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¡SI TAN SÓLO!

(Lc. 8:40-48)
INTRODUCCIÓN:
A. ¡Cuántas veces hemos oído, o hemos dicho!: ¡Si tan sólo:
1. Me hubiera sucedido esto, si me hubieran dado la oportunidad, si él o ella me hablara
2. Si tan sólo pudiera volver atrás.
3. ¡Si tan sólo tuviera otra oportunidad!
B. En este pasaje veremos que una mujer decía esas palabras:
1. Era judía, deducimos que ya era entre madura y mayor de edad.
2. Tenía una buena posición económica, propiedades, tal vez empresaria, millonaria.
3. Tenía una buena salud, reuniones sociales, asistir a la sinagoga, tenía una vida común.

I. ¡ENFERMEDAD! ¡MUERTE! MUERTE ETERNA!


A. Pero un día la enfermedad se posesionó de su cuerpo:
1. Esto debió suceder poco a poco, de manera imperceptible: un pequeño dolor en el
vientre, un pequeño sangrado después de su menstruación, que se iba repitiendo cada
cierto tiempo, y que se hizo más frecuente durante su período.
2. Pero eso no la iba a detener de su ritmo de vida.
3. Pero cada vez era peor.
B. Ahora se hizo flujo de sangre más abundante:
1. ¡Ya no tan sólo después de su regla, sino fuera de ella, y era cada vez más abundan-
te: flujo no son unas cuantas gotas, o unos 3 o 5 días, ahora eran días seguidos, sema-
nas, meses, años, ¡12 largos años, con sus horas, días, meses, años de sufrimiento!
C. Ahora su inmundicia era permanente:
1. Tenía que vivir aislada, apartada de sus seres queridos, por ser inmunda.(Lv. 15:19,
25)
2. Debió estar muy anémica por la continua pérdida de sangre, muy débil, más débil
cada día.
3. Le traía condenación: ¡Mi inmundicia es permanente, estoy desechada por Dios, es
castigo de Dios! ¡Estoy condenada a morir! ¡Y a ser condenada al infierno!

II. EN BUSCA DE SU SALVACIÓN


A. Recurrió a los mejores médicos de esa época: Había gastado todo cuanto tenía, todo lo
que tenía (Mr. 5:26; Lc. 8:43)
B. ¡Y por ninguno había podido ser curada! (Lc. 8:43) Y nada había aprovechado, an-
tes le iba peor!: Experimentos, probar nuevos tratamientos en su intimidad: ¡Qué humi-
llante, qué vergüenza! ¡Qué sufrimientos! (Mr. 5:26)
C. ¡12 años de sufrimiento!
1. Tiempo suficiente para meditar porqué la había pasado esto: ¡por qué a mí!
a. Como si las personas seamos inmunes a las desgracias: a otros les puede pasar,
pero no a mí, ¿pero por qué a mí?
2. Malos hábitos de vida: mala alimentación, a destiempo, comida chatarra, maltratar su
cuerpo, tal vez vida de pecado.
a. Hay muchas causas para un flujo de sangre excesivo y permanente: fibromas, pó-
lipos endometriales, infección del útero, embarazo, aborto, cánceres del útero
b. La promiscuidad sexual trae como consecuencia infecciones vaginales que se
convierten en flujo de sangre continuo.
3. Tiempo suficiente para ponerse a cuentas con Dios, con su prójimo, a ponerse a
cuentas con todos: Tiempo para analizarse y poner en orden su vida.

III. ¡Y SUCEDIÓ!
A. ¡Cuando oyó hablar de Jesús! (Marcos 5:27)
B. Felizmente no escuchó a los modernos predicadores de la sanidad:
1. ¡Si es la voluntad de Dios, te va a sanar, y si no es la voluntad de Dios, no te va a sa-
nar, Dios quiere que estés enfermo(a) para que le glorifiques!

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2. En esta historia no dice así, no suena así, no se da a entender eso. Felizmente no es-
cuchó a esa doctrina de sanidad.
C. El proceso de la fe:
1. Oír la Palabra de Dios (Ro. 10:17): Al oír la Palabra de Dios, se va generando fe
dentro de nosotros.
2. Meditar la palabra de Dios, hablarla para uno mismo: Porque decía dentro de sí:
si tocare solamente su manto, seré salva. (Mateo 9:21)
3. Hablarla en voz alta para mí mismo: Porque decía: Si tocare tan solamente su
manto seré salva. (Mr. 5:28). Lo hablaba en voz alta.
4. ¡Actuar! La verdadera fe en Dios nos mueve a actuar, en base a ese conocimiento:
Vino por detrás de la multitud, y tocó el borde de su manto (Mt. 9:20; Mr. 5:27)
a. Tuvo que vencer muchos obstáculos imposibles de superarlos:
- Su extrema debilidad: 12 años de enfermedad y continuo flujo de sangre:
anemia extrema, su cuerpo muy debilitado, adolorido.
- Abrirse paso por entre la multitud que apretaba a NSJC, tal vez a empujones.
- El que las gentes se dieran cuenta de su presencia y la rechazaran por estar
inmunda y ser inmunda, condenada tal vez por Dios mismo.
- El que NSJC. la rechazara por estar inmunda.
D. ¡No, no buscaba su sanidad, sino su salvación! : ¡Si tocare tan solamente su manto se-
ré salva! (Mt. 9:21; Mr. 5:27)
1. Tal vez pensaba que esa enfermedad era consecuencia de su vida de pecado, lo que
le llevaba a la muerte física y espiritual.
2. O que esa inmundicia, ese pecado ceremonial por 12 largos años, la condenaba a la
muerte física y espiritual, a la condenación eterna: porque decía: ¡si tan solamente
tocare su manto, seré salva!.

IV. ¡PERO DIOS HACE MÁS DE LO QUE PEDIMOS O PODEMOS ENTENDER! (Ef.
3:20-21)
A. Esa enfermedad era un azote diario: instante tras instante, segundo tras segundo, hora
tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, ¡por 12 largos
años!
B. ¡Pero!: ¡Y enseguida la fuente de su sangre secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana
de aquél azote! (Mr. 5:29) ¡Sanidad instantánea! ¡Sintió su sanidad! En muchas oca-
siones no sentimos la sanidad, pero ya está hecha, tenemos que creer que ya está hecho.
¡Pero aquí, la mujer sintió su sanidad!
C. Pregunta de NSJC:
1. ¿Quién me ha tocado? ¿Quién ha tocado mis vestidos? (Mr. 5:30; Lc. 8:45)
2. Pedro y los discípulos: ves que la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es
el que me ha tocado?
3. NSJC: alguien me ha tocado porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
¡Toca el borde del manto de NSJC, tócale a él, él está presente!
D. Confesión de la mujer (Lc. 8:47)
E. Confirmación de la salvación y sanidad de la mujer: Tu fe te ha hecho salva; ve en
paz, y queda sana de tu azote. ¡No buscaba su sanidad, sino su salvación, y la obtuvo,
y le fue añadida su sanidad!
F. Y este milagro despertó la fe de los enfermos, Mr. 6.56: “Y donde quiera que entraba,
en aldeas, en ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le ro-
gaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban que-
daban sanos.
G. También leemos en Mr. 3.10: Porque había sanado a muchos; de manera que por tocar-
le, cuantos tenían plagas caían sobre él.
H. ¡Éste es NSJC a quién he presentado y he querido llevarlos con esta prédica!: ¡Él
está aquí, toca el borde de su manto, tócale a Él, que de Él va a salir poder para sa-
narte, para curarte, para liberarte, para salvarte de la muerte, para salvarte de la
condenación eterna! ¡Aquí está Yeshua Hamashia: Jesús Cristo, el Mesías!

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