste
un estado que no se puede comprender ni expresar». Términos similares
utiliza también Suso, La aspiración: liberarse de lo sensible, mortificarse a
ultranza, vencer la inclinación a gozar dd mundo de los sentidos, sopor
tar los acontecimientos más dolorosos, merecidos o no, poco importa,
vienen de Dios y basta. Hasta la pérdida de cualquier consuelo espiritual
debe ser aceptada. En la base está la impasibilidad, hasta el sacrificio má
ximo, U nico consuelo, el pensamiento de que también Cristo fue aban
donado en la cruz. Mirar a la cruz lo es todo.
Este es el tenia dominante de los pintores nórdicos del siglo XV, que
pintan al anacoreta asaltado por los demonios en la actitud inmóvil ele-
quien ha concentrado la mirada en el crucifijo. La actitud del abandono.
Por otra parte, el teólogo .Suso es explícito a este respecto: el abandono es
la condición misma de la libertad, y la voluntad es libre cuando se ha des
pojado de la necesidad de querer: wic freí <ier u'ille ist, se ist cr alrerslfri itw-
tlen, uv;n cr bedarf nit me tedieti.
La doctrina de Tauler propugna, pues, b pasividad más completa, rendi
ría sitie ¡jtta non para la elevación mística. De aquí ia acusación de quietismo.
Gemiir es definido por Tauler com o d fondo del alma. N o es una fa
cultad, «es algo mucho más elevado y más interior que las facultades, por
que es del Geni»/ que las facultades reciben su poder de actuación; están
en él y provienen de él, que es inmensamente superior a todas» (véase
Serm. 64). El G ™ fíí »puede mantener sm interrupción su unión con
Dios y mantener su intención, mientras que las facultades no tienen ci
poder de ser constantes en su apego [...] en él están reunidas todas las ta-
102
mitades: razón, voluntad, peto es superior, tiene algo más, tiene un obje
to interior y esencial ["...]» (véase Serm, 66), que lo indina a retornar, que
10 indina a su origen; perpetua inclinación al retorno:
«Dicen los Maestros -escribe Tauler en el Sermón íi4— que el Gcinüí
del alma es tan noble que esta continuamente activo, tanto durante el sue
no como durante la vigilia, tengamos conciencia de él o no la tengamos,
y posee una inclinación deiforme, inefable, eterna. Otros dicen que con
templa siempre a Dios y goza incesantemente de él [...] Nosotros opina
mos que el Gemía se reconoce Dios en Dios, aun siendo creación suya».
Extasis v sufrimiento son los temas fundamentales de la predicación de
láuler. La lucha con el demonio por la elevación está en la base de la más
alta experiencia humana. Pero la lucha sigue la vía única de la profundi-
zación y el abandono de uno misino en lo profundo.
El sentimiento de Jo abismal domina. Escribe Tauler: "El abismo creado
porta el abismo no creado y los dos abismos se convierten en una unidad,
en un ser puro». Y en el sermón para el segundo domingo de Adviento:
•I lay personas que tienen cantas tentaciones y tristezas como si el FUiin flu-
vese por ellos, y no pueden cener nunca en el corazón el silencio y la paz,
porque si en ocasiones se entregan exteriormente a la alegría, deseosas de
quietud interior, son asaltadas por pensamientos y sinsabores que se áseme-
|.tn a un árbol en pleno invierno, con todas las hojas al viento, incapaz de
estarse quieto. N o pueden librarse de las obras que se proponen [...J*.
Lo diabólico actúa solapadamente por m edio de las obras. Es difícil
distinguir las buenas de las malas; no imposible, es cierto, pero muy difí
cil. Es más segura la fuga del mundo. Algunas expresiones del gran místi-
i o desconciertan; teniendo en cuenta la ortodoxia de Tauler, se deben sin
duda completar con pasajes que nos faltan: «El hombre despojado de sí
mismo, en un absoluto y verdadero abandono, se sumerge en el fondo de
11 voluntad divina para permanecer en esta pobreza de sí mismo no sólo
durante una semana, luí mes, sino, si Dios lo quiere, mil anos, toda la
eternidad, y para llegar a ser capaz de abandonarse completamente a un
sufrimiento eterno en el caso de que Dios quisiese que fuese una eterna
i .'.i del infierno* (Seria. 26). lem a trágico que innegablemente influyó en
h cofradía de los Hermanos de la Vida Común, fundada por Gerhardt
t ¡roote (muerto en 1384), discípulo directo de Ruysbroeck, y de la que
era miembro El Bojeo.
A la cofradía de los Hermanos de la Vida Com ún, inspirada por
Kuysbroeck y hecha realidad por Gerhardt Groote y por Florencio R a-
103
dewijns, se debe la formación de la Devoción moderna* una de las Co
m entes espirituales más importantes de finales del siglo XIV y d d XV.
Groóte señala el camino del bosque, el mismo camino predicado por
Ruysbmeck. Y su predicación reúne numerosos di seguios y suscita un
movimiento notable. Es significativo que Gerhandt Groo te se convierta a
1.a vida edificante, abandonando con pesar el estudio de l.i magia, la única
disciplina que realmente le había atraído. Largos de bates con el prior de la
Cartuja de M u11ni kí misen, Enrique de KaJkar, i a magia era una gran
tentación. Y no menos sintomática e ilustrativa es Ja máxima de Groóte
(;tal vez la máxima que mejor resumía la doctrina de los Hermanos de la
Vida Común?}: máxima íempWiüo til fie templan [h mayor tentación es no
ser tentado].
Ít'.í/ fíiNFj ilíii lacas teams el ttattsgtrssiánts, tucolulas rr perti&inaáonis, tsboris
etfotigapotlfSj dehris et plarmiimis, ttfplus él conitiittteidottís, fluxúí a alteraponis,
¡misilus et lornipáoais, hiioktuiae 1 1pettá^tkionis, violeitáae éi oppretsijjliis,
fruuripknríac cí comtpciomf, hj ¡nyn$} ttihií uliutl ¡ti venitur qtumi vanitas, ?fh¡%-
nittfy cupiditii.c, ittwkl(ts¡ íkfünnihu et vetustas. Mundus notos aUicit iV diligfty ry-
íícfe m dhirit et conte.mpsií. Miifídits ¡¡milis obést, pauás prodíi!, multa protnit-
tit, patira persolvit et ¡desui^ amatares it; jitu1dtiípii et fallí} |Esd inundó lugar
de crimen y transgresión, residencia y peregrinaciónj trabajo y fatiga, do
lor y llanto, movimiento y cambia, ¡flujo y alteración, tránsito y destruc
ción, ti ove dad y perturbación, violencia y opresión, engaño y corrup
ción. En d Liumdo no se halla nada más que vanidad, malignidad, deseo,
ansiedad, deformidad y vejez. El mundo atrae y aprecia a los conocidos;
al desconocido en verdad la aparta y .desprecia, El mundo a muchos per
judica, a pocos beneficia; muchas cosas promete, pocas cumple, y así. en
lili, a sus amadores eligaba y frustra] (véase G. Groóte. Epistolie, Muldcr,
Ai liberes 1933, pág, 212).
La angustia de la condenación estaba indudablemente en todos. Es
significativo que precisamente la angustia de la c miden ación empujara a
uno de ios más grandes pintores flamencos, Hugo van der Goes, en 1173.
a retirarse ai convento agnstiniano de Roodcndale, terca de Brujas, don
de la muerte !o sorprendió en 1482. sin haber cumplido aún ios cincuen
ta años, poniendo fin a una existencia llena de angustias que Jo había lle
vado a intentar suicidarse varias veces por terror ai inal eterno.
Éste es todavía d clima espiritual de blandes y de Remanía en la épo
ca de Jerónimo Bosco, en cuyas obras debieron de influir sin duda Las sa
cras represení aciones que otso gran místico nacida en Lk?ventor cu 13(53}
C>er!.u: PeDersz. discípulo de Groo te, res Lime en su tratado I2¡ miliaiic íali-
tfiqtiii) i:o>i D|>¿ (véanse caps. 12, I.1' y M). Demonios que tientan ai hom
bre religioso y apelación de Dios a lj resistencia pasiva. Las típicas escenas
tíc las rrojtiftTfl.íJfií de san dd Ara Xlericiidi.
105
II. Jan v a n R u y s b r o e c k y el s i m b o l i s m o
107
temor Je Dios*), El niño alquímlcQ es. pues, el horrible fruto del *apetito
malvado» ofrecido por la mujer-árbol. El árbol de lo sensible es siempre,
para Ruysbíoégí;, el de 1|¡ de ti da engañosa que presenta com o apetecibles
los frutos moríales de un saber sano {demoniaco), de la rwpiifíídí ¿áentifte
¿lux iwtmuti ottiniutn iHiidnun [el deseo de ciencia es ei caudillo del ejército
de todos ios viciososj [Pedro Damián). ''El demonio ofreció ai hombre en
el Paraíso la moneda de la persuasión» (San Gregorio).
Los peces muertos son eí símbolo clel pecado, sobre todo los que no
tienen escamas, -Lie esto se deduce escribe Ruysbroeck ^-ihbtr>ini:¡ifa fí-
pirimuí, cap. 12-t)- que nuestra vida interior debe estar adornada de virtud
y nuestro proceder interior, reves ti tío de discernimiento racional, como
el pez i o está de escamas |... | Las aletas natatorias son Cuatro; vencer la
propia voluntad, amar a Dios, resistirse a los deseos de la naturaleza, ad
quirir l.i virtud |.. .] El pez lleva en m edio tina aleta rert.i que se mantie
ne inmóvil: significa que nuestro sentido mtenor debe conservarse en el
justo medio, vacio de todo y sin preferencias personales: es decir, que nos
remitamos a Dios para todo lo que nos concierne- Es la quinta aleta que
nos estabiliza en la tiracia. Pero el ornamento de nuestro proceder debe
ser de cuatro colores; porque unos peces tienen las escamas marrones,
otros rojas, otros verdes y otros blancas.* Él marrón, según Ruyshrneek,
unos enseña que debemos adornar nuestras acciones con pensamientos de
humildad; el rojo significa que debemos recordar que por amor fue tor
turado el Hijo de i )ios; d verde significa que debemos fécordar la vida de
Gracia de los confesores y de ios santos; el blanco, que elevemos nuestras
miradas hacia la pureza de la vírgenes*.
F.l halconero alado con una flor de cardo a guisa de cabeza, y que apa
rece junto al niño ah^ni mito. *'s el símbolo de las roncad ones que afloran
en los sueños de la fhuera. El ha Icón tiro cabalga sobre un vaso, el vaso de
m illa del alquimista, alegoría de la obra aiquíntica producida por una no-
voluntad (la Eereza) que sueña con ftw r sin esfuerzo.
Todo lo que se arrastra por ei suelo es el símbolo del petado carnal.
Ruysbroeck, en el capítulo I2á de La obra citada, escribe; »Porque todo el
que ponga su alegría en ei cuerpo, semeja ai verme que se arrostra por tie
rra | ..] De aquí tres pecados capitales: la pereza, la gula y la lujuria. En
efecto, por pereza se arrastra, por guia se alimenta, en Ja impureza en
ctientra la vida y sl¡ casa».
Entre ¡os demás emblemas de inspiración mysbro edita na se observan
I ' íivfiHCií, emblema de la herejía; ei píjitip carpir;rere, emblema de la lucha
tifo
Albercui Magnus: PbilúStípbij \aturgHs
( B a s í l e a , ] 5í- l}. K e p r c s e n r í u n á n d e l ,ru ffinípiW
cnu los cuatro el ement os.
contra [a herejía; e! ríhs, símbolo del recuerdo de las alegrías pasadas; eJ fú
tre, símbolo ele la liipocresía y, para algunos místicos, símbolo del que par
ticipa en crápulas; la mariposa, representación de la inconstancia (en la ale
goría cristiana se convierte también en símbolo de la resurrección'): la
rajai, símbolo de la credulidad (y la credulidad es fuente de toda herejía);
d sepe, símbolo del sortilegio (y también de la codicia); la »troca (blanca y
negra), símbolo de lo doble, de la alternativa; el pelicano, del amor al pró
jimo; d cuervo, Je la incredulidad y, en d simbolismo alquimista, de la ni -
,:n-Ja. «La negrura (nigredo) es el estado inicial, ya preexistente como cuali
dad de la matan prima, del caos o de la fputsm mn/imi, ya provocado por la
.'iv-'iñn fsohtio, separa!ú\ diiñsio, pntrcfatfa) de los elementos. Si se antepo
ne d estado dividido, se procede a una unión de los contrarios bajo la for ■
ma de la unión de lo masculino y lo femenino (eoniugium, matrimotmm,
109
co i fu s) y en este caso se verifica la muerte del producto de la unión (m o r ti
fic a d o , Lilian a tii), p u tre fa tip ), con el correspondiente ennegrecí tui cuto» (véa
im
H nimio representa la ir en instancia, y muchas veces la me tirita, ami-
i|i i- t itnpOéo es raro que represente la íjnagen misma del diablo ¡en al-
■..... . culta ras, la Virgen pisa al mono), el Cpmíilp, que un b tradición
|" .pillar representa, b sobriedad, en el sim bolism o religioso es la ftgura-
■i"ii de Cristo: el éríítW.w. cuya mirada mata, puede representarla eusto-
I. del umbral (domado por los adeptos y por las. vil lenes); la babosa, que
' l.i Iglesia primitiva era el sitrbolo de la resurrección, pasa a ser tam-
l'k'ii el símbolo herm ético de la gran ob?i¡'; d retí finiré es un ser presa de
i ipul sos indomables (en las tentaciones de los monjes de la Tebaida es la
un igeti del dem onio}, pero, aunque sea jaras veces, también es símbolo
de l.i sabiduría; la [¡ahina blanca es símbolo de la inocencia pero cambien de
l.i prudencia; el derw es unas veces emblema de Cristo, otras de los após-
ii'les y otras de los penitentes; la cigüeña es el símbolo de la castidad y el
....ló es de la lujuria [para Rtiysbroecb tiene el mismo significado que
i-l ibis).
Tor lo que atañe a los colores, en la pintura del 13ose o domina d con-
ii ¡au de rojo y azul. Los símbolos del amor (o de la creación) van del msa
■I tojo' , mientras que el que alude al engaño va desde el azul rlam al arul
use urdí; Satanás, en el infierno del bosco, es azul oscuro. El verde, casi
siempre símbolo del agua que purifica (emblema de la regeneración),
|mede, por contraste, representar también ttti malefició (degradación m o-
.1 l.i mirada verde de Satanás); Jo mismo sucede con el marrón oscuro.
II violeta empresa lauto el amor a la verdad como Ja ve id ad del amor. El
gris es el símbolo de la resurrección de la carne, y muchas veces también
la imagen de la inocencia calumniada (blanco-negro).
Resulta especialmente interesante observar que en el arte dé los pin
tores fia me neos de los siglos XV y XV i el -árbol edénico del conocimiento
si' transforma en el árbol de la n tuerte. E.l huevo del inundo ha escallado
(véase El Büsco, Lian. 23) y ya no hay oídos para escuchar la exhortación
i-mogólica *el que tenga oídos para oír, que oiga*, porque las orejas de las
n'presenLacnnies simbólicas del infierno del Eos cu están atravesadas pot
una tlecha. (iríjíemo, tal;!:! del tríptico del Reina tHiUnaria o jardín tic ¡di tic-
linas).
La gr.iu llave que se encuentra terca del monstruoso huevo eclüsiona-
do es una ciara refere ¡una a la llave deí con o en liten Lo exhibida por los fa
riseos en. todas las Épocas: «Ay de vosotros, doctores de la ley, que habéis
Usurpado la llave de la ciencia: no habéis entrado vosotros y habéis pues
to impedimentos ,i ¡os que entraban* (Lucas 11,21).
til
El Bosco y sus seguidores lanzan sin titubeos sus dardos a través de una
representación simbólico-trágica del fracaso de la ciencia de los hombres.
Pesimismo de quien no cree posible evitar la riña en medio de las ruedas
del alegórico carro de la vida (el Carro de heno) y señala el camino reco
rrido por Rmysbroeck. El camino del bosque, el único refugio seguro1',
112
ni. El jeroglífico del Busco
lia
tí con ayuda de h ciencia (los charlatanes del sater). Dei Cano de hi'no al
Hip pródigo la d ¡ree dòn e; una; no hay posibilidades de transa (.dòn con eì
mundo. Todo es traición, id cuadro circular de los Siete pechos eápítales
que Felipe [J tenía en su habitación es la admonición de un moralista que
en el centra de ¡a rosa de los pecados quiso pintar la figura de Cristo:
Cave D cícv videi j'C li [dado. Dios lo Ve], La admonición de un moralista
que se ha valido de su arte paia expresar so pensamiento.
* Existe un cielo que d diablo construye con sus atrayentes artificios,
Allí, los pensamientos son errantes, los sentidos están tristes y el alma per
manece silenciosa porque no encuentra aquello a lo que su naturaleza as
pira» (Santa Mechtfld).
Jerónimo Bosco quiso tal vez traducir en el gran Jardín de las delicias el
pensamiento de la mística admonito ria. El ritmo dei mal nene múltiples
variaciones. Las diversas Te lita ei m i t i d e u ttt A n t o n i o que el pintor ejecutó
demuestfin que las tentativas del mal serpenteante para perder a los hom
bres pueden ser innumerables, y que la seducción del artificio no tiene li
mites. ! a historia del hombre es la de sus continuas caídas; la desgracia
por oposición a la Citada. Hay una invitación apremiante (éste es el signi
ficado profundo de la historia humana) a tomar partido enríe dos cielos:
el del artificio demoníaco y aquel que el sacrificio del Redentor ha abier
to a los hombres de buena voluntad. Sacriti car el artificio es el predo de
la salvación.
El arte del Bosco es el arte de Ja denuncia del artificio; la denuncia del
artificio demoníaco: lo do cui tientan d infierno musical del gran tríptico
del Prado, Ja misa sacrilega d d tríptico de Lisboa (trágica historia del mal
en el mundo), los bosques encantados, los ¡peces voladores, las flores ex
trañas que desconciertan con sus colores y sus formas, fas naturaleza nos
ofrece una tìor nLaravillosa, pero el paraíso d d artificio (lo satánico) se
hunde si se corta la flor. Es para llegar al hundimiento para lo que la flor
se man ifiesta. Existen dos hundimientos posibles: d satánico (el engaño
eternizado; Lt condenación) y el angélico (el desengaño, que sólo a través
de Ja Grada se puede lograr). Dos abismos: el de la negación sin limi Les y
el de Ja al trinaci ón absoluta. De aquí la lucha y la obra apologética que
emprende e! pintor-teólogo. Las potencias de h nada traman para que no
se corte la flor; traman a favor de la mda (Ja magia negra). Es la historia
habitual que los hombres sencillos cuentan a Jos inocentes. Una historia
que empieza diciendo: ■
‘ Todo lo podía conseguir el niño que había entra
do en el reino de los juguetes, pero no debía cortar la rosa roja (o el jaz
m
inin, o la violeta..,), o sea, no debía traspasar el umbrah. bi cortaba la ñor,
■c encontraría de nuevo en su tugurio. fii cortaba la flor, codo se habría
rrnnsfomiado. La moraleja de la fíbula de la vida: las tosas ordinarias son
! is más extraordinarias. Y se observó con agudeza que «m orir es todavía
más trágico que m orir de hambre [.,.] y enamorarse es más poético que
dedicarse a la poesía».
Éste es d jeroglífico del Bosco. La denuncia de la magia, del artificio
mi digno. He aquella magia y de aquellos sortilegios que las sectas más v.a-
115
que hice disi en d mundo de quienes no seni convidados, en d mundo de
los sirvientes {de los no libres). Nadie vuelve la cabeza. Dos escenas que
no admiten Comparación entre sí. Porque es la tuidnt lo qtic acontece por
obra demoníaca a espaldas Je lus comedíales (la (¡mi/Libéi-i), Todo contac
to es imposible. 121 gestii del Redento]' conviene el a¡rua en vino; el del
sacerdote, la carne en fileno. Este es ll1 misterio del convite; el primer
L^esto vivifica, ll1 secundo vanifica. N o b a y que mirar: dettai está si empie
l‘Labismó; Alpniiép espié desde una pequeña ventana: siilo quién porti’ no
ce .il mundo del sortilegio tiene necesidad sis- esconderse. Los demás, no.
La vida no tiene neccedati de subterfugios. L1 banquete de la vida lo pre
side Cristo, Ay de aquellos que creen que pueden cerrar un pacto con Sa
tanás sólo porque muchos., incluso demasiados, lian seguido d Carro de
htnp.
La transacción es la mutaste-: quien concede, cede, f.l camino de h sal
vación contempla el sacri ti ció. nunca la ten unti a. Este es el creilo de Je
rónimo Bosco3.
I u>
1
TV. L a filudo fía de B r u e g h c l el V i e j o
119
R » el cuadro del Misántropo (Museo de Ñ ipóles), Hrueghel resume su
visión de la sida escribiendo a los pies del personaje encapuchado, que
camina lentamente mientras un ser desmañado que sale de un globo le
toba; «Puesto que el mundo es indigno de confianza, me vise» de luto-».
120
Ira I™ ciegos dd mundo; no contra ia pareja amorosa. De hecho, los que
vuelven no son los muertos por el amor, sino por la avaricia. El .1 mor ex
cluye la muerte, poro ei amor está apartado del mundo.
II
121
proporciones, mientras que, a su alrededor, se desencadena lo demoníaco.
Patiaitúi est malomtn ijitac itiií íiifcnmtur aut acadtmí, cmn iicquaiiimitate... per
lado (Lactancia, ¡nst,, I , 5). Soportar cotí ánimo ecuánime los males que
sobrevienen o son infligidos traduce la filosofía de la vida de Urueghel
con gran eficacia: todo es contradictorio e insensato. Rezando es sopor
rabie el mundo. La historia es un desorden infernal; la Paciencia es el se
creto que permite el tránsito.
122
An -i- î ......
•JM atn ilü-i ir n'fciIV
.
L^t còlerti (Ora fumetti rr.¡, uigrestufít j:vignine venite, L55i3) (Se encolerizan
las bocas con la ira y ennegrecen las venas con la sangre] - lám, 137.
Fn el centro de La estampa, varios símbolos de la cólera: armas y hom
bres armados, animales que se despedazan. Un gran cuchillo corta a va
rios hombres desnudos que tratan inútilmente de huir. Fs una horda de
seres furibundos que sale de una tienda de campaña. Encima de la tienda,
un brasero y una olla: dos hombres son sometidos ai tormento del fuego.
La figura central cabalga sobre un tonel abierto. Dentro riere lugar una
pelea. F.1 personaje a lomos del tonel es el emblema de la cólera: un cu
chillo entre los dientes y el vaso de l lermes en la mano, ¿quizá quiere de
cir con esto que is ciencia de las sustancias opuestas acarrea la destruc
ción, com o la ira, y que la ira es el fruto de la tentación de separar lo que
en J,i naturaleza es armónico, como la alquimia es la de volver a unir lo
que en la naturaleza está separado' Según otros es Ja ampolla que contie
ne la sangre que la ira hace correr.I
III
127
V. C o m e n ta rio ele l a s l á m i n a s
Jerónimo BoscQ
FJ ja rd ín de i ¿ti d clíó & s
Id íp tic o - iN'lutlrid - Museo del Prado
I ánis, 20-25
H[ tbpticb del p ffd fu <ie |fj£ étlú fp i? (Museo del Prado) es uno de los cu a
dios más grándidsoí y enigniátifcés del Poseo. Los a i déos han presentadlo
diversas hipótesis para Interpretarlo,
En la tabla de la izquierda: el Paraíso terrenal, la creación, el árbol y la
fuente de la vida.
En la tabla central: el jardín de las delicias con ¡ li fuente de la juventud,
rodeada por hombres a lomos de extraños animales formando un carro-
'■ .í. En el csramjtie mágico se bañan mujeres, C ab alga« de la libídine. En
l.i parte superior, basen las piedras parecen participar, con sus colores rosa
dos y sus formas misteriosas (de si pin tica dos akjuín ticos), en la exaltación
del placer sensual. Parece la síntesis de la historia de la humanidad eil la
i póteos is del éxtasis. Agua, tierra y aire están poblados de amantes, blores
;■ ipan tesea.s en las qnSj se esconden parejas. Frutos abiertos de los que el
amor parece tomar su tuerza. Una fresa colosal, dentro Je una burbuja de
humor acuoso, tpdea a dos amantes, símbolo de la voluptuosidad. Peti
rrojos y pájaros diversos atestiguan la presencia de lo qué representan: la
ujuria. Tildo celebra la palpitación de un exasperado deseo de gen era -
i ion.
En la tabla de la derecha; el infierno, dominadé por ísatanas y por el
i rgp de hielo.
Las dos hojas cérradas muestran el mundo en el tercer día de la crea-
rión el caos y la anda, floreciente de elementos vegetales y imu fíales. El
mundo ene emulo en un gran; globo de cristal transparente en el que bu
llí la vida, y en el que también se ademan las imhe.s. Dos inscripciones en
■rimetetes góticos: Ipse dixit ct futía sutrt — ípfe tuandarit ct créala s\ittf [Por
que él dijo, y fuero)} hechos; él mandó, y existieron| (Salmo 33, 9).
129
Los dos mistéfiíoíüs trípticos dol Garro do heno y el ¡ímliu ¡lo fas (ir.lieias
se complementan, lamo en el primero como en el segundo, la escena
central manifiesta dos aspectos de la existencia: la lucha por la vida (el í la
m í) y la vida sin lucha (el Jardín). Peni la vida sin lucha no es menos len
ta d o o que k. lucha por )a sida. Dos irrita ció n « la tic la conquista de los
medios de subsistencia, incluso mediante el crimen (las complicaciones
de una vida construida sobre la técnica de las miar iones sociales), y b del
abandono al reino de la naturaleza (a la desnudo? de una existencia sim
ple). donde d principio de la fecundación cósmica constituye el centro
¿é todo: la tentación de la inmediatez de lo sensible.
Dos pecados mortales que, en definí tiva. se reducen ambos a la riegas
ción del prójimo. La eliminación del prójimo por la conquista de tos me
dios de subsistencia en la rebatiña mortal en torno al carro simbólico
(homá fíomirii. JhpHs), y la ignorancia del prójimo en la exaltación de la sen
sación pura (la naturaleza en sí misma, Ja desnudez) que desdeña al otro
com o ser que siente y lo .acoge sólo como cosa sentida. Dos infiernos,
pues: d de una construcción insensata en un inundo que arde' {el infierno
del tríptico del Carro de hcka), parodia de Jas com o itcciones humanas, y vi
del estanque helado (infierno del tríprico del Jardín de las delicias)^ el ine
vitable fin de la sensación pura: el hielo. Debajo del estanque: el infierno
musical, el falso acorde, la desgarradora sensación acústica de una armo
nía quebrada. Y por fui Satanás, que se traga a Jos lojuiiosos y. una vez di
geridos, los defeca con una burbuja gelatinosa en una cloaca inmunda, a
cuyo borde se asoma un condenado para vomitar su náusea (influencia de
la Písííj Titndalí).
N o es posible considciar la cabla central diáJardín de tai drSirias como
una representación del estado edénico de inocencia. N u tendría sentido
el infierno lateral1.
1J0
separar los sexos. Ahora bien, la redención humana, se trun cita secta,
ion dría com o finalidad reintegrar al hombre en lo íntimo deí ser del
i reidor por m edio de Cristo. El amor ded libre espíritu (mspirániJosc en
el modelo de la pareja Adán-Eva) buscaba abrazar i toda la hum anidad.
M adan i sino era una doctrina de igualdad de vida para todos los hom
bres, y por lo tanto también lo era del libre amor sublimado por una vi ¿la
de rantiticaCiüM. El amor sexual se convierte en un misterio gnóstico. A
través de la iíu muía ció n corporal espiritual, el hombre introduce en sí
misino la materia teniemna. se convierte de nuevo en una unidad y sale
Je SUpecado remlcorándose a la eterna luz del Paraíso (véase op. íió, cap.
I). En 1411, el carmelita W ilhelm van Hilder misen, uno de los jetes de
i . secta del Libre Espíritu, junto con Acgidius fáintnr, hubo de respon
der ante el Tribunal de Justicia episcopal de Kítneryk por el m ovimien
to de la restauración universal. I a secta de los p i cardos (BcghardeH), de .os
i nales se habla en la relación de Enea Silvio Pircoloinjni. era una valían
le de la misma herejía; y la española de los Alumbrados era otra variante,
también para estos, la coyunda sexual era "sd camino hacia lo alto» faccii-
rcMiJ o «alegría del Paraíso», Según Fraenger, el fardín tic las delidjifi no se-
i i.i sino una antecámara dd cielo y no dd infierno, pues no era nada más
qué una representación de la vida sexual santificada, según la doctrina
ild Libre Espíritu, y el infierno un testimonio de Ja restauración univer-
vil, sobre todo en la alegoría del arpa-la ild (para h'raenger, alegoría de la
primeva pareja humana, imagen de Diois). La tríada de los ins crin líenlos
del infierno musical, que en el tríptico del Jaiüiti ríe Lis delicias tiene un
lugar relevante, en d Paraíso celestial estaba al servicio de Lucifer, prin
cipé de los ángeles; precipitada en el infierno junto con el soberbio
maestro, la rodea una hilera de payasos que no creen que por medio de
la música les sea concedida Ja redención. Así pues, El Bosco no seda otra
cosa que un adepto a la secta del Libre Espíritu. Pero esta tesis no nos pa
rece en absoluto demostrada, puesto que ningún documento la apoya y
.pie la relación del tríptico del ¡[amado Reino itiilcn a rio con e! del Córra de
licita no presenta, por las consideraciones que liemos destacado;, ninguna
dificultad, sino que, antes bien, dicha unión se integra en Ja concepción
leo lógicamente ortodoxa del destino humanó, de Ja que ios dos cuadros
mui una dramática ilustración. Recuérdese que los tres trípticos del Boa-
n ; ponen de relieve1tres aspectos de ia tentación demoníaca: la tentación
intelectual (las mutaciones de run Autof^D del Museo de Lisboa) a través
del desgarramiento causado por el carácter ii ico ni prcnsi ble de lo horren-
131
do, la tentación de lo sensible puro (el Jardín de ias delicias), y la tentación
de los bienes terrenos, de la mundanidad corno fin en sí misma (el Carro
de heno).
Jerónimo Hosco
Tentaciones de. aun Antonio
Tríptico — Museo de Lisboa
Láms. 10-15
Véanse págs. 77, 90, 203
132
Parece que sí, ya que el viejo-niño (véase pág. 107} se mueve fatigosa
mente sin ser visto por el santo; es el inmundo fruto de h gran tentación.
En Ja parte inferior: la mesa mágica. En la mesa, un vaso de Hermes
dd que sale un pie de puerco. También unta de los demonios que sostie
nen la mesa tiene un pie mecido en un vaso de Hermes. Una cabeza-
vientre lleva un cuchillo clavado en el ombligo. U n sombrero rojo la cu
bre a medias, dejando al descubierto la oreja y una cola negra que se
retuerce com o una serpiente. Es la oreja que sólo oye el estímulo ínfimo.
La mesa mágica no genera más que monstruos, y la tentación de la gene
ración contranaturrs es el triste producto de la concupúdaiti.i írresistibtlis
aberrante.
Jerónimo Busco
Tcatnnoiies de .tcjí Antonio
Madrid - Museo del Prado
Látn. 9
Véanse págs. 78-79
¡3+
realidad en la exigencia de sinceridad que revela ei discípulo del Bosco,
ofreciéndonos una muestra gráfica de sociología del inconscience.
135
repugnantes. A los infelices, la infelicidad. La de los infelices es una so
ciedad extraña; está separada de la otra, la de los hombres normales, N o
tiene derecho a entrar. Los hombres normales tienen com o principio
constante el de rechazar a los anormales. Y los desdichados hallan sus sa
tisfacciones en su mundo (la uie joyeuse fifí estropiés). Si todos son lisiados,
el ser lisiado no es una desgracia, Pero el santo entra en el mundo de los
desgraciados, viola su soledad; al repartir su capa, anuncia la caridad, y
con la caridad entra la guerra. Si se da un bien, el no haberlo tenido aún
es fuente de odio, La caridad del santo revela al infeliz su infelicidad. Es
la representación del Misterio del don no pedido, del bien ignorado que
confirma la santidad de quien cumple el precepto «ama al prójimo como
a ti mismos, pero el don no pedido es fuente de odio y de muerte; es
causa de la aspiración al don.
El dibujo pone de manifiesto el sarcasmo pesimista del Rosco y las
condiciones sociales de su época. La rebelión de los abyectos; el deber de
los fieles en una tierra devastada por guerras de religión; la gran tentación
de no dar, de mantener en la oscuridad, para no hacer sufrir.
Escena infernal
Musco de Karlsnihe
Escuela de Brueghel
Las tentaciones efe san Antonio
Genova - Gal loria Balbi
Láms. 45-46
ní)
nal de símbolos dem oníacos de sli libro a muchos de los seres horribles
que se ven en el lien zo de la Gallería Balbr1.
Maestro H. L.
Son Aíiguel ¡>esd hn tilmas
Los estudios más recientes han revdatlo l] lll- el pintor del altar do Isén-
heim ¿ace en Wüi-zbnrg hacia 1-155', que cu MSI esta ni Asrhaffenburg
1-ifi
como pintor del Elector de Maguncia y que en 1489 se halla en Sdigen-
u.idt. Ai parecer, desde 1467 hasta 1475 fue alumno del Maestro L. S. en
Estrasburgo, y luego de Schongauer en Colmar. Desde 1490 es el dibu
jante de las xilografías del taller de Johann Bergmann von Cipe, donde
enseña a Dureio el arte del grabado (1492-1494). D e regreso en Scligen-
st.idt en 1503, entre 1513 y 1515 pinta, por encargo del abad Guido Guer-
s¡, el altar de lsscnheim.
El problema de su pertenencia al movimiento luterano no está resuel
lo. Después de pasar en 1526 a Frankfurt (ciudad libre que acogía a los
perseguidos), Giúnewald regresa a ¡a zona católica y se establece en Ha
lle, el contra-altar de Wittenbcrg, y allí muere en 1528.
En el inventario publicado por Ziilch de los objetos dejados por Gru
ñewald a su muerte se mencionan veintisiete sermones de Lútero, los
ilute artículos de la fe cristiana y una serie de opúsculos comprometedo
res. Demasiado poco para decidir la cuestión, sobre codo porque la vuel-
i i a Halle no deja de ser significativa.
Se ha sostenido que ei arte tiende a apoderarse de lo feo, a sublimarlo
»orno un fenóm eno estético, capaz de reemplazar a lo bello, que la com
plicación ahoga la simplicidad, y que la desintegración de las formas se
i (invierte en la base de una nueva técnica, creadora de un mundo plásti
co esencialmente trágico, porque las formas mutiladas generan conteni
dos correspondientes vaciados de alegría' .
Ahora bien, e! rechazo de lo humano en d Griinewald del altar de ls-
viiheim (especialmente en la tentación de san Antonio, lám. 74) no gc-
riiT.i. como alguno ha escrito, el romanticismo del dolor, sino la reprc-
■litación surrealista del sufrimiento. Una introducción surrealista a lo
u m a través de lo repugnante. Un expresionismo exasperado que se vale
•l' 1 la luz dramática para comentar el tema de la revelación cristiana: « N o
Yo. sino ia luís del mundo en nú».
I Iminatismo de la luz que se vale de los poderosos acordes de coloi 1
p ira lograr una luminosidad mágica. Mágica, porque de la acción de los
uiurillos, de los rojos, de los verdes y de los violetas nace un senti-
i liento de lo sobrenatural, una incomodidad, un malestar. Colores in-
■■■'portables. Ila v que cerrar ios ojos y traducirlos a blanco y negro difu-
i nm.uido los tonos para darse cuenta de sus valores. Griinewald no pinta
ii'.ás que para evocar otro mundo; todos los medios técnicos para dicha
■vocación son buenos si tíos introducen en el orden ele lo sobrenatural.
I'mducir el co lo ra dibujo (blanco y negro) para entender el significado
141
del contenido de lo que se h i pintado: la Crtíóifi>dótx, la Tentación, la
R esurrec don.
FU problerflá de Grünewald es un problema religioso; el mal en el
mundo. Liberarse de la tentación mortal de la aquiescencia volsiendo a
evocar lo enfermizo (iám. 77) y lo monstruoso (lám. 76), el sufrimiento
de lo divino y la muerte.
£l misterio de una Pasión para la salvación de todos y el de la necesi
dad de méritos para la recompensa divina.
t i drama teológico que rompe la unidad religiosa de Alemania se ba
ila resumido más en Grünescald que en Diarero.
En el artista del altar de Jssenheim encontramos c Semen ros simbólicos
(ia colmena, la fuente, el rosal) ', pero el gran pintor ele la Alcnunu en re
belión, que siente la atracción tíe la Reí orina, tal vez para poner a prueba
su ortodoxia,; no quiere hablar medí ante símbolos, quien.- alcanzar de in
mediato, Uautnáticamente, el objetivo que Jo empuja a valerse de todas
Jas combinaciones cromáticas posibles para hacer vivir d íensuj C h r is Ú y
encaminar hacia el mundo venia ti en: al Peregrino cita éste.
Lo demoniaco es la anti-luz: el color que se disuelve en d infinito
(e vanes cencía de las formas por incontinencia; porque no puede sur con
tenida); es decir, lo que no puede ofrecer un significad® permanente.
C dillev;iid lu intuyó.
El altar de Issenheinri es. una batalla trágica contra Las fuerzas del mal.
En Ja ResurnectipUs un halo azulado encierra un círculo anaranjado cada
vez más tenue que se desvanece en un amarillo-blanco en el que triunfa
el rostro de Cristo. La tumba está abierta, los guerreros desmayados; el
mal e-, vencido por una creciente intensidad de la luz.
14 2
San Cristóbal
Museo de Dij on
Juicio Utwetsai
Museo de Bruselas
Unis. 64-72
Jan Wellens de Cuck (finales del siglo x v-p rin cip io s del XVI)
Las tentildones ele íiiif Antonio
Colección particular
143
Silt\ Cristóbal
Musco tic Munich ( cit. lámina, col, Von Bissing)
Lim s. 8 6 1 SÍ
Injirió
Venecia - Palacio Ducal
I4 i
piro en cuya bota abierta se desarrolla la vida de irnos senes (latín 62). ¿ R e
presenta la pesadilla de un destino ignoto5 Y la cabeza que asoma, que re
cuerda un poco la del grabado de Brueghd, ¿representa quizá la angustia
de ser tragado por el ¡ticotisetente impido de la naturaleza, dominado por
los reptiles?
Cu el cuadrito dol Museo de Dijuti (iáin. 6.3) no os ya lo monstruoso
lo que tienta, sino lo anormal insinuante.
S e ti C riitó h o i
Pinacoteca de Munir h
Làins. 49-56
L a tentación de h vanidad
Museo de Berna
Láms. 81-85 y 131-132
Véanse págs. 67-68, 94-95, 197, 203
147
NikoLms Manuel Deut^ch, nacido en Berna, hacia 1484 (de familia
originaria de Clneri), traduce según parece el apellido Alemán com o
1kuisehv. Dibujante de vidrieras, pintor y grabador, Nikolaus Manuel
participa en la vida política y religiosa de Suiza. AlcLdde de Erlaeli y de
fensor de la Reform a, toma parte en i as disputas que ganan Berna para
la causa protestante y. com o delegado en Estrasburgo, participa en las
negociaciones conducentes al pacto para una alianza cristiana entre
Berna, Ensilen, Z ú ritli y Estrasburgo. Fin I529 es d representante de
Berna en Basile a, nuevamente pata tratar id conflicto religioso. Mucre
en 1530-
Fue también autor día m ilico. Sus escritos fustigan las costumbres di
solutas del clero. En la fianza Mtia&ia que Manuel pintó en el muro del
cementerio vecino a la iglesia de los dominicos de Berna (destruido en el
siglo XVITt), el tema dé lo infernal se convierte en un ataque contra
Róm a. Su lema era «Nieirund kann .liles wissen* (Nadie puede saberlo
todo).
Dada la relativa cercanía de Berna y Colmáis es indudable que el cua
dro de Í-lLí ímladmes de san ÜHtonto del Museo de Berna; obra pintada en
1520 (La fecha acompaña al monograma. H. Ib), se inspiró en el altar de Is
Senkeim. El ímpetu de moni ico es eí mismo que el concebido por Grii-
nevvaid. Los colores, aunque truenos vivos que los de éste, muestran tam
bién muchos conos qi.ic armonizan con ios del altar de Colmar.
El cuadro ocupa el panel exterior izquierdo de un políptico que ador
naba el altar mayor de la iglesia de San Antonio de Berna, Perdida la par
te central, queda todavía el ala derecha; S’.irr Antónió y la mujer-demonio (la
temadón de la vanidad, l.ún. 85).
El asunto se repite en un dibujo comer', ado en el gabinete de estam
pas del Museo de Basilea (lám. 131).
Nikülaus Manuel recibió también la influencia de Hans Fríes.
14*
de Li ciudad de Friburgo. Artista vigoroso, « o le es ajena la tècnica del
arte flamenco y de la escuela de Colonia, D e su obra ha quedado poco.
lil cuadro h i alida de h<s anticuados (lám, 92) revela la influencia de
Meniling y de Gerard David.
150
cumuló hÍ l1forma? ultrajantes én el mentido literal de ia palabra (tiltrajante:
!o ¿dé está más allá del límite). Libélulas serpiente, dragones y atticulacio-
nes humanas forman una singular m ira na en la parte superior, en un cielo
que no asegura; la sal vación, J-.s el cicles de un espacio terrestre. U n cielo li
gado a los antros do este ni un do j Un tronco de árbol determina !i 20 na
donde se desencadenan las potencias del mal. El santo abre los brazos en
Un gesto que expresa una fe-esperanza.
La estampa de Granada. por el atrevimiento de la concepción y por la
el .'acia del dibujó, no es interior a ninguna de las que componen el ius-
■ ¡nance Apocalipsis de I.) nieto",
Museo de Colonia
Láms. 94-9y
Obra de un de seo nocí l1o pintor hispan o -11ame neo (hacia 1475) y atri
buida por algunos a Juan Sánchez d í Castro. En el centro del cuadra, el
Arcángel con la espada levantada sobre cd dragón. El gran escudo divide el
Cuadro en dos sectores: en la parce superior, las tilas de los ángeles leales;
eit la inferior, los ángeles caítlos. L"u detalle interesante es I metamorfo
sis Je ios ángeles rebeldes que se precipitan,. Algunos (lám. I ú3) tienen
cuerpo en parte angélico y e n parce Jiabólieo. lis uno de los pocos ejem
plos de transición tic lo helio a lo feo causada por i;¡ rebelión luciferina.
Albétto Durerò (1471-1528)
La Melancolía (xilografía)
H ijo del pintor Peter, Martin de Vos nació en Amberes en 1531 o 1.532
y murió en 1603, Discípulo de Franz Floris, De Vos viajó a Italia en i 652
(Rom a, Florencia,Venecia) y recibió la influencia de Tim oretto y de l i-
ziano,
F1 cuadro es una síntesis Je la vida de san Antom o según el relato de
san Jerónimo: encuentro de san A ntonio y san Pablo; el milagro del
cuervo que le lleva los dos panes; sel proyecto de consttuceión de un
claustro; el cortejo de personajes infernales, representación de los v i
cios; los dos leones excavando la fosa de san Pablo; san A ntonio trans
portando a san Pablo muerto y. finalmente, san Antonio arrebatado por
los demonios. Aquí, lo horrible no es ya lo fn?nifndnm; iu grotesco de
viene casi parodia de lo repugnante y un cierto manierismo anuncia el
siglo X V I i.
154
Escuela de los antiguos Países Bajos (siglo XVí)
L a s ten to r io tlís de sun A n t o n io
Museo de Bruselas
Lám. 106
155
Las numerosas cartelas en alemán arcaieo-dialectal o en latín .son de
difícil lectura.
En su conjunto, expresan la necesidad de la resignación: «M ein fím -
der waren mir grymra Lew en .., Frater erani leonum...» (Mts hermanos
eran para mí Feroces leones.,, Yo era hermano de los leones).
Es la frase final de la mística del beato I Ieinnch Suso.
En otta cartela está escrito: «M ir essich und mit gallen sallen w ir in
trencken unter schallen» (l.o debemos desecar con ácido y hiel, con g ri
tos de escarnio). Esto debe esperar el que sigue el camino recorrido por
Cristo.
L O D E M O N Í A C O E N EL A R T E I T A L I A N O
Láms. 107-120 y 151-154
1Ü6
Eí tema de la tentación, Entre los italianos que trataron $ tema, men-
i ioiuremos a: A gu óle Gaddi (1333-13%, ¿o Srarriijia?) can d fresco en Ja
Santa Cm ce de Florencia (lám. 111), donde d santo abad es apaleado por
liabluí con cuerpo humano y cabeza de animal, Andrea da Firen?e, con
las 7ej$j|íií>H(-,t •.&
- füii Rimiao, pintadas hacia 1377 en d Camposanto de
Pisa (san Raniero, después de haber sido tentado en la iglesia, es transpor
tado a la. cima de una montaña y lapidado por orden del demonio). Sas-
setta (Stefano di G i ova tmi), y su Flagelación tie pan í&itíomo (pintada en
I 43$ 1426 y conservada en Ja Colección Jarves de N e w Haven, lám. Í12).
con un detalle poco habitual: un diablo negro alado vuela hacia la vícti
ma con una serpiente que se agita entre sus manos.
El zoomorfisnio es típicamente nórdico. En los pintores italianos pre
domina lo de moni acó antropomoiftzado, especialmente en Ciotto, Era
Angélico, Signo relli y otros m en ores.
Se perciben influencias muy coñac tas del ¿irte alemán tanto en los fies-
. o s 1como en los cu adiós de tres artistas piainonieses: Jscobo Jaquerie de
l'nnr (activo entre 14LA y 1433; véase lám. Í5!); Giovanni Cau.ivesio de Pí
lletelo (mediados del siglo XV; véase lám. 113); Deten dente Ferrari de C h i
vado (se desconoce su año de nacimiento, pero sus obras se techan desde
I i 1 1hasta 1335; véase lám. X), mía de ios autores de los frescos tic la abadía
ilc San Antonio de Ranversó (153E). E> significativo el hedió de que du
rante mucho tiempo varios cuadros de Ddfcndente Ferrari fueran atribui
do-, a Do reto. En la predela déla íW a rf (152-í) conservada en Florencia (vi
lla F^lmieri), Li Teninrimi ¡I? nm Fmnrjhsji. presenta cuatro formas demoníacas
que vecnenian al arte nórdico.
El fresco de Jacopio Jaqnerio muestra el doble rostro propio de las H-
uiraciones demoníacas del arte alemán y flamenco de los siglos XV y XVÍ.
i) h revista del Museo de ¡Ginebra, W. Deonua, en el artículo «D e tjuel
(|ttcs peintures á G ene ve avsuit la Reforma?, incluye un fresco del juicii'
I tavtrsiií que existía antiguamente en el convento de los Padres Domini-
i OS de Ginebra (uhoc depirudt Jaco bus Jaepieri de e i vitare Taurini Pede
■o.'mis, atino Domiiai i[iillesiiiio quattmeeutesimo primo-). Publica ade
más una xilografía (t!el siglo XVI] que reproduce el fresco (lám. 15:). Es
pu 'hable que la xiiograEa muestre sólo una parce ¿leí frese o, la que servía
i lo- calvinistas gtnebriuos para slu ataques contra el paparlo. El hallazgo
n.-si.ida la época de la actividad del pintor, que los historiadores del arte
pía monté s habían limitado- a 1418-1453 (véase linzio. Ls jt^íífKra íjrt Re-
cuvtite-áetlUctA rtituaiíicn al Ciuquecaito, Tuiín 1942). Pero éíjukw Universal y
57
la denuncia contra Rom a anticipan, por la extraña forma infernal de Lu
cifer, el Apocalipsis de Durerò y descubren a un artista vigoroso.
Entre los numerosos apuntes vindanos hay uno que dice: «Nada que
dará en la tierra que no sea atormentado o destruido»; y otro (una invo
cación): «Oh, Tierra, ¿qué esperas para abrirte y precipitar a los hombres
en la profunda sima de tus abismos?», La filosofía de Leonardo no está
toda aquí, por supuesto, también aparece en estos apuntes y en los dos
misteriosos versos que escribió en '495, durante la composición de la
Cena, en la incertidumbre de la elección para el rostro de Cristo:
158
iX. B ernardo P,i rem in o . Las tenlacicnes ii( ,'rin .1 ufi’Mu.
Rom a. Gallería Doria,
por la furia de los elementos; seres que han perdido su libertad. Hay que
mirar con atención para reconocerlos a la izquierda de la terrible explo
sión. Lo tremendo está en el hecho de que para trazarlos lio ha sido nece
sario un motivo distinto del usado para representar la explosión y la lluvia
de diego. Lo demoníaco, como laceración de naturaleza trastocada, nive
la lo humano y lo terrestre.
En el dibujo de W indsor (lám. 152), la tempestad arrolladora embiste
con una oleada gigantesca el residuo de un mundo que no puede resistir
.i las fuerzas procedentes de su misma naturaleza. Este es uno de los as
pectos de lo demoníaco en Leonardo.
162
VI. A rs m oriendi
165
A R S M O R IE N D I - Obra xilográfica impresa, hacia 14/0.
B O N A IN S P IR A C IO A N G E L ! C O N T R A DESP E R A C 1^ N E M
(lám. 15Ü, b).
Un ángel exhóirta al moribundo a no desesperar (tiet¡u>it¡uáfi) desperes),
me ordán dolé ios gruí des pecadores que obtuvieron misericordia; Pedro,
que por rres veces renegó del Señor (con Ja llave y el gallo), .Magdalena
(con el tarro d d ungüento), el ladrón en ia cruz, Sanio, el primero que
persiguió a los lt istia tros y que después, sin embargo, en el camino de
I Amusco, fue alcanzado de repente por el rayo (;o eran rayos del sol?) y el
l '.r.uiizo (¿o mereoritos?) haciendo caer a él y a su caballo. Los diablos tie
nen que retirarse (victoria m ihi milla).
B O N A IN S P IR A C IO A N G E L I C O N T R A V A N A M G L O R IA M
dám. 157, a).
Un ángel redama la atención de! moribundo hada las fauces del in-
in rao, que engulle a los condenados, entre ellos un clérigo (stípetbus pu
ní 7 : otro lo exhorta a la humildad; un tercero le muestra al santo eremita
3 monto (con el bastón en forma de T y la campanilla) como modelo de
I uunidad; en el fondo, sobre las nubes, Dios Padre, Cristo, María y la pa-
>ma del Espíritu Santo. Los diablos huyen (i'itfm stim).
167
cu sus parientes y fuligos. que aparecen al fondo (pm'ititw amias), y en
-¡us riquezas tintenJe thismim), representadas por una rasa ron bodega y es
tablo.
R O N A IN S P IR A .C ÍO A N C E L I C O N T R A ¿ V A R t C lA M (Iám.
MÍO, b).
U » ángel sustrae con un paño a los parientes de la vista del moribun
do p?c inkütias tmtkte)', otro le dirige p alab tas ríe salvación (Lucas 14. 26, y
Mateo 19, 2<J), mostrándole en el fondo a los ta mili ares y los rebaños (t t o f t
sis avams)', al lado. Cristo pende ríe la ctri2 con toda su pobreza y desnu
dez, mirando doloridamente a su amada madre, a Ja que debe abandonar.
El diablo está confuso fjWiVÍ kitimiij.
EL A R C Á N G E L S A N M IG U E L , P E S A D O R DE A L M A S (Iám.
161, a),
Este grabado inspiró el cuadro de Lucas. Ci anaeb El moribuHdó (Museo
de Lipsia). La estampa se encuentra también en ediciones de principios
del siglo XVI, por ejemplo en la de Nunemberg de 15 í 2.
ARS M O R I ENDE.
170
fe <-s b primogénitíl de t & fe Lis virtudes. Y la más dichosa de todas es
¡Yk.iría, que con la fe más que con la carne creyó en Cristo. Considera
i i¡tibien la te de los antiguos padres AbraJiani, Isaac y ja c o b y de algunos
H<'otiles, Joab, M.aáb la meretriz y similares, y de los apóstoles, de los már
i de los confesores, de ias virgen es, Por si: fe agradaron a Dios anti
¡■iins y contemporáneos. Por su fe, san Pedro anduvo sobre las aguas, san
¡iMii bebió el ve neo o que le administraron sin suti'ir ningún daño, y a las
plegarias de Alejandro sé reunieron los montes caspios. Y la fe és justa
mente bendecida pon Dios, porque po¿ medio de ella es posible resistir al
diablo y creer brmemento en todos los mandamientos de la Iglesia, por
que Ja santa Iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, no puede equivocarse.
¡ I enfermo que es tentado contra la fe debe pensar: primero, que la fe i,,;
necesaria porque 5i ti ella no es posible salvarse; tt^utulo, que todo es posi
ble para el que cree, es decir, cualquier cosa que pidáis rezando con fe, la
recibiréis. Y así el cúter too por la gracia de Dios resistirá fácilmente al
diablo. Es también bueno repetir en voz alta eí símbolo de ¡i te al agoni
zante, repitiéndolo varias veces para que el enfermo pueda confirmarse
ni la fe y Jos demonios que oigan d Credo se horroricen y huyan.
T E N T A C I O N D E L D IA B L O D E L A D E S E S P E R A C IÓ N . En se-
■■ondu lugar, el diablo tienta al hombre enfermo con la desesperación, y
i «a tentación va contra la esperanza y ta confianza que el hombre debe
i 'iter en Dios. Cuando, en efecto, d .enfermo es afligido en el cuerpo por
■I dolor, el diablo a ti ade dolor a dolor, presentándole sus pecados, espe-
. lili lien te los no confesados, para inducirlo a la desesperación, didé ti do-
he Tú, mísero, contení pía tus pecados, que son tantos que jamás podrás
i'btener perdón de ellos. He aquí en qué modo has transgredido Jos p re
ír píos de Dios, porque no has amado a Dios sobre todas Jas cosas, has
. -tendido al prójim o y sabes que nadie puede salvarse si no observa ios
m indanúentos de Dios, porque Dios dice: si quieres ser salvado observa
i is mandamientos, y por el con erar i o tú lias vivido com o asare, como I Li
mito, com o glotón, c o m í airado, como envidioso, como perezoso; y
i ■embargo lias oído predicar que por lio solo pecado mortal puede uno
i i.ítideiiarse. Además, no has cumplido Jas siete obras, y Dios en eí día
l'.i-ttero dirá a los que estaña su izquierda: andad al fuego eterno, porque
1 -11i.¡ hambre y no m e disteis de cornet; tenía sed y no me disteis de be
ber, curé cera. Y también dice Santiago que en ei juicio no habrá miseri-
i ordía para aquel que en la tierra no tuvo misericordia. Ve también cóm o
171
muchas que se fatigaron día y noche en la ley de Dios, aunque no eonta
han con salvarse poique nadie por sí mismo es digno de amor m de odio,
por eso no te queda ninguna esperanza de salvación. C on ésta y parecidas
palabras inducen a los hombres a la desesperación, la cual hay que evitar
más que ninguna otra cosa poique ofende a Dios, el único que puede sal
vamos Testimonia el profeta: la misericordia de Dios para con nosotros,
porque estamos perdidos. Y dice Agustín: iodo pecador, si desespera del
perdón, pierde toda misericordia porque con la desesperación ofende a
Dios.
B U E N A IN S P IR A C IÓ N DEL Á N G E L C O N T R A LA pESESPE-
R A C I.O N , Contra la segunda tentación del diablo, el ¿rige! ofrece la bue
na inspiración diciendo: Oh, hombre, ¿por qué desesperas? Si hubieses co
me litio tantos latrocinios, robos y homicidios como gotas hay en d mar y
arena en el desierto, si hubieses cometido todos los pecados que existen en
el mundo, aunque no hubieses lie cito peaítenpia por tus pecados, ni los
hubieses confesado, no debes desesperar ponjLie la sois contrición interior
basta. Lo dice el Salmo; El corazón contrito y humillado no lo desprecia
rá Dios. Y Ezequiel dice: En cualquier hora en la que el pecador llore, en
esa misma llora será salvado. Y san Bernardo titee: Mayor es la piedad de
Dios que toda iniquidad. Y Agustín: M is puede la mise ríe o olí a de Dios
que el pecado del hombre. Aunque supieses con certeza que estibas en el
numero de los ctnidcitados, rio debcrías desesperar, porque con la desespe
ración nada se logra y se ofende más a Dios, y se agravan los ¡astados y se
aumenta infinitamente la pena eterna. Cristo fue crucificado por cansa de
los pecadores y no de los justos, como Ql mismo afirma: N o vine a llamar
a Jos j Listos smo i los pecadores. Te dan ejemplo de ello Pedro, que negó 3
Cristo- y Pablo, que persiguió a la Iglesia, Mateo y Zaqueo los publícanos.
Magdalena la pecadora, la mujer adúltera, el ladrón colgado en l,i cruz
junto a Gristo, Marín Egipciaca, etcétera. Observa que no bieri el enfermo
se da cuenta de que es tentado por la desesperación, piensa que esta tenta
ción es más temblé y condenable que' todos ios pecados. Ya que. como
dice Agustín, m is pecó Judas desesperándose que los judíos crucificar irlo a
Cristo, lili segundo lugar, piensa que es más útil y necesaria la esperanza,
la euai, según Cansos tomo, es e¡ áncora de’ nuestra salvación, fundamento
de nuestra vida, guía de la vida que conduce al cielo. Y por eso no hay que
abandonarla, cualquiera que sea el pecado cometido.
172
T E N T A C I Ó N D E L D IA B L O DE L A IM P A C IE N C IA . En tercer
lugar. el diablo tienta al hombre enfermo con la impaciencia, une provie
ne de la grande enfermedad, diciendo: ¿Por qué tienes que padecer este
grandísimo dolor, que es intolerable pata toda criatura y para ti absoluta
mente inútil, ya que un setvita para compensar [tu deméritos! Así está es-
<i iro. Compasivo en las penas y dulce en el tentar. Incluso cuando el nial
aumenta, nadie te compadece y. como nadie duda de que esto suceda
contra toda razón, es razonable que tus amigos llagan ostentación de
i ompadecerte, mientras que en su fuero interno desean tu muerte por
i alisa de Jos bienes epe dejarás; y el alma salida del cuerpo, abandonada
lo tía sustancia, quiere set albergada de nuevo en tu cuerpo. Eli diablo, con
éstas y Similares palabras, se esfuerza en inducir al enfermo a pecar de im
paciencia, que es pecado contra la caridad, a fin de que pierda su mérito.
<observa que muchas veces los floribundos son afligidos por graves doln-
1es, como a menudo ensena la experiencia, ya por la fiebre, ya por poste
mas, o por otra dolencia grave y angustiosa que a muchos, especialmente
.1 aquellos que no quieren m orit o que mueren violentamente, lleva im
paciencia o rebelión, de manera que muchos se vuelven tom o locos por
el dolor o insensatos por el desvario, y esto se ve con frecuencia. V en
verdad se observa cóm o aquéllos pierden ei sentimiento de la caridad ha-
■-!.i DídS; da testimonio Jerónimo, que diee; Si no se soportan con pa
ciencia las enfermedades y Ja muerte, ello quiere decir que no se ama a
I >ios. Y Pablo dice; La caridad es paciente, benigna, etcétera,
B U E N A IN S T IL A C IÓ N D EL Á N G E L DE LA P A C IE N C IA ,
i ;m to la tercera ten ración del ¡diablo, el ángel da la buena inspiración, di
ciendo: Oh hombre, a leja re La impaciencia tu ánimo, porque el diablo
ho ti sus mortales instigaciones no busca otra cosa que d dsfio de tu alma,
Ugs con impaciencia y rebelión el alma se pierde, mientras que se salva
mu 1.) paciencia. Da leslitucmio Gregorio, que dice que el reinó de los
i idos no quiere recibir a ningún rebelde. El dolor de la enfermedad es
leve en comparación con tus culpas; no te sea grave soportar paciénte
me ntv y ile buen grado tu mal cual si fuese un purgatorio. C om o dice
i itvisorio, nos da las penas lempo rales por no tomar venganza de nosotros
! ira la eternidad Aflígem e, Honor, en esta vida para perdonarme en la
■.ida eterna. N o nos turben, pues, las tribulaciones:, porque Cristo quiere
ri-. ierre cerca de sí. Los males que nos castigan acá abajo nos empujan a
Unís, En verdad, con el beneplácito de la carne no se obtiene la salud del
m
alma, sino, por el contrario, la eterna condonación; aún más, signo mani
fiesto de condenación es seguir los consejos carnales y amar el inundo. Y
es cosa maravillosa que para aquellos que serán condenados en la eterni
dad no surjan obstáculos a sus placeres, y para aquellos que serán salvados
cu la eternidad surjan obstáculos y peligros. Aleja por tanto de ti la impa
ciencia como peste virulenta y abraza la paciencia com o tortísimo escu
do, porque todos tos enemigos del alma se vencen así fácilmente, e imita
a Cristo pacentísimo y a todos los santos pacientes hasta ia muerte. El en
fermo es turbado muchas veces por la impaciencia porque inquieto y tur
bado se aleja de Dios, y por eso Dios dice: M i espíritu no reposa sino en
el quieto y humilde de corazón. Considera que hay que mantener la pa ■
ciencia, primero porque es necesaria. Dice Pablo: l a paciencia es necesaria
y el Señor estimó necesario que Cristo padeciese para entrar en su gloria.
Y Gregorio: Es preciso conservarnos, con la paciencia, la misericordia,
Segutide, porque es útil: el Señor poseerá vuestras almas pacientes, Y Gre
gorio: Es mayor mérito tolerar con paciencia la adversidad que esforzarse
en hacer buenas obras. Igualmente podemos ser como mártires entre los
suplicios si conservamos la verdadera paciencia en el ánimo. Y Salomón:
Es más valeroso el hombre paciente de ánimo que el expugnador de ciu
dades,
T E N T A C I Ó N D E L D IA B L O D E LA V A N A G L O R IA . Por cuarta
vez tienta el diablo al enfermo con el combate de la complacencia en sí
mismo, que es la soberbia espiritual, especialmente dañosa para los devo
tos. los religiosos y los buenos. En verdad, cuando no puede hacer des
viarse a los hombres de su ie ni hacerlos desesperar o volverlos impacien
tes, les ataca con la complacencia en sí mismos y les lanza los dardos de
estos pensamientos: fucsia que eres firme en la fe y fuerte en la esperan
za. y constante y paciente en tus enfermedades, puesto que has obrado e!
bien, mucho te debes gloriar porque no eres com o tantos otros que han
perpetrado tanto mal y con sólo arrepentirse han acabado en el cielo; a ti
el cielo no puede serte negado porque combatiste con honor. Recibe
pues la corona que está preparada para ti, más alta y gloriosa que la de los
demás, Con éstas y parecidas palabras, el diablo, con gran insistencia, tra
ta de inducir a ios hombres a la soberbia espiritual o a la complacencia en
si mismos. Se debe observar que til soberbia Ira de evitarse por todos los
medios, primero porque con cita el hombre se hace semejante al diablo,
convertido de ángel en dem onio por la sola soberbia. Sepum/v, porque
174
i on ella so dice blasfemia, ,il creer (¡ui' so tiene derecho ¡5] bien que sólo
i líos puede dar. óVlíTii, porque la complacencia en vino misino hace ine-
reefir la condenación, Por eso dice Gregtííioí Recordad que quien lia he
cho ol bien y se ensaca cae ante C risco, espejo de humildad. V Agustín:
H! hombre que se justifica por sí mismo y se cree justo cae en d abismo.
B U E N A I N S P I R A C I Ó N DE1 Á N G E L C O N T R A LA V A N A -
( II O R IA , Contra ía cuarta tentación del diablo, el ángel ofrece Ja buena
inspiración diciendo: Mísero tú porque, Soberbió, re atribuyes !a eonstan-
i ¡a en la fe. la esperanza, la paciencia, que sólo a Dios se pueden atribuir,
no teniendo por ti mismo virtud alguna y diciendo Dios: din mí no pue
des hacer nada, V en otro lugar está escrito: N o re arrogues virtud algu-
1. tío te ensoberbezcas con insolencia, no presumas, no creas que haces
fien cosa alguna. Y dice Dios: El que se ensalza será humillado. Y tam
bién: S¡ no os hacéis com o este peque fíne lo no entraréis en el R ein o de
los Cielos, Humíllate y serás ensalzado. Y anade: Si te humillas, Dios des-
. i nderá a ti. pero si ce ensalzas, Dios se alejará de ti. Aparta cu menee de
I., soberbia que hizo que Lucifer, antaño el más bello de los ángeles, se
■1invirtiera en demonio, y lo precipitó del más alto cielo a las pnofun di da
lles del infierno, soberbia que fue asimismo la causa de rodo pecado. Por
eso dice Bernardo; La soberbia es fuente de todo pecado y causa de toda
perdición. Arroja de ti este vicio, y sin esfuerzo todos lp i demás vicios de-
■i¡ mecerán. Por eso hay que observar que, cuando el moribundo siente
que es tentado pot la soberbia, debe antes que nada pensar que la sober-
bu desagrada tanto a Dios que por esa sola razón desterró a Lucifer, no-
I ilhima criatura, a la condenación eterna con todos sus secuaces. Y hu
míllese después de tal consideración y reflexione sobre sus pecados, que él
uü sabe si es digno de odio o de amor. Tome ejemplo especialmente de
■ .i: Antonio, al cual dijo el diablo; O lí A i nonio, me has vencido; en ver
dad, ruando q nieio ensalzarte Lú te humillas, y cuando quiero aplastarte
ni le levantas. En segundo lugar debes reflexionar en que la humildad
uñada Lauto a Dios que por esta especial virtud la gloriosa Virgen María
1 uniríbi'Ó a Dios y £11 e ensalzada sobre todos ios coros de los ángeles.
175
atinaron; Y cotí estas cosas el diablo, til finaá de su vida. Jos tienta, dicien
do: Q.h mísero, ahora abandonas todas las cosas temporales que ganaste
cota grande esfuerzo, y también a tu mujer y a tus h ijo s , y a tus pafiemes
y a tus amigos muy queridos, y todas las demás cosas d e s e a b l e s del mun
do y todo aquello que te proporciona placer. C on éstas y parecidas pala
bras tienta el diablo con la tentación de Ja avaricia al humbre ai final de sll
vida, para alejarlo de Dios y de su propia Salvación con la concu pisten en
de ios bienes terrenos. Hay que tener cuidado en particular con que ios
amigos, la esposa y los hijos no recuerden al moribundo los bienes tem
porales, cuando éste necesiu que le sean recordados los bienes espíritu a
tes, y esto hay que procurarlo con todas las fuerza* interiores y exteriores,
aparrando de si! espíritu toda miseria tem pdpl y carnal con la mayor so
licitud. En verdad que es muy peligroso en trance de muerte tener oeu-
pada la mente en tales, pensamientos.
B U E N A I N S P I R A C I Ó N D EL A N G E L C O N T R A LA A V A R I
C IA . í.!¿Mitra la quinta tentación del diablo, el ángel tifie ce buena inspira
ción, diciendo; O lí hombre, aleja tus oídtn de Lis mortíferas sngestitsnes
del diablo, que trata de engaitarte y llevarte ai mal. V olvida toda cosa
temporal, porque su re cuerdo no trae salud, sino gran pe g u ia ». Si no re
nuncias a ttido cuanto posees, no podrás ser mi discípulo, V si alguno
quiere venir .1 mí y no odia a su padre, a su madre, a sus lujos, a sus her
manos y a sus hermanas, no podrá ser mj discípulo. Y a aijheUps que re
nuncian a estas cosas dice: Quien renuncia por mí a padre, madre, hcr
inares y hermana, y abandona su Casa, a sus patlres y a su mujer y a sus
hijo*, y sus campos por mi nombre, yo le Jaré ciento por uno y la vida
eterna. Acuérdate también de la pobreza ¿le i Visto y cómo abandonó ,1 su
madre queridísima y a sus discípulos por su propia voluntad para salvarte.
Considera también cuántos hombres santos desprecian los bienes tempo
rales y a una sola palabra suya lo han seguido. Venid, benditos ¿le mi Ib-
dre, poseed el reino preparado para vosotros desde d principio d d mun
do. Graba, pues, bien en tu mente que hay que alejar del corazón com o
veneno' él pensamiento de cualquier cosa temporal, vuélvete a una pobre
za voluntaria y así el R eino de los Cielos te será dado, porque Dios dice:
Bienaventurados los pobres de espíritu porque ¿uyo es el R ein o de los
Cielos. Confíale todas tus riquezas y abandónate a él con confianza.
Cuando el enfermo se siente rentado por La avaricia o el autor a los bie
nes terrenales, considera en primer lugar que el amor hacia las cosas te-
176
i renales separé de Dios y excluye de su amor, com o dice Gregorio, que
nos alejamos mas de! amor de Dios cuanto más nos de! cite mus con el
imor de las cr i aCuras. En segundó lugar, considera que la p ubicua volun
taria beatifica al hombre y lo conduce al cielo, porque Dios dice: BÍena-
veiiCuradóí Jos pobres de espíritu porque >uyo es ei R eino de los duelos.
Si d agonizante puede hablar y tiene uso de razón, rue-gue primer amen
!'.■ i Dios invocando su inefable misericordia y su pasión. En segundo Ju
gar, invoque con toda diligencia a la gloriosa Virgen María, su medíacfe-
1i Después, a todos los ángeles y en especial a su ángel de ía guarda.
I uego a ios apostóles, a los mártires, a ios confesores y a las vírgenes, en
especial aquellos o aquellas que veneró cuando estalla sano v sus imágenes
ajoró junto con las de Cristo y la Virgen María. Luego diga tres veces
este versículo: TÚ rompiste mis cadenas, oh Señor, yo te sacrificaré una
victima para alabarte. [Dio versículo dice CajjodorO que es tan eficaz que
i IGene la remisión de los petarlos si se pronuncia jes pues de haberse
coiijesado. Diga después por tres veces estas palabras o similares, que se
atribuyen ai beato Agustín: La paz de Nuestro SeñorJesucristo y la virtud
■i-.' su Pasión y la señal de la Santa Cruz y la virginidad de la beatísima
V irgen María y la bendición de Unios los santos y santas y la guarda de Jos
■ugcles y los sufragios de todos los elegidos se interpongan entre mis ene
migos visible;, e m visibles y yo en esta hora de mi muer te, así sea. Por úl-
i mu se dice: Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu. Si el enfermo
mi puede decir las oraciones, dígalas alguno de los presentes en voz alta,
¡i también ías historias devotas que le agradaban estando sano. R e c e d
■uterino con el corazón y con el deseo como Sepa y pueda, Ayúdenlo to
dos los lides y devotos amigos, invitándolo a la paciencia y a la perseve-
i meia, sugiriéndole en la agonía devotas oraciones, bero son pocos ios
uie asisten belmente a la muerte de! prójimo, aconsejando y orando, so-
!■■■ todo ó los moribundos no quieren morir, poniendo asi niiseiuble-
nn ule en peligro su alma.
177
vil. El Códice Antonita
p ila v it et e x t r a x ii de tegendis et v ita einsdetn sorteti fru ire. Johannes M a rc e lla rii
qu on d a m sacrista In fitti m on a ste r ii s a n cii A n t h o n i ì t’i m m u s ii . Q u a » d c p m g it et
di ■•■■ribit f e c it iv u c r a in i is d o m in ili et religiosas t'ir fr a t e r J o h a n n e s de M o n te c a u u to
n U c u r iu s d irti m e m s t e r ii ac p re c e p to r u n iversi, P r o d a nd o s a n c is s im o ac beatissi
m o d o m in o n ostro P a p a E u g e n io q u a rto.
179
enredados y exclamó: Oh ¿quien podrá liberarse de ellos? O yó: Sólo la
humildad. En las Vidas de los Padres.]
isa
/';r riiL?íj/i ír; ct íulleni /mdrirtínr, a/rip/í ívdffuf (Y pntpn'o sattguine itt Jacte fedatur.
S e d p o n lotigam p atieutíairi el oratior.ein, p er dotninum sanas eripilur. A lphotisus,
|Fue herido con la lanza por el misino demonio con apariencia de
monje y le fueron infligidos por dos veces muchos géneros de tormento
por otros demonios allí reunidos bajo diversas formas, molido a golpes y
con la cara manchada de su propia sangre. Pero tras larga paciencia y ora
ción, por gracia del Señor escapó sano. Alfonso.]
181
Lim . UiH - Dragón
£t ilr.uhciiej'ugitfo ibi fon tan servante: ctim wationibus, In hgeada brevi,mi.
|Y, con ki oración, puso en fuga al dragón qtte guardaba la fuente. En
la leyt‘ tnb del Breviario,]
L*2
XI, C ò d ic e A n t o n i o . I 'irf.r dt soil A n to n io A hoJ,
M i n i a t u r a deS s: gl lì XV, F l o r e n c i a , Uibi i o t e e a Lai.irenzi.jni.
VIH. Las fuentes
f. l'ita Anicini i
135
. . .romm [de los monjes] menta impiis trique ebscciih cogitatienibus túluii-
ftir ererlere,.. S o ío ii ctiam saín ¡i ( mcinj asstngm’ ti mulata arte pugnandi. aun
tu cogitárteme nihil egerint, pawribus ierran, assumcntes nuiic muíieruw nutic
besliamm, turne seipaitiunt formas, ticenon et ingentia quaedam carpera, e< usque
ad tedian domas porrectum capul, infinitas species a mititim cataras (pág. 138)
|Se esfuerzan por trastornar sus mentes con pensamientos impíos y obsce
nos... Incluso, cuando en su propósito nada logran, suelen, heridos, rea
parecer con más virulencia y, mudado su arce de combatir, con pavor ate
rran asumiendo formas ya de mujeres, ya de animales, ya de serpientes, así
como cuerpos desmesurados y que llegan con la cabeza hasta el tejado de
la casa, e infinitas especies y multitud de soldados].
Aquí se evidencia que el arma irresistible del ataque infernal es el te
rror (pal‘óribtis terretri). Lo monstruoso, que los pintores tratan de repre
sentar, viene dido por la metamorfosis que han visto, tal vez, en ese mine
mulierum imite bcstiarwn, iiiiiic serpa-,lutm formas. Y lo gigantesco genera el
sentimiento de la debilidad humana ante potencias con las que no es po
sible aplicaren proporción nuestras energías. Ait'frís emití nutr tantutu ex p a
role animi, quantum ex ntagnanuu rerum saepe mtttiíur aspeetu (pág. 143) [En
verdad el m iedo muchas veces no se lo infundía tanto el pavor del ánimo
como el aspecto de aquellas descomunales cosas].
Lo enorme es dominante por su naturaleza: Pulsnrit aliquaiufo daeimm
monasterii ostium: cqrctiiais, rideo homiiiem otoñáis ¡tddimilatis, porrectum ca
pul usque ad ceclum.... [Llamaba algunas veces ed demonio a la puerta del
monasterio; al salir seo a un hombre de enorme estatura cuya cabeza lle
gaba hasta el cielo], Y más adelante (pág. 156): . ..1 ’idit quenidam longum
dique tcrribilem, capul tuque ad nubes ottollariem; vidit etiam pamatos quísdam
se elevare ctipienlcs ad cochmi arque illutts extensis nianibus prohíbete iransgres-
suin [Vi a uno alto \ terrible cuya cabeza se elevaba hasta las nubes; vi
también pájaros deseosos de ascender al cielo y a él, con las manos exten
didas, impedirles el paso]. El que es inmenso puede humillar. Si !o terri
ble llega al cielo, ¿corno ir más allá?
Sólo breves alusiones al ofrecimiento de poder: Vidt ai i ¡piando diabo-
itwt excetsum corporc, qtii se D c i virtmem et previdentiatu ausus est dicere; et
ait ad me: f Q u id vis, ut .t me ¡ihi donetur, A utoni?» [Vi alguna vez un dia
blo de gran estatura que, con atrevimiento, afirmaba ser la virtud y pro
videncia de Dios v me dijo: ¿Qué quieres que te dé, Antonio?] (pág.
143). y de oro: Arpen le um discuta in itinere proiccit* [arrojó en el camino
un placo de plata| e ...ingentem auri massam íaceutcm in i tiriere conspexit...
|vio una gran masa de oro tirada en el camino] (pág, i 34). Son desdeña
bles ante la insistencia de lo aterrador en todos sus aspectos: lo hórrido,
lo inmenso y el desgarramiento. . ..iwríít tciedc l.urrarit... (lo desgarró
ron diversas heridas] (pág. 131). Sctcpe queque tne a dacrnonibiis non dene
gó verberatum [no niego que también a mí me han atormentado a menu
do los demonios| {pág. 143),
.. .Antonias talcm a se vistan diaboltn» asserebut. .. Ootili fias ac st speetcs
Luajeri, ex ere cins procedunt himpadae ¡tícensele. Crines queque inccndíis spar-
quttmr, et ex naribus ehisfutuus egredilur, quasijbrtwds aestuantis ardore earbo-
ntitn [Antonio declaraba haber visto al diablo.., Sus ojos como antorchas,
de su boca brotan lámparas encendidas. Su cabellera también esparce fue
go, y de sus narices sale humo, cual hornos abrasando con carbones en
cendidos].
Atartasio vuelve a la imagen del desgarramiento (la inestabilidad de la
llama), característica de lo infernal, como conclusión de este cuadro: A iti-
iihi t'iiis ut pruna, fioritura ¡»ero e.v ere citts gloineraltir: su aliento se condensa
ba en brasa y llama.
187
tín, parte en ¡dcmán, en francés, en flametjCQ y en inglés, l.a primera edi
ción italiana es de 1474: la traducción en de N iccoló Manerbi o MalerbE
Publicamos de la Leyenefa jífoeá¡ de la traducción de Malerfei, la IóWíi
de t\ui Antonio, documento interesante para la identificación de los oríge
nes de algunas variantes en la iconografía de las tentaciones de san A nto
nio Abad.
V ID A DE SA N A N T O N I O D ^ J Á C O B O D E V O R Á G I N E ¡de ii
jrtsduaién Heliana de .Vímíó Malerbij:
«Antonio, siendo su edad de veinte anos y habiendo oído leer til la
iglesia: si quieres ser perfecto, ve, vendo rodas las cosas que tengas s dáse
lo a los pobres, vendió cnanto tenía, lo dio todo a los pobres e hizo vida
de eremita. Este Antonio sufrió innumerables tentaciones de ios demo
nios, Habiendo tina vé2, con la virtud de la fe. vencido al espíritu de la
fornicación, se Je apareció el diabla en la forma de un pequeño mucha
cho sarraceno. qtie se arrojó al suelo y confesó haber sido vencido por él
(el de ti io tito] ya que con r Liegos había un ¡llorado ver al demonio de la
fornicación, qué atacaba con e ti gaño s a los jóvenes. Y viéndolo en la an
tedie ha forma le dijo Antonio: Te me has aparecido eti vilísima forma; en
adelante ya no te temeré. Otra vez, estantío Antonio escondido en cierta
cueva, fue de tal m odo golpeado por una multitud de demonios que su
sirviente lo llevó fuera sobre sus espaldas com e muerto; y llorándolo to
dos los que se habían congregado en aquel lugar, como st hubiese myei
to, quedándose todos dormidos, Antonio al Ínstame fue vuelto a la vida,
y de nuevo se hizo llevar por aquel compañero suyo a la cueva; allí, por el
dolor dé los golpes yacía tendido, pero la virtud de SLt ánimo incitaba a ios
demonios a la Jucha. Entonces los demonios se le aparecieron en formas
diversas de animales, y lo desgarra ron utios con ios dientes, otros con los
etiernos, otros con crudidísimos golpes, Entonces ai instante apareció en
aquel lugar un admirable resplandor y aplastó a todos los demonios, e in
mediatamente Antonio fue sanado, Y él, entendiendo que Cristo estaba
ame él, di jo: ¿Dónde estabas, buen Jesús, dónde estabas? ¿Por qué no es
tuviste aquí desde el principio, para ayudarme, para sanar mis heridas? A
lo cual respondió el Señor: Oh Antonio, yo estaba aquí, pero agualdé a
ver Lu combate; mas ahora qué has luchado virilmente haré que te nom
bren en todo el n tundo. En verdad había en él tal fervor que, matando ei
emperador M asinajano a los cristianos, él segura a los mártires, para que
con filos mereciese set mártir, Y mucho se entristecía porque a ¿1 no le
era (Jado el martirio. Yendo a otro eremitorio se eticontEÓ luí plato o es-
cüdiUs de plata, y empezó a decir cuite sí: ¿Por qué está aquí esta escudi
lla ile plata, donde ikj se ve Imella alguna de hombre? De cierto t]Ue si se
le hubiera caído a algún viandante, por m tamaño lo habría notado, Bsto,
Sh diablo, es artificio tuyo, peno bien te digo que jamás podrás mudar mi
voluntad. Y dicho esto, el plato desapareció coniu el humo. Siguió an
dando y se encontró una gran masa de verdadetu oro, pero buyo de aquel
aro com o si fuera fuego. Y, huyendo al monte, allí vivió por espacio de
veinte años, resplandeciendo con innumerables milagros. Habiendo sido
en cierta ocasión arrebatado en espíritu, vio todo el n tundo lie tro de lazos,
n idos Linos con Litros, y gritando dijo, ¿quién p o tira liberarse de ellos? Y
oyó una voz que Le respondió, La humildad. 1lab ten do sido una vez eleva
do en el aire por los úngeles, estaba ti presentes los demonios, y le impedí
an pasar, refiriéndole sus pecados desde el principio de su nacimiento. A
Icé cuales respondían los ángeles, vosotros no tenéis que referir los peca
dos que por la piedad de (d isto han sido perdonados; peno Si sabéis otros
Iice idos por él come tridos después que se hizo monje, decidios ahora m li
mo. Y ntí siendo probado esto, Antonio tue Uevado libre a lo alto y libre
iv '.resó abajo, Hablaba Antonio de si mismo dictendo: a veces be visto ai
diablo di: elevada estatura, que presumía dicienilo que tenia la virtud y
providencia do Dios, y me dijo ¿qué quieres, oh Antonio, de mí, que
pueda concederte? Y yo, escupiéndole a la cara, armado eoti el nombre
A (.disto, niv arrojé sobre él, y al instante desapareció. También algjj&as
ct i i s se |e apareció a este santo el diablo tan altó que parecía qué tocase
i on la cabeza el cielo de tanta altura, al cual preguntando Antonio quién
era, y habiendo dicho él que' era Satanás, añadió: ¿Por qué de esta inane-
. me ron iba te ti los monjes, y los cristianos? Respondióte Antonio: Po i-
¡1.1l1con tus tentaciones, los molestas. Y ei: Yo en m odo alguno los moíes-
io , sino que ellos mismos se conturban. En verdad me veo reducido a
nada, pues que en todas las partes del mundo reúna Cristo. Una vez, es-
i mdo el beato Antonio de consolación con varios de sus monjes, molo
mi arquero, al cual desagradó cal hecho. Díjoic sobré dio Antonio; Pon Ja
iota en el ateo, y lánzala. Así lo hizo, Y mandándole san Antonio que tal
ln, i esll dos o tros veces, dijo le el arquero: Si Jq cubro tanto tendré que la-
mentir romper d amo. A lo cual dijo Antonio: Así sucede con 1j obra de
I >os. Pues si queremos estirar más allá de la medida, es mucho más cier
to l|ti c nos rompamos. Hay, pues, que aflojar a veces, la rigidez. Oyendo
■ ,io. el arquero so marchó conforme, Acudió uno a Antonio diciendo:
¿Qué haré yo para complacer a Dios? Y respondiéndole Antonio dijo:
Haz que dondequiera que vayas tengas siempre a Dios delante de tus ojos,
A las cosas que llagas agrega el lesLiinonio de las sagradas escrituras. En
cualquier Jugar que mores no Ll- partas prontamente de él. Observa estas
tres cosas y serás salvado. Cierto abad preguntó a Antonio ti i cien do: ¿Qué
haré yo? A lo cual respondió Antonio: N o te confies a injusticia, manten
ia continencia de! vientre y de Sa lengua. Y no tengas inquietud por las
cenan pasadas. Dij^f Antonio: Asi étimo los peces mLlenan fuera del agua,
titnbién los monjes, si están largo tiempo lucra de la celda, o conversan
do con los hambres seculares, se apartarán del propósito tic la mente re
posada. El que se asienta en la soledad y está quieto se libra de tres bata
llas, es Lo es, del oír, del hablar i del ver. y solamente remira i] tic combatir
eoti uno, que es el corazón. Vinieron algunos frailes junto con mi viejo a
visitar a A rtton i o. Y elijo Antonio a los bailes: leñéis un buen compañe
ro en este viejo. Y luego dijo al viejo: Y tú has encontrado buenos frailes,
A lo cual dijo el viejo: Ctertai tiente be encontrado buenos frailes, pero su
casa no tiene puerta, que cualquiera que ■.lesee entrar en el establo entra y
desata .si asno. Decía esto, pues todas las cosas que estaban en sus corazo
nes estaban en sus bocas. D ijo el abad Antonio: Hay que saber que son
tres los mo’,'iinlentos corporales, uno de la naturaleza, otro de ia i ai'tura
de alimento, y el tercero del demonio, A cierto fraile que había renuncia
do al siglo, pero no del todo, porque aún se reservaba algunas cosas, le
dijo Antonio: Ve y compra carne, v él fue, y compró carne, y viniendo
ios perros i o desgarraban todo. í e dijo Antonio: i, o 3 que ven inician ai si
glo, y quieren tener pecunia, atacados así por los demonios son desgarra
dos. Estando Antonio en el eremitorio afligido por el tedio, dijo: Señor
Dios, quiero salvarme, y mis cavilaciones no me lo permiten, Y levantán
dose. salió afuera y vio a tino que ya estaba sentado, ya se ejercitaba, ya re
zaba, A qué! era el ángel del Señor. Bl cual habió a Antonio y le dijo:
Ah osa haz asi, y te salvarás, Una vez, los frailes preguntaron por la condi
ción de las ánimas. A la noche siguiente, una voz lo llamó diciendo; Le
vántate y sal rjiara, y mira. V he aquí que vio un hombre alto y terrible
que casi i legaba con !a cabeza ,1 las nubes, el cual impedía con las manos
extendidas a codos los pájaros que querían volar al cielo, y a algunos otros,
que volab.m libremente, no podía retenerlos, y oyó gran alegría mezclada
con mucho dolor, y entendió que era el ascenso de lus ánimas, y el diablo,
que se lo impedía, reteniendo a los culpa bles, y duhéndose del vuelo de
¡os santos, que retener no podía. Una vez. trabajando el beato Antonio
ISO
con los frailes. si 7.nndo la vista al cielo, tuvo üna dolo rosa visión, y, Jatiza
do a cierra ame Dios. rogó que apartase el crimen futuro Y. preguntado
sobre esto por ¡os ¡frailes,, les dijo con lágrimas y sollozos sitie con los ojos
yeía luí crimen inaudito. He visto, dijo, el altar de Dios rodeado por una
muchedumbre de caballos que a cooes esparcían todas las cosas. La Iglesia
católica en verdad sufrirá gran turbación: y Jos hombres semejantes a las
bestias esparcirán las cosas sagradasde Cristo. Y he aquí que la voz dei he-
ñor decía: Harán abominación con mi altar. A l cabo de dos años. los
amaños dividieron la unidad de Ja iglesia, mancillaron el baptisterio y la
Iglesia y mataron .1 los cristianos sobre el altar com o si diesen ovejas. Un
i ;h idilio arrian o, llamado UaJaquió, hostigaba taino a la Iglesia que hacía
ajalear públicamente a ios monjes y a las vírgenes desnudas. l\?r io que así
escribió Antotiio: Veo venir sobre ti la ira de Dios; deja ya de perseguir a
los cristianós, no caiga sobre ti !a ira de Dios, la cual en breve te amenaza
cotí .1 muerte. El desgraciado leyó el mensaje. moLóse y, escupiendo so
bre él, lo tiró aJ suelo, y, propinando muchos golpes a Jos portadores, los
envió a decir a Antonio estas palabras: Ya que tanto te cuidas de los ilion-
US te digo que hasta t[ llegará eJ azote de nuestro rigor. Al cabo de cinco
illas, cabalgando en su caballo, que era mansísimo, m oniiéiídolo litcho
■aballo lo arrojó a tierra y lo mordió con sus dientes y le desgarró las pier--
ñas. y a los tres días expiró. Unos frailes pidieron a Antonio que dijese al
en rías palabras por su salvación, y él dijo: ; Habéis oído al Señor, que dice:
'ú ilguiio te pega en una mejilla, ponle la otra? Dicen ellos: N o podemos
i iiniplit esto. Y él les dice: A l inenos sobrellevadlo con paciencia, Y res
pondieron ellos: Tampoco esto podemos hacer. Y íes dijo Antonio: Al
....tíos no queráis golpear, sino más bien ser golpearlos. Y ellos contesta“
voiji Ni siquiera esto podemos hacer. Entontes dijo Antonio a su discípu
lo A estos frailes prepárales de beber, porque son nmy delicados; a vos la
d o s solo Ja Oración OS es necesaria. Estas cosas se leen en las vidas de los
unos padres: tamilmente el beato Antonio, en el año ciento cinco de su
■■! id, habiendo sitio besado por los monjes, descansó en paz, en tiempos
lie ( 'o listantu 10 , eJ cual empezó a reinar hacia el año trescientos y i.uaren-
1 1 del Señora.
191
II. Fuentes doctrinales
1V3
.Es Lite reíante observar que algunos teólogos hayan considerado prue
ba de la disminución de la «potestas diaboli» el repentino silencio de los
oráculos paganos, «argumento laeiturnitans» (véase a este respecto el inte
resante estudio de Egón de PetersdurtF, "1.a potestà del diavolo», en l l
C o n d ilo d i T o n t o , n/' 4, 1943),
q u a tti e x trin s e ó s d etb rib u s et t o m e n tis qffieerc et excru cia re; ac eosdntt h o m ittcs ne
g ig u e rc, et m ulieres ne cerneipere, v iro s q u e n e u x o rib u s , et m idieres tte v i tis a aus
cetniugales reddere ra le a n ! im p e d iré ; fiderà practerea ipstttn ; qu a tti in s tu ri sitseep-
tie n e b a p tis m i su sscp cn m t, ore sacrilego a b nega re; a lia q u e q n a n ip ln ritn a nefanda
exeessus et c r im in a , in stig a n te Im m a n i g en eris in im ic o , e o m tn ìtte rc et perpetra re
I n t r o d u c c ió n
197
iiJSpefch ,-,.'1:1 ASÌ, pi) demos dee ir Hll e cl stoftak eli la icori ogr.rti.i sicni tiene un
mea de significidln csperijiÌJ extrem .Ld.m uejite im p ili dado lo ilimitado del hechji bìstóri-
CO y dei miro. Sólo un examcn de csru artm i\ir .'rjrji/u.fifa ilo S pwniiie ildvcrtlt Ulta l l ira
opi 111(111 cemùn, ìudispeiisabli para oriei.1tarsi- cu id drjiiijbitj de la ejcprriencil religiosa.
PriiruTa parir
I. Le fantà stico
blu: bolo d:Lla Joca ceguera humana es este cuadro dei làosco. que ie conserva tìlJ el
Pradcu [meniate CilLllLilCi de la hlHilifnidtd li .id i li m eden .id bn. EJ destile de LOi to Lem
nos "papaSj emperadoras y raye té sigile al carro E1 tema del charlatán (l™ sanimi e los) y
d paciente que striti està p iuta do en la parte interior del cuadro. El estafador que des vi j
del camino justo. 1 os teniís del m igo y.de Jsl ìp (sua qi$epredice.el p ò rvenii repiten el d cl
cl u rin ili, hil ernia de h pila de licito, li pareja ile emiri; iridi )s perm aliter- ajena a la pe
le i y ab? orla L-n la illùsici, A un l.ldo, Mil 111mu trim, COI’- una col .a que re cuerda la ilei
pavo real ¡símbolo de l i vanidad), rade leyendo Jas notas por encima del hombro de la
pjujer; al otro lado, un in y el re^.i; parece m vuiar ri 10 corro divine I i pareja c| 1.1 re
presentación de la libertad. ppr cudnia de In.i bienes [erren .lies (del licita], Ja tlietiü tivt
que biy que elegir; la música del monstruo o cí canto del ángel, ti amor transfigurado
que lleva al cielo u el que ata al lañ o. Seeitc rieia de temas inorile-: que reaparecen en lai
de más obras del artista. decarroShdos de di venas maneras. Eil J.i parre superior, en cl reía-
iru de un ai\’ ú ¡l is. muy arriba. Cristo abre Jos brazos sobre el carro de Ja perdición. La
serenidad no es de este mundo.
TI. Pl d e s g a r r a m i e n t o
El derecho de preferencia de lo ¡¡¡scitico sobre lo dinámico ri ene fai cm« proti m das.
bl Betisamlento medieval, eri su valoración de Li f ’ì.ihM (Lib; ILJ. cap. XIV) de i -iJt’i.ri;;''1■
ij aristotélicas, suele identificar pcifccdón con in movilidad.
Es coi ilui uncirte üéepttida dura e re toda la Edad Media la ¡definición aristotélica del
movimiento coliio dfJNi ¡pripO/riJUj.
La primacía j'e In iirmenf sobre lo ffi.'J'ií es coufiruiada e [1 parto p^or cl piato llJStno de ¡OS
humanist Ai (Nicolás de Cusa y Poti tana ). pero m i* .uiii pior la corri ente arisi oCeRc* del si
glo x\i.
Ili- Lo o c u l t o
'San Juan dr Ju Cruz, eri su obra principal ¿feífiírfj M intuii CiiflflfJfl, cksuiTüIta v-i iìh
veces d tema de lo demoniaco corno /.i oculto. £] demo ilio se eonLporta con ci alma conno
Dios mismo ** poique coniar, n: en re ¿mia en d .lima en aquel traje [y Liutoj que anda Dioj
con clb%pò tut lido le cosa tati verosímil a las que Dios le comunica» por injerirse et a vucl-
i is, cuino el lobo filtre el galludo COU pellejo do oveja, que apenas -.e puede entender^
tvt'.Lic Subida ¡leí m c‘ite Cam elo, lili ll. cap. xxi}. Rí místico español ilustra también esta
i. ds cu la j\brftf oirnra. con expresiones a veces extrañas, poro que rr.idiu.en a un lengua-
|t poético una opinión extendida. Para mejor contrariar la obra de P íos en el alma, em-
|ucra siempre per imitarla.
jan van Kuysbroedc, en el cap. 153 de! T abón:,.¡do e?y:r(¡¡.z¡, escnbe: >El nombre do
Moisés significa: el que ha sido salvado de Ias agua;. Si queremos asemejamos a él, debe
n i 'U n a m o s por encima de todas las multiplicidades c inconsistencias de! mundo, que
Ir n 1 1' de equiparar a] agua. Luego debemos preparar para Dios dos tablas de piedra, des-
|n ¡árido nuestra memoria de las imágenes sensibles y nuestro entendimiento de lar im i-
i. iils intelectuales. San las do; tablas preparadas que llevamos al Sinai. Ll Si m í significa
■ii electo la liberación de las tentaciones, y si nos despojamos de toda imagen estamos por
■n. i ;il,l -de I.ls tentaciones-. C om be, en su estudio sobre El Basco, cita oportunamente el
p o aje de Ruysbroeck acerca del cuadro del Musco de Gante y destaca además que los tres
en. mitas del tríptico de Vcncda (sao Antonio, san Jerónimo y san Egidio: encaman los
in s grados de la elevación mística del alma, ilustrados por Ruysbtoeck en el Libro de h i
•i i- .¡/r.ts' verdades;,
'U n o de los modos de esconder la existencia i !o existente es geonictriHf, Lo diabó-
ln i' geomernza. Geornetriz-rr es. en lícito modo, combatir la irregularidad (lo que no es
ni ¡versal , excluir la excepción. en definitiva. ,il individuo, I . irregularidad .irqiutccróill
■ i il.' casi codas las construcciones románicas revela la preocupación que ce denuncia:
■mu erne .i lo igual cu.ubu las encurte sin dejar restos. Lo geométricamente defitirdo un
i • i posibilidades de evasión, por tatito sólo hay un camino para oponerse a Satanás: rom-
I I.is líneas regulares y construir en planos asimétricos. Tanibu n en muchos monuntcn
del arte gótico se mantiene el canon de ia asimetría.
1 Ll sentimiento de ¡a traición slel mundo exterior ha sido retratado en el rostro del
I i t y ¡■■■rédito dei Borro (Museo de iLutterdam) Desilusión y angustia. T il vez la figura dei
Inuiibre que huye no represente al lujo pródigo sino al Peregrina del inunde. P o c o im por-
i i I i posada de b qín- ;e aleja está en ruinas, La enseña del cisne era la enseña de la Her-
i " in.' id de Ncitrc-Dame, a la cual pertenecía el pintor; algún critico ha querido ver en lu
I i 11 del hombre de la enseña del Cisne Blanco el pesimismo extremo del atril'.j . 1 Liara
■ I :■ rrnandad está en n i■Li .1 ;. ■£] tejado ha perdido parte de las rejas y us postigos están
m dio arrancados. La posada sólo es digna de ios excrementos de la humanidad I i fieu-
i i i |i.it aparece detrás de la esquina de la casa lo demuestra, bs el Cuadro do la ansiosa elec-
i ni: .-la inorada construida por los hombres o d bosque? Ninguna ilusión eil las cons-
i . uincs humanas, pero el bosque es [o desconocido. EL peregrino se pone en camino,
>i bien stu ojos na siguen sus pasos. U n o de los aspectos de la ansiedad: h renuncia a lo
■II’ L ido por lo desconocido y la mirada pérdida en una atmósfera que no toma forma,
lili la famosa vlogcaua de Durero fci CiTÍiaTÍÍerci, Ai Afwer.'c y el D ia l le (ló ld !, la clepsidra
'i.'ii.-.i que también ti sendero del bosque acoge a la Muerte, y una trampa infernal aguar
di .i quien espera hallar refugio cu ¡a mruraleza alosado de lo; hombres. El monstruoso ?a-
I .di de cuerno retorcido espía. Símbolo ale la viscosa trampa es b maraña de serpientes
I' orc-iu la calavera de b Muerte a cabalo. Del mismo periodo (151 IM ól ás; es otro gra-
■i lu de Durero. la Melemcoli ¡. que lula ni tinta inspiración freyi'fjüo de r e u n í ce^úandn) vin-
i ub a b sensación de malestar que plantea la akerttitiva: el bosque insidioso o U celda de
tali leióitlillü (el terei# g á b ld o fiel mismo ciclo), donde La aventura de Ja vida Jt.liLa Su
cumplimiento.
TV. Lfl s e d u c c ió n J e Jo h o r r ib le
. :.i lleno de significado el siguiente pasaje: »Vasari, mandado por Julio III a la uní de la
•i sobe a buscar un dibujo a caía do M iguel Angel halló que estaba trabajando en La Piedad
de mármol que había roto C onociólo Miguel Ángel a! llamar a la puerta, se levantó del
íi ii'qio y tom ó un candil por el mango; expuesto por Vasan lo que quería, mandó arriba
i L'rbino por el dibujo, y, pasando a hablar de otra cosa, sq volvió Vasari mientras tanto a
mirar una pierna de Cristo etl la cual estaba trabajando y que trataba de cambiar, y para
■vil.o que Vasari la viese, dejó que «e rompiera el candil, y, habiéndose quedado a üscu-
■ llamó a Urhinn para que llevase una hi?. y entretanto, saliendo del entablado donde
i i ,ójui. dijo; ' Soy tan viejo, que a menudo la muerte me tita di la capa, para que vaya
con ella, y esta persona mía se romperá un día com o este candil, y se extinguirá la luz de
11 ■
■ida"» (Vasari, Le ítre, Florencia J3 7 S-íí¡3 t, vol. vil, pág. 231),
Véase D. R . de Campos, R a jfjr ik e Aíkhelangetú. Bardi, Rom a 1946, cap. vil. De
i ampos ha reconocida al Cirineo en el personaje que lleva la cruz.
I d Maestro £. S, de 1466 de Colm ar grabó en madera una singular TfitMíidn de san
\'i:et;h\ varias veces imitada por grabadores de libio; impresos, con pocas variantes. El
santo lee el misal y no repara en los diablos que lo rodean, uno de ios cuales, con un fue-
, aviva el fuego bajo sus pies. F.l santo toca una pequeña campana colgada de la pared,
....... precaución para a l e j a r peligru
Un discípulo de W ilh clm de He ríe había pintado ya haría ldflil, en Colonia, tina ex-
..... . tentación de san Antonio en la cual se representa el encuentro del ermitaño con un
• nlauro: <[. | CortspLcit borní ncm equo mixcum, cus opinio pocunm i ! lipporeut.iuro
■•cabuluin indidit. ...J Vernni haec utrum diabulus ad u rtctidum eum sir.ndjvmt, an
i ' •■olei) eremus tnonatmosorum ardinalium íeray. istam quoque gignat bestíam, incer-
...... Lubemust (San Jerónimo, I'íj .t .S. P jü.'í , M igue, Peilr. lar., vol, 2a, col. 22-23).
1.a mayor parre de las ilustraciones del tema de la Tentación ha tenido com o objeto
'■■■ peripecias de la vida de san Antonio, según el relato de la Vita A n ts iw . En el .VEmplt)
•. iti 111 H itr a i ymitru ntn s? habla dé Ja insolencia de las fantásticas formas demoniacas:
Iniiinpentes jn ipsnnt et phantasmarilvjv illi ;ese obtulerunt sub fomiis scilicei ferarum, et
• -iruni. lectutnt, draconuni, serpontnni, scorpionum je eiusmodi...». El cenobita es re
pn ventado hlbuualitiente rrm una »• I ■ en el hombro, ligura heráldica de una muleta que
1 nina parte del escudo de la orden amonita. Dice Jacobo de Vorágine ffcyPHiá.i riuiiMl en
201
!;1 I Vtí.: de <íiu Miguel ArL-jt¡¿i’!\ -| ...| Se dice en Fzcquicl, en d novena capitulo, marea la
tau en la frente de loa hombre»: dolientes. La tatl es una letra hecha a la manera de una
cruz. Y aquellos que con. este signo están marcados no remetí al ángel que golpea. Allí se
dice: A aquel sobre él cual veáis ¡a tan. no le golpeéis» (Venecrt. 157], tfld. Manerbí}.
André Chastel, en un texto titulado -La tentation ríe St. Antoine ou Je songo du mi?
lauc dique», ofrece los motivos de esto: -Un importante manuscrito astrológico de la Bi
blioteca Je Ttlbl:)ga contiene, com o representación del planeta Ssrumo, la imagen sim
bólica siguiente: u:i monje que leva en el hombro la tau azul claramente impresa, Por
Otra paite, es un lugar común de la iconografía de los temperamentos representa! al tipo
melancólico por metilo Je un monje- Y aunque por ln general aparece un monje, inclu
so un monje amonita, para ilustrar el carácter melancólico y satumisno, es el monje ejem
plar, san Antonio, quien debía prestarse m ejora la comparación. La etiología de la afec
ción intelectual y moral a la que se daba el nombre de melancolía revela una irresistible
aversión hacia lo real. Dicha aversión podía provocar do« efectos totalmente contrarios:
"arl ütronique extreinnm melancholia vinl babeó'. dice Martillo Firmo en De [árn tnplid
Tan pronto sumerge el espíritu en el embotamiento y la postración como lo exal
te a la meditación metafísica. O bien, por utilizar ei vocabulario religioso, la j¡'írúú, esa pe
reza deI espíritu y del corazón considerada com o el más grande y más temible de los pe
cados, \ que no es al parecer «ir.o otro nombre de la melancolía. Pero ésta es, por otra
lado, maestra de las aptitudes místicas; cuando D inero represente los cuatro temperamen
tos con los rasgos de cuatro apóstoles, san Juan personalizará al melancólico. Saturno es el
astro de escás dos condiciones extremas; SU atinencia es ambivalente en el Sentido que
acabamos de enunciar, l.ns “ hijos de Saturno" son los presos, los mendigos y ios locos;
«an también lo> filósofos, los geómetra», los solitarios arquecípicos. Además de sai condi
ción de eremita, que lo hace entrar sjn ningún género de duda en la serie de los “ hijos de
Saturno” , san Antonio se ajusta en todos lo? aspectos a la figura del saiumiauo en la Igle
sia. La alternativa entre el estado de crisis, cuya expresión son las tentaciones, y la con
templación serena responde a la polaridad fundamental del mundo satutlliaiio. l a presen
cia del diablo o, por el contraído, su muerte £.nrdchrí í.diircuiuSi d f C'étísíí fí df rnffriflí
i'.ir.tiiiir- íSan Jerónimo, l Vid ó'. R'if'i, ÜJ-, traducen al lenguaje religiosa id drama del me
lancólico. F.ire es. al parecer, el secreto de la influencia de c«tc teman. Véase Artdré Clias-
tel, en G.fZffíí des /iwitaf Afta, 1936.
■En Martin de Vos (1552-166,1), Gis tentaáoHcí de sen .1 mí cuna (Museo Real de A m b i
res}, cenemos ya el visible crepúsculo de la preocupación teológica. Sigilos de claro seii-
cetstismo, Una corona tle nionstmosas criaturas diabólicas arrebata al santo; entre ellas una
calavera con cuerpo (fe langosta y brazos de hierro, y tilia especie de aipía con gafas. Se
vislumbra la búsqueda de lo ornamental. Fu el grupo, una liebre con alas multicolores tic
mariposa nocturna, un enano ovoide y una mantis.
En David Tcrtiers (15H2-16+9), el terna se hace ya parodia. F.n J brueghel d Joven
(156S-1625) hay un hábil intento de sublimación de lo feo; en la desintegración de Las for
mal se crea un inundo trágico con el rechazo J d hombre en ; 1 banquete satánico, que
contraste con la naturaleza del fondo. Pero el artista pinta por piutjr, no para defender una
doctrina.
'■ Lheter Brucghd el V iejo desarrolló el misma tema en un cuadro ¡de 155K?} en el que
aparece dos veces la figura de san Antonio. L 'n i vez el santo está meditando en su rsba-
202
n.i; :i otra es arrebatado liada las nuiles, vüláíldu sobre un pez. Seres inmundos lo tonu-
: T o d o es traición. R1 típico paisaje idílico de Brueghrl esconde una mentira; ninguna
■ es lo que psrece. La luz. de un azul difuso, es luz de encantamiento que prepara el
.I' ■;'. iitz miento del rapio hacia lo desconocido.
La tentativa del absurdo en el tríptico d i Lisboa se halla simbolizado cu la represen-
i v ■mi del niño alquímieo (el niño-viejo), alegoría, según C om be (véase ep, d i.), de la for
mación sexuada de todas tas materias que constituyen c] inundo, encerrado en el típico
n ' inro cíe madera délos niños que todavía no saben andar. La misma alegoría del .¡1-
■ riera (dicho i!e otro modo: iiéi.i hTo.'L-.') de J, tabla centra! es la que pinta 1:1 Hosco. I a
ii igen de tilia mujer que brota de la corteza de un árbol y cuyos brazos-ramas sostienen
i un niño en pañales. La mujer-árbol está sentada sobre un latón gigantesco, símbolo del
engaño.
V . Lo c a p r ic h o s o y lo h o r r e n d o
Segunda parre
I, L a i n f l u e n c i a de la t e o l o g í a m í s t i c a
I n s'l original; -lili Lún nicht ein auswirkcndcs Gut, ¡ch bio eiu einwirkcndcs Gut»,
Otra edición: »(Q ué bu s« tu inteligencia?» (Temo Deuiile).
■'bu pora libertad. (T exto Detlifle).
• líe toda beatitud» (Texto Deitifie).
203
ii. J a n van Ruy sb r oo ck y el s i mb o li s mo
1 tin el cuadro de Lucas van Leydcit (lám. 47), la mariposa que se posa ¿o el sayo del
samo es el signo del tí.ííi praauU buH t (el anti-0 fi«'<r lim d -id o .símbolo del nacimiento mons
truoso y de la muerte).
Bax, en su estudio fjjileijfering ternJ , Scltí/i {La I [aya 1948), interpreta el huevo como
símbolo carnavalesco En todo el libro de Rax se tiende a considerar ios diversos símbolos
de los cuadre:! del Rosco, Huys y iinieghcl com o emblemas carnavalescos (la danza del
huevo pintada en varias ocasiones por los seguidores del Poseo era «n a danza popular de
los Países Rajos C|ue se bailaba en Carnaval). Si bien es cierto que en holandés antiguo
lum bre arrodillado quiere decir li.iirr ¡nal en tetrao, es imposible interpretar en este sentido
todas las diferentes representaciones de hombres arrodillados. Así, si el tañedor de cornamu
sa puede simbolizar e¡ pecado contra natura, no está claro que io represente siempre, ni
que. por ejemplo, el pájaro cuIvo sea el símbolo de quien lo ha perdido todo.
"Véase C . Jttng, op. o í,, pág. 724. Jnng insiste en Ja pan significación ilcl i.ísa herméti
ni rtvrs Ilcrm cth), compuesto en lo esencial por el alambique o por d horno de fusión,
com o recipiente de las sustancias que deben experimentar el proceso de transformación.
Aunque sea un instrumento, tiene relaciones peculiares tanto con la prima materia como
con el lapis, y por tanto lio es sólo un utensilio. Rara d alquimista, el vaso es algo mata vi
lioso, ( aiii/ji cu i'ní, y es absolutamente necesario que sea redondo rdomus vitrea spkaeratilis
siv t eirtuíarisj para imitar el cosmos esférico, ya que las influencias astrales deben contribuir
al éxito de la operación que se está llevando a vaho en él. Una especie de Frutfrt'.v (urerttsl de
ia que nacerá el fiiilli philo.urphontm, la piedra milagrosa. Ésta es Ja razón pür la que se ext
ge que d vaso sea no solo redondo sino con íbnna de huevo (op. ¡it.. pig. 259). Jung hace
nour que ia serpiente es d Mercurio, *el nial, com o instancia fundamental hiposcática, se
forma así mismo en el agua y se traga la naturaleza unida a él (sol siuc se aboga en la fuen
te de Mercurio, león que devora el sol). 1.a materia se forma mediante i/n'rérr, que es na
finalmente la del "laborante". Esta ilusión podría 'cr la e ra imaginario, ia cual posee fuer
za informante. El h e d ió de que la obra alquímica estuviese ligada a visiones puede
probable mente explicar la frecuencia ton que se mencionan sueños y visiones de sueños
com o sus intermediarios importantes o como fuentes de revelación «» (op. rif., pág. 478),
Sobre el significado ambiguo de la serpiente, véase el estudio tic A. Frauck-Duques-
ne, tRéflexiorts sur batan en margo de la ttadiriem judéo-cbrómame», en ónJittj (ÉtiaJes
Carmel ira1lies. 194ÍJ). *La ley, nos dice Gregorio Nicetio en su I 'ida de Moisés, la ley nos
dice que lo ¡pie apaio-e tofoido del tranco no es tina Serpiente, sino la apariencia de la Ser
piente, como dijo el divino Pablo, "cu una carne semejante a la del pecado" (Rom s, j).
[ a verdadera Serpiente es pecado; quienquiera que abandone (a Dios) por el pecado re
viste la naturaleza de la Serpiente. Desdo entonces la humanidad fue liberada del pecado
por Aquel que asumió la forma extenor del pecado y se ltizo semejante a nosotros cuan
do nosotros misilló:- áitnmnios la forma de la serpiente...» (pág. 310). Véanse también M.
Dulard, Le jzoFpwn, S)'fp:be íe di; (¡euple i t l f ihms Latí r,.!gúu:e de; .yip, ,Y[» cr .d'J ziAJes (Paria
1935); G. C. Horst, Damiorjínfíígír oder Grjdu'dpfe de; C/jtibruí sn Zattirerei und (fffutnn'ífím
I I 'nnder (Ftankfuir a. M- IMS); E. C. Langton, L¡i Hétnonologit, B tude de la doctrine juire ct
chrctiawc ■París 1931). Véanse también; 11. C. Puech, -Lepriuce des tértébres en son ro
yanme». en Salan (París 1943). l ’iiecli cita la fórmula tic Erodio (De Pide, 49): "Afij,’f,-/íiTcn.¡
204
i í.'nii dio» dial t f f ( m ü iw j, un,un ipíium ct atscr.im iiíj/um: h:ju»> ¡¡uee feeit m uiidum , tneLvti ¡le
,111 «r wkíHíÍK'. Lias Tinieblas no dan en todo esto muestra de iniciativa mis que
i iüiio ¡crnuJenis ¡le cuerpos, en especial atando incitan a dos de los principales arcontes t
■míe entrar en si misinos., devorándolos, la sustancia de los demás demonios, para acoplar
después y engendrar a los primeros humanos, Adán y Eva, Aun añadiendo qite, según
m i leyenda, que no es por cura parte apee irica mente ituidqtiea, Satanás, uniéndose a
l!va, engendró a Caín y a su hermana, no por d io el papel propiamente creador del mal o
del lítalo resultaría, bien mirado, otra cosa que bastante reducido* (ep. oí., pág. Hi7). Sc-
i u:i la concepción mamqttca del diablo, concepción que algunas secta; heréticas habían
0 iiumitido durante todo el siglo x v , especialmente en F la n d « y en Holanda, sel prínci
pe de las anieblas es la traducción mítica de una misma realidad a la vea física y pstcológi-
1 I. o que se expresa en el plano tísico bajo las especies de la Materia y en el plano psico
lógica bajo las del Deseo. Materia o Deseo, el tundo de esta realidad es un nul y se le
•• u ibe com o constitutivo del M al en si - fib¡,;., pig. ¡ 7 3 ). jisca concepción tuvo tina tio-
1 ilslc influencia en el desarrollo de la magia negra.
h;n D ocumcnl Sar.itiicltcr Cifosis bel H . [iosth (V erlig Mann, Berlín L950).
t>p. ni.
' El primer hiógrafo de Rnysbroeck el Admirable cuenta spic el demonio tentador to-
111 iba a menudo la forma de un sapo que se cruzaba en el sendero diariamente recorrido
1 11 si mistico de Groencndael. En Chames, en oposición á las simbólicas manos juntas
■I 1.■se encuentran en ej plato de la balanza de las buenas acciones, hay una cabera de sapo.
Al igual que el cuente, que expresa la virilidad, pero que puede ser también un cáliz y
■i'iun ral expresarla feminidad, convirtiéndose en un símbolotmificador. El uilicontia es el
■■I bolo Je Mercuriu. M o tiene un carácter fijo, y NO se debe hablar de un tipo de uni-
■1 inio, sino del elemento de cuerno líuioi.
■Melocotones, cerezas y otras frutas semejantes... denotan voluptuosidades engaiio-
i,c tundo se sueña que se comen en casa... Las uvas tienen el mismo significado según
I . . . I ives de los sueños del siglo x v * (véase C, de I olnay, H . Bosch, Basilea IÚ37, pig. 67).
t Mi s (nemes del simbolismo: Les songa de D aniel prephiie, Vienne (Delfinado) táSÚ. l a
. í'i ,1 cerrada simboliza la castración; la acelera es símbolo del acto sexual.
Véase R . Gilíes, Le Syírikdiímc d,wir f'.dit rcliginix, París l«í-*2. Gilíes, en su estudio,
■ ■ muña el simbolismo ile los vegetales. Fas plarras acuáticas participan del simbolismo dd
111 . imagen de la misericordia. El clavel es el emblema del amor puro y la madreselva dd
■ 11 iilo amoroso en ¡a vida y en la muerte. Es interesante destacar d simbolismo relaciona*
d- ■1*mi la representa ctón de la manzana, fruto iniciárico porque, cortado en dos a lo ancho,
!• |.i ver una cítieüa de cinco puntas, emblema del libre arbitrio (up. .ir., pig. iv7).
I a (lot rose, en muchos casos, tiene un significado análogo al del color rom. Cuando
■ ciKuentra en el emblema R t io -C r iií de cinco pétalos, al ser el cinco el número de la
■ 1 técción humana líbrenteme conquistada iiibre arbitrio) represenu la tendencia lucia Ja
I*. 1 lección, Sin ser la perfección misma (véate R . Gilíes, np. rií., pág. 1 2 2 ).
1 braeiiger. en su estudio sobre El Hosco, D as Tauseniákrigc Jíerdr ¡íil remo milenaria},
l,; gensburg Jya7, interpreta el misten OSOcuadro de! Prado a la luz de la; doctrinas heré
n 1 . tic D Secta d d Libre Espíritu. muy extendida en Alemania y en los Países Bajos des-
b- * ■tmieiizos del ligio x v y que constituía el movimiento de los Htuwú¡« inielliganinc. En
II 1 celebraba el odíe u . 3ii.rii. Los »nuevamente nacidos* por la mediación de Adán son
205
i-, trillo idos en Ji iríe ce ocia primitiva. til I) ctu[dictó[j paradiiíata. ¡Q u é significado tie
ne i iiron. i’ í i ! infierno? Ajaifórtencii diridHu n oriOcHos que no tienen nidos para enten
der el UK'nwjc de la salvación. «Son toa que no han despertado aquellos que, desprecian
do ti éspasigelip adamica do la nacuiale-ni prío idyaiuejite pura, cofno pcrrcnccirntos a la
vieja ígleria pueblan el friüdü del infierno o tiü pueden escapar al infernal castigo p o n ie
sen lujos del Mundo, corno los músicos, los saLtlmbanquis, las jugadores y los Caballeros.*
I’CIO Oáíilitcn el propio Satanás se salvará, según la secta del Libre Espíritu. TI Virgilio bir
lai¡dé;, tras mucho vagjjji; nos gnú ¡i través de' infierno hada ¡i salida y por lo tanto Hada
el marchito Arded del tjimtdri. que levanta eLji Ij ¡loche el hueso del mundo Vari O ¡ubre el
mar de) tuutuio endurecida por el hiel;). <Cun m jeíD de hacer más ttmip reí u ible este
simbolo. escribo Fi ien ger, sLl pintor levantó allí cerca, a la derecha; un edificio equilibris
ta, para hauít que se hundiera olí e! mismo instante como un castillo de naipe?; dos ¡amis
diferentes para mu alusión a Jos dos iL-\oS, [ajana ligera y Jluyüsa que representa a la mu
jer y la robusta y lúa al he ruine, -.atienen el di.-.o que está en equilibrio sobre el filo lie]
cuchillo y que <s la bandeja Je la vida, coronada por Ja linterna que hace ¡as veces de sím
bolo ud í-¡ptp iiu. Hita creación, apoyad* en precarios pies de barro y que-sólo puede man
truer<e en equilibrio si Si- le presta la mayor .1Lección, se desploma en el limante en el que
en su base obra el pecado capital Lunera el di vino espíritu del autor. El serró es el Jilo del
cuchillo, se domina hicn, el edificio se mantiene en pie. fii. por eí contrario, se abusa
de él, todo cae en tuinas, Esa ruina se hace visible en el mundo más profundo en la figu
ra del monstruo, ya que en ¿I « real; va Ja escitiófi de lias se vos que fue dañosa ¿aifeerneii-
cia del pecado.»
í a iu terpreoatáóu del critico alemán es ducca, pero nn hay ningún documento que
pa uebe que el pintor fia ni éneo friera sdepro de la doctrina de la Rataurarión UiúW hjjí ríe
lus Eiertuauos dél Libre Espirito A on aceptando mu di as de J.-s es pIiCHíi CHICS propuestas
por Pr.ieoger, todavía resulta posible es clare-, er d mundo büsqu lmDO de l;n te t: Liciones y
de la pena a la Iuj. de In doctrina cacóli.u. Se puede fíe i[mente citar de acuerdo con Era
en ger en d símbolo más arduo de] cuadro del In fiero « (en el tríptico tid Jnrdúi de i'.i.s lícii-
(íits): Ja cuestión es comprender 'as nrc? s.u;á¿ctáí clementaios: .ith-L h ith y tn.ír, en su? es
tados Je desecación, vació y eringe latióq, y concitar que roiigitiufi ai líente era diistfino»;
pero esto lio n.ns autoriza a aceptar i í tesis de la SfÜM iHalll LÁtreeniTÍ de Ja secta tiel Libre
Espíritu.
En el estudio sobro l.i Alfid de I,; sabiduría del Hosco (d i. Hosch. Dcr Tin;he der Wc;s-
lieit. bislier L,D i í iieben Todsündeii'' gtnanrit*, en Psyrfit, SritEigatt 1951), Ftaetiger insis
te en sostener la inllueucia del presunto cotniceute del cuadro, Jaíübri tic Ai ri ttc-i igic-i t
(alia? Felipe (le Sanjúaq), indio convertido al cristianismo en 14pri y miembro de la F-Ter-
ímudsd de N ano Cbiu,é de Hert&gcnsbqífh, además do Gran M testre de la secta del l i
bre Espíritu. La .Vítíj Je la sabiJíitía (obra p .arada cu su época de juventud y: no di- machi -
T07) no seria liin. 1 una especie de tuandala para la Cciucentra-rióti y el recogímicr.to
espiritual, v 1oi 133 sayos del segundo circulo serían el encuentro tie dos números sagra
dos: el 100 y el 26 , El 100 es d número bíblico de ios prodigios y d dfi. l-v presión numé
rica de las cuatro fases de ía [tina, de siete días cada una, os la suma do todos ípi tó.iiñeros
del uno al siete: c-u efecto, | -t2 + 3 -r4 + 5 + fc-t-7 - 2 fi. Ahora bien, d siete ís ei nú
mero que da ley a codo el uní servo, va que, según filüu en D e Opyj.io rr¡ raucír, a*, el único
número virgen (ni genera ni es generado;, es decir, ni es factor de un producto dentro ;lt
I . decena ni et producto de è c fo r a ). Tati personajes dé b s f-istc pinturas ¿11.10 representan
I . siete pecados capirai« son «il total Jb. in conformidad coti la dottrina herética de b
!'■ rjtíiwfljAi Uniimnil, ya que en esos 2S està incluido el diablo. Por elio, segua Fnengerj
li representación de È generación espiritual es el inorivi) Cabalimi n central de Ja triesj de
I .lmluri.i. m il el Menai en el centro. ɧ número IIR citaría remado ti-: b F íb a b [que
I eolio de Alniaengien conocía bien), docd,- ?,6 significa b pa]abrj| liebre a «filetta ríe.
■ims* y 100 significa -días": por ctun&iguiaite, lía significaría 1 fuerza de los diasi-, esto es,
Ij i/nl 1L i M ainJ. Pero, i bien b ir, cerpre Ilición de Fraenger es desde Juego iri geniosa,
■[Itq e; que Felipe IT tenía en ni habitación del Escorial la famosa tabla del Bosco lat
ín.límente en d Prado)! Felipe 11 conocía bien las sectas heréticas, y especialmente las que
.....ah ni Ó1BÈ3É en J-lnlides. La Altm es indi saiubie cierne un documento pira li niedita-
■1 n religiosa V 1.1 édilklrióiú mural. Pero que Su comitente fuera el jete lie una secta be
li i i1.i sigue estando por demostrar.
¡II. E l j e r e g l i f l t t ) d e l B u s c o
IV- ia sida riel Hosco tenermi^ escasas noticias. Hicronymus van Adccn, apodado Fl
i' o. ri,i o n mido de .A.qiusgiát) y nació en 's Heno gen hosdi íBois-Lc-Uve) luda 1450.
I o I4SÍI figura en le í regotros de Ja hermandad de Nuestra Señora, tmiv similar en orga-
1 h n ú y ¿lies a La ce ios Hermanos de La Vida Común. Tal t ez conoció a Erasmo de
'.'i.HiTti.ini, que ilutante un riempo formo parto de ¡.1 misma hermanidad en fiois-lt: -Filie■
■'. ■ ' nos ha licuado de su formación artistica ni de sus relaciones. J’or los lipistros de La
rmuriu hermandad sabemos que murió en lál& fOóíímí Jtalnim: ríirmi Jai fi 1-Híroiiyniit Ac-
1 ■: iiÍMí B t& d t, 1 tisiyi 1 íj j imc-ri. Estudios recientes sobre Et Bosco: !.. ven BaLdasi, II. B a s ili,
Vi |3 1.5; C. de To¡n *y, flttftír, Basilea 1937; ¡ , van iicr Bossche. Ji flmr/r, D kst 111:; J
\ I 1Irans, H. Lh>stl\ (E l ¿ úhw), Barcelona I9J-S.
V ' dehe ai beatoj ali vsn LVuysbrOeck la acusación lanzada contra el ilícito comercio
.I 111'11.ilgétlciis. Escribe el mistico: «Cada cual tiene lo que desea: el diablo, ei alma; ei
upo, el dinero; los :: ubi tale), su sari itácrión d ; un inalante*
i cuadro del Roscó, que rcaifídu U ( VüW Cfna de 1i. Bouts, es inífrprcrsdo por
v I 1 ictiL-er en Die tìà k ze it íu K jtm (Berlín 1950) « t u ® un documento de la lierciia del
I 11■' Espíritu, na Cuadro que habría inspirado el Grati M ae:Lee. J\¡r Jo demás, Ja tesis de
I n nyer no JtaLia ninguna rouíirmurión en Jos indicios que recoge el autor, que subraya
. I ■ riibolÉmio de los colores, y en oíros detalles que se prestan a bs interpretaciones más
diversas bs iiitéjesiuitt. piote! comtario, el análisis que hace Fraengerde los objetos que
in vi ICUentrai 1 sobre ei aitar del Mago. La Trina Madre estará a sLtitbulizida en el colar nia-
• ■ 11 ilei propio altar, miEiirruí que b.i cuatro colmi 1:1 ns representan Ics puntiti car. ini ilei
., lementos. F ròtule) esrá dividido en tres zopas (símbolos de b dcriu, d mar y d cié
i.,-, , .-.ida una de las ron as eii ensero currados (las doce etupas recorridas poi la luna ei
! I.I .1F U I D e l líóíaict irunca tula escalera da (res peldaños: vi cuerpo, el alnt.l y ei es-
...... El baldaquino, en cima de t a jo ei ei etubiema ilei inmutable mundo ultniJunur. Ei
1. m eto h que en el blasón cosm ològici do David eepresenabi b perfeedfin del círculo;
bu iu en la bóvecÜ ávitfid a pnr seis velas y en la reja de ia ventana redolida, compiles-
■1 i" 1 lIo í ; barrai (¡niíadis: vita ventana expresa la idea de la órbita circular, tuyo giró
21)7
¿barca el Tod a, dividido por la barra transversal en sublimar y translunar. La varita del sa
cerdote de Satanás está dirigida hacia un objeto de marfil colocado en el primer peldaño
de la escalera, en el centro del altar. Este objeto, según Fraenger, es un seno, cuyo perón
dividido en dos labios simboliza el surco que recibe las semillas y produce las cosechas,
Por ¡o tanto representa también el órgano femenino de la reproducción. Cerca hay im
panzudo puchero de bronce, imagen mística de las tuerzas que hierven y fermentan (ei
crisol tic ¡os alquimistas), regazo materno del mundo en devenir, A poca distancia, sobre
los cintro pies de los elementos, la sagrada ibis levanta las alas com o simho.es de la muer
te aun no vencida por la redención de lo creado. A ia derecha del seno de ¡a Madre Tic
rra hay cuatro jarras negras cotí las cuales Ja materia, hasta ahora simbolizada com o infor
me. se configura en el ser del hombre: la jarra más próxima al seno y que tiene el pico
mirando lucia éste representa al padre, 1 .a segunda zona eleva el proceso creativo al piano
psíquico. Sobre la jarra-madre vemos un almirez con la nuno recta: cutre la jarra y la
mano del almirez hay una relación espiritual: Ja línea luminosa sobre la mano termina en
un artillo de luz sobre el velo del baldaquino. Representa la influencia de la divina cimpa
del alma, que, eri el momento dr la generación (mano) pasa al seno de la madre, en la
concepción psíquica Sigue un ánfora negra cuyas asas se unen en la parte superior; tiene
la forma de un huevo negro con tapa blanca, semejando así en conjunto una rana esque
mática, Según Fraenger. si se compara este viro mágico con el ídolo en forma de rana que
sostiene un huevo y aparece sentado en el plato que porta una negra eu fas Trnfdrúmt» de
san Aníonú de Lisboa, advertimos que te traía del mismo símbolo: la laguna representada
por el plato alude a la fecundidad de tai húmedas profundidades de la tierra, donde ani
males y' plantas se reproducen con ritmo vertiginoso. Pero el significado de la rana mista-
gógjca va aún más lejos, pues la rana levanta el huevo con tapa blanca, apartándolo de la
laguna- La estatuilla de los ifo, danzarines que sostienen un embudo representa la muerte
y la vida com o aspectos de una única existencia. En el último escalón se ve una gn n es
ponja. Ahora bien, al igual que la parte inferior de la zona del zócalo del altar representa
el mar, la eip'onja cieña el circulo de los nacimientos elevando lo ínfimo a lo más alto Fi-
nalmente. de la campana (bóveda del ciclo) baja un fino velo hacia el altar: simboliza el
sutil fluido que. por una parre, guía al espíritu a que se incorpore a lo terrestre v, por otra,
lo eleva para que se reintegre a lo celeste (cp. rií., cap. t:i).
Una de ¡a? jirimoías descrive Lentes del ctía&o del bosco t i b ele Felipe de Guevara,
i 1'.i MnrrDj lohre /,i Pi-e.'jiru, escrito hacia làdis y publicado s¿lu en L798 por A . Porli.
Vé.¡- L- H, Ey, L.i fnw lnaini tlrvuni k -iítrrvíí/.'.'ií■Paria I v lí, y E, M inkonvskj, P httw im -
... lúpíí cr ¡inalyst exítlpn/ielk, Psríf. J9t&, Son pirtioiUnncnte interesentes las ponencias, en
r! congreso internacional de psiquiatría (TPítíb tyóíj), de Guiraud, Mayer-Gross y RLimke
Ire Ji pjicppatoL>cria del deliri,) ;véase C.'orjjff., !i:l. de ^jf^ckìatrit, voi. J, Paris i ' A 1), y la
ii itribuid mi de K . J,i.*pers. 1 i cvpovcinn de cuadros de dónente? OTgsniiatía por ■! ton -
. i. o h.i acreditado en buena medida b tesis di' lj.yL según ¡a cm-i I el objeta ¡i;1 la psiquia
iti.t vi preeminente ■ ! .estudio de todas las eariitites de la vida psíquica que íe definen
■orno tm.t remetió:] neniad.i hacia el automatismo (del cual el suifíio nocturno Cutlstittlyc
in riempii) típico), « [.i esencia de i.t locura es ser un bogar estético, más que soter una
■■It .i de artes (op, rii,, png. US). Aunque la tesis de Ey es discutibili, es sin duda una de las
mis úigaees; y es un taetbo qtu bu o Luís. pictóricas de siieindos que se batí podido analie
■ :iín revelado tina ordecute iñu del mundo dd Lear ite. delirante preci'j mente porque
todo I,) que forma parte de él está u n d m o n d o , y pnr 11) tauro Ja m trifora pierde Mi c.i-
i ter l omp.ti iriv-ci y el ¡M u lo su intervalo de irrealidad; y la obra de arte, com o Jos mis
míos sueños del alte nado, se son vierte eri d inundo jubino (íegiíri Ey, en el «ejiar-ea-el-
iillndoí), donde; ;d ser todo reai, deja de exbtir ¡o ta ut.isti en.
Observa Jaspera-, parafraseando a Kierkegaard, que el verdadero rigiro di.nurivo del
ombre doni o nlitio j qua se hjt retirado a su yo nsn;.l vmtio si fuese absoluto es que ya
■:.i os serto para ¿1, «Kierkegaard se remite a Jas palabra; de Maebeth ¡después de matar
i| rey)! " 1.1 ; ahora en am ante, ya nn hay nada serio en Ja vi Ja” . Presupuesto ile 1 a re? ird.i :í
■■que el hombre exisia en nn universa!, en un tildo, en un eterno |. -| í i se quiere csfti-
iku* apropiada!¡lente leí demnjiíaco. no se puede hacer otra cosa que observar cóm o se
dbe lo eterno en la indivi dual iditi (. . ,r Se niega lo eterno en el hombre; se concibe lo
ti m a del Ludo de una [iutiera compì ermi ente abstracta; .te introduce, con mi acto arbi-
I ino de Ja t.citada. In eterno en ei riempo; te concibe la eternidad ìuetatliicaiuente [ . . , 1
(Véase K. Jaspers, Pfydwtìqgit. der H'Wfiinrcñuiíwnjíw, Berlín 3ÍÍ25 [fAiriiJqjf.i de Pur .vn.-,y:
■ lír'í ;i;iinP|i, tr,idue:ió]i de M inan o M a ip CasSjp, Credos, Madrid ivopl.j F.n todòs
■ tos \s>oi rite piti. Jasprie- e; titulo .i Kierkegaard-, arto se quiere pensar Leri intente en la
■ rtlldsd; se tiene miedo de elln, y el miedo recurre a infinitos tubrertugios. Etto et preci-
: n. -.ite lo demoniaco*, Y . en cierto modo, mio de los àpectos de la co nei cu eia delirante
Véase d estudio de Siene e (de Harvard University) sobro 'Sr. Anto ine et 'e: nrens-
i ■ Essai sur lei SOurCtl et la sigitifìcaliuti dii tantastique ile Flaubert*. en J-ribí. Üf fin- dfe-
1 o i.<j.if ih.ryct .Itsur. a/A menea, nA I , 194J,
* M.iie, en sn ábra J-'ritt h•b-rirtix ,iu vrri orde, sostici:e b resis de que no es hasta aire
I I ilor del ano tOXJ cuando Ics demonios empiezanj a ser representados; como monstruo),
l i l . ipleii.i de SóutLii^ Jos deuioibiO) horribles ule la L i y ^ d .; l,\- j.íl.- Te^i/u llevan todavía
■ i t*. caderas eL ceñidor ile los anticum '.htin:-. El cierto que anret del ilio tf.Ot urev.ile-
11 identificación rie lo <atnnn:ci con lo cadavérico. Véase acerca de cita cuestión E.
Wesscley, D ie Getolsttt d ii Ttde.< und li« "ÍVu^Íj rn dei liafsfrl/eHfiffpr A'rLriir, Leipzig l&“ 6 .
"VtJSS Nav.ttiauu. Dii,- ClfiittiMU PiMfrft, s la investiga;ion del m irine atilCir apSrect-
■ ■n À n h iv e j A liaàttr:s.izfiiit< jif& le Teff. 1 líliñ ; tai uhi én V . K . Zulch. Gfü i¡BtwW, M ii-
2OD
ni Hi 1949; b iibr.i di: O . Htgeii v Vi/, Kolfs, Z u r G rillltw elJ Fnrithun^ (Repertoriusji fi ir
Kujistwisscnscb-afr. 1919-192''.!': para lilS^fciieiiiiljes ¡don ParenttTMi.
' Véase L . K resto Wiky. La Itiiiteur Ja tif l i Tri 4 ir,n v.r.; .'r.s djfj, ]saris 19-17, pàg. 1 1 . Y Le
p/ibti:m i‘ sptrituel de h: tejplié f ( A e ìj l'.uiiitssr, Paris I '?,1 fi-, Visse taillbiétl A . trii. li. D ie Dsr.-lc-
llim f ■.!■:.■ T enjfls ìrr tfa- fh risilkh tn K hksI, Berlin Ì93di
1r,v.n ia dos por i l .Si n ii iffftì ì.'l l VrL'jiITl oca iY nrr.r de santa llripjJs de Silìci i, Gru
newald, desde lutaci, Lotiocia la$ JÌA'itaiKitrci de santa Brigida y d libro. Ì m ea-
crito pur pedro de Skaenziiiige, SCLretarlo de santa Brigitìs (Bada 1ASOj.
l'.l ru.idrr, entrò a formar pJITC de la colei:dòn del Escorili el l i de ibril de I ST I ; cn
aquelb ocsflión, (ILIini Lediate C:l Condoni J.l obrJ etcriliió qui tas fiirLir.i.K erari <-dc mallo
dii Dì:)Cirri! Gbyndtl-* (Mecsys) Natia p niella U exarrintd de la atribución
Yéaiue. so Lire J.l Levenda de san Crijtóbal, E. G. Sralil, Di'# Le^cVliS IsUK kZtigcii Riesci i
CHinstophotìis ;fr far c .w y h ih ¿ss XV nud XVI Jttkrhui)detteJ, M Lunch I92U, y A. Sthonbadl,
Cbrisrophortis*, F-dischrjftjKr deutsbes A l# rtu n t, X v 11 (1H74),. y el redente enridici de H
F. Rojetlfeld, D er hi. CbristepborU^ ^Serrre l'ereAfiftij ii.'j.i icjj.'r L tg ttld t, I n|i7 i£ 19.17.
■Uti iiitiresante e stu d io iobre iVl. Schongauer y sus rclsctoneii con el Maestro E. E. es
et de A . G ì rodi e, .W. .SùtolijJifÌr Cf l'A ì r dir H atir-É klH Kit A i ' sièeli, P ioa, L-brit s. il. Vèrse
talli birri E. Fltdisig. M. -Si/j.ujiiVinr, Est rasili; jg o IM I.
Sobr^ la. il" acióit enne Ib proteseli y lio dei n o n i alm. vé.ise W . M i elici, M,s ?blJliS'. hi
Utili C n n e skeitì dir K unsl, lEper, Mùnteti 1919,
ta r i estri Jiar et penssniientn de Cd alia rh, se delie teneteli Cuenta el Eechu smaniar de
que Lttiirs Cwnacli copiti mi Juido I. 'im'ffMÌ del HuSt'O (Museo de LSridili).
'■ V'casc solare Lochuer el in c id i realizzdo por C, Ljnfctt, <A. Lochncf oder dai iìacui-
Liclie Wcscti det HeiltE'err. en A ll-K o ttiei À/iùifr, Mfmich 1911.
1' Eobie el tema de Iti demoni aro cn el arte de Murerò, vènie, atfemis del iituilio de
HeEderei eh sobre d AtVfalipsit de Durerò y el de Holbeiti, elreeiente trabajo de F. W in -
kcl. Diififf ne i div JJ/jijfrdnhiitftì .riiw.1Nanmsch$ (B ^ in l9Iìi
Es HOtal'le por alnuiios eleni ni tot i(riiiinjpiit:1:iis el .-ìpOfaHpiii de Viattlli.b GeruiiLt io.
I :.".i- Jidtj;, jp-abaCÌCi en Li40; menù® c i^ m n i que ei de H. Butcltrtiair. fjttC Aitngue est.i
todayi* Li.ijo La ii:rhten: ia 1Le Lìutsio, no i-srci-L-- d? Ot!£ii?!lidad.
,Lf o i ficscos tiri liestta M ondo vi (itili :ia de S.m Fiorenzo}, represi ntadón del rniTcjo
de loi vicios. y lùi de Pecetto (eerea eie Tniriij cn U iglcsia de S.:n Subaitiano, COI? lai i' l.t -
ruiTiftiei de san A mi.lnìc ( iìltIo j c .i, iii'jciir.in tod.n las c.ii actcnvttcaa del ¿tre a !emin.V
I.
V I . ,4 r s p r m r ie n d i
■W - L . Schreilier, eli c! M m iU d rf.’ i'oet Ji^tr di ¡Igr<2Vtlfi’ k;.( t l sur m i l d a;i .VI'1 s;,-
tir {Lipsia 1902} voi n), rcccigc docé cdie i ones, tubili vitti d ii en dne-t? uriiptis.
Sohir cl Ars MliWpldi, vèlse f . FaLk. Dre Driilidrctj Stcrfitbffcftteipl iv t .i ¡testot tiefl iiti
B ud iJn iiliei bis orni C tdonii !B90. r.e!k destava qtic t^ir poco cl eptiimJt? ile
tieiier vdn Kaisetbety; f,. mas (|uc Itili traducetesi del tCVIO de GersOn.
' Vitv Geisbeigsostiene qtic cl M.estro K. b es osi tal ReiLiei.sen ile Estr.ubiiTgo. Qtrr,s
b ill idé riti Heìdo al grabictoi con el btvàrc- ErJmrd Sclioen. de J.l fatui li.i ile Schotl pallet, y
orros ceti Ètientic de Lialtea. Eu arte reoimiHj b inventiva de R og ii'r van dn W e tìe n .
210
L ìs explj eie iones de ias diversa; Lim imi snn de O . CLcitteji (vésse A n t.'irtrtafim,
■IulitsÉsklnlLh; de C. £49tì, Zwickall 1910).
1Tradurci ón italiana del lexiu latino (xilogràfico) de H70-
v n t . l-aa f u o u t e i
' K . 1¡rein de ioc punn pales ■■imbolos que sí postan a interpretaciones diversas y que
■ii li -. neis iurcrcsantes pan el cjximeti de las obras pictóricas que se ocupan da lo d-.Lmú-
i io .
21.3
C á liz (cerrado): Símbolo de la nada y por tanto de la vanidad (cáliz
ofrecido por el demonio),
Cam ello; En la tradición popular representa la sobriedad,
Cam panario : La parte superior de un campanario expresa el poder
de la Iglesia,
Capucha (azul): Significa hipocresía.
Caracol: Símbolo de la resurrección y de la «Gran Obra» en el len
guaje alquímico.
Carro (de heno): Símbolo de la vida social (lucha por la vida).
Centauro; A menudo, imagen del demonio; siempre, de naturalezas
contrapuestas.
Ciervo: Emblema de Jesucristo y a veces de los apóstoles y de los pe
nitentes.
Cigüeña: Símbolo de la castidad.
C in co : Puede significar la vida universal y el microcosmos.
Círculo (coronado por una cruz): Representa el mundo.
Cisne: Símbolo de la hipocresía; en ocasiones también de lo depra
vado.
Clavel: Símbolo de la paz familiar y de la amistad en general. Al pa
recer, los «Maestros del clavel» constituían una hermandad.
C ru z: La cruz, en el lenguaje alquímico, es el símbolo de la luz.
Cuadrado: Representa la materia sensible.
Cuatro: Puede representar la materia en general.
Cuchillo: Símbolo del sexo masculino.
Cuerno: Símbolo de la virilidad. Invertido, puede set un cáliz, sím
bolo de la feminidad.
Cuervo: Símbolo de la incredulidad. En el simbolismo alquímico re
presenta la n m e d o (el eiuiegrecimicnto: estado inicial),
D iez: El número que expresa el principio de toda numeración. Pue
de significar también destino y fortuna.
D o ce: Representa el ciclo perfecto. El zodíaco de la vida universal.
Dos: Significa antítesis. Oposición al principio (puede también ex
presar la ineertidumbre).
Em budo: Emblema de la inmoderación y de la prodigalidad. Puede
ser también emblema Edito.
Escalera: Símbolo del actn sexual.
Flechít: Expresa Jes entre na
Fresa: Símbolo de la voluptuosidad.
214
Gaita: Emblema falico. El tañedor de gaita representa a menudo el
instado contra natura.
G allo: Significa estille id a. A veces también calumnia. Tiene siempre
mi -agn fricad o maléfico.
Gris: S ím bolo de la resuerección de Ja carne. Con frecuencia, imagen
tic ia i nocen da calumniada.
H a lcon ero: Alado con cabeza de cardo: es éí símbolo de las ten fació-
; s i mi las que tino se enfrenta en los sueños de la pereza. EJ vaso de ar-
■lil.i cabalgado por el halconero es el vaso del akpiinusra, alegoría de la
nina alquil nica producida por una no-voluntad (pereza), que sueña con
[i'iiet Mii esfuerzo.
I ío m b r e a r r o d illa d o : 'Muchas veces significa hacer el mal en secre-
im„ según un antiguo proverbio holandés.
H u e v o : En ia alquimia significa caos, la materia prima que encierra ei
■I ;.i del mundo. El lluevo horadado es el sím bolo del nacim iento mons-
It uoso, EJ huevo puede ser también el sím bolo de Ja magia negra y la ne-
l'iesentación del diablo.
Ibis: Sím bolo d.e Ja m em oria.
I N R I : Según el significado tradicional: J e m s X a su n 'U itr R ex
rnih 'Cgim el h erm ético: /yne .Y.mnu R x u u w u tr y lambién: I ttejjh -
1lie tjomen Ratui; hiiiiwn.
Jarra: Sím bolo del sexo fem enino (especialmente si es hoyosa).
Lechu za: SímboJu de la herejía.
1,1‘ ón: Símbolo de Satanás.
(..lave: C ti ando se encuentra cerca dei huevo monstruoso eciüsiünado
, el símbolo de la llave del conocim iento.
<‘M »t El libro :cVfr (libeir tttundí) es un texto árabe traducido ai latín por
h iris a n R oieükreutí, legendario itind.idor de la secta de los Rosa-Cruz
ii urdo en 13"S. activo desde c. Id 12). La letra ''M d se eneuentra en el m
!■i rito Jel tríptico del Bosco El jardín de las átlkiní y podría referirse al íí-
i1'.' t iliuudi. Se debe a Micha el Maier (lüñft- 1622). una de Im ti guras repre
■inativas de la polémica de tfi.s R oía-C ru z en Alentaiii.t, I.i noticia sobre
1 Ir isí tan Rosenkrcutz y el líber intuíJi. El eseudo de Entero lleva un Co-
i izoti traspasado poruña cruz a la cual rodea una rosa. Según Maier, «to-
tías las órdenes de caballería que combaten por Dios fien en como sello las
dos Ierras " R . C.’ \ pero la verdadera Rosa-Cruz lleva este sello de oro.
'■.demás, el valor numérico de estas dos letras constituye la el ave de su sig-
■ihcade. Si se pone el sol entre R y C se obtiene la palabra (SO R. órga-
215
__
no principal del honttjre y único sacrificio digno dei Señor*, La »Mt ls el
símbolo dd sexo tamo en astrologia (escorpión) como en alquimia (azu
fre).
Madreselva: Símbolo dd vínculo amoroso en ía vida y en la muerte,
Manzana: Fruto linciatici}. Cortada a lo ancho muestra una estrella
de cinco puntás, emblema del libre arbitrio.
Mariposa; Simbolo de la inconstancia. En ocas ion es, de la resurrec
ción.
Máscara; Encaminamiento hacia la realidad (la imagen real que está
detrás de la máscara); encaminamiento más fuerte cuanto más logra deve
nir símbolo (disfraz por voluntad de traducción mejor).
Media Urna: Símbolo de la vanidad y también de la vida -sublunar (la
alternancia dei crecer y el decrecer). A menudo, representación dd diablo.
M elocotones: Símbolo de la, tina y de la voluptuosidad.
M ono: Símbolo de la inconstancia y también de la mentira; con fre
cuencia, imagen del diablo.
M ujer: A menudo, simbolo de los sentidos y do la sensualidad.
Nardo: Planta odorilera símbolo de la humildad (la lavanda es una
piatita similar al nardo y también simboliza la humildad).
N iño (AJqttímico o viejo-niño o niño filosófico),* Hs la alegoría
de la deformación sexuada de todas las materias que constituyen o] mun
do. Es denominado también Mercurio filosófico y, como til. símbolo del
primipio-lm. En algunas represen tac iones es el símbolo del apetito mal-
vatio ofrecido por la mujer-árbol.
Nueve: Jal mimerò nueve representa la armonía. Puede simbolizar
también la prudencia.
O cho: El miniera ocho significa justicia.
Oso: Simbolo de la lujuria. En ocasiones puede tener d mismo 5igni
ti cado que el ibis.
Pájaro desplumado; Emblema de quien lo ha perdido todo.
Pájaro carpintero: Emblema de la lucha contra h b(Tejía
Paloma blanca: Símbolo de l.i inocencia y también de la prudencia.
Puede ser también símbolo de La humildad.
Pareja de enamorados (sobre el Carro de heno); Es el símbolo
de la libertini, de la posibilidad de elección
Peces: Peces muertos: símbolo dd pecado, sobre codo Jos que no tie
nen escarnas. Los peces puros son los que tienen escamas.
Pelicant>: Símbolo 9d amor al prójimo.
2Ú
Peregrinos: Co n frecuencia son representados como imagen de tos
mendigos.
Petirrojo: Símbolo de la Injuria.
Plantas acuáticas: Participan del simbolismo del agua. Imagen de í.i
11>^.erícordia.
Rana: Símbolo de la credulidad (por tamo fílente de herejía). Símbo
lo leroglífico de la diosa egipcia Heket (la diosa rana), la gran madre de
indo ]o existente. La O s cu rid a d , li In fin id a d , la O c u lta c ió n y la N a d a son re-
pn sentadas en forma de rana,
Ratón: Símbolo de la falsedad. Según algunos es también símbolo del
■ xn y de la astucia.
Rosa (y rojo): Color que simboliza el amor y también la creación.
Según liax, las personas vestidas de rojo representan a quienes llevan una
sid.» licenciosa,
Rosa blanca: Símbolo del silencio y de la oración.
R o sa -C ru z: Hermandad de antiguo y oscuro origen (véase *M*).
1 '.fu: una hipótesis, Rosa-Cruz se derivaría deí lorin: res (rocío; y a i t x
luz). El rocío tendría el mayor poder disolvente sobre el oro. y la cruz,
■ n •■! lenguaje alquímico, representa la lux , l.a luz es llamada la simiente
■ 'I dragón y tendría el poder de transformar la materia vil en oto. Según
mIihs, el símbolo de la Rosa-Cruz representa el madero de la Cruz. Pare-
■ a i que Gerhardt Groóte tenía relación con Christian Rosenkreutz y
i| ir los Hermanos ríe la Vida Común la tenían con los miembros de la
I li mandad de los Rosa-Cruz.
Saraninelas: Representación del estafador,
Supo: Figuración del diablo. Símbolo de la codicia y del sortilegio,
Seis: El número seis significa equilibrio de tuerzas.
Serpíente; Símbolo de la tentación satánica.
Siete; Significa número indefinido.
■ Iniin: Emblema de la orden Amonita (figura una muleta). Signo de
■ .i , bino. Se representa como la anti-tenDación demoníaca.
Tres: El número tres (como el triángulo) simboliza frecuentemente la
i . ion providencial (la Gracia),
t riángulo; Invertido significa magia negra. Con el vértice hacia itt ri-
I ■ i es el símbolo de la fe,
l no: El número uno significa principio,
t Traca; Símbolo de la alternativa (lo doble).
Vaso (herm ético): Ve áse Alambique.
217
Vende: Símbolo d d agua que purifica (rmblím;i dé la regeneración),
E’or contraste, puede tener significado maléfico (la mirada verde de Sata
nás),
V ió le la : S ím bolo d d am o r a la verdad*
ÍI8
Indice onom ástico
219
110-116, 120-12 1, 125, 127, 129, 131- Catalina, santa, 167
136, 142-M l, 146, 165, 19S-199, 2Ó3- Catalina de Médicis, 120
210, 215 Ceccato, Silvio, 27n31
Busco, escuela del, 107, 134-136, 143 Certeau, Michel tic, 14
B nifo. seguidores dci. 81 Ccsteíli Guidi, Bítiedetta, 34n6l
Bowelic, L. van den, 207nL Cliagall. Mate, 19n2U
Bouts, Dirk 207ti3 Charcot, Jc.in-Marttn, 203
Br.nu, Jan V. L., 207iil Chastcl, Ar.dré, 27|)34, 4ln79, 48tl98, 2"2
Breisach, ¿har de, 197 Chenu. Maric-Doiuinique, 22
Brcliclt, Angelo, llriHö Clievalier, Emst, 139
Breton, Still islas, 22. 52n108 Chevalier, Jactjueí, 49nl02
Brígida de Suecia, sanr.i, 2 iujl7 finíiisano, Italo Alighiero, 2¡¡n2 3. 3] ji54
Brizio, Anna Maria, 157 C ien Via, Claudia. 34n6l
brod, Max, 20n23 Ciliberti, Silvia, I4n6
ßmeghel, Jan d Joven, llamado de Cirineo, 89, 201n6
Velours, 81, 139, 202n8 Q e m « i, Otto, 2iin3
Bruegbet, Bieter el Joven, 11amado del C ock, Hiemnymus, 1 2 1 . 144
Infierno, 139 C o d i, Jan WcUeits tic, 28, 69, Sl, 90, 121,
Brueghel, Pieter d Viejo, lr-.n14. 19n2'J, 144
28, 54, 69, 73, 77, Hl, 119-127, 139, Colmar, Museo de, 14Ú, 149
¡43, 145-146, 165. 202n9, 204n2 Coloma, escuela de, 99, J49, 152
Emeghel, escuela de, 139 Colonia, Museo de, ¡ 13,
Brujas, Museo de, 136 Combe, Jarquis. ¡32, |99n2, 2t>3n10
Bruselas, Museo de, 143, 147. 155 Concilio, v Florentino; Letrin, Concilio
Buenaventura, san, 83, 2'"in4, 2ulu5 de; Tiento, Concilio de
Billard, Marcel, 2t>4n3 Coligar, Yvc-s, 23
Bltonarrntti. Miguel Angel, r Miguel Constantino, emperador, L9i
Ángel Contini Bonacosii, Alessandro, 33n6ü
Burg, I’.. 203 Cnmiftciatiós, secta de los, 2 uu:í i
Burgkmatr, Hans, 2 IOnl3 Coste, Claude, 23ü26
Cr.tiiácl], Ha lis, 15o
C lin , 205 Cran.ich, Lucas, llamado el Joven, 15Í'
Caiassn, R oberto, 20n23 Cranach, Lucas M licllet, llamado el
Campos, Deoclecio R e d ig tle, 2 )1n& Viejo, 28,69, 74, 68, 9( 1, ' 46 , ] 511-151,
Camus, Albert, ró [68, 2]0nlÜ
Canavesio, Giovanni, de Pinerolu, 157 Crisósroroo. san Juan, 172
Capramca, catdenal, 165 Cristo, 65, 89. 101-102, 111. 11,3-114, 116.
C ¿proti. Giorgio, 281539 , 29. 29n42 131, 142, 146, 153, 156. 15S, 166-169,
Carlos V, emperador, 150 171-174, 175-177, 180-162, 185-189,
Catilud. Christophe, L3 191, 193, 198, 201,214
Casiudoro, 177 Cristóbal, san, 143-144, ¡46, 2L0n9
Gassi m 1, Emst. 197n6 Croce, Benedctto, 33u58, 41
Castelli Gatdnara, Ellrico, 1 !n 2 , 18 Curtílií, Emst Robert. 34
Caitdii. Enrico, v, 1 1 , L2 n 4 , 13-14. 16-29, Clisa, Nicolás de, J98
31-39, 41-52, 54-58
220
I 1I hs, Ángel, 1 1 nl Esteban, sin, 167
i ' i 'i--, Eugenio. 1 1 , l i , is, 19, 3a trienne de Salios, ¿Maestro E. S r, 211 n 2
I' 1'ra, Mario. 27tl37 Etigeiüo IV , paii.t, 179, 193
i ' :i■. ''.h i . Alain, 27 Eva, 130-131, 17'). 205, 2 1 1
I ...... sndt, Museo Je. 208 Fvagrus el monje, 19. 39tl72
I riviri. 2U7 Evodio, 264
It.ivi. I, Gerard. 145. 149 Ey. Henri, 209
I t, M urino, Ernesto. 41-45 Eyck, van, hernia nos, 152
P m, Aride, 2í¡n59 Ezeqúiel. 172
II t iiudiec. Panicle, 29n43
i iipr, Alois, 27n34 Faik, Frani, 2 l)n l
I ‘ nl!e, ! leinnch, 207 Fausto, mito de, 115
I1 ima, Waldemar, 30, 57, 157 Federico ei Magni!tco. ISO
I' ■.utes. René, 40 Fcdier, Francois. 23n25
I 1 ni,i ■i. Nikolaus Manuel, 67-63, S3. 94- Fellini. Federico, 19
45. 147-143, 151, 162. 203 Ferrari Defendcntc, de Chivasso, 157
I1 illaiis, Laurence, 13 Fculner, Adolf, 14-1
I I ill I hi bennati, Georges, 34 Fi'iari Carcano. Paolo. 24n26
1 1111 Museo rie, 14,5-1 45 Felipe ile San Juan, alias faeobo vali
lu rile-,, Gillo, 22 AJmaengìcn, 2)6
Mm ¡M uto. 2 ) ' Felipe cl bastardo, duque rie B argucia.
I inaile rie Alba, 120 145
I 1 o in, A lb in o , 25n29, 23, 30n6S, 54, Felipe 11, 114, 12 0 . 2 U7
111 142, 147, 151, 153-154, 157-158. Pilòti, 206
0 .2 , lf.5, D 7nl, I99n4, 202, 2l-in23 Flaubert. Gustave, 12, 139, 209
i 1 men. Colección, ] 43 Flechsig, Ed'.iatri, 2D itto
Flnnalie. Maestro rie, i\ iMaestro de
i d i irrii. .VUeriro, 101-103 Fléntalle
I prim, sari, 199 Florencia
ic hi rie Peten-dortl. D 4 convento de Santa Maria N o velia, 179
iI i >t rie M tguncia, 141 frescos de la Santa Croce, 157
i I .i rie Sajorna, l l n frescos rie Sanca Maria Novella, 156
i i ll TL'.litsz, Petei Cornelius, llamado Galleria degli Udiri, 158
1 . 1 nut, e. Kuittt mosaico riel baptisterio de. 156
i in in- de Kalk Jr, IU4 Fiorentino, Concilio, 193
‘ i ...... riv Rotterdam, 11.3, 2()7nl Floris, Frana. ì54
■ilm .'m , biblioteca de, ¡51-152 Forti. Mi col, 34nfil
i in i Max. ¡9023 Fossa (Santa Maria ad Crtptas). 156
in ' A d olf Oswald, 2 ! -mi» Foucault, Michel, 52
i i , M acero, 141, 149, 165, 201n7t Foumier, Robin, Itlnliadoi', 179
o d IO y n2 Fra Angélico, 157
i ■ on al, monasterio del, 2)7 Fnengei, Wilhelm, 27, lln, 1 2 2 . 125.
I i .'ht Puns, ij. Duns Escoto 130-131,2Û54KÆ
I i Juan Erigena, e. Juin Escoto Francisco, san, 157
Erigen) Franck-FJtiquesr.e, .Albert, 2"4n3
221
Fries, Ruis, 148 Gucrsi, Gnido. 141, 203
Guevara, Felipe de, 2K9til
Gadamer. I Ians-Geoig, 32 Guiratul, Paul, 209:1:2
Gaddi, Agnolo, grabador, <iv, 157
Gallir.l, ciara, 4lrt8l, 42nS2 H. I.,, Maestro (¿Hans Loy? ;Leu?
Galvano. Albino, 2 7 n.M ¿Leinbergerr). 66 , 140. 197nl
Game, Museo de, 82, lid, ¡99n2 Hagen, Oskar hiilllk, 2 1 0
Garrir Navarro de d'Ors, A., I tnl Haarlem, Museo de, 146
Gardiner, AJail H. 197n6 Híimburgo, Museo de, 146
Carin, [ingenio, 40n7f¡ Hegel, Georg W ilhelm Friedrich, 5.1
Gciler von Keiserberg. 2UJ Heidegger, Martin, 2J[i25, 26, 12, 50
Geisberg, May, 2] -.l Heidercich, H., 2l{in3
Genova, Gallería Balbi, IR Hcks't (diosa-rana egipcia), [ 10 , 217
Gerlac, Ferersz, 105 Hcile. Wilhelm dc, 201117
Gt'rung, Matthias, 2 1 0 Hermes, c. Mercurio
Gilíes, René. 2f(5n9 HermógCJies, 121-122. 1.33
Ginebra Hddcmissen, Wilhelm van, carmelita, 13:
Musco de, 157 Holbein, Hans, 57, 2KHU3
convento de los Padres Dominicanos, Horst, Georg Conrad, 2U4n3
157 H ugo dc Sail Victor, teólogo, 193
Giorgt, Rubina, 22, 27n54, 52nlíiS Husserl, Edmund, 26, 12
Giotro, 156-157 Huys. Fraila, grabador, 143
Girodie, André, 2 ÍOnin Hiiyi, Pieter, pintor, 28, 69-70, 77. S3 ,
Giidiano, Baihiuo, I 9t)2u 107, 134, i+2-143, 204 n2
Glaber, Raúl, monje. 197n2
Goeckint, Peter, 133 tcaro. Vuelo de, M9
Gossaeri, jan, llamado iVtabuse, Inocencio VIII, papa, 194
Mabuse [jistitoris, Hemitías, 187
G u p , Francisco, ! 9n20 Isaac, 17|
Grabar, André, 36 Isaías, 125-127
Grab, Urs. 151 Isenbrandt, Adrian, 145
Gran vela, Antoine Perrenot. señor de, Isenuiami, Gaspar, 149
I 2 íl Isolda, 12
Grass;, Ernesto, 27n34 Isscnheim, altar de. 25. 05. 141, 142. ' 44 ,
Gregorio Magno, san. 1618, 169-17o, |73- 149
175, |77, 1K7 Issenheim, convento de, 263
Gregorio Niceno, 2-.I4
Grem io de Jan Lucas, Ainbcrcs, 144 Jacob. I7t
Groenendael, bosque de, 72 [acoto i'e Almaengien, v. Felipe de San
Groóte, Gerhardt, 61, (03-195, 115 Juan
Grottandli, Vim gj, 41iiSü Jacobo de I Itérame (Palladimis), 2 11
Chinasen, C „ 203 Jacobo de Vorágine, 187-188, 2 >JJ
Grünewald, Matthias Gothardt Nithart, Jatlkélévitch, Vladimir, 23, 27n54
25, 54, 88 , 93, 95, 149-142. 146, 153, [ano-lana, 125
102, I97n1, 203, 21(9-210 Jaqrrerio, Jacobo de Turin, 157
222
I r.|vrí. Karl, 26-27, 2fi9 Lisboa, Museo de, 77, 107, 131-132, 208
|i militilo, san. 82, lift, 154, 173, 17v, 181, V.o eh II cr, Stephan, 149. 152, 21i,'il]2
1*5, 199t)2. 2W, 201n7 Londres
II ab, 171 British Museum, 153, 154
|ob, <0, 136 Longhi. Roberto. 33. 54
I■i; 1 , Giacomo, 14ti6 Lorenzo, san, 167
bun, san, evangelism, 101, 165, 171.202 Loreto Aprutino, frescos de, L5ft
I i ,, ilanudo CHniaco, 3'J Loti, H-, 27n34
|ujh , Bautista, 140 Lowith, Karl, 27nÍ4
b .in de- ¡a Cruz, san, Irifl Locas, sari, evangelista, l l ¡ . 144. 168
I - i de Salisbury. 2(10 Lucas van Ley den, 1 H, 67, 69, St, ss, 147,
I i i Escoto Erigen a, 95) 204n 1
|n-n X X II, papa, 162 Lugano
Indas. 172 Villa Favorita, 143
I 1 ■i 111 . papa, 2 0 J Lidio, Raimundo (Ram ón Llull), 157
I il,;, t lari Gustav, I Ut, 2i;4 Luterò, Martín. 141, 150, 215
223
Mateo, jan, evangelista, Ita, 172 Olbrechts-Tytoca, Lucie, 27tU4
Manuel Nikolaus, r. Deuterh Olivetti, Marco Mana, 1In2, 19, 32n2a, 26
María, 112, 166 - 16 8 , m , 75, 177, 2 lln i Orcagna, Andrea, 156
.Viaria Egipciaca, 172 Ortega y Gassct, José, 51
Murimi.ino, emperador. Ita OssoLi, Carlo, 12n4, 17-14, 26, 2yn4l,
Mayer Grost, W illy. 209 36n6íi., 57
MeGuinness, F., 27n.ia Otto, R u d o lf 25, 2[KJn2
Mec-htild, santa, 11 4
M ending, Hans, 54, L44 Pablo, san, aposto!. 6t. ila . !54, J7u, 172-
Manga!lis, Pier Vincenzo, 2£n.59 174
M e r c i«, André, 27n_54 Pacher, Mtchael, 149-15U
Mercurio (1 Jennes, Mercurio filosófico, Paci, Enzo, 27
Vaso de Kermes), 27. 107, 123, 157, Padua, frescos de ti Capilla de los
154, 205, 216 Scrovegni, 156
Merleou-Pomy, Maurice. 7ón66, 42, 52 Palladimis, l'. Jacobo de Ther.uno
M et de Bles, I lendrik (Henry), llamado el Pallotto, Manu eia, 34n6t
Lerftitírd, 70. 74, 77, 124, 144 Pannikar, Raimundo, 27
Mctsys, Quintili, 145. 2 in Panotsky, Envin, 20Sti2
M ich el Wilhelm, 2 10 11 I I Parentino (o Parenzano, Bernardo de
M igue. Jacques-Paul, IR.5, 2lùn7 Parcnzo. llamado), 70, 161 162. 2 1 U
Miguel, san, arcángel, 140, L52, J6 R Paris
Migue] Ángel Buonarroti, lifi-SM, Itti, Mi Museo dd Louvre, L42-142. 149
Minkowski. Eugène, 20-27, IOOjiì Pascal, Blaise, 44
M lc]tiei, Pierre. 27117,1 Pasquali, Giorgio. 75
Moisés, 166, : 0 v, 204 Pa timer, Henry (Herry) de, 144
Molitor, Ulrieus, 1S7 Patintr (o Parin i « ) , Joaclutti, 90, 144-14.5
Monogramma, it s Pavese, Cesare, 55
Montani, Pietro, _54nM Pedro, san, apóstol, 166, 171-172, 2ù0ti4
Moosburg, aitar de, 140 Pedro Damián, san, 2ot5n4
Moscato Pedro de Skaeupingc. 2B>n7
Santa Mana de! Lago, frescos de, 156 Perelmm. Charles, 27n24
Mostaert, Giliis, 146 Pérez Sánchez, Alfonso H., lin i
Mueller. Lucas, Cranach Pctcrsz. Geilach, c. Ccrlach Peteisz
Murmikhuiscn, carrata de, 1Ü4 Petrarca, Francesco, 17
Munich, Pinacoteca de-, 140, 14R-150 Pianella, tíreseos de, 156
Munto, Thomas, 27n24 Pi cardos; Brrghard en, .secta Je los, ¡71
Muta till, André de, 27 Piccolomini. Eneas Silvio, 1.5i
Pisa, Camposanto de, 156-157
Ñipóles, Musco de, 120, :23 Piantiti, Christophe, 145
Nauimnn, Hans Heinrich, 2lVttij Platonismo, SI
N e w Haven Piche. Armando, 27n.ì4
Colección Jarres, 157 Po mano, Giovanni, 19R
Niedenarwctl. altar de, 140, l?7u] Pont, Antonio, 209til
Nitlvart, M , r. Griim-wald Praz, Mario, I9n20, 26-77
Notte-Dame, hermandad de, 79. I9v, 206 Przyw.m , Elidi. 2 2 , 27n.54
224
Pendo Dionisio, ILmudo el Areopagna. 99 Sainugo.de Compostela, ripósto!, 133
l'ucch, Hcmi-Charles, 204n3 Santoli, Vittorio, 53
Pugliese Carratdli. Giovanni, 33n59 Sartre, Jean-Paul, 16, 42
Sii!erta, Stefano di Giovanni, limlado,
..loivi 115, Fiorendo, J03-KJ4 69, 1S7
li timer, Karl. 22 Satinas, 37, 47, Kb. 88. I l i , I D 1 16. I29-
I-' limo udì, Marcantonio, 121 130. 1511, 152-155, 182, 1S9, 192,
!■' ni ero, sjn, 157 I 97n |, 199n3, 2ÌI40.3, 205-206, 2US,
k. .ìirverso, ab adii ile San Antonio de, 157 S litti, 215
I ■' ;•11 :,i Ido, m mij s:, 2t>7ri+ Saturno, 202
K *i beiseli de £ Strasburgo (¿Maestro de E. Savonarola, Gerolamo, 88
S.?}, 210 Schelcr, Max. 24o28
k |rebus (san Crisróbajl, 14fi Schlegel, Friedrich, 52
k In., Anita, 3>)n23 Schmid, A., 140
l. ' i he:. Charles-Rcben. 203 Sehnen, Erhard (¿Maestro E. S.r), 2lo
li i, is'Lir, Paul, 22 Schönbach, A., 210n9
I' ■'Iti. Wilhelm, 196 Sdiongauer, Martin, 54, .58 89, 141, 147,
H om i 149-151, 162, 165, 210
i ' ipilla Smina, S5A Schreiber, Wilhelm Ludwig, 21Ó
Galleria Barberini, 146 Secret. Francois, 22
( ¡allena Colonna, 146 Sedlmayr, Hans. 27
1.1allena Dona, 160, 161 Setris. Salvatore. 52-33
r imaglia. Aurelio, I2n3 Scalier, Jean, t in i, 32n57, 33n5B
I meano, Fresco* sle. lab Signorelli, Luca, 157
k .. .LendaLr, convento de. 104 Sinai, monte, 199u2
k'.iv ioni, Giancarlo, Disk Sorg, Anton, tipògralo, 99
i1■■ nl'eld. Hans Friedrich, 2inno Sondile, i gl evia de. 2fr9n4
II smerdarli Spirito. U go, 55
M ir a i Boymaos, 115, 117. 199n4 Spränget, Battilo!,IttiaetP, M6
k l'inseay, Hcnn, I OnJ?t i Sprenger, fahob. Iti?
l' mik. , Henrictis Corno lius, 209 Stahl, Fmvt Conrad, 2lnn9
I ' n i s. Luigi. 32ti56 Stamina, 157
|t iis l -roeck, beato jan Sili, larnado el Staulìfenberg, aitai de, 149
Admirnbls. 73,82, 99. '. >2-105, 107-HH, Suso (Scuse), Enrique, beato, 73, 99-102,
III 112. 115, Ib9n2. 205uh. 207n2, 213 105, 155-156
225
Tiziano Vecellio, T54 Warburg, Aby, 32-35
Tolnay. Charles de, 205n8, 2ó7nl Weil, Simone. +8-49
T o rn ii de Aquino, santo, 179-ltjo, \')2 Wellcns de Cu.rk. Jan, e, Cock
Traini, Francesco, 156 Wesseley. Emanuel, 2'i9n4
Tiento, Concilio de, 193-194 W fcJeu, R ogier vari dei. 140, 2[fl
Trtsràn, 12 Wilhelm de Herir, 28 In
birbi nga, biblioteca de, 2Ú2 Windsor, 158, 161
Tusca nia Winkel, Friedrich. 2 ioni 3
Sajlt.i Mari a M aggióre, frescos de, 15(i Wolfgang, sali, 149-15(1
Wolgrmutlr, Maestro, l5.i
Urbino, aprendiz de M iguel Ángel, 2H
Yates. Francés A „ 35
Valenciennes, Museo de. 133
Van dcr Gcics. Hugo. ]i"'4 Zaqueo, 772
Vanrrucci, Giovarmi, 3'Jii73 Zolla, fcbruire. 19n22, 2t>n23, dán52. 48ivH
Vasari, Giorgio, SS, 201 Z ufolìi. Luca, .ÌStiàO
Vaioli, Cerare, 32 Zìi leu, Watrci Karl, 141, 209rl5
Valicarla, Biblioteca, 10 , III.'
Vega, Amador. 32n.37, 4 'òli 103
Vaicela
Mmeri Correr, J38. N I
fila d a Ducal, 8 2 . 1.37, 114
Vézelay. abadía de, |9?n2
Vieni, Museo de, 113, 120, 139
Viennois. abadía de San Antonio de, 179
Vistò Tundid i. 130, 134. 187
Vlad, Roman. 27n34
Vos, Martin de, 1 3 1. 2<j2nK
Vos. Peter de, 154
22 ù
Láminas
J. M ic it r íi T-í. L., C rift i' \- rI anátigilj,
c r ; !11.- HflI i ]ta i lu La Í l¡J ; í Í.i Ôtai
iti N ie d ífío tw íil (Baden).
2. Maestro H, L., Calcia tic ìof ¿nuclei rcheiliti,
Deiailé Je) aJrflr de la illesi a parroquial
di Nitdermcwiil (Baden),
3, M ila n o FJ. I £.¡11 l i ((¡rii I1 p e í an lid /a.'- Lrbkíj.
D etjlle d'éJ -ilt.ir de b igîçiia par$>quial
Ot N i Pd twçil (U :id eti : .
4 Vlaestro H L .. T r ú ii'f ú r n i ú í i i n J e t á n g e l
rebel J ,1 en d e m o n io . D e ta lle del altar de la iglesia
parroquial de N i c d e r r n t w c i l (B aden).
El Basco, Alegaría Jr! « t t n dt Jieno
Madrid, Museo díl Prado,
6 EJ A U - ^ f ú t ài'! « f w i h h e n o (d t i . l . M adridii M u í* « Í « ¡ pratici
I
S- FI Bosco, Teniacionef de sou Antonio. Amsterdam. Museo Nacional,
I PI R o ïi - li, fVirii¡:ri'nfí d i s till Jr,'fOifi\í M adrid, M u ic d de! l ’rid û .
"í
j
y!. I’ ietcr 15ru.tp-h.eL e.t Viejo,
C.¡r';íj de ios Angeles rebeldes íJt.-1.:.
B rida s. M usca.
V¡ Pieter Tl rts egli e i i’] Viejo. f?J triunfe tir lu m uent {dei .!
Madrid, Milieu de] Piado.
■ 11. P ieter B ru e g h el et V ie jo , E'J (ffp/ti .J<*■ ¡¿j jhiiert l* (der.)
M ad i' 1 d , M u s cu d e 1 I- r üd ü .
■lì, ja ri Brueghel Je Velours, Escine in/érniil.
Viens. Kiirisrhistorische* Museum.
44, [ i n B rueg hel de V e lo u rs .
L'.ircuj in f e r n a l . Karl sruhe, Galería.
4 5 . H'i ru e Li de P Leier
Lu rííj/üííi'rrf; ,ie ai» Antimo.
Genova, Galleria ILlhi.
-lb. Eicuelj dii Plütlit B m cjh^L
/.J í fí frtacíííjjiei
ti? Sn11 jinlaniit ( [Lcr j ,
í&ciíova, G alici ¡a Balbi,
■17, laicas vsn r.cydcü.
Lj í rl'.'i j lTi:í firfj di' j.irr
±3ruselas. Musco
4ft. Escu e l j de Lucas v a n L eyd en.
L a s te n ta ii< w c > de ■.rm .-3utorizri. D resde, G e m ä ld e g a le rie »
■ . J.j n M ;i il d y n.. .S'.rn C lr is i /;. 1 /.
M unich , Alte Pin iku iîiek.
5í ■J a n M a n d y n , ! -¡s ¡tu re n io n e s Je san A n t o n i o .
Ha a r l e m. Halsinusenni.
5 3 . J;i il M a n o v r i , L a i teuté^i^tief J l- iijtj Àyftanio (dct.).
A ait. en îs C atltrni H a r b e r íp , R mna.
54. Jan Ma ndyi i, L¡:s t f i t i d ï t o n e s de tf,?j| ¿■'I/iíoíjjij ( d e t j .
A m , en La Galleria B a r b e r i n i , R o m a .
55. Jan W a n d y n . L,;í reiir.-vri-nej ¡íc jan A utcuio.
R a m a , G all eria C o l o n n a .
5(i- Jan Masi dyn. 7, rii tcniacinKs d r j j t f A n t e n i # .
R a m a , Gal l er i a C o l o n n a .
3 7 . Pseu do H e n d r ik M e t die 131=5 (el L e e h u ia ),
HI StiTitrn«; Vcucei.i. E’aLauio Ducal.
ß
i?. Pie ml o Hendrik Met de Ule* ;'c! Lechuüí}.
F.¡ li i fi e n i ’.' idee.). VenecU, Palacio Ducal.
üu. P sc-.i J ú H c n d r i t M ée de Bles (cl L e ^ h i i i i ) ,
H) ïn fiétn o (Jet. ) . Ve ne ci a, P. i ' i c i o D u a l .
Gu. P sc ud o H ci sdri k M e l cie Bles (t-I L e c h u i a ) ,
Hi In fU n tv (dct.)- V e n e c i a , Palaeici Due»].
h l . H índrik Mel de tì!es.
_
66. P i e i e r H u y s . Juicio Universal. B r u s e l a s , M u s e o .
i.". i’î ï tï T Huys, J '- t i i i - . ' U n iv e rs a l (det . ;. Brusel a J, Mu s e ü .
<ilJ. l'iíter Huy's. JuiVit» L'«rrrrjfW (dct } Bruselas, Museo,
7 il. Pit-t<rr Huvs, Fn>)tnsi,>s s e b t t el i/r/iVrmi.
M a d rid , M u s e o del Prado.
_
: L. V i ULi' r H liy i {?), Ü•m G f u s ó b i t l , D ij on, M in <
-■6 .
73. Ia il Crüssiicrr (Mah use), /..tí ícíj rí?j*ie*^ ¿le ìjìj .1 u î oti io ,
Kansas Ç ity T Museo,
— Matthias Gr üne wa l d , l. if ttn h ic io n e r d e s < in in to n i?
___
HO. Joa chim Pattuir. Las tentaciones de son Antonio (dot.).
Madrid, Museo del Prado.
81. N i k o l a u s M an u el De uts ch)
L t f tcmacionm iir’ s,;« Antonia. B ern a, M useo-
i l . Nikola li i Marnis i Dents';!:,
kii; Ífflíiifíe'wcí ii f .-iJii A ri in firs (dec, :. B e r m . M u s e o.
SJ. Nikolaus Marniti Deutsch,
L iu fi'.tfjíío.'íi’s iÍ í' Sitíj A h Ionio ( el e t . ). Bernai Museo.
hJ. N ik o la u s M an u el Deuts ch,
Lai Huhu it tic i de san Anlenìei ( J e t . ) . B e r n a , M u s e o .
I
íi5. N i k o l a u s M an u el Deuts ch.
I . j f tentilii.uieí Jf mtt .-I « íloi;\i (dct,). Berna, .Museo,
fis. Jan <ic Cock, L js tcnuitiona Je s,in Antonio.
Lugano, Villa favorita.. col, Thyssen.
¡sí», M i c h a e l Pacli ér. S w líV/fijiuiÿ y cl Jiabkt.
M u n i c h , A l t e F i ita k o th c k ,
91. H'íluííJ;! de- Colonia (hacia
C m tiflx iitt (der.;. Tlrii-’oLis, M u i k i .
Plañí Fries., La cuida de los {tiHttçnad&s.
Munich, A lti Pinakothek.
y 3, A n ó n i m o fia m e neo de! s iglo x v i ,
Li ri te tî t adoit ci \ìc i a *.■ .-i '71 o a rc . V i e n .1, í *e m -i Ide g j Ieri e ,
95. S t e p h a n L o e till er. Bf fuit'b U n i v e r s a l ( d e i . ) .
C o l o n i a , W a l r a t ï R i e h - i m V ,m e n n i.
>o. Stephan L Dehn er. El Juicio Universal idet.J.
Colonia. Waltaif Richirtr Museum.
*>7. St ep han L o e h n e r , n i j t f i r i v U n i v e r s a l ( d t t . ) .
C o l o r i a . W ï l r a i f R i e h i r t z .Museum
Mis. Sreplian L ochner, El Juicio l'tiii'iria l (det.).
C olonia, ‘WaTraff R ich a rtz Muséum.
,
Stephan Locha.**, Et Juicio UtfivcKol {Jet,),
Colonia Walraff Rieham Museum.
I '0. Marcia de Vas, tentdfianes
¿ie i .-I fi Aiítúnw. A m b er es. Museo.
101, Anónim o de P túJü , ííífi Miguel Arcâit^éf.
ti ra n a J a. C a p illa FLeal.
102l A n ó n i m o español. A’rtir M i s u r i A r í á n g v ! ,
M a d rid , M u s e n del Prado,
103. Aitói i mi o español , San A t ig n e i -\ rrá it¡c¡ "Jet.).
Ma d r i d . M u s e o del Prado.
] i»T'. F ic Q fli holandesa (Finales dtl siglo XV F),
.WírJf-üJ'e. A pillerei, col. particular.
M p . E s t u ïli fl ¡imotij-j. ltd siglo x vi,
L.i.i tentat iene: i/c jjjj An renio. Bruselas, .Musen,
MiáestíÓfS italianos
! hS . /.-!fie w i1 d c r '
M osai c o de Jü c ii pula
del Baptisterio àc Florencia, i,sigio >' rï i},
'T J . (i,;jit’j f ¡ i ( d e i. M c s j i .t d e ¡.i É & p u la
d e [ H .11- r i i [c r i d r H Î u re n ^i a (s ¡y: lo IJ L; .
I l i . A g n o l o G a d d i, Lui te n ta cio n e s ili son A n to n io .
D i b u j o , Paris, L o u v r e .
123. M a e s t r o E. S.. L as i c n i a c u u i e s Je sea A n to n io . Grabado.
.! ri L u Ck & C r i ri a e li, if fi t ùfi ofj f i d f t<.??f A #in n /o X i 1 o gra í i a .
i 27. Di u31 il ibujü dii Busco, S'j tj Md rî rh. Grabado.
12 Í. L. I-S í“r j j ! , M o n jf lü g u iio pot nti dn-h'nio.
D jb u ji) , B a j i L ' i , G i b l n r t ^ de H s u c n p a i,
l: l>. LF is Grit", S u l f a t e y M it h in .
H is ilc a . G .ibi n e t t tie E s t^ tìip s 5.-
IJO . Lucas van Leyden, Lis tenlueiones de ?.tn Antpniö. Grabado.
131. N i k o l , n i ' M a r n iti Deutsch, Le* fen rarefi oi í.'c san A ntoine.
D i l u í ] o , Basilea, G a b in e te ele Estampas,
132•N i t films Manuel Deutsch, £>os fantini»;,
Di buj o. B in le i, Gjifcaá tte Je Éit arrvpas,
l i.1. Xilografia alemana de 152n (polémica religiosa protestante),
j'i'í PenriÍJíc f i t ní rf.SMtíi1 ;¡ .SaMmir. Berlin. G ab i r e te de Estampai
I3fi- l i e un d iliu jb d ï Rrini^licl e] V i í j j , L ú (Htcitmift. G r e n d e i.
137. De un dibujo dp B rui ¿bel cl Viejo. La i diera. Grab.uiû.
ÄYLT i rfilAVlATJûMRf r v r to WM i r ewNiivj
ii vn nnivviUd
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M T V I . i
gw V U i ^
H 3 . f ’ n d ii:e A t t o n i t a . V id a de satt A n t o n i o . 4 Í W .
-tos
23, El Mosco, E l ja r d ín de las delicias (der.), Madrid, Museo del Prado,
24, Fl Hosco, El Jardín delas delicias (der,). Madrid, Museo del Prado.
23. F.l Hosco, E l ja r d ín de las delicias (det.), Madrid, Museo del Prado.
23, El Hosco, Lar improperios. El Escol ia!.
27. El Hosco, I jos badas de C a t ú (det.), Rotterdam, Hoymans M u
seum,
28. El Bosco, E l p e re g rin o d el m u n d o . Rotterdam, Boymans Museum.
29. Escuela del Hosco, Je/?, rnir .4 rife id ' y sanJerónimo (parte central del
tríptico). Brujas. Museo.
30. Escuela del Bosco. T entaciones de san A n t o n io . Basilea, col. particular.
31. Escuela del Bosco, Ten Mociles de san A n t o n io (det,). Basilea, col.
particular.
32. Escuda del Bosco, E ! i tifia r ía . Nueva York, Metropolitan Museum.
33. Escuela del Bosco (?), E l sueña d el en am ora do. Madrid, col. Lázaro.
34. Pieter Brueghel el Viejo, Margarita la Lasa. Amberes, Museo M a
yer van den Bergh.
35. Pieter Brueghel el Viejo, M a r g a r ita la U v a (det.). Amberes, Museo
Mayer van den üergh.
36. Pieter Brueghel d Viejo, C a íd a de los ángeles rebeldes. Bruselas, Museo.
37. Pieter Brueghel d Viejo, C a íd a de los ángeles rebeldes (det.). Bruse
las, Museo,
38. Pieter Brueghel d Viejo, E l tr iu n fo de la m uerte. Madrid, Museo dd
Prado.
39. Pieter Brueghel el Viejo, E l tr iu n fo de la m u erte (det.). Madrid, Mu
sco del Prado.
40. Pieter Brueghel el Viejo, E l triu n fa de la m u erte (det,). Madrid, M u
seo del Prado.
41. Pieter Brueghel el Viejo, E l tr iu n fo de la m u e rte (det.). Madrid, Mu
seo del Prado.
42. Pieter Brueghel el Viejo, T entaciones de san A m o n i o . Washington,
National Gallery.
43. jan Brueghel de Velours, E s cen a in fern a l. Viena, Ktinsthistorisches
Museum.
44. Jan Brueghel de Velours, Escen a in fern a l. Karlsruhe, Galería.
45. Escuela de Pieter Brueghel, L a s ten ¡aciones d e ¿att A n t o n io . Genova,
Galleria Balbi.
46. Escuda de Pieter Brueghel, L a s tentaciones de son A n t o n io (det.).
Genova, Galleria Balbi.
47. I .uas van Leyden, Lis iff ttaäones de san Antonio. Bruschi, Museo,
48. Hm:ueh de Lucas van Leyden, Las tentationes de san .Antonio. Dres-
de, Gemäldegalerie,
49. Jan Mandyn, San Cristobal, Munich, Alte Pinakothek,
5h, Jan Mandyn, L u tentaciones de sau Antonio. Haarlem, Halsmuseum,
51. Jan Mandyn, Las tentadones dr son Antonio. Am. en la Galleria Bar
berini, Roma.
52. Ian Mandyn, Lu tenfaetònes de san Antonio (det.). Am, en la Galle
ria Barberini, Rom a,
53. Jan Mandyn, Las tentaciones de satt Antonio (det.). Am. en la Galle
ria Barberini, Rom a.
54. Jan Mandyn, Leti tentaciones de san Antonio (cirri.). Ant. en la Galle
ria Barberini, Roma,
55. Jan Mandyn, Los tetitaciones de san Antonio. Roma, Galleria C o
lonna.
56. Jan Mandyn, La tentaciones de san Antonio. Roma, Galleria Colonna
57. Pseudo Hendrik M et de Bles (el Lechuza), HI Infierno. Venecia.
Palacio Ducal,
58. Pseudo Hendrik M et de Bles (el Lechuza), El Infierno (det.). Vene
cia, Palario Ducal.
59. Pseudo Hendrik M e rd e Bles (ei Lechuza), F.l Infiemo (der.). Vene
cia, Pahcio Ducal.
60. Pseudo Hendrik M er de Bies (el Lechuza), EÌ Infierno (det.), Vene
cia, Palario Ducal.
61. Pseudo Hendrik .Mer de Bles (el Lechuza). imitation del Bosco,
Lis tentaciones de san Antonio. Viena, Gemäldegalerie.
62. Hendrik M et de Bies, Las tenhieioncs de son Antonio (dec.), Venecia,
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63. Hendrik M et de Bles (el Lechuza), Lis tentaciones de san . \titanio.
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64. Pieter Hoys, Tentaciones de san .Antonio. Amberes, Museo Mayor
van den Bergli.
65. Pieter Huys, Tentaciones de san Antonio (det.), Amberes, Museo
Mayer van den Bergli,
66. Pieter Hiiys,_/iuäii Universal- Bruselas, Museo.
67. Pieter I liiys. /iurri Universal (det.). Bruselas, Museo.
68. Pieter Huys. Juicio Universal (det.), Bruselas, Museo.
69. Pieter Huys.JmWe Unincrsai (det.). Bruselas, Museo.
■D7
70. Pieter Huys, F antasias sobre et in fie rn o . Madrid, Museo del Prado.
71. Pieter Huys (?), Satt Cristóbal, Dijon, Museo.
72. Pieter Huys, Tentaeiones de san Antonio. Nueva York, Metropolitan
Museum.
73. Jan Gossacrt (Mabuse), Las tentaciones de san Amonio. Kansas City,
Museo,
74. Matthias Griinewald, Las tentaciones de sein Antonio (ala del tríptico
de Jssenheim). Colmar, Museo.
75. Matthias Griinewald, Las tentaciones de son Antonio (det.), Colmar.
Museo.
76. Matthias Griinewald, ¡ mí tentaciones de san Antonio (det.). Colmar,
Museo,
77. Matthias Griinewald, Las tentaciones de san Antonio (det.). Colmar,
Museo.
7h. Joachim Patinir, L?,r tentaciones de sau Antonio. Madrid, Museo de!
Prado.
79. Joachim Patinir, I m s tentaciones de san Antonio (det.). Madrid, M u
seo de! Prado.
Bü. Joachim Patinir, I m s tentaciones de satt Antonio (det.). Madrid, M u
seo del Prado.
81. Nikolaus Manuel Deutsch. Las tentaciones de San Antonio. Berna,
Museo.
82. Nikolaus Manuel Deutsch, Las tentaciones, de san Antonio (det.).
Berna, Museo.
83. Nikolaus Manuel Deutsch, I mí tentaciones de san Antonio (det.).
Berna, Museo.
84. Nikolaus Manuel Deutsch, Las tentaciones de san Amonio (det.),
Berna, Museo.
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89. Michael Pacher, San H b ltg a n g y et d ia b lo. Munich, Alte Pinako
thek,
W. Maestro de la Leyenda de Santa Bárbara, Historia deJob. Colonia,
WaIrafFRichart? Museum,
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91. Escuela de Colonia (bada 1500), Crucifixión (dec.), Bruselas, M u
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92. Hans Fries', La mida de los condenados. Munich, Alte Pinakothek.
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Vierta, Gemaldegalerie .
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95. Stephan Lo timer, E ì Juicio Universal (det.). Colonia, Walraft R i
d i a m Museum.
96. Stephan Lodine r, E l Juicio Universal (det.). Colonia, Walraft K i-
chartz Museum,
97. Stephan Lochner, E l Juicio Universal (det.). Colonia, Walraft' R i-
diartz Museum,
98. Stephan Lochner, El Juicio Universal (det,). Colonia, Walraft R i
chartz Museum,
99. Stephan Lochner, E l Juicio Universa! (det.). Colonia, Walraft R i
d u rti Museum.
100. Martin de Vos, Las tentaciones de san Antonio. Amberes, Museo.
101. A n ón im o de Brujas, Xd» Miguel Arcángel. Granada, Capilla
Real.
102. Anónim o español, San M igue! Arcángel. Madrid, Museo del Pra
do.
103. Anónim o español, San Miguel Arcángel (det,}. Madrid, Museo del
Prado.
104. Maestro de la Leyenda de san Antonio, Leyenda de san Antonio.
Munich, Alte Pinakothek.
1G5. Escuda holandesa (finales del siglo XVt), dom/fere. Amberes, col.
particular.
106. Escuela flamenca del siglo XVI, Las tentaciones de san Antonio. Bru
selas, Museo.
Maestros italianos
409
109. infierno (det,). Mosaico de la cúpula del Baptisterio de Florencia
(siglo XLH).
110. Martiiro di Bartolomeo, L a s te n ta cio n es de sa n A n to n i o . Roma, Pi
nacoteca Vaticana.
H I. A gn olo Gaddí, L a s te n ta cio n es de san A n to n i o . Florencia, Santa
Croce, capilla Castellani.
112. Sassetta, Los tentaciones d e s a n A n to n io . N e w Haven. Universidad
de Yale.
113. Giovanni Catiavesio, J u d a s . Briga Marittima, iglesia de la Virgen
de Fontano,
114. Bernardo Paremmo, L i s tentaciones de san A n to n i o (det.). Roma,
Galleria Doria.
115. Bernardo Paremmo, L i s tentaciones de san A n t o n i o (det.). Roma,
Galleria Doria.
116. Bernardo Paremmo. Las tentaciones de san A n t o n i o (det.). Roma,
Galleria Doria.
117. Bernardo Paremmo, Lis ten ta cio n es de san A n to n i o (det.). Roma,
Gallería Doria.
118. Bernardo Paremmo, L i s ten ta cio n es d e sa n A n to n i o (det.). Roma,
Galleria Doria.
119. Martino Spanzocti, E l in fiern o (det.). Ivrea, San Bernardino.
120. Miguel Ángel, El Juicio Universal (det.). Roma, Vaticano, Capilla
Smina.
Dibujos y grabados
410
130. l ucas van Leyden. Las tentaciones de san Antonio. Grabado.
131. Nikolaus Manuel Deutsch, Litó tentaciones de san Antonio. D ibuja
Basilea, Gabinete de Estampas,
132. Nikolaus Manuel Detteseli, Dos demonios, Dibujo. Basilea, Gabi
nete de Estampas,
133. Xilografìa alemana de 1525 (polémica religiosa protestante), El
Pontífice es entregado a .SuMuis. Berlín, Gabinete de Estampas.
134. Peter Cor nel un Knnst. Lis tentaciones de san Antonio. Dibujo. Fa
lange n. Universidad,
135. Peter Cornelias Kunst, Lis tcniaíhnes de san Antonio. Dibujo. Fr-
1arigen, Universidad,
136. De un dibujo de Brueghel el Viejo, La paciencia. Grabado.
!37. D e un dibujo de Brueghel el Viejo, L i cólera. Grabado.
•138. De un dibujo de Brueghel el Viejo. Las tentaciones de sao Antonio.
Grabado.
139. De un dibujo de Brueghel el Viejo, La caída del iii.igo. Grabado.
14D. De un dibujo de Brueghel el Viejo, San jaccbo y el mayo Hertnóge-
ttes. Grabado.
141. De luí dibujo de Brueghel el Viejo, Ut pereza, Grabado.
142. De un dibujo de Brueghel el Viejo, Bajada de Cristo al limbo. Gra
bado.
143. Alberto Durerò, El Caballero, h Muerte y el DjVjWli. Grabado.
¡44. Alberto Durerò, L¿r Afe L i indili, Grabado.
145. Alberto Durerò, La Italia de san Miguel Arcángel con los demonios.
Xilografía.
146. Alberto Durerò, Un episodio del Apocalipsis (dee.). Xilografia.
147. Alberto Durerò, Di bajada deJesús al Limbo (dee..). Xilografìa.
148. Alberto Durerò, .Vfanmio mei. Dibujo. Londres, British Museum.
149. H, Aldegrevcr, £7 rico Epulón llevado por los diablos aí infierno. Gra
bado.
150. Anónim o alemán del siglo XV, Un fraile dominico atormentado. X i
lografia del libro de Enrique Suso publicado por Antón Sorg en A u g v
burgo en J4M.
151. D e una pintura de Jacopo Jaquerio, El Juicio Universal. Xilografìa.
i 52. Leonardo da Vinci, Cataclismo cósmico. Dibujo. Windsor Gasile.
153. Leonardo da Vinci, Cataclismo cósmico. Dibujo. Windsor Castle,
134. Leonardo da Vinci. Lucha de un drgtféri con r<u león. Dibujo. Flo
rencia, Galleria degli U ffizi.
41
A r s n m r ie t t iU y Códice Amonita
I. Códice Antonita. Vida de san Antonio Abad. Miniatura de! siglo XV.
Florencia, Biblioteca Laurenziana.
II. El Basco, Las bodas de Cana. Rotterdam, Boymans Museum.
[fl. Pietcr Brueghel el Viejo, Autorretrato. Vicna.
IV. Pieter Brueghel el Viejo, Hl misántropo. Ñapóles, Museo N azio-
nale.
V. El Bosco, Alegoría del carro de heno (detalles: A, B, C ). Madrid, M u -
412
seo del Prado, Peter lìrucghel el Viejo, £7 triunfa de la muerte (detalles; D,
E, F), Madrid, Museo del Prado.
VI. El Bosco, Tríptico de los eremitas. Vente ia. Palacio Ducal.
Vil. Pseudo Mendrik Met de Bles, Lis tentaciones Je san Antonio. Vene-
cía, Museo Correr.
Vili. Cassetta, Ldj tentaciones de san Antonio. Siena, Pinacoteca,
IX. Bernardo Parenti no, Lis tentaciones de san Antonio, Roma, Galleria
Doria,
X- Defèndente Ferrari, Lis tentaciones de san Francisco. Florencia.Villa
Palmieri.
XI. Códice Anton ita. Vida de san Antonio Abad. Miniatura del siglo
XV. Florencia, Biblioteca I-aurenziana,
413
Escrito hace ya más de medio siglo, no por azar después de
los horrores de la Segunda Guerra Mundial, este libro trata
de las representaciones de lo demoníaco en el arte europeo
desde el siglo XIV al XVII. En el Prólogo a este ensayo
Corrado Bologna comienza por presentarnos al autor de esta
obra, Enrico Castelli, como un enamorado de la categoría
de lo demoníaco, y lo compara con Eugenio d’Ors por su
pasión por el barroco, o con Jurgis Baltrusaitis por su gusto
por lo fantástico. Los diarios de Castelli -de los que se citan
algunos pasajes en el Prólogo- muestran el itinerario de
la construcción del libro: cómo las visitas a los museos
del norte de Europa, en especial a los de München y
Colmar, y la visión de los Brueghel, Memling, Grünewald,
Altdorfer o Durero, provocaron este «pensamiento del arte»,
esta «teología del arte». Este gran humanista que durante
años reunió en Roma a la flor de la intelectualidad europea
en unos encuentros «epifánicos» (Paul Ricceur, André
Chastel, Raimon Panikkar, Karl Kerényi, Emmanuel Lévinas,
y otros) forjó una hermenéutica espiritual del arte, de la que
este libro es su mejor expresión.