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y el libro álbum……………………………………………….………...35
5. Conclusiones…………………………... ……………………………..49
6. Anexos:
Entrevistas comentadas………………………………………………53
Biografías…………………………………………………………… …72
Bibliografía……………………………………………………………...81
1
1. Introducción, objetivos y líneas de trabajo.
Kamishibai y chicos.
2
En nuestro país se puede ver Kamishibai, desde hace unos quince años
aproximadamente, en funciones desperdigadas por distintos espacios. Se lo
puede ver desplazarse de un público preferentemente infantil a un público
general, de espacios recreativos a centros culturales, de librerías a museos, de
escuelas a teatros, pero en todos los casos se trata de un encuentro alrededor
de una historia que una cajita encierra, que una voz habita, que un público
imanta.
1
Elijo la palabra en inglés: puzzle porque evoca al unísono las ideas de rompecabezas y de
acertijo, en su poética a golpe de vista.
2
En este sentido destaco tanto el sentido lúdico como la potencia del límite, de las reglas del
juego también a partir de la especificidad del encuadre que requiere la producción de estas
obras. Ellas deben “caber” en ese formato tan determinado, en esa cajita, con ese tamaño, y
seguir ciertas pautas bastante fijas para que el efecto funcione como una totalidad (largo del
texto, visibilidad de las imágenes, etc.) Así, y en consonancia con la idea de producción textual
a partir de consignas, evoco este procedimientos para entrar en juego artístico que fue
inaugurado en consonancia con el surrealismo por el grupo Grafein, cito: “A veces la consigna
parece lindar con el juego (…) ; la consigna tiene algo de valla y algo de trampolín, algo de
3
Es que el Kamishibai invita a desarrollar una actividad con la literatura como
experiencia lúdica.
Este párrafo de Barthes, citado por Maite Alvarado al inicio de uno de los
artículos del libro La escritura en la institución escolar subraya el aspecto de
acción participativa con la literatura en la infancia. M. Alvarado propone y pone
en práctica esta idea en los talleres de lectura y escritura en las escuelas.
punto de partida y algo de llegada (Grafein, teoría y práctica de un taller de escritura, Madrid,
altalena, 1981 p.13 en Alvarado, 2013 )
Asimismo dice en su Autobiografía Chesterton “Toda mi vida me han gustado los marcos y los
límites, y sostengo que la selva más inmensa parece aún mayor vista desde una ventana”
(2010 p.54) La ventana del butai es el marco que contiene y abre horizontes más allá de lo que
es mostrado.
3
Entre ellos Masao, Diego Posadas, Nicolás Prior.
4
promoción de cultura en diversos espacios artísticos, de educación no formal y
proyectos barriales (Entre ellos el LAC, laboratorio audiovisual comunitario 4 del
que forman o formaron parte algunos de los consultados o entrevistados para
este trabajo).
Esa caja original sirvió de modelo para que unos carpinteros locales pudieran
“clonarla”. A partir de entonces, cuenta Amalia que perdió el rastro de esos
“clones” (de los cuales, confieso, uno convive conmigo) que circulan
libremente, sin estadísticas registradas.
En las réplicas de cada función, alrededor de esas cajas con sus narradores y
audiencia, se genera una “comunidad espontánea” (como señaló Diego
Posadas mientras ofrecía un taller de Kamishibai en La Cazona de Flores 5).
Podría vérselo como una comunidad en la complicidad del disfrute. Espero que
este trabajo invite a una extensión de esa misma complicidad y despierte el
deseo de experimentar lo que está en juego alrededor de esa caja que nos
mantiene juntos cuidando el fuego de los cuentos. 6
Líneas de trabajo:
4
Para más datos acerca de ese proyecto http://cooperativalac.com.ar/ Página del LAC
5
Espacio de operaciones, entre otras cosas del LAC
6 Cito así de soslayo a la poeta Amanda Berenguer quien reúne sus últimos poemas bajo el
nombre de “Las cuidadoras del fuego”. Editados en “La cuidadora del fuego” Recopilación y
notas de Roberto Echavarren, entrevista Silvia guerra. Ed. La flauta mágica, 2010.
5
legitimación que los regulan dentro de un campo cultural determinado. Eso que
la literatura “hace” vive en muchos lugares y se propaga de modos variados.
Porque la literatura existió antes que en los libros, en los primeros relatos de
los cuentos de boca en boca, o como dicen en España de boca a oreja. En las
antiguas actividades culturales compartidas de ritos, cuentos, festividades,
como comenta Margarit Frenk (1997) que sucedían en la edad media en
Occidente 7. Desde Oriente, el Kamishibai, nacido en las calles de Tokio,
también nos remonta a las antiguas voces de relatos orales, como retorno de
esos viajes de ida y vuelta entre la experiencia y el relato. Nos deja así espiar
los inicios de su juego por fuera de la cultura oficial de la boca y las manos de
esos artesanos que llevan con los cuentos su propia manera de contarlos.
7
. Margerit Frenk (1997, p. 8) señala las características de la cultura en la edad media en
Occidente:
“Una cultura plenamente oral, de vieja tradición se expresaba en los usos y costumbres
cotidianos, los rituales, las festividades, y se manifestaba verbalmente en muchas
variedades de “literatura” oral, tanto profana como religiosa: cantares épicos, canciones
narrativas y líricas para acompañar el trabajo y el baile, rimas infantiles, oraciones y
conjuros versificados, cuentos, refranes. Toda esa producción, local unas veces,
regional otras, tras regional otras muchas, constituía un patrimonio colectivo, se creaba
y recreaba oralmente, se trasmitía de boca en boca y de generación en generación y
por lo común se ejecutaba públicamente. Sólo de manera excepcional llegaron a
ponerse por escrito, durante la Edad Media, los productos de esas tradiciones orales,
de modo que nuestro conocimiento de ellos es indirecto y muy insuficiente”
6
Estas exploraciones llevarán a la siguiente línea de trabajo: Poéticas del
Kamishibai, entre las estéticas del cine y el libro álbum. Desde allí exploraré el
concepto de montaje y el tipo de lector resultante de esta práctica de lectura.
Es por esto que para finalizar el trabajo consignaré, junto con las reflexiones
que éstas suscitaron, las conversaciones o entrevistas con algunos entusiastas
realizadores y practicantes de Kamishibai.
El Kamishibai no es un objeto cultural “para chicos”, sino que más bien apunta
a la infancia, la incluye. En el mismo sentido con que Michel Tournier, (Tournier
1982 p.33.34) definió a la “buena literatura” como aquella escrita con tal
claridad que pueda ser leída “incluso por los niños”. Y si la incluye no es
porque la “diagnostica” como apta por tal y cual característica, sino que la
ronda, respetando el enigma al que cada historia se abre. Asistir a una función
de Kamishibai es dejarse conducir hacia ese enigma del que la infancia nos
invita a participar 8.
8
Entre otros, el capítulo “La infancia enigmática” del libro de Jorge Larrosa, nos pone en la
pista de esta idea de la infancia como algo “desconocido” a lo que abrir el oído, No como un
corto período de desarrollo de la vida apropiado para llenar de consignas e instrucciones
supuestamente ya aprendidas, tendientes a reproducir lo que se espera de las nuevas
generaciones, sino como una oportunidad de captar la semilla de lo que pueda desde ahí
engendrarse y proliferar. Esta idea de “lo otro” que fascina a tantos escritores no deja de ser
pertinente en este sentido. La literatura es una ocasión, una oportunidad para entrar en esa
“otra” dimensión, que puede dar paso a lo que no puede comprenderse, dominarse,
controlarse, y nos hace humanos.
7
2. El Kamishibai, orígenes y características
“Si la imaginación- ese trabajo productor de
imágenes para el pensamiento- nos ilumina
por el modo en que el Antes se
reencuentra con el Ahora para liberar
constelaciones ricas de Futuro, entonces
podemos “comprender hasta qué punto es
decisivo este encuentro de tiempos, esta
colisión de un presente activo con su
pasado reminiscente” Didi Huberman 9
9
George Didi Huberman en Supervivencia de las luciérnagas. Abada editores Madrid, 2012
8
el butai y sus golosinas artesanales. Iban así cosechado un saber del propio
hacer como artistas callejeros y “buscavidas”.
La relación entre la venta de las golosinas y las historias no era algo menor
entonces. Cuenta Amalia Sato que las golosinas muchas veces eran todo un
objeto de artesanía, no eran simples caramelos confeccionados
industrialmente, sino eran dulces especiales con formas muy atractivas, en
algunos casos chupetines que representaban alguna forma hecha a pedido en
caramelo. Algunos eran tan lindos que casi daba pena comérselos. Eso
invitaba a esperar el comienzo del cuento para degustar poco a poco el dulce
junto con él.
10
El proceso de construcción del narrador profesional se puede seguir (salvando las distancias
geográficas y de estilo) claramente en la película la camarera del Titanic, de Bigas Luna de
1997, en donde es la ficcionalización de la historia personal en su encuentro con la audiencia lo
que produce esta figura del narrador. Tal como nos lo señalara Alicia Serrano en sus clases de
unas de las diplomatura Lij UNSAM
9
Narrador sosteniendo su chupetín artesanal
Jinrikisha
Hyoshigi
10
El Kamishibai también aparece asociado a la manifestación de algún talento o
habilidad personal, muy valorada en la época Edo (años 1603 a 1868) 11
Según
cuenta Amalia Sato, en ese entonces las divisiones sociales estaban muy
marcadas, y dar expresión a las excentricidades o talentos personales había
resultado un buen modo de pacificación social. Era una de las maneras, dentro
de esta rígida estructura social, en que los órdenes sociales, que estaban muy
establecidos y estratificados en clases (por orden de valía: primero los
samuráis, un 5 % de la población, luego campesinos 80 %, luego los artesanos
y por fin los comerciantes) encontraran una zona de unión. Se estimularon esos
llamados “gei” (gei, en japonés significa “arte o habilidad artística”)
Entre esas aficiones se incluían cosas tan dispares como juntar caracoles,
pájaros raros, hacer caligrafía, o recitar poemas. Las performances colectivas
para exhibir y compartir aquellos dones se daban con frecuencia. Amalia Sato
recuerda a un destacado personaje de esa época en Japón: Ota Nampo, poeta
y artista mundano, quien organizaba jornadas de encuentros de “Gei-sha” 12
En
esas jornadas organizadas para la observación lunar, la propuesta era hacer
algo relacionado con la luna: sea alguna comida, danzas, o poemas. Eran
realmente formas de performance artísticas 13. Es por eso que, si bien el
Kamishibai no aparece hasta el año 1920 o 1930, trae a escena, muchos años
después, algo de esta capa de la historia, del Japón de la época Edo.
11
Época del shogunato de Tokugawa, Influenciada por occidente debido al comercio a través
de Dejima con Europa.
12En realidad geisha es cualquier persona con arte, no solo las mujeres, que son una forma del “Gei-
sha”. Literalmente significa: persona, “sha”, con arte, “gei”).
13
Esto aparece bellamente descripto y detallado en la revista Tokonoma no. 6, “Una de estas
experiencias de convivencia creativa de las que ha quedado documentación son las cinco
noches de observación lunar llevadas a cabo en 1779, que organizadas por Ota Nanpo (1749-
1843) un promotor de eventos, reunieron a setenta personas y que son narradas en Rocío
Lunar un texto recientemente descubierto. “El sitio se vio repleto de gente. Cada uno eligió su
modo de expresión. Algunos se dedicaron a componer poemas clásicos en chino, otros se
servían del verso encadenado del haikai. Los diestros en el dibujo representaban los paisajes
de los alrededores, o las actividades de los grupos, al tiempo que a los gritos preguntaban:
¿Quién querría escribir un poema para acompañar mi dibujo? (Sato, 1998 p.115)
11
oleajes, que agitan y ponen a funcionar distintas máquinas de producción del
arte y sus modos de experimentarlo.
Aquel mismo teatro Kabuki que fascinara al director de cine Eisenstein (1898-
1948) en los años 20, cuando una trouppe visitó Rusia. Fascinado por el efecto
que causaba el hecho de que distintas tramas de imagen y sonido
yuxtapuestas armaran la escena desarrolló el concepto de montaje, del que se
nutrió luego el cine. Volveré a esto en el punto sobre cine y Kamishibai.
Fragmento de Emaki
Según cuenta Amalia Sato para la mente japonesa el cine es “Etoki”. En sus
comienzos en Japón el cine mudo era acompañado por un narrador, y era él
quien se ganaba casi todo el crédito de la función. Su figura era a veces más
importante que la película misma. Se ubicaba al borde del escenario, todo un
personaje que encantaba al auditorio que escuchaba y se imaginaba así la
película. Iban especialmente a escucharlos, y los más famosos también tenían
presentaciones en la radio.
12
mucho esfuerzo en la reconstrucción de la ciudad, y como parte de ese
movimiento reconstructivo se da gran importancia a la educación. De ahí que
se incorpora a las escuelas el Kamishibai educativo.
El mayor auge del Kamishibai se dio alrededor del año 1945 y curiosamente
coincidió con el auge del cine, pero aquél conservó su autonomía. Tan
instalado estaba que hasta al televisor, cuando se popularizó en el Japón, se le
llamó Kamishibai eléctrico, “Denki Kamishibai”
14Por citar algunas de estas apuestas menciono: “Otro-toro” que incluye teatro de objetos, títeres, y
Kamishibai. Y los Kamishibai “instalaciones” de arte multimedia producidos con sombras y
luces como los que realiza la artista visual Julia Masvernat (ver entrevista en anexo).
13
El estrecho vínculo que lo acerca a lo que hoy conocemos como cómic (manga
en japonés), se puede observar en el desarrollo de obras con personajes al
estilo de “superhéroes”, protagonistas de estas series casi animadas.
El más amado por los niños en Japón fue el héroe “Ogon Batto” (el murciélago
dorado) una suerte de calavera murciélago que despertó fanatismo. Hubo
diversos episodios de este héroe, al mejor estilo del comic tal como lo
conocemos hoy.
Ogon Batto
14
versión para Kamishibai ilustrada por Delius” 15, la ilustradora argentina que
realizó la innovadora adaptación gráfica junto a Rafael Cippolini a la que me
referiré más adelante (en el punto 4 del presente trabajo).
15
“Atsuko Ku-la princesa de Saturno”, realizado por Delius (Ilustradora, historietista, diseñadora
gráfica) y con adaptación del texto de Rafael Cippolini (actualmente dedicado, entre otras
cosas, a la curación de muestras de arte). Para más datos sobre Delius, María Delia Lozupone
ver biografías o consultar // www.delicionesdelius.blogspot.com ///
www.chicksoncomics.tumblr.com/
16
Existe una adaptación bilingüe de este cuento, editado en formato libro-revista incluido en
“Cuentos Japoneses Vol.1” ed. Series Tokonoma, Buenos Aires, 2011, también de Nicolás Prior
15
Esta última obra es de gran interacción con el público. Las láminas
van “interrogando” acerca del misterio de qué le pasa al humor del
cocinero. Así juegan con los espectadores a “leerle” los gestos.
También aparece el interrogante de qué cocina, y se les muestra
algunas láminas casi abstractas con las que, ayudados por el texto,
se los involucra lúdicamente.
2.2 Características
16
Reverso de lámina de “Nieve” de Diego Maxi
Posadas.
17
Por ejemplo el taumátropo, fenaquistiscopio el zootropo. Imágenes en punto 4.
17
y pistas la animación de la historia. El texto narrado se deslizará en simultáneo
por el grupo de oídos buscando enlazarse a la imagen como una serpiente
encantadora que ilumina u oscurece algún aspecto de la lámina.
Así como comenté que los géneros varían, también es de lo más variado el
estilo de los dibujos. Pero, más o menos figurativos, siempre deben responder
a las necesidades de observación de la imagen a cierta distancia. Los
contornos de las figuras tienden a estar bien definidos y los colores suelen ser
bien contrastados.
Algunas de las obras de producción y realización local para mencionar son 18:
18
Consigno a pie de página, y porque la elaboración y presentación de esas obras fueron
enriqueciendo sobre la marcha la realización de este trabajo, las tres obras de producción
propia que presenté en distintos ámbitos (en escuelas y en espacios no convencionales). Hotel
de hadas, (2015) poema que escribí ilustré y adapté e ilustré para Kamishibai bajo la tutoría de
un taller de experiencias audiovisuales con Julia Masvernat. Realizada en el contexto de un
taller ofrecido por Amalia Sato en el museo del títere: Tío Lobo (2016), adaptación para
Kamishibai de cuento de Italo Calvino. Y “Sevilla era una fiesta” adaptación conjunta de cuento
de Sergio del Popolo (Sergio El Javi), ilustraciones Patricia Jawerbaum, (2017)
19
Según Amalia Sato fue María Eva Blotta quien “inventó” un estilo: el “lento deslizar de las
láminas” que en el Kamishibai original del Japón se sugería más veloz. Nos hacen sentir que
ese cuento pide esa detención, para que nos sintamos inmersos en el tiempo de ese Hotel de
sueños diseñado por Kawabata.
19
De “El perro Binho”
-“El pez carpa del sueño de Masao” Adaptación de un cuento popular japonés.
Y el único editado, hasta el momento, por editorial Planta 20, que apostó por una
edición de Kamishibai que se consigue en librerías: “Los artistas del bosque”
De María Guerrieri con Texto de Daniel Link.
Este último se vende junto con una caja escenario (butai) más para uso
familiar, ya que ese “butai” que viene con las láminas tiene un tamaño algo
inferior al estandarizado para las láminas en circulación, lo que complica su
reutilización, además de dificultar una buena visualización de la obra para una
presentación colectiva. Si bien no hay un tamaño único para la caja, la
estandarización de la caja, y que coincide con la mayor parte de las láminas
que se venden en Japón, y con aquella original que ha sido compartida para su
clonación es de “38 cm. por 26,5”.
20
Esta editorial apuesta por diseñadores gráficos e ilustradores contemporáneos. Edita libros
que en su propuesta textual y gráfica tienden a borrar los límites tajantes entre lo que es para
niños o para adultos.
http://clubargentinodeKamishibai.wordpress.com Es la página oficial
21
20
grandes editoriales y genera su hormigueo incesante en movimientos y
propuestas muy interesantes y variadas. De algún modo aparece así
autorizándose a sí mismo en la propia acción performática lo que le confiere a
esta gesta una libertad que lo acerca a esa popularidad espontánea de sus
orígenes en el arte callejero.
Mientras muchos narradores que se hacen traer láminas editadas desde Japón
para poder armar funciones, otros duplican la apuesta al generar las láminas y
adaptar o inventar obras nuevas. Lo que promueve un campo abierto y rico
para la exploración. Hay mucho por hacer con el Kamishibai para volverlo más
accesible, para promover y difundir las obras existentes, estimular su
producción y representación y catalogar las obras existentes. Es en esa misma
dirección que realizo el presente trabajo 22.
La narración oral como práctica permite oír lo que pasa con la literatura como
letra “viva” o móvil frente a una idea de literatura representada solo por la letra
fijada en lo escrito y en libros editados.
El Kamishibai es un es un texto ilustrado que está impreso, pero solo para ser
contado, puesto en voz y en escena. Las láminas llevan las ilustraciones de un
lado y el texto escrito en el revés de cada una, pero es el propio acto de
presentarlo en público lo que le da consistencia a la obra como tal. La obra
debe ser habitada para existir. Para eso necesita un narrador.
Sabemos que no hay un solo modo de leer, que hay múltiples escenas de
lectura posibles y que esa actividad de reconcentración silenciosa y solitaria
frente a un libro es solo una de ellas. Incluso ese acto solitario invoca una “voz”
interna que nos lee dentro nuestro pensamiento en voz muda lo que los ojos
van repasando. Una voz que tal vez provenga de cuando nos leyeron alguna
vez, de cuando escuchamos siendo chicos algún cuento o las palabras que, de
boca de alguien querido, nos iniciaron en el mundo del lenguaje como vía
posible no solo de comunicación sino también de placer .
24
Presentación de Pepe Cabana Kojachi Mukashi Mukashi en la Cazona de Flores, 2016.
25
Nikkei: designa a los japoneses o descendientes de japoneses inmigrantes.
23
Ya comenté que el gaito Kamishibaisha realizaba sus funciones en espacios
públicos y abiertos, por eso requería atraer la atención de los chicos, seducirlos
con imágenes o expresiones de mayor impacto, y aprendía en el propio terreno
lo que resultaba más funcional a tal fin. Si bien hoy no se presentan en el
mismo contexto se conservan esos gestos para atraer la atención de los que
echaban mano aquellos presentadores ambulantes. Y es así que, como en las
versiones escritas de las historias clásicas que previamente circularon de boca
en boca, pueden encontrarse marcas de ese origen en la oralidad. Fórmulas o
estribillos verbales que se repiten, interpelaciones al público, simplificación o
exageración en las características personajes, rasgos de los que sirve quien
narra como ayuda memorias para el relato oral. En algunas obras para
Kamishibai se pueden verificar esos énfasis en la simplificación o exageración
gestual en algunas imágenes: bordes definidos, colores llamativos, primeros
planos exagerados como gestos gráficos recurrentes que, aunque puedan
diluirse un poco en las obras de realizadores más ligados al arte
contemporáneo y otras tendencias gráficas, aún insisten.
24
interno con la obra en sí. Muchas veces el narrador empieza ahí ya a contar la
historia.
Dice Ana María Bovo (2005), citando a Carmen Martín Gaite, que el narrador
ha de saber suscitar imágenes en los otros. Para poder hacerlo ¿no se requiere
haber estado ahí, en el lugar y en el tiempo donde acontece la historia? ¡Pero
cómo haber estado ahí! La respuesta no es que solo se puede contar lo que se
vivió, sino que hay un trabajo pendiente para conseguir esa impregnación
sensorial de cada historia. Los narradores orales se valen de “imágenes” para
contar sus historias, de ciertos armados visuales-vivenciales que les sirven
para ir trepando de una parte del relato a la otra y meterse adentro de la
narración. Así un recorte, una imagen condensa una parte de la acción. Con el
Kamishibai el narrador cuenta con esas imágenes “en presencia” en la
ilustración de cada lámina. Cada lámina se enfoca en una porción de texto, en
esa escena sobre la cual la narración se monta, como esas fórmulas “ayuda-
memoria” a las que recurren en su imaginación los narradores orales. Esas
“visualizaciones” de partes de los cuentos a narrar, esas imágenes elegidas
25
para conservar en la mente son las que ayudan a disparar el texto desde allí.
“Postales” fijas, recortes visuales más o menos minuciosos, que conforman el
guión gráfico del Kamishibai y se ofrecen como guía para quien crea estas
obras, y para (en caso de no ser la misma persona) quien las cuenta.
Algunas veces es el mismo narrador quien realizó las obras, y en ese caso su
manera de contar será parte de la creación misma, pero si no el realizador
puede dejar las indicaciones de lectura impresas detrás de las láminas, junto al
texto (y la reproducción en pequeño que del lado del revés guía la lectura).
Como quien da las indicaciones de cómo se debe leer una partitura, no tanto o
no solo del tono de lectura, sino del modo de pasar las láminas.
26
Pensar en este estilo de trabajo pone de relieve la vinculación los “gei”, las
peculiares habilidades personales desarrolladas y valoradas en la época Edo. 26
Y destaca al Kamishibai en las cercanías de ese mundo del “geino”. Cuenta
Amalia Sato que hay una gran diferencia que se establece en la cultura del
Japón entre el “geino” y el “Geijutsu”, o las bellas artes o “jutsu”. “Jutsu” en
japonés significa algo así como artificio, ardid, estratagema, hechizo. En el
Japón esta diferencia no era de nivel o calidad, sino que sencillamente las
bellas artes iban por un lado y las aficiones, o gustos excéntricos por otro.
“Geino” y “geijutsu” son dos mundos distintos para la mentalidad japonesa,
pero no porque una cosa tenga más valor que la otra, sino son dos actitudes
diferentes. El “geino” tiene más que ver con el arte popular, no con una obra a
admirar, que se separa del resto de los mortales en un museo, sino un arte más
cercano a lo espontáneo, y concebido para compartir colectivamente. El
Kamishibai trae a escena algo del espíritu de estos “gei” también por el circuito
que recorren las obras, por más que hoy en día puedan presentarse en algún
museo (como el Malba).
26
Remito al punto 2 sobre la historia del Kamishibai.
27
Esos paisajes de la memoria a los que cada Kamishibai nos invita, son también
resultado del aporte de la misma caja, que a su vez contiene otras historias. Y,
como continúa diciendo Benjamin en la obra citada:
“(…) Funda la red compuesta en última instancia por todas las historias.
Una se enlaza con la otra, tal como todos los grandes narradores, y en
particular los orientales, gustaban señalar. En cada uno de ellos habita
una Sherezade, que en cada pasaje de sus historias se le ocurre otra”
“Los niños se preocupan tanto como los mayores por el paso del
tiempo. ¿Qué le ocurre al día después que terminó? ¿Dónde están todos
nuestros ayeres con sus alegrías y sus penas? La literatura nos ayuda a
recordar el pasado con sus diversos estados de ánimo. Para el cuentista
el ayer está todavía aquí, como lo están los años y las décadas que
transcurrieron.
Con respecto a la idea del tiempo como pregunta abierta a la infancia, quería
destacar la obra para Kamishibai que realizó Mauricio Jacubovich 27. Arquitecto
de profesión que incursiona en las artes plásticas y alrededor de sus ochenta
años, acompañado en el proceso por la artista plástica y maestra Julia
Masvernat, realizó una obra que presentó principalmente a su familia. Obra que
se hizo pública luego que Amalia Sato la incluyera en alguna de sus
27
Se puede ver en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=TD9DGuoHEkM
28
programaciones de Kamishibai para compartir. En “Así forjo los recuerdos de
mi infancia”, a modo de memorias, Mauricio ilumina cada núcleo vivencial de su
infancia como hijo de inmigrantes en esa Buenos Aires. Recrea en las láminas
esa infancia que él mismo dibujó. Mucho más que un álbum de fotos narradas,
esta historia destaca la potencia del dispositivo como medio de la narración oral
como transmisión de historias. Se revela como modo de compartir lecturas
entre generaciones, juega con el álbum de los recuerdos como proceso de
“ficcionalización”: la vida y la literatura en cruce permanente. Es de destacar el
video de esta obra, obra dentro de otra obra, realizado por Diego Maxi
Posadas. No se trata de un mero registro de una presentación en vivo, sino de
otro montaje sobre el montaje. El video juega con el género documental, ya que
da cuenta del acto de la narración y del narrador a la vez desde una tercera
mirada. La de la cámara. Con inteligentes planos que completan la obra: las
manos moviendo las láminas, las láminas que se narraron ya apiladas a un
costado. Muestra a su vez los alcances de este dispositivo como modo de
poner en acto la memoria.
“Lo que da fuerza y valor a esa obra es que suscita una necesidad
irresistible de reescribirla”.
29
En algunas obras de Kamishibai también se adaptan leyendas o historias
clásicas, es decir aquellas que, si tomamos el modelo de Tournier, piden ser
reescritas. Se vuelve a invocar ese misterio, esa magia, que hace que no
mueran esos cuentos, que sigan requiriendo reescrituras y relecturas como
ofrenda o legado a las nuevas generaciones, pero a su vez reinterpretadas o
atravesadas por el nuevo espacio-tiempo. Al modo de supervivencias, esas
viejas historias dejan ver los rastros en las versiones nuevas, traídas y llevadas
por la figura del narrador con su valijita que las hace viajar en el tiempo y el
espacio.
Pienso que en el caso del Kamishibai, ese “tocar” puede entenderse también
en el sentido que revela el inglés, que usa la misma palabra “play” para tocar y
para jugar. Jugar con la voz es una vía para el narrador.
Lula Mari
montando cuadro para recital y pintura espiada.
Es posible pensar de este modo en una partitura (real o virtual) que ofrece las
pautas para interpretar la obra, estén ellas fijadas o no como indicaciones
explícitas en el reverso de las láminas (recordamos que la caja es hueca, y por
detrás se ve el reverso de la lámina que se acaba de mostrar).
Mientras una lámina se desliza sobre la otra, durante ese movimiento por un
rato se superponen y dialogan entre ellas. Entre la que se retira y la que queda
se va generando un nuevo dibujo, ya sea de continuidad o de corte. Una parte
más del diálogo y del movimiento de la narración que hacen a la obra completa
y desafían a la mirada.
El Kamishibai, más bien por fuera de los grandes reflectores del mundo del
espectáculo, del “gran show” de las pantallas, trabaja desde el matiz. Se trata
de la sutileza de un dispositivo de lo más simple que produce, reproduce, emite
y ofrece desde su caja de resonancias una participación entre palabra, imagen,
sonido y acto. Nos hospedamos por un rato en esta casa-butai, alojados para
oír con los ojos, ver con los oídos. Sinestesias que un buen narrador habilita.
33
Para terminar este apartado con la voz que asciende de alguna lectura
silenciosa. Y seguir el pedido de Sor Juana:
Ecos de plumas que escribieron, imágenes que narran, oídos que ven. Las
láminas ilustradas son invitadas a levantar el eco de las voces olvidadas en los
impresos. Elevan como fantasmas por la sala esas voces escondidas en las
palabras de los cuentos, para recorrer los dibujos con los ojos y, en esos
nuevos contornos, envolvernos en nuevas redes de espacio-tiempo.
Cada lenguaje deja zonas libres para la expresión del otro, le aporta otro modo
de respirar sin asfixiarlo, como sucede en el libro álbum:
“Los libros álbum son también de la familia anfibia que vive de dos
lenguajes, no pueden sobrevivir con uno solo (aun las historias sin
palabras) Para poder hacerlo tanto la palabra como la imagen tienen que
dejar respirar una a la otra por medio de la combinación entre su
lenguaje específico y el silencio”. (Bajour 2010. p22)
Esta particularidad de combinar distintos lenguajes sin que cada uno se baste a
sí mismo ofrece al acto de lectura la oportunidad de una experiencia
participativa. El espectador se convierte en lector activo en la articulación de
esas señales.
35
es el producto de ese nuevo estatuto de la figura que conjuga, sin
homogeneizarlos, dos regímenes de expresión” Ranciere, p. 119
Me callo
Y no tiene fórmulas.”
36
Propagar un secreto, no es develarlo, si no, obviamente, dejaría de serlo. Es
darlo a latir desde algún intersticio de silencio. Así, leer una imagen no es
necesariamente interpretarla, es decir, vaciarla con sentido hasta hacerla callar,
sino dejarse llevar hacia algún lado por ella. Entregarse al viento del abanico de
significaciones que despierta y se arriman a ella, que nos arriman a un real
captado por partes, que proviene del mundo. Dejarla hablar de una historia de
las imágenes y de las palabras en su interacción. A través de lo que muestra
dejarse llevar al ámbito de las “imágenes invisibles” que aquella evoca.
Hay dos momentos para pensar en las particularidades de este parentesco con
el cine, dos momentos de montaje: El de la realización de la obra y el momento
de la performance o presentación en la sala con el público.
37
de una película se tratara. 28 La segmentación del texto es pensada en
relación a cada lámina considerando los requerimientos de precisión y
concisión, ya que no puede ser demasiado extenso para respetar la lógica del
tiempo de visualización sin que se “entre en una meseta”, como señala Renata
Lozupone en una de las entrevistas (ver en anexo pág. 69).
28
Recuerdo en la confección de un Kamishibai el planteo que me hiciera Julia Masvernat (ver
biografía en anexo) de pensar los escenarios como locaciones y dónde transcurre cada escena
como modo de organizar la narración. A partir de ahí la historia se armó más fácilmente.
También gracias al medio digital se pueden armar las láminas usando un mismo escenario-
paisaje (como si fuera una escenografía de fondo de una obra teatral) y moviendo en a los
personajes como en un fotomontaje
38
papel que revelan otras capas que las completan o las desmienten. También
puede descubrirse una lámina por partes, revelando poco a poco el total de
cada cuadro como lo haría una cámara que recorre el espacio o lo enfoca por
partes. Así puede haber corte o encabalgamientos, como entre los versos de
un poema.
Son estos cortes, esas zonas viudas, esas líneas huérfanas, las que van a
construir nuevas evaporaciones de sentido, entre los juegos metonímicos y
metafóricos, tanto del texto como de la imagen, y testimonian el parentesco del
Kamishibai con la función poética.
El Kamishibai, como comenté hacia el comienzo de este trabajo (ver punto 2),
habría heredado el profundo vínculo entre la imagen y la palabra escrita 29 de su
cultura de origen. En la escritura japonesa, heredera a su vez del ideograma
chino, muchas palabras se generan por yuxtaposición de imágenes,
representaciones enlazadas que no se funden exactamente, sino conservan su
unidad y a la vez se combinan, casi como un collage de objetos distintos. El
efecto es del conjunto, pero no por absorción o mezcla, sino por yuxtaposición.
29
Agrego un comentario despertado por las reflexiones de Oscar Steimberg (2013) quien
interesado por la historieta señala la pérdida de placer en nuestra sobrevaloración de la palabra
impresa, y evoca ese primer placer que se experimenta al “leer” dibujos. La escritura
ideográfica nos da una idea de aquello.
“Hay por lo menos dos tipos de información que se pierden en la palabra impresa, en relación
con otros sistemas de escritura; uno de ellos es el que está unido a la representación de las
formas visuales relacionadas con el significado de cada vocablo, tal como se da en las
escrituras ideográficas (aquellas que, como las orientales, conservan una relación de
motivación con el concepto representado). Y el otro es el que se trasmite a través de los rasgos
de personalidad, carácter y estado emocional presentes en la escritura manual, de los que
cabe suponer que siempre se perciben aunque no sea de manera consciente” (p. 28, 29)
El Kamishibai se ofrece como una experiencia que recupera algo de ese gozo de leer en la
imagen, contemplar la palabra.
39
poema. Por ejemplo en este haiku de Basho, que pone bajo el golpe de vista
un conjunto de unidades perceptivas:
Claro de luna
¿Hay ahí una historia? Hay un paisaje, hay personajes, hay una acción. Sin
embargo nada se desarrolla en continuidad, sino es una estampa, una imagen
fija. ¿Pensatividad de la imagen, diría Ranciere? Nos deja suspendidos en el
punto justo límite de toda la información que se nos retacea. Ahí lo poético.
40
Decía que no solo en la confección de cada una de las ilustraciones en las
láminas sino también en la presentación de la obra en su conjunto se produce
el montaje al estilo cinematográfico, una composición entre elementos
heterogéneos. ¿Pero de qué hablamos exactamente al decir montaje? Haré un
breve recorrido a partir de algunas citas:
Fue Eisenstein (2013) quien entendió el montaje como un arte dialéctico que
yuxtapone texturas diversas que se unen sin confundirse en una misma
presentación escénica.
Pregunta la entrevistadora;
Y él responde
Como explica Kluge se trata de esa captación de lo que no hay, ahí donde
comparece esta tercer imagen real que, a partir de este poner junto, poner con,
componer o disponer, de los elementos heterogéneos o diversos, se produce.
Sigue Klüge:
“El montaje no tiene nada que ver con la unión, con la fusión de
imágenes. Porque las imágenes son autónomas como las mónadas de
Leibniz. Entre ellas existen abismos: hacia arriba y hacia abajo, hacia los
costados, se ven horizontes. La bondad de un medio público reside en
que los espectadores rellenen esos espacios huecos y realicen el
montaje. Cuanto mayor es el contraste entre las imágenes, más
fácilmente surge el tercer elemento: la epifanía. Más de una vez me
sucedió, durante las charlas posteriores a las proyecciones que se
nombraran imágenes que no aparecían en la película. Las personas me
cuentan algo que no está en la película, pero no puedo decir que sea
falso, sino que ha sido evocado por el film” (2010)
43
crear un espacio que contenga una mirada, una porción de realidad y desde
ahí construya también la posición del observador.
Zootropo. Taumátropo
Entre otros Muybridge, 1830-1904, uno de los primeros fotógrafos que trabajó
en la fotografía detenida esos modos de captar el diálogo entre lo fijo y el
movimiento, intentando desentrañar su secreto.
44
Disco de fenaquistiscopio por Eadweard Muybridge
Detener el movimiento, para dar cuenta de cómo está hecho. ¿Pero dónde está
realmente el movimiento? El misterio y el juego van de la mano.
También los libros pueden pensarse como juguetes, al modo en que lo veía
Gianni Rodari (2004), quien pensar al libro como juguete no iba en desmedro
de lo “literario”, ni de la literatura, sino todo lo contrario.
45
También ahí, dentro del libro, entra todo un mundo vuelto miniatura.
Observamos una paleta azul violácea, cerúlea que evoca el frío melancólico del
relato. El plano recortando el cuerpo de la misteriosa figura de espaldas sumida
en el sueño. Interpreta a su manera un clima, y trasmite la sensación de la
nieve, que acompaña también la banda sonora (de Jerónimo Escajal) realizada
para esa obra.
Julia Masvernat y Diego Posadas apuestan en “El perro Binho” por el collage
con papeles calados, dividiéndose la tarea de los personajes y los paisajes en
su realización (ver entrevista en la anexo).
De El perro Binho.
46
contornos muy definidos y colores contrastados y puros. Una apuesta gráfica
que desafía la perspectiva con singular belleza gráfica.
Atsuko-Ku de Delius
Esto implica que si bien se trata de una técnica japonesa que tiene sus
convenciones da lugar a la experimentación. Al menos en Argentina en donde
además de difundirse las obras más clásicas japonesas, la experimentación
está a la orden del día.
Podrá ser algo obvio, pero no menor, el hecho de que el Kamishibai también se
represente en una sala, en la que se genera una cierta intimidad entre
desconocidos, un espacio común para entrar en esa disposición.
Valeria Fadel, una compañera del taller de Amalia Sato en el museo del títere,
describió al Kamishibai como “una casa que aloja”, la llama “la casa de
nosotros”. Ella trabaja en un hospital de día, dando talleres de teatro y
Kamishibai. Su hacer le permite hacer esta lectura de la “hospitalidad” que
este dispositivo ofrece.
32
“Los lectores son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a
través de los campos que no han escrito…” M. de Certau, 1986:187
48
solo para entendidos o elegidos, sino como una clase de yoga, un
ejercicio, una experiencia”
5. Conclusiones.
33
Si digo imaginante y no imaginativa o de la imaginación es porque no se trata de la imaginación como
opuesta o que se aleja de la realidad, sino de un proceso de creación de ideas, conceptos, alcances de
una realidad posible y vinculante de objetos y personas, de series asociativas y decursos pensables.
49
Lo propio, lo más enriquecedor de la literatura que podemos compartir en la
infancia y la adolescencia, no consiste en decodificar mensajes previamente
codificados por alguien que ya entendió el mundo un poco mejor que nosotros,
sino en ofrecer la oportunidad de participar “juntos” de una experiencia estética
del, o más bien con, el lenguaje. Desacostumbrar el gesto obvio para hacer
lugar a la sorpresa del propio pensar, incluso de ese propio pensar
desconocido, que viene de “afuera” tanto como de “adentro”, desarmando un
poco esa oposición, porque si algo hace la lengua es trasvasar esa ficticia
frontera.
Así la lectura se abre hacia una experiencia que podríamos llamar más táctil, si
pensamos que también los ojos “tocan” la superficie ilustrada que se presta a la
sensualidad de ese tacto de la mirada.
Como dijimos, en el libro álbum la imagen no es una mera ilustración del texto,
sino parte de una obra, por lo cual pide un recorrido más atento de la mirada.
Detener el tiempo acostumbrado a un apresuramiento hacia la significación. La
imagen detiene al texto, el texto frena a la imagen. En el trabajo de encuentro
entre estos, en ese oxígeno pone coto a la pelea por quién tiene la razón: si lo
que se ve o lo que se dice, lo que se mira o lo que se escucha. Se supera esa
vieja disputa entre si la imagen vale más o menos que mil palabras, o si la
imagen es la que engaña. Es el diálogo, e incluso la resistencia entre los
distintos lenguajes, lo que ninguno de los dos termina de expresar, lo que nos
enseña un camino hacia otra dimensión de la aventura.
Sin los típicos prejuicios del “apto para niños” o “apto para adultos”, quienes se
dedican a este modo del contar traen al presente esa tonalidad de la infancia,
espíritu que se hace corpóreo desde el “butai”. El Kamishibai es una ventana
abierta a una manera de hacer con la literatura en la infancia. En ese ámbito la
literatura insiste desde y con la infancia, de todas las maneras posibles en que
los cuentos, las historias puedan habitarla. Por caminos diversos y desvíos
inmersos en el lenguaje que nos viene dado. No tanto para reflejar a esa
infancia tal como se supone que es (en cada momento histórico con sus
modelos), sino para atrevernos a contactar justamente con aquello que no la (o
no nos) refleja.
Esas puertas extrañas de las que habla Chesterton pueden ser las puertitas del
butai. El Kamishibai también puede abrirse a tierras extrañas, y maravillan las
ventanas ajenas hacia tierras de leyenda ya olvidadas. Retorno a esa zona de
34
Los dos versos citados por Chesterton pertenecen a la “oda a un ruiseñor” del poeta inglés John Keats
(1795-1821)
51
enigma que se mantiene en la expectación frente a los textos, de cada lectura
como si fuera la primera. Construirse cada vez una nueva mirada para, al leer,
dar con alguna sorpresa dentro del collage de signos gastados en que se ha
convertido nuestro mundo.
Con esta imagen de escenas de lecturas que viajan y cambian quisiera cerrar
este trabajo, y dejar sonando la cita que lo inicia:
52
6. Anexos
1. Entrevistas comentadas 35
2. Biografías
3. Bibliografía
-Creo que fue a través de Diego (Posadas) y Amalia. Lo conocí aquella vez que
Amalia hizo aquella primera puesta de obras en el CCBA, y ahí Diego, que era
amigo mío, presentó una obra. Hicieron un ciclo en que hubo como seis o siete
obras. La primera vez que vi Kamishibai fue esa, y la primera vez que hice una
obra fue por invitación de Diego y Eva (Blotta), que él ya había hecho un par de
obras obra o al menos había hecho una suya y había representado alguna de
las obras clásicas de Kamishibai que tenía Amalia. Entonces en un momento
me propuso hacer juntos la obra de Binho, a partir de unos textos que escribió
María Eva, un texto que escribió para chicos. Y fue muy lindo porque había sido
un poco una obra por encargo de una familia o de un grupo de familias
brasileras que viven en argentina y cuyos hijos nacieron acá, y organizaban
actividades que tenían que ver con la cultura brasilera y la lengua portuguesa
acá. Era algo muy específico, entonces pidieron si no tenía ganas de hacer una
35
Entre los consultados además de las entrevistadas se ofrecieron a charlar sobre el Kamishibai y su
experiencia Amalia Sato, quien amablemente me invitó a tomar un té (japonés) en su casa y ofreció para
fotografiar material, en especial muchas de las obras clásicas que se muestran en este trabajo. También
agradezco la colaboración de Diego Posadas, quien me invitó a presenciar una clase de Kamishibai en la
que desarrollaban una obra y conversamos con él y los alumnos sobre el tema. Para el presente trabajo
tomé en cuenta aquél registro de lo oído en esa charla.
Las preguntas y comentarios realizados van en letra más clara, las respuestas y comentarios de Julia
36
-Sí, claro. Y no siempre queda exactamente igual. Va cambiando cada vez que
lo presentamos. Pero hay algunas cosas que son claves y que tienen que
coincidir sí o sí. Hay unos momentos sublimes de unión entre el sonido y la
imagen, y a veces incluso hay momentos de sonido e imagen solos, sin texto.
JM-Bueno, hubo un juego de ida y vuelta entre las imágenes y el texto. El texto
estaba primero y después se hicieron las imágenes, pero después el texto se
54
modificó. De hecho se sigue modificando, cada vez que lo presentamos lo
cambiamos, porque depende de dónde lo presentemos, también depende del
público. Lo presentamos para público infantil y para público adulto también,
pero no es lo mismo con chicos de ocho o diez años, que fue para quienes fue
escrita, para esa edad, más o menos, que para chicos entre dos y cuatro años.
Hace poco presentamos en el jardín de Gema (hija de Julia) e hicimos una
versión muy distinta, que fue más breve, sobre todo el texto, de las imágenes
sacamos dos, y además de ser el texto más breve, también fue más
conversado con el público, hubo momentos también más de preguntarles a los
chicos, un poquito más dialogado y participativo, distinto a la versión original y
a la versión para adultos.
-Sí, es verdad. Incluso la primera vez que la hicimos fue también un pequeño
taller, porque cuando terminó la obra les repartimos a los chicos hojas blancas
del tamaño del Kamishibai para que ellos continuaran con la historia. Porque
tenía un final que al día siguiente, podía continuar. Y entonces ese día terminó
la obra y repartimos los papeles enseguida. Y los chicos que se quedaron ahí
totalmente fresquitos con la historia recién vista y se pusieron a dibujar
enseguida, y después cada uno puso su lámina en el butai y formalmente
armamos ahí como una función, con toda la situación de teatro otra vez, y cada
uno pasaba y mostraba su lámina y explicaba: “acá pasó tal cosa después de
que Binho encontró sus amigos”, “acá encontró los secretos de la isla…” y eso
fue genial. Fue en la biblioteca La nube, en el año 2010.
A partir de ahí me surgieron ideas que estaría bueno concretar, como hacer
una serie de Kamishibai que sean para chicos, donde se mezclen en dos
lenguas, por ejemplo castellano y guaraní, y entonces por ejemplo hacer un
cuento de la selva misionera… aplicar el mismo sistema con otras regiones y
otras culturas, es una idea que me apareció.
55
-Y qué pasa cuando lo presentan para chicos que no tenían origen brasilero
con las palabras…
-Sí, claro, se mezclan y eso me parece que está bueno. Por ejemplo isla de
algodón, era “isla do algodoal”, la decíamos en portugués pero ahora la
decimos en castellano. Pequeñas sutilezas que cambian según el público y la
edad. A los adultos que vaya todo en portuñol. La otra idea fue hacer un libro.
También lo tenemos pendiente. Hacer el libro de Binho y que tenga los sonidos.
Esa es la cuestión como integrar el sonido, tipo los musicuentos de cuando
éramos chicas. Pensabamos un dvd, pero podemos poner un cuadradito de
esos qua activan un link, o un enlace por internet.
Yo recién ahora que tuve a Gema me conecto con el mundo del libro infantil,
cuando le leo a ella y empiezo a descubrir un montón de cosas, sobre cómo se
lee un libro infantil a un niño, con las imágenes y el texto, la relación. Cuando
hicimos Binho no todavía no había pasado por la experiencia de ser mamá, y
ahora me parece que podría ser más precisa haciendo un libro, porque lo vivo
del lado del lector también.
-En relación a esto que contás, de la “vivencia” como lector, algo que pude
observar en las entrevistas a Delius y a Renata es que las dos recurren a una
referencia a una experiencia propia infantil con los cuentos. Deferentes entre sí,
pero ambas se vinculan con ese origen como escuchas de un relato, y a partir
de cierto momento hacen de algo íntimo, algo que tenía que ver con la
intimidad familiar algo público, pero se ve cómo se conserva la huella de esa
intimidad y de ese momento tan singular.
-Esa observación está buena. Porque es algo muy específico y particular, y que
tiene que ver mucho con el Kamishibai.
-Y ahora me contás esto, que podría ser una suerte de camino inverso, primero
vino el Kamishibai, y después la lectura de eso más íntimo, que llega al vínculo,
56
a ese círculo íntimo, de la lectura en voz alta con tu hija. Con tu deseo de que
algo de eso vuelva a alguna edición. Esto que va y viene.
-También por ahí porque de alguna manera hay un diálogo, con el otro, a quien
se lee, interlocutores activos que provocan efectos en uno también como lector.
Te hacen leer de otro modo, leer con esa novedad o asombro de niña. Una
actitud casi más interrogativa.
-Tal cual eso de las preguntas, Gema cada vez participa más. Es algo muy
relacionado al mundo infantil me parece. Yo siempre estuve muy conectada
desde el diseño, desde mis trabajos artísticos, con una estética lúdica infantil, y
siempre me gustó todo ese mundo, pero no lo tenía tan directamente en mi
vida personal, y me gustaba justamente que los niños consumieran cosas para
adultos, que no fueran específicamente hechas para chicos, que tuvieran todo
ese halo, y esa censura que fuera “para niños” como “las normas Iram”
infantiles… siempre me gustó que escuchen música y que sea “música”, no
“para” niños, música que puede ser buena música, y arte que puede ser
arte…para todas las edades. Y ahora, que consumo esas cosas que son más
específicamente para niños, me pregunto todo el tiempo eso ¿dónde está ese
límite? Cómo no cerrar las lecturas. De todas maneras creo que hay muchas
cosas, sobre todo libros que ya se van de ese encierro y son los que a mí más
me gustan.
-Tal vez el tema sea tender los lazos para conectar, para lograr el acceso de los
niños a esas cosas. Abrir a los niños, a veces no es que no es adecuado el
objeto sino que necesita mayor mediación.
-¿Creés que el Kamishibai puede funcionar como un “acto” mediador? Por ese
vínculo con lo teatral, con la imagen y la palabra interpretada en vivo…
57
-Sí, es una interpretación de una obra que va cambiando también, siempre que
se hace, que cada vez es distinta.
-¿Como un dj?
-Sí, en el momento y pude cambiar, pero sabe que tal imagen tiene que ir con
tal campanada, algunos sonidos son muy particulares, y tienen que ir ahí. La
lectura la hace María Eva y yo paso las láminas. O sea cada uno tiene un rol
definido y hasta ahora no lo cambiamos.
-En ese caso tomamos algunas imágenes a partir de dibujos que había tomado
Diego en una libretita, bocetos, ese mismo viaje que te conté, y otras de
internet, buscando el puerto de belén, la isla, el río Amazonas, animales,
perros, y personajes. Es un sistema muy de collage, de reunir personajes e
imágenes de paisajes y fondos por partes, por pedazos. Los collages
originales, son como muy desestructurados, muy abiertos, esa lámina que ves
ahí, bueno, creo que ninguna es la original, son lugares que podrían seguir
cambiando, son mutaciones de paisajes similares, a mí me gusta mucho esa
forma de trabajo. Los colores son muy saturados, y eso es algo que se dio
intuitivamente, y que con Diego después criticamos un poco eso,
-Con nuestra idea de Brasil. Tiene mucha relación con la obra de Mederos
Pazos, a quien con Diego estudiamos y nos gusta mucho, que es un
serigrafista, diseñador gráfico y pintor, de la revolución cubana, de esa época,
58
fue ministro de Fidel en la primer época, ministro del departamento de
comunicación visual, y el tipo tenía una estética muy pop, así con colores así
bien saturados y muy exuberante, como sus dibujos con la naturaleza y los
guerrilleros como héroes, y de ahí tomamos también
-Sí, con Diego dimos muchos talleres de cine juntos, él más de cine y yo de
animación quizás, pero durante varios años, después de haber hecho ese
Kamishibai, tuvimos un entrenamiento bastante mayor, en el tema de taller de
cine y realizar videos, entonces tenemos una mirada mucho más crítica.
-Igual eso no quita que la imagen así ofrezca otras cosas, tal vez da una
sensación más general, como los planos...
-Bueno, de hecho vos hiciste otro Kamishibai con luces y sombras. No tanto
buscando un sentido narrativo, sino más sensaciones visuales, estéticas. Casi
diría que van más bien a la piel sensible.
-Sí, más hacia la sensación, a los climas. Ese es más mi modo de trabajo
habitual, porque yo no hago casi nunca algo narrativo, con una historia que
tenga un principio y un final y unos personajes, esto lo hice con los chicos. Me
fascina el Kamishibai y lo audiovisual pero lo trabajo desde lugares más como
de experimentos sonoros y visuales, y también me gustó mucho la situación de
Kamishibai como dispositivo. Como artefacto generador de situaciones de
imágenes.
60
-Y eso que una vez me contaste de la cualidad del Kamishibai como
participación colectiva, estar viendo juntos…
-Sí, de la “sala de cine”. Eso es para mí lo más poderoso del Kamishibai. Que
esa limitación de tamaños y sus reglas, que te pueden generar mundos
infinitos. El Kamishibai de sombras lo hice en Uruguay en una situación que era
una muestra, en un espacio muy chiquito e hice una instalación de luces y
sombras con papeles calados, y le puse una pantalla a la caja, lo transformé en
pantalla donde proyectar teatro de sombras desde atrás, porque era como una
instalación que funcionaba sola con unos motores con una imagen fija que se
movía con las luces. Pero después en vivo también.
Muchas veces trabajé y participé como DJ, con músicos y bailarines, así que
tenía esa experiencia, como de la práctica más de escenario, esa era mi
experiencia previa, entonces cuando hice el Kamishibai este de sombras… en
Uruguay hicimos una puesta en escena más experimental con un artista que
hace música y sonido con objetos. Entonces yo hacía sombras con los objetos
de él y también con mi teatro de Kamishibai en vivo, mientras otro amigo leía
unos poemas. Todo relacionado con la temática de la cárcel, porque estábamos
trabajando en un centro cultural que había sido una cárcel. Esto era re-oscuro,
con las sombras y la temática esa, era climática y bien oscuro.
Sí me gustaría hacer algo con sombras pero más narrativo, con una historia,
más tradicional. Hice una puesta con narrativa, pero era más abstracta, me
cuesta hacer algo más narrativo, pero me gustaría. Y otra cosa que hice para
chicos fue el proyecto de los zombies, se puede ver en internet, no Kamishibai
pero que también está en el límite entre chicos y adultos. Escrita por chicos e
interpretadas por adultos.
61
Las siguientes entrevistas fueron realizadas y respondidas por escrito.
PJ: ¿Cómo fue la elección de los cuentos? Eligieron dos cuentos, al menos los
que veo en blog, que pueden llamarse “clásicos”: uno de leyenda japonesa, y el
otro un clásico de la literatura occidental, no tan leído, pero bastante popular de
H. C. Andersen.
Comentario: Algo que observo, y que si bien lo tenía en cuenta, a partir de esta
respuesta es la “tradición oral” espontánea, trasmisión entre generaciones, que
62
se vuelca de lo intrafamiliar al público en general. Aquellos cuentos oídos
directamente, de niña, dentro del grupo familiar, como herencia, es ofrecida
como acto artístico al futuro: Conservada y transformada herencia de la
palabra. Este enlace de tiempos, este desarmar el tiempo, y abrirse desde y
hacia la infancia.
Ella lo versionó de una manera muy dulce y lo interpretó siempre con mucha
magia en todas las funciones. Renata también eligió la música, es una obra
que tiene un clima y tiempos muy especiales.
63
“tiempos” que Delius llama “muy especiales”. El tiempo, el ritmo, el tempo,
también provoca un ambiente determinado, un clima, aporta sus tonos. En este
sentido el Kamishibai se devela como una acción total, vecina de tantas otras
artes escénicas, decíamos cine, historieta, teatro, libro, narración oral.
PJ. El estilo de ilustración sin embargo no es tan clásico, los dibujos (en el
primero tengo entendido que te inspiraste en Ayax Barnes) trabajan, o juegan,
con geometría y color, con metonimias visuales, metamorfosis que también
podrían pensarse como metáforas (por ejemplo el pelo-mar) ¿Cómo llegaste a
esta imagen de los relatos, en que te inspiraste?
-Oh! qué linda pregunta. si, Ayax Barnes es uno de mis ilustradores
referenciales, muchos de mi infancia en realidad, creo que curiosamente me
inspiran tanto las ilustraciones inglesas de Arthur Rackham como las de los
afichistas polacos o los constructivistas rusos, me gusta la forma sinuosa,
sensual, decorativa, pero ajustada, que diga lo máximo con lo mínimo posible,
sobre todo en este caso, en este tipo de ilustraciones que llevé a cabo, ya que
quería experimentar esto en particular esta vez; pero además tengo un
pensamiento proyectual, porque soy diseñadora gráfica. Entonces el resultado
de trabajar con formas muy simples, conectándolas, propiciando una mirada
que complete la forma, que descubra segundas lecturas me gusta.
64
películas. Para decir lo máximo con lo mínimo se requiere una operación
poética: retóricas de la imagen, juegos metonímicos que permitan el juego en el
fuera de campo. Lo que no se ve resuena a partir de lo que se muestra.
También el efecto poético puede producirse por yuxtaposición, en el caso del
collage por ejemplo, como en el caso de las obras de Masvernat, generando un
escenario donde coexisten mundos disímiles.
La imagen tiende a ser clara para invitar a retenerse en la retina una vez que
esta haya pasado, y componga en esa alternancia. No hay vuelta de la página
atrás como en un libro.
MDL -En ambos casos primero se trabajó el texto (el escritor hizo esto con
intimidad), luego se trabajaron las imágenes y en una tercera instancia se
hicieron pequeños ajustes finales, conversados entre las partes.
Delius- Sí, tal cual, es diferente por el tema de la distancia del espectador. La
idea de trabajar una imagen sintética va de la mano con que todos la
puedan apreciar desde lejos, un tipo de lectura muy similar al de un
afiche, por ejemplo, una lectura rápida y a distancia, por lo menos yo me lo
planteé así, por eso esta estética sintética. Por supuesto que en el libro álbum
la distancia del lector es muchísimo más corta y los tiempos de lectura se
manejan a gusto, con lo cual puede haber muchísimo más detalle, con infinitos
niveles de lectura visual, sin correr el riesgo de que la misma sea dificultosa.
66
En el Kamishibai uno puede tener una imagen más barroca, digamos,
pero bueno, los detalles se pierden, o son leídos como clima en todo
caso.
PJ -De los Kamishibai que conocen, realizados por colegas, ¿hay alguno que
quieras mencionar que te haya gustado más o que particularmente haya
llamado tu atención?
MDL -En mi opinión aporta mucho, al mundo del relato, de la literatura, pero
también visualmente, es como un cine, como una sesión de diapositivas,
digamos. Me parece además que el tema de que sea una cosa grupal, de a
muchos nenes es muy interesante también, porque también tiene algo teatral,
es como un híbrido entre todas esas artes, ya que el narrador actúa y hasta
puede interaccionar con su público, hay un clima, una especie de juego. Como
todo arte favorece la sensibilidad y cultiva una cultura de amor por el arte
mismo, el relato, las historias, las imágenes... es hermoso.
67
6.3 Entrevista a Renata Lozupone
69
para otro lado”, enfrentándonos, hasta el súper primer plano, al rostro de
la pequeña.
(Pienso en esto de la “función”, las láminas como actrices, junto con el texto de
algo mayor que solo puede ser disfrutado, y es único, cuando se presenta en
público. ¿Ves en esto la diferencia con el libro?)
Siempre nos pareció que esta obra iba acompañada de música. La selección la
hice yo, algunas canciones de Parker & Lily, Cocorosie y otros artistas. En esto
creo que lo más importante es lo que siento. Siento que la música es ésta y no
otra, siento que este tema va y éste otro, no va. Siento que éste tiene que ser
el orden. Probamos, ensayamos, la hacemos, nos damos cuenta de que
podemos cambiar algún tema de lugar, o quizá hay alguno de más. Y volvemos
a probar y así.
70
PJ -De los Kamishibai que conocen, realizados por colegas, ¿Hay alguno que
les haya gustado particularmente o llamado la atención?
RL -¡Son todos tan diferentes! Me gusta mucho “Nieve” de Diego Posadas, una
adaptación de un cuento de Kawabata. Me llama la atención que en su obra las
voces, como la música, están grabadas, por lo tanto es imposible que el
narrador tenga en cuenta las particularidades del momento en el desarrollo de
la historia, ¡porque no está! Y resulta fascinante lo bien que funciona, vi la obra
un montón de veces y siempre, pero siempre, los tiempos de la narración, de la
música y de las imágenes son tan armoniosos y perfectos, tan precisos y
coherentes, que no puedo creer que el narrador no esté.
Los Kamishibai tradicionales que siempre realiza Amalia con su hijo Nicolás
son preciosos. También hizo uno fabuloso, con Masao, sobre un personaje
frecuente en los primeros Kamishibai japoneses: Ogon Batto.
71
6.2 Biografías. De los referentes mencionados,
entrevistados e inspiradores para el presente
trabajo.
Amalia Sato
72
Pepe Cabana Kojachi
73
Diego Maxi Posadas
Julia Masvernat
Buenos Aires, 1973
Artista plástica y diseñadora gráfica. Estudia Bellas Artes en la Escuela
Nacional Prilidiano Pueyrredón (1992- 1993) y Diseño Gráfico en FADU-UBA,
donde se gradúa en 1996. Estudia pintura con Alfredo Londaibere (1996) y
fotografía con Alberto Goldenstein (2000), en el CC Ricardo Rojas. Asiste a los
encuentros de clínica de obra con Tulio de Sagastizábal (1998 - 2000); y en
2002 al taller de Jorge Gumier Maier. En 1997 recibe el primer premio en el
concurso de arte digital organizado por el Museo Nacional de Bellas Artes.
En el año 2000 reside una temporada en Barcelona, trabajando como
diseñadora en MeCAD (Media Centre d´Art i Disseny). De regreso a Buenos
Aires, junto a un grupo de artistas, diseñadores, músicos y poetas dan forma al
colectivo Terraza, editan obras de manera colaborativa: libros de poesía y
dibujo, videos de animación, obras de net.art, organizan eventos y muestras.
Entre 2002 y 2004, obtiene una beca de la Fundación Antorchas para
74
desarrollar su proyecto Luciérnaga sonora, un videojuego que integra
imágenes abstractas y sonidos que son manipulados por el espectador. Se
presenta en diversos lugares y formatos (instalación, obra web, concierto) y
recibe el primer premio de multimedia experimental en el concurso de Arte y
Nuevas tecnologías MAMBA-Limb0-Telefónica (2006). Participa también del
festival VideoBrasil (2005). En paralelo a estas obras digitales desarrolla una
serie de objetos en madera, pintura y collage, que continúan las exploraciones
de la materia y el color.
Participa de muestras colectivas (CC Rojas, CCEBA, Fund. Proa, CC Recoleta)
e individuales (Belleza y felicidad, Galería Braga Menendez, CC Recoleta).
Durante 2002, forma parte del Taller popular de serigrafía (TPS). Entre 2003
y 2008 es titular de la materia Arte digital II en la Universidad Maimónides, en la
Licenciatura de Comunicación Multimedial. Desde 2007 desarrolla una serie de
instalaciones espaciales que evocan al teatro de sombras: La rebelión de los
artefactos, seleccionada en el concurso Petrobras-arteBA 2007, “Ficción
encendida” CCEBA 2009, “Los gestos textiles” Fund. Proa 2009, “El fin del ser
humano”, CheLA 2011, “Nocturama”, obra grupal, Fund. Telefónica 2013.
Integra el grupo de teatro de sombras y performance Nocturama desde 2013.
En 2009 comienza a trabaja en el barrio de Retiro - Villa 31 como docente en
talleres de artes visuales y audiovisuales. En 2009 es seleccionada para
participar en LIPAC Laboratorio de Investigación en Prácticas Artísticas
Contemporáneas. C. C. Rojas, Buenos Aires. Entre 2010 y 2012 integra el
Laboratorio Audiovisual Comunitario. Entre 2010 y 2015 es docente en Yo
no fui. Entre 2011 y 2012 forma parte del staff de artistas de la galería de arte
contemporáneo 713. Donde desarrolla dos muestras individuales, 2011 y 2012.
En 2013 participa en la residencia Sala Taller II en el Espacio de Arte
Contemporáneo de Montevideo, Uruguay. Donde desarrolla una obra a partir
del edificio de la excárcel Miguelete, donde se ubica el EAC. En 2016 muestra
“Suspender la tierra firma bajo sus pies” una exposición individual dentro de la
muestra “Interacciones fundamentales de un cielo estrellado” en el MACBA,
Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, curada por Mariana
Rodríguez Iglesias.
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María Delia Lozupone (Delius)
“Soy Delius (María Delia Lozupone), nací en 1974 en Buenos Aires, ciudad
donde vivo. Soy autora de historietas y dibujante, trabajo de manera
independiente y también para editoriales desde 1996. He publicado los libros:
“No puedo vivir sin música” (2017); “Mi cuaderno de dibujos y viñetas” (2014);
“Chiquilín de Bachín” (2007) y “Crecí hasta volver a ser pequeña” (2006) en
coautoría con Adela Basch. Formo parte del colectivo internacional de mujeres
historietistas “Chicks on Comics”, junto a ellas realizo fanzines y exposiciones.
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Biografía extraída de revista imaginaria, en http://www.imaginaria.com.ar/15/5/lozupone.htm
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hogar: las del Centro Editor de América Latina —libros ilustrados por Ayax
Barnes, Chacha y Napoleón, entre otros— y las de los ilustradores italianos de
los "Musicuentos" de la editorial Viscontea. "Admiraba las bellas ilustraciones
de Vilar para los libros de María Elena Walsh; las de Julia Díaz para Nicolodo y
las de Leo Lionni. También adoraba a Fortín y Tabaré, que salían en la revista
Humi, y de la revista Anteojito recuerdo a "Pelopincho y Cachirula" de Fola. Me
gustaban los dibujitos animados de García Ferré, Heidi y, definitivamente, me
enloquecían los Muppets, que no estaban dibujados pero tenían una estética y
una personalidad impresionantes".
En 1993 estudió en el taller del gran maestro historietista Alberto Breccia. Tras
la muerte del maestro, junto con sus compañeros de taller, comenzó a
desarrollar lo aprendido de manera independiente, coeditando la revista El
Tripero. "Adoro a Alberto Breccia y pensar en su vida me da muchas fuerzas a
la hora de trabajar. Amo el trabajo de José Muñoz, de los españoles Max, Raúl,
Isidro Ferrer, Ana Juan y Juan Berrio. Y también me gustan: Julie Doucet,
Frederique Bertrand, Kvéta Pacovská, Martín Jarrie, Mark Ryden, Edward
Gorey, Audrey Beardsley, Arthur Rackham, George Grosz y El Lizzitsky..."
En 1994, publicó sus primeras ilustraciones dentro de una antología de cuentos
para jóvenes. Se recibió como Diseñadora Gráfica en la Universidad Nacional
de Buenos Aires y cursó dos postgrados relacionados con el universo editorial y
artístico en la ciudad de Barcelona (Universidad de Barcelona e IdEC,
Universidad Pompeu Fabra) gracias a una beca de estudios que le otorgó la
A.E.C.I.
María Delia Lozupone ilustró varios libros de cuentos, obras de teatro, poemas
y textos escolares para editoriales argentinas (Aiqué, Coquena, Alfaguara,
Grijalbo-Mondadori, Kapelusz y Santillana, entre otras) y extranjeras. También
participó de encuentros y exposiciones realizados en ciudades argentinas
(Mendoza, La Plata, Buenos Aires) y europeas (Barcelona, Madrid, Basilea).
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Renata Lozupone
"Semillas, abrieron y cerraron los ojos varias veces como quien cree estar en
un sueño" de Mariana Arrupe y María Julia Cimarosti, "Los Guachos Pija", de
Lux Lindner, "Cage Against the Machine", junto a Lux Lindner en el Festival de
Arte Contemporáneo Rarísimo (Mar del Plata) y "Ojo volador", son algunos de
sus trabajos como directora. 'LBTV' de Gustavo Tarrío, Matías Giuliani y
Leandro Tartaglia, 'Decidí canción' de Gustavo Tarrío, 'Disco, genética en
movimiento' y 'Pornografía Emocional' ambos de José María Muscari, 'Puesta
en abismo' de la Cía. Pata de Ganso, 'Quasimodo, el jorobado de Notre Dame'
con dirección de María Inés Azzarri y 'Ruta 14' de Jorge Leyes son algunos de
los espectáculos en los que trabajó como actriz y bailarina.
Desde 2007 integra el Club Argentino de Kamishibai, grupo creado por Amalia
Sato; en el que junto a Delius (María Delia Lozupone) realizaron "La pequeña
vendedora de fósforos", basada en el cuento de Hans Christen Andersen.
Desde 2009 integra la Cooperativa Guatemalteca junto a Laura Codega, Dudu
Alcón Quintanilha, Leopoldo Estol y Paula Massarutti.
Desde el 2009 realiza performances, acciones, improvisaciones y otras
experiencias en el mundo físico. Entre otras en el ciclo Cero Vacío Galería
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Mapa Líquido, CIA, Encuentro de Danza y Performance y la Radio Electrónica
Artesanal.
En 1990 recibió la Beca Estímulo Fundación Teatro Colón. En el 2003 recibió el
premio Estrella de Mar Revelación. En el 2009 fue becaria del Centro de
Investigaciones Artísticas CIA. En 2011 recibió la Beca de Investigación UNA -
CONEAU. Desde el 2004 se desempeña como docente en el GCBA.
Lula Mari
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