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(Lc. 8:40-48)
INTRODUCCIÓN:
A. ¡Cuántas veces hemos oído, o hemos dicho!: ¡Si tan sólo:
1. Me hubiera sucedido esto, si me hubieran dado la oportunidad, si él o ella me hablara
2. Si tan sólo pudiera volver atrás.
3. ¡Si tan sólo tuviera otra oportunidad!
B. En este pasaje veremos que una mujer decía esas palabras:
1. Era judía, deducimos que ya era entre madura y mayor de edad.
2. Tenía una buena posición económica, propiedades, tal vez empresaria, millonaria.
3. Tenía una buena salud, reuniones sociales, asistir a la sinagoga, tenía una vida común.
III. ¡Y SUCEDIÓ!
A. ¡Cuando oyó hablar de Jesús! (Marcos 5:27)
B. Felizmente no escuchó a los modernos predicadores de la sanidad:
1. ¡Si es la voluntad de Dios, te va a sanar, y si no es la voluntad de Dios, no te va a sa-
nar, Dios quiere que estés enfermo(a) para que le glorifiques!
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2. En esta historia no dice así, no suena así, no se da a entender eso. Felizmente no es-
cuchó a esa doctrina de sanidad.
C. El proceso de la fe:
1. Oír la Palabra de Dios (Ro. 10:17): Al oír la Palabra de Dios, se va generando fe
dentro de nosotros.
2. Meditar la palabra de Dios, hablarla para uno mismo: Porque decía dentro de sí:
si tocare solamente su manto, seré salva. (Mateo 9:21)
3. Hablarla en voz alta para mí mismo: Porque decía: Si tocare tan solamente su
manto seré salva. (Mr. 5:28). Lo hablaba en voz alta.
4. ¡Actuar! La verdadera fe en Dios nos mueve a actuar, en base a ese conocimiento:
Vino por detrás de la multitud, y tocó el borde de su manto (Mt. 9:20; Mr. 5:27)
a. Tuvo que vencer muchos obstáculos imposibles de superarlos:
- Su extrema debilidad: 12 años de enfermedad y continuo flujo de sangre:
anemia extrema, su cuerpo muy debilitado, adolorido.
- Abrirse paso por entre la multitud que apretaba a NSJC, tal vez a empujones.
- El que las gentes se dieran cuenta de su presencia y la rechazaran por estar
inmunda y ser inmunda, condenada tal vez por Dios mismo.
- El que NSJC. la rechazara por estar inmunda.
D. ¡No, no buscaba su sanidad, sino su salvación! : ¡Si tocare tan solamente su manto se-
ré salva! (Mt. 9:21; Mr. 5:27)
1. Tal vez pensaba que esa enfermedad era consecuencia de su vida de pecado, lo que
le llevaba a la muerte física y espiritual.
2. O que esa inmundicia, ese pecado ceremonial por 12 largos años, la condenaba a la
muerte física y espiritual, a la condenación eterna: porque decía: ¡si tan solamente
tocare su manto, seré salva!.
IV. ¡PERO DIOS HACE MÁS DE LO QUE PEDIMOS O PODEMOS ENTENDER! (Ef.
3:20-21)
A. Esa enfermedad era un azote diario: instante tras instante, segundo tras segundo, hora
tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, ¡por 12 largos
años!
B. ¡Pero!: ¡Y enseguida la fuente de su sangre secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana
de aquél azote! (Mr. 5:29) ¡Sanidad instantánea! ¡Sintió su sanidad! En muchas oca-
siones no sentimos la sanidad, pero ya está hecha, tenemos que creer que ya está hecho.
¡Pero aquí, la mujer sintió su sanidad!
C. Pregunta de NSJC:
1. ¿Quién me ha tocado? ¿Quién ha tocado mis vestidos? (Mr. 5:30; Lc. 8:45)
2. Pedro y los discípulos: ves que la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es
el que me ha tocado?
3. NSJC: alguien me ha tocado porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
¡Toca el borde del manto de NSJC, tócale a él, él está presente!
D. Confesión de la mujer (Lc. 8:47)
E. Confirmación de la salvación y sanidad de la mujer: Tu fe te ha hecho salva; ve en
paz, y queda sana de tu azote. ¡No buscaba su sanidad, sino su salvación, y la obtuvo,
y le fue añadida su sanidad!
F. Y este milagro despertó la fe de los enfermos, Mr. 6.56: “Y donde quiera que entraba,
en aldeas, en ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le ro-
gaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban que-
daban sanos.
G. También leemos en Mr. 3.10: Porque había sanado a muchos; de manera que por tocar-
le, cuantos tenían plagas caían sobre él.
H. ¡Éste es NSJC a quién he presentado y he querido llevarlos con esta prédica!: ¡Él
está aquí, toca el borde de su manto, tócale a Él, que de Él va a salir poder para sa-
narte, para curarte, para liberarte, para salvarte de la muerte, para salvarte de la
condenación eterna! ¡Aquí está Yeshua Hamashia: Jesús Cristo, el Mesías!