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Historia General de los Medios y Sistemas de

Comunicación - Cátedra Moyano


Grupo de investigación HISCOMALC - IEALC

Alejandra Ojeda y Julio Moyano (Coord.)


De la piedra al pixel
Innovaciones y reciclamientos en el campo de la
Historia de los Medios

CURSO DE HISTORIA DE LOS MEDIOS - INTENSIVO DE VERANO

PARTE I

Colección Didáctica HM
Grupo HISCOMALC – Colección Didáctica HM

De la piedra al pixel.
Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los Medios

1° ed. – Libro digital, PDF

Ciudad Autónoma de Buenos Aires: HISCOMALC, IEALC-Instituto de Estudios de América


Latina y el Caribe, Julio Moyano, 2020.

ISBN: 978-987-86-8327-0
Archivo Digital: descarga y online

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Facultad de Ciencias Sociales

Decana: Dra. Carolina MERA

Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe

Directora: Dra. Mabel THWAITES REY

Equipo de Gestión: Lucila de Marinis – Leonardo Altamiranda

Grupo HISCOMALC - Historia de la Comunicación en América Latina y


el Caribe

Coordinador: Dr. Julio Moyano


Equipo permanente: Dr. Julio Moyano, Dra. Alejandra Ojeda, Dr. Marcelo
Borrelli, Mg. Maximiliano Martínez, Mg. Máximo Eseverri, Mg. Enrique Fraga,
Prof. Pablo Maas, Lic. Adrián Pérez Llahí, Lic. Ariel Gurmandi, Lic. Laura Tarasiuk
Ploc, Prof. Javier Rombouts, Téc. Serena Moyano, estudiante tesista Verónica Paiva,
posdoc externo Dr. Mario Gustavo Parrón.

Diseño y armado: Alejandra Ojeda


Edición y corrección: Julio Moyano
Fotografías: Alejandra Ojeda, Serena Moyano y Julio Moyano

© HISCOMALC, IEALC, 2021


Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Libro de Edición Argentina


(Printed in Argentina)
Enero de 2021, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons


Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0
Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visite
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/. La atribución debe incluir los
autores, el ámbito de publicación original en los casos que corresponda y el Instituto
de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC – UBA), así como su dirección Web
http://iealc.sociales.uba.ar/ y la de la cátedra:
http://historiaymedios.sociales.uba.ar

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

PARTE I

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Medios

ÍNDICE

PARTE I
1.0. Prólogo........................................................................................................................ 7
1.1. De la antigüedad a la revolución de la imprenta ...................................... 14
1.2. Línea de tiempo ..................................................................................................... 55
1.3. El nacimiento de la prensa periódica moderna ....................................... 58
1.4. La telegrafía ............................................................................................................ 99
1.5. La fotografía. ........................................................................................................ 116
1.6. Exploraciones pre-cinematográficas.......................................................... 141
1.7. Manifiestos del séptimo arte .......................................................................... 155
1.8. El documental y el documento en cine y fotografía .............................. 168

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Medios

1.0. Prólogo

La brusca virtualización de las actividades docentes de grado y posgrado generada


por la emergencia sanitaria Covid 19 nos ha urgido a generar material de lectura
digitalizado y ordenado de modo que pueda hallarse con practicidad en el contexto
de uso de aulas virtuales que ha caracterizado las últimas cursadas.

En este marco, materiales de lectura y resúmenes didácticos para estudiantes de


Historia General de los Medios y Sistemas de Comunicación de la Universidad de
Buenos Aires que venimos utilizando y actualizando en nuestras cursadas ha
comenzado a sistematizarse en manuales digitales de acceso e interfaz sencillo.

Esta primera edición, cuyo carácter de ensayo nos disculparán los/las estudiantes del
curso intensivo de verano 2021, ha sido trabajada en el marco de las actividades del
Grupo HISCOMALC - IEALC (Grupo de Estudio Historia de la Comunicación en
América Latina y el Caribe - Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe).
Incorpora gran parte del material de lectura de la primera mitad de la materia. Como
todo material didáctico y de lectura para estudiantes de grado, supone poner en
diálogo este material con las actividades prácticas propuestas, con la lectura de otras
bibliografías indicadas en el cronograma y con las discusiones en clase.

Si bien el material que se presenta aquí conforma una unidad, razones prácticas de
interfaz para nuestros/as estudiantes nos llevan a organizarlo en tres archivos
digitales separados, uno por cada parte.

En la primera parte, a través del texto de Ojeda y Moyano, abordamos las condiciones
históricas que sostienen el surgimiento y auge de las grandes industrias de la
comunicación social, los oficios y profesiones vinculados a ellas y sus usos sociales y
culturales. Se analiza la centralidad de las escrituras en la organización social
contemporánea, la tensión entre mundialización y coordinación de las
comunicaciones mundiales y la existencia de una diversidad de escrituras que a su
vez sostiene una diversidad cultural que se busca preservar. Se rastrea la génesis
histórica de los sistemas de escritura y sus relaciones con la comunicación, la ciencia
y las artes, el largo tránsito de la hegemonía de la oralidad a la hegemonía de la
escritura y el modo en que, a partir de la revolución de la imprenta, la forja del
capitalismo mercantil y la transformación de las relaciones entre subjetividad y texto,
subjetividad y autoridad y subjetividad y sociedad desde comienzos de la edad
moderna, se conforman las condiciones históricas necesarias para la irrupción del
periodismo como práctica fundamental de las sociedades modernas.

En el texto “El nacimiento de la prensa periódica moderna”, Moyano rastrea esas


condiciones históricas y los recorridos diferentes en que se configura el periodismo
moderno entre su naturaleza burguesa, sus elementos originados en la circulación de
narrativas populares y la sobredeterminación expresada por el uso estatal y militar

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Medios

que les inscribe el absolutismo a todo lo largo de la edad moderna. Se analiza allí los
prolegómenos del periodismo hispanoamericano y rioplatense.

La telegrafía marcó una revolución en las comunicaciones mundiales y transformó al


periodismo, marcando algunas de sus características distintivas a lo largo de más de
un siglo y medio. Si bien una parte de nuestro estudio sobre telegrafía se realiza en
diálogo con el trabajo de Horacio Reggini “La obsesión del hilo: Sarmiento y el
Telégrafo”, hemos optado por presentar aquí un texto pionero, redactado en 1854
por Camille Duteil, una de las figuras clave en la incorporación de la telegrafía a la
Argentina, y publicado en una revista científico-cultural de su tiempo. Del mismo
modo, materiales didácticos sobre fotografía desarrollados por Ojeda y Moyano nos
permiten abordar las transformaciones socioculturales que ésta generó a medida que
se extendió su uso y sobre todo, a medida que fue perfeccionándose su técnica, en un
período histórico paralelo al de la irrupción de la telegrafía, dialogando a su vez con
la bibliografía de referencia sobre este tópico. En esta misma línea, se aborda las
exploraciones pre-cinematográficas en diálogo con textos de referencia sobre inicios
del cine, se reproducen los manifiestos de Canudo sobre el cinematógrafo como
consagración de un arte integral, adoptados entusiastamente por la industria en la
primera posguerra, y se presenta una breve reflexión, a cargo de Serena Moyano,
sobre un tópico que año tras año genera dudas y debates en el aula: las delimitaciones
conceptuales entre la capacidad mostrativa de lo real por la cámara cinematográfica
en sus primeros años de desarrollo (con sus alcances, límites y contradicciones), su
posibilidad de constituir “documento”, y la construcción de la noción de
“documental”.

Esperamos que este material sea de utilidad y que la experiencia del curso de verano
nos permita mejorarlo y ampliarlo con vistas a la cursada cuatrimestral. No olviden
que su aprovechamiento cobra sentido en diálogo con el resto del material que
compone el programa y con las discusiones en clase.

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Medios

Autores y colaboradores

Este trabajo ha sido realizado en el marco del Grupo de Estudio HISCOMALC -


Historia de la Comunicación América Latina y el Caribe, Instituto de Estudios de
América Latina y el Caribe (IEALC), Universidad de Buenos Aires, e integrantes de
la cátedra de Historia General de los Medios y Sistemas de Comunicación.
Parte de la producción publicada aquí fue realizada en el marco de proyectos de
investigación radicados en el Instituto de Comunicación y Cultura, Universidad
Nacional de Lanús, y del proyecto de I+D+i, del MEC, Código CSO2015-66667-R
(MIMECO-FEDER), 'Cambios en la empresa periodística: la estrategia del
sensacionalismo. Su emergencia histórica en España y América' (Universidad de
Valencia, España, participando nuestro equipo desde la Universidad Nacional de
Lanús y el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Universidad de
Buenos Aires).
Las publicaciones del Dr. Marcelo Borrelli presentes en la tercera parte de este
trabajo se han realizado en el marco de su labor como investigador CONICET. Los
créditos de publicación original se indican al pie de primera página de cada artículo.
Agradecemos a los espacios de publicación académica generados por la Red de
Historiadores de la Prensa y el Periodismo en Iberoamérica, que nos han permitido
desarrollar y poner en circulación una parte significativa del material reproducido
aquí, sobre todo el referido a la prensa argentina del siglo XIX y comienzos del XX.
Agradecemos también a la revista Avatares de la Comunicación y la Cultura, de la
carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, y al Máximo Eseverri,
coordinador académico de la Maestría en Periodismo de esta misma institución, por
la invitación a publicar el trabajo “La revolución del magazine”. También a los Dres.
José Lluis Gómez Mompart, Antonio Laguna Platero y Francesc Andreu Martínez
Gallego tanto por el marco de investigación y de publicación compartida sobre
sensacionalismo y negocio comunicacional, como por la constante orientación y
estímulo recibidos. A la Revista Perspectivas en Historia de los Medios y
(póstumamente) a su director y querido compañero de cátedra Rubén Levenberg,
En los casos de trabajos que tuvieron publicación previa se indica los créditos
correspondientes al inicio de cada una.
El documento sobre telegrafía fue publicado originalmente entre enero y febrero de
1854 en la revista Ahasverus (Buenos Aires), por su director Camille Duteil. La
traducción del francés al español realizada en el periódico por Manuel Carrillo
Aguirre ha sido en algunos tramos corregida por razones de precisión y se ha
actualizado algunos términos de época para una mayor legibilidad.
El documento conteniendo dos manifiestos firmados por Ricciotto Canudo, así como
un fragmento de facsímil de su publicación han sido originalmente publicados por
la Fundación Gustavo Bueno a través del Proyecto Filosofía en Español de su sitio

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Medios

Web http://www.filosofia.org/ave/003/c067.htm La sección correspondiente a


Canudo puede consultarse en: http://www.filosofia.org/hem/192/9230125.htm

Julio Moyano es doctor en comunicación por la Universidad Nacional de la Plata,


Magister en Metodología de la Investigación por la Universidad Nacional de Entre
Ríos y Licenciado en Comunicación con especialidad en Comunicación Educativa por
esa misma universidad. Es profesor titular concursado de Historia General de los
Medios y Sistemas de Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de
Buenos Aires. Coordina el grupo HISCOMALC - IEALC y es investigador formado
regular en dicho instituto, donde integra actualmente su comité académico. Es
profesor asociado concursado de Metodología de la Investigación por la Universidad
Nacional de Lanús (Departamento de Planificación y Políticas Públicas), donde
dirige investigaciones en el marco el Instituto de Comunicación y Cultura. Ha
publicado libros, capítulos y artículos en su especialidad y ejercido actividades de
evaluación, consultoría profesional y gestión académica en diversos ámbitos e
instituciones de alcance nacional, provincial y local, desde 1990, y realizado
actividades académicas y de consultoría profesional en México, Ecuador, Brasil,
Costa Rica y España.
Alejandra Ojeda es doctora en comunicación por la Universidad Nacional de la
Plata, Magister en Metodología de la Investigación por la Universidad Nacional de
Entre Ríos y Licenciada en Comunicación con especialidad en Comunicación
Educativa por esa misma universidad. Es profesora Asociada concursada de Historia
y Semiótica de los Medios por la Universidad Nacional de Lanús (Departamento de
Humanidades y Artes), a cargo actualmente de las materias Semiótica, Metodología
de la Investigación y SPSS. Es coordinadora del Área Transversal de Metodología de
la Investigación en la misma universidad, y dirige investigaciones en el marco del
Instituto de Comunicación y Cultura. Es Profesora Adjunta de Historia General de
los Medios y Sistemas de Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
de Buenos Aires, e investigadora regular en el HISCOMALC - IEALC. Ha dictado
cursos de posgrado y grado en las universidades de Buenos Aires, Nacional de Lanús,
de San Andrés, Nacional del Litoral, Nacional de Entre Ríos, Nacional Arturo
Jauretche, Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, entre otras
instituciones. Ha publicado libros, capítulos y artículos en su especialidad. Fue
durante un trienio directora de la Especialización en Docencia Universitaria de esta
última institución. Ha cumplido diversas tareas de consultoría e intervención
profesional en el campo de la investigación cualicuantitativa, la evaluación
institucional y las estrategias de comunicación visual institucional para organismos
internacionales, nacionales y locales de los sectores público y privado.
Marcelo Borrelli es Doctor en Ciencias Sociales, Magíster en Comunicación y
Cultura y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos
Aires (UBA). Es Investigador Adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) e Investigador del Instituto de Investigaciones

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Medios

Gino Germani. Desde 2003 se desempeña como profesor de la carrera de Ciencias de


la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), integrando la cátedra de
Historia General de los Medios y Sistemas de Comunicación desde 2016. Ha dictado
seminarios y cursos de posgrado y grado en diversas universidades e institutos.
Publicó diversos artículos en revistas nacionales e internacionales sobre la historia
de la prensa durante la última dictadura militar argentina y sobre temas vinculados
a la historia reciente argentina. Es evaluador para revistas académicas nacionales e
internacionales, miembro del Comité Científico de la revista Cuadernos de H Ideas y
del Comité Evaluador de las revistas RiHumso y Questión. Publicó los libros: Por
una dictadura desarrollista: Clarín frente a los años de Videla y Martínez de Hoz
(1976-1981) (Biblos, 2016); Historia del fundamentalismo islámico. Desde sus
orígenes hasta el ISIS (2016, Biblos, junto a Mercedes Saborido); Voces y silencios:
la prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983) (EUDEBA, 2011, coordinado
junto a Jorge Saborido); “El diario de Massera”. Historia y política editorial de
Convicción: la prensa del “Proceso” (Koyatun, 2008) y El fundamentalismo islámico
(Dastin, 2006, junto a Mercedes Saborido), entre otras publicaciones.
Enrique Fraga es doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos
Aires, Magister en Periodismo por la Universidad Torcuato Di Tella y Licenciado en
Ciencias de la Comunicación. Integra la cátedra de Historia General de los Medios y
Sistemas de Comunicación desde 2010. Fue secretario académico de la Facultad de
Ciencias Jurídicas, Sociales y de la Comunicación en la Universidad de la Marina
Mercante (2017-2019) y es Profesor Adjunto de Historia del Periodismo en la
Universidad Argentina de la Empresa. Es redactor digital en el sitio web del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires y autor del libro «La prohibición del lunfardo en la
radiodifusión argentina 1933-1953» (Ed. Lajouane, Buenos Aires, 2006).
Adrián Pérez Llahí es Licenciado y profesor en Artes por la Universidad de Buenos
Aires (UBA). Realiza su doctorado sobre el tratamiento del espacio urbano en el cine
argentino moderno. Se desempeña como profesor adjunto de Semiótica e Historia de
los Medios en la carrera de Audiovisión de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).
Ejerce la docencia y la investigación sobre lenguajes audiovisuales en diferentes
universidades nacionales. Es coautor de los libros Civilización y barbarie en el cine
argentino y latinoamericano (Biblos, 2005), Cines al margen (Libraria, 2007), Una
historia del cine político y social en la Argentina (Nueva Librería, 2099 y 2011) y
David Viñas: Tonos de la crítica (UNGS, 2011) entre otros.
Serena Moyano es Fotógrafa Profesional egresada de la Escuela de Fotografía
Creativa de Andy Goldstein y estudiante tesista de Ciencias de la Comunicación,
UBA. Integra el equipo de Comunicación de la Asociación Conciencia y ejerce la
actividad docente en el campo de la comunicación digital y la fotografía. Ha ejercido
actividades laborales y pasantías en el campo del fotoperiodismo y de la redacción
periodística. Ha publicado trabajos fotográficos en revistas y en portales
periodísticos e institucionales digitales, realizado exposiciones y participado como
ponente en congresos de su especialidad.

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Medios

Javier Rombouts es Profesor en Ciencias de la Comunicación y estudiante tesista


para optar por la Licenciatura. Participa actualmente como investigador en
formación en los proyectos Ubacyt alojados en el grupo HISCOMALC - IEALC.
Laura Tarasiuk es Licenciada en Diseño y Comunicación Visual por la Universidad
Nacional de Lanús y tesista de maestría en Metodología de la Investigación por la
misma universidad. Su tesis de grado obtuvo el premio internacional AHISCOM para
tesis en el campo de la Historia de la Comunicación. Es docente auxiliar en la
Universidad Nacional de Lanús y en la cátedra de Historia General de los Medios y
Sistemas de Comunicación - UBA, donde participa también en sus proyectos Ubacyt.
Ejerce actividad profesional en el campo del diseño y de la encuadernación artesanal.
Ha publicado artículos y ponencias en su especialidad.
Máximo Eseverri es Licenciado en Ciencias de la Comunicación con
Especialización en Procesos Educativos (FSC-UBA), Magíster en Sociología de la
Cultura y Análisis Cultural (IDAES-UNSAM) y doctorando en Ciencias Sociales
(FCS-UBA). Integra equipos docentes en Historia de los Medios en la UBA desde
2004. En posgrado se desempeña como Secretario Académico de la Maestría en
Periodismo de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y es profesor invitado en la
Especialización en Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Humanidades de la
Universidad Nacional de General San Martín. Dirige la colección Cosmos – temas de
cine para la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba). Realiza tareas de
edición en la Escuela de Maestros del Ministerio de Educación del Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Entre 2004 y 2018 desempeñó tareas de
comunicación en el Ministerio de Educación de la Nación. Trabaja, entre otros temas,
las tensiones entre estética y política en el cine argentino de la posdictadura y la
representación de los desaparecidos en obras cinematográficas. Trabajó en medios
gráficos como la revista El Amante – Cine y el diario Página/12. Publicó los libros
Enrique Raab, claves para una biografía crítica (Prometeo, 2007), Raab/Visconti, La
tierra tiembla (Eudeba-CCMHConti, 2011), Lita Stantic, el cine es automóvil y poema
(Eudeba, 2013, en coautoría con Fernando Martín Peña) y Traspasar la tierra de
nadie (IEM, 2014, en coautoría con Malena Kornfeld y Erich Hackl), y diferentes
artículos en libros y revistas científicas.
Luis Sujatovich es Doctor en Comunicación Social por la Universidad Nacional de
La Plata (UNLP, Argentina). Obtuvo la beca posdoctoral en CONICET (2016-2018) y
realizó una estancia de investigación posdoctoral en la Facultad de Periodismo de la
UCLM, España, en 2015. En la actualidad se desempeña como docente e investigador
del Departamento de Cs. Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.
Es autor del libro <<Prensa y Liberalismo>>, publicado en 2019.
Camille Duteil (1808 - 1860) fue un científico, ingeniero, intelectual y militar
francés. Fue Conservador del Museo Egipcio del Louvre y un importante investigador
de las escrituras antiguas, la historia egipcia y la historia de las sociedades secretas.
Capitán de la Guardia Nacional, llegó a ser general en la resistencia final del
republicanismo en 1851, debiendo desterrarse tras la derrota. Llegó a Buenos Aires,

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Medios

inicialmente de paso, prestando asistencia técnica a la defensa de Buenos Aires


sitiada en 1853, presentando una propuesta de organización telegráfica con
funciones tanto militares como económico - sociales. Incorporado como coronel de
artillería, tuvo un rol destacado en la defensa de la ciudad. En el primer trimestre de
1854 publicó la revista Ahasverus, de contenidos científicos, técnicos y de propuestas
de desarrollo urbano. Poco después obtuvo por concurso la cátedra de Física en la
Universidad de Buenos Aires y participó en la creación del Instituto Geográfico
Militar. Participó en otras revistas intelectuales de la segunda mitad de la década de
1850 y cumplió misiones de exploración, reconocimiento, cartografía y estudios de
factibilidad. Falleció en Buenos Aires en 1860.
Ricciotto Canudo (1877 - 1923) fue un periodista, crítico de cine y autor teatral
italiano inscripto en la vanguardia futurista. Gran parte de su vida profesional
transcurrió en el ambiente de las vanguardias parisinas. En 1911 presentó un
manifiesto en el que la cinematografía podía contarse entre las grandes bellas artes
y a su vez integrar a todas dentro de sí. Este manifiesto fue ampliado en 1920 como
“Manifiesto de las siete artes”, de gran impacto tanto en el ambiente de las
vanguardias estéticas como en el de las industrias cinematográficas.

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Medios

1.1. De la antigüedad a la revolución de la


imprenta
Julio Moyano – Alejandra Ojeda

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Medios

1.1. De la antigüedad a la revolución de la imprenta


Julio Moyano – Alejandra Ojeda

1. Historia y comunicación: delimitaciones

Iniciamos los contenidos del programa con un período histórico decisivo en la


historia mundial, como es el que transcurre entre la Revolución de la Imprenta y las
Revoluciones burguesas.

La revolución de la imprenta es un acontecimiento clave en la historia de los medios


de comunicación, pero también lo es –por su impacto, por su rol- en la historia
general. De hecho, la historiografía contemporánea, cuando fija criterios de
periodización para el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, ubica a la
imprenta como uno de los factores críticos que permiten delimitar una y otra edad.
Suele fijarse este tránsito en la segunda mitad del siglo XV, y como hecho simbólico
hay quienes mencionan la caída de Bizancio en manos del naciente Imperio
Otomano (1453), la invención de la imprenta de tipos móviles (mediados de siglo),
el Renacimiento italiano (segunda mitad del siglo) o el descubrimiento de América.
En cualquier caso, resulta unánime la idea de ser la imprenta un parteaguas en la
historia mundial.

Sin embargo, una historia general de los medios y sistemas de comunicación


supondría -con razón- un arco temporal mucho más amplio que el que se inicia con
la imprenta, así como un arco de problemas de enorme amplitud, que incluye, entre
otros asuntos, prácticas, dispositivos y objetos que no circularon tan siquiera
tangencialmente por el espacio de la cultura escrita. ¿Por qué entonces este recorte?

En primer lugar, existen razones propias de nuestro campo profesional: puestos a


elegir una lógica que recorte un campo tan vasto, optamos por hacerlo tomando
prioritariamente aquellos eventos, procesos, prácticas o dispositivos que originaron
y afectan hoy los espacios comunicacionales en que se desarrolla nuestra profesión.
En lo primero que pensamos como dimensión histórica de nuestro campo es en la
génesis de la prensa periódica, la radiofonía, la televisión, Internet, los dispositivos
móviles multimedia, las propias reflexiones en torno a nuestro campo, etc. El modo
en que estos dispositivos se configuraron históricamente puede rastrearse desde la
revolución de la imprenta: Se trata de dispositivos de comunicación hoy
mundializados, configurados originalmente desde la Edad Moderna en Occidente,
enmarcados en la conformación y consolidación del capitalismo, del Estado
moderno y una división social del trabajo que reconfiguró por completo las nociones
de lo público y lo privado, las articulaciones entre identidades individuales y
colectivas, entre ámbitos de validación discursiva (ciencia, arte, religión, política,
etc.) y entre las propias funciones sociales (económica, política, educacional,
artística, lúdica) de la comunicación.

En segundo lugar, existen razones propias del campo historiográfico. Suele

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Medios

considerarse el término “Historia” (con mayúsculas) no sólo para referirnos a la


disciplina o a su objeto (el devenir de los sucesos del pasado) sino a un tiempo
concreto, tanto cronológico como cultural y social: la Historia se separa de la
Prehistoria con el surgimiento correlacionado de la escritura, el Estado y la división
social del trabajo compleja. La ciencia historiográfica considera terreno propio firme
aquel donde puede contar con fuentes escritas que permitan indagar y dar sentido
preciso a los eventos, o al menos al modo en que sus protagonistas le dieron sentido
y registro. La historiografía cuenta, con ello, con un creciente corpus de datos a
partir de la irrupción de la escritura sumeria hace aproximadamente cinco mil
quinientos años, origen de la escritura occidental, y de la escritura china,
probablemente entre mil quinientos y dos mil años después. Existen otras escrituras
que complementan este corpus, algunas de ellas paralelas a estas grandes vertientes,
y otras subsidiarias o descendientes de ellas.

Por fuera de este universo de registro, las huellas no escritas del pasado son, a
medida que contamos con menos información escrita desde la cual interrogarlas, el
espacio de la arqueología, e incluso de la historia natural. Aunque
contemporáneamente se ha revalorizado la historia oral, sobre todo a partir del
registro de voces en la historia contemporánea, y se ha incorporado radicalmente el
registro de la imagen visual como documento historiográfico, durante la mayor parte
del tiempo en que se ha desarrollado Historia escrita, han quedado marginadas las
historias de pueblos sin escritura, así como las historias de sectores sociales
subalternos. Por otra parte, existe una larga y rica historia de prácticas y medios de
comunicación que –aún en el marco de formaciones sociales con escritura- han
correspondido a prácticas no escritas: el canto, el teatro, las danzas, el dibujo, los
dispositivos de comunicación visual o sonora a distancia, han acompañado la
historia de la humanidad a ambos lados de la frontera de la escritura.

Pero aun así, la escritura ha alcanzado una centralidad tal en la civilización


occidental, y la civilización occidental una centralidad tal en la mundialización
contemporánea, que no tenemos más remedio que optar por priorizar una génesis
histórica de las comunicaciones contemporánea que encuentra su primer hito en el
surgimiento de la escritura, ve la misma desplegarse hacia su centralidad en la
cultura, crecer exponencialmente con la imprenta y reticular el complejo sistema de
comunicaciones contemporáneo.

En tercer y último lugar, reconozcamos un recorte no exento de arbitrariedad, al


menos desde el punto de vista de los campos disciplinares. Una mirada, digamos,
“enciclopédica” de la historia de las comunicaciones podría rastrear las mismas
hasta los confines mismos del origen de la humanidad, en el paleolítico inferior.
Podría también, en pleno derecho, considerar innumerables prácticas preexistentes
a la escritura y más aún a la imprenta. El origen y sustrato biológico de la humanidad
habilita también pensar las comunicaciones en el reino animal; la construcción de

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Medios

un sistema simbólico de comunicación 1, tal vez la diferencia fundamental entre el


ser humano y otras especies animales- podría considerarse como un proceso
histórico decisivo, tan importante quizás como la escritura; la historia de los
transportes posee fronteras muy difusas con la historia de la comunicación; la
historia de las representaciones sociales, de los sistemas de signos, de las artes o
incluso de las ideas, pueden ser estudiados desde la perspectiva histórica
comunicacional.

Pero todas estas zonas de problematización han sido abordadas por otras
disciplinas, dando lugar a un creciente corpus teórico y empírico validado
institucionalmente, claramente en diálogo e interconexión con el campo
comunicacional, pero diferentes de él: la antropología cultural aborda el pasado, el
devenir histórico y el presente de la producción e interacción simbólica de las
culturas humanas; la arqueología la complementa estudiando aquellas huellas de su
existencia no registradas por escrito o por medio de dispositivos de resguardo de
audio o imagen; la historia natural y la etología abordan las comunicaciones
animales y la compleja hominización de nuestra especie; la psicogenética arriesga
hipótesis en apoyo de estas últimas, trazando analogías entre procesos de
maduración psíquica e historicidad; la lingüística estudia la historia de las lenguas;
la semiótica, la de los sistemas de signos y su producción; la historia del transporte
intersecta historiografía e ingeniería del transporte como campos; la historia del arte
y la de las ideas hacen lo propio con historiografía, artes e ideas.

De este modo, sin desconocer tales diálogos e interconexiones, reservamos para


nuestro curso un recorrido histórico en sentido estricto: comenzamos haciendo
referencia a la construcción de la escritura como vertebrador de la civilización
occidental, y a la revolución de la imprenta como fenómeno decisivo en su
mundialización. Esta revolución sucede en el tránsito de la Edad Media a la
Moderna, el cual contiene aspectos comunicacionales decisivos en la reorganización
de la vida humana en Occidente, y por extensión, dado el proceso expansivo que se
inicia, del mundo entero.

Lo haremos considerando cuatro grandes oleadas que consolidan nuestros sistemas


de comunicación social contemporáneos.

La última de ella la estamos transitando hoy. Habitamos un período de grandes


mutaciones en la historia tecnológica, social y cultural de la humanidad, y éste
coincide con “una gran mutación” (como la ha categorizado Ignacio Ramonet) en las
comunicaciones, caracterizada por la convergencia entre informática,
telecomunicaciones, sociedad del espectáculo, aceleración de los procesos de
globalización y mundialización, un flujo constante, sincrónico, cambiante y
multiforme de comunicaciones en una escala no imaginada hace apenas un siglo
atrás. Si bien puede rastrearse este proceso hasta la segunda posguerra mundial,
cuando irrumpe la primera generación de computadoras y se masifica la televisión,

1 “Simbólico” en el sentido peirciano de la expresión: signo convencional.

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Medios

es a partir de la masificación mundial del uso de las redes electrónicas en la década


de 1990 cuando puede notarse con contundencia un cambio epocal, una completa
hegemonía de las nuevas reglas de juego en los campos comunicacionales del
mundo.

Seguramente esta increíble aceleración de los cambios en apenas medio siglo no


hubiese sido posible si no se hubiese apalancado, a su vez, en el máximo apogeo de
la oleada anterior a lo largo de otro medio siglo decisivo, desplegado entre las
décadas de 1900, cuando irrumpe la telegrafía inalámbrica transformando el
comercio, el transporte y las comunicaciones mundiales, y de 1980, cuando la
adopción masiva de la cuarta generación de computadoras transforma a la sociedad
en su conjunto e inicia la “gran mutación”. Esta oleada precedente supuso una
contradictoria evolución técnica y sociocultural, equivalente a las contradicciones
observables en la dinámica del capitalismo. Si por un lado las comunicaciones
convergieron hacia un sistema de envío de señales hertzianas, a su vez fue notable
la diversificación de dispositivos de consumo comunicacional y cultural, tanto de
uso en el espacio público como hogareños, y aún individuales. Si por un lado se
exacerbaron las tendencias hacia la concentración de la propiedad, las capacidades
de producción y emisión de bienes culturales y de comunicación en la etapa del
capitalismo monopólico, la variedad de experiencias e intercambios culturales y
comunicacionales alcanzó un nivel y un alcance nunca vistos anteriormente en la
Historia.

A su vez, los volúmenes de inversión de capitales, de recursos estatales y de demanda


de bienes que sostuvieron la generalización de los sistemas de comunicación
basados en la electrónica y en la emisión de onda hertziana en las primeras décadas
del siglo XX no hubiesen sido posible sin el soporte previo de una oleada anterior,
caracterizada por la generalización de los usos sociales del periodismo y de la
circulación del libro, la alfabetización masiva, la expansión del mercado capitalista,
la expansión del tiempo libre y del acceso masivo al consumo, etc. Esta oleada,
coincidente con el tránsito entre la primera y la segunda revolución industrial, y
muestra la enorme productividad -y las enormes contradicciones- del capitalismo.
Las tendencias a la concentración y a su vez a la variedad de las experiencias, así
como a la convergencia técnica en grandes dispositivos industrializados y a su vez a
la diversidad de dispositivos y bienes de recepción y consumo, permiten hablar,
como lo hicieran en su momento Schmucler y Terrero, de la consolidación de un
modo capitalista de comunicación que sustenta los procesos posteriores.

Pero un periodismo que entre el siglo XVIII y el siglo XIX adquiere sus
características distintivamente “modernas” hasta su gran crisis de comienzos del
siglo XXI, que es un factor decisivo de la estructura constitucional del Estado
parlamentario, del proceso de adquisición de la cultura letrada por las masas
populares, de la transformación de la literatura, de la circulación de la oferta y
demanda de bienes, de la circulación de información científica, técnica y comercial,
o de la libertad de expresión e intercambio de ideas, no sería una práctica posible

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Medios

sin la previa consolidación de la escritura como articulador hegemónico de la vida


económica, política, jurídica, científica, jurídica, religiosa, cultural e incluso lúdica
del conjunto de las formaciones sociales que conforman el mundo.

Esta hegemonía se halla más cerca en el tiempo de lo que parece, pues si por un lado
decimos que el límite entre la Prehistoria y la Historia se halla hace
aproximadamente 5.500 años y está marcado por los inicios de la escritura, lo cierto
es que gran parte de los vínculos económicos, políticos, jurídicos, religiosos,
científicos, etc. transcurrieron en forma oral hasta comienzos de la Edad moderna
y, de hecho, todavía en las últimas décadas una parte de las comunidades humanas
permanece tangencial a las culturas letradas. Oralidad y escritura coexistieron
durante milenios en la historia comunicacional y fueron relevándose en su rol
hegemónico en procesos menos lejanos en el tiempo y sin los cuales, no podríamos
imaginar el rol del periodismo en la edad moderna ni los procesos contemporáneos
de la comunicación.

La hegemonía de la escritura se manifiesta hoy en indicadores contundentes: en


apenas un siglo, por primera vez en la historia la alfabetización alcanza a la mayoría
absoluta de los humanos, y la escritura a la casi totalidad de las comunidades. El
acceso a la herencia cultural, tecnológica y científica supone que gran parte de cada
generación dedique una gran cantidad de años a su aprendizaje institucionalizado.
Incluso anécdotas menores nos recuerdan estas marcas en el lenguaje cotidiano. No
es raro escuchar algún periodista referirse a los “nuevos medios audiovisuales” en
contraposición a los escritos, con la expresión “el ‘papel’ de los nuevos medios”,
apelando a un término de evidente origen, mientras que cada vez más la
convergencia mediática exige alfabetidad plena para disponer de cualquiera de los
lenguajes articulados en ella. El proceso histórico reciente agrega el marco de
sincronización: media humanidad utiliza sistemas de escritura no alfabéticos, lo que
conforma un grave problema de circulación de las comunicaciones en un contexto
de evidente hegemonía del alfabeto latino occidental en las tecnologías de la
información y la comunicación. De allí que a lo largo del último siglo, a pesar de los
esfuerzos de preservación de la diversidad de lenguas y escrituras, se nota una
tendencia hacia la migración de escrituras hacia el sistema latino occidental, o al
menos hacia sistemas rápidamente compatibles en su capacidad de circulación
global.

Vamos a problematizar entonces cuatro oleadas consecutivas en el tiempo pero que


no se reemplazan. La nueva oleada se torna hegemónica, pero absorbe como
condición necesaria las anteriores, en un proceso de notoria aceleración:

1. La hegemonía de la cultura letrada sobre el conjunto de las relaciones humanas,


la hegemonía mundial de la escritura occidental, la revolución de la imprenta y el
nacimiento y consolidación del periodismo como práctica social generalizada,
proceso que se despliega desde fines de la edad media y se completa en la época de
las revoluciones burguesas y las revoluciones industriales. Complementariamente,
se trata de una etapa histórica en la que la reproducción de lo real como problema

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Medios

obsesiona tanto a las bellas artes como a las ciencias y a las comunicaciones.

2. La hegemonía del capitalismo industrial y la industrialización funcional de todas


las actividades de comunicación social: el periodismo, el libro, la propaganda, la
circulación de noticias, las bellas artes, etc. La forja de la comunicación social como
negocio y como plataforma de una creciente variedad de la experiencia cultural es
característica de esta etapa, conformada a lo largo del siglo XIX.

3. La aceleración de las oleadas precedentes. La migración de los dispositivos de


producción, circulación y consumo de bienes comunicacionales hacia formas
electrónicas y de transmisión por ondas hertzianas es característica de esta oleada,
junto con una mayor aceleración de la diversidad, muy notoria en los dispositivos
hogareños de consumo de masas. Se trata de una oleada cuyo despliegue
observamos desde comienzos del siglo XX, sobre todo entre las décadas de 1920 y
1980.

4. La revolución digital, la forja de la comunicación red y las mutaciones


comunicacionales en curso, iniciadas con la primera generación de computadoras
y la masificación de la televisión en la segunda posguerra, continuadas con la
aparición de los satélites de comunicaciones y la masificación de la informática en
la década de 1980, para alcanzar la mutación en curso luego de la revolución de las
redes y de los dispositivos miniaturizados.

En el cuadro siguiente vemos expresados, en términos metafóricos, los modos en


que cada oleada absorbe y subsume las anteriores bajo su hegemonía, presenta una
creciente aceleración (la primera se extendió en el tiempo muchísimo más que la
suma de las otras tres), y tiende a coincidir con la presencia de ciertas reglas de
juego de interacción social propias de distintas condiciones históricas con las
cuales interactúan las condiciones de desarrollo de las comunicaciones.

Oleadas de transformación en las reglas de juego

Antigüedad a Edad Primera y segunda Siglo XX, Mediados del


Moderna y Revolución Revolución Estado de siglo XX en
industrial industrial bienestar adelante
1

Por otra parte, cuando abordamos la historia de los medios y sistemas de

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Medios

comunicación en Argentina -incluso en Iberoamérica- debemos tomar en cuenta que


los tiempos históricos de su conformación son distintos del proceso hegemónico
mundial en el que se ve inscripta nuestra Nación al conformarse.

La llegada de la conquista y colonización europea -en nuestro caso, española-


encuentra a las regiones que conformarán la Argentina como una sucesión de etnias
con identidades culturales muy diferentes entre sí, ninguna de ellas con escritura, y
apenas una fracción del actual territorio con la presencia de un Estado. Todo el
proceso histórico de conformación y acrecentamiento del rol de la escritura, de las
instituciones organizadas en torno a lo escrito o encargadas de transmitir o expandir
su herencia cultural -desde las iglesias hasta la más reciente institución universitaria-
en la civilización europea que asume la conquista de América fueron totalmente
ajenos a los pueblos originarios, incluso aquellos pueblos mesoamericanos con
Estado y escritura propios. Su incorporación fue, por lo tanto, como señala
Fernández Lamarra (2003) al repasar la historia de la universidad, una operación de
trasplante e imposición institucional sin la experiencia histórica precedente. Para los
pueblos iberoamericanos la entrada en la Historia supuso la yuxtaposición de
destrucciones, resistencias, asimilaciones, trasplantes y mestizajes. La aparición de
instituciones de gran poder comunicacional (como la iglesia católica y sus órdenes,
las universidades, el libro, las bibliotecas o, tardíamente en comparación con el
mundo anglosajón, la prensa periódica) se produjo, además, en un marco
internacional en el que los imperios español y portugués cedieron hegemonía y
quedaron atrás en el despliegue de las revoluciones burguesa e industrial, lo que
significará, al momento de las independencias, choque múltiple entre los elementos
originarios, mestizos, españoles y producto de la relación colonial de subordinación
a la metrópoli, y a su vez una herencia económico-cultural proveniente de
instituciones de un imperio atrasado en relación con el desarrollo del capitalismo, el
Estado parlamentario -y con ello la prensa moderna- en comparación con, por
ejemplo, Gran Bretaña, Holanda o Francia. Por eso mientras en Europa comienza un
proceso de enormes cambios en el campo del arte, la cultura, la ciencia y las
comunicaciones, en el espacio americano tales procesos impactan como
imposiciones externas, o directamente continúan ajenos por mucho tiempo más. En
el siglo XVIII, mientras en Holanda, en Gran Bretaña y sus colonias americanas se
está desplegando una prensa de características modernas, en las colonias
hispanoamericanas veremos un tímido inicio de una prensa de gacetas oficiales
(característica del régimen absolutista) y una circulación del libro y de la folletería
popular muy restringida. En la época de la independencia hallaremos una elite criolla
ávida de cambios y modernización que no cuenta con la experiencia previa de prensa
moderna con la que sí contó la elite independentista estadounidense, lo que
producirá una prensa de transición ad hoc, que no es igual a la heredada de la colonia,
pero tampoco idéntica a la moderna que ya circulaba en las sociedades civiles
burguesas. Durante las décadas de conformación de la Nación en el siglo XIX,
veremos también cómo la rápida incorporación de prensa moderna y otros
dispositivos comunicacionales como el telégrafo, la fotografía, los servicios de

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Medios

noticias o la publicidad aparecerán signados por la lógica del capitalismo, pero


nuevamente, trasplantados desde las metrópolis como producto resultante de
procesos históricos no atravesados por el país. No se tratará ahora de una imposición
de conquista, sino de una imposición lograda desde la asimetría de poder financiero
en el marco de un mercado capitalista internacional en expansión.

Conquista Choque cultural: elementos Escrituras, arte y transporte


originarios, trasplantados, originarios, vs. Escritura, libros,
mestizos. instituciones trasplantados.

Experiencias culturales y estéticas


mestizas.

Colonia Particularidades, Mestizaje y culturas originarias en


subordinación a la metrópoli, conflicto con una creciente
metrópoli atrasada en el diferenciación social impuesta desde
desarrollo del capitalismo y la administración colonial.
la sociedad burguesa.
Libro, primeras gacetas, instituciones
culturales, arte hispanoamericano.

Independencia Herencia colonial, contexto La elite independentista aspira a


internacional signado por la imitar las instituciones
revolución industrial y el parlamentarias con periodismo
crecimiento de la hegemonía moderno (Gran Bretaña, Francia,
anglo-francesa. Estados Unidos, Holanda), sin contar
con el proceso histórico que dio
origen a aquellas. Nace la prensa
criolla.

Construcción Ingreso al mercado mundial Sistema escolar e instituciones


nacional como parte de la periferia culturales de la nacionalidad.
agroexportadora.
Modernización dependiente.

Por estas particularidades, comenzaremos el curso con un breve panorama del


proceso de consolidación de la hegemonía de la escritura, así como la revolución de
la imprenta y el nacimiento del periodismo en su génesis europea, para más adelante
analizar cómo se produce el ensamble de la Argentina en este proceso, la asimilación
de estas instituciones y prácticas y la forja de una historia nacional de las
comunicaciones.

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Medios

La escritura

La división social del trabajo que dejó atrás la comunidad primitiva es inescindible
de la invención de sistemas de registro: Tanto la necesidad de organizar
sistemáticamente las medidas y los registros de transacciones, obligaciones
contraídas, deudas, saberes científicos, técnicas complejas, normas y relaciones de
poder, como la de transmitir generacionalmente
esos saberes, relaciones y costumbres, lo
requirió en forma inexcusable. Caso contrario, el
total de acumulación cultural de un pueblo
quedaba limitada a la capacidad de
memorización de sus individuos adultos vivos y
lúcidos. El riesgo no sólo de limitación de la
memoria oral sino de su pérdida –por
epidemias, guerras o catástrofes- era muy alto, Pinturas rupestres Cueva de Altamira,
como permiten España
imaginarlos las ruinas de civilizaciones antiguas
abandonadas por unos u otros motivos, tras el colapso
de la transmisión de saberes decisivos para la
continuidad y reconstrucción.

Se desconoce en qué momento comenzó a articularse el


lenguaje verbal. Expresiones que pueden asimilarse a
una noción elemental de arte se han rastreado objetos
del paleolítico superior, pero sin dudas hallamos
expresiones artísticas, y por lo tanto una transición
hacia el símbolo (nuevamente, en términos peircianos),
Pinturas rupestres Cueva de desde hace aproximadamente cuarenta mil años. Entre
Altamira, España
los ejemplos más conocidos, tenemos las estatuillas
paleolíticas, por ejemplo las manos impresas, técnica que podemos hallar en lugares
tan inconexos entre sí como Francia o la Patagonia argentina, las famosas estatuillas
femeninas (las llamadas “Venus”), imágenes de animales talladas o dibujadas en
hueso, estilizaciones de objetos útiles, y sobre todo, las pinturas rupestres y los
megalitos, prácticas cuya existencia hipotetizamos desde las huellas arqueológicas,
desde supervivencias parahistóricas actuales, y aún en los ciclos madurativos de la
infancia contemporánea.

Las pinturas rupestres, características del paisaje


europeo mediterráneo del paleolítico inferior (se
registran entre aproximadamente 40.000 y
10.000 años de antigüedad), nos muestran
pinturas estilizadas de pequeños toros y otros
animales, así como de cazadores. En ocasiones,
Pinturas rupestres Cueva de las Manos,
acompañadas de muescas representativas de Santa Cruz, Argentina
cantidades, práctica que se utilizaba también sobre

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Medios

madera y sobre hueso.


¿Qué significan estos pequeños toros? ¿Mero disfrute estético? ¿Ritual mágico de
convocatoria a la caza? ¿Conteo de resultados? ¿Animales míticos? ¿Terreno de
práctica de caza para principiantes? (esto último se nota en las marcas de golpes
de objetos puntiagudos sobre los pequeños dibujos). Probablemente nunca
sepamos con exactitud estos procesos de transición. Que no sepamos los
significados, las funciones y aún la naturaleza de
estos signos. ¿Acaso el dibujo representa, sobre
otro soporte, el signo del toro, del deseo de caza,
del agradecimiento por el resultado, ya presente
en su lenguaje oral? ¿O quizás el acto kinésico
de dibujar constituye en sí mismo el significante
y su relación con el significado? (y por lo tanto, Pinturas rupestres, Vallorta, España
estos signos dibujados precederían a la oralidad articulada y constituirían, en ese
momento, el acto mismo del pensar).

En ocasiones logramos fortalecer alguna hipótesis referida a las prácticas


prehistóricas por medio de la reconstrucción de restos del hábitat y sus prácticas,
pero también por analogía con culturas que viven
hoy protagonizando prácticas de organización y
supervivencia semejantes a las de culturas
prehistóricas. Estas tentadoras analogías entre
prácticas de grupos o individuos observables hoy
y las antiguas, que inferimos por huellas o
documentos han sido adoptadas tanto por
Pinturas rupestres Baja California Sur,
antropólogos como por psicogenetistas, e incluso
EEUU semiólogos (como lo habilita implícitamente
Peirce al referirse a los métodos para fijar creencias). En el caso de la antropología,
se ha hecho notar no sólo el carácter distinto de las representaciones, prácticas,
sensibilidades y percepciones entre las culturas orales y las escritas, sino también
la decisiva presencia de formas kinésicas de representación (por ejemplo, danzas
rituales de convocación) en las formas más primitivas. En el trabajo de Rowland
(1997) que incluimos en los apuntes se hace notar:
“Si tenemos que adoptar un sentido cronológico más profundo de la historia de la
comunicación y trasladamos el problema a los orígenes de la civilización humana, ¿Cuánto
debemos retroceder? Hemos pensado por costumbre en la “evolución” de la comunicación
como una progresión a través de una trilogía, desde la cultura oral a través de la impresa
hasta la electrónica. Más aún, la investigación antropológica contemporánea sugiere la
posibilidad de una capacidad kinésica fuerte y pre-oral. Bien pudiera ser que los sistemas
de gestos, posturas, movimientos y signos precedan a los modelos formales de discurso y
lenguaje.
¿Podría ser que nuestra herencia clásica griega y la larga influencia de la retórica en la
conciencia académica occidental hayan sobrevalorado la tradición oral en la evolución de
la mente y la cultura? Si es así, tendrán que añadirse las dimensiones de una cultura pre-
oral a la trilogía usual, haciendo de ella por lo menos un cuarteto”.

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Medios

Transición hacia la escritura

Entre estos ambiguos espacios de la génesis de la cultura humana, aparecerán


formas de transición hacia la escritura: abstracción de signos convencionales (existe
evidencia de usos muy antiguos de avisos por señales luminosas o sonoras),
convencionalización de dibujo s y esculturas (las Venus que “transmiten” fertilidad),
o los sistemas nemotécnicos basados en la ayuda de objetos y dibujos. Algunos de
ellos han sido conocidos por los antropólogos occidentales modernos en su contacto
con culturas ajenas a la escritura: Pueblos de América del Norte donde un
mensajero entre tribus lleva un bolso con caracolas, plumas o piedras pintadas que
le ayudarán a recordar, o que lograrán narrar (como en el caso de los esquimales
americanos) a través de secuencias de dibujos, en la medida que la comunidad
hablante esté previamente al tanto por vía oral del significado propuesto para la
misma, o pueblos de América del Sur (como es el caso del imperio incaico), donde
un sistema análogo de representación se desplegó en base a nudos sobre tiras de
lanas de colores (quipus).

Pero si hemos de ocuparnos de la hegemonía de lo escrito en el proceso civilizatorio,


avanzaremos hasta finales del neolítico. La creciente división del trabajo observable
en las economías de regadío de la Mesopotamia asiática venía acompañada por la
formación de las primeras ciudades, los primeros estados, la consolidación del
principio de autoridad como clave de la transmisión de la cultura entre generaciones
y un gigantesco acumulado de saberes para poner en común, registrar, resguardar,
reproducir y enseñar. Una acumulación que superaba con creces la memoria
individual y recorría aspectos muy diversos de la vida: lo que hoy llamaríamos
religión, ciencia, economía, derecho, moral, historiografía, política, arte, filosofía o
literatura existían indiferenciados en un mismo cuerpo discursivo.

Es entonces, cuando desde el dibujo primitivo evoluciona la pictografía, y a partir de


ella, la ideografía, como sistema escriturario completo.

La pictografía

Es tentador imaginar una evolución del dibujo hasta su madurez, para asistir luego
al nacimiento de las escrituras.

Sin embargo, del mismo modo que hoy en día un niño explora sus habilidades de
dibujo con fuerte énfasis en la abstracción, para intentar luego elementos figurativos
con variados recursos de representación no necesariamente icónico-visuales, hasta
lograr, si recibe instrucción adecuada, sus primeros resultados en representación
visual figurativa en su segunda infancia, también podemos observar en la historia
humana una prolongada etapa de trazos abstractos, luego figuraciones elementales
(como la impresión de la mano entintada sobre una superficie o utilizando la mano
como clisé para lograr su negativo), luego crecientes combinaciones de elementos
figurativos con variados criterios simbólicos y expresivos, para finalmente lograr
una representación bidimensional plena –con el uso de la perspectiva- en el tramo

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Medios

final de la Edad Media europea.

Otras formas de representación visual como la escultura o los relieves también se


despliegan en forma contemporánea al desarrollo de las escrituras, alcanzando
también su madurez en épocas en que la escritura ya se encuentra en su etapa
compleja, sea en forma ideogramática (como en China) o alfabética (como la Grecia
clásica).

Sí podemos decir, en
cambio, que a partir de Tabla de evolución de
cierta capacidad de pictogramas
japoneses (derivados
figuración (por ejemplo, del chino) hacia el
reconocer imágenes ideograma.
visuales por el trazo de su
silueta y síntesis de sus
componentes), el dibujo
se torna más
convencionalizable y
puede ser utilizado como
una forma de
recordación y registro
más práctica que otras
reglas nemotécnicas
preexistentes.

Las pictografías, colecciones o familias de pictogramas, se originan en el dibujo y


evolucionan a partir de allí. La simplificación de los trazos, elegida para simplificar
la reproducción de los mismos y estandarizarlos en la comunidad de iniciados para
su decodificación, tiene como costo una creciente pérdida de posibilidad de
encontrar sentidos inequívocos a partir de la mera iconicidad visual. Es decir,
aparece una creciente convencionalidad en la definición del significado de cada
pintura o dibujo.

Los pictogramas son dibujos de fuerte convencionalización, a un punto tal que, de


no mediar la comunidad de significados convencionales, no podríamos saber qué
significa cada dibujo. Sin embargo, la huella de iconicidad visual aún presente en el
pictograma respecto del dibujo es relativamente alta. En la clase práctica veremos
en detalle aspectos de la historia de la escritura, por lo que nos limitaremos aquí a
una somera definición.
Los mejores ejemplos de escrituras pictográficas, según recuenta Moorhouse (1993)
proceden de América del norte, donde muchos de los pueblos originarios la
conservaron hasta el momento de la colonización europea y aún después de ella, lo
que ha facilitado su estudio. Para poder entender las escrituras pictográficas
resultaba imprescindible, más que un repertorio acotado de signos, conocer los
relatos básicos que circulaban en la comunidad y las acciones que posiblemente se

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Medios

describían en la iconicidad visual simplificada por medio del trazo de contornos y


siluetas, muchas veces representando señales de comunicación presencial entre
personas, lo cual las caracteriza como escrituras altamente dependientes del
contexto.

En este ejemplo, procedente de Alaska, podemos ver un relato


sencillo sobre una travesía de caza, donde en el primer dibujo
vemos a alguien señalándose (“yo”) y con la otra mano indicando
una dirección (“fui”). En la tercera figura, por ejemplo, el
muñequito señala la cantidad de noches que ha dormido en ese
tramo de su travesía. Algunos signos se aparecen como
fácilmente comprensibles; otros, en cambio ofrecen dificultades
interpretativas, como el caso del cuarto.

Como puede notarse, existe una tensión entre dos esfuerzos


diferentes en la forja de este tipo de escrituras: por un lado, una
eficiente síntesis visual de cada dibujo o pictograma. Por el otro,
recursos altamente convencionalizados para poder expresar
acciones más complejas o abstractas: “viajé dos noches”, “estuve
en la isla habitada por dos familias”, “me entristecí”, “oré”, etc.

Si se trataba de enunciar cosas o cantidades de cosas, o eventos concretos, se


intentaba crear dibujos que representaran a determinados objetos, de manera
denotativa, sin que mediaran simbolizaciones –al menos intencionales- entre el
objeto y el signo. Los dibujos imitaban fielmente la cosa, al menos hasta donde era
posible según el desarrollo de la expresión gráfica. Así, si encontrábamos el dibujo
de un perro, debíamos leer “perro”, si encontrábamos una flecha y un arco,
leeríamos “flecha y arco”, etc. La sustitución entonces era simple, denotativa y no
tenía aún una carga simbólica que excediera la
descripción del objeto: en términos peircianos, nos
encontramos en el nivel icónico. Desde Saussure
diremos, entonces, que estos signos eran altamente
motivados y que su grado de convencionalización era
muy bajo o inexistente.

Más allá de otras funciones subsidiarias como la


enumeración o la señalización, las escrituras
pictográficas funcionaban primordialmente como
“cuentos sin palabras” (Parramón, 1987), donde la
narración se iba articulando en función de la
combinación de los diferentes pictogramas, y más adelante, ideogramas. Una
característica central es que “el acontecimiento que se representa se ve como un
todo” (Moorhouse, 1993: 21). La articulación de los signos podía ser lineal, en
diferentes niveles o distribuidas espacialmente con o sin jerarquía entre los
elementos, pudiendo su distribución facilitar o dificultar el agrupamiento de los
diversos elementos. Estas escrituras presentaban ciertas dificultades como, por
ejemplo, problemas para identificar cuáles eran las unidades significantes, ya que la
unidad podía estar formada por una o varias figuras. Paralelamente, no siempre era

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Medios

posible identificar qué objeto era el que estaba dibujado o existían ambigüedades en
la interpretación general del texto. La mayoría de estas dificultades no
representaban un grave problema pues los que leían estos textos y los interpretaban
solían ser muy pocas personas, las cuales conocían su significado de ante mano por
tratarse de prácticas compartidas o eventos conocidos o eran relatos que estaban
asentados en tradiciones orales muy fuertes. La debilidad de estas escrituras,
entonces, era su dependencia contextual, pero no representaba un impedimento
para su decodificación pues esta práctica no era ejercida fuera de ese contexto
comunal. Por otra parte, antropólogos e historiadores coinciden en que la función
de estas escrituras era principalmente nemotécnica, una ayuda para relatar
oralmente un texto. Al igual que otros lenguajes nemotécnicos, la relación de estos
signos con su objeto podría pensarse como indicial.

Las escrituras ideográficas

Las expresiones abstractas, en cambio, requerían un corrimiento convencionalizado


del sentido del dibujo, cuya marca icónico-visual dejaba de ser decisiva. Tal
fenómeno, que ya notamos en la serie precedente, comenzó a desarrollarse en las
civilizaciones de la región mesopotámica delimitada por los ríos Tigris y Eufrates –
actualmente parte de Irak- a medida que la economía de regadío forjó una compleja
división del trabajo y requirió crecientes sistemas –y volúmenes- de registro. La
importancia decisiva de esta experiencia histórica iniciada hace unos seis mil años
no sólo se basa en su condición pionera en el tránsito del neolítico a la Historia, sino
en que su evolución posterior impacta en las principales escrituras occidentales,
incluyendo nuestro alfabeto latino contemporáneo. En apenas dos mil años, la
escritura sumeria evolucionará desde los dibujos y reglas nemotécnicas básicas,
hacia un sistema pictográfico, luego hacia uno ideográfico y finalmente hacia un
sistema pre-alfabético, en forma análoga a lo que sucederá en el antiguo Egipto con
su escritura jeroglífica.

¿Qué son los sistemas ideográficos? Los ideogramas expresan ideas, en ocasiones
ideas suficientemente abstractas que resultaría imposible representarlas con un
dibujo de iconicidad visual concreta. Por medio de ellos, una escritura logra abarcar
todas las posibilidades del lenguaje verbal en un idioma determinado. Los
ideogramas también se originan en dibujos, y en casi todos los casos surgen como
evolución de las escrituras pictográficas. De allí que muchos ideogramas, aunque
cumplen hoy una función de signo estrictamente convencional, nos recuerdan en su
trazo los pictogramas y dibujos originarios, como sucede, por ejemplo, con nuestras
letras “n”, que recuerda a “nun” (serpiente), la “m”, que recuerda a “mem” (agua), la
“t”, que recuerda a “tau” (cruz), etc. Las escrituras sumeria, egipcia, china, japonesa,
entre otras, evolucionaron desde el dibujo a la pictografía, y desde ésta hasta la
ideografía.

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Medios

Las escrituras ideográficas constituyen un nuevo paso hacia la


convencionalización desde los sistemas pictográficos existentes. La pictografía
había avanzado desde la representación en solitario de objetos por sus signos hacia
relaciones sintagmáticas, como lo muestra el ejemplo antedicho. Pero la ideografía
supone el predominio completo de la carga simbólica del signo –que podrá ser
utilizado para significar diversos objetos e ideas- sin necesidad de quedar atado a
una comunidad hablante de presencia
inmediata. Por lo tanto, un mensaje complejo
podrá ser decodificado mucho después, o
muy lejos de su punto de origen.

En la ilustración que acompaña a este párrafo


(Moorhouse, 1993) podemos ver una primera
fila de pictogramas primitivos y una segunda
donde las formas han sintetizado hacia figuras abstractas. Todos representan “pez”,
pero sus caracteres podrán significar otras ideas asociadas al objeto original por
convención. La abstracción del trazo es notable. Sin previa explicación, difícilmente
un lector hallará la huella visual del pez en los trazos de la segunda fila. Nótese,
también, cómo los pueblos de América del Norte no alcanzaron a desarrollar esa
etapa ideogramática al momento de la conquista y colonización europea.

El ideograma representa un salto en la posibilidad de


salir de la etapa figurativa del significante. Si bien aún
se pueden identificar los objetos a los que remite la
figura
dibujada, esta identificación del objeto es sólo el escalón
necesario para acceder al significado connotado, el cual
tiene alguna relación con el significado denotado, pero
ésta es de tipo simbólico. En este ejemplo de la escritura
egipcia, podemos ver ideogramas (citados en Moorhouse, 1993) con una carga
figurativa importante. Este tipo de signos se conservó estable por miles de años en
la escritura jeroglífica. El primero significa “llanto”, el segundo “escritura”
(expresado mediante la representación de un cálamo), el tercero significa niño, o
más específicamente hijo, expresado por el ganso, que es un animal considerado un
manjar exquisito. El cuarto signo significa “rey”, expresado por el dibujo de una
abeja.

Veamos ahora un ejemplo de la escritura china (citado en Moorhouse,


1993): este ideograma está formado por dos pictogramas base:
“esposa” y “niño”, y podemos observar que los rasgos han perdido
prácticamente su aspecto figurativo, pero luego de conocer su
significado, es posible encontrar cierta similitud estructural. El significado de este
signo es “feliz”, y como vemos, los pictogramas que lo integran apuntan a reponer
una idea, no a describir icónicamente a alguien feliz (como podría ser dibujar una
cara sonriente).

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Medios

Veamos otro ejemplo: el ideograma Qi, que significa energía, está formado
por dos componentes: uno es el radical, asociado al cielo, y que es el
pictograma del agua en tres distintos estados: como nube, como llovizna
ventosa y como lluvia.

El segundo es el inferior, está asociado a la tierra y representa una


espiga de arroz.

El ideograma completo del Qi, presentado aquí en una versión más antigua y una
más simplificada, excede ampliamente en su significado a la suma de sus partes
componentes.

Las dos grandes escrituras que constituyen la base de la escritura occidental


aparecen entre 5500 y 6000 años atrás. La primera es la sumeria, la segunda la
egipcia, existiendo algunas influencias notables de la primera sobre la segunda,
aunque debe considerarse posibles fuentes comunes que pudieron no haber dejado
huella. Ambas escrituras se desplegaron por cerca de tres mil años, y gracias a ello
tenemos la posibilidad de estudiar su evolución desde el dibujo hacia la pictografía,
la ideografía y las formas pre-alfabéticas.

La evolución de las escrituras cuneiformes, cuyos primeros registros provienen del


3.000 AC, recorre pasos similares a otras escrituras antiguas: de formas figurativas
a formas abstractas y
regulares, de
descoordinación entre
lengua oral y escrita a una
correspondencia, pero es
interesante destacar cómo
algunos factores
relacionados con el soporte
en el que se realizaban,
favoreció la rápida
abstracción en la forma.
Los primeros registros consistían en escrituras pictográficas cuyos signos eran
íconos de los objetos representados (realizados inicialmente en piedra o barro
arcilloso). Muchos de los materiales escritos que debían reproducirse por algún
motivo se preparaban por medio de sellos cilíndricos, pero la mayor parte del trabajo
cotidiano de escritura se realizaba por medio del marcado con estilete sobre tabletas
de arcilla. Las cuñas con las que organizaban el trazo dan nombre a esta escritura, y

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

también a su característica visual distintiva: las cuñas dificultaban el trazado de


líneas curvas y extensas pues, por un lado, la presión de la arcilla volvía a cerrar la
línea, y por el otro, cerraba las líneas curvas, y esto llevó a dibujos constituidos por
agrupamientos de líneas rectas con una forma triangular en sus puntas. Esta forma
triangular que adquiría el remate de la cuña hizo que rápidamente los dibujos se
diferenciaran de los objetos inicialmente designados. A ello se agregó el cambio de
dirección en la escritura, por razones de comodidad: las tablillas rectangulares
pasaron de usarse en posición apaisada a vertical, y la línea sintagmática pasó de
escribirse hacia abajo, optándose por la orientación de izquierda a derecha2, lo que
provocó que la totalidad de los signos modificara 90 grados la orientación, e hiciera
que en algunos casos fuese imposible reconocer el objeto denotado.

Hacia el 3000 AC se desarrolla en el antiguo Egipto, la escritura jeroglífica, cuya


traducción significa “escritura de los sacerdotes”. La escritura ha estado ligada al
ejercicio del poder durante muchos períodos de la historia, y la institucionalización
así como la conservación de diversas de ellas ha tenido que ver con que son
emergentes de dichos contextos en donde se producía una acumulación de poder,
posibilitando a la vez la existencia de registros más detallados de esos período que
de otros. Del mismo modo, cuando una derrota catastrófica ponía fin a una dinastía
o aún a un Estado completo, su escritura podía ser destruida, como forma de
ratificación de un nuevo poder. En el caso del jeroglífico, se observa también otra
característica notable en muchas civilizaciones, incluso totalmente inconexas entre
sí, desde Egipto hasta la civilización maya: el hermetismo.

En las escrituras egipcias podemos registrar distintas etapas, desde una pictográfica
inicial hasta el momento de su máxima perfección, hacia el 1500 a.C., cuando los
signos adquieren, con las escrituras hierática y (más adelante, hacia el 700 AC)
demótica (la primera reservada a las escrituras sagradas y la segunda a las de
difusión) un valor fonético independiente del significado original de la imagen
pictórica (arbitrario). Pero en esta transición quedaron registros de las etapas
intermedias, donde convivían en un mismo texto pictogramas, ideogramas y las
primeras letras. Muchos de estos registros aún hoy ofrecen dificultades para su
decodificación. Por ejemplo, un mismo grafo podía estar cumpliendo distintas
funciones, supongamos que encontramos el dibujo de una boca (ro), podría estar
refiriendo al objeto boca, a la sílaba “ro” o a la letra “r”, y si estuviera cruzada por
ejemplo por “mem” (agua) podía significar “beber”3; el águila sin cabeza,
acompañada por una cabeza humana podía significar “alma”.

2 Los pueblos que posteriormente desarrollaron alfabeto no tomarán esta dirección de escritura hasta
los griegos atenienses. Es interesante destacar como la dirección de escritura orienta la percepción en
cada cultura. Esta dirección de izquierda a derecha, que compartimos con los sumerios hace que, si
dividimos un plano en cuatro cuadrantes, nuestro punto de mayor tensión esté ubicado en el
cuadrante superior derecho; en el caso de las culturas orientales, la ubicación de este punto se invierte.
3 Ejemplo extraído de la enciclopedia El Mundo que nos rodea, tomo: “El libro y la escritura”,

dirigida por Iván Illin.

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Medios

En la imagen: Menú del noble fallecido Tepemankh, inscripto en su tumba, Ca. 2350 AC. Museo
Louvre.

Los jeroglíficos, a diferencia de la escritura cuneiforme tenían trazos sumamente


detallados, pues al estar realizados sobre pared o sobre papiro con tinta y pincel,
permitían líneas muy delgadas y no ofrecían mayores dificultades para las formas
curvas, por eso mantuvieron su aspecto figurativo aun cuando estuviesen operando
como letras.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

Escritura hierática sobre papiro: texto médico, Ca. 1550-1295 AC. Museo Louvre.

El texto dice, aproximadamente: “Otro remedio perfecto: galena, una medida, miel, una medida;
grasa ... fruta-péret cheny, guisantes, olivos secos. Haz un vendaje con esto, hasta cuatro días
después”

Los fonogramas

La evolución posterior de los ideogramas hizo uso de otra técnica de significación:


el fonograma. Este tipo de signo constituye una forma de convencionalización de
caracteres pictográficos por medio del agregado de nuevos significados a partir de la
iconicidad sonora de la expresión verbal que representan. Permite asociar
significados por la semejanza acústica entre el significado del pictograma o
ideograma original, y otro significado posible logrado por yuxtaposición de sonidos
o por analogía. Los primeros fonogramas son más antiguos que las escrituras
ideográficas, y también pueden hallarse en América precolombina, asociados a las
escrituras mesoamericanas. Moorhouse (1987) nos recuerda un interesante ejemplo
a partir de la comunicación pictográfica presente en el imperio mexica en tiempos
de llegada de los conquistadores
españoles a comienzos del siglo
XVI:

Los dos primeros dibujos son


dos versiones (la segunda más
simplificada) del mismo signo, y
representan la ciudad de
Mazatlán. Este signo está

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

integrado por dos partes: la primera es la figura del venado, que se dice mazatl, la
segunda son un par de dientes, que se dice tlanti. Uniendo los sonidos de ambos
pictogramas, y restando algunas letras, obtendremos la nueva palabra.

Como se puede ver, al igual que en la escritura pictográfica, existían problemas para
identificar los elementos que componían el dibujo y para interpretarlos. El venado
parece bastante obvio, no así los dientes…pero aún con el venado, es difícil
determinar si le corresponde el sonido “ciervo”, “venado”, “gamo”, “antílope”, etc.
Es decir, existían ambigüedades al momento de asignarles tal o cual imagen
acústica. Y por si esto fuese poca dificultad, los significantes del primer nivel no se
trasladaban en su totalidad en todos los casos, sino que había un recorte, y no había
reglas estrictas para realizarlo. En el ejemplo mencionado, se eliminan las letras
repetidas (tl) y las dos finales de la segunda palabra (ti). En el segundo caso,
Coatepec, las imágenes acústicas que se unirán serán “coatl” (serpiente) y “tepec”
(colina), conformando el nombre de la ciudad Coatepec. Nuevamente observamos
las mismas dificultades que en el ejemplo anterior. En función de las dificultades
mencionadas, no es descabellado afirmar que la única forma de tener chances de
decodificar correctamente el signo será conociendo su posible significado de
antemano.

En los casos de las escrituras sumeria y jeroglífica, entre el 4.000 y el 3.500 A.C se
producen dos cambios que van a resultar imprescindibles para la posterior
conformación del alfabeto. Por un lado, se va ganando en regularidad en los
significantes visuales (se repiten los mismos para cada significado y se estandariza
su forma4) y por el otro se ajusta la vinculación entre el significante visual y el
auditivo, es decir, por primera vez se establece una relación entre la escritura y la
lengua oral. Hasta ese momento no existía conexión necesaria entre el lenguaje oral
y el escrito; sí existía una referencialidad estable de los términos de la lengua oral
con los objetos nombrados.

Esta práctica deriva en la utilización de los pictogramas como sonidos, lográndose


así la independencia de la forma representada figurativamente. Generalmente, y
esto va a variar de acuerdo a la cultura estudiada, se utilizaba la primera sílaba de
cada la palabra para conformar el nuevo signo. A este tipo de escrituras se las llamó
silábicas o silabarios.

Dados los cambios mencionados, fue posible dar el siguiente paso: independizar el
pictograma de su denotatum original y vincularlo sólo a su imagen acústica para
formar un nuevo signo: el fonograma. Este salto se logra en Egipto hacia el 3500
a.C.5 con los fonogramas o “signos clave”. El elemento fundamental que posibilitaba

4 Por eso podemos encontrar numerosos registros de tablas de signos a modo de catálogos. “El 15 por
ciento de las tablillas contienen listas de nombres, incluyendo mercadería, animales y oficiales. Esas
listas eran compiladas, seguramente, para establecer y enseñar a los escribas un sistema de escritura
reconocible y definitivo.” Proel, op. cit.
5 En México, este mismo tipo de signo aparecerá hacia los siglos XIII/XV de nuestra era.

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Medios

la interpretación de estos signos era el sonido. Este sonido asignado a la figura


provenía de la lengua oral.

La operación semiótica que se hace para interpretar este tipo de signo no debe
subestimarse: se debe independizar los signos iniciales (decodificados en presencia,
por iconicidad) de sus objetos primarios, conservar las imágenes acústicas de los
mismos en la memoria, unirlos y asociarlos a un nuevo objeto, totalmente diferente
de los de origen. Los fonogramas podían ser sólo monosílabos (como en la lengua
china) o además polisílabos (como los egipcios o los aztecas).

En el marco de las escrituras ideográficas cuneiforme y jeroglífica esta técnica, que


mostraba el enorme potencial comunicativo de la emancipación del sonido respecto
al dibujo original, habilitó más adelante el uso de los ideogramas para significar –
bajo reglas especiales que permitieran reconocer este uso- ya no sólo el objeto o la
idea original, sino sólo el sonido de la primera sílaba de la palabra convocada, y
finalmente, sólo el primer sonido fonético. Con ello, nacerían las escrituras
alfabéticas.

Por otra parte, aún hoy, niños en el tránsito entre la primera y segunda infancias
juegan divertidos juegos de acertijos a partir de esta antigua técnica. También lo
hacen con el potencial de malentendido que supone la pictografía si el receptor no
dispone de la clave convencional de su significación, llevándonos a hipotetizar
posibles correlaciones entre el orden de desarrollo histórico de las escrituras y su
replicación madurativa en cada generación, en forma análoga a lo observado por
Piaget y García para la historia de las explicaciones científicas.

Sistemas silábicos y pre-alfabéticos

Mientras las escrituras ideográficas del extremo oriente continuaron evolucionando


hasta la época contemporánea dentro de ese mismo paradigma, las escrituras
sumeria y egipcia avanzaron un paso adicional hacia la plena convencionalización
de los caracteres escriturales. Lo hicieron por una creciente fusión entre las técnicas
y experiencias provenientes del uso de fonogramas e ideogramas, utilizando el
sonido fonético de la primera sílaba de una palabra representada por un ideograma,
para construir fragmentos de otras palabras. Quizás el ejemplo más famoso de este
sistema proviene de la trabajosa decodificación de la escritura jeroglífica a partir de
la piedra de Rosetta, en el siglo XIX. Esta famosa piedra formaba parte de un
monolito, y tenía un mensaje redactado en tres escrituras simultáneas jeroglífica,
demótica y griega antigua.

Rosetta es una localidad de la costa mediterránea de Egipto, a orillas de uno de los


brazos del delta del Nilo. Allí, las tropas francesas desembarcadas en 1799 hallaron
por casualidad el hoy famoso fragmento de un posible monolito, esculpido sobre
piedra negra. Los científicos integrados a la expedición notaron de inmediato el

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

potencial del trozo hallado: parecía ser un mensaje escrito en tres escrituras:
jeroglífica, demótica y griega antigua.

En esa época los occidentales no habían logrado decodificar la escritura jeroglífica,


que resultaba por completo inaccesible en sus contenidos. Pero sí podían
comprender el griego antiguo. De allí las grandes expectativas que generó: a partir
de la versión griega, podía intentarse una decodificación de la jeroglífica, en la
hipótesis de que las tres versiones decían lo mismo.

El texto homenajeaba la coronación de Ptolomeo V en el año 196 AC, época de la


dinastía ptolomeica, durante el período helenístico posterior a las conquistas de
Alejandro de Macedonia. Para esta época, en el antiguo Egipto coexistían tres
escrituras: La jeroglífica, de gran belleza, era la utilizada para los textos de máxima
solemnidad e importancia; la hierática, que cumplía la misma función sagrada, pero
se escribía con trazos simplificados sobre papiro u otros soportes más prácticos para
su desplazamiento que el grabado en piedra, y la demótica, que era una versión
abreviada y funcionalmente mucho más práctica que la anterior, aunque perdía con
ello su solemne belleza. Mientras el hierático permitía un uso práctico de la escritura
sagrada, el demótico, como su etimología lo indica, era una escritura de uso plebeyo,
más simple y rápida de escribir que la hierática.

En las imágenes a continuación


puede observarse la piedra de
Rosetta, que contiene el mismo
texto escrito en Jeroglífico,
Demótico y Griego antiguo, un
detalle de la sección en escritura
demótica de la piedra de Rosetta,
y –por medio de otro ejemplo- la
diferencia de trazo entre el
demótico y el jeroglífico: el
primero es más versátil para
escribir a mano con tintas, y el
segundo, para el grabado.

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Medios

Detalle de la sección en demótico de la piedra de Rosetta. Fuente: Imagen de Wikimedia Commons, proveniente
del usuario Chris 73, de libre acceso en:
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:DemoticScriptsRosettaStoneReplica.jpg bajo licencia creative
commons cc-by-sa 3.0.

Leyenda del Rey Petubastis. Fuente: Promotora Española de la Lengua – www.proel.org

Transcripción jeroglífica. Fuente: Promotora Española de la Lengua – www.proel.org

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

Young y Champollion estudiaron, en la primera mitad del siglo XIX, la posible


decodificación de las versiones jeroglífica y demótica a partir de la versión griega ya
conocida. Notaron que algunos grupos de ideogramas se hallaban encerrados en
óvalos o cartuchos, tanto en la versión demótica como en la jeroglífica. Como en la
versión griega aparecían los nombres del Rey y su esposa, los estudiosos
hipotetizaron –correctamente- que los ideogramas encerrados en los óvalos
nombrarían a estos reyes. Cada ideograma por separado expresaría una idea, pero
dentro del óvalo, expresaba el
sonido de la primera sílaba o letra
de la palabra evocada. La figura del
león, evocaría entonces una “L”

Como puede observarse, a


comienzos del cartucho aparece el
nombre de Ptolomeo (Ptolmes).

Vemos la misma situación en el ejemplo de Kleopatra: la figura de un águila está


representando la letra “a”. En la “a” minúscula occidental contemporánea
permanecen reminiscencias del águila original, adoptada
por la notación demótica, luego por la rústica y
la uncial, para incorporarse como “a”
minúscula en el medioevo europeo. De
momento, la transición hacia la escritura
fonética es principalmente consonántica (no
se escriben las vocales, se recupera la sílaba a
partir de la consonantes, con excepciones,
como en este caso, de la A y la O para
completar algunos nombres sagrados, aunque no todos: En la inscripción
“Ptolomeo, el eterno, amado de Ptah”, este último nombre no la requiere.

Alfabetos

Hacia el 1500 A.C. la escritura cuneiforme ya había adquirido valor fonético y había
estandarizado sus repertorios silábicos, aunque su decodificación seguía siendo
problemática: un mismo signo poseía varios valores fonéticos, y sólo se podían
comprender de cual se trataba por la intervención de varios criterios simultáneos.
El jeroglífico mostraba también –desde aproximadamente el 2000 AC- algunos
ensayos de utilización silábica, y se han encontrado indicios de rudimentarias
escrituras alfabéticas en el Sinaí utilizando ideogramas egipcios ya hacia el 1800 AC.

Entre el 1300/1000 AC, se desarrollan los primeros alfabetos que


hayan dejado huella hasta hoy. El más antiguo es el cananeo, hacia el
1300 a.C., del cual deriva el alfabeto fenicio, uno de los alfabetos más
tempranos (1100/1000), del cual derivarán el hebreo (1000 AC.) y el
Arameo (700 AC). Los fenicios eran un pueblo que ejercía el comercio
marítimo, lo cual favorecía el contacto con muchos otros pueblos que

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Medios

manejaban diferentes lenguas y con los cuales establecían relaciones comerciales. En


este contexto, y en parte estimulado por la necesidad de establecer un código taxativo
para comunicarse, los fenicios desarrollan uno de los primeros alfabetos de los que se
tiene registro. El mismo contaba con 22 letras consonantes, quedando las vocales sin
registro escrito, aunque continuaban presentes en la lectura.
Actualmente, el hebreo conserva esa característica, aunque para facilitar el aprendizaje,
al iniciarse en su lecto- escritura se utiliza una serie de signos formados por puntos
para señalar el lugar donde deberían estar presentes las vocales. Es interesante notar
que los niños pequeños reproducen esta secuencia, no escribiendo las vocales en sus
primeras escrituras, aun cuando las saben dibujar y leer6.

Grecia conoce este alfabeto y lo perfecciona agregándole las vocales,


quedando conformado por veintisiete letras, todas mayúsculas. De los
cuatro alfabetos que coexistieron en el mundo griego, estos son el antiguo
(es el que vemos acompañando este párrafo), el occidental, el oriental y el
clásico, es el "clásico" el que ha llegado difundido hasta nuestros días. El
alfabeto se desarrolló durante la época de esplendor de Atenas, hacia el 400
a.C, el cual además de poseer vocales había adquirido la dirección de lecto-
escritura que
actualmente tienen los pueblos occidentales. ¿Cómo hicieron los griegos, que escribían
las vocales, para adaptar un alfabeto consonántico? Lo que hicieron fue tomar algunas
letras que los fenicios utilizaban como consonantes y les asignaron el valor de vocal,
tal es el caso de Aleph (cuyo pictograma original era la cabeza de un buey) que pasará
a ser Alfa. En la escritura griega predominan las formas angulares (en este párrafo
vemos el alfabeto griego clásico). Esto se debe a que el soporte principal era la piedra.

Los romanos conquistaron Grecia, y también sus alfabetos, heredándonos la famosa


tipografía "Romana" tallada en la columna erigida por Trajano. Prácticamente no
realizan modificaciones al alfabeto griego, limitándose a unas pocas cuestiones de
forma, agregándole mayor armonía y limpieza al trazo, y adecuando algunas letras a la
fonética propia. Tal, por ejemplo, el caso de la pronunciación gutural de la “C”, que
requirió su marcado especial, dando origen a la “G” occidental.

Hemos visto hasta aquí una breve tipología de los sistemas de escritura antiguos que
originan nuestra escritura occidental, tipología que sigue una cierta secuencia
temporal: del dibujo (abstracto o figurativo) al pictograma y las escrituras
pictográficas; desde ellas, a las escrituras ideográficas y también al uso de los
fonogramas; desde ellos, a las escrituras pre-alfabéticas, silábicas y alfabéticas, en
las que, finalmente, un caracter representa aproximadamente un sonido fonético,
de modo que con pocas decenas de signos se puede escribir la totalidad del universo

6Bauer ha realizado investigaciones con niños, los cuales han podido inventar con rapidez alfabetos
consonánticos, muchos de ellos con una notable similitud con el alfabeto semita (citado en
Moorhouse, 1993, p.165 y 166).

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

verbal.

Sinteticemos ahora brevemente su aparición en el tiempo:

El dibujo se hace presente desde el paleolítico superior (entre 40 mil y diez mil años
atrás).

Las escrituras pictográficas aparecen en Sumer hace entre 6000 y 5500 años. En la
región mesopotámica, la escritura sumeria evolucionará hacia la ideografía y hacia
la fonética durante tres milenios, influenciando a otras culturas del Asia y el
Mediterráneo, incluido Egipto. Egipto también ve evolucionar su escritura
pictográfica desde hace aproximadamente 5500 a 5000 años, hacia un sistema
ideográfico muy avanzado. Existen escrituras orientales muy antiguas como la del
Indo (Ca. 2600 AC) o China (Ca. 1600 AC), aunque existen hipótesis de una
antigüedad mucho mayor de huellas de protoescrituras chinas (hasta 6000 AC). Las
escrituras mesoamericanas aparecen en forma aparentemente independiente. La
maya entre 200 AC y 50 DC; la mexica, hacia el siglo XIII de nuestra era.

Hacia el 2500 AC (hace 4500 años) la escritura sumeria había incorporado


sistemáticamente un sistema silábico para representar todos los sonidos de su
lenguaje verbal. Egipto lo lograría en el milenio siguiente. Otros pueblos del Asia y
el Medio Oriente recibirían influencias de estas transformaciones, especialmente los
semitas, quienes protagonizaron, a partir del segundo milenio AC, una transición
hacia la escritura alfabética.

Pruebas de escrituras alfabéticas completas se hallan ya hacia el 1300 AC. Entre el


1100 y el 1000 se ubica el llamado proto-cananeo, de donde derivan los alfabetos
cananeo, fenicio, hebreo, arameo, etc., desplegados entre el 1000 y el 700 AC. Los
alfabetos pueden hallarse en torno al Mediterráneo y también en el sur de Asia. No
se desarrollaron, en cambio, en la América precolombina.

Nuestro alfabeto occidental contiene en sus caracteres las huellas de antiguos


pictogramas de origen jeroglífico, heredados por el alfabeto fenicio, del cual surgió
hacia el siglo VII AC el alfabeto griego que, a su vez, constituye la base del alfabeto
latino.

Por otra parte, la posterior reforma realizada por Alcuino en el medioevo, con la
incorporación de las minúsculas agrega tipografías ensayadas por los romanos entre
comienzos de nuestra era y el Bajo Imperio (siglos IV y V): la rústica, la uncial y la
cursiva, desarrolladas para una escritura simplificada, cotidiana, a realizar
velozmente a mano. De allí el trazo redondeado y la finalización de una letra en el
punto donde comienza la siguiente.

De allí que nuestra A mayúscula conserve las huellas de la antigua cabeza de buey
pictográfica (Originada en la letra Aleph, cabeza de buey, adoptada por los griegos
como vocal), y a su vez la minúscula recuerda el trazo simplificado del dibujo del
águila utilizada por los egipcios. En la B, todavía hay reminiscencias del patio (Beth

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

o Beta); en la C, de la esquina (Gimmel); en la T, de la cruz (Tau), e la D, de puerta


(Dialet), de la M, de la ondulación del agua (Mem), en la N, la de la serpiente (Nun),
en la L, la cuerda (lamed)

La inescindibilidad entre el poder económico, militar y político, la capacidad de


reproducción cultural y del propio principio de autoridad, y el control de la escritura
fue plenamente comprendida por los gobernantes de los crecientes reinos e imperios
desde comienzos de la Historia. Son abundantes los casos en que sabemos de la
existencia de una cultura con escritura sólo por las referencias del pueblo
conquistador, pues completó su labor anulando la escritura y sus posibles
resguardadores. En otros casos, ha sucedido que pueblos conquistadores exitosos
hallaron formas escriturarias más avanzadas que las propias en sus avances, y las
adoptaron. Los nuevos imperios, incluso las nuevas dinastías en cada imperio,
buscaron marcar simbólicamente su poder generando escrituras propias,
diferenciables de las de otros Estados, muchas veces segmentadas para
comunidades de receptores distintas. Hasta que el imperio romano en su apogeo
impuso su alfabeto latino como un código escrito de gran alcance, la dispersión y
coexistencia de escrituras fue normal. El hermetismo de la comunidad de iniciados
en la lectoescritura utilizando incluso signos diferenciados respecto de la escritura a
cargo de los plebeyos, como sucedía en Egipto o, en el otro extremo del mundo, con
los mayas, no siempre fue positivo para la supervivencia del propio imperio. En el
caso egipcio, la escritura quedó encriptada por casi dos milenios. En el mundo maya
el resultado fue mucho más catastrófico: toda la cultura colapsó cuando, por causas
que se desconocen, esta comunidad de iniciados se extinguió.

La diversidad de escrituras, hacia el siglo V antes de Cristo era notable, incluso en


las regiones donde la escritura había surgido primero, la antigua Sumeria, luego
dominada por los babilonios, asirios y persas. En el libro bíblico de Ester que,
aunque escrito probablemente un siglo más tarde narra eventos ocurridos a
principios de ese siglo, se dice:
“Envió el rey cartas a todas las provincias, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo
según su lengua” (Ester 1: 12, Biblia de Jerusalén).

Los imperios también buscaron controlar los medios y vías de transporte y las
comunicaciones. Construyeron flotas y puertos protegidos, canales, caminos
controlables por medio de puntos críticos bloqueables, elaboraron complejos
mecanismos visuales y sonoros para el envío de señales a distancia con mensajes
elementales (aunque el correo continuó dependiendo de jinetes y corredores). Los
sistemas de información se basaron en corresponsales e informantes. El emperador
mexicano Moctezuma poseía un sistema muy complejo que comunicaba la costa del
mar con la capital en pocos días por postas de corredores.

En los casos de Grecia, Roma y China, esta organización incluyó prácticas y


dispositivos que anticiparon los futuros sistemas orientados a la comunicación
pública:

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Medios

Una, lo fueron las formas premodernas de politicidad desplegadas en la Grecia


clásica, estableciendo en el ágora un espacio arcaico de publicidad, otro, las Actas
Diurnas romanas: actas diarias del Senado (acta diurna, commentaria Senatus)
que por orden de Julio César fueron hechas públicas a partir del año 69 A.C. Tras su
muerte este carácter público se prohibió, aunque se continuó realizando su registro
para consulta por la autoridad, con autorización especial del emperador. También
existieron otros registros públicos (acta diurna urbis) de acontecimientos urbanos:
asambleas, tribunales, nacimientos, matrimonios, defunciones, antecedente lejano
de nuestra Estadística, tan asociada en su historia a la evolución del periodismo.
Aun así, las actas diurnas romanas no cuadran en la noción contemporánea de
“periodismo”: Pueden trazarse analogías con él en tanto que una formación estatal
compleja organiza modos estables de circulación de información, pero la supresión
del carácter público y la limitación al registro de datos estadísticos y de actividad
gubernativa, lo mantienen a gran distancia de un ejercicio habitual de búsqueda y
difusión de información. Mucho menos de “libre examen” y crítica de las mismas
en algún ámbito público o privado. En el Oriente, lo más parecido a un antecedente
antiguo del periodismo moderno, puede rastrearse en la historia de China, hacia el
siglo VII de nuestra era (Cfr. Lin Yu Tang, 1947), cuando se desarrollaron gacetas
estatales manuscritas e impresas en planchas, y a partir de la década de 1040,
cuando Bi- Sheng desarrolla un sistema de tipos móviles de porcelana, seguido un
siglo después por otro de tipos móviles de madera (Cfr. Staubach, 2013; The
Editorial Committee of Chinese Civilization, 2007).

Otras formas de comunicación, como el aviso comercial persuasivo, el panfleto, el


cartel indicador o el anónimo fueron también parte de la cultura romana y, en
épocas más recientes, de China. Los adelantos comunicacionales y de transporte
hacia dentro de los imperios contrastaba, por cierto, con la limitación del contacto
hacia afuera por medios que no fuesen la guerra: escrituras propias diferenciadas de
las vecinas, pocas rutas comerciales, fronteras muy controladas, poca relación
cotidiana con otros pueblos.

No es casual, en tal contexto, que hayan sido los pueblos comerciantes por
excelencia, los pueblos semitas de la costa oriental del Mediterráneo, los que se
propusieron un sistema de escritura equivalente para numerosos idiomas. Pocos
signos que representen sílabas y sonidos fonéticos individuales, a fin de registrar con
ellos el lenguaje verbal proveniente de cualquier idioma: lo contrario a las políticas
imperiales predominantes. Tomando elementos de la escritura pre-alfabética
egipcia e incluso otras provenientes de la Mesopotamia, entre el 1300 y el 900 antes
de Cristo esta nueva escritura, denominada alfabética (Por Aleph y Beth, las
primeras letras casi todos los alfabetos de esta región), quedó constituida, dando
origen al cananeo, al que los romanos denominarían fenicio, al hebreo, al árabe y a
otros alfabetos arameos. Su sistema fue tan exitoso, que comenzó a ser copiado o al
menos adaptado por otros pueblos. Grecia comienza a adoptarlo hacia el siglo VII
AC, pero es con la expansión helenística por todo el Medio Oriente, Asia Central y el
Mediterráneo, (en época de Alejandro de Macedonia) cuando los sistemas

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Medios

alfabéticos se consolidaron y hegemonizaron la cultura escrita. Roma, al conquistar


Grecia, haría lo propio absorbiendo su alfabeto.

De la hegemonía de lo oral a la hegemonía de lo escrito

Durante el último milenio AC, la escritura acrecienta su rol económico, político y


religioso. Se acumula mucho más material escrito que en épocas anteriores y se
transmite sistemáticamente.

Sin embargo, el peso de la oralidad continúa siendo muy superior en la vida


cotidiana, no sólo de los sectores populares –iletrados- sino incluso de ámbitos de
mayor privilegio como los filósofos de la Grecia clásica, que preferían la
comunicación y enseñanza personal y oral, antes que la escritura.
Los hagiógrafos, tanto hebreos como los novedosos hagiógrafos cristianos de los
siglos I y II de nuestra era, no sólo cumplían una labor fundamental en la escritura
y conservación de los escritos sobre temas sagrados (textos bíblicos, narraciones de
vidas de santos y otros textos edificantes), sino también de reproducción oral para
un destinatario mayoritariamente analfabeto, lo cual agregaba una razón adicional
a la tradición de conocer de memoria la totalidad de los textos de los que se
ocupaban. Numerosas narraciones circularon por décadas y aún siglos en forma oral
antes de pasarse por escrito Esto incluye algunos textos del Antiguo Testamento, el
Talmud y numerosas narraciones de santos.

El saber de memoria largos textos era parte sustancial de la cultura, que convivía
con una intensa relación con relativamente pocos textos, pero de importancia
decisiva.

La propia lectura hallaba constantemente marcas de una cultura


predominantemente oral, y de lectura en presencia de una comunidad que comparte
los saberes aprendidos en
presencia: lectura en voz alta para
la comunidad de oyentes, y aún
colectiva.

Lógicamente, los géneros y


formatos de la escritura también
replicaban la predominancia de lo
oral: Fuerte énfasis en la rima
para todo tipo de textos, énfasis
en el género epistolar y el diálogo,
cánticos, etc.

Los hebreos, que fueron


llamados, por ellos mismos y por
pueblos vecinos “pueblo del
libro”, experimentaron en

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Medios

profundidad estas transiciones. En el gran libro que guía su religión, costumbres e


historia, o mejor dicho, en el conjunto de 24 libros que ellos denominan aún hoy
Tanaj (Torah más Neviim más Ketuvim, o Antiguo Testamento en la versión
cristiana), comenzó a ser sistematizado en lengua escrita hacia el siglo X o IX antes
de Cristo. Probablemente en su mayor parte lo haya sido a partir del reinado de
Salomón. Quien lee estos libros hoy en el orden en que se presentan (el cual es
bastante cercano al orden cronológico en el que fueron escritos), puede encontrar
numerosas huellas del tránsito entre la oralidad como fuente principal de
transmisión cultural, hacia la escritura, y ya dentro de ella, de una época marcada
por numerosas escrituras hacia la sistematización de una propia. En el Génesis
puede notarse la yuxtaposición de textos construidos oralmente en épocas y
contextos diversos; gran parte de los libros está escrito en versos con rima en su
totalidad o en proporción alta. Numerosos juegos nemotécnicos convocan
referencias de un libro respecto del anterior, e incluso se llega jugar con reglas
nemotécnicas y de adquisición plena de la cultura escrita, entre ellas acrósticos, o
como en el caso del Salmo 119, utilizando la inicial del primer verso de cada estrofa
para repetir el alfabeto hebreo o griego según la versión que se utilizara. En la
imagen que acompaña a este párrafo, vemos la sección correspondiente a Aleph
(debe leerse de derecha a izquierda).

Del mismo modo, puede observarse en los pilares de la filosofía clásica griega, esta
ambivalencia entre la producción oral y la escrita, a un punto tal que el pensamiento
de un filósofo clave como Sócrates, integrante de un ambiente claramente letrado,
sólo nos es conocido por los escritos de su discípulo y admirador Platón, en forma
coherente con sus expresiones de desprecio por la escritura.

Es en este marco de tiempos “largos” y transiciones complejas y sinuosas, que cobran


plena dimensión las afirmaciones pioneras de Walter Ong (1982) en Oralidad y
Escritura: “la escritura ha transformado la conciencia humana”. Entre la hegemonía
de la oralidad y la de la escritura, entre la multiplicidad de formas de legitimación y
articulación entre ámbitos, y la centralidad (no sólo hegemonía) de la escritura
respecto de otras formas de comunicación, existe un abismo de organización
cognitiva, de modos de preservación del saber, de técnicas para comunicar y de
vasos comunicantes entre unas y otras formas.

El soporte y la función

Las grandes escrituras que anteceden la contemporánea se vieron determinadas por


los soportes físicos elegidos.

Los sumerios y pueblos mesopotámicos sucesores, utilizaron fundamentalmente las


arcillas para la notación económica y las transacciones cotidianas, y el relieve sobre
piedra para las notaciones sagradas y gubernativas, como nos lo recuerda el código
de Hamurabi, del siglo XVIII AC. La escritura mesopotámica se adaptó a la muesca
sobre arcilla adoptando la característica forma cuneiforme de sus trazos y
caracteres.

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Medios

Los egipcios, por su parte, escribieron su notación cotidiana sobre planchas y rollos
de papiro7, en tanto que reservaron la piedra para las escrituras sagradas,
pintándolas con colores y, más aún, grabándolas a cincel. De allí que el jeroglífico
tradicional conservase las formas perfectas de los pictogramas originales, mientras
que la escritura cotidiana se simplificó con trazos redondeados y abstractos para
escribir a mano, con tinta, sobre papiro. La existencia de dos escrituras simplificadas
conservó la división entre lo sacro y lo profano, pero ambas (hierática y demótica)
confluían en la simplificación.

La escritura griega priorizó el papiro y la pintura, por lo que su alfabeto tendió a


formas redondeadas, aunque existían tipografías con formas más pronunciadas para
cincelar. Los romanos reservaron el mármol para cincelar sus grandes mensajes
sagrados, políticos y jurídicos, por lo que el alfabeto pronunció las formas rectas y
las serifas e los bordes. Los escritos en soportes portables y de uso cotidiano, sin
embargo, se expandieron en la época de Roma. De allí la necesidad de contar con
tipografías que facilitaran la tarea. Lo lograron con la inclusión de la caligrafía
rústica a partir del siglo I de nuestra era, y de la caligrafía uncial, incorporada a partir
del siglo III, ambas especialmente útiles para el trazo a pluma en pequeños espacios.

Complementariamente, en la última etapa del imperio romano, el pergamino


comienza a desplazar al papiro como principal soporte.

El pergamino es un soporte plano y flexible, elaborado con cueros, si bien más caro
en su elaboración, grueso (ocupando más espacio físico en las bibliotecas), y menos
blanco, ofrecía tres ventajas notables: la primera, que tenía una durabilidad,
flexibilidad y resistencia muy superiores al papiro; la segunda, que se adaptaba muy
bien a la imitación del formato rectangular de las tablillas de arcilla y/o de cera
utilizadas en Roma para anotaciones. Esta imitación, mejorada con un práctico
cosido de cuadernillos, fue denominada Codex o códice, y fue además bienvenida
por la tradición cristiana; la tercera, que resultaba más fácilmente portable un codex
que un rollo.

Se trataba de una técnica antigua, se desconoce su momento de aparición, pero hay


un auge durante el imperio romano, sobre todo impulsado por la cantidad y calidad
de la producción de la ciudad de Pérgamo, que le da su nombre. La ampliación de
variedades de pergaminos en calidad, tamaño, belleza, etc. permitió ampliar su uso,
con sus correspondientes costos (la vitela, por ejemplo, era el pergamino más caro y
bello), y la ampliación de su cantidad producida, lo tornó mucho más fácil de
conseguir que el papiro. Su adopción paulatina se fue consolidando a medida que el
cristianismo avanzó en Roma. Para el siglo II ambos soportes ocupaban
proporciones semejantes de uso, y hacia siglo IV el pergamino predominaba por

7El papiro es el precedente más parecido al papel: láminas finas de color blanco, hechas a partir de
caña de papiro (una planta acuática muy abundante en la cuenca del Nilo) cortadas en bandas planas
que se entrelazaban, pegaban y blanqueaban. Solían pegarse las hojas formando rollos. Como las
hojas tenían aproximadamente 20 centímetros de largo, el rollo standard de 20 hojas medía
aproximadamente cinco metros, aunque se han encontrado papiros más largos.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

completo: excluyente en la copia de libros, se conservaba el papiro para anotaciones


cotidianas, cartas y algunos documentos. La producción de papiro se extendió aún
más y facilitó la labor de conservación que habrían de tener abadías y monasterios a
la caída del imperio romano. Las caligrafías rústica y uncial del alfabeto latino serían
excelentes aliadas de la escritura sobre este nuevo soporte.

A ello se agregaría, con la caída del imperio, en el siglo V, la creciente dificultad para
el intercambio comercial con las regiones productoras de papiro.

La Edad Media

La descomposición del imperio romano provocó también una debacle cultural en


Europa, sobre todo en Europa occidental, durante varios siglos en los que se
sucedieron guerras y saqueos. La cultura, sin embargo, continuó desplegándose en
las ciudades, en los feudos (por medio de la circulación de la cultura popular oral,
con cantos y teatros) y también en los monasterios y abadías que resguardaron
saberes y bibliotecas. El centro de la vida cultural letrada se trasladó, por ello, al
cristianismo, pero las divisiones territoriales complicaron el intercambio cultural,
sobre todo entre Oriente y Occidente.

Las ricas historias culturales en otras civilizaciones y culturas, no las estamos


considerando aquí por razones de recorte, y por el hecho de que no tienen una
influencia decisiva en la evolución europea de esa época. Podríamos, sin embargo,
estudiar las historias escritas china, india y de otros pueblos del extremo oriente,
por decir sólo un tipo de ejemplo.

Pero los inicios del medioevo son llamados la “edad oscura” no por casualidad, y no
sólo el aislamiento y pérdida de rutas comerciales, sino la constante descomposición
producto de las guerras y saqueos, serán protagonistas. Este doloroso proceso, no
exento de mejoras y progresos pero incapaz de recomponer unidades políticas,
comienza a revertirse con la unificación del reino franco en la segunda mitad del siglo
VIII por Carlomagno, sumada a la intención del monarca de alcanzar la
reunificación del imperio romano (incluida Bizancio).

Esta unificación fue acompañada por un notable esfuerzo de renacimiento cultural,


impulso a la protección del libro y creación de ámbitos de preservación y enseñanza.
Los monasterios y abadías florecieron, y con ellos los scriptoria. Prácticamente
todos los libros clásicos disponibles en Europa –incluso los de épocas paganas-
fueron copiados en una escala tal que se conservaron hasta la modernidad.

En un contexto de bajísimo alfabetismo, Carlomagno convocó a lo más selecto de los


sabios e intelectuales de su tiempo. Formó en su propio palacio una escuela (la
Escuela Palatina), reorganizó las escuelas catedralicias, favoreció la unificación de
pesas y medidas e instó a Alcuino de York, uno de los sabios convocados –en este
caso desde Inglaterra, proveniente de la escuela benedictina de York- para logar una

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Medios

reforma del alfabeto latino y su


generalización en el Imperio.

Entre las reformas de Alcuino,


que habilitaron la definitiva
universalización del alfabeto
universal y potenciaron la
extensión de su uso y
enseñanza, se cuenta la
inclusión de mayúsculas y
minúsculas (tomando para las
mayúsculas la tipografía
romana clásica y para las minúsculas una combinación ecléctica de elementos:
rústica, uncial, cursiva y aplicaciones inglesas y españolas), universalizando signos
y criterios de puntuación (espacios entre las palabras, puntos, comas, adecuaciones
nacionales, etc.), y universalizando definitivamente la escritura de izquierda a
derecha. Desde entonces, sólo unas pocas letras y signos, se agregan y/o quitan al
alfabeto para completar su uso en los diferentes idiomas, aunque al costo de
diferencias en la pronunciación fonética). Con esta reforma el imperio contaba con
un sistema de escritura único para todos los países cristianos, una lengua erudita
común (el latín) y un sistema de reproducción y preservación de libros y saberes.

Estas reformas convergieron con el impulso a las artes, la arquitectura y la


rearticulación administrativa y diplomática de grades regiones de Europa,
especialmente las que habían logrado máximas cotas culturales para su tiempo,
como Inglaterra, Lombardía e incluso España, entonces en contacto directo con el
florecimiento árabe. A ello se agregó un fuerte impulso a la centralidad de la escritura
proveniente de medidas de orden político, al promulgar en 787 la supremacía de la
Ley y documentos escritos sobre las costumbres orales, retomando la práctica real
de recopilar y hacer publicar leyes y otros documentos del Estado.

De este modo, la Europa feudal post carolingia, dividida, rural, focalizada en la


teología cristiana como eje de la vida, beligerante al extremo de lanzar a las cruzadas
una marea de violencia, conservaba algunos atributos culturales que resultarían
decisivos pocos siglos más tarde: El uso del latín como lengua universal de las elites
culturales, la escritura alfabética occidental consolidada, reproducción y
conservación sistemática de libros, escuelas para la formación de sus elites religiosas
y nobiliarias, vida cultural relativamente libre en monasterios y abadías, e incluso
en las ciudades.

Lo que no hubo de resolver Carlomagno fue su propia sucesión e institucionalización


de sus reformas y principios. A su muerte, su reino unificado de fragmentó y sus
sabios se dispersaron. Alcuino continuó difundiendo sus nuevas minúsculas
carolingias desde su nuevo puesto de Abad en Tours, y otros hicieron lo propio en
otros centros, pero el proyecto unificador quedó pospuesto y el feudalismo se
consolidó en plenitud. La coronación de Carlomagno por el Papa agregó otra fuente

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Medios

de conflicto al pretender nuevos papas digitar coronaciones en los restos del


imperio, involucrándose así el papado en rencillas y guerras de sucesión. A mediano
plazo, estos conflictos llevarían consigo la semilla de su superación. El impulso dado
por Carlomagno a la ley escrita y a sus recopilaciones, así como al estudio de la ley
romana, habilitaría a largo plazo el enorme valor de la biblioteca de Bolonia, centro
de concentración de estudiosos del derecho que recibirían licencia gremial en 1158
de manos de Federico I emperador del Sacro Imperio, para confirmar la autonomía
y derechos de la primera universidad.

Hacia un cambio de era

El feudalismo consolidado tras Carlomagno pareció formar un sistema


extremadamente estable. Sin embargo, a comienzos del segundo milenio numerosos
problemas se sucedieron: Las cruzadas diezmaron poblaciones, cortaron lazos
comerciales y diplomáticos con oriente (de hecho, la desaparición final del papiro en
Occidente fue producto del cese de estos lazos comerciales), desestabilizaron
dinastías y debilitaron economías a pesar de las expectativas puestas en el saqueo.
Las pestes, la pequeña glaciación y la crisis del propio modo de producción feudal
convergieron en un clima de molestia social que en habría de saldarse con
sangrientos levantamientos campesinos. La Iglesia, factor de unificación en la
Europa post romana quedó atrapada en la lógica de relaciones personales y
sucesiones propia del feudalismo, alcanzando niveles oprobiosos de corrupción en
numerosos ámbitos institucionales, fenómeno que agravaría las tensiones y
desembocaría más adelante en violentos cismas.

Pero ya desde el siglo XII los problemas del feudalismo hallaban en la propia
configuración de su sistema las semillas de nuevas tendencias:

a) El tráfico de mercancías y noticias

Como veremos en los textos correspondientes a la siguiente clase, la resolución de la


crisis del modo de producción feudal en Occidente habrá de resolverse por múltiples
factores, pero con una clara preminencia de nuevos adelantos tecnológicos
específicamente urbanos (cambios en la navegación, en la tecnología militar, en la
reproducción de la escritura, en la metalurgia, etc.), la monetización de la economía
por medio de la conmutación de cargas, el acrecentamiento de la masa de metales
preciosos, algunas mejoras en la agricultura.

Una consecuencia de estos cambios realimentaría los mismos a partir de entonces:


el tráfico de mercancías y noticias característico del temprano capitalismo
financiero y comercial8. A lo largo de toda Europa occidental, comerciantes y
prestamistas favorecen el movimiento comercial y las iniciativas técnico artesanales

8
Para ampliar este desarrollo se puede consultar la primera parte de Moyano, Julio (2008) Prensa, modernidad
y transición. Para profundizar, son especialmente atinados el primer capítulo de Habermas (1994) Historia y
crítica de la opinión pública y Anderson (1987) El Estado absolutista.

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Medios

(de hecho, en el siglo XV, los ensayos de Gutenberg para lograr su imprenta sería
financiados por un prestamista). Promueven con ello la unificación de monedas,
pesas y medidas, de reglas aduaneras y de circulación.

Mientras la “crisis larga” se enseñoreaba en Europa, tanto en el campo como en las


ciudades se produjeron respuestas: en el campo, las reiteradas revueltas campesinas
aplastadas a sangre y fuego dieron lugar a la conmutación de cargas. La posibilidad,
para el campesino, de pagar al señor ya no en especie sino en dinero, monetizó la
economía europea, favoreció la búsqueda de metales preciosos y promovió el tráfico
de mercancías y noticias a distancia. Ambos tráficos fueron inherentes uno a otro:
los comerciantes y financistas necesitaban la información sobre precios, garantías,
confiabilidades, potencialidades, transportes y peligros tanto como la mercancía y el
dinero mismos. De allí que pronto la información, contratada a responsables de
enviar correspondencia (corresponsales), sería en sí misma una mercancía de valor.
Para mediados del siglo XV, en las ferias semestrales no era rara la venta de
información no a un contratante sino a varios, e incluso la publicación de
almanaques anuales o semestrales. Todavía no existía nada parecido a una “opinión
pública”, ni circulaba una información de consumo “general”, pero la había en escala
exponencialmente más alta que en el siglo XI, y sin control directo del Estado. El
capitalismo financiero y comercial inició con ello su expansión.

En las ciudades, y aldeas, por su parte, en correlación con estos cambios, los gremios
artesanos exploraron sistemáticamente nuevas posibilidades técnicas y productivas,
especialmente tras la importación de adelantos técnicos desde el Oriente: los
aparejos de navegación (sistemas de velas múltiples, sextantes, astrolabios,
brújulas), la pólvora, el papel y las tintas adecuadas al papel, la imprenta, eran todos
adelantos conocidos en China, algunos de ellos desde muchos siglos antes, pero que
convocaron el interés europeo en esta época tan particular. Su apropiación y
reconversión llevó esos inventos mucho más allá de lo esperado, y mucho más allá
de lo que los propios chinos habían aplicado: La navegación a distancia inició una
revolución que llevó a los europeos a los confines del mundo en menos de un siglo;
la pólvora transformó definitivamente las reglas de la guerra y tornó obsoletos a los
feudos como unidades militares; el papel y las nuevas tintas potenciaron la
expansión del libro y la escritura, en tanto la imprenta habría de revolucionarlos,
sobre todo cuando a Gutenberg lograse una aleación fuerte y económicamente viable
para producir tipos móviles intercambiables.

b) La Universidad, el libro, las nuevas ideas y sensibilidades

Mientras el régimen feudal se debatía en la contradicción entre la búsqueda de un


gran Imperio (el Imperio Romano Germánico se presentaba como la continuidad
del intento de Carlomagno) y la constante subdivisión en pequeños feudos con su
complejo sistema de vasallaje, la Iglesia también se vio fuertemente infiltrada por
esta lógica. Las disputas cortesanas, las guerras intestinas y los cambios de vasallaje
eran contantes. Cuando a comienzos del siglo XII la disputa entre el poder temporal
y el poder de la Iglesia por la máxima soberanía llegó a su pico, un inesperado

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Medios

subproducto surgió de la especial autonomía de que disponían las ciudades en el


feudalismo occidental (Anderson, 1987): el emperador Federico I del Sacro Imperio
Germánico habilitaría a mediados de siglo un estatuto gremial novedoso y extraño
en las narices mismas del papado: la Universidad de Bolonia (confirmada en 1158)9.
El propio papado comprendería rápidamente el valor de esta institución y en el
transcurso del medio siglo siguiente creó media docena de universidades: La
Universidad de Paris, que fusionaba la Escuela Palatina de Paris con la Catedralicia
de Notre Dame, recibió su documento de privilegios como Congregación de
Maestros del papa Celestino III en 1174, elaborando en 1215 sus estatutos y
recibiendo en 1225 la Bula de aprobación final; Oxford nacerá en Gran Bretaña
en 1214, y poco más tarde Cambridge, como escisión de la anterior. En 1222 nace
Padua, en 1224 Salerno (Hoy Nápoles) por privilegio concedido por el emperador
Federico II, con énfasis en medicina, y en competencia con la antigua escuela
monástica de Montecassino; en 1229 Tolosa, generada contra la herejía cátara; en
1240 Colonia, por los dominicos; en 1254, Salamanca, en España; en 1259,
Montpellier, también especializada en medicina; en 1288 Coimbra, en Portugal.

En términos de los tiempos medievales, esta proliferación de nuevas instituciones


se produce a una velocidad extraordinaria, transformando las condiciones de
producción y preservación del conocimiento: Todos los temas de interés científico
de su tiempo se estudian en la Universidad: astronomía, ciencias naturales,
matemática, lógica, música, gramática, retórica, dibujo, teología, filosofía, medicina,
derecho civil, derecho canónico…

Los libros de gran formato copiados para ser leídos en la lectio y sometidos en
presencia de los scholarium a Quaestio, Disputatio y Determinatio, o para ser
enunciados en el púlpito, son ahora más necesarios que nunca, pero las scriptoria y
especialmente el sistema de la pecia10 se verán impulsados a aumentar su
producción: se necesitan muchos más libros, a pesar de que aún la cultura letrada
es ajena a la mayoría de la población. El término “manual”, libro con lomo para que
la transpiración de la mano no dañe el pergamino, y transportable en una mano, es
la nueva herramienta habitual del scholarium. Si bien las licencias y privilegios
utilizan la norma gremial, lo que se enseña, aprende, investiga y descubre en las

9 “Las luchas del Emperador Federico I por defender su autonomía respecto al poder espiritual y
temporal de la Iglesia le habían llevado a enfrentarse, incluso por las armas, al papado. No es pues
extraño que el Emperador aliente a los estudiosos de Bolonia a que continúen sus esfuerzos, pues de
ello dependía la posible dilucidación entre lo canónico y lo civil. Por tal motivo les dirige una carta
fechada 1154 en la que, además de exhortarlos a continuar sus estudios del Derecho Civil, los reconoce
como gremio, con las características y privilegios que ello implicaba, y eleva los privilegios gremiales,
que él mismo enuncia, al nivel de Derecho Imperial. Con la carta Authentica Habita, dirigida a esa
Congregación de Estudiantes, nace la primera universidad en el mundo occidental, conocida como
Universitas Scholarium Bononiensis” (Mureddu, César, 1994).
10 La pecia es un sistema de organización de los copistas medievales. Se trata de que cada copista se

ocupe de un fragmento del libro, colocado en un pequeño cuadernillo. Los fragmentos consecutivos
terminados se ponen uno junto al otro y se cosen, formando una unidad terminada así más
velozmente. Con el aumento de demanda de libros, los copistas podían ser varios, mientras uno de
ellos dictaba a los demás los contenidos.

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Medios

universidades se diferencia de los gremios tradicionales: no se ocupa un oficio


artesano, sino que se espera desarrollar saberes con carácter “universal”.

En las universidades se desplegarían nuevas ideas, y se ampliaría la importancia de


la cultura letrada, así como de la ley escrita, en tanto el derecho se constituye en
profesión. Por otra parte, en las universidades se concentran los mejores pensadores
de su tiempo. En el París del siglo XIII coinciden los dominicos Tomás de Aquino y
Alberto Magno con el franciscano Roger Bacon, en los mismos espacios de la antigua
escuela catedralicia donde un siglo antes debatía Pedro Abelardo. Roger Bacon,
cuyas ideas sobre la matemática como lenguaje universal de las ciencias y la
perspectiva de una ciencia capaz de transformar las condiciones de vida habrían de
tener influencia en el surgimiento de la ciencia moderna pasó gran parte de su vida
en la universidad de Oxford, donde recibió influencia de otro francisano, Roberto
Grosseteste, figura decisiva en los prolegómenos del pensamiento moderno. Ya en
la época del humanismo veremos a Fracois Villon o a Erasmo en París, Rabelais en
Montpellier, Copérnico en Padua, etc.

Las nuevas ideas anticipadas en el ambiente universitario se observaron en otros


cambios en el pensamiento: e creciente descontento con las jerarquías eclesiásticas
se expresó por medio de nuevas miradas artísticas que recolocaron al Hombre en el
centro de la escena, rompieron los límites esperables de la expresión estética y
potenciaron nuevas indagaciones y puntos de vista. El ambiente intelectual de las
universidades anglosajonas, receptivo a nuevas ideas científicas, tenía su análogo en
la nueva sensibilidad artística del Renacimiento italiano que reponía al hombre en
el centro de la escena, los mester (de juglaría y de clerecía) en España o los
prolegómenos de la disidencia religiosa en Alemania.

En este contexto, tras casi medio siglo de experimentos en Holanda, Alemania, el


norte italiano, Suiza, Francia e incluso España, la antigua imprenta de planchas y
tipos de madera de origen chino, que había evolucionado en regiones de la antigua
ruta de la seda entre los siglo IX y XIII hacia tipos móviles en porcelana e incluso
metal adaptados a los caracteres chinos y a las variaciones persas del alfabeto árabe,
dará lugar a la de tipos móviles metálicos adaptados al alfabeto latino y a la xilografía
como recursos para la impresión en los términos del libro y el alfabeto occidentales.
Inicialmente, la lógica de los impresores se mantendrá en los estrictos límites del
artesanado, produciendo a demanda concreta dirigida preferentemente a
autoridades, y manteniendo el rígido secreto y estructura piramidal del gremio, con
sus licencias exclusivas. Pero el hecho de que para poder instalar su taller y costearse
las pruebas previas, Gutenberg haya tenido que endeudarse con el financista Juan
Fust, y luego perder su taller como producto de esta deuda, muestra ya
características propias de la transición hacia el capitalismo que comienza a vivirse.

La reacción tanto eclesiástica como nobiliaria y plebeya, muestra también la


ambivalencia del momento, oscilando entre el apoyo y protección, y la desconfianza
y censura.

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Medios

La otra novedad, gigantesca, llegará muy poco después, con el quiebre de la unidad
del catolicismo occidental y el uso sistemático de la imprenta en ese conflicto.

América precolombina en la época del descubrimiento europeo

El título que encabeza esta sección es paradójico: En la época del descubrimiento


por Colón, América no tiene ese nombre, los europeos aún no imaginan hallarse
frente a un continente desconocido, los propios americanos carecen de consciencia
de pertenencia continental común y siquiera el término “descubrimiento” es
suficientemente atinado, a juzgar por las señales de viajes vikingos por la costa
atlántica de América del Norte hacia el siglo X.

Lo usamos, igualmente, debido a su utilidad en la recuperación historiográfica de


un momento decisivo de la mundialización encabezada por Occidente en los últimos
cinco siglos, una de las transformaciones de la faz de la tierra más contundentes y
rápidas en toda su existencia.

¿Cómo es la América de 1492? Sabemos que América es, para los humanos, el “nuevo
continente”: el más recientemente poblado, probablemente no más allá de treinta
mil años atrás. Allí se desplegaron comunidades primitivas paleolíticas de cazadores
y recolectores; otras con mayor organización y diversificación, a medio camino entre
diversas habilidades de caza y los inicios de la agricultura; otras, finalmente,
alcanzaron grado de civilización, con sistemas de transporte y formas de escritura.

Entre los primeros de ellos se desplegaba una gran cantidad de pueblos, desde las
regiones selváticas hasta los extremos fríos del canal de Beagle. Estos pueblos
manejaban herramientas y armas paleolíticas, incluyendo arrojadizas, hacían
ornamentos y dibujos abstractos (como las siluetas de manos observables en
cavernas patagónicas) tenían ricas tradiciones orales con expresiones vinculadas a
la poesía, las danzar rituales o los mitos y leyendas. En cuanto a los transportes, las
culturas de complejidad “media” como los guaraníes, huarpes y araucanos en
Sudamérica, los huicholes en México o los pueblos de América del Norte, manejaban
artes básicas de navegación a remo, señales para reconocer caminos y
comunicaciones a distancia basadas en sonido, fuego o humo.

Diversos procesos civilizatorios comenzaron a darse en América desde hace


aproximadamente dos mil años, o poco más. Algunos de estos procesos se
interrumpieron dejando sólo ruinas descubiertas bastante después de la conquista,
como sucede con las culturas olmeca y tolteca en el mundo mesoamericano, o con
los indios pueblo más al norte. Otros, se hallaban en franca decadencia a la llegada
de los europeos, como es el caso de los mayas.

Cuatro grandes culturas civilizatorias hallaron los españoles a su llegada al


continente: los mexicas o aztecas, en el actual México, imperio recientemente creado
(su capital se había fundado en 1322 de nuestra era), y que se hallaba en su máximo
esplendor; los mayas, que habían tenido su apogeo un milenio atrás, pero aún

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Medios

mostraban restos de sus grandes épocas, entre la península de Yucatán y la actual


Honduras; los chibchas, en las correderas fluviales de la actual Colombia, al norte
de la selva amazónica, y los incas, imperio construido sobre la suplantación de
culturas preexistentes, desplegado desde el noroeste de la actual Argentina, el norte
de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, entre la costa del pacífico y las estribaciones
selváticas amazónicas.

Los mayas habían sufrido el colapso de su sistema urbano siglos antes. Huellas de
sus grandes centros ceremoniales y pirámides aún hoy están presentes en medio de
la selva y a prudente distancia de los cenotes que proveían agua potable. No se sabe
a ciencia cierta qué desencadenó las catástrofes. Por tradiciones orales se ha podido
saber de una sucesión catastrófica de guerras civiles, así como de posibles epidemias
y catástrofes naturales que diezmaron a una elite que resguardaba herméticamente
sus saberes frente al resto de la población. Este hermetismo llegaba al extremo de la
coexistencia de una escritura y numeración para los sacerdotes, y otra para la elite
no sacerdotal. En la escritura más avanzada, los mayas habían logrado una
transición entre los pictogramas y los ideogramas, aunque se desconoce con qué
grado, pues a la decadencia de su civilización le siguió la conquista azteca, y
finalmente la española, que en su celo religioso destruyó gran parte de los registros
de los que se temían idolatrías. La escritura de carácter más abierto se encontraba
en la fase anterior, con pictogramas y reglas nemotécnicas. Uno de los grandes
saberes mayas fue su sistema de numeración, que sorprendió a los europeos:
utilizaban el cero, y el sistema posicional semejante al arábigo, pero con veinte
dígitos en lugar de diez.

Entre los textos originarios de la cultura maya, se ha rescatado por fragmentos de


códices y registros de la memoria oral realizados por sacerdotes españoles, el Pop
Wuj (o Popol Vuh, según sea la traducción), libro sagrado del pueblo maya que
contiene una génesis del mundo, incluida la creación del hombre por hálito divino
aplicado a una argamasa de maíz.

Los mexicas también han sufrido la destrucción de gran parte de las huellas de su
escritura, pero se han conservado en mayor proporción que en el caso maya. No sólo
se han conservado materiales propiamente aztecas, sino también de varios de sus
pueblos vasallos como los tlaxcaltecas y los purépechas. La ornamentación, la
escultura y las pinturas aztecas alcanzaron un desarrollo equivalente a las primeras
civilizaciones antiguas de la medialuna fértil del Medio Oriente. Su literatura
alcanzó también altos niveles, tanto en poesía como en prosas. Parte de ella ha sido
preservada por medio de su escritura en castellano y en náhualt durante el período
colonial.

La escritura mexica fue pictográfica, con importantes avances ideogramáticos, y un


uso sistemático de los fonogramas. Su uso fue tanto científico –destaca en su
astronomía el impactante calendario solar- como religioso, funcional (para
señalética y registro contable, por ejemplo) y lúdico.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

Los incas, por su parte, poseían sistemas nemotécnicos muy desarrollados (ya
hemos mencionado el quipo), y sistemas muy elementales de pictogramas, aunque
no desarrollados como en los sistemas mesoamericanos. Sí muestran una riquísima
arquitectura y ornamentación de uso tanto religioso como cotidiano.

Los chibchas, finalmente no alcanzaron la escritura, aunque sí niveles de


complejidad en su arte y en sus técnicas de navegación por encima de otros pueblos
americanos, con excepción de las grandes civilizaciones mencionadas.

Estos grandes procesos civilizatorios tuvieron baja conexión entre sí, aunque hay
evidencias de navegación costera entre México y América Central. Sus transportes
se basaron en el despliegue de caminos de grandes distancias y sistemas de
protección y vigilancia, pero exclusivamente basados en postas de caminantes, y en
barcas a remo. No se ha documentado fehacientemente el uso de la vela, ni de la
rueda como base del transporte, ni del uso de animales excepto para carga en los
caminos incaicos.

La llegada de los europeos, catastrófica para el despliegue independiente de estos


procesos, permitió no sólo la irrupción de formas de transporte y comunicación
nuevos para el continente, sino también algunas formas de supervivencia de
sistemas precolombinos, y también de hibridación.

54
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

1.2. Línea de tiempo


Alejandra Ojeda

55
Proto Caída del Imperio Caída del Imperio Romano de
Escritura Romano de Occidente (476) Oriente (Constantinopla-1453) Frontera difusa

Pre- Edad
Edad Media Edad Moderna Edad contemporánea
historia Antigua
500 a 1500 1.500 1.600 1.700 1800 1900 2000
40.000ac

6.000 ac
5.000 ac

400 DC
0
Movimientos Humanismo Ilustración Positivismo Posmodernidad
culturales Renacimiento

Panorama Revolución Matemática Revolución de la Física y la Ciencias Médicas


científico (1650 aprox.) Química Método Científico

Revolución Científica

Formas de Tribal. No Esclavismo Feudalismo Estados Monárquicos Estados Burgueses


Estado hay Estado Reinados Absolutistas Modernos
Imperios

Revolución Fin del Feudalismo Rev. Industrial (1750/1850)


Hechos Neolítica Estados Nacionales Desarrollo del Capitalismo
históricos Surgimiento de la
Burguesía

Invención de la Rev. Holandesa (1648) Rev. Francesa (1789) Guerras mundiales (1914/18 y 1939/45)
imprenta (1456) Rev. Inglesa (1648) Expansión imperialista Crisis del ´30 (1930)
Descubrimiento de Rev. Inglesa (1688) Mayo francés (1968)
América (1492) Globalización (1975 en adelante)
Caída del muro de Berlín (1989)
Pensadores Martín Lutero (1483- René Descartes (1596- Emmanuel Kant (1724-1804) Charles Darwin (1809-1882)
1546) 1650) Georg F.W. Hegel (1770-1831) Karl Marx (1818-1883)
John Locke (1632-1704) Charles Peirce (1839-1914)
Sigmund Freud (1856-1939)
Ferdinand Saussure (1857-1913)
Jean Piaget (1896-1980)

Pre- Edad Antigua Edad Media Edad Moderna Edad contemporánea


historia
* Minúsculas. S XVI: Consolidación y expansión de la Audión (1906)
ESCRITURA: Ideografía-Pictografía-Jeroglíficos

Prácticas escriturarias en manos de esclavos.


* Inicio y desarrollo de * Avicis prensa burguesa. Radio (1920)
Algunos emergentes mediáticos

prácticas de copiado de * Foglias di mani 1832: Rueda de Faraday TV (27/30). Se difunde a fines del 30 en
libros por monjes 1832: Fenaquitoscopio Inglaterra y EEUU En Argentina en las
amanuenses. S XVII: 1839: Daguerrotipo décadas del 50 y 60.
* Imprenta (1450 aprox.) * Gacetas 1840: Calotipo Cine Sonoro (1927)
Pinturas Rupestres

Alfabeto Romano

* Primeras formas de * Prensa absolutista. 1840: Telégrafo eléctrico FMs


Preescrituras

periodismo gráfico (hojas 1851: Agencia Reuters Internet


manuscritas). S XVIII: 1870: Teléfono E-mail
* Primeros periódicos modernos 1870: Fonógrafo Comunicación Satelital
en Inglaterra. Luego, con la 1879: Praxinoscopio Telefonía celular
revolución, surgirán en Francia. 1885: Rotativas y Linotipos TV por cable
* 1796: Litografía 1891: Kinetoscopio TV Digital
1891: Primer afiche (cartel francés)
1895: Radiotelégrafo
1895: Cinematógrafo
protagonistas de la historia

1400-1468: Johannes 1771-1834: Aloys Senefelder 1800-1877: Fox Talbot 1860-1940: Paul Nipkow
Gutemberg 1763-1805: Claude Chappe 1801-1829: Joseph Plateau 1862-1954: August Lumière
Inventores y/o

de los medios

1765-1833: Nicéphore Niépce 1806-1879: William Cook 1863-1951: William Hearst


1787-1851: Louis Daguerre 1844-1918: Émile Reynaud 1864-1948: Louis Lumière
1791-1872: Samuel Morse 1847-1922: Alexander Graham Bell 1864-1901: Henri Toulouse- Lautrec
1791-1867: Michael Faraday 1847-1901: Thomas Edison 1874-1937: Guillermo Marconi
1847-1911: Joseph Pulitzer 1888-1946: John Baird
1857-1894: Heinrich Rudolf Hertz 1889-1982: Vladímir Svorykin
César Hipólito Bâcle (1794-1838) 1800-1875: CarlosPellegrini 1859-1924: Eugenio Py
1819-1871: Benito Hortelano 1862-1918: José María Cao
1821-1906: Bartolomé Mitre 1865-1911: Martín Malharro
Argentina

1822-1881: Adolfo Alexander 1865-1929: Manuel Mayol


1822-1893: José A. Berheim
1875-1946: Max Glücksmann
1826-1871: Pablo Emilio Coni
1843-1919: Henri Stein
1891-1972: Enrique Susini
1844-1899: Herni Meyer 1896-1952: Jaime Yankelevich
1849-1908: Eduardo Sojo
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Medios

1.3. El nacimiento de la prensa periódica


moderna
Julio Moyano

59
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
1.3. El nacimiento de la prensa periódica moderna

Julio Moyano

Comenzaremos nuestra introducción a la prensa como objeto con el marco de la


comprensión compartida en el campo comunicacional. Desde los años ’80, los
aportes de Habermas en su clásico Historia y Crítica de la Opinión Pública (1995)
permitieron armonizar visiones que priorizaban las prácticas como eje de análisis,
y aquellos que priorizaban las identidades de clase como hipótesis de partida.
Habermas, en uno de sus párrafos más conocidos, repasaba las condiciones
históricas de existencia de las nuevas prácticas burguesas que habilitaron el tráfico
de mercancías y noticias a fines del medioevo:

"Con el temprano capitalismo financiero y comercial, irradiado a partir del siglo XIII desde las
ciudades norteitalianas hacia la Europa Occidental y nórdica, surgen primero los emporios de
los Países Bajos (...) y aparecen luego las grandes ferias en las encrucijadas de las rutas
comerciales largas; con él se dan los elementos para la formación de un nuevo orden social. Al
comienzo son integrados sin muchas complicaciones por el viejo sistema de dominación. (...)
este capitalismo estabiliza, por un lado, las relaciones estamentales de dominio; y pone, por
otro lado, los elementos en los que aquellas habrán de disolverse. Nos referimos a los elementos
del nuevo marco de relaciones: el tráfico de mercancías y noticias creado por el comercio
a larga distancia del capitalismo temprano" (Habermas, 1995: 53).

Con ello, reforzaba tanto la visión historiográfica compartida en torno a los


prolegómenos del periodismo como práctica llevada a cabo fundamentalmente por
la burguesía europea en el tránsito de la Edad media a la moderna, como las nuevas
visiones orientadas a reconocer en las prácticas de estos sujetos la perspectiva de
las nuevas instituciones por venir: la condición de existencia de la prensa periódica
se rastrea entonces hasta el momento en que surge la circulación en gran escala e
impersonal de mercancías y noticias. Su modo de circulación constituye tanto su
forma de existir (mercancía-noticia en circulación) como su contenido (la
circulación de mercancías y noticias como su objeto, Cfr. Moyano, 1996). Esta
característica se mantendrá como distintiva a todo lo largo de su historia, desde sus
orígenes tardo-medievales hasta la actualidad, como forma predominante en todo
el mundo capitalista, lo que equivale a decir, en todo el mundo actual.

Pero el recorrido histórico de cinco siglos entre la expansión del tráfico de


mercancías y noticias y la prensa periódica moderna consolidada en Europa
occidental durante el período histórico que analizaremos, presenta dimensiones
que es imprescindible considerar en relación con la situación de la región
rioplatense en la primera mitad del siglo XIX:

A. Los distintos espacios y tiempos en que se desarrolla, y la


coexistencia no exenta de tensiones entre estos diferentes desarrollos:
la prensa –como técnica de reproducción de la escritura- y el periodismo –como
práctica de circulación de información- son fenómenos que nacen por separado y
encuentran su intersección tras un recorrido de siglos, sin que cesen ciertas
diferencias entre ellos, y ambos implicarán la coexistencia de distintas prácticas

60
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
asociadas, con mutuas interinfluencias. Si bien la prensa periódica contiene como
característica esencial su naturaleza burguesa (intercambio impersonal continuo),
a lo largo de distintas épocas se ha visto atravesada por otro tipo de prácticas y
relaciones: su notable apropiación por el Estado durante el absolutismo, sus
primeros pasos ligados a la organización gremial artesana y el sistema de
concesiones y privilegios, la apropiación de los dispositivos ya desarrollados en
unas formaciones sociales, por otras formaciones sociales enmarcadas en sistemas
de reglas predominantes distintas, etc.

B. La tensión entre los ámbitos público y privado, delimitados en forma


contemporánea al nacimiento de la prensa periódica, atraviesa toda la historia de
esta última. El periodismo nace como práctica completamente particular, pasa a ser
controlado fuertemente por el Estado bajo el absolutismo en su apogeo en el siglo
XVII, y retorna a la sociedad civil bajo nuevas condiciones tras las revoluciones
burguesas, sin perder, en su recorrido, las marcas de esa estatalidad, aunque
predominen las reglas del mercado y de la sociedad civil en su organización. Su
inscripción como vehículo fundamental de la esfera de lo público mantendrá esta
tensión como irresoluble: intereses empresariales, sectoriales (partidos,
organizaciones civiles, etc.), colectivos, de la autoridad estatal deberán coexistir
buscando equilibrios a partir de estas pujas.

C. En las formaciones periféricas, la llegada de la práctica periodística


está afectada por el diverso desarrollo del periodismo en la metrópoli.
Y complementariamente, si en la metrópoli no existía el periodismo más moderno,
existe la posibilidad de que esas formas más modernas busquen ser adaptadas o
lleguen bajo la forma de nuevas prácticas comerciales o políticas, no para iniciar
una génesis equivalente a la de su país de origen, sino para ser adoptadas en el
estado de desarrollo en que se encuentran. Consideraremos brevemente, a
continuación, estas tres dimensiones en su despliegue histórico.

1.2.1. Los orígenes

Los más remotos antecedentes de aquello que más adelante se llamará prensa
periódica pueden hallarse en las postrimerías de la Edad Media 11, a fines del siglo
XIII y comienzos del XIV, en las principales ciudades de Occidente, de
mercantilización más temprana: en Holanda, la cuenca del Rihn alemana, el norte
italiano y Cataluña (Cfr. Moyano, 2008). Allí, prensa y periodismo nacieron –ambos

11Aunque hasta hace unas décadas atrás se lo consideraba, hoy tiende a aceptarse la idea de que la
Actas Diurnas romanas no fueron periodismo. Puede considerarse como antecedente de un proto-
periodismo occidental, pues existen analogías notables entre ellas y lo que se llamará históricamente
“periodismo” en tanto que una formación estatal compleja organiza modos de circulación estables
de información, pero las actas diurnas eran informes personalizados, puntuales, requeridos por un
mandante superior, y no un ejercicio habitual de búsqueda y difusión de información. Mucho menos
de “libre examen” y crítica. Lo más parecido a un antecedente antiguo del periodismo moderno, debe
rastrearse en la historia de China, donde hay registro de publicaciones equivalentes a gacetas de
Estado en el siglo VIII de nuestra era (Cfr. Lin Yu Tang, 1947).

61
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
entre los núcleos burgueses urbanos- por separado. Su fusión para lograr un
desarrollo más y más acelerado –fulminante a partir de los siglos XVIII y XIX-
demoraría aún otros doscientos años. Como se ha mencionado más arriba, esta
naturaleza burguesa por su práctica y sus actores, estaría presente a lo largo de toda
su historia, incluso –por medio de las dificultades para su adopción- en formaciones
sociales periféricas en proceso de incorporación al mercado mundial, o con modelos
estatales y económicos en choque con él.

Primero artesano, después capitalista, su linaje burgués recorrió todo tipo de


variantes, pero posee algunos elementos comunes a todos los tiempos y lugares en que
se desarrolló hasta ahora: actividad específicamente urbana y propia de formaciones
sociales donde esa vida urbana posee un alto grado de autonomía, e incluso de
superioridad económica y política, respecto de la vida rural; sus sujetos productores
son urbanos, vinculados al artesanado gremial primero, a la acción del Estado luego,
y a la empresa productiva capitalista después. Pero sin excepción hasta ahora, el paso
a la empresa productiva capitalista nunca se dio desde la nada o desde el artesanado,
sino a través de la presencia del Estado que la estabilizó como práctica económica y
social, organizó sus agendas temáticas y originó géneros, instauró la regularidad y le
dio uso sistemático como instrumento de afirmación de autoridad ante el “público”,
como instrumento de combate y como instrumento de interacción social durante
procesos de brusca expansión de la población de grandes ciudades (como París en el
siglo XVII, por ejemplo). Es pues, simultáneamente, un instrumento necesario para
la existencia del Estado moderno, un instrumento para uso de este Estado, y un
instrumento que requiere ser ampliamente controlado por el Estado en función de su
naturaleza y protagonistas plebeyos que apuntan a su “caótica” utilización para
circulaciones horizontales e impersonales con intenciones económicas privadas, o
más adelante, propia de las sucesivas esferas de lo público sobre las que la burguesía
expande y resguarda sus nuevas formas de publicidad (Habermas, 1995). Esta tensión
fue vivida desde el primer Estado absolutista, pasando por la época de las
Revoluciones burguesas, el Estado parlamentario clásico e incluso –ya fuera del arco
histórico de esta tesis- el Estado de bienestar, el cual estableció toda una nueva
doctrina de interacción con la prensa periódica.

Tal como muestra Habermas, la circulación de noticias aparece ligada al tráfico de


mercancías, tiene la forma inicial de intercambio epistolar manuscrito, no desafía
la autoridad estatal, y existe en concreto en los ambientes ligados a la burguesía
dedicada al tráfico a distancia. No existe aún la imprenta (que aparece a mediados
del siglo XV), lo que muestra una particularidad de significativas implicancias
posteriores: el intercambio de información y la imprenta tendrán durante cierto
tiempo una existencia separada, y durante mucho tiempo una diferente relación con
la autoridad estatal, sobre todo durante la época absolutista; el tráfico buscará ser
controlado, pero nunca apropiado por el Estado, en tanto que la imprenta tendrá
un uso preponderantemente estatal y, cuando las concesiones habilitaron un
aprovechamiento empresarial privado, el control será, en comparación, mucho
mayor, equivalente al control de contenidos de libros, mientras que el tráfico
mercantil será, por el contrario, promovido (Cfr. Moyano, 1996, 2008).

62
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
La imprenta

La imprenta occidental nace a mediados del siglo XV, en la etapa final de un


régimen corporativo artesanal medieval que iniciaba el largo camino a su transición
hacia la época de las iniciativas empresariales burguesas12. Su organización interna
se inicia pues bajo las prácticas de costumbres corporativo-gremiales, pasa más
adelante a configurar una organización propia del taller capitalista de manufactura.
Poco más tarde será apropiada y controlada por el naciente Estado absolutista, que
la utilizará como una de las grandes instituciones permanentes que lo caracterizan,
para consolidarse en la época de las revoluciones burguesas como una práctica
empresarial capitalista13.

¿Cuáles de estas características se hacen presentes en la imprenta que llega al Río


de la Plata? Darnton (1987: 81 y s.s.) y Barbier y Bertho-Lavenir (2003: 23 y s.s.)
muestran que todavía en las décadas de 1730 a 1750 era posible hallar en Francia
rasgos de la organización interna de las imprentas propios de las relaciones
piramidales del gremio degradadas ya por la presencia del dueño capitalista. En el
caso de las imprentas en el mundo hispánico es probable que esto también
sucediese en amplio grado, con aprendices entregando largos períodos de servicio
mientras adquirían los saberes y entrenamientos, sin otra retribución que ese
mismo aprendizaje, el techo, vestido y alimento. Algunas descripciones del interior
de un taller de imprenta, integrantes y distribución tanto de tareas como de pagos,
muestran al menos algunos de estos rasgos hasta el fin de la colonia en todos los
virreinatos americanos, y también en la metrópoli. Furlong (1947), Torre Revello
(1947), Canter (1961) y Sáiz (1983) muestran, por su parte, cómo el rígido sistema
de concesiones y privilegios totaliza el despliegue de imprentas bajo el absolutismo,
y muy especialmente en el imperio colonial español hasta el momento mismo de su

12El conflicto entre Gutenberg y el prestamista Fust, quien se queda con su primer taller y lo pone
en marcha por su cuenta, es sintomático de este momento transicional.

13Antecedentes del arte de imprimir pueden rastrearse hasta la antigüedad, por ejemplo en las
técnicas de sellos y rodillos con fines de copia sobre arcilla o papiro en la cultura sumeria (Cfr.
Kramer, 2013; Schmökel, Hartmut, 1962). También pueden hallarse técnicas equivalentes al
xilografiado y a los sellos de barro cocido, porcelana y otros materiales entre los pioneros chinos de
la impresión de planchas fijas (desde el siglo VIII de nuestra era) y de tipos móviles (desde el siglo
XIII) (Cfr. Lin Yutang, 1947; Staubach, 2013; The Editorial Committee of Chinese Civilization,
2007). La imprenta occidental lograda por Gutenberg coronó cuatro décadas de ensayos en el ritmo
secreto y prudente de los gremios artesanales ligados a la orfebrería y la xilografía, en Holanda y
Alemania. Una vez puesta en marcha, su expansión fue formidable. En menos de medio siglo la copia
manuscrita de libros había entrado en decadencia, y todas las capitales de los nuevos Estados
absolutistas habían pasado a contar con imprentas estatales o con privilegio exclusivo. Si bien la
función de la imprenta, asociada al Estado, al libro y al periódico, sufrirá cambios radicales en el
tránsito al capitalismo industrial y al régimen parlamentario de gobierno, el dispositivo técnico no
ofrece casi transformaciones entre la prensa de Gutenberg y las que predominan a fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX. Es precisamente en el momento histórico en que se inicia el período
objeto de esta tesis cuando el dispositivo técnico entra en una brusca mutación. Si en los primeros
350 años podía contabilizarse apenas un par de avances significativos –sintetizados en la prensa
holandesa, por ejemplo- a partir de 1850 los cambios a sucederse serán impactantes: las prensas de
hierro Stanhope y Filadelfia, la incorporación de la máquina de vapor para moverlas, la inclusión de
rodillos, el papel continuo, la rotativa, la industrialización del papel a base de pulpa de madera, etc.
(Cfr. Thomas, 1810; S. P. C. K., 1855; Ojeda, 2002; Labarre, 2002).

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
final. Veremos por ello que, en sus inicios, la imprenta en la región rioplatense
presenta tanto rasgos pre-modernos (concesiones y privilegios, muy pocos actores,
luchas por las concesiones, formación de tipógrafos en la imprenta preexistente)
como la incorporación de adelantos contemporáneos por la vía de la importación
de equipos por actores tanto estatales como privados, así como la inmigración de
tipógrafos formados en Francia o España después de la caída de la Restauración.

Mientras que la imprenta inicialmente cubrió con nueva eficiencia demandas


preexistentes, el proto-periodismo14 surgido en el siglo XIII sí nació para satisfacer
nuevas necesidades. Se inició en etapa manuscrita, de modo paralelo al desarrollo del
intercambio mercantil, en forma de "cartas periódicas", las cuales eran efectivamente
informes privados periódicamente enviados por corresponsales desde puntos clave a
comerciantes, con información acerca de mercancías, precios, situación de los
caminos y de las ciudades a visitar y, muy novedosamente, de la "honorabilidad" de
los potenciales pagadores con "papeles-valor". Esto sucede muy tempranamente,
pudiendo hallarse ya en los siglos XII y XIII en los puertos comerciales de Cataluña y
en territorios de lo que actualmente son el norte italiano y Alemania. De esta actividad
deriva otra, efectivamente periodística, cuando el escribiente al servicio del mercader
se hace también él mercader de sus escritos, y se semi-independiza, vendiendo en los
puertos de mayor movimiento información mercantil a varios compradores. Estos
"varios" comenzaron siendo concretos, pero con el avance del proceso de
monetización resultante de la conmutación de cargas y la entrada de metálico de
nuevas fuentes, se transformaron en "cualquier comprador". Esta nueva actividad,
vista por primera vez en las pujantes ciudades del norte italiano en la primera mitad
del siglo XV, implica un paso clave, al despersonalizar los destinatarios de la
información, por medio de una relación estrictamente monetaria15.

14Se reserva en este trabajo el término proto-periodismo para aquellas actividades y dispositivos en
los cuales ciertas características permiten incluirlos en el periodismo propiamente dicho
(intercambio impersonal de mercancías-noticias, regularidad de publicación, dispositivos y soportes
reconocibles tales como periódicos, tópicos y secciones característicos, etc.), pero otras los muestran
en un estadio más primitivo (aún no existe regularidad, las secuencias son breves o nulas (números
únicos), y sobre todo, las relaciones de venta de información son aún personalizadas, tanto en su
demanda como en la cantidad de destinatarios. Esta práctica precede a la periodística propiamente
dicha desde el siglo XII, coexiste con ella desde los siglos XIII y XIV, y es remplazada por ella en el
siglo XV. Cfr. Habermas, 1995; Labarre, 2002; Acosta Montoro, 1973; Borderia Ortiz, Laguna
Platero y Martínez Gallego, 1996.

15 Un segundo elemento se desarrolla en las plazas y caminos por medio del mercader de noticias no
comerciales, sino de “sucesos”. Su vendedor originalmente recita y canta las novedades, cuenta con
histrionismo hechos reales o imaginarios, cómicos, morbosos, terribles o insólitos, con dramatización
teatral. El paso adelante será dado por la escritura del hecho y su venta por escrito. Nace así una de las
materias primas centrales de lo que se llamará, mucho después, “literatura de cordel”. Algunos
ejemplares de estos papeles aparecen ya en Cataluña en el siglo XI. Con el nacimiento de la imprenta,
la posibilidad de multiplicar estos relatos por millares abre un negocio atractivo y favorece la “explosión”
de escritos en las ferias visto en la segunda mitad del siglo XV en toda Europa occidental. Nuevamente
la imprenta aparece absorbiendo sobre nuevo soporte prácticas preexistentes.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Hasta aquí podemos observar que en su genealogía clásica, la prensa periódica nace
determinada por su naturaleza burguesa y sobre-determinada por su apropiación
estatal (Cfr. Moyano, 1996). Su aparición en una formación periférica como la
rioplatense presentará, como veremos, una presencia mucho mayor del Estado,
sobre todo en el desarrollo de la imprenta, pero también del primer periodismo,
indicando la inexistencia, aún, de una sociedad civil burguesa sobre la cual
sostenerse, lo cual deja el dispositivo en un exacerbado desarrollo de la función
estatal. Sin embargo, será posible hallar un muy tenue uso de la práctica de la
información comercial, en coherencia con la incipiente conexión de la economía
regional con el mercado mundial, a través de la ganadería (economía del cuero, el
hueso y el sebo, más adelante del Tasajo).

El uso estatal de la imprenta apenas constituidos los Estados absolutistas expande la


cantidad de privilegios y concesiones para talleres, que realizan también trabajos a
pedido de particulares, siempre en el marco de las relaciones de control y censura
aceptados por el conjunto de la cultura letrada como inherentes a la vida moral y
religiosa de su tiempo. Esta disposición de la imprenta para imprimir libros y escritos
sueltos y comerciarlos en las ferias favorece una primera convergencia entre el tráfico
de noticias y la impresión. La primera forma de prensa periódica con cierta
regularidad se detecta en los mercados y ferias en el siglo XV, con la continuidad de
almanaques anuales y semestrales. La Reforma protestante llevará la proliferación de
imprentas a un punto de no retorno, al quebrar la cadena vertical de obediencia propia
de la estructura eclesiástica anterior. Biblias en lenguas vernáculas, panfletos y
ensayos polémicos y aflojamiento de los controles facilitan esta proliferación. Pero
será el Estado el protagonista de la inherencia definitiva entre imprenta y prensa
periódica. Su rol en la formación de un público destinatario del discurso gubernativo,
así como su control del flujo del tráfico de noticias, concentrándolo en ciertos
momentos y territorios, serán decisivos. Porque si bien desde su nacimiento, en su
desarrollo y expansión por el mundo, la prensa periódica llevó la impronta de su
linaje burgués, el nuevo modo de relación social que ésta vehiculiza es también y
antes aún la condición de existencia de esta nueva forma de Estado, la primera
moderna: un Estado que deja atrás las relaciones estamentarias, personales y de
coerción y servicio directos propios del Estado feudal, e intenta organizar un
aparato de dominio estable, permanente y centralizado sobre el conjunto territorial
de una nación o al menos de un espacio abarcativo de una enorme cantidad de
territorio.

Hasta que el Estado comenzó a ocuparse, lo más parecido a alguna periodicidad de la


información era dado por la continuidad de la clientela comercial, y esto significaba:
repetición de ferias (semestrales) y llegada y partida de barcos regulares (cosa no tan
abundante en aquella época). El proceso de gigantesca centralización del Estado, la
búsqueda de normas comunes de paso (pesas y medidas, moneda, control, policía)
entre feudos, la necesidad de establecer acciones simultáneas de presencia y gobierno
en territorios antes impensables por su extensión (toda una nación), tales como
ejército permanente y suficiente para asegurar control efectivo, sistema fiscal
permanente, burocracia administrativa, diplomacia que controle la relación con los

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
demás Estados cristianos de Europa, todo esto exige novedades en el campo de la
imprenta y la información:

a) Control: el Estado necesita evitar que “cualquier discurso” circule, más aún
cuando el sistema de legitimación de época es el de autoridad y comunidad. Prohíbe,
regula, y también estimula el primer sistema regular de tráfico a través de correos
oficiales, únicos autorizados16.

b) Periodicidad: el Estado necesita, para optimizar este control, que la


información circule en “paquetes” cada cierta cantidad de tiempo (típicamente
quincenal), lo que lleva a la primera forma de periodicidad regular conocida.

c) Público interlocutor. el Estado absolutista rompe la antigua forma


estamental personal de dominio. Separa la propiedad privada de la tierra respecto de
la potestad y responsabilidad pública del Estado (es sabido que esto ocasionó terribles
tragedias en el campesinado). Exige el pago de impuestos. En todos los casos, se dirige
“a todos” y “en todo momento”. Esta primera despersonalización de la comunicación
de Estado da nacimiento a la noción de “público”. El Público es el destinatario del
discurso del poder público. La imprenta se transforma así en herramienta
fundamental de homogeneización, es absolutamente funcional a esta necesidad, y
poco después lo sería la prensa periódica.

d) El arte de la guerra, forma más típica de acelerar la obtención de


excedente durante el feudalismo, expande enormemente sus posibilidades durante la
centralización absolutista. La lucha de legitimación, deslegitimación, auto-afirmación
y motivación, ridiculización del adversario, aterrorizamiento y desmoralización, etc.,
son terrenos propicios para la acción de la imprenta, que por siglos será parte
integrante de todos los ejércitos. La función guerrera de la prensa periódica fue
anterior a su función de circulación de opinión pública.

Pero la nobleza, al tiempo que reprimía toda disidencia, estabilizaba el uso de la


imprenta. Hacia mediados del siglo XVI todas las capitales de Europa occidental
poseían imprentas, así como otras ciudades importantes. El sistema de concesiones
sería siglos más tarde retardatario, pero ahora resultaba funcional para la formación
definitiva del nuevo oficio remplazante de varios artesanados medievales, y para una
lenta y progresiva acumulación de capital por muchos impresores. Al mismo tiempo,

16El factor “control” fue más necesario que nunca al desatarse las guerras de religión a comienzos
del siglo XVI. Fue “...estructural, mediante el concesionismo aplicado al establecimiento de
imprentas, y político-jurídico mediante la represión directa y brutal de los propagadores de noticias
consideradas falsas o inoportunas (...) Gregorio XIII ordena condenar a galeras a los "menanti"
(noticieros) que recojan, redacten o difundan noticias falsas o verdaderas, sobre su país o sobre los
otros, que no pasen por la censura previa. Sixto V se mostró implacable contra los pestiferi uomini.
En 1587 mandó cortar la mano del menanti Annibale Capello, después ordenó que le cortaran la
lengua y le ahorcó, con un letrero en el que constaba que le estaba bien empleado por falsario y
calumniador" (Vázquez Montalbán, 1979: 66). Son famosas las leyes de Felipe II "el prudente"
estableciendo la pena de muerte más pérdida de bienes para quienes ingresen en Castilla libros de
romance impresos fuera de este reino (1558) y visitas domiciliarias de control y quema de libros
(1588).

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Medios
este sistema aseguró el más absoluto control de los contenidos salidos de las prensas.
Control casi siempre preventivo, y en algunos casos, represivo.

A comienzos del siglo XVI la mayor parte de las grandes ciudades de occidente cuenta
con imprentas, bajo licencia real y censura eclesiástica. En la segunda mitad de ese
siglo aparecen, por primera vez, Gazetas, Mercurios, Relaciones y "periódicos
escritos"17, impresos en talleres tipográficos. Es la primera fusión entre las dos
actividades, y la partida de nacimiento de una proto-prensa periódica. Obviamente
que de este modo se busca aumentar la cantidad y velocidad de producción de
ejemplares informativos. Pero aun así, su circulación es todavía restringida. La
redacción manuscrita continuaría coexistiendo con la impresa, durante siglos18.

El Estado, además de su actividad de control, obtuvo una herramienta vital para la


gigantesca cantidad de material burocrático que comenzó a manejarse. Pero el pase
de la imprenta y de las redacciones regulares a primer plano de la acción estatal, se
produjo hacia 1630, cuando las condiciones de guerra y de cambiantes mapas de
alianza causados por agrupamientos y luchas entre noblezas ligadas de distintos
puntos de Europa mostraron el enorme potencial militar de la prensa periódica.

Desde las guerras de la Reforma y la Contrarreforma en adelante, en todas las guerras


internacionales, de religión o internas (v.gr. represión del alzamiento de La Fronda en

17 Los nombres "Aviso", "Relación", "Nueva Relación", "carta", "carta de...", "carta a...", "nueva
carta..." son los más antiguos, que expresan envíos no necesariamente periódicos, generalmente
monotemáticos, con información. Cuando se hicieron periódicos, por supuesto, se llamaron
"periódicos escritos". El nombre "Mercurio" proviene del carácter comercial de su contenido y
lectores; provenía de las ferias alemanas; el de "News" de los periódicos ingleses de noticias
extranjeras; el de "Courant" o "Coranto", originario de Italia, no hemos podido hallar su significado,
pero sabemos que contenía información estrictamente comercial. El nombre gazetta, así como el uso
indistinto gazeta y gaceta, provienen del precio muy barato que costaba el ejemplar en los puertos y
centros comerciales italianos. De allí el nombre de gazettanti aplicado a sus redactores, que igual
que los "menanti" perdían regularmente manos, lenguas, respiración y bienes, según el grado de
enojo de la autoridad de turno. No puede negarse tampoco que en el afán de vender noticias de
mayor interés estos personajes habrán inventado más de una vez crímenes escandalosos, rumores
de conspiraciones y guerras en otros países, acordes con el interesante mercado de escándalo que
solía encontrarse antes entre los contadores de historias en las plazas. Pero seguramente los enojos
mayores no aparecían en estos casos, sino precisamente cuando daban en la tecla.

18 Los redactores de gazettas, corantos, mercurios, relaciones, etc. no sólo sufrieron las
consecuencias de escribir aquello que ni siquiera se debía pensar. Ya desde esta época fueron
también destinatarios de un profundo desprecio por parte de todas las capas cultas que
consideraban su trabajo no solamente como plebeyo sino también pasajero, sin valor estético, y
cargado de mentiras y exageraciones. Existen numerosas representaciones teatrales a lo largo de la
edad moderna, en que se satiriza a estos "vendedores de noticias", "fabricantes de embustes",
estereotipados como seres desesperados por llamar la atención con sus escritos y venderlos. Esto
cambiará sustantivamente con la proletarización del periodista desde la década de 1830 y
especialmente desde la segunda mitad del siglo XIX: a partir de entonces las obras referirán a la
destrucción de los sueños del joven que quería ser escritor y los burgueses obligan a agotarse en la
pluma cotidiana y descartable del periódico. Son ejemplo de esto Dumas y Balzac en Europa, y Payró
en Argentina.

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Medios
Francia entre 1648 y 165319), se fue utilizando más y más la prensa como instrumento
de guerra orientado a fortalecer la moral y enardecer a los seguidores, captar o
neutralizar a los indecisos y atemorizar, desinformar y ridiculizar a los enemigos. El
constante uso militar afecta el desarrollo del discurso de la prensa hasta su
apropiación por la esfera pública burguesa: los lenguajes de enfrentamiento,
anónimos hirientes, sátiras, apologías, ironías mordaces, exacerbación de las
características negativas –presentes en todos los actores de un conflicto- sólo para el
bando enemigo, etc. constituyen una presencia en toda relación de conflicto desde la
antigüedad. Pero la prensa sistematiza su uso en nueva escala, y una parte importante
de esta experiencia será ampliamente retomada durante la transición de la prensa
argentina hacia la modernidad.

1.2.2. Apogeo del absolutismo y nacimiento de la prensa periódica regular

A caballo del control estatal y de la paulatina expansión del mercado, entre el último
lustro del siglo XVI y la primera década del XVII nace la prensa periódica propiamente
dicha. Vázquez Montalbán menciona publicaciones periódicas semanales en
Estrasburgo y Ausburgo, agregando: "Lo cierto es que a fines del siglo XVI en las
principales capitales europeas donde había prosperado la artesanía de la imprenta
y donde coincidían encrucijadas postales, aparecieron intentos de publicaciones
periódicas informativas, sin otra concepción que el ser mercancías producidas y
vendidas por el impresor." También menciona Vázquez un ejemplo que muestra ya
la relativa estabilidad de las publicaciones: "En l876 en la Universidad de Heidelberg,
se descubrieron 52 ejemplares [números] de una gaceta estrasburguesa editada en
1609 por Johan Carolus" (Vázquez Montalbán, 1979: 89).

Pero el proceso completo de nacimiento de la prensa de Estado se observa por primera


vez en Francia con la experiencia de la Gacette de France impulsada por el Cardenal
Richelieu y llevada a cabo por Theoprhaste Renaudot. Richelieu innovó el uso de la
prensa en varios aspectos, porque intentó estabilizar un mecanismo multifuncional:
disponible para los aprestos militares y para la guerra misma, también servía para

19 "Entre 1649 y 1652 se calcula que aparecieron hasta cuatro mil hojas volantes distintas en contra
de [el mnistro] Mazarino, la mayor parte redactadas en versos informativos y sarcásticos, y
bautizadas con el nombre de mazarinadas" (Vázquez Montalbán, 1979: 102). En el marco de este
conflicto tanto Mazarino (quien había remplazado como ministro a Richelieu, el impulsor de la
primera Gaceta oficial, la Gaceta de Francia) como Renaudot (su redactor), se trasladan a la sede de
la corte en Saint Germain (en Laye), desde donde continúan imprimiendo material de propaganda
y la Gaceta. Mazarino controlaba la imprenta en forma directa, en una actitud característica de una
etapa de uso militar de la imprenta, que se cuidaba tanto como el parque de artillería. Se la evacuaba
en las retiradas y se la hacía avanzar con los avances militares. La utilización militar de la imprenta
llegará a su cumbre con Napoleón, quien llevó imprentas y editó pasquines, periódicos, volantes,
etc. en todas sus campañas. Más de una vez debió amonestar a quienes estaban a cargo de la
administración en París por difundir noticias contradictorias con las que generaba él en el frente con
fines de manipulación militar de la información.

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unificar discursos sociales en torno de la monarquía, en medio de las heterogéneas
ciudades capitales, así como para intercambiar información de corte, en una extensión
de la actividad diplomática20. En un plazo de apenas 30 años (1630-1660), todas las
capitales de Europa Occidental poseían su periódico de Estado, casi todas con el
nombre de “Gaceta de…” seguido del nombre del país o de la capital correspondiente.

Este modelo de prensa predominó en Inglaterra hasta 1688; en Francia hasta la


Revolución, esto es, hasta 1789; sobreviviendo en el escenario europeo hasta bien
entrado el siglo XIX.

Hasta entonces, pudo notarse muy lenta pero continuadamente, la correlación cada
vez mayor entre los desplazamientos geográficos de los principales hitos de la prensa
periódica, cuantitativos (tiradas, cantidad de periódicos y de imprentas), cualitativos
(variedad de contenidos, precios, decaimiento y mucho más adelante abolición de la
censura) y tecnológicos, los cuales van siguiendo milimétricamente los puntos de
mayor o más dinámico desarrollo de la burguesía21.

20 Renaudot era médico del Rey y director del Monte de Piedad, entre otros cargos. Su posición le
permitió articular diferentes funciones de la distribución de noticias en un solo periódico: Por un
lado, Renaudot recibía muy rica información proveniente de los corresponsales que su amigo Hozier
poseía tanto en Francia como en el extranjero. Por otro lado, la creciente urbanización de París,
receptora de población que migraba desde áreas rurales o poblados más pequeños, había dado lugar
a nuevos problemas y conflictos que Renaudot conocía por su labor en el Monte de Piedad: pérdida
de vínculos comunitarios y familiares, búsqueda de recursos de vivienda y trabajo en un universo de
creciente mercantilización. Complementariamente, la función de los avisos y noticias era cada vez
más importante, tanto por la necesidad de información económica por parte de los burgueses, como
por el uso estatal de la información favorable. Existía, finalmente, un espacio de relatos de
entretenimientos, aún en gran medida de circulación oral pero en transición, que incluía toda clase
de acontecimientos extraordinarios, relatos morbosos y frivolidades cortesanas. El acierto de
Renaudot fue percibir la posibilidad de unir todos estos elementos en una única publicación regular
avalada por el sello del Estado: información cortesana favorable al Estado, material de
entretenimiento, material de “interacción social” (avisos de alquiler de habitaciones, ofertas de
servicios laborales), datos económicos con impronta mercantilista… Renaudot, estimulado por el
buen efecto de la lectura de las cartas entre sus pacientes, realizó la propuesta al Cardenal Richelieu,
de convertirlas en base de la publicación. Éste accedió de inmediato, comprendiendo el valor
estratégico del paso a dar. Él mismo redactaba los artículos más decisivos para la acción estatal:
registro de tratados, victorias militares, éxitos en el enriquecimiento del reino, etc. La Gaceta tuvo
una periodicidad semanal, lo cual era de por sí un adelanto para su tiempo. Los pliegos eran en
cuarto (el formato de un libro), de 8 a 12 páginas por número. Aún se notaba en la publicación
algunas características transicionales: Tendía a estabilizar el reconocimiento de continuidad del
nombre que la encabezaba (a diferencia de los avisos y relaciones que carecían de nombre más allá
del genérico “Aviso de…”. Tenía, sin embargo, dos nombres: Uno de Gaceta, y otro de Noticias
ordinarias de varios sitios. Con el tiempo, el segundo nombre pasó a ser título de una suerte de
sección interna. En forma acorde con las reglas de su tiempo, la dirección de la Gaceta pasó de
Renaudot a su hijo, siendo este último (Isaac de Renaudot) médico del Delfín. Con la reforma
borbónica, la Gaceta fue instituida como órgano oficial del Estado (desde 1762, cuando pasó a
llamarse Gaceta de Francia en forma definitiva). Volvería a darse en arriendo con derecho por el
Estado a designar los redactores, pero tras la revolución, cambiaría su función y su rol.

21 Primero se desarrolla en las ciudades citadas en la página uno de este capítulo (Holanda,
Alemania, norte italiano, París); más adelante (S. XVII) su desarrollo en Holanda saca enormes
ventajas al resto, en tanto decae el norte italiano; hacia fines de este siglo comienza el auge de la
prensa en Inglaterra, sitio en que se producen los pocos adelantos técnicos no holandeses después
de 1600; Durante el siglo XVII son Inglaterra y Francia los países con mayor desarrollo, incluso en
el aspecto industrial; A comienzos del siglo XIX Inglaterra tiene un desarrollo mucho mayor que el
resto del mundo, incluyendo simultaneidad de diarios, producción en serie con máquina de vapor

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El período de cuarenta años que va de l631 a l671 es fundamental en la estabilización
de la existencia de periódicos regulares permanentes y en la consolidación de
temáticas típicas, como la información extranjera (censurada) y los "sucesos sociales"
de la realeza. Los dos países en que esto sucede con mayor claridad son Francia e
Inglaterra22. En ambos casos, el formato característico (periodicidad, ordenamiento
de los textos, temas) impregnó las publicaciones burguesas (debiendo aclararse
también que los propios periódicos oficiales eran impresos y redactados por
elementos provenientes de la burguesía o del artesanado aburguesado, bajo el sistema
de concesión).

1.2.3. Revoluciones burguesas y transformación del rol de la prensa


periódica

La sistemática persecución del disenso y el estricto control del poder político sobre la
prensa comienzan un franco proceso de deterioro a partir del crecimiento del poder
económico y político de la burguesía inglesa, desde fines del siglo XVII y durante el
siglo XVIII. Así como la del continente, especialmente la de Francia que controla
ampliamente la economía gala y se hace del poder político hacia fines de este último
siglo. En Gran Bretaña la revolución industrial permitirá pronto alcanzar mayores y
mucho más rápidas tiradas y la ampliación general del mercado-. Más adelante en
Francia, donde debido a las características específicas del absolutismo francés en el
Siglo XVIII (Cfr. Anderson, 1979: 107-108), la burguesía se encuentra libre de
acumular capital por su cuenta, fuera del ámbito del Estado, y por ello en el momento
decisivo de la Revolución controla toda la imprenta, dando nacimiento a la famosa
avalancha de prensa doctrinaria de la revolución23. La estabilización de una oposición
parlamentaria en la Inglaterra burguesa nacida con la revolución de 1688 da lugar a
la legitimación de la existencia de una prensa opositora que toma para sí el deber de
"dar a publicidad" los actos del poder y criticarlos en nombre de la "opinión pública"24.

(The Times, 1814), producción y exportación de imprentas, pero debe comenzar a competir en su
liderazgo no sólo con Francia sino también con Estados Unidos, donde la imprenta "Filadelfia"
comienza a exportarse con éxito desde 1810.

22Son los casos de La Gazette de France (Gaceta de Francia) de 1631, ya comentada, de los Diurnalls
ingleses, que apoyando la lucha del parlamento contra el rey lograron mayor legitimidad y
posibilidad de expresión, si bien el parlamento reguló la libertad de inmediato y estableció la censura
previa (1642 y 1643 respectivamente).

23 Entre 1789 y 1792 aparecieron mil cien publicaciones periódicas. La tradición periodística francesa

alcanzó cumbres tales que aún después de la concentración de capitales lograda por la desaparición
forzada de la mayor parte de los periódicos a partir de Napoleón y hasta 1848, en ese último año,
entre febrero y mayo, aparecieron sólo en París doscientos periódicos (Cfr. Habermas, 1980: 9).

24El Daily Courant, primer diario inglés, nace en 1702; Daniel De Foe, Addison y Steele son los
nombres más conocidos del periodismo de la primera década del siglo XVIII, que se transformará
en paradigma del periodismo burgués de allí en más. De Foe editó The Weekly Review; Steele The
Tatler; entre 1709 y 1711; Steele y Addison –juntos- el famoso The Spectator en 1711-1712. Una
prensa que postulaba para sí una mission educacional, que permitiese a la creciente burguesía
acrecentar no sólo su instrucción general (hábitos de lectura, conocimientos científicos y prácticos,
nociones de humanidades, moral y literatura) sino también hábitos de comportamiento que le
permitiesen coexistir con la más formada cultura cortesana. No casualmente, el término “cortesía”

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En Francia este proceso es más dificultoso, pues la primera prensa post-absolutista es
la prensa de clubes y partidos, muy fragmentada25. Pero luego del período
napoleónico que a través del control estatal favorece la reducción de competidores por
el espacio periodístico, y la resistencia periodística solapada a la restauración, su rol
institucional parlamentario quedará asegurado.

Recién entonces, en el segundo cuarto del siglo XIX comenzamos a aproximarnos a


una situación de nacimiento del espacio de la prensa moderna, y encontrar, luego de
una serie de sucesivas transformaciones y de generación de condiciones de existencia,
una génesis cuya direccionalidad sólo puede establecerse ex post facto. Sólo después
de un recorrido de casi cuatrocientos años, podrá modificarse –y sólo en parte, debido
a la transformación funcional del Estado mismo- la percepción de esta génesis26.

De hecho, en la Francia de 1780 –fecha en que, por ejemplo, se instala la imprenta a


Buenos Aires- aún no ha estallado el proceso acumulado en todo el siglo XVIII: la
nobleza no se interesa por intervenir directamente en la producción y la burguesía no
accede al Estado. La burguesía controla todas las imprentas, ampliamente prósperas
al compás del siglo de las luces, y el Estado controla los pocos periódicos que existen,
cuya función es la misma que en 1630, con un mayor énfasis en el estímulo de “la
agricultura, la industria y el comercio”. Cuando el Estado estalla, la prensa del
absolutismo muere al instante. La burguesía, dueña absoluta del campo, hace nacer
1100 periódicos sólo en París. Sin embargo, esta explosión no expresa el cauce natural
de la prensa bajo el liberalismo, sino la fragmentación del poder del momento. Para
que la prensa “independiente” (en el sentido de empresaria y no estatal) pueda
expandirse, se necesita mucho más que leyes liberales. Hace falta en primer lugar que
ciertos espacios pertenecientes definitivamente al poder (monopolio legítimo de la
fuerza, reemplazo de directivas totalizantes por la protección de marcos de hegemonía

comenzó a remplazarse por el más burgués de “urbanidad” en la práctica de estos saberes. Era una
prensa que defendía y realizaba tareas para garantizar la publicidad de los actos de gobierno, su
crítica, la circulación sistematizada de información mercantil, la adición de libros por entregas, y
todo escrito que apuntase a tareas didácticas y de fomento a la civilización. Reconocer a la
comunidad como una Sociedad de concurrencia entre individuos iguales en derecho y capaces de
tolerarse las diferencias era parte de su manifiesto, que en lo formal aseguraba un texto con palabras
y estilo educado, amable, criterioso y con intención de ser objetivo, evitando retóricas soeces o temas
morbosos.

Los periódicos de los primeros años de la Revolución de Mayo, a un siglo de la experiencia de


Addison, solían remitirse a él como modelo ideal en sus presentaciones, como también lo hizo la
prensa intelectual española dieciochesca. Tal el grado de mito que generó la prensa de estos años, a
pesar de la corta duración de cada experiencia.

25 Cfr. Habermas, 1995: 94 y s.s.

26 "La historia de la tecnología moderna -dice Patricia Terrero- y del desarrollo de la tecnología de la
comunicación y la información, que no es otra cosa que la historia de la constitución del modo
capitalista de comunicación, se inicia con el surgimiento de la revolución industrial en Inglaterra en
el período que va aproximadamente de 1760 a 1840. Este período de cambio, que en realidad se
venía incubando en las postrimerías de la época feudal por la acumulación del capital mercantil (...)
El desarrollo tecnológico del transporte y el que posibilita la constitución de la prensa, la publicidad
y también el diseño moderno, es funcional al crecimiento de la producción, oferta y circulación de
mercancías y a la acelerada expansión del mercado mundial."(Terrero, 1987: 2).

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Medios
y disenso, delimitación de espacios privados a salvo de su acción) no sean
cuestionados por la prensa. O dicho de otro modo, los límites impuestos por el nuevo
Estado son otros, pero son tan límites como los anteriores. En segundo lugar, hace
falta, ahora sí, un amplio mercado lector y comprador, que se forjará a lo largo de la
“segunda revolución del libro” (Cfr. Barbier y Bertho Lavenir, 1999). Entre tanto, el
París de 1790 es en términos del paradigma periodístico liberal de la empresa
independiente, políticamente eufórico, pero económicamente ilusorio. Recién hacia
1811, momento de apogeo de Napoleón, se estarán gestando las condiciones plenas de
la prensa moderna: estabilidad de la circulación, agenda temática restringida y con un
“paraguas” protector que define cuáles son temas de “libre circulación” y cuáles son
aún asunto de Estado, público lector, gran tirada para cada uno de los diarios (para lo
cual se necesita que los “grande diarios” sean pocos). Y un signo obvio de esto, es que
en la capital del nuevo mundo inaugurado por Napoleón, sólo quedan cuatro diarios,
todos sometidos a fuerte censura27.

De modo en cierta forma homólogo al que se dio en Inglaterra en la época de las


revoluciones, el discurso estabilizado que maneja cuidadosamente el reborde de los
límites permitidos, se define en tiempos en que la gran burguesía hace oposición en el
gobierno parlamentario. En el caso inglés, inmediatamente después de la Glorious
Revolution; en el continente, durante la Restauración y las décadas entre 1830 y 1848.
Su mecanismo construye discursos en crítica y aceptación de las condiciones de “entre
líneas” a las que se les obliga. Es, en España, el tiempo de oro de Mariano Larra.

Recién durante el período “fuerte” de las revoluciones burguesas en el continente, esto


es, a partir de 1830 (es paradigmático el año 1836) y fundamentalmente después de
concluida la revolución de 1848, podremos hablar de una consolidación definitiva de
la prensa moderna, prensa que busca simultáneamente ser parte del rol mediador de
“medio” de comunicación, contralor como garantía de funcionamiento del Estado
parlamentario burgués, y próspera empresa.

1.2.4. Prensa moderna

En la década de 1830 la prensa periódica inicia su más importante revolución desde


Addison, quizás incluso desde su aparición: se inicia el nuevo mecanismo de
financiamiento. Se trata ahora de lograr que los anunciantes de mercancías paguen
los periódicos, de modo tal que estos bajen de precio, lo cual permite acrecentar el
público lector, cuyo conjunto es considerado masa de potenciales compradores que el
periódico "vende" al anunciante como compensación por sostener el periódico28.

27Una censura de naturaleza distinta de la observable bajo el ancient regime. Ésta todavía heredaba
una censura “universal”, como control moral de las conciencias en manos de la Iglesia. La
napoleónica es una censura material sobre los contenidos que no aborda la libertad de conciencia,
sino las razones de Estado para permitir o no la circulación de ciertos datos u opiniones.

28El ejemplo paradigmático es el de La Presse. Emile de Girardin fundó el diario el 1° de julio de


1836; en las mismas páginas de su diario escribió: "El producto de los anuncios está en razón del
número de compradores del periódico; es preciso reducir el precio de venta lo más que se pueda
para potenciar al máximo la cifra de compradores. Corresponde a los anunciantes pagar el

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Emile de Girardin, propietario de La Presse, ingresa el nuevo paradigma publicitario
en París en 1836. Pronto sería imitado, y la conjunción de parlamentarización del
Estado (1848) y expansión económica (1850-73) dio lugar a una verdadera época de
oro; muchos de los grandes diarios que alcanzarían el siglo XX nacen en Europa y
EEUU poco después de 1850 (v.gr. Le Fígaro en Francia, The New York Times en
Estados Unidos). La revolución industrial aumenta la productividad cuantitativa
(cantidad de mercancías de un mismo tipo) y cualitativa (variedad de mercancías que
pueden crearse e incorporarse rápidamente al mercado); el surgimiento de los
Estados parlamentarios burgueses asegura que el capital penetre en todos los
resquicios de la economía y requiera la constante expansión de los mercados. La
prensa, en su doble carácter de órgano ideológico de la burguesía y de empresa
burguesa, cumple su rol en la formación de la opinión pública. Pronto los aspectos
más importantes del contenido doctrinario de la prensa burguesa se convierten en
valores comunes a todos los periódicos importantes, en tanto se busca optimizar su
capacidad de acumular capital, ampliando el público lector, encontrando nuevos
contenidos a ofrecer, etc.29 Pocos años más tarde la prensa periódica participa con
derecho propio en la aparición de los primeros grandes monopolios capitalistas y el
fenómeno de los imperialismos30.

Nos encontramos, en síntesis, cuando el período de prensa argentina que nos interesa
se encuentra en su punto medio, con una prensa periódica constituida en componente
económico, político y cultural fundamental de las formaciones sociales capitalistas de
Europa Occidental y Estados Unidos, luego de un proceso de cuatrocientos años de
evolución. Una prensa constituida ya por un grupo de empresas muy grandes y por lo

periódico". Había fundado La Presse con un capital de 800.000 francos, suscrito por el público
gracias a su inteligente campaña publicitaria; según indica Terrou, seis meses después de haber
salido a la calle el primer número (a 40 francos, mitad de precio de cualquier diario de la época) ya
contaba con diez mil abonados, y en 1848 contaba con 63 mil; en ese mismo año vendía 70 mil
ejemplares, y al cabo de 17 años había obtenido un beneficio neto de tres millones de francos.
Girardin tuvo además el ingenio necesario para idear un sistema de anuncios publicitarios que
rompía con el esquema tradicional: la información cortés y con promesa de calidad buen trato
reemplazada por mensajes ingeniosos, de clara intención persuasiva, cortos y más visibles (Conesa
Sánchez, 1979).

29 La revolución de las comunicaciones en este período incluye aspectos políticos, tecnológicos e


ideológicos, además por supuesto de los económicos. Entre los políticos destacan la elevación de la
"opinión pública" a principio organizador del consenso que sostiene al gobierno, eliminación de la
censura y fundamentalmente de los impuestos que gravaban la prensa, alfabetización acelerada de
las masas; en lo tecnológico, la mejora en los transportes, la incorporación masiva de la máquina a
la producción, luego el invento del telégrafo, la prensa a cilindro, las plegadoras automáticas de
papel, etc. En lo ideológico la preponderancia de la palabra escrita en la construcción del consenso
y el poder obliga a todo actor político a dominar las reglas de su producción, lo cual refuerza el
mecanismo. Se realizan búsquedas temáticas acordes a la necesidad de supervivencia del escritor,
de consumo del público, etc. dando lugar al artículo de folletín, a las series continuadas, al género
policial, etc.

30Cosa que también sucede en la prensa periódica, sólo que su expansión internacional demora
hasta el siglo XX, produciéndose en gran escala por medio de la expansión de las agencias de
publicidad y agencias de noticias. En los mercados nacionales se constituyen grandes imperios, a
partir de los cuales apellidos como Pulitzer y Hearst, entre otros, se convierten en mitológicos.

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tanto poderosas en cuanto a su poder de decisión como componente de la clase
dominante o a punto de serlo, según el país. Una prensa en pleno proceso de
producción industrial, que ha incorporado la máquina de vapor, novedosas técnicas
mecánicas, papel a mucho menor costo31, nuevos mecanismos de distribución y venta.
Una prensa que comienza a apostar a ser mediadora en la relación entre vendedores
y consumidores de mercancías, pero con intereses y una dependencia cada vez mayor
con respecto a los vendedores, en tanto que la dependencia de los consumidores
(públicos) es cada vez más una dependencia abstracta de su número antes que de sus
demandas. Una prensa que continúa cumpliendo un rol clave en la economía
capitalista, al proveer de información actualizada acerca de los mercados, y que dada
la importancia de tal función financia investigaciones y experimentos de
comunicación ultraveloz32. Una prensa que es un componente fundamental de la
política burguesa y de la constitución de una esfera pública de debate político y
cultural33.

Una prensa que –sobredeterminada en sus orígenes por el nacimiento del Estado
absolutista- tomó de los requerimientos de éste la necesidad de "comunicar"
individuos aislados en las ciudades, y el "pautado" de periodicidades, temas y estilos:
incorpora estas características como inmanentes a la prensa, del mismo modo que
algunas características básicas del Estado absolutista (Ejército permanente,
burocracia, sistema de impuestos nacional, diplomacia regular, economía nacional
como tarea política de Estado comunicaciones integrando la nación, monopolio de la
fuerza por el Estado) fueron mantenidas e incorporadas como inmanentes por el
moderno Estado parlamentario burgués. Una prensa, que constituye ya un campo un
campo autónomo (y se aplaude a sí misma justamente por ello)34. Una prensa,

31 Cfr. Gouldner, 1978: 125 y s.s.).

32En los años '40 y tempranos años '50 se hicieron gran cantidad de experimentos y mecanismos
regulares de comunicación veloz: sistemas telegráficos ópticos, correos de postas muy veloces que
combinaban caballo, ferrocarril y lancha para llevar las últimas noticias a destino, etc. Un ejemplo
muy conocido y citado es el del envío de información acerca de la Bolsa de Berlín a París y Londres
combinando al menos dos ferrocarriles expresos y una posta con palomas mensajeras.

33Edmundo Burke afirmó en un debate parlamentario: "Ustedes son el cuarto poder", frase que se
universalizó de inmediato. Sin embargo, la consolidación del Estado burgués re-atraviesa esta
esfera, que pasa de una afirmación constante de la lucha por el espacio de libertad de opinión
pública, a una institución estable que en última instancia defiende siempre los principios
constitutivos del Estado burgués, pero fundamentalmente se organiza como interés privado: "... se
despoja a la prensa de debate de sus credos. Desde entonces desembaraza de sus posiciones
polémicas y atiende a oportunidades de lucro que resultan de una empresa comercial (...) se abrió el
camino (...) de una prensa doctrinaria a una de negocios, durante los años 30 del siglo XIX (...) se
transforma la esfera de lo público mediante la afluencia de intereses privados que en ella son
privilegiados" (Habermas, 1980: 9).

34 Usamos el término en el sentido que le da Bourdieu en "Campo intelectual y proyecto creador"


(1969). Según Bourdieu este concepto es utilizable en tanto el objeto al cual se aplique esté dotado de
"autonomía relativa", y en el caso del campo intelectual, "podemos ver de qué manera (...) se ha
integrado en un tipo particular de sociedades históricas: a medida que los campos de la actividad
humana se diferenciaban, un orden propiamente intelectual, dominado por un tipo particular de
legitimidad, se definía por oposición al poder económico, al poder político y al poder religioso, es

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finalmente, que constituye un reaseguro más del poder burgués por su propia
naturaleza, por cuanto la prensa se sostiene sobre dos ámbitos interdependientes pero
separados en sus mecanismos de legitimación: por un lado, las decisiones sobre su
funcionamiento y contenidos están bajo el dominio del propietario, sólo limitado por
las condiciones de convivencia social que impone el Estado burgués35. Por el otro, las
relaciones entre prensa, noticia y público lector aparecen reguladas como
absolutamente impersonales ("cualquier noticia, para cualquier lector") lo mismo que
la actitud ante los hechos (por ejemplo: "cualquier fuerza política se verá reflejada en
nuestras páginas si exceptuamos la editorial").

Es notable entonces, la superposición de este momento de transformación muy


reciente con las décadas de construcción del Estado nacional argentino. Si
consideramos que el fenómeno de la prensa inglesa se encuentra vedado en el
continente europeo hasta el siglo XIX y particularmente hasta después de 1830, si
notamos el proceso constitutivo del periódico en España acelerado en la segunda
mitad del siglo XVIII pero adoptando formas modernas luego de los ciclos
revolucionarios de 1808, 1820 y la transición abierta en 1833, si tomamos en
consideración el carácter menor, cuasi marginal, de la ligazón del Río de la Plata con
el mercado mundial hasta fines del siglo XVIII y aún hasta la década de 1820, con la
consiguiente baja densidad de población y tenue mercado de intercambio, así como la
acelerada formación de un Estado moderno conectado con el mercado mundial
capitalista como país agroexportador, en apenas setenta años, resulta del mayor
interés interrogarnos por las interacciones entre el desarrollo clásico del periodismo
en Europa, el carácter particular se su despliegue español en su propia metrópoli y en
las colonias, y su muy rápida adopción tardía por el estado argentino en formación.

A lo largo de todo un período histórico el Estado absolutista fue el que abrió -por
necesidad- la brecha de la práctica burguesa que en el largo plazo sería su antagonista:

decir, a todas las instancias que podían pretender legislar en materia de cultura en nombre del poder
o de una autoridad que no fuera propiamente intelectual" (Bourdieu, 1969: 136). Desde tal punto de
partida podemos decir que existe campo intelectual cuando los sujetos vinculados a la práctica
intelectual (en este caso el periodismo) comienzan a recibir el influjo determinante de la estructura
que han creado por existir como fuerzas en relación, en forma disgregada, como campos de
legitimidad relacionados y dependientes entre sí pero de legitimación separada (excepto en las crisis
de hegemonía) lo cual confiere mayor autonomía a la estructura específica, y por lo tanto mayor
influencia inmediata. En este ejemplo (periodismo): lugares de formación y grupos de pensamiento,
escuelas, etc.; lenguajes, estilo y reglas de género; logros anteriores que se imitan o critican; temáticas
prioritarias, extensión de los materiales, peso del enfoque de la mayoría de los periódicos sobre un
tema, etc.

La prensa de la Confederación recibe el influjo directo de la europea articulada como campo


intelectual en lo que hace a la forma, esto es, a agenda y tratamiento de algunos temas, al lenguaje y
estilo de ilustración y romanticismo que impregna esos materiales, etc. Pero de ningún modo forma
"campo intelectual" pues no existe autonomía de este sector, que forma una unidad con la economía,
la política y la fuerza militar.

35Por ejemplo: no podría intentar explicitar el mecanismo de dominación de clase como válido, cosa
que sí era lícito y plausible hacer en la época aristocrática, como puede demostrarlo cualquier
decreto represivo de aquellos tiempos.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
la imprenta como práctica burguesa, el periódico como objeto de concesión a
controlar, más aún la práctica de la lectura del texto de prensa como práctica política
por excelencia, la delimitación de sectores de interés en el mismo periódico, etc.

Sólo cuando el Estado vive su transformación burguesa, y no antes, el periódico se


acopla a la práctica burguesa y asume esa transición y sus funciones: establecer los
marcos de hegemonía y disenso, esfera pública autónoma, publicidad política y
literaria, educación, información burguesa, etc. y centraliza definitivamente su
producción como producción capitalista libre. Lo hace en Inglaterra después de las
revoluciones de 1648 y 1688, y muy especialmente hacia 1710 cuando una generación
completa de escritores abre un proceso que aun así sólo alcanza libertad plena y nivel
industrial en el siglo siguiente. El caso paradigmático de prensa del capitalismo
muestra guarismos estremecedores. Mientras en el resto del mundo el periodismo es
operación estatal político-militar complementada con información mercantil, y relato
de “sucesos”, en Inglaterra se fundan los nuevos géneros y “misiones” del periodismo:
el relato humorístico, la crítica, la divulgación literaria, la misión educativa del
periódico, la publicidad como tarea y derecho de la sociedad civil, etc. Mientras en
Europa continental un periódico semanal era signo de gran progreso, y la imprenta
no mostraba variación técnica en siglos, en Inglaterra las cifras de circulación eran
asombrosas: en la primer mitad del siglo XVIII, por dar sólo un ejemplo, la circulación
de periódicos ingleses casi se triplicó, pasando de dos millones doscientos cincuenta
mil ejemplares en 1711 a siete millones en 1753, y nueve millones en 1760; para 1814
la edición del Times, de Londres, se tira con una imprenta movida a vapor.

Mientras el periodismo Europa se encuentra en su momento de máximo desarrollo y


expansión, y obliga a los Estados periféricos que buscan sobrevivir a adquirir a
velocidad forzada instituciones típicamente “modernas” (ejército nacional,
parlamento, diplomacia, administración legal, periódicos), los plazos de desarrollo de
largo tiempo vividos en Europa están anulados para la naciente Argentina: en lugar
de ser un despliegue exclusivamente interno, la prensa periódica se hará presente, al
igual que otras instituciones ligadas al Estado moderno y al capitalismo industrial,
como una presión externa cuya adopción o rechazo interpela las expectativas de
supervivencia, en una época en que la nueva expansión colonial está dispuesta a
fagocitar toda organización estatal que no logre sostener su independencia.

1.2.5. Expansiones de la prensa desde Europa

La prensa periódica se expande desde su matriz europeo occidental hacia América


(entre los siglos XVI y XVIII), Europa Oriental (en el siglo XVIII) y posteriormente
hacia otras regiones periféricas, vinculadas estrictamente ya sea al trasplante de
población europea (hacia 1850 existían periódicos en Australia), la adopción estatal
en el marco de esfuerzos modernizadores (Japón, 1864), o factorías costeras del
imperio colonial británico (China36, Egipto, La India después de 1870). Las

36Se hace referencia aquí a la noción actual de prensa periódica, y no a toda forma de registro escrito
de información para su circulación, cuyo comienzo corresponde, sin dudas, a la civilización china,
según lo han documentado numerosos investigadores (Cfr. Lin YuTang, 1947). Lo mismo puede

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
características del dispositivo hacen que su presencia o ausencia se asocie a la de su
protagonista principal (la burguesía). Pero en los casos en que la presencia de la
burguesía se encuentra distorsionada por una vicisitud histórica particular (por
ejemplo, cuando la presión externa de Estados capitalistas exige la modernización y/o
produce una reducida clase intermediaria), la prensa aparece y se desarrolla con el
mismo nivel de distorsión. Esta distorsión, dado el otro rol fundamental de la prensa
en su matriz europeo occidental, no puede ser otra que la magnificación de las
funciones estatales sin el contrapeso de la práctica burguesa. Por lo tanto,
probablemente: uso institucional administrativo y uso de guerra como centrales.
Describiremos brevemente los casos paradigmáticos de Estados Unidos, Rusia,
España e Hispanoamérica.

El caso estadounidense

En el actual EEUU la imprenta no ingresó sino hasta el año 1639, un siglo después de
su aparición en México, lo cual muestra el rol inicialmente marginal de ese territorio
para los colonizadores europeos en la etapa metalista. Pero a partir de las revoluciones
inglesas en ese siglo el desarrollo se acelera y aparece el primer periódico ya en 1704,
décadas antes de su surgimiento en América española37. Con la independencia y el

decirse de la imprenta moderna, en contraste con los primeros dispositivos de imprimir, los cuales
son reconocidos universalmente como provenientes de China, tanto en su versión de planchas
completas, como en su versión de caracteres chinos móviles de porcelana, cuyas pruebas de
existencia más antiguas confirman su presencia en el siglo XIII de nuestra era (Cfr. Lin Yutang, 1947;
Staubach, 2013; The Editorial Committee of Chinese Civilization, 2007).
37 The Boston Newsletter es el nombre del primer periódico editado en las colonias norteamericanas,
apenas 16 años después de la revolución inglesa, simultáneamente al gran auge de la primera década
del siglo en la metrópoli. Este periódico todavía se correspondía con el rígido orden colonial:
aprobación previa por la autoridad, amplio subsidio, provisión de información, etc. El periódico, que
se mantuvo hasta 1722, fue editado por un librero y editor que combinaba sus ingresos con tareas
estatales (en su caso, responsable de correo, entre otras). Su sucesor, The Boston Gazette (1719-
1798) fue ya desarrollado por figuras más definidamente burguesas, dedicadas a sus negocios y con
amplia decisión de involucramiento en la crítica y la acción política, con una influencia decisiva en
la revolución americana. En 1728 se crea la Pennsylvania Gazette en esta última ciudad. Comprada
al año siguiente por el impresor Benjamin Franklin, subsistirá hasta 1800. Aquí puede notarse un
claro alejamiento desde los inicios de una prensa periódica imposible de editar si el permiso y el
apoyo estatal, y una casi inmediata orientación hacia la prensa periódica como actividad burguesa
por excelencia, de modo análogo a lo que está sucediendo ya en la metrópoli británica. Benjamin
Franklin es ejemplo típico de un tipo de periodista que no está presente aún en Hispanoamérica.
Nacido en 1706 en Boston, en una humilde y numerosa familia, Franklin se ve obligado a abandonar
sus estudios e ingresa a trabajar en un taller de impresión en 1716. Allí aprende el oficio y crece en
él hasta poder disponer su propio taller, donde edita almanaques y periódicos. En 1728 co-fundó la
Pennsylvania Gazette y la compró al año siguiente, conservando su propiedad hasta 1748. En 1732
comenzó a publicar el Poor Richard’s Almanac, que llegó a ser muy popular. Franklin sostuvo ideas
liberales de avanzada para su época, logrando influencia entre los pensadores de su país y Europa,
particularmente en Francia tras la revolución, y muy especialmente en la lucha por la independencia
estadounidense, país de cuya constitución fue redactor. Pero el perfil típicamente burgués de este
personaje no se agotó en la combinación de ideas liberales, uso de la imprenta y la prensa periódica
por fuera del Estado y participación en luchas políticas contra el viejo régimen, sino que se dedicó
simultáneamente a la actividad comercial gracias a la cual se enriqueció, y a la investigación
científica pura y aplicada, siendo famosos entre sus inventos el pararrayos, los anteojos bifocales y
un sistema de calefacción casero. Respecto del carácter de “primer periódico” para la Boston

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
desarrollo capitalista la presencia de la prensa se hace en Estados Unidos cada vez
mayor, alcanzando la periodicidad diaria por parte de empresas particulares ya en
1784, y llegando al punto tal que a principios del siglo XIX la imprenta de hierro
"Filadelfia" compite con éxito en el mercado mundial38 como producto americano de
exportación, y desde mediados del mismo siglo es Estados Unidos el país de origen de
muchas innovaciones tecnológicas, de comercialización y de género en la prensa39.

Europa Oriental.

En Europa Oriental la imprenta primero, la actividad periodística mucho después,


aparecen sumamente distorsionadas en su función: al comienzo constituyen una
actividad excluyentemente estatal, que mira con ojo militar a sus similares
occidentales, del mismo modo que todo el Estado absolutista de oriente nace
determinado por "las condiciones impuestas por el sistema político internacional en
cuyo seno estaban integradas objetivamente las noblezas de toda la región"40
(Anderson, 1987: 202). La imprenta ingresó en Rusia, por ejemplo, un siglo después
que en Occidente, durante el reinado de Iván IV, en 1563, fecha incluso posterior al
ingreso de la imprenta a México, en un marco de fuerte esfuerzo de modernización,
unificación y expansión estatal. El primer periódico estable sería lanzado recién
durante la modernización de Pedro El Grande (quien comenzó su reinado en 1701)
en 1703, en aquella misma primera imprenta, apenas renovada de equipamiento.
La prensa registra en Europa Oriental el mismo nivel de distorsión que el conjunto de
la maquinaria estatal absolutista que, a diferencia de Occidente, no posee como
contrapeso externo las garantías de libertad en ciudades de importante desarrollo, ni

Newsletter, recuérdese que le antecede el número único de la publicación Publick Occurrences Both
Forreign and Domestick, publicada por Benjamin Harris en la misma ciudad en 1690 y clausurada
de inmediato por las autoridades.
38 La producción industrial de imprentas de menor costo, fáciles de trasladar y muy resistentes por
estar enteramente hechas en hierro tiene especial incidencia sobre su desarrollo mundial. En este
período, y como demostración del desarrollo capitalista e industrial de los Estados Unidos, en 1805
y 1809 aparecen en Filadelfia nuevas prensas cuyas piezas eran elaboradas en hierro en su totalidad.
Los modelos “Columbia” y “Filadelfia” se exportan a muchos países americanos. La ciudad de
Filadelfia era un centro político e intelectual muy importante en la naciente Nación estadounidense,
y contaba desde 1810 con una Philadelphia Typhographical Society “en la que los editores de
periódicos, folletos y libros atraían a inversionistas y comerciantes que pudieran beneficiarse con la
renovación tecnológica de las imprentas” (Zepeda, 2010: 57). En Inglaterra, por su parte, se
construye y comercializa desde 1809 la Prensa de hierro de Stanhope, la cual se convirtió en el
modelo europeo, desplazando rápidamente la prensa de madera. Le sigue a ésta la prensa de hierro
a brazo que apareció en Europa iniciando una nueva era en la impresión tipográfica por aunar los
descubrimientos mecánicos con los progresos incorporados por las imprentas de hierro anteriores.

39 En Canadá, por su parte, bastante antes de la guerra de independencia estadounidense –que


cortaría por largo tiempo los lazos comerciales con el Canadá- e incluso antes de la guerra de los
siete años, en Halifax se instaló la primera imprenta y desde ella se tiró de inmediato el primer
periódico (semanario) del país, el 23 de marzo de 1752. El método de impulso fue mixto: la imprenta
era privada (John Bushell, proveniente de Boston, era su propietario), en tanto que el
financiamiento y el control de los contenidos de los periódicos era en un cien por ciento estatal.

40Perry Anderson, El Estado Absolutista. Pág. 202. La imprenta ingresó en Rusia, por ejemplo, en
1533, casi al mismo tiempo que en México. Pero el primer periódico estable sería lanzado durante la
modernización de Pedro El Grande -quien comenzó su reinado en 1701- en 1703.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
importante actividad burguesa, y se desarrolló en gran medida bajo presión externa
que obligaba constantemente, por mandato de supervivencia, a la incorporación de
nuevas herramientas de Estado.

España

España incorpora la imprenta en forma casi inmediata a su invención, siendo uno de


los primeros Estados absolutistas que la estimula como actividad estrictamente oficial
y licenciataria. En 1474 existía una en Valencia; en 1475 en Zaragoza y Barcelona. La
riqueza española atraía a los mejores artesanos de los nudos comerciales de Europa:
Mateo Flandro, Flamenco; Pablo Hurus y Juan Gherline, alemanes; Spindeler,
alemán; Brun, genovés. A fines del siglo XV había en España 31 talleres de imprenta.
Juan Rosembach, impulsor de la tipografía española, editó en 1497 la célebre
“Gramática” de Nebrija, en 1510 el primer libro de música, y muchas otras obras con
excelentes grabados. Durante el Siglo de Oro español el arte impresor tuvo gran
adelanto, con excelentes niveles tipográficos, de papeles y de tintas. En 1507 el
veneciano Jorge Coci imprimió La Celestina, etc.

No sucedió lo mismo con la prensa periódica, por cuanto precisamente el enorme


éxito del absolutismo español aplastó tempranamente las posibilidades de desarrollo
mercantil en Cataluña, conservó fueros feudales en muchas regiones e impidió la
circulación de impresos informativos. Cataluña pasó de ser región de temprano
desarrollo de “periódicos escritos” a región estrictamente controlada y en silencio. La
corona produjo numerosas medidas represivas durante los reinados de Carlos I y
Felipe II y Felipe IV, quien renovó las trabas a la circulación de impresos y atacó
frontalmente el arte mismo de imprimir al exigir que todo libro debía tener
aprobación oficial, además de trabas de circulación, impuestos, etc. En la primera
mitad del siglo XVII, mientras Holanda comenzaba a construir un polo de impresión
de gran dinámica, en el imperio español comenzaba un largo ciclo de decadencia del
arte gráfico.

Las reformas borbónicas promovieron la recuperación del progreso económico, la


innovación administrativa, el poder político y militar, la educación, las artes y la
cultura letrada. Bajo Carlos III, cuyo reinado comienza en 1759, la situación se
muestra claramente distinta en términos de circulación periodística, siempre
comparando a España con su propio pasado y no con el florecimiento del periodismo
en Gran Bretaña y Holanda.

Con Carlos III La práctica habitual de imprimir en el extranjero fue combatida con la
prohibición de importar libros en castellano impresos fuera, y se impulsó la impresión
en el país con varias medidas de fomento, entre ellas la rebaja oficial del precio del
plomo. En 1762 y 1763 se derogó la mayor parte de las tasas de publicación, se redujo
el canon de las licencias y se estableció descuentos de tarifa postal.

Inmediatamente surgió una veintena de tipos de imprenta nuevos diseñados en el


país, así como adelantos significativos como el satinado del papel, desarrollo del
Zaragozano Joaquín Ibarra.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
La imprenta orientada a la producción de libros acompañó el esplendor del siglo de
oro español y el período final del imperio a fines del siglo XVIII. Gran cantidad de
buenas obras impresas de aquella época se conservan aún, incluyendo una excelente
edición del Quijote por la Real Academia Española en 1780, en que Ibarra inauguró el
uso del satinado para los grabados, usó papel de hilo catalán para el texto y una calidad
de tinta, ilustración e impresión admirables.

En cuanto al periodismo propiamente dicho, si bien las condiciones son notoriamente


menos favorables que en Gran Bretaña u Holanda, no son tan oscuras como lo
sostienen numerosos discursos públicos sobre la España de aquel tiempo, no pocas
veces originados en el periodismo anglosajón y en el discurso de la Revolución
Francesa.

España ingresa a la era de las Gacetas algunas décadas más tarde que las principales
potencias europeas, en 1671, y halla en el ímpetu iluminista de la elite en el siglo de la
renovación borbónica iniciada en 1701 –y sobre todo a partir de 1714, tras la
consolidación de los efectos del Tratado de Utrecht-, una buena base para una tímida
y sinuosa expansión periodística.

María Dolores Sáiz (1983) nos recuerda que:

“El pensamiento ilustrado se desarrolla en España siguiendo tres cauces principales: las
Sociedades Económicas de Amigos del País, las Universidades y la Prensa. El desarrollo
demográfico provocó un aumento considerable de la demanda informativa y contribuyó de
forma decisiva al auge de las publicaciones, cuya influencia alcanza notable importancia a lo
largo del siglo XVIII. Los periódicos bien una fase de apogeo en la etapa previa a la Revolución
Francesa (…) E forma de gacetas, mercurios, correos y diarios contribuyeron a divulgar el
pensamiento ilustrado” (Sáiz, 1983: 86; Cfr. también Sarrailh, 1974: 173).

Del mismo modo, Aguilar Piñal –referido también por Sáiz, comenta:

“Aunque, como es bien sabido, la prensa europea tuvo sus inicios con las gacetas del siglo XVII,
no cobra importancia numérica y cualitativa, hasta la época de la Ilustración. Podríamos decir
que ésta no se hubiera producido en España –o al menos no hubiera presentado las mismas
características- sin la eficaz colaboración de la prensa periódica. En efecto, en la segunda mitad
del siglo XVIII español se dan las condiciones sociales que toda prensa necesita: un público
ávido de noticias y con medios económicos suficientes para costearla, empresarios decididos o
imaginativos, periodistas entusiastas y críticos, avances técnicos, tanto en las imprentas como
en la organización y difusión de los impresos” (Aguilar Piñal, 1976: VIII).

Dice Sáiz que a comienzos del siglo XVIII existen pocas publicaciones en el país,
haciendo notar el rol represivo del Consejo de Castilla en contraposición con una
corona borbónica que a medida que asegura el poder frente a las amenazas de la
guerra de sucesión se muestra más proclive a iniciativas renovadoras y a la ilustración:

“Los Borbones, en general, era progresistas, y frente a ellos el Consejo, “símbolo imbatido de
la tradición” hacía valer su condición de vigilante de la moral y de las costumbres El Consejo
de Castilla temía la difusión de las ideas ilustradas (…) Para los Borbones españoles del siglo
XVIII la prensa representaba un elemento de promoción de la cultura, un instrumento de
control político y, en definitiva, “un signo de modernidad” (…) [pero] si bien “existían

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
publicaciones de periodicidad diaria, semanal o mensual, el pueblo en general sólo conocía los
almanaques y pronósticos” (Sáiz, 1983: 87).41

Guinard (1957: 35-36; 1962) coincide con esta apreciación, reconociendo esta tensión
entre una actitud de la elite ilustrada –del rey para abajo- bien dispuesta hacia la
prensa, y la tendencia contraria con su política “de centralización a ultranza, tan
nefasta para los periódicos”, como lo nota también Saiz al recordar que Sempere y
Guarinos “desconfiaba del valor documental de la prensa y, sin embargo, hablaba ya
en el siglo XVIII de la importancia de los “papeles periódicos” para el progreso y
difusión de las ciencias y las artes”.

Esta tensión se manifiesta desde el inicio mismo del acceso borbónico al trono
español: la centralización y la no existencia de razones militares para organizar el
discurso público generaban períodos de restricción. Las guerras, por el contrario,
aceleraban la profusión de gacetas y diarios militares. Avanzado el siglo XVIII las
propuestas vinculadas al pensamiento ilustrado, a conocimientos útiles y reforma de
las costumbres o a misceláneas de contenidos y secciones eclécticos acompañados de
datos curiosos o llamativos contarían con la simpatía del Estado. Pero este tipo de
publicación, que requiere un mínimo dinamismo civil para producirse (Sociedades de
amigos del país, impresores y editores dispuestos al negocio, público lector), tiene
ciclos de restricción inversos: se reducen cuando sube la incertidumbre, la amenaza
externa, la guerra o el mal humor social. En la primera etapa borbónica, durante la
guerra de sucesión,

“la debilidad del poder central había permitido la publicación de múltiples gacetas. En 1706
aparecen las de Granada, Murcia, Burgos y Alcala; más adelante el Mercurio Veloz de
Zaragoza, la Gaceta de Barcelona y el Diario del Sitio y Defensa de Barcelona. Estas gacetas
estaban dedicadas casi siempre a temas militares y su vida era, por lo general, corta. Cuando
termina la guerra, en 1713, se consolida Felipe V en el trono y España vive una época de
restricción informativa” (Sáiz, 1983: 88).

Tras el fin de la guerra, los principales periódicos eran la Gaceta de Madrid y el


Mercurio Histórico y Político, dedicados a la información relevante para el Estado,
tanto nacional como internacional, aunque el Mercurio ampliaba un poco más el arco
de tópicos económicos y culturales. Dependían de la Secretaría de Estado y contaban
con el control, pero también la simpatía, del gobierno, existiendo numerosos
documentos en que Floridablanca y Campomanes –ministros- elogiaron
explícitamente a este tipo de periódico, considerados beneficiosos para el pueblo
según estos mismos decían en prospectos y artículos, explicitando también que se
dirigían a un público que incluía miembros de la corte, pero también personas de otras
clases y ámbito (Enciso Recio, 1957, 1958: 43-44).

El segundo tercio del siglo muestra una clara base de recuperación y posterior
expansión. Hacia 1737, año en que aparece el Diario de los Literatos, se empieza a
notar con claridad esta tendencia. El país vive un ciclo de estabilidad económica y el

41A esos almanaques y pronósticos se agregaban también Relaciones y Sucesos cantados e impresos
en sus pequeños pliegos a una o dos columnas, con algún grabado.

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Medios
rey proyecta una política de expansión cultural en la que los periódicos ocupan un
puesto destacado. Es muy probable que en tal momento se relajasen también los
controles a la circulación de avisos y relaciones manuscritos, lo cual, junto a la
expansión de la actividad comercial en los principales puertos americanos, permitió
la difusión de este tipo de práctica. Luego:

“Desde 1750 a 1770 se desarrolla la etapa que Guinard ha llamado “primera edad de oro” del
periodismo español. Uno de los periódicos más importantes de estos años es El Pensador de
José Clavijo y Fajardo, a quien un privilegio de Carlos III, de 1762, califica de autor celoso y
alma indiscutible de la publicación. Una prueba del éxito de El Pensador lo constituyen las
numerosas réplicas que se publican en esos años. Las facilidades concedidas a esta publicación
por el monarca ponen de manifiesto el interés de carlos III por difundir el pensamiento crítico
y renovador” (Saiz, 1983, 88).

Carlos III decía a propósito de El Pensador que era un periódico “útil y bien
informado”. Con él: “se produjo la gran explosión publicística del siglo: El Pensador,
El Censor, el Espíritu de los mejores diarios, el Correo de Madrid y muchos otros
títulos que salen a la luz entre 1762 y 1788” (Saiz, 1983: 89).

A la inversa, una nueva retracción –producto de nuevas ofensivas y resistencias del


Consejo de Castilla se produce entre 1770 y 1780. El consejo impide la reaparición del
Diario de los Literatos o las publicaciones nuevas como el Diario español y
Variedades literarias, mientras que la Gaceta continúa su publicación bisemanal y
aumenta su tirada, lo mismo que el Mercurio. Guinard hace referencia al
empeoramiento de la situación económica, el insuficiente mercado lector, cierto
desprestigio por la desigual calidad de los periódicos, sueltos y relaciones de sucesos,
y “sobre todo, sin ninguna duda, una actitud de mayor reserva por parte de las
autoridades más exigentes en la calidad de los proyectos presentados” (Guinard, 1973:
219-220).

Pero nuevas medidas hacia fines de la década –que dan lugar, por ejemplo, a
novedades en el imperio colonial, entre ellas la creación del Virreinato del Río de la
Plata en 1776- permiten una reactivación periodística. En 1777 aparece el Semanario
económico. En 1778 las Memorias instructivas. Dice Sáiz sintetizando el arco de
funciones:

“Los periódicos de estos años están dedicados a la divulgación: literatura, economía, política,
agricultura y comercio, y desarrollan también la crítica social y de costumbres. En 1781 se
produce un importante acontecimiento periodístico: el nacimiento de El Censor, que
representa la culminación de la corriente de periodismo crítico iniciada con El Pensador. El
Censor pretendía la revisión de la sociedad española desde dentro y su redacción corría a cargo
de hombres empeñados en la reforma total de las estructuras y de los esquemas del
pensamiento tradicional” (Sáiz, 1983: 89).

De este modo quedaba configurado un arco de publicaciones posibles: las Gacetas y


equivalentes, concentrando la información oficial pero también brindando servicios
en el mundo de las ciudades (oferta y demanda de trabajo, vivienda, bienes; datos
útiles, conocimientos prácticos, ensayos históricos y morales, etc.). Los periódicos de
la ilustración se concentraban en publicar ensayos sobre mejoramiento social, ciencia

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Medios
y artes, aunque también presentaban servicios y otras informaciones útiles. Estaban
luego los periódicos misceláneos, que intentaban resolver eclécticamente tales
posibles contenidos. En tal arco de orientación temática, e incluso de nombres
posibles de periódicos se formó la generación de Mayo.

Sin embargo, varias décadas antes de la finalización del ciclo español, la dinámica de
descontento popular, de tensiones entre distintos sectores de la nobleza y del conjunto
de las elites españolas y la creciente radicalización de la situación en Francia tras la
revolución, llevaron a Floridablanca a firmar una Resolución Real (24 de febrero de
1791) por la cual:

“[se] establecía la prohibición de todos los periódicos, excepto del Diario de Madrid y los de
carácter oficial, y contenía una condena radical de todas las publicaciones periódicas. La dureza
del texto estaba justificada en opinión del legislador por la constante multiplicación de los
escritos subversivos (Sáiz, 1983: 244).

Desaparecen así casi todos los periódicos, restando sólo la Gaceta de Madrid, el
Mercurio histórico y político y el Diario de Madrid, los dos últimos ven restringidos
sus contenidos a tópicos que no puedan generar potencial desorden… Según Domerge
(1981: 85), la Real Resolución no sólo destruyó la prensa con algún atisbo de
autonomía, sino que deterioró rápidamente la calidad de la propia prensa oficial
remanente. Se prohibía, por ejemplo, incluso a la Gaceta de Madrid, utilizar cualquier
fuente de información o periódico de origen francés. Sáiz recuerda que, en los años
subsiguientes, “de nueve solicitudes de impresión presentadas en madrid sólo dos
recibieron informe favorable: el Diario de los nuevos descubrimientos de todas las
ciencias físicas, publicación mensual traducida del francés por José Garriga, y el
Correo mercantil de España y sus Indias, de Diego María Gallard, cuya primera etapa
se prolonga desde octubre de 1792 hasta abril de 1795” (Sáiz, 1983: 248), continuando
luego hasta el siglo XIX.

Si bien hacia 1796 habían resurgido algunos títulos y aparecieron algunos nuevos, “el
espléndido resurgir de la prensa que se había desarrollado en la década de los ’80 no
vuelve a repetirse hasta 1808 cuando se produce la invasión y guerra de la
Independencia (Sáiz. 1983: 248)”.

Los periódicos en sentido moderno, sin embargo, deberían aguardar, pues recién en
esta época comenzó a estabilizarse publicaciones de baja regularidad, amparadas por
el Estado, dedicadas al impulso de la educación, las artes y las ciencias, así como el
comercio, la agricultura y la industria, ideas en boga de la época.

América española y portuguesa

En América Latina, este desarrollo fue acorde con la construcción de formas sociales
y estatales específicas, y muy recientes. El absolutismo español expandió la imprenta
por América a la misma velocidad que en la Metrópoli, y con el mismo uso. Fue, como
en España, la Iglesia católica la encargada de lo más importante de la acción estatal
en el campo de la cultura, más aún a partir del proceso que dio lugar a la reforma y la
contrarreforma. La implantación de colegios y universidades, así como de imprentas,

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Medios
da cuenta de esta realidad. Obviamente, no podemos hablar de formas burguesas,
pues la colonización hispana no guarda relación con -por ejemplo- la de Estados
Unidos42. Por ello el desarrollo de la imprenta recorre los centros urbanos estratégicos,
ligados en los primeros siglos a la minería43, ciudades que contienen los centros de
poder económico, político y militar, en manos de la Iglesia y de los virreyes, más
adelante de los virreyes exclusivamente, y que a medida que estos centros se
consolidan o desplazan, o vemos nacer otros, las imprentas se consolidan desplazan o
vemos nacer otras44.

La Iglesia fue su principal introductora y portadora45, y particularmente los jesuitas46.


La Iglesia fue de hecho la encargada de instalar universidades (más de treinta durante
la colonia) y demás centros educativos, lo cual la ligó a casi toda la producción cultural
letrada en las colonias hasta la independencia, con carácter claramente trasplantado,
esto es, a imitación exacta de su modelo metropolitano.

Apenas quince años después de concluida la conquista de México, esto es, en 1537,
ingresa a su capital la primera imprenta, dirigida por Juan Pablo, de origen italiano
venido a nombre de un impresor de Sevilla. De su taller saldría años más tarde otro
impresor que inauguró la imprenta en Perú. En 1548 edita el primer libro peruano en
tres idiomas: quichua, aymará y español. En 1600 había imprenta en Santo Domingo;
En 1607 en Cuba; en 1610 en el Alto Perú (hoy Bolivia). Con el comienzo de la etapa
regalista y mercantilista incorporada por los Borbones en el Siglo XVIII surgieron más
licencias para imprentas estatales en América, y se retiraron o negaron otras de la

42Por ejemplo, el fracaso de la colonización de Venezuela por contrato entre Carlos I y la casa Welser
(Banqueros alemanes que financiaban al Emperador, y el fracaso de la colonización holandesa en el
Brasil.

43 Si bien cabe en las generales de este estudio, no nos ocupamos aquí de Brasil, ni de las colonias
francesas, inglesas u holandesas de las Guayanas y el Caribe. El primer periódico en Brasil surgió en
1808, debido al traslado preventivo de las cortes, ante la ocupación napoleónica de noviembre de
1807.
44 Cfr. Furlong, 1947; Canter, 1961. El primero nos muestra el predominio absoluto de la iglesia

católica en los primeros siglos, y la mayor importancia -en lo que hace a fundaciones de nuevas
imprentas- del Estado virreinal en la segunda mitad del Siglo XVIII, así como el recorrido de las
fundaciones: en la primera etapa los sitios son aquellos estratégicos en la extracción y envío de
metales: México, Perú, Panamá. En el siglo XVIII son los de auge comercial e importancia militar:
surgen imprentas en Cuba, Buenos Aires, la costa del pacífico sur y otros puntos otrora marginales,
continuando a su vez la instalación en otras ciudades de México.
45 La iglesia es la única introductora. Sólo en el siglo XVIII (y con licencia cuidadosamente

aguardada) el Estado virreinal las instala.


46 Los jesuitas construyeron la primera imprenta en el actual territorio de nuestro país (1700) en
función de su proyecto teocrático-evangelizador, y trajeron la segunda (1764) a Córdoba. Dice
Canter: "Ello no constituye una excepción en la historia de la Compañía (...) Así Roma, Messina,
Palermo, Viena y otras ciudades de Austria, Hungría, Alemania, Polonia, Rusia, Francia, Portugal,
España, México, Colombia, Ecuador, Perú, Filipinas, etc. recibieron por dicha orden el precioso
invento de Gutenberg. Algunas en forma prístina, otras secundariamente como un agregado a las
que trabajaban ya, siempre con una finalidad didáctica y de persecución de la fe, sobre todo en países
donde se divulgaban los libros heterodoxos y que los Loyola debían refutar" (Canter, 1961: 18).

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Iglesia47. Los jesuitas, sin embargo, continuaron colocando imprentas hasta muy poco
antes de su expulsión, imprentas que en casi todos los casos fueron las primeras de su
región: Misiones del Río de la Plata en 1700, Bogotá en 1736, Río de Janeiro en 1747,
Santiago de Chile en 1748, Ecuador hacia 1754, etc.

Durante el siglo de oro español la prensa periódica no constituyó una práctica


considerada como tarea necesaria por el Imperio en la región americana. Sí lo fue -y
mucho- como vimos, la imprenta. El primer periodismo es un fenómeno que arranca
con la modernización borbónica en el siglo XVIII en los centros neurálgicos de las
colonias: México en 1722 (Gaceta de México y Noticias de Nueva España),
continuando con regularidad de 1728 a 1742 como Gaceta de México. Un diario
Literario de México en 1768, un Mercurio Volante en 1772 y 1773, y nuevamente la
Gaceta de México desde 1784, continuando hasta la revolución de 1810. La Gaceta de
Guatemala aparece entre 1729 y 1731, reapareciendo con creciente regularidad hasta
llegar a la independencia de Guatemala en 1821; La de Lima, entre 1743 y 1767. En la
década de 1790, además de los que aún existen, aparecen un periódico literario en
México (1788-94: Gaceta de Literatura), en Guatemala nuevamente (Desde 1794 en
adelante, con continuidad también hasta la revolución); en Quito (1792: Primicias de
la Cultura de Quito), Lima (1790-93: Diario de Lima; 1791-93: El Mercurio Peruano),
en Bogotá (1791: Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá); en La Habana (1790, con
continuidad hasta 1804: Papel Periódico). En el Río de la Plata comienzan a aparecer
gacetas manuscritas de poca tirada y duración, ya en la década de 1760. Desde 1780,
cuando el Virrey recupera la vieja imprenta jesuítica de Córdoba, comienzan a
aparecer, sueltos, algunos impresos con noticias llegadas con los barcos. En 1801
aparece el Telégrafo Mercantil, bajo redacción del coronel Cabello, quien poseía
experiencia periodística obtenida en Lima. En 1805 se produce una última andanada
de periódicos: En La Habana (Aviso, 1805-1810), en México (Diario de México, 1805-
17)48.

Fechas,
Región Periódicos duración, Eventos externos
etc.
Gaceta de México y Noticias de Nueva Enero a julio Guerra contra la cuádruple
España 1722 alianza 1718-1720
Virreinato de Nueva

Gaceta de México 1728 a 1742 Guerra anglo-española 1727-29

Gaceta de Guatemala 1729- 1731 ¿?


España

Diario Literario de México 1764-1765 Guerra de los Siete Años 1756-


1763
Mercurio Volante (México) 1768 Expulsión de los Jesuitas 1767

47En el caso del Río de la Plata la expulsión de los jesuitas anuló los dos centros tipográficos del país.
El virrey, años más tarde, se apropia no sólo de la imprenta sino del monopolio de impresiones, aún
a costa de la Iglesia.

48Cfr. Torre Revello, 1940; Medina, 1904; Furlong, 1947; Checa Godoy, 1993; Reed Torres y Ruiz
Castañeda, 1998; Benítez, 2000

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Gaceta de La Habana 1772-1773

Gaceta de Literatura (México) 1782- ¿? Guerra de independencia de


Estados Unidos 1776-1783
Papel Periódico de La Habana-Aviso 1784-1810
de La Habana- Diario de La Habana
Gaceta de México 1788-1810

Aviso (La Habana) 1790-1823 Guerra del Rosellón con Francia


1793-1795
Gaceta del Real Consulado de 1795
Veracruz
Almanaque Mercantil de Veracruz 1796 Guerra con Gran Bretaña de
1796-97.
Correo Mercantil de Veracruz-Jornal 1804-1808 Guerras de la tercera y cuarta
Económico Mercantil de Veracruz- coalición 1804-1808.
Diario Mercantil de Veracruz.
Diario de México 1805-1810

El Pensador (La Habana) 1794-1821

La Gaceta de Puerto Rico 1805-1817

El Mensajero (La Habana) 1808-1898 Guerra de independencia


española 1808-1813.
Correo Científico y Lit. de Salamanca 1808
(Guadalajara, reimpresión)
Semanario Patriótico (Guadalajara, 1809
reimpresión)
La Aurora - Correo Político y 1809
Económico (La Habana)
La Lonja Mercantil (La Habana 1810 Guerras de independencia
hispano-americana 1810-1824.
El Lince (La Habana) 1810

El Hablador (La Habana) 1811

El Fraile (La Habana) 1811

Gaceta de Madrid (reimpresa) 1715-1722 Guerra contra la cuádruple


alianza 1718-1720
Gaceta de Lima 1743-1767
Guerra de sucesión austríaca
Virreinato del Perú

Diario de Lima 1790-1793 1740-1748. Expulsión de los


Jesuitas 1767. Rebelión de Túpac
Semanario Crítico 1791 Amaru 1789. Revolución
Francesa 1789.
Mercurio peruano 1791-1795

Gaceta de Lima 1793-1795 Guerra del Rosellón con Francia


1793-1795

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Virreinato Primicias de la cultura de Quito 1790-1793 Revolución francesa, 1789.
de Nueva
Granada Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá 1791-ene 1797 Guerra del Rosellón con Francia
1793-1795
Gaceta de Caracas 1808-1821 Guerra de independencia
española
Gaceta de Buenos Aires (manuscrita) 1764

Telégrafo Mercantil 1801-1802 Guerra con Gran Bretaña 1796-


Virreinato del Río de la Plata

1797
Semanario de Agricultura, Industria y 1802-1807 Guerras de la tercera y cuarta
Comercio coalición 1804-1808.
La Estrella del Sud/The Southern Star 1807 Invasión inglesa 1807

Gaceta del Gobierno de Buenos Aires 1809-1810 Guerra de independencia


española 1808-1813.
Guerras de la independencia
Correo de Comercio 1810-1811 hispanoamericana

En esta tabla hemos omitido aquellos periódicos surgidos después de la Revolución, y


también aquellos establecidos en territorio todavía español posterior a la apertura que
significó la convocatoria a las Cortes de Cádiz. Por ello no aparecen periódicos creados
a partir de 1812 en México, La Habana o Lima, pues entendemos que corresponden a
otro período histórico y –sobre todo, impactan sobre el Río de la Plata cuando su
gobierno ya se planteaba decisiones orientadas a otro tipo de estado de y de prensa.
Tampoco consideramos Brasil, dado el poco impacto periodístico producido en este
período. Los dos primeros periódicos de Brasil, la Gazeta de Río de Janeiro y el Correo
Braziliense se publican en 1808 y corresponden al momento de la migración de la
corte portuguesa a Brasil con motivo de la invasión napoleónica.
En cuanto a los periódicos que efectivamente aparecen en la tabla, no es difícil hallar
regularidades en este proceso de lugares y fechas. Las primeras gacetas
hispanoamericanas surgen en las grandes capitales de Nueva España (México,
Guatemala) y Perú. Los tímidos comienzos, breves en México, por reimpresión en
Lima, dan paso a una consolidación hacia mediados de siglo, pero con una retracción
en el conflictivo momento de expulsión de los jesuitas, recuperándose en las dos
décadas siguientes.
Es notable el auge a partir de 1790, aun atravesando la clausura general de 1791 en la
metrópoli (lo cual refuerza además la certeza del carácter oficial o al menos
oficialmente aprobado de todas estas publicaciones). Este auge permite observar
tanto un fuerte crecimiento de la continuidad en años de duración, la simultaneidad
de periódicos y la simultaneidad de ciudades en que estos se editan, además de la
ampliación temática que cubre el perfil ilustrado como el de periódico oficial de
Estado.
Durante la década de 1790 hay periódicos de gran continuidad en México (toda la
década, sumándose además la ciudad de Veracruz a través del Consulado en 1795-96),
La Habana (toda la década), Quito (hasta 1793), Lima (hasta 1795) y Bogotá (hasta

87
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
1797). En la década de 1800 continúan ininterrumpidamente México y La Habana, se
suman Puerto Rico (desde 1805), Buenos Aires (desde 1801), Caracas (desde 1808).
Puede notarse un corrimiento del crecimiento de la prensa desde las principales
capitales hacia los puertos atlánticos, beneficiarios de la expansión mercantil y
también de la estrategia borbónica de resguardo militar de sus nuevos puertos y
volúmenes de comercio atlántico.
En Europa occidental y en España en particular, se han consolidado tres tipos de
prensa en el siglo XVIII: uno es el de las Gacetas de Estado, cuyo rol principal es
asegurar la unicidad del discurso estatal, reforzar confianzas y lealtades en el éxito
frente a enemigos y amenazas, establecer vasos comunicantes con la atención a la
población (informaciones y conocimientos útiles, avisos de búsqueda de trabajo o
alquiler, etc.) y complementariamente, habilitar contenidos acordes al movimiento de
la ilustración. Estas gacetas logran gran estabilidad, y de ningún modo se debilitan en
épocas de guerras, protestas sociales, revoluciones o amenazas de disputas entre
dinastías sino que, por el contrario, refuerzan su rol ante tales riesgos y temores. Otro
es el de los periódicos impulsores de la instrucción general y el progreso inherentes a
la ilustración con impulso estatal. En ocasiones, estos periódicos combinan
eclécticamente (en forma de misceláneas) las funciones de una gaceta y de uno de
estos espacios de cultura letrada. El tercer tipo es la empresa particular, ya
notoriamente presente en Gran Bretaña, que trabaja con la mayor libertad posible
contenidos políticos independientes del Estado –aunque en relación con él- más la
suma de informaciones útiles al público pero que también signifiquen adecuado
rendimiento lucrativo.
En España el tercer tipo aún no existe, pero puede verse una abigarrada lista de
periódicos con los cuales ciertos particulares obtienen ingresos a través de
publicaciones autorizadas, eventualmente subsidiadas, pero no formalmente
estatales. Aunque ninguna de ellas intenta una crítica política del Estado y gobierno,
son las primeras víctimas de los momentos en que la autoridad teme
desestabilizaciones, como lo mostró la Resolución de 1791: sólo los periódicos oficiales
podrán circular. De allí que los periódicos oficiales crecen y ganan espacio en tiempos
de guerra o amenaza de guerra o contagio revolucionario, mientras que los periódicos
más respaldados en particulares se retraen.
¿Cómo es la situación del periodismo hispanoamericano cuyas características y
prácticas heredarán la generación de mayo y la prensa decimonónica argentina?
Podemos observar que este periodismo es ampliamente estatal y funcionarial. Sus
protagonistas ocupan cargos públicos, reciben elogios y reconocimientos a su labor,
son premiados con cátedras o secretarías donde sus tareas permiten una vida
intelectual activa. No faltan sacerdotes entre estos protagonistas. Sus preocupaciones
son fundamentalmente las del progreso ilustrado que impulsan los borbones, en tanto
que el discurso de la autoridad estatal que fija cómo debe interpretarse un conflicto,
una tensión de remplazo dinástico, las acciones del gobierno o el modo en que los
ejércitos actúan en las constantes guerras, queda reservado a la prensa oficial de la

88
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
autoridad española. Aquello que no afecta tales temas, puede incluso ser objeto de
debate en estos periódicos sin entrar en conflicto con la autoridad.
La tabla muestra que en América las guerras no tienen un impacto directo en la
configuración de la prensa y sí, en cambio, la promoción estatal del comercio y la
ilustración. La mayor parte de los periódicos no se ocupa de los problemas de
actualidad política, sino fundamentalmente de agricultura, industria, comercio,
promoción de las artesanías, necesidad de instrucción y elevación moral de las
poblaciones, progreso material, etc., evitando de tal modo ocuparse de temas
conflictivos o de cuestionar las acciones de los gobiernos, que numerosos hechos
significativos “de actualidad” resultarán indiferentes a esta prensa.
En la costa atlántica sudamericana (Brasil, Uruguay, Argentina), sin embargo, la breve
historia de sus impresos periodísticos coloniales, iniciada en 1801, nace ya
fuertemente atravesada por temas de guerra: en 1807 la segunda invasión inglesa
coloca brevemente un periódico de formato más moderno que el conocido en
Hispanoamérica (La Estrella del Sud) en Montevideo. En 1808, el exilio de la familia
real portuguesa en Brasil debido a la guerra napoleónica da inicio a los dos primeros
periódicos brasileños. En Buenos Aires, las dos invasiones inglesas son motivo de
suspensión primero y cese en la segunda, del único semanario publicado en la ciudad.
La Revolución de mayo, finalmente, producirá, por la guerra entre Buenos Aires y
Montevideo (1810-1814) sendas gacetas del Estado.
Como bien lo han hecho notar, entre otros, y desde perspectivas y focos de análisis
distintos, Francois-Xavier Guerra (2013) y Tulio Halperín Donghi (1998, 2015), los
procesos de conformación identitaria, de circulación cultural y de transformaciones
en estructuras, dispositivos y organizaciones tanto estatales como no estatales en el
mundo hispanoamericano conforman un complejo y heterogéneo entramado de
prácticas muchas de las cuales se recibieron trasplantadas, otras fueron creadas más
o menos explícitamente sobre la marcha de las prácticas y desafíos, y otras
conformaron sinuosos procesos de hibridación y yuxtaposición, conformando un
orden relativamente estable que habría de estallar en 1810, reconfigurando las
posibles piezas para la problematización de los caminos a seguir por las nuevas elites
y demás fuerzas sociales favorables a la revolución y la independencia. La realidad
local constituye así una trama de tensiones. La imprenta, asociada a la actividad
evangelizadora y educacional de la Iglesia y a la labor del Estado, fungió tareas de
características trasplantadas: su auges y retrocesos fueron los mismos que los
observados en el proceso del siglo de oro español y del barroco.

El periodismo, en cambio, aparece como una fuerza cuyas características externas no


son monolíticas: por un lado, es una práctica del Estado español: las gacetas de
Estado, adaptadas ya en el siglo XVII por el estado español, que será emulado en el
siglo XVIII por las autoridades coloniales. Por otro, el impulso a periódicos
autónomos, dirigidos por sociedades patrióticas, orientado a estimular el estudio de
la moral, las artes y las ciencias, y periódicos de fin semejante u orientados a saberes
prácticos cotidianos, publicados por particulares que obtienen permiso real. Esta
práctica también se manifiesta en Hispanoamérica en el auge de la modernización

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
administrativa dieciochesca, durante la segunda mitad del siglo XVIII, aunque
sufriendo, como la metrópoli, las retracciones producto del estado de amenaza (por
ejemplo, cuando en 1791 se prohíbe toda publicación excepto la oficial, en el momento
más álgido de la revolución francesa, Cfr. Sáiz, 1983: 244). Pero en tercer lugar es el
paulatino contacto, no siempre autorizado, con la novedosa prensa británica, su
adaptación al régimen parlamentario, sus libertades e innovaciones literarias,
políticas y de actualidad mercantil.

A pesar de las prevenciones producto de la condena religiosa al mundo protestante,


los grupos letrados criollos ven esa lejana prensa anglosajona características positivas,
deseables, y que además, podían ser en ocasiones elogiadas por la propia prensa
intelectual española –las inevitables referencias a seguir el camino sobrio de Addison-
sin excitar las preocupaciones del Estado español. En contraste con este desconocido
y lejano pero deseado universo de prácticas periodísticas del mundo anglosajón, hacia
fines del siglo XVIII la prensa es una práctica respetada y elogiada por la elite, pero
contrastan las expectativas de un mayor despliegue con el creciente desapego a lo que
podían aportar las gacetas españolas. En tal contexto, el agrupamiento en torno a
semanarios intelectuales fue, al mismo tiempo, una actividad permitida y alentada por
el Estado, y un ámbito de pertenencia de la elite intelectual que atisbaba sigilosamente
–quizás incluso sin saberlo explícitamente- los límites del sistema (Cfr. Díaz, 2012).
El desinterés y pérdida de expectativas que generaban las gacetas oficiales españolas
en el último tramo colonial contrastaba así con la posibilidad de una tenue esfera
pública agrupada en tertulias en viviendas de la elite funcionarial y comercial y sus
redes familiares ampliadas, en tímidos espacios conversacionales en ámbitos de
actividad por concurrencia (teatro, Iglesia, comercio, ámbitos funcionariales, Cabildo,
espacios de tiempo libre de varones adultos), en cartas, y también en los novedosos
semanarios que agrupaban ensayos de interés literario, científico, económico o moral
y que multiplicaban su presencia en este tipo de prácticas. De allí que el acceso a las
primeras prácticas de prensa mediado por el atraso del imperio español en
comparación con el amplio desarrollo holandés y anglosajón y –ya tras la revolución-
en Francia, pudo significar, pocos años más tarde, un paradójico y contradictorio
trampolín hacia nuevas prácticas en las que chocaron, se hibridaron y yuxtapusieron
particularidades de cada territorio, las prácticas heredadas del mundo colonial, y la
expectativa de una rápida adopción del modelo de prensa moderna que tanto éxito
había tenido en las formaciones parlamentarizadas, y al cual le daban tanta
importancia que llegarían al extremo de considerarlas un indicador de viabilidad y
reconocibilidad diplomática de un Estado.

1.3. La llegada de la prensa a la región rioplatense

1.3.1. La imprenta: Estado, Universidad y Misiones jesuíticas

Los primeros dos siglos del imperio español en América habían mostrado el más
absoluto monopolio estatal de la imprenta por medio de concesiones rígidas en las
que predominó ampliamente el rol de la Compañía de Jesús, responsable de la

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
estrategia cultural española en América con la creación de las universidades,
escuelas, misiones y la instalación de imprentas, además de vehiculizar la expresión
artística del barroco. Pero el mapa de imprentas mostraba al Cono Sur como una
región cuasi marginal en términos de importancia económica e incluso militar. Las
imprentas más cercanas se hallaban en el Perú, y el grueso de la formación
universitaria para el actual territorio argentino se concentraba allí, con la honrosa
excepción de la Universidad de Córdoba, puesta en marcha en 1613 autorizada por
la corona en 1622. En 1624 se creó en el Alto Perú, en Charcas (actual Sucre), Capital
del Departamento de Chuquisaca, la Universidad de San Francisco Xavier, también
a cargo de los Jesuitas. Charcas se tornaría con el tiempo un importante atractor de
estudiantes rioplatenses, sobre todo en las últimas décadas de la Colonia, cuando –
expulsados ya los jesuitas- la universidad se hallaba bajo un inestable equilibrio
entre autoridades temporales y eclesiásticas (De Gori, 2010; Serrudo Ormaechea,
2006). La inclusión del Alto Perú en el Virreinato del Río de la Plata favoreció esta
posibilidad.
Pero si la región contó con una universidad desde el siglo XVII –y dos si se agrega
Charcas tras la inclusión virreinal de 1776, no sucedió lo mismo con la imprenta,
cuya primera aparición –trunca tres décadas más tarde- habrá de esperar a 1700, y
cuya presencia definitiva se estabilizará recién en Buenos Aires a partir de 1780, por
orden del gobierno.
Se trata, pues, del siglo XVIII, el siglo de las reformas borbónicas y de la expulsión
–en 1767- de la Compañía de Jesús del territorio español, metropolitano y colonial.
Es un siglo en el que el control absolutista permanece y en ciertos aspectos se
profundiza, y de medidas que a largo plazo serán destructivas de la cohesión del
imperio en América, como la crecientemente institucionalizada discriminación a
criollos y demás grupos étnicos “inferiores”.
Pero es también un siglo en el que se ensayan aperturas y mejoras administrativas,
y de la simpatía de la Corona por la Ilustración, la circulación de impresos y el
impulso a las ciencias, las artes y el comercio. Como hemos visto en la sección
precedente, esto implicó un fuerte impulso a la prensa periódica, tanto por el interés
de expandir una voz oficial uniforme creando gacetas oficiales en todo el imperio,
como de permitir y aún promover la formación de sociedades patrióticas y la
publicación a su cargo de periódicos de espíritu ilustrado. A pesar de las
contracciones en distintos tramos del siglo, el proceso expansivo, como lo sintetizan
las tablas precedentes en esta misma sección, fue notable.
En la región de la actual Argentina, estas transformaciones comienzan a impactar
en la segunda mitad del siglo, tras el ascenso al poder del nuevo rey español Carlos
III en 1759, y especialmente tras la creación del virreinato en 1776/78, menos de
medio siglo antes del colapso del imperio colonial español. La llegada al trono
español del Rey Carlos brinda clara continuidad a estas políticas de reforma y
profundiza, facilitando la disposición de imprentas en todo el territorio español a
través de numerosas medidas de fomento similares a las adoptadas en España y de
acciones directas de adquisición por la autoridad estatal.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En tal contexto, la imprenta en Argentina posee tres momentos de inicio diferentes
–pues existieron dos truncos- hasta su definitiva instalación. El primero de ellos fue
muy particular: la imprenta fue creada por los jesuitas en la región de las Misiones
del nordeste hacia fines del siglo XVII y se sabe que aún en 1730 tiraba folletos y
panfletos. Esta imprenta no provino de Europa, sino que fue construida en madera,
con terminaciones y caracteres de metal, aparentemente de estaño en su totalidad,
sobre la base de los conocimientos de los misioneros y de unos textos orientativos
del arte tipográfico. El primero en dar cuenta de esta experiencia desde la
historiografía fue el general Bartolomé Mitre en sucesivos artículos y referencias, y
finalmente en forma póstuma en Orígenes de la imprenta argentina, publicado
originalmente en 1918 (Mitre, 2003), donde reconoce, además, trabajos
precedentes de José Toribio Medina y de M. R. Trelles. El primer libro allí impreso
fue De la diferencia entre lo temporal y lo eterno, ilustrado con 43 láminas a buril
sobre cobre “al estilo de Alberto Dürer” (Mitre, 2003). Demuestra Mitre también la
pervivencia de restos de la imprenta y de algunos tipos de estaño en 1784 en Santa
María la Mayor.
No se conocen trabajos anteriores a 1705 ni posteriores a 1730, pero sí una lista
amplia de trabajos publicados en ese interregno, incluyendo libros, folletos,
panfletos y material de catecismo. Los jesuitas se vieron involucrados en la guerra
comunera de 1715-1730 y en relación con ella escribieron folletos argumentando su
posición. Se desconoce la razón de la finalización, pero se supone que esta provino
del agotamiento del equipo, y quizás de la partida o fallecimiento de quienes
podrían haber intentado reiniciar el proceso de construcción49.
El segundo momento corresponde también a los jesuitas, quienes traen de España
una imprenta a la Universidad de Córdoba (en realidad, al Colegio de Monserrat).
La imprenta fue ingresada a Córdoba en 1764, con permiso real y asignación de
privilegios por el virreinato (por ejemplo, la exclusividad en la producción de
catones para la Iglesia). Pero su existencia fue efímera debido a la expulsión de la
orden en 1767, habiendo editado sólo un libro. La imprenta, además, fue puesta en
desuso durante los años siguientes (Mitre, 2003; Canter, 1961).

49Dice Mitre (2003: 6) “De todo esto resulta evidentemente: 1º Que desde 1694, los misioneros del
Paraguay trabajaban por tener una imprenta propia, y que ellos fueron los fundadores, o más bien
dicho, los creadores de la primera que se fundó en el Río de la Plata; 2º Que desde esa época el
general de la Compañía de Jesús secundaba ese propósito; 3º Que al finalizar el siglo XVII (año de
1699) se dieron los primeros pasos por el mismo general para obtener en España la licencia de
establecer la imprenta en las Misiones jesuíticas del Paraguay; 4º Que la licencia debió llegar a
América por el año 1701 a 1702; 5º Que en 1703 la imprenta estaba creada con elementos y artífices
propios y se hallaba en plena actividad, funcionando sus talleres de tipografía y de grabado, en que
trabajaban los indios neófitos "en caracteres peregrinos en Europa, y sin los maestros de la Europa",
como lo dice enfáticamente el padre Serrano.

El pie de imprenta no señala el lugar, y sólo lleva la designación general de Impreso en las Doctrinas;
pero no puede caber duda que lo fue Santa María la Mayor, pueblo fundado en 1633 (según M. S. de
Azara) a inmediaciones de la margen occidental del Uruguay, donde se imprimieron los libros
subsiguientes que llevan su nombre y donde se encontraron, al fin, los últimos restos de la primitiva
imprenta…”.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
El tercer momento, definitivo, llega en 1780, con la instalación en Buenos Aires de
una imprenta gubernativa que instauró definitivamente su existencia en la ciudad.
Pero ya antes, en las décadas anteriores, comenzaba a notarse las consecuencias de
la renovación administrativa y comercial borbónica. En Buenos Aires, esta
activación se hace notar muy claramente en la segunda mitad del siglo, y con ella,
comienzan a aparecer las primeras hojas manuscritas que difundían las noticias
bajadas de los barcos: Situación de la corte, guerras, acontecimientos
extraordinarios (como epidemias o terremotos), e información comercial (listados
de mercancías, precios, días y horarios de entrada y salida de barcos, difusión de
posibilidades de comercio).
Simbólicamente, el papel noticioso porteño más antiguo que se conserva
corresponde al significativo año 1759. Se trata de un manuscrito titulado Noticias
comunicadas desde la colonia del Sacramento a esta ciudad de Buenos Aires en 5
de diciembre de 1759. Allí se presentan diez noticias, coherentes con el perfil de las
gacetas y relaciones de su tiempo: el testamento de la reina de España (esposa de
Carlos III), noticias de cortes española y portuguesa, entradas de navíos al puerto,
pasajeros, un fallecimiento en viaje, datos –optimistas- sobre la guerra de Prusia
con Gran Bretaña, datos sobre la posible sucesión de Fernando VI (De Marco,
2006).
No había aún, en el Río de la Plata, necesidad de periódicos, ni en el sentido estatal
que les asignaba el absolutismo, ni en el sentido burgués parlamentario, dado el
carácter marginal del territorio tanto en su valor económico como militar en
relación con las potencias modernas que utilizaban prensa periódica, y de hecho los
primeros que se conocen son transcripciones manuscritas de noticias de gacetas
que llegan “del Janeyro” (Río de Janeiro) o directamente desde España, a través de
Colonia del Sacramento o Montevideo. Estos escuetos papeles, típicos de la
circulación comercial europea ya desde el siglo XVI, no parecen tener gran mercado
en la aún pequeña Buenos Aires de la década de 1760. La serie más larga y con
pretensiones de “Gaceta” (publicación continua) que se conoce de este tipo de
publicación, fue la Gaceta de Buenos Aires de 1764, que sólo produjo unos pocos
números y ejemplares, todos manuscritos. Se conocen cuatro números, publicados
entre el 19 de junio y el 25 de septiembre de aquel año. Mariluz Urquijo (1988) ha
hecho notar que podría haber habido algún número anterior (pues el del 16 de junio
no se presenta como primero ni se cuenta con numeración en los ejemplares) y que
–por contrastación con una carta particular- la publicación podría haber concluido
en diciembre de ese año, por lo que el total números elaborados bien podría ser de
4, pero también hasta el doble de ese número. Su pequeño formato y el hecho de
que aún sobraba espacio en blanco en las últimas páginas de los cuatro pequeños
pliegos, muestran que el volumen de información a poner en circulación era aún
muy tenue; pero César L. Díaz (2012) nos recuerda el reverso de sentido de estos
espacios en blanco: un bien escaso como el papel bien podía ser un obsequio extra
para el destinatario del periódico. Como ha mostrado Mariluz Urquijo, el redactor
de esta publicación fue el francés Juan Bautista de Lasala (Jean Baptiste de Lasalle).
En cuanto a quién era su mandante, nos indica De Marco (2006) que:

93
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

“La Gazeta parece haber sido oficial o haber recibido apoyo económico del gobernador y
futuro primer virrey del Río de la Plata, teniente general Pedro de Cevallos, quien por
entonces no gozaba de una salud rebosante, aunque pronto la recuperó. Cada número
informaba sobre ella, y no faltaban manifestaciones adulatorias con respecto a sus
cualidades militares ni expresiones agresivas hacia sus adversarios” (De Marco, 2006: 16-
17).

Esto nos indica que si bien el redactor era un comerciante próspero (de hecho, rico,
por el patrimonio de su esposa), su principal objetivo parece haberse encuadrado
más en la defensa de una facción funcionarial con vistas a su consolidación en el
gobierno que a la intención de generar un negocio con su periódico. De hecho, se
desconoce si la Gazeta fue leída en voz alta, y si hubo más de una copia manuscrita
en circulación. Los temas que se observan en los cuatro ejemplares que se
conservaron muestran el perfil típico del gacetismo de su tiempo: noticias
comerciales y administrativas, salida y entrada de barcos y pasajeros, información
militar y religiosa, actividades sociales en la ciudad, notas misceláneas amenas e
instructivas, judiciales y sucesos criminales (De Marco, 2006). Todos los autores
que han abordado este periódico destacan que no se trata de una reimpresión de
gacetas españolas (como sucedió en años anteriores a las primeras gacetas de
México y Perú), sino de un producto original capaz de trabajar desde la realidad
local, con información específica de distintos barrios, problemas y desafíos
económicos en la ciudad, sucesos locales, etc. En definitiva, podemos observar que
si bien la experiencia es breve (entre cuatro y ocho meses) y que se trata de una
gaceta manuscrita (por lo tanto, de circulación muy limitada), la experiencia se
ensambla en el impulso a la prensa que la corona española está generando en esta
década. La Gaceta de Buenos Aires se asemeja así en estructura a otras gacetas
hispanoamerianas, pero confirma también que se trata de un inicio tardío en
comparación con los grandes centros coloniales, breve y de pequeño alcance, en
comparación con una prensa colonial que en Lima, México y poco después otra
ciudades hispanoamericanas, alcanza regularidad, duración por décadas y
abundantes contenidos. Por último, notemos la coherencia de mandantes: una vez
más, como en el resto de Hispanoamérica y España, estas gacetas nacen a impulso
del Estado.
Los sueltos continuarán apareciendo, en algunos casos copiando directamente
sueltos o fragmentos de gacetas impresos llegados en barcos procedentes de España
o de mercaderes británicos. Pero el crecimiento de la importancia militar y
económica de los puertos de Buenos Aires y Montevideo, amenazados por el avance
portugués, llevará a una última gran reorganización político-administrativa, con la
creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776/78, con capital en Buenos Aires.
La posibilidad de que el puerto de Buenos Aires fuese no sólo vínculo comercial
para la salida y entrada de mercancías, sino también punto de salida de metálico
altoperuano con destino a España, amplió rápidamente la vida económica y social
de la ciudad, y apenas instalada la nueva autoridad, se procedió a gestionar una
imprenta para uso oficial ante la autoridad metropolitana. La proverbial lentitud de
este tipo de trámites llevó al virrey Vértiz a optar por una alternativa: La expulsión

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
de los jesuitas en 1767 había dejado inactiva en la Universidad de Córdoba la
imprenta, En 1780 una comitiva oficial se ocupó de recuperarla, dado que se
encontraba en estado de abandono, con pérdida de tipos que se habían enterrado
en el piso, etc. (Cfr. Canter, 1961; Mitre, 2003), y trasladarla a Buenos Aires, donde
se transformó rápidamente en la imprenta oficial, la única disponible hasta la
década de 1810. Su funcionamiento administrativo fue por concesión con privilegio,
y su uso fundamental no fue periodístico en sus primeras décadas, sino para la
distribución de comunicaciones oficiales y la impresión de materiales para uso
cotidiano de las iglesias (catones, catecismos, etc.)50. Sin embargo, sí se hizo uso
periodístico en ocasiones, imprimiendo sueltos informativos que la autoridad
estatal considerase importante difundir: novedades de la autoridad estatal
española, avances y progresos en sucesivas guerras o el combate a la piratería,
información comercial de interés para mercaderes, etc. El primer documento
impreso de estas características que se conserva es prácticamente inmediato a la
instalación de la Imprenta. Se trata de unas Noticias recibidas de Europa por el
correo de España, y por la vía del Janeyro. Buenos Aires, a 8 de enero de 1781.
Este tipo de sueltos, avisos, noticias y relaciones comenzó a aparecer primero
esporádicamente, y luego más intensamente hacia el fin de siglo y en la década final
del virreinato. De ellos se conservan muchos ejemplares en la actualidad, tanto en
la Biblioteca Nacional como en el Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires, entre
otros repositorios. Si bien no llegó a existir una Gaceta en la ciudad hasta 1809, la
cantidad de sueltos emitidos por orden de la autoridad virreinal muestra una
continuidad bastante regular a lo largo de los años.
En paralelo con esta aparición de un muy tenue espacio proto-periodístico,
comenzó la circulación –también tenue- de papeles anónimos con breves y muy
sencillas interpelaciones de protesta. Dice al respecto Juan P. Echagüe:

“Aunque no entren propiamente en la categoría de periódicos, cabe mencionar, en ausencia


de éstos, la aparición de pasquines en las calles de la ciudad, durante el virreinato de Juan
José de Vértiz, en los cuales se protestaba por el aumento del dos por ciento en el tributo de
las alcabalas. La difusión de tales anónimos y pasquines motivó el bando del 23 de octubre
de 1779 por el cual se hizo saber a los vecinos que debían abstenerse de “componer, escribir,
trasladar, distribuir y expender semejantes papeles sediciosos e injuriosos, y de permitir su
lectura en su presencia””. (Echagüe, 1946: 59. Cfr. Díaz, 2012; Pillado, 1910).

Debe notarse, sin embargo, que el uso de pasquines manuscritos no constituye una
novedad en el espacio del absolutismo –eventualmente puede tomarse nota del
aumento de su cantidad en algún período- y su función rara vez es de amplia
difusión o de puesta en discusión pública como sucede con el periodismo

50 Tanto las tareas de imprenta como las futuras publicaciones periódicas de la década de 1800
fueron otorgadas con privilegio de exclusividad. El taller debía proveer las necesidades de sus
artesanos, de los concesionistas si los hubiera (como en el caso del editor de un periódico) y el
excedente o beneficio debía proveer a las necesidades de la Casa de Niños Expósitos. De allí el
nombre, por muchas décadas, de “Imprenta de los Niños Expósitos”. Cfr. Canter, 1961; Torre
Revello, 1947: 188-190.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
propiamente dicho. El anónimo injurioso, la protesta pasquinesca, el panfleto,
cumplían la función de injuriar, manifestar la presencia de malestar cuando no se
podía hacerlo en forma pública, o confirmar lazos de logia en relación con
conspiraciones o grupos que buscan ejercer presión, ya en el ámbito cortesano
europeo, ya en el espacio del funcionariado virreinal. Si bien el pasquinismo es una
referencia imprescindible para el estudio de la formación de las nuevas formas de
la representación y la formación de la opinión, la forja de una habitualidad en la
producción, circulación y recepción de materiales periodísticos muestra un hilo de
continuidad más claro desde la circulación de información estatal y comercial que
en el pasquín, el cual tomará contacto con el periodismo propiamente dicho (y con
su amplia difusión, generará no pocas crisis políticas y escaladas de
enfrentamiento) después de la independencia.
Durante la década de 1790, cuando las reformas borbónicas llegaron a su punto
culminante en nuestra región con la ampliación de posibilidades asignadas al
puerto de Buenos Aires51, comenzó a esbozarse una primera vinculación con la
práctica periodística regular: con la creación del Real Consulado Belgrano comienza
a redactar sus monografías y a requerir y recolectar informes desde las provincias
interiores, muchos de los cuales serán la base para artículos en el periódico oficial
español Correo Mercantil de España y sus Indias en España, a lo largo de varios
años, y luego de materiales que Belgrano publica en Buenos Aires, incluso en su
Correo de Comercio, donde incluso recupera artículos con más de diez años de
publicación en el Correo Mercantil. A ello se agrega una creciente presencia de
suscripciones y adquisiciones individuales de gacetas, almanaques y otras
publicaciones que llevan al puerto y, en la medida que no sufren censura o embargo,
cuentan con libre lectura y acopio en la ciudad. También en esta década se registran
los primeros pedidos formales de autorización para editar una gaceta.
Destaca en primer término, por la magnitud y el carácter pionero de su aporte,
quien debería ser reconocido como primer periodista argentino (Díaz, 2005, 2012),
el secretario perpetuo del Consulado y futuro prócer patrio Manuel Belgrano,
formado en las cortes españolas en la época de Jovellanos, cuando las simpatías por
la ilustración –y por su versión económica, la fisiocracia- se encontraban en su
cenit. Tras su retorno a Buenos Aires en 1793 realizó numerosos informes breves y
monografías impulsando el potencial económico y de progreso material y cultural
de la región, de acuerdo con los requerimientos establecidos por las funciones
asignadas a su cargo. Abundante material de sus monografías y artículos fue
publicado en El Correo Mercantil de España y sus Indias52, como lo ha registrado

51Apenas creado el Virreinato se había comenzado a liberalizar el comercio sin romper con los
términos monopólicos del orden colonial español. En 1778 se habilitó el comercio con los principales
puertos de España y América hispánica, y se habilitaba la extensión de este tráfico hacia el interior
del virreinato a través del puerto de Buenos Aires. En 1791, cuando se autorizó la trata de negros
importados de África, el comercio con Gran Bretaña dio un brusco salto, que se consolidó cuando en
1795 se autorizó a comerciar con las colonias extranjeras.

52El Correo Mercantil de España y sus Indias, uno de los dos periódicos autorizados en España
luego de la gran clausura de 1791, se editaba cada tres meses en Sevilla por la autoridad estatal de
comercio (lo será dese 1795 a cargo de la recién creada Secretaría de la Balanza de Comercio: “Bajo

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
el exhaustivo trabajo de Mariluz Urquijo (1978), cumpliendo con sus obligaciones
emanadas del cargo, y también con sus propias inquietudes, según narraría años
más tarde en su autobiografía (Belgrano, 1954, 1966). No hay dudas de que el
Correo Mercantil era ampliamente oficial, aunque la iniciativa fue propuesta por
particulares. Eugenio Larruga había comenzado a publicar sus Memorias políticas
y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España en 1787. En
1792, asociado a Diego María Gallard, logra que el Ministro de Hacienda, Diego
Gardoquí oficialice un claro apoyo a la publicación por medio de la suscripción de
ejemplares y la provisión de información tanto de origen metropolitano como de
las colonias (Mariluz Urquijo, 1978: 12). Tal información, además, fue oficialmente
requerida a los Consulados, con requerimiento mensual. Otras publicaciones
avaladas por el Estado promovieron la publicación. Siguiendo a Enciso (1958: 89),
Mariluz Urquijo registra que el N° 223 el Mercurio Peruano, de Lima, “fue
íntegramente dedicado a difundir el prospecto (…) y otras noticias
complementarias sobre la nueva publicación” (ídem). En 1795, Gardoquí creó la
Secretaría de la Balanza como parte de su Ministerio, encargada de recolectar y
organizar información precisa sobre la balanza comercial del país y su evolución.
Habiendo sido creado el Consulado rioplatense en 1794, Gardoquí envía el 11 de
mayo del año siguiente un requerimiento oficial para el envío mensual de noticias,
tanto propias como recolectadas de otros organismos oficiales y aún “…gacetas,
mercurios, diarios u otros papeles públicos que de algún modo contengan especies
relativas a los puntos insinuados”53, tarea que el Consulado a cargo de Belgrano
cumplió cabalmente. Pero no fueron sólo estos los evidentes lazos del periódico con
el mundo estatal: Larruga cedió su parte de la redacción a Gallard, y este a su vez la
cede directamente a la Secretaría de la Balanza el 21 de septiembre de 1795, y hasta
el 8 de marzo de 1799, esto es, los primeros años de la colaboración de Belgrano con
la publicación, están signados por ser una tarea a partir de una orden oficial, en
cumplimiento de una tarea oficial, para un periódico oficial. Es interesante, en este
contexto, cómo es este vínculo oficial el que brinda, inesperadamente, cierto
entrenamiento periodístico a Belgrano y a los diputados del interior que reportan
al Consulado y envían informes. No sólo por la regularidad del requerimiento, o por
la expectativa de ajuste a cierta cantidad de páginas, sino por el criterio periodístico
de corrección. Mariluz Urquijo hace notar:

“… las correcciones que les hacen en la oficina madrileña –verificables en las tachaduras o
añadidos hechos a los originales conservados en el Archivo General de Indias- antes de ser
enviados al periódico son mínimas y carentes de interés. Se les añade alguna breve
introducción explicativa como la que precede al texto aparecido en el número del 27 de
marzo de 1797; se reemplaza alguna palabra por otra que se considera más precisa y así, por
ejemplo, donde decía que las cosechas han sido fecundas se cambia el adjetivo por

el influjo de las ideas de la Ilustración, se fueron estableciendo a lo largo del siglo XVIII diversos
organismos encaminados a lograr el conocimiento de la verdadera riqueza nacional para adecuar a
ella las contribuciones, apartar los obstáculos que se oponían al bienestar de los pueblos y fomentar
el progreso de la agricultura, la industria y el comercio. Tales fueron con fines fundamentalmente
estadísticos la Secretaría de la Balanza de Comercio…” (Pérez de la Canal, 2014: 11).
53 Material reproducido en: Archivo General de la Nación, (1936) Consulado de Buenos Aires.

Antecedentes. Actas. Documentos, T., pág. 443.

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Medios
abundantes. Se procura quitarles el carácter de escritos administrativos para darles un tono
más periodístico: por ejemplo, en la reseña correspondiente a Tucumán la frase “asegura el
Diputado haberle informado un vecino de toda verdad” queda reducida a un “según informe
de un vecino honrado”. Se elimina alguna constancia que se considera superflua, se abrevia
algún enunciado, se interpola alguna línea o se formula alguna observación marginal…”
(Mariluz Urquijo, 1978: 15).

Esta relación con la formación del periodismo también se nota en la participación


de diputados consulares en los informes para el Correo Mercantil, y su posterior
colaboración periodística local. Uno, evidente, es Belgrano, quien tendrá una
creciente intervención a medida que se suceden los semanarios en la última década
colonial y otras publicaciones en la década revolucionaria. Otro es José de Unanue,
diputado por Oruro desde 1799, quien escribe sobre su ciudad –y es publicado- en
el Correo Mercantil, para más adelante colaborar con el Telégrafo Mercantil
(creado en 1801) de Buenos Aires, periódico que será por cierto citado por el Correo
Mercantil para reproducir información relativa a la región. Tras el cese del
Telégrafo y el nacimiento del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, el
Correo Mercantil continuará tomando información de esta fuente. Dado que el
Consulado era suscriptor de gacetas, mercurios y otras publicaciones periódicas
(suscribió, por ejemplo, 17 ejemplares por número del Correo Mercantil, y
suscribirá 19 del Telégrafo Mercantil), puede inferirse el espacio de lectura e
intercambio que podía constituir la institución dirigida por Belgrano desde su
creación hasta la Revolución de Mayo (renunció en abril, un mes antes de la
revolución).
También puede observarse en esta década los prolegómenos de la aparición de una
prensa local, no sólo porque la elite local efectivamente adquiere la práctica regular
de la lectura de gacetas llegadas de España, según reconoce gran cantidad de
protagonistas de esa época en cartas y memorias, sino porque se registran los
primeros pedidos de licencia para realizar una publicación periodística regular,
pedidos que –aunque son efectuados por personajes ligados a la nobleza europea
como don Santiago Luis Enrique de Liniers, Conde de Liniers-, son de momento
rechazados54.
No hay evidencias de grandes “prohibiciones” –como sí las hubo de ingreso de
libros inquisitorialmente clasificados- que trabasen un impulso de los particulares
a la publicación de periódicos previa autorización estatal, tal como insinúa Quesada

54Recapitula Torre Revello (1940: 187-188): “… Santiago Luis Enrique de Liniers, Conde de Liniers
(hermano de Santiago, el más tarde Virrey interino de Buenos Aires), quien el 16 de agosto de 1796
presentó al entonces virrey del Río de la Plata, Nicolás Arredondo, un memorial solicitando licencia
para publicar un periódico, y cuyos trámites posteriores son ignorados, deduciéndose de todo ello la
más franca negativa conceder lo solicitado. De que el proyecto había sido madurado por el Conde de
Liniers, queda el testimonio en el prospecto que adjuntó al memorial, en el que describía la
característica que tendría el periódico, cuyo título sería Gaceta de Buenos Aires. El sumario o cuadro
de materias de que se ocuparía el “papel público” eral el siguiente: Gobierno, Precio de los
Comestibles, Comercio, Teatro, Literatura y Artes, Noticias y Necrología. Para cada uno de los
mencionados acápites, agregaba el Conde de Liniers en el prospecto, la debida explicación sobre lo
que se trataría. Debía publicarse los días domingos, y el producto que se recaudase se destinaría al
fomento y beneficio de la Casa de Niños Expósitos. Torre Revello cita a su vez información de Toribio
Medina (1892: 154-155).

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Medios
en la carta mencionada al comienzo de este capítulo, sino, más bien, la ausencia de
sujetos de prensa que pudiesen darle un uso sistemático, pues las acciones de
censura que impactaron sobre los periódicos de la primera década del siglo XIX
muestran dos tópicos claramente delimitados: el sentimiento de honor mancillado
que pudieran expresar la autoridad estatal o las instituciones eclesiásticas a partir
de lo que dice o insinúa una publicación, o el uso de un lenguaje vulgar o con
palabras inadecuadas. No se manifestó nunca, por el contrario, molestia alguna en
torno a la presencia de debates, críticas, recomendaciones, ensayos sobre economía
o gobierno civil, etc.
El caso de Liniers no parece presentarnos un ejemplo de freno estatal a las
iniciativas periodísticas civiles (aunque sí debe tomarse en consideración la
prohibición general de 1791), sino, más bien, una combinación entre los
mecanismos de acceso a los permisos para iniciativas comerciales, atravesados por
una densa y sinuosa trama de contactos, negocios de grupos de familia, y aún
corrupción, en cuyo marco se concedían o no las autorizaciones. La denegación del
pedido periodístico de Liniers es sólo una entre varias, que incluye un fallido intento
para producir industrialmente caldo deshidratado, solicitud también denegada sin
explicación alguna, pero donde se hacen notar los intereses económicos sectoriales
y funcionariales. Probablemente la condición de francés del peticionante fuese ya
un factor de complicación, como habría de serlo su apellido mucho más aún tras la
invasión napoleónica de 1808. Los recambios de virrey, los problemas del sistema
de concesión en su conjunto, con sus correspondientes presiones, la inexistencia de
un mercado de lectores –y menos aún de escritores- y la existencia de una sola
imprenta impiden, por ahora, un avance hacia la prensa moderna semejante a la
que ya se despliega plenamente en las ex colonias británicas de América del Norte.
En 1784, ya existen publicaciones diarias de propiedad privada en Estados Unidos,
y Gran Bretaña ve crecer su volumen de impresos por millones de unidades, y la
continuidad de las experiencias queda ejemplificada en que el diario The Times nos
acompaña hasta nuestros días.
Pero en octubre de 1800, la solicitud de Cabello y Mesa para crear un semanario y
una sociedad patriótica en Buenos Aires tendrá éxito: la prohibición de 1791 se ha
desdibujado, Cabello es español y no francés, y no es un residente en Buenos Aires
que hubiese ganado adversarios o enemigos. Tanto el virrey como buena parte de
la elite funcionarial se hallaban favorables a la iniciativa de un periódico, que habrá
de salir a la calle por medio de un prospecto de presentación hacia noviembre de
1800. Es el inicio de la prensa periódica impresa rioplatense.

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Medios

1.4. La telegrafía
Camille Duteil

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Medios
1.4. La telegrafía

Telégrafos55.

Camille Duteil
Refiriéndonos a Polibio, data de dos mil años la invención de este medio de
comunicación, derivándose su nombre de las dos voces griegas téle lejos y graphein,
escribir.
Los fuegos, las luces, el humo, las banderas, el sonido de instrumentos, se emplearon
como medios telegráficos por todos los pueblos primitivos y aun en nuestra época,
bajo las denominaciones de Faro, Semáforo, Vigía, etc.; pero estas señales solo
expresaron el conjunto de una idea formada, es la infancia del arte de la escritura
aérea, que no tomó realmente importancia ni produjo gran utilidad, hasta que se ha
podido significar con la combinación de un número dado de señales, el valor de la
palabra.
El poeta griego Eschyle [Esquilo] presenta en escena, en la tragedia Agamenón, a un
antiguo sirviente en continuo acecho hacía dos años, del fuego encendido sobre el
Monte Ida, cuya señal repetida en el Monte Athos debía noticiar a Clitemnestra el
acontecimiento por tanto tiempo deseado de la toma de Troya.
Las señales telegráficas que usaban los Romanos consistían en un hachón de resina
pura suspendido a la extremidad de una larga estaca, la que asomando por la ventana
de un mirador aparecía y se escondía varias veces, según la señal que hiciesen.
Al método de las antorchas o banderas, sustituyó el de varas combinadas, o planchas
de metal o madera. Telegrafía denominada entonces braquigrafía (escritura
abreviada) como el sistema es tan conocido, sería inútil describirlo.
En el siglo XV, Tamerlan Kan, de Persia, se sirvió de banderas para corresponderse
a largas distancias.
Según parece los Chinos perfeccionaron considerablemente el arte de la
correspondencia aérea.
El obispo de Burth en 1557 y el de Chester en 1661 hablan también sobre este arte.
Pero la Telegrafía sólo podía adquirir su completo desarrollo con el progreso de la
óptica, pues para leer a una distancia lejana, es preciso ver desde lejos.
Hacia la conclusión del siglo XVII, Amonton célebre físico en aquella época, fue el
primero que propuso la adopción de los anteojos para observar las señales
transmitidas desde lejos. Los ensayos de Amonton excitaron la curiosidad general, y
aunque no se aplicaron prácticamente, prepararon los adelantos posteriores,
conjuntamente con los ensayos de Booke y Hoffman, que inventaron un número
reducido de señales móviles. Booke inventó en 1695 un aparato complicadísimo.

55Texto publicado en Ahasverus, Revista Universal, en los números 1 al 6, correspondientes al año


1853, Buenos Aires. La redacción única de dicha revista estaba a cargo de Camlile Duteil. Los artículos
se publicaban simultáneamente en francés y en castellano, y quien estaba a cargo de la traducción era
Manuel Carrillo Aguirre.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Linguet, preso en 1782 en la Bastilla, ofreció como precio de su libertad poner en
práctica un instrumento de su invención, para corresponderse hasta las distancias
más lejanas, pero el Gobierno desoyó su ruego, lo que no obstó para que trascurrido
algún tiempo lo pusiese en libertad sin condición alguna.
Bergstrasser natural de Hanan, publicó en 1785 un tratado de telegrafía, haciendo
consistir su sistema en multitud de señales diversas ya opacas o transparentes;
además de la luz, también se servía de la artillería.
A pesar de todos estos ensayos, debe considerarse como los verdaderos inventores
del telégrafo los que tuvieron la bastante perseverancia para adoptarlo y hacerlo
adoptar generalmente. Esta gloria pertenece a los hermanos Chappe.
Durante la revolución francesa, en 1792, y en momentos en que era tan necesaria la
rapidez en las comunicaciones, fue cuando el abate Chappe publicó su gran
descubrimiento. Y aun cuando no se apreciaron merecidamente por el momento las
inmensas ventajas que reportaba, no tardó mucho en saber apreciarse su
importancia.
El primer ensayo tuvo lugar en París, sobre los pabellones de la barrera L’Etoile,
habiendo desaparecido la máquina en aquella misma noche. El segundo telégrafo se
estableció en el parque de Monceaux: pero el pueblo hizo con la máquina un auto-
da-fe, del que difícilmente se salvaron los inventores. Pero estaba próximo el día en
que se había de tributar justicia al mérito. El 12 de julio de 1793, por orden de la
convención nacional, tuvo lugar un solemne experimento en presencia de una
comisión científica nombrada al efecto, la que extendió el informe más satisfactorio,
habiendo tenido en su consecuencia la nueva invención un éxito feliz. (…)
La Comisión inspectora estimó en 13 minutos y 40 segundos el tiempo necesario para
la transmisión de un despacho telegráfico de algunos renglones a la distancia de 48
leguas, habiéndose, con el transcurso del tiempo, perfeccionado esta invención en
términos que hoy bastan sólo tres minutos para obtener igual resultado.
En consecuencia de tan favorables resultados, ordenó la Convención Nacional que se
estableciese una línea de 12 telégrafos desde París a Lille, la que poco tiempo después
transmitió la noticia de la toma de la ciudad de Condé a los austríacos, y ocasionó a
la asamblea nacional el contestar desde el santuario de las leyes con este decreto tan
glorioso como lacónico: - el ejército del norte mereció bien de la patria.
Cambiábanse las comunicaciones en esta línea con éxito feliz, llegando con la
velocidad del rayo a su destino, las órdenes del comité de salvación pública.
Bien pronto se establecieron nuevas líneas en varias direcciones, datando desde esta
época el verdadero sistema de telegrafía aérea. Al fin habíase utilizado planteada por
el mismo autor la gran idea con la que el Abate Chappe acababa de dotar a su Patria.
Los hermanos Chappe eran naturales de Burton, departamento de Sarthe. Claudio
(el abate) recibía en un seminario a Angers, sus hermanos en un colegio situado
enfrente y a una media legua de distancia. Para poder corresponderse con sus
hermanos y salvar así la distancia que los separaba, ideó servirse de una regla de
madera, la que giraba colocada sobre un eje. Las dos extremidades de la regla giraban
también sobre ejes con aspas, la mitad más pequeños, obteniendo por este medio 92

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Medios
señales diferentes fáciles de distinguir con ayuda de un anteojo. He aquí el germen
de la actual telegrafía aérea. Pero la ejecución en gran escala de este mismo sistema
presentaba grandes obstáculos.
Posteriormente, ayudados de los consejos de Breguet y de los conocimientos de León
Delaunay, antiguo cónsul en Lisboa, construyeron su máquina con escasa diferencia
igual a las hoy existentes.
El abate Chappe murió en París el 25 de enero de 1805. El menor de sus hermanos le
siguió en el año 1825. En el Cementerio de Pére Lachaise, bajo un mausoleo de
bronce representando un telégrafo, descansan sus restos mortales.
El telégrafo francés consta actualmente de tres aspas movibles colocadas sobre un
plano vertical. El aspa principal se llama regulador, y las dos subalternas,
indicadores. Estas últimas, están colocadas una a cada extremidad del regulador. El
regulador sujeto por su centro a un palo de cuatro a cinco metros de elevación sobre
el tejado de la vigía, tiene cuatro metros de largo y tres decímetros de ancho.
El regulador es susceptible de cuatro posiciones: 1) vertical; 2) horizontal; 3) oblicua
de derecha a izquierda, 4) oblicua de izquierda a derecha. Los indicadores pueden
formar ángulos rectos, agudos u obtusos. Así, se hallan en todas las 192
combinaciones, las 24 letras del alfabeto, y todas las señales particulares llamadas
“de la política”, las que indican actividad, tranquilidad, nieblas, o los obstáculos que
interrumpen el servicio de transmisión de un puesto a otro.
No bastando las 24 letras para traducir un despacho largo, se han unido de dos a dos
descomponiéndolas, las 192 señales primitivas, lo que da 192 x 192, lo que da 36.864
signos. Un diccionario impreso contiene la distribución completa de los 36.864
signos, habiéndose aplicado un signo a cada sílaba posible en el idioma francés,
combinando las consonantes con las vocales y diptongos.
Cada puesto mantiene de guardia dos hombres, los que se denominan estacionarios.
De ellos, uno alternativamente está constantemente en servicio, pudiéndose confiar
en su asiduidad, pues si abandonasen su puesto se interrumpirían las
comunicaciones, no tardando en recaer el condigno castigo sobre el que olvidase sus
deberes. Porque la estación vecina transmitiría inmediatamente el parte de esta falta.
En cada extremidad de línea reside un director que se entiende en derechura con el
prefecto; habiendo no obstante señales cuyo secreto es sólo conocido por ciertos
empleados, estando esta confianza en razón directa con su categoría. Además, puede
cambiarse el valor de los signos siempre que el gobierno lo crea oportuno. Y aún
pueden expedirse órdenes ininteligibles para los traductores, por medio de signos
particulares convenidos de antemano.
Hay ciertos signos generales que son conocidos de todos los empleados, para que así
puedan impartir cuando y donde sea necesario, las noticias u órdenes que reciban.
En las líneas telegráficas, la distancia de un puesto a otro es término medio de tres
leguas, variando sin embargo según los accidentes del terreno.
La celeridad con que se transmiten los despachos telegráficos cambia según la
dirección de las líneas y las variaciones atmosféricas.

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Medios
Con un tiempo despejado, se reciben las noticias en París, en las proporciones
siguientes:

Líneas Leguas
telegráficas
Calnis 68 en 3 minutos por cada 32 estaciones.
Lille 60 en 2 minutos por cada 22 estaciones.
Sirasbourg 120 en 7 minutos por cada 44 estaciones.
Toulon 207 en 20 minutos por cada 100 estaciones.
Brest 150 en 8 minutos por cada 54 estaciones.

Los ingleses no han imitado el telégrafo francés. Primero, por susceptibilidad


nacional, y después, porque en su país nebuloso, las señales opacas son raramente
visibles. Prefieren servirse de faroles movibles cuyas señales son bastante variadas
para ofrecer multiplicados signos. Pero este sistema está muy lejos de ofrecer los
ventajosos resultados del que se usa en Francia.
El telégrafo de Chappe se simplificó al adoptarlo para el servicio militar. He aquí el
sistema de telégrafos militares que se usa en África entre Argel y Bouffarik. Dejemos
explicarse a Mr. Lair, autor de aquel telégrafo.
“El aparato se compone de dos pilares de madera clavados en tierra, unidos por
planchas de tabla de manera que armen un cuadro próximamente de tres metros de
ancho sobre cuatro metros de alto, y cuya parte superior quede horizontal. En la
extremidad de cada pilar se coloca un brazo de hierro batido de un metro de largo, al
que lo hace maniobrar un hombre por medio de un tronco con goznes que se oculta
detrás del cuadro. Los brazos están pintados de blanco, y el cuadro de negro.
El brazo del pilar, que se halla a la izquierda del observador, colocado a distancia de
estación, puede tomar sucesivamente respecto a sí mismo las proporciones:
horizontal a la izquierda, inclinado a 45 grados a la izquierda, vertical, inclinado a 45
a la derecha. Estas posiciones figurarán respectivamente las cifras 1, 2, 3, 4.
El brazo del pilar derecho puede ocupar las posiciones: inclinado a 45 grados a la
izquierda, vertical, inclinado a 45 grados a la derecha, horizontal a la derecha, las que
figurarán las cifras 5, 6 ,7 , 8.
Así, haciendo solamente trabajar a un brazo, se puede figurar los números de una
sola cifra desde 1 a 8 y su acción simultánea: sirviéndose de l de la izquierda como
inicador de las decenas figurarán los siguientes números de dos cifras: 15, 16, 17, 18,
25, 26, 27, 28, 35, 36, 37, 38, 45, 46, 47, 48. En su total, 24 números o señales.
Todos los movimientos que opera el telégrafo se leen sirviéndose de un anteojo y no
deben sucederse uno a otro hasta después que la estación siguiente y a quien se
dirige, los haya repetido.
Para representar una palabra, es necesaria la reunión de tres signos, de los cuales el
primero indica la página, el segundo la columna y el tercero la línea de aquella
columna: así puede formarse un diccionario rico de 11 a 12 mil términos. La primera
página sería:

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Medios
Página 1

1 2 3 4 5 …48
1 A Barca Combte Defensa Agua
2 Ejército Batalla Valor Dentro Escolta
3 Ataque Bala de
4 Llegar Alb’rto

Con cuya ayuda la palabra alboroto se representaría por la unión de tres señales: 1,
2, 4. La palabra escolta, por 1, 5, 2, etc.
En la práctica es conveniente al componer un despacho agrupar sobre el papel las
señales tres a tres e intercalar después de cada serie de tres de estos grupos una señal
particular, la que sirve sólo para obtener mayor claridad. Si al traducir se conoce que
hubo error de transmisión o de observación, basta sólo con hacer repetir a la estación
que habla la figura que se supone equivocada. Esta señal se hace inclinando
simultáneamente los dos brazos a 45 grados bajo el horizonte y se escribe 00”.
Los telégrafos de que acabamos de hablar sólo pueden funcionar de día, en un tiempo
claro y como la perfección va en pos de la invención, bien pronto se halló un medio
de utilizar la telegrafía durante la noche. DE todos los proyectos presentados a la
academia de ciencias, sólo merece mención el de Mr. Villalongue. Su telégrafo
nocturno funciona por medio de cristales de fanal convexos que reciben la luz de unas
lámparas colocadas en aberturas circulares practicadas en una torre. Se ensayó por
primera vez en París en 1842.
Las dos estaciones estaban una en mendón y otra en el Observatorio, puntos lejanos
entre sí uno ocho mil metros. Los resultados obtenidos no fueron muy satisfactorios
y habiendo surgido disidencias entre el interventor y Mr. Babinet, comisario
nombrado por la Academia, se declaró aquella invención teoría impracticable.
El telégrafo diurno y nocturno de Mr. Gonon era el llamado a reemplazar el telégrafo
de Chappe, si no hubiese eclipsado el telégrafo eléctrico a todas las mejoras
introducidas en el aéreo. Es tal la sencillez del telégrafo de Mr. Gonon que está al
alcance de todos los empleados que lo sirven el conocer en sólo cuatro lecciones todas
las señales y llegar a ser idóneos para ejercer a las tres semanas de práctica.
El cuerpo del telégrafo es inmóvil y consta de dos pilares separados, unidos a cierta
altura por tablas corredoras.
Nada más ingenioso que el mecanismo por medio del cual se mueven al abrirlas y
cerrarlas.
Consiste, por una parte, en manecillas que se mueven sobre cuadrantes divididos, y
por otra, en teclas numeradas bastante parecidas a las de un piano: siendo el juego
de esta máquina lo bastante rápido para que un empleado práctico pueda dar en el

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Medios
espacio de una hora de 900 a 1.000 palabras y despacharlas a distancia de cien
leguas.
Lo que es más notable en la telegrafía de Mr. Gonon, no es aún tanto la disposición
del aparato como lo perfecto del diccionario.
En el sistema de Chappe, la transmisión de una palabra exige ordinariamente de
varias señales. Lo contrario sucede con el de Mr. Gonon. Jamás se excede el número
de señales al de palabras. Este nuevo telégrafo aventaja en rapidez un 50 por ciento
al antiguo. Para servirse de él por la noche, se colocan dos linternas de color
suspendidas en las tablas correderas. Antes de pasar a tratar la telegrafía eléctrica,
diremos algo sobre la acústica.
El ruido atraviesa el espacio a 340 metros por segundo, lo que hace 306 leguas por
hora, o sea, 7.344 por día. Luego, si pudiese transmitirse sin alteración por medio de
tubos cilíndricos, es evidente que aun cuando fuese necesario establecer en las líneas
largas numerosas estaciones intermediarias, se ofrecería un medio de
correspondencia que aún en presencia de los telégrafos eléctricos sería de suma
importancia.
El establecimiento de los tubos acústicos ha sido objeto de los estudios de varios
sabios. Han convenido en que el obtener un éxito feliz consiste en la naturaleza de
los tubos, los que deben ser sonoros, tales como el cobre, zinc, hierro, etc. y el más
completo aislamiento respecto al paraje en que se establezca. Mr. Jobard es de
opinión que el diámetro de los cilindros debe estar en la mayor proporción posible
con el de la boca.
En Bélgica, que el gobierno protege aquel estudio, aun continúan los ensayos del
telégrafo acústico.
Ahora empezaremos a tratar de los telégrafos eléctricos. El telégrafo eléctrico parece
ser la última expresión de la ciencia por medio de la cual transmitimos a puntos
lejanos nuestro pensamiento. Pero como decía Arago en su bello idioma, a la altura
siempre de las grandes cuestiones que tenía el talento de vulgarizar: “porque
admirase de esta potencia eléctrica que parece ser al mundo físico lo que en las obras
humanas es el entendimiento al cuerpo, la inteligencia a la materia, que de un salto
instantáneo y rápido como el relámpago lleva el pensamiento humano de uno a otro
extremo del mundo, y lo llevaría igualmente a los últimos límites del universo a no
haber el inmenso espacio que nos circunda y rodea por todas partes”.
Esperamos que nuestros lectores nos dispensarán que nos detengamos en detalles
de nociones generalmente conocidas; pero como escribimos para todos, creemos
indispensable hacer algunas ligeras explicaciones sobre la electricidad en general
antes de pasar a dar una idea exacta del telégrafo eléctrico.
“Si se frota una barra de lacre con un pedazo de paño, se ve que dicha barra atrae los
cuerpos ligeros y entonces se dice, que está electrizada o cargada de electricidad. A
esta primera observación siguieron infinitas otras, habiendo al fin conseguido los
físicos los resultados generales que a continuación indicamos.

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Medios
Se considera la electricidad como un fluido particular extremamente sutil y que
puede pasar de un cuerpo a otro. Se suponen dos especies de la que una se denomina
positiva y otra negativa.
Todos los cuerpos contienen en cantidad igual dichas electricidades; pero
combinados de suerte que no pueden manifestarse al exterior. En este caso se dice
que la electricidad es neutra o natural.
La causa es, porque las dos electricidades obran en sentido inverso rechazando la
segunda lo que atrae la otra.
En efecto, las partículas de electricidad positiva se rechazan unas a otras igualmente
que las de la electricidad negativa. Pero las primeras atraen a las segundas y son
atraídas.
Dichas atracciones y repulsiones se debilitan cuanto más se alejan. Si la distancia
aumenta como en la proporción de los números 1, 2, 3, 4, la acción es 1, 4, 9 o 16
veces más débil.
Cuando se frotan juntos lacre y paño, se descompone una porción de la electricidad
natural incorporándose la positiva en el paño y la negativa en el lacre. Igualmente
sucede a todos los cuerpos que se frotan uno contra otro. Pero en algunos casos, toma
el mismo cuerpo unas veces la electricidad positiva y otras la negativa.
La electricidad así descompuesta no se introduce con igual facilidad en todos los
cuerpos. Los metales son buenos conductores, el agua y su vapor, la madera, piedra
y tierra, la conducen medianamente. Y finalmente el gas, resinas, azufre y vidrio son
pésimos conductores.
Cuando un cuerpo buen conductor posee un exceso de electricidad positiva o
negativa, esta se adhiere a la superficie del cuerpo en una capa muy delgada, cuyo
espesor relativo en cada punto puede calcularse. Este espesor es mucho mayor sobre
las aristas y remates del cuerpo que en todo el resto. La electricidad se esfuerza por
escaparse por dichos parajes, en proporción al cuadrado de los espesores de la capa.
Cuando el aire no puede resistir a dicho esfuerzo se manifiesta una chispa eléctrica
con cierto ruido y produce sobre los órganos una conmoción más o menos dolorosa.
Ordinariamente, esta evacuación es provocada por la atracción de cuerpos cargados
de diferente electricidad, y aún también en estado natural, porque el cuerpo en
cuestión obra por influencia sobre todos los que lo rodean. Y descomponiendo su
electricidad neutra, atrae hacia sí la de nombre contrario y rechaza la de igual
denominación.
Según Volta, poniendo en contacto dos metales, como por ejemplo el zinc y el cobre,
se opera la separación de las dos electricidades, incorporándose al zinc la positiva y
al cobre la negativa. Reuniendo varias de dichas parejas, ordenándolas igualmente y
separándolas por otros tantos cuerpos húmedos o capas líquidas, se obtiene lo que
se llama una pila de Volta, cuyas propiedades son muy notables.
Cuando una pila está en actividad, es decir, que han unido sus extremidades por un
hilo metálico de modo que se complete el circuito, se establece una corriente eléctrica
continua. Los hilos de metal pueden calentarse hasta quedar enrojecidos y aún

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Medios
reducidos a polvo por la acción de la corriente, la que descompone los líquidos y la
mayor parte de las combinaciones sólidas.
Pero lo que aún es más notable es que dicha corriente influye sobre la aguja
imantada, la que tiende a ponerse en cruz con el hilo atravesado por la corriente. Este
descubrimiento lo debemos a M. Oersted. Ampere descubrió que dos corrientes
eléctricas se atraen si marchan en la misma línea y se rechazan inversamente.
Posteriormente vio formarse un imán por infinidad de ligeras corrientes eléctricas
girando alrededor de las moléculas de hierro, todas en el mismo orden y en planos
perpendiculares a las líneas de las extremidades del imán. Seebek notó que, soldando
por sus extremidades hasta hacerles tomar la forma de un anillo, troncos de metales
de diversa naturaleza, y después calentando o enfriando una de las soldaduras, se
establece una corriente eléctrica que obra sobre la aguja de marear en igual sentido
que la pila de volta.
En vez de una sola pareja metálica, se pueden soldar varias, unas a continuación de
otras, las que compondrían un solo circuito. Para conseguir dicho objeto, se calientan
o enfrían las soldaduras de dos a dos, o bien se calientan las soldaduras pares y se
enfrían al mismo tiempo las impares, obteniéndose así una pila termoeléctrica.
(…)

Cuando se quiere hacer obrar la acción de los dos fluidos sobre un objeto, se reúnen
por medio de dos hilos de metal, poniendo en comunicación el primero de dichos
hilos con la plancha de cine, lo que da el fluido negativo, y el segundo hilo, en
comunicación con la plancha de cobre que da el positivo. Entonces, uniendo por sus
extremidades los dos hilos y poniéndolos en contacto con el instrumento sobre el que
se quiere que obre el fluido, por ejemplo, se obtiene un circuito o una corriente
constante de fluido eléctrico en dirección permanente de uno a otro polo de pila.

Hace pocos años que empezó a conocerse la rapidez de la electricidad, debiéndose su


apreciación a Mr. Wkeastone. Según este distinguido físico, es de ciento quince mil
lenguas por segundo y excede a la de claridad que solo es de setenta y ocho mil
leguas. La del ruido no es más que de 337 metros por segundo, de modo, que una
orden o señal enviada por el telégrafo eléctrico; podrá dar tres veces la vuelta al
mundo en igual espacio de tiempo que el que tarda la voz de un Comandante de
Batallón para llegar a oídos de sus soldados.

Vamos a entrar en la historia de los diversos sistemas de telégrafos eléctricos,


poniendo cuanto podamos por nuestra parte para ser claros en nuestras
explicaciones. En esta ocasión, siente Ahasverus su escasez de fortuna, por no poder
ilustrar su Revista con los diseños y gravados necesarios para la mejor comprensión
del texto; pero espera que la inteligencia del lector suplirá esta falta.

El primer sistema conocido de telegrafía eléctrica, fue el inventado por Lesage, de


Génova, en 1774.

El electro-motor era una maquina eléctrica, enroscada, de vidrio, circular, conocida


de todos; á cada una de las 24 letras del alfabeto estaba afecto un hilo particular,
habiendo tantos electrómetros como hilos. Los hilos estaban sumergidos en una
materia aislada y haciendo salir la descarga eléctrica de la maquina á través tal ó cual

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Medios
hiló, se obtenía en la extremidad opuesta el efecto representativo de tal ó cual letra
del alfabeto.

Este sistema se estableció en pequeña escala en las cercanías de Madrid, por M. de


Betancourt.

Veinte años después, en 1,794 el Aleman Reiser dio la descripción de un telégrafo


consistente en una máquina eléctrica y una mesa de vidrio, en la que estaban
incrustadas todas las letras del alfabeto.

Estas letras eran de metal y a cada una de ellas venia á parar un hilo de hierro aislado
dentro de un tubo de vidrio, puesto en comunicación por su otra extremidad con la
máquina eléctrica. Esparciéndose la electricidad sobre uno de los hilos, salía la chispa
entre él y la letra colocada en frente: así, quedaba avisado el corresponsal de que
aquella letra formaba parte de la comunicación.

El Doctor Salvá construyó en España un telégrafo fundado sobre este principio. Así,
se trasmitió una noticia a larga distancia, al infante D. Antonio.

Franklin concibió igualmente la posibilidad de emplear la electricidad en la


trasmisión de las comunicaciones.

La pila se descubrió en 1,800 por Volta, pasándose once años antes que se
propusieran aplicarla al telégrafo Sammering fue el primero que en 1811 concibió
dicha idea. En aquella época no se había aun descubierto el electro-magnetismo,
consistiendo el efecto más notable de la pila en la descomposición del agua.
Sammering ensayó utilizar este gran fenómeno en la transmisión de las
comunicaciones.

Su telégrafo tenía 35 hilos, 25 representaban letras y diez cifras. Cada hilo estaba
encerrado dentro de un tubo de vidrio y se sumergía dentro de un estanque de agua
destilada, que quedaba descompuesta desde que se establecía la corriente eléctrica
entre dos de dichos hilos. La extremidad que se sumergía en el agua se formaba de
una punta de oro, para impedir que se oxidase en demasía.

Solo valiéndose de combinaciones complicadas, ese conseguía formar palabras y


números.

En 1816 el doctor Coxe, de Filadelfia, hizo mención de la aplicación del galvanismo a


la construcción de los telégrafos; pero no dio ningún método práctico.

Doce años después de la invención de la pila por Volta, Ersted descubrió el


fundamento sobre el cual reposa todo este ramo de física, consiguiendo hacer obrar
permanentemente a la electricidad sobre el magnetismo. Vio, que la corriente
eléctrica desviaba de su posición a la aguja de marear, siendo apenas hecho este
descubrimiento, cuando Amperes ya preveía el empleo que iba a darle.

En el mismo año, el distinguido físico indica así en una memoria de la formación de


un telégrafo eléctrico.- “Poniendo en movimiento tantas agujas de marear como las
letras tiene el alfabeto y haciéndolas maniobrar por medio de conductores que se

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Medios
comunicasen sucesivamente con la pila, ayudados por las teclas de una clave que se
podría basar convencionalmente, se obtendría una correspondencia telegráfica que
salvaría todas las distancias y sería tan rápida como la escritura o la palabra.

Sin embargo, aún quedaba por hacer otra invención para que la telegrafía-eléctrica
poseyese todos sus elementos, era, la de un instrumento que multiplicando las
fuerzas eléctricas magnéticas, fuese sensible a las menores huellas de este agente;
dicho instrumento, es el multiplicador o galvanómetro.

Schweiger lo inventó poco después del descubrimiento de Ersted.

Posteriormente, Nobili hizo en él mejoras, que contemplaban su sensibilidad.

Doce años transcurrieron desde el descubrimiento de Ersted, hasta que recibió la


primera aplicación, en algunos instrumentos de física.

En 1832, el baron de Schilling estableció en San Petersburgo un telégrafo electro-


magnético, cuyo aparato consistía:

1° En cierto número de hilos de platina, aislados, y reunidos por una cuerda de seda.

2° En las primeras estaciones, en agujas de marear iguales en número a las letras del
alfabeto, colocadas en posición vertical al centro del multiplicador, y
correspondiendo con los hilos.

3° En la estación siguiente, en un teclado en que cada una de las letras correspondía


con uno de los hilos, por medio de los cuales, con ayuda de la pila de volta, se
establecía la comunicación entre el hilo que se elegía.

Además, Mr. Schilling unió a dicho aparato un juego de campanitas, destinado a


avisar al corresponsal en el momento en que empezaba a expedirse la comunicación.
Al ponerse en movimiento la primera punta de aguja, empujaba a una bolita de
plomo, que era la que ponía en movimiento al avisador.

La muerte de Mr. Schilling, impidió que este experimento practicado por él ante el
emperador de Rusia, se ensayase en mayor escala.

En marzo de 1837, un diario inglés (of Popular Education), publicó el primer sistema
de telegrafía-eléctrica de Wheatstone. Poco tiempo después, este señor se asoció a
Mr. Cooke, cuya atención se había ya fijado sobre la misma idea. Obtuvieron un
privilegio de invención y procedieron a establecer una línea telegráfica entre las dos
primeras estaciones del ferrocarril de Londres a Birminghan.

Su telégrafo se componía como el de Schilling de cinco hilos conductores, otras tantas


agujas, una pila y un teclado; reemplazándose el juego de campanitas por una
campana de aviso, que se hacía sonar por un martillo que se desprendía súbitamente
de su asiento.

El fluido de los cinco hilos conductores obraba sobre otras tantas agujas de marear,
por medio de la acción electro-magnética producida por la pila; y combinándose dos
a dos o tres a tres, producían 200 señales diferentes, de las que se transmitían treinta

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Medios
por minuto. En la estación en donde se transmitía la comunicación, había un teclado
con tantas teclas como letras tiene el alfabeto: poniendo el dedo sobre una tecla
cualquiera, el movimiento de las agujas representaba la misma letra en la otra
estación.

Mr. Morse autor del telégrafo americano, el primero que trasladó al papel las
comunicaciones valiéndose de la electricidad y que redujo los conductores a un solo
circuito eléctrico, dice, que en 1822 durante un viaje de Europa a América, fue cuando
concibió el plan de su aparato.

He aquí los términos en que se comunicó su invención a la Academia de Ciencias de


París, en el año 1838.

Dejemos hablar a Mr. Arago.

“El telégrafo de Mr. Morse, emplea solo un circuito eléctrico. En la extremidad


del circuito en que deben recibirse las comunicaciones, hay un aparato llamado
relator. Consiste en un electro-imán cuyo hilo forma la prolongación del hilo del
circuito: el armazón del imán, está sujeto al extremo de una palanquita cerrada en su
extremidad opuesta con una punta de acero: bajo esta punta, hay una tira de papel
que girando horizontalmente sobre el tubo de un cilindro sostenido por cierto
número de ruedas, se para también discrecionalmente.

En la otra extremidad del circuito, es decir, en la de donde deben partir las


comunicaciones, hay un aparato llamado pos-componedor: consiste en una pila, en
cuyos dos polos termina el circuito. Cerca de la pila, se destroza una porción del
circuito; desunidas las dos extremidades, se introducen en dos vasos de mercurio,
contiguos, que por medio de una horquilla unida a la extremidad de una palanca,
puede discrecionalmente ponerlas en comunicación o separarlas una de otra, de
modo que el circuito queda cerrado o roto, cuando se quiera.”

El juego del mecanismo, es el siguiente:

Cuando está cerrado el circuito o la corriente del fluido eléctrico, entonces el


electro-imán se halla cargado de electricidad y atrae hacia sí a una pequeña plancha
de hierro dulce que le está sobrepuesta y remachada a la extremidad de la palanca.
El movimiento alternativo de arriba abajo, operado sucesivamente por la imantación
y desimantación del electro-imán, hace que la punta de acero colocada encima y al
otro extremo de la palanca toque al papel que pasa alrededor del cilindro asentado
en la palanca. Cuando se interrumpe el circuito, cesa el magnetismo del electro-imán
y el armazón vuelve á su posición primitiva por el efecto de un resorte que bajándose,
aleja del papel la punta de acero. Cuando se cierra y abre rápidamente, la punta
reproduce sobre el papel solo puntos sencillos; pero si al contrario queda cerrado
cierto tiempo, la punta marca una línea tanto más larga cuanto mayor es el tiempo
que está cerrada. Finalmente, no estando cerrado el circuito, no queda nada marcado
sobre el papel.

Estos puntos, líneas y espacios blancos, dan lugar a formar gran variedad de
combinaciones.

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Medios
Valiéndose de estos elementos, formó Mr. Morse un alfabeto ad usum: bajo
cuyas reglas, se escribirá por medio de los signos siguientes:

A . ----- B ------ … C… D ------ .. E. F ------ . etc.

Se trazan cuarenta de esos caracteres por minuto.

Consiste el complemento de este sistema, en establecer la comunicación de las


pilas por teclas que descansan sobre un cilindro que se mueve con celeridad
compasada. Cada tecla correspondiente a una letra, encuentra una alternativa de
partículas metálicas conductoras de electricidad, que interrumpen y restablecen
alternativamente la corriente eléctrica, durante un intervalo de tiempo
correspondiente a la forma que debe tener la letra o signo.

También se puede reemplazar la punta de acero por una pluma o lápiz


dispuesto al efecto.

El sonido de una campanilla puesta en acción por el mecanismo, sirve también


en este sistema para anunciar que va a empezar la comunicación. La distancia a que
se ensayó esta especie de telégrafo fue de diez millas inglesas (cuatro francesas).

Presenció dichos experimentos una comisión del Instituto de Franklin, de


Filadelfia, y un comité nombrado por los Estados Unidos. Los informes de las dos
comisiones fueron muy favorables. El comité del Congreso propuso se destinasen
150.000 francos para un ensayo en gran escala de este medio de comunicación. Los
gastos de instalación, se graduaban según Mr. Morse, en 14.000 francos por legua
francesa. La máquina que debía establecerse en cada extremidad no debía exceder su
coste, de 1.500 francos, calculando en medio siglo la duración de los hilos una vez
colocados.

En 1838, estableció Stimbel, un telégrafo cuyas condiciones describiremos


sumariamente.

La longitud de la distancia era de una y tres cuartos legua alemana. Empleaban


como motor una máquina de rotación parecida a la de Clark (rozamiento de un
electroimán contra un imán fijo) que también producía electricidad, el hilo era de
cobre y tenía 36.000 pies de largo y tres cuartos de línea de espesor. Este hilo
formaba en las diferentes estaciones, de 400 a 600 revoluciones alrededor de una
aguja imantada, reposando sobre un eje vertical.

Últimamente, habiendo notado Stimbel que la tierra puede servir de


conductor a la electricidad, (igualmente que los metales) el único hilo que empleaba,
terminaba en cada extremo por una plancha de cobre de seis pulgadas enterrada en
el suelo.

Según Steingel, la resistencia o repulsión eléctrica del suelo era tanto menor
cuanto más aumentaban la superficie de las planchas enterradas.

Las señales telegráficas eran producidas por la desviación que imprimía la


corriente a las agujas colocadas en los multiplicadores de cada estación, según en el

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sentido que era dirigida la corriente, lo que dependía del lado hacia donde giraba la
rotación que se imprimía a la máquina magnética: desviándose las agujas a derecha
e izquierda. Al moverse las agujas, hacían sonar unas campanillas colocadas a su
inmediación, de las que cada una daba un sonido particular, y bien diferente de la
inmediata. Este es el telégrafo electromusical: pero Steingel no se limitó a la
producción de este sonido fugitivo; quiso fijarlo trazando sobre el papel líneas que lo
conservasen en la memoria. Logró su objetivo, haciendo avanzar por medio de la
desviación de las agujas de imantar, dos pequeños tubos puntiagudos provistos de
una tinta especial. A cada campanillazo se avanza una de las puntas, contra una
banda estrecha de papel que se mueve lentamente con marcha uniforme, y marca un
punto bien diferente, que denota el sonido que acaba de hacer oír la campanilla. Las
notas que deja cada punta están sobre la misma línea, habiendo en consecuencia
marcadas dos líneas de notas.

Combinando los sonidos y las notas hasta cuatro, obtuvo Steingel un alfabeto
gráfico y fónico, con el cual podían escribir todas las palabras y cifras de la lengua
alemana.

Después de cada desviación, volvían las agujas a su primitiva posición por la


acción de las fuerzas magnéticas de dos pequeños imanes reguladores.

[Conclusión]

En 1840 y 42, los experimentos de Setinhel Weatstone causaban notables


mejoras en su primer telégrafo de 1837; pero no se ocupó de hacer entrar la tierra en
el circuito eléctrico. Se hicieron los experimentos en octubre de 1840, en el
observatorio de Bruselas.
Su aparato, formado primitivamente de cinco hilos conductores, componíase
después solo de dos, los que entraban en tubos de hierro, mientras que en la telegrafía
actual quedan al aire libre. Las cinco agujas cuyos movimientos combinados servían
en el primer telégrafo para formar señales, se habían reemplazado ventajosamente
por un cuadrante circular de metal colocado en cada una de las estaciones. Estos
cuadrantes contenían las distintas letras del alfabeto.
En cualquiera de las estaciones que conduzcan indiferentemente una letra del
cuadrante llamado transmitidor delante de un indicador, la letra correspondiente
del cuadrante llamado receptor asentado en la otra estación, se colocaba
instantáneamente por la acción de la corriente eléctrica de la pila, en comunicación
con los dos cuadrantes, delante de un indicador semejante, parándose allí un
momento por efecto de la interrupción de la corriente eléctrica, operada por medio
de una sustancia aisladora y no conductora, puesta en contacto con dicho motor, en
un momento dado.
En aquella época, Weatstone anunció haber descubierto el medio de que un solo
reloj transmitiese la hora que marcaba a todas las casas de una ciudad.

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Medios
Llamó la atención sobre la simplificación que introducían las líneas telegráficas
en la determinación de las longitudes: una de las operaciones más delicadas de la
astronomía práctica.
Bien quisiera decir algo del telégrafo de Mr. Vial; pero, sin láminas
demostrativas que faciliten la comprensión de las explicaciones, creemos imposible
hacer la descripción del mecanismo.
Este sistema de telégrafos, admirables por sus resultados, no puede ponerse en
práctica constantemente; siendo una complicación tal la construcción del
instrumento, que es susceptible de descomponerse fácilmente: además, es poco
rápido su movimiento-mecánico.
Para completar la historia de la telegrafía, restanos examinar el telégrafo de Mr.
Jacobí, antes de pasar al de Mr. Bain.
Mr. Jacobí estableció su telégrafo en S. Petersburgo, en una distancia
aproximadamente de 25 kilómetros. Lo mismo que Weatstone, empleó un circuito
enteramente metálico. Pero, su aparato difería de los descritos anteriormente, en que
los hilos en vez de reposar sobre pilares quedaban hundidos en tierra, cuidando de
rodearlos de una capa exterior de resina, a fin de que quedasen aislados.
Experimentos hechos en 1842 en una distancia de 9 kilómetros demostraron a
Mr. Jacobí que según había convenido Steinhel, podía la tierra reemplazar al segundo
hilo conductor, aún siendo largas las distancias.
El hilo enterrado remató en una de las estaciones en una plancha de cobre y en
la otra de zinc: la intensidad fue doble de la que es generalmente en el caso de servirse
de los hilos.
En la telegrafía de Jacobí basta tocar una de las teclas de la clave para que las
señales aparezcan a un tiempo en las dos estaciones, trazada con exacta regularidad
sobre una planchita de vidrio sin pulimentar. A cada señal acompaña un
campanillazo que sirve de aviso. Este telégrafo funciona por medio de una pequeña
pila galvánica.
Mr. Bain imaginó un telégrafo en el que no solo entra la tierra en el circuito y
sirve a la transmisión de la corriente; pero aún reemplazando a la pila engendra el
fluido eléctrico.
Todo el aparato motor se reduce a un hilo subterráneo que termina en cada
extremidad por una plancha de cobre (positiva) y otra de zinc (negativa) enterradas
igualmente cada cual en una estación diferente. El único electro-motor es la tierra
comprendida entre las dos estaciones.
En Inglaterra se empleó este ingenioso sistema sobre un rail-way. Sumergíanse
en el agua dos planchas, una de cobre y la otra de zinc; la segunda en Londres y la
primera en una estación distante unos diez kilómetros. Reuníanse las dos planchas
por un hilo de cobre, habiéndose establecido con gran regularidad la comunicación
entre las dos estaciones. M. Bain observó que la corriente eléctrica es tanto más

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
intensa cuanto es mayor la extensión de la tierra que separa a las dos planchas; pero
la cantidad de electricidad es menor. Según estos experimentos basta que tengan las
planchas cada una 26 centímetros cuadrados de superficie.
Esta sucinta explicación prueba lo bastante que en el sistema de Mr. Bain se
transmiten las señales telegráficas por un proceder completamente inverso del usado
en los sistemas precedentes.
En ellos el movimiento del mecanismo que escribe la comunicación se
determina por el establecimiento de la corriente eléctrica; sucediendo lo contrario en
el de Mr. Bain por la interrupción de la corriente, o sea fenómeno de inducción.
Esta diferencia resulta evidentemente de la que existe en la combinación de los
aparatos. En los sistemas escritos anteriormente, cuando no opera el telégrafo
ninguna corriente eléctrica recorre su espacio. Cuando se desea que funcione, se
pone en acción a la pila la que produce la corriente, mientras que en el sistema de
Mr. Bain determinándose la corriente por la misma tierra, coincide el movimiento
del fluido eléctrico con el estado de inacción del aparato. Cuando se ha de transmitir
una comunicación, es necesario interceptar la corriente.
Completase el sistema de Mr. Bain por medio de mecanismos colocados
parcialmente en cada estación. Dichas máquinas que componen parte de porción
metálica del circuito, constan:
1. De un aparato que impulsa a una aguja semejante a la de un reloj, la que gira
sobre un cuadrante en el que se hallan marcados los diversos caracteres
alfabéticos convencionales, representados por puntos o marcas diferentes.
2. De un aparato que mueve a una campanilla al transmitir cada señal
3. Finalmente, de un aparato que imprime la comunicación.
El mecanismo que transmite el movimiento a la aguja es un mecanismo
parecido al de un reloj, movido por pesas.
Un fiador lo obliga al reposo mientras dura la corriente eléctrica. Cuando esta
se interrumpe, el fiador opera a un ligero movimiento de rotación que despeja el
movimiento del reloj. Las pesas se mueven, la aguja marcha y empieza la transmisión
de la comunicación.
Al llegar la aguja frente a una señal o letra que compone parte de la
comunicación, basta restablecer la corriente para que se paren las piezas que están
en movimiento. Al instante empiezan a jugar las piezas de sonido y desde que hieren
a un timbre de resorte, empieza a funcionar el aparato de impresión, dejando
marcada la señal sobre una cinta de papel enroscada alrededor de un cilindro
giratorio en el lugar donde se paró la aguja.
Terminada la frase, queda al mismo tiempo impreso un punto sobre el papel, y
después de medio minuto de espera, continúa imprimiéndose la comunicación.
La impresión se opera por medio de dos tipos engastados por la parte de afuera
a la extremidad de los rayos sobre la superficie cubierta de una rueda. Los tipos están
ordenados y la rueda conducida de tal suerte por el mecanismo que mueve a la aguja,

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
que cuando se comunica sobre el cuadrante una señal, se representa sobre la cinta de
papel en la que debe quedar marcada.
Mr. Bain modificó posteriormente su sistema de impresión y esta importante
modificación fue el objeto de una memoria, escrita por M. Leverrier a la academia de
Ciencias, la que se imprimió en el Moniteur de primero de Julio de 1850. Este último
sistema es el que emplea los Estados Unidos, en donde se transmiten por dicho
proceder largos artículos publicados diariamente en los periódicos.
En algunas líneas de Francia usan hoy el segundo sistema de telégrafos
eléctricos de Weatstone, de cuadrante alfabético en cobre de 20 a 25 centímetros de
diámetro, con aguja indicadora de las letras que han de componer la comunicación
que se ha de transmitir; sistema modificado por Breguet y Arago.
Como lo hemos visto, Weatstone hacía pasar los dos hilos conductores dentro
de tubos de hierro pero actualmente quedan al aire libre, sostenidos por pilares de
madera clavados en tierra de distancia en distancia a lo largo del camino de hierro,
en cuyas estaciones se hallan los cuadrantes telegráficos, dirigidos por empleados
dependientes del ministerio del interior, encargados de la recepción y transmisión
de las comunicaciones administrativas y privadas.
En el cuadrante alfabético de Weatstone, la letra designada por el indicador de
partida venía a colocarse ella misma por el movimiento de rotación del cuadrante,
delante de un indicador semejante. En consecuencia, de modificación de este
sistema, se mueve la aguja del cuadrante por la corriente magnética que se para sobre
la letra correspondiente del cuadrante, que por este medio, queda fija.
Una campanilla de aviso forma parte del mecanismo y movida por el fluido
previene al estacionario receptor que se va a transmitir una comunicación.
En cuanto al motor, es la pila de Volta reducida a cuatro elementos suficientes
a producir la cantidad de fluido necesario para establecer la corriente y obrar sobre
el mecanismo de los cuadrantes.
Tal es el telégrafo que funciona en Francia desde 1850.
El primer telégrafo eléctrico que se inauguró fue en París a Rouen. Cuando los
dos hilos sostenidos por pilares de dos metros de elevación, colocados de distancia a
distancia a lo largo del ferrocarril, quedaron casi dispuestos de una a otra estación y
los cuadrantes magnéticos puestos en acción, Mr. Breguet escribió desde Rouen a
Mr. Arago cologado en la estación de París: - Cómo os hallais? a lo que contestó el
distinguido astrónomo: Bien y fumando un cigarro.
Esta comunicación se obtuvo en un minuto.

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Medios

1.5. La fotografía.
Julio Moyano -Alejandra ojeda

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
1.4. La fotografía
ORÍGENES DE LA FOTOGRAFÍA

Julio Moyano

En esta sección dialogaremos con textos clásicos referidos a la gran innovación que
significaron, por un lado, los grandes avances científico-técnicos en los inicios de la
primera revolución industrial, y por otro, los grandes cambios en las prácticas
sociales y culturales acaecidas en el marco de la expansión de las sociedades
burguesas europeas desde mediados del siglo XVIII y sobre todo desde el siglo XIX.

El ímpetu científico - técnico desplegado a todo lo largo de la edad moderna -es


decir, en tiempos de absolutismo aristocrático y desarrollo del capitalismo
mercantil-

Antecedentes

La reproducción de imágenes visuales acompaña a la humanidad desde la


prehistoria, bajo la forma de pintura, dibujo y otras artes visuales. La fotografía
como técnica de reproducción a partir de procesos ópticos y químicos, en cambio,
es mucho más reciente, contemporánea del ascenso de la sociedad burguesa en los
siglos XVIII y XIX, la primera revolución industrial y del desarrollo de las ciencias
experimentales modernas. Algunos antecedentes de la misma, sin embargo, son
más antiguos. Algunos de ellos son las proyecciones de sombras en movimiento
sobre una pantalla, propia de una variante del arte dramático chino desde la
antigüedad (sombras chinescas), la proyección sobre un plano por efecto de un haz
de luz sobre imágenes sobre papel traslúcido o vidrio (linterna mágica) y muy
especialmente, la cámara oscura.

La cámara oscura

La palabra cámara proviene del latín “camera”, que significa ‘habitación’ o


‘cámara’. Algunas lenguas romances –incluidas algunas variantes latinoamericanas
del castellano- conservan el término “cámara” como sinónimo de habitación o
ambiente de una vivienda, así como “recámara”, referida al dormitorio,
diferenciación que en la edad moderna sostiene la búsqueda de mayor privacidad e
intimidad: la ‘cámara dentro de la cámara’.

La cámara oscura era, como su nombre lo indica, una habitación cerrada al paso de
la luz, excepto por un pequeño agujero en el centro de una de sus paredes. La luz
producía un efecto curioso: en la pared interior opuesta al agujero proyectaba una
imagen de aquellos objetos que se hallaban frente al mismo fuera de la habitación.
La imagen era borrosa, dependía de que la fuente de luz fuese muy potente (luz
solar a pleno día o fuego) y además aparecía invertida (lo de abajo arriba y
viceversa). El fenómeno produjo, sin embargo, un enorme interés entre los sabios

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Medios
de la antigüedad, con fines artísticos, científicos o lúdicos. Hacia el año 300 A.C. el
filósofo griego Aristóteles utilizó la cámara oscura para estudiar los eclipses de sol.
Los artistas utilizaron este fenómeno como técnica para esbozar en el plano las
imágenes proyectadas por la cámara, así como para generar espectáculos
proyectados en una habitación oscura y para generar juegos luminosos (linterna
mágica). Es por este uso que la cámara reduce su tamaño hasta convertirse en una
pequeña caja. A comienzos de la modernidad se le incorpora una lente al orificio
para mejorar la nitidez de la imagen. Leonardo Da Vinci se interesó por el fenómeno
y lo utilizó él mismo como recurso para pintura y astronomía, apuntando que
mientras la imagen era reducida y más pequeña, conservaba las proporciones de
forma, tono y color; Giovanni Della Porta sistematizó el uso de la lente, y el jesuita
alemán Athanasse Kircher (1602-1680) construyó una linterna mágica para
proyectar palabras.

I.1. Cámara oscura de fines del siglo XVIII, utilizada en pintura, arquitectura y otras
artes visuales, así como en astronomía.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Sombras chinescas y linterna mágica

Una fuente de luz encauzada por un tubo o caja angosta permitía proyectar la
misma sobre un plano. Bastaba entonces colocar lo que deseaba proyectar sobre un
soporte translúcido o transparente, usualmente papel manteca o vidrio, para crear
una Linterna mágica.

Como puede observarse en los modelos más recientes, film de celuloide, acetato de
seguridad fotográfico, o papel manteca, podían utilizarse con este fin. Estas
imágenes eran fijas. Las sombras chinescas, en cambio, jugaban con el movimiento
de las formas generadas por el contorno de las sobras a contraluz sobre una
pantalla. Esta técnica es considerada un antecedente de la reproducción de la
imagen movimiento.

En las imágenes 63, 64, 68 y 69 veremos ejemplos de la misma, y en las 70 a 75


algunas evoluciones de la linterna mágica que preparan el interés por los
espectáculos de proyección.

Crisis del feudalismo y ascenso de la sociedad burguesa

En el texto de Giselle Freund hemos estudiado el gran auge de las técnicas del
retrato, el cual entre mediados del siglo XVIII y mediados del siglo XIX tiende a
hacerse accesible a las amplias capas burguesas de las ciudades. Las nuevas técnicas
se hallan disponibles inicialmente para los nobles, pero pronto son apropiadas por
los nuevos agentes sociales.

I.2. Retrato tradicional de Federico II I.3. El mismo Federico II. La miniatura


de Prusia, siglo XVIII. comienza a usarse en la nobleza.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En la imagen 2 vemos un retrato de Federico II de Prusia (1712-1786), con técnicas
pictóricas y pose típicamente nobiliarios. En la imagen 3 vemos al mismo personaje,
pero ahora protagonista pionero de un retrato miniatura, técnica que surge y se
expande en este mismo siglo, inicialmente entre los nobles.

I.4. I.5.

I.6. I.7.

Fines del siglo XVIII y comienzos del XIX: Las miniaturas se extienden a la baja
nobleza y a la burguesía.

Las imágenes 4 a 7 nos muestran otros estilos de miniatura, pero también el acceso
a ellas de nuevos tipos de personajes plebeyos.

121
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.9. I.10.

I.11. I.12.

I.8. Hermosa silueta del médico En la primera mitad del siglo XIX la
William Heberden, amigo personal silhouette se torna accesible a la burguesía
del rey George, fines del siglo XVIII. y capas medias urbanas, aunque paga el
precio de una creciente simplicidad.

Lo mismo sucede con la técnica de la silueta o “silhouette”: Las primeras técnicas


manuales suelen aplicarse a personajes nobles o ligados a la nobleza, en tanto que
a medida que avanza el siglo XIX se nota el influjo de las nuevas técnicas de origen
fotográfico, y se hacen presentes los protagonistas típicos de los burgos europeos.

La imagen 8 nos muestra una silueta del prestigioso médico William Heberlen
(1710-1801), tomada a fines del siglo XVIII. Heberlen era cercano a la corte y al rey
George III.

Las imágenes 9 a 12 muestran una secuencia temporal hasta mediados de siglo


XIX. Vemos una creciente mecanización del proceso, simplificación del producto y
cambio de protagonistas, en el mismo sentido que la serie anterior.

La imagen 16, finalmente, muestra una silueta de Horacio Quiroga realizada en


París en 1900. La silueta se conserva aún hoy como curiosidad artística y también
como técnica fotográfica aprovechando el uso del contraste (imagen 17).

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.16. Una silueta de


Horacio Quiroga
realizada en París en
1900. La silueta se
conserva aún hoy como
curiosidad artística y
también como técnica
fotográfica
aprovechando el uso del
contraste.

I.17. Uso artístico actual


de la silueta.

Una técnica mixta de registro de contorno y pintura es el fisionotrazo, que comienza


a utilizarse en la última década del siglo XVIII (fue inventado por Chretien en 1786)
y que favorece la expansión del retrato por la notable disminución de su costo, así
como el tiempo de pose, aún a costa de la calidad.

En las imágenes 13 a 15 podemos observar dos fisionotrazos con distinta técnica


artística, y un croquis del aparato que servía para hacerlo exitosamente.

123
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.13. I.14. I.15.

Ejemplos de fisionotrazo y croquis del dispositivo para hacerlo

Investigaciones químicas

Durante el siglo XVIII, tan productivo en la historia de la química, se realizaron


estudios acerca de ciertos compuestos con plata, en especial el nitrato y el cloruro,
que poseían ciertas propiedades de sensibilidad a la luz. El origen de estos
conocimientos es incierto y anónimo, hundiendo sus raíces en la alquimia y la
farmacia. Pero fueron los británicos Thomas Wedgwood y Humphry Davy quienes,
tal cual sucedía en otros campos del saber, sistematizaron con rigor científico sus
experimentos, hacia finales de este siglo, con la intención de obtener imágenes a
partir de las reacciones de estas sustancias a la luz. Utilizando papel impregnado de
cloruro de plata lograron reproducir objetos de formas sencillas y contrastantes
como perfiles humanos, siluetas de hojas y cuadros en la pared. Las imágenes, sin
embargo, duraban poco tiempo. Expuestas a la luz ambiental, el papel se ennegrecía
por completo. La inquietud por lograr una reproducción permanente continuó a
comienzos del siglo XIX, impulsada por la creciente investigación científica en el
campo de la química y de la óptica, así como por el requerimiento cada vez más
amplio de retratos.

Niepce

Niepce, nos dice Freund, dio pasos decisivos inspirado por una nueva técnica para
reproducir dibujos: la litografía, que llegó a Francia en 1814.

La imagen 18 nos muestra una litografía de Aleksander Orlowsky, “Retrato de


Denis Davydov”, correspondiente al año 1814. Se trata de una técnica de

124
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
reproducción de altísima calidad para su tiempo, y muy económica. Niepce probó
con numerosos soportes (comenzando con piedras) y emulsiones, y logró en 1816
la primera fotografía de la historia, aunque aún no sabía cómo hacerla permanente.
Entre 1824 y 1827 obtuvo, tras muchos intentos, las primeras imágenes
conservables.

I.18. Litografía de A. Orlowsky, 1814.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.19. I.20. I.21.

Primer heliografía conservada y restauraciones. Corresponde al año 1826.

En la imagen 19 vemos la reproducción de la heliografía más famosa de este


momento pionero, en tanto las imágenes 20 y 21 muestran las diferencias entre las
versiones original y las resultantes del retoque restaurador sobre una fotografía
realizada al original. Se trata del patio de la casa de Niepce. Como puede observarse,
la imagen no logra superar la calidad visual ni el nivel de detalle que puede producir
un litografista cuando crea o copia.

I. 22. “Extravagancias”, Litografía de Hipólito Bacle de 1834

La imagen 22 muestra, por ejemplo, una litografía contemporánea a estos primeros


logros de Niepce, realizada en Buenos Aires por Hipólito Bacle.

126
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I. 23. I.24.

23 y 24: Dos pinturas de Niepce, una de 1795 en pleno auge de la miniatura, y otra ya
viejito, cuando ya existía la heliografía pero aún no podía hacerse retratos de buena
calidad con ella.

En las imágenes 23 y 24 vemos al propio Niepce pasar de protagonista de una


miniatura en 1795 a serlo de un óleo en su madurez ya que su invento aún no
permitía retratar con libertad y calidad.

I.25. I.26. I.27.

Retrato Heliografía de una “naturaleza Aparato heliográfico


Cardenal muerta” utilizado por Niepce
D’Ambroise.

Un fisionotrazo del cardenal D’Amboise requirió, tras la heliografía, el trabajo de


un grabador sobre zinc (imagen 25). En las imágenes 26 y 27 vemos otra
heliografía, esta vez tomando una naturaleza muerta, y la cámara que se utilizó: una
cámara oscura sumamente rústica según los parámetros de nuestro tiempo.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Daguerre

Hemos visto que el perfeccionamiento de la heliografía fue logrado por Daguerre


después del fallecimiento de Niepce. Daguerre logra avances decisivos ya en 1833,
y en 1839 patenta su innovación con el nombre de daguerrotipo. El carácter único
de la pieza copiada hace que muchas obras de gran belleza lleguen a nuestros días
rayadas o deterioradas y sólo a través del retoque digital suele recuperarse tales
imágenes.

I. 28. I.29. Vista del Boulevard del Templo, 1839,

Daguerre pudo fotografiarse con


la técnica del daguerrotipo,
mucho más precisa que su
antecesora. El problema de la
imposibilidad de múltiples
copias, sin embargo, genera
imágenes sometidas al riesgo de
rayado o mancha.

Vista del Louvre.

En la imagen 28 vemos un retrato de Daguerre hecho en daguerrotipo, con


algunas marcas y rayaduras. La imagen 29 (vista del Boulevard del Templo) nos
permite constatar cuánto había mejorado la capacidad de reproducir fielmente la
imagen en 1839.

128
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.28b. Registro de bebé fallecido. I.28g. Edgar Alan Poe

I.33.

I.28c.

Un sujetador para aguantar inmóvil el Registro científico de fósiles.


proceso de exposición a la cámara, utilizado
por el emperador Pedro I de Brasil.

Las imágenes 28 a 33 ejemplifican los primeros usos sociales del daguerrotipo,


según la propuesta del mismo Daguerre: uso científico, uso artístico (estudios
previos a pinturas y esculturas) y cultural (dar a conocer obras, paisajes y
monumentos) y el retrato, en el cual se utiliza el coloreado a mano tanto como en
las técnicas que le precedieron, dentro de los límites que impone trabajar sobre la
placa metálica. También se reproducen usos antropológicos que tienen relación con
el resguardo de la memoria visual de los seres queridos en sus últimas despedidas
(imagen 28b), y usos científicos antropométricos (imagen 28 c).

129
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.31. Estudio para I.32. Estudio para 32b Fotografía


escultura pintura antropométrica (la imagen
del ejemplo es posterior al
período descripto aquí).

El sistema de Daguerre se expande por el mundo occidental en forma inmediata. A


Brasil (Bahía y Río de Janeiro) llegará en 1839 y a Montevideo a comienzos de 1840,
viéndose demorado el ingreso a Buenos Aires hasta el año siguiente debido al
bloqueo naval anglofrancés.

I.28f. Daguerrotipo I.28d. Retrato de I.28. Urquiza


colobiano coloreado, Sarmiento
anónimo.

130
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I. 28dD. imagen del Sr. I. 30b. Palacio imperial en Río de Janeiro,


Otero, Gobernador de Salta, daguerrotipo, 1840.
Buenos Aires, 1845

En la imagen 30b podemos apreciar el palacio imperial en Río de Janeiro, en un


daguerrotipo tomado en enero de 1840, alcanzando ya la nitidez y legibilidad de la
litografía (imagen 22, litografía humorística de la misma época hecha en el taller
de Hipólito Bacle, Buenos Aires). Las imágenes 28c a 28g nos muestran retratos
de mediados de siglo en Argentina, Estados Unidos y Colombia. Los daguerrotipos
son pronto superados por nuevas técnicas fotográficas. Continúan existiendo, sin
embargo, como opción artística. El artista plástico tucumano Carlos Darío
Albornoz, especialista en fotografiado antiguo utiliza, entre otras técnicas, el
daguerrotipo (imágenes 34 y 34b).

I. 34 y 34b. El daguerrotipo aún existe como forma de expresión artística. En esta


imagen, un hermoso trabajo actual del artista argentino Carlos Darío Albornoz.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
William Talbot

También durante la década de 1830, mientras Daguerre buscaba perfeccionar su


invento, el británico William Talbot lograba nuevos avances. Entre otros logros,
revolucionó el arte fotográfico al organizar un sistema en soporte papel con un
negativo que permitía lograr infinidad de copias de una misma exposición, e
inventó el procedimiento que permitía evitar la reacción de la parte del papel con
emulsión que no se expusiese directamente a la luz. Mejoró, además, el tiempo de
exposición necesario, reduciéndolo notoriamente, y la calidad de la imagen. Talbot
llamó a su invento “calotipo” y lo presentó el mismo año 1839 en que Daguerre
presentó el suyo.

I.36. “Naturaleza muerta”. I.37. Paisaje urbano.

I.35. Retrato calotípico


de Talbot

I.38. Registro botánico. I.41. Registro de


obra.

I.39. Calotipo coloreado I.40. Retrato antropológico, I.42. Sujetador para


a mano. calotipo. retrato, calotipo.

132
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En las imágenes 35 a 42 puede constatarse el mejoramiento de calidad que
significó su aporte. En los ejemplos: Retrato del mismo Talbot, naturaleza muerta
(still living), un estudio botánico (la profesión de Talbot era la botánica),
monumentos, retratos de interés familiar (uno de ellos coloreado a mano), retratos
de interés histórico-antropológico. De la botánica provenía también la científica
Anna Atkins, cuyo libro Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions es
el primero publicado con ilustraciones fotográficas. Discípula de Talbot, Atkins
utilizó distintas técnicas de registro botánico. Para este libro optó por el cianotipo,
una impresión que se logra por contacto directo del objeto a registrar con el papel
emulsionado. Luego cada original fotográfico debía insertarse en la encuadernación
de cada ejemplar del libro.

Nuevas indagaciones técnicas

Con la enorme aceptación que adquirió la fotografía en la vida social de la segunda


mitad del siglo XIX, las investigaciones para mejoras técnicas no se hicieron
esperar. La cantidad de innovaciones y variantes en paralelo es numerosa –y no la
agotaremos aquí- abarcando mejoramientos en calidad y velocidad de elaboración
de emulsiones, obturación, costo de los soportes, calidad del registro fotográfico,
creación de placas más versátiles para su manipulación, capacidad de copiado, y
sobre todo, costos.

Un avance fundamental fue el reemplazo del metal por vidrio como soporte de la
emulsión. Este cambio impactó en los costos, el tiempo de exposición y la
posibilidad de realizar copias de calidad a partir del original. Con ello pudo
experimentarse mejoras en las emulsiones químicas.

Apenas una década más tarde de la irrupción del daguerrotipo y del calotipo,
comenzó a desarrollarse la técnica del colodión húmedo, decisiva en las décadas
siguientes. Desarrollado por el francés Gustave Le Gray y el británico Frederick
Scott Archer a comienzos de la década de 1850, permitió no sólo generalizar el
vidrio como soporte sino reducir el tiempo de exposición a pocos segundos. El
colodión húmedo lograba las ventajas de cada uno de sus dos predecesores -calidad
de imagen y posibilidad de copia- y a su vez evitaba las desventajas. Pronto se
desarrollarían laboratorios móviles que el fotógrafo llevaba a los sitios de trabajo,
incluso frentes de guerra, como sucedió novedosamente en la guerra de Crimea,
primer conflicto en el que los periódicos presentaron dibujos basados en
fotografías.

El colodión húmedo utilizaba nitrato de plata para sensibilizar y sulfato de hierro


amoniacal para revelar. Se denomina colodión por formarse un barniz que debía
desplegarse como una película húmeda sobre las placas. La humedad del material
durante todo el proceso era una condición imprescindible.

133
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Las décadas de 1850 y 1860, por ello, muestran una generalización y diversificación
del uso de la fotografía, y gran cantidad de información histórica de época ha
quedado registrada fotográficamente para la posteridad.

Hasta que se resolviesen una obturación ultrabreve (de fracciones de segundo) y la


posibilidad de generar una placa emulsionada estable que no requiriese llevar el
laboratorio a los sitios de fotografiado, ambos avances logrados en la década de
1870, el colodión húmedo fue la gran tecnología que permitió masificar el acceso a
la imagen, el surgimiento de las tarjetas de visita y la expansión de los usos y de los
oficios fotográficos, en un ciclo en el que todavía convivieron varias tecnologías.
Mencionaremos algunas de ellas:

a) Ambrotipo (imágenes 43 y 44): Este sistema se desarrolló en las décadas de


1850 y 1860. Con un procedimiento similar al del daguerrotipo, pero utilizando
como soporte el cristal o vidrio y como emulsión el colodión húmedo sensibilizada
con plata. El colodión se formaba por disolución de algodón, ácido nítrico y ácido
sulfúrico en éter (lo que hacía bastante peligrosa la manipulación) y las placas eran
subexpuestas a la luz. Registraban una imagen negativa, pero lograban una
apariencia de positivo estéticamente agradable (algo brillante), cuando se
colocaban para ser vistos sobre una superficie negra, lo cual se lograba pintando su
reverso de ese color, o colocándole una tela o cartón. Este sistema no permitía el
copiado, por lo que pronto quedaría en desuso.

I.43. Ambrotipo. I.44. Ambrotipo.

B) Ferrotipo (imagen 45): Contemporáneo del ambrotipo (nacido en Francia


en 1856), duró bastante más que éste, hasta después de la primera guerra mundial.
A diferencia del anterior, su soporte es una placa de metal económico (hojalata)

134
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
lacada en negro. Estos sistemas convivieron, siendo el último más económico y de
buena calidad. El ferrotipo fue muy utilizado para elaborar cartas de visita, dada su
versatilidad y poca fragilidad. No era raro que una familia tuviese ejemplares de
ambas técnicas (ambrotipo y ferrotipo).

I.45. Ferrotipo

C) Albúminas (imágenes 46 a 49): En 1849 el francés Luis Désiré Blanquard


solucionó una seria dificultad del sistema de Talbot: las imágenes se fijaban en el
papel tratado a la sal por contacto directo con el negativo. Las fibras del papel

135
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
afectaban por ello gravemente la definición de la imagen. Blanquard, francés al fin,
optó por una solución culinaria: Impregnar la cara activa del papel con clara de
huevo salada y batida a punto nieve. Luego sensibilizaba dicha cara con nitrato de
plata. El extraño merengue impedía así que el nitrato impregnase las fibras, en
tanto que la superficie quedaba brillante. Este sistema fue muy exitoso y desde 1855
el más utilizado para imprimir copias papel a partir de negativos de colodión
húmedo. Su uso sólo cedió frente a los grandes avances de fin de siglo, pero
continuó utilizándose aún en la década de 1930.

I.46. I.47. I.48. I.49.

Albúminas

Desarrollado en pleno auge industrialista y en la cresta de la ola del creciente uso


social de la fotografía, ya en 1854 se producía industrialmente el papel a la albúmina
que –para bien o mal- liberaba a los laboratoristas de hacer ellos artesanalmente el
fermentado. El sitio Web del Museo Etnográfico de Gran Canaria (España) brinda
un dato contundente: En Dresden, Alemania, donde se incuba la segunda
revolución industrial, “en 1888 una sola fábrica rompió más de 6 millones de
huevos para la preparación de papel albuminado”.

Este mismo sitio nos permite ver dos albúminas de gran calidad: “procesada por
uno de los mejores fotógrafos históricos de Gran Bretaña, Thompson, quien en 1870
obtenía esta magnífica albúmina en la primera expedición organizada por el
Imperio Británico por las riberas del Yan-Tse, China” (imagen 46) y otra “de las
islas obtenidas por el fotógrafo alemán Carl Norman en su estancia en Canarias en
1893” (imagen 49), ambas de colecciones resguardadas por ese museo.

Este sistema permitió resultados de gran calidad, aunque a riesgo de un deterioro


del soporte con el tiempo (se amarillea).

D) Colodión seco: El desarrollo del colodión húmedo continuó durante toda la


segunda mitad del siglo XIX. Su utilización sobre vidrio permitió mejorar
radicalmente los tiempos de exposición. Pero el hecho de que la emulsión tuviese
que prepararse en el momento y utilizarse fresca traía grandes inconvenientes de
logística. El fotógrafo debía trasladarse con un enorme laboratorio, lo que
dificultaba un uso más libre de la técnica en exteriores, o en situaciones
inesperadas. En la década de 1855 a 1865 comenzó a utilizarse un principio
desarrollado por Richard Hill Norris: recubrir la placa de colodión húmedo ya
sensibilizada con goma arábiga o gelatina. La sensibilidad de estas placas era mucho
menor, pero se conservaban hasta seis meses, por lo que permitieron una búsqueda

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
más versátil de objetivos en exteriores. En la imagen 50, un típico paisaje de
exteriores en colodión seco (negativo).

I.50. Paisaje, colodión seco (negativo).

E) La goma bicromatada: Como tantas otras técnicas, fue lograda a mediados


de los años ’50 (en 1855) por Louis-Alphonse Poitevin, químico e ingeniero francés.
Décadas después, en 1894, el fotógrafo francés A. Rouillé-Ladèveze, integrante de
una generación de fotógrafos artistas, retomó la técnica para ampliar la libertad de
intervención estética del fotógrafo. Se produjo entonces el momento de máximo
acercamiento de la fotografía a la pintura, pues el fotógrafo pudo alterar y producir
efectos de color, tono, textura, sombras y detalles de los objetos fotografiados. El
papel se impregnaba con goma arábiga (un producto vegetal) mezclada con un
químico sensible que se endurecía al exponerse a la luz. Luego la capa de goma se
lavaba con agua dejando una impresión capaz de modificarse con diferentes
instrumentos (brocha, pincel, cincel, etc.). Uno de los más grandes exponentes de
esta corriente artística “pictorialista” fue el francés Robert Demachy (1859-1936),
de quien presentamos una imagen de 1900 (imagen 55). Este sistema fue
superado en el siglo XX, pero continúa siendo utilizado en la actualidad con
intenciones artísticas, con algunas mejoras técnicas. En la imagen 55b vemos una
típica pintura impresionista, donde se notan las semejanzas estéticas con la
producción fotográfica de Demachy.

I.55b. Pintura impresionista (fragmento).

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

 I.55. Goma bicromatada

F) Platinotipia: Otro inventor británico, William Willis, patenta este sistema que
también consiste en contacto directo entre negativo y papel: la platinotipia.
Utilizaba como emulsión sensibilizante el oxalato
férrico con cloro-platino potásico, cuyas
propiedades sensibles había estudiado Willis. El
papel emulsionado se ponía en contacto con el
negativo y se exponía a la luz solar. Las imágenes se
fijaban con un baño ácido. No interviene, pues, la
plata, como en los otros sistemas, sino el platino. El
sistema es sumamente fiel en la reproducción, tiene
apariencia estética y una gran durabilidad, pero es
más caro que sus contemporáneos. Willis produjo
industrialmente su papel emulsionado, creando la
Platinotype Company en 1880, expandiendo el
sistema a otros países europeos –excepto Francia- y
a Estados Unidos. Su costo, sin embargo, impidió
I.52. Pedro II, platinotipia. llevar el sistema al consumo de masas,
manteniéndose en círculos aristocráticos y de la alta
burguesía. Las imágenes 51 y 52 corresponden a platinotipias. En la imagen 52
vemos al Emperador de Brasil Pedro II (Biblioteca Nacional, Brasil). El
encarecimiento del platino producido con la guerra mundial y el límite mencionado
llevó el sistema a la decadencia. Eastman Kodak dejó de fabricarlo en 1916.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
G) Negativos sobre nitrocelulosa: Aprovechando los avances químicos de la
segunda revolución industrial, en 1885 George Eastman –fundador de Kodak-
introdujo en el mercado los negativos sobre plástico
sensibilizado con bromuro de plata fijado con gelatina.
Esto permitió un notorio avance en la manipulabilidad
y transportabilidad de los negativos, en tanto que el
positivado quedó reservado a las casas especializadas de
Kodak. Los soportes fueron el nitrato de celulosa, el
diacetato de celulosa, el triacetato de celulosa y el
poliéster. Con ellos el vidrio y la hojalata quedaron
rápidamente atrás como soportes. Los “formatos 9x12,
13x18 y 18x24 se usaron en forma masiva” hasta los años
40 del siglo XX, dice el sitio del FEDAC. El nitrato de
celulosa fue reemplazado por material fílmico más
seguro desde la década del 20 (por ser inflamable y
químicamente inestable) y dejó de fabricarse en 1951. La
fácil manipulación de los negativos que pronto tomaría I.62. Publicidad de la
la forma clásica de rollos de 35 milímetros de ancho, con primera cámara
una cantidad de exposiciones disponibles portátil con el sistema
(normalmente 12, 24, 36, etc.), completó los "nosotros se lo
requerimientos para el nacimiento del sistema Kodak de relevelamos".
comercialización, que desde 1886 incluyó la venta
masiva de cámaras portátiles. En la imagen 62 se muestra una publicidad de la
primera cámara portátil, en la que se argumentan sus beneficios.

H) Papeles a la gelatina: El revolucionario avance de la industria química


permitió ya en la década de 1880 presentar al mercado el papel de revelado químico
(la imagen surge por acción química del revelador frente a la luz que pasa a través
del negativo ya revelado), por iniciativa de Eastman Kodak. Este nuevo papel
permitió otro salto revolucionario: dada su sensibilidad, podía lograrse el
positivado con luz artificial y no sólo solar, y podía hacerse a distancia (sin contacto
directo) por lo que comenzó a vislumbrarse la técnica de la ampliación de copias.
Para 1905 este papel era el más utilizado en el mundo.

Basado en gelatina-cloruro de plata, gelatina-bromuro de plata ó gelatina-


clorobromuro de plata, este sistema continúa siendo utilizado en la actualidad. Es
lo que conocemos como fotografía en blanco y negro, aún hoy en uso. Utilizando el
mismo soporte, tipo de emulsión y sistema comercial, Kodak logró en 1935 el
primer proceso fotográfico en color, el Kodachrome. El principio de esta nueva
técnica es que los colores no están en la emulsión cuando el obturador abre la
cámara oscura, sino en el proceso químico al que se la somete en el revelado.
En 1942, el sistema Ektachrome incorpora los colorantes a la misma emulsión.
Los sistemas tuvieron nuevas oleadas de mejoras en los últimos sesenta años, pero
el principio básico y la capacidad de reproducir imágenes con colores naturales y

139
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
gran fidelidad en formas y detalles estaba en lo fundamental ya lograda hacia fines
de la segunda guerra mundial.

Estas técnicas son ampliamente conocidas en el mundo actual pues se han usado
masivamente hasta la revolución de la fotografía digital iniciada en la década del
2000. Aún así, hacia el año 2008 todavía el 30 por ciento del volumen de negocio
de los puntos de venta fotográficos de Kodak se basaba en la fotografía color
química desarrollada desde más de medio siglo atrás, y aún se comercializaba
abundantemente rollos de negativos en blanco y negro, aunque los revelados
comenzaron a derivarse hacia casas especializadas para fotógrafos profesionales y
de oficio.

Nuevos usos sociales de la fotografía

En las imágenes 53 a 61 vemos ejemplificados algunos de los nuevos usos sociales


de la fotografía en la segunda mitad del siglo XIX, utilizando los desarrollos técnicos
de su tiempo y antes de la nueva revolución originada por Kodak: El retrato
fotográfico de artista (se observan dos fotografías de Nadar) y la tarjeta de visita
cuyo pionero masificador fue Disdery (puede observarse distintas variantes de las
mismas). Considérense estos ejemplos en relación con lo leído en los textos de
Freund y Flichy. Obsérvese hasta qué punto la masificación rompe barreras
impensables un par de décadas atrás, tales como el acceso de personas de muy bajos
recursos económicos (en la imagen 60 la interesada cede el reverso del cartón,
habitualmente disponible para escribir y enviar, como en las postales actuales, para
que la casa fotográfica incluya publicidad), personas afroamericanas de ambos
sexos, un personaje típico de los pueblos originarios americanos, etc. Aún así, en la
puesta en escena aún se ponen en juego recursos simbólicos de diferencias de clase
(imagen 61), como por ejemplo, fotografiarse junto a bienes muy lujosos.

I.53. Retrato de Sara I.54. Fotografía de I.58. Retrato


Bernhard, famosa actriz, Nadar. fotográfico del jefe siux
realizado por Nadar. Toro Sentado.

140
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I. 57. I.56. I.59.

I.60. I.61.

141
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

1.6. Exploraciones pre- cinematográficas


Julio Moyano - Alejandra Ojeda

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
1.6.a. Los dispositivos pre- cinematográficos

Julio Moyano

En forma análoga a lo observado con la fotografía, el telégrafo y muchos otros


dispositivos comunicacionales, los primeros antecedentes de la reproducción de la
imagen-movimiento pueden hallarse mucho más atrás en el tiempo que las décadas
de la revolución industrial en que comenzó a desplegarse su versión moderna. Por
ejemplo, en el llamado “teatro de sombras”, de origen chino, cuya antigüedad es
superior a los dos mil años. El teatro de sombras supone la formación de sombras
oscuras sobre una pantalla clara, efecto que se logra colocando un objeto entre una
fuente de luz y dicha pantalla. Las sombras podían reproducir icónicamente algunos
objetos visuales, o inventarlos a partir del logro de contornos semejantes. Así, un
objeto podía representarse a sí mismo por medio de su sombra (por ejemplo, un
arma), en tanto que una posición creativa de las manos podía proyectar el contorno
de aquello que el público, al otro lado de la pantalla, reconocía como un perro, la
cabeza de un ave, el perfil de un anciano, etc. Por su origen, esta técnica de producir
sombras con las manos suele llamarse “sombras chinescas”, y la proyección del
trabajo de actores y objetos sobre la pantalla “teatro de sombras chinescas”. La
calidad de las técnicas de este tipo de espectáculo alcanzó gran sutileza,
permitiendo en ocasiones la representación de rasgos faciales a partir de adecuados
espacios de pase de luz utilizando espacios vacíos en los muñecos y otros objetos a
representar.

En las imágenes 63 y 64 podemos observar una variante de esta técnica: la


producción de un teatro de sombras por medio de técnicas propias de los titiriteros.
En la imagen 64 se ve con claridad la fuente de luz, los músicos que producen el
fondo musical, y los titiriteros portando diversos objetos y siluetas. Muchos otros
desarrollos buscaban reproducir sin necesidad de actores el movimiento de
personas y objetos. La compañía del mexicano Rosete Aranda, por ejemplo, lograba
en el siglo XIX poner simultáneamente en escena cien muñecos que podías
representar situaciones como un desfile, una feria, un circo, etc. con gran realismo.

I.63. Proyección de sombras chinas I.64. Sombras chinas

143
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
El thaumatropo

Nadie sabe a ciencia cierta si el origen de los primeros dispositivos pre-


cinematográficos es una invención completa de investigadores científicos, o es la
apropiación científica de artefactos lúdicos propios del saber popular anterior.
Tampoco es posible fijar un punto exacto para el interés científico por la óptica,
aunque es posible hallar antecedentes en la filosofía clásica griega, y muy
especialmente desde comienzos de la edad moderna con las investigaciones de
Leonardo da Vinci, Galileo (quien inventa el telescopio), Lewenhoek (quien
desarrolla el microscopio) y muchos otros, incluido Isaac Newton.

En cualquier caso, el interés científico por las ilusiones ópticas tiene un crecimiento
exponencial a comienzos del siglo XIX, y muy especialmente a partir de 1824,
cuando

el médico y lexicografista Peter Mark Roget presentó una memoria a la Royal


society de Londres, en la que describía el fenómeno fisiológico de la persistencia
retiniana. Este fenómeno es el fundamento fisiológico de la cinematografía: Frente
a una sucesión de imágenes que pasan por la retina, ésta no logra establecer una
diferenciación perceptual entre el final de una y el comienzo de la siguiente, pues la
retina continúa percibiendo el objeto un instante después de que el mismo salió de
nuestra vista para ser reemplazado por otro. De inmediato se iniciaron búsquedas
y experimentos en esa dirección. John Herschel, John Fitton, el Dr. Paris, son
algunos de los nombres asociados a los mismos. El primero de ellos, hijo del famoso
astrónomo y experto en telescopía del mismo apellido, también se ocupó de óptica
aplicada a la astronomía, estudios de reacciones químicas para su aplicación
fotográfica y dispositivos que guardaban relación con el fenómeno de la persistencia
retiniana. Fitton y Paris presentaron en 1825 el Thaumatropo (Imagen 65), un
cartón con un dibujo en cada cara y piolines en los costados que, como efecto del
giro sobre su eje, produce la ilusión óptica de fusión entre los dos dibujos.

I.65. Thaumatropo. I.66. Fenaquitoscopio.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En 1832 el belga Joseph Plateau presenta el Fenaquistoscopio (imagen 66), que
consiste en una serie de dibujos que representan distintos momentos consecutivos
de un movimiento, dispuestos en torno al centro de un disco. Al girar el disco, se
produce por persistencia retiniana la ilusión de movimiento, efecto que se refuerza
con el segundo disco pintado de negro que contiene agujeros, a fin de que la vista
se fije en el dibujo y no en el espacio intermedio.

Esta idea de fragmentación del movimiento en una secuencia de imágenes fijas


permitió no sólo que el fenaquitoscopio contase con numerosos temas para sus
ilusiones, sino también un mejoramiento del uso de la linterna mágica. En las
imágenes 67 a 74 podemos observar la proyección basada en una linterna, un
linternista ambulante, que iba de pueblo en pueblo para realizar proyecciones que
acostumbrarían a numerosos pueblos a este tipo de juego visual, y una linterna
mágica moderna en la que puede notarse la serie de dibujos en secuencia que será
proyectada.

I.67. I.68. I.69. I.70.

I.71. I.71b. I.72.

I.73b.
I.75.
I.73. I.74.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En 1834, William George Horner presentó el Zootropo, que presentaba algunas
mejoras. En particular, al hacer girar los dibujos en la cara interna de un cilindro
con base horizontal, permitía una visión mucho más precisa, y además facilitaba
que el resultado pudiese ser apreciado por varias personas a la vez. Las ranuras, en
lugar de otro disco, ocupaban la parte superior del cilindro (imágenes 76 y 77) A
lo largo del siglo XIX se realizaron numerosas mejoras y nuevos artefactos que
cumplieron funciones generalmente lúdicas y de interés científico. Entre ellas, la
práctica de colocar la secuencia de dibujos en forma correlativa en las esquinas de
las hojas de libros y cuadernos. Pasando las hojas a gran velocidad se lograba la
misma ilusión de movimiento. Esto originó que se montasen pequeños aparejos
para mejorar el efecto. Uno de ellos fue el filoscopio (imagen 78). En esta imagen,
bastante más reciente en el tiempo tras su invención, se muestra la misma
aplicación, pero con imágenes fotográficas.

I.76. Zootropo I.77. Zootropo I.78. Filoscopio

En forma simultánea al fenaquitoscopio de Plateau, el austríaco Simon von


Stampfer inventó el Estroboscopio, de múltiples aplicaciones en tecnología
mecánica, y que será decisivo en el posterior desarrollo de la cinematografía. En lo
que concierne a nuestro tema, el principio del estroboscopio es el de iluminar cada
dibujo –representando momentos del movimiento- en el mismo punto del giro, en
el momento que este pasa, quedando sin iluminar el espacio entre una imagen y la
siguiente, con lo que puede producirse la ilusión del movimiento sin necesidad de
las ranuras que requerían el fenaquitoscopio y el zootropo. A partir de esta
innovación, en 1852 el alemán Franz Von Uchiatus combinó los principios del
estroboscopio, el del fenakitoscopio y el de la linterna mágica: Diseñó un artefacto
fenakitoscopio donde los dibujos se colocaban sobre una superficie translúcida.
Detrás de ellos una fuente de luz producía su proyección sobre una pantalla, en
tanto que el dispositivo estroboscópico intercalaba a intervalos regulares el bloqueo
y la liberación de luz para que sólo el dibujo quedase iluminado. Con esto se
acercaba claramente a la idea básica actual de la cinematografía de dibujos
animados.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En 1877 el francés Emile Reynaud presentó el Praxinoscopio, artefacto de gran éxito
y que planteaba una evolución importante a partir del zootropo. El praxinoscopio
prescindía del cilindro opaco con rendijas, pues el principio de ilusión se basaba en
un segundo cilindro más angosto dentro del primero, compuesto por espejos. El
movimiento era observable en los espejos (imágenes 79, 80 y 81).

I.79, 80 y 81. Distintos modelos de praxinoscopios.

Más adelante Reynaud mejoró su invento, logrando combinar una versión mucho
más grande del artefacto con su capacidad de proyección (Imagen 100): Lo
patentó en 1888 como “Teatro Óptico” y sus imágenes proyectadas fueron llamadas
“pantomimas luminosas”.

El sistema era semejante al praxinoscopio original en cuanto a la formación de la


imagen movimiento en una serie de espejos concéntricos al interior de un cilindro.
Pero este cilindro era gigante (llegó a superar los dos metros de diámetro y se
complementaba con cilindros menores para extender la longitud de cinta que podía
pasarse. Por eso Reynaud llegó al record de 15 minutos de espectáculo. La otra gran
diferencia es que en lugar de mirar directamente a los espejos, el público recibía la
proyección de estas imágenes por reflexión de un haz de luz desde este a otro espejo
y de allí a la pantalla. Por ello este invento se aproximó claramente al cinematógrafo
y compitió con él en sus primeros años. En la página Web de la materia (y sus blogs
asociados) puede verse una de estas proyecciones (reconstruida).

Hemos visto en la sección anterior que hacia mediados del siglo XIX la fotografía
está logrando rápidos avances tecnológicos e inserción social. A partir de estos
avances, en 1868, el médico y fotógrafo francés Étienne Jules Marey comenzó una
serie de investigaciones sobre el los movimientos que realizaban los caballos para
caminar, trotar y correr. Intentó demostrar que durante el galope el caballo tenía
momentos en que sus cuatro patas estaban simultáneamente en el aire. Diseñó
ingeniosos dispositivos con hilos atados a las patas para demostrarlo, pero no pudo
lograrlo.

147
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
Quien sí lo logró fue el británico Edward Muybridge. Este gran fotógrafo había
emigrado a San Francisco (Estados Unidos) en 1850, especializándose en fotografía
del paisaje y antropológica. Muybridge era ya muy reconocido por sus viajes desde
Centroamérica hasta Alaska, cuando el millonario americano Leland Stanford lo
convocó para ganar una apuesta en 1872. Stanford había tomado conocimiento de
las investigaciones de Marey, las que lo entusiasmaron debido a que él sostenía ya
la hipótesis de que el caballo al galope tiene en ciertos momentos las cuatro patas
simultáneamente en el aire, y había realizado una apuesta defendiendo la misma.
Contrató para demostrar la hipótesis a Muybridge y puso a su disposición los
recursos necesarios y uno de sus caballos. Muybridge diseñó un sistema de
aberturas-trampa de madera que revolucionó la velocidad de obturación: de medio
segundo a casi un dosmilavo de segundo. La imagen, sin embargo, salió borrosa y
fue imposible corroborar la hipótesis. Esto favoreció aún más las investigaciones de
Muybridge.

Tras varios intentos y dispositivos, en 1878 incorporó el uso de gatillos


electromagnéticos activados por el paso del caballo (en este caso, una yegua llamada
Sally) logrando dos series de 12 fotografías cada una al paso de ella. Proyectó en
público los resultados utilizando el proyector fenakitoscópico, que a partir de
algunas mejoras él rebautizó zoopraxinoscopio, logrando un enorme suceso en la
prensa de la época. Con ello se había logrado la descomposición fotográfica del
movimiento rápido, quedando libre la vía para la transición del dibujo a la
fotografía en la ilusión del movimiento. En las imágenes 82 a 84 podemos
observar tres estudios de descomposición realizados por Muybridge. Uno de los
impactos más importantes de este trabajo de Muybridge con la proyección de
fotografías en movimiento, fue que Thomas Edison se interesó por esta posibilidad
y pronto presentó una patente y comenzó a investigar en torno a la reproducción
del movimiento, como veremos unos párrafos más adelante.

I.82, 83 y 84. Estudios de movimiento realizados por Muybridge.

Al enterarse de los éxitos de Muybridge, Marey redobló su interés y esfuerzos por


la descomposición del movimiento, buscando nuevas mejoras, pues se había
interesado por el registro de movimientos más difíciles aún, como el del vuelo de
las aves. Adaptando el revólver fotográfico, inventado por Jules Jansson en 1874

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
para registrar el movimiento de los planetas, a los avances logrados por Muybridge,
logró en 1882 registrar el movimiento de aves en vuelo gracias a su “fusil
fotográfico”, cuyo mecanismo de obturación y apertura era análogo al de un fusil
común. En la imagen 85 podemos observar el dibujo de un fusil fotográfico.

I.85 y 86. Fusil fotográfico de Marey y secuencia captada por dicho aparato.

En los años siguientes Marey desarrolló la cronofotografía, sistema que registra


distintas fases del movimiento de un cuerpo en una misma placa, sobre fondo
negro. En la imagen 85 observamos un ejemplo de este procedimiento. Cuando
Kodak desarrolló la película de celuloide, la aplicación de la cronofotografía sobre
este soporte (que Marey comenzó a utilizar en 1890), fue la base fundamental del
sistema de cinematografía desarrollado en 1891 por Dickman y Edison, y en 1895
por los hermanos Lumière.

En medio de numerosos intentos técnicos de mayor o menor alcance (como la


estereofotografía o el fasmatropo), en la década de 1890 destacan dos avances
decisivos en dirección al cine: el kinetoscopio de Edison (1887-1891) y el
cinematógrafo de los hermanos Lumière (1895). Durante esta década coexisten
numerosos dispositivos técnicos tanto en el espacio lúdico familiar (estereoscopía,
filoscopía, zoótropos, praxinoscopios de salón, etc.) como en el espacio de uso
público de los artefactos (Praxinoscopio de proyección o teatro óptico, bioscopio,
fasmatropo, kinetoscopio, cinematógrafo). La supremacía de uno de ellos se logrará
en la primera década del siglo XX.

En la imagen 87 podemos observar el dibujo de un


estereoscopio en boga a comienzos del siglo XX. El
dispositivo suponía tomar dos fotografías desde dos
puntos cuya distancia es la que existe en promedio
entre los dos ojos de un humano (6 a 7 cm). Luego,
las dos fotografías se observaban con el aparato, lo
que producía la ilusión de una visión tridimensional. I.87. Visor estereoscópico.
Con distintas mejoras, el dispositivo existe hasta el día de hoy para la visión con
diapositivas, aunque no es un elemento central en la industria fotográfica ni
cinematográfica.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.88 y 89. Fasmatropo y una secuencia de imágenes del mismo.

En las imágenes 88 y 89 observamos el fasmatropo y una secuencia de dibujo


respectivamente (ilusión de transformación de un objeto en otro). El sistema se
basa en el pago y observación individual, produciéndose la ilusión por el paso de las
imágenes frente al visor, con la adecuada señal luminosa. Este sistema de vista
individual es la base del Kinetoscopio de Edison, también desarrollado en Europa
por La Nature.

En las imágenes 90 a 91 y 93 podemos observar el clásico kinetoscopio de


Edison, constituido según el modelo de vista individual paga.

I.90, 91 y 93: Kinetoscopio de Edison

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En la imagen 91 se ve su interior, con el sistema de correas de transmisión de los
quince metros de película que componían el material. Las imágenes 93b y 94
muestran secuencias visuales utilizadas por el Kinetoscopio, muy breves y poco
narrativas.

I.93b y 94. Secuencias de Imágenes del kinetoscopio

La primera es el famoso “estornudo”: al fijar la vista en el visor, el bisoño espectador


se encuentra con que un hombre le estornuda en la cara. La anécdota cuenta que
era común el salto hacia atrás de los recién iniciados en la cultura de la imagen-
movimiento… En la imagen 92 vemos un fonógrafo, con la forma que tenía en la
etapa de su invención por Edison (con las pistas grabadas sobre cilindro y no sobre
disco, innovación alemana conocida como gramófono).

Edison difundía el kinetoscopio y el fonógrafo


simultáneamente como objetos de interés comercial y lúdico
(imagen 97), ofreciendo también a difusores la posibilidad de
comprar el equipamiento de filmación para los kinetoscopios, I.92. Fonógrafo.
prometiendo enormes ganancias (imagen 95), así como
equipos para proyectar en forma privada. Más adelante, demostradas las ventajas
aportadas por la cinematografía de Lumière, buscará integrar el negocio de salas de
proyección. En las imágenes 96 y 98 vemos, respectivamente, el estudio de
filmación de Edison y algunas películas. Estas eran tremendamente breves: el
kinetoscopio soportaba quince metros de filme, pero podía repetir varias veces el
contenido gracias al dispositivo mecánico que formaba una serie sin fin.

151
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

I.96. Black María, estudio de filmación


de Edison.

I.97. y 95. Avances de Edison:


fonógrafo y kinetoscopio, y una
publicidad colombiana que publicita
con la imagen del inventor tanto el I.98. Material utilizado en el
kinetoscopio como el fonógrafo. kinetoscopio.

Aunque Edison patentó un “kinetógrafo” en 1887 (máquina de filmar imágenes en


movimiento “tal como el fonógrafo graba sonidos”), en realidad aún no estaba en
condiciones de producir imágenes. Lo logró Dickson, uno de sus inventores, quien
más tarde se retiraría de la empresa quedándose Edison con la patente y la fama de
ser el único creador. Inicialmente Edison intentó que su equipo experimente con la
grabación de imágenes en el mismo soporte que el fonógrafo (cilindros de metal
recubierto de cera). Pero el mencionado William Dickson, integrante de la empresa
de Edison y directivo en el proyecto, optó por experimentar desde 1888 a partir de
la nueva película Eastman Kodak, con numerosas ventajas (series largas de
imágenes, película flexible hacer pasar frente a la fuente de luz). Existen numerosas
películas de 15 segundos filmadas por Dickson entre 1891 y 1895, que podrían
proyectarse. Pero Edison optó por el desarrollo de la visión individual paga
(kinetoscopio). Esta falta de visión de Edison (que incluyó el despreocuparse por
tramitar patentes en Europa) permitió a los hermanos Lumière mejorar el invento
haciéndolo más versátil y centrando su uso en la proyección frente a un público.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
En las imágenes 99 y 100 podemos observar un retrato de Reynaud y su
praxinoscopio de proyección (teatro óptico de pantomimas luminosas), tal cual
sobrevivió hasta ser vencido por el avance del cinematógrafo.

I.99. Emile Reynaud. I.100. Praxinoscopio de proyección de Reynaud.

Pero el triunfo del cinematógrafo como dispositivo tecnológico que combinaba las
ventajas de la representación fotográfica del movimiento (compartidas con el
kinetoscopio) con las de la proyección para amplios grupos de espectadores
(compartidas con el praxinoscopio) no pudo impedir que una etapa decisiva de
experimentación pionera (la de Méliès; en la imagen 107 vemos su estudio con
enorme capacidad de recepción de luz natural) avanzase sobre territorios de magia
e imaginación (en la imagen 106 podemos apreciar fotogramas de Viaje a la Luna),
así como sobre temas que Reynaud frecuentaba, como los juegos lúdicos de clowns,
arlequines, animales y demás elementos propios del circo y la feria.

I.107. Estudio de filmación de Méliès. I.106. Fotogramas de viaje a la luna.

Méliès, experimentado en trucos de magia y teatro de feria, descubre pronto el


enorme potencial de trucaje visual del cinematógrafo, como veremos más adelante

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
en el material sobre pioneros del cine. Utiliza, asimismo, elementos tomados de la
estética y puesta en escena propios del cabaret: andamios, arneses, desarrollo en
altura de la puesta en escena, muchos elementos estéticos con figuritas astrológicas,
tules y vestimentas exóticas. En las imágenes 108 a 114 vemos algunos ejemplos
de tales analogías, que podremos comparar luego con los materiales
cinematográficos de Méliès correspondientes a la unidad siguiente.

I.108. I.109. I.110. I.111.

Fotograma de viaje a la luna. La estética de arneses, andamios y contrastes de color


para producir ilusiones de vuelo e irrealidad tiene anclaje en una estética que Méliès
conocía bien: la feria, el espectáculo de varieté y circo, pero también el cabaret e
incluso los ambientes irreales de las primeras fotografías pornográficas. De hecho,
uno de los dispositivos precinematográficos más difundidos en Francia recibió el
nombre de “pornographe”, un término inicialmente no asociado al uso generalizado
actual.

I.112. I.113. I.114.

Imágenes de la época de Méliès con desnudos y con escenas del Lido de París. Las
vestimentas, poses, "efectos especiales" y adornos son muy semejantes a lo visto en
Viaje a la Luna, Baño inesperado y Wandering Stars.

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
1.6.b. De la fotografía al cine - Alejandra Ojeda

155
De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios

1.7. Manifiestos del séptimo arte


Ricciotto Canudo

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
El nacimiento de un sexto Arte. Ensayo sobre el cinematógrafo56
Ricciotto Canudo

I
Sorprende que todos los pueblos de la tierra, por fatalidad universal o por telepatía
espiritual, no tengan sino la misma concepción estética de la naturaleza ambiental.
En todos los pueblos, desde el más antiguo en Oriente hasta el descubierto más
recientemente por nuestros héroes geográficos, podemos observar las mismas
expresiones del espectro estético: la Música, con su complemento la Poesía, y la
Arquitectura, con su dos complementos, la Escultura y la Pintura. En estas cinco
expresiones del Arte, tiene lugar toda la vida estética del mundo. Es cierto que una
sexta expresión del arte nos parece por lo pronto algo absurdo, incluso inconcebible;
ningún pueblo ha sido capaz de concebirla, tras miles de años. Pero estamos
presenciando el nacimiento de este sexto arte. Tal afirmación en una hora
crepuscular como la nuestra, vaga, aún imprecisa como toda época de transición,
revuelve nuestros espíritus escépticos. Vivimos entre dos crepúsculos, el del
anochecer de un mundo, y el del alborear de otro. Y la luz del crepúsculo es imprecisa
y confunde los contornos de todos los aspectos, donde sólo unos ojos afilados por la
voluntad de descubrir gestos invisibles y originarios de los seres y las cosas, pueden
moverse en medio de esa visión embarullada del anima mundi. Pero el sexto arte se
impone al espíritu inquieto y escrutador. Y será la conciliación magnífica de los
Ritmos del Espacio (las Artes plásticas) y de los Ritmos del Tiempo (Música y Poesía).

II
El Teatro ha logrado hasta ahora esta conciliación. Pero es efímera, pues la plástica
teatral se identifica con la de los actores, y es por tanto siempre diversa.
La nueva expresión del Arte debería ser, en realidad, precisamente una Pintura y una
Escultura desarrollándose en el tiempo, a la manera de la Música y de la Poesía, que
solo se realizan rítmicamente en el aire mientras dura su ejecución.
El cinematógrafo, de nombre bien feo, señala el camino. Un ingenio, que es por
definición un milagro, lo mismo que sorprende a la belleza, logrará realizar la
conciliación que hoy apenas nos parece concebible. Es quien encontrará los modos,
hasta ahora inimaginables, de un arte que durante mucho tiempo parecerá todavía
fabuloso y grotesco. Lo desconocido del mañana creará la corriente enorme de la
nueva emoción estética, de la que surgirá en el más absurdo de los triunfos el Arte
plástico en movimiento.

56
Publicado originalmente en Les Entretiens idéalistes. París, octubre 25 de 1911. año VI, tomo X, Nº LXI.pp.
169-179. Traducción y reproducción del original en francés por Filosofía en español. Fundación Gustavo
Bueno, http://www.filosofia.org/hem/192/9230125.htm

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Medios
III
El cinematógrafo se compone de elementos significativos, “representativos” en el
sentido emersoniano y no en el sentido teatral de la palabra, y ya podemos
clasificarlos.
Tiene dos aspectos: uno simbólico, el otro real; ambos son muy modernos, es decir,
solo posibles en nuestro tiempo, compuestos de ciertos elementos esenciales del
espíritu y la energía modernos.
El aspecto simbólico es el de la velocidad. Una serie realmente múltiple de
combinaciones, de actividades combinadas, ofrece la velocidad que compone un
espectáculo, es decir, una serie de visiones y aspectos relacionados en un rayo
vibrante y visto como un organismo vivo. Este espectáculo sólo se obtiene por el
exceso mismo de movimiento de las películas, de misteriosos carretes impresionados
por la vida misma. Las historias se desarrollan rápidamente en los carretes de las
películas, de frente y a la luz, y el espectáculo dura lo menos posible. Ningún teatro
podría realizar con una rapidez tan vertiginosa la mitad de los cambios de escenario
que ofrece el Cinematógrafo, aunque dispusiera de la maquinaria moderna más
extraordinaria.
Pero más que el movimiento de imágenes y la velocidad de la representación, lo que
realmente es simbólico respecto de la velocidad, es el gesto de los personajes. Vemos
como se desarrollan las escenas más tumultuosas, los movimientos más
inverosímiles, con una rapidez que parece imposible en la realidad. Esta
precipitación de movimiento está regulada con una precisión matemática y mecánica
tal que puede satisfacer a los más exasperados corredores de distancia. Por mil
medios muy complejos e implacables, nuestro tiempo ha destruido ese amor por la
lentitud que se representa por la pipa patriarcal fumada junto al hogar doméstico.
Pero, ¿quien puede hoy saborear su pipa junto a un fuego pacífico, sin oir el ruido
intenso de los automóviles que se mueven fuera, día y noche, en todos los sentidos,
irresistible nostalgia de espacios por conquistar? El Cinematógrafo puede satisfacer
al conductor más violento. El automovilista que se acaba de detener, tras una carrera
de lo más loca, y asiste a uno de sus espectáculos, no será invadido por una sensación
de lentitud: la figuración de la vida se le aparecerá mucho más rápida que la de los
espacios recorridos. El Cinematógrafo le ofrecerá también la visión de los países más
lejanos, de los hombres más desconocidos, de las expresiones humanas más
ignoradas, moviéndose, agitándose, palpitando ante el espectador acostumbrado a la
extrema rapidez de la figuración. Este es el segundo símbolo de la vida moderna,
representada por el Cinematógrafo, un símbolo “instructivo” que encontramos en
estado rudimentario en la exhibición de “fenómenos” en las antiguas ferias. Es la
destrucción simbólica de las distancias, por el conocimiento inmediato de los países
más diversos, similar a la destrucción real de las distancias que mantienen los
monstruos de acero desde hace un siglo.
El aspecto real del Cinematógrafo está compuesto de elementos que interesan, y
maravillan, la psicología del público moderno.

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Medios
Parece cada vez más evidente que nuestra humanidad está buscando activamente su
espectáculo, la representación más significativa de sí misma. El teatro del eterno
adulterio, tema único de la escena burguesa, es al fin despreciado, y se intenta
conseguir un teatro de Poetas, nuevos, profundamente modernos mediante el
renacimiento de la Tragedia, que aparte numerosos y vagos espectáculos que
suponen hasta ahora un intento desordenado, incoherente, pero intensamente
deseado. Inesperado, resumiendo inmediatamente todos los valores de una época
todavía eminentemente científica, entregada al cálculo más que al sueño, el
Cinematógrafo se ha impuesto y se expande singularmente, como un nuevo teatro,
una suerte de teatro científico, hecho de cálculos precisos, de expresión mecánica.
Nuestra inquieta humanidad lo ha recibido con alegría. Y es este teatro del Arte
plástico en movimiento el que parece que nos aporta la magnífica promesa de Fiesta
oscuramente esperada, la evolución última de la Fiesta antigua que durante todos los
tiempos se celebró en los templos; en los teatros, en las ferias. La teoría del Arte
plástico en movimiento ha creado la Fiesta. La ha creado científicamente y no
estéticamente, y por esto mismo, triunfa en nuestro tiempo, mientras todo se
desarrolla fatalmente, inevitablemente, hacia la Estética que llegará.

IV
Una consideración de orden psicológico general no puede escapar al observador
atento, que buscará en cada movimiento de las masas el significado de alguna
manera eterno, tanto tradicional como nuevo, que contiene.
En la sala cinematográfica como en los carnavales, la humanidad se vuelve a la
infancia. Los espectáculos tienen lugar entre los dos extremos patéticos de la
emotividad general: el muy conmovedor y el muy cómico. Los carteles contienen esas
dos promesas de emoción, las combinan. Los espíritus pasan violentamente de una
a la otra, como en la vida. Y la humanidad-niño se olvida, se deja llevar por el
movimiento de representaciones ultrarrápidas, con un abandono que sería difícil
encontrar en las salas de espectáculos de nuestra escena en prosa.
Todo, en el cinematógrafo, está hecho para retener la atención jadeante, para no
fallar al espectador, cuya mente está clavada en la pantalla animada. El gesto rápido,
que se afirma con una precisión monstruosa, como en un reloj con sujetos, exalta al
espectador moderno habituado cada vez más a vivir lo más rápido posible. La vida
“real” está así representada de una manera suprema, está estilizada en la velocidad.
Toco aquí el gran punto estético, que me interesa destacar.
El arte siempre ha sido, esencialmente, estilización de la vida en quietud; un artista
siempre ha sido más grande cuando mejor ha expresado mayor número de estados
“típicos”, esto es, sintéticos y fijos, de las almas y las formas. Por el contrario, el
cinematógrafo logra el máximo de movimiento en la representación de la vida. El
pensamiento de que puede abrir el horizonte insospechado de un arte nuevo,
diferente de cualquier manifestación ya existente, se presenta naturalmente a un
espíritu liberado de todas las limitaciones tradicionales. Los dibujantes y los

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grabadores oscuros de las cavernas prehistóricas que reproducían en los huesos de
reno los movimientos convulsos del caballo al galope, o los artistas que tallaron las
cabalgatas de los frisos del Partenón, quizá tenían también el deseo de estilizar
algunos aspectos de la vida en un movimiento extremo. Pero el cinematógrafo no
reproduce solo un aspecto; representa toda la vida en acción, y en una acción que,
incluso cuando desarrolla lentamente la cadena de sus aspectos típicos, se desarrolla
lo más rápido posible.
Así es que el cinematógrafo exaspera el carácter fundamental de la vida psíquica
occidental, que se manifiesta en la acción, así como la vida oriental se manifiesta en
la contemplación. Todos los siglos de la vida occidental florecen en el movimiento
característico de nuestro tiempo. Y la humanidad, vuelta a la infancia, se regocija en
su nueva fiesta. No podía concebir un movimiento más complejo y más seguro. Todo
el esfuerzo de su pensamiento científico, resumiendo mil descubrimientos e
invenciones, ha compuesto para ella ese supremo espectáculo de sí misma. Y los
fantasmas cinematográficos pasan frente a sus ojos con todas las vibraciones
eléctricas de la luz y con todas las manifestaciones externas de su vida íntima.
El cinematógrafo es así el teatro de una nueva Pantomima. Está dedicado a la Pintura
en movimiento, y presenta la manifestación completa de una creación singular,
realizada por hombres nuevos. Es la pantomima moderna, una nueva danza de la
expresión.

V
Se hace necesario preguntar ahora si el cinematógrafo pertenece a los campos del
arte.
No es arte todavía, porque le falta la posibilidad de elección típica de la interpretación
plástica, y se esclaviza en la copia de un asunto, lo que impide siempre que la
fotografía pueda ser un arte. Al componer la forma de un árbol sobre el lienzo, un
pintor compone sin duda, e inconsciente, de una forma determinada y evidente, toda
su interpretación del alma vegetal, todos los elementos espirituales dejados en las
entrañas de su alma creativa por la visión profunda de todos los árboles que en su
vida pudo mirar “con ojos de soñador”, como dijo Poë. En una forma, hace una
síntesis de almas análogas, y su arte, repito, será tanto más profundo, cuanto el
artista pueda inmovilizar la mayor parte del alma de las cosas y sus significados
universales, de forma determinada y evidente. El mal pintor es aquel que se limita a
copiar las líneas de un asunto e imita sus colores; el gran artista amplía una parcela
del alma cósmica con el aspecto de una forma plástica.
Todas las artes son mucho más grandes cuanto tienen menos de imitación y más
sintéticamente de evocación. Mientras que el fotógrafo no tiene la facultad de
elección y composición, que es la base de la Estética; solo puede juntar las formas
que quiere reproducir y, en realidad, no las reproduce, solo corta imágenes a la
mecánica luminosa de un vidrio y una composición química. El cinematógrafo no
puede, por lo tanto, ser un arte, hoy. Pero por muchas razones, el teatro

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cinematográfico es la primera casa del arte nuevo –de un arte que apenas podemos
concebir–. ¿Puede esta “casa” convertirse en un “templo” para la estética?
Una voluntad de organización estética empuja a ciertas investigaciones a los
empresarios de espectáculos. En un tiempo sin imaginación, donde una
documentación exagerada agota por todas partes la creación artística y donde los
juegos de la paciencia triunfan sobre las expresiones del talento creativo, en un
momento similar al nuestro, el cinematógrafo ofrece el espectáculo paroxístico de la
vida exterior, representada de una manera totalmente externa por una mímica
rápida y por la documentación. Las grandes fábulas del pasado son asumidas,
imitadas por actores elegidos ad hoc entre las grandes estrellas. Y se representa sobre
todo la realidad y no el sueño de la vida contemporánea de la pesca de la sardina en
el Mediterráneo, de los maravillosos festivales del acero alado y del indomable coraje
humano de las carreras del circuito de Dieppe o de la semana de la aviación en
Reims…
Pero los fabricantes de espectáculos ya están intentando algo más. Ellos simplemente
se inclinan hacia la cada vez más potente afirmación de la nueva mímica
representativa de la “vía total” y Gabriel d'Annunzio ha soñado con una gran
pantomima heroica italiana para la cinematografía. En París, como sabemos, existen
sociedades que organizan entre los escritores una especie de sindicato de
espectáculos para la cinematografía. Hasta ahora, el teatro venía ofreciendo a los
escritores las posibilidades más inmediatas de riqueza; pero el cinematógrafo
requiere menos trabajo y puede rendir más. Cientos de cabezas de poetas se inclinan
en la actualidad sobre los papeles dedicados a un drama cinematográfico. Cientos de
talentos fascinados por la promesa del éxito inmediato y universal están
concentrando sus energías en la creación de la Pantomima moderna. Ella saldrá de
su trabajo obstinado y del genio probable de uno de ellos. El día en que le sea dado
al mundo, será un arte nuevo, totalmente nuevo el que habrá surgido.

VI
El cinematógrafo no es solo la resultante perfecta de la riqueza científica moderna
que admirablemente ha resumido. Representa también de manera desconcertante e
importante el último producto del teatro contemporáneo. No es la exageración de un
principio, sino su desarrollo más lógico y extremo. Los dramaturgos “burgueses”,
todos los fabricantes de “piezas” deberían reconocer naturalmente, en la
Cinematografía, su representante más discreto, y deberían en consecuencia disponer
de ella a su servicio, pues el drama dicho psicológico, social, &c., no es sino la
degeneración del teatro cómico originario, opuesto al teatro de fantasía y elevación
espiritual trágica; el teatro de Aristófanes o de Plauto. Vitruvio nos ha descrito como
arquitecto distintos escenarios que envolvían las acciones antiguas, nos habla de la
solemnidad de las columnas y de los templos del teatro trágico, de la madera teatro
satírico, de gestos selváticos, y de casas burguesas donde se desarrollaban las
Comedias... Estas no eran más que la representación de la vida cotidiana en sus

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fisonomías individuales y colectivas, diríamos hoy psicológicas y sociales, es decir,
de caracteres y de costumbres.
Shakespeare, que resume para el arte teatral la voluntad y el esfuerzo literario de los
poderosos talentos de su raza que le habían precedido, fue el precursor de nuestro
teatro “psicológico”, y fue sobre todo el gran dramaturgo del teatro sin música. Tal
teatro es absurdo cuando se aplica a la Tragedia (y en este sentido, el arte muy
importante pero no absolutamente genial de Racine, y el arte de Corneille, sin duda
más profundamente trágico en el sentido colectivo religioso, un arte de
degeneración). Pero un teatro sin música no es absurdo si reproduce la vida efímera,
la vida de cada día para detenerse en algunos aspectos, sin querer o al menos sin ser
capaz de solucionar la “eternidad”, el alma profunda. Por eso la comedia, despues de
las de Aristófanes, o las de Becque o Porto Riche y Hervieu, vive y gusta, e incluso
agrada en esta forma degenerada de la comedia que se convierte en “seria” y se llama:
drama. La base de estos dramas es la representación de la vida cotidiana
contemporánea, y por eso este teatro es esencialmente realista, o, como dicen los
italianos, verismo. Todos nuestros dramaturgos de salas cerradas (en contraposición
a la minúscula falange de nuevos poetas al aire libre) se esfuerzan por representar
con la mayor precisión la vida, copiándola. Los organizadores de espectáculos,
directores de teatro, impulsan el principio de dar más importancia a la decoración
meticulosamente fotográfica, que a las habitaciones mismas.
Ahora, el cinematógrafo solo exalta este principio de la representación de la vida en
su totalidad y en toda “verdad” externa.
Es el triunfo de este ojo artístico que Cezanne, con desdén sagrado, denominó: el ojo
fotográfico.
El cinematógrafo agrega a este teatro, sin embargo, el elemento de velocidad
absolutamente precisa y así revela una nueva alegría que el espectador encuentra en
la extrema precisión del espectáculo. De hecho, ninguno de los actores que se mueven
en la escena ilusoria traicionará su papel, o perderá una fracción de segundo en el
desarrollo matemático de la acción. Todo está reglado con un movimiento de
relojería. La ilusión escénica es menos emocionante y en cierta manera menos carnal,
pero es terriblemente inspiradora. Y esta vida regulada por un movimiento mecánico
de relojería, hace pensar en el triunfo del principio científico moderno como el nuevo
predominio de Ahriman, el maestro en el pensamiento maniqueo de la mecánica del
mundo.
La rápida comunión de vida entre los dos polos extremos, los dos opuestos
elementales de lo muy emotivo y lo muy cómico, descansa en el espíritu de los
espectadores. Todo lo que en realidad es un obstáculo: la inevitable lentitud de los
movimientos y gestos en el tiempo y el espacio queda suprimido en el Cinematógrafo.
Además, lo muy cómico descansa en el espíritu aligerando la vida del peso del escudo
social, solemne, envuelto por las mil convenciones de la asistencia colectiva y sobre
el que se descifran todas las jerarquías. Lo cómico tiene el poder de suprimir
jerarquías, de mezclar los seres más diversos, de dar la impresión extraordinaria de
las mezclas de los mundos más separados, los más inflexiblemente separados en la

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vida real. Lo cómico es esencialmente irrespetuoso, supone un profundo sentido de
alivio ante las fronteras sociales, tan marcadas, que oprimen cualquier momento de
la vida real. Esta sensación de alivio es uno de los elementos de este movimiento
nervioso convulsivo y expansivo llamado: la risa. La vida se simplifica con este
grotesco que es exactamente la deformación por exceso o por defecto de las formas
establecidas. Lo grotesco entendido al menos en este sentido, quita de la vida su
dureza ineludible, le permite florecer en la risa.
La caricatura se basa en la exhibición y en la sabia combinación de los límites
mínimos del alma humana, los lados débiles de los cuales surge la ironía de la vida
social, que en el fondo es lo suficientemente irónica y alocada. A través de la ironía el
movimiento convulsivo de la risa, de la caricatura que desarrolla en el hombre esa
suprema sensación de ligereza, la ironía que arroja sobre la espalda enderezada del
hombre el manto colorido de Zaratustra “bailarín y reidor”.
Los antiguos sabían que la ironía es el principio de la Sabiduría. Coronaron de risa,
con la Farsa, el espectáculo trágico. Al contrario que los antiguos, hemos procedido
en vez de esto, a convertir la Farsa en un espectáculo dramático, al elevar el telón,
porque hemos olvidado el significado de algunas verdades que conocían nuestros
antepasados; pero permanece la necesidad del espectáculo irónico. Y la farsa de la
Tetralogía de Orestes, de Esquilo, la farsa que ya no se encuentra, tuvo que ser
increíblemente rica en risas, como para levantar el espíritu de los elegantes
atenienses abrumados por el terror de Casandra. Pues bien, no conozco nada más
supremamente grotesco que los espectáculos muy cómicos del cinematógrafo. Uno
ve allí apariencias extravagantes tales que ningún prestidigitador podría jamás
hacerlas parecidas; hay transformaciones, cambios tan rápidos de movimientos y de
figuraciones, que ningún hombre podría hacerlas delante de los hombres, sin el
concurso de esta mezcla asombrosa de mecánica y de química, de este supremo
creador supremo de ilusión que es el cinematógrafo. También se ha creado un nuevo
tipo cómico. Es el hombre mete patas de las transformaciones inverosímiles, capaz
de aparecer aplastado bajo su armario, caerse por el suelo a través de cuatro pisos de
una casa, cuatro plantas que perfora con la cabeza, para subir después a través de las
chimeneas y aparecer por los tejados transformado en una verdadera serpiente.
La complejidad del nuevo espectáculo es maravillosa. Está compuesta por todos los
siglos de actividad humana. Cuando los artistas geniales hayan dado a este
espectáculo algunos ritmos de pensamiento y arte, la nueva Estética mostrará al
teatro cinematográfico algunos de los aspectos más significativos.
Porque el teatro cinematográfico es el primer teatro nuevo, el primer teatro real y
profundamente de nuestro tiempo. Cuando llegue a ser verdaderamente estético y se
vea complementado por una música digna, interpretada por una orquesta real que
incluso sólo represente la vida real, detenida de manera efímera por el objetivo
fotográfico, se podrá experimentar una primera emoción templaria, se podrá
entrever un camino de los espíritus hacia la visión del templo, donde una vez más, el
Teatro y el Museo serán presentados por una nueva combinación religiosa del
Espectáculo y de la Estética. La sala de cine tal como lo es hoy evocará a los

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historiadores del porvenir la visión de los primeros y muy rudimentarios teatros de
madera, donde se degollaba a la cabra y se danzaba “la oda de la cabra”, las “tragedia”
primitivas, antes de la apoteosis de piedra que dedica Licurgo al teatro de Dioniso y
también antes del nacimiento de Esquilo.
El público moderno es un “abstractor” admirable, ya que puede disfrutar de las
abstracciones más absolutas de la vida. Podemos ver en el Olympia, por ejemplo, a
los espectadores aplaudiendo alegremente al fonógrafo que estaba sobre el escenario,
revestido de flores y cuya deslumbrante trompeta de cobre acababa de tocar un dúo
de amor… La máquina triunfó, el público aplaudió el sonido fantasmal de actores
distantes o muertos. Con un espíritu similar acuden los espectadores al teatro
Cinematográfico. Además, trae a las aglomeraciones humanas más pequeñas, un
espectáculo de cosas lejanas, entretenidas, conmovedoras e instructivas, generaliza
la cultura y acentúa en todas partes el deseo eterno del espectáculo de la
Representación de la vida total.
Sobre las paredes de estas salas, se ven a veces descripciones que recuerdan las
últimas etapas de la singular invención que precipita el conocimiento de los eventos
universales y, por todas partes la vida y la sensación de la vida, desde
aproximadamente 1830 hasta nosotros y entre los últimos héroes: Regnault, Edison,
Lumière, los hermanos Pathé… Pero más que el espectáculo, lo que es imponente,
característico, significativo, es la voluntad de los espectadores, que están compuestos
de seres de todas las clases, desde el más rudo hasta el más intelectual.
Es la voluntad de una Fiesta nueva, de una nueva unanimidad feliz, realizada en un
espectáculo, en un lugar donde los hombres se reúnen, donde consiguen, en mayor
o menor medida, el olvido de su individualidad aislada. Este olvido, alma de toda
religión y sentimiento de toda estética, triunfará superiormente un día. Y el Teatro
que contiene la promesa ciertamente muy vaga que los hombres en ningún momento
habían soñado jamás: la creación de un sexto arte, el arte plástico en movimiento, ya
crea la Pantomima moderna rudimentaria.
La vida moderna se dispone a este triunfo.
El último de los Franconi, el último héroe de circo, lamentaba el declive cierto del
Circo, por la pasión al teatro cinematográfico más que por los números de circo de
las salas musicales. Sucede que la psicología colectiva se mueve por los deportes que
vive violentamente, con los que se complica su vida real al convertirse sobre todo en
industria. Nuestro tiempo ha creado también industrias heroicas, la más llamativa la
de la aviación. Nuestros deportistas ya no consideran el deporte solo como un placer,
el más violento y el más sano de los placeres. Un círculo de oro, más rígido que el
hierro, el círculo de los negocios, los retiene con su implacable abrazo. Por tanto, ¿por
qué sentarse en un sillón, mirar las acrobacias y revoloteos de los demás, ofrecer
como espectáculo una imagen débil de lo que es la existencia de cada día con la febril
prodigalidad de mil formas, de todos los deportes modernos?
En resumen, la representación inmóvil de un gesto, una actitud, una composición de
gestos, de actitudes, de algunas figuraciones significativas de seres y cosas, todo eso
es pintura. ¿Pero quién podría haber soñado con arreglar la representación
encadenada de una serie sucesiva de pinturas? Una serie sucesiva de imágenes, es

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decir, ciertos estados mentales de seres y cosas agrupadas en una acción, es
indudablemente la vida. Cada minuto que pasa compone, descompone, transforma,
ante nuestros ojos, un número incalculable de pinturas. El triunfo del cinematógrafo
las detiene, puede reproducirlas indefinidamente. Al detenerlas, realiza el acto que
estaba reservado para la pintura, o para esa imagen débil y mecánica de la pintura
que es la fotografía. Presentando una sucesión de gestos, actitudes, figuraciones,
como la vida lleva la imagen del espacio donde se extendió inmóvil y duradera en el
momento en que se muestra y se transforma, el Cinematógrafo nos obliga a pensar
en qué podría convertirse si una idea rectora verdaderamente superior mantuviese
en una línea ideal y profundamente significativa una idea central y estética de las
pinturas que despliega. Podemos pensar en la creación de un Arte plástico en
movimiento, del sexto arte. ¿Quién podría haberlo pensado antes de nuestro tiempo?
Ninguno, porque la evolución espiritual de los hombres todavía no había alcanzado
el cumplimiento de un violento deseo de conciliación entre la Ciencia y el Arte para
la representación compleja de la vida total. La Cinematografía renueva todos los días,
cada día con más fuerza, la promesa de esta gran conciliación no solo entre la Ciencia
y el Arte, sino también entre los Ritmos del Tiempo y los Ritmos del Espacio.

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Manifiesto de las SIETE ARTES57
Ricciotto Canudo

La teoría de las siete artes, aquella que pude exponer por vez primera en el Barrio
Latino, hace tres años, ha ganado el terreno de todas las lógicas y se extiende por
todo el mundo. En plena confusión de géneros e ideas, trajo una precisión de fuente
reencontrada. No me enorgullezco de este descubrimiento, toda teoría supone el
descubrimiento del principio que la anima. Constato su difusión; así como, al
presentarla, hacía notar su necesidad.
Aunque los numerosos y repugnantes tenderos del cine se apropiaron del rótulo
“Séptimo Arte”, que mejoró inmediatamente el sentido de su industria y de su
comercio, no aceptaron la responsabilidad impuesta por la palabra: Arte. Su
industria es la misma, más o menos bien organizada desde un punto de vista técnico;
su comercio es, a su vez, floreciente o mediocre, de acuerdo con el aumento y la caída
de la emotividad universal. Su “arte”, excepto en algún caso donde el guionista sabe
cómo querer e imponer su voluntad, sigue siendo casi el mismo que animaba a Xavier
de Montépin y otros Decourcelles. Pero este arte de síntesis total que es el Cine, este
fabuloso recién nacido de la Máquina y el Sentimiento, comienza a cesar sus gemidos,
y va entrando en su infancia. Pronto llegará su adolescencia, arrebatará su
inteligencia y multiplicará sus sueños; pedimos apresurar su desarrollo, precipitar el
advenimiento de su juventud. Necesitamos el Cine para crear el arte total hacía el
que, desde siempre, han tendido las demás artes.

57Publicado originalmente en Gazette des Sept Arts. París N° 2, enero 25 de 1923, p. 2. Traducido y
reproducido por http://www.filosofia.org/hem/192/9230125.htm, Filosofía en español, Fundación
Gustavo Bueno.

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2

Y aquí debo explicar una vez más, rápidamente, la teoría que los círculos informados
estudian bajo el nombre de “Teoría de las siete artes”. La fuente encontrada nos la
revela con toda claridad. Vemos que, en realidad, son dos las artes que han surgido
del cerebro humano para permitirle fijar todo lo efímero de la vida, luchando así
contra la muerte de aspectos y de formas y enriqueciendo de experiencia estética el
curso de las generaciones. En los albores de la humanidad, se trataba de perfeccionar
la vida elevándola sobre las realidades efímeras, afirmando la eternidad de las cosas
con las que se conmueven los hombres. El objetivo era crear focos de emoción
capaces de extender a todas las generaciones lo que un filósofo italiano llama “el
olvido estético”, es decir, el disfrute de una vida superior a la vida, de un personalidad
múltiple que cada uno puede darse por fuera y por encima de su propia personalidad.
En mi Psicología musical de las Civilizaciones{1}, ya dejé advertido que la
Arquitectura y la Música habían formulado de inmediato esta necesidad inexorable
del hombre primitivo, que buscaba “detener” para sí todas las fuerzas plásticas y
rítmicas de su existencia sentimental. Al hacer su primera cabaña, y bailar su primera
danza con el simple acompañamiento de la voz que acompasaba con los movimientos
de los pies en el suelo, se había encontrado con la Arquitectura y la Música. Después
embelleció la primera con las figuraciones de seres y cosas cuya memoria quería
perpetuar, al mismo tiempo que agregaba a la Danza la expresión articulada de sus
sentimientos: el habla. De esta manera había inventado la Escultura, la Pintura y la
Poesía; había fijado su sueño de
perpetuidad en el espacio y en el
tiempo. El Ángulo estético se
apareció así ante su espíritu.

3
Quiero señalar de inmediato que si la Arquitectura, nacida de la necesidad material
del refugio, se afirmó muy individualizada ante su complementarias, la Escultura y
la Pintura; la Música, por su parte, ha seguido un proceso exactamente inverso a lo
largo de los siglos. Nacida de una necesidad espiritual de elevación y de olvido
superior, la Música es realmente la intuición y la organización de los ritmos que
gobiernan toda la naturaleza. Pero primero se manifestó a través de sus
complementarias, la Danza y la Poesía, para alcanzar tras miles de años su liberación
individual, la Música al margen de la danza y del canto, con la Sinfonía. Como
entidad definitoria de toda la coreografía del lirismo, existió antes de convertirse
en lo que llamamos Música Pura, adelantándose a la Danza y a la Poesía.
Así como todas las formas están en el Espacio antes que cualquier Arquitectura, ¿no
están todos los ritmos en el Tiempo, antes que cualquier Música?
Hoy, el “círculo en movimiento” de la estética se cierra al fin triunfalmente en esta
fusión total de las artes dicha: Cinematógrafo. Si tomamos a la elipse como la imagen
geométrica perfecta de la vida, es decir, el movimiento –el movimiento de nuestra

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Medios
esfera achatada por los polos– y lo proyectamos sobre el plano horizontal del papel,
el arte, todo arte aparece así:

Cientos de siglos humanos


han arrojado a esta elipse en
movimiento su mayor
aspiración común, siempre
erigida sobre el tumulto de
siglos y los trastornos del
alma individual. Todos los hombres, bajo no importa qué clima histórico,
geográfico, étnico o ético, han encontrado su disfrute más profundo, que consiste
simplemente en el más intenso “olvido de uno mismo”, envolviéndose sobre las
espirales obstinadas del olvido estético. Este sublime olvido se reconoce en el gesto
del pastor, blanco o negro o amarillo, tallando la rama de un árbol en la desolación
de su soledad. Pero, durante todos los siglos hasta el nuestro, entre todos los pueblos
de la tierra, las dos Artes con sus cuatro complementarias, permanecieron idénticas.
Lo que las falanges internacionales de pedantes creían poder llamar: la evolución de
las artes, no es más que logomaquia.
Nuestro tiempo es incomparable de vigor interior y exterior, de nueva creación del
mundo interior y exterior, de generación de fuerzas inimaginables hasta ahora:
interiores y exteriores, físicas y religiosas.
Y nuestro tiempo ha sintetizado con impulso divino las múltiples experiencias del
hombre. Y hemos obtenido todo el provecho de la vida práctica y de la vida
sentimental. Hemos armonizado la Ciencia con el Arte, me refiero a los hallazgos y
no a los datos de la Ciencia, y al ideal del Arte, aplicándolos entre sí para capturar y
fijar los ritmos de la luz. Es el Cine.
El Séptimo Arte reconcilia así a todos los demás. Cuadros en movimiento. Arte
Plástico que se desarrolla
según las normas del Arte
Rítmico.

Aquí tiene su lugar (C) en la


prodigiosa alegría que el
instinto de su perpetuidad
acaba de otorgar al hombre
moderno. Las formas y los ritmos, eso que llamamos Vida, fluyen de las vueltas de
manivela de un aparato de proyección.
Vivimos los primeros momentos de la nueva Danza de las Musas alrededor de la
nueva juventud de Apolo. LA RONDA DE LUCES Y SONIDOS ALREDEDOR DE UN
HOGAR INCOMPARABLE: NUESTRA ALMA MODERNA.

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Medios

1.8. El documental y el documento en cine y


fotografía
Serena Moyano

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De la piedra al pixel. Innovaciones y reciclamientos en el campo de la Historia de los
Medios
El documental y el documento en cine y fotografía

Serena Moyano

El diccionario de la Real Academia Española define “documental” como:

1. adj. Que se funda en documentos, o se refiere a ellos.

2. adj. Dicho de una película cinematográfica o de un programa televisivo: Que


representa, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas,
experimentos, etc., tomados de la realidad. U. t. c. s. m.58

A partir de estas definiciones resulta claro que el documental prescinde del guión
de ficción, de las escenas actuadas o de la mezcla de imágenes con fines puramente
artísticos para decir algo “de la realidad misma”, aunque a partir de ella utilice todos
los mecanismos expresivos del cine como el montaje, la narración con desarrollo,
clímax y desenlace, el tratamiento artístico de la fotografía, la iluminación, o la
musicalización.

Siendo así, resulta evidente que el “documental” constituye un “documento”. Lo


mismo puede decirse de la fotografía. Podemos hablar de una fotografía “artística”,
cuando se manipula los elementos de la escena para fines expresivos, y de fotografía
“documental” cuando se trata de dar cuenta, más allá de las intenciones estéticas,
de algo real, y decir algo con ello, aunque más no sea meramente informar un hecho.
Podríamos aquí referirnos a la célebre frase de Roland Barthes en La cámara Lúcida
(1990):
“Lo que la fotografía reproduce al infinito únicamente ha tenido lugar una
sola vez: la fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá
repetirse existencialmente. En ella el acontecimiento no se sobrepasa jamás
para acceder a otra cosa: la fotografía remite siempre el corpus que
necesito al cuerpo que veo, es el Particular absoluto, la Contingencia
soberana, mate y elemental, el Tal (tal foto, y no la Foto), en resumidas
cuentas, la Tuche, la Ocasión, el Encuentro, lo Real en su expresión
infatigable.”59

Además de constituir un “documento”, un documental puede proveer una gran


cantidad de datos, más que lo que quiso mostrar el realizador en ese momento: la
situación en que fue filmado y la forma de captación de las imágenes, su contexto
socio histórico, los aspectos técnicos de la forma en que se filmaba en ese momento,
las imágenes tomadas de lo real, que pueden reinterpretarse, aunque el texto o
guión diga otra cosa.

58 “Úsase también como sustantivo masculino”.


59 Roland Barthes, La Cámara Lúcida. P.31

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Medios
En ese sentido, el documental produce entre otros resultados, un documento
histórico, y está sujeto a las luchas por el sentido propias de la interpretación
histórica. Un filme de ficción o una fotografía artística también, pero el documental
ha sido, desde su aparición, un género que trata de tomar elementos de la realidad
directa, sin historia ficcional, puesta en escena o actuación, o bien utilizar algunas
puestas en escena o actuaciones para objetivos “documentalistas”, es decir, con
intenciones no sólo artísticas o de entretenimiento, sino de información o
educación.

Ahora bien, el género documental es un campo muy amplio y variado, de fronteras


difusas tanto con la información periodística cotidiana como con el cine de ficción.

Las variantes de lo que se ha considerado como filmaciones documentales en


diferentes momentos históricos son muy vastas. Por ejemplo, hay filmaciones
puramente “mostrativas”, como las de los hermanos Lumière: Se ponía la cámara
frente a una situación, sin mover el encuadre, y se filmaba. No se narraba nada.
Cuando los Lumière “preparaban” una escena, puede decirse que la estaban
“ficcionalizando” como sucedió, notoriamente, en el Regador Regado.

Otras narran hechos de la realidad de la naturaleza o de lo humano, utilizando los


recursos del cine de ficción pero sin apelar a una trama inventada o a actores, ni
usando las tomas para experimentos estéticos con otro significado. Sin embargo,
dos de los padres del documentalismo hicieron uso de técnicas de ficción, o de
experimentación con el montaje. En Nanuk el esquimal, de Flaherty, la propia
esposa del documentalista actúa de esposa de Nanuk, en un igloo que en realidad
es sólo la mitad necesaria para filmar como si fuese su interior. En El Hombre de la
Cámara, de Vertov, se desmenuzan las filmaciones en innumerables tomas y se las
reordena sin un criterio directamente cronológico en varias partes del filme.

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Medios

En Nanuk puede decirse que lo “ficcional” se hizo respetando la “realidad”


investigada por Flaherty, y eso le da valor de documental incluso a su parte
ficcionalizada, y Vertov quiere contar la vida en una ciudad soviética donde toda la
complejidad de la industria funciona sin patrones, dejando atrás los prejuicios, etc.
pero eso no impide notar lo difícil que es definir las fronteras de lo documental. Lo
mismo puede decirse de películas de ficción cuyo guión sigue al pie de la letra los
hechos históricos documentados, o más aún, cuando un personaje actúa de sí
mismo en la reconstrucción de un hecho, como Cecilia Varela en “Filo, crónicas de
universidad, capítulo Políticas de la memoria”, emitido por Encuentro, o cuando
Julio Troxler aparece en “Operación Masacre” de Cedrón. Asimismo, hay
programas con interés persuasivo o aún de entretenimiento que utilizan los
recursos estéticos y el ritmo narrativo de lo que se reconoce como documental, etc.
Las variantes, como se ve, pueden ser ilimitadas.

Es importante notar que una de las claves del documental es que es precisamente
un género, es decir, se basa en la repetición de técnicas y recursos, y en el
acostumbramiento del público, que reconoce un documental entre otras cosas por
el tratamiento fílmico, no sólo por el contenido. Ese acostumbramiento ha
permitido numerosos engaños. El más famoso, es probablemente uno radial, no de
cine, el de La Guerra de los Mundos (1938) donde se aprovecha el
acostumbramiento del público a distintos géneros, y se les presenta un radioteatro
de terror y ciencia ficción con las formas de los noticieros y programas ómnibus de
la radio, logrando que la gente se asuste porque confundió fácilmente una cosa con
la otra. Eso mismo aprovechan hoy en día numerosos programas de televisión que
apuesta a vestirse de “serios y objetivos” utilizando recursos del documental, para

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presentar puntos de vista esotéricos, pseudociencias, asuntos paranormales, teorías
conspirativas, extraterrestres, hombres lobo, fantasmas, etc.60

Así, se nos presenta la paradoja de que, en esta enorme variedad y fronteras difíciles
de delimitar, por un lado los recursos del documental pueden ser utilizados muchas
veces para dar un manto de credibilidad a discursos nada documentales.

Y a la inversa el documento que queda en un documental terminado, en ocasiones


va mucho más allá de lo que quería ser mostrado por su autor. O sea, el autor
produce mucho más documento de lo que suponía al filmar.

De aquí yo saco algunas conclusiones. A mi entender, de cualquier situación se


pueden obtener datos, documentos, y eso incluye tanto lo que se muestra como lo
que no se muestra. En lo que se muestra, todo lo queda dentro del encuadre puede
ser objeto de nuevos análisis y significaciones, y a su vez puede hallarse huellas de
otros elementos que no se ven, o que se ocultan, o que se silencian, o no se ven como
parte de lo “mostrable” y eso es un dato en sí mismo.

Y esto entonces no tiene nada que ver con si el documental es o no guionado, si está
presente en el planteo un punto de vista ideológico o si influye determinada opinión
política, etc. Los documentales no muestran sólo lo que quieren mostrar, muestran
también el contexto en el que fueron realizados y eso es un documento importante,
en Nanuk el esquimal, considerado el ‘primer documental de la historia’ se puede
observar que la gran mayoría de los datos que se muestran sobre los esquimales, no
son “reales”, son escenas preparadas, sin embargo a quedado como documento para
nosotros. Por un lado, dan cuenta de la “realidad” en tanto son reconstrucciones de
lo registrado por Flaherty en su trabajo antropológico. Pero por el otro, todo el acto
mismo de filmar que queda registrado en la película, nos permite documentar hoy,
por ejemplo, la necesidad del director de mostrar cómo el hombre ha evolucionado,
mostrar la superioridad de su propia civilización.

En el caso de Sebastiao Salgado podemos observar su serie Workers: Él retrata la


realidad, su trabajo es documental, pero a su vez se trata de fotografías sumamente
estéticas. Su valor es más artístico que documental, y su carácter documental es más
propio de la interpelación y la denuncia que de la información puramente
descriptiva. Al mismo tiempo, en muchas de sus fotografías, el valor artístico se
logra con una fuerte manipulación de la imagen, tanto por medios técnicos como
por medio de una notoria puesta en escena.

Como ejemplo tomaremos al documental sobre la profecía de Nostradamus, o el llamado


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Zergheit, sobre teorías conspirativas.

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Robert Doisneau retrata las calles de París, muestra momentos de alegría por medio
de situaciones irrepetibles, como niños jugando o una pareja besándose. Es un
documento en lo que registra. También lo son los escenarios que quedan
registrados tras los elementos principales de la foto. Pero al mismo tiempo está
mostrando lo que la gente necesitaba ver después de la angustia de los años de la
segunda guerra mundial.

En definitiva, el documental no es un “tipo único” de trabajo fílmico o fotográfico.


Es un campo variado, e incluso mixto.

No podría considerase “documental” un material fílmico puramente “mostrativo”,


aunque sin dudas, sus resultados, los contenidos filmados, son claramente valiosos
“documentos” históricos, científicos, sociales, culturales, etc.

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Medios

Sí entran en la categoría de documental todos los trabajos que dan un tratamiento


estético a filmaciones tomadas directamente de la realidad, para objetivos
divulgativos, educativos, persuasivos, informativos, etc. a través del montaje y otros
recursos narrativos del cine como la iluminación, la narración en off, ciertos tipos
de encuadre, etc. y que se agrupan en subgéneros según ciertas normas
estabilizadas por los realizadores respecto de planos, montaje, encuadres, temas,
etc. Esto incluye tanto ciertas libertades estéticas con material fílmico documental
(como lo hizo Vertov con El Hombre de la Cámara), como un uso “documentalista”
de reconstrucciones actuadas de material de la realidad previamente observado
(como en fragmentos de Nanuk de Flaherty).

Todas estas variantes, la mostrativa, la documental y la ficcional, constituyen


inevitablemente “documentos” para la historia, las artes, la antropología, las
ciencias sociales, etc. Las fronteras son muy difusas, es muy fácil crear confusión y
aún mentir con ellas. Por eso, el límite principal entre el documental y la ficción es
necesariamente ético.

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FIN DE LA PARTE I - CONTINÚA EN LA PARTE II

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